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Breuer hizo una pausa. Sabía que Nietzsche tenía razón. Dejó de oponer resistencia y centró
su atención en sí mismo.
– ¿He consumado mi vida? He logrado mucho, mucho más de lo que se podría haber esperado
de mí. Éxito material, logros científicos, una familia, hijos. Pero ya hemos hablado de todo
esto.
– Aún así, Josef, sigue eludiendo mi pregunta. ¿Ha vivido su vida o ha sido vivido por ella?
¿La ha elegido o ella lo eligió a usted? ¿Ama su vida o se arrepiente de ella? Esto es lo que
quiero decir cuando le pregunto si ha consumado su vida. ¿La ha agotado? ¿Recuerda ese
sueño en que su padre permanecía a su lado, rezando inútilmente mientras alguna calamidad
le sucedía a su familia? ¿No es usted igual? ¿No se hace a un lado y se lamenta por una vida
que nunca ha vivido?
– ¡Usted conoce la respuesta! ¡No, no he elegido nada! ¡No he vivido la vida que quería! He
vivido la vida que me fue asignada. He tenido encerrado a mi verdadero yo.
– Creo que ésa es la verdadera causa de su Angst, Josef. Estoy convencido. La presión
precordial se debe a que su pecho rebosa de vida no vivida. Y su corazón siente que el
tiempo pasa. Y el tiempo lo codicia todo. El tiempo devora y devora, y no devuelve nada.
¡Es terrible oír que ha ha vivido la vida que le fue asignada! ¡Y es terrible enfrentarse a la
muerte sin haber exigido jamás la libertad, a pesar de todo el peligro que entraña!.
[···]