Está en la página 1de 235

La Ley Orgánica Reguladora de la Res-

ponsabilidad Penal de los Menores, y


especialmente su Reglamento de eje-
cución regulado por el RD 1774/2004

tirant
han contribuido a destacar la relevan-
cia jurídica de la medida de interna-

La Medida de Internamiento en el Derecho Penal del menor


miento juvenil, cuyas normas relativas

La monografías
a su ejecución adolecían de un inex-
plicable vacío legal. La presente obra
pretende desarrollar una materia que

644
hasta la fecha no ha recibido apenas
atención como son los aspectos más
importantes de la imposición y cum-
plimiento de la medida de interna- Medida de
Internamiento
miento con el fin de analizar sus dife-
rencias con la pena de prisión pero
también sus afinidades en todo lo que
supone las garantías penales de toda

en el Derecho
intervención restrictiva de derechos.
Para ello se hace un detallado análisis
de las figuras que aparecen en su cum-
plimiento, tales como permisos de sa-
lida, comunicaciones, tratamiento, dis-
ciplina… y que tienen una gran
trascendencia para la consecución de
la integración social de los menores
Penal del menor
infractores, ofreciendo a los distintos
operadores que intervienen en la apli-
cación de la medida de internamiento
una interpretación clara y sucinta de
la doctrina y jurisprudencia más re-
ciente.

Autora
Vicenta Cervelló Donderis
monografías

tirant
monografías
644 644
LA MEDIDA DE
INTERNAMIENTO EN EL
DERECHO PENAL DEL
MENOR

VICENTA CERVELLÓ DONDERIS


Profesora Titular de Derecho Penal
Universitat de València

Valencia, 2009
Copyright ® 2009

Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro


puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico
o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética, o cualquier
almacenamiento de información y sistema de recuperación sin permiso
escrito de la autora y del editor.

En caso de erratas y actualizaciones, la Editorial Tirant lo Blanch


publicará la pertinente corrección en la página web www.tirant.com
(http://www.tirant.com).

© VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

© TIRANT LO BLANCH
EDITA: TIRANT LO BLANCH
C/ Artes Gráficas, 14 - 46010 - Valencia
TELFS.: 96/361 00 48 - 50
FAX: 96/369 41 51
Email:tlb@tirant.com
http://www.tirant.com
Librería virtual: http://www.tirant.es
DEPÓSITO LEGAL:
I.S.B.N.: 978 - 84 - 9876 - 614 - 1
IMPRIME Y MAQUETA: PMc Media

Si tiene alguna queja o sugerencia envíenos un mail a: atencioncliente@tirant.com. En


caso de no ser atendida su sugerencia por favor lea en www.tirant.net/politicas.htm
nuestro Procedimiento de quejas.
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ................................................................................. 13

Capítulo 1
ASPECTOS GENERALES DE LAS MEDIDAS EN EL
DERECHO PENAL DEL MENOR

1.1. Naturaleza jurídica ................................................................. 17

1.2. Características ......................................................................... 20

1.3. Principios penales limitadores de las medidas ...................... 27

1.4. Clases de medidas ................................................................... 36

1.5. Duración de las medidas ......................................................... 38

1.6. El cumplimiento de la mayoría de edad. ................................ 40

Capítulo 2
REGLAS DE APLICACIÓN JUDICIAL

2.1. Criterios de selección............................................................... 53

2.2. Criterios de medición .............................................................. 70

2.3. Imposición de varias medidas ................................................. 74

2.4. Concursos ................................................................................. 75

Capítulo 3
MARCO JURÍDICO DE LA MEDIDA DE
INTERNAMIENTO

3.1. Derecho comparado ................................................................. 83

3.2. Antecedentes históricos........................................................... 88

3.3. Clases de centros de internamiento ....................................... 92


8 ÍNDICE

3.4. Duración del internamiento .................................................... 98

3.5. Procedimiento de ejecución ..................................................... 100

3.6. Ejecución de varias medidas de internamiento ..................... 104

3.7. Órganos administrativos competentes ................................... 107

Capítulo 4
INTERVENCIÓN JUDICIAL EN LA EJECUCIÓN DEL
INTERNAMIENTO

4.1. Características del Juez de Menores ...................................... 115

4.2. Funciones del Juez de Menores .............................................. 117


4.2.1. Funciones jurisdiccionales ............................................ 117
4.2.2. Funciones de ejecución .................................................. 117

4.3. El Fiscal de Menores ............................................................... 122

Capítulo 5
DERECHOS Y DEBERES DE LOS MENORES
INTERNADOS

5.1. Derechos ................................................................................... 127

5.2. Limitación de derechos............................................................ 136

5.3. Deberes .................................................................................... 137

Capítulo 6
ORGANIZACIÓN INTERNA

6.1. Ingresos y libertades................................................................ 143

6.2. Separación y clasificación........................................................ 146

6.3. Traslados. ................................................................................. 147

6.4. Reclamaciones de los menores ................................................ 149

6.5. El trabajo de los menores internados .................................... 152


ÍNDICE 9

6.5.1. Características generales del trabajo en los centros de


internamiento ................................................................ 152
6.5.2. Regulación legal del trabajo en los centros de interna-
miento ............................................................................ 154

Capítulo 7
EL TRATAMIENTO EDUCATIVO

7.1. Concepto y características. ...................................................... 159

7.2. Principios inspiradores............................................................ 161

7.3. Clases de intervención ............................................................ 164

7.4. Organización y fases................................................................ 166

Capítulo 8
RELACIONES CON EL EXTERIOR

8.1. Visitas y comunicaciones. ........................................................ 169

8.2. Limitaciones a las comunicaciones y visitas .......................... 176

8.3. Permisos de salida ................................................................... 178

Capítulo 9
SEGURIDAD Y DISCIPLINA

9.1. Vigilancia y seguridad ............................................................. 187


9.1.1. Medios de contención .................................................... 190

9.2. Régimen disciplinario.............................................................. 192


9.2.1. Principios ....................................................................... 193
9.2.2. Clases de infracciones ................................................... 197
9.2.3. Clases de sanciones ....................................................... 198
9.2.4. Procedimiento disciplinario .......................................... 201
9.2.5. Reglas de imposición de sanciones ............................... 204

Capítulo 10
ALTERNATIVAS AL INTERNAMIENTO

10.1. Desistimiento por el Ministerio Fiscal .................................. 208


10 ÍNDICE

10.2. Dejar sin efecto la medida ...................................................... 217

10.3. Reducción de la duración de la medida ................................. 218

10.4. Sustitución de una medida por otra ...................................... 218

10.5. Suspensión de la ejecución del fallo ....................................... 222

Capítulo 11
DIFERENCIAS ENTRE LA MEDIDA DE
INTERNAMIENTO DE MENORES Y LA PENA DE
PRISIÓN DE ADULTOS

11.1. Sistema de cumplimiento ...................................................... 227

11.2. Tratamiento ........................................................................... 229

11.3. Comunicaciones ..................................................................... 230

11.4. Permisos de salida ................................................................. 231

11.5. Régimen disciplinario ............................................................ 231

11.6. Alternativas a la privación de libertad ................................. 232

11.7. Conclusiones........................................................................... 234

BIBLIOGRAFÍA .................................................................................... 235


ABREVIATURAS

CCAA Comunidades Autónomas


CE Constitución española
CGPJ Consejo General del Poder Judicial
CP Código Penal
DA Disposición Adicional
DF Disposición Final
DGIP Dirección General Instituciones Penitenciarias
EM Exposición de Motivos
FGE Fiscalía General del Estado
LEC Ley de Enjuiciamiento Civil
LECRIM Ley de Enjuiciamiento Criminal
LO Ley Orgánica
LOGP Ley Orgánica General Penitenciaria
LORRPM Ley Orgánica Reguladora de la Responsabilidad
Penal de los Menores
REGASP Revista Gallega de Seguridad Pública
RM Reglamento de Menores
RP Reglamento Penitenciario
SAP Sentencia Audiencia Provincial
STC Sentencia Tribunal Constitucional
STS Sentencia Tribunal Supremo
INTRODUCCIÓN

El Derecho Penal de menores ha alcanzado en España un gran


desarrollo en los últimos años ya que tanto en el ámbito legislativo,
judicial como de ejecución, estamos asistiendo a una transformación
jurídica y social sin precedentes. De esta manera, en el plano nor-
mativo se han aprobado sucesivas leyes y reformas ya que desde
el año 2000, en que se aprobó la Ley Orgánica Reguladora de la
Responsabilidad Penal de los Menores (LORRPM), se han realizado
varias modificaciones, una de ellas incluso antes de la entrada en
vigor del primer texto; en el plano de aplicación judicial, la jurispru-
dencia específica de menores empieza a tener una gran relevancia,
siendo destacable por su trascendencia la regulación del recurso de
casación por unificación de doctrina; y finalmente, en el ámbito de
la ejecución de las medidas, se ha completado su regulación para
homogeneizar las normas de su cumplimiento, especialmente del in-
ternamiento, en lo que ha tenido una papel destacado la aprobación
del esperado Reglamento de desarrollo en 2004. En efecto, la apro-
bación de la Ley Orgánica Reguladora de la Responsabilidad Penal
de los Menores por L.O. 5/2000 y sus sucesivas modificaciones: L.O.
7/2000 y L.O. 9/2000 y más tarde la L.O. 8/2006 han creado un marco
normativo propio que empieza a tomar forma en su interpretación
doctrinal como una parte sistematizada del Derecho Penal.
La dependencia del Derecho Penal de menores respecto al
Derecho Penal de adultos se manifiesta en la inexorable premisa
de que dicha parte del Ordenamiento Jurídico sólo va a ponerse en
marcha cuando los menores entre catorce y dieciocho años cometan
actos delictivos, lo que exige extender las garantías y límites propios
de todo derecho sancionador a esta disciplina jurídica. Estas garan-
tías tienen una especial importancia en las sanciones que se impo-
nen a los menores infractores, y que la propia LORRPM denomina
medidas juveniles, ya que se trata de privaciones y restricciones de
derechos y libertades que no pueden sustraerse a un estricto control
de legalidad y proporcionalidad.
La medida de internamiento destaca entre todas las demás por
privar de la libertad, y con ello, de uno de los derechos de mayor
relevancia constitucional, lo que implica un mayor esfuerzo en re-
gular su contenido para señalar claramente los límites de interven-
14 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

ción. En este sentido la figura correspondiente en adultos, la pena


de prisión, goza desde 1979 de una regulación completa a través de
la Ley Orgánica General Penitenciaria y su posterior Reglamento
Penitenciario de 1996, que han adaptado el contenido de esta san-
ción al enunciado del art. 25 de la Constitución que exige “orientar
las penas y medidas de seguridad privativas de libertad hacia la
reeducación y reinserción social”.
El objetivo de este trabajo es analizar el contenido de la medida
de internamiento juvenil en términos constitucionales, tomando co-
mo referencia el contenido de la pena de prisión, con el fin de elabo-
rar el marco jurídico de esta sanción que delimite aspectos jurídicos
de suma importancia como son los derechos y deberes de los menores
internados, la intervención judicial en el cumplimiento de la medida,
el régimen disciplinario y el contenido educativo del internamiento.
Todo ello podría configurar un derecho penitenciario juvenil, no en
el sentido peyorativo del término que lo pueda asociar a una mayor
punición, sino en un sentido garantista dirigido a regular los contor-
nos jurídicos de una privación de libertad por decisión judicial, ya
que, ante una situación similar como es la pena de prisión respecto
al internamiento juvenil1, la condición de menor debe presentar las
mismas o más garantías que los adultos; de esta manera un estudio
comparativo entre ambas figuras permite destacar las especifida-
des de los internamientos juveniles. Además, en el caso de la me-
dida de internamiento, la necesidad del análisis pormenorizado de
su cumplimiento tiene una especial importancia ya que en virtud
de la legislación juvenil, son las Comunidades Autónomas las com-
petentes para su ejecución, lo que exige una especial supervisión
y coordinación so pena de dar lugar a una desigual aplicación de
las previsiones legales. Es también significativo el incremento de los
internamientos que ya alcanzan un 25% de las medidas impuestas,
especialmente tras la reforma de 2006.
Por todo ello, este análisis conjunto y comparativo entre el
Derecho Penitenciario de adultos y el Derecho Penal de Menores,

1
Mapelli Caffarena, B./González Cano, I/Aguado Correa, T. Comentarios a la
L.O.5/2000 reguladora de la responsabilidad penal de los menores, Sevilla
2001 pág 314, también comparte la afinidad con el derecho penitenciario de
adultos, reclamando por ello la conveniencia de que la legislación peniten-
ciaria sea norma supletoria.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 15

puede servir de ayuda y enriquecer respectivamente de un lado a


las Entidades Públicas competentes para dar cumplimiento a las
medidas de internamiento juvenil y al Juez de Menores en la inter-
pretación de sus normas de ejecución, dado el mayor desarrollo del
Derecho Penitenciario, y de otro a la Administración Penitenciaria
y al Juez de Vigilancia Penitenciaria ya que ante la posibilidad del
cumplimiento de las medidas de internamiento en centros peniten-
ciarios, la aplicación de la LOGP no puede ignorar la minoría de
edad en el momento de los hechos exigiendo por ello, al menos, un
conocimiento de las normas penales juveniles específicas.
Capítulo 1
ASPECTOS GENERALES DE LAS MEDIDAS EN EL
DERECHO PENAL JUVENIL

1.1. Naturaleza jurídica


La cuestión de la naturaleza jurídica de las medidas juveniles ha
sido objeto de una cierta controversia ya que no son penas ni tampo-
co exactamente medidas de seguridad; la LORRPM, para no identi-
ficarlas con ninguna de estas dos figuras, las califica de medidas de
naturaleza sancionadora-educativa pero es evidente que participan
de ciertas características de ambas figuras jurídico-penales.
Las medidas de los menores coinciden con las penas en que el
presupuesto necesario para su imposición es la comisión de una in-
fracción delictiva tipificada en el Código Penal, bien sea delito o falta
y que la consecuencia es una privación de derechos, y por tanto han
de estar sometidas a las garantías propias del derecho sancionador.
En cuanto a las diferencias más importantes se puede destacar que
las medidas de menores se guían por el interés preferente del me-
nor, tienen una clara finalidad educativa, lo que no coincide con la
esencia punitiva retributiva de las penas aunque estén orientadas
hacia la resocialización, y se benefician de una gran flexibilidad al
priorizar la evolución en la intervención con el menor. Sin embar-
go, a pesar de estas diferencias hay que señalar que las sucesivas
reformas introducidas en la LORRPM han ido acercando cada vez
más las medidas de menores a las penas ya que las referencias a la
gravedad de los delitos, a los medios comisivos, a la proporcionalidad
y a la necesidad de intervención frente al aumento de la delincuen-
cia juvenil, no hacen más que encubrir bajo el título de medida lo
que acaba siendo una verdadera pena por su carácter cada vez más
retributivo. En esta afinidad entre medidas de menores y penas, sin
duda la medida de internamiento es la que más se acerca al concep-
to tradicional de pena1, ya que tanto en sus criterios de aplicación
como en las reglas de ejecución, parece que el legislador ha acabado
contemplando una especie de pena de prisión juvenil.

1
De Urbano Castrillo /De la Rosa Cortina, La responsabilidad penal de los
menores 1ª Ed Navarra 2007 pág. 57.
18 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Por lo que respecta a las medidas de seguridad, las medidas de


menores, al igual que las de adultos, no permiten realizar el repro-
che culpabilístico propio de la imputabilidad, pese a lo cual no se
pueden negar una cierta imputabilidad2, aunque disminuida, en los
menores, por estar en proceso de formación todavía sujeto a impor-
tantes cambios; como consecuencia de ello se dirigen a la prevención,
al igual que las medidas de seguridad, y no a la represión del deli-
to cometido. Sin embargo entre sus diferencias más importantes se
puede destacar las alusiones a la gravedad del hecho en la selección
de la medida, así como en su medición, y que se permita su impo-
sición tanto a menores imputables como a menores inimputables,
aunque en este último caso las medidas previstas sean de tipo tera-
péutico, lo que resulta contradictorio con el sistema de medidas. En
este sentido, las medidas de menores más próximas a las medidas
de seguridad de adultos son el internamiento terapéutico y el tra-
tamiento ambulatorio ya que exigen la presencia de una causa de
inimputabilidad del art. 20 CP.
Ante esta aparente contradicción, hay que destacar las razones
que apoyan su consideración de medidas3:
Formales: denominación legal
Contenido: intervención educativa
Procedimiento: flexibilización en la aplicación y ejecución
Finalidad: interés prioritario del menor
Esta enumeración, sin embargo, no puede ignorar las razones
que perturban esta naturaleza de medida, que se refieren especial-
mente a las constantes referencias a la gravedad del delito así como
ciertos tintes retribucionistas en las reglas de aplicación y ejecución
de las medidas.

2
Colas Turégano, A. “Aspectos penales característicos de la delincuencia
juvenil” en Estudios sobre la responsabilidad penal del menor (coord. JL
González Cussac-MªL. Cuerda) Barcelona 2006, pág. 102 considera que la
LORPM recoge un sistema de responsabilidad específico, en el que pese
a reconocerse en el menor la capacidad de comprender la ilicitud de su
conducta y adecuar su voluntad a dicha comprensión, prima el interés del
menor y su componente educativo.
3
Un detallado razonamiento sobre su consideración como medidas en Feijoo
Sánchez, B. Comentarios a la LORRPM (Dtor J. Díaz Maroto) Navarra
2008 pág. 115.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 19

La conclusión de todo ello es que si se denominan medidas, en


todo caso son una especie de medidas sui generis, ya que compar-
ten puntos comunes y diferencias tanto con las penas como con las
medidas de seguridad, con una indiscutible naturaleza penal pro-
pia de una sanción4, si bien con una finalidad educativa específica
orientada a la recuperación individual y social del menor, lo que nos
obligaría a tener en cuenta dos consideraciones:
a) de la aplicación y desarrollo que se de a su contenido depen-
derá que se acaben aproximando más o menos a las penas o a las
medidas de seguridad, ya que en el primer caso lo esencial son los
criterios retributivos de imposición pero también es cierto que en el
segundo lo es la flexibilización en su cumplimiento; por su parte, del
análisis de la regulación del internamiento en particular, habrá que
determinar si el hecho de que el Juez al imponerlo tenga preferen-
temente en cuenta los criterios de gravedad del delito cometido, son
más relevantes que el contenido que se da al cumplimiento de tal
medida en aras a la modificación de su duración, forma de cumpli-
miento y aplicación de programas, permisos o sanciones.
b) en todo caso habría que diferenciar entre las medidas san-
cionadoras (más asociadas a las penas) y las medidas terapéuticas
(más asociadas a las medidas de seguridad) ya que responden a cri-
terios distintos (imputabilidad e inimputabilidad respectivamente),
fundamento distinto (culpabilidad y peligrosidad respectivamente)
y contenidos diferentes (educativo y terapéutico respectivamente).
Mantener la denominación de medidas, aun sabiendo que va a reci-
bir críticas de eufemismo, se muestra como necesaria no sólo por la
especificidad del Derecho Penal de menores sino también por la limi-
tación de intervención punitiva que ello conlleva, ya que su unifica-
ción terminológica con las penas de adultos podría acabar justifican-
do una mayor intervención sancionadora. Por ello, teniendo en cuen-
ta que son de mayor peso las diferencias sustantivas con las penas:
discrecionalidad judicial en su elección y modificación, valoración de
criterios individuales, familiares y sociales recogidos en informes de
profesionales, adaptación de la ejecución a la evolución del menor y
amplitud de alternativas, parece preferible señalar la línea divisoria
con las penas de adultos también en el ámbito semántico.

4
Cuello Contreras, J. El nuevo Derecho penal de menores Madrid 2000 pág.
25.
20 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

A pesar de todo lo expuesto, no hay que olvidar que un impor-


tante sector doctrinal no sólo afirma que la LORRPM contiene un
auténtico “fraude de etiquetas” al llamar como medida lo que es una
auténtica pena, sino que partiendo de la naturaleza punitiva de la
mayoría de las medidas aboga por llamarle pena juvenil o cualquier
otra denominación que exprese su verdadera naturaleza, lo que pue-
de resultar incluso pedagógico no sólo para el menor con el fin de
hacerle percibir con claridad la responsabilidad de sus actos, sino
también para la sociedad que se mueve en una general creencia de
impunidad5. En dicha propuesta se ha de ser muy exigente para que
en ningún caso suponga un cambio respecto al espíritu inicial de la
LORRPM consistente en primar el interés del menor y mantener el
carácter educativo en toda sanción juvenil.

1.2. Características
Por su especial naturaleza mixta que le hace compartir elemen-
tos tanto con la pena como con la medida de seguridad, la medida ju-
venil tiene una serie de características específicas y diferenciadas de
las penas de adultos, entre las que se puede destacar las siguientes:
a) intervención mínima: Se pueden destacar dos vertientes del
principio de intervención mínima en el Derecho Penal juvenil, de
un lado se potencian los medios para evitar la apertura del proce-
dimiento por sus efectos negativos, en lo que tiene una gran tras-
cendencia la vía de la mediación como solución extrajudicial de con-
flictos; y de otro cuando el proceso es inevitable por la gravedad de
los hechos hay una preferencia hacia las medidas en medio abierto
por su menor efecto criminógeno, lo que deja al internamiento como
una medida a imponer excepcionalmente en los casos estrictamente
necesarios.
En Derecho de menores la comisión de un hecho delictivo no es
suficiente para imponer una medida ni siquiera para iniciar la in-
tervención penal, ya que la escasa gravedad de los hechos, las carac-
terísticas personales del menor o la realización de actos de concilia-

5
Sánchez García de Paz, I. “El sistema de medidas en la Ley penal al menor
y las alternativas al proceso” en Nuevo Derecho Penal juvenil: una pers-
pectiva interdisciplinar ¿Qué hacer con los menores delincuentes?, Jorge
Barreiro, A./Feijoo Sánchez, B. (eds) Barcelona 2008, pág. 76.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 21

ción o reparación pueden considerar innecesaria y contraproducente


la entrada en el sistema penal, dada la vigencia del principio de
oportunidad. Cualquier medida juvenil y especialmente la de inter-
namiento, ha de ser el último recurso al que cabe acudir ya que la
entrada en el sistema penal puede resultar negativa para el menor
y por ello se trata de superar el sistema punitivo clásico con posibili-
dades de no llegar al proceso, no imponer sanción y no ejecutarla.
El análisis del Derecho Penal juvenil, y del internamiento en par-
ticular, puede acabar mostrando la pérdida de protagonismo de es-
te principio en las últimas reformas legales infringiendo con ello la
normativa internacional.
b) finalidad educativa: aunque se reconozca la responsabilidad
jurídica del menor, la medida juvenil no es retributiva sino que se
basa en una intervención educativa dirigida a la educación e inte-
gración social del menor, lo que ocurre es que si bien en el Derecho
Penal de adultos la finalidad educativa se plantea especialmente
en la ejecución de la pena privativa de libertad, en Derecho Penal
de menores la finalidad educativa preside todo el sistema de regu-
lación, aplicación y ejecución de medidas. Siguiendo esta línea, la
Exposición de Motivos destaca dicha finalidad en todas las medidas
rechazando tanto fines retributivos como intimidatorios
En efecto, todo el Derecho Penal de menores y especialmente las
medidas tienen una finalidad educativa ya que éstas tienen una na-
turaleza formalmente penal (puesto que son sanciones) pero mate-
rialmente sancionadora-educativa, puesto que consisten en una in-
tervención socio-educativa dirigida a cubrir todas las carencias que
puedan haber contribuido a la conducta delictiva. Esto le aleja de
otros fines propios del Derecho Penal de adultos como la proporcio-
nalidad o equivalencia entre hecho y sanción (retribución) o la inti-
midación de los destinatarios de la norma (prevención general).
El art. 25.2 de la Constitución declara que las penas y medidas
de seguridad privativas de libertad estarán orientadas hacia la ree-
ducación y reinserción social, lo que ha sido entendido como un com-
promiso de perseguir una finalidad resocializadora especialmente
en la ejecución de la prisión, pero también en las demás fases por
las que pasa la pena (legislativa y judicial) y en el resto de penas del
Ordenamiento Jurídico.
22 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

En esta misma línea, el art. 55 LORRPM recoge el principio de


resocialización6 en la ejecución de la medida de internamiento, decla-
rando que el menor es sujeto de derechos y continúa formando parte
de la sociedad; por su parte el art. 6 del Reglamento de Menores
recoge como criterios preferentes el superior interés del menor, el
respeto al libre desarrollo de su personalidad, y la preferencia de su
entorno familiar. Todo ello implica que la medida pretenda insertar,
no segregar al menor, por ello la vida de los centros ha de tomar
como referencia la vida en libertad, reduciendo todos los efectos ne-
gativos que comporta el internamiento tanto para el menor como
para su familia, lo que exige fomentar todo tipo de contactos con fa-
miliares y allegados, y aceptar la participación de entidades públicas
y privadas colaboradoras con el fin de facilitar la integración social
de los menores.
Por ello tanto las medidas privativas de libertad, como son los
internamientos, como las no privativas de libertad, tienen este es-
pecial contenido educativo apartado de un sentido puramente puni-
tivo, si bien no hay que olvidar que se trata de sanciones impuestas
por la comisión de un hecho delictivo.
Esta nuclear finalidad educativa tiene algunas excepciones en
los tintes retribucionistas que florecen en la excesiva duración del
internamiento cerrado o en las consecuencias puramente retribu-
tivas del quebrantamiento de medidas (art. 50), y es especialmente
cuestionada en las reformas que ha sufrido la LORRPM desde su re-
dacción original, quizá porque el modelo de justicia de menores está
cambiando desde un inicial objetivo preventivo especial-educativo
hasta otro basado en el modelo de prevención general-seguridad ciu-
dadana7, que parece dominar todas las reformas penales desde ya
hace algunos años.

6
Sobre la crisis del principio de resocialización y sus efectos en la medida
de internamiento juvenil Mapelli Caffarena, B. pág. 204 y ss “Reglas es-
peciales para la ejecución de las medidas privativas de libertad” Menores.
Responsabilidad penal y atención psicosocial. Coord. L.R. Ruíz Rodríguez-
J.I. Navarro Guzmán. Valencia 2004.
7
García Pérez, O. La reforma de 2006 de responsabilidad penal de los meno-
res: la introducción del modelo de seguridad ciudadana. en Nuevo Derecho
Penal juvenil: una perspectiva interdisciplinar.. cit. pág. 37 y ss.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 23

c) interés prioritario del menor: Así como en adultos la justifica-


ción del castigo se centra en la retribución por el delito cometido y
la prevención de futuros delitos, lo que obliga a valorar prioritaria-
mente en la aplicación judicial de la pena la gravedad del hecho y la
culpabilidad del responsable, en el Derecho Penal de menores en el
procedimiento y en la aplicación de medidas, se ha de valorar espe-
cialmente el interés del menor incluso por encima de la gravedad de
los hechos, interés que tiene que ser valorado por criterios técnicos
por equipos de profesionales especializados en el ámbito de las cien-
cias no jurídicas (Psicología, Pedagogía, Servicios Sociales…), ya que
el Juez, por si mismo, no dispone de suficientes elementos de juicio
para poder escoger la solución más adecuada a la problemática con-
creta del menor. La definición del interés del menor no es sencilla
porque de hecho ninguna norma se ha ocupado de tal cometido, no
obstante en términos generales y teniendo en cuenta lo anterior-
mente afirmado, supone valorar diversos criterios relacionados con
las necesidades y circunstancias del menor, no exclusiva ni preferen-
temente jurídicos, en todas las decisiones judiciales que atañen a los
menores infractores, con preferencia sobre otros en caso de conflicto8
y adaptándolos a la evolución del menor, lo que implica una constan-
te búsqueda de nuevos recursos9.
La preferencia del interés del menor en la selección de medidas
a imponer no sólo aleja la referencia a la gravedad del hecho en tér-
minos objetivo-generales sino también al principio de igualdad en
términos subjetivo-individuales, ya que una misma conducta puede
dar lugar a distintas medidas en función a las características y ne-
cesidad de los menores responsables de los hechos. En este sentido,
la SAP Madrid 28.9.2008 justifica un diferente trato sancionador a
dos menores, ya que el que recibe una medida menos gravosa tenía
una condena anterior por robo, con la siguiente afirmación: “en esta
jurisdicción de menores, a diferencia de la de adultos, la medida no

8
Martínez Serrano, A. “Principios sustantivos y procesales básicos de la res-
ponsabilidad penal de los menores establecidos en la L.O. 5/2000” en La
responsabilidad penal de los menores: aspectos sustantivos y procesales
Cuadernos de Derecho Judicial 2001 pág. 24.
9
García Pérez, M.F. Experiencias prácticas en la ejecución judicial de las
medidas en La ley de responsabilidad penal del menor: situación actual
Cuadernos de Derecho Judicial XXV (Dtor. Felix Pantoja) Madrid 2005 pág.
134.
24 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

tiene sólo un componente sancionador, sino también reeducativo, de-


biendo valorarse para su adopción, no sólo el comportamiento delic-
tivo, sino también las circunstancias personales, familiares, sociales
del menor”.
Este interés preferente del menor además de una mención gene-
ral en el art. 6 RM como el principio preferente sobre cualquier otro
interés concurrente en la actuación de los profesionales, organismos
e instituciones en la ejecución de todas las medidas, lo menciona el
art. 7.3 LORRPM al declarar que en la elección de la medida junto a
la prueba y valoración jurídica de los hechos se ha de atender espe-
cialmente a la edad, circunstancias familiares y sociales, la persona-
lidad y el interés del menor, lo que parece situar la clase y gravedad
del delito en un plano secundario, algo imposible en adultos ya que
el delito cometido es precisamente el centro de la determinación de
la pena; en este sentido, en menores lo importante no es tanto el de-
lito cometido por el menor sino la medida que más le interesa para
sus necesidades educativas.
También se menciona el interés prioritario del menor en la posi-
bilidad de modificar una medida ya impuesta, art. 13.1 LORRPM ya
que en el Derecho Penal de menores, a diferencia del Derecho Penal
de adultos, la medida impuesta en la sentencia puede ser modifica-
da en el transcurso de su cumplimiento si la evolución del menor
así lo aconseja; de esta manera, un inicial internamiento puede ser
sustituido por una libertad vigilada si el Juez considera que ya no es
necesaria una intervención de tal naturaleza y se puede pasar a un
periodo de vigilancia en libertad.
Finalmente también se señala el prioritario interés del menor en
la alteración del orden de cumplimiento de medidas establecido en
el art. 47.5 e) LORRPM, ya que puede ser conveniente no seguir el
orden de prelación legalmente establecido, regido por criterios jurí-
dicos objetivos, y seguir otro adecuado a las necesidades del menor,
y por tanto, con criterios individualizados a las necesidades especí-
ficas del menor.
En otros casos, sin embargo, el interés del menor ha pasado a
un segundo lugar en la LORRPM para dar preferencia a la retri-
bución y prevención general propia de adultos, lo que sucede en los
casos de internamiento cerrado obligatorio en los que prima la clase
y gravedad del delito cometido en el art. 10.1 b) donde la extrema
gravedad de los delitos graves, menos graves cometidos con violencia
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 25

o intimidación o cometidos en grupo o perteneciendo a banda obliga


a imponer internamiento cerrado en todo caso, y el art. 10.2 donde
también es obligatorio el internamiento cerrado por la comisión de
determinados delitos como homicidio, asesinato, agresiones sexuales
o terrorismo.
Hasta hace muy poco tiempo este interés prioritario del menor
justificaba la inexistencia de la acusación particular, ya que se en-
tendía que sólo el Ministerio Fiscal podía impulsar objetivamente
la acción penal para evitar intereses personales de la víctima que
pudieran ser opuestos a los del menor infractor, sin embargo la Ley
15/2003 de 23 de Noviembre incluyó en el art. 25 LORRPM la posi-
bilidad de la acusación particular lo que responde a las corrientes
victimológicas de las últimas reformas penales que pretenden darle
más protagonismo a la víctima en todos los procedimientos, incluso
los de justicia juvenil.
En sede de ejecución es muy importante tener en cuenta que el
interés del menor no siempre va a coincidir con lo que las preferen-
cia del propio menor, por ello es fundamental implicar al menor y a
su familia y entorno social para que colaboren y se motiven en aras
a su participación de la intervención educativa.
d) flexibilidad judicial: Así como en adultos el Juez se limita a
aplicar la pena correspondiente al delito cometido ajustando las ca-
racterísticas específicas del caso dentro de los márgenes legales en-
tre el máximo y el mínimo de la pena, en menores el Juez dispone
de una gran libertad para la elección de la medida aplicable a cada
caso, su sustitución o suspensión.
En efecto, el Juez dispone de un amplio catálogo de medidas en-
tre las que puede elegir, con ciertos límites, la más adecuada para
las necesidades y situación del menor. También dispone de grandes
posibilidades para evitar la imposición de la medida ya que en cual-
quier momento la puede dejar sin efecto, reducir o sustituir (art. 13
LORRPM), en la propia sentencia puede suspender el fallo (art. 40)
y además durante la ejecución puede dejar sin efecto o sustituir la
medida (art. 51). Esta gran flexibilidad sin embargo se ha visto se-
riamente afectada con las limitaciones del art. 10, que obliga a los
internamientos cerrados en determinados casos e impide hacer uso
de las facultades de sustitución y suspensión antes de un determi-
nado tiempo de cumplimiento.
26 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Es muy importante que las medidas se puedan cambiar durante


su ejecución si el menor progresa, con las limitaciones señaladas,
para adaptarlas a los objetivos que se vayan cumpliendo, algo im-
posible en los adultos ya que en éstos la pena una vez impuesta
no se puede alterar, salvo los supuestos legales de sustitución de la
pena del art. 88 CP (penas hasta un año de prisión, delincuentes no
habituales, valorando circunstancias personales, del hecho y espe-
cialmente la reparación).
e) asesoramiento del equipo técnico: la intervención de este equi-
po multidisciplinar de profesionales especializados para asistir téc-
nicamente a los Jueces de Menores y al Ministerio Fiscal, a través
de informes y propuestas, también se puede considerar uno de los
elementos esenciales con las funciones de diagnosticar la situación
personal y psicosocial del menor, hacer propuestas sobre las medi-
das más adecuadas para las características del menor, y realizar un
seguimiento de éstas con el fin de evaluar la evolución del menor. De
esta manera el equipo técnico ofrece asesoramiento y apoyo profesio-
nal al Juez en la tarea de elegir la medida más adecuada y de modi-
ficar o suspender la medida ya impuesta (arts.7, 13 y 40), asesora al
Ministerio Fiscal destacando su función en las tareas de mediación
o conciliación entre agresor y perjudicado (art. 19.3) y finalmente
también puede prestar asistencia al menor desde la incoación de
expediente (art. 22.1.f).
Su composición puede estar formada por psicólogos, educadores,
trabajadores sociales u otros profesionales cuando las necesidades lo
requieran, aunque al estar asignada la determinación de su planti-
lla a las Comunidades Autónomas, se producen grandes desigualda-
des entre los distintos territorios que repercuten en la agilidad en la
emisión de informes y por ende, en todo el procedimiento juvenil.
Los informes del equipo técnico se regulan en el art. 27 LORRPM
en el que se indica la triple información que proporcionan sobre el
menor: situación psicológica, formación educativa y relaciones fami-
liares y sociales, para proponer la intervención más adecuada a sus
circunstancias específicas10. Estos informes son de suma importan-

10
Ampliamente sobre la valoración del informe del equipo técnico como prue-
ba pericial López López, A.M. La Ley Penal del Menor y el Reglamento para
su aplicación. Comentarios, concordancias y Jurisprudencia. Granada 2007
pág. 211-212.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 27

cia en el proceso porque no sólo permiten conocer mejor al menor


y sus circunstancias sino que, al cumplir un papel cuasi pericial,
su retraso o no realización paraliza el procedimiento, sin permitir
la aplicación o cumplimiento de la medida o solución extrajudicial,
lo que muchas veces se resuelve con la actualización de informes
recientes.
La prevalencia de estos informes sobre los criterios jurídicos clá-
sicos es lo que más aleja al Derecho Penal de menores del de adultos,
especialmente en los casos en los que no corresponde la gravedad del
hecho con la necesidad de intervención, en todo caso hay que tener
en cuenta que aunque sus informes no son vinculantes constituyen
una imprescindible fuente de información neutral al estar basada
en criterios estrictamente científicos lo que resulta muy útil para
adoptar las decisiones judiciales con el máximo rigor.
f) tramos de edad: la duración y clase de medida varía en función
de la edad que tenga el menor infractor, por ello en la imposición de
medidas (art. 10) se diferencia el tramo de catorce o quince años del
tramo de dieciséis o diecisiete años. Esta diferencia es sumamen-
te positiva para distinguir el grado de madurez de los menores en
ambas franjas y con ello la distinta gravedad que deben de tener
las medidas La excepción que permitía incorporar un nuevo tramo
entre dieciocho y veintiún años ha quedado definitivamente supri-
mida por la reforma de la LORRPM operada por L.O. 8/2006 de 4 de
Diciembre, pese a que un “despiste” legislativo provocó que durante
dos meses estuviera en vigor.

1.3. Principios penales limitadores de las medidas


En alguna ocasión se ha entendido11 que no son compatibles los
fines y principios del Derecho Penal con los objetivos de la justi-
cia de menores, bajo el argumento de la ausencia de fundamento
constitucional para someter a los menores al ius puniendi estatal, y
la creencia de que la protección integral del menor es prioritaria e
incompatible con los principios penales, sin embargo hay que tener
en cuenta que la vigencia de estos principios penales no persigue
criminalizar la conducta del menor sino por el contrario garantizar

11
Ríos Martín, J.C. El menor infractor ante la ley penal Granada 1993 pág.
197.
28 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

la defensa de sus derechos fundamentales ante una intervención es-


tatal sancionadora, como se demuestra a continuación.
Principio de legalidad
El mayor exponente de seguridad jurídica de todo derecho sancio-
nador es sin ninguna duda el principio de legalidad, ya que en virtud
de su vigencia, tanto la infracción delictiva como la sanción que le
corresponda han de estar recogidas en una ley que exprese los re-
quisitos de imposición y su forma de cumplimiento. De esta manera
el marco normativo del Derecho Penal de menores está formado por
la LORRPM (Ley 5/2000) y sus reformas incorporadas a través de la
Ley 7/2000, Ley 9/2000 y Ley 8/2006; asimismo, el Código Penal y las
leyes penales especiales actúan como leyes supletorias (Disposición
Final 1ª) y su desarrollo se recoge en el Reglamento de Menores (en
adelante RM) aprobado por RD 1774/ 2004 de 30 de Julio que entró
en vigor el 1.3.200512, ya que al igual que en adultos, el principio de
legalidad en la ejecución permite que el bloque de legalidad venga
formado por la ley y los reglamentos que la desarrollan, como seña-
lan respectivamente el art. 43.2 LORRPM y art. 3.2 CP.
La LORRPM regula los aspectos sustantivos en los que tienen gran
relevancia los derechos de los menores y el catálogo de medidas, los
aspectos procedimentales relativos a las características propias del
proceso de menores y los aspectos de ejecución con especial relevancia
del cumplimiento de la medida de internamiento. En el Derecho Penal
de menores no se regula un catálogo específico de conductas delictivas
ya que se hace una remisión en el art. 1.1 LORRPM a las conductas
delictivas recogidas por el Código Penal y las leyes penales especiales,
con lo cual la comisión de cualquiera de ellas por un menor de edad
puede dar lugar a la aplicación de la LORRPM, sin que en ningún
caso se pueda considerar delictiva cualquier conducta no recogida en
el Código Penal y leyes penales especiales.
En lo relativo a la ejecución de las medidas, la regulación del
Reglamento de Menores era especialmente necesaria para el cum-
plimiento de la medida de internamiento ya que la Ley no hace refe-
rencia alguna a la supletoriedad de la Ley Penitenciaria (LOGP) ni

12
Sobre la naturaleza estatal del reglamento o su desarrollo por las CCAA
Viana Ballester, C.- Martínez Garay, L. “El reglamento de la LORRPM” en
Estudios sobre la responsabilidad penal del menor. González Cussac, J.L./.
Cuerda Arnau, MªL. (coords.) Barcelona 2006, pág. 484-485.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 29

a su Reglamento (RP), pese a que la Circular 1/2000 FGE entendió


que en lo que beneficiara sí podía serlo. El Código Penal y la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, sin embargo, sí son leyes supletorias se-
gún dispone expresamente la Disposición Final Primera.
Tanto la LORRPM como el RM son de competencia estatal, aun-
que las Comunidades Autónomas al asumir las transferencias de
protección y reforma de menores han ido aprobando leyes autonó-
micas de servicios sociales o de infancia que regulan parcialmente
aspectos relacionados con la delincuencia juvenil, que en lo que se
opongan a las anteriores habrán de ser reformadas; además pueden
regular normas de organización para la correcta ejecución de las me-
didas según indica el art. 45 LORRPM, por ejemplo reglamentos de
régimen interior de los centros de internamiento.
Las CCAA han de someterse al marco legal de la legislación penal
juvenil, sin atribuirse competencias que son estatales como la defi-
nición y contenido de las medidas, en este sentido la STC 243/2004
de 16 de Diciembre consideró parcialmente inconstitucional la Ley
del Parlamento de las Illes Balears 6/1995, de 21 de Marzo, de ac-
tuación de la Comunidad Autónoma en la aplicación de las medidas
judiciales sobre menores infractores por crear medidas diferentes a
las incluidas en la legislación entonces vigente (L.O. 4/1992) ya que
“al implicar una privación o restricción de bienes jurídicos, resulta in-
discutible la incardinación constitucional de la definición de su conte-
nido en el ámbito de la legislación penal, especialmente si se trata de
medidas privativas de libertad”.
En cuanto a la normativa internacional, hay que destacar es-
pecialmente la Convención sobre los derechos del niño de Naciones
Unidas de 20 de Noviembre de 1989 ratificada por España el 30 de
Noviembre de 1990, que sigue a las Reglas Mínimas de las Naciones
Unidas para la Administración de Justicia de menores “Reglas
de Beijing” de 29 de Noviembre de 1985, y las Reglas de Naciones
Unidas para la protección de menores privados de libertad de 14 de
Diciembre de 1990. En el ámbito europeo, el Consejo de Europa está
preparando unas Reglas Europeas sobre menores delincuentes para
recoger los principios básicos de las medidas juveniles.
En las Reglas de Beijing se otorga una especial atención a los
establecimientos penitenciarios de menores en los arts.26 y ss. al
establecer una serie de normas específicas para los centros de in-
ternamiento en las que se huye del confinamiento estricto y se opta
30 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

por una intervención educativa lo más próxima posible a la libertad,


como lo demuestran los siguientes aspectos:
– la finalidad de estos establecimientos se dirige a garantizar
el cuidado y protección de los menores así como su educación
y formación profesional para permitirles que desempeñen un
papel constructivo y productivo en la sociedad
– se garantiza los cuidados y asistencia social, educacional, pro-
fesional, psicológica, médica y física que puedan requerir por
su edad, sexo y personalidad
– se exige la absoluta separación de los adultos en estableci-
mientos o partes separadas
– se declara el derecho de acceso de los padres o tutores a los
establecimientos
– se extiende la protección de las Reglas mínimas para el trata-
miento de los reclusos aprobadas por la ONU en 1955
– se establece la necesidad de recurrir lo antes posible a la liber-
tad condicional y a los sistemas intermedios como estableci-
mientos de transición, hogares educativos o centros diurnos.
En el mismo sentido las Reglas para la Protección de menores pri-
vados de libertad aprobadas por la Asamblea General de la O.N.U. el
14 de Diciembre de 1990 suponen un auténtico y completo código de
garantías para la medida de internamiento, que aboga porque sea el
último recurso, por el tiempo mínimo necesario y con una duración
determinada judicialmente con posibilidad de acortarse. Se regula
una extensa relación de derechos entre los que destaca la educación,
formación, cuidados sanitarios así como una especial atención a los
contactos con los familiares. Se hace también una cuidada mención
del personal encargado de estos centros para garantizar su compe-
tencia, especialidad en la temática infantil y juvenil con el fin de
que tengan un adecuado trato con los menores y respetuoso con la
dignidad de los derechos fundamentales.
El cumplimiento del principio de legalidad implica respetar la
reserva de ley y la jerarquía normativa lo que requiere la regulación
legal de todas las materias que afecten a los derechos fundamenta-
les y libertades públicas y exigir el respeto de las normas adminis-
trativas a las leyes por ser éstas de rango superior. En el primer caso
se han seguido los mismos defectos de la legislación penitenciaria de
adultos al remitir al Reglamento (art. 60 LORRPM, art. 60 RM) la
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 31

descripción de las infracciones disciplinarias, justo en un momento


en el que hay cierto consenso en entender que su ubicación correcta
es la ley por la restricción de derechos que supone, en el segundo
sin embargo se percibe en el Derecho Penal de menores un mayor
acomodamiento del Reglamento a la Ley.
Por último el contenido del principio de legalidad se completa con
el necesario control judicial de la ejecución de las medidas ejercitado
por el mismo Juez de Menores (art. 44 LORRPM) en cumplimiento
del art. 117 de la Constitución que garantiza la exclusividad de los
jueces de juzgar y hacer ejecutar los juzgado. Las funciones de con-
trol de legalidad de los Jueces de Menores se dirigen al seguimiento
del menor con el fin de adecuar sus resoluciones a la evolución del
menor, garantizar el estricto cumplimiento de la legalidad en la ac-
tuación de las autoridades administrativas y controlar el respeto a
los derechos fundamentales del menor.

Principio de proporcionalidad
El principio de proporcionalidad en Derecho Penal exige que la
gravedad de las penas se ajuste a la gravedad de los hechos cometi-
dos, actuando como límite para no imponer una sanción más grave
que la que corresponda a la gravedad del delito, para ello hay que
partir de la intervención mínima que exige descartar los hechos de
escasa significancia, acudiendo al Derecho Penal cuando sea estric-
tamente necesario.
En Derecho de menores la proporcionalidad entendida como in-
tervención mínima tiene una especial relevancia ya que la vigencia
del principio de oportunidad permite evitar el inicio del procedimien-
to y además las medidas no privativas de libertad son preferentes
dejando la medida de internamiento como última ratio por sus efec-
tos negativos para el interés educativo del menor.
En cuanto a la proporcionalidad estricta, pese a que la propia
Exposición de Motivos de la LORRPM rechaza expresamente la pro-
porcionalidad entre hecho y sanción, la naturaleza sancionadora de
las medidas exige que tengan un límite como garantía de seguridad
jurídica. En la Ley de Tribunales Tutelares de Menores de 1948 las
medidas eran indeterminadas por su finalidad preventiva y carente
de derechos, la Ley 4/1992 las limitó a dos años de duración de forma
general y finalmente la LORRPM ha terminado imponiendo unos
32 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

límites mucho más extensos agrupados en función de la edad y


el delito cometido. Estos límites son impropios de un sistema que
pretende ser educativo y no represivo, además, pese a permitir en
la actualidad medidas de diez e incluso quince años, no ha logrado
crear un clima de pacificación social por el aumento de la violen-
cia juvenil en los últimos años y la repercusión que recibe de los
medios de comunicación, lo que ha llevado una vez más a medidas
más altas en la última reforma de la LORRPM. La referencia a la
gravedad del hecho propia del principio de proporcionalidad, no
debería tener una presencia destacada en las reglas de selección
y determinación judicial de las medidas por la preferencia del in-
terés educativo del menor y la importancia de sus circunstancias
individuales, familiares y sociales, sin embargo la referencia a
determinados delitos, a la gravedad de los hechos y a los medios
comisivos empleados, es una clara alusión al aspecto punitivo de
las medidas que parece relegar su contenido educativo a un se-
gundo plano.
Otra manifestación del principio de proporcionalidad es la li-
mitación recogida en el art. 8.2 LORRPM que no permite que la
duración de la medida privativa de libertad impuesta a un me-
nor exceda del tiempo que hubiera durado la pena privativa de
libertad de haber sido mayor de edad, lo que supone un límite
punitivo desde la referencia del Derecho Penal de adultos. La
Recomendación R (87) del Comité de Ministros del Consejo de
Europa sobre las reacciones sociales ante la delincuencia juvenil,
declara expresamente que hay que reconocer a los menores las
misma garantías procedimentales que a los adultos, pero además
en su apartado IV nº 16, recomienda a los Estados prever moda-
lidades de ejecución y aplicación de penas más favorables que las
previstas para los adultos.
Esto hace concluir a la doctrina especializada que de los textos
internacionales de Justicia juvenil se deriva la prohibición de una
restricción de derechos mayor que la que sufriría el menor de haber
sido un adulto; de esta manera, así como en su límite inferior el
Derecho Penal de menores no tiene límites hasta el punto de permi-
tir incluso la no incoación del expediente por la levedad de los hechos
o incluso la imposición de sanciones no correspondientes a la preven-
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 33

ción general o a la proporcionalidad13, en el límite máximo hay una


clara referencia a no superar su tratamiento punitivo como adulto.
Ya la STC 36/1991 de 14 de Febrero reconocía, como límites im-
plícitos de cualquier medida restrictiva de derechos en la legislación
de menores, la proporcionalidad con la gravedad del hecho y la im-
posibilidad de establecer medidas más graves o de duración superior
a la que correspondería por los mismos hechos a un adulto. También
la STC 61/1998 de 17 de Marzo sigue admitiendo como límite im-
plícito en la imposición de cualquier medida restrictiva de derechos
fundamentales, la proporcionalidad entre la gravedad del hecho y
la medida impuesta y la imposibilidad de establecer medidas más
graves o de una duración superior a la que correspondería por los
mismos hechos si de un adulto se tratase, sin admitir excepción al-
guna, como se pretendía en la sentencia recurrida, que en atención
a las especiales circunstancias desfavorables del menor, permitía un
castigo superior al de adultos valorando exclusivamente su conduc-
ta antisocial; esto, como señala el propio Tribunal Constitucional,
responde más bien a un «Derecho Penal de autor», alejado de los
principios que han de inspirar el Derecho Penal moderno.
Esta manifestación del principio de proporcionalidad plantea al-
gunas cuestiones:
– la pena privativa de libertad que “hubiera durado” en un adul-
to se refiere a la penalidad concreta, de manera que el primer
límite indica que si en adultos la infracción cometida no está
castigada con pena privativa de libertad (prisión o localización
permanente) en menores no se puede aplicar medida privativa
de libertad (internamiento y permanencia de fin de semana), y
además que se debe calcular la pena concreta con arreglo a las
reglas de aplicación de las penas recogidas en el Código Penal
(incluyendo las circunstancias modificativas de la responsabi-
lidad criminal); es la misma limitación que establece el propio
Código Penal para la duración de la medida de seguridad de in-
ternamiento prevista para inimputables adultos en el art. 101.
– puede parecer contradictorio fijar un límite máximo de la me-
dida si el interés del menor aconseja lo contrario, sin embargo

13
De Urbano Castrillo, E. / De la Rosa Cortina, J.M. La responsabilidad penal
de los menores. 1ª Ed Navarra 2007 pág. 182.
34 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

se trata de un límite que actúa como garantía, por eso al igual


que un menor o un adulto inimputable deben ser liberados al
finalizar el cumplimiento de la sanción privativa de libertad
impuesta por el Juez aunque no se hayan conseguido los ob-
jetivos del tratamiento, el menor sancionado con una medida
privativa de libertad no puede ser tratado más duramente que
un adulto porque se trata de una medida punitiva especial-
mente protegida por afectar a los derechos fundamentales.
– esta exigencia de proporcionalidad se quiso extender a todo
tipo de medidas en el Proyecto aprobado por el Congreso con el
fin de que todo el sistema de medidas exigiera esta compara-
ción con las penas de adultos, si bien finalmente en el Senado
se dejó solo para las privativas de libertad, seguramente para
no convertir el Derecho Penal de menores en un automatismo
respecto al de adultos14, lo que ocurre es que no parece convin-
cente que sólo preocupe la proporcionalidad en la privación de
libertad y no en el resto de medidas juveniles, por ello debería
extenderse a todo el cuadro de medidas si bien permitiendo en
las no privativas de libertad alguna excepción siempre justi-
ficada por el interés educativo del menor, algo que cuando se
trata de internamientos no admite excepciones.

Principio de intervención educativa


Si bien en el Derecho Penal de adultos la finalidad educativa se
plantea especialmente en la ejecución de la pena privativa de liber-
tad, en Derecho Penal de menores la finalidad educativa preside to-
do el sistema de regulación, aplicación y ejecución de medidas, en
este sentido la Exposición de Motivos destaca la finalidad educativa
de todas las medidas rechazando tanto fines retributivos como inti-
midatorios.
El art. 25.2 de la Constitución declara que las penas y medidas
de seguridad privativas de libertad estarán orientadas hacia la ree-
ducación y reinserción social, lo que ha sido entendido como un com-
promiso destinado a perseguir una finalidad resocializadora, espe-
cialmente en la ejecución de la prisión, pero también en las demás

14
Ornosa Fernández, MªR. Derecho Penal de menores 3ª Ed. Barcelona 2005
pág. 218.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 35

fases de la pena (fase legislativa y fase de aplicación judicial) y en


el resto de penas (en particular las que pretenden sustituir a la pri-
sión como los trabajos en beneficio de la comunidad o la multa). En
adultos también se ha confirmado la idea de la compatibilidad de la
resocialización con otros fines de la pena como la prevención general
o la retribución, sin embargo en el caso de los menores la Exposición
de Motivos de la LORRPM al rechazar expresamente tanto los fines
retributivos como los de prevención general parece darle un total
protagonismo a la finalidad educativa.
En esta misma línea el art. 55 LORRPM recoge el principio de
resocialización en la ejecución de la medida de internamiento, con
la pretensión de que el menor sea sujeto de derechos y continúe for-
mando parte de la sociedad; por su parte el art. 6 RM recoge como
criterios preferentes el superior interés del menor, el respeto al libre
desarrollo de su personalidad, y la preferencia de su entorno fami-
liar. Todo ello implica que la medida pretende insertar, no segregar
al menor, por ello la vida de los centros se ha de organizar sobre
cinco pilares:
a) ha de tomar como referencia la vida en libertad reduciendo los
efectos negativos que represente el internamiento para el menor o
su familia, lo que implica que todas las actividades han de ser equi-
parables a las realizadas en el exterior (estudios, trabajo, ocio…).
b) ha de fomentarse la asunción de la responsabilidad de sus ac-
tos a través de la educación, en lo que destaca especialmente conse-
guir el objetivo de la mediación y conciliación con la víctima por los
efectos de reconocimiento de los hechos que conlleva.
c) se deben potenciar los vínculos sociales y los contactos con el
exterior por medio de las visitas y comunicaciones con la familia
siempre que no sea perjudicial para el menor, y de las salidas al ex-
terior para no perder las referencias sociales.
d) se ha de potenciar la colaboración y participación de las entida-
des públicas y privadas en el proceso de integración social del menor,
especialmente las más próximas cultural y geográficamente.
e) y finalmente se ha de hacer un uso extenso de las alternativas
limitando el internamiento a los casos estrictamente indispensables,
lo que implica acudir a las medidas no privativas de libertad y a la
sustitución del internamiento cuando las características del menor
lo aconsejen.
36 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

1.4. Clases de medidas


El sistema de medidas juvenil puede seguir dos planteamientos
diferentes15, recoger un sistema autónomo como hace el Derecho ale-
mán o bien remitir a las penas de adultos con algunas características
específicas como se hace en el Derecho penal italiano, entre estas dos
líneas el sistema español se acerca más al modelo alemán pero sin
ocultar las numerosas coincidencias entre las penas de adultos y las
medidas de menores, si bien ocultas bajo denominaciones distintas
La LORRPM recoge un extenso catálogo de medidas en el art. 7
bastante similar al recogido por la Ley 4/1992, sin más referencia
sistemática que su ordenación por la restricción de derechos que su-
ponen.
Ante esta falta de sistematización legal, se puede hacer la si-
guiente clasificación en función del bien jurídico al que afectan:
– Privativas de libertad: internamientos (cerrado, abierto, se-
miabierto)
– Restrictivas de libertad: permanencia de fin de semana, liber-
tad vigilada
– Privativas de derechos: prestaciones en beneficio de la comu-
nidad, privación del permiso conducir o permiso de armas, in-
habilitación absoluta, prohibición de aproximarse o comunicar
con la víctima, inhabilitación absoluta.
Y en cuanto a su contenido:
– Terapéuticas: internamiento y tratamiento ambulatorio para
la deshabituación y trastornos mentales
– Educativas: asistencia a un centro de día, convivencia, realiza-
ción de tareas socioeducativas, amonestación.
Tanto la clasificación legal como la propuesta exigen hacer las
siguientes observaciones:
En cuanto a la clasificación legal es criticable el excesivo número
que se recoge sin demasiada diferencia entre ellas; además la refe-
rencia a la enumeración por su respectiva gravedad se rompe con
el último puesto de la inhabilitación absoluta y la asistencia a un

15
Sobre los sistemas penales juveniles de distintos países, “Situación actual
del Derecho de menores” Revista Penal nº 5 Enero 2000 pág. 147 y 173.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 37

centro de día situada antes de la permanencia de fin de semana, lo


que podía haber sido subsanado por la última reforma; asimismo se
aprecian contenidos contradictorios entre la Exposición de Motivos
y el texto (vgr. permanencia fin de semana); y finalmente algunas
de ellas se parecen demasiado a las penas de adultos (arresto fin de
semana, trabajo en beneficio de la comunidad e inhabilitación).
Actualmente, pese a este extenso catálogo, los Jueces se suelen
inclinar por imponer mayoritariamente libertad vigilada, presta-
ciones en beneficio de la comunidad e internamientos, frente a la
preponderancia que tenía la amonestación hasta 1987. Según datos
del Instituto Nacional de Estadística, en 2007 se impusieron 18.948
medidas a menores, de las que 3.398 son internamientos, por su par-
te entre las medidas no privativas de libertad las más numerosas
han sido 5.681 prestaciones en beneficio de la comunidad y 5.612
libertades vigiladas, esto significa que si bien el número de interna-
mientos es alto, en su gran mayoría son semiabiertos, aunque tam-
bién es cierto que el número de internamientos impuestos se incre-
mentó considerablemente a partir de 2002 empezando su reducción
a partir de 2007 como se refleja en los datos siguientes del Instituto
Nacional de Estadística

ESPAÑA: MEDIDAS ADOPTADAS POR LOS JUECES DE MENORES


1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007
Amonestación 1.387 2.015 1.282 1.581 1.737 1.719 1.732 1.571 1.224
Internamiento 1.406 1.485 1.696 3.512 4.781 4.646 4.890 4.306 3.398
Libertad vigilada 2.065 2.563 2.295 4.664 5.994 6.205 6.089 6.157 5.612
Acogimiento 2 4 6 14 19 51 36 59 245
Privación permiso
9 6 24 83 102 108 116 56 74
conducir
Prestación servi-
1.006 1.689 1.532 3.463 5.178 6.363 7.583 7.495 5.681
cios benéficos
Tratamiento
33 93 177 361 455 634 562 263 65
ambulatorio
No consta/Otras 156 79 101 181 227 710 851 2.446 2.649
Total 6.064 7.934 7.113 13.859 18.493 20.436 21.859 22.353 18.948
Fuente: Instituto Nacional de Estadística
38 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Por lo que respecta a la clasificación propuesta hay que aclarar


una serie de puntualizaciones: la permanencia de fin de semana se
puede considerar propiamente como una privación de libertad más
que una restricción, que parece indicar sólo limitación de movimien-
tos, sin embargo su ubicación diferenciada de los internamientos
viene justificada por el papel que ocupa como alternativa al encie-
rro; no se incluye entre las privativas de libertad los internamientos
terapéuticos porque en ellos es preferente su carácter asistencial;
y finalmente la categoría diferenciada de medidas educativas no
pretende en absoluto negar tal carácter a las demás, sino destacar
aquellas en las que, no sólo el fin, sino también los medios son es-
trictamente educativos, sin hacer uso de la privación o restricción de
ningún derecho específico del menor.
En esta larga enumeración de medidas hay que destacar la re-
cientemente incorporada por la L.O.8/2006 consistente en la prohi-
bición de aproximarse o comunicarse con la víctima o con aquellos
familiares o personas que determine el Juez, en sintonía con la ex-
pansión que está teniendo esta pena en adultos, aquí sin embargo
el contenido es más limitado porque no alcanza a la prohibición del
derecho de residencia probablemente por los problemas que ello aca-
rrearía en un menor de edad tanto si es dependiente de su familia
como si pertenece a una familia desestructurada.

