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坦托斯·穆埃

尔托斯的奎因

Nuestro agradecimiento a Ismael Alí de Unzaga, por cedernos las imágenes de algunos de sus cuadros, que han

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servido para llenar de color el presente número.

Portada y Contraportada: Culdbura, basadas en la imagen de un cuadro de Alí de Unzaga.

En las bibliotecas municipales y pública de Burgos hay a disposición del lector ejemplares impresos de esta revista.
No podemos sino expresar nuestra gratitud por ello.

En el buscador de Burgospedia se pueden encontrar fácilmente los números atrasados de culdbura. Damos las
gracias a Jesús Toledano por hacerlo posible.

Cul ura es un empeño de: Fernando Ortega, Fernando Arnaiz, José Mª Izarra, Alfonso Hernando, Jesús Borro y Félix J.
Alonso, entre otros.
©de los textos (faltas de ortografía incluidas), ilustraciones y fotos, los respectivos autores.
©del logo, grafismo y maquetación: el maquetista, JMI.
Contacto: culdbura@gmail.com
Revista y folletines deportivos de Burgos, Jesús Borro Fernández ...........................Pág. 5
Caprichos, Francisco Javier Pérez de Arévalo ..............................................................9
Taller de cantería, Óscar Esquivias ........................................................................13

Su
Tres sonetos enamorados, Luis C. Montenegro ..........................................................15
Nuestra ciudad. El pasacalles, Montserrat Díaz Miguel ................................................17
Selección de Afolirismos de amor y espiga, Pablo del Barco.........................................19
Viaje a San Pantaleón de Losa en busca del Santo Grial, Fe Pajares .............................25
m
Memorias del hombre pájaro, Álex Rozados ..............................................................29

ar
Marga Gil Roësset, Carlos de la Sierra......................................................................41
Burgos: belleza, equilibrio, desarrollo, Carmen Plaza Arnaiz ........................................47
Banksy no es Banksy, Javier Vicente........................................................................55
Common People, Mayte Santamaría.........................................................................57

io
Elipsis, Lino Varela Cerviño.....................................................................................75
El racismo de Hume, Alfonso Hernando ....................................................................81
La modernidad de Paloma Navares, Virtus del Hoyo ...................................................89
¿Ciencias o letras?, Joaquín García Andrés ..............................................................107
Carpeta artística de Julián Valle, Varios ..................................................................113

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Una historia de los fanzines de Burgos (3ª parte), Javier Ortega y Alberto Labarga ......127
Fragmento de La muerte de Gabino Ríos, Miguel Ángel Barbero .................................141
El coronavirus: vuelta a su ser. (Informe inacabado / 2ª parte), José María Izarra .......147

Alí de Unzaga
Ismael Ali de Unzaga nació en Burgos en 1968. Es Licenciado en
Bellas Artes por la Universidad del País Vasco y ejerce como profesor
de dibujo en el IES Diego Marín Aguilera de dicha ciudad.

Su trayectoria como pintor arranca en los años noventa, en los


que se decanta por una pintura matérica en blanco y negro; poste-
riormente, evoluciona hacia el pop-art y, actualmente, en su periodo
de madurez creativa, realiza una pintura colorida y de textura depu-
rada. Ha participado en numerosas exposiciones, individuales y co-
lectivas, y su obra figura en numerosas colecciones particulares de
distintos países del mundo.

Como novelista, es autor de los siguientes títulos: Islandia noniná e I shot Donald
Trump (Yo disparé a Donald Trump).
Dos dedos de frente
Una señora lo increpó por no llevar una mascarilla en el mercado, tampoco es que
hubiera hordas compradoras en la cola del pescado. La señora… era para verla. Llevaba
un atuendo acorde con las galas de su pensamiento, a saber: escarapelas de la extrema
derecha colgando del abrigo, exabruptos contra la Corporación y el Consejo, un pequeño
altavoz a pilas que desentonaba el himno de la Legión y que llevaba pegado sobre su hom-
bro en un estarivel hecho con corcho-pán y relleno de cinta adhesiva con los colores de la
bandera nacional. Era pequeñaja y feucha, ahora, eso sí, iba maquillada como una puerta.
Que había que tener dos dedos de frente, le espetó al chico, que la salud era lo primero.

El muchacho en cuestión, tranquilo y educado, bien vestido y mejor peinado, contestó


a la señora que tenía razón; la salud es lo más importante, y añadió, “pero la salud física,
siendo muy importante, no debe ser más que la mental”

Bueno, bueno, bueno, la que se lio. Los de la pescadería dejaron de raspar detritus
marinos de los ricos mejillones, el hilo musical que acompañaba las compras de los luga-
reños con cortes cada cinco minutos avisando a los queridos clientes de que extremaran
las medidas de seguridad, enmudeció. Todos los clientes guardaban silencio. Los salmo-
netes dejaron de aletear buscando oxígeno. Un silencio breve. Aterrador. La señora se
quitó la mascarilla, parecía que ya no importaban los dedos de frente y empezó a latigar
al chico con unos puerros que llevaba en su bolsa rojigualda. Se ve que tenía mucha prác-
tica con cilicios y chismes de esos que usaban los de su bando en celebraciones eclesiás-
ticas. O puede que en oscuras prácticas sadomasoquistas. No te fíes de una beata, puede
ser la más guarra de todo el barrio. El muchacho se defendió esgrimiendo un calabacín
que hubiera ganado el campeonato hortofrutícola de su pueblo, el que se celebra todos
los años por San Marcial, y al que nunca se presentaba. Era como Douglas Fairbanks me-
neando el sable; qué agilidad, qué garbo, qué brazos tan largos tenía…

La beata, la sado castigadora, la friki, tuvo que rendirse por su inferioridad mani-
fiesta. Se marchó en la dirección por la que había venido y subió el himno del transistor.
Los de la frutería de enfrente la despidieron entonando a su vez una alegre tonada: “Si
supieran los curas y monjas…”
Revistas y folletines deportivos
en Burgos
Procuraré glosar en las próximas líneas algunas de las publicaciones que han acompa-
ñado a los burgaleses que a lo largo de los últimos años se dirigían a los recintos deportivos
a animar a sus equipos del alma: programas deportivos o pequeñas revistas en muchos
casos de vida efímera, coincidentes muchas veces con el Olimpo clasificatorio de dichos clu-
bes: Burgos CF en su doble andadura, Real Burgos, el baloncesto, el voleibol… la literatura
y la estadística (sobre todo la segunda) al servicio de la épica deportiva local. Victorias y
derrotas en formato de bolsillo, para llevar a casa o envolver un bocadillo (que además,

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queda muy bien rimado).

Me disculparé por los formatos impresos que queden en el tintero, la enumeración no


pretende ser exhaustiva, sino
simplemente un repaso somero
a estas entraña- bles publicacio-
nes, cuyo máximo expo-
nente serían las hojas deporti-
vas sobresatu- radas de
publicidad, que se repartían
gratuitamente por los bares de
esta capital cas- tellana (y de
tantas otras ca- pitales de pro-
vincia) los domingos por la
tarde, y que nos anunciaban los
guarismos antes de que in-
ternet ocupara ese lugar prefe-
rente en el afi- cionado, de esto
hace ya más de una década.
Como ya me re- ferí a ellas en
un artículo de la Revista Pa-
nenka, https://www.panenka.org/miradas/mama-como-ha-quedao-el-burgos/ procuraré
continuar con los diferentes programas deportivos que nos acompañaron en las tardes de
fútbol de nuestro querido y recién reformado Estadio Municipal de El Plantío:

La primera publicación de la que tengo conocimiento y que debió echar a andar desde
la propia inauguración del estadio fue denominada «El Plantío» (el Depósito Legal era de
1975), un pliego de cuatro páginas que en la época que yo conocí anunciaba los datos más
importantes del equipo rival, clasificaciones, trayectoria como visitante, y un hito fundamen-
tal: las claves del marcador «Dardo», donde se iban actualizando los marcadores simultá-
neos de los partidos de Primera división, pues China aún no existía en el mundo del márke-
ting, y casi todos los equipos jugaban a la vez. La publicación aguantó la friolera de 18 años,
solapándose entre Burgos CF y Real Burgos, hasta la desaparición ―al menos de la compe-
tición― de este último en mayo de 1994. Conservo ese último ejemplar del partido de Se-
gunda división ante el Real Betis, con la lacónica despedida del autor: «Por nuestra parte
llega el momento de la despedida. Agradecemos, muy sinceramente, el interés con que siem-
pre han acogido esta publicación, agradecimiento que hacemos extensivo a todos nuestros
anunciantes. Hasta pronto y mucha suerte para todos».

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Ya entrado el siglo XXI, el Burgos CF volvió a asomarse efímeramente por la Segunda
división; tras la llegada de un grupo inversor catalán, se empezó a publicar, con D.L. 226-
2006, la revista «bcf EN JUEGO», con una nada des-
deñable tirada de 6.000 ejemplares, y que anunciaba
jugosos titulares, como el del ejemplar que se adjunta,
de la temporada 2007/08 en Segunda B, «Capaces de
todo», y tanto que lo fue- ron, incluso de descender a
Tercera en aquel famoso biscotto de La Balastera.

Desde ahí saltamos hasta una temporada de in-


fausto recuerdo (otra más), la 2011/12, en que el
Burgos descendió como colista del grupo II de la Se-
gunda división B. Ya era la época del todo color y se
editó la revista «Desde la grada», en formato cuarti-
lla.

Del formato revista se pasó en 2017 al formato


periódico, que duró solo dos temporadas, publicándose seis números más un número cero
con contenidos y firmas de gran calidad (no me he podido sustraer a la tentación de acom-
pañar a este texto una imagen del mítico aficionado Piné). El periódico, denominado En
Blanco y Negro, se nutría de abundante publicidad, y era distribuido por los bares cercanos
al campo de fútbol, y tuvo la brillante iniciativa de crear un concurso literario para alabanza
de los colores blanquinegros, que atrajo interesantes composiciones poéticas y odas al de-
porte del balompié, emulando a los Miguel Hernández o Rafael Alberti.

Cambiando de balón, antes de que el equipo masculino de la ciudad llegase a la máxima


categoría del baloncesto nacional, las chicas del Ciudad de Burgos ya despuntaban en liga
femenina, y los programas que se repartían antes de los partidos consistían en unos peque-
ños desplegables en forma de acordeón y letra microscópica de los que conservo alguno de
la temporada 2005/06. El equipo, tras diversas vicisitudes como un descenso y un nuevo
ascenso, acabaría renunciando a la máxima categoría al final de la temporada 13/14. En
aquella temporada ya se había pasado a un formato A-3 con publicidad de los principales
patrocinadores del equipo.

Los sucesivos equipos masculinos de baloncesto tendrían sus propios programas de


mano con información de los jugadores del cuadrilátero, publicaciones a todo color pero muy
sencillas, hasta que el San Pablo dio el salto a liga ACB, con un ambicioso plan de merchan-
dising que venía con su propia publicación en papel couché, la Zona Azul, que entre otros
lujos trae hasta un juego de las diez diferencias, y secciones para todos los públicos, pues
todos sabemos que el basket es un deporte muy familiar.

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En balonmano femenino, el equipo del Cristalerías Crespo, representativo del C.D.


Florentino Díaz Reig de Gamonal, sacó con Depósito Legal de 1995 una revista en color ti-
tulada «El Patio Deportivo», y que pregonaba los éxitos de su equipo, entonces en la se-
gunda categoría del balonmano nacional. También había lugar para el atletismo, otra de las
enseñas de este club. Subtitulaba con eslóganes motivadores, como el que recogemos en
su nº 30: «No estéis pesarosos de que nadie os conozca, trabajad para haceros dignos de
ser conocidos». Las burgalesas llegaron a jugar dos fases de ascenso a la división de honor
de balonmano.

