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Emperadores, obispos, monies y mujeres. Protagonistas del cristianismo antiguo Ramén Teja REAL TROTTA COLECCION ESTRUCTURAS Y PROCESOS Serie Religién © Edhral Toto, S.A, 1999 ‘Sopot, 33. 28004 vod Taleloro: 91 $99.90 40, Fox. 91 $93.91 11 Emo soil ee Tip d/o rote (© Romén Teo, 1999 le rooincion de esa bic o sido posible geias a Pryactn 0950593 ol Sectlia de Exod do inceigneény Desa Dito oma Galoge ISBN 649 164-286% Depot logl VA2/99 Inpresion Simoneat Edicion § 8 ok ind. San Crs C/ Bot, paca 152 47012 Weleda CONTENIDO Presentacién 1. EMPERADORES 1. Trajano y tos cristianos 2. El ceremonial en la corte del Imperio romana tardio HL. OBIsPOS 3. La cristianizacién de los ideales del mundo clésico: el obispo 4. Auctoritas vs. Potestas: el liderazgo social de los obispos en la sociedad tardo-antigua 5. Sinesio de Cirene y el derecho de asilo en las iglesias 66. Se transformaron en otras personas: Ia captacién de votos y voluntades por Citilo de Alejandrfa en el concilio de Efeso 31) 7. Las dinastias episcopales en la Hispania tardo-romana MM, MONJES 8, Monacato ¢ historia social: los orfgenes del monacato y la sociedad del bajo Imperio romano 9. La violencia de los monjes como instrumento de politica ecl- sidstca: el caso del concilio de Bfeso del 431, 7 39 8 ” 109 123 135 149 173 EMPERADORES, OBISFOS. MONIES Y MUJERES IV. MUJERES 10, Mujeres hispanas en Oriente de época teodosiana . 11, Feminismo, religién y politica en la Antigiedad tardia a... Procedencia de los textos... indice. PRESENTACION Enel verano del 388 de nuestra era el emperador romano de Orien- te, Teodosio I, estaba a punto de entablar batalla en el norte de Italia contra st paisano y pariente, el usurpador hispano Magno Maximo, que desde hacta cinco afios dominaba en la parte occid tal del Imperio. El entonees obispo de Alejandria, Tedfilo, concibio luna artimafia para atracrse el apoyo del que sesultase vencedor, digna de los mds habiles engafios en que tan expertos eran fos orien tales. Envié a Italia a un monje de su maxima confianza, Isidoro, como portador de dos cartas de felictacién dirigidas a cada uno de los contendientes. Naturalmente, segiin quien hubiese sido el ven= cedor, debia entregar a éste la correspondiente carta y proceder a destruir la ova. Con esta habil argucia, el obispo alejandrino pretendia no s6to atraerse las simpatfas del vencedor, sino ganarse también fama de profeta y visionario, Seguramente aspiraba con ello a rivalizar con el famoso anacoreta Juan de Licépolis, que vivia retirado en su celda fen el Alto Egipto y tenfa una merecida fama de profeta, por lo que dlisirutaba de la admiraci6n de Teodosio y de ottos miembros de la familia imperial de Constantinopla que le hacfan frecuentes consul- tas provocando con ello los eelos del obispo de Alejandria. Resulta facil imaginar la influencia que habria alcanzado ‘Teéfilo, que co- menzaba ya a ser conocido como «el Faraén cristiano», apelativo con el que pas6 a la historia, si, a su enorme poder material como cabeza de la iglesia mas rica del Imperio y a su gran autoridad por estar sentado en la sede episcopal mas importante de Oriente, hu- biese unido la condicién de profeta. Pero la maniobra del obispo egipcio fracas6 porque, mientras Isidoro esperaba en Roma el des- enlace de la insminente batalla, las cartas eayeron en manos de un 9 lector que le acompafiaba. Aterrorizado, Isidoro volvis inmediata- mente a Egipto!. He recordado esta simpatica anéedota porque en ella aparecen reflejados tres de los que yo considero los grandes protagonistas de la historia de los siglos 1 y v de nuestra era, época conocida como Antigiedad tardia, bajo Imperio romano o Imperio cristiano: los, femperadores, los obispos y los monjes. En torno a esta trilogia de Perzonajes, 2 loe que hay quie aftadit Ine mujeres, he agrupado los trabajos que aqui presento y que pretenden dar a conocer mejor Ia historia socal, la historia religiosa y la historia de las mentalidades fn una de las’ épocas més apasionantes de la historia universal, ll menos de Occidente. A diferencia de lo que sucedié con otras insttuciones que domi- naron el panorama politico de la Antigiedad, la figura del empera- dor romano no sélo no se debilit6, sino que salié profundamente reforzada de las grandes transformaciones que culminaron en la con versién de Constantino y la implantacién del cristianismo en el Im- perio a comienzos del siglo wv. El emperador concentré en su perso- na los poderes de otras instituciones antiguas ya su absolutismo politico unié la teocracia, es decir, la condici6n de representante de Dios en la tierra con que le doté la nueva religion cristiana. Pero la sea del emperador, que lo es por la gracia de Dios, eneontr6 prom to en la nueva sociedad cristiana la competencia de una figura nueva y emergente que tratara de robarle protagonismo, cl obispo. El em- perador se convietié en el siglo v en un personaje tan poco visible y accesible como lo era la Divinidad. Sus apariciones en pablico esta ban estrictamente reguladas y se asemejaban a las «epifanias» divinas pues tenian como tinico objetivo que su majestad fuese vitoreada por el ejército 0 aclamada por el pueblo. Nadie era capaz de hacerle frente w oponerse a sus omnipotentes deseos salvo el obispo, el per sonaje que encarné el nuevo liderazgo social y religioso que haba surgido en las comunidades cristianas y que con su carisma hizo posible que el absolutismo de la majestad imperial y de sus funcio- narios fuese sensible al poder de la persuasiGn? Después de su victoria sobre Méximo en la proximidades de Aquileya, Teodosio Ise dirigié a MilAn, la capital entonces del Ocei- dente romano, para cclebrar alli su victoria. Reciéa entrado en la . Ante la promesa del emperador de ordenar una investigacién a fondo de todo el asunto, Ambrosio le repiti6 por dos veces: «Confiado en ti promesa, yo me dispongo a celebrar la misa», En estos términos narré el obispo de Milan a su hermana, en su epistola 41, la humilla- cidn a que sometié al rodopoderoso emperador Teodosio.. El obispo cristiano unié en su persona autoridad institucional y poder carismtico, y se convirtié en el personaje mas influyente ¥ nds representativo de la sociedad romana en su etapa final, Fue caracteristica dela forma de actuar de Ambrosio y de otros obispos cristianos no intentar competir con el emperador o eclipsar su po- der, sino que basaron su autoridad en su eapacidad de censurar la ira imperial o de convertirse en Atbitros de su misericordia. Pero, del mismo modo que los emperadores se encontraron con la res. puesta de los obispos, éstos tuvieron que hacer frente a la oposicién de los monjes que trataron de rivalizar con su liderazgo social. «Flay que huir de las mujeres y de los obispos», era una vieja méxima monéstica recordada por Juan Casiano?. Los monjes, rcordaba Juan 3. Ineiucones 1,18 u Criséstomo, se retiraban al desierto porque se sentfan asfixiados por la mundanidad de las iglesias de las ciudades* y ya en el siglo 1, antes del florecimiento del fenémeno monastico, el gran Origenes hracfa notar que los ascetas inclependientes eran vistos por los obis- pos como gentes de desorden’. Los obispos, intermediarios naturales entre Dios y los hombres, vieron pronto que los monjes les disputahan esta funcidn. Redeados dela aureola del hombre divino», heredero del thetos aner del