1.5. Duración de las medidas


La regla general recogida en el art. 9.3 LORRPM es que todas las
medidas pueden tener una duración máxima de dos años; las pres-
taciones en beneficio de la comunidad cien horas; y la permanencia
en fines de semana ocho fines de semana.
A continuación se presentan una serie de excepciones en virtud
de diferentes criterios:
a) por la levedad de los hechos al ser calificados como falta: art. 9.1
hasta seis meses la libertad vigilada, la prohibición de aproximarse
o comunicar con la víctima, familiares o personas determinadas por
el Juez, y la realización de tareas socioeducativas; hasta cuatro fines
de semana la permanencia de fines de semana; cincuenta horas las
prestaciones en beneficio de la comunidad y hasta un año la priva-
ción del permiso de conducir u otras licencias administrativas.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 39

b) todos los delitos graves, delitos menos graves cometidos con vio-
lencia o intimidación en las personas o generando grave riesgo para
la vida e integridad física de las misma y delitos cometidos en grupo
o que el menor perteneciere o actuare al servicio de bandas, organiza-
ción o asociación: Menores de catorce o quince años la medida puede
llegar hasta tres años, prestaciones en beneficio de la comunidad
hasta ciento cincuenta horas y permanencia de fin de semana hasta
doce fines de semana. Menores de dieciséis años y diecisiete años la
duración máxima pasa a ser de seis años, prestaciones en beneficio
de la comunidad hasta doscientas horas y permanencia fines de se-
mana hasta dieciséis.
c) por extrema gravedad de los hechos anteriormente citados
(reincidencia siempre): internamiento cerrado de uno a seis años y
hasta cinco más de libertad vigilada con asistencia educativa (sólo
menores de dieciséis y diecisiete años).
d) por tipo delito (homicidio, asesinato, agresión sexual, terroris-
mo, y cualquiera con prisión igual o superior a quince años):
. para menores de catorce o quince años internamiento cerrado
de uno a cinco años y libertad vigilada hasta tres;
. para menores de dieciséis y diecisiete años internamiento ce-
rrado de uno a ocho años y libertad vigilada hasta cinco con
asistencia educativa.
e) si hay más de un delito, y alguno de ellos es de los regulados
en el art. 10.2 (delitos graves, menos graves con violencia e intimida-
ción…), se eleva a seis y diez años respectivamente el internamiento
cerrado seguido de los correspondientes periodos de libertad vigila-
da, art. 11.2. Además inhabilitación absoluta con una duración supe-
rior entre cuatro y quince años al internamiento, es decir de catorce
a veinticinco años.
Todos estos límites son absolutos, por eso el máximo del inter-
namiento cerrado por uno o varios delitos es de ocho años, y sólo en
caso de concurso de delitos graves puede llegar a diez años, a los que
les seguirá su correspondiente libertad vigilada.
Prácticamente toda la doctrina ha criticado estos excesivos lími-
tes por más que el Juez disponga de distintas vías de sustitución a
lo largo de todo el procedimiento, que pueden ser utilizadas para
acortar su duración.
40 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

De esta manera los límites generales de las medidas han experi-


mentado en la reforma de la Ley 8/2006 un ligero aumento:
– todos los delitos graves y los delitos menos graves cometidos
con violencia, intimidación, grave riesgo para la vida o integri-
dad física de las personas o cometidos en grupo o bandas, pue-
den ser sancionados con medidas hasta tres años en menores
de catorce a dieciséis años (antes entraban en la regla general
de dos años como duración máxima) y si se trata de menores
de dieciséis a dieciocho años con medidas hasta seis años (se
ha ampliado un año)
– hechos de extrema gravedad: si se trata de menores de dieci-
séis a dieciocho años internamiento cerrado de uno a seis años
(se ha ampliado un año)
– determinados delitos graves en menores de catorce a dieciséis
años internamiento cerrado de uno a cinco años (se ha am-
pliado un año), si se trata de menores de dieciséis a dieciocho
años se mantienen los mismo límites de internamiento cerra-
do hasta ocho años.
– concurso de delitos en caso de aplicación de internamiento
cerrado: en menores de catorce a dieciséis años la duración
pasa a ser hasta seis años (aumenta en un año), si se trata de
menores de dieciséis a dieciocho años puede llegar a diez años
(aumenta en dos años y lo iguala al concurso de delitos de te-
rrorismo que antes estaba diferenciado).

1.6. El cumplimiento de la mayoría de edad


Dado que la LORRPM se aplica a las personas mayores de cator-
ce años y menores de dieciocho que hayan cometido hechos delictivos
y teniendo en cuenta como señala el art. 5.3 de la misma Ley que
el momento de valorar la edad es el de la comisión de los hechos,
si el menor supera esa edad cumpliendo dieciocho años antes del
comienzo del procedimiento o durante su tramitación, no se altera la
competencia de los Jueces y Fiscales de Menores, solución distinta
a la legislación anterior a la LORRPM, donde el cumplimiento de la
mayoría de edad suponía el cese de todas las medidas.
De la misma manera, si el cumplimiento de la mayoría de edad se
produce después de la imposición de la medida el art. 14 LORRPM
establece que “continuará su cumplimiento hasta alcanzar los obje-
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 41

tivos propuestos en la sentencia en que se le impuso conforme a los


criterios expresados en los artículos anteriores”
La finalidad del legislador16es garantizar que no se detengan los
fines educativos y que no se termine cumpliendo la medida de inter-
namiento en centros penitenciarios, sin embargo la redacción “hasta
alcanzar los objetivos propuestos en la sentencia” puede confundir si
se piensa en una duración indeterminada, algo absolutamente in-
aceptable en virtud de la seguridad jurídica.
De esta manera, así como en las medidas en medio abierto no se
señala límite alguno por entender que no pueda plantear proble-
mas su prolongación después de la mayoría de edad, en el caso de la
medida de internamiento, por sus características específicas, se ha
recogido la posibilidad de un límite cronológico para no pervertir su
finalidad educativa en la convivencia de menores y jóvenes.
En este sentido, el párrafo segundo del mismo artículo establece
que si el menor cumple dieciocho años sin haber finalizado la medida
de internamiento cerrado, se podrá ordenar por el Juez de Menores
que su cumplimiento se lleve a cabo en un centro penitenciario si la
conducta del mismo no responde a los objetivos propuestos en la sen-
tencia. Esta posibilidad pasa a ser obligatoria cuando el menor cum-
pla veintiún años, salvo que el Juez haya hecho uso de los arts. 13 y
51 que permiten sustituir o suspender la medida o que decida que el
menor siga cumpliendo la medida en el centro de internamiento si
responde a los objetivos propuestos en la sentencia.
Fueron numerosas las críticas que suscitó inicialmente este ar-
tículo en la LORRPM pese a que se refería al cumplimiento de los
veintitrés años de edad, a pesar de ello la DA sexta de la LORRPM
introducida por la DF 2ª de la L.O.15/2003 de 25 de Noviembre de
modificación del Código Penal, recogía un compromiso del Gobierno
de incorporar la posibilidad de cumplimiento de la medida de inter-
namiento en centros penitenciarios a partir de la mayoría de edad,
que finalmente fue recogida por la reforma de la L.O. 8/2006, con las
siguientes novedades:
– ahora se limita exclusivamente a los internamientos cerrados

16
Mapelli Caffarena, B./González Cano, I/Aguado Correa, T Comentarios….
pág. 127.
42 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

– el pase a centros penitenciarios se adelanta a los dieciocho


años, si bien de manera excepcional, sólo se puede llevar a
cabo si no se han conseguido los objetivos propuestos en la
sentencia
– el pase a centros penitenciarios pasa a ser regla general para
los mayores de veintiún años, salvo que el Juez de Menores
haga uso de las vías de sustitución de los arts. 13 y 51 o de-
cida que se quede en el centro por responder el menor a los
objetivos propuestos en la sentencia, es decir que la aparente
obligatoriedad del paso a la prisión cuando el menor cumpla
veintiún años se ve limitada ya que el Juez puede en su lugar
ordenar la sustitución o suspensión de la medida de interna-
miento cerrado o incluso decidir que el menor siga en el centro
de internamiento de menores.
El ámbito de aplicación de esta transferencia del Derecho Penal
Juvenil al Derecho Penitenciario de adultos se produce por la posibi-
lidad de que el menor que delinquió teniendo entre catorce y diecio-
cho años, cumpla la mayoría de edad o incluso veintiún años en los
siguientes momentos:
– durante el procedimiento
– al imponerle la medida
– durante la ejecución
En todos estos casos se está desviando a la ejecución penitencia-
ria de adultos a quien ha sido juzgado como menor, algo innecesario,
ya que si lo que se quiere conseguir es diferenciar durante el cum-
plimiento las distintas edades, es más correcto seguir una rigurosa
separación entre menores y jóvenes, y no remitirlos a los centros
penitenciarios de adultos. Justificar esta previsión en la finalidad de
evitar “la penitenciarización de los centros de menores”, da lugar a la
inversión de los términos, ya que lo que implica ese carácter no es la
edad del interno sino el tipo de establecimiento, con lo cual el joven
que acuda a un centro penitenciario va a correr realmente ese riesgo
carcelario por los graves efectos criminógenos que ello puede llevar.
El informe del CGPJ sobre el anteproyecto de reforma de la
LORRPM, señaló que la Corte Europea de Derechos Humanos en
sendas sentencias contra Bélgica y Reino Unido ha respaldado la le-
gitimidad de condenas a menores de edad que implican un interna-
miento prolongado, con traslado a centros penitenciarios de adultos
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 43

al alcanzar la mayoría de edad, siempre que se garantice su adecua-


da proporcionalidad a la gravedad de la infracción y se atribuya a
una autoridad judicial la fijación de su duración y el control de su
cumplimiento, lo que supone rechazar exclusivamente los interna-
mientos excesivamente prolongados en los que no es una autoridad
judicial la que señala la terminación de la medida. A pesar de ello, el
voto particular de cuatro vocales del CGPJ rechazaba frontalmente
esta posibilidad por entender que se trata de un caso de imputabi-
lidad sobrevenida con efectos retroactivos que puede vulnerar los
principios de seguridad jurídica, acusatorio, no retroactividad de las
normas sancionadoras y legalidad por cuanto los delitos cometidos
por el menor en su día no estaban castigados con pena de prisión.
En la LORRPM tal previsión debería ser sustituida por la crea-
ción en los centros de menores de departamentos de jóvenes estric-
tamente separados de los demás, ya que si en estos centros es donde
han empezado a cumplir la medida es en ellos donde deben terminar
de cumplirla, sin permitir, en un momento tan crítico para el menor,
el paso de un centro de menores orientado a la educación a un centro
penitenciario orientado a la resocialización, pero teñido de fuertes
medidas de control y vigilancia.
La posibilidad (un tanto contradictoria) de que esto pudiera al-
canzar a jóvenes que en el momento del delito tuvieran más de die-
ciocho años pero se les hubiera aplicado la LORRPM en virtud del
anterior art. 4, ya no es posible, por su supresión definitiva.
El ámbito de aplicación actualmente se dirige exclusivamente a
los menores que cumplan medida de internamiento cerrado, distin-
guiendo tres situaciones: una excepcional y dos generales, recogien-
do la primera de ellas a su vez dos excepciones más, como se expone
a continuación.
– cuando el menor alcance dieciocho años de edad excepcional-
mente se podrá terminar de cumplir el internamiento ce-
rrado en un centro penitenciario si la conducta del sujeto no
responde a los objetivos propuestos es la sentencia.
– cuando el sujeto alcance veintiún años de edad como regla ge-
neral el internamiento cerrado se terminará de cumplir en
un centro penitenciario, salvo que excepcionalmente el Juez de
Menores haga uso de las posibilidades legales de sustitución o
decida que el menor continúe en el centro.
44 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

– además se ha añadido la obligatoriedad de cumplir el inter-


namiento cerrado en un centro penitenciario, si el responsable
antes de la ejecución de esta medida ya hubiera cumplido una
pena de prisión con arreglo al Código Penal o una medida de
internamiento ejecutada en centro penitenciario por las pre-
visiones anteriores, en este caso el primer cumplimiento en
prisión ya condiciona todos los posteriores, teniendo en cuenta
que se puede perjudicar al menor por el hecho de haber sido
más rápida la justicia de adultos (lo que es factible por los
juicios rápidos) que la justicia de menores17.
Para poder analizar la naturaleza jurídica de esta figura puede
ayudar el estudio de las razones que han podido impulsar al legisla-
dor a su regulación, ya que sólo su finalidad puede indicar cuál va a
ser su contenido.
En primer lugar se puede citar como justificación de esta re-
misión a los centros penitenciarios que la actuación educativa sea
apropiada a la edad, bajo la consideración de que en los centros de
menores difícilmente se pueden cubrir las necesidades de personas
mayores de veintiún años.
En segundo lugar es evidente que al legislador le preocupa la
seguridad de los centros de menores donde la convivencia se puede
ver alterada al residir en ellos personas de tan elevada edad junto a
jóvenes de catorce a dieciocho años.
A esto se podría añadir una tercera razón dirigida a endurecer
el castigo de los delitos más graves que dan lugar a medidas más
largas con el fin de paliar el sentimiento social de impunidad, con lo
cual se estaría produciendo un alejamiento de la finalidad específica
educativa de las medidas de menores que se ve claramente sustitui-
da por razones retributivas y de prevención general, algo expresa-
mente excluido en la EM de la LORRPM.
Todas estas razones podrían haber sido tenidas en cuenta para
reforzar la intervención educativa de los hechos más graves por sus
necesidades específicas, con la debida separación de las franjas de
edad más bajas ya que evidentemente su convivencia con los más jó-

17
Higuera Guimerá, J.F. “La supresión de la posibilidad de aplicar la ley del
menor a los jóvenes: una decisión errónea”. Libro Homenaje a Enrique
Gimbernat Ordeig Tomo II Madrid 2007 pág. 2379.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 45

venes puede ser contraproducente; por su parte, aunque la creación


de centros específicos de jóvenes pueda ser adecuada, no hay que
olvidar que el reducido colectivo al que es previsible que se dirigiera
podría producir el efecto perverso del alejamiento del domicilio fami-
liar y con ello el desarraigo.
En virtud de todo ello aunque la LORRPM se refiera al cumpli-
miento de una “medida de internamiento ejecutada en un centro pe-
nitenciario”, ya que en definitiva es una medida de internamiento
impuesta en una sentencia dictada por un Juez de Menores, su cum-
plimiento en un centro penitenciario, sin embargo, la va a convertir
irremediablemente en pena ya que a partir de ese momento se va
a regir por el Derecho Penitenciario bajo el control de legalidad del
Juez de Vigilancia Penitenciaria, con lo cual se puede considerar co-
mo una sustitución legal imperativa de medida por pena. Tal trans-
formación no está justificada ya que el tratamiento educativo que
podía estar desarrollándose en el centro de internamiento juvenil es
muy difícil que pueda seguir en el centro de adultos por no poderse
mantener la intervención especializada, de ahí que con el paso del
menor a la prisión se aplicará la legislación penitenciaria en blo-
que18, desde el tratamiento hasta las disciplina.
La SAP Sevilla 1.10.2004(ARP 2004/763) al rechazar la posible
inconstitucionalidad del anterior art. 15.2 (actualmente art. 14) de-
fiende como razones para su aplicación que la naturaleza educativa
de las medidas a los veintitrés años no es igual de efectiva que en
un menor de dieciséis por lo que requieren nuevas medidas y que en
interés del menor y de los educadores no es conveniente compatibi-
lizar la presencia de menores de catorce y mayores de veintitrés por
los problemas que pueden tener las Entidades Públicas para crear y
mantener centros de internamiento adecuados para estada edades y
hacerlos compatibles con estos menores de catorce, con lo cual está
utilizando las razones antes señaladas: eficacia de la medida y segu-
ridad de los centros.

18
Nistal Burón J “El cumplimiento en Centros penitenciarios de la medida de
internamiento impuesta a los menores infractores al alcanzar la mayoría
de edad. Problemática jurídica” Diario La Ley Nº 6664, Año XXVIII, 5 Mar.
2007 pág. 349-371.
46 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

En la actualidad esta continuación del cumplimiento de cualquier


medida de internamiento en un centro penitenciario debe estar so-
metida a los siguientes requisitos:
– lo decide el Juez de Menores si la conducta del menor interna-
do no responde a los objetivos propuestos en la sentencia, ya
que de lo contrario deben seguir en el centro de internamiento.
En esta decisión es fundamental el informe del equipo técni-
co ya que la consecución de los objetivos propuestos requiere
un análisis del programa de ejecución y de la evolución de la
personalidad del menor, por ello sólo en caso de una evidente
inadaptación, no respeto de las normas, involución de la per-
sonalidad … se debería optar por el traslado al centro peniten-
ciario, sin que deba tener repercusión alguna la gravedad de
los delitos cometidos ni mucho menos la alarma social creada
por los hechos delictivos.
– se ha de oír al Ministerio Fiscal, el letrado del menor, el equipo
técnico y la entidad pública de protección o reforma de meno-
res, con lo cual se ha mejorado el procedimiento ya que antes
no era preceptivo oír al equipo técnico de la Entidad Pública
ni al letrado del menor, causando con ello una evidente inde-
fensión. En estos nuevos requisitos la LORRPM ha optado por
darle un peso específico a todos los agentes intervinientes en
el proceso lo que le aleja de ser una figura discrecional y uni-
lateral del Juez.
– el Juez puede hacer uso de los arts.13 y 51 para modificar la
medida, y en ese caso no se produce el ingreso en prisión, pero
para ello ha de respetar los plazos del art. 10, es decir un año
y la mitad de la condena en los casos de extrema gravedad y
delitos graves respectivamente. Si para el traslado al centro
penitenciario se ha dado prioridad al informe del equipo técni-
co, en la utilización de los mecanismos de sustitución también
debe ser así, de esta manera si con el cumplimiento de otra
medida puede ser suficiente para conseguir los mismos objeti-
vos educativos el Juez debe hacer uso de los arts. 13 y 51, sin
embargo si el internamiento sigue siendo necesario se optará
por mantenerlo en el centro de menores con la posibilidad de
reducir su duración.
El mayor inconveniente del texto actual es que se adelanta a los
dieciocho años, si bien se le ha dotado de mayor seguridad jurídica
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 47

al incluir la audiencia de los sujetos mencionados y condicionarlo a


que no se hayan conseguido los objetivos propuestos en la sentencia;
en este último caso, sin embargo, lo lógico es que si no se alcanzan
los objetivos propuestos se le preste una atención especializada y no
una remisión a su tratamiento como adulto. El riesgo que se corre
con esta posibilidad es que además de ser un concepto indetermina-
do, su aplicación recaiga más sobre la gravedad del delito cometido
que sobre las necesidades educativas del joven.
En cuanto a los mayores de veintiún años es una previsión im-
perativa, con las mismas garantías anteriormente señaladas, salvo
que el Juez decida sustituir, o entienda que el menor puede conti-
nuar en el centro.
Actualmente el art. 14.2 se refiere a “cumplimiento en centro
penitenciario conforme al régimen general previsto en la LOGP”, lo
que parece no limitarse como anteriormente al régimen ordinario o
segundo grado sino a lo que corresponda a las características perso-
nales del menor como exigen los criterios de clasificación peniten-
ciaria.
En términos penitenciarios se considera jóvenes a los que no
han cumplido veintiún años y excepcionalmente veinticinco (art.
9.2 LOGP), el régimen penitenciario de estos sujetos se regula en
el art. 173 RP con una serie de programas específicos dirigidos a la
formación integral entre los cuales destacan la formación laboral, la
formación para el ocio y la cultural la educación física y el deporte
y las problemáticas de tipo psicosocial como las drogodependencias.
Estos departamentos permiten la clasificación en primero, segundo
o tercer grado, art. 176 RP, lo que significa la posible aplicación del
art. 10 LOGP que regula los departamentos especiales para los pe-
nados calificados de peligrosidad extrema o inadaptación a los regí-
menes ordinario y abierto. Por otro lado su permanencia en centros
penitenciarios conlleva la sumisión al régimen disciplinario con la
posibilidad de cumplir sanciones como la de aislamiento.
Ni la LORRPM actual ni su Reglamento aclaran si al llegar al
centro penitenciario se les clasificará, si podrán ser sancionados o
si podrán convivir con jóvenes que cumplan pena de prisión. Parece
que su origen de medida de internamiento debería conducir a res-
ponder negativamente a todas estas preguntas, pero dada la imposi-
bilidad de su separación absoluta dentro de prisión es previsible que
se haga uso de todas estas figuras de Derecho Penitenciario.
48 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

El RM sólo dispone en su art. 8.5 que la competencia para la


ejecución de una medida de internamiento en un centro penitencia-
rio compete a la Administración Penitenciaria, salvo las facultades
propias del Juez de Menores competente, lo que parece referirse ex-
clusivamente a las de los arts. 13 y 51 LORRPM que señala el propio
art. 14.3.
Como anteriormente ya se ha expuesto, hubiera sido preferible
optar por una completa separación de estos jóvenes del resto de me-
nores, cuya convivencia no es en absoluto adecuada, sin necesidad de
enviarlos a prisión; optar por lo contrario implica asumir que los in-
discutibles efectos criminógenos de la prisión pueden desperdiciar los
logros conseguidos durante el cumplimiento de la medida juvenil.
En todo caso, el paso de los jóvenes a los centros penitenciarios no
debería ser de manera automática al régimen ordinario, por más que
sea el régimen general en el que están los internos no clasificados,
ya que aunque el menor proceda de un internamiento cerrado deben
valorarse sus características personales para incluirlo en el régimen
más adecuado a sus circunstancias. En la redacción anterior, al re-
ferirse a todo tipo de internamientos y remitir necesariamente al
régimen ordinario podía producirse un grave perjuicio si el menor
procedía de un centro abierto o semiabierto por la pérdida de dere-
chos ya obtenidos como por ejemplo las salidas al exterior, esto ya no
ocurrirá por limitarse exclusivamente esta figura en la actualidad a
los internamientos cerrados, sin embargo, lo que si podrá ocurrir es
que el menor hasta que no sea clasificado en tercer grado no podrá
optar a la libertad condicional, pudiendo sufrir un grave perjuicio
si eso sucede más tarde de lo señalado inicialmente por el Juez de
Menores en la sentencia al distinguir en la medida de internamiento
el correspondiente periodo de libertad vigilada, perjuicio sólo evita-
ble si el Juez de Menores hace uso de la sustitución, lo que por otra
parte no deja de ser un fraude legal.
La decisión del traslado al centro penitenciario corresponde ex-
clusivamente al Juez de Menores, lo que exige delimitar las compe-
tencias que este órgano judicial va a conservar después del traslado
del menor al centro penitenciario ya que se ha de diferenciar el con-
trol de la evolución del programa educativo del control del cumpli-
miento de la medida de internamiento.
En el primer supuesto las competencias son del Juez de Menores
ya que sigue siendo el competente para decidir la sustitución, re-
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 49

ducción o suspensión de la medida de la LORRPM y de todas las


funciones asignadas al Tribunal sentenciador, como ahora señala
expresamente el art. 44.3 LORRPM; en este apartado no se puede
incluir la concesión de permisos o comunicaciones aunque influyan
en el tratamiento del menor, ya que están ligadas a la ejecución.
En el segundo supuesto el control de la medida (aunque en reali-
dad se va a cumplir como una pena de prisión) ha de ser del Juez de
Vigilancia que asume las funciones del Juez de Menores como resol-
ver recursos, peticiones y quejas, salvaguardar derechos y controlar
a la Administración, así como todas las funciones relativas al trata-
miento, régimen penitenciario, seguridad y disciplina, clasificación y
libertad condicional, lo que defendieron los Jueces de Vigilancia en
su XII reunión celebrada en Madrid Enero 2003. De esta manera los
Jueces de Vigilancia mantendrían respecto a los menores todas las
competencias del art. 76 LOGP es decir derechos fundamentales, pe-
ticiones y quejas sobre legalidad Administración y régimen de vida,
disciplina, tratamiento, clasificación, permisos y libertad condicional,
es decir todas las incidencias de ejecución reguladas por el Derecho
Penitenciario, mientras que el Juez de Menores sólo conservaría las
competencias de los arts 13 y 51 LORRPM, ya que lo que en ningún
caso cabe es que el Juez de menores aplique la LOGP.
Tras esta conversión de la medida de internamiento en pena de
prisión las diferencias más importantes con las que se va a encon-
trar el menor son las siguientes:
En el régimen de cumplimiento de los internamientos no hay cla-
sificación en grados sino decisión del Juez de Menores de cambio de
un centro a otro por vía de la sustitución que queda bajo su com-
petencia discrecional salvo en los casos de internamiento cerrado
obligatorio. En adultos sin embargo la clasificación en grado cerra-
do, semiabierto o abierto corresponde a la DGIP previa propuesta
de la Junta de Tratamiento, de esta manera el Juez de Vigilancia
Penitenciaria sólo interviene por vía de recurso. Los plazos de un
año y mitad de la condena de la LORRPM eran más estrictos que la
previsión de la LOGP de progresión al tercer grado, aunque la Ley
7/2003 de reforma de CP los ha igualado con la exigencia del periodo
de seguridad.
La participación en las actividades formativas, educativas y la-
borales se regula entre las obligaciones de los menores internados
50 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

del art. 57 h) LORRPM mientras que el tratamiento penitenciario de


adultos se caracteriza por su voluntariedad, art. 61 LOGP.
Los permisos de salida se generalizan a todos los menores, in-
clusive los internados en centros cerrados, si lo autoriza el Juez de
Menores, algo imposible en adultos ya que el régimen cerrado no
permite más permisos que los extraordinarios. El órgano competen-
te para conceder permisos puede ser unipersonal ya que depende
de lo que cada Comunidad Autónoma establezca, mientras que en
adultos siempre es colectivo al ser la Junta de Tratamiento la com-
petente para proponer a la DGIP la concesión de todos los permisos,
salvo los extraordinarios y los de más de dos días que los autoriza el
Juez de Vigilancia. Por lo que respecta a la regulación de los criterios
de concesión, en el caso de los menores se recoge en el Reglamento
mientras que para los adultos se ha dejado a una Circular de la
DGIP.
La regulación del régimen disciplinario es mucho más flexible
en menores que en adultos ya que además de que todas las san-
ciones se pueden dejar sin efecto o suspender, se ha dado entrada
a la mediación. Sin embargo, al igual que en el supuesto anterior,
la posibilidad de que el órgano competente sea unipersonal supone
menores garantías que en adultos, ya que en éstos es la Comisión
disciplinaria el órgano competente para imponer sanciones. La con-
tradicción actual entre las leyes de las Comunidades Autónomas y
el Reglamento de Menores en materia disciplinaria ha de corregirse
para evitar desajustes normativos.
El número de educadores en los centros de menores es muy su-
perior al número de funcionarios en los centros penitenciarios ya
que si en el primer caso la ratio suele estar entre 1-2 educadores
por menor, en el segundo caso no suele pasar de un 0.3 el número
de funcionarios por interno; si a eso se le suma el coste medio diario
por interno en un centro de menores y en un centro penitenciario,
doscientos euros de media en el primer caso y treinta y tres euros
de media en el segundo caso, es evidente que el trato y condiciones
no puede ser el mismo en un lugar y en el otro, con lo cual el paso
del menor a un centro penitenciario va a llevar a un retroceso en su
tratamiento19.

19
Ortiz González, A. “Análisis legal y reglamentario de las medidas privati-
vas de libertad. Especial consideración a las condiciones del internamien-
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL .... 51

En definitiva, la previsión legal que remite a los menores some-


tidos a una medida de internamiento a los centros penitenciarios al
cumplir dieciocho o veintiun años contradice la normas internacio-
nales sobre la materia como la Convención sobre los derechos del
niño de 1989, las Reglas de Beijing de 29 de Noviembre de 1985, y la
Reglas de la ONU para menores privados de libertad de 1990, entre
otras, ya que en todas ellas el internamiento ha de ser el último re-
curso y lo más breve posible, por ello la posibilidad de internamien-
tos máximos de diez años que terminen de cumplirse en centros pe-
nitenciarios de adultos no se ajusta a tales criterios de intervención
mínima. Además, si esta figura está pensando en que la intervención
educativa propia de los centros de menores no es adecuada para jó-
venes que alcancen la mayoría de edad, lo más correcto sería la crea-
ción de centros específicos para jóvenes o secciones estrictamente
separadas en los centros de menores, con un tratamiento adecuado
para su edad y circunstancias, ya que su integración en el régimen
carcelario puede favorecer la carrera criminal.
En todo caso, para respetar el principio de vigencia de esta norma
hay que partir del criterio general de la LORRPM de prioridad del
interés del menor, reservándola para los casos más graves, no por
la importancia del delito, sino porque la personalidad del menor re-
quiera continuar la intervención, ya que cuando sea posible, el Juez
de Menores antes de hacer uso de esta figura, ha de valorar si man-
tiene el internamiento, se deja sin efecto o se sustituye la medida de
internamiento por otra diferente.

to en centro cerrado según las actuaciones realizadas desde el Defensor


del Pueblo”, en Cuadernos de Derecho Judicial XXV 2005 (Dtor. F. Pantoja
García) La ley de responsabilidad penal del menor: situación actual. pág.
62.
Capítulo 2
REGLAS DE APLICACIÓN JUDICIAL

2.1. Criterios de selección


Son varios los autores1 que destacan en el Derecho Penal de
menores la estrecha conexión entre la fase de determinación judi-
cial de la medida y la fase de su ejecución, no sólo porque ambas
actividades recaen sobre los mismos órganos jurisdiccionales, si-
no porque los principios inspiradores de las mismas son coinci-
dentes y por tanto hay una continua relación entre ellas, vgr. a
través de las figuras de inejecución o modificación que pueden ser
adoptadas a lo largo de toda la ejecución.
Una de las características más importantes del Derecho Penal
de menores es que, a diferencia del de adultos, no hay correspon-
dencia entre el tipo de delito cometido y la medida a imponer,
por lo tanto el Juez ha de elegir la que considere más apropiada
de las contenidas en el catalogo del art. 7 LORRPM. Esto que a
priori puede parecer un exponente más de arbitrio judicial, se
perfila como una compleja decisión compuesta por la combinación
de argumentos jurídicos y educativos lejos del automatismo del
Código Penal.
Como orientación a la decisión judicial de elección de la medi-
da más adecuada, tanto de la normativa internacional como de la
LORRPM, se pueden extraer las siguientes directrices generales:
a) la medida no privativa de libertad siempre ha de ser prefe-
rente a la de internamiento que ha de quedar como último recur-
so, según se establece en las Reglas de Beijing de 1985.
b) en la elección de la medida más adecuada se debe atender
de modo flexible a la prueba y valoración jurídica de los hechos,
especialmente a la edad, circunstancias familiares y sociales, la
personalidad y el interés menor, art. 7.3 LORRPM, lo que deja
fuera a la gravedad del hecho como criterio preferente; los dos
últimos criterios se han de basar en los informes de los equipos
técnicos y entidades públicas de protección y reforma de menores,

1
Entre otros, Cuello Contreras, Guinarte Cabada…
54 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

siempre que el menor anteriormente haya cumplido una medida


cautelar o definitiva, ya que son quienes conocen con mayor profun-
didad la situación del menor, sus necesidades educativas y el entor-
no circundante. Parece que el único criterio que hace referencia al
momento de los hechos es el primero (prueba y valoración jurídica
de los hechos) ya que el resto han de ser valorados en el momento
de imponer la sanción, tratándose de elegir la más adecuada para la
intervención educativa del menor, no para la compensación por los
hechos cometidos, lo que viene ratificado por las numerosas figuras
que permiten adaptar la sanción a la evolución y necesidades del
menor.
c) la medida no puede ser más grave, entendida como mayor res-
tricción de derechos, (en este aspecto hay que tener en cuenta que
el art. 7 LORRPM las regula por orden de gravedad) ni de mayor
duración que la solicitada por el Ministerio Fiscal o el acusador par-
ticular, en virtud del principio acusatorio. De esta manera vgr.
si el Ministerio Fiscal solicita asistencia a un centro de día por un
año, ni se puede imponer internamiento de seis meses (mayor res-
tricción) ni libertad vigilada por dos años (mayor duración), aunque
a veces esta comparación es dudosa ya que en alguna ocasión se ha
considerado más gravoso el internamiento abierto de seis meses im-
puesto por el Juez que el internamiento semiabierto de cuatro meses
solicitado por el Ministerio Fiscal, SAP Murcia 19.1.2004. Esta pro-
hibición actúa como garantía pero también es una gran limitación a
la inicial discrecionalidad judicial que inspira toda la LORRPM en
virtud el principio de flexibilidad.
Un segundo aspecto de este principio es que la duración de la
medida privativa de libertad tampoco puede exceder del tiempo que
hubiera durado la pena privativa de libertad si se hubiera tratado
de un adulto (art. 8.2 LORRPM), lo que podría extenderse a todo tipo
de medidas homogéneas, pese a la oposición de la Circular 1/2000
de la FGE, ya que en estos casos puede nos ser conveniente limitar
tanto la decisión judicial para dar prioridad al interés del menor.
Esta dependencia de la medida juvenil respecto a la hipotética pe-
na del adulto, que ha de entenderse de la pena en concreto, no en
abstracto, no deja de resultar discutible ya que la ausencia de una
correspondencia entre delito y sanción en el Derecho de Menores
y la preferencia de distintos fines en la sanción provoca que pueda
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 55

ser difícil su comparación2. A pesar de ello, es una referencia que los


Tribunales deben respetar como límite máximo de la medida, como
señala la SAP Barcelona 9.1.2003 al revocar parcialmente una me-
dida de internamiento semiabierto de nueve meses de duración por
una tentativa inacabada de robo con fuerza en las cosas, que a un
adulto le hubiera supuesto una pena de tres a seis meses de prisión
(en este caso señala el Tribunal que hubieran sido cuatro meses por
no haber razones para imponer su grado máximo) sustituible por
arresto fin de semana3 (que concreta el Tribunal en treinta y dos),
por una medida de permanencia de veinte fines de semana, ya que
la situación de riesgo del menor no justifica la imposición de una
medida no prevista legalmente.
Requisito previo de este último aspecto es que tampoco se podrá
imponer una medida de internamiento por la comisión de un delito
que en el Código Penal no tenga prevista pena de prisión para loa
adultos, ya que aunque sólo se declare que no ha de ser superior la
duración está implícitamente indicando que sólo se imponga inter-
namiento (o cualquier privación de libertad) si en adultos también
correspondería una sanción privativa de libertad.
d) finalmente en toda operación de aplicación y determinación ju-
dicial se han de tener en cuenta los fines específicos de las sanciones
en el Derecho Penal de menores:
– la retribución debe tener un papel secundario por la finalidad
educativa de las medidas y por la variedad de alternativas a su
imposición y ejecución, sin embargo pese a que la Exposición
de Motivos rechaza el carácter represivo de las medidas, hay
numerosas menciones en el texto a la gravedad del hecho co-
metido.
– la prevención general no parece adecuada ya que la inmadu-
rez de los menores les impide sentirse amenazados por las
normas, lo que provoca que la propia Exposición de Motivos
excluya el carácter intimidatorio, y su carácter integrador en
los menores es todavía más rechazable que en adultos si da

2
Landrove Díaz, G. Introducción al Derecho Penal de Menores. Valencia 2007
pág. 91.
3
La L.O. 7/2003 de reforma del CP suprimió el arresto fin de semana del
listado de penas y desde entonces la sustitución de la pena de prisión lo es
por multa o trabajos en beneficios de la comunidad, art. 88 CP.
56 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

lugar a utilizar los instrumentos penales como medio educati-


vo, pese a ello el aumento de la duración de las medidas y los
límites concursales parecen responder a esta finalidad puni-
tiva. Es destacable en este aspecto que haya desaparecido del
art. 28.2 LORRPM la referencia a la alarma social como crite-
rio orientativo de la medida cautelar de internamiento ya que
como señalaba la Instrucción 10/2005 FGE de 6 de Octubre
no se podía aplicar con la actual interpretación del Tribunal
Constitucional en el ámbito de la prisión preventiva.
– de esta manera sólo queda la prevención especial como crite-
rio nuclear en la elección de la medida, ya que su finalidad es
evitar que el menor en futuro cometa delitos a través de una
intervención educativa no represora.
Esta aparente contradicción entre los fines punitivos con prefe-
rencia expresa hacia la prevención especial, es constantemente ma-
tizada por los Jueces y Tribunales cuando se trata de elegir la medi-
da más adecuada para hechos de especial consideración, con ello da
la impresión que cuando son hechos no especialmente importantes
(robo, lesiones…) los Jueces no dudan al optar por este criterio pre-
ferencial educativo, pero sin embargo cuando se trata de hechos más
importantes (homicidio, libertad sexual…) se acogen a los abundan-
tes postulados vinculados a la proporcionalidad y la prevención ge-
neral, lo que no hace más que recordar el indudable espacio punitivo
en el que nos encontramos.
Como una muestra de valoración de los hechos combinada con la
necesidad educativa para seleccionar la medida a imponer, la SAP
Guipúzcoa 15.7.2005 sobre un supuesto de acoso escolar cometido
por varios menores sobre un compañero de colegio argumenta:
“La crueldad de su comportamiento denota la necesidad de acudir a una medida
que integre en su seno los diversos planos que debe satisfacer la respuesta judicial a
un comportamiento de las características del enjuiciado. A saber:

a.- ratificar la importancia del respeto a la dignidad y la salud de todos los menores
que se integran en el medio escolar,
b.- desaprobar la conducta vejatoria y lesiva protagonizada mediante la transmisión
de un mensaje explícito de reprobación del comportamiento perceptible por el destina-
tario de la medida,
c.- reconocer la significación del sufrimiento infligido a la víctima y a su entorno
familiar y
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 57

d.- crear un marco de contención educativo que, a través de la responsabilización


por la conducta desarrollada, evite que los menores vuelvan a humillar, vejar y dañar.
Este elenco de objetivos, que dota de contenido a la valoración jurídica de los
hechos, se cumple con la medida de internamiento, dado que la estructura familiar se
ha revelado como un ámbito insuficiente para servir de marco de contención de los
menores (vertiente preventiva) e inadecuado para transmitir un explícito mensaje de
‘responsabilización’ de los menores por la conducta de grave afección de la dignidad y
la salud mental de Jorge protagonizada (vertiente reactiva).
El posicionamiento de las estructuras familiares ante los graves hechos cometidos
por los menores pone de manifiesto su falta de idoneidad actual para servir de ámbito
de interiorización de la significación de la conducta protagonizada… se infravalora la
significación de la conducta vejatoria y dañosa protagonizada por los agresores, se
duda de la racionalidad del comportamiento de la víctima y se pone en tela de juicio el
modo de actuación de los padres de la víctima además de mostrar una falta de empatía
con el sufrimiento de la víctima y su familia… se ‘desresponsabiliza’ a los menores
agresores…”

Como desarrollo de los criterios generales anteriormente señala-


dos, la LORRPM también indica unos criterios algo más concretos,
que a veces dejan de ser una orientación al Juez para pasar a ser
una imposición con escaso margen de maniobra, lo que contradice la
flexibilidad específica de la Ley.
Estos criterios concretos se regulan en el art. 9 y 10 LORRPM:
1.- clase y gravedad de los delitos:
En las faltas sólo cabe imponer las siguientes medidas:
– libertad vigilada hasta seis meses
– amonestación
– permanencia de fin de semana hasta un máximo de cuatro
fines de semana
– prestaciones en favor de la comunidad hasta cincuenta horas
– privación del permiso de conducir u otras licencias adminis-
trativas hasta un año
– prohibición de aproximarse o comunicarse con la víctima o fa-
miliares hasta seis meses
– realización de tareas socioeducativas hasta seis meses.
Este listado se ha ampliado considerablemente en la reforma de
la Ley 8/2006, ya que anteriormente las medidas que podían ser im-
puestas en caso de falta eran escasas, al no permitir ni la libertad
vigilada ni las tareas socioeducativas pese a su evidente carácter
58 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

educativo; con ello, aunque pueda parecer que se amplían o endu-


recen las medidas, lo relevante es el mayor elenco de medidas que
tiene el Juez para elegir, lo que facilita que se adapte su decisión a
las necesidades del menor, y que se hayan incorporado medidas con
un indiscutible contenido educativo. En las faltas todos los interna-
mientos están excluidos, incluso los terapéuticos, por ello si se die-
ran necesidades asistenciales o terapéuticas por la inimputabilidad
del menor sólo se podría acudir al internamiento como medida de
protección previsto en el art. 763 LEC; la Circular 1/2007 FGE pro-
pone para estos casos imponer tratamiento ambulatorio ya que de lo
contrario no se podría imponer otra medida en virtud de los arts. 9.1
y 9.5 LORRPM, sin embargo esto contradice la interpretación exten-
siva del art. 8.2 LORRPM que no permite imponer ninguna medida
que no se hubiera podido imponer a los adultos ya que en ellos el art.
95 CP restringe las medidas de seguridad para inimputables a la
comisión de delitos, excluyéndolas por tanto para las faltas.
Hay que tener en cuenta que la diferencia entre delito y falta
en algunos delitos es objetiva, vgr, en el hurto es que la cantidad
sustraída sea inferior a 400 euros, mientras que en otros queda a
la discrecionalidad judicial: golpear sin causar lesión en las faltas
de lesiones(art. 617 CP), amenazas, coacciones, injurias o vejaciones
de carácter leve (art. 620 CP), sin olvidar que la comisión de cuatro
infracciones de faltas de lesiones, faltas de hurtos o faltas de hurto
y robo con fuerza en las cosas de vehículo de motor se convierten en
delito, lo que es consecuencia de la falta de autonomía del Derecho
de menores respecto al Derecho Penal de adultos sin permitir esta-
blecer diferencias entre las necesidades punitivas de ambos4.
En todos los delitos graves se puede imponer internamiento ce-
rrado, entendiendo como tales los castigados con penas graves según
señala el art. 13.1 CP, entre ellas las de prisión de más de cinco años,
sin tener relevancia en este caso el medio comisivo y teniendo en
cuenta que penas graves no son solamente las de prisión.
En las agresiones leves o vandalismo fin de semana: la Exposición
de Motivos aconseja la permanencia de fin de semana

4
Gómez Rivero, M.C. Comentarios a la Ley Penal del Menor Madrid 2007
pág. 138.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 59

En los casos de imprudencia se excluye expresamente el interna-


miento cerrado, art. 9.4
En los casos en los que el internamiento cerrado es potestativo
(delitos graves, delitos menos graves cometidos con violencia e inti-
midación, delitos cometidos en grupo…) pasa a ser obligatorio si los
hechos revisten extrema gravedad (reincidencia siempre); además
si se trata de delitos de homicidio, asesinato, agresiones sexuales5 o
terrorismo también el internamiento cerrado es obligatorio seguido
de unos plazos determinados de libertad vigilada.
Exclusivamente para terrorismo: inhabilitación absoluta
2.- forma de comisión:
a) Los delitos menos graves si son cometidos con violencia e inti-
midación en las personas o han generado grave riesgo para la vida o
integridad de las mismas permiten el internamiento cerrado.
Con esta expresión se limita a los delitos considerados menos
graves con arreglo al art. 33 del Código Penal, entre ellos los castiga-
dos con pena de prisión de menos de cinco años. La expresión grave
riesgo para la vida o integridad de las personas puede extenderse
claramente a delitos como lesiones o robo con violencia e intimida-
ción, pero ha dado pronunciamientos judiciales contradictorios en
los delitos relativos a las drogas tóxicas ya que mientras en unos
casos se consideran que afectan a la salud pública y por tanto no
permiten el internamiento cerrado (SAP Las Palmas 12.9.2001), en
otros (SAP La Rioja 7.2.2003) se considera que suponen un peligro
potencial claro para la salud e integridad de las personas acordando
el mantenimiento del internamiento cerrado6 e incluso en otros lo
excluye si se trata de drogas que no causan grave daño a la salud
como los derivados del cannabis (SAP Cádiz 28.5.2002). Esto es im-
portante ya que si se trata de sustancias que causan grave daño a
la salud la pena de prisión a imponer oscila entre tres y nueve años
de duración y por tanto en virtud del art. 13.4 CP es siempre grave,

5
Se ha de entender como tal el delito de violación del art. 179 y los tipos
cualificados de violación y agresiones sexuales del art. 180 CP, y no los tipos
básicos del art. 178.
6
Ortiz González, L. “La figura del Defensor del Pueblo y actuaciones con
las personas privadas de libertad”. Cuadernos de Derecho Judicial XXII
Derecho Penitenciario: incidencia de las nuevas modificaciones, pág. 322-
323.
60 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

mientras que si se trata de sustancias que no causan grave daño a la


salud se castiga con pena de uno a tres años de prisión, lo que com-
porta que sea menos grave. En cuanto al delito de robo con fuerza en
las cosas, menos grave por llevar asignada una pena de uno a tres
años de prisión, no estaría permitida la medida de internamiento
cerrado por no incluir los delitos en los que ha habido fuerza en las
cosas, lo que ha sido cuestionado por la memoria del FGE de 2003.
Estos mismos casos si se consideran de extrema gravedad y son
cometidos por mayores de dieciséis años, sin embargo, conducen al
internamiento cerrado obligatorio seguido de un plazo determinado
de libertad vigilada, teniendo en cuenta que la reincidencia siempre
es considerada como supuesto de extrema gravedad, como más ade-
lante se analiza. La alusión a extrema gravedad parece referirse a
los hechos y no a las circunstancias del menor, si bien no debe sola-
parse con los hechos especialmente descritos en el párrafo segundo
del mismo artículo.
b) Los hechos calificados como delito (no falta) cometidos en grupo
o si el menor pertenece o actúa al servicio de bandas, organizaciones o
asociaciones, incluso de carácter transitorio, dedicadas a actividades
delictivas también permiten el internamiento cerrado.
En este caso se trata de cualquier delito sea grave o menos grave
y aunque no haya habido violencia o intimidación. Este supuesto ha
surgido con la reforma de la Ley 8/2006 y se debe al incremento de
las bandas juveniles7, dando lugar a varias cuestiones, en primer
lugar la concreción del concepto de banda juvenil y su diferencia con
la actuación en grupo, en segundo lugar su fundamentación y en
tercer lugar si ello implica alguna diferenciación en el cumplimiento
del internamiento.
En cuanto al primer aspecto, hay que tener en cuenta que no toda
actuación en grupo debe conducir a la posibilidad de imposición del
internamiento cerrado sino que ha de limitarse a través de la inter-
pretación restrictiva del término banda juvenil, diferenciándolo de

7
Vid al respecto Cervelló Donderis, V. “La actuación en grupo en la legisla-
ción penal juvenil: reflexión sobre las bandas latinas” en Bandas latinas
y graffitis (en prensa) y “El principio de no diferencia con adultos en la
actuación en grupo de los menores de edad”. Constitución, derechos funda-
mentales y sistema penal. Estudios con motivo del setenta aniversario del
Prof. T.S. Vives Antón. Valencia 2009.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 61

figuras afines como pandillas o grupos y delimitando las diferencias


con conductas delictivas autónomas como las asociaciones ilícitas.
De esta manera grupos juveniles son las uniones más o menos esta-
bles de menores y jóvenes que se forman con la finalidad de realizar
una serie de actividades en común, si se trata de actividades lúdicas
más o menos legales entrarían dentro del concepto de pandillas y
si se unen para la realización de actividades desviadas o delictivas
se estaría ya en el fenómeno de las bandas juveniles delictivas. En
ellas el delito es una manifestación de la cohesión del grupo pero
no una finalidad del grupo, lo que exige interpretar la actuación en
grupo de una manera muy restrictiva por ser una forma habitual de
socialización entre los menores de edad dada la “idiosincrasia de la
delincuencia juvenil” en la que está muy generalizada la actuación
en grupo como algo normal sin que responda siempre a una tipología
criminológica específica8.
En este mismo sentido la Circular FGE 1/2007 señala “la ex-
traordinaria amplitud de la letra 9.2 c) (actuaciones en grupo), en
una interpretación literal permitiría incluir fenómenos delictivos no
susceptibles de reconducirse a fórmulas especialmente criminógenas,
por lo que ha de ser objeto de una exégesis restrictiva que deje fuera
supuestos en los que la actuación colectiva no revista especial lesivi-
dad y no sea mas que una manifestación de las tendencias grupales
tan frecuentes durante la adolescencia. De hecho, desde una perspec-
tiva criminológica debe tenerse en cuenta que los menores infractores
con frecuencia cometen delitos en grupo, en el que cada menor adopta
un papel distinto, unos como líderes, otros simplemente siguiéndo-
les e incluso a veces los menores son llevados a situaciones sin que
previamente hubiera habido planificación ni conocimiento, siendo en
ocasiones difícil deslindar quienes son autores o cómplices y quienes
están fuera del perímetro delictivo”. El voto particular al informe del
CGPJ al Anteproyecto de reforma de la LORRPM manifestaba que
con ello “no sólo se desconoce el comportamiento grupal de los meno-
res sino que supone una discriminación con los adultos ya que por si
mismo no produce efectos jurídicos específicos, salvo en algunos tipos
penales también aplicables a menores”.
En cuanto a la referencia a la pertenencia o actuación al ser-
vicio de bandas, organizaciones o asociaciones, incluso de carácter

8
De Urbano Castrillo /De la Rosa Cortina op. cit. pág. 91.
62 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

transitorio, dedicadas a actividades delictivas, se aproxima al delito


de asociaciones ilícitas regulado en el art. 515 CP9, sin embargo se
diferencia en que están dedicadas a la realización de actividades
delictivas sin el carácter de permanencia, lo que supone algo más
que el grupo de socialización anteriormente descrito ya que implica
finalidad delictiva y frecuencia de hechos como criterio probatorio de
pertenencia a la banda, pero algo menos que las bandas organiza-
das con carácter de permanencia, estructura y jerarquía que además
pueden dar lugar a la responsabilidad por un delito de asociaciones
ilícitas. En este último caso se han de exigir todos los requisitos típi-
cos del mismo, es decir, asociación de al menos tres personas, perma-
nencia, organización, estructura jerárquica y fines delictivos, ya que
no cualquier asociación o grupo de menores puede ser considerada
como asociación ilícita. Estas razones han llevado a los Tribunales
a considerar a las bandas latinas como asociaciones ilícitas por res-
ponder a las notas de “carácter estable, organizado, con jerarquía
interna y promover la comisión de delitos, especialmente contra las
bandas rivales” SAP Madrid 453/2006 de 28 de Noviembre, SAP
Madrid 72/2007 de 30 de Marzo, entre otras.
En todo caso, la posibilidad de internamiento cerrado viene dada
por un lado de la actuación en grupo (entendido como actuación de
al menos tres personas y de manera restrictiva para no generalizar
algo habitual en la manera de proceder de los menores) y por otro,
por la pertenencia o actuación al servicio de bandas, organizaciones
o asociaciones, aunque tengan carácter transitorio (lo que se ha de
distinguir del delito de asociaciones ilícitas que exige un carácter de
permanencia), de esta manera se ha de separar la finalidad crimino-
lógica de este precepto que indica factores fácticos a tener en cuenta,
junto a otros, para decidir la conveniencia de internamiento cerrado,
con la finalidad típica de la descripción del delito de asociaciones
ilícitas en el Código Penal10.

9
Fernández Hernández, A. “Las bandas latinas en España: una problemá-
tica emergente”. Estudios sobre la responsabilidad penal del menor Coord.
J.L. González Cussac/MªL. Cuerda Arnau. Barcelona 2006 pág. 278 y 302.
10
Cuerda Arnau, MªL. “Delincuencia juvenil y actuación en grupo: acoso esco-
lar y bandas juveniles” en Retos de la política criminal actual REGASP nº
9 Xunta de Galicia pág. 163.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 63

Las razones que han llevado al legislador a incluir este párrafo


se deben a la proliferación de bandas juveniles, especialmente las
bandas latinas que aparecieron en el año 2000 con la comisión de
graves hechos delictivos, decantándose por su tratamiento exclusi-
vamente punitivo y descartando con ello una intervención preventi-
va o educativa. La justificación de su regulación se debe a una mayor
peligrosidad para el bien jurídico de los delitos cometidos dado que
la actuación en grupo puede debilitar la defensa de la víctima, sin
embargo se ha optado porque la consecuencia de esta situación se
refleje sólo en la posibilidad de imponer el internamiento cerrado.
En este sentido hay que tener en cuenta que además de que el in-
ternamiento cerrado en este caso es potestativo y por ello queda en
manos del Juez la valoración de la relevancia de la actuación en
grupo o banda para diferenciarlo de la comisión en pandillas propia
de la delincuencia juvenil, no se debe confundir con la presencia de
violencia o agresividad, extrema gravedad o delitos graves que ya
tienen una mención específica en las reglas de medición judicial, es-
to es importante ya que generalizar su valoración en todos los casos
en los que se actúa en grupo sería un trato discriminatorio respecto
a los adultos, ya que el Código Penal no recoge alguna figura simi-
lar, pudiendo suponer, además, una preferencia del modus operandi
sobre la gravedad de los hechos delictivos que puede distorsionar la
importancia de los hechos de forma global.
Por ello la opción de internamiento cerrado por el Juez supone
valorar no sólo la actuación en grupo o pertenencia a banda, sino la
necesidad del internamiento por las características del menor, vgr.
la conveniencia de apartarlo del grupo, evitar presiones grupales,
necesidad de una intervención especial por la personalidad del me-
nor… Entre las sentencias que se detienen sobre las características
del menor para justificar el internamiento, la SAP Madrid 72/2007
de 30 de Marzo menciona respecto a los distintos menores conde-
nados las dificultades empáticas, no aceptación de las críticas, du-
reza emocional, personalidad fría y distante, rasgos impulsivos con
escasa reflexión, vulnerabilidad ante la presión del grupo por baja
autoestima, falta de asunción de las consecuencias de sus actos, di-
fusión del estado de identidad… todo ello conduce a una situación de
riesgo que puede dificultar el proceso de socialización y facilitar la
implicación en otras conductas disociales. Asimismo, la SAP 61/2007
Madrid 19 de Marzo destaca la falta de control familiar por razones
laborales, los rasgos de narcisismo social o la minimización de las
64 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

consecuencias de su adscripción a los latin king hasta el punto de


“considerarse necesario el internamiento para debilitar su esquema
motivacional hacia el grupo mediante otras fuentes de compensa-
ción y esfuerzo”.
Y finalmente respecto a las posibles diferencias en el cumplimien-
to del internamiento de estos menores hay que tener en cuenta que
de haberla debe ir, en su caso, dirigida desde un enfoque educativo a
la dispersión para evitar la concentración en un mismo centro y faci-
litar el distanciamiento de la banda, pero nunca a un endurecimien-
to de las condiciones del internamiento, como sucede en los adultos
desde la reforma de la Ley 7/2003 del CP donde la condena por de-
litos de terrorismo implica requisitos específicos para la progresión
al tercer grado y a la libertad condicional, e incluso los permisos de
salida en los supuestos de concurso de delitos. Como medio para fa-
cilitar la dispersión el art. 46.3 LORRPM establece que en todo caso
los menores pertenecientes a una banda, organización o asociación
no podrán cumplir la medida de internamiento impuesta en el mis-
mo centro, siendo obligatorio designarles uno distinto aunque ello
suponga alejarles de su entorno familiar o social, para ello hay que
tener en cuenta las siguientes reglas: es necesario que se haya apre-
ciado en la sentencia la existencia de banda, organización o asocia-
ción (en contra Circular FGE 1/2007) y no sólo actuación en grupo,
se ha de aplicar sólo en estricto interés del menor por ser el principio
general que inspira toda la LORRPM, se ha de aplicar individualiza-
damente a cada menor y no de forma generalizada y requiere oír al
Ministerio Fiscal y ser aprobado por el Juez de Menores.
La importancia de estas garantías es preservar al menor de un
posible alejamiento de su entorno familiar y social reservándolo ex-
clusivamente a los casos estrictamente necesarios, ya que teniendo
en cuenta que muchas bandas juveniles nacieron en el ámbito pe-
nitenciario es necesario controlar de forma rigurosa dentro de los
centros de internamiento que no se den situación de intimidación o
presión sobre los propios integrantes de la banda.
3.-circunstancias del menor:
a) Si el Ministerio Fiscal ha pedido o el Juez ha resuelto apli-
car alguna de las circunstancias de inimputabilidad del art. 20 CP
y además se considere necesario, la LORRPM dispone que sólo se
pueden imponer medidas terapéuticas, sin embargo en los demás
casos (menores con problemas de salud mental, drogadicción…) és-
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 65

tas también se deben aplicar solas o acompañando a otra medida, así


como en los supuestos de semiimputabilidad o atenuante analógica
(Circular 1/2000 FGE).
Sólo en caso de tratamiento de deshabituación es necesario el
consentimiento del menor, que de no prestarse exige acudir a otra
distinta.
b) En el caso de la reincidencia(como supuesto de extrema gra-
vedad en el que el internamiento cerrado es obligatorio), su inter-
pretación se ha de hacer conforme al art. 22.8 CP por ser norma
supletoria: “hay reincidencia cuando al delinquir el culpable haya
sido condenado ejecutoriamente por un delito comprendido en el mis-
mo título de este Código siempre que sea de la misma naturaleza…”,
lo que significa que no basta con la comisión de un delito anterior
(no falta) que haya sido ejecutoriamente condenado conforme a la
LORPPM sino que ha de ser del mismo título del Código Penal y de
la misma naturaleza11; es decir, que aunque no sea adecuado a las
características del menor, el art. 10.2 obliga al Juez a imponer inter-
namiento cerrado si se trata de menores de dieciséis a dieciocho años
que han cometido los hechos señalados en el art. 9.2 y además son
reincidentes. Esta previsión va mucho más allá que la regulación de
adultos ya que el Código Penal se limita a agravar la duración de la
pena legalmente prevista, mientras que la LORRPM se refiere a la
elección de la clase de medida, lo que debe ser aplicado por los Jueces
de una manera muy restrictiva y no como una presunción iuris et
de iure de extrema gravedad de los hechos. Para la aplicación de la
reincidencia es necesario hacer referencia al Registro de sentencias
contemplado en la DA 3ª y a sus plazos de cancelación, por ello en
virtud de la mencionada DA 3ª en relación a los preceptos que men-
ciona, el Registro de sentencias firmes de sentencias de menores sólo
puede afectar a la intervención del Ministerio Fiscal en la investi-
gación de los hechos (art. 6), a la remisión del expediente al Juez de
Menores con el escrito de alegaciones (art. 30) y a la refundición de
medidas impuestas por el Juez (art. 47), es decir que en ningún ca-
so es público ni puede ser utilizado por otros órganos jurisdicciona-
les. En cuanto a los plazos de cancelación, las Circulares de la FGE

11
Es decir atacando del mismo modo al mismo bien jurídico, según dispone la
disposición Transitoria Séptima del Código Penal, vgr. serían de la misma
naturaleza los robos entre sí, pero no un robo y una estafa.
66 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

1/2000 y 1/2007 han entendido que hay que remitirse a las medidas
de seguridad (y por tanto no a las penas) por tener un régimen de
cancelación más favorable ya que en virtud del art. 137 CP se cance-
lan una vez cumplidas o prescritas, de esta forma siempre que una
medida hubiera sido ya cumplida no podría dar lugar a apreciar la
reincidencia de un menor por un hecho delictivo posterior.
Por tanto, a efectos de aplicación preceptiva del internamiento ce-
rrado, no procederá considerar reincidente a un menor aun cuando
hubiera sido condenado con anterioridad por un delito comprendido
en el mismo Título y de la misma naturaleza, cuando al tiempo de
cometer el nuevo hecho ya hubiera cumplido la medida anterior, sin
necesidad de tener en cuenta ningún otro plazo adicional, limitando
su apreciación a los casos en los que cumpliendo una medida o pen-
diente de cumplir cometiera un nuevo delito.
El RD 232/2002 de 1 de Marzo desarrolla la organización y fun-
cionamiento del Registro de Sentencias sobre responsabilidad penal
de los menores, señalando en el art. 7 la cancelación de datos en los
términos siguientes:
“Transcurridos diez años, a contar desde que el menor hubiera alcanzado la ma-
yoría de edad, o haya cumplido los veintiún años, en los casos en que a éstos se
les aplique el artículo 4 de la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la
Responsabilidad Penal de los Menores, y siempre que en uno y otro caso las medidas
judicialmente impuestas hayan sido ejecutadas en su plenitud o prescrito, el Ministerio
de Justicia procederá de oficio a la cancelación de cuantas inscripciones de sentencias
referentes al mismo consten en el Registro”.

