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Solucionario Tema 20
Solucionario Tema 20
1. Escritores realistas
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1. a) El narrador de Fortunata y Jacinta conoce hasta lo más íntimo de los personajes:
lo que dicen, lo que hacen («Maximiliano se desnudaba para acostarse» «Fortunata,
fingiendo dormir»), lo que piensan (Lo que pensaba entonces era por demás peregri-
no. El disparate que se le había ocurrido era...), lo que sienten (exhalaba un ¡ah!, que
no se sabía si era de dolor o de gusto).
b) Respuesta abierta. (Es realidad, pero parte de lo referido a ella es realidad des-
prendida del sueño, en ese estado en que uno aún no es del todo consciente de
sí mismo, ni de sus actos ni de sus pensamientos. Empieza diciendo Galdós que
Fortunata se incorporó cediendo a un movimiento interior cuyo impulso inicial se de-
terminó cuando estaba dormida. Solo la idea de que le reñiría su padrino fue el golpe
que le aclaró el sentido, porque la idea de la fuga era un rastro del sueño. Incluso ella
misma se pregunta: ¿Estoy despierta o dormida? Y ahora, ya plenamente conscien-
te, reconoce su desatino y alude realmente a lo que sucede con su pelo).
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2. a) Respuesta abierta.
b) Ávidos ojos, delirante extravío, lastimero clamor, preocupado y meditabundo, in-
menso abismo.
c) Frente al miedo y el pavor de todos por lo peligroso de la situación, el amo del
protagonista, don Alonso, permanecía en el alcázar sin atender a lo que pasaba a
su alrededor. Estaba tranquilo, impasible, impertérrito, abstraído, sí preocupado y
meditabundo, pero sin mostrar temor alguno ni hacer nada ante lo que está ocu-
rriendo.
d) Respuesta abierta.
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Unidad 20. El Realismo y el Naturalismo BACHILLERATO
sino que aún conserva la otra mitad; a pesar de la edad, sus ojos apenas tienen
ese ribete rojo propio de los años; moqueaba, pero menos que otros viejos mendi-
gos, pues su nariz destilaba menos que las de sus compañeros de oficios; sus manos,
bien que ajadas por su edad y condición, aún conservaban hábitos de aseo, con
unas uñas más cuidadas y arregladas que las de otros mendigos, pues sus manos
no terminaban en uñas de cernícalo; también el manto y el vestido eran algo mejor
apañaditos que los de las otras ancianas. Este tono amable, afable, de simpatía y
cariño por parte del narrador se remata en las últimas líneas en la comparación
que hace con la santa.
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4. a) Por ejemplo, cuando el profesor pregunta a Aquiles si es hijo de Peleo y cuando el
alumno responde que su padre era alcarreño; o cuando el narrador señala al final
del texto que Aquiles conocía casi de memoria al filósofo hispano-romano Séneca,
y en latín, por supuesto.
b) Parece ser una persona tímida, vergonzosa, insegura, débil de carácter, acostum-
brada a sufrir las burlas de otros: ¡Las veces que se habrían reído de él porque se lla-
maba Aquiles! Así, Zurita, que es un estudiante tímido, se sienta al final del aula, lo
más alejado posible del profesor; su voz temblaba como la hoja en el árbol; tenía voz
de niño llorón, con señales de arrepentimiento en el tono; parece incluso «burlarse
de sí mismo» cuando responde con rostro de jovialidad lastimosa, y aunque siempre
procuraba retardar el momento de la vergonzosa declaración, sabía que al cabo tenía
que llegar, y lo esperaba con toda la filosofía estoica que había estudiado en Séneca.
c) A los anteojos de cristal ahumado del profesor.
d) Se refiere a lo acostumbrado que estaba Aquiles a sufrir y lidiar con situaciones
similares: ¡Las veces que se habrían reído de él porque se llamaba Aquiles!
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5. a) Desenfadado, humorístico, con respuestas rápidas e ingeniosas de uno y otra
buscando, en broma, molestarse mutuamente. Cualquier momento del diálogo
sirve para apoyar esta idea.
b) Para mostrar, más bien simular, mayor enojo o reproche.
c) Entre otros, por ejemplo, el ambiente, en cierto modo costumbrista, mediante la
presentación de una escena cotidiana de carácter rural; el interés por profundizar
en la caracterización y personalidad de los personajes, en este fragmento por sus
palabras, mediante el diálogo, no mediante la descripción; y especialmente el uso
del lenguaje, el registro lingüístico, en el que abundan expresiones coloquiales o
familiares: señá Frasquita, plazoletilla, tío Lucas, de muy mala manera..., demasiado
sé yo, muy mona y muy rebonita, viejo petate; y frases hechas: en el pecado lleva la
penitencia, ¡Cosas más raras se ven en el mundo!, ¡... maldito lo que me importaría que
te llevasen los demonios!
