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Biblio 3W 

REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA


Y CIENCIAS SOCIALES 
(Serie  documental de Geo Crítica) 
Universidad de Barcelona  
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98  
Vol. XIII, nº 796, 15 de septiembre de 2008

ALTERNATIVA METODOLÓGICA A LA GEOPOLÍTICA DE LAS 


REPRESENTACIONES DEL MAPA MUNDIAL

Alfonso Luis Feijóo González


Geógrafo experto en Relaciones Internacionales
feixoo@yahoo.es

Alternativa metodológica a la Geopolítica de las representaciones del


mapa mundial (Resumen)

Las representaciones geopolíticas han sido, con frecuencia, objeto de


manipulación al servicio del imaginario nacional de un Estado para justificar
políticas exteriores, a menudo, agresivas. Este artículo propone un método de
análisis geopolítico alternativo a la Geopolítica al servicio del poder
establecido para, a continuación, aplicarlo a la estrategia de seguridad del
2002 de Estados Unidos. Aunque, no se quiere limitar al análisis discursivo ya
que reclama una representación geopolítica que sea más fiel a la realidad.

Palabras clave: Geopolítica, Geopolítica Crítica, imagen


geopolítica, imaginaciones geopolíticas, realidad construida, The National
Security Strategy of the United States September 2002. 

Methodological alternative to the Geopolitics of the representations of the


world map (Abstract)

Geopolitical representations have been frequently target of manipulation


serving the state's national imaginary in order to justify, quite often,
aggressive foreign policies. This article proposes a geopolitical method of
analysis alternative to the Geopolitics serving the established power, and,
afterwards, applies it to the United States national security strategy of 2002.
However, there is no intention to limit it to a discursive analysis as it demands
and briefly proposes a more based on reality geopolitical representation.
Key words: Geopolitics, Critical Geopolitics, geopolitical image, geopolitical
imaginations, built reality, The National Security Strategy of the United
States September 2002.

“El mundo ya no funciona en realidad de esa manera. Ahora somos un


imperio, prosiguió, y cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad. Y
mientras ustedes estudian esa realidad juiciosamente, como desean hacerlo,
nosotros volvemos a actuar y creamos otras realidades nuevas, que ustedes
también pueden estudiar; y así es como pasan las cosas. Nosotros somos los
actores de la historia. (...) Y a ustedes, a todos ustedes, no les queda otra
cosa que estudiar lo que nosotros hacemos” Karl Rove a Ron Suskind (2004
citado en Salmon 2007).

Las representaciones del mapa geopolítico mundial son una herramienta que
con frecuencia ha sido utilizada para reflejar espacialmente la articulación del
sistema internacional desde la perspectiva de una o varias potencias. Éste ha
sido uno de los usos que se le ha asignado a la Geografía Política y, más
concretamente, a la Geopolítica. Función, que hizo de ésta un instrumento o
un medio para justificar fines y políticas, aunque se disfrazara
de cientificismos. Es decir, una disciplina al servicio del poder. Pues, estas
representaciones no iban más allá de una recreación del mundo puesta al
servicio del imaginario nacional de un Estado para justificar de cara al
público, políticas exteriores, a menudo, agresivas. Esta perversión de la
Geopolítica impidió durante mucho tiempo que esta sub-disciplina y la
Geografía Política en su conjunto madurasen. Así, fue más un instrumento
manipulado que una herramienta útil para entender las interrelaciones
espaciales políticas. Manipulación de la que no está exenta en la actualidad,
como pone en evidencia el mapa de la reconfiguración del orden mundial del
choque de civilizaciones de Samuel P. Huntington (1997)[1].

Las representaciones geopolíticas se pueden clasificar en tres tipos en función


de la relación entre la realidad y la abstracción:

- Imagen Geopolítica: Abstracción geopolítica objetiva de la realidad;

- Imaginaciones Geopolíticas: Abstracción geopolítica subjetiva de la


realidad; y

- Realidad Construida: Abstracción geopolítica aparentemente tomada de la


realidad pero que, por el contrario, pretende que la realidad se parezca a la
abstracción y no a la inversa.  
Este artículo propone un método de análisis geopolítico alternativo a la
manipulación de la Geopolítica como herramienta de representación al
servicio del poder establecido para, a continuación, aplicarlo a la estrategia de
seguridad de Estados Unidos del 2002[2].

A tal fin, se introducen, en primer lugar, la Geopolítica Crítica como respuesta


a las corrientes que buscan dominar el espacio. A continuación, la
consiguiente propuesta metodológica de análisis de las representaciones
geopolíticas del mapa mundial. Finalmente, se aplica esta metodología a la
estrategia de seguridad de Estados Unidos del 2002 para comprobar si este
documento es una fiel representación del sistema internacional o, por el
contrario, una representación imaginaria de la realidad espacial.

La Geopolítica Crítica como repuesta a las corrientes de pensamiento en


Geografía Política que buscan dominar el espacio

A grandes rasgos, existen dos grandes corrientes en Geografía Política[3]. Una


primera corriente, que busca dominar el espacio, agruparía a la Geografía
Política Clásica[4] y Neoclásica[5], responde, bien a un carácter
pretendidamente determinista, aunque muchas veces esté muy ideologizado,
que considera que la Geografía es un factor inmutable y del que no se puede
escapar, bien a un carácter pretendidamente positivista, o ambos a la vez. En
el contexto de la post-Guerra Fría se le ha unido planteamientos
conservadores que recurren también a la Geopolítica, consciente o
inconscientemente, para elaborar un discurso totalmente ideologizado con el
propósito de justificar enfoques de la política exterior o visiones de la realidad
internacional en función de los intereses de los EE.UU. Destacando los
planteamientos Neoconservadores (PNAC 2008)[6] y el modelo del choque de
civilizaciones de Huntington (1997)[7]. La segunda gran corriente, busca
denunciar los mecanismos de dominio espacial y engloba a las otras
Geografías Políticas que llamaremos alternativas entre las que destacarían las
Geografías Políticas próximas al marxismo[8] y el enfoque posmodernista de
la Geopolítica Crítica[9]. Contrapuestas a las anteriores, ya que se acercan a la
relación entre el espacio y la Geografía desde una perspectiva crítica, empírica
o no, que denuncia su utilización con fines partidistas, bien para justificar
políticas exteriores agresivas, bien para implementar estrategias de dominio
económico y/o político de unos Estados y/o empresas sobre territorios,
poblaciones o Estados más débiles a los que terminan haciendo dependientes.
A su vez, estas dos corrientes se encuentran retadas por discursos de corte
neoliberal, que al abrigo de las nuevas tecnologías llegan a considerar
irrelevante el factor geográfico[10].

La mayor parte de los supuestos análisis y mapas geopolíticos de la realidad


internacional no dejan de ser otra cosa que construcciones mentales del
sistema internacional que no van más allá de meras manipulaciones
espaciales. Manipulaciones que están en gran medida al servicio de las
políticas exteriores de los estados, pero que son especialmente importantes
cuando estas políticas exteriores son de países con pretensiones de potencia ya
sea regional o global. Las visiones geopolíticas, la mayoría de ellas
pretendidamente realistas, son simples construcciones mentales de la realidad
internacional al servicio de los intereses de una potencia concreta o de una
percepción ideológica del signo que fuere.

