INSTRUMENTACIÓN QUIRÚRGICA MONTERÍA 2020 Las cirugías de enucleación, evisceración y exenteración implican en todos los casos la extracción permanente del ojo del paciente; tratándose en este capítulo los aspectos más importantes de cada intervención.
En cuanto a la enucleación tenemos que en ésta se realiza la extracción total del
globo ocular y parte del nervio óptico, conservando la conjuntiva, el tenon y los músculos extraoculares. Está indicada esencialmente en: ojo ciego doloroso, tumor intraocular, traumatismo grave con riesgo de oftalmía simpática, tisis del globo ocular, microftalmía, endoftalmitis y deformidad estética. Dentro de las posibles complicaciones de esta cirugía se encuentra la exposición o la extrusión del implante, para evitarlas son importantes la meticulosa atención en el cierre de la fascia de tenon y la selección correcta del tamaño del implante.
Este procedimiento quirúrgico puede realizarse bajo anestesia local. No obstante,
por motivos psicológicos y, en ocasiones, por razonas médicas, suele utilizarse anestesia general. En cualquier circunstancia, deben usarse fármacos que optimicen la hemostasia intraoperatoria, inhiban el reflejo oculocardíaco y minimicen el dolor postoperatorio. La opción recomendada es la instilación de colirio de fenilefrina al 10% en el fondo de saco conjuntival, para conseguir una vasoconstricción intensa, y posterior infiltración retrobulbar y peribulbar de bupivacaina al 0,5%, con adrenalina y hialuronidasa. Tras un tiempo adecuado, se consigue un excelente efecto anestésico y vasoconstrictor. Existen dos técnicas quirúrgicas para la realización de este procedimiento: enucleación con colocación de un implante de esfera simple y enucleación con colocación de un implante poroso el cual tiene como objetivo favorecer el máximo potencial de movilidad de la prótesis ocular.
La evisceración es la técnica quirúrgica en la que se extrae todo el contenido
intraocular del ojo, dejando intactas la cavidad escleral y las inserciones de los músculos extraoculares. Esta cirugía es más sencilla que la de enucleación y ofrece una mejor conservación de la anatomía orbitaria y de la movilidad natural de los tejidos de la cavidad anoftálmica. Esta se encuentra indicada en los mismos casos descritos anteriormente para la enucleación, exceptuando en lo relativo a los tumores intraoculares o el riesgo de oftalmía simpática; de igual forma esta se encuentra contraindicada en casos de tumores intraoculares malignos confirmados o sospechados. Dentro de las complicaciones que la evisceración puede presentar se encuentra, la infección postoperatoria que es siempre un potencial problema en un contexto de endoftalmitis o panoftalmitis. El uso de antibióticos sistémicos de amplio espectro suele minimizar este riesgo, y el cirujano puede generalmente utilizar un implante orbitario primario. También tenemos la extrusión postoperatoria del implante, posiblemente relacionada con contracción de la cavidad escleral, con mala cicatrización de los bordes esclerales o con selección inadecuada del tamaño de implante, destacándose también el dolor postoperatorio, el cual es más frecuente cuando la córnea es conservada. Este procedimiento normalmente es realizado bajo anestesia local con sedación intravenosa. Una mezcla de lidocaína al 2% con adrenalina, bupivacaina al 0,5% y hialuronidasa se inyecta, retro bulbarmente, en el cono muscular. El uso de sedantes anestésicos intravenosos evita la inyección de anestésicos locales o que la propia intervención quirúrgica resulte desagradable o produzca ansiedad.
Por ultimo se describe de igual forma la exenteración, cuyo procedimiento
quirúrgico implica la extirpación completa del globo ocular y la retirada total o subtotal de los tejidos blandos orbitarios retro bulbares, y todo el párpado o la mayor parte de él. La indicación más común para la cirugía de exenteración es el tratamiento de neoplasias malignas epiteliales con invasión orbitaria, existiendo otras indicaciones tales como: tumores cutáneos con invasión orbitaria, dolor orbitario crónico, deformidades orbitarias. Dado que, en muchos casos, esta técnica se aplica para el abordaje de un tumor recurrente, la necesidad de exenteración puede minimizarse con tratamiento primario agresivo de la lesión inicial. Cabe destacar que dicha cirugía comporta riesgo de hemorragia grave, es importante interrumpir preoperatoriamente el uso de ácido acetilsalicílico y de todos los fármacos que afectan de manera adversa a la coagulación. Otras complicaciones específicas de la cirugía de exenteración son fuga de líquido cefalorraquídeo a través del techo orbitario, por lesión de la duramadre y a largo plazo, el cirujano debe mantenerse vigilante ante la posible recidiva tumoral. Este procedimiento quirúrgico suele efectuarse bajo anestesia general, que puede combinarse con infiltración de bupivacaina y adrenalina para favorecer la hemostasia y la analgesia postoperatoria.