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Código: 0211420029
Código: 0211510029
Docente
UNIVERSIDAD DE CARTAGENA
CARTAGENA DE INDIAS D. T. Y C.
2020
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN...........................................................................................................................3
1. OBJETIVOS.............................................................................................................................4
1.1. Objetivo general...........................................................................................................4
1.2. Objetivos específicos...................................................................................................4
2. GENERALIDADES.................................................................................................................5
2.1. Fundación e historia de la ciudad.................................................................................5
2.2. Sistema defensivo de la ciudad....................................................................................6
2.3. Independencia y crecimiento de la ciudad...................................................................8
3. DEMOLICIONES DE LAS MURALLAS Y BALUARTES................................................10
3.1. Procesos de demolición..............................................................................................10
3.2. Otros cambios realizados a las murallas....................................................................14
3.3. Demolición de las murallas en otras ciudades de Latinoamérica..............................15
4. CONCLUSIONES..................................................................................................................18
5. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS...................................................................................19
INTRODUCCIÓN
Cartagena de indias es de las pocas ciudades de Latinoamérica que aún conservan su sistema
de murallas y otras fortificaciones construidas en la época de la colonia para defender a las
ciudades de las invasiones y ataques piratas, pero entre mediados del siglo XIX y principios
del siglo XX estuvieron a punto de ser demolidas por completo y aunque en estos tiempos
parezca algo descabellado la mayoría de la población de la ciudad en esa época estuvo de
acuerdo con que se demolieran algunos tramos.
Con la llegada del cartagenero Rafael Núñez a la presidencia, la reconexión fluvial y férrea
con el río Magdalena y la entrada en operación del Muelle de la Machina comenzó su
recuperación.
Conocer las causas que llevaron a la demolición de varios baluartes y tramos de las
murallas de Cartagena de indias.
Conocer que otros cambios han sufrido las fortificaciones en la ciudad de Cartagena
de indias, al ya no ser utilizados como defensa militar para la ciudad.
Comparar los procesos de crecimiento urbanístico y cambios en otras con patrimonios
coloniales en Latinoamérica.
2. GENERALIDADES
Hacia finales del siglo XVI el primitivo núcleo urbano se había asentado sobre la isla de
Calamarí y se desarrolló el barrio Getsemaní en la isla de San Francisco, que estaba separada
del área fundacional por el caño de San Anastasio. Los dos territorios se unieron a través de
un puente que se construyó entre 1529 a 1554, ubicado frente a la puerta de entrada a la
ciudad primigenia, en el sitio conocido como “Boca del Puente”.
La urbe recibía los recursos generados por los impuestos sobre las actividades económicas
que en ella se desarrollaban (tráfico de esclavos, almojarifazgo - impuesto al comercio
exterior-, alcabala –impuesto a las ventas-) y las transferencias por “situado” por parte de
Quito y Santa Fe, para cubrir los gastos de la tropa radicada en la ciudad, lo cual se mantuvo
hasta los primeros años de la independencia. La pérdida de estos recursos fiscales externos fue
una de las causas del deterioro del sistema defensivo en el primer siglo de vida republicana,
ya que Cartagena de Indias no tenía recursos propios para destinarlos a los gastos de su
mantenimiento.
2.2. Sistema defensivo de la ciudad
El sistema defensivo de la ciudad hispánica en América en la época inicial de la Conquista era
un deber del fundador y sus habitantes. La urbe no tuvo fortificaciones en el periodo inicial de
su historia; hacia 1560 contaba con frágiles sistemas defensivos construidos sin técnica.
Empero la defensa era indispensable, si se tiene en cuenta que Cartagena de Indias fue sitiada
y tomada desde las primeras décadas de su fundación. Roberto Baal, en 1544, realizó el
primer ataque pirata. Más tarde, en 1559 fue atacada por el francés Martín Cote, quien cobró
un abultado rescate por no quemar la ciudad. John Hawkins la sitió en 1568. Sir Francis
Drake la atacó en 1586 y logró tomar la plaza, incendió casas y cobró un cuantioso rescate.
Después del ataque de Drake y del cúmulo de incursiones de filibusteros y piratas a ciudades
y navíos españoles el Rey Felipe II ordenó que dentro del Plan Maestro de Fortificaciones del
Caribe se brindara atención prioritaria a Cartagena de Indias como parte del sistema defensivo
regional que integró veinte puertos, denominados Llaves de las Indias. La Corona Española
encargó la tarea defensiva de Cartagena de Indias al italiano Bautista Antonelli, el más
reputado ingeniero militar al servicio de la corte, simultáneamente con las tareas de
fortificaciones de santo domingo, san juan de Puerto Rico y La Habana.