Las representaciones geopolíticas más representativas son: el muy influyente


modelo Heartland – Land of Outer or Insular Crescent de Halford Mackinder
(1904; 1919; y 1943) que pretendía contribuir a la hegemonía del Imperio
Británico; el modelo de las Pan-Regiones de Karl Haushofer (1986 y 1998) al
servicio del expansionismo nazi; el mapa geopolítico sistémico y jerárquico al
servicio de la política exterior estadounidense de la Guerra Fría de
las regiones geoestratégicas, regiones geopolíticas y cinturones de
quiebra elaborado y reelaborado  por Saul B. Cohen (1980; 1982; 1991; 1999;
y 2003) durante décadas y al que, tras la Guerra Fría, incluye las Compression
Zones y Gateways Regions; el modelo de tablero de ajedrez articulado
entorno a los jugadores geopolíticos activos y los pivotes geopolíticos para la
preservación de la hegemonía estadounidense de Zbigniew Brzezinski (1998);
y, el anteriormente citado, enfoque cultural del choque de civilizaciones entre
la Civilización Occidental y las no Occidentales con el que Huntington (1997)
busca aconsejar a los EE.UU y sus aliados Occidentales como sobrevivir
frente a las tensiones civilizatorias y que ha sido visto por algunos como el
escenario geopolítico surgido tras los atentados del 11 de septiembre de 2001
(11-S)[11]. 

Estos discursos geopolíticos deforman a la Geopolítica hasta convertirla en


una mera arenga al servicio del poder dominante. Reflejan no tanto una
realidad geopolítica como una representación fruto de la imaginación
geopolítica. Es decir, elaboran un escenario pretendidamente real pero que, en
realidad, sólo responde a las percepciones que el poder político y económico
de sus respectivos países tiene del mundo para, en cierto modo, legitimar o
justificar políticas exteriores y procesos de toma de decisión. Legitimación
que buscan con el argumento de su pretendida objetividad científica y de una
visión determinista del mundo. Aunque reclaman que utilizan diferentes
variables, incluso cuantificables estadísticamente, en realidad la única variable
que utilizan es la variable independiente “amenaza” a la que califican con
diferentes adjetivos y los adjudican a diferentes actores internacionales.
Variable, que unas veces responde a conceptos existentes pero que, otras
veces, en función de la sutileza fruto de la presión de lo políticamente
correcto, se ocultan mediante las actualizaciones de dichos conceptos. Así, por
ejemplo, el caso del término “choque de civilizaciones” con el que Huntington
(Ibid) moderniza el concepto de racismo en el contexto de las alteraciones de
escalas provocadas por la Revolución de las Tecnologías de la Información y
la Comunicación (TICS)[12].

En definitiva, muchas veces la pretensión, más que la representación


de imaginaciones geopolíticas, es la elaboración de realidades construidas en
las que se pretende que la realidad se parezca a la descripción y no a la inversa
con todos los riesgos que conlleva[13]. De esto se deduce que es más
interesante comprender el mecanismo por el que se construyen los escenarios
geopolíticos que el escenario en sí.

La insatisfacción ante las corrientes de pensamiento que buscan dominar el


espacio, el contexto político internacional surgido tras el 11-S, y la
preponderancia de una visión y un discurso geopolítico ideologizado y, en
cierta medida, dirigido por el pensamiento neoconservador reclaman la
necesidad de denunciar esta deformación de la realidad geopolítica
internacional. Por consiguiente, frente a las imaginaciones geopolíticas y
las realidades construidas de la Geopolítica Clásica y Neoclásica y las
grandes narrativas de los planteamientos próximos al marxismo, el
planteamiento metodológico a utilizar será propio de la Geopolítica Crítica
porque es, quizá, la corriente que mejor combate los discursos que buscan
dominar el espacio y los que, por el contrario, afirman la irrelevancia del
espacio y la Geografía gracias a la Revolución de las TICS.

La Geopolítica Crítica[14], al igual que la Geografía Política de los análisis de


los sistemas-mundo, ha supuesto una verdadera renovación de la Geografía
Política que ha ampliado los horizontes de la disciplina. Esta corriente surge
desde el postmodernismo por la insatisfacción que produce la práctica
tradicional dominada por grandes discursos sometidos a las rigideces
paradigmáticas de la Geografía Política Neoclásica y de las próximas al
marxismo. Esta propuesta alternativa pretende replantear la Geopolítica
mediante el desenmascaramiento crítico del discurso geopolítico dominante,
generalmente elaborado por intelectuales que buscan servir a sus respectivos
gobiernos, y que no se puede separar de los planos políticos e ideológícos (Ó
Tuathail y Agnew 1992, p. 191-193; Nogué Font y Vicente Rufí 2001, p. 8; y
Agnew 2005, p. 8). Este enfoque argumenta que la Geopolítica debe ser vista
como “the study of the spatialization of international politics by core powers
and hegemonic states” (Ó Tuathail y Agnew 1992, p. 192). Es decir, estudio
llevado a cabo por el razonamiento geopolítico en tanto que busca
aproximarse a la Geopolítica discursivamente a través del análisis de “socio-
cultural resources and rules by which geographies of international politics get
written”(Ibid, p. 193). Agnew (2005, p. 6) y Ó Tuathail (1996, p. 18) 
prefieren referirse a la Geopolítica como geo-política para diferenciarlo de
cómo ha sido descrita tradicionalmente, ya que proponen una visión crítica a
través del análisis del discurso y, así, desenmascarar las prácticas geopolíticas.
Concretamente el término geo-política lo define Ó Tuathail (Ibid, p. 18) como
“the politics of writing global space”. Por lo tanto, el método de la Geopolítica
Crítica consiste en estudiar críticamente el razonamiento geopolítico mediante
el análisis y la deconstrucción del discurso de las representaciones espaciales
del mundo por parte de las prácticas geopolíticas dominantes de las élites de
las grandes potencias.