pa- ganismo, el holy man que tan magnifieamente ha descrito Peter Brown, los monjes adoptaron con frecuencia una actitud anticlerical ue les atrajo el apoyo de las masas populares y de muchas mujeres adineradas de la aristocracia de la épaca. Su ascetismo extcemo y extravagante en ocasiones, su capacidad para ejereer milagros y con ‘rolar fo sobrenatural, su santidad de vida, les proporcionaron un carisma superior, las mas de las veces, al de los obispos, quienes debieron recurrt a la fuerza de los concilios y a la coacci6n del po- der imperial para someterlos a su autoridad institucional. Por ello, el escenario para el ejercicio del liderazgo compartido por el poder civil (el emperador) y el religioso (los obispos y los monjes) tuvo como teldn de fondo a las masas pobres e incultas del pueblo y a las ‘mujeres ricas y culturalmente refinades de la aristocracia, Estas, mediante el ascetismo, alcanzaron un protagonismo que en pocos ‘momentos de la historia ha tenido la mujer hasta nuestros dias; pero a costa de la renuneia sexual y de la fijacién para la mujer de un papel de subordinacién que el cristianismo ha mantenido como teo- tia y practica establecida hasta los tiempos modernos. El éxito de la Iglesia en la historia, y mas en concreto en la Anti gliedad, puede explicarse por la habilidad con que supo controlar todos estos elementos explosives y contradictorios que convivian en el interior de sus estructuras. Eduard Gibbon simplifies en demasia tn problema tan complejo al sugerir que el cristianismo fae el prin~ cipal responsable de la eaida del Imperio romano, pero no puede negirsele el éxito de haber tenido intuiciones tan geniales como que la principal novedad del Imperio cristiano fue el haber ineroducido en'la sociedad un tipo nuevo de auctoritas encarnado en el obispo Y ‘en Ios monies, tema que ha apasionado después a todos los estudio~ sos de esta época. Hace ya bastantes afios Arnaldo Momigliano ¢s- cribié lo siguiente: 4. Homilia in Ephetio 6, 5. Homie Moteur 16,25. 12 Se puede decir mucho acerca de los conflictos inteenos, las ambicio- ‘hes humanas, la intolerancia de la Iglesia. Mas la conclusion aque se llega es que, mientras la organizacién politica del Imperio se hac ‘cada vez mis rigida, inimaginativa ¢ Insatisfactoria, la Iglesia era movil y agil y ofrecfa espacio para aquellos a los que el Estado era incapaz de absorber. Los obispos eran los centros de las grandes organizaciones voluntarias. Fundaban y controlaban instituciones Seearidad. Defendian a su grey contea los funcionarios del Esta. do... Los mejores hombres trabajaban para la Iglesia y no para el Estado. El monacato proporciona la prueba mas llamativa de las ‘capacidades de la Iglesia en el siglo Los trabajos aqui reunidos pretenden contribuir a dar respuesta allos problemas que plantea una época de paso, de contradicciones y contrastes, como son los siglos 1v y v de nuestra era. Como hemos ‘expuesto antes, pretendemos que se conozean un poco mejor los principales protagonistas de la época, los emperadores, los obispos, los monjes y las mujeres en cuanto actores principales de la nueva sociedad. Fruto de la investigacién de los ltimos diez afios, se trata de aportaciones aparecidas en publicaciones muy diferentes y, a ve~ ces, de dificil acceso para el lector no especializado. Se reproducen tal como se publicaron en su momento, introduciendo Gnicamente correcciones formales, pues cada trabajo es producto de un momen- toy de una circunstancia concreta en la produccién historiografica de su autor. A través de estos trabajos nos adentramos por unos caminos y recorridos a los que hasta hace muy poco tiempo ha sido ajena la investigacién hist6rica espafiola, pero que atrae en nuestro pais a un piblico cada vez més numeroso y con unas inquietudes culturales cada vez més diversificadas. Santander, a 13 de agosto de 1998 Ramon Tea 6. -A. Momigian y otros El conflict entre el pagamiame ye risa ene alo Aianon, Masi 1983, 2S. 13 1 EMPERADORES 1 ‘TRAJANO Y LOS CRISTIANOS 1. Las persecuciones de los cristianos como problema histérico La politica de Trajano respecto al cristianismo ocupa un lugar cen- tral en el debate sobre las causas y las bases jurfdicas de las persecu- ciones en los dos primeros siglos del Imperio romano. Un debate que ha originado una amplia bibliografia, cast inabareable, en tiem pos modernos. En una reciente puesta a punto del tema, B. Keresz- tes ha recogido unos doscientos titulos bibliograficos sobre las per- secuciones en los siglos 1 y 1, la mayor parte de ellos relacionados con la pregunta «éPor qué fueron perseguidos los cristianos?»'. Y en los dlkimos diez. afios no han dejado de aparecer nuevos titulos. La causa de esta enorme atencién prestada por los estudiosos mo- ddernos a las persecuciones habrfa que buscarla, como ha sefialado G. E, M. de Sainte Croix, en que en este tema confluyen, de una u ‘otra manera, casi todos los estudiosos de la Antigticdad: historiado- res propiamente dichos del Imperio romano, especialmente de la administracién piblica, especialistas del derecho, historiadores de la Iglesia, te6logos cristianos, estudiosos de las religiones antiguas Por otra parte, el tema ha sido abordado desde planteamientos ideo- logicos opuestos, tanto de tipo historiografico como religioso, y ha 1. P.Kereses The Imperial Roman Government andthe Chistian Church 1. From [Neto tothe Sever: Aufatieg we Neder. Romtchen Welt 1,23, 1974 pp- 247s Fensanos que los mejores estudios de conjnto sobre el tema dels percculoncssiguen via los ys iaicos de. Moreau, La perceution du Chtioname dens Empie roman 1956 (rad. al lemin con aQadides, Berlin, 1961; tad. liana, Brescia, 1977) 9 \W_HLC. Frend, Martyrdom and Persecution inthe Early Church, New York, 1967 13. GE M.de Sune Cron, «Why were the Chains Persecuted? Post an Present 26 (1963), pp. 6-385 ef nota sigulent 17 sido campo de debate fértil y de enfrentamientos entre escuclas. Baste recordar el que en los afios sesenta sostuvieron los britanicos G.E. M. de Sainte Croix y A. N. Sherwin-White’. Ineluso sobre un tema tan central del debate como la existencia o no de una «ley general» que sirviese de base jurfdica a las persecuciones de los dos primeros siglos se ha podido constatar que la tesis de la existencia de esta ley ha sido defendida principalmente por los que podemos denominar histariadores weclesiasticos», pero también que sus prin- cipales seguidores, fuera de la historia eclesiastica, han sido france- ses y belgas" Como es de esperar en un argumento tan discutido y con tanta carga ideol6gica, gran parte de esta literatura moderna es de escaso valor cientifico y aporta poco 0 nada. Ademés, creemos que la dis- ‘cusién se ha centrado excesivamente en los aspectos legales de las persecuciones y ha desembocado con frecuencia en disquisiciones sobre tecnicismos jurfdicos enormemente estiilizantes, perdiendo con mucha frecuencia la perspectiva de la trascendencia politica, social y religiosa de las persecuciones. Una trascendencia de la que ya fucron conscientes los propios protagonistas en la Antigiiedad Resulta muy significativo a este respecto el debate antiguo sobre los emperadores «buenos» y «malos». ‘Las categorias de emperedores ~buenos~ y «maloa» obedecen a conceptos politicos que comenzaron a ser desarrollados por los his- toriadores del siglo u de nuestra era a rafz del ascenso de Nerva y Trajano al poder. Pronto