Tal indicación no modifica la valoración de la aplicación de la


reincidencia en los términos previstos por el Código Penal, si bien
teniendo en cuenta que el Registro recoge datos personales y pena-
les de los menores de edad, su constancia debe ser limitada tempo-
ralmente con la previsión de este plazo máximo de cancelación de
oficio.
Hay que recordar, por último, que las reglas de Beijing (art. 21.2)
impiden tener en cuenta la información de los registros de menores
en los hechos subsiguientes cometidos por adultos.
Como consecuencia de todo lo expuesto se puede afirmar que el
internamiento cerrado en unos casos es opcional y en otros es obli-
gatorio imponerlo, incluso por encima del interés del menor, si bien
con referencias muy vagas como son los términos grave riesgo y ex-
trema gravedad, o difíciles de concretar como es la reincidencia. Tal
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 67

indeterminación podía haberse sustituido por un listado de conduc-


tas delictivas consideradas especialmente graves si las cometen los
menores por el déficit formativo que supone que las cometan meno-
res de edad, ya que de lo contrario se dejan a un absoluto arbitrio
judicial; en todo caso hay que recordar que si bien la existencia de
grave riesgo para la vida o integridad física es alternativa al uso de
la violencia o intimidación con lo que podría caber sin la presencia
de éstas, la de extrema gravedad exige la presencia de dichos medios
comisivos con una gravedad fuera de lo normal.
De esta manera, se ha reducido de forma considerable en la
LORRPM la facultad judicial de elección de la medida, por el au-
mento de internamientos cerrados obligatorios, y la limitación de
sustitución y suspensión, si además se tiene en cuenta que la mayo-
ría de la delincuencia juvenil o es con violencia e intimidación (ro-
bos, lesiones…) o es en grupo, se ha generalizado el internamiento,
aun con carácter potestativo, en detrimento de las medidas en medio
abierto, lo que se aparta claramente de las líneas político criminales
de la Justicia de menores en el ámbito internacional.
Como conclusión la elección de la imposición de la medida de in-
ternamiento ha de guiarse por las reglas siguientes:

– Faltas
No permitido – Delitos imprudentes (no internamiento ce-
rrado, resto sí)
– Delitos graves
Potestativo internamiento cerrado – Delitos menos graves con violencia, inti-
(Art. 9.2) midación, grave riesgo vida o integridad,
delitos cometidos en grupo o por bandas.
– Delitos graves y delitos menos graves con
violencia.. hecho de extrema gravedad y el
Obligatorio internamiento cerrado menor tiene 16-17 años. (Art. 10.1 b)
– Delitos de homicidio, asesinato, agresio-
nes sexuales, terrorismo (Art. 10.2)

De esta manera, y dejando al margen los internamientos cerra-


dos obligatorios, una de las decisiones más relevantes para el Juez
68 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

es la opción entre internamiento cerrado, semiabierto y abierto, para


lo cual se pueden tener en cuenta los siguientes criterios12:
a) Internamiento cerrado: es conveniente sólo en aquellos casos
en los que haya que estabilizar al menor con una intervención más
intensiva antes de que pueda realizar actividades en el exterior en
atención a su situación personal, familiar o social. Como se puede
observar no se trata tanto de valorar la peligrosidad del menor, sino
su necesidad de intervención para adquirir hábitos, reconducir su
educación y formación, desarrollar la estabilidad emocional, cubrir
carencias psicosociales…
El margen judicial es especialmente importante en los interna-
mientos cerrados facultativos por ello en estos casos hay que priori-
zar el interés del menor por encima de la naturaleza de los hechos
delictivos, lo que no siempre sucede ya que se suele dar mucha im-
portancia a la presencia de violencia e intimidación, que mayorita-
riamente dan lugar a la imposición de internamientos cerrados.
Una de las razones alegadas para la imposición del interna-
miento cerrado puede ser la ineficacia de internamientos abiertos
o semiabiertos anteriores, así la SAP Segovia 19.6.2002 afirma que
“teniendo en cuenta que ya se han intentado con anterioridad in-
tervenciones en medio abierto, y que no han resultado eficaces para
cambiar hábitos y estilo de vida del joven, la conflictividad del entor-
no social en la que se desenvuelve, la escala delictiva en la que está
inmerso, la falta total de reconocimiento de conflicto social alguno,
siendo habitual que niegue o no asuma responsabilidad alguna so-
bre su conducta, requisito básico para reflexionar sobre la necesidad
de un cambio de actitud y de estilo de vida, consideramos la medida
de internamiento cerrado, la más adecuada a las actuales circuns-
tancias…”
b) Internamiento semiabierto: para los casos en los que los me-
nores progresivamente van a poder ir realizando actividades en el
exterior siguiendo un programa educativo diseñado al efecto que le
vaya supervisando su incorporación al medio libre con actividades
flexibles y menos estructuradas.

12
Cruz Márquez, B, La medida de internamiento y sus alternativas en el
Derecho Penal Juvenil Madrid 2007 pág. 54-55.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 69

SAP Castellón 12.3.2000 se revoca el internamiento cerrado im-


puesto al menor autor de un delito de lesiones con uso de instru-
mento peligroso y falta de amenazas, debido a que había conseguido
los objetivos propuestos en una libertad vigilada impuesta anterior-
mente, estaba integrado correctamente en una familia estructurada,
trabajaba sin tener signos de inadaptación social y había confesado
los hechos espontáneamente; el cumplimiento del internamiento ce-
rrado podía suponer un desarraigo innecesario de su entorno y por
ello la Audiencia opta por imponerle internamiento semiabierto. Es
cierto que en esta sentencia se combina el interés del menor con la
gravedad de los hechos pero también hay que tener en cuenta que
la normalidad del entorno del menor puede dar lugar a un trato
diferenciado entre los menores, lo que ha de ser estrictamente vigi-
lado por los Tribunales dando las mismas oportunidades a todos los
menores a través de las medidas en medio abierto.
Otro argumento para la imposición de internamiento semiabierto
suele ser el incumplimiento de una medida no privativa de liber-
tad, normalmente la libertad vigilada lo que en ocasiones da lugar
a una doble sanción ya que se sustituye la medida no cumplida por
otra y además se sanciona por el incumplimiento de la primera. SAP
Palencia 6.6.2002
c) Internamiento abierto: para los menores que reflejen un nivel
de responsabilidad adecuado, sin carencias psicosociales relevantes,
que le permitan disfrutar de un régimen de vida en medio abierto
pero sometido al control y seguimiento del programa educativo.
La polaridad legal entre los internamientos y las medidas en
medio abierto dota de una gran relevancia a la selección entre los
distintos tipos de internamiento como una forma de paliar el des-
proporcionado protagonismo que tiene en la LORRPM la medida de
internamiento.
Ante esta diversidad de internamientos y las dificultades con las
que se encuentran los Jueces para tomar esta decisión, se ha pro-
puesto refundirlos en una sola medida de internamiento y que sea
la Entidad Pública, a la vista de la evolución del menor a lo largo
del cumplimiento, la competente para restringir más o menos la li-
bertad del menor. Tal propuesta tiene una semejanza clarísima con
la clasificación penitenciaria de adultos, lo que sorprende por las
críticas que siempre recibe su excesivo paralelismo, además de ello,
apoyar dicha propuesta en las mejores condiciones de la Entidad
70 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Pública para tomar dicha decisión por su conocimiento de la perso-


na del menor, no es motivo suficiente, ya que el Juez cuando decide
la modalidad de internamiento se nutre de los informes del Equipo
técnico y además a lo largo de la ejecución lo puede ir modificando
para adaptarlo a la evolución del menor, por ello conservar dicha
atribución en el Juez es una garantía de seguridad jurídica.

2.2. Criterios de medición


Una vez elegida la medida o medida más adecuada, para deter-
minar su gravedad, no hay que atender a la proporcionalidad estric-
ta (como equivalencia entre gravedad de hecho y medida) ya que es
preferente el interés del menor, sin embargo la gravedad del hecho
sí que tiene relevancia para adoptar el internamiento cautelar (art.
28.2), el sobreseimiento (art. 19.1) o la suspensión del fallo (art. 40).
Puede ocurrir sin embargo, que la escasa gravedad de los hechos
justifique la menor duración de una medida como se manifiesta en
la SAP Las Palmas 11.4.2006 que atendiendo a la escasa gravedad
de los hechos, sustracción de un radio-cassete de un vehículo em-
pleando fuerza en las cosas, a la favorable evolución del menor, y a
la falta de motivación de la sentencia combatida revoca una medida
de dieciocho meses de duración, e impone en su lugar una duración
de seis meses considerada suficiente para lograr su objetivo.
En general, tampoco rige el grado de ejecución ni el grado de par-
ticipación ni las circunstancias (salvo la mención a la reincidencia en
los supuestos de extrema gravedad), dada la flexibilidad del sistema.
En este sentido, el Anteproyecto de reforma de la LORRPM preten-
día incorporar entre los criterios generales de elección de la medida
más adecuada “en todo caso” el grado de ejecución y participación
del delito, la concurrencia de circunstancias eximentes y modifica-
tivas de la responsabilidad criminal y los supuestos de error, lo que
suponía consolidar la corriente de trasladar las figuras del Derecho
Penal de adultos, por las ventajas de dotar de mayores garantías
en orden al principio de proporcionalidad, sin embargo el distancia-
miento que podía provocar en el prioritario interés del menor que
inspiró la redacción original de la LORRPM, no aconsejó finalmente
incorporarlo. De esta manera el informe del CGPJ al Anteproyecto
de reforma entendió que no era conveniente porque además de no
señalar los efectos jurídicos concretos de tales figuras penales no
parecía que la intención del legislador fuera “imponer un sistema de
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 71

graduación de las medidas educativas mimetizado con el previsto


para las penas de adultos, sino más bien llamar la atención sobre la
necesidad de que en el proceso de aplicación de las medidas tuviera
cabida una adecuada ponderación de las necesidades de retribución
y disuasión inherentes a la dimensión sancionadora que aquellas de-
ben conservar “, de esta forma para la elección de la medida se ha de
tener en cuenta de modo flexible además de la prueba y la valoración
jurídica de los hechos, la edad, circunstancias familiares y sociales,
personalidad e interés del menor.
La edad del menor tiene relevancia en las excepciones a la du-
ración general de la medida recogida en el art. 9.3, ya que en ellas
se establecen dos franjas de edad diferentes: menores con catorce o
quince años y menores con dieciséis o diecisiete años. La Ley 8/2006
de reforma de la LORRPM ha reducido las distancias entre las dos
franjas de edad al permitir las excepciones a la duración general en
todas las edades.
También hay que recordar que en ningún caso las medidas pri-
vativas de libertad pueden durar más tiempo que la pena privativa
de libertad impuesta al sujeto de haber sido mayor de edad, art. 8.2.
Este límite se está refiriendo a la pena de prisión concreta “pena im-
puesta” (es decir con la aplicación de las circunstancias atenuantes
y agravantes, forma de participación y ejecución) pese a que alguna
sentencia entiende que se refiere a la pena abstracta, SAP Burgos
17.5.2002, precisamente para rechazar que la comparación sea con
la pena impuesta a un adulto previsiblemente sustituida o suspen-
dida. En este sentido la STC 61/98 de 17 Marzo concedió amparo a
un menor al que por la comisión de una falta de hurto frustrada se
le había impuesto una medida de internamiento de cuatro meses, el
motivo era que al ser mayor esta sanción que la pena que recogía el
Código Penal (Arresto Menor) se había vulnerado el principio de le-
galidad y proporcionalidad, ya que como anteriormente se ha expli-
cado se dio preferencia a la necesidad de intervención educativa del
menor sobre la gravedad del hecho, algo que no puede justificarse en
sede punitiva. De esta manera no se puede imponer internamiento,
ni siquiera abierto, si el delito cometido por el menor no tiene pre-
vista pena privativa de libertad, y si la tuviera nunca de duración
superior.
En los internamientos el Juez ha de señalar la duración de los
dos periodos consecutivos consistentes en estancia en el centro y li-
72 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

bertad vigilada: en los casos del art. 9.3 y 10.1 a) LORRPM el límite
total engloba ambos, y en el resto la LORRPM ya señala la respecti-
va duración de ellos:
– el límite máximo general es de dos años (art. 9.3)
– el límite excepcional de la medida de internamiento por la
concurrencia de los supuestos del art. 9.2. es de tres años si
el menor tiene entre catorce y quince años, y de seis años si el
menor tiene entre dieciséis y diecisiete años, art. 10.1 a). Hay
que destacar que se ha sustituido la expresión “entre catorce
y dieciséis años” que recogía el Anteproyecto por la de tener
catorce o quince años de edad, ya que como sugirió el informe
del CGPJ la anterior contemplaba a los menores con dieciséis
años cumplidos solapándose con el siguiente supuesto que se
refería a menores con dieciséis años cumplidos.
– en los supuestos de extrema gravedad (art. 10.1 in fine) el in-
ternamiento cerrado será obligatorio y tendrá una duración
de uno a seis años, seguido de hasta cinco más de libertad
vigilada con asistencia educativa.
– en los delitos de homicidio, asesinato, agresiones sexuales, te-
rrorismo y demás delitos con pena prevista de quince o más
años de prisión, la duración del internamiento será la siguien-
te: si el menor tiene entre catorce y quince años en el momento
de lo hechos, internamiento cerrado de uno a cinco años, se-
guido de hasta tres años más de libertad vigilada; si el menor
tiene entre dieciséis y diecisiete años en el momento de los
hechos, internamiento cerrado de uno a ocho años, seguido de
hasta cinco más de libertad vigilada con asistencia educativa.
En este caso la Ley 8/2006 ha mantenido los periodos de li-
bertad vigilada pero eleva el periodo de internamiento de los
menores de dieciséis años.
– concurso de delitos del supuesto anterior, art. 11.2 LORRPM:
menores de dieciséis años hasta seis años de internamiento
cerrado seguido de hasta tres más libertad vigilada y mayores
de dieciséis años hasta diez años de internamiento cerrado
seguidos de hasta cinco de libertad vigilada. La ley 8/2006 ha
extendido este límite de diez años a todos los concursos en los
que se haya impuesto internamiento cerrado obligatorio (sal-
vo en menores de dieciséis años que pueden llegar a seis años),
manteniendo los periodos de libertad vigilada.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 73

En los supuestos generales y los de internamiento cerrado potes-


tativo caben internamientos cortos porque no hay límite mínimo, sin
embargo en los de extrema gravedad, supuestos específicos y delitos
graves el mínimo es de un año con lo cual se está impidiendo en estos
supuestos internamientos de menor duración.
Como recuerda la SAP Cádiz 22.2.2006 “como en toda materia
penal, uno de los principios básicos es la proporcionalidad de la “pe-
na”, la misma en materia de menores, no solo ha de resultar del bien
jurídico infringido, la dinámica de comisión delictiva o cualesquiera
otros factores de tipo objetivo que pudieran resultar, sino que toda su
ordenación está impregnada de un cierto subjetivismo que se plasma
en el estudio de las circunstancias personales, familiares y sociales
del menor, ya que no debemos olvidar que frente a las antiguas teo-
rías retribucionistas la nueva legislación se orienta hacia una acti-
vidad rehabilitadora, reeducadora y resocializadora, incluso buena
prueba de ello es la constante evolución de la medida durante la tra-
mitación de todo el proceso pues la misma puede ser modificada in-
cluso después de dictada la sentencia que la impone”. Tal explicación
se utiliza para justificar un internamiento semiabierto de dieciocho
meses con asistencia a centro de educación especial y tratamiento
ambulatorio por una tentativa de abuso sexual sobre una menor de
once años ya que los informes del equipo técnico la consideraban
adecuada no solo con respecto a la propia personalidad del menor
sino a las circunstancias familiares que le rodean.
A la vista de todos los criterios expuestos, el Juez, por exigencias
de motivación, ha de expresar las razones tenidas en cuenta en la
elección de la medida más adecuada y su plazo de duración, valoran-
do que unas circunstancias sociales adversas no deben dirigir nece-
sariamente a la judicialización, por el riesgo de criminalización de
la marginalidad. Por ello las circunstancias individuales del menor
no pueden confundirse con un Derecho Penal de autor, como advir-
tió la STC 61/1998 de 17 de Marzo al anular un sentencia donde al
haber valorado exclusivamente la conducta antisocial del menor, se
alejó de los principios de culpabilidad y de responsabilidad por el
hecho, priorizando los condicionantes que rodeaban al menor, ajenos
a la gravedad del hecho ilícito. Se trataba de una falta frustrada
de hurto cometida por un menor que ante la reiteración de conduc-
tas antisociales, su personalidad, situación y necesidades conocidas
por los informes técnicos dio lugar a un internamiento semiabierto
74 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

de cuatro meses para garantizarle apoyo personal y su reinserción


escolar, lo que fue considerado desproporcionado por el Tribunal
Constitucional. Y es que no es infrecuente que Jueces y Tribunales
justifiquen la sanción en que no se trata de penas sino de medi-
das educativas que van a beneficiar al menor como la SAP Murcia
11.4.2006 que ratifica un internamiento abierto de seis meses por
un delito de hurto ya que “el menor está ocioso y tiene muchos expe-
dientes incoados por lo que necesita una medida que permita restau-
rar una conducta adecuada”, lo que puede ser cierto pero adolece de
la falta de referencia a la imposibilidad de recibir esa intervención
fuera de un centro de internamiento en aras al principio de inter-
vención mínima, ya que muchas veces la remisión a un centro se
debe a la incapacidad familiar de colaborar en las medidas de medio
abierto, lo que perjudica seriamente al menor en función del entorno
social al que pertenezca.
De la misma manera el tratamiento de la delincuencia juvenil
por los medios de comunicación tampoco debe ser utilizado como re-
ferencia en la imposición de medidas, ya que en los últimos años se
ha producido una total divergencia entre la delincuencia juvenil real
y la que viene reflejada en los medios informativos con la influencia
que tienen sobre la opinión pública.

2.3. Imposición de varias medidas


La normas internacionales de Justicia juvenil permiten imponer
varias medidas conjuntamente siempre que sea en interés del me-
nor y sean complementarias entre ellas (art. 18 reglas de Beijing).
Ante el silencio de la LORRPM en su redacción anterior, la
Circular FGE 1/2000 descartaba esta posibilidad por la contradic-
ción que podía resultar con la regulación del delito continuado que
exige imponer una sola medida, la diferencia es que la imposición
de varias medidas por un solo hecho debe ser en interés del menor
por la mejora que pueden suponer, mientras que en el delito conti-
nuado es un privilegio para limitar la medida en el concurso real.
También se rechazaba, entre otros motivos, porque la sustitución
permitía conseguir los mismos objetivos, dejando de ser necesaria la
imposición de medidas complementarias.
Actualmente la LORRPM en su art. 7.4 permite la imposición de
una o varias medidas con independencia de que se trate de uno ó
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 75

más hechos, siempre que no se impongan medidas de la misma cla-


se, esto puede permitir la compatibilidad de las medidas accesorias
como la privación del permiso conducir o inhabilitación con el resto.
En todo caso, para admitir la posibilidad de imposición de varias
medidas por la comisión de un solo hecho delictivo hay que tener
en cuenta los siguientes requisitos: que se impongan en interés del
menor, que sean compatibles, que se cumplan simultáneamente y de
no ser posible sucesivamente, pero siempre respetando los límites
de las medidas recogidos en la LORRPM, vgr. en el supuesto gene-
ral, un menor de dieciséis años podrá cumplir varias medidas pero
siempre que su duración conjunta no supere los dos años o los demás
plazos.
Por todo ello, hay que tener en cuenta, que la posibilidad de im-
poner varias medidas juveniles por un solo hecho delictivo viene am-
parada por las normas internacionales y por la LORRPM. Además,
a veces se quedará sin efecto por las amplias posibilidades de reduc-
ción o sustitución de las medidas que permiten en cualquier momen-
to la posibilidad de ser revisadas, y por ello sólo se acudirá a este
recurso punitivo cuando el exclusivo interés preferente del menor
así lo aconseje, sin sobrepasar en ningún caso los límites de duración
por la comisión de un solo hecho delictivo.

2.4. Concursos
La regulación legal de los concursos de infracciones ha sido, y
sigue siendo, una de las materias más confusas de la LORRPM ya
que si bien parece partir de la regulación de adultos, la aparente
intención de simplificarla ha venido derivando en una deficiente re-
gulación con aspectos poco claros, alguno de ellos resuelto por la re-
forma operada por la L.O. 8/2006 con una serie de disposiciones hoy
indiscutibles:
En primer lugar el art. 11 aclara expresamente y sin ningún gé-
nero de dudas, como antes ya se había entendido13 que los límites
máximos concursales son los generales establecidos en los arts. 9
y 10.1. Como excepción, si se trata de alguno de los hechos regula-
dos en el art. 10.2 (homicidio, asesinato, agresión sexual, terrorismo

13
Cervelló Donderis, V/Colás Turégano La responsabilidad penal del menor
de edad Valencia 2002. Pág. 138.
76 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

y cualquier delito castigado con pena de prisión igual o superior a


quince años) el tope máximo concursal de la medida de internamien-
to cerrado será de diez años para mayores de dieciséis años y de seis
años para menores de esta edad, seguidos de sus correspondientes
periodos de libertad vigilada (art. 11.2 LORRPM), pero siempre que
el delito que acompañe al de máxima gravedad sea de los que permi-
ten el internamiento cerrado, de lo contrario no se debe aplicar esta
excepción (Circular FGE 1/2007).
En segundo lugar se ha aclarado también que estos límites con-
cursales se aplicarán en los casos en los que los delitos sean conexos,
al igual que en adultos, y que antes la LORRPM parecía no exigir, lo
que supone posibilidad de enjuiciamiento conjunto, ya que se utiliza
un criterio de conexidad temporal para impedir que una sentencia
condenatoria de duración máxima pueda suponer una garantía de
impunidad para delitos futuros; por ello los delitos cometidos des-
pués de una sentencia condenatoria no son conexos y por tanto se
juzgan, y sus correspondientes sanciones se cumplen, de manera in-
dependiente. De esta manera, si los distintos hechos han sido objeto
de distintos procedimientos, pero se hubieran podido juzgar a la vez,
el último Juez sentenciador señalará la medida a imponer con los
límites máximos señalados generales de los arts. 9 y 10.1 LORRPM.
Este supuesto, como señala el informe del CGPJ al Anteproyecto, no
es propiamente una refundición de condenas propia de la ejecución
para fijar un máximo de cumplimiento que evite la exasperación de
medidas, sino un criterio jurisdiccional para seleccionar y fijar la du-
ración conjunta de la medida en atención al conjunto de conductas y
circunstancias del menor.
En los casos en los que no haya conexidad, por ejemplo la reali-
zación de un hecho delictivo después de haber sido sentenciado por
otro hecho anterior, se procederá al cumplimiento sucesivo de las
medidas establecido en el art. 47 que permite la refundición de las
mismas con un tope máximo del doble de la más grave de las refun-
didas. La figura de la refundición de penas en adultos, a diferencia
de la acumulación de condenas, tiene una finalidad estrictamente
penitenciaria que persigue unificar las distintas penas de prisión
que está cumpliendo un interno, siendo su finalidad la creación de
una pena única resultante de la suma de todas las sentencias fir-
mes, sobre la que se va a calcular todos los plazos con relevancia
penitenciaria como permisos de salida (una cuarta parte), periodo
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 77

de seguridad (mitad de la condena) y libertad condicional cualificada


y ordinaria (dos tercios y tres cuartas partes respectivamente). En
la jurisdicción de menores puede tener la misma utilidad para el
cálculo de los plazos necesarios para los permisos de salida de los
internamientos cerrados, que requieren el cumplimiento del primer
tercio de la condena, y que de ser varias las medidas a cumplir, ha-
brán de ser entendidas como una sola a estos efectos.
En tercer lugar la pluralidad de infracciones, al igual que en la
redacción anterior, permite imponer una o varias medidas, debiendo
tener en cuenta para su duración, además del interés del menor, la
naturaleza y el número de las infracciones, tomando como referencia
la más grave de todas ellas.
Realizada esta aclaración, la regulación legal de los límites con-
cursales queda de la siguiente manera:
Reciben el mismo tratamiento penológico los casos de concurso
real, delito continuado, y concurso ideal. Antes, sin embargo, el con-
curso ideal o medial tenía un tratamiento más beneficioso y sencillo
que el del Código Penal para adultos, ya que sólo exigía imponer la
medida de la infracción más grave sin necesidad de exasperación.
Del mismo modo el delito continuado o delito único con pluralidad
de víctimas sólo permitía imponer una medida, tomando como re-
ferencia el hecho más grave. En la actualidad, sin embargo, sólo se
citan los límites máximos de duración de las medidas, la posibilidad
de imponer una o varias medidas y la necesidad de tener en cuenta
en su determinación en estos casos concursales el interés del menor
y la naturaleza y número de infracciones tomando como referencia la
más grave de todas ellas. Tal regulación no ha de tomarse como un
endurecimiento penológico sino como una manifestación de lo que
más interese al menor, ya que no es obligatorio imponer más de una
medida, sino que permite una sola conjunta, teniendo en cuenta ade-
más, la naturaleza de los hechos, el número de infracciones y como
referencia, la infracción más grave.
Si los hechos se juzgan en el mismo procedimiento el Juez ten-
drá en cuenta los límites concursales que en ningún caso podrán
superar los límites máximos de las medidas recogidos en los arts.9
y 10.1 LORRPM14. Excepcionalmente, si el concurso es de los delitos

14
Cuello Contreras, J. op. cit. pág. 64.
78 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

citados en el art. 10.2 (homicidio…), el art. 11.2 dispone que la me-


dida de internamiento cerrado en mayores de dieciséis años podrá
alcanzar una duración máxima de diez años y una duración máxima
de seis en los menores de dicha edad, seguidos de la libertad vigilada
correspondiente, lo que supone un límite concursal específico para
estos supuestos delictivos; de esta manera, sólo en los supuestos del
art. 10.2 LORRPM se produce la exasperación opcional, mientras
que en los demás casos se pueden imponer una o varias medidas con
los topes generales.
Como ejemplo de ello, un concurso de delitos de homicidio come-
tido por mayores de dieciséis años permite una medida de interna-
miento cerrado de diez años como máximo y si se trata de menores
de esta edad la medida de internamiento cerrado puede llegar hasta
seis años, seguidos en ambos casos de la libertad vigilada corres-
pondiente (hasta cinco años y hasta tres respectivamente). Por su
parte, un concurso de delitos graves o menos graves con violencia e
intimidación permite una medida de internamiento máxima de tres
o seis años si los menores tiene respectivamente hasta dieciséis años
o hasta dieciocho años; si en este último caso los hechos son de ex-
trema gravedad la medida será de internamiento cerrado hasta seis
años completada con una libertad vigilada hasta un máximo de cin-
co años y finalmente si el concurso es de cualquier otro delito (delitos
menos graves sin violencia…) la medida o medidas no podrá exceder
de dos años de duración, teniendo en cuenta que en este último caso
los internamiento cerrados no son posibles. Como consecuencia de
todo ello, la duración máxima concursal de diez años se ha ampliado
con la última reforma a todos los delitos específicamente menciona-
dos, cuando antes sólo se refería a terrorismo.
Esta regulación debe diferenciarse de la de adultos, mucho más
severa, ya que en este caso el Código Penal establece como pena re-
sultante del concurso real de delitos la suma de todas las penas con
los límites del triple de la más grave, veinte años como pena máxima
de prisión y una serie de excepciones que permiten llegar a penas de
veinticinco, treinta y cuarenta años en función de la gravedad de las
penas que forman el concurso. Estos límites exigen que los delitos se
hayan juzgado a la vez o en distintos procesos si por su conexidad se
podían haberse juzgado en uno solo, conexidad que, si se entiende en
términos amplios como hace el Tribunal Supremo, sólo excluye los
hechos realizados después de una sentencia firme o las sentencias
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 79

ya firmes antes de la realización de un delito, si bien el Pleno no


Jurisdiccional del Tribunal Supremo de 29 de noviembre de 2005 es-
tableció que la fecha a tener en cuenta para cerrar ese ciclo cronoló-
gico no es la fecha de la sentencia firme, sino la fecha de la sentencia
condenatoria definitiva, como señala la Circular FGE 1/2007.
Si como consecuencia de distintos procedimientos entre los que
haya conexidad, es decir posibilidad de enjuiciamiento conjunto, el
menor tuviera que cumplir distintas medidas, el último Juez sen-
tenciador señalará la medida o medidas que deba cumplir para el
conjunto de los hechos con los límites máximos ya señalados, y si
hubiera otras medidas firmes en ejecución, pendientes de ejecución
o suspendidas condicionalmente impuestas por otros jueces en ante-
riores sentencias, se traslada todo al Juez que dictó la primera sen-
tencia firme que será el competente para la ejecución de todas que
las refundirá, ordenará su cumplimiento y se encargará de su ejecu-
ción con exclusión de los demás órganos judiciales intervinientes en
las posteriores, art. 12.1. En este caso se produce como novedad la
división de funciones jurisdiccionales y de ejecución ya que mientras
las primeras las desarrolla el último Juez sentenciador que es quien
debe señalar la duración de la medida, las segundas recaen en el que
haya dictado la primera sentencia firme que va a ser el competente
para la ejecución de todas las medidas impuestas; la razón de atri-
buir al primer Juez sentenciador la ejecución de todas las medidas
se debe a evitar los cambios sucesivos de Jueces, concentrando en el
primero todas las medidas que hayan de cumplirse.
La separación de funciones jurisdiccionales y de ejecución es di-
ferente en menores y adultos ya que en el modelo penitenciario el
juez de ejecución se dedica en exclusiva a esta función sin competen-
cias de enjuiciamiento; es cierto que en menores esta diversificación
puede ser contraproducente en algunos casos, si bien, en general,
permite una recomendable especialización por la complejidad de las
incidencias en ejecución.
Y por último si no hubiera conexidad, vgr. porque unos hechos
se han cometido después de otros ya sentenciados y por tanto sin
posibilidad de enjuiciamiento conjunto, hay que atender al art. 47
LORRPM que exige refundir las medidas de la misma naturaleza en
una sola hasta el límite del doble de la más grave de las refundidas.
Para estos casos en los que no hay conexidad, los límites concursa-
les no se pueden aplicar (en adultos sucede igual) y se remite a la
80 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

regulación de la ejecución de varias medidas impuestas recogidas


en el art. 47 que permite un cumplimiento sucesivo máximo del do-
ble de la más grave de las impuestas, lo que como más adelante se
analiza en sede de ejecución no resulta compatible con una finalidad
educativa ya que en el caso de los supuestos más graves permitiría
alcanzar una duración del internamiento cerrado de dieciséis años
para menores de dieciséis y diecisiete años y diez años para meno-
res de catorce y quince años, lo que resulta cuanto menos grotesco.
Conviene recordar que en adultos en los supuestos de no conexidad
no existe ningún tope legal al cumplimiento de las penas de manera
que tras el cumplimiento de una pena se inicia el de la siguiente si
un delito se ha cometido después de la sentencia condenatoria de
otro, mientras que en menores para estos casos se ha establecido el
límite del doble de la medida más grave impuesta dentro del cumpli-
miento sucesivo, lo que aunque sea un trato más favorable no deja
de ser una duración absolutamente inadecuada para la intervención
educativa e integradora de un menor, salvo que se haga uso de la
reducción, sustitución o suspensión de la medida.
En cuanto a la forma de cumplimiento de esta suma de medi-
das, que no puede sobrepasar los límites señalados, al igual que en
adultos se cumplirán preferentemente de forma simultánea, y si no
es posible15 sucesivamente, siguiendo el orden establecido en el art.
47.5 que da prioridad a los internamientos sobre las medidas no
privativas de libertad.
Por el preferente interés del menor y su finalidad educativa, en
lugar de estas previsiones agravatorias hubiera sido preferible dejar
libertad al Juez16 en la elección de la medida más adecuada sin suje-
tarse de manera tan estricta a las figuras penales de adultos, y en su

15
López López, A.M. op. cit. pág. 323 señala, aunque no sea una práctica judi-
cial seguida, la absoluta incompatibilidad entre el cumplimiento del inter-
namiento con otras medidas privativas de libertad y su incompatibilidad
relativa con algunas medidas no privativas de libertad como la privación
del derecho de conducir ya que la privación de libertad impide este ejercicio
per se, a esto habría que añadir que eso ocurre especialmente en el interna-
miento cerrado.
16
Aparicio Blanco, P. “Política criminal y delincuencia juvenil (Reflexiones
sobre el proyecto de LORRPM” Política Criminal. Cuadernos de Derecho
Judicial Madrid 1999 pág. 176.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 81

caso atender menos a la duración técnica de las medidas y más al in-


terés del menor, siempre con un tope legal máximo infranqueable.
En todo caso resulta necesario recordar de nuevo que el Juez pue-
de en cualquier momento dejar sin efecto, reducir o sustituir todas o
algunas de las medidas impuestas en el concurso en interés del me-
nor si se ha expresado suficientemente el reproche merecido por su
conducta, con las limitaciones mencionadas en el art. 10 LORRPM.
Capítulo 3
MARCO JURÍDICO DE LA MEDIDA DE
INTERNAMIENTO

3.1. Derecho comparado


La legislación de menores está sufriendo una profunda transfor-
mación en el Derecho comparado ya que una serie de gravísimos
sucesos protagonizados en los últimos años por menores de edad,
ha provocado una crisis de la justicia juvenil que denuncia su in-
capacidad para el tratamiento de la delincuencia actual, hasta el
punto de plantearse por algunas tendencias en Estados Unidos de
América incluso su abolición, ya que en los casos menos graves se
optaría por la vía de la mediación-reparación y en los más graves
operaría su remisión a la justicia de adultos1. Otra situación que ha
afectado especialmente a la Jurisdicción de menores es el aumento
de menores extranjeros, frecuentemente inmigrantes ilegales, lo que
ha llevado no sólo a su incorporación a modalidades de delincuencia
hasta ahora propias de adultos como tráfico de drogas, actuación
en banda o criminalidad organizada lo que exige una intervención
educativa específica, sino a una diversa aplicación de las sanciones,
más inclinadas al internamiento de extranjeros por su desarraigo
y deficientes condiciones socio-familiares, y con ello con una baja
incidencia de las medidas alternativas poco propicias por su falta de
condicionantes sociales favorables2.
Esta situación ha provocado un endurecimiento general de la
legislación penal juvenil en el ámbito internacional y el nacional,
plasmado especialmente en las medidas privativas de libertad, que
han visto aumentada su duración3 y que son impuestas en mayor
número de supuestos por imperativo legal. En casi todos los siste-

1
Vázquez, C.-Serrano, MªD. Derecho Penal Juvenil 2ª Ed. Madrid 2007. pág.
177.
2
Gatti, U. “Sistema italiano de justicia para menores de edad”. VVAA
Legislación de menores en el s. XXI: análisis de derecho comparado.
Estudios de Derecho Judicial nº 18, CGPJ 1999 pág. 299-300.
3
Es importante destacar que pese a la opinión social generalizada de im-
punidad frente a la delincuencia juvenil, la medida de internamiento ha
pasado de una duración máxima de dos años en la legislación anterior al
84 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

mas jurídicos se repiten las diferencias entre un sector de la clase


política que defiende el endurecimiento de las sanciones juveniles y
la mayoría de la doctrina penal que aboga por la supresión de la pri-
vación de libertad para los menores de dieciséis años y la reducción
de la duración de los internamientos, confluyendo también en todos
ellos el tratamiento inadecuado y desmesurado de la delincuencia
juvenil por los medios de comunicación.
En lo concerniente a las sanciones en el ámbito europeo, España
y Alemania han creado un régimen de sanciones juveniles propio y
autónomo, mientras que Francia, Inglaterra y los países escandina-
vos aplican a los menores las mismas penas que a los adultos pero
con unos límites y características propias4, lo que no debe ser trata-
do como una estricta diferencia ya que los sistemas con sanciones
autónomas pueden ser muy punitivos y los que utilizan las mismas
sanciones que los adultos pueden no serlo y viceversa. De la misma
manera la terminología tampoco debe ser determinante del carácter
más o menos punitivo de las sanciones ya que mientras en la ca-
si totalidad del Derecho comparado (Francia, Alemania, Inglaterra,
Italia, Austria…) se contemplan penas juveniles y medidas correcti-
vas y de seguridad, la LORRPM sólo habla de medidas y no por ello
es menos punitiva, sino todo lo contrario.
Por ello, en general, lo importante no es tanto la denominación
o si hay una normativa de ejecución o penitenciaria específica sino
los recursos empleados y la existencia de programas de intervención
adecuados. Lo que sin embargo si se ha mantenido en casi todo el
sistema de Derecho comparado, es la existencia de penas juveniles
y de medidas correctivas y de seguridad, siendo la diferencia entre
ellas el carácter más punitivo de las primeras y más educativo de
las segundas.
Por encima de esta diferenciación, en el tratamiento de la pri-
vación de libertad en los menores delincuentes, hay tres aspectos a
destacar en los distintos sistemas de Derecho comparado: en primer
lugar si en la imposición del internamiento se da prioridad a la gra-
vedad de los delitos cometidos, en cuyo caso se prioriza la proporcio-
nalidad y con ello el carácter retributivo y punitivo de la medida o si

año 2000, a cinco años en la LORRPM de 2000 y a diez seguidos de cinco


más de libertad vigilada tras las reformas de 2003 y 2006.
4
Vázquez, C.-Serrano, MªD. op. cit. pág. 218.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 85

se da prioridad a las circunstancias del menor, en cuyo caso se opta-


ría por el carácter educativo de la medida y con ello a la prevención
especial; en segundo lugar la existencia o no de un modelo de cum-
plimiento autónomo o bien su remisión a la normativa penitencia-
ria de adultos con las consecuencias que ello conlleva de contenido
prioritariamente educativo o asegurativo y en tercer lugar la impor-
tancia del sistema de alternativas al internamiento por la amplitud
o flexibilidad que se de a las medidas de diversion recomendadas por
la normativa internacional.
Como ejemplo paradigmático, se señalan a continuación algunos
sistemas de especial relevancia que pueden servir de muestra de las
distintas tendencias imperantes en la actualidad.

Alemania
La pena juvenil es una auténtica pena privativa de libertad, por
eso pese a las críticas recibidas por parte de la doctrina alemana al
entender que sólo responde a criterios de prevención general, se le
puede elogiar la ausencia de eufemismos en la terminología que fa-
cilita no crear falsas expectativas5, de hecho la pena juvenil se define
como “la privación de libertad en un centro penitenciario de meno-
res” pudiendo alcanzar una duración máxima de diez años. La pena
juvenil se reserva para los casos en los que del delito se deduzca la
insuficiencia de las medidas educativas y de corrección y lo requiera
la gravedad de la culpa, es decir lo importante es la ineficacia de
otras medidas y que el menor haya sido consciente del delito come-
tido y su ilicitud6. La gran flexibilidad judicial disponible para adop-
tar la solución más adecuada al menor, permite grandes ventajas
como una gran diversidad de medidas integradoras de orientación
y educación en la línea de la reacción informal, una gran utilización
de la suspensión de la pena de prisión, y en el marco de la pena de
prisión juvenil una mayoría de condenas de menos de dos años de
duración y un escaso número de más de cinco años de duración, ya

5
Pérez Machío, A.I. El tratamiento jurídico-penal de los menores infractores
L.O:8/2006 Valencia 2007 pág. 110.
6
Cano Paños, M.A. El futuro del Derecho penal europeo. Un estudio compa-
rado del Derecho penal juvenil en Alemania y España Barcelona 2006 pág.
164.
86 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

que el máximo de diez años sólo está previsto para los delitos más
graves.
No existe una ley de régimen penitenciario para menores, por ello
la ejecución se realiza por las normas federales administrativas, lo
que ha sido duramente criticado por el Tribunal Constitucional7, al
igual que es rechazable que los menores entre 14 y 18 años cumplan
sus penas en los centros de jóvenes (entre 18 y 21) donde apenas
llegan al 10%, por ello se reclaman pequeñas instituciones con una
total separación.

Austria
La privación de libertad tiene un carácter retributivo y punitivo
que se reserva para los delitos más graves, si bien, sin ningún con-
tenido educativo. Además, a los mayores de 16 años que cometen
delitos sancionados para adultos con cadena perpetua, se les reduce
a la mitad la condena y si se trata de menores de dieciséis años se
queda en diez años.
El modelo de cumplimiento es similar al de adultos ya que lo toma
como modelo. Este sistema tan marcadamente punitivo se completa
con un amplio y prioritario elenco de medidas de diversion como re-
nuncia del Fiscal, compensación extrajudicial, sobreseimiento… lo que
se utiliza en la gran mayoría de los procedimientos contra menores.

Francia
Junto a Inglaterra representa a los sistemas que han sustituido
la asistencia y educación por la responsabilidad por los hechos come-
tidos, primando la gravedad de los hechos sobre las circunstancias
personales y sociales, rebajando la edad penal y ampliando las san-
ciones. Desde 2002 se ha producido un endurecimiento sancionador
consistente en la aplicación de medidas educativas a partir de los
diez años y la creación de centros cerrados de carácter educativo
para menores infractores.

7
Rössner, D. “El Derecho penal de menores en Alemania con especial con-
sideración de los adolescentes” en Legislación de menores en el siglo XXI:
análisis de Derecho comparado Cuadernos de Derecho Judicial nº18 Madrid
2000 pág. 325.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 87

Las sanciones penales consistentes en privación de libertad van


acompañadas de actividades educativas, permitiéndose que el Juez
adapte la forma de cumplimiento a las circunstancias del menor y
que reduzca su duración a la mitad respecto a las penas de adultos.
Los internamientos se cumplen en centros penitenciarios con sec-
ciones especiales con las mismas posibilidades de excarcelación que
los adultos: suspensión pena, permisos de salida, régimen abierto…
hay que destacar que los establecimientos penitenciaros de menores
donde ingresan los menores entre trece y dieciocho años han recibi-
do en los últimos años las mismas críticas que los centros peniten-
ciarios de adultos por sus deficientes condiciones de cumplimiento.

Reino Unido
Una de las características más llamativas del sistema juvenil bri-
tánico es el límite inferior en la intervención ya que desde los 8 años
en Escocia y los 10 años en Inglaterra y Gales se puede exigir res-
ponsabilidad penal a los menores. El sistema de sanciones es igual
que el de adultos, si bien con una reducción de su duración que no
evita que sea el país europeo con más jóvenes en prisión con un 3%
de la población reclusa8.
Las políticas de seguridad, “no more excuses” han dado paso a un
endurecimiento de las sanciones juveniles que se manifiesta en el
plano preventivo, represivo y ejecutivo9 con detenciones indetermi-
nadas para los delitos más graves que se revisan por la evolución del
menor durante la ejecución. Las últimas reformas legales permiten
sancionar conductas predelictuales o de peligrosidad social y han
girado su orientación para valorar antes la gravedad del hecho que
las circunstancias personales y sociales del menor.
Aunque el tradicional sistema de desjudicialización se ha visto
sustituido por un sistema de responsabilidad también existen alter-
nativas como detención con periodo de formación, servicios comuni-
tarios, sistemas de prueba, intervenciones educativas comunitarias,
reparación…

8
Vázquez González, C./Serrano Tárrega, MªD. “Derecho penal juvenil”… cit.
pág. 220.
9
Larissa, S. Il Diritto Penale dei minori. Evoluzione e rischi di involuzione
Padua 2005. pág. 371.
88 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Italia
El sistema italiano se aparta claramente de los más punitivos
como el francés o el inglés ya que sigue primando la prevención del
delito y las medidas educativas y asistenciales. En este contexto, la
privación de libertad se reserva para los casos más graves en esta-
blecimientos penitenciarios especiales para menores de edad, si bien
en lugar de tener una normativa autónoma con sanciones propias
y diferentes de las de adultos, se reduce un tercio la duración de la
pena respecto a los adultos por lo tanto su diferencia es cuantitativa,
no cualitativa. La Corte Constitucional ha exigido que se cumpla con
una modalidad de ejecución diferenciada ya que la ausencia de nor-
mativa penitenciaria propia permite que se extienda la de adultos,
lo que deriva en una excesiva rigidez en materias como los permisos
premiales u otros beneficios10.
El encarcelamiento como sanción es impuesto en un número muy
limitado de menores, quizá por la importancia de no separar al me-
nor de su entorno familiar más que en casos excepcionales, aunque
por otro lado se han incrementado las intervenciones sociales dentro
del procedimiento penal. La cadena perpetua (ergastolo) no se puede
imponer a los menores de edad11 y por ello salvo ésta, como privati-
vas de libertad se pueden imponer las mismas que a los adultos: la
reclusión y el arresto.
Se les pueden aplicar las mismas figuras alternativas que a los
adultos como suspensión pena, perdón judicial, libertad vigilada, se-
midetención …y algunas específicas como la desjudicialización por
irrelevancia y falta de alarma social.

3.2. Antecedentes históricos


Ya centrados en el Derecho español, el antecedente más inme-
diato de la legislación actual es la Ley de Tribunales Tutelares de
Menores de 1948. En ella se recogía el internamiento como medida
indeterminada en el que la única limitación era el cumplimiento de
la mayoría de edad civil (arts.17 y 18) o la corrección del culpable y
el juez actuaba con total arbitrio en la determinación y duración de

10
Larissa, S. op. cit, pág. 85.
11
La anuló la Corte Constitucional en sentencia 28.4.1994.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 89

la medida a imponer (art. 15 y 16) ya que no se le daban criterios


legales orientativos; con ello se producía un sistema punitivo basado
en la ausencia de garantías y de límites con un total desprecio a
la persona del menor como sujeto de derechos. Dicha Ley permitía
internamientos breves, ingreso en establecimiento de observación,
educación o reforma, de tipo educativo o tipo correctivo o semiliber-
tad o ingreso en establecimiento especial para menores anormales.
Teniendo en cuenta que en esta Ley los menores eran considerados
irresponsables como incapaces sin límite inferior de edad, permitien-
do su aplicación desde edades tempranas o que junto a los delitos se
castigaban conductas predelictuales como supuestos de peligrosidad
(prostituidos, licenciosos, vagos y vagabundos), la vulneración de los
principios más relevantes del Derecho Penal como legalidad, tipici-
dad y hecho era evidente.
Como consecuencia de la STC 36/91 de 14 de Febrero que declaró
inconstitucional el artículo 15 de la Ley de Tribunales Tutelares de
Menores de 1948, se aprobó la L.O. 4/1992 de 5 de Junio reguladora
de la Competencia y el Procedimiento de los Juzgados de Menores
que introduce un sistema más flexible con las siguientes novedades:
la finalidad de las medidas pasa a ser educativa más que correctora,
se destaca el interés del menor y la gravedad del hecho para seleccio-
nar la medida a imponer, se señala dos años como duración máxima
de las medidas, el internamiento pasa a ser abierto, semiabierto y
cerrado y se regulan medios alternativos como la suspensión del fa-
llo. En dicha etapa, al ser gestionados los centros de internamiento
por las Comunidades Autónomas, sus establecimientos y reglamen-
tos internos pasan a ser muy diferentes, provocando una ejecución
muy desigual en los distintos territorios en temas tan importantes
como el régimen disciplinario, los derechos de los menores interna-
dos o el régimen interno de visitas, comunicaciones…
Como consecuencia de la aprobación del Código Penal de 1995
donde en el art. 19 se limita su aplicación a los mayores de dieciocho
años, remitiendo la responsabilidad penal de los menores de dicha
edad a la legislación específica, surge la necesidad de reformar la le-
gislación juvenil en esos momentos vigente para adaptarla a dichos
términos. De esta manera, se suceden una serie de Anteproyectos
desde 1995 hasta 1998 con importantes diferencias entre ellos en lo
que respecta a la medida de internamiento:
90 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

El Anteproyecto de Ley Orgánica Penal Juvenil y del Menor de


27 de Abril de 1995 tiene como característica más importante la di-
ferencia entre menores (de 13 a 16 años) y jóvenes (de 16 a 18) y con
ello entre pena juvenil, medidas disciplinarias y medidas educativas.
La pena juvenil consistía en el internamiento en un centro cerrado
para jóvenes para los casos de especial gravedad realizados con vio-
lencia e intimidación con una duración entre seis meses y diez años,
las medidas disciplinarias combinaban el carácter disuasorio con el
de sanción a través de ingresos en centros abiertos o semiabiertos
hasta un máximo de dos años y las medidas educativas se destina-
ban a solucionar los problemas de inadaptación del menor a través
del ingreso en un centro socio-sanitario o de educación especial. Las
posibilidades de sustitución y suspensión son notoriamente amplias
y el Título III íntegramente está dedicado a la ejecución de penas y
medidas con una detallada regulación.
El Anteproyecto de Ley Orgánica de Justicia Juvenil de 30 de
Octubre de 1996 suprime la distinción del anterior entre menores
y jóvenes, y limita su ámbito de aplicación a los menores con eda-
des comprendidas entre 14 y 18 años, además supera el carácter
excesivamente punitivo del anterior a través de la declaración de
responsabilidad social del menor en el art. 2.1; en cuanto a los in-
ternamientos, desaparece el internamiento abierto, y el cerrado se
divide en dos periodos, el segundo de los cuales es la libertad vigi-
lada, lo que luego va a permanecer en los sucesivos Proyectos. La
duración general de las medidas es de dos años, elevándose a cinco
en los mayores de dieciséis años en los hechos graves o de especial
violencia y, finalmente, a cinco de internamiento cerrado seguidos
de hasta cinco más de libertad vigilada en los casos de extrema gra-
vedad, concepto éste último que no se define. El cumplimiento de
las medidas se reduce a un solo precepto (art. 41) en el que no se
menciona apenas el contenido y circunstancias de ejecución de las
medidas, ni los derechos y deberes de los menores, incumpliendo con
ello su carácter de código completo, lo que adolece de una completa
previsión legal de las características penales, procedimentales y de
ejecución de las medidas.
La Proposición de Ley Orgánica Reguladora de la Responsabilidad
Penal del Menor de 1996, define el contenido de todas las medidas
destacando que el internamiento cerrado alcance una duración de
seis meses a cinco años y excepcionalmente a ocho años, sin que tal
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 91

extremo pueda aplicarse a menores de dieciséis años en cuyo caso


nunca puede exceder de cuatro años. Los aspectos de la ejecución
vienen contemplados en el Título V que no sólo se refiere, como es
habitual, al internamiento cerrado sino también a los otros tipos de
internamiento y a las medidas privativas de otros derechos
En el Anteproyecto de Ley Orgánica de Justicia Juvenil de 30
de Enero de 1997, el internamiento conserva sus tres modalidades,
y respecto a su duración se introduce la novedad de que en los su-
puestos de extrema gravedad se entenderá, en todo caso como tales,
los supuestos de reincidencia, lo que van a mantener los Proyectos
subsiguientes. Se trata de un Anteproyecto que pese a huir de un ex-
cesivo enfoque penal no suprime las necesarias garantías y de hecho
recupera algunas ventajas del primero, de esta manera es totalmente
positiva la regulación que se hace de las funciones del Juez para ejer-
cer el control de la ejecución o las mayores previsiones para la ejecu-
ción de medidas, aunque sólo se reducen a las privativas de libertad
El Anteproyecto de Ley Orgánica Reguladora de la Justicia de
Menores de 1 de Julio de 1997 supone un cierto endurecimiento en el
tratamiento sancionador de los menores, como lo demuestra que en él
se reduzca de nuevo, como en el primero de los Proyectos, a trece años
el límite de responsabilidad de los menores. Su controvertida nove-
dad consistió en modificar el art. 19 del Código Penal al remitir a la
legislación penal de adultos a los mayores de dieciséis años que come-
tieran delitos de terrorismo, excluyéndolos de la legislación específica
de menores. Esta modificación fue duramente criticada por el Consejo
General del Poder Judicial por su confrontación con el principio de
igualdad ya que no se puede sustraer de la especialidad del derecho
de menores un grupo de delitos por muy graves que sean, dado que
el tratamiento específico para los menores ha de ser igual para todos
ellos, sin que se pueda justificar que la comisión de algunos delitos les
haga merecer un trato de adultos. Sin mencionar la diferencia entre
menores y jóvenes del primer Anteproyecto, sí que se mantienen de
nuevo algunas distinciones entre los tramos de trece a dieciséis y de
diecisiete a dieciocho años en la aplicación y graduación de las me-
didas y de nuevo recupera el título dedicado a la ejecución con una
especial atención a las medidas privativas de libertad.
El Consejo General del Poder Judicial en fecha 12 de Noviembre
de 1997 emitió informe favorable de su contenido, si bien recomen-
dando una mayor precisión y concreción legal de las medidas, la limi-
92 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

tación de la duración máxima de los internamientos, la supresión de


las consecuencias del quebrantamiento de ejecución por su incompa-
tibilidad con las características del Derecho de menores y la supresión
de la posibilidad de que ciertos delitos graves cometidos por menores
pudieran ser remitidos al régimen de los mayores de edad.
El Proyecto de Ley Reguladora de la Responsabilidad Penal de
los Menores de 27 de Octubre de 1998 sigue parcialmente estas indi-
caciones, aunque endurece el internamiento cerrado, limita sus po-
sibilidades de modificación y en los supuestos de extrema gravedad,
junto a la reincidencia se incorporan los delitos de terrorismo. En
cuanto a la ejecución de las medidas, todo el Título VII se dedica a
su regulación como ya comenzó haciendo el primero de los Proyectos,
con la única excepción del Anteproyecto de Octubre de 1996 que ape-
nas dedica un precepto para tal cometido.
A todos estos Proyectos y Anteproyectos les siguió la aprobación
de la LORRPM que en sus sucesivas reformas no ha dejado de pro-
longar la duración de los internamientos, endurecer sus posibilida-
des de modificación, ampliar su ámbito de aplicación y adelantar su
transformación en pena de prisión, lo que no casa demasiado bien
con el pretendido interés preferente del menor que se indica en la
Exposición de Motivos.

3.3. Clases de centros de internamiento


Los centros de internamiento han de ser específicos de menores
lo que implica una especialización tanto en la estructura como en el
funcionamiento, por tanto no pueden coincidir con los centros peni-
tenciarios de adultos ni siquiera con la debida separación. Pueden
ser de régimen cerrado, abierto y semiabierto o terapéuticos, además
el art. 54 LORRPM añade los sociosanitarios cuando la medida im-
puesta así lo requiera. Esta singularidad de los centros de interna-
miento obliga a que sean también diferentes de los centros de pro-
tección, lo que no siempre se cumple en el caso de los internamientos
abiertos como señalaba el Informe de la Fiscalía de 200412 y sigue
mencionado la Circular FGE 1/2007.

