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16 de marzo de 2020

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america-desde-la-filosofia-de-kusch/

DE PECES, CÓNDORES Y PLANTAS ATÓMICAS: PENSANDO NUESTRA AMÉRICA DESDE LA


FILOSOFÍA DE KUSCH

Autora: Lourdes Murri (UNCuyo, Maestría en Estudios Latinoamericanos)

Recorrer la puna se convierte en una experiencia filosófica donde los saberes que allí se producen no
aparecen en los textos académicos consagrados. Kusch realiza una ruptura epistemológica al
aproximarse a la filosofía a partir de un método etnográfico y también humano: dialogar, escuchar,
compartir, respetar y reconocer al otro/a.

La filosofía del Abya Yala tiene importantes pensadores/as, entre quienes destacamos al argentino
Rodolfo Kusch. Sus aportes han sido ignorados por la academia eurocéntrica, sin embargo aquí
pasaremos a presentar algunos de sus muchos sentipensares, que nacieron del ser-estando en
nuestra tierra y del diálogo con otras y otros.

Rodolfo Kusch (1922-1979), filósofo, antropólogo y caminante de América, era hijo de inmigrantes
alemanes, estudió filosofía en la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó y dictó clases.
Viajaba en forma reiterada al área andina argentino-boliviana y en cada uno de sus viajes llevaba un
grabador y una cámara fotográfica, y cual etnógrafo, dialogaba, participaba y sobre todo escuchaba
a las personas que cruzaba a su paso para reflexionar e ir desentrañando aquel pensar americano
profundo que para Kusch tenía alguna presencia en la ciudad y permanecía con fuerte vigencia en
el altiplano. Obligado por la última dictadura militar, inició su exilio interno, yendo a vivir junto a su
compañera Elizabeth Lanata al pueblo de Maimará, en Jujuy. Allí estuvo entre 1976 y 1979, año en
que murió. Entre sus obras más conocidas se encuentran América Profunda (1962), Indios, porteños
y dioses (1966), El pensamiento indígena y popular de América (1971) y Geocultura del hombre
americano (1976).
Su método para aprehender la realidad y poder reflexionar a partir de otros significados consiste en el andar.
Foto: Lourdes Murri.

Estas líneas surgen de una lectura reflexiva del libro “El pensamiento indígena y popular en
América”, editado en 1971, en el cual Kusch busca rescatar un estilo de pensar que se da en el fondo
de América, el pensar indígena. Nuestra reflexión se desarrollará en torno a dos problemas que
para el autor son centrales: el ser latinoamericano (la identidad latinoamericana) y el pensamiento
-que nace del ser-estando- latinoamericano. A partir de estas preguntas por la identidad y los
saberes, Kusch realiza una dura crítica a la academia, acusando un eurocentrismo que ha calado
fuerte en la filosofía y en las ciencias sociales, adelantándose en su análisis a lo que luego Aníbal
Quijano (2000) denominaría colonialidad del poder en sus distintas manifestaciones.

Cuando lxs argentinxs (y probablemente todxs quienes hemos nacido en ciudades latinoamericanas)
pensamos en la cuestión de la identidad recordamos una falacia que ha sido muy recurrente en
instituciones educativas, discursos oficiales y que aún hoy persiste en el pensamiento común de las
urbes: la idea de que venimos “de los barcos”. Es decir, el hito fundante de la nación argentina sería
la llegada masiva de inmigrantes europeos que comenzó con fuerza durante la segunda mitad del
siglo XIX. Este relato fue alimentado por el Estado, el cual relegó a las poblaciones originarias a ser
partes de un pasado romántico, meros grupos pintorescos que desaparecieron (fueron masacrados)
con las “Conquistas del Desierto” o simplemente por fuerza del progreso y el darwinismo social se
extinguieron. Durante muchas décadas miles de pobladores, hombres y mujeres de lo que hoy es
considerado suelo argentino quedaron borrados, encubiertos, olvidados. Y ese olvido de la historia
oficial fue funcional a la explotación que sufrieron y siguen sufriendo los pueblos quom, tobas,
guaraníes, mapuches y un largo etcétera.
Santiago, Chile. Fachada del Museo de la Memoria y los derechos humanos. Foto: Lourdes Murri.