los apologetas cristianos se apropiaron de laidea y trataron de hacerla suya afiadiendo a la ecuacién emperador malo-emperador antisenatorial y emperador bueno-emperador prosenatorial las connotaciones de emperador perseguidor 0 no per seguidor de los cristianos. En el estado actual de nuestra documenta- Gin, el primer escritor cristiano en apropiarse de este principio y utilizarlo con fines ideol6gicos fue cl apologista Melitén de Sardes* a mediados del siglo u, convirtiéndose muy pronto en un lugar co- min como lo demuestra su empleo por Tertuliano medio siglo des- 3,_Cleast. cit. en nota anterior 1d, Why were the Chrisians Persecuted? A Rejoin. eee Fast and Present 37 O64), pps 28335 ACW. Sherwin Whitey “The Ely Pesecuions nd Reman Law Again Jornal of Theological Studie 3 (1953), pp. 99.2135 ly Why ‘ete Chrissans persecuted? An Amendment: Past and Preznt 27 (1968), pp. 25 sx Estos trabajos salve el primero de Sherwin-White, pueden leerse en castellano eh M. 1 Finley (ct, Bsudioe sore Historia angus, Made, 1981, pro los mamerososerrores ea lat Aietian hacen de ou lea algo lementble, “4 CLA. N. Sherwin White, The Early Pesecutons, cit, p. 1994 A. Visoky «Die Rechograndlaen der Christenvesflgungen der even te! Jbsiderten: Gymnas 66 (959). pp. ss 4, "Citado por Eusebio de Care, Historia sleiatics WV, 26,9 18, TRAJANO ¥ Los cnisTiaNos pués, Pero, como hemos expuesto en otra ocasién, fue Lactancio, a comienzos del siglorv en el De mortibus persecutorum, el primerocen desarrollar todas las consecuencias que este principio implicaba y componer sobre su base una obra histdrica’. El prineipio, tal como lo plantea Lactancio, se puede resumir en esta formulacidn: todos los emperadores perseguidores han sido malos emperadores, pues slo tun mal emperador puede perseguirlajusticia, y dems todos suftic- ron una muerte miserable como castigo divino. La obra de Lactancio se inserta en el gran debate ideoldgico que surgis a rafz del ascenso de Constantino al poder, y este debate ha seguido influyendo en ‘mayor 0 menor medida en la istoriografia moderna sobre el tema En este contexto ereemos que hay que abordar cl tema de la politica de Trajano con los cristianos. La época de Trajano y la polt- tica de Trajano constituyen un punto central en el gran debate, anti guo y moderno, sobre las persecuciones, que forma parte de otro debate, mis amplio, sobre las relaciones entre cristianismo e Imperio romano, que se inicia yaen la literatura del Nuevo Testamento, Tra: jano, el Optimus Princeps por antonomasia, modelo de buen empe- rador, fue también emperador perseguidor, por més que Lactancio y otros eseritores eistanos aniguos tated silencaeo, El miso embarazo que a estos eseritores provocs la politica de Trajano con fos cisiands a influido en gran medida en muchos estudiosos mo- dlernos. El conocido Rescripto de Trajano sobre los cristianos cons- tituye «el banco de pruebas de la problemtica juridiea sobre el fun- damento legal de las persecuciones anticristianas hasta los tiempos de Decio y Valerianon’, La frase es de M. Sordi, una de las estudiosas que mas shan ocupado del tema cn los dltimos aos. Las opiniones, tanto delos antiguos como de los modernos, se pueden reducir atres quienes piensan que exisié unalley general contra ls cristianos cuya autorfa habria que atribuir a Neron o Tiberios quienes piensan que Jas autoridades actuaban tinicamente en funcién de la aplicacién de lacoercitio, desivada del imperium de los gobernadores; por tlkimo, quienes opinan que las autoridades romanas se regian por las leyes ordinarias, en especial las que contemplaban los delitos politicos y religiosos, anteriores a la aparicién del cristianismo, que fueron aplicadas a los cristianos mediante decisiones circunstanciales, los rescriptos imperiales'. El Reseripto de Trajano que es una respuesta 6. Cha ene oto lugares, Tertlino, Apologies. 2. R eja Lactanci: Sobre le muerte de lor poceguidores (Biblioteca Clisica Gres 46), Mati 1982, pp 2 os 3. M, Sor, Lav ertianos el Inpro romano, Mads, 1985, p. 62. 8. Puede verse un breve enado dela cuesion en la pequets monograti de Cl Lepeley, UEmipire romaine Te cvstaisme, Paris, 1969, pp 103-111. Una arpa expo 19 a una carta de Plinio el Joven durante su gobierno en Bitinia-Ponto cen que le plantea una serie de cuestiones sobre la politica a seguir con los cristianos, constituye «un banco de pruebas» porque es el primer documento oficial de un emperador sobre el tema cristiano que se ha conservado y la interpretaci6n que de él se haga condiciona la postu- ra sobre el fundamento juridico de las persecuciones. Dejaremos en un segundo plano el debate juridico para plantear el tema en un con- texto hist6rico mas amplio, politico y social. Las persecuciones no pueden ser analizadas al margen de lo que fue la orientacién politica del régimen de Trajano y de la ideologia dominante entre las élites politicas e intelectuales de la época. Ade- mis, de época de Trajano, o inicios del reinado de Adriano, son también los otros testimonios mas antiguos que poseemos de escri- ores paganos sobre los cristianas. Sus autores eran senadores, como Técito y Plinio, o pertenecian al orden ecuestre como Suetonio". Los tres representan la ideologia dominante en la época y los tres inciden en manifestar odio y aversién a los cristianos. Fs enorme mente significativo que los tres coincidan en los calificativos que aplican a la nueva religi6n: superstitio prava et inmodica, exitiabilis, malefica, nova. Desde esta perspectiva ideolégica hay que analizar, Por un lado, Ins informaciones que estos autores dan sobre los cris- tianos, bien se trate de acontecimientos cronolégicamente anterio~ res, como es el caso de Técito y Suetonio, que aluden a sucesos de época de Nerén, bien de acontecimientos contemporaneos y de los que él mismo es protagonista, como es el caso de Plinio. Si estos autores son representativos de la ideologia que domina el régimen de Trajano y de la que el propio emperador fue en gran medida el inspicador, hay que aceptar como punto de partida que éste com- partia los mismos o similares sentimientos. icin de le diverse postuas con abundante bibliogrfis en P, Kersey, The bperal Roman Goveriment, cE caballo de batalla en la diecast urdies dl fundamento legal dels perccuiones lo constuye fs conocid aiemacin de Tertuliano (Ad nations 7) {bre el Insite Neromisnun. Frente aloe que opinan que eta expesion hay qu te [BEL Soman ey gancral de Nara por la guess condanaria come legal el hecho de set ‘sana ey que na habra sido deroprds com la danenatio memorize de Nero, nos adhe Fimos sia opinion de quienes consderan que hay ue interpreta ccha expresion como pricics 0 cosumbre que remonearia a Nevin, A l bibiogats recopda por P. Kerestes puede atadre, en esata, C- Gonzilez Ronin Problems sacar y poles religion 2 propésite de los Resipros de Trsano, Adriano Antonina Po abe los erisanose Me: ‘moras de Historia Ang 5 (1981), pp. 227-282. 