12
Ornosa Fernández, MªR. Derecho Penal de menores 3ª Ed. Barcelona 2005
pág. 196 alerta de esta confusión entre desprotección y cumplimiento de
medidas judiciales de reforma.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 93

Debe descartarse la creación de grandes complejos que pretendan


aglutinar a todos los menores de una misma Comunidad Autónoma
en un mismo centro, ya que además de no ser adecuado desde un
punto de vista educativo, en adultos no ha dado buenos resultados
la gestión de centros tan grandes, por ello resulta preferible la exis-
tencia de centros pequeños que además de contemplar los distintos
tipos de internamiento debidamente separados entre sí, puedan fa-
cilitar la cercanía del domicilio13.
A diferencia de la legislación penitenciaria de adultos, la LORRPM
no exige centros de internamiento diferentes para el cumplimiento
de la medida cautelar de internamiento recogida en el art. 28, si-
no que establece que sea en el régimen adecuado establecido por el
Juez, lo que permite que sea cerrado, semiabierto o abierto, pese a
lo cual debería evitarse la convivencia entre menores condenados
y menores cumpliendo internamiento cautelar; la única previsión
específica viene en el art. 29 RM que en cumplimiento del principio
de presunción de inocencia sustituye el programa individualizado
de ejecución de la medida por un modelo individualizado de inter-
vención que también ha de ser aprobado por el Juez de Menores.
Al igual que sucede con los adultos el tiempo cumplido en interna-
miento cautelar se abonará íntegramente para el cumplimiento del
internamiento impuesto en la misma causa o diferentes si tienen por
objeto hechos anteriores a la adopción de dicha medida cautelar.
La medida de internamiento tiene diversas modalidades que han
de ser decididas por el Juez en la sentencia y que implican distintos
centros de cumplimiento con sustanciales diferencias en su forma
de ejecución:
El art. 7.1 a) LORRPM señala que en los internamientos ce-
rrados los menores además de residir en el centro, desarrollarán en
el mismo las actividades formativas, educativas, laborales y de ocio
planificadas en el programa de ejecución, expresión flexible que per-
mitió al Borrador de Reglamento señalar que en los internamientos
cerrados se podría realizar alguna actividad fuera del centro; sin
embargo finalmente el art. 24 RM no lo ha contemplado al establecer
que todas se realizarán en el centro donde residan. Hay que recor-
dar que el internamiento cerrado sólo se puede imponer en los casos

13
Cruz Márquez, B, La medida de internamiento… cit. pág. 66.
94 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

previstos en el art. 9.2 (delitos graves; menos graves ejecutados con


violencia, intimidación en las personas o que hayan generado grave
riesgo para la vida o integridad física de las mismas; delito cometido
en grupo o perteneciendo el menor o actuando al servicio de bandas,
organizaciones o asociaciones) y es obligatorio en los del art. 10 (he-
chos de extrema gravedad en mayores de dieciséis años y específicos
delitos graves como homicidio…) con lo que resulta una ampliación
de los supuestos de internamiento cerrado potestativo respecto a la
regulación anterior.
Aunque como regla general los menores ingresados en los centros
de internamiento cerrado no pueden disfrutar de permisos de salida,
excepcionalmente los menores pueden disfrutar hasta doce días de
permiso al año sin que exceda de cuatro días seguidos, cuando hayan
cumplido el primer tercio del periodo de internamiento, lo justifique
su buena evolución personal durante la ejecución de la medida o con
ello se favorezca el proceso de reinserción social.
En los internamientos semiabiertos, aunque los menores
residen en el centro, se permite realizar alguna de las actividades
formativas, educativas, laborales o de ocio en el exterior, y además
pueden disfrutar de permisos de salida los fines de semana y en los
periodos vacacionales. Las actividades que se vayan a realizar en
el exterior deben estar ajustadas a los horarios y condiciones del
programa individualizado de ejecución y debe ir adaptándose a la
evolución del menor, hasta el punto de que el art. 7.1 b) permite
su suspensión judicial si el menor no evoluciona favorablemente,
lo que debería limitarse ya que la realización de todas las activi-
dades en el interior podría llegar a confundir el cumplimiento de
este tipo de internamiento con el cerrado. Este contenido del inter-
namiento semiabierto ha supuesto un endurecimiento respecto a la
regulación anterior en la que era preceptivo que las actividades se
realizaran fuera del centro, además de crear una cierta inseguridad
jurídica ante posibles progresiones y regresiones en la ejecución, por
ello la Circular 1/2007 FGE exige que se de trámite de audiencia al
Ministerio Fiscal y al menor, y que el Juez debe motivar su decisión
y limitarla a las actividades, no al régimen de permisos o salidas
que se regirán por las disposiciones reglamentarias propias del in-
ternamiento semiabierto. Cualquier modificación sobre el programa
inicial de intervención que permita aumentar o disminuir las activi-
dades en el exterior o los horarios del menor debe contar con la au-
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 95

torización del Juez, lo que aunque pueda parecer demasiado rígido y


poco operativo para adaptarse a las circunstancias del menor, es una
exigencia irrenunciable del principio de legalidad de acuerdo con el
art. 44.2 c) LORRPM.
En los internamientos abiertos el centro es el domicilio habi-
tual de menor pero todas las actividades del proyecto educativo (es-
colares, formativas y laborales) se realizan en los servicios normali-
zados del entorno saliendo a diario del centro para ello, arts.7.1.b) y
c) LORRPM y art. 26 RM, su diferencia con los semiabiertos es poco
perceptible al permitir en ambos casos las actividades fuera del cen-
tro, por eso la indicación legal en los abiertos de que todas las activi-
dades se realicen fuera debería suponer la inexistencia de servicios
educativos propios en los centros (Circular FGE 1/2000) algo que en
la práctica no siempre sucede por las dificultades que a veces conlle-
va. Además disfrutan de permisos de salida los fines de semana, y
en general deben pernoctar en el centro, estando un mínimo de ocho
horas, aunque esto tiene las siguientes excepciones siempre que lo
proponga la Entidad Pública y lo autorice el Juez de menores:
– si el menor realiza en el exterior actividades formativas o la-
borales que lo requieran, se podrá autorizar que no pernocte
en el centro durante un periodo determinado o que acuda con
la periodicidad que se establezca con el fin de realizar activi-
dades y entrevistas o controles presenciales, lo que no permite
la posibilidad de control por dispositivos telemáticos permiti-
do para adultos en el art. 86.4 RP.
– si las características y evolución del menor lo aconsejan, el
menor podrá residir en viviendas o instituciones de carácter
familiar ubicadas fuera del recinto del centro pero bajo el con-
trol de la Entidad Pública, de manera similar a las unidades
dependientes de adultos que regula el art. 165 RP.
El internamiento terapéutico se ha de realizar en un centro
específico, sin embargo el art. 27 RM se refiere a recibir la atención
educativa especializada en el centro asignado, lo que puede enten-
derse como una manera de aceptar estos tratamientos en otro tipo
de centro, sin necesidad de que sea específico14, como ejemplo de ello

14
Ornosa Fernández, MªR. Derecho Penal de menores 3ª Ed. Barcelona 2005
pág. 199.
96 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

la SAP Pontevedra 22.1.2002 impone una medida de internamiento


cerrado con el cumplimiento simultáneo de tratamiento terapéutico
como la concurrencia de un internamiento y una medida terapéuti-
ca complementaria a cumplir en el mismo centro de internamiento
cerrado. Desde la reforma de 2006, la LORRPM permite que estos
internamientos puedan ser en régimen cerrado, semiabierto o abierto,
en función de las necesidades del menor, lo que antes no se señalaba.
Este internamiento está previsto para el tratamiento de las adic-
ciones a sustancias tóxicas, anomalías psíquicas o alteraciones en la
percepción que determinen una alteración grave de la conciencia de
la realidad, lo que le convierte en la medida más próxima a las me-
didas de seguridad de adultos por su carácter terapéutico, exigiendo
consentimiento del menor sólo para los casos de deshabituación, con
lo cual en el resto de tratamientos se prescinde de la opinión del
menor para diseñar y llevar a cabo la intervención; de esta manera,
en caso de ser rechazado el tratamiento, la LORRPM indica que se
ha de elegir otra medida adecuada a las circunstancias del menor,
y si el rechazo fuera sobrevenido una vez ya iniciado el tratamiento
por deshabituación debe dar lugar a su suspensión y sustitución por
otra medida15. No hay que confundir el rechazo al tratamiento con
el rechazo a la medida, ya que el Juez lo que tiene que valorar es lo
primero y en caso de ser rechazado por el menor elegir otra medida
adecuada a las circunstancias del menor. En los demás internamien-
tos terapéuticos, sin embargo no se hace mención al consentimiento,
dada la falta de capacidad cognitiva y volitiva motivada por la alte-
ración de la imputabilidad, sin embargo hay que tener en cuenta que
cualquier tratamiento que no cuente con la voluntariedad del menor
está condenado al fracaso, de ahí la importancia de estimular al me-
nor a su participación; por este motivo, los medios coactivos han de
ser rotundamente rechazados salvo que sean necesarios para redu-
cir episodios violentos incontrolados, en esos casos la proporcionali-
dad y racionalidad de los medios empleados aconsejan suministrar
sedantes y evitar intervenciones corporales, al igual que en adultos.
Dentro de la regulación de los centros terapéuticos, los centros
sociosanitarios destinados al cumplimiento de la medida impuesta,
cuando así lo requiera, no son definidos ni tampoco se identifican los
motivos que los pueden aconsejar, lo que provoca una gran incerti-

15
De Urbano Castrillo, E./De la Rosa Cortina, J.M. op. cit pág. 77.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 97

dumbre, aunque en todo caso el traslado del menor a uno de estos


centros haya de ser autorizado por el Juez, art. 27.4 RM y parezca
que se refieren a los internamientos terapéuticos16. Tanto estos como
los anteriores pueden ser públicos o privados, en virtud de los corres-
pondientes convenios.
La inexistencia de este tipo de centros hasta no hace mucho tiem-
po, provocaba la inaplicación de esta medida de internamiento o su
sustitución por otra, en este sentido se puede destacar la SAP Las
Palmas 9.6.2001 donde junto a los criterios de buena evolución de
la enfermedad (esquizofrenia crónica por consumo de alcohol) y ca-
rácter excepcional del comportamiento delictivo, se valora la inexis-
tencia de centros y el desarraigo que tal extremo puede producir,
para sustituir dieciocho meses de internamiento por cinco años de
tratamiento ambulatorio.
Si bien el cumplimiento de estos internamientos terapéuticos es
preferente al de las demás medidas, art. 47.1.2, no se establece una
mención similar a la de concurrencia de penas y medidas de seguri-
dad del art. 99 del Código Penal que exige abonar el tiempo de cum-
plimiento de la medida al de la pena que reste por cumplir.
Tampoco menciona la LORRPM que en estos centros la finali-
dad sea puramente asistencial lo que implica consecuencias de
gran trascendencia como por ejemplo que en ellos no rija el régimen
disciplinario (art. 59.3 RM), y que los permisos de salida o las co-
municaciones se deban adaptar a las necesidades del tratamiento
terapéutico y no a las previsiones reglamentarias. En este sentido
los menores sometidos a internamiento terapéutico podrán disfru-
tar de permisos, salidas y comunicaciones siempre que lo autorice
el Juez de Menores y se enmarquen en el programa individualizado
de tratamiento, y podrán ser también dejados sin efecto si el menor
incumple las condiciones.
En los delitos de terrorismo, la LORRPM prevé que el Gobierno
pondrá a disposición de la Audiencia Nacional establecimientos con
el control de personal especializado, esta previsión no puede compor-
tar centros de internamiento diferentes lo que supondría un trato
desigual respecto a los adultos (en los que no se distingue los inter-

16
Dolz Lago, M.J. Comentarios a la legislación penal de menores Valencia
2007 pág. 262.
98 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

nos condenados por delitos de terrorismo de los internos condenados


por otro tipo de delitos, salvo en que uno de los criterios para la cla-
sificación de primer grado, junto a otros, es la pertenencia a organi-
zaciones delictivas o bandas armadas, art. 102.5 c RP) pero tampoco
puede referirse a centros de internamiento con normas de funcio-
namiento interno diferentes lo que supondría un trato injustificado
respecto al resto de menores, por ello sólo debe entenderse como una
llamada de atención a que los centros donde resulten internados los
menores por terrorismo estén dotados de medidas de control y vigi-
lancia especializadas para este tipo de delincuencia.

3.4. Duración del internamiento


Según indica el art. 7.2 LORRPM el internamiento consta siem-
pre de dos periodos, el primero en el centro y el segundo en libertad
vigilada que se cumplirá inmediatamente después de la finalización
del primer periodo. La duración total de ambos periodos conjunta-
mente no excederá de los límites correspondientes de los arts.9.3
y 10 LORRPM, teniendo en cuenta que en unas ocasiones el plazo
dado por la Ley comprende la duración conjunta para que sea el
Juez el que fije su respectiva duración, y en otras se distingue la
duración correspondiente de cada uno de ellos, como ocurre en el
art. 10 LORRPM. que recoge la duración concreta de cada periodo
respectivamente para los supuestos de extrema gravedad y de deter-
minados delitos graves.
Con todo ello la duración del internamiento puede tener la si-
guiente extensión:
La regla general es que el internamiento, como todas las medi-
das, tenga una duración máxima de dos años, art. 9.3.
A continuación se recogen las siguientes excepciones en la dura-
ción máxima del internamiento:
Tres años si el menor tuviera catorce o quince años y hubiera
cometido alguno de los hechos recogidos en el art. 9.2
Seis años si el menor tuviera dieciséis o diecisiete años y hubiera
cometido alguno de los hechos recogidos en el art. 9.2. Cuando estos
mismos hechos son de extrema gravedad el internamiento cerrado
(en todo caso) pasa a tener una duración entre uno y seis años, con
lo cual se excluyen los internamientos de menos de un año, y ade-
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 99

más va seguido de una libertad vigilada de hasta cinco años como


máximo.
En los delitos mencionados en el art. 10.2 el internamiento cerra-
do durará de uno a cinco años seguidos de libertad vigilada hasta
tres años si el menor tuviera catorce o quince años, y de uno a ocho
años de duración seguidos de libertad vigilada hasta cinco años si el
menor tuviera dieciséis o diecisiete años.
Finalmente sólo en los supuestos concursales de los delitos men-
cionados en el art. 10.2 el internamiento cerrado podrá durar hasta
seis años si el menor tuviera catorce o quince años y hasta diez años
si el menor tuviera dieciséis o diecisiete años, respectivamente se-
guidos de la libertad vigilada correspondiente, es decir hasta tres
años en el primer caso y hasta cinco años en el segundo.
Como todo internamiento va seguido de libertad vigilada, el art.
7.2 LORRPM establece que el Juez ha de señalar en la misma sen-
tencia su respectiva duración, previo informe del equipo técnico, sin
que exceda de los límites legales de los arts. 9 y 10 respectivamente,
la finalidad de esta medida subsiguiente es que el paso a la libertad
sea paulatino y supervisado por un educador, ya que como señala la
recomendación R(87)del Comité de Ministros del Consejo de Europa
de 17 de Septiembre de 1987 “tras el final de la reclusión se ha de
asegurar un apoyo educativo y un apoyo a la reinserción social de los
menores”, de ahí la importancia de que el equipo técnico informe so-
bre su respectivo contenido, dándole al Juez una mayor flexibilidad
que cuando está tasado. Esto puede presentar problemas de concre-
ción ya que a priori es difícil que el Juez pueda realizar un pronósti-
co exacto de las necesidades del menor, la solución que aboga porque
en el sentencia no venga una concreción numérica o exacta de los
dos periodos sino sólo los criterios que se irán concretando en el futu-
ro17 no parece satisfactoria, no solo por la literalidad de la LORRPM
que exige su concreción sino por exigencias de seguridad jurídica,
por ello lo más adecuado es que el Juez disponga en la sentencia la
duración de los dos periodos y en su caso haga uso más adelante de
los mecanismo de sustitución o suspensión de la medida, ya que la
posibilidad de modificaciones en este sentido son las mismas que
pueden ocurrir con el resto de medidas.

17
Feijoo Sánchez, B. Comentarios… cit pág. 101.
100 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Para facilitar esta concreción, como novedad de la L.O. 8/2006,


la libertad vigilada subsiguiente al internamiento ha de ser ratifi-
cada al finalizar el internamiento por auto motivado, con audiencia
del Ministerio Fiscal, el letrado del menor y la Entidad Pública, art.
10.4 LORRPM, lo que viene a ser una posibilidad de revisión de lo
decidido en su día por el Juez, por si ha dejado de ser necesaria, pero
siempre teniendo en cuenta que esta duración se puede reducir pero
nunca prolongar, art. 13 LORRPM.
En el siguiente cuadro se sintetiza la duración de la medida de
internamiento:

Regla general 2 años, en todos los casos


Excepciones

Art. 9.2 (delitos graves; 14-15 años: 3 años


delitos menos graves con
violencia o intimidación o
grave riesgo para la vida
16-17 años: 6 años extrema gravedad: 1 a 6 años inter-
o integridad física; grupo/
nam. cerrado + hasta 5 L.V.
bandas/organización o
asociación) art. 10.1 b)

14-15 años: concurso:


1 a 5 años interna- hasta 6 internam cerrado + hasta 3
mieno cerrado + has- L.V.
Art. 10.2 (homicidio, asesi-
ta 3 L.V.
nato, agresiones sexuales,
terrorismo, delitos > 15 16-17 años: concurso:
años Pr.)
1 a 8 años interna- hasta 10 internam.
miento cerrado + cerrado + hasta 5 L.V.
hasta 5 L.V.

3.5. Procedimiento de ejecución


El procedimiento de ejecución se regula en el art. 46 LORRPM
y art. 10 RM estableciendo algunas diferencias en el orden de las
actuaciones que hay que seguir.
En cuanto a los internamientos, una vez el Juez ha dictado sen-
tencia firme, la Entidad Pública con la sentencia recibida, los infor-
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 101

mes técnicos de la causa y la identificación del letrado, indica inme-


diatamente el centro de ingreso y lo comunica al Juez. En la elección
del centro se tiene en cuenta la existencia de plazas disponibles de
entre los más cercanos al lugar de domicilio del menor. Si está aleja-
do, lo que sólo debe justificarse por el interés de alejar al menor de
su entorno familiar y social, si está en otra Comunidad Autónoma o
es sociosanitario se necesita autorización judicial (art. 10.2º RM). En
los casos de terrorismo se exigen centros específicos, lo que no ocu-
rre en adultos, planteando una diferencia injustificada que no debe
entenderse en absoluto como una remisión a los centros penitencia-
rios por muy peligrosos que sean los menores infractores; además,
en el caso de menores que pertenezcan a una banda, organización o
asociación no pueden cumplir la medida en el mismo centro, lo que
puede limitar también el derecho a estar en el centro más próximo
a su domicilio18. Como novedad de la Ley 8/2006, el Juez que ha de
autorizar el traslado ha de ser el competente para la ejecución de
medidas.
La necesidad de que la elección del centro recaiga en la Entidad
Pública y no en el órgano judicial, la recuerda la SAP Cádiz 20.4.2004
al revocar en apelación la sentencia impugnada por haber indicado
el Juez de Menores en la misma el centro de internamiento don-
de se iba a cumplir la medida impuesta, vulnerando con ello el art.
45 LORRPM que reserva dicha competencia a las Comunidades
Autónomas.
A continuación, en veinte días se presenta al Juez el programa
individualizado de ejecución para que lo autorice en el que, en gene-
ral, debe constar en todo caso el régimen de ejecución del interna-
miento, la previsión de permisos de salida ordinarios, la previsión de
actividades programadas y la posibilidad de desempeñar un trabajo
dentro o fuera del centro. En particular, en caso de que el interna-
miento sea cerrado se han de detallar las actividades formativas,
educativas, laborales y de ocio que vaya a realizar el menor; en el
internamiento semiabierto si dichas actividades se realizarán fuera
del centro y, en su caso, la organización que se requiera para ello;
si se trata de internamiento abierto también se concretarán dichas
actividades y por último, en el internamiento terapéutico se ha de

18
La mera actuación en grupo no puede justificar esta separación sino que se
ha de adoptarse teniendo en cuenta el interés del menor.
102 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

hacer constar la planificación de salidas, permisos y comunicaciones


y el programa de tratamiento con las pautas sociosanitarias que se
vayan a seguir. Para evitar el ingreso del menor sin haberse autori-
zado por el Juez todavía el programa específico de ejecución, o bien
debe retrasarse el ingreso en el centro o acelerarse la aprobación del
programa por el Juez.
Una vez iniciado el cumplimiento del internamiento se notifica
al Juez para que el Secretario realice la liquidación judicial en la
que han de constar las fechas de inicio y fin de la medida y abono de
medida cautelar, tal escrito ha de comunicarse al Ministerio Fiscal,
a la Entidad Pública y al letrado del menor y aunque no se dice debe
ser aprobado por el Juez como toda liquidación judicial19. La medida
cautelar abonable puede ser homogénea a la impuesta (detención
e internamiento) o no homogénea, en cuyo caso se deja a la discre-
cionalidad del Juez para realizar una compensación razonable, art.
28.5 LORRPM. En s. 28.7.2004 del Juzgado de Menores de Murcia
se establece una compensación entre el abono de un internamiento
cautelar cerrado y un semiabierto impuesto en los siguientes térmi-
nos “habiendo estado sometido a la medida cautelar de internamien-
to en centro de régimen cerrado un total de dos meses, y dieciséis
días en centro de régimen semiabierto. El tiempo que ha estado in-
ternado en régimen cerrado, se le valora el doble que el régimen se-
miabierto por ser el cerrado un régimen más restrictivo de derechos
fundamentales, por lo que se le abonaran un total de cuatro meses
y dieciséis días”
En el mismo sentido que se contempla en el art. 58 del Código
Penal para los adultos, se puede abonar el cumplimiento de una me-
dida cautelar a una medida impuesta por una causa diferente siem-
pre que se trate de hechos cometidos con anterioridad a la adopción
de la medida cautelar, ya que se trata de evitar el abono a hechos
cometidos posteriormente que puedan facilitar la impunidad. El ini-
cio de la medida se entiende desde el día que el menor ingresa en el
centro, al igual que en adultos. Aunque la LORRPM establece que la
liquidación se haga antes del inicio de ejecución parece más lógico
pensar que se realice una vez iniciada la ejecución como ocurre en
adultos.

19
De Urbano Castrillo, E./De la Rosa Cortina, J.M. op. cit pág. 260.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 103

Con todos los informes, resoluciones judiciales… se abre en la


Comunidad Autónoma un expediente personal único a cada menor
que recoja todas las incidencias (art 48 LORRPM y art. 12 RM),
tal expediente tiene carácter reservado por eso sólo pueden acce-
der el Defensor del Pueblo o institución análoga de la Comunidad
Autónoma, los Jueces de menores, el Ministerio Fiscal, los profesio-
nales intervinientes, y el menor su abogado y representante legal
si lo solicitan; la especial importancia de la protección de datos del
menor justifica su salvaguarda en atención a su derecho al honor
y a la intimidad, así como una especial mención al deber de sigilo
profesional.
La Entidad Pública ha de remitir informes periódicos al Juez
Menores, y al Ministerio Fiscal y al letrado del menor si lo solicita,
art. 49 LORRPM y art. 13 RM, además de un informe final cuando
se cumpla la medida para que el Juez dicte el auto de archivo. art. 53
LORRPM. El RM establece como regla general de todas las medidas,
excepto permanencia de fin de semana y prestaciones en beneficio de la
comunidad, que estos informes sean trimestrales aunque tanto si lo pi-
de el Juez de Menores o el Ministerio Fiscal o la propia Entidad Pública
lo considere necesario se pueden hacer en cualquier momento.
Como el Juez ya ha decidido si el internamiento es cerrado, se-
miabierto o abierto no hay clasificación y además en los interna-
mientos cerrados obligatorios no se puede modificar antes de un año
de cumplimiento y en los casos previstos en el art. 10.2 LORRPM
hasta la mitad de la condena.
El objetivo del cumplimiento de toda medida es trabajar sobre las
carencias más frecuentes en los menores y que suelen ser las siguien-
tes: problemas personales y de afectividad, disfunciones psicológicas,
baja empatía y baja autoestima, bajo control impulsos, desconfianza,
poca sinceridad, ingestión de sustancias tóxicas, mala alimentación,
rechazo escolar, familia desestructurada y escaso interés… todo ello
asigna a la medida un contenido específico educativo diferente a la
finalidad resocializadora de la pena de adultos y que en el interna-
miento tiene una especial importancia por las posibilidades de inter-
vención, para conseguir estos objetivos las fases de cumplimiento del
internamiento en general suelen ser las siguientes:
– admisión: acogida e información.
– evaluación inicial: recogida de datos, observación y adapta-
ción.
104 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

– diseño y ejecución programa: detección necesidades y planifi-


cación de objetivos.
– seguimiento: mensualmente se revisa la situación del menor.
– resultados: valoración global.
La libertad vigilada subsiguiente al internamiento se ejecuta co-
mo el resto de medidas en medio abierto, es decir, la Entidad Pública
en cinco días designa el profesional responsable. A continuación se
reúne con los representantes legales para comunicar el contenido,
inicio y fin de la medida, emitiendo con las conclusiones de este en-
cuentro un informe inicial con los datos del menor, la familia…, se
realiza un proyecto con objetivos y estrategias (escolar, familiar, ha-
bilidades sociales…) con la obligación de emitir cada dos ó tres me-
ses un informe al Juzgado y a la Entidad Pública y cuando termine
la medida, se emite un informe global. Dada la dependencia de la
libertad vigilada subsiguiente a la medida de internamiento a ésta
última, sería conveniente que antes de su inicio ya hubiera una to-
ma de contacto entre los responsables de la ejecución de la misma
y el centro donde se ha cumplido la medida de internamiento, y que
durante el transcurso de su cumplimiento también hubiera una re-
lación fluida entre ellos para una mayor coherencia y eficacia de los
objetivos previstos.
Hay que tener en cuenta que al terminar el cumplimiento de la
medida, en esta Jurisdicción no existe el registro de antecedentes
penales propio de adultos, ya que el registro de sentencias es sólo
para Jueces de Menores y Ministerio Fiscal.(DA3ª).

3.6. Ejecución de varias medidas de internamiento


Además de los supuestos concursales, como en Derecho Penal ju-
venil es posible imponer una o varias medidas con independencia de
que se hayan cometido uno o varios hechos delictivos, la LORRPM
ha tenido que regular la imposición judicial de varias medidas y las
reglas correspondientes a su ejecución conjunta, tarea que no ha si-
do realizada con excesiva claridad con una regulación más que du-
dosa, que deja cuestiones tan importantes como la duración máxima
del cumplimiento de medidas.
El orden de cumplimiento cuando son varias las medidas impues-
tas, bien sea en las mismas o distintas resoluciones judiciales, se
regula en el art. 47 LORRPM de la siguiente manera:
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 105

1- El Juez competente para la ejecución, según el art. 12.1


LORRPM el que hubiera dictado la primera sentencia firme, ordena-
rá el cumplimiento simultáneo de las medidas que sean compatibles
que según reza el art. 11 RM son:
– las medidas no privativas de libertad diferentes entre sí
– la permanencia de fin de semana con otra medida no privativa
de libertad
– la amonestación, privación del permiso de conducir ciclomo-
tores o vehículos a motor o derecho a obtenerlo, licencia para
caza o armas e inhabilitación absoluta cuando concurran con
otra medida diferente.
Es decir, sólo las últimas son compatibles con el internamiento,
y además los internamientos son incompatibles entre sí y con otras
privativas de libertad como vgr. la permanencia de fin de semana.
Antes de aprobarse el texto reglamentario, ante el silencio de la
LORRPM, se daban situaciones irregulares como el cumplimiento
simultáneo de internamiento semiabierto o cerrado y prestaciones
en beneficio de la comunidad dentro del centro, con la paradoja de
que mientras se cumplía ésta última no se estaba sujeto a la nor-
mativa de funcionamiento interno del centro y por ello de cometer
alguna infracción el centro no sería competente para aplicar la san-
ción correspondiente, lo que el Defensor del Pueblo criticó instando
al desarrollo reglamentario de la no compatibilidad entre medidas
de distinta naturaleza20.
2- Si no es posible se cumplirán sucesivamente, con el siguiente
orden de cumplimiento:
– el internamiento terapéutico es preferente a todas las demás
medidas: en este caso no se establece una mención similar a la
de concurrencia de penas y medidas de seguridad del art. 99
del Código Penal que exige abonar el tiempo de cumplimiento
de la medida al de la pena que reste por cumplir21, si bien es
cierto que la flexibilidad judicial lo hace innecesario.

20
Defensor del Pueblo. Informe sobre el primer año de vigencia de la LORRPM.
Septiembre 2002, pág. 425.
21
Vargas Cabrera, B. en Conde-Pumpido Ferreiro, C. (Dtor). “La ley de la res-
ponsabilidad penal de los menores. Doctrina con jurisprudencia y normati-
va complementaria. Madrid 2001,.pág. 155.
106 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

– las medidas impuestas por el Juez Central de Menores o por


la sala correspondiente de la Audiencia Nacional serán prefe-
rentes a las impuestas por otros jueces o salas de menores.
– el internamiento cerrado es prioritario al resto de los inter-
namientos, ya que cuando concurren varios internamientos,
aunque unos sean cautelares y otros definitivos siempre se
cumplen antes los de régimen más restringido, interrumpien-
do los demás, salvo que el Juez de Menores altere el orden de
cumplimiento.
– las medidas de internamiento son preferentes a las no privati-
vas de libertad, incluso interrumpiendo su ejecución, sin tener
en cuenta su naturaleza de última ratio, pese a la posibilidad
de alterar el orden que otorga el art. 47.5 e) LORRPM.
– la libertad vigilada subsiguiente al internamiento cerrado del
art. 10.2 se cumplirá una vez finalice el primero, pero siem-
pre que no haya pendientes otros internamientos, con lo cual
es preferente a otras medidas no privativas de libertad. Esto
quiere decir que la libertad vigilada subsiguiente a los dis-
tintos internamientos se cumplirá al final de todos ellos para
impedir situaciones contradictorias como que después de un
internamente cerrado y su subsiguiente libertad vigilada se
volviera a ingresar en el centro para cumplir un internamien-
to semiabierto, lo que no contradice la disposición del art 47 5
d) que está dando preferencia a la libertad vigilada que sigue
a un internamiento cerrado sobre otras medidas no privativas
de libertad, pero no sobre otros internamientos.
– las demás por orden cronológico de las sentencias
– si coincide medida con pena o medida de seguridad de adultos,
si es posible se cumplen simultáneamente atendiendo a su na-
turaleza, forma de cumplimiento o eventual suspensión de la
pena; de lo contrario tiene prioridad la sanción penal dejando
sin efecto las medidas de menores, salvo que se trate de una
medida de internamiento y pena de prisión, en este caso la
medida de internamiento terminará de cumplirse en centro
penitenciario y a continuación, salvo que el Juez de menores
utilice alguna de las vías alternativas del art. 13, se cumplirá
la pena. Por su parte, el art. 14.4 LORRPM añade que al pasar
el menor a cumplir la medida de internamiento en un centro
penitenciario por alcanzar la mayoría de edad, las restantes
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 107

medidas juveniles impuestas quedarán si efecto si fueran in-


compatibles con el régimen penitenciario.
Previo informe del Ministerio Fiscal, de las demás partes y la
Entidad Pública de reforma o protección de menores, el Juez puede
alterar el orden de cumplimiento en interés del menor
3.- Cuando el menor tenga que cumplir varias medidas de la mis-
ma naturaleza impuestas en diferentes resoluciones se han de re-
fundir en una sola por el Juez competente para la ejecución, que las
sumará estableciendo una duración máxima del doble de la más gra-
ve de las refundidas. En este sentido la reforma de la LORRPM por
la L.O. 8/2006 parece haber querido resolver un problema de ejecu-
ción importante como es la duración máxima de condenas enlazadas
en las que no ha habido conexidad (por ejemplo si cumpliendo una
medida por sentencia firme se comete un nuevo delito), establecien-
do su duración máxima en el doble de la más grave impuesta, ya que
de lo contrario se ha de estar a lo establecido en el art. 11 LORRPM
que no permite excederse de los límites generales de las medidas
recogidos en los arts. 9 y 10. Lo positivo de esta previsión legal es
que se solventa algo que en adultos no está resuelto permitiendo
una permanencia en prisión ilimitada, sin embargo establecer como
tope el doble de la más grave de las medidas impuestas resulta ex-
cesivo, desproporcionado y desaconsejable al permitir la posibilidad
de internamientos cerrados de veinte años, que por cierto pueden
pasar a su cumplimiento en prisión cuando el menor cumpla diecio-
cho años. Sin negar la evidencia de que existen hechos sumamente
graves y execrables, no se puede compartir esta solución puramente
retributiva que relega la necesaria labor educativa especializada de
tales casos, por todo ello no deberían sobrepasarse los límites legales
generales y en todo caso, habría que hacer uso de los mecanismo
de sustitución cuando se de lugar a internamientos excesivamente
prolongados.

3.7. Órganos administrativos competentes


Como punto de partida de la descentralización de la ejecución de
las medidas judiciales hay que tener en cuenta que la Constitución
española en art. 148.1.20 otorga a las Comunidades Autónomas
competencias plenas en servicios sociales y protección de meno-
res y que el art. 45.1 LORRPM remite la ejecución de las medidas
108 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

adoptadas por los Jueces de Menores en sus sentencias firmes a las


Comunidades Autónomas y a las Ciudades de Ceuta y Melilla, con
arreglo a la L.O. 1/1996 de Protección Jurídica del Menor, para lo
cual cada una de ellas ha recogido en sus propios Estatutos dicha
competencia y ha desarrollado la atribución de crear, dirigir, orga-
nizar y gestionar los servicios, instituciones y programas necesarios
para garantizar la correcta ejecución de las medidas a través de la
creación de los órganos correspondientes que suele ser en su mayo-
ría una Dirección General del menor y/o familia incardinada en la
Consejería de Bienestar Social o de Justicia. La razón es que el con-
tenido educativo de las medidas de menores le confiere una estrecha
relación con el ámbito asistencial, permitiendo una descentraliza-
ción administrativa de la justicia juvenil en el ámbito de la ejecución
penal, lo que resulta muy positivo por su vinculación a los servicios
sociales comunitarios de base.
La intervención de los servicios sociales de la comunidad tiene
la ventaja de poder abordar toda la problemática del menor: fami-
lia, educación, integración social…con ello se facilita la proximidad
necesaria para una actuación global sobre todas las necesidades
del menor, pero sin duda generará desigualdades entre las distin-
tas Comunidades Autónomas por los distintos medios disponibles,
para ello se ha de garantizar unas condiciones básicas en igual-
dad de condiciones y una óptima coordinación entre las distintas
Administraciones implicadas a través de los correspondientes con-
venios.
Como ejemplo paradigmático, el Estatuto de Autonomía de la
Comunidad Valenciana de 2006, entre otros, en su art. 49.nº 27
establece la competencia exclusiva de las instituciones públicas
de protección y ayuda de menores, incluida la creación de centros
de protección, reinserción y rehabilitación, y en su nº 24 la compe-
tencia exclusiva sobre servicios sociales. Para dar cumplimiento a
sus competencias en materia de menores, la Ley 12/2008 de 3 de
Julio de protección integral de la infancia y la adolescencia en la
Comunidad Valenciana regula los aspectos relativos a la ejecución
de medidas impuestas a menores infractores. Otras leyes aprobadas
por las distintas Comunidades Autónomas de similar contenido son
las siguientes: Ley 1/1998 de 20 de Abril de los derechos y atención
al menor de Andalucía, Ley 12/2001 de 2 de Julio de la infancia y
adolescencia de Aragón, Ley 27/2001 de 31 de Diciembre de Justicia
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 109

Juvenil de Cataluña, Ley 6/1995 de 28 de Marzo de garantías y de-


rechos de la infancia y la adolescencia de la Comunidad de Madrid,
Ley 3/2005 de 18 de Febrero de atención y protección a la infancia y
la adolescencia del País Vasco22…
La Comunidad Autónoma encargada de ejecutar la medida será
la del territorio donde se haya dictado la sentencia, que como regla
general será el lugar de realización del delito (art. 2.3 LORRPM), sal-
vo que se trate de delitos cometidos en distintos territorios, en cuyo
caso será preferente el del domicilio del menor (art. 20.3 LORRPM).
La preferencia del lugar de residencia habitual del menor se justi-
fica en todo caso por la importancia del trabajo educativo con el en-
torno familiar y social del menor23, lo que hay que relacionar con la
previsión legal de que los centros de internamiento estén en el lugar
más cercano al domicilio del menor.
Como la Ley de Régimen Local de 1985 atribuye a las corpora-
ciones locales la prestación de servicios sociales, las Comunidades
Autónomas han sucrito convenios con los ayuntamientos para la eje-
cución de medidas en medio abierto utilizando sus propios recursos
sociales, esto ha descentralizado la justicia juvenil y es positivo por-
que utiliza los recursos sociales para abordar toda la problemática
del menor con más proximidad, sin embargo, tal como se ha dicho
anteriormente, los recursos sociales de los Ayuntamientos son muy
distintos y ello puede tener una gran importancia en la diversidad
de ejecución de medidas en medio abierto, teniendo en cuenta que a
todo internamiento le sigue un periodo de libertad vigilada.
Además las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos podrán
establecer Convenios o acuerdos de colaboración con entidades públi-
cas y privadas sin ánimo de lucro, sin que suponga una cesión de la ti-
tularidad de la responsabilidad pública (art. 45.3 LORRPM), para ello
se convocan ayudas para el desarrollo de programas de intervención
con menores. Es criticable que cualquier medida pueda ser ejecutada
por entidades privadas, ya que si bien en las de régimen abierto puede
ser aconsejable, en los internamientos es más discutible dada la limi-
tación de derechos fundamentales que implica.

22
Vid. Las distintas leyes autonómicas que recogen los aspectos de la ejecu-
ción de las medidas juveniles en Cervello, V./Colás A. op. cit. pág. 147.
23
Ornosa Fernández, R. op. cit. pág. 459.
110 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Los modelos de gestión dan lugar a que los centros de interna-


miento sean enteramente públicos (lo que ya es minoritario porque
implica que tanto los recursos materiales como humanos dependen
directamente de la Entidad Pública), de gestión privada que consiste
en concertar la ejecución con entidades privadas o de gestión mixta
donde sólo se descentraliza la ejecución material de las medidas, pe-
ro la Entidad Pública sigue centralizando la dirección, organización
y gestión; éstos dos últimos casos son los más frecuentes en la actua-
lidad lo que repercute especialmente en la orientación educativa del
centro y en la estabilidad laboral de los educadores.
Respecto a los educadores hay que tener en cuenta que aunque se
trate de centros de gestión privada, todos los que participen en la in-
tervención educativa (Director, educadores, psicólogos, vigilantes…)
al cumplir los requisitos de “participar en el ejercicio de funciones
públicas por disposición inmediata de la ley, elección o nombramien-
to” tienen a efectos penales la consideración de funcionario público
conforme al art. 24 del Código Penal lo que implica por un lado, que
del desempeño de su actividad profesional puedan responder penal-
mente con los tipos específicos y agravaciones propias de los fun-
cionarios públicos y de otro, que respecto a las posibles agresiones
o acometimientos que sufran por parte de los menores permitan la
calificación jurídica de atentado conforme a los arts.550 y 551 del
Código Penal. En este sentido la SAP Cuenca de 19.5.2005 considera
como delito de atentado la agresión de un menor a una educadora
contratada por la Fundación que gestiona un centro de internamien-
to juvenil por el concierto entre ésta y la Comunidad Autónoma para
la ejecución de medidas administrativas y judiciales referidas a los
menores de edad, ya que “la agresión se realiza cuando la educa-
dora está ejercitando las labores propias de su cometido y es fun-
cionaria pública conforme al art. 24 del Código Penal al participar
del ejercicio de funciones públicas”. En contra de esta afirmación
se manifiesta la Consulta 2/2008 FGE que rechaza la consideración
de funcionario público a los empleados de empresas o instituciones
privadas en régimen de concierto por no responder su designación a
disposición inmediata de la ley, elección o nombramiento, lo que no
se puede compartir no sólo por la función pública que evidentemente
desarrollan sino por la autorización legal del régimen de conciertos
recogida en el art. 47.3 de la propia LORRPM.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 111

En el caso de los adultos la LOGP conserva en su art. 79 la ex-


clusividad de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias
en la dirección, organización e inspección de todas las instituciones
reguladas en la Ley, salvo las Comunidades Autónomas que hayan
asumido las competencias de ejecución de la legislación y gestión de
la actividad penitenciaria (hasta la fecha sólo Cataluña), y sólo per-
mite en su art. 69.2 la colaboración de entidades privadas en el régi-
men abierto y ordinario, mientras que en el cerrado no lo permite.
De todas formas, aunque alguna opinión minoritaria sostenga lo
contrario, esta atribución de la ejecución de las medidas juveniles
a las Comunidades Autónomas no vulnera el art. 117 CE ya que se
delega el cumplimiento de la medida pero siempre bajo control judi-
cial, confiando el cumplimiento de la medida a través de los medios
personales y materiales, actividad de naturaleza administrativa que
requiere control judicial, teniendo en cuenta que la legislación penal
de menores, tanto la Ley como el Reglamento, es competencia exclu-
siva del Estado por tratarse de legislación penal.
Como situaciones específicas hay que mencionar algunos supues-
tos que escapan a la regla general de la competencia autonómica:
a) en las medidas impuestas por la Audiencia Nacional la eje-
cución es estatal con los establecimientos y personal especializado
que se pongan a su disposición, sin perjuicio de los convenios que se
establezcan con las Comunidades Autónomas, art. 8.2 RM
b) en los casos en que el cumplimiento de la medida de interna-
miento cerrado pase a un centro penitenciario la competencia para
su ejecución será de la Administración Penitenciaria.
c) aunque como regla general la Comunidad Autónoma donde se
dicta la medida es la competente para la ejecución, si se designa un
centro de internamiento que esté en otra Comunidad Autónoma, és-
ta pasa a ser la competente, al igual que si el traslado en interés del
menor se realiza una vez iniciada la ejecución, sin embargo cuando
se realice por alejarlo de su entorno familiar y social o por falta de
disponibilidad de plazas seguirá siendo competente la Comunidad
Autónoma donde se ubique el Juzgado de Menores que dictó la me-
dida aunque colabore con la Comunidad Autónoma responsable del
destino; esta diferencia parece apoyarse en la provisionalidad de es-
te traslado y necesaria comunicación con el entorno del menor que
puede estar más próximo el centro de procedencia, mientras que en
112 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

el primer supuesto el menor ha sido trasladado donde está su entor-


no más cercano.
De todos estos casos el más significativo es que la ejecución de
las medidas de internamiento impuestas por el Juzgado Central de
Menores o la sala correspondiente de la Audiencia Nacional corres-
ponda al Estado “en los establecimientos y con el control del perso-
nal especializado que ponga a disposición de la Audiencia Nacional”
según establece el art. 8.2 RM, lo que parece establecer un derecho
de ejecución diferente en los supuestos de terrorismo, algo inexisten-
te en adultos ya que en los casos de terrorismo no hay diferencia de
centros penitenciarios; si a lo que se refiere es a un control y vigilan-
cia especial, no hacía falta tal referencia a la intervención estatal.
En resumen las competencias de las Entidades Públicas en la
ejecución de la medida de internamiento son:
– Informar en la comparecencia para la adopción de la medida
cautelar
– Elaborar los informes correspondientes para la elección judi-
cial de la medida
– Designar el centro de internamiento
– Aplicar el programa de ejecución
– Remitir informes periódicos
– Proponer la revisión judicial de la medida
– Corregir disciplinariamente a los menores internados
En lo relativo al funcionamiento interno de los centros sorprende
que ni la LORRPM ni el RM contemplen mención alguna a los órga-
nos que forman la estructura interna de los mismos, ya que la única
referencia es al Director, cuando se regulan las figuras que quedan
bajo su competencia como la suspensión de las visitas, si bien en la
mayoría de las ocasiones junto a esa referencia se deja abierta la vía
a otros órganos que la Entidad Pública tenga previsto en su norma-
tiva, dejando un amplio margen de regulación y de posible diversi-
dad entre las distintas Comunidades Autónomas, lo que ocurre en la
autorización de medios de contención o concesión de comunicaciones
extraordinaria. En otras ocasiones incluso no se determina ningún
órgano en concreto al utilizar la expresión el órgano competente co-
mo ocurre en el procedimiento disciplinario.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 113

Tal situación puede ser debida al peso de las competencias au-


tonómicas en el cumplimiento de la medida de internamiento, pero
no parece en absoluto correcto que no haya ni siquiera una breve
referencia al menos a órganos unipersonales o colegiados básicos
con sus correspondientes funciones como son el Director del centro
y las comisiones de tratamiento, disciplina y servicios educativos y
sanitarios.
En este sentido para las comisiones de seguridad y disciplina se
podría seguir el modelo penitenciario donde están representados
además del Director los responsables de régimen interno y seguri-
dad, el jurista, el jefe de servicios y un funcionario, que en menores
deberían ser un educador y el psicólogo, y en cuanto a la comisión
educativa o de tratamiento el modelo podría ser el seguido en la
estructura de los equipos técnicos de los Juzgados de Menores cuya
composición puede estar formada por psicólogos, educadores, traba-
jadores sociales u otros profesionales cuando las necesidades lo re-
quieran, aunque al estar asignada la determinación de su plantilla a
las Comunidades Autónomas puede variar su contenido.
Se puede reprochar a esta propuesta de definición de órganos y
funciones una excesiva penitenciarización de los centros de menores
con un predominio punitivo sobre educativo, sin embargo dicha pre-
visión tiene la gran ventaja de aportar transparencia y pluralidad
a todas las decisiones que afecten a los menores, ya que no hay que
olvidar que afectan a derechos fundamentales y por tanto deben es-
tar dotadas de las máximas garantías.
Capítulo 4
INTERVENCIÓN JUDICIAL EN LA EJECUCIÓN DEL
INTERNAMIENTO

4.1. Características del Juez de Menores


La creación de los Juzgados de Menores terminó con los antiguos
Tribunales Tutelares de Menores que actuaban bajo el amparo de
la Ley de Tribunales Tutelares de Menores de 1948. La Disposición
Final Tercera de la LORRPM dispone que las plazas de Jueces de
Menores deberán ser servidas por Magistrados pertenecientes a la
Carrera Judicial, y la Disposición Final Cuarta que tanto el Consejo
General del Poder Judicial como el Ministerio de Justicia procede-
rán a la formación de los miembros de la carrera Judicial y Fiscal
especialistas en materia de Menores, lo que les dará preferencia pa-
ra desempeñar cargos en las Salas de Menores de los Tribunales
Superiores de Justicia (actualmente Audiencias Provinciales, al
asumir sus competencias por la reforma de la L.O. 9/2000) y en los
Juzgados y Fiscalías de Menores.
Los Jueces de Menores requieren una necesaria especialización
y formación para ser capaces de valorar el espíritu educativo global
de la LORRPM y conocer la especificación de todas las figuras pena-
les, procesales y de cumplimiento cuanto se trata de un menor. Para
ello se necesitan conocimientos jurídicos, psicológicos, pedagógicos,
criminológicos y sociológicos del ámbito de la infancia y adolescen-
cia, con el fin de poder interpretar los informes profesionales corres-
pondientes y poder tomar decisiones que preserven en todo caso el
interés del menor. Esta recomendable especialización, sin embargo,
tiene algunas lagunas en la regulación legal, ya que en lugar de
considerarse necesaria para la provisión de plazas judiciales sólo se
considera como mérito preferente, y en segundo lugar puede no estar
presente en los Jueces que ocupen plazas de sustitución o en los que
resuelvan recursos en las Audiencias Provinciales.
En el funcionamiento de los Juzgados de Menores es necesario
destacar la labor del equipo técnico, creado bajo el amparo de las
reglas de Beijing como órgano de asesoramiento de los órganos ju-
risdiccionales, cuya misión es emitir informes para dar a conocer las
condiciones y circunstancias que rodean al menor delincuente antes
116 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

de tomar decisiones judiciales, siempre desde una perspectiva multi-


disciplinar e independiente ya que sus decisiones deben ser tomadas
con sujeción a criterios estrictamente profesionales. La adscripción
de estos equipos es un tanto confusa en la legislación de menores, ya
que si bien en el art. 22 f) LORRPM se refiere a ellos como los equi-
pos técnicos adscritos a los Juzgados de Menores, el art. 27 LORRPM
señala que en la instrucción del expediente por el Ministerio Fiscal,
el equipo técnico dependerá funcionalmente del mismo y el art, 4
RM dispone que los equipos técnicos dependerán orgánicamente del
Ministerio de Justicia o de las Comunidades Autónomas con compe-
tencias asumidas y estarán al servicio de los Juzgados de Menores.
A pesar de ello, la especialidad de la referencia a la instrucción
por el Ministerio Fiscal del art. 27 LORRPM y la subordinación del
Reglamento al dictado de la Ley, inclinan a dar preferencia al art. 22
LORRPM donde indica su adscripción a los Juzgados de Menores,
si bien teniendo en cuenta el papel integrador que desempeñan los
equipos técnicos en el Juzgado, no sólo para facilitar la interconexión
de los aspectos jurídicos y psicosociales que afecten al menor, sino
también para mejorar la coordinación de las respectivas funciones
del Juez y el Fiscal de Menores.
En cuanto a la competencia, el art. 2 LORRPM dispone que los
Jueces de Menores son competentes para conocer los hechos delic-
tivos cometidos por los menores de edad y para hacer ejecutar las
sentencias, de esta manera el Juez de Menores tiene como caracte-
rística peculiar que reúne las funciones de jurisdicción, propias de
los Jueces sentenciadores en adultos y las de control y seguimiento
de ejecución, propias del Juez de Vigilancia Penitenciaria en adultos.
Hasta ahora la LORRPM no distinguía ambas facetas, con lo cual
siempre el mismo Juez reunía ambas funciones, sin embargo algunas
reformas incluidas en la L.O. 8/2006 permiten que puedan separarse
estas dos competencias, lo que ha obligado a utilizar en distintas oca-
siones la referencia al “juez competente para la ejecución”.
Dada la delimitación de este estudio a la medida de interna-
miento, en el primero de sus ámbitos de actuación se van a destacar
exclusivamente aquellas funciones que tienen una relación directa
con el cumplimiento de dicha medida, a diferencia del segundo de
sus ámbitos de actuación donde el protagonismo de la medida de
internamiento es evidente por ser la que concentra la mayoría de los
aspectos relativos a la ejecución.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 117

4.2. Funciones del Juez de Menores


4.2.1. Funciones jurisdiccionales
Entre las distintas funciones jurisdiccionales que ostentan los
Jueces de Menores, las que tienen una relación directa con el cum-
plimiento de la medida de internamiento son las siguientes:
a) Dictar cualquier diligencia restrictiva de derechos fundamen-
tales durante la instrucción y adoptar las medidas cautelares, en-
tre ellas la de internamiento, art. 28.2 LORRPM, lo que realizará
previa solicitud del Ministerio Fiscal o acusación particular en una
comparecencia a la que asistirán el letrado del menor, demás partes
personadas, el representante del equipo técnico y el representante
de la entidad pública de protección o reforma. Su imposición ha de
hacerse atendiendo a la gravedad de los hechos, circunstancias per-
sonales y sociales del menor, peligro cierto de fuga y, especialmente,
que el menor hubiera cometido o no anteriormente hechos graves
de la misma naturaleza. Dada la naturaleza de última ratio, el Juez
debe adoptar el internamiento cautelar sólo cuando sea necesario,
utilizando cuando sea posible otras medidas cautelares o incluso, en
su caso, medidas de protección.
b) Dictar sentencia en la que conste la medida impuesta. Aquí
no sólo es importante que decida qué tipo de internamiento impone
(cerrado, semiabierto, abierto y terapéutico) lo que hará teniendo en
cuenta las reglas de determinación judicial genéricas y específicas,
sino también la duración de los respectivos periodos de internamien-
to y libertad vigilada, lo que le dota de una gran trascendencia en su
forma de cumplimiento.

4.2.2. Funciones de ejecución


Como regla general, el art. 44 LORRPM señala que el control de la
ejecución de las medidas impuestas lo realizará el Juez de Menores
que haya dictado la sentencia correspondiente, sin embargo los arts.
12 y 47 admiten algunas excepciones, que más adelante se señalan.
Al igual que en adultos, las funciones del Juez de Menores du-
rante la ejecución se resumen en dos: la salvaguarda de los derechos
fundamentales de los menores privados de libertad y el control de
legalidad en la actuación de la Administración para que no actúe con
arbitrariedad ni abuso de poder.
118 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Además hay que añadir algunas funciones propias de la ejecu-


ción que en adultos no asumen los Jueces de Vigilancia pese a las
reiteradas peticiones doctrinales y que en el caso de los Menores si
confluyen en el Juez de Menores como responsable de la ejecución,
se trata de la suspensión de la ejecución del fallo, art. 40 LORRPM,
el abono de la detención provisional art. 28.5 y la refundición de
medidas, art. 47. Es sumamente positivo que la atribución de estas
competencias recaiga sobre el mismo Juez encargado de la ejecución
ya que la división que se da en adultos en estas materias provoca
numerosos problemas de aplicación.
Para desarrollar esta función de control de legalidad en la ejecu-
ción, en el art. 44 LORRPM se recoge una relación de funciones del
Juez de Menores muy similar a la que hace el art. 76 LOGP respecto
al Juez de Vigilancia, lo que confirma la similitud de competencias
entre ambos órganos jurisdiccionales.
Entre las funciones que suponen un control de legalidad sobre la
ejecución se pueden citar:
a) Adoptar todas las decisiones necesarias para proceder a la eje-
cución efectiva de las medidas impuestas.
Se trata de una competencia genérica de legalidad jurisdiccional,
aclarando en este sentido que la competencia de ejecutar las senten-
cias impuestas recae en el Juzgado de Menores como también señala
el art. 2.1 LORRPM en consonancia con la exclusividad jurisdiccio-
nal establecida en el art. 117.3 CE. Tal cometido lo hará sirviéndose
de los medios materiales y humanos puestos a disposición por las
Comunidades Autónomas, por eso la competencia recogida en el art.
45 para éstas es de tipo material, lo que se llevará a cabo con el co-
rrespondiente control judicial.
b) Resolver propuestas de revisión de medidas a través de las
figuras de dejar sin efecto, reducir o sustituir la medida impuesta.
Es una referencia a las competencias señaladas en los arts. 13 y
51 LORRPM que permiten adaptar la clase y duración de la medida
a la evolución que vaya produciéndose en el menor, lo que puede dar
mucho juego a los distintos tipos de internamiento para facilitar el
tránsito a un cumplimiento menos restrictivo.
c) Aprobar los programas de ejecución de las medidas.
Los programas se elaboran en el centro de internamiento según
el procedimiento recogido en el art. 10 RM, y deben ser remitidos al
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 119

Juez para su aprobación. Hay que tener en cuenta la relación entre el


centro elegido para la ejecución y el programa que se vaya a desarro-
llar, por eso son decisiones que deben ir correctamente coordinadas.
d) Conocer la evolución de los menores a través de los informes de
seguimiento de las mismas.
En este caso aunque el art. 13 RM indica de manera orientativa
que su frecuencia sea trimestral, es más razonable que sea mensual
para poder reflejar los constantes cambios que se producen en los
menores. La remisión de estos informes al letrado del menor es su-
mamente importante para que pueda ejercer el derecho de defensa,
y, en su caso, solicitar los cambios de medidas pertinentes y adecua-
dos a la evolución del menor.
e) Resolver recursos contra las resoluciones dictadas en la ejecu-
ción de las medidas con arreglo al art. 52 LORRPM.
Debe extenderse a las resoluciones relativas a cualquier medida,
no sólo las de internamiento a pesar de las referencias que se hace
al Director del centro como receptor de la presentación de recur-
sos, aunque lógicamente las resoluciones relativas al internamiento
afectan en mayor medida a los derechos de los menores. Con informe
del Ministerio Fiscal y audiencia del letrado del menor, dicho recurso
ha de ser resuelto en el plazo de dos días mediante auto motivado;
contra dicho auto podrá presentarse recurso de apelación ante la
Audiencia Provincial.
i) Resolver recursos en materia disciplinaria.
El derecho a la interposición de recursos en materia disciplinaria
es muy limitado, ya que sólo cabe recurrir ante el Juez la imposición
de cualquier sanción por el órgano competente y posteriormente re-
forma, siendo su resolución irrecurrible sin permitir la presentación
de recurso de apelación al igual que sucede en adultos.
Por su parte como garante de derechos se refiere a las siguientes
funciones:
f) Acordar lo que proceda respecto a las peticiones y quejas for-
muladas por los menores sobre régimen, tratamiento o cualquier cir-
cunstancia que afecte a sus derechos fundamentales.
Se trata de reservar para el Juez de Menores aquellas peticiones
y quejas más relevantes por afectar a derechos fundamentales, ya
que el resto serán resueltas por la entidad pública, el Director del
centro o autoridad u organismo competente.
120 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

g) Visitar regularmente los centros y entrevistarse con los menores.