Propuesta metodológica alternativa: El mecanismo de análisis de los


procesos de dominación espacial

Las representaciones intrumentalizadas del mapa geopolítico mundial son


generalmente, bien recreaciones imaginarias de la realidad espacial,
bien realidades construidas o una mezcla de ambas. Sin negar la posibilidad
de construir mapas geopolíticos objetivos, la experiencia demuestra que
muchas veces el fin no era la abstracción de la realidad o su simplificación
para poder entender fenómenos complejos y amplios por su amplitud, como es
el sistema internacional en su conjunto. Acaso, más bien, reflejar en un mapa
el imaginario del esquema mental que un Estado tiene del resto del sistema
internacional o de cómo le gustaría que fuese alimentado por sus fobias y
aspiraciones de poder. Muchas veces claramente tergiversado por estar
sustentado en parámetros de sesgo ideológico. El discurso del imaginario
geopolítico de las élites gobernantes no sólo es una abstracción, sino que, a
menudo, busca el camino inverso al pretender que lo descrito se convierta en
la realidad. Es decir, se convierta no ya en una imaginación geopolítica, sino
en una realidad construida. Esto ha provocado con frecuencia, por una parte,
la inutilidad de estos modelos por su carencia de rigor, especialmente cierto
cuando la representación geopolítica es distorsionada por interpretaciones que
pretenden que se ajuste a un corpus ideológico. Por otra parte, y, ahí reside su
perversa utilidad, modelos que con frecuencia pretenden que la realidad se
parezca a su propuesta con los peligros que esto puede conllevar. Sin
embargo, para poder comprender la articulación espacial de una política
exterior es necesario conocer cuál es la representación geopolítica que un
Estado tiene del conjunto del sistema internacional y el imaginario sobre el
que se sustenta para poder revelar los mecanismos de su funcionamiento e
interpretarlos. De ahí, que la herramienta idónea para llevar a cabo una
respuesta que busque desenmascarar esta visión y discurso geopolítico se
encuentre en la Geopolítica Crítica. Al menos, como punto de partida.

Los principios que sustentan esta propuesta metodológica parten inicialmente


de la concepción de Geopolítica Crítica de Ó Tuathail y Agnew[15].  Ésto es,
entender a la Geopolítica en términos discursivos como resultado de la
relación entre el poder y el conocimiento para revelar los mecanismos y el
significado espacial de la política exterior de las grandes potencias, aunque no
exclusivamente (Ó Tuathail y Agnew 1992, p. 190-195 y Ó Tuathail 1996, p.
10).
Una de las formas de poder descubrir estos mecanismos y su funcionamiento
es aproximarse a través de lo que Routledge (2003) denomina Anti-
geopolitics[16] y, en concreto, uno de sus enfoques, el que Edward Said
(2003, p. 81-109) llama la “geografía imaginaria y sus representaciones” que
unido al concepto de terrae incognitae[17] (Nogué Font y Vicente Rufí 2001,
p. 111-153) permiten comprender como los estados y muchos geógrafos
políticos han elaborado la representación del sistema internacional. Por tanto,
el análisis que pretenda interpretar las representaciones del mapa geopolítico
mundial de un Estado concreto y sus mecanismos debe centrarse, como señala
Routledge (2003, p. 236-237), en los retos económicos y militares, a los que
añadimos políticos, tal como los percibe dicho Estado en cuestión y,
especialmente, en revelar los intereses geopolíticos que le han llevado a
escoger un tipo particular de representación espacial del sistema internacional.
A la vez que se hace este ejercicio, se analiza la proporción que tiene
de imagen geopolítica, imaginación geopolítica, y de realidad construida.

Revelados estos sistemas de representación, a continuación, es necesario


interpretarlos a  través de la geografía imaginaria que los sustenta (Said 2003,
p. 81-109). Said (Ibid, p. 87) denuncia que el convencionalismo perverso de la
Geografía imaginaria es una simple construcción mental que pretende
diferenciar entre “un espacio familiar que es <<nuestro>> y un espacio no
familiar que es el <<suyo>>”. Diferenciación que al esforzarse en construir el
espacio del “Otro” más allá de nuestras fronteras se basa únicamente en
demostrar la superioridad de “Nosotros” frente a “Ellos” y pretender que esas
nuevas realidades inferiores son conocidas de antemano (Ibid, p. 91-92). Las
representaciones geopolíticas continuamente se van construyendo sobre el
imaginario de previas representaciones que han servido para justificar
discursos geopolíticos, a menudo imperialistas, en los que se ve al otro como
inferior o como amenaza (Ibid, p. 103-104). Esta es la función de la geografía
imaginaria. Es decir, construir sistemas de representación cerrados, que
parafraseando a Said (Ibid, p. 108) tratan de describir a los otros estados como
algo extraño e incorporarlos esquemáticamente a un escenario teatral cuyo
público, director y actores pertenecen al Estado que busca representar al resto
del mundo con respecto a él. 

Estas representaciones geopolíticas trazan una línea divisoria entre lo


importante, incluidos espacios dominados y planificados, y lo irrelevante,
entre lo conocido y las terrae incognitae (Nogué Font y Vicente Rufí 2001, p.
152-153). Estas dicotomías responden más a intereses que a realidades
geográficas. Sin embargo, el “Otro” calificado como conocido, resulta, en
realidad, muchas veces desconocido, porque la descripción responde más a lo
que mueve al que lo califica, que a su verdadera personalidad. En otras
palabras, responde más a una imagen falsa para poder justificar actitudes
políticas que buscan el control de esos espacios que se escapan de su área de
influencia o dominio. El paso previo es la calificación y clasificación de esos
espacios. Por el contrario, el “Otro” cuando se le ignora y se reconoce
realmente su desconocimiento convirtiéndolo en una terrae incognitae puede
resultar contraproducente tanto para “Uno”, como para el “Otro”. Para el
primero, un desconocimiento de una realidad que se considera no relevante
puede verse redescubierta abruptamente porque la ignorancia puede generar
frustración en el “Otro” que puede derivar, incluso, en violencia. Para el
segundo, su irrelevancia motivada por razones económicas, etc. puede
profundizar esa progresiva desaparición del mapa del imaginario geopolítico
tras un descenso en la jerarquía del sistema internacional al abismo. Por
consiguiente, revelar el sistema de representación del mapa geopolítico
mundial de un determinado Estado debe reflejar el mecanismo que incluye
regiones conocidas, regiones que se creen conocidas pero que se desconocen,
aunque se les concede gran importancia geopolítica, regiones que van
paulatinamente cobrando importancia, regiones que, por el contrario, la van
perdiendo, y, por último, las terrae incognitae.

En síntesis, los mecanismos de análisis de los sistemas de representación


geopolíticos deben exponer la articulación del sistema internacional de un
determinado mapa geopolítico para, a continuación, revelar el mecanismo que
lo configura y, finalmente, interpretarlo. En esta tarea no se niega la
posibilidad de elaborar representaciones espaciales y escenarios geopolíticos
objetivos, pero sí revelar que en muchos casos, por no decir en la mayoría, son
meras manipulaciones de la realidad geográfica. Por consiguiente, no se
quiere limitar al análisis discursivo ya que se pretende a su vez proponer
representaciones geopolíticas alternativas que sean más fieles a la realidad y,
por tanto, más coherentes. Porque, en caso contrario, convertimos a
la Antigeopolítica  en un mero instrumento destructor de la Geopolítica como
subdisciplina que lleva al nihilismo de la denuncia sin buscar, al menos, la
contrapropuesta o la búsqueda honesta de la representación geopolítica a la
que hemos denominado imagen geopolítica.