10. Plinio, Epstal X, 96-97 (ra de Plnio y respesta de Trajno); Taito Anales XV, 44,25; Suctonio, Norn XVI, 2. Na tenet en cuenta hitorlador Flavio Joreto, {qe eerie algunos afos ante, en cpoca de Domicano, que, al margen de ser jul y no ‘agano, aunque side a rar en dos passes desu Amtigceadesudsieae, me informacion ho seca al sma que extamoe txeande 20 TRAJANO ¥ LOS cRlsTIANOS Un siglo y medio antes de Trajano, Cicerén habia reflejado muy bien lo que la religién significaba para la clase dominante romana, Dos manifestaciones pueden resumir su pensamiento: En lo que concierne a la religién, es decir, al culto a los dioses, nosotros somes superiores a todos" ‘Que nadie tenga dioses aparte, ni nuevos, ni extranjeros, si no son feconocidos por el Estado” Principios como éstos inspicaron hasta finales de siglo m de nuestra ers In politica religios romana y estan en la base del cima Calaralyreligioso en que se mucve el regimen tradicionalisa¢ilus- trado de Trajano. Desde esta perspectiva se pueden comprendee los sentimientos que provocaban entre las éites digentes los seguid~ res de una eligion surgida un siglo antes en Judea y que tenia como objeto de culto a una persona que habla sido condenada a morit en lacruz por el gobernador romano de su provincia. ‘Cuando Técito narra con detalle los suplicioscon que Nerén con- dena a muerte a los eristianos tas acusarles de ser los responsables delincendio de Roms, al tempo que sefiala que él personalmente no crefa en la acusacién, resalta también que en su opinidn los cristianos eran merecedores de estos eastigos. Opinion que coincide con la dr fundida entre la plebe de Roma, a peste de los sensimientos de com pasién que su mluertecausaba cn esta misma plebe y que el propio "acto parece compar. Tacvo pone de elev un hecho qi sr recurzente en toda laliteratra,crstiana y pagana, posterior que ha sido caballo de batalla en los debates modernos sobre las causts de las Persecuctones. En opinion de Tacit los cristianos se motecieron las Eondenas de Nerén por el hecho de ser eisianos y por los delitos ‘que cometfansla plebe de Roma, dice, los odiaba por sus delitos (ques per flagitia ivisos ulus Christianos appelabat), Cristo, de qaien tomaban nombre, habta sido condenado 2 muerte por el procursdor Poncio Pilato (auctor nominiseius Christus Tibero impertante per Procuratorem Pontiun Pilatum supplicio adfecus ent). Los esta. nos constiniyen tna ectiablc euperctitio yeu delice no eva tanto el de incendiarios, como el de estar posefdos de «odio a ls humanidad (odium generis humani). Tacito concluye su exposicién lamentando Snicamente, yen ello coincide una vez mis con la mayoria dela ple. be, elhecho de que hubiesen sido condenados para sacia la crueldad de'uno solo (Nerén) y no para lograr el bien de todos 11, Geen, Sobre le naturales de lo oss, 8 12, ieee, Sobre las lees 8,19, 21 Y asi, aunque culpables ellos y merecedores de tormentos nunca vistos atrajeron la campasion, puesto que se les hacia desparecer no por utilidad pablica, sino por la crueldad de uno solo. Resulta evidente de una lectura atenta del texto de Tacito que el hecho de ser cristianos y los delitos (flagitia) que esto conllevaba fue motivo sobradamente justificado de las condenas a muerte. Algunos estudiosos modernos que han tratado de atribnir a Nerdn una ley especial que condenaba el mero hecho de ser cristianos, se han basa~ do en las palabras de Técito para defender que el fundamento juri dico de esta supuesta ley seria precisamente la acusacién a los cris tianos de estar imbuidos de odin generis humani's. Sin embargo, ‘ctcemos que resulta claro del contexto que ésta es una expresion salida de la pluma del propio Tacito en la que éste resume la idea que él tenia de los eristianos y que justificaba por sf sola, al margen de que fuesen o no incendiarios, su condena a muerte. De modo acertado, algunos historiadores modernos han relacionado la ex- presién de Técito con el término griego misanthropia, un delito co- lective de profundo y prolongado arraigo en la conciencia civica romana. Ya Cicerén se sirve del término misanthropia para expre- sar la idea del abandono de las propias obligaciones hacia la comu- nidad, Ia separacién del resto de Ia sociedad, y todavia a finales det siglo. se seguird utilizando el mismo término en los ambientes inte- Tectuales paganos para condenar a aquellos cristianos que abando- rnaban la sociedad para aislarse en el ascetismo mondstico!’ ‘Suetonio que, a diferencia de Técito, no relaciona las persecu- ciones de Nerén a los cristianos con el incendio de Roma, se sirve de expresiones muy similares a las de Técito para explicar los mévi les de las condenas: «Fueron sometidos a suplicios los cristianos, raza de hombres seguidores de una religi6n nueva y perniciosa (novae et maleficae)». Suetonio, que habla del incendio de Roma 13, Esa supuesa ley endsauna formalacon de ete tpo: Sendo los rintanos ene rmigs del Impetoy del gencrousnano, que cometencrimenes conta el pucblo romano, (queda probibido se rstano..e 14 ChB Zale bas dno human gore dee Chrens Zetchnft Wissenschaft liche Taoioge $4 G999), pp. 356-367; He Packs, “Tacs Ober dle Christenn: Vighae irisanse 4 (1950), pp. 653, expe. pp. 82 SJ. Beaujeu, Lincndie de Rome en 4 et {et cdo, Brelle, 1960, pp. 30 sia dima obra sigusendo,a nuestro parecer tejor exudio sobre el pase de Taito, Ts. CL YM. Duval Rechercher sur a langue tl ieestare latins. Bellerophon et les aetescheéiens: Melancholia ou Ott Cassorodunam 2 (1968), pp- 185-190; L {Cracco Rupginn, Sinko di bataglisieologica nl tardo Ellen. Romay Atene, Con ‘Shsnopuls Nama, Empedocte ristoncen Studi Store in onore dO, Bartoli Pi 1972, ‘Specalmente Appendie IV, pp. 248-300; R Teja Lor ovigenes del monacatoy 50 cons SESS sole: Codes Agiaronie 2 (1989), pp. 1131 22 en el capitulo 38 de la vida de Nerén y ha acusado a éste abierta- mente de haberlo provocado, alude las disposicionesanterstanas en el capitulo 16, en el contexto de otras dsposiciones (institut) tendentes a presetvar el orden y la moral publica que afectan alos aurigas, las facciones del ctco, los excesos en los banquetes publi 0s y los gastos suntuarios. Ash pues, para Suetonio, al igual que para Técit, las medidas contra ios crstanos obedecen al hecho de Practicar una sypestitio gue cs por sf malefca y nova), Por FAM, Implica delivos (lagitia), Results evidence que para Tito y Suctor nio el cristianismo era una superstitio y, por tanto, un delito, en lo Cual coineiden con Nerd al margen de que este ve stviese de Tos crsans para eto ines nconesables udles eran los deltas (flagiia) que se aribufan alos crstianos to sabemos bien por las refutaciones que al tema dedicaron Tos apo logistas erstianos del siglo: orgiassexuales, Incestos,asesinatos de niftos, ete B eardeterocultoy seercto que tenfan los culos esta os, el bautismo, los dgapes 0 comidas comanitarias, la participa {in indiscriminada de hombres y mujeres en estos ios Tos exee- Sos reales que se dieron en algunas sects minortaras favorcetan la Propagacin de rodo tipo de bulos y rumores Resultaba fail demostrar I falsedad de estas acusaciones, como te fue fail a Plinio hacerlo, tas someter a tortura a algumos miems bros de la corminidad cristina, Pero i idea continu profundamen- te arrigada en las masas popiares. Al margen de que se ereyese 0 no en estas calumnias, permanecia la idea, compart todos los rivles, de que los crisdanos eran un peligro para la comunidad. Al igual que Cicerén, todos los paganos de la Antigtiedad tenfan slaro lconcepto de religion. Est era una relacion con la divinidad que aseguraa laps deorim El eacosvsmo religiowo a gue levabs rmonotefsmo radical de los cristanos ponia en peligto esta pax Fesultaba ldgeo y fil haceres responsables de todas las eslamid des que se abatian sobre Ia comunidad. Visto con fon ojos dela ma. Yori ls eatanos