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Y terminaremos con el voleibol femenino, donde destacó el equipo universitario, C.V.
Diego Porcelos, que durante quince temporadas desde 1997 militaría en la superliga nacional
de este deporte. Su boletín informativo, con Depósito Legal de 2001, tomó el nombre de
«Punto directo», e informaba de los rivales del club, así
como de noticias y cotilleos del mundo del balonvolea,
donde todavía observo precios de abonos y camisetas en
pesetas. Echamos mucho de menos a las chicas del Da-
mesa.

Jesús Borro Fernández


jesusbofer@gmail.com
Caprichos
La elegancia no es otra cosa que poseer la capacidad, generalmente innata, de
despertar automáticamente la imaginación de la persona con la que te cruzas sin necesidad
de intentar aguzar su sentido de la vista. Lamentablemente cada día hay más personas que
se empeñan en lo segundo.
***
Buscar la felicidad es un signo de infantilismo como jugar al escondite durante toda la
vida. Ella se esconde y tú la buscas y cuando la encuentras cuenta hasta diez y... Se vuelve

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a esconder. Yo hace tiempo que le di mi dirección. Desde entonces sólo espero que me visite
cuando le venga en gana como viejos amigos que se alegran de verse por algún momento.
***
Si miro al espejo protesto. Si miro en el espejo me conformo.
***
He perdido la sonrisa pública.
En algún sitio me la habré olvidado.
Ahora sólo me río en privado
Con Ella
Con ellos.
Y por fuera taciturno
Taciturno y circunspecto.
No es que reniegue de mi pública sonrisa
Es que no la encuentro.
***
Si creyera en la libertad
no escribiría estas cosas.
Estaría volando todo el día
Pero el que cree que vuela
se suele equivocar
Porque lo más que consigue
es un simple revoloteo
dentro de su jaula.
***
Me muero de ganas de ver la cara que pone mi madre cuando le diga que me vuelvo
a meter en su útero y que esta vez no me saca ni Dios.
Yo creo que se llevará una alegría,
¿no?
***
Caricatura de Javier Pérez de Arévalo Mateo Alcina
El día que consigamos la vida eterna, automáticamente nos impondrán el impuesto por
eternidad.
***
Toda obra de arte tiene una función óptica
con sus anillos dióptricos y los catadióptricos.
La mala obra de arte sólo refracta tu mirada.
La buena, te la refracta y te la refleja.
Y no me refiero a la mirada de los ojos.
Por eso le ocurre lo mismo
a la literatura y a la música.
***
He buscado al hombre y me he encontrado un mono.
He buscado a la mujer y me he encontrado un león.
Para que luego digan los científicos que dos especies diferentes no pueden tener
descendencia.
***
Tengo un lápiz en la mano
y no sé qué hacer con él.
Podría escribir algo
o clavármelo en un ojo.
Si lo primero no sabría el qué
si lo segundo no sabría en cual.
Así que tengo un lápiz en la mano

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y no sé qué hacer con él.
***
¡Claro que hay preguntas sin respuestas!
Pero yo prefiero las respuestas que no están hechas para ninguna pregunta.
Como por ejemplo un “hola”.
***
Kant dijo que el hombre es un fin en sí mismo.
Yo digo que su ensimismamiento no tiene fin.
***
Cuando tengo hambre pienso en comer.
Y cuando he comido, pienso que me agradaba más estar con algo de hambre.
Pero esto sólo lo puede pensar quien nunca ha pasado verdadera hambre.
***
Si me tapono los oídos comienzo a oír por el culo.
Pero sólo escucho la mierda de la que pretendo huir.
Así que más vale dejar que las orejas me detengan en esta estúpida huida.
***
Para ser un loco, me entero de bastantes cosas.
Aún estando en mi sano juicio, la verdad es que no consigo comunicarme.
Siendo tan feo, no comprendo cómo puedo atraer a alguien.
Sin ser un auténtico monstruo ¿por qué provoco tanto rechazo?
A pesar de mi maldad, nadie ha muerto ni fracasado por mi culpa.
Creyéndome un hombre bueno, he dañado y causado el derrame de lágrimas en los
ojos que más quiero.
***
A la sabiduría le gustan las casas con alguna ventana abierta, por donde poder colarse
sin necesidad de llamar antes a la puerta.
***
Hay padres que quieren convertir a sus hijos en un espejo.
Y luego estos hijos no saben mirarse en un espejo, porque sólo ven la imagen de los
padres.
***
Dentro de mil años me gustaría viajar a Marte.
Espero haber ahorrado lo suficiente para entonces.
***
Si miro hacia atrás me veo de frente.
Y si miro hacia delante me veo de espaldas.
Pero sólo si cierro los ojos, me veo por delante y por detrás.
***
He venido al mundo sin saber para qué.
Y me iré de él sin haberlo aprendido.
***
Me gusta creer en la reencarnación mientras me corto las uñas.
Pero cuando me corto el pelo me vuelvo agnóstico.
El turista no sólo colecciona postales, sobre todo colecciona distancias.
***
Hay personas que mienten por gusto
y otras que gustan cuando mienten.
***
Las personas, en el fondo, somos tremendamente fieles: o nos entregamos a la vida o
lo hacemos con la muerte, pero nunca les ponemos los cuernos.
***

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Cuanto menos hablo, más raro me miran. Ahora entiendo por qué dan miedo los
muertos.
***
Desde que vi bostezar a una lagartija, dejé de pensar en la supremacía del hombre.
***
Ya no sé cómo matar el tiempo. Por más que lo intento, el tiempo resucita y al final,
tarde o temprano, el tiempo me matará a mí.
***
Muchos de los que imploran para que se les acabe la jornada de trabajo cada día,
acabarían dando lo que fuera para no tener que jubilarse.
***
La maldad del hombre es una lanza.
La maldad de la mujer es una trampa.
***
El gran problema que tenemos con la muerte, es que para aprender algo sobre ella es
necesario primero morirse.
***
Si no nos pudriéramos después de muertos, realmente podríamos decir que somos
diferentes a los animales. Y no me hables de congelar... también congelamos a los pollos.
***
El llanto en un hombre pude que le convierta algo en mujer, pero por suerte el llanto
de la mujer no le acerca ni un milímetro hacia el hombre.
***
En el infinito hay tanta estupidez que a veces pienso si no serán sinónimos.
***
No por reírse uno mucho se es más feliz.
La felicidad es más amiga de la sonrisa que de la risa.
Lo mismo que la infelicidad prefiere la aflicción al llanto.
***
Tengo la convicción de ser estúpido, pero no es por eso por lo que me siento diferente.
Me gustaría recuperar las ganas de vivir de mis 20 años, pero para ello debería
quitarme el miedo a morir de mis 58.
***
Puede parecer paradójico, pero cuanto más vivo menos vivo estoy.
***
Mañana existe porque tenemos un hoy, y éste por que hubo un ayer, pero ayer existe
porque un día fue mañana.
***
La manera más fácil de complicarte la vida es nacer.
***
En lo que más se parecen el hombre y la mujer es en la estupidez.
***
Lo mejor de no hacer fotos durante los viajes, es no poder luego recordarlos.
***
Mi mayor síntoma de envejecimiento no es la calvicie sino mi horario de trabajo.
***
Jamás pensé que llegaría a ser lo que soy, y por supuesto no soy lo que pensaba que
llegaría a ser.
***
He pasado de esperar algo de la vida, a pasarme la vida esperando algo.
***
Fracasar, fracasar, lo que se dice fracasar, depende de las expectativas que te hubieras
creado. En mi caso no tengo la menor duda.

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***
Para ser un gran pesimista es necesario poseer un buen sentido del humor.

Francisco Javier Pérez de Arévalo


Taller de cantería
A Fernando Arahuetes, creador de monstruos

Imagino a los canteros medievales


(y a ti, Fernando, entre ellos)
tallando con traviesa jovialidad gárgolas y canecillos
bajo una humilde tejavana, al pie de los soberbios templos.
Del blanco bloque calizo surgen esos monstruos alegres,

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como rostros que emergen en el agua clara
del manantial de piedra,
con risas de marionetas en las fauces,
y esos sexos (ay) enormes,
y cuernos, garras, ojos desorbitados,
y todo lo que gusta o asusta a los niños
como esas alas poderosas con las que vuelan
para anidar en las alturas.
Con qué curiosidad nos observa allá donde casi se nubla la vista.
¿Qué pensarán de nosotros?
Se dice que representan vicios y pecados,
que son ejemplos moralizantes
colgados del precipicio
con un vértigo que sería el nuestro si nos asomáramos
al pozo de nuestras almas.
Todo lo deforme y repugnante está también sometido a Dios
y le obedece.
No sabemos en qué día de la Creación surgieron estos bichos.
Quizá Yavé era un chiquillo soñador,
triste y huérfano
que construyó sus propios juguetes
porque no tenía con quién jugar.
Qué poco sabemos de vosotros, queridos monstruos,
tan risueños y traviesos,
canecillos colgantes como nidos de vencejos,
capiteles historiados y floridos,
muchedumbre de diablillos
que pobláis arquivoltas y frisos,
que habitáis en los tímpanos
y coronáis pináculos.
Y no me olvido de las supremas funambulistas, Monje vidente. Foto: Sacris
las gárgolas.
Gracias a vosotras, ríen y mean las catedrales.
Aulláis con el viento
y vuestra boca, más sabia que la solemne campana,
es tan libre que asusta a los píos órganos litúrgicos,
pobres animales domesticados
encerrados en el templo como elefantes temblorosos en el arca
el día del Diluvio.
La vaca muge, el gato maúlla y la catedral gargolea.
Todos los que hemos sido niños fantasiosos os amamos,
adorados monstruos de piedra.
Sabemos que estáis vivos
vivos
más vivos que nosotros mismos
vivos.

Óscar Esquivias

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Vellocino. Foto: Sacris

El murciélago Mesa. Foto: Sacris


Tres sonetos enamorados

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El amor contigo

Hoy que gocé tu abrazo inesperado


y a tu piel confundida con la mía,
disfruto que en mi boca todavía
permanezca tu aliento perfumado.

Tu trémulo gemido prolongado


reverberó como una sinfonía,
y los verbos procaces hasta hoy día
impronunciables, fueron susurrados.

Me entregaste el amor casi jugando


como una traviesa adolescente,
desnudo tu cuerpo, libre la mente.

Reiteraste el placer quizás esperando


que ahogarías tu fuego incandescente,
pero lo hiciste más, y más ardiente.
Mientras te espero

En cada anochecer yo te reclamo


y aguardo dubitando tu regreso,
porque al sino brutal, tan cruel y avieso,
no lo mueve lo mucho que te amo.

Me consume el deseo que proclamo


de disfrutar tu piel hasta el exceso:
vestir tu desnudez beso tras beso,
ser tu siervo sexual, también tu amo.

Me enseñaste un amar tan diferente


dejando así mi sangre emponzoñada
la que al tenerte, bulle a borbotones.

Beberé de tus pechos locamente,


el néctar del amor se hará cascada,
y ya no dejaré que me abandones.

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Reencuentro

La somnolienta niebla del pasado


va dejando que emerja tu figura
de exquisita mujer, fruta madura,
sinfonía visual, manjar deseado.

Ahora que recobro lo olvidado


ciño un rayo de luna a tu cintura,
y lo enlazo muy firme a mi ternura
para dejar tu amor así, amarrado.

Recorrerán tus mares misteriosos


mis dos manos ansiosas como peces
buscando tus tesoros deliciosos.

Y no habrá arrebatos más fogosos


que los de este reencuentro que amanece
para olvidar los tiempos nostalgiosos.