La Representación y el Discurso de la Estrategia de Seguridad del 2002


de los EE.UU

Una vez elaborada una propuesta metodológica el paso siguiente es demostrar


su utilidad mediante su aplicación práctica. A tal fin, en las próximas líneas se
llevará a cabo un análisis de la representación geopolítica de The National
Security Strategy of the United States September 2002(NSS 2002) (The White
House 2002). La NSS 2002 es la estrategia de seguridad de la Presidencia de
George W. Bush y tuvo su vigencia del 2002 hasta 2006, año en que se hizo
su revisión cuatrienal[18]. Busca, por una parte, ser respuesta a la amenaza
terrorista, los estados canallas[19] y el riesgo de que ambos consigan y usen
Armas de Destrucción Masiva (ADM) y, por la otra, la preservación de la
hegemonía estadounidense. Parte del supuesto de que los atentados terroristas
del 11-S de Al-Qaeda contra los EE.UU han significado el fin de la transición
de la post-Guerra Fría y el inicio de una nueva etapa en la política exterior
estadounidense y mundial que implicaría la inauguración de un nuevo código
geopolítico[20] que quiere ser equivalente a lo que significó el código
geopolítico de la contención[21] durante la Guerra Fría.

El mapa geopolítico de la NSS 2002  estaría encabezado por los EE.UU como
potencia hegemónica y se clasifica en:

Tipología de Áreas Geográficas y Estados


Región
Geopolítica
Regiones - EE.UU y sus aliados:
Conocidas: - Occidentales: Europa, Canadá y Australia
- Asimilados : Japón y Corea del Sur

- Potencias rivales:
- Emergentes: especialmente China, aunque
también la India y, en menor medida,
Indonesia
- Decadentes: Rusia
Regiones que se - Mundo Islámico y Árabe: con especial
creen conocidas,
pero que se hincapié en el conflicto árabe (palestino)-
desconocen y se israelí
les concede gran
importancia - Estados canalla: Irak y Corea del Norte
geopolítica:
(curiosamente no cita a Irán, Siria y a Cuba)

- Estados ex-canalla: Afganistán
Regiones que Basculamiento hacia el Este: emergente papel
cobran de China, India y en menor medida Indonesia,
importancia: creciente importancia del espacio centro-
asiático  y del Mar Caspio,  y el reto del
mundo islámico y la Guerra contra el
Terrorismo

- Mundo islámico: incluido el conflicto


palestino-israelí y la Guerra contra el
Terrorismo entonces centrada en Afganistán

- Sur de Asia: India (potencial contrapeso de


China), Pakistán (rival de la India) e Indonesia
por su proximidad e importancia en la Guerra
contra el Terrorismo

- Asia Central y la región del Mar Caspio: por


sus recursos energéticos y situación
estratégica respecto a la Guerra contra el
Terrorismo

- Extremo Oriente: China, rival regional y con


importantes diferencias con los EE.UU,
incluido el conflicto sobre Taiwán. Actor
importante en la crisis de Corea del Norte
Regiones que - África donde la NSS 2002 se centra en los
pierden
importancia: más importantes:
- Sudáfrica, Nigeria, Kenya y Etiopía

- América donde las preocupaciones son los


cárteles de la droga y el terrorismo y países
prioritarios, los más importantes:
- Canadá, Brasil (emergente), México (vecino
del Sur), Chile (cada vez más estable), la
problemática Colombia (Estado quasi
fallido pero gran sintonía con su Presidente,
Álvaro Uribe) y la región andina por la
producción de drogas y la existencia de
Guerrillas
Terrae incognitae: - África Subsahariana y otras partes del
mundo en desarrollo

- Cuarto Mundo

- Desigualdad Norte--Sur

- Conflictos olvidados y estados fallidos

- Cambio climático

- Desplazamientos de población (Emigrantes,


desplazados, y   refugiados)

- Violación de Derechos Humanos y choque


socio-cultural
Cuadro 1. Clasificación de la Representación Geopolítica del Sistema
Internacional de la NSS 2002 (The White House 2002, p. 9-16 y 25-28). 
Elaboración propia inspirada en Feijóo (2006, p. 84-86).

En primer lugar, la NSS 2002 al decir:


“Throughout history, freedom has been threatened by war and terror; it has been challenged by the
clashing will of powerful states and the evil designs of tyrants; and it has been tested by widespread
poverty and disease. Today, humanity holds in its hands the opportunity to further freedom’s triumph
over all these foes. The United States welcomes our responsibility to lead in this great mission” (The
White House 2002, p. vi). Y “We must be prepared to stop rogue states and their terrorists clients before
they are able to threaten or use weapons of mass destruction against the United States and our allies and
friends” (Ibid,  p. 14).

Sintetiza la concepción geopolítica del mundo de la NSS 2002 que se


caracteriza, en líneas generales, por lo que Agnew y Ó Tuathail (1992, p. 197)
denominan oposiciones binarias y Agnew (2005, p. 26-37) Geografías
Binarias y que beben de la Geografía Imaginaria de Said (2003, p. 81-109).
Es decir, una concepción simplista, dual del mundo de clara inspiración
judeocristiana empeñada en dividir el mundo en “Nosotros” (EE.UU y los
Estados aliados y amigos), los buenos y con moral y los “Otros”
(tiranos, estados canallas y terroristas), los malos, calificados por nuestra
imaginación geopolítica de forma variable según nos interese. Concepción
dual que se había abandonado con el fin de la Guerra Fría, pero que siempre
ha estado presente en el imaginario de los EE.UU basándose en el
particularismo estadounidense inspirado en la Doctrina del Destino
Manifiesto[22]. Ésto, se refleja en una visión del mundo maniquea en donde
los EE.UU tienen el destino mesiánico de liderarlo y defenderlo frente a sus
enemigos. Durante la post-Guerra Fría, que va desde el colapso de la URSS en
1991 hasta el 11-S, este discurso dual u oposición binaria había perdido su
capacidad para explicar la realidad internacional de manera simplista porque
no tenía enemigo al que referirse. Esta falta de discurso geopolítico claro
cambia con el 11-S. Los EE.UU consiguen, como pone de manifiesto la NSS
2002, retomar el discurso dual y maniqueo gracias al descubrimiento del
terrorismo y los estados canalla como los enemigos a confrontar y eliminar. A
su vez, retomar la visión del  liderazgo de EE.UU de tintes mesiánicos propia
del citado Destino Manifiesto. La misión que busca justificar moralmente y
legitimar su búsqueda hegemónica es la misión democratizadora mediante la
promoción activa de la democracia que creen favorece sus intereses
nacionales, está presente en toda la NSS 2002. De la misma forma que
Castilla justificó su expansión colonial con la misión cristianizadora o Francia
su expansión colonial decimonónica mediante la mission civilizateur (Feijóo
2006, p. 104 y 158).