Las obras diseñadas por Antonelli, según su plano de 1595, incluyeron la defensa de la bahía
con los fuertes en la Punta de Icacos y la Isla de Carex para cerrar el ingreso por Bocagrande,
que era el único acceso en esa época a la ciudad. Conservó el Fuerte de Boquerón que se
había construido en Manga en 1566 (donde hoy está San Sebastián de Pastelillo); levantó
baterías en la Caleta y en el Caño de San Anastasio y en la Ciénaga del Cabrero (en esa época
denominada Ciénaga del Ahorcado), y planeó la utilización de defensa con navíos para el
canal de Bocachica. Antonelli diseñó murallas, baluartes, revellines, contraguardias y fosos
para el Centro, sin embargo, no incluyó a Getsemaní porque en este tiempo solo existían allí
el convento de San Francisco y el matadero. Su sobrino Cristóbal de Roda continuó las obras,
las cuales se adelantaron rápidamente y con materiales muy perecederos, que luego fueron
reemplazados por fortificaciones en piedra.
Con posterioridad, los diseños de Antonelli fueron mejorados por el ingeniero Juan de
Herrera y Sotomayor, en el periodo 1609 a 1631. Este experto amplió el perímetro del trazado
de muralla para cubrir el crecimiento de la ciudad y completó su cerco, con algunas
dificultades en la zona norte afectada por la fuerza del mar. En el periodo 1629 a 1634 estuvo
al frente de la obra defensiva militar el ingeniero y Gobernador Don Francisco de Murga,
quien tenía una influencia barroca de los Países Bajos. En 1631 inició las obras de defensa de
Getsemaní, barrio que había crecido desde los tiempos de Antonelli, donde edificó en la
punta, un baluarte que llamó El Reducto. En 1633 había concluido la muralla escarpada de
ocho metros de altura que rodeó a Getsemaní, y que con algunas modificaciones es la que se
conserva. Para la defensa y la comunicación de Getsemaní con el área continental levantó una
muralla curva que denominó Media Luna. Además, construyó una tenaza como fortificación
avanzada y tres fosos de agua, que defendieron la única entrada de tierra al recinto
amurallado. La defensa de la ciudad se completó con la construcción del Fuerte de San Felipe
de Barajas, bajo las órdenes del Gobernador Don Pedro Zapata de Mendoza en 1657, sobre el
Cerro de San Lázaro y frente a la Puerta de la Media Luna, para proteger el acceso terrestre a
la ciudad; este emplazamiento fue estratégico en 1697, en la toma del Barón de Pointis y en
1741 en la derrota infringida a Sir Edward Vernon, gracias a la defensa comandada por el
Virrey Don Sebastián de Eslava y el Almirante Don Blas de Lezo.
Desde el inicio del siglo XVIII y durante más de treinta años, las fortificaciones estuvieron a
cargo del ingeniero Juan de Herrera y Sotomayor, quien reconstruyó los baluartes destrozados
por el ataque del Barón de Pointis; además, en 1780, reformó el baluarte de la Media Luna al
igual que otros de Getsemaní.
En general, el periodo posterior al triunfo sobre los ingleses marcó con su estilo, denominado
Neoclásico, un conjunto de construcciones bien diseñado y de gran belleza. El proceso de
protección fue paulatino y constante; el último tramo de los muros se edificó a finales del
siglo XVIII por Don Antonio de Arévalo. Este militar adosó a un sector de la muralla de
cuarteles a prueba de bomba para albergue de las tropas, que se terminaron en 1796,
conocidos como Las Bóvedas. Igualmente construyó las baterías laterales del Castillo de San
Felipe y la Batería del Ángel de San Rafael en la bahía; restauró la muralla de La Marina;
construyó la escollera submarina en el frente norte del mar.
De esta manera a finales del siglo XVIII, Cartagena de Indias consolidó su estructura
defensiva y urbana. Los imperativos militares impidieron cualquier expansión por fuera de
sus fortificaciones, con las excepciones de las casas de labor construidas en el Camino Real
(hoy Pie de la Popa).
