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LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

Cuando llegaste

los años de gloria habían terminado

y la crisis se imponía de forma abrumadora

hasta convertirnos en jueces severos.

Cubriste los huecos

con tu estilo propio,

quizás más áspero

pero estando presente en cada rincón

de la parroquia.

Sacristán y hermano para todo;

callado, poco accesible

pero haciéndote el encontradizo

en tus quehaceres asombrosos.

(Recordando al P. Antonio Astiazarán)

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