eran cateos en cuanto gus eran practices de Unastperstito y no de una religio cayo cometido era por decito en Palabras de Cecilio el interlocutor pagano en Mimacio li, 0 para Fetribuir ala benevolencia dvina 0 alejar la olera de los doses @ aplacarla cuando estéairada furiosar 1, os pugs enon pce eau dementi d os spologis ciianos pueden verse eo Te El chon pinivo looted ‘nay Mads, 1990, pp 82 pe 7. Mindi Felt, Oceius V2. La acai de stetsmoe real también sobre Jos judios por idesicosmouvos: jue, Las us das Empire romain I ary 1918, p45; Wo. C. Frend “The Pesccitons some Links beoween Juda 2nd the Far 23 No puede sorprender, por tanto, que Plo el Joven y Trajano coincidan con sus contempordneos Tcito y Suetonio en sus juicios respecto alos eristianos. Nombrado, como hombre de confianza del ‘emperador, gobernador senatorial de lainquieta provincia de Bitinia- Ponto y llevado de su inexperiencia en un gobierno provincial, Plinio acostumbraba.a consultar al emperador sobre los problemas que sele planteaban. A su muerte, este intercambio de consuleas y respuestas fentre ambos fue incluide en la coleccién de su correspondencia y es lo que nosha permitido disponer de este documento de primera mano y de incalculable importancia para conocer la politica de los empera- dores con el cristianismo a comienzos del sighoity en elsigho y medio sucesivos. Empezaremos primero por el andlisis de la carta de Plinio Yy nos ocuparemos despues de la respuesta de Trajano! 2. La correspondencia entre Plinio el Joven y Trajano: la carta de Plinio La autenticidad de ambos documentos fue cuestionada por algunos estadioos. Hoy en da nadie a pone en dd, siguicra = admite ue contengan interpolactones. No es segura, sin embargo, la fecha Exacta de la‘carta, pues se siguen debatiendo las fechas del pobierno de Plinio en Bitinia: para unos, el gobierno abarcé del 109 al 111; pata otros, del 111 al 113. Parcce que la carta hay que situarla entre 1 18 de septiembre y el 3 de enero de su segundo aio de gobierno por lo que habria que datarla en el otofio-invierno del 110-111 0 del 113-113!, Parece que la carta fue escrita en Amisus 0 en ich af eta Hier 9 0958, pe 41-8 Soe eens {elas autaidndes potas romanas en materi eiioe, a peat dea tleranels por pis ‘plc H. Lan, The Study ofthe Bercoutons: ural of Rama Studies 27 (1937) pp '0.98,Deberencraceneaenta que Tos romanos munca intenaronprohibir os ciianese ‘ue rndiesen cou propio dos ino qu To ques intentaba et gue lo endiesen ambien ‘los diosesromanos lexcusvimo menos ineansigente de oe ciseanos gnticos parece {ie fue To que determing que extor no fuesen tan persepidon ef W. H.C Penh Por los mismos afos, Juan, el autor del Apocalipsis incluido en el Nuevo Testament laizaba sis anatemas gontra Roma y elem, perador: Roma es la gran Babiloni, la madre. de las repugnantes Prostiutas y de la abominaciones de la tierra; la mujer embriagada con la sangre de los martires de Jestis; el emperador es la bestia de Sictecabeeas y diex cerns que conduce ala mujer.» El Apocalp. sis represent un serio problema para muchos erstianos del siglo de epocas sucesivas hasta el punta de que fae el libro que mas ope Sicign encontré para ser incluido en el canon del Nuevo Testamen to, Las ideas de Clemente y de los que como él pensaban ejercieron una influencia mucho mayor que las de Juan. Hay un Gltimo dato en el Reseripto de Trajano que plantea oto aspecto de las persecuiciones que ha sido tambien objete de ammplos debates: cl papel jagado por el culo imperial en las perseeueloncs Plinio hace Saber en su carta que cuando sometia a interrogatorios 2 los eristianos les obligaba a invocar y hacer oftendas alos diosesy Ia imagen del emperador que para este proposito hacia colocar jue toa las estatuas de los dioses: En su respuesta, Trajano omite era alosién a su vago: la prueba de que no som ‘cistanos 0 de que Feniegan de sus ereencias Ia eben hacer dnicamente supplicando dis nostris. La omisién no es casual, sino que obedece a una police Seguida de una manera conscient ysitematica por parte de Trajs, zo Sabemos por el mismo epistolario de Plino que yu en otras ont Siones habia rechazado la idea de castigar a quienes se negasen a Fendir homenaje a su imagen’. Con ello Trajan quetfa apartatse elos excesos en que habia desembocado el eulto ala persona del 37, Clemente, Epitola alos Corintios 395 ef R Tes El cretaniama primito, cit pp. 52553, 3H Apocalpais 17-26, 33. Epitola X82, 81,297, 31 ‘emperador durante la época de Domiciano. Pero, al propio tempo, es una prueba mas, en contra de una opinién ampliamente difundi- da, de que el culto imperial jug6 un papel muy secundario en las persecuciones de los cristianos". 4. Martires de época de Trajano La politica de moderacién, de oportunismo segiin las circunstancias {que Trajano establece en su Rescripto, se confirma por la informa- iG positiva que tenemos sobre martirios que tuvieron lugar duran- teu reinado, Aparte de las victimas que caus6 la actuacién de Plinio en Bitinia,sélo tenemos noticias esporadicas de persecuciones y se ‘conocen algunos martires cuya muerte se puede explicar por cit- ccunstancias muy especiales. Eusebio de Cesarea recuerda que bajo ‘Trajano se produjeron en algunos lugares persecuciones esporadi «as de origen eminentemente popular” y presenta un caso concreto, al segundo obispo de Jerusalén, Simedn, que murié en época de ‘Trajano, bajo el mandato del gobernador de Judea, Atico. Simeén habja sido acusado por ciertos herejes de ser cristiano y descendien- te del rey David®, fue torturado durante varios dias y Finalmente crucificado, Pero ia fecha del martitio de Simedn plantea proble- mas. Fl gobernador Atico nos es conocido tinicamente por esta refe- rencia de Eusebio. En su cr6nica, el propio Eusebio sia el martirio cen el afio 107", y es ésta la fecha que tradicionalmente se ha mane- jado. A su vez el Cronicén pascual, una fuente de dudoso valor pues se basa en el propio Eusebio, lo data en el consulado de Céndido y Cuadrato, es decir, en el 105. E. M. Smallwood ha realizado un derallado estudio del tema que parece arrojar alguna luz. Todas es- tas fechas deben ser rechazadas pues se conocen los nombres de los 40, F. Millar, «The imperial Colt and the Prsectionsy, en Le exe des souverting dans Empire roma, Eneciens Fondation Hatch, « XIX, Vandoeuvtes Genve, 1972, pp. 145-165: sour evidence about Imperial pronouncements on Chestaney up to 243 ‘Baume nothing clang tothe imperil cate (pe 199) Previmeave habia ineido en ta ‘mina ides. Andretti -Reiioneuffiale ato dellimperatore nei “Libel i Delos, ‘Gh Studi are di Es Calder e R Parben |, Milano, 1986, pp. 369-376, 41. Historia Eclesistica M32 442. Simedn seria, regin Hegeip, hijo de Cleois, primo de Jess de Nararty su- ‘puesto segundo tape deJerassen donde habia sucedido a Sancigo, el ermano de Jess (Esebi, Historia elesetica I, 32, 115 1V, 4. Hegesipa fae un hisroriador enatiano de brigen pda qc ves en el ilo ty cuya obra seh perdido canservandoseniaments los psjes que cia Eusebio en sa Historia, 13." Cronin ed Schme I 162165. 