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ACCESO A LA INFORMACIÓN Y TRANSPARENCIA

¿Cómo pueden constatar los ciudadanos que las autoridades se desempeñan de forma adecuada? Si no hay
posibilidad de que la ciudadanía las supervise, éstas pueden actuar de manera ilícita, sin que nadie lo note, y
sin que alguien tenga elementos para pedirles cuentas, es decir, para ejercer efectivamente el derecho de
exigirles el cumplimiento de su deber. Lo cual puede propiciar abuso de poder, negligencia, incumplimiento
de deberes y corrupción.

Por ello es necesario que los ciudadanos cuenten con mecanismos que les permitan acceder a los datos que
muestren, hasta donde sea posible, cómo están procediendo los servidores públicos en el ejercicio de sus
funciones —sobre todo respecto del manejo de los recursos económicos—, es decir, que se les reconozca y
puedan ejercer el derecho de acceso a la información.

Este derecho alude a la facultad de buscar y recibir la información que tienen las autoridades. Dado que en
un régimen democrático la participación ciudadana no sólo debe permitirse, sino promoverse, y esa
participación incluye la supervisión del proceder de los servidores públicos, el derecho de acceso a la
información es un derecho democrático fundamental.

Nuestra Constitución lo reconoce en el artículo 6.°, que dispone que el derecho a la información será
garantizado por el Estado, y que toda persona tendrá derecho al libre acceso a la información plural y
oportuna, así como a buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole por cualquier medio de
expresión.

La Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública es el modelo que deben seguir las entidades
federativas en sus legislaciones sobre esta materia. En cada una de esas entidades debe existir un organismo
encargado de supervisar que las autoridades permitan a los ciudadanos el acceso a la información. En el
ámbito federal esta función la realiza el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y
Protección de Datos Personales (INAI).

La transparencia implica el deber que tienen las autoridades de dar cuenta a los ciudadanos de sus actos y
muy especialmente de cómo se utiliza el dinero proveniente de su trabajo y sus bolsillos. Además, es la
condición que permite ejercer el derecho de acceso a la información y el medio por el que se previene,
descubre y castiga la corrupción, particularmente en aquellos casos en los funcionarios públicos solicitan o
aceptan sobornos o “mordidas” por la realización de trámites o servicios gratuitos: pago de impuestos;
atención en salas de urgencias médicas; obtención de la cartilla militar, del pasaporte o de constancias de
estudios; permiso para abrir un negocio; verificación vehicular; obtención o regularización de los servicios de
agua potable, drenaje, alumbrado y pavimentación, etcétera.

El Índice de percepción de corrupción 2017, publicado por Transparencia Internacional, que clasifica a 180
países y territorios según las percepciones de expertos y empresarios sobre el nivel de corrupción en el sector
público, señala que México se encuentra en el lugar número 135. Esto significa que aún nos queda mucho
camino por recorrer para fomentar la transparencia y combatir la corrupción.

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