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Atilio Boron - Una Ciencia Social para El Siglo XXI
Atilio Boron - Una Ciencia Social para El Siglo XXI
Atilio A. Borón
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what had been scorned as 'soft' social science than to what had been touted
as 'hard' social science" (The Gulbenkian Commission:61).
Esta situación no sólo puso en crisis los supuestos de la teoría social del
mainstream y sus premisas e p i s t e m o l ó g i c a s positivistas, sino que t a m b i é n
c o n t r i b u y ó a mermar los principios fundantes de la o r g a n i z a c i ó n de las cien-
cias sociales, principalmente su fragmentación en "disciplinas" independientes
y compartimentalizadas y los criterios de su " p r o f e s i o n a l i z a c i ó n " . Los perfi-
les de esta crisis fueron sintetizados con precisión en la conferencia que Imma-
nuel Wallerstein pronunciara en la sesión inaugural de este congreso. Para
Wallerstein la "cultura de la sociología", es decir, el conjunto de axiomas,
premisas y supuestos de distinto tipo que estructuran a la sociología como un
saber especializado, se enfrenta hoy a seis p r o b l e m á t i c o s que si bien no cons-
tituyen necesariamente verdades irrefutables "plantean demandas creíbles y
verosímiles para que los a c a d é m i c o s re-examinen sus premisas" (Wallerstein,
1998:18). E l precio que podría tener que pagarse por ignorar estos desafíos
es demasiado elevado como para incurrir en actitudes autocomplacientes.
Brevemente, los desafíos en cuestión se refieren a la incorporación de la teoría
freudiana en el ámbito de las ciencias sociales, la cuestión del eurocentrismo,
la c o n s t r u c c i ó n social del tiempo (Braudel), la c u e s t i ó n de la complejidad
(Prigogine), el feminismo y, por último, la modernidad.
Es importante hacer énfasis hasta aquí, que la exhortación que Wallerstein
hace a los s o c i ó l o g o s y la r e c o m e n d a c i ó n que propone en el sentido de re-
construir una ciencia social que d é f i n a la artificial f r a g m e n t a c i ó n prevale-
ciente, debe ser estudiada y oída con mucha atención por economistas y
p o l i t ó l o g o s . S e r í a una muestra de arrogancia irracional pretender que la
autocrítica a la que invita Wallerstein carece de sentido en estas disciplinas.
S ó l o un espíritu i n c r e í b l e m e n t e obcecado y d o g m á t i c o p o d r í a negar la crisis
de la e c o n o m í a n e o c l á s i c a , que va hacia su eventual d i l u c i ó n en una espe-
cie de técnica contable carente de importancia y perspectivas. Y no se trata
tan sólo de comprobar la diferencia entre la amplia visión — s o c i o l ó g i c a ,
histórica y filosófica, a d e m á s de e c o n ó m i c a — de A d a m Smith, por ejemplo,
con la de algunos de los premios Nobel de nuestros días, merecedores de tal
distinción por haber p e r g e ñ a d o artificiosas fórmulas m a t e m á t i c a s para dise-
ñar instrumentos con los que los operadores financieros pueden estimar los
precios de los junk bonds> los derivativos y las acciones en lo que algunos
economistas respetuosos de la tradición clásica denominan como casino
capitalism. N o hace falta abundar m á s : la decadencia de la teoría e c o n ó m i c a
se comprueba simplemente contrastando los a r t í c u l o s publicados en la
American Economic Review hace cincuenta a ñ o s , cuando los economistas
todavía se ocupaban, como Joseph A . Schumpeter, por ejemplo, de los pro-
B O R Ó N : ¿ U N A TEORÍA SOCIAL PARA E L SIGLO X X I ? 465
blemas del mundo real, con las banalidades matematizadas que se publican
como si fueran productos científicos en nuestros días. Por ejemplo, comple-
jos razonamientos formalizados y modelizados para entender por q u é la tasa
de ahorro es tan baja en los p a í s e s subdesarrollados, en los que el prolijo
manejo de tres o cuatro variables cuantitativas muestra el hecho de que aproxi-