Esta visión dual de la NSS 2002 reconstruye un discurso, como se ha citado


anteriormente, muy en la línea del Orientalismo de Said (2003, p. 87), al
calificar y representar a “Nosotros” y nuestro territorio como ámbito
civilizado y con una mentalidad diferente que la definen como “libre” y
representante del bien frente al “Otro”, el enemigo, al que se define como
intolerante y representante del mal, que se simplifica sin matices a términos
similares al de bárbaros como tiranos, terroristas, estados canalla, etc. Se
adjudican estos conceptos duales, metafóricos, sin realmente, preguntarse si
realmente, “Nosotros” somos completamente los civilizados y las victimas y
los “Otros” son sólo los bárbaros, tiranos contrarios a la civilización y
amenazantes. Lo que es más, no se hace en la NSS 2002 un análisis de las
fuentes del conflicto que dicen enfrentar, sino, más bien, hacer
extrapolaciones. En definitiva, se busca la legitimación de nuestra
representación geopolítica en la demonización del contrario para que la tarea
de salvación en términos evangélicos sea justificable. La elección de quién es
el “Otro” como amenaza enemiga no es inocente, pues se pretende construir
una representación del “Otro” que satisfaga nuestros deseos y, no tanto, ser
reflejo de la realidad ya que así se justifica los medios para alcanzar el fin
último que es su dominación y satisfacer las necesidades belicosas del
complejo militar industrial estadounidense. Sin embargo, muchas veces, estas
representaciones ocultan que, con frecuencia, son reversibles al descubrir que
las argumentaciones pueden ser descritas en sentido inverso, como pone de
manifiesto la presentación de Irak como un Estado Canalla que con ADM 
era una amenaza para el mundo para justificar su invasión y que luego se
demostró que no era tal y confirmó la ilegalidad de la intervención
estadounidense[23]. O, cuando, los EE.UU se erigen en líder del mundo libre
y propagador de la democracia, pero la retención de supuestos islamistas
radicales en Guatánamo de forma contraria a las Convenciones de Ginebra,
los excesos en la Guerra contra el Terror y los dobles raseros cuestionan dicha
autocalificación como, por ejemplo, al castigar a los Palestinos por el triunfo
electoral de Hamas en 2006.

La gran novedad de la NSS 2002 desde el punto de vista geopolítico es la


importancia que cobran los actores no estatales y los Estados que no son
grandes potencias a la hora de enfrentarse al equilibro de poder en el sistema
internacional (Feijóo 2006, p. 104). Así, cobran relevancia, por una parte,
actores a-espaciales, quasi invisibles y difusos, los terroristas, y, por otra,
los estados canalla, países más díscolos que importantes en el sistema
internacional. Sirviéndose, una vez más, de la variable “amenaza” para
configurar la representación geopolítica de la estrategia de seguridad.

La NSS 2002 significa el abandono definitivo del código de la contención por


el Código hegemónico de la defensa anticipatoria que incluye la acción
preventiva, aunque selectiva, y que parte de la premisa que ante la amenaza
terrorista y de las ADM no hay mejor defensa que el ataque y que actuarán
unilateralmente en caso necesario (Ibid, p. 93 y 99-100). Así, la estrategia
afirma:
 “We know from history that deterrence can fail; and we know from experience that some enemies cannot
be deterred” (The White House 2002, p. 30). “we will not hesitate to act alone, if necessary, to exercise
our right of self-defense by acting preemtively against such terrorists, to prevent them from doing harm
against our people and our country” (Ibid, p. 6). Y “we recognize that our best defense is a good offense”
(Ibid, p. 6).  

Este planteamiento geopolítico es peligroso, como ha puesto de manifiesto la


invasión de Irak mediante una guerra preventiva por el supuesto apoyo de Irak
al terrorismo y por ser una amenaza por tener supuestamente ADM[24].
Primero, la acción preventiva no está reconocida en el Derecho
Internacional[25]. Segundo, el uso de la guerra preventiva como excusa.
Tercero, incrementa la anarquía al no renunciar al unilateralismo. Cuarto, el
abandono del código de la disuasión puede favorecer el dilema de la
seguridad[26] en los estados rivales, como pasó con Corea del Norte que
adquirió armas nucleares para forzar a los EE.UU a trabajar el conflicto desde
la lógica de la disuasión. En definitiva, implica más inestabilidad y riesgos
para la seguridad internacional.

Por último, al afirmar “The war on terrorism is not a clash of civilizations. It


does, however, reveal the clash inside a civilization, a battle for the future of
the Muslim world. This is a struggle of ideas and this is an area where
America must excel” (Ibid, p. 31) revela, lo que en principio niega. De forma
similar a Huntington (1997), por una parte, realmente conciben el escenario
mundial como un Choque entre Occidente y Oriente y, por otra, con las
mismas palabras, se reservan la autoridad moral para representar el mundo
musulmán [27].

En segundo lugar, la representación geopolítica del mundo de la NSS 2002


permite evaluar por un lado, su grado de conocimiento real del mundo y, por
otro, en que grado se adecua esta representación a los retos económicos,
políticos y militares e intereses geopolíticos de los EE.UU (véase Cuadro 1).

El punto de partida es el de un sistema internacional donde el equilibrio de


poder deje paso a la hegemonía estadounidense. Es decir, un orden
internacional hegemónico (Feijóo 2006, p. 100). A tal fin, la estrategia afirma:
“The United States possesses unprecedented-and unequaled-strength and
influence in the world [...] The great strength of this nation must be used to
promote a balance of power that favors freedom” (The White House 2002, p.
1). Sin embargo, un orden hegemónico es muy difícil de imponer porque las
potencias rivales buscan evitar que un Estado rompa el equilibrio de poder en
su favor. La desastrosa Tercera Guerra del Golfo[28] (TGG) fue un ejemplo
de imponer la hegemonía estadounidense al margen del equilibrio de poder
representado por el Consejo de Seguridad de la ONU con el resultado de que
los EE.UU no pueden actuar en solitario y de que el intento de imponerse a los
demás genera resistencias[29]. En definitiva, un ejemplo de los EE.UU
actuando como una “potencia revolucionaria” al no estar satisfecha con el
orden establecido y pretender romperlo (Feijóo 2006, p.108)[30].

Las regiones conocidas se representan en la estrategia desde la óptica clásica


del equilibrio de poder y, por tanto, teniendo en cuenta de una manera más
objetiva la interacción con ellos. Es decir, por un lado, sus tradicionales
aliados Occidentales y asimilados con los que le unen preocupaciones
económicas, políticas y militares y la coincidencia, hasta cierto punto, en los
intereses geopolíticos. Por otro, el reconocimiento de la importancia creciente
de China, aunque también de India, y, en menor medida, de Indonesia como
actores internacionales rivales de primer orden. En el caso de los dos
primeros, EE.UU reconoce de forma racional y realista la importancia, cada
vez mayor de ambos países, en función de sus crecientes poderes económicos,
políticos y militares, así como, sus divergencias geopolíticas debido a diversas
diferencias, especialmente respecto al creciente poder de China, sus tensiones
con sus vecinos, y el conflicto irresoluto de Taiwán. Sin embargo, a Indonesia
se le concede importancia, no tanto por su papel de potencia media emergente,
sino por ser un país musulmán y que cuenta con simpatizantes del terrorismo
islámico, al que los EE.UU declara el gran enemigo a batir. Por tanto, hay
algo de ideologización en la definición de Indonesia sin cuestionarse por qué
tiene ciudadanos que se inmolarían contra lo que los EE.UU y Occidente
representan, como ocurrió en los atentados de Bali de 2002. Sigue
reconociendo la relevancia de la decadente Rusia como potencia rival por su
arsenal nuclear y su importancia geoestratégica fruto de un análisis objetivo,
aunque simplista. Aunque, debido a su apoyo interesado a la Guerra contra el
Terrorismo se le ve como aliado y no tanto enemigo, las relaciones con Rusia
no han estado exentas de tensiones, especialmente durante el segundo
mandato de George W. Bush (2004-2008).