Es una de las funciones más relevantes teniendo en cuenta que
los centros puede ser públicos, privados o mixtos, por ello para el
adecuado control de la actuación de las entidades públicas o priva-
das que los gestionan y la propia Administración que lo debe contro-
lar, es necesario que se realicen las visitas regularmente con el fin de
poder detectar cualquier situación anómala o irregular.
h) Realizar propuestas y recomendaciones a la entidad pública
de protección y reforma de menores en relación a la organización y
régimen de ejecución de las medidas.
Viene a ser un complemento de las anteriores para que los Jueces
puedan llevar a cabo cualquier propuesta de mejora o subsanación
que repercuta en el interés del menor.
Todas estas funciones corresponden como regla general al Juez
que ha impuesto la medida, como señala el art. 44.1 LORRPM al esta-
blecer que la ejecución de las medidas se realizará bajo el control del
Juez de Menores que haya dictado la sentencia correspondiente, de
forma que el Juez que condena es el mismo que luego supervisa todos
los aspectos relativos al cumplimiento y ejecución de la medida.
No obstante hay algunas excepciones que permiten que se trate
de jueces distintos, una de ellas se refiere a los supuestos de plurali-
dad de infracciones y de medidas impuestas y la otra se da en los ca-
sos en los que los menores al alcanzar la mayoría de edad continúan
cumpliendo el internamiento cerrado en un centro penitenciario de
adultos:
a) Acumulación de condenas conexas de distintos procedimientos
para la aplicación de los límites de las medidas: competencia atribui-
da al último Juez sentenciador, art. 11.1 LORRPM.
Se atribuye al último Juez de Menores sentenciador de los dis-
tintos procedimientos, la competencia de señalar la medida o medi-
das que debe cumplir el menor por el conjunto de todos los hechos,
teniendo en cuenta los límites legales de las mismas, lo que excluye
al resto de Jueces que hayan intervenido anteriormente. La función
que asume en este caso el Juez no es propiamente de ejecución sino
de aplicación de los límites legales de las medidas, algo similar a la
acumulación de condenas en adultos si bien con la posibilidad de
decidir tanto la duración como la clase de medidas.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 121

b) Ejecución de medidas en caso de pluralidad de infracciones


para refundir y ordenar la ejecución de las medidas impuestas en
distintos procesos: competencia atribuida al Juez que dictó la prime-
ra sentencia firme, art. 12 LORRPM.
En este caso es el primer Juez sentenciador el competente para la
ejecución de todas las medidas impuestas, lo que implica refundirlas,
ordenar su ejecución y asumir todas las materias relativas a su eje-
cución excluyendo a los demás órganos judiciales que hayan dictado
el resto de resoluciones con posterioridad. Aquí si que se trata de
concentrar en el primer Juez que sentenció la competencia sobre los
aspectos de ejecución de todas las medidas refundidas con el fin de
proceder al cumplimiento de una medida única que englobe todas.
c) Mantenimiento, modificación o sustitución de la medida
cuando el menor pase a un establecimiento penitenciario, art. 44.3
LORRPM.
Cuando el menor pase a un centro penitenciario por cumplir
la mayoría de edad y darse los requisitos del art. 14 LORRPM, el
Juez de Menores sólo va a conservar la competencia de mantener,
modificar o sustituir la medida de internamiento cerrado que está
cumpliendo, ya que el control de todas las incidencias de ejecución
las asumirá el Juez de Vigilancia Penitenciaria, disipando de esta
manera las dudas sobre una posible coincidencia de las funciones
de los Jueces de Menores y los de Vigilancia Penitenciaria en estos
casos. Con ello se aclara que los Jueces de Menores podrán decidir si
mantienen o sustituyen la medida de internamiento, mientras que
los Jueces de Vigilancia asumirán el control de todas las incidencias
de ejecución de la legislación penitenciaria relativas a permisos, cla-
sificación, visitas…. Para poder tomar tales decisiones, los Jueces de
Menores conservarán el seguimiento de la evolución del menor que
continúe cumpliendo el internamiento cerrado en un centro peniten-
ciario, lo que requerirá para su control el envío periódico, al Juzgado
y a la Fiscalía, de informes sobre la situación del menor para poder
modificar, sustituir o cancelar, en su caso, dicha medida.
Además existen otras competencias relacionadas con el interna-
miento no señaladas en este artículo que están dispersas a lo largo
de la LORRPM y del RM, como aprobar el reglamento interno de
los centros, autorizar permisos de salida en los internamientos ce-
rrados, autorizar traslados, autorizar el ingreso de hijos menores de
tres años con sus madres internas…
122 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

4.3. El Fiscal de Menores


La DF Cuarta de la LORRPM establece que en todas las Fiscalías
existirá una sección de Menores compuesta por miembros de la ca-
rrera Fiscal especialistas, con las dotaciones de funcionarios admi-
nistrativos que sean necesarios, según se determine reglamenta-
riamente, lo que supone una mayor exigencia que en los Jueces en
lo relativo a la formación ya que en este caso sí que es requisito
necesario que se trate de Miembros de la Carrera Fiscal especia-
listas, pero menor en lo que afecta a la categoría ya que no excluye
a los Abogados-fiscales, mientras que los Jueces deben ser siempre
Magistrados1.
Es muy distinta la función del Fiscal en el procedimiento y la eje-
cución juvenil y la del Ministerio Público en la jurisdicción de adul-
tos y concretamente en Vigilancia Penitenciaria. La LORRPM desta-
ca su función de promover la acción de la Justicia y la defensa de la
legalidad y al mismo tiempo observar la observancia de los derechos
de los menores, velando por el interés de éstos; de esta manera en la
jurisdicción juvenil el Fiscal, además de dirigir la instrucción, tiene
importantes funciones relacionadas con las medidas como realizar
la petición de condena que no puede ser sobrepasada por el Juez o
proponer la sustitución o suspensión, y especialmente también se
puede destacar su función exclusiva de decidir la no incoación del
procedimiento lo que tiene una gran trascendencia por la excepción
que supone no solo al procedimiento sino a la imposición de medi-
das en cumplimiento del carácter de última ratio del Derecho Penal
juvenil.
Este protagonismo del Ministerio Fiscal le sitúa en una crítica
colisión entre el fin inspirador de la LORRPM que es la educación y
reinserción del menor y los fines propios del sistema penal más cer-
canos a la prevención general negativa y positiva, por ello la tarea
del Fiscal como garante de los derechos de los menores como seres
desvalidos, queda diluida por su función de eje del proceso, lo que só-
lo puede encontrar un necesario equilibrio con una sólida formación
específica en justicia juvenil.
En cuanto a la ejecución ha de ser informado de todas las tareas
de control que desempeña el Juez de Menores, debe recibir los in-

1
Dolz Lago, M.J. op. cit. pág. 74.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 123

formes sobre la ejecución emitidos por la Entidad Pública y puede


solicitar sustituir o dejar sin efecto la medida durante su cumpli-
miento.
Las referencias legales a la actuación del Ministerio Fiscal du-
rante el cumplimiento de la medida de internamiento son muy ge-
néricas, en este sentido el art. 6 LORRPM establece que corresponde
al Ministerio Fiscal la defensa de los derechos de los menores reco-
nocidos por las leyes, la vigilancia de todas las actuaciones que deba
efectuarse en interés del menor y la observancia de las garantías del
procedimiento.
Por su parte en sede reglamentaria las menciones son numerosas
y de gran importancia como la notificación del ingreso del menor en
un centro, notificación de la imposición de sanciones, informe para la
suspensión cautelar de comunicaciones… aunque se observa alguna
diferencia respecto a su presencia en la legislación de adultos, vgr.
en el internamiento de menores no se precisan sus informes para la
estancia de menores de tres años junto a sus madres internas.
Capítulo 5
DERECHOS Y DEBERES DE LOS MENORES
INTERNADOS

El carácter garantista de la LORRPM, que pretende equiparar en


el seno del procedimiento penal la protección jurídica de los menores
a la de los adultos, explica que su art. 1.2 recoja una declaración ge-
neral de los derechos de los menores por su especial protección como
personas menores de edad, en la que se afirma, que las personas a
las que se aplique esta Ley gozarán de todos los derechos recono-
cidos en la Constitución y en el ordenamiento jurídico, particular-
mente en la L.O. 1/1996 de Protección Jurídica del Menor, así como
los reconocidos en la Convención sobre los Derechos del Niño de 20
de Noviembre de 1989 ratificada por España el 30 de Noviembre
de 1990 y en todas las normas sobre protección de menores conte-
nidas en los Tratados válidamente celebrados por España. Además
hay que tener en cuenta las Reglas Mínimas de Naciones Unidas
para la Justicia de Menores (reglas de Beijing) de 29 de Noviembre
de 1985 y las Reglas Mínimas de Naciones Unidas para la protec-
ción de menores privados de libertad adoptadas por la Asamblea
General de Naciones Unidas el 14 de Diciembre de 1990, así como la
Recomendación de del Comité de Ministros del Consejo de Europa de
17 de Septiembre de 1987 ya que todos estos textos deben inspirar
la regulación y aplicación del Derecho de Menores. Falta a nivel eu-
ropeo una norma similar a las de Naciones Unidas para los menores
privados de libertad, ya que las reglas penitenciarias europeas apro-
badas por el Comité de Ministros del Consejo de Europa en 2006 no
estás previstas para ser aplicadas a los menores, por mucho que se
deduzca su extensión excepcional a éstos.
Por su parte, en el capítulo dedicado a la ejecución de las medidas
privativas de libertad en el art. 56 se recogen los derechos y deberes
de los menores internados bajo el enunciado general de que los me-
nores tienen derecho a su propia personalidad, su libertad ideológica
y religiosa, y los derechos e intereses legítimos no afectados por la
condena, especialmente los inherentes a la minoría de edad civil.
Esta situación, similar a la de los internos de los centros peni-
tenciarios, responde a la relación de sujeción especial que tiene la
Administración con algunos colectivos de administrados como los
126 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

funcionarios públicos, estudiantes o los ya referidos reclusos, lo que


implica un entramado de derechos y deberes recíprocos con conse-
cuencias jurídicas relevantes como son la regulación de un régimen
disciplinario aplicable en dichos ámbitos y la facultad con ello de res-
tringir derechos a los destinatarios de tales normas. Si bien la vulne-
ración que ello puede suponer al principio de legalidad por regularse
dicha facultad en normas reglamentarias ha sido impugnada ante el
Tribunal Constitucional, hasta la fecha sólo se ha propugnado que
se respeten las siguientes garantías: remisión legal, respeto al con-
tenido esencial de los derechos constitucionales y sumisión a control
judicial, como señala entre otras la STC 58/1998 de 16 de Marzo.
De todo esto se deduce un reconocimiento general de derechos
como menor sujeto a la protección jurídica específica de todos los
menores aunque con la particularidad de su condición de internado
en un centro de reforma y además un reconocimiento de derechos
derivados precisamente de su situación de privación de libertad. Si
bien es cierto que la regulación de los derechos y deberes de los me-
nores internados es muy parecida a la de los internos de los centros
penitenciarios, hay que insistir en la importancia de las diferencias
ya que la privación de libertad afecta al menor de manera distinta
no sólo por la particular percepción del tiempo de los menores por su
corta edad sino también por las consecuencias de la separación de
su entorno familiar y social que pueden ser mucho más perniciosa
que en los adultos.
En este sentido hay que resaltar la importancia de la senten-
cia del Tribunal Constitucional alemán de 31.5.2006 al resolver por
unanimidad que el encarcelamiento juvenil necesita una legislación
primaria que reconozca los derechos de los menores internados y
la autorización de sus restricciones de una manera detallada, sin
bastar la aplicación de la ley penitenciaria de adultos por analogía1,
lo que viene a justificar la necesidad de una regulación específica y
diferente a la de adultos.

1
Dunkel, F./Van Zyl Smit “Implementación del encarcelamiento juvenil y
Derecho Constitucional en Alemania” Procesos de infracción de normas y de
reacción a la infracción de normas: dos tradiciones criminológicas Nuevos
estudios en Homenaje al Prof. Serrano Gómez Madrid 2008 pág. 212.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 127

5.1. Derechos
Derechos como menor con relevancia en la ejecución de la
medida de internamiento

a) Derecho a la vida, integridad física y salud


La protección de este derecho supone un deber de la entidad
pública de velar porque tales derechos sean protegidos y al mismo
tiempo una prohibición de los tratos degradantes o malos tratos de
palabra o de obra, sin que los menores puedan ser objeto de un rigor
arbitrario o innecesario en la aplicación de las normas, lo que por
otra parte son conductas constitutivas de delito. La violencia ejercida
como pretexto del derecho de educación y corrección de los menores
ha sufrido una gran modificación ya que en virtud de la L.O.54/2007
de 28 de Diciembre, el Código Civil suprimió la referencia al derecho
de corrección en el ejercicio de la patria potestad, entendido como
una posible justificación de castigos violentos bajo la cobertura del
interés de educar, y ha procedido a su sustitución por el respeto a la
integridad física y psicológica de los menores.
La protección penal dispensada a la integridad física y salud de
los menores ingresados en los centros de internamiento tiene men-
ciones específicas en el delito de violencia habitual regulado en el
art. 173.2 CP y el de violencia doméstica en el art. 153.2 al incluir
dentro de su ámbito de aplicación a las personas que por su espe-
cial vulnerabilidad estén sometidos a custodia o guarda en centros
públicos o privados; también en el delito de torturas regulado en el
art. 174.2 CP se hace extensible a las autoridades o funcionarios de
protección o reforma de menores y en el art. 533 CP se extiende a los
centros de centros de protección o reforma de menores las sanciones
o privaciones indebidas o uso de rigor innecesario.
El art. 15 CE y las Reglas de la Naciones Unidas para la protección
de menores privados de libertad prohíben las penas o tratos inhumanos
o degradantes, lo que supone una serie de prohibiciones como el uso de
la fuerza o coerción salvo en casos excepcionales, portar armas en los
recintos de menores detenidos, utilizar castigos corporales, recluir a los
menores en celda oscura o imponer el trabajo como sanción.
El derecho a la vida y a la integridad también implica una asis-
tencia sanitaria correcta y adecuada a la edad de los menores, con la
128 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

posibilidad de dar lugar al ingreso en un centro hospitalario cuando


sea necesario para preservar la salud del menor.

b) Derecho a recibir una educación y formación integral a todos


los que sean menores de edad civil, es decir hasta los dieciocho
años
Tener en cuenta la edad y características individuales de cada
menor es indispensable para la formación integral de los menores
que debe alcanzar todos los niveles de educación permitidos en la
franja de edad correspondiente, teniendo en cuenta la obligatorie-
dad de la enseñanza general primaria y secundaria. No obstante la
expresión formación integral no sólo hace referencia a la enseñanza
reglada sino a la educación en sentido amplio ya que los menores in-
ternados han de recibir en el centro las mismas pautas sociales que
recibirían en sus familias, si bien desde un punto de vista objetivo y
acorde a los principios constitucionales.
El derecho a la educación de los menores internados recibe una
extensa atención en la Convención de los Derechos del Niño de 1989,
pudiendo destacar entre sus garantías más relevantes la propuesta,
cuando sea posible, de impartirla en escuelas de la comunidad fuera
del centro de internamiento, que se preste especial atención a los
menores extranjeros o con necesidades culturales o étnicas particu-
lares, y que en ningún caso razones de estudio permitan prolongar el
internamiento. También son de suma importancia los objetivos de la
educación en los centros señalados en la Convención, encaminados
a desarrollar la personalidad y aptitudes de los menores, el respeto
a los derechos fundamentales, el respeto a sus padres, el espíritu de
comprensión, paz, tolerancia…y en definitiva preparar a los niños
para desempeñar un papel constructivo y productivo en la sociedad.

c) Derecho a preservar su dignidad e intimidad, ser designados


por su propio nombre y que se reserve su condición de
internados frente a terceros
La dignidad exige el respeto al menor como persona y el derecho a
unos medios materiales y humanos dignos en el cumplimiento de la
medida de internamiento. Del mismo modo, el derecho a la dignidad
también implica el derecho del menor a ser designado por su propio
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 129

nombre y a preservar ante terceros su condición de internado, lo que


implica que las prendas de vestir no lleven ningún signo externo que
le identifique como tal.
El derecho a la intimidad debe respetar la esfera íntima del me-
nor, lo que a veces pugna con los intereses de intervención educa-
tiva2, contemplando la posibilidad de intervenciones en correspon-
dencia, comunicaciones o registros, lo que debe interpretarse en el
ámbito de los límites del ius corrigendi dentro del interés y bienestar
del menor. Tanto la STC 37/89 de 15 de Febrero como la STC 57/94
de 28 de Febrero permiten que el derecho a la intimidad personal
ceda ante exigencias públicas pero siempre que su ejecución sea
respetuosa de la dignidad de la persona y no constitutiva de trato
degradante alguno
Otro aspecto relevante del derecho a la intimidad se da en las
habitaciones compartidas y en la forma de efectuar los registros en
personas, ropas y enseres con el debido respecto a los derechos fun-
damentales especialmente en la posibilidad de registro con desnudo
integral, art. 54.5 d) RM.

d) Derecho al ejercicio de derechos civiles, políticos, sociales,


religiosos, económicos y culturales, salvo incompatibilidad
con el cumplimiento de la detención o condena
Entre los derechos civiles y políticos destaca el derecho al voto de
los mayores de dieciocho años, entre los derechos sociales el derecho
al salario y a las prestaciones de la seguridad social de los menores
trabajadores, entre los económicos el derecho a mantener todas sus
propiedades con las limitaciones correspondientes por las normas
de funcionamiento de los centros, y respecto a los religiosos y cul-
turales exigen su respeto en la alimentación, servicios religiosos y
mantenimiento de ritos y costumbres compatibles con la organiza-
ción del centro.
Los objetos o sustancias prohibidos, en todo caso, en los centros
de internamiento son las bebidas alcohólicas, las drogas, estupefa-
cientes o sustancias psicotrópicas, el dinero en cuantía superior a

2
Mapelli Caffarena, B./González Cano, I/Aguado Correa, T Comentarios cit.
pág. 325.
130 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

lo establecido por las normas de régimen interno, los materiales o


utensilios que puedan resultar peligrosos para la vida, integridad
física o seguridad del centro y cualquier otro objeto previsto en las
normas de funcionamiento interno del centro.
La salvedad final es innecesaria ya que en el enunciado general se
señala que el menor goza de todos los derechos salvo los afectados por
lo condena, lo que implica una referencia a dicha incompatibilidad.
En cuanto a los derechos religiosos los menores pueden partici-
par de cualquier confesión religiosa registrada, para ello en los cen-
tros se ha de garantizar el respeto a los ritos, fiestas o alimentación
propias de las mismas siempre que sean compatibles con los dere-
chos fundamentales del resto de menores internados, y no afecten a
la seguridad o vida cotidiana del centro, además en ningún caso se
podrá obligar a los menores a asistir o participar en cualquier acto
de una confesión religiosa.

e) Derecho a la asistencia sanitaria gratuita, enseñanza básica


obligatoria y formación educativa o profesional adecuada a
su edad
Los menores internados tienen derecho a la asistencia sanitaria
gratuita reconocida por la ley en los términos y con las garantías
previstas: examen médico al ingreso y prevención y tratamiento de
su salud física y mental a lo largo del cumplimiento de la medida
impuesta. Las intervenciones médicas que se hagan al menor han
de ser notificadas al Juez de Menores y a su representante legal, y
si es necesario ingresarlo en un centro hospitalario, se ha de obtener
la autorización judicial, en caso de que el menor o su representante
legal no lo autoricen. Como recuerda Ornosa3 la vigilancia y trata-
miento de la salud mental y drogadicciones de los menores requiere
una especial dedicación, a lo que hay que añadir el control de enfer-
medades infecto-contagiosas que puedan suponer un peligro para la
salud para la vida o salud del menor o de terceras personas, median-
te la práctica periódica de las analíticas correspondientes.
Uno de los problemas que surgen en este ámbito es la necesidad o
no del consentimiento del menor para cualquier tratamiento médico

3
Ornosa Fernández, R. op. cit. pág. 509.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 131

que se le pueda suministrar, ya que en virtud del consentimiento


informado el médico debe explicar en términos comprensibles al pa-
ciente el alcance de la intervención diagnóstica o terapéutica, los
riesgos que se pueden padecer y las posibles alternativas, para que
en función de ello el paciente pueda decidir libremente si acepta
o no someterse al tratamiento médico propuesto. La condición de
dicho consentimiento es que el paciente tenga capacidad de juicio
y discernimiento, por eso cuando se trata de un menor de edad hay
que acudir a sus representantes legales o familiares, sin embargo
centrándonos en los menores sometidos a medida de internamiento,
teniendo en cuenta que pueden tener entre catorce y dieciocho años
de edad, se les puede reconocer cierta capacidad para tomar decisio-
nes en lo relativo al tratamiento médico ya que puede afectar direc-
tamente a su intimidad y libre desarrollo de la personalidad, vgr. la
ingesta de anticonceptivos. Para ello se debe exigir cierta madurez y
capacidad de discernimiento que garantice que el menor comprende
y autoriza el tratamiento médico, ya que paulatinamente se ha ido
reconociendo a los menores un campo de autonomía en función del
desarrollo de su personalidad4; en consecuencia, sin necesidad de es-
tablecer criterios cerrados podría establecerse en los dieciséis años,
pero siempre teniendo en cuenta su opinión desde los catorce años,
edad mínima de los menores internados. Siguiendo estas pautas las
Reglas de Naciones Unidas para la protección de los menores priva-
dos de libertad de 1990 establecen en su art. 55 que se debe consi-
derar la opinión de los menores para aceptar la administración de
medicamentos o un tratamiento médico, después de ser informado
de la naturaleza del tratamiento médico, consecuencias, ventajas e
inconvenientes y alternativas disponibles.
De esta necesidad de consentimiento para cualquier tratamiento
médico se excluyen los supuestos de grave riesgo para la vida o la sa-
lud, motivo que, junto a la relación de sujeción especial que crea un
entramado de derechos y deberes entre la Administración y las per-
sonas privadas de libertad, ha permitido la alimentación forzosa en
supuestos de huelga de hambre penitenciaria en virtud de las STC
120/1990 de 27 de junio y 137/1990 de 19 Julio; dicha posibilidad de
tratamiento médico en contra de la voluntad del interno es recogida

4
Lázaro. I. (coord.) Los menores en el Derecho español. Madrid 2002 pág.
572.
132 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

por el art. 210 RP exigiendo en los supuestos de peligro inminente


para la vida la necesidad de autorización judicial y en los de peligro
para la vida o salud de otras personas sólo ponerlo en conocimiento
de la autoridad judicial.
Por lo que respecta a los aspectos educativos, se ha de garantizar
al menor el derecho a recibir la enseñanza básica obligatoria, en todo
caso, así como otros niveles educativos y enseñanzas no regladas, bien
en el mismo centro de internamiento o en los centros docentes de la
zona. En este sentido es conveniente recordar que toda la actividad
educativa debe proporcionar al menor los correspondientes certifica-
dos y diplomas válidos en el exterior y que no reflejen su condición
de menor sometido a una medida de internamiento, ya que tiene una
gran relevancia integradora que no indiquen en ningún caso que se
han obtenido en un centro de internamiento art. 37.4 RM

Derechos como menor internado


a) Derecho a estar en el centro más cercano a su domicilio y
no ser trasladado a otra comunidad autónoma salvo en los
casos excepcionales señalados reglamentariamente
Es una manifestación del principio de reinserción social ya que
en términos generales el entorno familiar y social propio va a faci-
litar la integración social, aunque en ocasiones precisamente el ale-
jamiento del núcleo familiar o de amistades sea lo más favorable
para el menor si así lo indican los informes técnicos. Su finalidad es
facilitar las salidas del menor, en caso de que las haya, y las visitas
de sus familiares, ya que si el centro se encuentra distante éstas se
pueden ver afectadas, así como trabajar la futura integración del
menor en el entorno social.
Este derecho tiene las siguientes excepciones:
En primer lugar el ya mencionado de que sea aconsejable para el
interés del menor el alejamiento del núcleo familiar o social, vgr. in-
fluencia negativa sobre el menor, amenazas entre grupos… necesita
la aprobación del Juez de Menores.
En segundo lugar, el art. 35 1 RM permite el traslado de menores
a centros de otras Comunidades Autónomas en función de la dispo-
nibilidad de plazas, lo que genera problemas de igualdad entre unas
Comunidades Autónomas y otras. Este problema de disponibilidad
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 133

se ha presentado especialmente en los centros terapéuticos, por su


escasez, llevando en ocasiones a una solución inadecuada como es el
internamiento de los menores en centros de protección, lo que toda-
vía es más rechazable.
En tercer lugar, en los casos de terrorismo al establecerse que se
trate de establecimientos puestos a disposición por el Gobierno a la
Audiencia Nacional, su aplicación hace prever que la centralización
de estos establecimientos provoque la lejanía del domicilio del menor.
Y finalmente, los menores que actúen en bandas, organizaciones
o asociaciones deben ser internados en centros distintos, lo que pue-
de alejarles de su domicilio.

b) Derecho a un programa de tratamiento individualizado si


se trata de sentenciados y a participar en las actividades del
centro respecto a todos los internados
En adultos se distingue el sentido del tratamiento para propor-
cionar una intervención psicosocial a los condenados por sentencia
firme, de su sentido en los preventivos dirigido más bien a no ex-
cluirles de las actividades formativas, culturales y de ocio. En el caso
de menores en esa línea supone el reconocimiento de la presunción
de inocencia de aquellos que todavía no hayan sido sentenciados y
el derecho a la participación de todos los menores, no sólo los con-
denados, en todas las actividades organizadas por el centro de tipo
cultural, deportivo ó lúdico.

c) Derecho a comunicar libremente con los padres, representantes


legales, familiares u otras personas y a disfrutar de permisos
o salidas conforme a los requisitos legales
Este derecho ha de entenderse como la fusión entre el derecho
a la resocialización que considera al menor como una persona no
aislada y por tanto integrada en la sociedad, cuyo contacto frecuen-
te con ésta debe potenciarse, y el derecho al mantenimiento de los
lazos familiares como expresión del entorno más íntimo del menor
y una de las claves para contribuir a su formación integral. Por ello
el derecho a comunicar a los padres el internamiento de su hijo y el
derecho a que los menores puedan ser visitados por sus padres, ha
de ser reconocido en las mejores condiciones posibles. Salvo casos
134 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

excepcionales, la relación familiar es totalmente necesaria para la


integración social, por ello en los casos en los que haya dificulta-
des en la comunicación ha de realizarse una intervención educativa
específica dirigida a facilitar la aproximación entre el menor y sus
familiares.
El mantenimiento del contacto con los padres es sumamente ne-
cesario de un lado para contribuir a la finalidad de reinserción y ga-
rantizar el equilibrio emocional del menor durante el internamiento
y de otro para garantizar que los padres puedan seguir ejerciendo sus
responsabilidades y deberes con los hijos, ya que lo contrario puede
provocar una desatención de los deberes familiares, en este sentido
es sumamente desalentador el panorama internacional reflejado en
el informe sobre Niños privados en libertad publicado en 1998 por
la Organización Internacional de Prisiones (OIP), órgano consultivo
de Naciones Unidas con sede en Lyon, donde se denuncia que un
elevado número de menores internados recibe muy pocas visitas. En
algunos casos hasta un 60% de los menores no son visitados por sus
padres, debido a la distancias de los centros, las dificultades para la
autorización y las corruptelas administrativas de muchos Estados5,
todo ello debe servir de referencia para garantizar el desarrollo de
este derecho.

d) Derecho a comunicar reservadamente con los letrados, el Juez


de Menores competente, el Ministerio Fiscal y los servicios de
inspección de los centros de internamiento
Se trata de una garantía del derecho de defensa, de la tutela ju-
dicial y del buen funcionamiento del centro. Al igual que en adultos
hay una especial referencia a las comunicaciones con otros profesio-
nales que pueden ser médicos, trabajadores sociales o ministros de
culto. Estas comunicaciones han de realizarse en un lugar reservado
para garantizar el derecho de defensa, destacándose en este sentido
la labor de los Colegios de Abogados con la creación de turnos de
asistencia jurídica a menores de edad.

5
Cappelaere, G./ Grandjean, A. Niños privados de libertad. Derechos y reali-
dades Madrid 2000 pág. 238-242.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 135

e) Derecho a una formación laboral adecuada, a un trabajo


remunerado, dentro de las posibilidades de la entidad
pública y a las prestaciones sociales correspondientes
Todas las personas privadas de libertad tienen derecho a un tra-
bajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la seguridad
social, según dispone el art. 25.2 CE, lo que ha sido entendido por el
Tribunal Constitucional en STC 172/1989 de 19 de Octubre como un
derecho de aplicación progresiva condicionado a las disponibilidades
de la Administración, interpretación que dificulta mucho su aplica-
ción generalizada. En el caso de los menores además hay que tener
en cuenta las restricciones a su acceso al trabajo en virtud de la
legislación laboral (trabajo nocturno, horas extraordinarias…) que
más adelante se desarrollan en el capítulo 8. Dada la importancia
de la formación prelaboral, son recomendables en los centros los pro-
gramas de garantía social y formación ocupacional.

f) Derecho a formular peticiones y quejas a la Dirección del


centro, a la entidad pública, al Juez de Menores, al Ministerio
Fiscal, Defensor del Pueblo o institución autonómica similar,
y presentar todos los recursos reconocidos legalmente
Se trata de una referencia amplia a las reclamaciones ante las
distintas Entidades que participan en la jurisdicción de menores,
entre las que hay que destacar a los Jueces de Menores y, aunque no
se diga expresamente, al Defensor del Menor en las Comunidades
Autónomas donde se haya creado esta figura con la función principal
de defender los derechos de los menores.

g) Derecho a recibir información de sus derechos y obligaciones,


de su situación personal y judicial y de los procedimientos
que lleve en curso
Los menores en el momento de ingresar en un centro de inter-
namiento deben recibir información completa sobre el reglamento
interno con la descripción de sus derechos y deberes de una manera
y en un idioma comprensible. Además se les debe informar puntual-
mente del curso de los procedimientos para poder formular, en su
caso, peticiones, quejas y recursos.
136 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Este derecho es desarrollado en el art. 56 RM donde se garantiza


que se haga periódicamente, en un lenguaje comprensible para el
menor, que sea extensible a sus representantes legales y no sólo en
lo referente a las cuestiones relativas a su situación educativa, penal
y procesal sino también a las noticias importantes dentro del ámbito
familiar como defunciones, enfermedades…

h) Derecho a que sus representantes legales sean informados


sobre su situación, evolución y derechos
Sólo cabe interpretar este derecho como consecuencia de la mi-
noría de edad, y por tanto de su sometimiento a sus responsables
legales, por más que en adultos también asiste el derecho a comuni-
car a los familiares los asuntos urgentes, tales como enfermedades
o traslados.

i) Derecho a que las menores internadas tengan en su compañía


a sus hijos menores de tres años
Este derecho debe dotar de garantía el mayor beneficio para el
menor que acompaña a su madre, por tanto el informe del Ministerio
Fiscal debe ser preceptivo, así como la comprobación de los datos de
filiación del menor. Lo ha de solicitar expresamente la madre y ser au-
torizado por el Juez siempre que no se presente riesgo para los niños.

5.2. Limitación de derechos


Respecto a la limitación de derechos, el art 7 RM reproduce el
art. 25.2 CE al establecer como única excepción de los derechos de
los menores y jóvenes durante la ejecución de las medidas lo que
disponga expresamente la ley, el contenido del fallo condenatorio o
el sentido de la medida impuesta.
La primera posibilidad de limitar los derechos se limita a la ley
por exigencias del principio de legalidad, ya que ésta ha de ser la
única norma que pueda restringir, respetando su contenido esencial,
los derechos de los menores en atención a que el art. 81 CE establece
que las leyes orgánicas son las competentes para el desarrollo de los
derechos fundamentales y libertades públicas; dichas restricciones
han de estar fundamentadas en el interés del menor por su prioridad
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 137

sobre el resto de intereses, o en razones de seguridad, orden o convi-


vencia, lo que sucede con las medidas de control y vigilancia y los me-
dios de contención autorizados por el art. 59 LORRPM. Sin embargo
esta previsión es mucho menos garantista que en adultos, ya que vgr.
las limitaciones a las comunicaciones las regula el art. 51.5 LOGP en
adultos, mientras que en menores se regula en el art. 40.6 y 7 RM.
En cuanto al contenido del fallo condenatorio hay que tener en
cuenta que la sentencia es la que limita los derechos del menor, por
ello en función de su contenido habrá más o menos derechos afecta-
dos, por ejemplo si con el internamiento se impone una libertad vigi-
lada con tareas educativas, el menor no podrá disponer enteramente
de su tiempo libre sino que se verá obligado a realizar todo lo que se
recoja en el programa de ejecución. En este sentido hay que recordar
que la medida de inhabilitación absoluta es de obligatoria imposi-
ción a todos los menores condenados por la comisión de alguno de
los delitos de terrorismo regulados en los arts.571 a 580 CP, lo que le
priva definitivamente de todo empleo, honor o cargo público aunque
sea electivo, y de la incapacidad de obtener los mismos u otros y de
ser elegido para cargo público durante el tiempo de la medida.
Finalmente, también se pueden limitar los derechos por el senti-
do de la medida impuesta ya que aunque no estén limitados son de
imposible ejercicio, de esta manera los menores no pueden convivir
con sus padres ni ser cuidados por ellos, ni acudir en su mayoría a
los centros educativos ordinarios, ni ejercer los derechos de asocia-
ción y reunión, derechos todos ellos reconocidos por la Convención
de los derechos del Niño de 1989 aprobada por la Asamblea General
de Naciones Unidas

5.3. Deberes
El art. 57 LORRPM recoge el catalogo de deberes de los meno-
res internados dentro del contexto de la relación de sujeción espe-
cial, que implica un entramado de derechos y deberes recíprocos
entre la Administración, en este caso los centros de reforma de las
Comunidades Autónomas, y los menores.
En el art. 30.2 g) RM al mencionarse las normas básicas de convi-
vencia y de funcionamiento interno de los centros parece distinguir
entre el incumplimiento de deberes en los que es suficiente con una
corrección educativa y aquellos otros que por afectar a la seguridad
138 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

y el buen orden del centro y además ser constitutivos de infracciones


disciplinarias podrán ser objeto de la correspondiente sanción, lo que
supone una distinción entre las sanciones que se dirigen a garantizar
la seguridad y buen orden del centro que requieren una cierta enti-
dad y las correcciones educativas que tienen más bien una finalidad
educativa y formativa en el ámbito general de la educación de los
menores, en el sentido del derecho de corrección propio de la patria
potestad que recogía el art. 154 del Código Civil6. Hay que recordar
que la L.O. 54/2007 de 28 de Diciembre de Adopción Internacional
en su Disposición Final Primera suprimió la referencia al derecho de
corrección del art. 154 del Código Civil y en su lugar establece que
la patria potestad ha de ejercerse con respeto a la integridad física y
psicológica de los hijos y que en el ejercicio de dicha patria potestad
los padres podrán recabar el auxilio de la autoridad, lo que debe
entenderse como la supresión de cualquier justificación del castigo
violento por parte de los padres aunque tenga fines educativos y por
extensión a cualquier institución de tutela o guarda.
El listado de deberes de los menores hay que considerarlo como
un marco genérico de obligaciones que sólo cuando se concreten en
la realización de infracciones tipificadas podrá dar lugar a la impo-
sición de sanciones.

a) Deber de permanecer en el centro


Consiste en el deber de permanecer en el centro a disposición
de la autoridad judicial competente hasta que el menor sea puesto
en libertad, al margen de las salidas y actividades autorizadas que
se puedan realizar en el exterior. Es uno de los deberes básicos del
menor internado, por ello su quebrantamiento además de dar lugar
al reingreso del menor en el mismo centro u otro adecuado a sus
condiciones, no tanto como respuesta punitiva sino por la necesidad
de ingreso en un centro más acorde a las necesidades del menor7,
tiene las siguientes consecuencias: en primer lugar se puede derivar

6
Viana Ballester, C./ Martínez Garay, L. “El reglamento de la LORRPM” en
Estudios sobre la responsabilidad … coord, González Cussac, J.L./Cuerda
Arnau, M.L. cit. pág. 547.
7
De la Cuesta, “La ejecución de las medidas” Justicia de menores: una justi-
cia mayor. Comentarios a la LORRPM Manuales de formación continua nº
9 CGPJ Madrid 2000 J.L. pág. 267.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 139

responsabilidad penal por el delito de quebrantamiento de medida


de seguridad y en segundo lugar se puede derivar responsabilidad
disciplinaria por la comisión de una falta muy grave de “intentar o
consumar la evasión del interior del centro o cooperar con otros in-
ternos en su producción” o de una falta grave de “no retornar al cen-
tro, sin causa justificada, el día y hora establecidos, después de una
salida temporal autorizada”. Para evitar la vulneración del princi-
pio ne bis in idem que prohibe castigar dos veces un mismo hecho
siempre que haya un mismo fundamento, el art. 60.6 RM establece
la necesidad de que el fundamento de la sanción disciplinaria sea
la seguridad y buen orden del centro, al igual que exige en adultos
el art. 232.4 RP. En el caso de la permanencia de fin de semana hay
que observar que no sólo el reingreso es en todo caso en el domicilio,
sino que dispone que el tiempo restante se cumpla de manera inin-
terrumpida, algo similar a lo que ocurría antes con el arresto fin de
semana de adultos.
Sobre la consideración de estas conductas como quebrantamiento
de condena los Tribunales mantienen dos posturas diferenciadas:
– no sólo se vulnera el principio ne bis in idem por su doble
tratamiento como delito e infracción disciplinaria al haber
triple identidad de sujeto, hecho y fundamento, sino que es-
pecialmente en el no retorno al centro o retraso injustificado
al tratarse de un menor existe una corresponsabilidad de los
padres durante la salida o permiso que reduce el impacto de la
conducta sobre el menor, teniendo en cuenta que la literalidad
del art. 468 del CP se refiere a penas y medidas de seguridad
en las que no cabe incluir las medidas de menores por tener
una finalidad educativa.
– la conducta de los menores que no retornan al centro encaja
en el delito de quebrantamiento de condena del art. 468 CP
sin que la minoría de edad del autor modifique su responsa-
bilidad en los hechos ya que el término “condena” mencionado
en dicho artículo abarca sin ninguna duda las medidas regu-
ladas en la LORRPM, SAP Badajoz 14.9.2006.
A pesar de que se trate de una interpretación no favorable al
menor, esta última parece más coherente con el sentido jurídico del
término condena y con la remisión del art. 1 LORRPM a todos los
delitos y faltas del Código Penal.
140 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Un caso particular es el del quebrantamiento de medida por parte


de menores que habiendo cumplido ya los dieciocho años permane-
cen en un centro de internamiento juvenil, ya que al no ser menores
no pueden ser juzgados por los Juzgados de Menores por este nuevo
delito, pero su remisión a los Juzgados de Instrucción es dudosa por
encontrarse cumpliendo una medida de menores, razón por la cual la
SAP Valladolid 12.4.2003 a la que siguen otras como la SAP Valladolid
29.1.2007 optan por su absolución ante lo que califican de laguna le-
gal. Sobre dicha solución procede realizar dos observaciones, la prime-
ra es que a diferencia de lo que apuntan las sentencias señaladas, las
medidas de la LORRPM no son de protección y por tanto entran per-
fectamente dentro del ámbito de aplicación del art. 468 CP como antes
se ha señalado, y la segunda es si se mantendría la misma resolución
absolutoria si en lugar de este delito, el mayor de edad que sigue cum-
pliendo su medida en un centro de internamiento, hubiera cometido
otro de mayor gravedad como lesiones, robo o incluso homicidio en el
centro o en una salida, por este motivo otros pronunciamientos juris-
prudenciales como la SAP Santa Cruz de Tenerife 28.3.2008 opta por
la condena ya que de lo contrario “resultaría irrisoria la ejecución de
las penas impuestas en los Juzgados de menores, en casos como el que
nos ocupa y además supondría una desigualdad inadmisible de trato
penal por razón de la edad en perjuicio de los menores de dieciocho,
pues éstos si estarían sometidos a la nueva responsabilidad, mientras
que los que hubieren cumplido dieciocho en el momento del quebranta-
miento verían como su acción sería impune por atípica”.
Por su parte, es sumamente positivo que el art. 14 RM especifi-
que lo que se entiende por quebrantamiento o incumplimiento de
la medida de internamiento al definirlo como la fuga del centro, no
retorno en la fecha u hora indicadas después de una salida autori-
zada y la no presentación en el mismo el día y hora señalada para
la permanencia.

b) Deber de recibir la enseñanza básica obligatoria legalmente


prevista
No se trata más que de una ratificación de los niveles de en-
señanza obligatoria ya que no se puede obligar a los menores al
estudio más que con métodos de activación de la motivación, des-
cartando en todo caso la sanción disciplinaria como consecuencia
de su incumplimiento. En España según establece el art. 4 de la
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 141

Ley Orgánica de Educación L.O.2/2006 de 3 de Mayo la enseñan-


za básica (primaria y secundaria) es obligatoria y se establece, de
forma regular, entre los seis y los dieciséis años de edad, aunque
los alumnos podrán permanecer hasta los dieciocho años en el
sistema ordinario.

c) Deber de respetar y cumplir las normas de funcionamiento


interno del centro y las directrices o instrucciones que reciban
de su personal en el ejercicio legítimo de sus funciones
Se trata del deber de cumplir las normas de convivencia y fun-
cionamiento interno del centro y las órdenes de todo el personal
del mismo siempre que se trate de normas legítimas emitidas
dentro de las atribuciones de las distintas personas que trabajan
en el centro.
En este caso, su infracción sí que está sometida a la imposición de
la correspondiente sanción, al igual que los dos siguientes, por estar
reflejada en el catalogo de infracciones como una conducta constitu-
tiva de falta.

d) Deber de colaborar para conseguir una actividad ordenada


en el interior del centro y mantener una actitud de respeto
y consideración hacia todos, dentro o fuera del centro y, en
especial, hacia las autoridades, y trabajadores del centro y
demás menores internados
En todo centro de internamiento es básica la creación de un clima
de convivencia ordenada, de ahí la importancia de garantizar el respeto
tanto entre los menores como con los trabajadores del centro, si bien
sólo las conductas más graves deben ser consideradas como infracción
susceptible de ser sancionada disciplinariamente Hay que tener en
cuenta8, en el nivel de exigencia de éste y los siguientes deberes, las
pautas de comportamiento adquiridas por el menor en su entorno so-
cial y familiar de procedencia, ya que puede ser frecuente que se haya
carecido de una mínima influencia de normas de conducta, por ello lo

8
Mapelli Caffarena, B./González Cano, I/Aguado Correa, T Comentarios cit pág.
513
142 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

más importante es el seguimiento de la evolución del menor y de su es-


fuerzo en adquirir progresivamente las normas de convivencia social.

e) Deber de utilizar adecuadamente las instalaciones del centro


y los medios materiales puestos a su disposición
Sólo las conductas más graves pueden ser constitutivas de san-
ción disciplinaria, que a su vez deberán también distinguirse de una
posible infracción delictiva de daños.

f) Observar las normas higiénicas y sanitarias sobre vestuario


y aseo personal establecidas en el centro
No sólo es necesario este deber para toda convivencia colectiva si-
no que adquiere una especial importancia en el caso de los menores
por su contenido educativo y de adquisición de hábitos prosociales.

g) Realizar las prestaciones personales obligatorias previstas


en las normas de funcionamiento interno del centro para
mantener el buen orden y limpieza del mismo
A diferencia de los centros de adultos los servicios comunes de
cocina o limpieza de zonas exteriores no debe recaer en los menores,
limitándose la obligación de éstos a la limpieza de sus dependencias
privadas por el contenido educativo antes señalado.

h) Participar en las actividades formativas, educativas y


laborales establecidas en función de su situación personal
para preparar su vida en libertad
La obligación de participar en las actividades formativas, edu-
cativas o laborales choca frontalmente con la voluntariedad del tra-
tamiento, por ello al igual que se ha manifestado en lo relativo a la
educación se ha de perseguir el estímulo y la motivación pero nunca
la imposición y mucho menos a través de medios coactivos.
Capítulo 6
ORGANIZACIÓN INTERNA

La LORRPM en el Título VII en el que regula la ejecución de las


medidas, dedica el capítulo III íntegramente a las privativas de li-
bertad, donde bajo el principio nuclear de resocialización se señalan
como fines la convivencia ordenada, la ejecución de los programas de
intervención educativa y la custodia de los menores, para ello exige
tomar como referencia la vida en libertad favoreciendo los vínculos
sociales y la colaboración de entidades públicas y privadas en el pro-
ceso de integración social.
Lamentablemente las menciones al funcionamiento y organiza-
ción interna son escasas por haberse dejado al Reglamento y a las
normas interiores aspectos tan importantes como las normas de in-
greso, el examen médico o la separación interior, algo que debería de
tener cobertura legal por la afección que conlleva a los derechos y
libertades del menor.

6.1. Ingresos y libertades


Los menores ingresarán en los centros en cumplimiento de un
mandamiento de internamiento cautelar, de una sentencia firme ju-
dicial o de forma voluntaria, es este caso si en 24 horas no llega el
correspondiente mandamiento de internamiento cautelar o el man-
damiento de sentencia, deberán ser liberados. Aunque es la Entidad
Pública la que decide el centro donde va a ingresar el menor, todo
ingreso ha de ser comunicado al Juzgado de Menores que lo haya
dictado, al Ministerio Fiscal, a los representantes legales o persona
designada por el menor, y si es extranjero a las autoridades consula-
res, si el menor reside habitualmente fuera de España, o si lo solicita
el menor o sus representantes legales.
La regla general es que se ingrese en el centro más adecuado pa-
ra la ejecución de la medida entre los más cercanos del domicilio del
menor que tengan plazas disponibles, sin embargo, exclusivamente
por el interés del menor, puede ser un centro distinto, dentro de la
Comunidad Autónoma o incluso fuera de ella; como consecuencia de
ellos los únicos ingresos que requieren autorización judicial son:
144 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

a) Ingreso en centro que, pese a estar en la Comunidad Autónoma,


está alejado del domicilio del menor y de su entorno social y familiar,
aunque existan plazas en un centro más cercano a su domicilio
b) Ingreso en un centro de otra Comunidad Autónoma
c) Ingreso en un centro sociosanitario
En los centros se llevará a cabo un registro en el consten los da-
tos de identidad de los menores internados, las fechas y horas de los
ingresos, traslados, libertades, autoridades judiciales que los hayan
acordado y letrado del menor. En el momento del ingreso los menores
han de recibir información escrita sobre sus derechos y obligaciones,
el régimen de internamiento en el que se encuentran, la organiza-
ción general del centro, normas disciplinarias y medios para formu-
lar peticiones, quejas y recursos. La LORRPM exige que se haga en
un idioma en el que lo entiendan lo que hace referencia no sólo a su
propia lengua si es extranjero sino especialmente en un lenguaje o
forma comprensible para los menores de edad.
Al igual que en adultos, los menores pueden vestir prendas pro-
pias, siempre que sean adecuadas a la disciplina y orden del centro,
u optar por las que les sean proporcionadas por el centro, en este
caso no sólo han de estar adaptadas a la climatología sino que han
de carecer de cualquier signo distintivo que denote su condición de
internado; además se retiran los objetos prohibidos o no autorizados
que son conservados en el centro hasta que se le devuelvan al menor
cuando lo abandone, se adoptan las normas de higiene necesarias y
se hace un examen médico antes de 24 horas.
En el expediente personal del menor se han de recoger todos los in-
formes relativos a él, las resoluciones judiciales y cualquier documenta-
ción relacionada con la ejecución, al que tendrán acceso además del Juez
de Menores competente, el Ministerio Fiscal, el Defensor del Pueblo o
institución análoga de la Comunidad Autónoma, los responsables de la
Entidad Pública encargados de la ejecución de la medida, el menor, su
letrado y, en su caso, los representantes legales. La recogida, cesión y
tratamiento de los datos personales que consten en el expediente recibe
una protección especial al estar reservada a los ficheros informáticos de
titularidad pública y estar protegida por la Ley de protección de datos
de carácter personal 15/1999 de 13 de Diciembre.
Entre las figuras de Derecho Penitenciario de adultos que se han
trasladado al de menores, se puede destacar la posibilidad de que
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 145

las menores madres puedan ingresar y convivir con sus hijos has-
ta que cumplan los tres años de edad permitida en el art. 34 RM,
siempre que lo soliciten expresamente, se acredite su filiación, la
Entidad Pública informe que dicha situación no entraña riesgos pa-
ra el menor y lo autorice el Juez de Menores. Curiosamente no se
requiere informe del Ministerio Fiscal como en adultos lo que supo-
ne un control de menor entidad si bien lo autoriza el Juez cuando en
adultos lo hace la Dirección del centro. En este caso sí que se exige
la obligatoriedad de la habitación individual para la madre y el niño,
algo que si aumenta el número de niños, como ocurre en adultos en
difícil que pueda cumplirse. Hay que tener en cuenta que si bien este
derecho es consecuencia de la obligación de no recibir las menores
internadas un tratamiento diferente al de las adultas presas, la per-
manencia de niños de corta edad en centros penitenciarios es muy
controvertida por sus efectos perniciosos sobre la educación y evolu-
ción de los mismos, por ello en los últimos años se está imponiendo
la idea de crear centros específicos para madres que no reproduzcan
el entorno penitenciario, algo que si el número de menores internas
no es muy elevado será difícil de adoptar pero necesario por el bien-
estar de los niños.
En cuanto a las libertades, una vez cumplida la medida, la Entidad
Pública remitirá al Juez de Menores, al Ministerio Fiscal y al letrado
del menor si lo solicita, un informe final y el Juez dictará un auto ar-
chivando la causa que se notificará a estos mismos y a la víctima, art
53 LORRPM. Este mandamiento de libertad sólo puede ser acordado
por resolución judicial o por cumplimiento de la fecha aprobada por
el juez en la liquidación, art. 36.3 RM, de esta manera en menores no
se ha incluido un procedimiento tasado de recordatorio de la entidad
administrativa al Juez de menores como en adultos, sino que se es-
tablece que se procederá a la ejecución del mandamiento de libertad
y se pondrá en conocimiento del Juez de menores, con lo que cabe
entender que su autorización no es necesaria.
La Entidad Pública antes de ejecutar el mandamiento de libertad
comprobará que no existan otras responsabilidades pendientes que
conlleven la permanencia del internamiento del menor y comuni-
cará a los representantes legales del menor su libertad para que se
hagan cargo de él y de no ser localizados o si el interés del menor lo
requiere se pondrán a disposición de la entidad pública de protec-
ción de menores.
146 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

6.2. Separación y clasificación


Los centros de menores, específicos, y nunca centros penitencia-
rios, se dividen en módulos adecuados a la edad, madurez, necesida-
des y habilidades sociales de los menores internados, y su funciona-
miento se rige por una norma interna que ha de ser aprobada por la
Comunidad Autónoma respectiva. Aquellos menores que requieren
una protección especial por cualquier circunstancia personal debe-
rán estar separados en otro módulo o incluso en otro centro, si el
Juez de Menores lo autoriza.
Para reducir los efectos negativos del internamiento y tomar co-
mo referencia la vida en libertad los espacios donde se alojan los
menores se denominan habitaciones, no celdas, siendo la regla ge-
neral que sean individuales(en adultos es el art. 19.1 LOGP el que
señala la exigencia de celda individual, mientras que en menores es
el Reglamento en su art. 30.2 a) el que lo establece), aunque son posi-
bles las habitaciones compartidas si no hay razones de tratamiento,
médicas, de orden o seguridad que lo desaconsejen. No se establece
expresamente la separación de sexos por lo tanto es posible la ubica-
ción mixta, lo que puede evitar la discriminación que sufren las mu-
jeres adultas presas ya que su bajo número respecto a los hombres
provoca un número inferior de establecimientos y grandes desventa-
jas respecto a la organización de actividades específicas.
Señala Cruz Márquez1que para lograr un ambiente adecuado al
desarrollo afectivo-emocional y a la adquisición de competencias so-
ciales hay que combinar el estímulo, para que adquiera la responsa-
bilidad de sus actos, y la autonomía de su personalidad para lo cual
es conveniente la organización del centro en unidades reducidas de
convivencia en las que un grupo de menores bajo la supervisión de
un educador participen de la organización y gestión de las normas
de convivencia lo que mejora notablemente las relaciones humanas.
En este sentido se puede entender que esta es una de las figuras que
se han exportado desde del Derecho de Menores al de adultos, ya que
la creación de los módulos de educación y respeto (MER) en la ejecu-
ción penitenciaria responde a este criterio de participación colectiva
y asunciones de responsabilidades para la mejora de la convivencia.

1
Cruz Márquez, B. La medida de internamiento… cit. pág. 70.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 147

Un aspecto no definido por la Ley ni por el Reglamento es la ne-


cesidad de separar los distintos tipos de internamiento ya que el ré-
gimen cerrado o semiabierto son diferentes en cuanto a actividades,
salidas, permisos… lo que puede provocar dificultades en la convi-
vencia y tensiones en los menores, por mucho que tenga un interés
prioritario las necesidades del menor y no la gravedad del delito2.

6.3. Traslados
El art. 46.3 LORRPM establece que las entidades públicas para
el cumplimiento de la medida de internamiento deben designar el
centro más cercano al domicilio del menor, que el traslado a otro cen-
tro sólo se podrá fundamentar en alejar a éste de su entorno familiar
y social y que requerirá en todo caso la aprobación del Juzgado de
Menores competente para la ejecución de la medida. Además no hay
que olvidar que en el seno del principio de resocialización el art.
55.2 LORRPM se establece que en los centros se ha de favorecer el
contacto con los familiares y allegados y que el art. 56.2 e) reconoce
el derecho del menor a estar en el centro más cercano a su domici-
lio y a no ser trasladado a otra Comunidad Autónoma, salvo en los
casos previstos legalmente. De esta manera desde el punto de vista
educativo la previsión legal es que el centro de internamiento sea el
más cercano al domicilio, salvo las excepciones fundadas en criterios
también educativos, lo que unido a la competencia autonómica de la
ejecución de las medidas de los menores infractores establece como
regla general que los menores cumplan las medidas de internamien-
to en sus propias Comunidades Autónomas y dentro de ellas como
regla general en el centro más cercano a su domicilio, al margen
del lugar en el que se haya cometido el delito o se haya producido el
enjuiciamiento.
Sin embargo el art. 35 RM permite excepcionalmente que los me-
nores sean trasladados a otra Comunidad Autónoma, siempre que
haya convenio de colaboración y lo autorice el Juez de Menores en
los siguientes casos:
– si se acredita que el domicilio del menor o de sus representan-
tes legales se encuentra en otra Comunidad Autónoma

2
García Pérez, M.F. “Experiencias prácticas…” cit. pág. 158.
148 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

– si la entidad pública considera que en atención al interés del


menor es conveniente alejarlo de su entorno familiar y social
– si por la excesiva ocupación en los centros se carece de plazas
disponibles en el régimen o tipo de internamiento propuesto y
las hay en otra Comunidad Autónoma.
En esta misma línea, las Reglas Mínimas para la protección de
los menores privados de libertad establecen que los centros de de-
tención deberán estar descentralizados y tener un tamaño que facili-
te el acceso de las familias de los menores y sus contactos con ellos.
En los últimos años el Defensor del Pueblo ha recogido quejas e
información de distintos supuestos que demuestran que no siempre
los menores cumplen los internamientos en los centros más próximos
a sus domicilios debido en muchos casos a la insuficiencia de plazas,
especialmente en las Comunidades Autónomas pluriprovinciales3.
Otras posibles salidas son las de urgencia que permiten el trasla-
do desde el centro a centros hospitalarios sin necesidad de autoriza-
ción judicial, pero si su posterior comunicación inmediata y las que
se realicen para la práctica de diligencias procesales, previa orden
judicial correspondiente.
En cuanto al procedimiento de realización de salidas y traslados
sólo cuando haya riesgo para la vida, personas o bienes el Director
del centro de internamiento solicitará que el traslado lo realicen los
Cuerpos y Fuerzas de Seguridad4. En estos casos se deben realizar
en vehículos policiales sin distintivos externos y funcionarios sin
uniformes oficiales, y preferiblemente acompañados de un educador,
de acuerdo con los criterios de actuación elaborados por la Dirección
General de la Policía y de la Guardia Civil de 1.3.2001 y del art. 35.5
RM que establece que los desplazamientos, conducciones y trasla-
dos se realizarán respetando la dignidad, seguridad e intimidad del
menor.

3
Ortiz González, L. “La figura del Defensor del Pueblo …” cit. pág. 303 y ss.
4
Una minuciosa exposición de los aspectos policiales relacionados con la
aplicación de la LORRPM en Antón Barberá, F./Colás Turégano, A.“Ley re-
guladora de la responsabilidad penal del menor. Aspectos policiales” pág.
413 y ss en Justicia penal de menores y jóvenes (Análisis sustantivo y pro-
cesal de la nueva regulación) Coords. J.L .González Cussac, J.M. Tamarit
Sumalla, J.L. Gómez Colomer. Valencia 2002.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 149

6.4. Reclamaciones de los menores internados


El hecho de que en un mismo cuerpo legal se reúnan las materias
sustantivas, procesales y de ejecución tiene la gran ventaja de su
concentración, pero el indiscutible inconveniente de la confusión an-
te figuras coincidentes en dichos tres ámbitos, como es el caso de los
recursos, lo que exige distinguir entre aquellos que se pueden pre-
sentar como impugnación a la fase jurisdiccional y los que afectan a
la materia de ejecución de medidas.
El art. 56 LORRPM k) reconoce a los menores el derecho a for-
mular peticiones y quejas a la Dirección del centro, a la entidad pú-
blica, a las autoridades judiciales, al Ministerio Fiscal, al Defensor
del Pueblo o institución autonómica análoga y a presentar todos los
recursos legales ante el Juez de Menores competente.
En este sentido, la LORRPM regula en dos títulos distintos el ré-
gimen de recursos en el ámbito del Derecho Penal juvenil: de un lado
en el Título VI denominado “Del régimen de recursos” el art. 41.1 se-
ñala que frente a las sentencias dictadas por los Jueces de Menores
cabe recurso de apelación y contra los autos y providencias de los
Jueces de Menores cabe recurso de reforma y recurso de apelación;
de otro dentro del Título VII dedicado a la ejecución de las medidas
el art. 52 recoge el sistema de recursos en sede de ejecución.
Centrados en el ámbito de la ejecución, contra todas las resolu-
ciones administrativas dictadas durante la ejecución de las medidas
se podrá recurrir ante el Juez de Menores, ya que ésta es una de sus
competencias recogidas en el art. 44.2 e) LORRPM. En la legislación
penitenciaria de adultos se denomina a este recurso impropiamente
de alzada, y en la de menores no se menciona su denominación. El
recurso puede presentarse oral o por escrito, ante el Director del
centro o el propio Juez; previo informe del Ministerio Fiscal y con
audiencia del letrado del menor, se resuelve en dos días mediante
auto motivado.
Contra todos los autos y providencias de los Jueces de Menores
cabe recurso de reforma ante el mismo Juez, que debe ser interpues-
to en tres días desde la notificación y resolverse mediante auto mo-
tivado en dos días, previo informe del Ministerio Fiscal y audiencia
del letrado del menor. De forma general frente al auto resolutorio de
este recurso de reforma cabe recurso de apelación ante la Audiencia
Provincial, art. 41, y de forma particular sobre algunos incidentes de
150 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

ejecución como la modificación de medidas del art. 13 y la suspen-


sión del fallo del art. 40.
Contra los autos de los Jueces de Menores cabrá apelación ante
la Audiencia Provincial o Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional,
salvo en las resoluciones disciplinarias que no admiten más recur-
sos, al igual que ocurre en adultos, art. 60.7 LORRPM, esto signi-
fica que el auto del Juez de Menores confirmando, modificando o
anulando una sanción disciplinaria es irrecurrible, lo que pese a ser
incomprensible por limitar la posibilidad de revisión judicial en el
ámbito que más se restringen los derechos, es habitual en la regu-
lación penitenciaria, probablemente para impedir el colapso judicial
ante algo tan frecuente como son las sanciones disciplinarias.
De esta manera cualquier resolución adoptada durante la ejecu-
ción, se puede recurrir por el menor, bien por escrito o de manera
verbal ante el mismo Juez o el Director del centro, que deberá po-
nerlo en su conocimiento dentro del siguiente día hábil, y también
se puede recurrir por su letrado de forma escrita ante las mismas
autoridades indicadas.
Finalmente, el recurso de casación por unificación de doctrina en
Derecho de Menores presenta algunas particularidades en relación
a los adultos tanto en lo que respecta a los supuestos que permiten
su imposición como a su fundamento:
En primer lugar es un recurso tasado, ya que se limita a las sen-
tencias dictadas en apelación por la Audiencia Nacional o Audiencias
Provinciales que hubieran impuesto alguna de las medidas del art.
10, es decir, prestaciones en beneficio de la comunidad, permanencia
de fin de semana e internamientos cerrados, siempre que respec-
to a hechos y valoraciones de las circunstancias del menor sustan-
cialmente iguales, se hayan producido pronunciamientos distintos.
La limitación a las sentencias que impongan medidas del art. 10
implica que no se refiera a todas las medidas (vgr. no incluye los in-
ternamientos semiabiertos y abiertos) ni tampoco a las materias de
ejecución (permisos de salida, limitación de comunicaciones…) que
se deciden en autos, lo que en adultos sí es posible al haberse permi-
tido en la reforma de 2003 de la DA 5ª LOPJ que ha creado el recurso
de casación por unificación de doctrina en la materia penitenciaria.
Tal situación deja en una peor situación garantista a los menores
respecto a los adultos, cuya prohibición es uno de los objetivos del
Derecho de menores por extensión del art. 8.2 LORRPM, ya que sólo
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 151

van a poder recurrir en casación la selección, duración o gravedad de


las medidas impuestas en sentencias, pero no la denegación de sali-
das o intervención de comunicaciones, ni tampoco la imposición de
las figuras de los arts.13, 40 y 51 (dejar sin efecto, reducir, sustituir o
suspender el fallo) siempre que se refieran a alguna de las medidas
referidas, pese a su gran trascendencia en la ejecución, ya que equi-
valen a un cambio de clasificación penitenciaria en adultos.
En segundo lugar, el fundamento sobre la diferencia entre la
duración de las medidas impuestas en las sentencias contrastadas
debe apoyarse en hechos y valoraciones de las circunstancias del me-
nor sustancialmente iguales que hayan producido pronunciamientos
distintos, esto no encaja demasiado con la flexibilidad e individua-
lización de las respuestas judiciales ante la situación específica de
cada menor (Circular 1/2000) por más que en la comparación de las
sentencias contradictorias se tenga en cuenta no sólo las circunstan-
cias del menor y de los hechos, sino también los informes emitidos
por los equipos técnicos que pueden aconsejar medidas distintas en
caso similares5. Tal comprobación resulta necesaria por exigencias
del principio de igualdad y seguridad jurídica como recuerda la STS
115/2003 de 3 de Febrero que no ve contradicción entre una medida
de internamiento cerrado de ocho años de duración por un delito de
homicidio y otra de seis años por uno de asesinato, ya que “según
el art. 7.3 LRPM, en la elección de la medida o medidas adecuadas
se debe atender de modo flexible, no sólo a la prueba y valoración
jurídica de los hechos, sino especialmente a la edad, las circunstan-
cias familiares y sociales, la personalidad y el interés del menor, lo
que quiere decir que no deben ser tenidas por contradictorias dos
decisiones de distintas Salas de menores por el mero hecho que la
duración del internamiento impuesto en una de ellas, en razón de un
delito de homicidio agravado por la circunstancia de abuso de supe-
rioridad, sea mayor que la duración del internamiento impuesto en
la otra por un delito de asesinato”.
Es necesario por lo tanto que el fundamento del recurso sean las circunstancias
del menor y la orientación que debe inspirar su tratamiento, ya que lo que no tenga re-
lación con estos aspectos encuentra su límite impugnatorio en el recurso de apelación,

5
STS 7.11.2002 y STS 115/2003 de 3 de Febrero aclaran que se trata de un
recurso excepcional y que no tiene efecto suspensivo ya que las sentencias
de las Audiencias son firmes desde el momento que se dictan.
152 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

como recuerda el Auto TS 1141/2004 de 16 de Septiembre en los siguientes términos:


“las discrepancias susceptibles de ser corregidas y resueltas mediante el recurso de
casación para unificación de doctrina son las que se concretan en medidas impuestas
a un determinado menor que, en su contenido, duración y objetivos, se apartan sen-
siblemente de otras que tomaron en consideración datos idénticos o muy parecidos
sobre la gravedad objetiva del hecho, la personalidad y situación del menor, su entorno
familiar o social, su edad, sus necesidades, etc., porque lo que se persigue a través de
este remedio es alcanzar, en el tratamiento de la responsabilidad penal de los menores
y en su orientación educativa, siempre inspirada por el principio del superior interés
del menor, el grado de coherencia y previsibilidad, dentro de la propia jurisdicción, que
exigen los principios de igualdad y seguridad jurídica (STS 7-11-02)”

La tercera característica de este recurso es su efecto no suspen-


sivo ya que las sentencias dictadas en apelación son firmes desde el
momento de su pronunciamiento sin ser suspendidas por la interpo-
sición de un recurso de casación por unificación de doctrina, lo que no
impide que si la sentencia estimatoria del recurso de casación fuera
estimatoria debe tener efectos revocatorios cuando vaya a favorecer
el interés del menor, vgr. respecto a la privación de su libertad.
Al margen del sistema de recursos, los menores internados tam-
bién pueden formular peticiones y quejas de forma verbal o por escri-
to sobre cuestiones relativas a su internamiento, tanto a la Entidad
Pública como al Director del centro, que las remitirá a la autoridad
competente, en este caso se trata de hacer solicitudes concretas o de
denunciar cualquier situación considerada injusta o no acorde a la
legislación relacionada con el internamiento. Aunque la LORRPM
no menciona la posibilidad de presentar peticiones y quejas ante
el Juez de Menores, nada impide que se puedan formular también
ante este órgano jurisdiccional, de hecho el art. 57.2 RM sí permite
la presentación de peticiones o quejas a las autoridades judiciales,
Ministerio Fiscal o Defensor del Pueblo.