Luis C. Montenegro
Buenos Aires, 2020
Nuestra ciudad. El pasacalles
Como una pequeña nube blanca en el día cálido de otoño; como la nota de una canción,
preludio de una sinfonía, desde la suave cuesta que culmina en mi casa, en lo alto de la
calle larguísima, dándome tiempo a comprender, a vestirme de la mejor forma, a asomarme
a la puerta, incluso a sentarme en las escaleras, si lo deseo, o a permanecer de pie, si lo
que quiero es saludar con la mano, mientras mis ojos reflejan sorpresa, ilusión, alegría casi
infantil, aunque no soy un niño y no será ya jamás mía esa alegría; junto al dintel, con una
sonrisa, veo, cada año, el día en que comienza el otoño, el viento suave, la sombra creciente,

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la tristeza pronta, bajo el calor que endulza, que madura uvas, frutos tardíos del huerto,
desde la culminación de mi calle larguísima, digo, en mi casa casi aislada, colindante a
edificios vacíos, granjas, almacenes impersonales, mi casa, con su porche, la reja, las
ventanas limpísimas, cortinas primorosas, y unas macetas asomando, cercana ya la lágrima
del invierno, mas después de la tremenda sequedad del verano, mi casa aislada, y yo, en
soledad, día tras día, y entonces, cuando comienza el otoño, como una nube en un cielo
enteramente azul, preciosa en su forma, pura en su color, nube maravillosa; como la primera
nota de un concierto, van apareciendo al final de la larguísima calle, primero, los músicos,
cinco o seis, con instrumentos de viento y de percusión, y se aproximan, se aproximan
derrochando alegría; tras ellos vienen aquellos que se han disfrazado de animales: jirafas
de cuellos larguísimos, leones, tigres, avestruces, elefantes…, todos bailando al son de la
charanga, de parte a parte de la calle; y ya ha desparecido la nube blanca detrás del edificio
y la nota musical se ha transformado en un concierto, aunque sólo es un pasacalles bullicioso
que parece anunciar el advenimiento de un circo; asoman detrás trapecistas en sus ajustados
trajes negros; domadoras guapísimas, reinas de baile, reyes de muchachos con su corte;
vienen gladiadores romanos, egipcios, indios, niños disfrazados de soldados, de personajes
de cuento…, ―ninguno quien en realidad es el resto de los días, actuaran… ¡no sé donde!―,
cantan, bailan al compás de la charanga; felices, alegres, cada año, los mismos, siempre
diferentes, en procesión, por delante de mi casa, el atardecer del día que entra el otoño; yo
salgo, pasan, saludo… antes de que el sol se aleje, van desapareciendo; sólo yo miro, como
si fuera la única persona en el mundo, y fuera para mí ese pasacalles, para que yo los vea;
y así va transcurriendo la tarde, los músicos ya se alejan de mi vista, se pierden tras la curva
que culmina la suave cuesta, y las notas de la música se disuelven lentamente; podría creer
que duraría siempre, por su intensidad, pero se apaga, queda el eco, el polvo que tarda un
poco en posarse y enturbia los cristales de mi casa con motas doradas…, el viento susurra
mensajes nuevos; hablan del invierno que ya se aproxima las golondrinas reunidas en los
pabellones que hay detrás de mi casa, dispuestas a marcharse, raudas; no sé quiénes son
ellos, de dónde vienen ni qué pretenden hacer luego, hacia dónde llevan su fiesta, cuánto
dura, ni si desaparecen entre las sombras apenas atraviesan mi calle, si han crecido de la
nada; a veces creo que todo es un sueño que se repite, que no existen más que en mi
imaginación, aunque sé que volverán el próximo otoño, después de un año justo, y yo saldré
al encuentro, pero no los seguiré.

Diré agitando la mano “hola”, “hola”, y, casi al mismo tiempo “adiós”, “adiós”, “adiós”.

Montserrat Díaz Miguel

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Selección de “Afolirismos de amor
y espiga”, de Pablo del Barco.
Co mentario crítico de
Rosario Valdivia Paz-Soldán
Desde el título, Pablo del Barco, el poeta de reflexión oculta y a veces directa, del verso
contundente bañado de metáforas y simbolismos que oscilan entre la plasticidad de la ima-
gen y el permanente matiz lúdico que vuelve al lector su mayor y mejor cómplice, desde el
título mismo, decía, Pablo del Barco crea un mundo muy suyo; a la palabra lirismo le ante-
pone el inicio de la palabra aforismo, en el que se destaca lo conciso, que incluye una sen-
tencia breve que se propone como doctrina en alguna ciencia o arte. Nada más lejos pues
en los Afolirismos de Pablo del Barco, deja volar la imaginación hasta límites insospechados.

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Estamos frente a una segunda edición ampliada y corregida de aquella publicada con
el título de Afolirismos, en Sevilla, por Arrayán Ediciones, 1998. Como notamos , el primer
título era más escueto, ahora, aclara o amplía en Afolirismos de amor y espiga. Tal vez se
esperaría desde el inicio la antítesis de amor y espina, ya que de esa antítesis se trata la
vida misma. Y es sobre el tema de la vida, del hombre, la mujer, el amor y la escritura que
se refiere el breve libro en extensión pero amplio en reminiscencias y reflexiones poéticas.

En la sección El Hombre (en el balanceo de la sabiduría y la ignorancia) el tópico del


amor aparece como el origen de todo, el alfa y omega del universo amoroso del yo poético,
el amor y sus bemoles, sus temores, sus riesgos y sus silencios. Aparecen las emociones en
oposición a las gramáticas y diccionarios. Se destacan los pensamientos que rodean al es-
critor, la soledad imperante y el amor versus el sexo o viceversa; la verdad versus la mentira;
la realidad versus la apariencia. A veces se entremezclan los juegos de palabras y las simi-
licadencias, el ritmo y el sentido en feliz conjunción.

En todo el libro hay un trasfondo existencialista, un cuestionarse sobre lo esencial que


es para el poeta, en especial, el amor y la escritura. El amor que calla pero que alcanza el
cielo, el amor que duele pero que busca el placer. El encuentro carnal está implícito. Es in-
teresante notar que en la sección Naturaleza (cada día más distante, a no ser aquella de
hierro y cemento), vuelve al tema del amor empleando elementos de la misma naturaleza;
por ejemplo, cuando dice como besarle a la luna con las estrellas al dorso… El universo del
poeta está concebido con amor y para el amor. En la sección La mujer (ella o el amor, o el
amor con ella) el poeta empleará términos más explícitos como piel, sábanas…hablará de
los extremos del amor: haces mi mundo redondo: como ternura o piedra de molino. En la
parte titulada El Amor. Proyecto I+D+C (Ilusión+ Decisión+Corazón), encontramos la defi-
nición del poeta de lo que es para él el amor. Así, en los Afolirismos de esta sección podemos
descubrir la importancia que tiene para el poeta el silencio, la acción antes que la palabra:
en este punto nos encontramos los dos besos; no supimos hablar: los besos saben. Refle-
xiona sobre la entrega absoluta cuando se ama, la entrega que se convierte en muerte y a
la vez esta muerte se torna en vida. El humor y la ironía sutil estarán presentes en la mayoría
de los Afolirismos. Para finalizar, destacaré la sección Poeta (lo que el corazón desea y la pa-
labra sabe), pues aquí mediante una serie de cuestionamientos que se hace el poeta va fi-
losofando o poetizando sobre qué es ser un escritor, cómo es un poeta, dónde está la
inspiración. La esencia de pintor y poeta visual de Pablo del Barco aparece también en estos
versos: estética: cae una piedra, sobre el estanque dormido: forma, sin saberlo…., o en
estos otros: soñar en color: el sueño es la vida; la realidad es sueño (en blanco y negro).

Quiero terminar señalando que nos hemos rendido ante la lectura de este libro , que
de inicio a fin o viceversa, se disfruta, se reflexiona, se sueña en arcoíris.

Rosario Valdivia Paz-Soldán


Lima, 1 de noviembre de 2020

SELECCIÓN DE AFOLIRISMOS DE AMOR Y ESPIGA

El Hombre

(en el balanceo de la sabiduría


y la ignorancia)

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este es,
justo,
mi origen:
aquí,
donde me besas
*
miedo:
se enrosca la razón
en la memoria;
se ahoga
el corazón.
*
nunca digas adiós,
adiós es siempre
y el corazón
no entiende
de gramáticas.
*
te traiciona
el cuerpo
la piel siente
lo que no
el pensamiento.
*
soledad,
te deseo,
pero con tanto
rencor
*
verdad,
verdad,
verdad,
repito la palabra
y ya va sonando
a falsa
*
vivir
de lo que se vive
es errar,
se vive
de respirar.
*
mi calidad de invisible,
o mi pretendida capacidad
de ver más allá:
verte sin que me veas,
quererte sin tu querer,
y sin tu querer quererme.
*
me perdí;
buscando lo imposible
eras más que posible:

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me perdí
quiero perderme
y no puedo;
tendrá la existencia
sus payasos?
O yo?

Naturaleza

(cada día más distante,


a no ser aquella de hierro y cemento)

en el cafetín
del cielo
encontré una estrella,
azucarada y tibia;
no quiero despertar,
no tiene nombre.
*
me reclaman
mis dos botas:
no hicimos hoy
el camino
que aligera
sus contornos…
y mi corazón;
sienten el plomo
*
noche y soledad;
como besarle
a la luna
con las estrellas
al dorso;
resplandor
que me trasluce
y me hace más
(soledad);
luna y su todo.

Lo Absoluto

(es cosa de la Naturaleza


y del misterio para el hombre)

dices “nada”
y haces el universo
de imposibles;
“todo”
y es aún
más imposible;
solo la palabra.

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*
el horizonte:
totalidad;
no estoy,
pero me siento
(en rojo vivo
y silencio)
*
la Nada
o el Todo;
Todo es Nada
si la Nada es Todo;
pero…
y si la Nada es nada?

La Mujer

(ella o el amor, o el amor con ella)

nieva
fragmentos
de sol,
bajo las sábanas
tu piel es
una fragua.
*
las manos
paralizadas
después de tu pozo
de oro.
qué podrán
tocar ahora?

haces mi mundo
redondo:
como ternura
o piedra de molino.
*
todo este tiempo
sin memoria,
me recuerdo
en ti,
y existo.
ella se va,
aunque viene,
viene y se va;
a la misma hora,
en el mismo punto,
pasa siempre el sol.

El Amor

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Proyecto I +D + C (Ilusión + Decisión + Corazón)

no lo digo,
pero mis ojos
siembran
tu nombre
*
se mueve la sombra
más allá de la luz:
amor que nace.
*
en este punto
nos encontramos
los dos besos;
no supimos hablar:
los besos saben.
*
da miedo el amor,
pero los cuerpos
se suicidan
más allá de
la lógica.

*
despertar,
deslizar dulce
por tu tobogán
de oro;
desnudo,
se dora mi piel:
soy tuyo.
*
el amor
es cosa de dos…
sólo el amor sabe.

Lo cotidiano, y no, del hombre

(esperar lo posible es cabeza y corazón)

Agua
(es río, fluye y, mar, define)

estética:
cae una piedra
sobre el estanque dormido:
forma,
sin saberlo.

Sueño
(no es de dormir, es de soñar, fingir, esperar)

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ver
lo que tocamos,
la mirada
cristaliza los sueños.
*
soñar en color:
el sueño es la vida;
la realidad es sueño
(en blanco y
negro)

Pablo del Barco


Viaje a San Pantaleón de losa
en busca del Santo Grial
San Pantaleón de Losa se encuentra al noreste de la provincia de Burgos, cerca de
Álava. La primera vez que visité la zona fue a finales de noviembre de hace tres años. Lle-
gamos un sábado, José y yo, antes de comer, aunque no pronto porque hay que salvar más
de cien kilómetros de distancia desde Burgos.

Al deshacer una de las últimas curvas de la carretera vi la famosísima Peña Colorada


encima de la que se asienta la ermita de San Pantaleón. La imagen es espectacular porque

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el farallón pétreo tiene forma de ola ciclópea o de lengua de gigante y emerge de la tierra
con vocación de que no te olvides de ella.

—Fe, tú a lo tuyo —me dijo mi marido muy alarmado porque en ese momento había
mucho tráfico y yo estaba entusiasmada con la preciosa vista, mientras conducía.

