Está en la página 1de 1

EL PESO DE LOS DÍAS

– Hace usted dos preguntas. ¿A cuál contesto?


– Hábleme de morir en el momento oportuno.
– ¡Viva cuando vive! La muerte pierde su cualidad aterradora si uno muere cuando ha
consumado su vida. Si uno no vive cuando debe hacerlo, no puede morir en el momento
justo.
– ¿Qué significa eso? - Volvió a preguntar Breuer, sintiéndose todavía más frustrado.
– Pregúntese a sí mismo si ha consumado usted su vida.
– ¿Contesta a las preguntas con preguntas, Friedrich?
– Usted hace preguntas cuyas respuestas conoce, Josef – contraatacó Nietzsche.
– Si yo conociera la respuesta, ¿por qué habría de preguntársela?
– ¡Para no conocer su propia respuesta!

Breuer hizo una pausa. Sabía que Nietzsche tenía razón. Dejó de oponer resistencia y centró
su atención en sí mismo.

– ¿He consumado mi vida? He logrado mucho, mucho más de lo que se podría haber esperado
de mí. Éxito material, logros científicos, una familia, hijos. Pero ya hemos hablado de todo
esto.
– Aún así, Josef, sigue eludiendo mi pregunta. ¿Ha vivido su vida o ha sido vivido por ella?
¿La ha elegido o ella lo eligió a usted? ¿Ama su vida o se arrepiente de ella? Esto es lo que
quiero decir cuando le pregunto si ha consumado su vida. ¿La ha agotado? ¿Recuerda ese
sueño en que su padre permanecía a su lado, rezando inútilmente mientras alguna calamidad
le sucedía a su familia? ¿No es usted igual? ¿No se hace a un lado y se lamenta por una vida
que nunca ha vivido?

Breuer se sintió presionado. Las preguntas de Nietzsche lo atravesaban y estaba indefenso


ante ellas. Apenas podía respirar. Sentía el pecho a punto de estallar. Por un momento dejó
de andar y respiró tres veces antes de responder.

– ¡Usted conoce la respuesta! ¡No, no he elegido nada! ¡No he vivido la vida que quería! He
vivido la vida que me fue asignada. He tenido encerrado a mi verdadero yo.
– Creo que ésa es la verdadera causa de su Angst, Josef. Estoy convencido. La presión
precordial se debe a que su pecho rebosa de vida no vivida. Y su corazón siente que el
tiempo pasa. Y el tiempo lo codicia todo. El tiempo devora y devora, y no devuelve nada.
¡Es terrible oír que ha ha vivido la vida que le fue asignada! ¡Y es terrible enfrentarse a la
muerte sin haber exigido jamás la libertad, a pesar de todo el peligro que entraña!.

[···]

El día que Nietzsche lloró


Irvin D. Yalom

También podría gustarte