El mito de la Argentina “blanca” se cae a pedazos de sólo recorrerla un poco. Ya en las periferias de
Buenos Aires se constata la existencia de la “Argentina profunda”. Un problema transversal al
proceso de constitución del Estado argentino sigue siendo la supremacía y univocidad de la capital
frente a una gran diversidad que queda reducida en la denominación del “interior”. Argentina es
tan latinoamericana como los demás países que integran el sur de América. La contradicción entre
la ciudad que se cree Europa pero que tiene el hedor latinoamericano es lo que motiva a Kusch a
indagar sobre la identidad y el pensamiento indígena y popular de América.

Justamente para poder comprender a los otros y otras de América y para conocerse a sí mismo/a,
es necesario salir de la ciudad y de la comodidad del ser que desde la academia piensa con categorías
europeas la compleja y contradictoria realidad latinoamericana. La ciudad es vista para Kusch como
un obstáculo en cuanto no permite vivenciar las otras experiencias, por ello su método para
aprehender la realidad y poder reflexionar a partir de otros significados consiste en el andar.
Recorrer la puna se convierte en una experiencia filosófica donde los saberes que allí se producen
no aparecen en los textos académicos consagrados. Kusch realiza una ruptura epistemológica al
aproximarse a la filosofía a partir de un método etnográfico y también humano: dialogar, escuchar,
compartir, respetar y reconocer al otro/a.
Mural en La Boca, Buenos Aires. Foto: Lourdes Murri.

PENSAMIENTO CAUSAL Y PENSAR- SEMILLA

A través de sus recorridos filosóficos y geográficos Kusch reconoce dos formas de pensamiento en
América: el pensar causal, que corresponde a un pensar racional moderno y que tiene como
epicentro las grandes ciudades, el cual es atribuible a la clase media urbana; y el pensar seminal,
denominado también pensar indígena, y que corresponde a los pueblos originarios, al hombre y
mujer andino/a, y con el cual Kusch se encuentra en la zona puneña argentino-boliviana, pero que
no se reduce sólo a esta área.

El pensar causal es opuesto al pensar seminal, ya que se desplaza en un plano distinto del pensar
materialista y práctico occidental. El pensar seminal es el pensar-semilla en el sentido de “germen,
origen, fuente, como lo que se ve crecer y no se sabe por qué (…) ajeno al yo y a la realidad cotidiana,
y quizás superior” (Kush, 2016:200).

En el pensar causal la realidad aparece poblada de objetos ubicados frente a un sujeto externo que
los conoce y manipula. Por el contrario en el pensamiento seminal, que tiene su origen en el mundo
indígena, no hay objetos externos y para fundamentar esta idea Kusch recurre a las lenguas
quechua y aymara, en las cuales se registran acontecimientos o aspectos, más que las cosas en sí
mismas; a diferencia de las lenguas europeas en las que se registran más bien cosas antes que
acontecimientos.
Kusch relaciona el pensar seminal con los términos aymaras de utcatha y del quechua pacha.
Entiende utcatha como “habitar, además con asiento, vientre, mita o sea trabajo comunitario, y
finalmente con plaza o centro de comunidad” (Kusch, 2016:114). Mientras que pacha sería el mismo
vivir, entendiendo que desde la filosofía indígena el saber no puede separarse de la vida. Pacha es
un “no más que vivir”, “vinculado con las cosas nombrables, lo que llamamos hábitat, en un aquí y
ahora del cual no está lejos la preocupación del alimento” (Kusch, 2016: 115-116).

Al pensar seminal en términos de utcatha corresponden tres elementos interrelacionados: la


irracionalidad, la comunidad y el domicilio (ya sea plaza, mercado, vientre). Por el contrario, el
pensar causal enraizado en la mentalidad europea y capitalista se constituye desde los opuestos: la
racionalidad, el individualismo y la soledad (Kusch, 2016).

Mientras por un lado el pensar causal se sostiene en la razón instrumental, por otro el saber seminal
busca sentir más que explicar el mundo. En el pensar seminal hay una relación entre saber y ritual,
mientras que el pensar causal pretende la absoluta racionalidad.