44. Crome pascual, ed. Dindoe I, 471 32 gobernadores de Judea de estos ats, ninguno de los cuales se deno- tina Aco! Por lo, Smallwood tniendoencueea ee hee ya élevada edad que Fuscbio aribuye a Simeon, propone para el fo. biceno en Judea de Aico unas fechas comprendidas entre e199 el 103, agonparalos cles no conocemos el nombre de ningin goer Si sr aceptan eat fechae propuettas por Smallwood, careven de sentido las hipocesis de M. Sordi, quien ha pretendigo retrasar e martrio hasta los leimosaftos del seinado de-Trajano, en concrete 1115, durante la estancia del emperador en Antiogufa con mouvo de la expedicidn contra los partos™. Sood acepta como valida en To fundamental una noticia de Juan Malals, un historiador antogue, no tardfo y que generalmente es una fuente sujeta a humerosas com fusiones y errores. Seyin Malalas, mientras Trajano se encontraba en Antioguta habria reibido una cart de Tiberiano, prefecto de Palestina Prima, soicitando instrucciones sobre los wpalitcoss que le eran denunciados de acuerdo com las precedentesinstucciones del emperador. A esta carta Trajano le habria espondido ordensndle abstenerse en To sucesivo de dar mmucrte los cristianos, Siempre Seguin Sordi, esta acttud tan tansigente de Tajano se explicara por elidesco de mantener tranquila en vigperas de ia expedicion costs fos partos una region coma Palestina donde se estarfa ya fraguando una nueva rebelign judaie, gue estall6 despues de rcibie las prime. ras noticias sobre el fracaso de la expedicion entre los judios de Girenaica, Chipre, Egipto, Mesopotamia y de la misma Palestina, Esta situacién de efervescencia entre los judfos de Palestina se rele. iran l dao de que Simeon fre autado de pertencer aa casa de avid y se confiemaria por otras noticias del propio Hegesipo, eco. gidas también por Euscbio, de que sos mismnos verdugos de Simegn fueron apresados cuando se bused a lov descendientes de la tibt real de los judios, por serlo ellos tambien», Trajano, que sabta que nl anterior Febelin judaia ls crstianos de Palestina se habtan mantenido al margen, hbriadictado una medida de peudente taco politico al suspender las persceuciones contra los cistianos, politica 45. Eusebio le asigna 120 afr. La edad guia ses enagerada, pero, en culguie eas, sia contemporineo de Jess debta ser ya centenaro 46, EM, Smallvood, Atticus, Late of Jodese under Trajan: Journal of Rama Studies 52 (1962), pp. 131-1331 tambenESchirer, Histor dl pacble ud tempos ‘defesis, 175 4.0.35 4. f, nueva edion por G. Vermes, F. Mila, M,Blaly, Mad, 1915, p.659. Exe Aico poublemente fs Tiberio Claudio Ai, padre del fanoso Flees 417. M, Sordi ll rziesimo ¢ Rots, Bologna, 1965, pp. 146 48. Histon celeste, 32,4 33 ‘que habria sido seguida por su sucesor Adriano al tiempo que actua- ba duramente contra los judios. Enormemente sugerentes son estas hipstesis de M. Sordi, pero se vienen abajo si se acepta la bien razonada propuesta de Smallwood de adelantar la muerte de Sime6n a los primeros afios del reinado de Trajano. Creemos, mas bien, que la denuncia contra Simeén a cargo de ciertos «herejes», en expresion de Eusebio, refleja el variopinto panorama del eristianismo palestine de esta época, donde el judeo- Cristianismo tenia la primacia y se daba un caldo de eultivo apropia~ do para los enfrentamientos ideolégicos entre cristianos, judios y judeo-cristianos. Baste recordar que, segin el mismo Hegesipo, el sobispador de Jerusalén estuvo controlado hasta la época de Adria: no por judeo-cristianos, miembros todos de la familia de Jest, an- tes de que esta iglesia se corrompiese por las divisiones que provoc ron las «siete herejias» que surgieron entre el pueblo*. Una acusacién similar, de creer al propio Hegesipo, habrfa llevado algunos afios antes a otros parientes de Jestis ante la corte de Domiciano”. ‘Mas problematicas resultan las circunstancias que dieron lugar al famoso martirio de Ignacio, obispo de Antiogufa. Conocemos la personalidad de Ignacio gracias a las siete cartas auténticas que de él se nos ha conservado y que, mientras era conducido a Roma junto con dos compafcros, Rufo y Zésimo, por un retén de soldados, escribié a las iglesias de Roma, de Ffeso, de Tralles, de Magnesia, de Esmirna, de Filadelfia y a Policarpo, obispo de Esmirna. La autenti- cidad de estas cartas, tras largas discusiones, hoy no es puesta seria- mente en duda y no se puede dudar de su martirio en Roma, que Eusebio en su Crdnica sitsa, sin precisar, en el reinado de Traja- no. No son auténticas, por el contrario, las actas conservadas de su ‘Son muchas las hipétesis que se han propuesto para precisar la fecha del martirio dentro del reinado de Trajano, pero ninguna re- sulta convincente. Bs atractiva, sin embargo, la hipétesis de rela- Gionarlo con el terremoto que sacudié Antioguia el 13 de diciembre 49, Historia ecleststics WV, 22,5 y 7: sobre lindeo-cisiaismo, cf. entre oto, 4, Danitiow, Thlogie du jadUo-critime. Histoie des doctrines circ ant ‘ice I, Tourai, 1958, Sobre la importncia de le miembros dela familia de Jessen Ia iglesia de Jervalén, G. Stauter, «Zum Khalifa des Jacobuen, Zeitschrift. Religion und Gestesgezbichte 4 (1952), pp. 193-214 $0." Busebio, Histor ecleskistia Il 20, 51. Fusebio Mistonaekestasiall2; I, 36 El vexto dels carta, en edicion blo te, gies y espaola, puede conmaltare en D. fats Bueno, Padres apostlicr, BAC, Mae fid,1985, pero las incrodaccones em especial en lo que respects alas aloraiones isei- fs, deben ser leas con eautls. Rain Bueno recoge ambien ls Act del martio cua ‘teteida,sotprendentemente, no parece dsc. 34 del 115%. El fanatismo popular podria haberse desahogado acha- cando a los cristianos la responsabilidad de atraerse la ira de los dioses y las autoridades politicas podrian haber encontrado una fa «il respuesta a los disturbios populares en la persona del obispo cris- tiano de la ciudad. Esta explicacién cuadra con lo que sabemos que fue la t6nica de las persecuciones en los dos primeros siglos y con= cuerda con la noticia de Eusebio de que durante el reinado de Traja- nna las persecuciones fueron «parciales y por ciudades, a causa de levantamientos populares». Otros autores han sugerido ver en Ig- nacio un martir voluntario y a ello apuntan la crGnica de Juan Mala Jas, que indica que Trajano estaba irritado con Ignacio porque le habfa injuriado*, y las mismas Actas apécrifas de su martirio. Nada hay en sus cartas que avale este hecho, pero sf se puede ver en él, como ha sefialado G. E. M. de Sainte Croix, al precursor de los marcires voluntarios: su carta a la iglesia de Roma desarrolla lo que se ha calificado como «anhelo patolégico del martirior, pues se pre~ senta a si mismo como «ardiendo en deseos de mori» y solicita a los cristianos de Roma que no hagan nada por evitarle el martirio. La forma impaciente como describe las torturas que le esperan, conclt- ye cl historiador briténico, lo presentan como «una mente no nor mal». Actitudes como ésta explican por qué proliferaron las perse- cuciones hasta hacerse casi endemicas y la incomprension que el cristianismo tuvo entre amplios estratos populares y entre las men- tes mis ilustradas del Imperio. En el momento de hacer un balance final, resulta evidente que durante el reinado de Trajano, al igual que ocurrié antes y despues hasta el 249 con Decio, no existié ninguna persecucién generaliz: da contra los cristianos. Pero Trajano intent6 intraducir, como en perador «ilustrado», un elemento de racionalidad en las relaciones entre el poder politico y los cristianos que continuaron sus suceso- res. Un elemento de racionalidad que venia obstaculizado por el fanatismo que muchos cristianos manifestaban y que estaba avivado por las ideas sobre el emperador de que estaban impregnados algu- hos escritos cristianos primitivos, como el Apocalipsis de Juan, y por la difundida creencia de que el martitio abria directamente las puer- 52. Ch. M Sor If critioneino« Roma ci 132. 