A finales del siglo XIX Cartagena de Indias emergió lentamente de la postración vivida
desde 1815. Una visión de su historia urbana desde el contexto de la ciudad y sus alrededores
permite explicar las transformaciones que se empezaron a dar, señalando que gracias al apoyo
decidido del presidente cartagenero Rafael Núñez, se dio su renacimiento como resultado de
la reconexión con el Canal del Dique, el Ferrocarril Cartagena-Calamar (puerto fluvial sobre
el Rio Magdalena) y la construcción de muelles modernos. También fue producto del
asentamiento de extranjeros que se residenciaron en la urbe así como de empresarios y
hacendados de las regiones del Gran Bolívar que se mudaron a la urbe; sumado a la
dinamización empresarial y comercial de la plaza por las medidas proteccionistas del periodo,
se fortaleció el crecimiento de sus barrios extramuros bajo modelos arquitectónicos
eclécticos, se pusieron en funcionamiento diversos servicios públicos, la luz eléctrica iluminó
calles y casas, el acueducto por primera vez surtió la ciudad y entraron en funcionamiento
nuevos medios de transporte.1
El periodo en análisis, comprendido entre finales del siglo XX y los años treinta del XX, dotó
a la ciudad de su apariencia actual. Su valor patrimonial hizo de Cartagena de Indias el primer
lugar colombiano incluido en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, conforme la
decisión del Comité Intergubernamental del Patrimonio Mundial en su 8ª sesión, celebrada en
Buenos Aires en noviembre de 1984, atendiendo la recomendación de ICOMOS de mayo de
1984. Esta declaración es el reconocimiento internacional del valor patrimonial de la ciudad,
por ser el conjunto más extenso, completo y mejor conservado en América de la arquitectura
de defensa española, que recoge varios estilos de técnicas constructivas (medieval,
renacentista y barroca), aplicados sucesivamente en los siglos XVI, XVII y XVIII, dada su
importancia portuaria estratégica en las rutas de navegación de los galeones. Estos bienes
tienen, junto con las construcciones religiosas, civiles y familiares levantadas en su abrigo
protector, una invaluable importancia, que funda la identidad viva de la urbe, con su mezcla
de razas, orígenes y tradiciones.4
3. DEMOLICIONES DE LAS MURALLAS Y BALUARTES
Hacia 1887 cae el Revellín de la Tenaza o del Cabrero, que cerraba la salida a El
Cabrero; los materiales extraídos sirvieron para construir, en el mismo sector, la
escollera de defensa de los mares de leva.
Imagen 2: Revellín del cabrero.
Fuente: Fototeca Histórica de Cartagena
Baluarte de Barahona
Demolido en 1902, sirvió de base angular para la construcción del edificio principal del
mercado público. Originalmente se le llamo baluarte de san francisco, por su cercanía al
convento.
Tramo comprendido entre los Baluartes San Ignacio y San Francisco Javier
En 1910 se generó una discusión de alcance local y nacional con voces de protesta por las
actividades de derribo de una sección de la cortina entre los baluartes de San Ignacio de
Loyola y San Francisco Javier, que se ubicaba frente a la Laguna del Limbo. Este
emprendimiento estaba a cargo del comandante militar de la ciudad, con dos propósitos muy
loables: el primero era crear un patio de ejercicios para el regimiento asentado en el antiguo
Hospital San Juan de Dios, contiguo al lugar, y sanear el cuerpo de agua de las inmediaciones
usando para el relleno el material de la demolición –conocido como La Caleta y que había
perdido profundidad luego del tendido de los rieles de ferrocarril convirtiéndose en ciénaga
generadora de mosquitos-; el segundo objetivo era un manto político de presentación,
consistente en erigir en el Baluarte de San Ignacio un Monumento a la Bandera para honrar el
centenario de la independencia de Cartagena.
Al final, el General Francisco Burgos Rubio, que comenzó a demoler sin autorización de sus
superiores en la capital, logró sus propósitos. Esta fue una discusión álgida, enmarcada en las
tendencias y estudios de la época respecto a la modernización y la inutilidad de las vetustas
murallas frente a su valor histórico defendido por algunas voces de la ciudad. Todo fue
cubierto con el manto tricolor que tejieron las damas cartageneras para coronar el obelisco
levantado con las piedras de la demolición y que lucía en su base algunos cañones coloniales.
