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La igualdad como principio rector y garantía procesal en el proceso penal

Para tratar el derecho a la igualdad en la actuación procesal penal debemos


remitirnos como pilar fundamental al artículo 13 de la constitucional nacional que
consagra lo siguiente:

“Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma
protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos,
libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza,
origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica.

El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y
adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados.

El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición


económica, física o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad
manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan”

Como lo indica nuestra constitución política el derecho a la igualdad no contempla


ninguna clase de distinción y garantiza especial protección para las personas que
por su estado físico, económico o mental no cuentan con las mismas condiciones
que las demás para así lograr un equilibrio dentro de la colectividad.

De igual manera entonces el código de procedimiento penal consagra dentro de


los principios rectores y garantías procesales en su artículo 4 de siguiente manera:

Es obligación de los servidores judiciales hacer efectiva la igualdad de los


intervinientes en el desarrollo de la actuación procesal y proteger, especialmente,
a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se
encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta.

El sexo, la raza, la condición social, la profesión, el origen nacional o familiar, la


lengua, el credo religioso, la opinión política o filosófica, en ningún caso podrán
ser utilizados dentro del proceso penal como elementos de discriminación.

Como se puede observar expuestos los artículos 13 de la constitución y 4º del


código de procedimiento penal ambos textos son muy similares y afirman
reiteradamente el deber del estado de garantizar que esa igualdad se cumpla a
través de los servidores judiciales en el caso de actuación procesal

Por lo tanto La ley penal se emplea sin tener en cuenta argumentos diferentes a
las establecidas en ellas, pues según la constitución las normas jurídicas no
deben establecer diferencias en materia de derechos fundamentales, ya que todos
los humanos gozan de igualdad de oportunidades y derechos

De otro lado la ley penal establece una igualdad procesal según la que, todos los
seres humanos, deben ser tratados y juzgados sin ninguna distinción, como lo
dererminan las normas jurídicas; lo que desde el punto de vista procesal penal
implica que todos ciudadanos tienen las mismas oportunidades procesales ya que
las normas rigen sin distingos.

Lo que se pretende con este principio en la actuación procesal es que los sujetos
procesales que por naturaleza son adversarios: fiscal y defensa actúen en
igualdad de condiciones, sin discriminaciones en el desarrollo de la actividad
procesal, la igualdad se traduce en la oportunidad que tienen los sujetos
procesales: defensa y víctima, para realizar los actos con las mismas
oportunidades.

La igualdad procesal no se refiere a desconocer las diferentes posiciones que


ocupan actor y demandado durante un litigio, sino en que ambos tengan iguales
oportunidades de probar lo que alegan, e impugnar a la contraparte, y que el Juez
haga todo lo posible para que ambos litigantes mantengan esas diferencias
posicionales en equilibrio, y sin privilegios, logrando que se dicten decisiones
imparciales.

“En el sistema penal acusatorio derivado del Acto Legislativo 02 de 2003 se


establece como un imperativo la necesidad de lograr en el proceso penal el
principio de igualdad de armas entre las partes intervinientes, lo cual implica para
ellas la posibilidad de intervenir en el proceso en condiciones de equidad en lo
relativo a derechos, oportunidades, medios de prueba y elementos de convicción.
No obstante lo anterior, se evidencia en la práctica jurídica una balanza en contra
de la parte defensora y a favor de la fiscalía, con desigualdades flagrantes
derivadas de vacíos en el texto legal y de la forma en que los operarios judiciales
interpretan el mismo. Si bien la apelación a principios rectores del procedimiento
tiende a menguar esta desigualdad, consideramos que hace falta centrar la
atención en los momentos procesales en los que ésta es más evidente, y así
alentar a legisladores y jueces a superarla. Siendo el ejercicio pleno del derecho
fundamental a la defensa uno de los presupuestos del Estado Social de Derecho
en general y del proceso penal en particular, creemos que una reflexión sobre sus
dificultades y potencialidades es del todo pertinente para maximizar su
efectividad”

La corte constitucional se ha pronunciado en diversas ocasiones sobre si el


derecho a la igualdad si es realmente aplicado en la realidad procesal. Este es el
caso por ejemplo de la Sentencia C-1194 de 2005:
“…Ahora, bien siendo el aparato estatal investigativo encargado de acusar, por
regla general, quien detenta la fortaleza económica, orgánica y funcional, es
evidente que frente a los demás actores del proceso se encuentra en clara
ventaja, en especial frente a la defensa, actor particularmente débil que requiere
de la habilidad, los conocimientos y la contundencia probatoria del abogado,
público o privado, que la ejerza adecuadamente..

Un ejemplo de lo anterior es el hecho de que la fiscalía conserva frente a la


defensa algunas funciones judiciales, con alcance para afectarle a los procesados
derechos sustanciales como la intimidad y la libertad. No resulta compatible con la
idea de igualdad, dentro de un sistema adversarial, que una de las partes tenga la
potestad de afectar, motu proprio, a la otra.

La Corte Constitucional como otro tema a tratar se ha referido a los precedentes


como una manera de proteger el derecho a la igualdad:

En la sentencia T-698 de 2004 M.P. Rodrigo Uprimny Yepes, la Corte recordó que
“una queja en materia de igualdad destinada a controvertir la actividad de una
autoridad judicial por no aplicar ante un mismo supuesto de hecho (caso similar)
una misma razón de derecho (la misma decisión que se tomó en otro caso), es un
cargo que se dirige generalmente a acusar a una autoridad judicial de una vía de
hecho fundada en el desconocimiento del artículo 13 de la Carta bajo cualquiera
de los supuestos o requisitos previamente descritos, pero en especial, en razón de
la insuficiente sustentación o justificación de un fallo, o por el desconocimiento o la
inadvertencia del precedente jurisprudencial anterior, o en razón de la violación de
disposiciones constitucionales derivadas precisamente del desconocimiento de
normas de rango legal o infralegal, ya sea por su absoluta inadvertencia, por su
aplicación indebida, por error grave en su interpretación o por el desconocimiento
de sentencias con efectos erga omnes, situaciones estas que desvirtúan la validez
constitucional de la decisión acusada”.