Dejé el coche en un pequeño aparcamiento, al lado de la carretera. Desde allí se toma


sin dificultad el camino hacia la roca. Al principio, este asciende suavemente, pasa por tierras
de labor y, después, por una plantación de manzanos y avellanos. El final del sendero está
cortado por una verja que traspasamos para llegar al barrio de arriba del pueblo, el adya-
cente al risco. Al lado de la iglesia parroquial nos salió al encuentro un perro bravío que con
sus ladridos furiosos nos hizo variar de dirección.

En fin, persuadidos por el chucho, que hizo de indeseable guía turístico, rodeamos la
peña por el norte: pudimos ver así su cara oculta, esa que pocas veces aprecian los viajeros.
Allí, la vegetación, formada por robles, pinos y helechos resguardados de los rayos del sol,
era abundante y opaca. La mayoría de los árboles estaban colonizados por un musgo des-
hidratado que daba al conjunto un aire de triste decadencia. El bosque oscuro parecía el
hogar de seres antiguos: habitantes de la tierra y del aire que al vernos aparecer nos miraron
extrañados, aunque llenos de alegre curiosidad. Un poco más abajo, dormitaba un río del
que únicamente quedaba el lecho pétreo y seco. Es el Jerea, afluente del Ebro, que nace en
la Sierra Carbonilla y forma un meandro dibujando la peña por el norte y el oeste.

Al encarar, por el medio, la parte superior de la roca, donde la tupida vegetación daba
paso a un praderío luminoso, lo primero que apareció ante nosotros fueron unos amontona-
mientos de piedras de lo que fue un castro de los autrigones o de los cántabros, que en esto
no se ponen de acuerdo los arqueólogos. Parece ser que si encuentran en los alrededores
campamentos romanos es probable que sea cántabro ya que eran muy belicosos y costaba
someterlos y si no localizan nada lo adjudican a los autrigones. Aquí no han aparecido, to-
davía, dichos campamentos, pero la zona formaba parte de la línea defensiva de los castros
cántabros, de ahí la dubitativa actitud de los historiadores. El yacimiento está sin restaurar,
claro, dejando al tiempo que haga su trabajo de destrucción. Ya podremos después lamen-
tarlo cuando no haya remedio y mientras lo haya hay que callar: esto es lo que hacemos
por estas tierras con nuestro patrimonio. Peligrosamente cerca del castro, los lugareños han
hecho un aparcamiento y como ahora la estrella del espectáculo es la ermita nadie da im-
portancia al asentamiento prerromano.

La ermita de San Pantaleón se encuentra en la parte superior izquierda del gran pe-
ñasco. A la derecha se delimitan sutilmente vestigios de construcciones anteriores, según
cuentan los historiadores. Hay restos de edificaciones defensivas celtíberas, murallas y foso.
Hasta se adivina una torre de vigilancia romana que tenía como misión controlar los caminos
que llevaban al valle de Tobalina y al de Mena, regiones bastante romanizadas.

En una primera aproximación escudriñamos la iglesia por las ventanas que daban al
pequeño camposanto. Se veía que del suelo emergía la roca, columnas toscas… todo tenía
un aire esencialmente primitivo. En el cementerio, que todavía se utiliza por los vecinos del
pueblo, hallamos un mausoleo con bóveda de cañón que parece romano.

Aunque, lo que más llama la atención se encuentra en el dintel de la puerta de entrada.


A la izquierda hay una escultura de un hombre que ocupa todo el espacio de la columna.
Con gorro y saco, a sus espaldas. Puede representar al santo. San Pantaleón era médico y
cargaba con sus remedios y potingues, como todo sanador en su época. A la derecha vemos
un pétreo zigzag, de las mismas proporciones que el hombre. Bien puede simbolizar una

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serpiente como representación de la medicina. San Pantaleón fue un santo muy venerado y
con fama de milagrero. En una arquivolta de la entrada y en una ventana aparecen unas fi-
guras humanas emparedadas de las que únicamente se ve su cara y sus pies. Motivo inusual
en el arte. Los personajes, casi a gritos, nos estaban diciendo algo ¿Qué querían transmitir-
nos?

El edificio era una ruina cuando se hizo una gran reconstrucción en el siglo XIII. Dentro
se puede apreciar mejor que la iglesia es fruto de varios añadidos a lo largo del tiempo. Al-
gunos de sus capiteles representan la vida y el martirio del santo. En uno de ellos podemos
ver la figura de un hombre con la boca tapada por un embozo indicando que aquí se alberga
un gran secreto.

Y es que por estas tierras todo hace referencia al Santo Grial. En el tiempo de las Cru-
zadas se creía que este se encontraba en Mont-Salvat, en el norte de España. La Sierra Sal-
vada está a muy poca distancia al norte de San Pantaleón. A unos cinco kilómetros al este
está Criales, antes denominado Griales. También a pocos kilómetros al norte se encuentra
Siones y su iglesia de Santa María de Siones, que fue templaria, descansa al pie de la Sierra
de la Magdalena. Sión es un monte de Tierra Santa donde se establecerán los templarios
como custodios, ¡que casualidad!, del Grial. Pues resulta que San Pantaleón también fue
templaria y de los caballeros de Jerusalén durante muchos siglos.

En la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, la parroquia del pueblo, la ventana cen-
tral del ábside tenía, hace tiempo, un capitel con la representación de una copa, según los
vecinos más ancianos y, debajo del altar, existe una cripta sellada de la que nadie sabe su
contenido.

*******o0o*******

En julio de 2018 estuve en la francesa Carcasonne, una de las ciudades más importan-
tes del territorio cátaro. Allí me enteré de que, al mismo tiempo que se restaura San Panta-
león habían emprendido el camino del exilio miles de albigenses. La creencia cátara tuvo
gran éxito y como ignoraba al poder instituido fue perseguida cruelmente. El rey francés y
el papado trataban de exterminarla levantando piras purificadoras en las que quemar el
mayor número posible de herejes. Así, en 1255 cayó la última resistencia cátara en Queribus.
Unos años antes, en 1244, se entregaba Montsegur y, un poco antes, cuatro cátaros se des-
colgaban con cuerdas por la garganta de Lasset llevando consigo algo que consideraban de
vital importancia para su fe …

Se decía que ocultaban, entre otros tesoros, el Santo Grial que quizás fuera el cáliz de
la última cena e incluso la sangre de Jesús. Esto bien ha podido llegar a San Pantaleón de
manos de unos de los muchos “hombres buenos” que huyeron hacia la península disfrazados
de peregrinos compostelanos.

Ya antes del gran exterminio se encontraban cátaros en Cataluña, Aragón y Castilla.


En concreto, hay testimonios de la existencia de albigenses en Burgos en 1238 por una carta
de denuncia del burgalés Vidal de Arvial enviada al Papa Gregorio IX.

En ese momento me faltaba la conexión entre los falsos peregrinos y el valle de Losa
donde se asienta el monumento ya que el Camino de Santiago queda a más de cien kilóme-
tros al sur. De repente entre las búsquedas que hice en el navegador de internet apareció
un ramal del antiguo camino, el denominado Camino del Valle de Mena o Camino de las Me-
rindades, hoy prácticamente olvidado, pero sin duda documentado que, partiendo de Bilbao,
pasaba por Siones, Medina de Pomar y se unía al Camino Francés en Burgos. Entonces, pude

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intuir a los herejes disfrazados de devotos peregrinos, llegando cerca de San Pantaleón y
buscando un lugar donde ocultar el tesoro que custodiaban.

Bien pudieron estos cátaros ser los reconstructores de la ermita para depositar allí o
en algún lugar cercano un secreto que sigue sin descubrirse en nuestros días y del que su
naturaleza y ubicación únicamente conocerían los iniciados, siendo las claves para realizar
el hallazgo todas las denominaciones misteriosas desperdigadas por la zona. Como conse-
cuencia, la figura humana de la puerta representaría a un albigense cargando con el sublime
enigma en el costal.

¿Dónde se escondería mejor una sangre prodigiosa como la del Santo Grial? Pues al
lado de otra no tan prodigiosa que serviría a la primera de tapadera, ya que la mayor mentira
es la que más se aproxima a la verdad, no para mostrarla sino para ocultarla. Así como el
mejor lugar para esconder un libro (por ejemplo) es … una biblioteca. Pues bien, en San
Pantaleón estuvo durante mucho tiempo la sangre del santo que se licuaba una vez al año,
tenía fama de ser muy milagrosa y atraía a numerosísimos fieles. Muchos peregrinos com-
postelanos que llegaban a la península se desviaban hasta la ermita para rezar y ver el mi-
lagro de la licuefacción que se realizaba todos los meses de julio, el día 27. Tanto prestigio
tenía el fenómeno que en el siglo XVII el relicario se llevó al Monasterio de la Encarnación
en Madrid y allí sigue haciendo de las suyas.

*******o0o*******

He vuelto a la zona a finales de 2020. He descubierto que cada viaje es diferente, aun-
que vayas al mismo sitio. O ha variado la luz, o tu ánimo es distinto o has cambiado esen-
cialmente tú. Este año he descendido un poco más por la lengua de gigante, he bajado por
el camino que divide en dos al viejo poblado y lo he dejado a mi espalda. En la primera bi-
furcación de la senda, he tomado el ramal de la derecha. He llegado a una acogedora pradera
y, al aproximarme al río, he descubierto unas escaleras pétreas ligeramente talladas, cerca
de la orilla. Felizmente, el Jerea cantaba su canción de agua con generosa abundancia.
Entonces he imaginado a las mujeres del poblado bajando por esos mismos peldaños
para lavar, a niños jugando, un poco más arriba, en la pradera, a unos jóvenes vigilando,
entre los matorrales, a las muchachas que acompañaban a sus madres … ¡Cuanta vida des-
prende este paisaje!

*******o0o*******

Según la investigadora, Mar Rey Bueno, en un artículo del Diario de Burgos del dos de
febrero de 2020, a principios de los años cuarenta del siglo XX se hizo una rehabilitación su-
brepticia en San Pantaleón a cargo de Francisco Iñiguez Almech. De esta actuación no queda
vestigio en los libros de la ermita. La Revista Nacional de Arquitectura cita una consolidación
hecha entre abril de 1934 y diciembre de 1940. Francisco Iñiguez era el Director General de
Defensa del Patrimonio Artístico Nacional. Como ya he citado, según aseguraban los más
ancianos del pueblo, hace tiempo, se produjo la sustracción de un capitel tallado con una
copa situado en el ábside de la iglesia parroquial. ¿Puede haberse realizado en esa época
dicha sustracción aprovechando las obras de la vecina San Pantaleón? ¿Por qué se hizo una
intervención arqueológica en la ermita en tiempos bélicos y de dura postguerra? ¿Por qué
no ha quedado ningún testimonio escrito de ambas actuaciones?

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El 19 de octubre de 1940 Heinrich Himmler estuvo en Burgos. Había entrado por Irún.
En San Sebastián visitó el museo de San Telmo y en la ciudad de Burgos se entrevistó con

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Franco y continuó su desplazamiento hacía Madrid. El viaje tenía como misión preparar la
futura entrevista Franco-Hitler en Hendaya, aunque algo más se traía entre manos. Basta
con indicar que el arqueólogo y simpatizante nazi Julio Martínez Santa-Olalla lo acompañaba.
Después de Burgos, visitaron las ruinas visigodas de Castiltierra en Segovia, el monasterio
de El Escorial y la Judería de Toledo con un cabalista. El alemán aseguraba que Jesús no era
judío sino ario ¡Esto sí que es barrer para casa ¡. Antes de volver a su país, anduvo por el
Monasterio de Montserrat en busca del Arca de la Alianza y el Santo Grial. Creía que Mont-
serrat era el Montsalvat de la ópera Parsifal de Warner.

Sin embargo, a este personaje tan apasionado por la arqueología esotérica, nada le
dijeron de las obras que en ese momento se estaban realizando en San Pantaleón y eso que
pasó cerca del lugar para venir a Burgos. ¿Por qué esa ocultación?

******o0o*******

En fin, cada vez que ahondo un poco más en los misterios de San Pantaleón aparecen
muchas más incógnitas enmarañando el panorama y agregando más misterio a la ermita y
a toda la zona.

