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¡CAFÉ!

CAMARADAS ARRIBA FALANGE ESPAÑOLA


PÁGINA MENSUAL DE NOTICIAS Y OPINIONES
AÑO 2 Nº 121 BUENOS AIRES ENERO DE 2009

¡JUSTICIA!

S. S. BENEDICTO XVI
LEVANTA EXCOMUNIONES
CONTRA FRATERNIDAD DE
SAN PÍO X
DE MONSEÑOR LEFEBVRE
¡CAFÉ! - AÑO 2 Nº 121 - Buenos Aires - ENERO DE 2009 2

¡JUSTICIA!
EL PAPA DISPONE
EL LEVANTAMIENTO
DE LA EXCOMUNIÓN
A 4 OBISPOS DE LA
FRATERNIDAD DE
SAN PÍO X

Golpe mortal a los


satánicos infiltra-
dos en la Iglesia.
3 ¡CAFÉ! - AÑO 2 Nº 121 - Buenos Aires - ENERO DE 2009

Carta del Superior General


de la Fraternidad San Pío X
Queridos fieles:

Como anuncio en el comunicado adjuntado, la excomunión de los obispos


consagrados por S. E. Mons. Marcel Lefebvre el 30 de junio de 1988, que
había sido declarada por la Sagrada Congregación para los Obispos por un
decreto del 1º de julio de 1988 y que nosotros siempre rechazamos, ha sido
retirada por otro decreto de la misma Congregación fechado el 21 de enero
de 2009 por mandato del Papa Benedicto XVI.
Ésa era la intención de oración que les había confiado en Lourdes, con
motivo de la fiesta de Cristo Rey de 2008. Ustedes han superado nuestras
expectativas ya que un millón setecientos tres mil rosarios han sido rezados
para conseguir de la intercesión de nuestra Señora el fin de este oprobio,
que a través de la personas de los obispos de la Fraternidad, pesaba sobre
todos cuantos de lejos o de cerca adherían a la Tradición. Sepamos
agradecer a la Santísima Virgen, que ha inspirado al Santo Padre este acto
unilateral, benevolente y valeroso. Asegurémosle nuestras fervientes
oraciones.
Gracias a este gesto, los católicos del mundo entero apegados a la
Tradición ya no serán más injustamente estigmatizados y condenados por
haber mantenido la fe de sus padres. La Tradición católica ya no está más
excomulgada. Aún cuando ella nunca lo haya estado en sí, con frecuencia
y cruelmente lo ha estado en los hechos; como la misa tridentina, que nunca
había sido abrogada en sí, como felizmente lo ha recordado el Santo Padre
a través del Motu Proprio Summorum pontificum del 7 de junio de 2007.
El decreto del 21 de enero cita la carta del 15 de diciembre pasado al
Cardenal Castrillón Hoyos, en la que expresaba nuestro apego “a la Iglesia
de N. S. Jesucristo, que es la Iglesia Católica”, reafirmando nuestra
aceptación de su enseñanza bimilenaria y nuestra fe en el Primado de Pedro.
Yo recordaba cuánto sufrimos por la situación actual de la Iglesia, en que
esta enseñanza y este primado son ridiculizados, y agregaba: “Estamos
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prestos a escribir con nuestra sangre el Credo, a firmar el juramento anti-
modernista y la profesión de fe de Pío IV; aceptamos y hacemos nuestros
todos los concilios hasta Vaticano II, respecto al cual tenemos reservas”.
En todo ello tenemos la convicción de permanecer fieles a la línea de
conducta trazada por nuestro fundador, Monseñor Marcel Lefebvre, cuya
pronta rehabilitación esperamos.
Así, pues, deseamos realizar estas “conversaciones” –que el decreto
reconoce como “necesarias”– sobre las cuestiones doctrinales que se
oponen al magisterio de siempre. No podemos hacer más que comprobar
la crisis sin precedentes que hoy sacude a la Iglesia: crisis de las vocaciones,
crisis en la práctica religiosa, del catecismo y de la frecuentación de los
sacramentos…
Pablo VI, antes que lo hiciéramos nosotros, hablaba incluso de una
infiltración de los “humos de Satanás” y de la “autodemolición” de la Iglesia.
Juan Pablo II no dudó en decir que el catolicismo en Europa se encontraba
como en estado de “apostasía silenciosa”.
Poco tiempo antes de su elección al Supremo Pontificado, el mismo
Benedicto XVI comparaba a la Iglesia a un “barco que hace agua por todas
partes”. Por eso, en estas conversaciones con las autoridades romanas,
queremos examinar las causas profundas de la situación actual y proveyendo
el remedio adecuado, llegar a una restauración sólida de la Iglesia.
Queridos fieles, la Iglesia está en manos de su Madre, la Santísima Virgen
María. Nosotros confiamos en ella. Le habíamos pedido la libertad de la
misa de siempre, en todas partes y para todos. Le habíamos pedido que se
retirara el decreto de las excomuniones. Le pedimos en nuestras oraciones,
a Ella, que es la Sede de la Sabiduría, estos necesarios esclarecimientos
doctrinales, de los que las almas perturbadas tienen tanta necesidad.