6.5. El trabajo de los menores internados


6.5.1. Características generales del trabajo en los cen-
tros de internamiento
Según establece el art. 56.j) LORRPM todos los menores interna-
dos tienen derecho, a una formación laboral adecuada, a un trabajo
remunerado dentro de las disponibilidades de la entidad pública y
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 153

a las prestaciones sociales que pudieran corresponderles, cuando al-


cance las edad legalmente establecida.
Con ello se reconoce el derecho al trabajo de los menores ingresa-
dos en centros de internamiento con las siguientes características:
a) limitación en cuanto a la edad: es necesario que el menor tenga
la edad laboral legalmente establecida, de esta manera según el art.
6. 1 y 2 del Estatuto de los Trabajadores de 1980 sólo podrán trabajar
los mayores de dieciséis años y, además, los que sean menores de die-
ciocho años no podrán realizar trabajos insalubres, penosos, nocivos
o peligrosos, tanto para su salud como para su formación profesional
y humana. Tampoco podrán realizar trabajos nocturnos, actividades
o puestos de trabajo prohibidos a los menores, horas extraordinarias,
ni podrán trabajar más de ocho horas diarias incluyendo el tiempo
empleado en formación.
b) clases de trabajo: hay dos tipos de trabajo: actividades labora-
les remuneradas de trabajo productivo y trabajo en el exterior, lo que
supone no recoger expresamente las numerosas actividades ocupa-
cionales relativas a las tareas artesanales, artísticas, manuales…
que tanta presencia tienen en los centros penitenciarios de adultos
realizando un gran papel no sólo terapéutico sino también resociali-
zador. En este sentido al limitar el trabajo al productivo, no se enten-
derán como tal, a diferencia de lo que ocurre en adultos, las activida-
des de estudio, formación, artesanales, intelectuales o artísticas.
c) finalidad: el trabajo que realicen los menores tendrá la finali-
dad esencial de su inserción laboral y su incorporación al mundo del
trabajo, lo que está en consonancia con la orientación educativa del
internamiento.
d) carácter formativo: las actividades laborales han de complemen-
tarse con cursos de formación profesional ocupacional o cualquier otro
programa que mejore las competencias y capacidad laboral.
Con todo ello el trabajo de los menores sometidos a medida de
internamiento será siempre productivo y remunerado y se podrá
realizar tanto dentro como fuera del centro de internamiento, ya que
se puede desarrollar en todo tipo de internamientos y en lo abiertos
tendrá podrá en el exterior.
En cuanto a su naturaleza jurídica tanto la LORRPM como el RM
han tomado buena cuenta de la doctrina constitucional referente al
trabajo penitenciario y por ello señalan que el derecho al trabajo
154 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

dependerá de las disponibilidades de la entidad pública. Tal afirma-


ción se debe a que la STC 172/1989 de 19 de Octubre rechazaba el
amparo solicitado por la no obtención de un puesto de trabajo en un
centro penitenciario, bajo la consideración de que la Administración
sólo está obligada a ofrecer un puesto de trabajo cuando pudiendo
hacerlo no lo hace, y no en todo caso, ya que se trata de un “derecho
de aplicación progresiva” y no un auténtico derecho subjetivo.
El trabajo que se desarrolle en el exterior se regulará por la legisla-
ción laboral común, es decir por el Estatuto de los Trabajadores y conve-
nios correspondientes, aunque con la debida supervisión de la entidad
pública que ha de velar porque sea adecuado al programa de ejecución
de la medida de internamiento. Por su parte, el trabajo productivo de
los menores que se realice dentro de los centros de internamiento será
dirigido por la entidad pública bien directamente o a través de conve-
nios con personas físicas o jurídicas y se regulará por la normativa de la
relación laboral especial penitenciaria recogida en el RD 782/2001 com-
pletado por algunas particularidades recogidas en el RM, además tam-
bién le será de aplicación la legislación vigente de seguridad social.
Para cubrir el vacío legal en este sentido, la L.O. 53/2002 de 30
de Diciembre de Medidas Fiscales, Administrativas y de Orden so-
cial en su art. 39 confirmó como relación laboral especial la de los
menores sometidos a la ejecución de medidas de internamiento con
arreglo a la LORRPM, considerando como empleador a la Entidad
Pública correspondiente o la persona física o jurídica con la que tu-
viera establecido el oportuno concierto, sin perjuicio de la responsa-
bilidad solidaria de la entidad pública respecto de los incumplimien-
tos en materia salarial y de Seguridad Social. Además autorizó al
Gobierno a establecer un marco de protección de Seguridad Social
para los menores trabajadores, teniendo en cuenta sus especiales
características y necesidades.

6.5.2. Regulación legal del trabajo en los centros de


internamiento
Para el desarrollo de las condiciones del trabajo productivo rea-
lizado dentro de los centros de internamiento se van a analizar en
primer lugar las condiciones específicas recogidas en el RM y a con-
tinuación las reglas generales que como norma supletoria recoge la
regulación de la relación laboral especial penitenciaria.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 155

El art. 53 RM establece que aunque el empleador sea una per-


sona física o jurídica, de los incumplimientos en materia salarial y
de seguridad social responderá solidariamente la Entidad Pública,
lo que supone una garantía de protección de los derechos del menor
por parte de la entidad que lo tutela. Además si bien los menores
que tengan más de dieciocho años se someten a las normas laborales
generales, respecto a los menores de esta edad hay una serie de pre-
visiones específicas que pretenden garantizar una mayor protección
en el ejercicio de las actividades laborales, vgr. no pueden realizar
trabajos nocturnos ni los prohibidos a menores de edad (penosos…),
no pueden realizar horas extraordinarias, no pueden trabajar más
de ocho horas diarias, horarios de descanso obligatorio si el periodo
continuado de trabajo es de más de cuatro horas y media, dos días
ininterrumpidos de descanso semanal; sorprende la falta de especi-
ficad de estas previsiones pese a tratarse de menores de edad inter-
nados, que en muchos casos coincide con las condiciones previstas
para los adultos.
En cuanto a la normativa relativa a la relación laboral especial
penitenciaria de adultos se regula en los arts 132-133 del RP y el
Real Decreto 782/2001 de 6 de Julio que ha derogado los arts. 134 a
152 del mencionado RP, y como, se ha señalado, hay que tenerla en
cuenta como norma supletoria de la LORRPM y del RM, por ello se
van a destacar aquellas materias de la regulación de adultos que se
pueden extrapolar al trabajo de los menores ingresados en centros
de internamiento:
a) En primer lugar hay que respetar las características generales
del trabajo productivo tales como la garantía del descanso semanal,
la duración legal de la jornada de trabajo, retribución adecuada, dis-
tribución de la remuneración para cargas familiares y demás obliga-
ciones… que han sido desarrollados en el Reglamento Penitenciario
dentro del Título dedicado al Tratamiento en el seno de un capítulo
independiente denominado “relación laboral especial penitenciaria”
art. 33 LOGP.
b) Aunque en la legislación de menores el trabajo no es un de-
ber, como en adultos, sino exclusivamente un derecho, como existe
la “obligación de participar en actividades laborales establecidas en
función de su situación personal a fin de preparar su vida en liber-
tad”, según establece el art. 57 h) LORRPM, hay que tener en cuenta
quienes no pueden trabajar: los sometidos a tratamiento médico por
156 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

accidente o enfermedad, los que padezcan incapacidad permanen-


te para toda clase de trabajos, las mujeres embarazadas durante
el tiempo establecido antes o después del parto, los que no puedan
hacerlo por razones de fuerza mayor, art. 133 RP
c) Reconocimiento de los derechos laborales básicos como no dis-
criminación por sexo, nacionalidad, raza…, derecho a la integridad
física y a la prevención de riesgos laborales, derecho al trabajo pro-
ductivo y remunerado, respeto a la intimidad, derecho a participar en
la planificación y organización., derecho a la promoción y formación
profesional, derecho a que se valore su laboriosidad en el régimen,
tratamiento y beneficios penitenciarios (aquí podría entenderse que
se valore en la evolución de su programa de intervención), art. 5 RD
782/2001.
d) En cuanto a los deberes se puede destacar el de cumplir las
obligaciones concretas de su puesto de trabajo, observar las medidas
de prevención de riesgos laborales, cumplir las ordenes e instruc-
ciones de los responsables de los talleres, contribuir a conseguir los
objetivos del trabajo y a la preparación para la inserción laboral, lo
que no debe confundirse con la productividad, art. 6 RD 782/2001.
e) Donde más se tiene que adaptar la organización del trabajo de
los menores con las peculiaridades de la privación de libertad es en
la regulación de los motivos de suspensión y extinción de la relación
laboral, lo que exige distinguir entre suspensión y extinción.
Suspensión: el menor no está obligado a trabajar ni obtiene re-
muneración por diversas causas como mutuo acuerdo de las partes
(empleador y trabajador), incapacidad temporal del trabajador, ma-
ternidad y riesgo de la mujer trabajadora durante dieciséis semanas
ininterrumpidas ampliables por parto múltiple, fuerza mayor tem-
poral, suspensión de empleo y sueldo por cumplimiento de sanción
de aislamiento (en menores separación del grupo), razones de tra-
tamiento educativo, traslado del interno no superior a dos meses y
permisos de salida o salidas autorizadas, disciplina y seguridad, art.
9 RD 782/2001.
Extinción: el menor finaliza su contrato de trabajo por cualquie-
ra de las siguientes causas, mutuo acuerdo de las partes, termina-
ción de la obra o servicio, ineptitud del interno trabajador, muerte,
gran invalidez o invalidez permanente total o absoluta del traba-
jador, fuerza mayor que imposibilite definitivamente la prestación
del trabajo, renuncia del menor trabajador, falta de adaptación a las
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 157

condiciones técnicas laborales, libertad del menor, contratación por


empresas del exterior para internos en régimen abierto, razones de
tratamiento, traslado a otro centro superior a dos meses, razones
de disciplina y seguridad, incumplimiento de los deberes laborales
básicos, art. 10 RD 782/2001.
f) Otro tema que en adultos es complejo es el de la adjudicación
de los puestos de trabajo ya que lamentablemente las posibilida-
des son limitadas, en este sentido lo prioritario es que lo contemple
el programa individualizado de tratamiento, y luego se tienen en
cuenta otros factores de prelación como penados sobre preventivos
(en el caso de menores internamiento cautelar), aptitud laboral del
interno en relación al puesto de trabajo, conducta y antigüedad en
el centro, cargas familiares, en traslados por arraigo familiar u otro
motivo favorable si se ha trabajado en el centro de procedencia art.
3 RD 782/2001.
g) En cuanto a organización general, otros criterios a tener en
cuenta son: categorías profesionales por capacitación, funciones y
conocimientos; promoción laboral; retribuciones tomando como re-
ferencia el salario mínimo interprofesional en proporción al número
de horas realmente trabajadas y rendimiento conseguido incluyendo
la parte proporcional de los días de descanso, vacaciones anuales
y gratificaciones extraordinarias; inclusión en el Régimen General
de la Seguridad Social con asistencia sanitaria y demás prestacio-
nes; calendario y horario adaptado a las necesidades del programa
de intervención y a la organización del centro; regulación de las
infracciones y sanciones laborales según el art. 58 del Estatuto de
Trabajadores.
Capítulo 7
EL TRATAMIENTO EDUCATIVO

7.1. Concepto y características


En este estudio comparativo entre el internamiento de menores
y la ejecución penitenciaria de adultos, para exponer el tratamiento
que se va a desarrollar en los centros de menores, se va a tomar como
referencia su significado en el ámbito de la prisión, por la coinciden-
cia de tres de sus características más importantes: se aplica a quie-
nes han cometido una infracción delictiva, en el seno de la privación
de libertad y su finalidad es educativa.
El tratamiento penitenciario consiste en el conjunto de activida-
des dirigidas a conseguir la reeducación y reinserción social, ya que
la ejecución penitenciaria tiene la obligación constitucional de ofre-
cer a los internos herramientas para facilitar su reincorporación en
la sociedad tras el cumplimiento de la pena de prisión, que pueden
ser de tipo social, formativo, laboral o terapéutico, entre otros. Por
su parte, en el caso de los menores el tratamiento tiene un conteni-
do predominantemente educativo ya que se entiende que el menor
infractor tiene un déficit de esta naturaleza, pero teniendo en cuen-
ta que la educación del menor implica una intervención individual,
familiar y social. La E.M. de la LORRPM declara que las medidas
de internamiento tienen como objetivo prioritario “disponer de un
ambiente que provea las condiciones educativas adecuadas para que
el menor pueda reorientar aquellas disposiciones o deficiencias que
han caracterizado su comportamiento antisocial, cuando para ello
sea necesario, al menos de manera temporal, asegurar la estancia
del infractor en un régimen físicamente restrictivo de la libertad” y
en concreto la medida de internamiento cerrado pretende “la adqui-
sición por parte del menor de los suficientes recursos de competencia
social para permitir un comportamiento responsable en la comuni-
dad, mediante una gestión de control en un ambiente restrictivo y
progresivamente autónomo”.
Sorprende que dada la minuciosa regulación que hace el RM de
todos los aspectos más estrictamente “penitenciarios” de los centros
de internamiento (salidas, comunicaciones, disciplina…) sea tan es-
casa la atención dedicada a lo más importante que es la intervención
educativa, quizá ello sea debido a que se espere que sean los mismos
160 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

centros los que diseñen los programas y perfilen sus actuaciones,


pero podría haberse reflejado tanto en la LORRPM como en el RM al
menos aspectos tan importantes como su contenido, sus clases, sus
programas, sus fases o sus límites.
El tratamiento es definido en el art. 59 LOGP como “el conjunto
de actividades directamente dirigidas a la consecución de la reedu-
cación y reinserción social de los penados. Pretende hacer del inter-
no una persona con la intención y la capacidad de vivir respetando
la ley penal, así como subvenir a sus necesidades. A tal fin, se pro-
curará, en la medida de lo posible, desarrollar en ellos una actitud
de respeto a sí mismos y de responsabilidad individual y social con
respecto a su familia, al prójimo y a la sociedad en general”.
Son varias las diferencias que se pueden destacar entre este con-
cepto para adultos y el que se debe utilizar para menores:
En primer lugar se debe rechazar, al igual que se ha criticado por
la doctrina penal y penitenciaria respecto al concepto recogido en la
LOGP, cualquier referencia a la pretensión de crear en las personas
la intención de vivir respetando la ley ya que tal aspecto pertenece
al ámbito personal de los individuos en el que las normas jurídicas
no deben entrar, por mucho que se dirijan a menores de edad, sin
embargo el contenido claramente educativo implica que se dirija a la
educación en valores lo que es muy diferente a crear voluntades.
En segundo lugar los objetivos de los adultos no coinciden con los
de los menores ya que en éstos es fundamental fomentar la respon-
sabilidad y completar una formación y educación deficiente o inte-
rrumpida, mientras que en los adultos los objetivos van más dirigi-
dos a la creación en el interno de una cierta autonomía social poten-
ciando su capacidad personal y laboral para una integración social
alejada del delito. Hay que señalar que en el caso de los menores se
va detectando a un ritmo más rápido que en los adultos la disminu-
ción de la vinculación entre delincuencia y estrato social económico
bajo, lo que exige incidir en el aspecto empático y de responsabilidad
social como un factor totalmente necesario en todos los menores, al
margen del ámbito socioeconómico del que procedan.
En tercer lugar el tratamiento de los adultos tiene un enfoque
preferentemente social de formación laboral, habilidades sociales,
desarrollo de aptitudes así como facilitar los contactos con el exte-
rior para no aislar a los internos del entorno social, mientras que en
los menores su contenido debe ser preferentemente educativo para
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 161

cubrir las carencias formativas que se puedan arrastrar, estén o no


vinculadas al entorno social del menor. En este caso los centros de
menores han alcanzado antes que los de adultos un entorno menos
hostil y un mayor contacto con el exterior, lo que ha descargado de
responsabilidad en la desocialización a los propios centros1 y lo ha
situado más en el medio social que dificulta o pone grandes trabas a
su integración.
En cuarto lugar, la competencia social se sitúa como la finalidad
de toda medida de internamiento juvenil lo que la coloca en el ámbi-
to de la integración social y con ello de la prevención del fracaso per-
sonal y social, esto supone haber optado por un modelo teórico espe-
cífico de intervención educativa que permite unir la responsabilidad
con la competencia social para dotar a los menores de habilidades
suficientes que les permita cambiar para dirigir su vida2.
Por todo ello el tratamiento educativo de los menores internados
debe ser fundamentalmente educativo con el objetivo de fomentar el
sentido de la responsabilidad y el respeto a los derechos y libertades
de los demás sin separarles del medio social, para ello los campos de
intervención básicos son: desarrollo de la autonomía y la responsabi-
lidad, educación y formación laboral, contacto familiar y social3.

7.2. Principios inspiradores


Teniendo en cuenta que el tratamiento es el centro de la ejecución
de la medida de internamiento, hay que destacar los principios ins-
piradores de la ejecución que cita el art. 6 RM:
Superior interés del menor: el programa de tratamiento debe ser
individualizado para ajustarse a las necesidades y factores de riesgo

1
Hay que destacar en el medio penitenciario el traslado de la reinserción
dirigida a los penados a la reinserción dirigida a la prisión bajo la consi-
deración de que sólo mejorando y humanizando las condiciones peniten-
ciarias es posible facilitar la reincorporación a la sociedad. En esta línea:
Clemmer, The prison community 1985, Mathiesen The defence of the weak
1965, Sykes The society of captives 1958, Mapelli Caffarena, B. Principios
fundamentales del sistema penitenciario español 1983.
2
Alba, J.L. El tratamiento de los delincuentes juveniles en el marco de la
actual ley de menores Tesis doctoral inédita Valencia 2008 pág. 88.
3
Cruz Márquez, B, “La medida de internamiento…cit” pág. 102 y stes.
162 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

específicos de cada menor y valorar en cada momento lo que es acon-


sejable para su recuperación social.
Respeto al libre desarrollo de la personalidad del menor: los pro-
gramas de tratamiento deben respetar los derechos fundamentales
del menor como su libertad ideológica, religiosa, identidad cultural…
sin permitir ningún tipo de injerencia en su esfera más íntima.
Información al menor de todos sus derechos y la asistencia nece-
saria para ejercerlos: el tratamiento está inmerso en una sanción pu-
nitiva por ello debe ir acompañado de la suficiente información para
que el menor pueda ejercitar su derecho a cualquier reclamación o
queja en el curso de su ejecución.
Aplicación de programas fundamentalmente educativos que fo-
menten el sentido de la responsabilidad y el respeto a los derechos y li-
bertades de los otros: el menor debe aprender a funcionar por sí mismo
y ha de desarrollar las habilidades necesarias de competencia social
asumiendo las consecuencias de sus actos delictivos cometidos.
Adecuación de todas las actuaciones a la edad, personalidad y
circunstancias personales y sociales de los menores: el tratamiento
ha de ser individualizado y no estandarizado, por ello el programa
de tratamiento ha de enfocarse a las peculiaridades del menor, sus
hechos y su entorno.
Prioridad de las actuaciones en el entorno social y familiar del
menor, siempre que no sea perjudicial y preferencia en la utilización
de recursos comunitarios: el recurso al tratamiento dentro de la ins-
titución ha de ser utilizado como última ratio, por ello si es posible se
han de utilizar los recursos comunitarios e involucrar a la familia y
entorno del menor en la consecución de los fines tratamentales.
Fomento de la colaboración de padres, tutores o representantes
legales: en el tratamiento de los menores es fundamental la colabo-
ración del entorno familiar con la posibilidad de intervención en su
caso, ya que de lo contrario las pautas adquiridas en el centro pue-
den perderse o no obtener el máximo rendimiento.
Carácter preferentemente interdisciplinario en la toma de deci-
siones que afecten al menor: los equipos de intervención han de ser
multidisciplinares con la aportación de psicólogos, pedagogos, educa-
dores, trabajadores sociales y criminólogos.
Confidencialidad en todas las actuaciones sobre el menor y su fa-
milia: los profesionales sólo deben transmitir a los jueces y fiscales
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 163

la información necesaria para la decisión sobre la imposición de me-


didas, por ello todos los datos que no sirvan a dicha finalidad deben
ser tratados con la máxima privacidad.
Coordinación de actuaciones y colaboración con los demás orga-
nismos que intervengan, especialmente en materias de educación y
sanidad: mientras dure el internamiento la coordinación con otros
servicios facilita la educación y asistencia sanitaria, además como
a todo internamiento le sigue un periodo de libertad vigilada, para
pasar de una medida a otra debe haber una coordinación entre los
profesionales implicados en cada medida a través de un modelo inte-
grado en el que compartan sistema de trabajo y objetivos comunes.
De todos estos principios se pueden deducir las características
esenciales del tratamiento de los menores internados:
a) por su estrecha relación con la educación, el tratamiento no
puede ser voluntario, ya que supondría abandonar al menor a su
suerte incumpliendo las obligaciones legales ligadas a la patria po-
testad y la tutela, pero ello no obsta para que se respete el libre
desarrollo de la personalidad del menor y que toda actuación siga el
criterio nuclear del principal interés del menor. De esta manera vgr.
se podrá imponer a un menor la obligación de mantener arreglada
y limpia su habitación o seguir las normas higiénicas básicas pero
no se le podrá obligar a acudir a un servicio religioso o a llevar un
determinado estilo de peinado.
b) en el tratamiento de los menores internados hay que involu-
crar, cuando ello no sea perjudicial, a la familia y entorno social del
mismo, ya que de lo contrario no se estará siguiendo la finalidad
de integración social que exige intervenir en el entorno en el que
se incorporará el menor, esto es una manifestación del tratamiento
individualizado que en el caso de los menores abarca especialmente
a las circunstancias personales, familiares y sociales.
c) los recursos de la comunidad han de ser integrados en el tra-
tamiento con el fin de reducir al máximo el confinamiento y mitigar
los obstáculos a la reinserción social, a ello hace referencia el art. 55
LORRPM al aludir a la colaboración y participación de las entidades
públicas y privadas en el proceso de integración social del menor.
d) se utilizan procedimientos muy variados como los cognitivos
conductuales, aprendizaje y dominio de capacidades de trabajo, lo
que implica una gran flexibilidad en la planificación de programas.
164 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

e) los programas son intensos siguiendo el modelo de tutoría ya


que la comunicación entre el menor y el educador es esencial en
el seguimiento, de esta manera la intervención con los menores es
continuada sin limitarse a los horarios de actividades o clases sino
extendiéndose a todos los momentos del día en que están acompaña-
dos de educadores.

7.3. Clases de intervención


No es un buen ejemplo de sistematización la regulación de las cla-
ses de tratamiento en la legislación penitenciaria, ya que mientras
en la LOGP se señalan someramente en el art. 66 tres modalidades
psicoterapéuticas (psicoterapia de grupo, asesoramiento psicopeda-
gógico y terapia de comportamiento) debido, entre otras cosas, al ca-
rácter casi exclusivamente clínico de tratamiento contemplado en
la misma, en el RP se peca de lo contrario al dedicar todo el Título
V al tratamiento con la regulación de figuras tan distintas como la
formación, cultura y deporte, el trabajo, las salidas programadas,
grupos en comunidad terapéutica o programas de actuación espe-
cializada. Esto se debe al contenido social que le ha dotado el RM y
que comprende, tanto actuaciones que ofrecen al interno medios de
reinserción social, como las que van dirigidas a atenuar los efectos
nocivos de la prisión.
Ni la LORRPM ni su RM contienen una sola norma referida ex-
presamente a los tipos o modalidades de tratamiento, aunque sí que
recogen sin ningún tipo de conexión entre sí las figuras referidas a
la educación, la sanidad, el trabajo, las salidas… esto no parece muy
correcto ya que en un reglamento tan normativizado como el de 2004
hubiera sido conveniente una referencia más clara al tratamiento
por su indudable importancia en la medida de internamiento. Este
silencio hace pensar que hay una delegación sin límites sobre las
modalidades que decidan poner en marcha los centros de interna-
miento, lo que conduce en la práctica a una falta de armonización
no sólo entre las distintas Comunidades Autónomas sino incluso en
los distintos centros de una misma de ellas. Tal proceder no sólo
crea una gran inseguridad jurídica sino que puede dar lugar a una
desigual aplicación de los medios de tratamiento, ya que su reflejo
en los textos legales suele actuar como estímulo para los centros
para ponerlos en práctica, algo así ha sucedido en adultos donde la
referencia reglamentaria expresa a programas específicos para de-
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 165

lincuentes contra la libertad sexual no sólo empezó de manera expe-


rimental y se ha extendido por toda la geografía española, sino que
ha dado lugar a la creación de una serie de tratamientos específicos
relacionados con las distintas tipologías delictivas como maltrato do-
méstico o delincuencia violenta.
Teniendo en cuenta distintas investigaciones empíricas sobre la
intervención en menores infractores, los modelos de tratamiento que
presentan las mejores expectativas en la prevención e intervención
de la delincuencia juvenil son los siguientes:
Técnicas cognitivas-conductuales: se tiende al menor infractor
unas habilidades que le permitan enfrentarse a los problemas con
sus propios recursos, por ejemplo evitar conflictos en sus relacio-
nes sociales (peleas, relación con los padres…), control emocional,
razonamiento crítico, desarrollo de valores, habilidades de negocia-
ción…
Técnicas comunitarias. se trata de conectar al menor con las re-
des de apoyo prosocial (familia, escuela, amigos, empleadores…) con
el fin de que adquiera una mayor autonomía en la comunidad.
Programas de pensamiento prosocial4: los menores deben apren-
der a sustituir sus pensamientos automáticos antisociales e inefica-
ces por pensamientos prosociales y competentes con el fin de mejo-
rar sus competencias sociales.
Terapia multisistémica: trata los múltiples determinantes de la
conducta antisocial en el entorno del joven delincuente (menor, fa-
milia, amigos, colegio…)
Entrevistas motivacionales: a través de la entrevista con el me-
nor se busca el cambio de su comportamiento mediante el desarrollo
de discrepancia y la exploración de sus contradicciones para desa-
rrollar su capacidad de cambio de conducta.
Todos los métodos psico-pedagógicos pueden ser empleados en los
centros de internamiento, lo que permite adaptarlos a cada proyecto
educativo, si bien la economía de fichas suele ser uno de los más

4
Sobre los resultados del programa prosocial en jóvenes delincuentes con re-
ducción de las tasas de reincidencia se ha obtenido similar éxito en centros
que en medio abierto, Alba, J.L. El tratamiento de los delincuentes juveni-
les en el marco de la actual ley de menores Tesis doctoral inédita Valencia
2008.
166 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

empleados por tratarse de una metodología adecuada para la idio-


sincrasia de la minoría de edad, es práctica y de fácil manejo ya que
los menores actúan como protagonistas de su proceso de educación a
través de la interrelación entre derechos y responsabilidades que les
permite ir adquiriendo una mayor autonomía.
Junto a todas estas modalidades específicas para menores, hay
que destacar la necesidad de adaptar los métodos de tratamiento
a la fenomenología de las actividades delictivas por ello programas
específicos para agresiones sexuales, maltrato familiar, conductas
de acoso escolar y familiar o seguridad vial, actualmente son im-
prescindible en un centro de internamiento de menores, al igual que
programas que se adapten a las características y circunstancias de
los menores infractores lo que hace necesario programas de desin-
toxicación, de integración multicultural, de salud mental, de educa-
ción en la sexualidad y en el respeto al género… Toda la experiencia
y resultados alcanzados en adultos en estos últimos años puede ser
un punto de partida para el diseño de programas similares si bien
adaptados no sólo a los destinatarios menores de edad lo que exige
una mayor individualización a las características personales y so-
ciales de los mismos, sino también al medio ya que los centros de
menores pueden funcionar con mucha más flexibilidad que los cen-
tros penitenciarios y por lo tanto presentan mayores posibilidades
terapéuticas.

7.4. Organización y fases


Todos los centros deberían tener un Proyecto Educativo de
Centro donde se regulen las principales labores de carecer educativo
así como cualquier actividad que se desarrolle en el centro y venga
orientada hacia la reeducación de los menores, ya que lo contrario
deja a los centros inmersos en una falta de organización y coordina-
ción; sorprendentemente, pese a su importancia, casi la mitad de los
centros de internamiento de las distintas Comunidades Autónomas
carecen de este imprescindible documento5.

5
Garrido, V./López, E./Silva, T./López MªJ./Molina P. El modelo de compe-
tencia social de los menores. Como predecir y evaluar para la intervención
educativa Valencia 2006 pág. 49.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 167

Otro dato importante es que en los centros se suele emplear me-


nos tiempo del necesario en la intervención educativa ya que otros
aspectos como la seguridad y orden de la convivencia a veces pri-
man sobre el tratamiento, y que éste a veces requiere un estudio
del menor desde el principio difícil de realizar, ya que la deficiente
coordinación entre los equipos técnicos de los Juzgados y los centros
provoca que no siempre se cuente con los informes de aquellos al
llegar el menor al centro.
Tomando como muestra el programa de intervención educativa
de la Generalidad Valenciana6 se pueden mencionar las siguientes
fases del internamiento:
– fase de admisión: dedicada a la acogida del menor con la co-
rrespondiente información del estado del menor y su conduc-
ta, en esta fase es importante la entrevista inicial para que el
menor conozca al personal educativo y la dinámica del centro,
siendo de gran importancia que conozca sus derechos y obliga-
ciones.
– fase de evaluación inicial: petición de datos, observación y
adaptación del menor, en un plazo aproximado de un mes.
Para ello sería conveniente disponer no sólo de la sentencia
condenatoria sino también de los informes del equipo técnico
correspondientes a la exploración en Fiscalía así como de cual-
quier informe psicosocial relativo al menor.
– fase de diseño y ejecución del programa de intervención indi-
vidualizada: detección de necesidades, planificación de objeti-
vos y diseño de protocolo de actuación, dura hasta el final del
internamiento.
– fase de seguimiento: para poder revisar objetivos e introducir
cambios; mensualmente se revisa la situación del menor.
– fase de resultados: con una información completa se hace una
valoración global.
En cada una de estas fases del internamiento el tratamiento tie-
ne distintos objetivos y procedimientos ya que mientras en las pri-
meras fases relativas a admisión y toma de datos lo más relevante

6
Saez Tejerina, MªL. (Coord.) Manual de intervención con menores residen-
tes. Vol. I y vol. II. Generalitat Valenciana. Consellería de Bienestar Social.
1ª Edición Marzo 2001.
168 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

es acoger al menor consiguiendo su confianza y adaptación al centro


y a los educadores, lo que flexibiliza los procedimientos para crear
un ambiente propicio al acercamiento del menor, en las segundas, al
ocuparse de la intervención educativa propiamente dicha, los obje-
tivos son más amplios ya que se dirigen a normalizar y mejorar su
formación escolar, ocupacional o laboral, estimular la adquisición de
hábitos de higiene y limpieza, potenciar las habilidades de interac-
ción social para su desarrollo personal y social, desarrollar valores a
través del deporte y el ocio y, como objetivo integrador de todos ellos,
trabajar para la inserción familiar y social.
Capítulo 8
RELACIONES CON EL EXTERIOR

El Derecho de menores es bastante más flexible con los contactos


con el exterior que el Derecho Penitenciario de adultos, debido a que
refleja un mayor esfuerzo por potenciar que el menor sigue forman-
do parte de la sociedad y que su recuperación pasa necesariamente
por la integración social y familiar. Esta flexibilidad se manifiesta en
una amplia regulación reglamentaria con mínimas formalidades en
los requisitos de las visitas, comunicaciones y permisos de salida.

8.1. Visitas y comunicaciones


Las visitas y comunicaciones son muy parecidas a las de adultos
en cuanto a las clases, pero difieren en cuanto a la forma de lle-
varlas a cabo, además las normas internacionales específicas de la
Jurisdicción de menores aconsejan que las visitas con los padres se
repitan semanalmente o en su defecto mensualmente, ya que el con-
tacto y la comunicación familiar se consideran imprescindibles en
el proceso de educación del menor. Las comunicaciones pueden ser
orales, escritas, telefónicas y con profesionales, y las visitas pueden
ser de de convivencia familiar o íntimas; todas ellas son extensibles
a todos los menores y se pueden ampliar como incentivo de la con-
ducta del menor o su buena evolución. Un aspecto positivo es que la
ausencia de locutorios permite que su desarrollo sea menos nocivo
que en adultos.
En todos los centros se lleva un libro de visitas en el que se regis-
tran las fechas de visita, el nombre del menor internado, el nombre,
dirección y DNI del visitante, así como el parentesco o relación que
tiene con el menor.

Visitas
En el ámbito de los menores no se distingue entre comunicacio-
nes orales y visitas, como ocurre en adultos por la inexistencia de
locutorios, de esta manera cuando los menores reciben visitas se rea-
liza con contacto directo y sin separación física mediante cristales o
barrotes a pesar de que el RM no describe el lugar donde se realizan
estas visitas ordinarias. Los menores tienen derecho a dos visitas
170 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

ordinarias semanales de una duración mínima de 40 minutos o una


semanal que las acumule, y además pueden tener visitas extraordi-
narias que se realizan fuera del horario establecido por motivos ex-
cepcionales o como medida incentiva por la conducta y evolución del
menor, por ejemplo que el bajo estado de ánimo de un menor pueda
ser más fácilmente superado con una visita familiar adicional. No
establece el RM, con lo cual se entiende que lo decidirán las normas
de funcionamiento interno de los centros, los días de la semana que
se pueden realizar las visitas, aunque en principio se deberían con-
centrar en los fines de semana para facilitar el acceso de los visitan-
tes; los demás días también podrían realizarse teniendo en cuenta
que en el caso de los menores debe regir una mayor flexibilidad que
en adultos, siempre que no se interfiera en la organización del centro
ni en la participación del menor en las actividades educativas.
Al igual que en adultos, los familiares deben acreditar su paren-
tesco y los no familiares han de ser autorizados por el Director del
centro, y si los visitantes son menores no emancipados han de estar
autorizados por su representante legal. La necesidad de autoriza-
ción por el Director cuando no son familiares los visitantes, no puede
derivar en una prohibición absoluta por la normativa interna, sino
que ha de estar justificada por motivos educativos siempre en inte-
rés del menor.
Como medida de seguridad se prohíbe que los visitantes porten
bolsos, paquetes, objetos o sustancias prohibidos por el centro para
lo cual deberán pasar por controles de seguridad e identidad estable-
cidos por las normas de funcionamiento interno, que pueden ser di-
versas en las distintas Comunidades Autónomas. Para el control de
los visitantes, el RM no ha llegado tan lejos como el art. 45.7 del RP
que permite incluso el cacheo con desnudo integral de los mismos,
al limitarse al registro superficial de la persona, en todo caso tales
prácticas han de ser excepcionales y estar suficientemente motiva-
das, y en caso de negativa del visitante a someterse a tales registros
se puede denegar la comunicación por el Director dando cuenta al
Juez de Menores.
Como regla general, no deben acudir más de cuatro personas a
visitar al menor simultáneamente, salvo que motivos justificados
aconsejen aumentar dicho número, siempre que las normas de fun-
cionamiento interno del centro o el Director del mismo lo autoricen.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 171

Este tipo de visita semanal en adultos se denomina comunicación


y se realiza a través de locutorios, en menores sin embargo la ausen-
cia de esta separación física entre el menor y sus visitantes le acerca
más a la figura de la visita.

Visita de convivencia familiar


Son similares a las anteriores si bien su frecuencia y duración
es mayor ya que las de convivencia familiar se podrán realizar al
menos una vez al mes por un tiempo no inferior a tres horas. Su fi-
nalidad es facilitar los lazos afectivos y familiares, aquí de nuevo se
ha simplificado respecto a la regulación penitenciaria para adultos
donde se distingue entre visitas de familiares y allegados y visitas
de convivencia, y además es más general su concesión dado que no
recoge ningún criterio limitador con lo cual se entiende que todos los
menores las pueden disfrutar, incluso los que disfrutan de salidas al
exterior, aunque no tenga mucho sentido en ellos.
La mención a la convivencia familiar en estas visitas parece re-
ferirse sólo a miembros de la familia estricta, si bien la falta de con-
creción permite mantener un concepto amplio de familia en el que
se incluyan las personas más allegadas o cuasifamiliares, del mismo
modo dado que la duración es mayor que en las visitas ordinarias,
también se presta a pensar que el número de personas que puede
acudir puede ser mayor de cuatro. En ellas rigen las mismas normas
de autorización y control que en las visitas ordinarias.
De nuevo se ha de destacar la ausencia de regulación sobre los
espacios donde se podrán realizar estas visitas que, a diferencia de
las otras, permiten no solo la conversación sino un tiempo de estan-
cia con las personas más allegadas durante un plazo de tiempo más
amplio lo que requiere no sólo un espacio suficiente (amplio y con
mobiliario adecuado) sino también el respeto debido a la intimidad.
En adultos la Instrucción DGIP 4/2005 de 16 de Mayo exige unas
condiciones mínimas para las instalaciones que van a utilizarse pa-
ra las visitas tales como dimensiones, necesidad de baño, mobiliario
apropiado, elementos de limpieza (ceniceros, papeleras…) algo que
se echa en falta en menores por mucho que los reglamentos de régi-
men interno lo regulen, dada su falta de difusión pública.
La diferencia en adultos entre visitas de familiares o allegados
y visitas de convivencia responde a la respectiva finalidad de cada
172 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

una de ellas. En las primeras se facilita un tiempo de estancia con


las personas más cercanas (familia, amigos íntimos, parejas…) en
una sala adecuada y con una duración de hasta tres horas, y en las
segundas la finalidad es la convivencia más estrictamente familiar
para mantener el vínculo con el cónyuge o pareja e hijos menores de
diez años de edad en una visita que puede durar hasta seis horas y
con un máximo de seis personas por visita. Hay que tener en cuenta
en esta última clase de visita que los menores de edad hasta 1995
podían convivir con la madre en prisión hasta los seis años, y en la
reforma de la LOGP de 18.12.1995 (L.O.13/2005) se rebajó la edad
de permanencia de los niños en prisión a tres años, lo que provocó la
regulación de esta visita en el art. 38.3 LOGP con el fin de paliar el
perjuicio que produjo tal modificación para las internas y sus hijos.

Visitas íntimas “vis a vis”


Están previstas para los menores que durante un plazo superior
a un mes no disfruten de ninguna salida de fin de semana ni de
permisos ordinarios de salida y se pueden realizar con el cónyuge
o persona ligada por análoga relación de afectividad siempre que
se pueda acreditar. Previa solicitud del menor se puede autorizar
una visita al mes como mínimo y con una duración siempre superior
a una hora, debiéndose realizar en dependencias adecuadas en las
que se respete la intimidad de los menores que realicen la comuni-
cación.
Se realiza con el cónyuge o persona ligada con análoga relación
de afectividad, siempre que se acredite, teniendo en cuenta que po-
drá incluso ser otro/a menor ingresado en el mismo centro de in-
ternamiento. En la legislación penitenciaria ni la LOGP ni el RP
exigen estabilidad en la relación sentimental, sin embargo, aunque
anteriormente en virtud de la Instrucción DGIP 24/1996 se requería
certificado de matrimonio, o de convivencia o precedentes de visitas,
comunicaciones o correspondencia, finalmente la Instrucción DGIP
4/2005 estableció que no se concederán a quienes no acrediten do-
cumentalmente la relación de afectividad ni a quienes hubieran te-
nido otras anteriormente con personas distintas salvo que exista al
menos una relación estable de seis meses de duración. De nuevo el
silencio del RM impide conocer los criterios de acreditación a los que
se refiere el texto reglamentario, aunque es previsible que se tengan
en cuenta criterios similares a los adultos.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 173

Hay que tener en cuenta que ya en el ámbito de los internos de


los centros penitenciarios se planteó que la finalidad de este tipo de
visitas no es la satisfacción de instintos sexuales sino su vincula-
ción con la estabilidad sentimental, de hecho la STC 119/96 de 18 de
Julio estableció que la abstinencia sexual no pone en peligro la in-
tegridad física o psíquica de los internos ni supone la sumisión a un
trato inhumano o degradante. En el caso concreto de los menores se
ha de velar por su estabilidad integral evitando que las alteraciones
emocionales propias de la adolescencia fomenten continuos cambios
de parejas, ante ello si bien el vínculo matrimonial supone la eman-
cipación y por tanto la libertad de decisión, en el caso de análoga
relación de afectividad hay que dotar a la acreditación de relación
previa un especial cuidado por tratarse de menores, lo que lleva a al-
gún autor a exigir el consentimiento de los padres o representantes
legales del menor internado y del visitante si también es menor de
edad1, esto sin embargo carece de sentido si se tiene en cuenta que
legalmente los menores pueden tener relaciones sexuales consenti-
das a partir de los trece años e incluso contraer matrimonio a partir
de los dieciséis lo que debe relacionarse con la defensa de las relacio-
nes íntimas como un factor normalizador y rehabilitador respecto a
la vida en libertad2.

Visitas con profesionales


Los menores también se pueden comunicar reservadamente con
los abogados y procuradores, el Juez de Menores competente, el
Ministerio Fiscal, los servicios de inspección de los centros de in-
ternamiento y el Defensor del Pueblo o sus adjuntos o delegados,
estableciendo en este caso la necesidad de que se realicen las visitas
en locales apropiados, lo que se entiende como locales idóneos, se-
parados del resto y con la necesaria privacidad. Otros profesionales
que pueden visitar al menor son los ministros de su religión, repre-
sentantes diplomáticos en caso de menores extranjeros o cualquier
otro tipo de profesionales acreditados.

1
Polo Rodríguez, J.J./Huélamo Buendía, A.J. La nueva ley penal del menor.
Madrid 2007 pág. 130.
2
Abel Souto, M. “Internamientos penales de menores en la Ley Orgánica
5/2000 y su reglamento de 30 de Junio de 2004”. Anuario de Derecho Penal
y Ciencias Penales vol. LVII 2004 pág. 90.
174 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Entre las visitas de todos ellos hay algunas diferencias ya que el


Juez de Menores o cualquier otra autoridad judicial, el Ministerio
Fiscal, el letrado del menor, el Defensor del Pueblo y sus adjuntos
y la inspección de centros podrán elegir el lugar, día y hora para la
visita, mientras que el resto de profesionales lo harán dentro de los
horarios establecidos por la Entidad Pública.
El menor podrá solicitar la visitas de dichos profesionales por
escrito o verbalmente al Director u órgano que la entidad pública
establezca en su normativa, permitiendo con ello que pueda tratarse
de personas u órganos diferentes, éste la autorizará con la debida
comprobación de su respectiva identidad, que en el caso de abogados
y procuradores requerirá además la designación como defensor o re-
presentante del menor en las causas que se sigan contra él o por la
cuales esté internado
Siguiendo la doctrina constitucional recogida entre otras en la
STC 183/1994 de 20 de Junio, las visitas con el abogado o procura-
dor del menor no podrán ser suspendidas por el Director ni ninguna
autoridad administrativa, ya que exigen en todo caso autorización
judicial, art. 41.6 RM. Aunque pueda sorprender esta referencia re-
glamentaria a la suspensión judicial de las visitas con abogados y
procuradores, en Derecho Penitenciario sucede igual en el art. 48.3
RP, la razón de ello es que el art. 51.2 LOGP en 1979 utilizó una
expresión confusa “las comunicaciones de los internos con el aboga-
do defensor o con el abogado expresamente llamado en relación con
asuntos penales y con los procuradores que los representen… no po-
drán ser suspendidas o intervenidas salvo por orden de la autori-
dad judicial y en los supuestos de terrorismo” lo que dio lugar a
pensar en algunos pronunciamientos judiciales, incluso del Tribunal
Constitucional, que en casos de terrorismo no era necesaria la auto-
rización judicial para la intervención de comunicaciones con el abo-
gado defensor; ante la vulneración que ello suponía del derecho de
defensa, la STC 183/1994 de 20 de Junio ya mencionada, consolidó
la interpretación de que el terrorismo no era una excepción a la in-
tervención exclusiva por autorización judicial, interpretación que se
incorporó al texto del RP de 1996. En este caso es posible que se pue-
da percibir una cierta contradicción entre la Ley y el Reglamento,
pero se debe más bien a una defectuosa redacción y a la aparición,
entre una norma y otra, de jurisprudencia que ha dado una lectura
constitucional al texto legal.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 175

Hay quien entiende que las comunicaciones de los menores con


sus abogados no se pueden suspender en ningún caso dada la am-
plitud con las que las enmarca el art. 56.2 i)LORRPM3, entre otras
razones por la brevedad con que la Ley se ocupa de los aspectos de
cumplimiento del internamiento, sin embargo el art. 41.6 RM de-
clara expresamente la prohibición de cualquier suspensión por de-
cisión administrativa y la posibilidad de su suspensión por orden
expresa de autoridad judicial, lo que sigue la doctrina del Tribunal
Constitucional señalada anteriormente reconociendo la primacía del
derecho de defensa y la excepcionalidad de su limitación con el debi-
do control jurisdiccional.

Comunicaciones telefónicas
Se pueden realizar al menos dos llamadas telefónicas semana-
les con una duración mínima de 10 minutos, con lo cual el sistema
es sumamente flexible, sólo requieren autorización del Director
cuando no se realicen a los padres del menor, representantes le-
gales, o algún familiar si es dentro del horario establecido, o in-
cluso con éstos si se realizan fuera del horario establecido. Salvo
casos justificados por la Entidad Pública en atención al objeto de
la llamada o circunstancias del menor, correrán a cargo de éste;
en este sentido hay que tener en cuenta que aunque en adultos se
limita al ingreso y a los traslados, en menores podría haber otros
motivos que justificaran que el menor no abonara la llamada vgr.
enfermedades, motivos relacionados con la intervención educativa,
necesidades afectivas…
Los motivos que permiten las comunicaciones telefónicas en adul-
tos son el momento del ingreso, que los familiares residan lejos del
centro penitenciario o no se puedan desplazar para realizar visitas
y cualquier motivo excepcional o urgente que requiera inmediatez,
en menores sin embargo debe haber mucha más flexibilidad y per-
mitir la comunicación siempre que sea positivo para la educación del
menor por la relevancia que tiene en la intervención la relación y el
apoyo familiar.

3
Ornosa Fernández, MªR op .cit. pág. 500 y 510.
176 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Comunicaciones escritas
Los menores podrán enviar y recibir libremente cuanta corres-
pondencia deseen, previo registro con indicación del nombre del des-
tinatario y el remitente y la fecha correspondiente. Para el control
del contenido de las cartas se siguen los mismos criterios de seguri-
dad que en adultos, es decir la correspondencia de entrada se abre
en presencia del personal del centro para que compruebe que no al-
berga nada prohibido en su interior y respecto a la correspondencia
de salida se cierra igualmente en presencia del personal del centro
con la misma finalidad.
Se plantea como único supuesto de censura en cuanto al envío o
recepción de correspondencia, a las prohibiciones que pueda acordar
el Juez con arreglo a la LORRPM, lo que parece referirse a los casos
de incomunicación judicial previstos en el art. 17.4 que remiten al
520 bis de la LECR. En este sentido hay que destacar que en supues-
tos de terrorismo el letrado será de oficio, no se podrá entrevistar
con él en solitario ni antes ni después de su declaración y no podrá
comunicar a sus familiares u otra persona de su elección el hecho de
la detención o lugar de custodia, lo que resulta totalmente incom-
patible con el interés del menor, para ello la Circular 2/2001 FGE
recuerda que subsiste la obligación legal de notificar la detención a
quienes ejerzan la patria potestad, tutela o guarda del menor y que
si se deniega en el auto de incomunicación la asistencia de estas
personas a la declaración del menor, deben asistir los profesionales
del equipo técnico y el Ministerio Fiscal.
No hay mención alguna a la intervención de las comunicaciones
escritas, algo que en adultos está previsto con la obligatoriedad de
comunicarlo tanto al interno como al Juez competente.

8.2. Limitaciones a las comunicaciones y visitas


Las comunicaciones pueden ser suspendidas temporal o definiti-
vamente por el Director del centro de internamiento por los siguien-
tes motivos:
– si en su desarrollo se producen amenazas, coacciones, agresio-
nes verbales o físicas
– si se advierte un comportamiento incorrecto de los participan-
tes en la visita
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 177

– si existen razones fundadas para creer que el menor o sus visi-


tantes pueden estar preparando alguna acción delictiva o que
atente contra la convivencia o seguridad del centro
– si se entiende que los visitantes pueden afectar negativamen-
te al desarrollo integral de la personalidad del menor y a su
derecho fundamental a la educación.
Este último caso es el único que se justifica por el interés educa-
tivo del menor y por ello se exige su notificación al Juez de menores
competente para que la resuelva después de oír al Ministerio Fiscal
y al Equipo técnico, sin perjuicio de su suspensión cautelar por el
Director, lo que le dota de una finalidad educativa y no basada exclu-
sivamente en motivos de seguridad. Del mismo modo, si la suspen-
sión se justifica en atención a la seguridad y convivencia del centro,
también debe ser notificada al Juez de menores si se aprecia peligro
grave y cierto para éstas, lo que exige una notificación inmediata al
Juez, sin la necesidad expresa de su aprobación como el supuesto
anterior. Lo que no se comprende muy bien es porque en el resto de
los supuestos de suspensión no existe la obligación de notificarlo al
Juez, lo que mejoraría notablemente las garantías.
En todos estos supuestos la suspensión puede ser temporal o defi-
nitiva dando lugar a la terminación, sin estar previsto como en adultos
la posibilidad de intervenir las comunicaciones que permite conocer su
contenido previa notificación al interesado y al Juez por motivos con-
cretos y justificados. Lo que no queda muy claro es el procedimiento a
seguir ya que la decisión la toma el Director pero falta concretar los de-
más términos como por ejemplo su motivación, el plazo que van a durar
y lo que es más importante su carácter claramente excepcional.
Aunque en el art. 41.6 RM se afirma que las comunicaciones con
el abogado defensor o procurador no podrán ser suspendidas en nin-
gún caso por decisión administrativa y requerirán en todo caso au-
torización judicial, por las razones anteriormente expuestas, en el
nº 8 del mismo art. 41 RM extiende la garantía de no suspensión,
ni intervención ni restricción ni limitación por autoridad adminis-
trativa a todas las visitas de profesionales reguladas en el mismo,
es decir, jueces, fiscales, representantes consulares, ministros de re-
ligión… mientras que en adultos dicha prerrogativa sólo se refiere
a las autoridades judiciales, Ministerio Fiscal y Defensor del Pueblo
ya que el resto de profesionales no quedan fuera de la posibilidad de
intervención administrativa.
178 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

8.3. Permisos de salida


Aunque en la legislación penitenciaria de adultos siempre han
existido los permisos de salida, la LOGP de 1979 reformó su regula-
ción para terminar con un tradicional carácter premial y sustituirlo
por otro en el que, como parte del tratamiento, pasaban a tener la
exclusiva finalidad de preparar para la vida en libertad y facilitar
la reinserción social. Éste por tanto ha de ser el significado que ha
de darse a los permisos de salida en la legislación penal de menores,
lo que supone apartarlos de su carácter de premio o recompensa
por el buen comportamiento del menor y pasar a formar parte de la
intervención educativa del programa que se lleva a cabo con el me-
nor, lo que justifica que el art. 56.2.h) LORRPM destaque entre los
derechos de los menores internados el derecho del menor a disfrutar
de permisos y salidas y el art. 55.3 LORRPM, en el marco del princi-
pio de resocialización establezca que la finalidad de los permisos de
salida sea mantener contactos positivos con el exterior y preparar
su futura vida en libertad. Por ello, deben primar sus innumerables
ventajas de fortalecimiento de lazos familiares, preparación a la vi-
da en libertad, contribución al sentido de responsabilidad, estímu-
lo para el comportamiento y periodo de prueba, para comprobar la
adaptación del menor al entorno social, sobre las desventajas cen-
tradas básicamente en el riesgo de quebrantamiento o fracaso que
repercuten negativamente en la confianza social hacia la preferen-
cia del sistema educativo sobre el punitivo y con ello a veces en una
restricción en la concesión de los mismos.
La LORRPM recoge los permisos de salida entre los derechos de
los menores internados, remitiendo al Reglamento la regulación de
su contenido, esta consideración de derecho debe matizarse ya que
la STC 81/1997 de 22 de Abril y STC 137/2000 de 29 de Mayo han
negado su consideración en el ámbito penitenciario de adultos como
derecho subjetivo o fundamental, reconociendo exclusivamente un
“interés legítimo de obtenerlos cuando se tienen los requisitos que
no aconsejan su denegación”.
Con carácter general el art. 55.3 LORRPM establece que los me-
nores podrán tener permisos ordinarios y extraordinarios lo que co-
incide básicamente con la regulación de adultos, ya que en el RM se
recogen al igual que en el RP permisos de salida ordinarios, extraor-
dinarios y de fin de semana; no obstante la diferencia más destacada
es la mayor flexibilidad del Derecho de Menores ya que los primeros
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 179

siempre cuentan con autorización del Juez de Menores y además se


pueden extender a los menores que cumplan internamiento cerrado,
algo que no es posible en adultos. Al igual que en el caso de imposi-
ción de sanciones, se permite que sea el Director el competente para
concederlos, si así lo establece la normativa de la Entidad Pública,
lo que se aparta del Derecho Penitenciario de adultos donde todas
estas figuras siempre son decididas por órganos colegiados.
Durante los permisos de salida, los menores deben estar bajo la
responsabilidad de sus padres, representantes legales o personas
autorizadas designando un domicilio durante su disfrute.
El RM ha desarrollado ampliamente la regulación de los permi-
sos de salida estableciendo las siguientes clases:

a) Permisos de salida ordinarios:


Los pueden disfrutar los menores condenados a internamiento abier-
to o semiabierto, lo que en principio excluye a los que cumplan medida
de internamiento cerrado y los que cumplan internamiento cautelar.
Excepcionalmente los menores que cumplan internamiento cerrado po-
drán disfrutar hasta doce días de permiso al año sin que exceda de cua-
tro días seguidos, cuando hayan cumplido el primer tercio del periodo
de internamiento, lo justifique su buena evolución personal durante la
ejecución de la medida o con ello se favorezca el proceso de reinserción
social; en estos casos han de cumplir los requisitos señalados a conti-
nuación y además han de ser autorizados por el Juez de menores.
Requisitos:
– Solicitud previa del menor
– No estar cumpliendo ni tener pendientes de cumplimiento
sanciones disciplinarias por faltas muy graves o graves
– Participación en las actividades previstas en el programa de
ejecución de la medida de internamiento. Este requisito pue-
de chocar con la voluntariedad del tratamiento, salvo que se
interprete como la necesidad de que los permisos deban estar
recogidos en el programa de ejecución específico del menor, lo
que ya viene exigido por el siguiente requisito.
– Los permisos han de estar previstos en el programa de ejecu-
ción aprobado por el Juez de menores. Es un requisito de gran
importancia porque justifica su naturaleza de parte del trata-
180 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

miento, el Auto de AP Salamanca 2.4.2008 rechaza la conce-


sión de un permiso de salida de un menor que cumple medida
de internamiento cerrado pese a su buen comportamiento y apo-
yo familiar porque ni el programa individual de ejecución, ni en
su posterior revisión, se contemplan los permisos de salida.
– En el momento de decidir la concesión el menor no debe estar
imputado por un nuevo hecho delictivo
– Pronóstico no desfavorable de quebrantamiento de la medida,
comisión de nuevos hechos delictivos o repercusión negativa
de la salida en el menor en su preparación para la vida en
libertad o su programa individualizado de tratamiento. En
adultos este pronóstico se deduce de la aplicación de la ta-
bla de variables de riesgo (T.V.R.)4 formada por una serie de
variables como extranjería, drogodependencia, reincidencia,
profesionalidad, quebrantamientos, ausencia de permisos, de-
ficiencias de convivencia, lejanía vivienda… que suscita mu-
chas críticas por su valoración excesivamente automática y
escasamente individualizada.
– Finalmente, sólo para menores que cumplan internamiento
cerrado: tienen que haber cumplido el primer tercio del perio-
do de internamiento, lo justifique su buena evolución personal
durante la ejecución de la medida o que con ello se favorezca el
proceso de reinserción social. Si el menor está cumpliendo va-
rias medidas de internamiento cerrado, el cálculo del primer
tercio ha de ser de todas ellas consideradas conjuntamente,
ya que sería ilógico realizarlo de cada medida individualmen-
te permitiendo al menor salir del centro para luego volver a
estar otro periodo sin salir, por ello en adultos se utiliza la fi-
gura de la refundición de condenas que enlaza todas las penas
considerándolas como una sola a efectos de aplicación de las
figuras penitenciarias.
El Auto AP Valladolid 16.6.2006 desestima el recurso de apelación
presentado por el Ministerio Fiscal contra la concesión de permisos
de salida a una menor en internamiento cerrado para realizar los