Los EE.UU se desentiende de los conflictos existentes en el mundo, incluido


aquellos en los que han sido hasta, cierto punto, directa o indirectamente,
responsables, como es el caso del conflicto árabe (palestino)-israelí. La
política estadounidense en el mundo islámico y árabe ha estado definida por
su doble rasero y por su importancia estratégica, debido a que albergan buena
parte de los recursos energéticos consumidos por los EE.UU. Éste ha
preferido apoyar a gobiernos autoritarios y humillar a estos estados cuando
pretenden alcanzar cierta autonomía, como ocurrió con la participación de los
EE.UU en la caída en 1953 del Primer Ministro de Persia Muhammad
Mussadeq, o, su actitud ante el panarabismo del líder de Egipto entre 1954 y
1970 Gamal Abdel Nasser. Además, el papel de los EE.UU como protector de
Israel, aun cuando incumple las resoluciones de Naciones Unidas referidas a
la ocupación de los territorios palestinos, no es equivalente a cuando Irak
invadió Kuwait (1990-1991). Esto ha generado gran frustración en Oriente
Próximo que ha provocado que ciertos discursos radicales y antisistema calen
y hallan derivado en la violencia del débil, que es el terrorismo, por ser el
único instrumento a su alcance. Los EE.UU no han tenido mano izquierda
para, utilizando su enorme poder blando[31], enfrentarse a esta sensación de
humillación, semejante a la que tuvo Alemania tras el final de la Primera
Guerra Mundial y que derivo en el nazismo, y preguntarse por las causas de
esta aversión y de cómo los EE.UU han de actuar en la región.  Esta falta de
conocimiento real del mundo islámico y árabe simplificado muchas veces
como “bárbaros” y que por medio de imágenes de cadenas de televisión como
la CNN debe ser representado por “Nosotros” como filoterroristas, fanáticos,
etc., demuestra un gran desconocimiento de esas realidades y esto ha
contribuido a la aparición de extremistas que se han erigido también en
salvadores y utilizan el citado terrorismo. Sin embargo, el gran error de la
NSS 2002 es su ideologización al personificar al terrorismo, que es un
instrumento, en el enemigo, de forma parecida a como ciertas estrategias de la
contención identificaron al comunismo como enemigo y no a la Unión
Soviética (Ibid, p. 162-163)[32]. Convirtiendo a todo díscolo en terrorista, sea
o no. Simplificación peligrosa que no contribuye a reducir la violencia. En vez
de buscar las causas y tratar de enfrentarse racionalmente a ellas. 

El otro ejemplo de áreas que se creen conocidas pero se desconocen son las
que los EE.UU de forma maniquea definen como estados canallas. Término
con el que los demonizan como “malos”, igual que el Presidente Ronald
Reagan se refería a la Unión Soviética como el Imperio del Mal.
Simplemente, porque son estados que se escapan a su control y, por tanto, son
antisistema. Los EE.UU reelaboran su descripción de éstos en función de su
actitud. Así, la NSS 2002 señala a Irak y Corea del Norte a los que acusa de
tener y utilizar las ADM como una opción y no como arma disuasoria y
apoyar al terrorismo[33]. Curiosamente no cita expresamente ni a Irán, el otro
miembro del llamado Eje del Mal, ni a Cuba ni Siria. Sin embargo, como la
Libia de Muammar al-Gaddafi ya acepta la hegemonía Occidental, aunque
siga siendo un tirano, no se le demoniza más. Esta visión y relación con
los estados canallas no se basa en un análisis real de los retos económicos,
políticos y militares sino, más bien en un intento de justificar el control
geopolítico de esta región basándose en una descripción caricaturesca de
peligro para el mundo. Así, los resultados de la invasión de Irak han
demostrado que no era tal amenaza y, por consiguiente, no era consecuencia
de un análisis real de dichos retos e intereses geopolíticos[34]. Hasta tal punto,
que el terrorismo aparece en Irak, tras la TGG y eso que se vendió la
contienda como parte de la Guerra contra el Terrorismo[35]. Cuestionando, la
supuesta superioridad moral de los EE.UU. Si bien, la NSS 2002 entiende que
Afganistán, donde empezó la Guerra contra el Terrorismo, como Estado ex-
canalla y que tras su ocupación ha sido liberado (Bush 2002, p. 5 y 7). Sin
embargo, el país esta muy desestructurado, los talibanes se han reforzado,
recurren con frecuencia creciente a actos terroristas y la democracia no está
asentada.
Las regiones que ganan o pierden importancia para los EE.UU según la NSS
2002 indican un basculamiento hacia el Este desde el espacio europeo hacia el
mundo islámico, el Sur de Asia, Asia Central y región del Mar Caspio y
Extremo Oriente es fruto de un análisis objetivo de su creciente importancia
económica y estratégica. Que, hasta cierto punto, refleja la concepción Tierra-
Corazónde Halford Mackinder (1904; 1919 y 1943) en la preocupación por el
bloque Euroasiático a la hora de preservar los intereses estadounidenses. Por
el contrario, las áreas que pierden importancia están fundamentalmente 
situadas en África e Iberoamérica. En donde sólo se centran en los estados
principales, demostrando el poco interés político, militar y económico de estas
regiones para los EE.UU. Sin embargo, este abandono puede resultar
contraproducente para los EE.UU, como demuestra el basculamiento de
Iberoamérica hacia la izquierda y el caos de África que, tarde o temprano, en
este mundo interdependiente, afectarán negativamente a los intereses
estadounidenses.