Menzingen, 24 de enero de 2009


+Bernard Fellay
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Comunicado
del Superior
General de la
Fraternidad
Sacerdotal
San Pío X
La excomunión de los obispos consagrados por S. E. Mons. Marcel
Lefebvre el 30 de junio de 1988, que había sido declarada por la Sagrada
Congregación para los Obispos por un decreto del 1º de julio de 1988 y que
nosotros siempre negamos, ha sido retirada por otro decreto de la misma
Congregación fechado el 21 de enero de 2009 por mandato del Papa
Benedicto XVI.
Expresamos nuestra gratitud filial al Santo Padre por este acto que, más
allá de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, representará un beneficio para
toda la Iglesia. Nuestra Fraternidad desea poder ayudar siempre al Papa a
remediar la crisis sin precedentes que sacude actualmente al mundo
católico, y que el Papa Juan Pablo II había calificado como un estado de
“apostasía silenciosa”.
Además de nuestro reconocimiento al Santo Padre, y a todos los que le
ayudaron a realizar este valeroso acto, nos congratulamos que el decreto
del 21 de enero juzgue necesarias la realización de “reuniones” con la Santa
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Sede, las cuales permitirán a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X exponer
las razones doctrinales de fondo que ella estima ser el origen de las
dificultades actuales de la Iglesia.
En este nuevo ambiente, tenemos la firme esperanza de arribar pronto a
un reconocimiento de los derechos de la Tradición católica.

Menzingen, 24 de enero de 2009

+ Bernard Fellay
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Sagrada Congregación
para los Obispos

Decreto
Por medio de la carta del 15 de diciembre de 2008 enviada a Su Eminencia
el Cardenal Darío Castrillón Hoyos, Presidente de la Pontificia Comisión
Ecclesia Dei, Mons. Bernard Fellay, en su nombre y en el de los otros Obispos
consagrados el 30 de junio de 1988, volvía a solicitar el levantamiento de la
excomunión latae sententiae formalmente declarada por Decreto del
Prefecto de esta misma Sagrada Congregación para los Obispos con fecha
del 1º de julio de 1988. En la mencionada carta, entre otras cosas, Mons.
Fellay afirma:
“Asimismo, seguimos teniendo la firme voluntad de permanecer católicos
y de poner nuestras fuerzas al servicio de la Iglesia de Nuestro Señor
Jesucristo, que es la Iglesia católica romana. Aceptamos filialmente su
enseñanza. Creemos firmemente en el Primado de Pedro y en sus
prerrogativas; es por eso que la situación actual nos hace sufrir tanto más”.
Su Santidad Benedicto XVI, paternalmente sensible al malestar espiritual
manifestado por los interesados a causa de la sanción de excomunión, y
confiando en el compromiso expresado por ellos en la citada carta de no
ahorrar esfuerzo alguno para profundizar las cuestiones aún abiertas en
necesarias conversaciones con las Autoridades de la Santa Sede, y poder
así llegar rápidamente a una plena y satisfactoria solución del problema
existente en un principio, ha decidido reconsiderar la situación canónica
de los Obispos Bernard Fellay, Bernard Tissier de Mallerais, Richard
Williamson y Alfonso de Galarreta relativa a su consagración episcopal.
Este acto expresa el deseo de consolidar las relaciones recíprocas de
confianza, intensificar y hacer más estables las relaciones de la Fraternidad
San Pío X con la Sede Apostólica. Este don de paz, al término de las
celebraciones de Navidad, aspira también a ser un signo para promover la
unidad en la caridad de la Iglesia universal, y por su medio, quitar el
escándalo de la división.
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Deseando que este paso sea seguido sin tardanza de la plena comunión
con la Iglesia de toda la Fraternidad San Pío X, en testimonio de una
verdadera fidelidad y de un verdadero reconocimiento del Magisterio y de
la autoridad del Papa a través de la prueba de la unidad visible.