Fe Pajares
Diciembre de 2020
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Marga Gil Roësset
Queridas lectoras, amigos lectores, esta es una historia escrita con palabras ajenas: en
primer lugar, las de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí Aymar; dos personalidades tan
dispares como poderosas que unieron sus vidas con el lazo indisoluble de la voluntad liberada.
Se conocieron, se amaron y, conscientes de la disparidad de sus caracteres, vivieron juntos
penurias económicas, exilio, enfermedades importantes, y algunas alegrías, no exentas de te-
rribles amarguras. Juan Ramón Jiménez conoce que ha sido elegido para recibir el Premio
Nobel de Literatura durante los últimos días de vida de Zenobia Camprubí, ingresada en estado

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terminal en el hospital de Mimiya (Puerto Rico). El poeta recibe la noticia con “amargura y de-
solación” y exclama: “Ella es quien lo merece”. Zenobia muere el 28 de octubre de 1956 a las
cuatro de la tarde. Tiene 69 años. Juan Ramón, sin Zenobia, está acabado. Fallece el 29 de
mayo de 1958, en Puerto Rico, a los 76 años.

Con toda seguridad ni un solo día de sus vidas olvidaron a Marga Gil Roësset, ni mucho
menos la desdicha en que devino aquella relación de amistad sincera de la joven escultora y
pintora con los Jiménez Camprubí. Escribe Zenobia en 1932, apenas ocurrida la tragedia:
“Marga, quiero contar tu historia, porque tarde o temprano la contarán los que no te conocie-
ron o no te entendieron. Quiero decir las cosas como fueron, sin añadirle ni quitarle en lo más
mínimo a la verdad, para que los que lean las falsedades puedan referirse a lo mío y separar
lo falso de lo cierto de modo que figures como eras: apasionada y sana, insegura y heroica”.

Juan Ramón, por su parte, se refiere a ella en términos extremadamente cariñosos, ha-
ciendo gala del uso tan característico de la letra jota: “Yo me había imajinado que Marga era
rubia, como Consuelo, su hermana mayor; y creí entreverla así en la penumbra carminienta
de un palco, una mañana de concierto. Aquella tarde Marga era, y era morena pálida, de ver-
doso alabastro, con ojos hermosos grises, y pelo liso castaño. Sentada tenía una actitud de
enerjía, brazos musculosos, morenos, heridos siempre de su oficio duro. Y al mismo tiempo
¡tan frájil! Llevaba el alma fuera, el cuerpo dentro. Le dije al momento: “Amarga. Persa. Fuerte,
viril”.

Regresaban de un concierto y, al llegar a casa, el conserje entregó a Zenobia un libro con


una dedicatoria de dos líneas: “A Ud. que no nos conoce pero que ya es nuestra amiga…”. El
portero dijo que eran dos chicas de unos 12 o 13 años las que nos habían traído el paquete y
les pidió que esperaran, pero huyeron en la noche “como flores arrastradas por el viento”. El
cuento lo había escrito Consuelo y las ilustraciones eran de Marga, entonces de nueve años.
Dos niñas deslumbradas por Juan Ramón y Zenobia. Consuelo y Marga. Las dos hermanas
Roësset. Nada importante.
“Habían pasado los años, me había olvidado por completo del episodio, el libro andaba
perdido en nuestra descuidada biblioteca llena hasta el tope ―recuerda Zenobia― cuando
al extremo opuesto de una pulida mesa de caoba vi un par de ojos obsesionantes, profundos,
que se fijaban en los míos con quieta intensidad.” Zenobia, intrigada, inició una conversación,
sin saber que hablaba con la hermana mayor: “La conozco desde hace tanto tiempo ―y ru-
borizándose de manera violenta― ¿se acuerda cuando, hace años, Marga y yo le dejamos
en su casa el libro nuestro? Nos tomó mucho tiempo atrevernos a acercarnos a la puerta y
nunca nos hubiéramos atrevido a dárselo cara a cara. Por eso nos fuimos corriendo”. “Me
sentí sobrecogida por un presentimiento escalofriante ―escribiría más tarde Zenobia―. Que-
ría y no quería verla. Marga vendría a casa cuando yo quisiera, y claro, fijé una fecha”.

Y se interesó por el trabajo de la joven escultora: “Muéstrame tu obra, Marga” ―le


dije. “No sirve”. “Te traigo a Juan, él podrá ayudarte mucho más que yo si no estás satisfecha
y quieres hacer otra cosa”.

Estrechada la relación, Marga se comportaba como un pequeño satélite que orbitaba


sin descanso en torno al matrimonio, al que adoraba, tal vez por su talante inquieto y curioso
de artista. Aunque Zenobia recelaba de la calidad artística de Marga, Juan Ramón abogaba
por ella: “Verás que una vez que se desprenda de la influencia de la madre, su trabajo va a
ser completamente distinto ―dijo―. Vamos a brindarle una oportunidad”. En febrero de 1932
Olga Bauer lleva a Consuelo y Marga a casa de Zenobia.

El resultado de esta generosidad enseguida se materializa en la propuesta de Marga

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de modelar las cabezas del matrimonio, comenzando por la de Zenobia: “Marga trabajaba
despacio, es decir, insistía con ahínco, en estar en disposición para el trabajo, y aunque yo
enfermé en esos días no fue obstáculo para el celo de Marga. Dijo que posando acostada
sería más descansado y ventajoso para mí y pasó la arcilla al lado de mi cama”. Marga ter-
mina el busto, y Juan Ramón Jiménez exclama: “Parece como si saliera de una fuente”.

Todos los personajes del drama ahora ocupan su lugar en el escenario de la vida. Sirvan
de introducción a la primera actriz de la tragedia estas palabras escritas por Juan Ramón Ji-
ménez: “Zenobia: este manuscrito me lo trajo la pobre Marga la mañana del día en que se
mató”. “No lo leas ahora”. Y, finalmente, reflexiona: “Puedes leerlo. Pero no varíes de senti-
miento por Marga, ni pienses mal de ella”.

Se trata, en efecto, del Diario de Marga, donde escribe, dirigiéndose a Zenobia: “Ze-
nobita… vas a perdonarme… ¡Me he enamorado de Juan Ramón! Y aunque querer … y ena-
morarte es algo que te ocurre porque sí, sin tener tú la culpa … a mí al menos, pues así me
ha pasado … y siendo tu amiga … aquí ya está mi culpa … le he dicho … que le quiero … y le
he pedido que se case conmigo … ¡estaré loca! ... pero como él … te quiere ¡te quiere! …
pues me ha dicho … que no … que nunca … perdóname”. He creído conveniente mantener
los subrayados, cursivas y puntos del texto original en aras de recoger mejor la ansiedad de
Marga.

Escribe, igualmente, una carta a sus padres: “Perdonadme os lo suplico … madrecita


mía papaíto perdonadme por ser tan egoísta. (…) Hago esto … porque siento que nunca
podré ser feliz … no os imajinéis (sic) que he hecho nada mal… Y aunque no os parezca ver-
dad … de verdad os quiero muchísimo SÍ. A papá un beso. A mamaíta un beso”.

La mañana del 28 de julio de 1932, Marga telefonea a Zenobia que, ocupada en otros
quehaceres, pospone el encuentro para esa tarde. Pero todo indica que Marga sí visita por
la mañana a Zenobia, como recordaba muchos años después, en 1955: “Marga vino en la
mañana del día en que se mató a firmar la cabeza y, cuando yo vi que la firma empezaba
con una cruz, se me encogió el corazón”. Fuera antes o después del momento narrado, Marga
visita igualmente a Juan Ramón. Le deja una carpeta llena de papeles, como había hecho
en otras ocasiones, con el ruego de que posponga su lectura al menos un día. Llevaba tam-
bién un paquete, que después pensaron podía ocultar la pistola.

Marga camina hasta el Retiro, donde tal vez pensaba acabar allí con su vida. No en-
cuentra un lugar adecuado a sus propósitos; cambia de idea, y toma un taxi que la lleva
hasta el chalet de unos tíos en las Rozas. “Se encierra, se dispara un tiro en la cabeza y
muere instantáneamente”, recoge un titular de prensa del momento.

Es más cierto que Juan Ramón y Zenobia, alertados por la madre de Marga, salen en
su busca. Cuando llegan junto a su cuerpo, la joven agoniza. Juan Ramón permanece a su
lado mientras Zenobia trata de localizar a un médico. Ya era tarde para todo. El telón de ter-
ciopelo negro se había cerrado sobre el escenario de la tragedia.

“Consuelo era el día, Marga la noche. Consuelo era una rosa floreciendo al mediodía,
Marga el fragante verano cada primavera”.

“No se notaba el brillo de Marga inmediatamente, cuando entraba en una habitación,


pero cuando se marchaba estábamos impregnados de su presencia”.

Dejemos que Marga cierre esta breve narración con sus últimas palabras escritas.

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... NOCHE última ... que querría
tanto a tu lado ... estoy sola …
... ¡sola!
...o ...stoy contigo...

Yo así en la vida ... estoy,


tan inmensamente lejos de ti...¡ay!
aunque esté cerca …
... Pero en la muerte. Ya nada me
separa de ti … solo la muerte
... solo la muerte, sola ...y,
es ya ...ida ¡tanto más cerca así
... muerte ... cómo te quiero!

Carlos de la Sierra
Burgos, otoño de 2020

P.D.― Todos los textos utilizados figuran en las siguientes obras:


Marga. Edición de Juan Ramón Jiménez. Fundación José Manuel Lara, 2015.
Zenobia Camprubí. La llama viva. Emilia Cortés Ibáñez. Alianza Editorial, 2020.
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Burgos: belleza, equilibrio,
desarrollo
Es posible hablar de la belleza de una obra de arte, incluso de una persona, sirviéndose
de arquetipos determinados y estableciendo valoraciones de los diversos atributos, así como
de sus relaciones entre los mismos. Pero faltaría lo más importante: el encanto, la emoción
que provoca su contemplación o, simplemente, su proximidad.

Puede decirse algo similar de las ciudades. Sería fácil establecer el ideal de ciudad en
opinión de sus habitantes permanentes o viajeros temporales. Con relación a Burgos, son

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innumerables las características que hacen de ella una ciudad singular, tanto desde el punto
de vista de situación geográfica y poblacional, patrimonio artístico y cultural, dotación de
servicios, accesos, nivel de convivencia. Pero no podemos olvidar que las ciudades tienen
también su alma inaprensible, impregnada por su historia y por la idiosincrasia de los suce-
sivos ciudadanos que le han dado vida y han configurado su personalidad. Las fotografías
fijas solo aportan aspectos superficiales. Antonio Machado dejó escrito: “Solo recuerdo la
emoción de las cosas, y se me olvida todo lo demás.”

La idea de “ciudad hermosa”, heredada de épocas pasadas, debe ser considerada hoy
bajo nuevas perspectivas. El concepto de bienestar integral, de responsabilidad civil corpo-
rativa, que nació en el seno de la empresa, debe ser en la actualidad su aspiración, de forma
que sitúe al ciudadano en el centro del quehacer corporativo. A sus valores, recibidos como
dones, referidos a aspectos como entorno, paisaje, obras de arte en todas sus manifesta-
ciones, es preciso añadir el esfuerzo constante para permitir un desarrollo sostenible que
puedan disfrutar las generaciones futuras, sin comprometer mediante su uso irresponsable
las fuentes de recursos.

El ser humano forma parte consustancial del espacio que habita, con el que mantiene
una aportación mutua. Si el concepto de belleza incluye un aspecto objetivo que puede in-
cluso llegar a cosificar el bien admirado, no lo es, en cambio, el concepto de armonía, de
equilibrio, es decir, en el caso de las ciudades, la calidad de vida, aspiración legítima de las
personas en sus diversas edades y situaciones.