Por último, las terrae incognitae de la NSS 2002  son zonas que totalmente
ignora o, al menos, no concede importancia y, por tanto, son áreas que
se descartografían. Primero, regiones donde no hay compromiso de
enfrentarse a sus verdaderos problemas, fruto de la descolonización, la falta de
desarrollo, y la desigualdad, preocupándose más por sus implicaciones en la
Guerra contra el Terrorismo, aun cuando estos problemas son una amenaza
mucho mayor para la seguridad a medio plazo que el terrorismo, como son las
enfermedades, la pobreza, las tensiones étnicas, las malas cosechas, la sequía,
etc. Pues, contrariamente a lo que afirma la estrategia, son parte de su
causa[36]. No sólo se desentienden de los conflictos presentes en esas
zonas descartografiadas, sino que la NSS 2002 afirma que el modelo
neoliberal y el libre comercio son la solución a pesar de que, con frecuencia,
impactan negativamente en estos países e incrementan su dependencia del
“Norte”. La NSS 2002 da prioridad a la Guerra Contra el Terrorismo, en vez
de preocuparse por las dimensiones económicas y humanas de la seguridad.
Es decir, se busca combatir los síntomas y no la enfermedad al centrarse sólo
en la lucha contra el terrorismo y no en las causas que lo generan que están en
esa frustración por la desigualdad, la carestía y la humillación. El
área descartografiada por antonomasia es el África Sub-sahariana. Ésta se
percibe de forma genérica y sólo centrándose en los países principales por su
economía, poder político y militar, e importancia estratégica, como son
Sudáfrica, Nigeria, Kenya y Etiopía, y, no tanto, en los verdaderos problemas,
como ocurre con la poca atención prestada a los conflictos en el Cuerno de
África. De forma similar, otras zonas del planeta importan sólo por los
problemas del terrorismo y el narcotráfico, sin buscar analizar las fuentes del
conflicto enquistándolo más que solucionándolo, como ocurre con el conflicto
colombiano y el problema del narcotráfico en la región andina. Tratando, una
vez más, los síntomas en vez de la enfermedad. Segundo, la centralidad que se
le da al terrorismo y los estados canallas, a la vez que se pone como solución
panacea el modelo neoliberal y de libre mercado, descuida problemas para la
seguridad mundial potencialmente mucho más graves y sinérgicos entre si, y
que han sido descartografiados. Estos son: la expansión del Cuarto Mundo,
conformado por los cada vez más pobres del “Sur”; la creciente desigualdad
N-S; los conflictos olvidados y los estados fallidos[37]; los desplazamientos
de población, ya sean emigrantes, refugiados o desplazados, debido a los
conflictos, la persecución y los problemas socio-económicos; la violación de
los derechos humanos y el choque socio-cultural fruto de los desplazamientos,
los sentimientos de humillación por las desiguales relaciones N-S, etc. y, por
último, la poca centralidad que se le da, al que, posiblemente, sea el mayor
problema para la seguridad, el Cambio Climático.

En tercer lugar, el análisis precedente nos permite interpretar cuanto tienen


estas representaciones  de imagen geopolítica,  de imaginaciones
geopolíticas y de realidades construidas que, en definitiva, evalúan la validez
del mapa geopolítico de la NSS 2002. El mapa geopolítico de la NSS 2002 es,
en gran medida, fruto de las imaginaciones geopolíticas, pues desconoce el
Mundo islámico y Árabe, los denominados estados canalla y presenta
importantes terrae incognitae y, por tanto, no ofrece una imagen real del
sistema internacional. La NSS 2002 parte de premisas falsas y busca con la
demonización de los estados canalla y el invento del terrorismo como
enemigo, a pesar de ser un instrumento, una realidad construida a través de la
Guerra Contra el Terrorismo y el infundir miedo en los ciudadanos basado en
un quasi Estado de excepción permanente que corre el riesgo de que la
realidad se parezca a esa ficción, como pone de manifiesto la invasión de Irak.
Lo único que tiene de verdadera imagen geopolítica es su relación con las
regiones conocidas, tanto con los aliados, como con las potencias rivales.

Finalmente, se cierra este estudio de la representación geopolítica


estadounidense reclamando una reevaluación objetiva de la realidad
internacional porque el análisis precedente de la NSS 2002 no conlleva la
hegemónica de los EE.UU ni el concierto internacional entorno a los valores
estadounidenses. Primero, la NSS 2002 debe revisar y reevaluar las amenazas
y entender que el terrorismo es un instrumento no un actor. La desigualdad N-
S y en el seno del Sur, las terrae incognitae y el cambio climático obligan a
reconceptualizar el mapa internacional pues ahí residen, al menos, parte de las
amenazas y obligan a replantear el grado de importancia zonal de la NSS 2002
para que la estrategia sea más una imagen geopolítica que una imaginación
geopolítica y/o realidad construida. Por último, abandonar las oposiciones
binarias, pues el recurso al maniqueísmo deforma al rival y genera más
frustraciones y odios que una visión objetiva real del sistema internacional.

Notas
[1] Agradecimientos:Al Dr José Luis Alonso Santos, Profesor de Análisis Geográfico Regional y Director
del Departamento de Geografía de la Universidad de Salamanca por su inestimable apoyo y guía en la
elaboración de este artículo.

[2] Véase The White House 2002.

[3] Esta clasificación en dos grandes grupos de la Geografía Política esta inspirada por el Forum
de Political GeographyIs there a politics to geopolitics? (Political Geography 2004).

[4] La Geografía Política Clásica, desarrollada hasta el final de la Segunda Guerra Mundial (SGM),
concibe a la disciplina desde una perspectiva vinculada a la tradición realista de las Relaciones
Internacionales. Ésto es, al servicio de los intereses nacionales de un Estado para alcanzar el fin
fundamental de la política exterior que en el realismo tradicional es el poder. Se trata de una concepción
de la Geopolítica determinista, social-darwinista  y en la que la Geografía Política y la Geopolítica a
menudo se confunden (López Trigal y Benito del Pozo 1999, p. 31-43 y Nogué Font y Vicente Rufí 2001,
p. 37-49).

[5] La Geografía Política Neoclásica surge en el contexto de la derrota de Alemania en la SGM que
implicó el ostracismo de la Geografía Política. Ello no supuso que desapareciera del todo, como tampoco
desapareció la denostada Geopolítica. En este contexto, comienza tímidamente en los EE.UU a
desarrollarse una Geografía Política aparentemente neutra y desideologizada en el marco de lo que se ha
venido en llamar “revolución positivista” en Ciencias Sociales denominada Nueva Geografía y en el
contexto político de la Guerra Fría. Se trata de una Geografía Política que utiliza un enfoque
metodológico nuevo que, como señala López Trigal y Benito del Pozo (1999, p. 44), se caracteriza por ser
“más sistemática, que aplica modelos cuantitativos y experimenta métodos cualitativos a la vez que se
dispersa su preocupación ideológica”. Si bien, esta renovación implica el tratamiento de nuevos temas,
como por ejemplo, el estudio espacial del comportamiento electoral por medio de la Geografía Electoral,
progresivamente retomará a la Geopolítica.

[6] El pensamiento neoconservador en el campo de las Relaciones Internacionales tras la Guerra Fría se
caracteriza por la búsqueda de “la preservación de la hegemonía benevolente estadounidense mediante la
promoción activa de la democracia y el unilateralismo cuando sea necesario” (Feijóo 2006, p. 45).

[7] Huntington (1997, p. 19-20), desde un enfoque cultural, ha elaborado un modelo geopolítico que parte
de la premisa que el mundo tras la Guerra Fría se reconfigura espacialmente por medio de los
“lineamientos culturales” o “identidades civilizacionales” y que ha sido vista desde ciertos círculos como
la visión geopolítica del mundo después del 11-S. El mundo pasaría de ser bipolar y dividido en bloques
rivales, a ser multipolar y multicivilizacional, donde la tradicional hegemonía Occidental está siendo
desplazada hacia otras civilizaciones y cuyo principal choque sería entre la decadente Civilización
Occidental y las civilizaciones no Occidentales, que podría derivar en una guerra “en las líneas
divisorias” entre civilizaciones, sobretodo entre musulmanes y no musulmanes (Ibid, p. 13-15,30 y 374).