53. Historia etesisia Il 32, Em cualquier cao, rosea evidene que la detncién de obispo de Antigats fue un eso sidado y quel persecucién no evo continsided pcs ‘ets eptisola dl propio Ignacio ala iglesia de Fadel se deduce gue ya no habla psec Sones en Antogut. ‘54 Cronin pascal Xt, 276 . Dindort. S5._ GE, M.deSaime Cris 2Por qué fueron perseguidos los primerosrsianos?e, en Estudios sobre Historia antigua 9.28) 35 tas del reino de los cielos. Exponente de esta mentalidad de fanati mo exacerbado en época de Trajano es, como hemos sugerido, Ig- nacio de Antioquia. Por otea parte, Trajano, y en general todos los emperadores, fueron normalmente més sensatos que sus autorida- des subordinadas, los gobernadores de provincias, quiz porque el problema se presentaba para ellos como algo més remoto. Se expl ‘ca as el cardcter aislado, en forma de progromos de aleance limita- ddo, de las persecuciones de esta époea. Para usar las palabras ya citadas de Eusebio de Cesarea refiriéndose a las persecuciones de tiempos de Trajano, éstas fueron «parciales y por ciudades a causa de levantamientos populares, 0, como en el caso de Bitinia con Plinio, consecuencia indirecta de una politica tendente a restaurar el orden piblico en una provincia determinada” ‘56, Posblemente también hbo perscucione en época de Trajan en Macedonia Elo pacece deduce de Poicarpo, Epona a fos Flipenss IX, en donde parece hablar de losianizes de a cada de Filipo que saciona cone recuerdo de Ignacio y sus compat or Zésime ¥ Rafo que habian pasado por la cada camino de Roma «0s exhorto.2q0€ "eeu con tod paciencia, aguela, por lett que ses con weston propios oes 80 ‘io en los bienavensrador Ignacio, Zaugmoy fo, sino también en eos ene Vosot os Irises Ch. Zeller er Hutcre de Egle de A. Fiche. Marin vo yp 308. E8 ‘Shaler eso, nada sabemor dele srcunmtancas de eos poles marcos. 36 APENDICE CARTAS DE PLINIO Y DE TRAJANO Cayo Plinio al emperador Trajano Es mi costumbre, seo, plantearme todas los temas sobee los que ten ‘udas, Puse équide puede resalver mejor sol incertdwmbre © inatrute tt ignorancia® Jamas he paricpado en la insuruccion de ningin caso sobre los cstianos: por ello ignoro como y hasta donde deben llegar las penas y la investigacién. He dudado mucho si se deben toner en cuenta las diferencias dde edad, oa los de tera edad deben ser tatados de la misma manera que los madros; si se debe ser indulgente con el arrepentimicnto 0 bien si «quien efectvamente ha sido cristiano no le sive de nada el haber dejado de Scelo si se debe castigar el nombre (de cristiano) en sf mismo, aunque no haya cometido delitos o bien los delitos que acompafen al nombre De modo provisional, respecto a aquellos los que se me denunciaba ‘como cristianot he seguido esta norma. Les preguneé a ellos mismos si eran ‘ristianos. Cando lo confesaban por segunda y tercera ver les amenacdé ‘con la pena capital; cuando persevcraban les mandé cjecutar, Pues no tenia ‘dada de que, fuese cual fuese lo que confesaben, se debla castgar cera. tmente so pertinaciay su inflexible obstinacin. Hubo otros con wna locura Similar, alos que, dado que eran ciudadanos romanos, di orden de que fecran coviedos s Rome. Después, por in minms evoluetn dc lex hechos, ‘como es costumbee, al proliferar las acusiciones se presentaron miichas Situaciones peculiacs "Se publics un libelo andnimo que contents nombres de muchas pecs nas, Aquellos que negaban ser crstianos o haberlo sido, cuando precedic {doles yo invocaban alos dioses y ata imagen, que para este propesto habia ‘mandado tacr junto con las estatsas de lor dior, le elevaban siplicas incienso y vino y ademds maldectan @ Cristo, postoras que se dice mn i compatibles con los que son realmente erstianos, jamgué que debian ser fnviados a casa, Otros, incluidos en la lista, dijeron que etan cristianos y {espuée Io negaron; algunos aducian que lo habian sido, pero que habian 37 dejado de serlo; algunos que hacta més de tres afios, otros que hacia muchos 105, algunos incluso que hacia més de veinte aos, Todos estos tambien veneraron tu imagen y la estatuas de los dioses y maidijeran a Cristo. Afir: ‘maban, por su parte, que todo su delito y todo su error consistia en que costumbraban a reunitse en un dia determinado antes del amanecer, reci tar alternativamente un poema a Cristo como a wn Dios y eomprometerse ‘con juramentos a no cometer ningin delito, ni hurto, ni agresiones para robar, ni adulterios, no faltar ala palabra, ni negarse a devolver un depdsito manda se las reclamase. Despace de esto la costumbre era dizpersarse 9 reunirse de nuevo para tomar un alimento que era el acostumbrado e ino centey que habian abandonado esta prictica después de mi edicto con el que, de acuerdo con tus érdenes, habfa prohibide las asociaciones. Pot lo ‘cual consideré muy necesario indagar que habia de verdad por medio de dos esclavas que eran denominadas ministras sometiéndolas a torturis No he encontrado otra cosa que no sea una supersticién malvada y desmesurada ™Asf, pues, he interrumpido esta forma de instruc las causas y he reco. rrido a consultarte. Me ha parecido an tema digno de consulta, sobre todo ppor el gran mimero de los que estin inmersos en este peligro; pues son ‘muchos, de toda edad, de todo estamento, y tambien de todo sexo, que son ppuestos en peligro y que lo seguiran siendo. Pues el contagio de esta supers- ticidn no ha afectado s6lo a las eiudades, sino tambien a las aldeas y 2 los ‘campos, pero parece que se puede detence y corregir. Hay constancia, en efecto, de que los templos ya casi desiertos han comenzado a ser frecuerita- dos y que los actos religiosos largo tiempo suspendidos son de nuevo cele brados y de que se vende ya por doquicr la carne de los sacrficios para Ia gue hasta ahora se enconteaban poguisimos compradores. De lo que se deduce ficilmente qué gran eantidad de personas puede ser recuperada si se les da oportunidad de arrepentirse.» Trajano a Plinio Has obrado como debias, Segundo mio, al instruir las causas de aquellos {que te habian sido denunciados como cristianos. Pues no se puede estable ‘cer una norma general que tenga un cardeter, por asi decitlo,fjo.No de- ben ser buscados; si son denunciados, y se prueba, deben ser eastigados, pero de forma tal que quien niegue ser cristiano y lo demuestre con los hiechos, es decir, elevando soplicas a. nuestros dioses, aunque si pasado plantee sospechas, pueda ser perdonido por su arrepentimiento. Por lo ‘ue fespecta a lar denuncias mediante libelor ancnimon no deben tener ccabida en ningsin procedimiento judicial. Pues es una préctica abominable y no es propia de huestros tiempos.» (Plinio el Joven, Eptstola X, 96-97. Traduccién del autor.) 