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16/07/2015
Así, por ejemplo, del mercado de transportistas puede surgir la idea de cubrir traslados de
artículos delicados, como los pianos que desplaza Transportes Rabanal. De una librería, se
puede acotar a una librería que sólo venda libros de deportes (Librería Deportiva) u otra
hiperespecializada, sólo libros de fútbol (librofutbol.com). Y nada tiene que ver vender un
comercio de comida para alérgicos (Alervita) con una empresa que fabrica dulces para
alérgicos (sin gluten) enfocados al mercado B2B (Muuglu).
¿Có mo calcularlo?
En la mayoría de los casos, podrás calcularlo a través de Internet. “Con herramientas SEO
como Google Keyword Planner puedes conocer cuántas consultas se hacen de promedio en
la web sobre un tema determinado. No es que nos diga exactamente el tamaño del mercado,
pero nos da una idea aproximada de cuánta demanda puede tener al cabo de un mes un
producto determinado”, señala Fernando Maciá, que advierte: “El problema con los
micronichos es que los tamaños de muestra son muy pequeños, están muy dispersos y es
mucho más difícil que esas herramientas lleguen a tener un tamaño de muestra como para
que nos de una idea. Lo aconsejable en estos casos es localizarlos en comunidades, en
buscadores verticales de un sector determinado, en foros profesionales, en grupos de
Linkedin o Facebook. Conviene identificar dónde están y ponerse en contacto con ellos e,
incluso, intentar convertirlos en nuestra propia comunidad”.
También debes tener claro que Internet no te dará posiblemente el tamaño de mercados de
nicho B2B. “Si miro en Google cuánta gente busca empresas de mantenimiento de motores
de avión, me sale cero. No hay muestra, pero el nicho existe. Y seguramente esta empresa
con pocos clientes al año es superrentable”, comenta Maciá.
Conoce a tu competencia
“Google también te permite investigar si hay competencia o no, el coste potencial de entrar
en ese pequeño nicho para hacer marketing, etc.”, apunta de Pinedo.
Teniendo claro que hay suficientes clientes y podemos con la competencia, queda por
asegurarnos de que las personas que hemos detectado como potenciales clientes estarán
dispuestas a pagar por nuestro producto. Además, habrá que valorar cómo se comportan
esos clientes: ¿cuánto están dispuestos a pagar por ello y con qué frecuencia? Y, sobre todo,
si nuestra oferta resuelve, realmente, una necesidad concreta.