madamente la mitad de la p o b l a c i ó n mundial sobrevive con ingresos equiva-
lentes a u n dólar estadunidense por día, con lo cual pese a los consejos de los
economistas n e o c l á s i c o s las posibilidades de decidir c ó m o y en q u é ahorrar
y d ó n d e invertir desaparecen sin ser tomadas en cuenta. O disparates como
los que dijera Gary Becker, premio Nobel de E c o n o m í a en una reciente visi-
ta a Argentina, cuando afirmó que la d e s o c u p a c i ó n , que en ese momento
afectaba a 18% de la p o b l a c i ó n e c o n ó m i c a m e n t e activa, era un falso proble-
ma que sólo reflejaba la o b s t i n a c i ó n de los trabajadores, alentados por sus
corruptas dirigencias gremiales al negarse a trabajar por un salario de cien
dólares mensuales. Cuando alguno de los presentes le r e c o r d ó que debido a
la s o b r e v a l u a c i ó n de la moneda local el costo de vida en Argentina era simi-
lar al de los Estados Unidos y que ninguna persona p o d í a v i v i r con cien
d ó l a r e s mensuales, la respuesta del "sabio" fue terminante: "la e c o n o m í a
como ciencia nada tiene que decir acerca de c u á n t o dinero necesita un traba-
jador para v i v i r " . N o es necesario dar m á s ejemplos para advertir la necesi-
dad de que la e c o n o m í a debe tomar en cuenta las sugerencias de Wallerstein.
E l panorama no es bueno si se observa el caso de la ciencia política, en
la que los alcances de la crisis teórica han llegado a ser agobiantes. Esto es
cierto debido a dos razones que deben ser distinguidas pero que se encuen-
tran interrelacionadas. Primero, por tratarse de una disciplina que cuenta con
una importante y fecunda tradición de discurso de dos m i l quinientos a ñ o s de
a n t i g ü e d a d , pero que en estos momentos se encuentra situada en los m á r g e -
nes de la profesión. Las causas de esta involución son muchas y diversas, lo
que impide examinarlas detalladamente. E l auge del behavioralismo fue, sin
duda, uno de los factores. L a filosofía política c o n t r i b u y ó asimismo a su
decadencia, al no considerar en su á m b i t o n i n g ú n vestigio de pensamiento
crítico y resignarse a ser una tediosa y superflua l e g i t i m a c i ó n de las institu-
ciones p o l í t i c a s de la sociedad capitalista, algo que los iniciadores del
behavioralismo h a c í a n con mayor convicción y con un lenguaje m á s adecua-
do a las exigencias de la época. Segundo, porque la ciencia política constitu-
ye e n el campo de las ciencias sociales el caso m á s redituable de "coloniza-
c i ó n " de una disciplina basada en la m e t o d o l o g í a propia de la e c o n o m í a
n e o c l á s i c a . N i en la sociología n i en la antropología, la historia o la geogra-
fía, e l paradigma de la "elección racional" y el "individualismo m e t o d o l ó g i c o "
ha logrado el grado formidable de h e g e m o n í a que detenta en la ciencia p o l i -
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no significa, sin embargo, hacer tabula rasa con sus componentes o reducir
"sus varios elementos a una uniformidad indiferenciada, a la identidad."
( L u k á c s , 1971:6-12) Esta idea, naturalmente, es una de las premisas centra-
les de la m e t o d o l o g í a marxista, y fue claramente planteada por M a r x en su
texto Introducción de 1857 a los Grundrisse: " l o concreto es lo concreto
porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto unidad de lo
diverso." (Marx, 1973:101) N o se trata, en consecuencia, de suprimir o negar
la existencia de " l o diverso" —para utilizar un vocablo m u y actual, " l a
otredad"— sino de hallar los t é r m i n o s exactos de su relación con la totali-
dad. L o s determinantes sociales y los elementos en o p e r a c i ó n en cualquier
f o r m a c i ó n social concreta son muchos, pero s e g ú n L u k á c s el m é t o d o d i a l é c -
tico sostiene que
Bibliografía