Pero, ¿qué entendemos por equilibrio? Se puede considerar en diferentes ámbitos. En


Astronomía se circunscribió a la posible estabilidad de las órbitas de los cuerpos celestes.
En Física, el equilibrio de un cuerpo precisa una base firme de sustentación para no sucumbir
a las agresiones externas. En Biología, después de Darwin, la estabilidad de las especies es
solo aparente por precisar grandes espacios temporales para constatar cambios significati-
vos, si bien es cierto que estos espacios se han ido acortando como consecuencia de la acción
humana, en ocasiones de manera perversa. En Sociología se destaca la necesidad de lograr
formas de convivencia integradas, logrando consensos en aquellos objetivos comunes, de
donde parte la idea de equidad. En Psicología, el concepto más próximo sería el de serenidad.
En salud, sector prioritario en la actualidad por las dificultades extremas que presenta, re-
cordemos que la OMS define la salud como la adaptación al medio de forma que el individuo
tenga acceso al bienestar físico, mental y social.

En Economía, finalmente, ha surgido una nueva problemática desde la segunda mitad


del siglo XX, originada por la mayor frecuencia e inestabilidad de los ciclos económicos. El
siglo XXI ha entrado de lleno en la constatación de deterioro de recursos, emergencia cli-
mática, acentuación de las diferencias con grandes bolsas de pobreza, mantenimiento de
los conflictos endémicos y carencia de soluciones prácticas para encarar los problemas sur-
gidos merced a la globalización. Se habla del pleno empleo como elemento de equilibrio,
con la diatriba entre mayor o menor libertad privada y sobre la competencia como ele-
mento de compensación del exceso de poder.

La teoría de la entropía considera que el equilibrio es inseparable del caos, convi-


viendo ambos a lo largo de la historia y afectando de forma implacable a las relaciones
humanas.

La ciudad tiene la ventaja de constituir un ente natural, un núcleo plural de individuos


que comparten necesidades, intereses, historia y objetivos en busca de un futuro común
que está en buena medida en sus manos. Como dijo Octavio Paz, la misión del ser humano,
a un tiempo condena y salvación, consiste en inventar el futuro cada día.

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La ciudad de Burgos merece la consideración de ciudad hermosa que, desde un equi-
librio constatable, trabaja para lograr un desarrollo sostenible, mostrando su firmeza frente
a todo tipo de situaciones adversas. Su desarrollo no es ajeno al de sus habitantes. Con
ellos comparte situaciones de bonanza, de preocupación, de creatividad, de elevación del
pensamiento, de energía vital. Disfrutar los espacios urbanos, transitar sus plazas, zonas
verdes, zonas de interés y libertad, participar en sesiones de cultura, deporte, ocio, ampliar
las posibilidades de educación y trabajo, es un quehacer común, sin limitaciones arbitrarias
y con una preocupación por el progreso y el bien común.

Burgos disfruta de una posición idónea para disfrutar de todas estas particularidades,
gracias a su situación geográfica, clima, densidad de población, pulmón verde, dotación
fluvial. Si Herodoto afirmó que Egipto es un don del Nilo, hemos de reconocer que el río
Arlanzón tiene mucho que ver con el esplendor de Burgos. De todos los merecidos títulos
otorgados a la ciudad: muy noble, muy más leal, cámara del rey, primera en voz y lealtad,
merece ser subrayado el de “muy benéfica ciudad de Burgos” por su carácter sanador. Lo
atestiguan sus características:

― Situación geográfica estratégica enfocada hacia la zona industrial de Europa y nudo


de conexión entre zonas demandantes y zonas oferentes, Disfruta de un clima que la pre-
serva de amenazas de catástrofes naturales. Pese a su fama de ciudad fría, es preciso sub-
rayar su calidez interior manifestada en sus relaciones de convivencia.

― Tamaño medio, lejos de las aglomeraciones urbanas de las grandes ciudades que
implican un derroche de recursos, en muchos casos los más contaminantes.
Equilibrio entre el medio rural y el urbano. Recursos forestales e
hidrológicos.

― Anillo vial de comunicaciones eficientes. Atención a las zonas limítrofes e


incremento de zonas peatonales y del transporte no contaminante.
― Patrimonio cultural que ha dotado a Burgos de un amplio abanico de edificios ilus-
tres, desde su magna catedral a zonas de elevado interés histórico y arquitectónico, ade-
más de las señaladas oficialmente como patrimonio de la humanidad. Las piedras en
Burgos tienen la facultad de mantener una comunicación con el peatón, haciendo realidad
la expresión de Paul Celan de que “también las piedras son flores, solo que su aroma es
más fuerte”. Destaca asimismo su preocupación por su preservación y mantenimiento,
siendo también digna de consideración la limpieza de avenidas y jardines.

― Equipamiento empresarial con un claro equilibrio entre los tres sectores de la pro-
ducción. Destaca desde tiempos inmemoriales el agroalimentario, al que se fueron aña-
diendo el químico y el de la automoción, entre otros. Su vocación internacional le ha valido
que su participación en este campo sea la tercera parte del equipamiento de Castilla y
León, con una relevancia en el sector industrial próxima al 50%, habiéndose multiplicado
el número de plantas de filiales internacionales. Es también una adelantada a la hora de
acometer la transformación digital, tan necesaria en la actualidad. Su vocación empresarial
no es una improvisación. Está documentada la relevancia de Burgos en este campo ya en
siglo XII, por su considerable población, su comercio y riquezas, al hallarse situada en la
“ruta de viajeros”. Alcanza su plenitud en el siglo XVI, pasando después por diversas vici-
situdes, algunas tan adversas como el hundimiento del precio de los cereales debido a la
subida de aranceles y el encarecimiento de los productos manufacturados por la influencia
de Estados Unidos, problemática que resulta familiar en estos últimos tiempos.

― Un ejemplo del espíritu innovador de los burgaleses está en el sector de la im-

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prenta. Disfrutó de un gran auge en el siglo XVI, donde proliferaron las ediciones de valor
especial, como la primera de La Celestina, de Fernando de Rojas, en 1499, en la imprenta
de Fadrique Biel de Basilea. Como bibliófila, me ha interesado especialmente la interesante
historia de la bibliofilia en Burgos.

― Cabe destacar el capital humano, con una densidad de población adecuada y bien
distribuida. Se constata su orgullo de pertenencia al entorno, que no es considerado solo
como mero objeto de consumo sino como un bien para disfrutar y compartir. Existe un alto
nivel de participación ciudadana, a lo que ayudan las facilidades de accesibilidad y el placer
que representa pasear por su casco antiguo y zonas adyacentes, considerando la elevada
dotación de zonas peatonales.

Ostenta la sede de Instituciones como el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y


León y la del Instituto Castellano-Leonés de la Lengua.

El crecimiento del número de alumnos de su Universidad es también un índice signi-


ficativo de desarrollo cultural con visión de futuro. Cabe considerar la historia del Orfeón
Burgalés, que data de 1893, así como el éxito de la Escuela Municipal de Música y del Con-
servatorio Municipal.

Está claro, pues, que Burgos se preocupa de la preservación de su patrimonio materia


e inmaterial.

En cuanto al desarrollo, Burgos está inmersa en la magna tarea de trabajar en favor


del desarrollo sostenible, a fin de liberarse del ahogo ambiental y mediático que sufren las
ciudades en la actualidad. Está en el buen camino para lograr las necesarias economías de
escala, a fin de que sus ciudadanos disfruten de sus recursos sin menoscabarlos, mediante
una reducción de las desigualdades y un nivel de educación acorde que asegure también
el futuro de las generaciones futuras.
La ciudad, como los seres vivos, precisa estar en continua mutación. Si cesa, una y
otros corren el riesgo de desaparecer. Vivimos procesos de transformación constante de
modo que la mezcla de elementos diversos va creando su identidad hacia un ideal de armo-
nía. En los últimos años hemos pasado por diferentes revoluciones que han ido alterando el
modo de vida, tales como la industrial, la eléctrica, la de transportes, hasta la que estamos
acometiendo en la actualidad, es decir, la digital. En estos procesos, el ser humano, en tér-
minos de individualidad o como colectivo, se ve en la necesidad de encarar diversas dificul-
tades. Un buen ejemplo es la emergencia climática que estamos atravesando, sin el consenso
necesario en la aplicación de soluciones.

Burgos está implicada en este proceso de búsqueda. El informe publicado por


O.S. (Observatorio de Sostenibilidad) señalaba en 2018 a la ciudad burgalesa como la pri-
mera entre las 24 capitales del interior de España en cumplimiento de objetivos de desarrollo
sostenible. Asimismo, la situaba en séptimo lugar entre todas las ciudades de España. Apre-
ciaba su gestión de residuos, sus niveles de contaminación y utilización del agua, así como
la equidad de género y el menor nivel de pobreza infantil. Valoraba como puntos fuertes la
transparencia y la cooperación, aconsejando continuar, especialmente, en la conectibilidad
y en la gestión de servicios sociales.

En la actualidad, la crisis de la pandemia de la Covid-19 está suponiendo un ataque


frontal a la población mundial en vidas y haciendas. Las ciudades están en primera línea de
su afectación y son las primeras en sufrir sus efectos. Las vías de comunicación rápidas, la
llegada de visitantes en oleadas como consecuencia del turismo, la masificación en fábricas

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y explotaciones industriales y comerciales con gran número de trabajadores, la falta de re-
cursos y de equipamiento en barrios marginales constituyen importantes factores de riesgo.
Burgos, sin embargo, está en una situación favorable para enfrentarse a esta adversidad.
Su diseño genera un impacto positivo, tanto en relación a las condiciones físicas como hu-
manas. Su dotación industrial no está fundamentada en el turismo sino en industrias de pri-
mera necesidad, como la agroalimentaria o de equipamientos auxiliares que pueden
beneficiarse en el momento de despegue.

La aspiración de sostenibilidad, más necesaria que nunca, va a exigir a las ciudades


modificar su paradigma, derivando del modelo de economía lineal al de economía circular
que pasa de la fabricación para utilizar y tirar a la de mayor aprovechamiento de las materias
primas, con respeto a las mismas, a su utilización integral y reciclaje. La pandemia de la
Covid-19 puede actuar, pues, como motor para esta transformación, en un momento esencial
en el que, según el WWF (World Wildlife Fund) se sigue reduciendo de modo alarmante la
capacidad de la tierra para reponer sus recursos disponibles. En este sentido, Burgos está
en situación de cumplir el mandato de Naciones Unidas cuya Comisión Mundial para el Medio
Ambiente ya definió en 1987 el desarrollo sostenible como “el que satisface las necesidades
actuales sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones para cubrir sus propias
necesidades”

A fin de honrar la cultura burgalesa, me permito terminar con un fragmento en


forma de lira, de los poemas que he ido escribiendo a Burgos en la distancia:

Burgos en armonía.
Desde el lecho del río inicia el vuelo,
afán de cada día.
Acariciar el suelo.
Pisar esta ciudad, pisar el cielo.

Carmen Plaza Arnáiz


Economista
Poeta

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Banksy no es Banksy
Que nadie sepa quién es Banksy tiene su punto de intriga y que el escurridizo gra-
fitero se haya convertido en un fenómeno mundial a no mucho tardar será objeto de
tesis doctorales. Hay en este personaje algo, en realidad una tontería, que me intriga:
¿por qué es tan frecuente, al menos por estos lares, que a Banksy se le llame Bansky?.
Cada domingo abro El País esperando que Alex Grijelmo se haya ocupado de este juego
de palabras, para ver si tiene alguna explicación lingüística o si la justificación de esta

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especie de involuntaria dislexia radica en el profundo subconsciente. Mientras esto ocu-
rre me entretengo pensando que a nuestro ¿hombre? el bank inicial pudo parecerle una
forma potente de construir su nombre de guerra, un aldabonazo para plantarse con des-
caro en mitad de la pista del circo social, si bien es cierto que enseguida matizado por
el sedoso sy final. Verlo de esta manera tan peregrina nos sirve para explicar que en su
obra conviven dos elementos, la contundencia de la denuncia envuelta en el celofán de
la ironía.