Las quejas locales fueron presentadas al Presidente de la República, quien pidió informes a
través de su Ministro de Guerra al General Burgos Rubio, encargado del proyecto. Este a su
vez convocó el apoyo de las fuerzas vivas de la ciudad para la defensa de su causa.
Imagen 3: Monumento a la Bandera.
Fuente: Fototeca Histórica de Cartagena
Como la ciudad había decidió tener un reloj público mecánico, desde 1873 se obtuvo la
cesión de un cuarto que había en la parte alta de la muralla de la Boca del Puente. En este sitio
se construyó inicialmente una torre cuadrada de poca belleza donde se instaló el reloj que
había sido comprado con dineros recolectados entre los ciudadanos, en especial los
comerciantes.
Sin embargo, “la torre resultó muy baja y desairada” para el gusto citadino, en palabras de
José P. Urueta. Por esta razón, la municipalidad contrató en 1887 al señor Luis Felipe Jaspe,
quien entregó la intervención en 1888, la cual consiste en una corona gótica que se levantó
sobre el cuerpo barroco de la Boca del Puente y que desde entonces fue conocida como la
Torre del Reloj. Esta obra se convirtió en uno de los símbolos más importantes de la ciudad.
Como complemento, siete años después, en 1905, se encargó a Luis Felipe Jaspe la apertura
de la Puerta Balmaceda, que se ubicó en el sitio donde existía una capilla pequeña dedicada a
la Virgen de los Dolores que estaba adosada a la parte interior del cuerpo de muralla y donde
funcionó el establecimiento de comercio del señor Francisco Balmaceda en sus años en la
ciudad, quien autorizó su donación a la municipalidad. A su vez, el municipio autorizó su
demolición para facilitar la comunicación vial, en atención al uso de estación de omnibuses
que adquirió la Plaza de la Yerba (desde entonces adquirió su nombre de Plaza de los
Coches).
Uno de los argumentos que más se repitió entre 1880 y 1920 en América Latina fue que las
murallas debían ser derribadas por razones de salud pública. Este argumento surgió
inicialmente en Europa y después se propagó por el continente latinoamericano. Algunos
autores han visto en todo este discurso un modo de aislar y estigmatizar a las clases más bajas
por parte de las elites urbanas, que así mantendrían a esas capas más pobres de la población
por fuera del progreso emergente de aquella época.
En el caso de San Juan, se reporta que la situación de sobrepoblación en la ciudad era tan
grave que los problemas de higiene eran mucho más reales, aunque a la hora de hallar nuevos
espacios y embellecer la ciudad, el desplazamiento de los habitantes de raza negra y de las
capas más pobres fue un hecho.2
Imagen 6: esquema de demolición del lado tierra de las murallas de Veracruz México.
Nótese que se prioriza el derribo de la muralla de tierra antes que la del mar, para conectar el
centro histórico con los nuevos barrios surgidos fuera de él.
4. CONCLUSIONES
Al analizar todas las causas o factores que produjeron las diferentes demoliciones y cambios
realizados en las murallas y Baluartes de Cartagena nos damos cuenta que estos se
enmarcaron más en tendencias estilistas de la época, la salubridad urbana y el anhelo de
expansión y progreso, acabando con la historia de tantos años de lucha y heroísmo que
representaban las murallas, para ser reemplazados en algunos casos por edificaciones y
monumentos que en su mayoría ya no existen.
1) Yepes, G. (2018). Patrimonio de Cartagena de Indias: finales del siglo XIX a los años
treinta del siglo XX. Universidad de Granada. Granada, España.
2) ¿Mantener las murallas o demolerlas? Urbanismo y disputas sociales en Cartagena,
Colombia y San Juan, Puerto Rico (1880-1920) https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?
script=sci_arttext&pid=S0250-71612020000100047
3) YEPES, G. Análisis de la gestión del patrimonio material inmueble de Cartagena de
Indias. Tesis de Maestría. Maestría en Desarrollo Social. Universidad del Norte.
Barranquilla.
4) AGUILERA DIAZ, Maria y MEISEL ROCA, Adolfo. La ciudad de las mujeres: un
análisis demográfico de Cartagena de Indias en 1875. En: Tres siglos de historia
demográfica de Cartagena de Indias. Ed. Banco de la República, Cartagena, 2009.
5) https://www.eluniversal.com.co/suplementos/dominical/tumbar-se-dijo-120126-
HSeu207671