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6. a) En los dos primeros párrafos, aunque ya se atisba también el mundo interior del
protagonista, se presenta sobre todo la acción externa, se narra cuándo acude
a casa de Pepita y qué sucede, cómo y con quién la encuentra. El resto del frag-
mento se centra en el tormentoso mudo interior del seminarista, en su agitado
«espíritu».
b) Esencialmente, como ya hemos señalado, la caracterización del personaje, su des-
cripción psicológica, la profundización en su mundo interior, mediante sus propias
palabras, que muestran el encendido amor que siente por Pepita, su tormentoso
conflicto anímico y espiritual. Así, por ejemplo, podemos leer: «El proceso de mi
mal es rápido. Como piedra que se desprende de lo alto del templo y va aumentando
su velocidad, así va mi espíritu ahora»; «nos transmitimos, por nuestras diestras enla-
zadas, todas las palpitaciones del corazón»; «Ella debe sentir circular mi vida por sus
venas, como yo siento en las mías la suya»; «Si estoy cerca de ella, la amo; si estoy lejos,
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7. a) Aunque la autora alterna a menudo momentos narrativos y descriptivos, desta-
can sobre todo, en el segundo párrafo, la descripción minuciosa y detallada del
exterior del caserón (gruesos muros, estrechas ventanas, reminiscencia de las an-
tiguas saeteras, rejas, puertas, postigos, etc.) buscando destacar sobre todo esos
rastros de aspecto bélico y feudal, ese aire de fortaleza; y la descripción del Gallo,
con unas pocas notas, pero suficientes para caracterizarlo físicamente, referidas
a sus rasgos corporales (hombre de gallarda estatura, moreno y patilludo, de buena
presencia), a su indumentaria (vestido a lo señor, con americana, cuello almidonado,
leontina y bastón) y a la impresión que en general podía producir (muy zafio y patán
en el aire).
Resumen: respuesta abierta.
b) Pareja de bueyes, aguijada, era, cosecha del centeno, huerto, hórreo, carros, yugo,
gañanes, meda, mies, etc.
8. a) En diversos pasajes del texto se aprecia el naturalismo de Blasco Ibáñez y se nos
muestra cómo la cólera, los impulsos más bajos y los peores instintos, la fiera y
el animal que todos llevamos dentro, afloran, mueven y dirigen nuestros deseos,
nuestras palabras y nuestros hechos venciendo a la razón, al pensamiento ra-
cional. Esta idea se enfatiza al recorrer el texto a partir del momento en que el
hombre, Batiste, traspasa el umbral de su razón, porque «¡Cristo! ¿No había ya
bastante...?»; «Y no razonó más». De ahí, entonces: mientras instintivamente...; era
terrible el aspecto de aquel hombretón...; en el cual despertaba la fiera; en sus ojos
inyectados de sangre brillaba la fiebre del asesinato; todo su cuerpo se estremecía de
cólera...; caer en la ferocidad.
b) El texto comienza con el estilo indirecto libre del primer párrafo. Este estilo in-
directo libre aparece también en otros momentos; por ejemplo, en ¡Cristo! ¿No
había ya bastante...?. Mediante él, el autor nos acerca y nos hace penetrar en los
pensamientos de Batiste: el valor del animal para su trabajo, en el primer párrafo;
el límite de su paciencia y de su razón, en el segundo ejemplo. El estilo indirecto
libre junta rasgos del directo y del indirecto, pero aligera la narración al eliminar
el verbo introductor propio de los estilos directo o indirecto, y la conjunción que,
característica del estilo indirecto. El indirecto libre puede emplearse para repro-
ducir palabras o pensamientos de uno mismo o de otros personajes.
c) Es un narrador omnisciente, pues conoce todo de sus personajes. Por ejemplo,
como ya hemos señalado, mediante el estilo indirecto libre se adentra, incluso, en
el pensamiento de Batiste.
2. Había soñado con altos destinos, a los que aún no renunciaba del todo. En esos sueños,
el Magistral se veía oficiando de pontifical en Toledo y asistiendo en Roma a un cónclave
de cardenales. Incluso se veía siendo Papa, pues ni siquiera la tiara le parecía dema-
siado ancha.