Conforme a las facultades que me han sido


expresamente concedidas por el Santo Padre,
Benedicto XVI, en virtud del presente Decreto,
remito a los Obispos Bernard Fellay, Bernard
Tissier de Mallerais, Richard Williamson y Alfon-
so de Galarreta la censura de excomunión latae
sententiae declarada por esta Congregación el
1º de julio de 1988 y declaro privado de efectos
jurídicos a partir del día de hoy el Decreto en-
tonces publicado.

Roma, Sagrada Congregación para los Obispos, 21 de enero de 2009.


Card. Giovanni Battista Re
Prefecto de la Sagrada Congregación para los Obispos
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APÉNDICE
Información sobre la
Fraternidad Sacerdotal
de San Pío X
y sobre su fundador,
Monseñor Marcel Lefebvre
(Copiada de Wikipedia)

Fraternidad Sacerdotal San Pío X (latín: Fraternitas Sacerdotalis


Sancti Pii X, FSSPX) es una sociedad internacional de sacerdotes católicos
romanos tradicionales junto con otros miembros religiosos que son
hermanos, hermanas, y oblatos, y por afiliación, los miembros de la tercera
orden [laicos]. Fue fundada en noviembre de 1970 en torno a Marcel Lefebvre,
un arzobispo francés renombrado por su oposición a al rumbo tomado por
la Iglesia católica después al Concilio Vaticano II (1962–1965).

Situación canónica
La FSSPX fue establecida bajo el derecho canónico en la forma de una
pía unio. Este estatus le fue retirado en 1975 por Mons. Mamie, obispo de
Friburgo, en cuya jurisdicción había sido erigida, decisión que fue
contestada mediante la presentación de un recurso suspensivo de la
supresión ante el Tribunal de la Signatura Apostólica. El Cardenal Staffa,
presidente del tribunal, a instancias –según parece– del Cardenal Jean Villot,
francés, Secretario de Estado de Pablo VI, se negó a darle curso, de modo
que la Fraternidad San Pío X considera que, mientras no se decida el fondo
del asunto, continúa existiendo.
En 1988, Mons. Lefebvre consagró a cuatro sacerdotes de la Fraternidad
como obispos, en la inteligencia de que no se oponía a la voluntad del Papa
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de darle sucesores, tal como se le había asegurado en los coloquios que
había tenido en Roma durante 1987 y 1988.
Sin embargo, la Santa Sede consideró que el acto de consagrar obispos
sin mandato pontificio expreso representa un “acto cismático”, por lo que
declaró que Mons. Lefebre (consagrante), Mons. Antonio de Castro Mayer
(co-consagrante) y los cuatro ordenados habían incurrido en excomunión.
Aún así, Roma no considera en los hechos que la FSSPX sea cismática.
No indica ni que sus miembros, ni que sus adherentes sean cismáticos
individualmente considerados, pero ha afirmado que “muchos de los que
tienen la autoridad” de la fraternidad entrarían en la definición de cisma,[1]
y que aquellos que asisten a las misas de la FSSPX se arriesgan a “confundir
su pensamiento al separarse del Magisterio del Romano Pontifice”, con lo
cual podrían llegar a un cisma.[2] De todas maneras, el propio Mons. Perl ha
afirmado expresamente en un documento que es de público conocimiento
que los fieles católicos pueden cumplir el precepto dominical asistiendo a
las misas que celebran los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X –y, por
extensión, todos los demás preceptos de la Iglesia concernientes a la
santificación de las fiestas–, como así también el precepto de contribuir al
sostenimiento de la Iglesia dando una contribución, como se estila, en las
colectas que se hacen durante la misa.

Con fecha 24 de enero de 2009, La Santa Sede


ha publicado un documento en forma de decreto
pontificio, en el cual se levanta la excomunión a
los Obispos consagrantes, correspondientes a
Mons. Lefebvre y a Mons. Castro Meyer, ya
fallecidos, asi como a los Obispos consagrados,
Mons. Tissier de Mallerais, Mons. Williamson,
Mons. Fellay y Mons. de Galarreta, siendo
reconocidos como válida y licitamente
ordenados.
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Actualmente cuenta con 481 sacerdotes, 90 hermanos laicos, 206


religiosas, 6 seminarios, 117 prioratos, 82 colegios, 6 institutos
universitarios, 450 lugares de culto en 62 países del mundo, y al menos
medio millón de seguidores.

Monseñor Marcel Lefebvre

Marcel-François Lefebvre C.S.Sp. (Tourcoing, Francia, 29 de


noviembre de 1905 - Martigny, Suiza, 25 de marzo de 1991). Arzobispo
católico francés que tras una dilatada carrera como misionero en el África
francófona tomó el liderazgo en la Iglesia Católica ante las reformas
doctrinales y disciplinares introducidas en la Iglesia por el Concilio Vaticano
II. Fundó la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.