4
El contenido y aplicación de la tabla se introdujo en la Instrucción DGIP
22/1996 de 16 de Diciembre que ha sido actualizada por al Instrucción
DGIP 3/2008 de 6 de Marzo.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 181

exámenes finales del curso en el Instituto donde estaba matriculada


con el fin de fomentar e incentivar a la menor en los fines de reha-
bilitación y resocialización y favorecer el sentimiento de la misma
de pertenencia a la comunidad educativa de la que forma parte, si
bien con una serie de condiciones como responsabilizar al padre de
recogerla del Centro en que se encuentra y restituirla al mismo con-
cluidas las pruebas realizadas, sabiendo que cualquier incidente no
justificado así como cualquier atraso en la restitución al Centro en
que se cumple la medida de internamiento motivará que se deje sin
efecto la autorización concedida y que la autorización es sólo para la
realización de exámenes. En este caso las alegaciones del Ministerio
Fiscal se basaban en que se trataba de una medida de internamiento
cerrado, por la comisión de delito de robo con intimidación y que el
informe del equipo técnico era desfavorable por la mala conducta y
comportamiento del menor que además no ofrecía garantías al padre
de poder responsabilizar de la menor, sin embargo la Audiencia opta
por avalar la autorización dada por el Juez de Menores como forma
de estimular la reinserción con las correspondientes garantías. A pe-
sar de la corrección del Auto mencionado, se podría hacer alguna
matización como es la necesidad de no confundir los permisos de
salida con beneficios premiales, ya que su finalidad es contribuir a
la reeducación y reinserción social y por ello han de basarse en el
programa de tratamiento que esté siguiendo el menor y no exclusi-
vamente en su conducta o comportamiento.
En el RM afortunadamente se ha omitido un requisito menciona-
do por el Borrador de Junio de 2001 en el art. 42.5 y que no respon-
día al principio general de preferente interés del menor, ya que de-
jaba fuera de la posibilidad de permisos a los menores cuyos padres
no se hicieran cargo de ellos, sin mencionar en este mismo precepto
la posibilidad de ser acogidos durante su disfrute por asociaciones o
instituciones autorizadas, aunque si lo hiciera en el art. 48.2.
Los menores sometidos a internamiento terapéutico podrán dis-
frutar de permisos, salidas y comunicaciones siempre que lo autorice
el Juez de Menores y se enmarquen en el programa individualizado
de tratamiento, y podrán ser también dejados sin efecto si el menor
incumple las condiciones. Quizá se echa en falta una referencia más
clara al significado terapéutico de las salidas, como ocurre en adul-
tos, lo que puede significar entre otras cosas que se de prioridad al
informe médico o psiquiátrico en su concesión.
182 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Forma de cumplimiento:
La duración de los permisos ordinarios puede ser hasta sesenta
días por año para los menores que se encuentren en centros abiertos
y hasta cuarenta días por año para los que se encuentren en semia-
biertos, repartidos proporcionalmente a lo largo del año en sus dos
semestres y sin que exceda de quince días cada permiso. En este
cómputo no se incluyen los permisos extraordinarios, ni los permisos
de fin de semana ni las salidas programadas.
Los menores que cumplan internamiento cerrado sólo podrán
disfrutar hasta doce días de permiso al año sin que exceda de cuatro
días seguidos si lo autoriza el Juez de Menores después de cumplir el
primer tercio del internamiento y se favorezcan su proceso de rein-
serción social.
Si se trata de menores que están cursando la enseñanza general
básica obligatoria, no se pueden conceder permisos de salida en días
lectivos del calendario escolar, por lo que deberán concederse en días
no lectivos (vacaciones, fiestas…) ya que en este caso prima el interés
educativo de no interrupción de la asistencia a las clases.
Al tratarse de menores de edad hay una lógica regulación regla-
mentaria del lugar y condiciones donde se va a residir durante el
permiso o salida, en este sentido el art. 51 RM exige que los menores
que los disfruten han de estar bajo la responsabilidad de sus padres,
representantes legales o personas autorizadas por éstos, asimismo
se ha de designar un domicilio a efecto de comunicaciones. Las ex-
cepciones a estas previsiones son las siguientes:
– que el menor esté bajo la tutela de la entidad publica de pro-
tección de menores, en ese caso ésta será la competente para
designar a la persona o institución que se hará cargo del me-
nor durante el permiso y el domicilio durante el mismo.
– que los padres o representantes legales del menor no estén
localizados, no se quieran hacer cargo del menor, o éste se nie-
gue a estar en su compañía, en estos casos el Juez de Menores
autorizará la salida con otras personas o instituciones.
Como antes ya se ha mencionado, afortunadamente se ha supri-
mido la exclusión del permiso por causas ajenas al menor.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 183

Procedimiento:
Los concede el Director del centro u órgano establecido por la
Entidad Pública, dando cuenta al Juez de Menores (salvo en los in-
ternamientos cerrados donde es éste quien los autoriza), lo que difie-
re sustancialmente del régimen penitenciario de adultos ya que en
este caso se conceden a propuesta de la Junta de Tratamiento (ór-
gano colegiado formado por distintos profesionales) por la Dirección
General de Instituciones Penitenciarias. Ligar la concesión a un ór-
gano unipersonal no parece conveniente precisamente en los centros
de menores donde la labor educativa se ejerce de forma conjunta por
educadores y demás profesionales como psicólogos o trabajadores
sociales, por ello es de esperar que el Director del centro u órgano
designado por la Entidad Pública tomará la decisión en consonancia
con las propuestas de dichos profesionales.
En el caso de menores que cumplan internamiento cerrado, como
se ha señalado, los concede siempre el Juez de menores.

b) Permisos de salida extraordinarios


Los pueden disfrutar todos los menores en los siguientes casos:
fallecimiento o enfermedad grave de los padres, cónyuge, hijos, her-
manos u otras personas íntimamente vinculadas con los menores;
nacimiento de un hijo; importantes y comprobados motivos de signi-
ficación análoga. Para ello se pueden adoptar medidas de seguridad
adecuadas, y, sin que exceda de cuatro días, durarán el tiempo que
requiera su finalidad. Al no exigir que se trate de menores sentencia-
dos permite, al igual que ocurre en adultos, que también los someti-
dos a medida cautelar puedan disfrutar de estos permisos.
El órgano competente para su concesión es el Director del centro
u órgano establecido por la normativa de la Entidad Pública que lo
ha de notificar al Juez, salvo en el caso de los menores internados en
centros cerrados que requerirán de autorización judicial.
A diferencia de los permisos de salida ordinarios donde se utiliza
la expresión “podrán disfrutar…” en los extraordinarios se señala
“se concederán…” lo que puede inclinar a pensar que en este caso si
se trata de un derecho a la obtención de este tipo de permisos pre-
cisamente por sus circunstancias excepcionales. Entre los motivos
que los pueden justificar son todos racionalmente objetivos, aunque
el término enfermedad grave sea susceptible de concreción, sin em-
184 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

bargo el último “importantes y comprobados motivos de significación


análoga” es excesivamente ambiguo por ello ha de entenderse como
cualquier motivo de importancia semejante, no que el motivo sea
similar, motivo por el que se pueden considerar como tales la cele-
bración de acontecimientos familiares, actividades académicas…

c) Salidas de fin de semana


Podrán disfrutar de salidas de fin de semana los menores inter-
nados en régimen abierto o semiabierto siempre que se cumplan
los requisitos de los permisos de salida ordinarios desde las 16.00
h. del viernes a las 20.00 h. del domingo como regla general aun-
que pueden extenderse 24 h. más si el lunes o viernes es festivo,
existiendo la posibilidad de designar a una persona del centro o
autorizada por la entidad pública para que acompañe al menor du-
rante la salida cuando las circunstancias lo aconsejen, lo que ha de
entenderse como una referencia a las necesidades educativas.
Los menores internados en régimen abierto las podrán disfrutar
todos los fines de semana salvo que la evolución del tratamiento
aconseje otra frecuencia en las salidas, siempre que se haya noti-
ficado al Juez de menores y al Ministerio Fiscal. Por su parte los
internados en régimen semiabierto podrán disfrutar de una salida
de fin de semana una vez al mes hasta cumplir el primer tercio
del internamiento y dos salidas al mes durante el resto salvo que
la evolución del tratamiento aconseje otra cosa. Los internados en
régimen cerrado, que cumplan los requisitos del art. 45 RM, podrán
tener una salida de fin de semana al mes después de cumplir el
primer mes de internamiento si su evolución personal favorece el
proceso de reinserción social y lo autoriza el Juez de Menores.
El órgano competente para su concesión es el Director del centro u
órgano establecido por la normativa de la Entidad Pública, teniendo la
obligación de notificar al Juez de Menores su concesión y periodicidad,
así como su denegación o suspensión del permiso o del derecho a su
concesión; además en el caso de variar la frecuencia prevista reglamen-
tariamente en los de por razones de tratamiento se ha de notificar tanto
al Juez de Menores como al Ministerio Fiscal.

d) Salidas programadas
No se oculta en esta denominación la similitud del modelo peni-
tenciario en la regulación del cumplimiento de la medida de inter-
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 185

namiento, ya que el art. 114 RP recoge con este mismo nombre a


las salidas de los internos para realizar actividades específicas de
tratamiento que pueden tener una duración general de dos días y
excepcional de hasta siete. Se trata de salidas en grupo de internos
acompañados por personal del Centro penitenciario u otras institu-
ciones colaboradoras con el tratamiento de los internos, que exigen
los mismos requisitos para su concesión que los permisos de salida y
son aprobadas por la DGIP o el Juez de Vigilancia según la clasifica-
ción de los internos y la duración de la salida.
En el caso de los menores se regulan en el art. 48 RM, las organi-
za el centro para desarrollar el programa individualizado de ejecu-
ción de la medida de internamiento para los menores internados en
régimen abierto y semiabierto, aunque excepcionalmente las pueden
disfrutar los menores de centros cerrados si lo autoriza el Juez de
Menores una vez hayan cumplido un tercio del internamiento y la
buena evolución del menor justifique su disfrute para favorecer el
proceso de integración social. Las salidas programadas comparten
los mismos requisitos de concesión que los permisos de salida.
Como regla general han de durar menos de 48 horas, aunque ad-
mite excepciones justificadas, y su contenido puede ser desde activi-
dades culturales, recreativas, deportivas; preferentemente se cum-
plirán en durante los fines de semana y festivos, aunque es posible
también programarlas en días laborables siempre que sean compa-
tibles con los horarios de las actividades de los menores.
Como se puede observar, la regulación de menores es casi idéntica
a la de adultos ya que incluso en ambos casos respectivamente, los
requisitos de permisos de salida y salidas programadas son iguales,
con la única salvedad en menores de no excluir a los internamien-
tos cerrados de la posibilidad de disfrutar tanto permisos de salida
ordinarios como salidas programadas, algo adecuado a la prioridad
del interés del menor recogido en la LORRPM. Otra diferencia im-
portante es que en adultos sólo cabe la concesión de permisos ex-
traordinarios a los presos preventivos, mientras que en menores los
sometidos a medida cautelar tienen los mismos permisos y con los
mismos requisitos que los condenados por sentencia firme.

e) Denegación, revocación o suspensión


En la regulación de los permisos de salida ordinarios y salidas de
fin de semana se distinguen varias figuras similares: denegación del
186 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

permiso, revocación, suspensión del permiso y suspensión del dere-


cho a la concesión de permisos, todas ellas deben ser motivadas.
La denegación se producirá por la no concurrencia de los requisi-
tos de concesión recogidos en el art. 45 RM, la decide el Director del
centro u órgano establecido por la normativa de la entidad pública
dando cuenta al Juez de Menores y al menor, que podrá recurrir me-
diante un recurso conforme al art. 52 LORRPM. Dicho recurso, pre-
vio informe del Ministerio Fiscal y audiencia del letrado del menor,
será resuelto en el plazo de dos días mediante auto motivado; contra
este auto cabrá recurso de apelación ante la Audiencia Provincial.
La suspensión se producirá cuando antes de iniciarse el disfrute
de un permiso ordinario, extraordinario, salida fin de semana o sa-
lida programada ya concedido, se produzcan hechos que modifiquen
las circunstancias que propiciaron su concesión vgr. que el menor sea
sancionado y no pueda disfrutarlo en las fechas previstas; en los casos
en los que sea el Juez quien hubiera autorizado el permiso la suspen-
sión es provisional hasta que el Juez resuelva lo que proceda.
Si el menor se ve imputado en un nuevo hecho constitutivo de
infracción penal, el permiso o salida quedará sin efecto, lo que viene
a ser una revocación, para ello basta con que se incoe nuevo expe-
diente en la Fiscalía de Menores, lo que no respeta demasiado la
presunción de inocencia.
Asimismo, los mismos órganos anteriormente citados pueden
suspender el derecho a la concesión de permisos ordinarios de sa-
lida si el pronóstico del menor es desfavorable por probabilidad de
quebrantamiento, ha cometido nuevos delitos, el permiso pueda te-
ner repercusión negativa en su preparación a la libertad o en su
programa de intervención. En este caso también ha de notificarse al
Juez de Menores y hay que entender que se trata de una suspensión
temporal mientras duren tales circunstancias que periódicamente
han de ser revisadas, para no convertirlo en una suspensión defini-
tiva, ya que el permiso ordinario debe ser entendido como un medio
ineludible de tratamiento educativo.
Hay que tener en cuenta que cuando la suspensión o revocación
se debe a la comisión de nuevos hechos delictivos, el cumplimiento
del principio del permiso de presunción de inocencia debería permi-
tir una suspensión temporal pero no una revocación.
Capítulo 9
SEGURIDAD Y DISCIPLINA

9.1. Vigilancia y seguridad


Las funciones de vigilancia y seguridad interior de los centros,
según establece el art. 54 RM, corresponden a sus trabajadores y
pueden consistir en la observación de los menores, la inspección de
locales y dependencias, los registros de personas, ropas y enseres de
los menores internados, e incluso la utilización de medios electróni-
cos para la detección de presencia de metales o para el examen del
contenido de paquetes y objetos, todos ellos se han de realizar de la
siguiente manera:
Las inspecciones de dependencias y locales se harán con la perio-
dicidad que establezcan la Entidad Pública o el Director del centro,
se refiere a los registros sobre las puertas, ventanas, paredes, techos
de las habitaciones y espacios comunes. Esta referencia tan genérica
ha de entenderse como una periodicidad regular establecida regla-
mentariamente y otras excepcionales y justificadas autorizadas por
el Director, ya que lo contrario estará dando al Director unas atribu-
ciones ilimitadas nada recomendables.
El registro de la persona del menor, ropa y enseres se ha de ajus-
tar a los criterios de necesidad, proporcionalidad, respeto a la digni-
dad y derechos fundamentales del menor y preferencia de los medios
de carácter electrónico. En cuanto a su práctica hay que tener en
cuenta las siguientes indicaciones:
– los registros de ropas y enseres personales se deben practicar
ante la presencia del menor
– los registros sobre la persona del menor se han de practicar
por persona del mismo sexo, en lugar cerrado, sin la presencia
de otros menores y preservando su intimidad.
Está permitido el cacheo con desnudo integral por motivos de se-
guridad concretos y específicos, para ello requiere la autorización
del Director y notificación urgente al Juez de Menores y Ministerio
Fiscal de guardia, sólo se puede practicar por los motivos tasados
normativamente que hacen referencia a la posibilidad de ocultar ob-
jetos peligrosos o susceptibles de causar daño a la salud o integridad
188 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

física de las personas o de alterar la seguridad y convivencia ordena-


da del centro, siempre que se den los siguientes requisitos:
– que no sea posible utilizar medios electrónicos, esto no es una
segunda posibilidad de utilización del desnudo integral, lo que
podría extender mucho su uso, sino una condición para poder
utilizarlo en los supuestos tasados señalados anteriormente
unido a que se descarten otros medios considerados preferen-
tes.
– para ello es imprescindible que responda a los criterios de ne-
cesidad y proporcionalidad, es decir además de no ser posible
la utilización de otros medios menos lesivos como los electróni-
cos, se ha de utilizar produciendo el mínimo daño posible con
respeto a la dignidad y derechos fundamentales del menor.
– que lo aconsejen razones individuales y contrastadas, es decir
no se puede utilizar de forma general ni a un colectivo deter-
minado, y debe haber motivos racionales que hagan pensar
que el menor oculta en su cuerpo tales objetos. La STC 57/94
de 28 de Febrero y la STC 218/02 de 25 de Noviembre exigen
para realizar el desnudo integral en los centros penitenciarios
su justificación en motivos concretos sin ser suficiente el ries-
go general que pueda haber tras las comunicaciones íntimas
como medio de introducir estupefacientes.
– en cuanto a la forma se ha de realizar igual que el resto de
registros personales por personas del mismo sexo, en lugar
cerrado, respetando la intimidad y sin la presencia de otros
menores. En caso de negativa del menor a la práctica de este
registro hay que evitar el uso de la fuerza ya que sería una
intromisión intolerable en la intimidad y dignidad humana
del menor.
– después de su realización, de las actuaciones realizadas
se ha de remitir un informe escrito al Juez de Menores y al
Ministerio Fiscal de los resultados obtenidos.
– si el registro con desnudo integral resulta fallido y persisten
las sospechas se ha de solicitar a la autoridad judicial com-
petente autorización para realizar otros medios de control
adecuados, como puedan ser intervenciones corporales tales
como radiografías. Esta autoridad judicial se entiende que es
el Juez competente de la ejecución de la medida.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 189

Huelga decir que la gravedad de la intromisión a la persona del


menor y su relevancia sobre su formación y desarrollo sólo puede
justificar su utilización en casos absolutamente excepcionales y
siempre en la medida en que otros medios alternativos no sean via-
bles especialmente el de la persuasión educativa del menor.
Uno de los aspectos más controvertidos de la seguridad de los
centros de internamiento es la previsión en el art. 54.8 RM de servi-
cio de vigilancia por personal especializado como apoyo a los traba-
jadores del centro, lo que supone una referencia a entidades de segu-
ridad privada que ejerzan tales funciones de vigilancia. Por mucho
que tales sujetos dependan funcionalmente del Director del centro
y no puedan llevar ni utilizar más medios de defensa que los auto-
rizados en el art. 55.2 (defensas de goma y esposas), es totalmente
rechazable su incorporación a la vigilancia de los centros de interna-
miento por las siguientes razones.
– No se exige ningún tipo de formación en intervención educati-
va de menores, cuando todos los agentes intervinientes han de
ser especialistas (jueces, fiscales, abogados, policías…)
– Al carecer de dicha formación, sus procedimientos terminan
siendo de defensa y seguridad y no de formación y educación,
por ello sería mucho mejor que quienes desarrollan tales fun-
ciones fueran además educadores.
– Supone un agravio con la regulación de los adultos donde las
tareas de vigilancia las asumen los mismos funcionarios de
Instituciones Penitenciarias
– Se corre el riesgo de que afloren los problemas de las empresas
de gestión privada: precariedad en el empleo, inestabilidad en
los puestos de trabajo o preferencia de la productividad y ren-
dimiento sobre la calidad en la prestación de servicios.
– La indumentaria externa de los vigilantes de seguridad de-
bería adaptarse al medio educativo y por tanto ser lo menos
parecida posible al modelo uniformal.
En cuanto a la seguridad exterior, custodia y traslados de los me-
nores se realizará por los cuerpos de policía autonómica o, en su
caso, unidades adscritas del Cuerpo Nacional de Policía, solo cuando
ello no sea posible por ausencia o insuficiencia de las anteriores o si
son varias las comunidades autónomas afectadas, se realizarán por
los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad.
190 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Por último al igual que sucede en adultos existe la posibilidad


de solicitar la intervención de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad
en caso de riesgo inminente de graves alteraciones del orden con
peligro para la vida o integridad de las personas o instalaciones, lo
que se refiere a casos excepcionales tales como motines o revueltas
graves.

9.1.1. Medios de contención


Para garantizar el orden y la convivencia con carácter preventivo
se pueden utilizar medios de contención, en este caso se ha seguido
la misma incorrección que en adultos, es decir, limitar el enunciado
de la ley, en concreto el art. 59.2 LORRPM, para señalar los casos en
los que se pueden utilizar dichos medios y remitir al Reglamento de
Menores los medios de contención permitidos.
Aunque pueda ser objeto de críticas la regulación de los medios de
contención en la Justicia juvenil, no hay que olvidar que la privación
de libertad puede dejar a los menores en una situación de indefensión
frente a los medios correctivos utilizados en los centros para mantener
el orden y la convivencia, lo que aconseja su regulación y delimitación
para impedir el uso de medios ilegítimos o desproporcionados.
El art. 64 de las Reglas de Naciones Unidas para la protección
de los menores privados de libertad establece que sólo se podrán
utilizar en casos excepcionales con las siguientes garantías: haber
agotado los demás medios de control, estar autorizados por una ley
o reglamento, no causar humillación, ser impuestas por el tiempo
estrictamente necesario y ser ordenadas por el Director del centro.
Los motivos que pueden permitir la utilización de los medios de
contención son los siguientes:
a) evitar actos de violencia o lesiones de los menores a sí mismos
o a otras personas del centro
b) impedir actos de fuga
c) impedir daños en las instalaciones del centro
d) ante la resistencia activa o pasiva de las instrucciones del per-
sonal del mismo en el ejercicio legítimo de su cargo.
Estos motivos permitidos por la LORRPM van más allá de lo se-
ñalado por las Reglas de Naciones Unidas que los limitan a evitar
las lesiones a sí mismos o a otros y a impedir que el menor cause im-
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 191

portantes daños materiales, con lo cual se ha optado por ampliarlo a


los supuestos previstos para los adultos como el intento de evasión
o la resistencia frente al personal, algo inaudito ya que no suponen
una protección adicional al menor, sino más bien al contrario1.
Es lamentable que la LORRPM no exija su excepcionalidad, ni
defina los medios autorizados ni concrete el órgano competente para
su autorización2, para ello hay que acudir al RM donde el art. 55
los desarrolla exigiendo la autorización del Director, salvo casos de
urgencia, así como la notificación al Juez de Menores. En este caso el
régimen de menores queda en desventaja respecto al de adultos ya
que es la LOGP en su art. 45, y no el Reglamento, la que exige la ne-
cesidad de comunicación al Juez. Todos los medios han de ser utiliza-
dos bajo los criterios de proporcionalidad, necesidad e intervención
mínima, sin que en ningún caso supongan una sanción encubierta.
En el Reglamento de Menores se regulan los mismos medios coerci-
tivos que en adultos a excepción de los aerosoles de acción adecuada:
– Contención física personal
– Defensas de goma
– Sujeción mecánica
Aislamiento provisional: exige su cumplimiento en una habita-
ción adecuada para preservar la integridad del menor y de los de-
más, y visita médica o personal especializado que se precise, lo que
no debe hacer pensar en la prolongación del aislamiento sino en la
necesidad inmediata de asistencia.
Tal listado resulta excesivo e innecesario, ya que hubiera sido
conveniente excluir también las defensas de goma, que son conside-
radas armas por el Reglamento de Armas de 1993 (RD137/93 de 29
de Enero) y por tanto vulneran las Reglas de Beijing en su prohibi-
ción al personal de los centros de usar y portar armas, e incluso la
sujeción mecánica por su incompatibilidad con el carácter educativo
de los centros. Al igual que en adultos no está permitido el uso de
armas de fuego ya que los funcionarios de vigilancia no pueden lle-

1
Cappelaere, G./Grandejean, A. Niños privados de libertad. Derechos y liber-
tades Madrid 2000 pág. 144.
2
Mapelli Caffarena, B./González Cano, I/Aguado Correa, T Comentarios cit.
pág. 338.
192 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

varlas en el interior de los centros penitenciarios ni de internamien-


to juvenil.

9.2. Régimen disciplinario


La disciplina tiene su parte negativa en la regulación de infrac-
ciones y sanciones y su parte positiva en la regulación de los incen-
tivos, estos últimos se refieren a los actos del menor que manifiesten
su buena conducta, espíritu del trabajo y sentido de la responsabi-
lidad, tanto en el comportamiento personal y colectivo como en la
participación activa en las actividades del proyecto educativo.
Los incentivos tienen una regulación muy ambigua e imprecisa
en el art. 85 RM ya que establece que los aplicará la Entidad Pública
sin especificar, una vez más, qué órgano será el competente, y podrán
consistir en cualquier recompensa que no sea incompatible con la
Ley y el Reglamento, esta regulación es bastante deficiente respecto
a la de adultos donde además de ser concedidas por la comisión dis-
ciplinaria se recoge una lista de sus posibilidades: comunicaciones
especiales, becas de estudio, donación de libros o cualquier otro ins-
trumento de participación en actividades culturales y recreativas,
prioridad en las salidas programadas, reducción de sanciones, pre-
mios en metálico, notas meritorias o cualquier otra análoga.
En cuanto a la disciplina, el art. 60 LORRPM y el 59 RM limitan
la aplicación del régimen disciplinario a todos los centros de inter-
namiento cerrados, abiertos o semiabiertos, salvo los terapéuticos en
los que se cumplan medidas como consecuencia de una anomalía o
alteración psíquica o de una alteración en la percepción que le impi-
da comprender la ilicitud de los hechos o actuar en su consecuencia,
lo que deja fuera los supuestos de alcoholismo o drogadicción a los
que parece que si se les puede aplicar3, la legislación penitenciaria
sin embargo utiliza la fórmula más amplia de excluir a los internos
de las unidades psiquiátricas, art. 88.4 RP. Hay que tener en cuenta
que su aplicación en los centros de internamiento se refiere a los ac-
tos realizados dentro o fuera de los mismos, es decir, comprende tam-
bién las conducciones, traslados o salidas autorizadas, sin embargo
la limitación a los internamientos impide aplicarlo a las medidas no
privativas de libertad.

3
Abel Souto, M. “Internamientos penales…” cit. pág. 98.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 193

Su finalidad es garantizar la seguridad y conseguir una convi-


vencia ordenada estimulando el sentido de la responsabilidad y la
capacidad de autocontrol de los menores internados, con el límite del
respeto a las garantías y derechos fundamentales y el principio del
interés superior del menor, lo que le da un mayor peso al principio de
intervención mínima propio de todo derecho sancionador.
Como ya se ha señalado anteriormente, en el ámbito de la justicia
juvenil se ha de distinguir entre las meras correcciones educativas
consecuencia del incumplimiento de los deberes básicos de conducta
y comportamiento (similares a los castigos que ejercen padres y edu-
cadores en el ámbito doméstico y educativo) de los incumplimientos
que afectan a la seguridad y buen orden del centro, ya que sólo éstos
últimos pueden dar lugar a la imposición de una sanción disciplina-
ria, que en ningún caso puede coincidir con el fundamento o motivo
de la corrección educativa4.

9.2.1. Principios
Como en todo derecho sancionador hay que tener en cuenta los
principios limitadores que recoge el art. 60 RM:

Principio de legalidad:
La LORRPM, al igual que la LOGP, sólo enumera las sanciones,
no las infracciones ni el procedimiento que se remiten al Reglamento,
hay que recordar en este sentido que la doctrina penitenciaria actual,
superando las tesis más cerradas de la relación de sujeción especial5,
aboga por la reserva de ley para la regulación de infracciones disci-
plinarias por su afección a los derechos fundamentales. Para valorar
la importancia del principio de legalidad en materia penitenciaria
hay que tener en cuenta que antes de la aprobación del Reglamento
de Menores y ante la falta de desarrollo reglamentario, la Circular
FGE 1/2000 entendía que no deberían ser sancionados los menores

4
Viana Ballester, C.-Martínez Garay, L. “El reglamento…”cit. pág. 547 desta-
can las dificultades para distinguir en algunos casos ambas figuras.
5
En el ámbito penitenciario la STC 2/1987 de 2 de Enero, entre otras, justifi-
ca la regulación reglamentaria de las infracciones disciplinarias en la auto-
nomía normativa de la Administración generada por la relación de sujeción
especial que une a los internos con la Administración penitenciaria.
194 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

hasta que no se tipificaran las correspondientes infracciones, de esta


manera aunque las normas de protección de menores de las CCAA tu-
vieran sus correspondientes catálogos de infracciones, era necesaria
la regulación de las infracciones por una norma de carácter estatal.
Por su parte, en cuanto a las sanciones, la única definida es la
de separación del grupo para casos de evidente agresividad, violen-
cia y alteración grave de la convivencia, una especie de aislamiento
en celda, que también al igual que en adultos se desarrolla en el
Reglamento.
En la regulación de las faltas en el RM se han mantenido los mis-
mos defectos que las de los adultos en el RP, ya que proliferan los con-
ceptos indeterminados, no se respeta la proporcionalidad de las con-
ductas, y se permite la analogía; la única diferencia positiva es la su-
presión de términos morales que todavía subsisten en el Reglamento
Penitenciario como la referencia a la conducta de atentar contra la
decencia pública con actos de grave escándalo y trascendencia.

Principio de culpabilidad:
La imputación subjetiva de una conducta implica imputabilidad
como capacidad de reproche (lo que queda excluido en los supuestos
de anomalía psíquica, intoxicación plena o alteración en la percep-
ción), grado de voluntad expresado en el dolo o la imprudencia con
lo cual además de que los supuestos de caso fortuito o accidente no
pueden ser sancionados, las conductas imprudentes merecen un re-
proche menor que las dolosas, y finalmente inexigibilidad de una
conducta diferente, lo que puede ocurrir por ejemplo ante una si-
tuación de miedo insuperable. En este sentido hay que valorar la
referencia a la intencionalidad del art. 60 LORRPM como criterio de
gravedad de las infracciones.

Principio de proporcionalidad:
Como expresión de última ratio se ha de acudir a la sanción cuan-
do ello sea necesario e ineludible y en todo caso ninguna sanción
disciplinaria debe basarse exclusivamente en la privación de liber-
tad, por eso a la sanción de separación del grupo se le ha de dar un
contenido claramente educativo. Para valorar la equiparación entre
la infracción cometida y la sanción imponible se ha de tener en cuen-
ta la intencionalidad, la naturaleza de los perjuicios causados y la
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 195

repetición de actos de la misma naturaleza en el término de un año.


Estas referencias generales se concretan después en el Reglamento
con las figuras del concurso de infracciones, reducción o revocación
de sanciones y cancelación de la anotación de las sanciones.
La referencia a la violencia desarrollada por el menor, la impor-
tancia del resultado y el número de personas ofendidas en el art. 60
LORRPM son referencias a la proporcionalidad en la delimitación de
la clasificación entre faltas muy graves, graves y leves. Por su parte el
art. 67 RM destaca la vigencia del principio de proporcionalidad en la
elección y duración de las sanciones reflejada en las circunstancias del
menor, la naturaleza de los hechos, la violencia o agresividad mostrada
en la comisión de los hechos, la intencionalidad, la perturbación produ-
cida en la convivencia del centro, la gravedad de los daños y perjuicios
causados, el grado de ejecución y participación y la reincidencia de otras
faltas disciplinarias.
Como expresión de intervención mínima y proporcionalidad, las
sanciones impuestas pueden ser reducidas, dejadas sin efecto, sus-
pendidas o aplazadas si su cumplimiento resulta perjudicial para la
evolución educativa del menor, e incluso está previsto el sobresei-
miento del procedimiento disciplinario o dejar sin efecto las sancio-
nes impuestas, si el menor voluntariamente alcanza la conciliación
con la persona ofendida a través de la restitución de los bienes, la
reparación del daño (material o moral) o la realización de activida-
des en beneficio de la colectividad del centro. La validez de la conci-
liación en el ámbito disciplinario sigue acertadamente la vía abierta
por su relevancia en el ámbito judicial de los menores infractores
siendo una clara expansión de la utilización de la mediación en el
ámbito penal y penitenciario, de hecho pese al silencio normativo,
en los centros penitenciarios de adultos ya se han puesto en marcha
programas de mediación en los procedimientos disciplinarios con el
fin de mejorar la convivencia y el buen orden del centro a través de
la formación y colaboración de los internos en las técnicas de nego-
ciación, asunción de culpas y conciliación.
En su sentido de humanidad el principio de proporcionalidad su-
pone que la potestad disciplinaria se ejerza respetando la dignidad
del menor, y que ninguna sanción pueda implicar directa o indirec-
tamente castigos corporales, privación de los derechos de alimen-
tación, enseñanza obligatoria o comunicaciones y visitas previstas
legalmente.
196 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Principio non bis in idem:


En ningún caso se debe permitir que un solo hecho cometido por
el menor pueda dar lugar a la imposición de dos sanciones: una dis-
ciplinaria por la comisión de una infracción de las reguladas en el
Reglamento de Menores y otra penal como consecuencia de la co-
misión de un hecho constitutivo de infracción penal regulado en el
Código Penal.
Esta previsión es consecuencia del desarrollo del principio ne bis
in idem realizado por el Tribunal Constitucional en el que se exige
como requisito para permitir la doble sanción que haya un doble fun-
damento, es decir intereses generales por la sanción penal y seguri-
dad y orden del centro de internamiento por la sanción disciplinaria.
Sin embargo, como es habitual en los procedimientos disciplinarios,
en estos casos de doble fundamento que permiten la doble sanción, el
art. 60 RM se conforma con que se comunique al Ministerio Fiscal y
al Juez que los hechos pueden ser constitutivos de delito, pero sin ne-
cesidad de paralizar el expediente ya que éste puede seguir hasta la
resolución e imposición de la sanción, si procediera. En caso de que
se valorara la necesidad de asegurar la eficacia de la sanción que pu-
diera recaer, durante el procedimiento se permiten las medidas cau-
telares, al igual que en adultos, pero una vez impuesta la sanción no
se permite la ejecución inmediata si se hubiera interpuesto recurso.
Tal previsión difiere mucho de las reglas generales del princi-
pio ne bis in idem que obligan a paralizar el expediente disciplina-
rio dando preferencia a la jurisdicción penal, con la posibilidad de
continuar después respetando los hechos probados, lo que garantiza
mucho más no sólo este principio sino también el de presunción de
inocencia.
Como ya se ha señalado, también el RP en el art. 232.4 limita la
posibilidad de doble sanción cuando su fundamento es la seguridad
y el buen orden regimental, lo que supone salvar el principio ne bis
in idem al exigir un doble fundamento.

Principio de derecho de defensa:


Las garantías procesales han de respetarse en todo procedimien-
to sancionador, entre ellas se puede destacar la tutela judicial, la
presunción de inocencia y el derecho de defensa, ya que los menores
tienen derecho a recibir respuesta de todas sus pretensiones judi-
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 197

ciales, tienen el derecho a ser considerados inocentes mientras no se


demuestre lo contrario y tienen derecho a la asistencia jurídica de
un letrado que les asesore en el procedimiento que se pueda dirigir
contra ellos.
En el derecho disciplinario penitenciario la presencia de abogado
es potestativa y por ello no queda dentro de la asistencia jurídica
gratuita, tal laguna en menores no está cubierta con un servicio si-
milar al de orientación jurídica penitenciaria creado por los Colegios
de Abogados para el asesoramiento jurídico de los reclusos, por ello
sólo puede ser cubierta por el voluntarismo de los letrados del turno
de oficio de menores infractores. En este sentido, el RM dispone que
un letrado podrá asesorar al menor en la redacción del pliego de des-
cargos, o que personal del centro le podrá asistir, lo que supone una
garantía para que el menor reciba una información y orientación
adecuada para poder defenderse de los hechos imputados.
En cuanto al principio de presunción de inocencia todo procedi-
miento sancionador se ha de basar en pruebas de cargo sin permitir
la imposición de sanciones por mera presunciones, por ello hasta la
finalización del expediente todo menor al que se le impute la reali-
zación de una falta disciplinaria debe ser considerado como inocente
mientras no haya pruebas que demuestren lo contrario.

9.2.2. Clases de infracciones


Al igual que sucede en la actualidad en el ámbito penitenciario,
la LORRPM no recoge el listado de infracciones o faltas remitien-
do su regulación al desarrollo reglamentario, algo que a todas luces
choca con el principio de legalidad ya que la definición de conductas
prohibidas debería ser reservada a la ley por afectar a derechos fun-
damentales y libertades públicas. La LORRPM se limita a distinguir
entre faltas muy graves, graves y leves, estableciendo para su dife-
rencia los criterios de intencionalidad, violencia desarrollada por el
menor, importancia del resultado y número de personas ofendidas.
Su regulación en el RM es muy similar a la de las infracciones dis-
ciplinarias en el ámbito penitenciario en la que como característica
más importante destaca la similitud con muchas conductas castiga-
das por el Código Penal tales como agresiones, insultos y ofensas,
fugas, resistencia y desobediencia a la autoridad, daños materiales,
198 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

tenencia objetos prohibidos…, no obstante también se pueden obser-


var las siguientes diferencias
a) se aprecian mejoras respecto a la legislación de adultos como
la diferente gravedad del intento y la consumación de la fuga y la
colaboración en la evasión o el no retorno de un permiso, que en el
Reglamento Penitenciario permiten ser equiparados; lo mismo ocu-
rre con la supresión de la referencia a actos que atenten contra la
decencia pública que todavía mantiene el RP.
b) se mantienen algunos aspectos discutibles como las referen-
cias indeterminadas a elevada o escasa cuantía de los daños; la gra-
vedad o levedad de los insultos, coacciones o amenazas; el uso abu-
sivo y perjudicial de sustancias no prohibidas; y la inclusión de una
cláusula abierta que permita considerar como tal a cualquier otra
que implique incumplimiento de las normas de funcionamiento del
centro, pese a la prohibición expresa de la analogía que realiza el art.
232.3 RP que el RM no ha reproducido
c) algún supuesto contemplado en el Borrador de Reglamento que
empeoraba la situación de los menores respecto a los adultos, final-
mente no ha sido contemplada como sucedía con la consideración
como falta muy grave del hecho de haber sido sancionado por tres
faltas muy graves en los últimos seis meses de internamiento, y co-
mo falta grave el haber sido sancionado por la comisión de cinco fal-
tas leves durante el último año de internamiento, por la vulneración
que ello supone del principio ne bis in idem.
d) alguna novedad sorprende como la consideración de falta gra-
ve de la autolesión como medida reivindicativa o la simulación de
lesiones o enfermedades para evitar la realización de actividades
obligatorias, en el primer caso atenta contra la libertad de expre-
sión y de queja de los menores y en el segundo sería más propio de
una corrección educativa por la utilización de excusas para eludir el
cumplimiento de obligaciones pero en ningún caso de sanción disci-
plinaria. Además esta conducta no está sancionada expresamente
en adultos lo que la convierte en una situación desfavorable respecto
a los adultos.

9.2.3. Clases de sanciones


En este caso la LORRPM sí que se ha ocupado de regular las
distintas sanciones que se pueden imponer a los menores como con-
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 199

secuencia de la comisión de faltas disciplinarias, distinguiendo tres


grupos diferentes correspondientes a las sanciones que se pueden
imponer por faltas muy graves, graves y leves respectivamente.

Por la comisión de faltas muy graves se pueden imponer:


– Separación del grupo, puede ser de tres a siete días en ca-
sos de evidente agresividad, violencia y alteración grave de
la convivencia y de tres a cinco fines de semana, en los demás
casos.
– Privación de salidas de fin de semana de quince días a un
mes
– Privación de salidas de carácter recreativo de uno a dos me-
ses.

Por la comisión de faltas graves se pueden imponer:


– Separación del grupo de dos días en casos de evidente agresi-
vidad y de uno o dos fines de semana en los demás casos.
– Privación de salidas de fin de semana de uno a quince días.
– Privación de salidas de carácter recreativo durante un mes
como máximo.
– Privación de participar en las actividades recreativas del cen-
tro de siete a quince días.

Por la comisión de faltas leves:


– Privación de participar de todas o algunas de las actividades
recreativas del centro de uno a seis días
– Amonestación

De todas ellas la única definida es la de separación del grupo


(art. 60.6 LORRPM) una especie de aislamiento en celda que exi-
ge la permanencia del menor en su habitación u otra análoga sin
participar en ningún tipo de actividad, a salvo de la asistencia a la
enseñanza obligatoria, a recibir visitas y a la disposición de dos ho-
ras diarias de tiempo al aire libre. Además, durante el cumplimiento
de la sanción se mantiene la obligatoriedad de seguir el régimen
de enseñanza y las visitas aludidas, lo que “claramente preserva el
200 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

espíritu educativo que preside el tratamiento penal del menor y lo


diferencia del aislamiento regulado para los mayores de edad en el
Reglamento penitenciario”, como señala la STS 10.11.2006 (sala de
lo contencioso) al resolver un recurso contencioso-administrativo
contra el Reglamento de Menores presentado por la Coordinadora
de Barrios para el seguimiento de Menores y Jóvenes y la Asociación
Pro Derechos Humanos de Andalucía. La necesidad de la supervisión
de la situación del menor se ha dejado para la regulación reglamen-
taria, al ser el art. 66.4 RM el que exige la visita diaria del médico o
el psicólogo con el fin de que informen al Director del centro sobre el
estado de salud física y mental del menor y la conveniencia o no de
suspender, modificar o dejar sin efecto la sanción impuesta, lo que
sorprende por la no obligatoriedad del informe médico en todo caso.
También el RM establece que esta sanción de separación del grupo
no pueda ser cumplida por las menores embarazadas, ni hasta seis
meses después del parto, ni las lactantes, ni las que tengan hijos en
su compañía, e incluso obliga a dejarla sin efecto si su cumplimiento
afectara a la salud física o psíquica del cualquier menor. Se puede
imponer de tres a siete días por la comisión de faltas muy graves o
graves y sólo cuando el menor manifieste una evidente agresividad
o violencia o altere reiterada y gravemente la normal convivencia en
el centro.
La sanción de aislamiento penitenciaria recibe muchas críticas
por su dureza ya que la falta de convivencia con otros reclusos y
la ausencia de actividades endurecen mucho el comportamiento del
interno, en este caso el RM sigue cometiendo el mismo error con la
separación del grupo ya que pese a permitir dentro del horario ge-
neral la programación de actividades, es absolutamente rechazable
que se realicen de manera individual dentro de la habitación por su
nulo efecto integrador y educativo, teniendo en cuenta que puede
durar hasta siete días seguidos.
Esta sanción tiene que ajustar su cumplimiento a las Reglas de
las Naciones Unidas para los menores privados de libertad de 1990
que prohíben el encierro en celda oscura y la pena de aislamiento o
de celda solitaria, ya que las numerosas similitudes entre separación
del grupo juvenil y sanción de aislamiento penitenciaria indican que
el legislador ha tomado una referencia clara infringiendo la prohi-
bición de penas de aislamiento en la Justicia juvenil, a pesar de los
tres matices que las distinguen de las de adultos: en caso de enfer-
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 201

medad o menores embarazadas en adultos se aplaza, en menores no


se cumple; en menores las actividades educativas son obligatorias,
en adultos no hay ninguna actividad obligatoria sino más bien al
contrario se caracteriza por la ausencia de actividades y en adultos
la visita diaria es del médico mientras que en menores puede ser del
médico o psicólogo.
A pesar de la escasa regulación sobre el contenido de las distintas
sanciones, hay que tener en cuenta que el resto de sanciones no han
de suponer la permanencia del menor en su habitación, de manera
que si se le priva al menor de salidas de fin de semana o de partici-
par en actividades, no puede implicar la retención en su habitación
ya que se trataría de una sanción encubierta6. Lo que sí dicen ex-
presamente tanto la LORRPM como el RM es que en ningún caso se
puede privar de la enseñanza obligatoria, comunicaciones y visitas,
a lo que hay que añadir por supuesto la no posibilidad de privar a los
menores de la alimentación ordinaria correspondiente.

9.2.4. Procedimiento disciplinario


La LORRPM no regula el procedimiento sancionador, solo declara
en el art. 60.7 que el menor puede recurrir las resoluciones sanciona-
doras verbalmente o por escrito ante el Director del establecimiento
que en veinticuatro horas lo ha de remitir al Juez de Menores, para
que en audiencia y oído al Ministerio Fiscal dicte auto conformando,
anulando o modificando la sanción impuesta, sin que quepa recurso
ulterior. En general, hasta que no se dicte el auto de resolución del
recurso, las sanciones no se pueden ejecutar, sin embargo mientras
se resuelve el recurso se podrá acordar la separación del grupo para
restablecer el orden alterado, lo que ha de entenderse como una me-
dida cautelar excepcional y no como una sanción anticipada.
Los arts. 71 a 81 RM, sin embargo, sí que regulan el procedi-
miento dentro del capítulo IV dedicado íntegramente al régimen
disciplinario de los centros, que como anteriormente se ha señalado
se aplicará a todos ellos sin distinción, sean públicos o privados, a
excepción de los terapéuticos con la limitación anteriormente seña-
lada, con el siguiente procedimiento:

6
Ornosa Fernández, R. op. cit. pág. 529.
202 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

– Inicio del procedimiento a instancias del centro, por orden


emitida de un órgano administrativo que sea superior jerár-
quico, petición de un órgano administrativo que no sea supe-
rior jerárquico o denuncia de persona identificada.
– Nombramiento instructor, que no puede ser una persona rela-
cionada con los hechos. Se puede acordar la apertura de infor-
mación previa.
– Formulación de pliego de cargos por el instructor en 48 h. en
el que debe constar la identificación de la persona responsa-
ble, relación detallada de los hechos, calificación de las faltas
cometidas, posibles sanciones aplicables, órgano competente
para la resolución del expediente, identificación del instructor,
medidas cautelares acordadas y posibles daños y perjuicios
causados.
– Notificación al menor del pliego de cargos e información del
derecho a formular alegaciones, proponer pruebas y la posi-
bilidad de ser asesorado por un letrado para la redacción del
pliego de descargos, y si es extranjero y no conoce el castellano
o la lengua cooficial, la asistencia de una persona que hable su
idioma.
– El menor debe ser oído en 24 horas después de la presentación
del pliego de descargos, y se practicarán las pruebas corres-
pondientes.
– Propuesta de resolución por el instructor, notificación al me-
nor para que pueda formular alegaciones.
– Resolución por órgano competente. Notificación al menor, al
Ministerio Fiscal y, en su caso, al letrado del menor.
Además hay un procedimiento abreviado que se puede utilizar
exclusivamente para las faltas leves en el que los plazos se reducen
considerablemente.
En ambos procedimientos se pueden adoptar las medidas caute-
lares necesarias para asegurar la resolución que pueda recaer, pu-
diéndose aplicar sólo las previstas por la presunta falta cometida en
cada caso. Dichas sanciones posteriormente serán abonadas o com-
pensadas en función de que la sanción impuesta sea de la misma o
diferente naturaleza respectivamente.
Una diferencia importante con adultos es que en el Derecho
Penal de menores se permite que la potestad disciplinaria la ostente
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 203

quien la Entidad Pública encomiende, o en su defecto el Director,


permitiendo con ello que se trate de un órgano unipersonal, lo que
supone una agravio comparativo respecto a la previsión de la comi-
sión disciplinaria de la LOGP que es siempre un órgano colegiado.
Esto se debe a la línea autonomista de la normativa reglamentaria
de menores que al no señalar el órgano competente para ejercer la
potestad disciplinaria, permite su determinación a las normas de
las Entidades Públicas, con lo cual se darán diferencias entre las
distintas Comunidades Autónomas posibilitando que en unas pue-
da ser unipersonal y en otras colegiado, la única exigencia es que
sean órganos diferentes en la fase de instrucción y resolución del
procedimiento. Tal competencia, obviamente la ha de ostentar con
exclusividad la Entidad Pública, sin importar que los centros de in-
ternamiento sean de titularidad o gestión privada.
Las sanciones pueden ser recurribles ante el Juez, art. 60.7
LORRPM, lo que no impide que mientras dure el recurso se pueda
imponer la separación de grupo inmediata para restablecer el orden.
El recurso se presenta por el menor sancionado ante el Director del
centro por escrito o verbalmente, en veinticuatro horas éste lo tiene
que remitir al Juez con sus propias alegaciones, seguidamente el
Juez, después de oír al Ministerio Fiscal, resolverá por auto irrecu-
rrible.
Todas las sanciones puede ser suspendidas o reducidas ya que
hay mucha flexibilidad en su cumplimiento, incluso se puede valorar
la conciliación o mediación en el procedimiento disciplinario, lo que
resulta sumamente positivo y alentador hacia un ejecución menos
tensa y más conciliadora.
El art. 85 RM regula la concesión de incentivos de una manera
bastante amplia ya que permite cualquier recompensa que no resul-
te incompatible con la ley o el reglamento por actos de buena conduc-
ta, espíritu del trabajo y sentido de la responsabilidad en el compor-
tamiento y participación en las actividades derivadas del proyecto
educativo. A título de ejemplo se puede considerar los previstos en
la legislación penitenciaria como comunicaciones especiales, becas
de estudio, prioridad en las salidas programadas, reducción de las
sanciones impuestas, premios en metálico y notas meritorias.
204 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

9.2.5. Reglas de imposición de sanciones


En cuanto a la selección de la sanción y de su duración, como an-
tes se ha señalado, el art. 67 RM exige tener en cuenta la naturaleza
de los hechos, la violencia o agresividad mostrada en la comisión de
los hechos, la intencionalidad, la perturbación producida en la con-
vivencia del centro, la gravedad de los daños y perjuicios causados,
el grado de ejecución y participación y la reincidencia de otras fal-
tas disciplinarias, lo que son criterios a tener en cuenta pese a que
alguno de ellos resulta poco recomendables al no estar valorando
la conducta efectivamente realizada por el menor, sino más bien su
repercusión en el centro.
Es positivo que se permita elegir sanciones graves para faltas
disciplinarias muy graves o sanciones leves para faltas disciplina-
rias graves si los hechos han tenido escasa relevancia, ha habido
buena evolución del menor en el cumplimiento de la medida de in-
ternamiento, se ha producido el reconocimiento de los hechos cons-
titutivos de la infracción o se tiene en cuenta la incidencia de la
intervención educativa realizada para expresarle el reproche por la
conducta realizada. También está prevista la reducción, suspensión
o anulación de la sanción si su cumplimiento es perjudicial para la
evolución educativa del menor, lo que será determinado por el órga-
no que la haya impuesto y sólo en caso de que haya intervenido el
Juez por vía de recurso se necesitará la autorización de este órgano
judicial.
Resulta excesiva la regulación en los arts.68 y 69 RM del con-
curso de infracciones por mucho que permita imponer una o varias
sanciones por la comisión de varias faltas, ya que cuando se imponen
varias y el cumplimiento es sucesivo señala como límite del doble de
la más grave, una solución idéntica a la del concurso de delitos regu-
lado en los arts.11 y 47.2 LORRPM, que exceptuando la separación
de grupo que no puede exceder en ningún caso de siete días seguidos
permite las siguientes excepciones respecto a la regla general:
– Cinco fines de semana de separación de grupo: la regla gene-
ral es de tres a cinco fines de semana
– Un mes de privación de salidas de fin de semana: la regla ge-
neral es de quince días a un mes.
– Dos meses de privación de salidas programadas de carácter
recreativo: la regla general es de uno a dos meses
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 205

– Quince días de privación de todas las actividades recreativas


del centro: la regla general es de siete a quince días.
Como conclusión se percibe una gran decepción por la regulación
reglamentaria del régimen disciplinario que estaba incompleto desde
la aprobación de la LORRPM, ya que se ha copiado casi literalmente
la regulación penitenciaria de adultos que en cuanto al sistema de
garantías puede ser ventajoso pero respecto al contenido de las san-
ciones no lo es por primar la punición respecto a la educación, desde
entonces las leyes de las Comunidades Autónomas han tenido que
ir adaptándose a ella ya que en algunos apartados eran contradicto-
rias, por eso algunas de las más recientes como la Ley de protección
integral de la infancia y la adolescencia de la Comunidad Valenciana,
Ley 12/2008 de 3 de Julio, remite la corrección disciplinaria de los
centros de internamiento a la LORRPM y su Reglamento.
Capítulo 10
ALTERNATIVAS AL INTERNAMIENTO

La Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño


de 1989 en el art. 40.4 en lo relativo a las medidas de internamiento
reconoce como objetivo “asegurar que los órganos de decisión van a
contar con múltiples posibilidades alternativas a la internación en
instituciones” para asegurar que los niños sean tratados de mane-
ra adecuada a su bienestar y que la medida impuesta guarde pro-
porción tanto con sus circunstancias como con la infracción. Por su
parte las Reglas de Beijing de 1985 establecen en su art. 13 que la
privación de libertad ha de establecerse como excepcionalidad, como
último recurso y durante el plazo más breve posible, lo que muestra
la importancia de vincular el estudio de la medida de internamiento
con las alternativas al mismo.
En este apartado sólo se van a analizar las posibilidades de des-
judicialización que se pueden hacer desde dentro del procedimien-
to por su relación directa como alternativa al encierro, no obstante
no hay que olvidar que existen otras figuras que desde fuera del
procedimiento intentan evitar precisamente su inicio, de este tipo
son algunas prácticas existentes en otros sistemas jurídicos, que
son más ambiciosos que la LORRPM, al contemplar figuras como la
diversificación policial donde es la policía (con formación especiali-
zada) la que actúa en un primer nivel de selección de conductas en
colaboración con los servicios sociales y la familia o las conferencias
familiares donde se implican los familiares o allegados de agresor y
víctima con el fin de encontrar una solución mediada respaldada por
la unidad familiar de las partes1.
El carácter de intervención mínima y la flexibilidad del Derecho
de Menores contemplan varias vías para que el Juez pueda modifi-
car la medida impuesta o incluso dejarla en suspenso valorando el
interés y la evolución del menor, estas figuras se suman a las que
permiten no iniciar el procedimiento bajo el argumento de indivi-
dualizar la respuesta jurídica a las necesidades del menor, teniendo
en cuenta que unas quedan bajo la competencia del Ministerio Fiscal

1
Ampliamente, Cappelaere, J. Grandjean, A. op. cit. pág. 421 y ss.
208 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

para paralizar el procedimiento y otras bajo competencia judicial pa-


ra reducir, cambiar o suspender la medida ya impuesta.
Estas figuras son de suma importancia habida cuenta que desde
el ámbito de la Criminología se alerta del incremento de la reinciden-
cia tras el paso por la Justicia juvenil a diferencia de los casos que se
beneficiaron de las medidas alternativas y que los hechos delictivos
juveniles desaparecen en muchos casos por sí mismos al traspasar la
fase inconformista de la delincuencia2. En los supuestos en los que,
ocasionalmente, la ejecución de la medida pueda ser la mejor vía de
inserción para un menor delincuente, no se debe cerrar la puerta a
las alternativas sino en su caso aplazarlas al momento más oportu-
no para los mejores resultados en la intervención educativa.
La LORRPM recoge en dos apartados las distintas posibilidades
desjudicializadoras:
En primer lugar el art. 13 las permite en cualquier momento del
procedimiento y en segundo lugar el art. 51 se ciñe al momento de
la ejecución, en el primer caso las posibilidades son dejar sin efecto,
reducir la duración o sustituir la medida y en el segundo caso dejar
sin efecto o sustituir. Además hay que tener en cuenta las restriccio-
nes operadas por el art. 10 que no permite utilizar estas figuras en la
medida de internamiento cerrado impuestas a menores de dieciséis
y diecisiete años, hasta que no se cumpla el primer año de cumpli-
miento efectivo en los supuestos de extrema gravedad, y la mitad de
la duración de la medida impuesta en los delitos de homicidio, ase-
sinato, agresiones sexuales, terrorismo y cualquiera que tenga pena
señalada en el Código Penal con pena de prisión igual o superior a
quince años.

10.1. Desistimiento por el Ministerio Fiscal


La LORRPM recoge dos alternativas para archivar o sobreseer
la causa y que no continúe el procedimiento penal del menor ni la
posibilidad de imposición de medidas, una de ellas se vincula a que
el menor haya sido corregido en el ámbito educativo y familiar y por
lo tanto depende especialmente de su entorno, lo que puede plantear
diferencias entre unos menores y otros en función del medio educa-

2
Cuello Contreas, J. op. cit. pág. 34.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 209

tivo en el que se estén desarrollando, mientras que la otra depende


de la reparación a la víctima y por tanto lo esencial es la conducta
del propio menor y su disposición a responsabilizarse de los hechos
causados a través de su compromiso de conciliación, teniendo en ello
una gran importancia la labor de los equipos de mediación de los
juzgados de menores.
La primera vía para no continuar el procedimiento se recoge en
el art. 18 para los delitos menos graves cometidos sin violencia ni
intimidación en las personas o faltas, al permitir que el Ministerio
Fiscal pueda desistir de incoar el expediente si hay suficiente correc-
ción en el ámbito educativo y familiar, salvo que se trate de menores
que hayan cometido más hechos de esta naturaleza anteriormente,
es decir, en este caso, a diferencia del supuesto de la mediación se
excluye a los que no son primarios. A pesar de que en este caso, a
diferencia del recogido en el art. 19, no interviene un mediador im-
parcial para aproximar las posturas de las partes ni exige actuación
alguna por parte del menor, el desistimiento por corrección en el
ámbito educativo tiene un componente muy positivo para el menor
por permitir su no incorporación al proceso judicial al haberse con-
seguido la finalidad educativa de forma extrajudicial.
Los requisitos que se exigen para está vía desjudicializadora son
los siguientes:
– lo decide el Ministerio Fiscal, sin intervención del Juez ni de
las partes. Aunque obligatoriamente ha de darse traslado a
la Entidad Pública de protección de menores, muchas veces
resultará inoperante ya que la excesiva concreción de las si-
tuaciones para poder acordar medidas de protección3 no va a
permitir ningún tipo de intervención si no hay desamparo o
cualquiera de las situaciones señaladas en la L.O.1/1996 de
15 de Enero de Protección Jurídica del Menor, lo que ha pro-
vocado que la propia Circular 1/2000 FGE considere que se
ha de valorar la existencia de situaciones de riesgo ya que
no todos los casos requieren la intervención de las entidades
de protección. También ha de comunicarse a los ofendidos o

3
Ventura Faci, R./Pélaez Pérez, V. Ley orgánica Reguladora de la
Responsabilidad Penal de los Menores. Comentarios y Jurisprudencia.
Madrid 2ª Ed.2007 pág. 137.
210 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

perjudicados, lo que responde al mayor protagonismo de las


víctimas en la última reforma de la LORRPM.
– ausencia de violencia o intimidación en las personas: este re-
quisito no coincide con la figura del art. 19 LORRPM ya que
allí se exige que la violencia o intimidación no sea grave y
aquí la excluye en todo caso y además lo limita a que sea sobre
las personas, lo que resulta reiterativo ya que las expresiones
“violencia e intimidación” siempre se refieren a personas, ya
que en el caso de los bienes u objetos se denomina fuerza en
las cosas. Esta mayor exigencia que no permite que el delito
cometido por el menor haya producido ningún tipo de violencia
o intimidación en las personas se debe a que se va a evitar cual-
quier tipo de actuación judicial, quedando el reproche sólo en el
ámbito educativo del menor. La ausencia de violencia e intimi-
dación se refiere sólo a los delitos, no a las faltas en las que es
posible que pueda haber habido violencia o intimidación.
– delitos menos graves (sin violencia o intimidación) o faltas:
este requisito coincide con el desistimiento por conciliación o
mediación. Hay que tener en cuenta que la poca importancia
de los hechos es la que aconseja en su caso la innecesariedad
del proceso si el menor ya recibe una corrección en el seno
educativo, por ello además de no haber habido violencia ni
intimidación en el delito, no puede ser grave, ya que los de-
litos graves están excluidos de esta figura desjudicializadora.
Delitos menos graves según los arts. 13.2 y 33.3 del Código
Penal son los castigados por la ley penal4 con prisión de tres
meses a cinco años, multa de más de dos meses y trabajos en
beneficio de la comunidad de treinta y uno a ciento ochenta
días, lo que sucede entre otros en delitos de lesiones, robos,
hurtos, amenazas o daños En el caso de las faltas son las in-
fracciones castigadas con penas leves (amenazas leves, lesio-
nes leves, hurtos por valor de menos de 400 euros…), y no se
exige la inexistencia de violencia e intimidación, con lo cual
pueden estar presentes especialmente si son leves, lo que da
lugar muchas veces al archivo por el Ministerio Fiscal.