3. Lo hace, sin duda, más realista y pragmático, con los pies más apoyados en el suelo;
pues, según pasaba el tiempo, [los sueños] se iban haciendo más y más vaporosos, como
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si se alejaran. «Así son las perspectivas de la esperanza, pensaba el Magistral; cuanto más
nos acercamos al término de nuestra ambición, más distante parece el objeto deseado...»;
y cada vez pensaba menos en esas vaguedades de la ambición a largo plazo propias
de la juventud. Pone ya su alma en lograr un puesto no tan elevado como en sus
anteriores sueños, aunque más importante que el de ahora; pues llegó un momento
en que se contentaba con menos, pero lo quería con más fuerza, lo necesitaba más cerca.
4. Intenta disfrutar y sacar el máximo partido del poder y del cargo que ya tiene, se en-
trega con furor al goce de lo presente, del poderío que tenía en la mano.
8. Sí, es circular y cerrada. En el inicio del fragmento, se dice que el Magistral aprecia
sobre todo su ciencia de Vetusta. Incluso el texto se abre con Vetusta era su pasión y su
presa. Pues bien, después de ir rebajando la escala de las ambiciones, resulta que lo
que más y con más intensidad desea tener y gozar ahora el Magistral es precisamen-
te esa pasión y esa presa, Vetusta, que ya posee gracias a su cargo de Magistral. No
desea sino entregarse con furor al goce de lo presente, del poderío que tenía en la mano;
«devorar» la ciudad de Vetusta, su presa, como, igual que al comienzo, se puede leer
también al final del texto. Este se cierra, pues, sobre sí mismo y vuelve al principio de
todo: Vetusta era su pasión y su presa.
Comentario crítico
9. Respuesta abierta. (Se ha de responder a partir de todo lo que se ha ido señalando
anteriormente y en las respuestas sobre el Magistral).
Comentario lingüístico
11. En el primer párrafo, podemos leer: Lo que sentía en presencia de la heroica ciudad era
gula; hacía su anatomía, no como el fisiólogo que solo quiere estudiar, sino como el gas-
trónomo que busca los bocados apetitosos; no aplicaba el escalpelo, sino el trinchante.
En el tercero: devoraba su presa, la Vetusta levítica, como el león enjaulado los pedazos
ruines de carne que el domador le arroja.
12. Con heroica ciudad, se alude a la historia de Vetusta (Oviedo). La Vetusta levítica sig-
nifica que, como otras muchas ciudades españolas a finales del siglo xix, Vetusta era
una ciudad clerical, supeditada a lo eclesiástico; una ciudad en la que la Iglesia y la
religión tenían gran poder e influencia en todos los órdenes de la vida ciudadana, no
solamente en las cuestiones de ámbito religioso.
13. Se señalan solo las dos más importantes y evidentes en el texto. Además del narra-
dor omnisciente, aspectos como la importancia de la descripción y la caracterización
y el estudio psicológico de los personajes están continuamente presentes en el frag-
mento.
El narrador conoce todo del personaje del Magistral, su pasado y su presente, sus
sueños de ayer, sus deseos más recónditos, el furor con que quiere entregarse hoy
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a devorar su presa: Vetusta. Es un narrador omnisciente. Por otra parte, este texto es
posiblemente uno de los más importantes y significativos de toda la novela realista
española en lo que se refiere a la caracterización y estudio psicológico de un perso-
naje. Cualquier pasaje del texto puede corroborar estas dos características. Fijémo-
nos únicamente, por ejemplo, en esta oración: Lo que sentía en presencia de la heroica
ciudad era gula. En ella, Clarín conoce el más remoto sentimiento del Magistral res-
pecto de Vetusta, y también su intensidad, con lo que, además de mostrarse como
narrador omnisciente, nos deja una magnífica imagen que sirve de forma extraordi-
naria para ir componiendo ese minucioso retrato psicológico y anímico del Magistral.
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Anotaciones
Anotaciones
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Esta serie de Lengua y Literatura, ha sido creada por Anaya Educación para Bachille-
rato. En la realización de esta obra han intervenido:
Coordinación editorial
Carmen Carrasco
Edición
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Equipo técnico
J&M Artes Gráficas y Rafael Nieves
Corrección
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Dirección de arte: Javier Serrano. Cubierta e interiores: Patricia Gómez Serrano.
Desarrollo gráfico de cubierta: Juan Carlos Quignon, Rafael Sombría y Miguel Ángel
Castillejos.
Las normas ortográficas seguidas en este libro son las establecidas por la Real Aca-
demia Española en la Ortografía de la lengua española, publicada en el año 2010.
© Del texto: Salvador Gutiérrez Ordóñez, Jesús Hernández García, Joaquín Serrano Serrano, 2015.
© Del conjunto de esta edición: GRUPO ANAYA, S.A., 2015 - C/ Juan Ignacio Luca de Tena, 15 - 28027 Madrid
ISBN: 978-84-698-0159-8 - Depósito Legal: M-22340-2015 - Printed in Spain.
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