Le hemos llamado grafitero pero, a estas alturas, ya sabemos que es mucho más
que eso, aunque no exactamente qué. Un genio del marketing dicen quienes se quedan
sólo con las cifras millonarias que están alcanzando sus supuestas obras. De farsante
redomado lo tildan quienes en el arte valoran más la firma que la propia obra, olvidando
que durante muchos siglos no se conocía al autor de obras que han pasado a la historia
del arte. Un antisistema capaz de hacer mucho daño dicen temerosos quienes comprue-
ban la forma tan aguda en que sus sorpresivas apariciones ponen en solfa el funciona-
miento de nuestra sociedad. Alguien que pasará de moda afirman otros quizá con más
voluntarismo que acierto en el pronóstico. En realidad, tan recelosas etiquetas tienen
una lectura en positivo pues es indudable que quien quiera que sea Banksy ha creado
una nueva forma de comunicación artística. Tan pronto pinta una Cámara de los Comu-
nes repleta de chimpancés acomodados en los escaños, como enfatiza no haber sido in-
vitado a la Bienal de Venecia pintando un emigrante pidiendo socorro, actos
performativos que de entrada cautivan por su lograda estética y más tarde calan por su
mensaje ético.

Hay otra cosa que me intriga menos porque es algo que suele suceder. Me explico,
la sociedad tiende a integrar, normalizar o engullir –que cada cual lo exprese como quiera–
lo que al principio no acaba de comprender. El proceso pasa de la extrañeza inicial al con-
vencimiento final de que es mejor asimilar el fenómeno que dejarlo descontrolado fuera
de nuestra zona de confort. Ello explica que muchos ayuntamientos británicos hayan pa-
sado de intentar cazarlo a decretar culturalmente protegido el muro donde, de la noche
a la mañana, se ha obrado la penúltima aparición de Banksy. Explica también que el por-
tavoz de la mítica casa Sotheby´s, una vez repuesto del pasmo al ver cómo se autodes-
truía un cuadro en plena subasta, dijera días después que “Banksy no destruyó una obra
de arte en la subasta, creó una nueva”, explicando así que fuese adjudicada en un millón
largo de libras.

En otro orden de cosas, Banksy trae de cabeza a algunos juristas que detectan en
su extraño proceder múltiples problemas de propiedad de las obras y de titularidad de los
derechos de autor. Las preguntas surgen en cadena: ¿pierde Banksy la propiedad de su
obra al fijarla sobre una pared ajena?, ¿pueden los dueños del edificio hacerla suya?, ¿es
lícito arrancar la obra del soporte físico?, ¿que trabaje en la clandestinidad equivale a que
sus obras sean de dominio público?..., preguntas que de momento no parecen tener res-
puesta clara. Pero no todo queda en el aire pues Banksy tiene montado un sistema, tam-
bién opaco, para certificar la autenticidad no tanto de sus pinturas callejeras como de las
ediciones de obra gráfica que son objeto de comercialización. El ente que gobierna este
sistema es Pest Control Office (oficina de control de plagas, nombre en línea sin duda con
la ironía que rodea a nuestro protagonista), en cuya web se aclara que “Pest Control es
el único organismo oficial que puede autenticar obras impresas de Banksy. Fue creado en
2009 y está dirigido por el propio Banksy, quien mantiene su deseo de mantenerse alejado
del sistema de galerías tradicional. También, muy ocasionalmente, tiene obras para ven-
der”. Luego viene la venda que se apresura a ponerse antes de la herida: “Cínicamente,
esto podría ser Banksy controlando su mercado y ejerciendo poder sobre su
producto. Como cualquier marca internacional importante que busque acabar con la fal-
sificación. Pero, ¿qué hay de malo en eso?”. Esta explicatio non petita nos llevaría a otra

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faceta de Banksy, sus acciones filantrópicas, con las que quizá trata de compensar el gran
éxito comercial de su personalísima fórmula, pero lo dejaremos para otra ocasión.

El tiempo acaba poniendo las cosas en su sitio y hoy nos permite afirmar que Banksy
es la excepción que confirma la regla. La regla es que el arte callejero de los grafiteros es
una práctica cuasidelictiva, que las autoridades deben perseguir o al menos restringir en
evitación de que las ciudades sean invadidas por sprays en manos de gente poco dotada.
Una regla que parece moverse a medio camino entre el ornato público, el respeto a la
propiedad ajena y la conveniencia de evitar el gasto que implica la limpieza de los bienes
´atacados´. Argumentos que en el caso de Banksy parecen no regir pues sus obras cua-
lifican los lugares donde aparecen, los dueños de los soportes quedan encantados y ya
nadie osa borrar su impecable imaginería. Bien pensado me paso a Bansky, suena más a
miembro del club de admiradores.

Javier Vicente
COMMON PEOPLE
Mayte Santamaría

El proyecto “Common People” ha surgido a partir del trabajo de investigación “Agosteros de


sonidos empolvados” que Mayte Santamaría llevo a cabo en 2017 realizando grabaciones de
los sonidos que en el pasado se podían escuchar en los pueblos. El objetivo de esa
investigación era obtener la “huella sonora” del territorio rural.

“Common People” es un homenaje a las generaciones anteriores que realizaron un duro


trabajo en el medio rural.
El título de este proyecto es el nombre de una canción del grupo musical británico Pulp que
hace referencia a la gente de clase alta que le gustaría vivir como la gente común (common
people).
Todo el proyecto gira entorno a la idea de comparar la forma de vida en los años 60 o 70 en los
pueblos de España con el glamour de las estrellas del rock de la época.

El proyecto se muestra en esta exposición en dos grandes bloques. Por un lado están las obras
que hacen uso del lenguaje escrito, incluyendo la obra de la sala negra “A Escena” que también
incluye registros sonoros narrativos y en otra sala se agrupan las obras de representación

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gráfica del sonido.

COMMON PEOPLE. 2020. Impresión de vinilo.

Mayte Santamaría
CAB (Centro de Arte de Burgos)

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Mayte Santamaría
ACARREA
2020. Impresión digital y grafiti sobre lona. 200 x 150 cm.

Procedencia de la fotografía:
ADPBU-PH-03735 (Labriego con carro de bueyes cargado de hierba en las calles de Virtus).
(ADPBU: Archivo de la Diputación Provincial de Burgos)
(PH: Fondo Photo-Club)

“Acarrea”- Mientras a finales de los 60 en algunos pueblos de España se transportaba la carga


en carros, en ciudades como New York la gente usaba el metro como medio de transporte y
algunos grafiteros firmaban con su “tag” en los vagones del metro con la idea de extender su
nombre por toda la ciudad.

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Mayte Santamaría
RURAL CALLING
2020. Cubierta de disco de vinilo impresa. 32 x 32 cm.

Procedencia de la fotografía: AHPSO-19.106


(AHPSO: Archivo Histórico Provincial de Soria)

“Rural calling”- Una portada de vinilo que compara el trabajo de una señora vareando la lana
con el momento en el que el bajista del grupo musical The Clash golpeó su instrumento contra
el suelo del escenario durante un concierto en New York.

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Mayte Santamaría
A ESCENA
2017. Instalación. Cuatro ilustraciones de 60 X 39,5 cm. c/u, camerino, guión impreso y audio
del guión. Duración del audio: 21’17”. Grabado en la residencia de personas mayores
Fundación Caja de Burgos.
Caligrafía de las ilustraciones: Darío Benito Alcalde.

“A escena”- Un camerino donde se puede escuchar y leer el guión relatado por varios
residentes de una residencia de mayores que comparten su recuerdo de los sonidos que
escuchaban en el pasado en sus pueblos.

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Mayte Santamaría
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Mayte Santamaría
SELFACTINA
2020. Rótulo de neón. 200 cm.

“Selfactina”- El término “selfactina” se representa en un rótulo de neón transmitiendo la idea


de modernidad que supuso la llegada de las máquinas automáticas.

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ELIPSIS
Para empezar, les diré que estoy totalmente a favor de la teletransportación1. Es más, si alguien
se anima a iniciar una campaña para su promoción y desarrollo que cuente conmigo. Aprovecho
también esta ocasión para posicionarme radicalmente en contra de la “Ley de Gravitación Uni-
versal”. Estoy harto de agacharme a coger cosas y subir escaleras. Exijo que esta ley sea revisada
y consensuada. Cualquier campaña de recogida de firmas en contra de esta ley, que cuente sin
dudarlo con la mía. De igual modo les diré ―y para terminar esta introducción reivindicativa―
que alguien debería prohibir los domingos por la tarde. Observo en este caso con esperanza y
satisfacción que mi admirada Isabel Coixet ya ha comenzado a tomar cartas en este asunto2.

Pero vayamos al tema que nos ocupa. Visualicemos una imagen. Un coche parado junto al puente
de Parralillos. Un hombre dentro. El coche lleva parado allí varias horas y comienza a llamar la
atención de viandantes y vecinos que hacen corro en torno a el. Dentro hay un hombre. De unos
setenta años de edad que hace caso omiso a las señales de los vecinos con un gesto cada vez
más angustiado. Los vecinos deciden llamar a la policía local. La policía sólo consigue que el hom-
bre reaccione con mirada aterradora a sus requerimientos. Entonces llega una ambulancia y se
lo lleva. En el hospital por fin consiguen enterarse que el hombre es francés y que no habla ni
papa de español. Este hombre al que nosotros llamaremos Jean Pierre, es un jubilado francés
que ha llegado a Málaga hace unos días a visitar a su hija. Había quedado para comer con ella.
Cogió su coche y sin saber cómo ha aparecido en Burgos. El hombre está aterrorizado. No habla
español. No conoce Burgos y no comprende que hace aquí. Jean Pierre ha recorrido 768 km que
es la distancia que une Málaga con Burgos. Ha tenido que conducir unas 7 horas y repostar pro-
bablemente por lo menos una vez. Sin embargo, Jean Pirre no recuerda nada. Sólo que cogió el
coche aquella mañana para ir a casa de su hija y que ahora está en un hospital de Burgos a la
espera que lleguen desde Málaga para recogerle.

1 Teletransportación: Acción de transportar un objeto o una persona de un lugar a otro sin que
exista un medio físico de transporte
2 Isabel Coixet presenta un programa en Radio 3 los domingos a las 5 de la tarde llamado “Al-
guien debería prohibir los domingos por la tarde”

Mayte Santamaría
Y uno se pone en la piel de Jean Pierre y se imagina montado en el coche para ir a comprar pan
GLOSARIO
y apareciendo de repente en Burdeos. Sin saber francés y sin conocer a nadie. Y no es que el
pan de Burdeos
2020. sea malode
Doce cubiertas (que igual
discos es hasta
de vinilo bueno),
impresas de 32six no quec/u.
32 cm luego hay que volver a casa y a
ver como le explicas a la familia que has llegado hasta allí y no sabes cómo ni por qué.

El caso de Jean Pierre es un hecho real que sucedió no hace mucho tiempo. Me lo contó este ve-
rano mi prima Pili que es enfermera.
“Glosario”- Conjunto de términos que se empleaban en oficios del pasado son mostrados
como portadas de vinilos sobre un fondo que nos remite a aquellos cuadernillos de escritura
También es real el caso de Bartolomé Rubia, alias “Bartolín”, concejal del PP en La Carolina (Jaén).
empleados
El 28 de mayo deantiguamente
1998 Bartolínenaparece
las escuelas. Esta obradeplantea
en la Estación Irún a la
600música
km decomo cartilla
Linares, de es-
en cuya
taciónaprendizaje.
asegura se montó en un tren junto a dos miembros de ETA que le secuestraron. En la es-
tación de Irún los miembros de ETA (un chico y una chica) discuten y Bartolín aprovecha para
escaparse. Sin duda podría ser el secuestro más peculiar de la banda terrorista. Un secuestro
low cost en tren para ahorrar gastos. Pero en contra de la versión de Bartolín existe el testimonio
de numerosos testigos que declaran haberle visto viajar solo en el tren.