Vida
Sacerdote, religioso y obispo
Cursó sus estudios de filosofía y teología en la Pontificia Universidad
Gregoriana de Roma. Fue ordenado sacerdote en 1929 por Monseñor Liénart,
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apodado el “arzobispo rojo” de Lille. Habiendo madurado en él la idea
misionera y siguiendo el paso de su hermano, se unió a Congregación
del Espíritu Santo. Tras su noviciado (de sólo un año de duración) hizo
su profesión religiosa el 8 de septiembre de 1932 fue enviado a África,
más concretamente a Gabón, donde se desempeñó como misionero en
diversos lugares.

Concilio Vaticano II
Pío XII lo nombró obispo de Dákar (1948-1962), elevándolo
posteriormente al rango de Arzobispo, y designándolo también Legado
Apostólico (una especie de Nuncio o Embajador) para toda el África
francófona. En 1962 fue nombrado obispo de Tulle en Francia, reteniendo
el título de Arzobispo. En calidad de Superior General de los Padres
Espiritanos, fue llamado por Juan XXIII para formar parte de la Comisión
Central Preparatoria del Concilio Vaticano II.
Durante el Concilio, fundó junto a Mons. Antonio de Castro-Mayer, obispo
de Campos (Brasil), Mons. Geraldo Proença Sigaud, obispo de Diamantina
(Brasil) y Mons. Carli, obispo de Segni (Italia) el Cœtus Internationalis Patrum,
al que adhirieron 450 obispos, con el objeto de defender en el aula conciliar
la doctrina y disciplina tradicional de la Iglesia.

Fraternidad Sacerdotal San Pío X


Artículo principal: Fraternidad Sacerdotal San Pío X
Después de renunciar a su cargo de Superior General de su congregación
en 1968 y a iniciativa de un grupo de seminaristas descontentos con la
orientación que habían tomado los seminarios a los que concurrían, en
particular, el Seminario Francés de Roma, a cargo de los Padres Espiritanos,
en 1971 fundó en Friburgo (Suiza), con la anuencia del obispo del lugar,
Mons. François Charrière, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. La casa de
formación que primero funcionó en la Rue de la Vignettaz fue posteriormente
trasladada a Écône (cantón del Vales, Suiza), donde la congregación tiene
su principal instituto de formación sacerdotal.
Debido a la creciente concurrencia de jóvenes deseosos de recibir una
formación tradicional en el sacerdocio, rápidamente se granjeó la oposición
del episcopado francés, que denominaba el Seminario de Écône “seminario
salvaje”. Vencido el término de 5 años, durante el cual la existencia de la
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congregación es puesta a prueba de acuerdo con las normas canónicas, el