4
Se trata de la pena prevista por el Código Penal para el delito cometido
(pena abstracta), no la pena impuesta por el Juez en la sentencia (pena
concreta).
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 211

– que los menores no hayan cometido anteriormente hechos de


la misma naturaleza: no coincide exactamente con el concepto
de reincidencia del art 22.8 del Código Penal, aunque debe-
ría entenderse igual para no perjudicar al menor como señala
Varela Gómez5 por las siguientes razones:
a) en adultos se exige que los hechos anteriores estén conde-
nados por sentencia firme, si en menores no se entiende
igual, la mera constancia de hechos delictivos anteriores
bastaría para no decidir el desistimiento
b) en adultos los antecedentes penales se cancelan con los
plazos del art. 136 CP, si en menores no se entiende igual,
se podrían tener en cuenta todos los hechos anteriores sin
limitación
c) en adultos se habla de delitos, y aquí de hechos, lo que po-
dría dar a entender que también se tengan en cuenta los
hechos constitutivos de falta
d) en adultos se limita a delitos anteriores del mismo Título
siempre que sean de la misma naturaleza, mientras que
en menores la alusión exclusiva a hechos de la misma na-
turaleza es mucho más amplia y permitiría entender he-
chos delictivos totalmente diferentes, vgr. robo, daños…,
la Circular FGE 1/2000 interpreta el concepto de misma
naturaleza como misma gravedad que los cometidos ante-
riormente, es decir, delito grave o menos grave con violen-
cia e intimidación en las personas.
Cuando por la existencia de hechos delictivos anteriores no se
puede aplicar esta figura el Ministerio Fiscal ha de iniciar el pro-
cedimiento, y a propuesta del equipo técnico solicitar al Juez el so-
breseimiento en virtud del art. 27.4 LORRPM en interés del menor,
siempre que en los hechos no haya habido violencia e intimidación
graves y haya habido reparación.
Finalmente, como ya se ha mencionado, si se dan todos los requi-
sitos del art. 18 el Ministerio Fiscal lo comunica a los ofendidos o
perjudicados, pero se ha suprimido la posibilidad de que puedan tra-

5
Varela Gómez, B. “Desistimiento y sobreseimiento en el procedimiento pe-
nal de menores (art. 18 y 19 LORRPM)” Estudios penales y criminológicos
XXVI Universidad de Santiago de Compostela, pág. 365-366.
212 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

mitar la pieza de responsabilidad civil ya que ante la inexistencia de


procedimiento penal, esto ya no es posible en sede penal, y en su caso
si los perjudicados quieren ejercitar acciones civiles deberán hacerlo
ante los Juzgados de Primera Instancia, para ello el art. 4 LORRPM
exige al Ministerio Fiscal que cuando desista de la incoación del ex-
pediente deberá inmediatamente comunicarlo a víctimas y perjudi-
cados haciéndoles saber su derecho a ejercitar acciones civiles ante
la jurisdicción civil.
Este desistimiento de la acción penal por la corrección en el ám-
bito educativo y familiar, por su contenido, no se va a poder aplicar
por igual a todos los menores, ya que la intervención educativa en el
ámbito familiar favorece especialmente a los menores procedentes
de sectores sociales normalizados y difícilmente se va a poder produ-
cir en los sectores marginales, no escolarizados o desestructurados,
lo que puede vulnerar el principio de igualdad, por ello esta figura
se debe entender en el contexto de la necesidad de pena (medida),
es decir, evitar el enjuiciamiento cuando de las características de los
hechos se pueda deducir la innecesariedad o no utilidad del proceso
por ser suficiente la corrección en el ámbito familiar, social o educati-
vo en sentido amplio, es decir que ya haya sufrido el correspondiente
y adecuado castigo o reproche por padres o educadores.
Por otro lado, a través de la regulación de la conciliación o repa-
ración entre el menor y su víctima, el art. 19 LORRPM permite que
el Ministerio Fiscal desista de continuar el expediente archivando el
mismo, siempre que se den los siguientes requisitos:
– el Ministerio Fiscal, de oficio o a instancia del letrado del me-
nor, ha de solicitar al equipo técnico que le informe sobre la
viabilidad de una solución mediadora. Si tal solución se produ-
ce y la autoriza el Ministerio Fiscal, se podrá solicitar al Juez
de menores, el sobreseimiento y archivo de la causa.
– el equipo técnico, que va a desempeñar las funciones de me-
diador, ha de valorar la viabilidad de la misma en función de
las características del menor y de la víctima o perjudicado, ya
que el menor ha de reconocer los hechos y estar dispuesto a
reparar y la víctima ha de estar dispuesta a aceptar las dis-
culpas, lo que supone una voluntariedad de ambas partes. El
letrado del menor también ha de ser citado según el art. 5 b)
RM para asesorar al menor. Si la víctima acepta participar
en la mediación, el equipo técnico cita a ésta y al menor a un
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 213

encuentro para concretar los acuerdos de conciliación o repa-


ración, y si prefiere no estar presente se utilizan otros medios
que dejen constancia de la voluntad de ambas partes.
– se ha de valorar la gravedad y circunstancias del hecho y del
menor, especialmente la falta de violencia o intimidación gra-
ves en la comisión de los hechos. Como se puede observar no
se excluyen totalmente los actos cometidos con violencia o in-
timidación, sólo se trata de valorar favorablemente su inexis-
tencia para optar a la mediación y en su caso aceptarla sólo
si no es grave, con lo cual podría admitirse aunque en los he-
chos haya habido violencia o intimidación, siempre que no sea
relevante. La violencia se refiere a los actos de fuerza física
realizados en el curso del delito, mientras que la intimidación
es la violencia psíquica manifestada a través del anuncio de la
producción de un mal inmediato y grave. Los actos cometidos
con fuerza en las cosas no están excluidos (robos, daños…). En
estas circunstancias del menor que han de ser valoradas, no
se menciona la ausencia de hechos delictivos anteriores, lo que
no impide la posibilidad de mediación en los menores que no
sean primarios.
– que el menor se haya conciliado con la víctima, o se compro-
meta a reparar el daño a la víctima o perjudicado o a cumplir
la actividad educativa propuesta por el equipo técnico en su
informe. El reconocimiento de la responsabilidad por el menor
es requisito necesario e ineludible para llevar a cabo la media-
ción, teniendo en cuenta que este compromiso de reparar no
es una medida porque no hay hechos probados, sino tan sólo
una denuncia. Si no es posible la conciliación o reparación o si
el equipo técnico lo considera más adecuado para el interés del
menor, se le puede proponer la realización de tareas socioedu-
cativas o prestaciones en beneficio de la comunidad.
– que se trate de un delito menos grave o falta: los parámetros
son los mismos que los del art. 18 teniendo en cuenta que en
el caso de las faltas es más frecuente utilizar la vía permitida
por dicho artículo, mientas que si se trata de delitos menos
graves sí que suele ser aconsejable algún tipo de intervención
educativa, más cercana al contenido de la mediación.
Aunque la LORRPM habla de desistimiento, formalmente se
trata más bien de un sobreseimiento negociado similar a la confor-
214 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

midad en adultos, ya que el desistimiento en Derecho Procesal se


refiere al abandono provisional del proceso con posibilidad de abrirlo
de nuevo.
El art. 19.2 define a estos efectos la conciliación como:
– reconocimiento del daño y disculpa a la víctima
– aceptación de las disculpas por parte de la víctima
Aquí no rigen las limitaciones al perdón por parte de la víctima
del Código Penal, de manera que en cualquier tipo de delito que re-
úna las características citadas permite la aceptación de las discul-
pas, sin tener trascendencia que sea público o perseguible a instan-
cia de parte; tampoco se está exigiendo un arrepentimiento sino sólo
el reconocimiento del daño producido a la víctima. Un problema ju-
rídico que puede presentar esta petición de disculpas es la debilidad
en que queda el principio de presunción de inocencia ya que a veces
el menor se puede ver inclinado a reconocer hechos no probados sin
defender a ultranza su inocencia para evitar el proceso, por ello en
la mediación ha de hacerse un gran esfuerzo en verificar la existen-
cia de los hechos cuando haya contradicciones o no verosimilitud, y
entender la participación del menor no como una confesión de culpa-
bilidad sino como una voluntad de cooperación, por ello si fracasa el
proceso de mediación y se abre el procedimiento la culpabilidad del
menor deberá ser probada.
La reparación es entendida, por su parte, como:
– compromiso del menor con la víctima o perjudicado de realizar
acciones en beneficio de aquellos o de la comunidad, seguido
de su realización efectiva. Esta posibilidad de reparación so-
cial puede utilizarse cuando, pese a la voluntad reparadora
del menor, la víctima no acepta las disculpas o no es posible
(por tratarse de delitos sin víctima vgr. tenencia ilícita de ar-
mas o tráfico de drogas), o no se considera conveniente que
intervenga, ya que el art. 19.4 de la LORRPM no descarta el
sobreseimiento si la reparación no se puede llevar a cabo por
causas ajenas al menor.
– compromiso del menor de cumplir la actividad educativa pro-
puesta por el equipo técnico en su informe. El propio art. 5.1.f
RM considera adecuadas estas actividades para los casos en
los que no es posible la conciliación o mediación o cuando se
considere más adecuado para el interés del menor.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 215

Ambos compromisos han de ser cumplidos por el menor, por ello


si no lo fueran por causas dependientes de su voluntad, el sobre-
seimiento podría ser alzado por el Juez siempre que lo solicite el
Ministerio Fiscal, como muestra de la preferencia del interés del
menor.
Hay que tener en cuenta que desde esta premisa formada por las
definiciones normativas, sus contenidos han de ser fijados por las
partes en el dialogo que implica la mediación, de esta manera tanto
el contenido del daño como el de la disculpa queda en manos de los
sujetos intervinientes, sin que ello venga condicionado por el acuer-
do de responsabilidad al que hayan llegado las partes.
En este sentido hay que destacar que la mediación en Derecho
Penal juvenil ha optado claramente por esforzarse en conseguir pre-
ferentemente el reconocimiento del daño por parte del menor y su
compromiso de resarcirlo, más que incidir en la efectiva reparación,
lo que es consecuencia del carácter claramente educativo que inspira
esta figura.
Por su parte el art. 51.3 LORRPM permite que en cualquier mo-
mento del procedimiento en el que se produzca el acuerdo de conci-
liación del menor con su víctima, en los términos del art. 19, se po-
drá dejar sin efecto la medida impuesta cuando el Juez, a propuesta
del Ministerio Fiscal o del letrado del menor, y oídos los informes
del equipo técnico y de los representantes de la entidad pública de
protección o reforma, considere que el acuerdo de conciliación y el
tiempo de duración de la medida ya expresan suficientemente el re-
proche que merecen los hechos cometidos por el menor, lo que ante la
inexistencia de otros requisitos, no excluye a los delitos graves.
Para ello los equipos técnicos realizan una labor mediadora que
intenta facilitar la comunicación entre las partes y acercar las po-
siciones del menor y su víctima para conseguir de éste el reconoci-
miento del daño, la petición de disculpas o la reparación y de la víc-
tima su aceptación; con ello se puede conseguir la no incoación o el
sobreseimiento del expediente o la finalización del cumplimiento de
la medida impuesta, lo que significa un predominio de los criterios
educativos sobre los de defensa social y prevención general
Vistas las dos figuras se pueden comparar las diferencias entre el
desistimiento por corrección educativa del art. 18 y el sobreseimiento
por conciliación o reparación del art. 19, que serían las siguientes:
216 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

– art. 18 no exigen actuación alguna del menor; art. 19 exige


compromiso de pedir disculpas o reparar daño o realizar acti-
vidad educativa.
– art. 18 se concede por corrección en el ámbito educativo y fa-
miliar; art 19 se tiene en cuenta la gravedad y circunstancias
de los hechos y del menor.
– art. 18 previsto para delitos menos graves sin violencia ni inti-
midación en las personas o faltas; art. 19 previsto para delitos
menos graves o faltas en los que no haya habido violencia o
intimidación grave.
– art. 18 el Ministerio Fiscal desiste de incoar expediente; art.
19 el Ministerio Fiscal desiste de continuar el expediente y
solicita al Juez el sobreseimiento.
– art. 18 se comunica a los ofendidos o perjudicados; art. 19 des-
vincula la mediación de los acuerdos a los que hayan llegado
las partes en relación a la responsabilidad civil.
– art. 18 excluye a los que hubieran cometido hechos de la mis-
ma naturaleza anteriormente; art. 19 no tiene en cuenta he-
chos delictivos anteriores.
– art. 18 no interviene el equipo técnico, ni el letrado; art. 19 el
equipo técnico hace funciones de mediación, se cita al letrado,
al menor y sus representantes.
– art. 18 se ha de comunicar a la instituciones de protección de
menores, el art. 19 no se comunica, ya que se archiva la cau-
sa.
En estos supuestos, como se puede comprobar el principio de le-
galidad da paso al principio de oportunidad en Derecho Penal de
Menores ya que se permite no iniciar o no continuar el procedimien-
to por la mediación o irrelevancia de los hechos, algo inexistente
en adultos, donde toda comisión de un delito o falta perseguible de
oficio da lugar a la apertura del procedimiento.
En la actualidad estas figuras desjudicializadoras son sumamen-
te importantes dada la tendencia a la judicialización de la vida so-
cial, que está llevando a los Juzgados de Menores peleas escolares,
pequeños hurtos, y otras conductas que por reprochables que sean
no merecen entrar en el proceso formal sino en unas vías más conci-
liadoras y por tanto más integradoras y educativas.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 217

Como señala la Instrucción FGE 10/2005 de 6 de Octubre sobre


tratamiento del acoso escolar desde el sistema de Justicia juvenil,
debe recordarse que la Recomendación (2003) 20, de 24 de septiem-
bre del Comité de Ministros del Consejo de Europa sobre nuevas
vías para el tratamiento de la delincuencia juvenil y el papel de la
justicia juvenil en su punto III.8 dispone que para tratar la delin-
cuencia juvenil seria, violenta y persistente, los Estados miembros
deberían desarrollar un espectro más amplio de sanciones y medi-
das comunitarias innovativas y más efectivas (pero proporcionales).
Estas medidas deberían dirigirse directamente al comportamiento y
a las necesidades del infractor. Deberían implicar a los padres o re-
presentantes del menor (salvo que se consideren contraproducentes)
y si es posible, utilizar la mediación, restauración y reparación a la
víctima.

10.2. Dejar sin efecto la medida


En cualquier momento del procedimiento la medida puede ce-
sar si el tiempo cumplido es suficiente para el reproche, art. 13
LORRPM. Ha de ser decidido por el Juez de oficio, a instancia del
Ministerio Fiscal o del letrado del menor, con previa audiencia de és-
tos e informe del equipo técnico, y en su caso, de la Entidad Pública
de protección o reforma de menores.
Tales requisitos procesales coinciden también con los supues-
tos de reducción y sustitución siguientes al igual que la finalidad
de interés del menor y la necesidad de haber expresado el repro-
che de la conducta del menor, por ello las diferencias entre ellas
recaen en su respectivo contenido: dejar sin efecto ha de entender-
se como paralizar, sustituir como cambiar una por otra y reducir
la duración como un acortamiento de la extensión y la intensidad
por la evolución favorable del menor, lo que parece situarlas en
una progresión de mayor a menor efecto desjudicializador en el
orden indicado.
Los motivos que pueden justificar que se deje sin efecto la medida
pueden ser que se constate que se han cumplido los objetivos que se
pretendían alcanzar con ella o la ineficacia de la medida impuesta
para alcanzar dichos objetivos y que se haya producido la concilia-
ción con la víctima con arreglo al procedimiento regulado en el art.
19 LOORPM y desarrollado en el art. 5 RM. Entre los motivos que
218 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

pueden hacer ineficaz la medida pueden citarse el cumplimiento de


la mayoría de edad, que el dilatado transcurso de tiempo entre los
hechos y la sentencia lo haga innecesario o la modificación de sus
circunstancias individuales, familiares y sociales.
Al ser una decisión irreversible que va a permitir el cese de la
ejecución de cualquier medida ya que no se va a poder revocar tal
decisión (salvo que sea temporal), no es frecuente que se aplique,
salvo en algunos casos de conciliación, art. 51.3.

10.3. Reducción de la duración de la medida


En este caso se permite reducir, también en cualquier momento,
la duración concreta de una medida impuesta en la sentencia con
la finalidad de beneficiar al menor pero siempre que se le exprese
a éste el reproche merecido por su conducta. Como en el supuesto
anterior tal reducción es irrevocable, por ello no cabe que el Juez
posteriormente amplíe de nuevo la duración de la medida, ya que lo
contrario convertiría las medidas en indeterminadas y ello vulnera-
ría la seguridad jurídica.
En este caso lo que puede justificar una reducción de la dura-
ción de la medida es que se puedan alcanzar los objetivos educa-
tivos del menor antes del plazo previsto inicialmente en la sen-
tencia, lo que en el caso del internamiento puede tener sentido si
logrado el objetivo diseñado para el tiempo previsto en privación
de libertad, éste se ha alcanzado antes y por tanto es conveniente
reducir su duración y pasar antes a la libertad vigilada subsi-
guiente.

10.4. Sustitución de una medida por otra


La sustitución de la medida, al igual que dejarla sin efecto, tiene
la posibilidad de ser decidida en dos momentos, lo que implica una
doble regulación:
– en cualquier momento del procedimiento: art. 13 LORRPM, se
exigen los mismos requisitos procesales ya mencionados ante-
riormente como son decisión judicial de oficio o a instancia del
Ministerio Fiscal, del letrado del menor o de la Administración
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 219

competente, audiencia de éstos6, informe del equipo técnico y,


en su caso, de la Entidad Pública de protección o reforma de
menores. Los motivos que la pueden indicar son que se rea-
lice en interés del menor y siempre que se haya expresado
suficientemente el reproche merecido por su conducta, lo que
viene a ser una especie de amonestación escrita7 en el auto en
el que se señale los efectos ya producidos por la medida en el
menor.
– durante la ejecución se podrá también sustituir la medida im-
puesta por otra con los mismos requisitos procesales, art. 51,
aprovechando el legislador para aclarar algunos aspectos de
esta figura.
La sustitución consiste en cambiar la medida impuesta por otra
más adecuada para los fines educativos del menor por tiempo igual
o inferior, nunca superior ni de mayor restricción, vgr. se puede cam-
biar un internamiento cerrado por otro semiabierto, pero no a la in-
versa, aunque en los quebrantamientos de medidas no privativas se
permite cambiar por otra de internamiento semiabierto si lo pide el
Ministerio Fiscal (art. 50.2) lo que supone una vulneración del prin-
cipio de proporcionalidad y del principio de legalidad jurisdiccional
ya que esta nueva medida no se impone en sentencia firme (Circular
FGE 1/2000).
El principio general de sustitución favorable, que permite cambiar
la medida impuesta sólo por otra menos restrictiva para adaptarla
a la evolución del menor, ha sufrido un grave quiebro con la reforma
de la Ley 8/2006 (art 51.2) que permite la posibilidad de dejar sin
efecto la sustitución ya adoptada de un internamiento cerrado por
uno semiabierto o abierto si el menor evoluciona desfavorablemente,
volviendo de nuevo al cerrado, para lo que se necesita audiencia del
letrado del menor y aunque no mencione la necesidad de informe del
equipo técnico, se desprende del párrafo 1º del art. 51 que lo exige
en general para todo tipo de sustitución, y en segundo lugar con la
posibilidad de que un internamiento semiabierto impuesto se pue-
da cambiar por otro cerrado en los delitos regulados en el art. 9.2,
siempre que el menor evolucione desfavorablemente; en el primer

6
El art. 25 g) LORRPM recoge el derecho de la acusación particular a ser
oído en caso de modificación o sustitución de la medida impuesta al menor.
7
Ornosa Fernández, MªR. op. cit. pág. 241.
220 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

caso se atenta contra la seguridad jurídica convirtiendo la medida


en una sanción indeterminada que puede ir cambiando constante-
mente sin respetar los principios penales básicos y en el segundo
si bien como indica la Circular FGE 1/2007 es la consecuencia de
la poca separación que hay entre internamiento cerrado y semia-
bierto desde el momento en que en este último se permite realizar
las actividades dentro del centro, no deja de ser una vulneración
inaceptable del sistema de garantías que podría ser resuelto con un
replanteamiento del programa de intervención educativa pero no de
la medida impuesta.
Al decidir la medida que va a sustituir a la inicialmente impues-
ta, el Juez tiene que tener en cuenta que la nueva medida hubiera
podido ser impuesta desde el principio en atención a la infracción
cometida, vgr. si el delito cometido es una falta y se impuso inicial-
mente libertad vigilada no se puede sustituir por convivencia con fa-
milia o grupo educativo porque no lo permite la LORRPM en su art.
9.1, y por otra parte el internamiento cerrado sólo se podrá imponer
si los hechos delictivos han sido graves, menos graves con violencia
o intimidación o si se han cometido en el marco de una banda, orga-
nización o asociación delictiva.
La SAP Las Palmas 9.2.2007 utiliza el art. 51 LORRPM para
sustituir una medida de internamiento semiabierto impuesta por
el Juzgado de Menores por tareas socioeducativas a la vista de un
nuevo informe presentado por el equipo técnico en la vista oral del
recurso de apelación que desaconseja la medida impuesta en sen-
tencia en los siguientes términos “visto que el equipo técnico en el
acto de la vista de apelación consideró más adecuado en interés del
menor la realización de tareas socio educativas, y visto que la defen-
sa ni el ministerio fiscal se oponen a esta sustitución, es procedente,
modificar la medida privativa de libertad impuesta en sentencia por
la de realización de tareas socio-educativas para ambos menores por
el tiempo que reste del cumplimiento de la medida impuesta en sen-
tencia, condicionada a que de incumplirse las mismas se procederá
al íntegro cumplimiento de la medida impuesta en sentencia”.
Los dos contenidos del internamiento parece que quedan exclui-
dos de esta posibilidad de sustitución, pero no tanto por el blindaje
que pueda suponer que éstos sean decididos en la sentencia, más en
la actualidad cuando el art. 10.4 obliga a ratificar la libertad vigila-
da al finalizar el internamiento, sino porque forman parte de una
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 221

misma medida de internamiento, por ello, en su caso, lo que cabe es


reducir su respectiva duración.
Contra el auto cabe reforma y apelación (art. 41. 2 y 3)
Hay que tener en cuenta las restricciones temporales a la susti-
tución cuando se trata de las medidas de internamiento cerrado por
extrema gravedad del art. 10.1 o del art. 10.2, lo que viene a actuar
como una especie de periodo de seguridad similar al que exige el art.
36.3 CP para los adultos sin permitir acceder al tercer grado hasta
que no se cumpla la mitad de la condena en penas de más de cinco
años, lo que curiosamente se reguló antes en menores (L.O.5/2000)
que en adultos (L.O. 7/2003).
Plantea De la Rosa Cortina8 la posibilidad de aplicar supletoria-
mente el art. 60 del Código Penal que permite suspender la ejecución
del cumplimiento de la pena de prisión por enfermedad mental so-
brevenida, en efecto tal posibilidad es factible por la remisión de la
DF 1ª LORRPM al Código Penal como norma supletoria teniendo en
cuenta las siguientes observaciones: inicialmente en el Código Penal
se trataba de un supuesto de suspensión de la pena por ineficacia de
sus efectos ante el trastorno mental grave y duradero del condenado,
si bien en la reforma de 2003 pasó a ser más bien un supuesto de
sustitución ya que permite que el Juez de Vigilancia sustituya dicha
pena suspendida por una medida de seguridad, algo ya criticado en
sede penitenciaria9 por la vulneración del principio de jurisdicciona-
lidad que supone, al permitir la imposición de una medida de segu-
ridad sin necesidad de sentencia firme.
En el Derecho de Menores esta previsión legal del Código Penal
de adultos no va a ser siempre necesario utilizarla ya que las am-
plias facultades del Juez de Menores en la sustitución de medidas
le va a facilitar en estos casos cambiarla por la más adecuada a las
circunstancias del menor, a pesar de que puede plantearse algún
conflicto con la rigidez de los arts 13 y 51 en los supuestos de mayor
gravedad.

8
En De Urbano Castrillo, E./De la Rosa Cortina, J.M. op. cit pág. 276.
9
Cervelló Donderis, V. Derecho Penitenciario cit. pág. 304.
222 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

11.5. Suspensión de la ejecución del fallo


La suspensión de la ejecución del fallo, al igual que en adultos
la suspensión de la ejecución de la pena regulada en el art. 80 del
Código Penal, es una figura penal que, guiada por la prevención es-
pecial, y por tanto hacia la prevención de futuros delitos en quien ya
ha cometido un delito, persigue evitar el perjuicio que puede suponer
el cumplimiento de ciertas penas (o medidas) de corta duración, es-
pecialmente cuando son privativas de libertad por los graves efectos
criminógenos que generan.
En la jurisdicción de menores puede parecer contradictorio dejar
en suspenso la intervención educativa señalada en la sentencia que
por indicación de la ley se debe haber fijado prioritariamente en el
superior interés del menor, de hecho sólo excepcionalmente se apli-
ca, sin embargo ha de entenderse como una manifestación más del
carácter educativo de todo el procedimiento que tiende una última
posibilidad de evitar el cumplimiento de una medida bajo el princi-
pio de última ratio e intervención mínima, justificación que no evita
una vez más la crítica de la excesiva similitud con las figuras del
Derecho Penal de adultos pese a sus evidentes diferencias.
Esta aparente incompatibilidad entre intervención educativa y
suspensión de la ejecución, además de dificultar en gran medida su
aplicación, suele provocar un especial celo para evitar que a través
de la suspensión se pueda modificar el fallo impuesto por otro órgano
jurisdiccional, en este sentido la SAP Guipúzcoa 11.10.2005 revoca
un auto de suspensión de internamiento abierto por entender que,
dos meses después de la sentencia en apelación que precisamente
basaba su imposición en la incapacidad del núcleo familiar para ha-
cer frente al comportamiento de los menores, no se podía modificar,
ante las dificultades para alcanzar los objetivos reeducadores pro-
puestos por la distancia del centro y la implicación y dedicación que
requería el programa terapéutico diseñado, teniendo en cuenta que
un problema de medios no puede suponer la revisión de la idoneidad
de la medida impuesta en sede de ejecución.
Por ello es preferible justificar la suspensión en la improcedencia
de la ejecución de la medida para conseguir los objetivos propues-
tos lo que puede venir indicado por el tiempo transcurrido desde los
hechos, el cambio en las circunstancias del menor… como se refleja
en el Auto AP Madrid 1.7.2005 que revoca la denegación de la sus-
pensión por el Juzgado de Menores porque “el cumplimiento de la
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 223

medida de permanencia de fin de semana en este momento, visto el


tiempo transcurrido desde que se cometió la infracción, supondría
una interrupción innecesaria en la trayectoria del menor, tal y como
expone el informe…”.
En la suspensión de la ejecución del fallo se puede actuar de oficio,
a petición del Ministerio Fiscal o del letrado tanto en la sentencia
como después cuando sea firme, art. 40, con audiencia de todos ellos,
del equipo técnico y de la Entidad Pública de protección o reforma
de menores; en este caso al no estar expresamente mencionada no es
preceptiva la audiencia a la acusación particular10.
Esta figura juvenil es más amplia que la prevista en el Código
Penal ya que se extiende a medidas hasta dos años de duración de
cualquier clase, no sólo privativas de libertad, lo que sin embargo
será difícil que ocurra ya que suspender una medida impuesta no
tiene mucho sentido salvo que se quiera evitar el ingreso en un cen-
tro de internamiento; además no exige que los menores sean prima-
rios, como ocurre en adultos. La duración de dos años se refiere a la
suma de las distintas medidas que se cumplan conjuntamente, vgr.
un internamiento de dos años seguido de una libertad vigilada de
seis meses no podría ser suspendido, sin embargo en esta aritmética
no deberían incluirse las medidas que son privaciones de licencias
administrativas como el permiso de armas o de conducir, por su ca-
rácter accesorio11.
Las condiciones para poder concederla son las siguientes:
a) No ser condenado el menor en dos años en sentencia firme por
delito cometido durante el tiempo que dure la suspensión si ha al-
canzado la mayoría de edad, o no serle aplicada medida en sentencia
firme durante el tiempo que dure la suspensión: Hay que tener en
cuenta que el tiempo de la suspensión no puede exceder de dos años
y debe ser determinado por el Juez en la misma sentencia o en auto
posterior. Si el menor ha alcanzado la mayoría de edad en este plazo
sólo se podrá revocar la suspensión por la imposición de una pena
impuesta por delito, ya que las penas impuestas por la comisión de
faltas no suponen la revocación de la suspensión, a diferencia de

10
Luaces Gutiérrez, A.I., Díaz Martínez, M. en Derecho Penal juvenil (Vázquez,
C. Serrano, MªD Ed.) 2ª Ed. Madrid 2007 pág. 415.
11
López López, A.M. op. cit. pág. 287 y cita correspondiente.
224 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

ello si sigue siendo menor de edad tanto las medidas impuestas por
delito como por falta revocan la suspensión. Para respetar el princi-
pio de presunción de inocencia, tanto la infracción cometida como la
nueva sentencia se han de dar dentro del plazo de suspensión, por
ello si el hecho se cometió antes del plazo de suspensión o se juzga
terminado el plazo no puede ser tenido en cuenta, al igual que suce-
de en adultos.
b) Que el menor asuma un compromiso de mostrar una actitud
y disposición de reintegración social, sin incurrir en nuevas infrac-
ciones. Se trata de un compromiso de no cometer en adelante he-
chos delictivos y respetar la ley y los bienes jurídicos que en ella se
protegen, ya que la reintegración social es un término muy amplio
y complejo que escapa a la voluntad del menor. En todo caso, los tér-
minos “actitud y disposición” no parecen muy afortunados por recor-
dar a los términos “intención y capacidad de vivir respetando la ley
penal” del art. 59.2 LOGP que definen el tratamiento penitenciario
de adultos y que han recibido numerosas críticas por hacer referen-
cia a aspectos del fuero interno de las personas, por ello quizá sería
más adecuado atender de manera más objetiva al compromiso de
no cometer infracciones reflejado en unas perspectivas educativas
favorables en el menor.
c) El Juez puede aplicar libertad vigilada durante el plazo de sus-
pensión o la realización de una actividad socio-educativa recomen-
dada por el equipo técnico o la entidad pública, lo que puede suponer
la imposición de una nueva medida sin la intervención del letrado
del menor ni del Ministerio Fiscal, como recuerda la Circular 1/2000
FGE. Es importante destacar que esta nueva medida impuesta pue-
de ir acompañada del compromiso de participación de padres, tuto-
res o guardadores del menor, lo que evidentemente no es obligatorio
pero puede ser muy efectivo por su componente educativo familiar.
La suspensión se acuerda en la propia sentencia o en auto moti-
vado por el Juez competente para la ejecución cuando la sentencia
sea firme y conteniendo todas las condiciones de la suspensión: plazo,
contenido, obligaciones… Se excluye de la suspensión el pronuncia-
miento sobre la responsabilidad civil derivada del delito o falta, en
la línea de la última reforma de mantener en todo caso la protección
de los intereses de las víctimas.
El art. 10 recoge importantes limitaciones a estas posibilidades de
sustitución y suspensión en los menores entre dieciséis y diecisiete
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 225

años, de esta manera en los supuestos de internamiento por extrema


gravedad sólo se puede hacer uso del art. 13 y 51 después de un año
efectivo de internamiento, esto significa que la suspensión si que se
podrá adoptar excepcionalmente y preferentemente acompañada de
libertad vigilada como sugiere la Circular FGE 1/2007; por su parte
en los delitos graves y terrorismo del art. 10.2 sólo se permite hacer
uso de los arts. 13, 51 y 40 después de haber cumplido la mitad de la
medida de internamiento impuesta, lo que supone limitar también
la aplicación de la suspensión. Esta misma línea restrictiva coincide
con la ya comentada para adultos en la clasificación en tercer grado
de adultos incorporada por la reforma del Código Penal de la L.O.
7/2003.
De no cumplirse cualquiera de estas condiciones el Juez levanta
la suspensión y se ejecuta la sentencia en todos sus extremos.
Esta suspensión es más amplia que la de adultos ya que no exclu-
ye a los menores con condenas anteriores ni contiene limitaciones ya
que cualquier medida puede ser objeto de modificación, reducción,
sustitución o suspensión, sin embargo en la revocación es más res-
trictiva al no diferenciar la revocación por incumplimiento de las
distintas condiciones, a diferencia del art. 84 del Código Penal que
distingue entre incumplimiento de la condición de no delinquir que
conduce a la revocación, e incumplimiento de las reglas de conducta
impuestas que permite la sustitución de la regla, la prorroga del pla-
zo y sólo en caso de incumplimiento reiterado la revocación. Aunque
la LORRPM no recoge como supuesto específico el de los enfermos
incurables del CP donde no se exigen el resto de requisitos, salvo no
tener una pena suspendida por este motivo, se debe aplicar de forma
supletoria el art. 80.4 que regula este supuesto para adultos12.

12
Dolz Lago. M.J. op. cit. pág. 253.
Capítulo 11
DIFERENCIAS ENTRE LA MEDIDA DE INTERNAMIENTO
DE MENORES Y LA PENA DE PRISIÓN DE ADULTOS

A la vista de todo lo expuesto resta destacar cuáles son las di-


ferencias más importantes entre la medida de internamiento de
menores y la pena de prisión de adultos para poder comprobar si
las garantías afectan por igual a ambas parcelas del Derecho Penal
como exigencia de un Estado de Derecho acorde al marco legislativo
internacional.

11.1. Sistema de cumplimiento


La LOGP recoge el sistema de individualización científica por
medio del cual el condenado a pena de prisión que ingresa en un
centro penitenciario, tras un periodo de observación, es clasifica-
do en régimen cerrado, ordinario o abierto en virtud de una serie
de variables relativas a sus características personales, judiciales y
sociales, dicha clasificación se revisa cada seis meses pudiendo pa-
sar de uno a otro grado en función de la progresión o regresión de
la evolución del interno. En la LORRPM, sin embargo, no hay una
mención expresa al sistema de cumplimiento salvo la referencia de
la Exposición de Motivos (16) a que el internamiento disponga de
un ambiente “restrictivo y progresivamente autónomo”, con lo cual
solo contamos con la referencia del art. 55 LORRPM al principio de
resocialización y que la vida en el centro sea lo más parecida posible
a la vida en libertad.
En todo caso la decisión del Juez de Menores entre internamien-
to cerrado, abierto o semiabierto hace perder sentido a la clasifica-
ción en grados, ya que salvo las referencias al internamiento cerrado
preceptivo, la discrecionalidad judicial permite elegir la opción más
adecuada que además puede modificar en cualquier momento en vir-
tud del art. 51 LORRPM, salvo en las limitaciones a la posibilidad
de sustitución impuestas en el art. 10 que impiden respectivamen-
te abandonar el internamiento cerrado antes de un año efectivo de
cumplimiento y de la mitad de duración de la medida de interna-
miento impuesta. Una vez alcanzados estos límites nada impedirá
poder pasar a un internamiento abierto directamente, sin necesidad
228 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

de pasar por el semiabierto, algo similar al régimen penitenciario


de adultos donde nada impide pasar de un régimen cerrado a uno
abierto directamente, por más que probablemente no sea lo más ade-
cuado por ser aconsejable un periodo de tránsito de adaptación a la
libertad.
Con todo ello se pueden establecer las siguientes diferencias:
– en el régimen penitenciario de adultos la decisión del carác-
ter cerrado, abierto u ordinario del centro es de la Dirección
General de Instituciones Penitenciarias a propuesta de la
Junta de Tratamiento de cada establecimiento, y solamente si
el interno recurre puede intervenir el Juez de Vigilancia.
– en menores la decisión del internamiento cerrado, abierto o
semiabierto depende exclusivamente de la autoridad judicial,
ya que al tratarse de diferentes medidas deben ser determina-
das en la sentencia, lo que le dota de mayores garantías.
– en el régimen penitenciario de adultos hasta el año 2003 no
había límites temporales preordenados para la permanencia
en cada uno de esos grados, pudiendo pasar de uno a otro con
la única excepción de la libertad condicional que requiere una
previa clasificación en tercer grado. Desde entonces también
el tercer grado exige un mínimo de cumplimiento de la mitad
de la condena en penas de más de cinco años, que puede ser
modificado por el Juez e Vigilancia si hay un pronóstico favo-
rable de reinserción social.
– en menores, sin embargo, se ha limitado la posibilidad del pa-
so del internamiento cerrado a otro tipo de internamiento (o
de cualquier otra medida distinta) al exigir en algunos casos
un mínimo de tiempo de cumplimiento. Dicha limitación está
ausente en el régimen penitenciario, que no limita ni en el
mínimo ni en el máximo la permanencia en régimen cerrado,
lo que permite concluir que de alguna manera se trata de un
tratamiento mas perjudicial que los adultos y por tanto incom-
patible con el principio general que prohíbe la imposición de
medidas más graves que si de un adulto se tratase, como en su
día recordó la STC 61/98 de 17 de Marzo.
De esta manera en el régimen de cumplimiento de los interna-
mientos no hay clasificación en grados sino decisión judicial de cam-
bio de un centro a otro por vía de la sustitución que el Juez tiene
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 229

la potestad de decidir, salvo en los casos de internamiento cerrado


obligatorio. Curiosamente los plazos de un año y mitad de la conde-
na de la LORRPM eran más estrictos que la previsión de la LOGP
de progresión al tercer grado, aunque la ley 7/2003 de reforma de CP
los terminó aproximando.

11.2. Tratamiento
La primera diferencia se da en su naturaleza jurídica ya que
mientras la participación en las actividades formativas, educativas y
laborales se regula entre las obligaciones de los menores internados
del art. 57 h) LORRPM, el tratamiento penitenciario de adultos se ca-
racteriza por su voluntariedad, art. 61 LOGP. Dicha diferencia se debe
al distinto ámbito de aplicación sin que ello haga perder su sustrato
unido al derecho y deber a la educación en los menores de edad y al
derecho, no deber, de resocialización de los mayores de edad.
El tratamiento educativo de menores en la medida de interna-
miento, tiene un contenido diferente al penitenciario ya que persigue
objetivos concretos como enseñanza reglada y formación ocupacional,
programa pedagógico y psicológico de prevención y tratamiento de
conductas antisociales, habilidades de autonomía personal domésti-
ca y social, educación para la salud y el deporte, animación sociocul-
tural, conductas adictivas. Esto significa que aunque la LORRPM
no exija la división en fases en el cumplimiento de la medida, para
llevar a cabo convenientemente su ejecución habrá que realizar en
primer lugar un periodo de adaptación al medio, seguido de otro de
observación del menor para terminar con el tratamiento más ade-
cuado dirigido a la reinserción.
Por último se echa en falta una mayor regulación de los fines y
métodos de tratamiento en la legislación de menores, que en adultos
si está previsto, por la ventaja que puede suponer al garantizar un
mínimo de compromiso de los centros y no dejarlo exclusivamente
a la decisión de las Entidades Públicas. En este sentido conviene
recordar los elementos del tratamiento señalados en el Reglamento
Penitenciario que dirigen su actuación al diseño de programas for-
mativos que desarrollen las aptitudes de los internos, a la utilización
de técnicas de carácter psicosocial que mejoren la capacidad de los
internos y la mejora y ampliación de los contactos con el exterior.
230 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

11.3. Comunicaciones
La mayor diferencia entre la regulación de las comunicaciones entre
adultos y menores se da en los aspectos formales ya que mientras la
LORRPM sólo menciona un derecho genérico a las visitas y comuni-
caciones optando por su desarrollo reglamentario, la LOGP si que ha
concretado con una mayor precisión sus clases. Por lo demás, quizá son
las comunicaciones las figuras más parecidas entre adultos y menores
en lo que respecta a su regulación legal, pero donde si hay grandes
diferencias es en lo relativo a su cumplimiento ya que en menores se
han flexibilizado mucho las formas en aras al interés del menor por la
importancia que tiene la comunicación familiar en la intervención edu-
cativa, siendo su mayor inconveniente la gran falta de concreción en lo
relativo a los espacios y lugares donde se van a llevar a cabo.
De esta manera, los menores puede llamar por teléfono un mínimo
de dos días a la semana durante diez minutos como mínimo (veinte
mínimo en total), y los adultos un máximo de cinco a las semana con
cinco minutos de duración (veinticinco máximo en total), lo que señala
un gran diferencia ya que al marcar una frecuencia y una duración
mínima pero no máxima es mucho más flexible que en adultos.
Las visitas que los menores pueden tener con sus familiares y
allegados equivalen a la comunicación en locutorio de los adultos
con la ventaja de poder realizarla de una manera más directa y sin
obstáculos para una mejor relación y formación educativa y con una
mayor flexibilidad ya que pueden ser aumentadas en frecuencia y
duración en interés del menor.
En las visitas de convivencia familiar e intimas también es mu-
cho más favorable el sistema juvenil ya que mientras en las de con-
vivencia familiar en menores han de ser mínimo tres horas sin límite
máximo, en adultos es mínimo una hora y máximo tres horas, y res-
pecto a las visitas íntimas en menores se establece un mínimo de una
hora también sin límite máximo reglamentario mientras que en adul-
tos existen los mismos límites que en las de convivencia familiar.
Precisamente por esta flexibilidad no es necesaria una regulación
más concreta de las visitas ya que las posibilidades de ampliación
no requieren mayores precisiones como pudiera ser la posibilidad de
que acudan los hijos menores de diez años, como ocurre en adultos.
Otra diferencia no exenta de crítica es la relativa al órgano com-
petente para su concesión ya que en menores es el Director u órgano
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 231

previsto por la normativa de la Entidad Pública, lo que además de


permitir que se trate de un órgano unipersonal, está falto de concre-
ción y puede ser distinto en las diferentes CCAA.

11.4. Permisos de salida


Los permisos de salida se generalizan a todos los menores, in-
clusive los internados en centros cerrados si lo autoriza el Juez de
Menores una vez se haya cumplido el primer tercio del periodo de
internamiento, algo imposible en adultos ya que el régimen cerra-
do no permite más permisos que los extraordinarios. Al igual que
en el supuesto anterior la posibilidad de que el órgano competente
sea unipersonal supone menores garantías que en adultos al ser la
Junta de Tratamiento la competente para proponer a la DGIP la
concesión de permisos.
Por lo que respecta a la regulación de los criterios de concesión,
en menores el Reglamento recoge los más objetivos pero no detalla
las variables cualitativas que indiquen el probable quebrantamien-
to, lo que hace pensar que se manejarán instrumentos semejantes a
los de adultos que viene recogidos en la tabla de variables de riesgo
de la Circular 3/2008 DGIP. En cuanto a su duración también hay
diferencias ya que mientras en adultos se pueden conceder treinta
y seis días de permiso en segundo grado y cuarenta y ocho en ter-
cer grado, en menores se pueden conceder cuarenta días en interna-
miento semiabierto y sesenta en abierto.

11.5. Régimen disciplinario


La regulación del régimen disciplinario es mucho más flexible
en menores que en adultos ya que además de que todas las sancio-
nes se pueden dejar sin efecto o suspender, se ha dado entrada a la
mediación. Sin embargo el órgano competente para imponer sancio-
nes puede ser unipersonal, mientras que en adultos siempre es co-
lectivo. La contradicción actual entre las leyes de las Comunidades
Autónomas y el Reglamento de Menores en materia disciplinaria ha
de corregirse para evitar desajustes normativos.
En las infracciones disciplinarias también se observan algunas
diferencias ya que conductas como instigar a otros reclusos a moti-
nes, plantes o desordenes colectivos o el abuso de bebidas alcohóli-
232 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

cas, drogas tóxicas, sustancias psicotrópicas o estupefacientes son


consideradas como falta grave en el art. 19 del RP de 1981 (vigente
en los arts.108 a 111) y sin embargo son consideradas falta muy gra-
ve en el art. 62 c) y g) respectivamente del Reglamento de Menores.
Lamentablemente en el caso de las sanciones las semejanzas no
son positivas ya que reflejan un carácter excesivamente punitivo y
poco educativo.

11.6. Alternativas a la privación de libertad


Teniendo en cuenta que lo que en menores es una sustitución de
medida realizada por el propio Juez, en adultos sería un cambio en el
régimen de cumplimiento decidido por los órganos penitenciarios de
una condena judicial, en el régimen de cumplimiento más restrictivo
hay diferencias importantes ya mientras que el art. 10.1 b) LORRPM
sólo permite sustituir o suspender el internamiento cerrado trans-
currido el primer año de internamiento en los casos de extrema gra-
vedad de los previstos en el art. 9.2, y una vez cumplida la mitad del
internamiento cerrado en los casos previstos en el art. 10.2, en adultos
el régimen cerrado no tiene ninguna limitación mínima de duración.
Además, el paso a un régimen semiabierto como es el tercer gra-
do es más flexible ya que sólo exige cumplir la mitad de la condena
(periodo de seguridad) antes de acceder al tercer grado en las penas
de más de cinco años de prisión, e incluso permitiendo al Juez de
Vigilancia la no exigencia de este periodo en función del pronóstico
favorable e individualizado de reinserción social, de las circunstan-
cias personales del reo y evolución del tratamiento resocializador,
por ello se debería permitir algo similar en menores valorando su
evolución en el centro para no incumplir el mandato de que la condi-
ción de menor no suponga la reducción de garantías. En las penas de
prisión de menos de cinco años de prisión los adultos pueden pasar
al tercer grado cuando transcurra un tiempo de estudio suficiente y
si no han cumplido siquiera una cuarta parte de la condena, si son
especialmente favorables los criterios de historial delictiva e inte-
gración social del penado, art. 104.4 RP.
El distinto tratamiento se puede comprobar en un supuesto con-
creto:
Una condena de diez años de prisión por homicidio impuesta a un
adulto tras la reforma de 2003 permite la clasificación en cualquier
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 233

grado en atención a las variables recogidas por la legislación peni-


tenciaria, con la necesidad de cumplir cinco años de condena antes de
poder ser clasificado en tercer grado, salvo que el Juez de Vigilancia
disponga lo contrario, y tres cuartas partes de la condena antes de
obtener la libertad condicional, pero en ningún caso se obliga a una
clasificación inicial en primer grado. De esta manera si fuere conde-
nado a diez años de prisión a los cinco años podría pasar al régimen
abierto, o incluso antes si el Juez de Vigilancia penitenciaria así lo
dispusiera por la buena evolución del interno y siempre que hubiere
hecho frente a la responsabilidad civil derivada del delito.
El mismo delito cometido por un menor con dieciséis años cum-
plidos dará lugar a un internamiento cerrado de uno a ocho años de
duración seguidos de una libertad vigilada de hasta cinco más, sin
embargo no podrá pasar a un internamiento abierto o semiabierto
ni a una medida distinta hasta que no cumpla la mitad de la dura-
ción del internamiento cerrado, en el peor de los casos hasta que no
pasen cuatro años, con lo cual como se puede apreciar es mucho más
rígido el sistema de menores que el de adultos en el paso al régimen
abierto, e incluso en la libertad condicional.
En segundo lugar habría que comparar ya en general las figuras
concretas de sustitución y suspensión del internamiento en menores
de las penas en adultos, observando como diferencias que mientras
en adultos sólo se permite la sustitución de la pena de prisión hasta
un año o dos excepcionalmente por pena de multa o de trabajo en
beneficio de la comunidad en la misma sentencia o después por auto
motivado pero siempre antes de la ejecución con la exigencia de de-
terminados requisitos y la posibilidad de imponer reglas de conducta,
en menores se puede sustituir cualquier medida por otra por tiempo
igual o inferior en cualquier momento del procedimiento, sin más re-
quisitos que redundar en interés del menor y expresar suficientemen-
te el reproche educativo. En cuanto a la suspensión, coinciden adultos
y menores de edad en la duración de las sanciones susceptibles de ser
suspendidas, aquellas que no superen dos años, pero difieren en la cla-
se de sanciones susceptibles de suspensión, en adultos las privativas
de libertad, en menores todas y en la duración del plazo de suspensión
en menores dos años, en adultos de dos a cinco años.
Por todo ello en general las figuras alternativas en menores son
más flexibles en su aprobación ya que no excluyen a los menores
con condenas anteriores ni contienen limitaciones ya que cualquier
234 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

medida puede ser objeto de modificación, reducción, sustitución o


suspensión, sin embargo son más exigentes en sus condiciones segu-
ramente por el peso de su contenido educativo y no sólo de excarce-
lación o salida del centro anticipada.

11.7. Conclusiones
El sistema de medidas en el Derecho Penal juvenil presenta algu-
nas ventajas destacables como la unión en una sola norma de los as-
pectos sustantivos, procesales y penitenciarios lo que facilita mucho
su estudio y aplicación, y su vocación de perseguir prioritariamente
el interés del menor como los demuestra la ausencia de la rigidez
propia de las normas penales de adultos, característica enturbiada
inicialmente por las reformas de la DA 4ª y posteriormente por la
Ley 8/ 2006 que se inclinan claramente hacia un Derecho sanciona-
dor más retributivo que educativo.
Entre los inconvenientes más importantes se puede destacar que se
echa en falta una mayor atención de la Ley hacia los contenidos de las
medidas que se han dejado al Reglamento, un exceso de importación de
figuras penales no siempre compatibles con la especificidad del Derecho
de menores y demasiadas excepciones al tratamiento específico cuando
el límite de los dieciocho años no debería admitir ninguna.
El compromiso adquirido por el Gobierno en la DA Sexta de la
LORRPM introducida por la DF 2ª de la 15/2003 de 25 de Noviembre
para sancionar con más firmeza los hechos de especial gravedad con
la posibilidad de prolongar los internamientos, de reforzar las medi-
das de seguridad de los centros y trasladar su cumplimiento a cen-
tros penitenciarios a partir de la mayoría de edad, se materializó con
la Ley 8/2006 de 4 de Diciembre que ha seguido tal orientación endu-
recedora. Dicha reforma deja al Derecho de menores con un futuro
incierto ya que generaliza figuras de adultos bajo la orientación de
prevención general y retribución, perdiendo con ello la idea nuclear
de la LORRPM de abogar por el interés prioritario de menor como
claro exponente de prevención especial.
Por todo lo expuesto la naturaleza penal de la responsabilidad del
menor, no tiene porque tener un enfoque represivo, pero sí punitivo
como respuesta a la comisión de hechos delictivos, siempre que su
finalidad sea estrictamente educativa y se dote de garantías a toda
restricción de derechos sobre el menor.
BIBLIOGRAFÍA

Abel Souto, M. “Las medidas del nuevo Derecho Penal juvenil”. Actualidad
Penal nº 6 2002.
Abel Souto, M. Internamientos penales de menores en la Ley Orgánica
5/2000 y su reglamento de 30 de Junio de 2004. Anuario de Derecho
Penal y Ciencias Penales vol. LVII 2004.
Almazán Serrano, A./Izquierdo Carbonero, F.J. Derecho Penal de menores.
Barcelona 2004.
Bello Tena, J.M. “El papel de los centros de menores en la aplicación de las
medidas judiciales de internamiento: cumplimiento de penas e integra-
ción social”, en La responsabilidad de los menores: entre la sanción pe-
nal y la intervención educativa”. Tomo II UIMP Comunidad Valenciana.
Valencia 2003.
Boldova Pasamar, M.A. (coord.) El nuevo Derecho penal juvenil español
Zaragoza 2002.
Bueno Arus, F. “Conexión entre la jurisdicción de vigilancia penitenciaria
y la jurisdicción de menores” Derecho Penitenciario II Cuadernos de
Derecho Judicial Madrid 2004.
Caño Paños, M.A. El futuro del Derecho Penal juvenil europeo. Un estudio
comparado de Derecho penal juvenil en Alemania y España Barcelona
2006.
Cappelaere, G./ Grandjean, A. Niños privados de libertad. Derechos y reali-
dades Madrid 2000.
Cervelló Donderis, V. Derecho Penitenciario 2ª Ed. Valencia 2006.
Circular FGE 1/2000 de 18 de Diciembre relativa a los criterios de aplica-
ción de la L.O.5/2000 de 12 de Enero por la que se regula la responsabi-
lidad penal de los menores.
Circular FGE 2/2001 de 28 de Junio sobre la incidencia de las Leyes 7 y
9/2000 de 22 de Diciembre en el ámbito de la jurisdicción de menores.
Circular FGE 1/2007 de 23 de Noviembre sobre criterios interpretativos
tras la reforma de la legislación penal de menores de 2006.
Conde Pumpido, C. Ley de la responsabilidad penal de los menores. Doctrina
con jurisprudencia y normativa complementaria. Madrid 2001.
CGPJ Informe al Anteproyecto de ley por el que se modifica la Ley Orgánica
5/2000 de 12 de Enero reguladora de la responsabilidad penal de los
menores (16/12/2005).
236 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Cruz Márquez, B. La medida de internamiento y sus alternativas en el


Derecho penal juvenil. Madrid 2007.
Cruz Márquez, B. Educación y prevención en el Derecho Penal de menores.
Madrid 2006.
Cuello Contreras, J. El nuevo Derecho penal de menores. Madrid 2000.
De la Cuesta, J.L. “La ejecución de las medidas” en Justicia de menores:
una justicia mayor. Comentarios a la LORRPM Manuales de formación
contínua nº 9 CGPJ Madrid 2000.
De la Cuesta, J.L. “La ejecución de las medidas” en Menores. Responsabilidad
penal y atención psicosocial. Coord. L.R. Ruíz Rodríguez-J.I. Navarro
Guzmán. Valencia 2004.
De la Cuesta, J.L. “¿Es posible un modelo compartido de reeducación y rein-
serción en el ámbito europeo?” Revista electrónica de Ciencia Penal y
Criminología nº 10 Agosto 2008.
De la Rosa Cortina, J.M. “Novedades en el sistema de justicia juvenil sobre
las medidas imponibles y sus reglas de determinación” La Ley penal nº
36, 2007.
De Urbano Castrillo, E. / De la Rosa Cortina, J.M. La responsabilidad penal
de los menores. 1ª Ed. Navarra 2007.
Defensor del Pueblo. Informe sobre el primer año de vigencia de la LORRPM.
Septiembre 2002.
Díaz Maroto, J. (Dtor), Feijoo Sánchez, B., Pozuelo Pérez, L. Comentarios a
la LORRPM Navarra 2008.
Dolz Lago, M.J. Comentarios a la legislación penal de menores Valencia
2007.
Dunkel, F./Van Zyl Smit “Implementación del encarcelamiento juvenil y
Derecho Constitucional en Alemania” Procesos de infracción de normas
y de reacción a la infracción de normas: dos tradiciones criminológicas
Nuevos estudios en Homenaje al Prof. Serrano Gómez Madrid 2008.
Fofani “Situación actual del derecho de menores en Italia” Revista Penal nº
5, 2000.
Garrido, V./López, E./Silva, T./López MªJ./Molina P. El modelo de competen-
cia social de los menores. Como predecir y evaluar para la intervención
educativa Valencia 2006.
Gómez Rivero, MªC. “La nueva responsabilidad penal del menor: las leyes
orgánicas 5/2000 y 7/2000”. Revista Penal. La Ley, Enero 2002, nº 9.
Gómez Rivero, MªC. (coord.) Comentarios a la ley penal del menor. Madrid
2007.
MEDIDA DE INTERNAMIENTO EN EL DERECHO PENAL ... 237

González Cussac, J.L./. Cuerda Arnau, MªL. (coord.) Estudios sobre la res-
ponsabilidad penal del menor Barcelona 2006.
González Cussac, J.L/Tamarit Sumalla, J.M./Gómez Colomer, J.L. (coords.)
Justicia penal de menores y jóvenes (Análisis sustantivo y procesal de la
nueva regulación. Valencia 2002.
Guinarte Cabada, G. “Algunas consideraciones sobre la ejecución de
las medidas previstas en la Ley penal del menor” Estudios Penales y
Criminológicos XXIV 2004.
Jorge Barreiro, A./Feijoo Sánchez, B. (eds) Nuevo Derecho Penal juvenil: una
perspectiva interdisciplinar ¿Qué hacer con los menores delincuentes?
Barcelona 2008.
Landrove Díaz, G. Introducción al Derecho Penal de menores 2ª Ed. Valencia
2007.
Larissa, S. Il Diritto Penale dei minori. Evoluzione e rischi di involuzione
Padua 2005.
Lázaro. I. (coord.) Los menores en el Derecho español. Madrid 2002.
López López, A.M. La Ley Penal del Menor y el Reglamento de aplicación.
Comentarios, concordancias y Jurisprudencia. Granada 2007
Mapelli Caffarena, B./González Cano, I./ Aguado, T. Comentarios a la L.O.
5/2000 de 12 de Enero reguladora de la responsabilidad penal de los
menores Sevilla 2002.
Mapelli Caffarena, B. “Reglas especiales para la ejecución de las medidas
privativas de libertad” Menores. Responsabilidad penal y atención psico-
social. Coord. L.R. Ruíz Rodríguez-J.I. Navarro Guzmán. Valencia 2004
Nieto García, L.C. “La LORRPM. Valoración de las reformas y en especial
de la reciente L.O.8/2006 de 4 de Diciembre” Derecho Penitenciario: in-
cidencia de las nuevas modificaciones. Cuadernos de Derecho Judicial
XXII 2006.
Nistal Burón J “.El cumplimiento en Centros penitenciarios de la medida de
internamiento impuesta a los menores infractores al alcanzar la mayo-
ría de edad. Problemática jurídica” Diario La Ley Nº 6664, Año XXVIII,
5 Mar. 2007.
Ornosa Fernández, MªR. Derecho Penal de menores 3ª Ed. Barcelona 2005.
Ortiz González, L. “La figura del Defensor del Pueblo y actuaciones con las
personas privadas de libertad”. Cuadernos de Derecho Judicial XXII
2006 Derecho Penitenciario: incidencia de las nuevas modificaciones.
Pares i Gallés, R. “La ejecución de medidas” Justicia de menores: una justi-
cia mayor. Comentarios a la LORRPM Manuales de formación contínua
nº 9 CGPJ Madrid 2000.
238 VICENTA CERVELLÓ DONDERIS

Pérez Machío, A.I. El tratamiento jurídico-penal de los menores infractores


L.O:8/2006 Valencia 2007.
Polo Rodríguez, J.J./Huélamo Buendía, A.J. La nueva ley penal del menor.
3ª Ed. Madrid 2007.
Solá Reche, E./Hernández Plasencia, U./Flores Mendoza, F./García Medina,
P. (Eds) Derecho penal y psicología del menor. Granada 2007.
Varela Gómez, B. “Desistimiento y sobreseimiento en el procedimiento penal
de menores (art. 18 y 19 LORRPM)” Estudios penales y criminológicos
XXVI Universidad de Santiago de Compostela.
Vázquez González, C./Serrano Tárrega, M.D. (Ed.) Derecho Penal Juvenil 2ª
Ed. Madrid 2007.
Ventura Faci, R./Pélaez Pérez, V. Ley Orgánica Reguladora de la
Responsabilidad Penal de los Menores. Comentarios y Jurisprudencia 2ª
Ed. Madrid 2007.
Viana Ballester, C.- Martínez Garay, C. “El reglamento de la LORRPM” en
Estudios sobre la responsabilidad penal del menor. González Cussac,
J.L./. Cuerda Arnau, MªL. (coords.) Barcelona 2006.
Villameriel, L.P. “El desarrollo reglamentario de la LORRPM” La responsa-
bilidad de los menores: entre la sanción penal y la intervención educati-
va”. Tomo V UIMP Comunidad Valenciana. Valencia 2003.
VVAA Monográfico Derecho Penal del menor La Ley Penal nº 18 Julio-Agosto
2005.
VVAA La responsabilidad penal de los menores: aspectos sustantivos y pro-
cesales. Cuadernos de Derecho Judicial III 2001.
VVAA Menores privados de libertad. Cuadernos de Derecho Judicial. Madrid
1996.
VVAA Justicia de menores: una justicia mayor. Comentarios a la LORRPM
Manuales de formación contínua nº 9 CGPJ Madrid 2000.
VVAA Menores. Responsabilidad penal y atención psicosocial. Coord. L.R.
Ruíz Rodríguez-J.I. Navarro Guzmán. Valencia 2004.
VVAA Legislación de menores en el S. XXI: análisis de derecho comparado.
Estudios de Derecho Judicial nº 18, CGPJ 1999.
VVAA La ley de responsabilidad penal del menor: situación actual. Cuadernos
de Derecho Judicial XXV, (Dtor. F. Pantoja García) 2005.

También podría gustarte