38 2 EL CEREMONIAL EN LA CORTE DEL IMPERIO ROMANO TARDIO 1. Emperador divino, emperador cristiano Tanto la compostura aparentada por Augusto, como el bosto intro: dducido por Diocleciano, eran una representacion teatraly pero, de las dos farsas, esa ltima era de una naturaleza més noble y genero- sa que la primera. Aquélla tenia como objeto esconder el poder i= mmitado que habia aeumulada sl emporadory cata, hacer ostontacién, det Esta aguda obscrvacién de E. Gibbon pone de relieve uno de los elementos que mejor diferencian el sistema politico de Augusto del implantado por Diocleciano. El ceremonial adquiere una extraordi- nharia importancia en la corte del bajo Imperio porque a partir de Diocleciano los emperadores no s6lo no ocultan presentarse como ‘monarcas, sino que intentan hacer ostentacién de tal condici6n, Muy acertadamente J. Arce ha iniciado un trabajo reciente sobre la ico- nograffa del ceremonial imperial en época tardia recordando los versos de W. Shakespeare: Pero qué tienen los reyes, que los privados no poseen sino es la ceremonia, si no es la ceremonia generalizada?® La ceremonia es lo que caracteriza al monarca y es la ceremonia lo que da su raz6n de ser ala corte que se crea y se concibe para dar realce a la figura del monarca, A partir de la corte, el ceremonial impregné toda la vida de la Antigtiedad tardia, las formas privadas, 1. _E. Gibbon, Hitory of the Decline and Fall ofthe Roman Empite. Cito por la icin espaol, Turner, Madrid 1984, vl 1.396, 12 Enrique 1, acto IV, escens 1 39 el ritmo de las grandes ciudades, el ritual de la Iglesia, y las formas artisticas y literarias de la época. Por ello resulta licito ver en la acti- tud de Diocleciano de suprimir la mascara que encubria el poder absolutista de los emperadores el origen de unas nuevas formas de relacién entre el poder y los stibditos que son tema central de la vida politica y social del bajo Imperio’. Ello, al margen de que muchae de las formas externas de Ia rea leza tuviesen su precedente en siglos anteriores. Se explica que los historiadores antiguos sean undnimes al atribuir a la época de la Tetrarquia y en especial a Diocleciano el ceremonial y el aparato {que caracteriza a la corte del bajo Imperio y cuyo modelo més inme- diato habria sido el practicado desde siglos en la corte persa. En concreto, los historiadores antiguos insisten en la implantaci6n por Diocleciano de ritos como la proskynesis, que constituye Ia esencia del ceremonial en el Imperio tardio en cuanto supone el reconoci- 3, Labibliograia ex mplisima La ica lserauray In gran varedad de as ares pli sca hacen ue conozcamos cl etemonial dela core eardosmperial mejor que el de ning ts otra epoca de Ia Antgtedad. Son fendamentals los dversos tabjos de A. Afldi ‘enmpeeio cn su Die Monarcitche Reprsontaion i romischon Kaizereiche, Darmstadt, 1970 soe Ia conograia arya clisias obras de A Graba,L‘empereyr dans iat byzantin, Scasbourg, 1956 (reed, London, 1971), y Re Delorac, Spleawttke Katerportats von Constantius Mgrs bis sm Ende des Wesreichs, Bern, 1983. Fundamental amine Pesalmente por ia sabia combinacién de las fener literarias y aeitias Sabine ©. McCormack, Are end Ceremonial Late Antiguty, University of California Pes Berke= ley, 1981, en gue quedanssbremidor diverse emudio anteriores de a misma autora. Sobre ‘lien del adonato hay gue seguir remitiéndose al documentado arco de. Seeck, en in: Real Emyllopadie 12, 1983, col 400-401 see ln process a Tos dearollos de 'W. Eran en la Cambridge Ancient History, Cambridge, 1939, cap. VIL, pp. 362 364, ap. DX pp 387-388, Sabet a hiscria ye mica hadrico dee pura imperial, ML [Relahoid History of Purp ae a Statue Symbol in Antiquity, Brees, 1970. Sabre a vest rents en general lor ambos extern de poder, KDeloruc, Day state Kaiseror fate: Die Anite # (1932), pp. 1-21, Par a interpretcionysgitcado dela mumismaia, ML. Allld, Die Konstntovsche Gallpragwng. Unterachungen cu tner Boden far eiserplii tnd Hofhunse, Maina, 1963. Para el deserolo urbana de Roms, Conta tinoplay Milan en selacion com la corte imperial ye rsaniamo, R-Krauthemer, Three Cinttion Capital. Topogrpty and Police ceo por ie. eaiana Torino, 1987. Sobre el ‘mortal de lor finerale pera, J. Acct, onus Inperatonon, Lor forrales de Tos Emperors romenan adr 198. Bara oy ttactone aflacmcn cre coer npeil yc eclosion, FV lnctinhy, Bachofital wd Keserdbron, Mlschen, 1985;E Stommel -Bschofstuhl nd hoher Throne: Jabrbuch fr Antike word Christen 1 (1988), 1p. 32,78, Sobre a simboliamo, J. W.Salomonson, Cha, Scope and Wroath Mistrial pats oftheir Representation 0 sme Roman Sopulrel Momumante, Amsterdam, 1955, Important desarollor sobre specton concrete, en el elective J Arce (ed), La eeaion {e'ana tradcton: ceremonial yng em el pagonsmo reco roman, Made, en press. ‘Agradezcoa lo diferentes auroer a cores en permicame lan los ensayos ai neios ata obra colectva, Addenda: Eta ora o ha llegado a publicarse mane, Solamene el Susilo de, Bravo ctado en noe 9h vic au con el mismo Selo en Gein 15 (1997), pp. 177-192. Pero mantencmos la sefrencns al cme apaecieron els elon orignal Fans de exe ensayo en 1993. 40 miento del cardcter «divino» de los emperadores. Asi, Aurelio Vic- tor no duda en proclamar que Diocleciano «fue el primero que ad- mitié pablicamente ser considerado y adorado como un dioss*. En ‘érminos muy similares se expresa Amiano Marcelino: «Diocleciano Augusto fue el primero que impuso el ser adorado siguiendo la eos- tumbre de los reyes extranjeros»'. Unicamente Lactancio, mas pr6xi- ‘mo a los hechos, atribuye a Galerio la responsabilidad de la intro~ duccién de estas précticas tras su victoria sobre los persas en el 298: eEn efecto, después de someter a los persas, para quienes es norma y costumbre que los sibditos se entreguen al servicio de los reyes como esclavos y que los reyes se sirvan de su pueblo como si se tratase de eselavos de su propia casa, este hombre nefasto quiso introducir en el mundo romano esta misma costumbre>*, Posiblemente en esta afirmacién de Lactancio haya que ver una simple licencia hist6riea del aucor cristiano de acuerdo con la tesis central de toda su obra que tiende a descargar a Diocleciano de la responsabilidad por las medidas més graves e impopulares de su reinado y atribuirselas a Galerio’. En cualquier caso, seria en la época tetrérquica cuando se introdujo en la corte romana el externus et regius mos! Recientemente G. Bravo ha cuestionado estas afirmaciones de los historiadores antiguos y de Ia historiografia moderna més re- Que el ritual de la proskynesis fue introducido en Roma durante la ‘Tetrarquia no es sdlo una idea errGnea de Ia historiografia moder- za, sino que también fue asumida ya por la mayor parte de los auto es tardo-romanos, con independencia de su adseripcién ideologi- 2, si paganos o cristianos’. 4. Awelio Vitor, De Gaeseribus 39,2: Se primus omit. plam dic passus et adda cet appear ti deur 5. Res Gestac, XV, 5, 18: »Dioeletianus enim Augnstus oma primus externo et rego more inter aor ( Lactacio La meri dels perapuidores 21,2: «nam post devcros Pers, gs rum bc rita he os ex epbus sen serum se addcan e reps popu avo tae se eh cl comentario de Tea, Sobre la muerte de oe persepaadoresIneoducson, ‘waduccién y nots (Bibione Clisca Gredos 46), Madd, 1982, 126, - 211 ‘3. sExtern et repo mores en expreson de Amianos shi itu, hie mos> epi La ‘ormnla de Lactanci. Gartausen proput,partiendo de ls idea de que el texto de Amano serfa una incerpeeacin 0 parfeasis del de Lactanco, la coreci6n en la forma wexteeno ‘tue eplo mores Esta coreccign, que hs sido aceptada por algunos como WT. Avery, ‘The AdoratioPurpurac and the Importance ofthe Imperial Purple inthe Fourth Century of {he Chrscan Erase MAAMC 1? (1940), pp. 90 9 74, no ha side acrptade on las ediciones ‘cients de Amiano por earccer de bas clos manuserits. '. G. Bravo

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