[8] También conocidos como Geografías Políticas Radicales, buscan revelar las contradicciones y las
desigualdades que el sistema capitalista provoca en el ámbito de la Economía Política reflejado entonces
en la aparición del Tercer Mundo y hoy en las desigualdades provocadas por la Globalización a diferentes
escalas (véase Taylor 2003, p. 47-58). Posteriormente, el análisis de los sistemas-mundo y las relaciones
centro-periferia de Peter Taylor y Colin Flint (2002) ha supuesto una gran renovación de la Geografía
Política.

[9] El enfoque posmodernista y, dentro de éste, la Geopolítica Crítica, surge en las últimas décadas del
siglo XX como respuesta a las insatisfacciones que generan los intentos de explicar la modernidad a
través de grandes teorías y grandes narrativas propias del positivismo y el marxismo en una época de
crisis y cambio en el que los conceptos tradicionales son cuestionados (Jencks 1987 citado en Robinson
1998, p. 467). La Geopolítica Posmodernista, como señala Timothy W. Luke (2003, p. 229), busca
primero imaginar y luego representar el espacio. La Geopolítica Crítica propone una visión crítica a
través del análisis del discurso para desenmascarar las prácticas geopolíticas (Ó Tuathail 1996, p. 18 y
Agnew 2005,  p. 6-7).
[10] Véase The Economist 1995.

[11] Se citan a estos autores porque son representativos de los discursos geopolíticos al servicio de los
estados y su búsqueda de la hegemonía o, por lo menos, la búsqueda de la consolidación de la posición de
esos estados en el sistema internacional.

[12] Racismo entendido como la expresión de la imposibilidad de convivir o tolerar al “Otro” al


percibirlo como amenaza o peligro.

[13] Sí la abstracción tiene pretensiones no bien intencionadas sobre el sistema internacional.

[14] Véase Ó Thuatail y Agnew 1992; Ó Tuathail 1996; Dodds 2001; y Agnew 2005.

[15] Véase Ó Tuathail y Agnew 1992; Ó Tuathail 1996; y Agnew 2005.

[16] Este enfoque pretende elaborar una geopolítica alternativa de resistencia desde abajo y se define
como “an ethical, political, and cultural force within society […] that challenges the notion that the
interests of the state’s political class are identical to the community’s interests. Anti-geopolitics represents
an assertion of permanent independence from the state whomever is in power, and articulates two
interrelated forms of counter-hegemonic struggle. First, it challenges the material (economic and
military) geopolitical power of states and global institutions; and second, it challenges
the representations imposed by political and economic elites upon the world and its different peoples, that
are deployed to serve their geopolitical interests” (Routledge 2003, p. 236-237). En cursiva en el original.
En este artículo denominaremos Antigeopolítica.

[17] Las terrae incognitae son zonas del planeta que pierden importancia, caen en el


desconocimiento  descartografiándose y son debidas a “su exclusión de los flujos de riqueza e
información y a su nulo interés político y geoestratégico” reflejo de la polarización socio-económica y
política del mundo (Nogué Font y Vicente Rufí 2001, p. 115).

[18] Véase The White House 2006.

[19] Estado canalla, también denominado Estado gamberro, es aquel Estado al que se le acusa de ser
irresponsable, antisistema al estar enfrentados a los EE.UU, no respetar la legalidad internacional,
especialmente respecto a las AMD y sus vinculaciones con el terrorismo, y ser una amenaza para la
comunidad internacional. Véase Marrero Rocha 2003, p. 32-35.

[20] Código Geopolítico es el “[c]ódigo utilizado en la política exterior de un gobierno, que evalúa los
lugares que están más allá de sus fronteras” (Taylor y Flint 2002, p. 412).

[21] El código geopolítico de la contención dominó la política exterior estadounidense durante la Guerra
Fría e “implica[ba] una postura defensiva” para frenar el expansionismo Soviético y comunista que creían
amenazaba el equilibrio de poder y aplicaba, además, la disuasión nuclear (Taylor y Flint 2002, p. 100).
Véase Gaddis 1982 y Taylor y Flint 2002, p. 100-105.

[22] Doctrina del Destino Manifiesto se define como la predestinación de los EE.UU a “extender, por el
ejemplo, la libertad y la justicia social para todos y apartar a la humanidad del mal camino, conduciéndola
hacia la Nueva Jerusalén terrestre” (Spanier 1991, p. 18), En cursiva en el original.

[23] Véase Feijóo 2006, p. 74-186.

[24] Véase Ibid, p. 74-101, 109-168 y 181-186.

[25] Véase el capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas (Naciones Unidas 2003, p. 27-33).
[26] Dilema de la seguridad “surge como consecuencia del esfuerzo que un Estado hace a la hora de
reforzar su seguridad [...] que puede ser entendido por los demás estados como una amenaza a su
seguridad (Maciel Padilla 2002, p. 7)” (Feijóo 2006, p. 19).

[27] Véase Ibid, p. 169-180.

[28] La Primera Guerra del Golfo (1980-1988) fue entre Irán e Irak y la Segunda Guerra del Golfo (1991)
fue entre una coalición liderada por los EE.UU e Irak debido a la invasión de Kuwait (1990) por el
segundo.

[29] Véase Ibid,  p. 112-158.

[30] Véase Kissinger 1973.

[31] Poder blando “es la capacidad de obtener los resultados que uno quiere, y en caso necesario, de
cambiar el comportamiento de otros para que esto suceda [... y] depende de la capacidad de organizar la
agenda política de forma que configure las preferencias de otros [... y] procede en gran parte de [...]
valores [... que] se expresan en [... la] cultura interna de [los EE.UU ...] y en la forma en que [actúa] en el
contexto internacional” (Nye 2003, p. 25 y 30-31 citado en Feijóo 2006, p. 171).

[32] Véase Gaddis 1982.

[33] Véase The White House 2002, p. 13-16.

[34] Véase Feijóo 2006, p. 130-132 y 152.

[35] Véase Ibid, p. 132-133.

[36] Véase The White House 2002, v donde afirma “Poverty does not make poor people into terrorists
and murderers. Yet poverty, weak institutions, and corruption can make weak states vulnerable to terrorist
networks and drug cartels within their borders”.

[37] Estado fallido se define por su debilidad y riesgo de autodestrucción como aquel Estado,
cuestionado, que ha perdido, en gran medida, el control sobre su propio territorio, el uso legítimo de la
fuerza, su funcionalidad, y a la vez posee dificultades para actuar con naturalidad en la Comunidad
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© Copyright Alfonso Luis Feijóo González, 2008


© Copyright Biblio3W, 2008

Ficha bibliográfica:

FEIJÓO GONZÁLEZ, Alfonso Luis. Alternativa metodológica a la


Geopolítica de las  representaciones del mapa mundial. Biblio 3W, Revista
Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona,
Vol. XIII, nº 796, 15 de septiembre de 2008. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-
796.htm>. [ISSN 1138-9796].

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