“(…) es conveniente distinguir, como lo hace la propia jurisprudencia constitucional


entre los precedentes horizontales y los verticales, a fin de reconocer en cada
caso concreto, la contundencia o no de un precedente en la valoración que debe
realizar el juez. En este sentido, los horizontales se refieren a precedentes fijados
por autoridades judiciales de la misma jerarquía institucional y los verticales, se
refieren a precedentes de autoridades judiciales con claras atribuciones superiores
(T-571 de 2007)”

En cuanto al precedente horizontal la Corte dijo:


“El precedente horizontal ha sido definido como el deber que tienen las
autoridades judiciales de ser consistentes en las decisiones que profieran por lo
que ante situaciones fácticas similares deben resolverse bajo las mismas razones
de derecho salvo que se expongan razones suficientes y justificadas para
apartarse de la decisión anterior. Ahora, el derecho a la igualdad exige como
requisito para su aplicación el que las autoridades suministren la misma protección
y trato a quienes se encuentren en similar o idéntica situación, por lo que “si un
mismo órgano judicial modifica sin fundamento sólido sus decisiones, en casos
que son sustancial y fácticamente iguales, se trasgrede evidentemente este
derecho”(T-698-2004).
La Corte, ha admitido la posibilidad los jueces puedan apartarse del precedente de
un pronunciamiento establecido por si mismos, (precedente horizontal), siempre y
cuando (i) se refieran al precedente anterior y (ii) ofrezcan argumentos razonables
suficientes para su abandono o cambio, en salvaguarda tanto las exigencias de la
igualdad y como las garantías de independencia judicial exigidas. (T-698 de 2004)

En cuanto al precedente vertical en la sentencia C-836 de 2001 (M.P. Rodrigo


Escobar Gil) relacionada con la obligatoriedad de la doctrina probable de la Corte
Suprema de Justicia, la Corte Constitucional resaltó que la "igualdad de trato
frente a casos iguales y la desigualdad de trato entre situaciones desiguales,
obliga especialmente a los jueces". Esta sentencia, por lo tanto, hizo especial
énfasis en la fuerza obligatoria de la doctrina probable, para los jueces y tribunales
de instancia, justificando tal obligatoriedad en que: proviene "(1) de la autoridad
otorgada constitucionalmente al órgano encargado de establecerla, unificando la
jurisprudencia ordinaria nacional; (2) del carácter decantado de la interpretación
que dicha autoridad viene haciendo del ordenamiento positivo, mediante una
continua confrontación y adecuación a la realidad social y; (3) del deber de los
jueces respecto de: a) la igualdad frente a la ley y b) la igualdad de trato por parte
de las autoridades y; (4) del principio de buena fe que obliga también a la rama
jurisdiccional, prohibiéndole actuar contra sus propios actos".

El juez inferior debe, de conformidad con la Constitución, atender la doctrina


reiterada que un superior haya fijado frente a las normas legales pertinentes,
pudiéndose separar de tal línea jurisprudencial, siempre y cuando "exponga clara
y razonadamente los fundamentos jurídicos que justifican su decisión". Desde esa
perspectiva, la autonomía judicial en el ámbito interpretativo, garantizada en el
artículo 228 de la Constitución, tiene sus límites, que son entonces los derechos
constitucionales de las personas que acceden a la justicia, y la estructura
funcionalmente jerárquica de cada jurisdicción
(Artículos 234, 237 y 241 C.P.).

En el evento en que un juez desconozca abiertamente un precedente


constitucional, la sentencia judicial ciertamente incurrirá en un defecto que la
separa de la coherencia orgánica con la Constitución. En ese caso, la decisión
judicial puede verse avocada a una acción de tutela contra providencias judiciales
por defecto sustantivo, llamada genéricamente vía de hecho, en el evento en que
se aparte "de las pautas de obligatorio cumplimiento fijadas por esta Corporación
como su intérprete autorizado."

A manera de conclusión tenemos que la igualdad es el pilar fundamental para el


éxito del proceso y más especialmente para la búsqueda de la verdad, porque la
fiscalía (ente acusador) posee una serie de atribuciones, infraestructura,
conocimiento técnico y jurídico, además de poderío económico por ser una entidad
del estado, circunstancias que develan la necesidad de dotar a la contraparte de
herramientas sino iguales al menos similares, para lograr que el juicio final no se
determine por la desigualdad de las partes sino que se llegue a éste por medio del
estudio imparcial de los hechos, pruebas y demás fuentes que puedan originar
una determinada decisión judicial.
Teniendo en cuenta que los tratados y convenios internacionales en materia de
derechos humanos8 propenden por garantizar los derechos de la persona
sometida a un proceso y, más específicamente, por velar que al imputado no se le
vulnere ninguna de las garantías que consagra el debido proceso (IGUARÁN
ARANA, M. «Constitucionalización del Derecho Procesal Penal», Bogotá, D.C.,
Universidad Externado de Colombia, p. 259)
LA IGUALDAD COMO PRINCIPIO RECTOR Y GARANTÍA PROCESAL EN EL
PROCESO PENAL

DOCENTE:

UNIVERSIDAD FRANCISCO DE PAULA SANTANDER


FACULTAD DE EDUCACIÓN ARTES Y HUMANIDADES
PROGRAMA DE DERECHO
OCAÑA
2015

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