En Mendoza. Pañuelo de la campaña por el aborto legal, seguro y gratuito junto a la Wiphala. El feminismo se
presenta como una forma comunitaria de resistir al neoliberalismo. Foto: Lourdes Murri.

Kusch observa que el pensar seminal subsiste en las zonas andinas, pero también quedan resabios
entre los sectores populares urbanos. Son formas de entender la realidad que escapan de la lógica
económica capitalista y que vinculan al pueblo a través de lazos donde hay que “ayudarse porque sí
nomás”, sin ganancia individual de por medio. La fuerza de la solidaridad presente en los sectores
populares y cada vez más ausente en la clase media burguesa, tiene para Kusch origen en la idea de
comunidad, presente en el pensar seminal, y que genera resistencia al individualismo y capitalismos
salvajes. Es esta fuerza, esta idea semilla, la que redimirá al pueblo y que hace que en los sectores
populares no exista del todo ni el pensar causal ni el seminal, ni el hombre burgués ni el indígena,
sino una parte de ambos. Justamente por eso, en los sectores populares de las ciudades se observa
el ser latinoamericano, que lucha por sobrevivir a la lógica capitalista pero que genera relaciones
para la supervivencia en términos, a veces, anticapitalistas.

La lectura de Kusch invita a la reflexión, sus planteos resultan provocadores, incomodan, porque
nos saca del confort de la sala de lectura o del cubículo universitario para adentrarnos en la América
profunda, en la puna, en los mercados, los barrios, las calles. Y ahí justamente es donde reside lo
que creemos es uno de los principales legados de este autor para las Ciencias Sociales: para
comprender la realidad no basta con leer muchos libros, es necesario que ésta atraviese nuestros
cuerpos; la realidad debe ser pensada, cuestionada, aprehendida desde adentro. Vale destacar que
cuando Kusch inicia su búsqueda incesante del sentido del ser-estando latinoamericano, nos
advierte que él no pretende enemistarse con la filosofía occidental y negar todo lo que ella nos ha
legado sino que simplemente pretende encontrar un planteo más próximo a la vida misma; la
filosofía como forma de reflexionar y pensar a partir de las necesidades de la realidad
nuestroamericana.

Adelantándose a lo que luego se denominaría filosofía de la liberación y a las teorías decoloniales,


Kusch elabora una metodología que le permite pensar en teorías y categorías enraizadas en América
y no en Europa. Como ya dijimos fue muy crítico del eurocentrismo que predominaba en las ciencias
sociales y la filosofía, tanto desde miradas liberales capitalistas como incluso desde la izquierda. Es
en las resistencias al neoliberalismo donde emerge, se visibiliza, se fortalece, ese estar-siendo, eso
que hace de Latinoamérica una región de grandes luchas sociales. De allí que para Kusch fuera el
peronismo un movimiento político genuinamente americano, que colocaba al pueblo por encima
de los intereses egoístas y tomaba la bandera de la justicia social que tanto molesta a la racionalidad
meritocrática de la clase media.

Nos gustaría finalizar con esta observación sobre el vocablo soncco que recupera Kusch: corazón
se dice en quechua soncco o sunku; pero en realidad el significado de soncco es mucho más
amplio: "corazón y entraña, y el estómago, y la conciencia, y el juicio o la razón, y la memoria, el
corazón de la madera y la voluntad y el entendimiento". Pongamos el corazón, nuestro soncco o
sunku, nuestras entrañas, nuestra memoria, nuestro entendimiento en transformar, resistir,
construir, por una América que sea posibilidad para la emancipación, la revolución, la justicia
social.

BIBLIOGRAFÍA
Kusch, Rodolfo (2016) El pensamiento indígena y popular en América, América Profunda: Tierra del Sur.

(2012) Haber perdido la impaciencia, Página 12, Psicología, 18 de octubre de 2012. Artículo
publicado por primera vez en San Salvador de Jujuy, el 25 de junio de 1988, bajo el título “Cuando se viaja
desde Abra Pampa”, en edición controlada por Salma Haidar. Reeditado por la revista Kiwicha Cultural del
Mundo Andino, en 1996, y rescatado en la sección “Textos olvidados” del sitio web Temakel.

(1976) Geocultura del hombre americano, Buenos Aires: Fernando García Cambeiro.

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