sucesor de Mons. Charrière en la sede de Friburgo, Mons. Pierre Mamie,
tras recibir una solicitud de Roma, no renovó el permiso para que la misma
subsistiera, acto que posteriormente fue refrendado por una comisión de 3
cardenales nombrada por Pablo VI.
En ese estado, Mons. Lefebvre interpuso un recurso suspensivo ante el
Tribunal de la Signatura Apostólica, pero su presidente, el cardenal Dino
Staffa, se negó a darle trámite respondiendo –según parece– a un pedido
del Cardenal Jean Marie Villot, entonces Secretario de Estado de Pablo VI.
Dado que el recurso suspensivo de supresión estaba pendiente, Mons.
Lefebvre consideraba que a falta de pronunciamiento sobre un recurso
suspensivo, la medida que suprime su congregación ha quedado pendiente
de resolución, y por lo tanto, su congregación continúa existiendo hasta
tanto la Santa Sede no se expida sobre el fondo del asunto.
Con ese razonamiento, no secundó el pedido que se le hiciera de cerrar
el seminario y dispersar a los seminaristas, a los cuales prosiguió formando
hasta las puertas del sacerdocio.
En 1976 recibió una monición canónica para que no procediera a la
ordenación de la primera tanda de jóvenes formados en Écône, la cual
desoída, hizo recaer sobre él la suspensión a divinis el 22 de julio de
1976. El 29 de agosto 1976, Mons. Lefebvre celebró la misa de Lille[1]
donde declaró:
“No se puede dialogar con los
masones o con los comunistas,
¡no se dialoga con el diablo!”[2]
Excomunión
Consolidándose la situación en el tiempo, y por interposición de otros
factores, tal el caso de la reunión ecuménica de Asís de 1986, Mons. Lefebvre,
ya octogenario, confiesa que se le acaba el tiempo para nombrar un sucesor
en el episcopado. Tras una serie de reuniones con autoridades romanas,
durante cuyo transcurso se le aseguró que el Papa Juan Pablo II no se
oponía, en principio, a darle un sucesor, se bosquejó un proyecto de
acuerdo. Pero tan pronto como estampó su firma en el documento, el
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entonces cardenal Ratzinger le envió un subalterno para solicitar de él una
carta pidiendo perdón al Papa por lo que había hecho.
Tras negarse a hacerlo, en el convencimiento –quizás subjetivo– de haber
hecho un bien a la Iglesia, se desdice del acuerdo y poco después,
remitiéndose a aquella seguridad que se le había dado de que el Papa no se
oponía a darle un sucesor, decide consagrar 4 obispos escogidos de entre
miembros de su congregación: los padres Alfonso de Galarreta (hispano-
argentino), Bernard Fellay (suizo), Richard Williamson (inglés) y Bernard
Tissier de Mallerais (francés).
Los puntos centrales de la controversia entre Mons. Lefebvre y el Vaticano
son esencialmente cuatro: el nuevo ritual de la misa, el ecumenismo, la
libertad religiosa y la colegialidad.
Aunque algunos seguidores de Mons. Lefebvre han pretendido inducir a
error y minusvalorar la excomunión en la que ocurrió, debe recordarse que
el citado monseñor fue excomulgado pública y formalmente por el papa
Juan Pablo II, el cual en su carta Apostólica “Ecclesia Dei”, escrita el 2 de
julio de 1988 en forma de motu proprio, decía: “Al realizar ese acto, a pesar
del monitum público que le hizo el cardenal Prefecto de la Congregación
para los Obispos el pasado día 17 de junio, el reverendísmo mons. Lefebvre
y los sacerdotes Bernard Fellay, Bernard Tissier de Mallerais, Richard
Williamson y Alfonso de Galarreta, han incurrido en la grave pena de
excomunión prevista por la disciplina eclesiástica” (Código de Derecho
Canónico, can. 1382).
La posición oficial de la Iglesia Católica en lo referente a la situación
canónica de la Fraternidad San Pío X, recogida en las declaraciones del
Card. Darío Castrillón Hoyos, Prefecto de la Sagrada Congregación para el
Clero y Presidente de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei, en entrevista a la
Revista 30 Giorni,[3] es que “no se trata de un cisma formal”. De igual manera,
en entrevista concedida al canal 5 de Italia el 13 de noviembre de 2005
indicaba:
No se puede decir en términos correctos, exactos y precisos, que existe
un cisma. Hay una actitud cismática en el hecho de consagrar obispos sin
mandato pontificio. Ellos están dentro de la Iglesia. Existe únicamente el
hecho de que una total, más perfecta comunión está faltando –como quedó
afirmado durante la reunión con el Obispo Fellay– una comunión más plena,
porque la comunión existe.[4]
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Es menester aclarar que el hecho de que no exista cisma formal no significa


que las excomuniones no sean válidas, sino que no existe la intención de
separarse de Roma, intención que es necesaria para que se declare un
verdadero cisma. La posición de la Fraternidad San Pío X ha sido siempre
de obediencia y sujeción al Romano Pontífice en todo lo que es magisterio
infalible, aunque resisten las orientaciones pastorales que se han realizado
después del Concilio Pastoral Vaticano II, cosa que por sí misma no es
negación de ningún dogma de fe. El problema entre la Santa Sede y la
Fraternidad San Pío X es, por tanto, de materia disciplinar y no dogmática.
Con todo, las excomuniones a los cuatro obispos ordenados por Mons.
Marcel Lefebvre siguieron en pie hasta el 24 de enero de 2009, cuando el
papa Benedicto XVI levantó la excomunión a los cuatro obispos. Benedicto
XVI, según un comunicado del Vaticano, decidió levantar la excomunión a
los cuatro obispos tradicionalistas “tras un proceso de diálogo” y después
de que el pasado 15 de diciembre de 2008 Fellay enviase una carta al
Vaticano, en nombre propio y de los otros tres prelados, en la que le
expresaba el deseo de permanecer fieles a la Iglesia romana y al Papa. [1]

Mons. Marcel Lefebvre falleció el 25 de marzo de 1991, durante la


Semana Santa. Sus restos se hallan inhumados en el Seminario de
Écône, bajo la leyenda que él mismo deseaba que fuese escrita:
Tradidi quod accepi (“Transmití lo que recibí”).

A LA SALUD DE SU SANTIDAD
BENEDICTO XVI, EL PAPA QUE
LA IGLESIA ESTABA
ESPERANDO
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