Sea como sea Jean Pierre y Bartolín son dos casos de modificación del espacio que bien podrían
rayar la teletransportación. Pero no lo son. A ambos les costó tiempo y sobre todo mucho sufri-
miento cambiar de espacio físico.

Pero no confundir teletransportación con bilocación. Bilocación es un fenómeno paranormal,


según el cual una persona estaría en dos lugares diferentes al mismo tiempo.
Una de las “reinas” de la bilocación es Sor María Jesús de Agreda. Tal como relata Javier Sierra
en su novela La Dama Azul, a principios del siglo XVII Sor María Jesús de Agreda estuvo evan-

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gelizando a los indígenas en Nuevo México. Eso si, sin salir jamás de su convento de Soria. Y ella
misma contó en su autobiografía que hizo bilocación ¡más de 500 veces!

En 1774 el religioso italiano Alfonso María de Ligorio cayó en trance. Al despertar confesó que
había estado junto al papa Clemente XIV durante su fallecimiento. Este hecho podría tener alguna
explicación plausible, yo que sé un carajillo demasiado cargado, una seta en mal estado… si no
fuese porque numerosos testigos aseguraron haberle visto en ambos lugares.

La Iglesia (me refiero claro está al Vaticano) siempre ha visto con malos ojos todo este tema de
la bilocación. A saber. No se puede aceptar que dos subalternos de la fe católica puedan estar en
dos lugares al mismo tiempo, mientras el Papa tiene que coger un montón de medios de trans-
porte (incluido el papamóvil) para desplazarse a expandir la palabra de Dios por los lugares más
recónditos del planeta. Venga hombre. Que siempre ha habido clases. Y sobre todo en el Vati-
cano.

Sor María Jesús de Agreda y Alfonso María de Ligorio juegan desde luego en otra liga diferente
a la de Jean Pierre y Bartolín. Ambos religiosos pudieron estar “en misa y repicando” (nunca
mejor dicho). Los otros dos sufrieron la incomprensión y la burla de la gente.

El invento del cine es realmente fascinante entre otras cosas, por el poder evocador que tiene la
elipsis. La elipsis es la supresión de acciones consideradas superfluas dentro de la narración de
la película. Y es quizá lo más cercano a la teletransportación que vamos a poder ver en nuestra
vida.

La elipsis hace que los protagonistas viajen de un lugar a otro de forma instantánea. El tiempo
y el espacio se contraen dando una patada en el culo al mismo Einstein. Se eliminan los momen-
tos intranscendentes y aburridos y nos centramos en las acciones interesantes. Ya podría ser la
vida algo parecido. Resumir los hechos memorables de una vida en dos horas. El resto es paja.
Dormir, comer, ducharse, lavarse los dientes... Acciones cotidianas perfectamente prescindibles.
Pienso en el arrebatador arranque de 2001 una odisea en el espacio. De como podemos pasar
de la prehistoria al futuro en unos pocos segundos. De como los protagonistas de las películas ni

Mayte Santamaría
comen ni duermen, para no perder el tiempo en actos aburridos y totalmente prescindibles
cuando se trata de vivir la intensidad del momento. De como los amantes se besan, se van a un
fade out y aparecen dormiditos mientras amanece. En este caso ya se encarga el cine porno de
contar con pelos y señales lo que la elipsis nos ha ocultado.

El día que se invente la teletransportación y viajar sea como las elipsis de las películas, podremos
a golpe de chasquido de los dedos desayunar un expreso en Roma, comernos un apetitoso sushi
en Tokio, merendar una hamburguesa en Ohio, cenar harira en Casablanca y volver de nuevo a
casa, porque para dormir en casa como en ningún lado.

Cuando yo era chaval y jugaba a los marcianitos había un botón en la máquina que ponía hipe-
respacio. Cuando las naves enemigas te agobiaban y estabas a punto de ser fulminado apretabas
el hiperespacio y aparecías en un recóndito lugar de la galaxia completamente solo y libre de pe-
ligro. Pena de botón del hiperespacio (o del hipertiempo), para apretarlo y trasladarnos a otro
momento de la historia menos agobiante y pandémico.

O que pudiéramos hacer como en las películas cuando insertan un rótulo tipo “Dos años des-
pués…” apareciendo ya todos por las calles, libres de mascarillas y dándonos besos y abrazos.

Yo de momento me despido con un esperanzador “continuará…” Pero ya veremos, que el mundo


da muchas vueltas y estos guionistas están me dio locos.

Y no se olviden del asunto de la “Ley de Gravitación Universal”. Me cago en Newton.

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Lino Varela Cerviño

Mayte Santamaría
BOINAS Y CALCETINES
2018. Cinta de casete tejida a punto, previamente grabada con sonidos de máquinas de las
antiguas fábricas textiles de Pradoluengo. 50 x 40 cm.

“Boinas y calcetines”- Es una casete que tiene grabado en la cara A la explicación de cómo se
hacía el hilo en una antigua fábrica textil y en la cara B están grabados varios sonidos de esas
máquinas antiguas: el batán, los telares, hilaturas y máquinas de tejer calcetines.

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Mayte Santamaría
SONIDOS DE MI TIERRA
2017. Dibujo con rotulador. 40 x 30 cm.

“Sonidos de mi tierra”- Es un cuaderno de campo realizado durante el trabajo de búsqueda y


grabación de los sonidos que definen la huella sonora de la provincia de Burgos.

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Mayte Santamaría
CARA B
2018. Audio grabado en la cara B de la cinta casete Boinas y calcetines. Duración: 35’32”.

“Cara B”- La casete “Boinas y calcetines” contiene la grabación de sonidos de máquinas


antiguas de la industria textil: el batán, los telares, hilaturas y máquinas de tejer calcetines.
En los años sesenta hubo un gran desarrollo en la industria textil y también un avance en la
música electrónica con la aparición de los primeros sintetizadores. La cara B titulada “Popurrí
textil” es una pieza sonora que parte de esos sonidos mecánicos y repetitivos de la industria
textil como si fuera una sesión de música electrónica.

Link de escucha en YouTube:

https://www.youtube.com/watch?v=CzrO22GOYT0&feature=youtu.be

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GRAFISMOS
2017. Dibujos con rotulador. 50 x 40 cm.

Mayte Santamaría
Las dos obras “Grafismos” son el trazo que surge del movimiento de trabajar con la criba
(Grafismo C) y el tronzador (Grafismo TR).

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Grafismo C

Grafismo TR

ONDAS BINARIAS
2019. Vídeoproyección. Representación gráfica de cuatro sonidos (criba, beldadora, máquina
calcetines, tronzador). Duración: 4’33”

Mayte Santamaría
La serie “Ondas” y el vídeo “Ondas binarias” son la representación gráfica en gran formato del
sonido de máquinas empleadas en los oficios antiguos como la beldadora, la criba, el tronzador
o la máquina manual de tejer calcetines.

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ONDAS
2020. Impresión sobre papel. 120 x 170 cm. Representación gráfica del sonido de la beldadora,
la criba, el tronzador y la máquina manual de tejer calcetines.

Mayte Santamaría
La serie “Ondas” y el vídeo “Ondas binarias” son la representación gráfica en gran formato del
sonido de máquinas empleadas en los oficios antiguos como la beldadora, la criba, el tronzador
o la máquina manual de tejer calcetines.

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Mayte Santamaría
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Onda C Onda B

Onda TR Onda CR

Mayte Santamaría
Elipsis
Para empezar, les diré que estoy totalmente a favor de la teletransportación1. Es más,
si alguien se anima a iniciar una campaña para su promoción y desarrollo que cuente con-
migo. Aprovecho también esta ocasión para posicionarme radicalmente en contra de la “Ley
de Gravitación Universal”. Estoy harto de agacharme a coger cosas y subir escaleras. Exijo
que esta ley sea revisada y consensuada. Cualquier campaña de recogida de firmas en contra
de esta ley, que cuente sin dudarlo con la mía. De igual modo les diré ―y para terminar esta
introducción reivindicativa― que alguien debería prohibir los domingos por la tarde. Observo

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en este caso con esperanza y satisfacción que mi admirada Isabel Coixet ya ha comenzado
a tomar cartas en este asunto2

Pero vayamos al tema que nos ocupa. Visualicemos una imagen. Un coche parado junto
al puente de Parralillos. Un hombre dentro. El coche lleva parado allí varias horas y comienza
a llamar la atención de viandantes y vecinos que hacen corro en torno a el. Dentro hay un
hombre. De unos setenta años de edad que hace caso omiso a las señales de los vecinos
con un gesto cada vez más angustiado. Los vecinos deciden llamar a la policía local. La
policía sólo consigue que el hombre reaccione con mirada aterradora a sus requerimientos.
Entonces llega una ambulancia y se lo lleva. En el hospital por fin consiguen enterarse que
el hombre es francés y que no habla ni papa de español. Este hombre al que nosotros lla-
maremos Jean Pierre, es un jubilado francés que ha llegado a Málaga hace unos días a visitar
a su hija. Había quedado para comer con ella. Cogió su coche y sin saber cómo ha aparecido
en Burgos. El hombre está aterrorizado. No habla español. No conoce Burgos y no com-
prende que hace aquí. Jean Pierre ha recorrido 768 km que es la distancia que une Málaga
con Burgos. Ha tenido que conducir unas 7 horas y repostar probablemente por lo menos
una vez. Sin embargo, Jean Pirre no recuerda nada. Sólo que cogió el coche aquella mañana
para ir a casa de su hija y que ahora está en un hospital de Burgos a la espera que lleguen
desde Málaga para recogerle.

Y uno se pone en la piel de Jean Pierre y se imagina montado en el coche para ir a


comprar pan y apareciendo de repente en Burdeos. Sin saber francés y sin conocer a nadie.
Y no es que el pan de Burdeos sea malo (que igual es hasta bueno), si no que luego
hay que volver a casa y a ver como le explicas a la familia que has llegado hasta allí y no
sabes cómo ni por qué.

1
Teletransportación: Acción de transportar un objeto o una persona de un lugar a otro sin que exista un medio
físico de transporte.
2
Isabel Coixet presenta un programa en Radio 3 los domingos a las 5 de la tarde llamado “Alguien debería prohibir
los domingos por la tarde”.
El caso de Jean Pierre es un hecho real que sucedió no hace mucho tiempo. Me lo contó
este verano mi prima Pili que es enfermera.

También es real el caso de Bartolomé Rubia, alias “Bartolín”, concejal del PP en La Ca-
rolina (Jaén). El 28 de mayo de 1998 Bartolín aparece en la Estación de Irún a 600 km de
Linares, en cuya estación asegura se montó en un tren junto a dos miembros de ETA que le
secuestraron. En la estación de Irún los miembros de ETA (un chico y una chica) discuten y
Bartolín aprovecha para escaparse. Sin duda podría ser el secuestro más peculiar de la banda
terrorista. Un secuestro low cost en tren para ahorrar gastos. Pero en contra de la versión
de Bartolín existe el testimonio de numerosos testigos que declaran haberle visto viajar solo
en el tren.

Sea como sea Jean Pierre y Bartolín son dos casos de modificación del espacio que
bien podrían rayar la teletransportación. Pero no lo son. A ambos les costó tiempo y sobre
todo mucho sufrimiento cambiar de espacio físico.

Pero no confundir teletransportación con bilocación. Bilocación es un fenómeno para-


normal, según el cual una persona estaría en dos lugares diferentes al mismo tiempo.
Una de las “reinas” de la bilocación es Sor María Jesús de Agreda. Tal como relata Javier
Sierra en su novela La Dama Azul, a principios del siglo XVII Sor María Jesús de Agreda es-
tuvo evangelizando a los indígenas en Nuevo México. Eso si, sin salir jamás de su convento
de Soria. Y ella misma contó en su autobiografía que hizo bilocación ¡más de 500 veces!

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En 1774 el religioso italiano Alfonso María de Ligorio cayó en trance. Al despertar con-
fesó que había estado junto al papa Clemente XIV durante su fallecimiento. Este hecho po-
dría tener alguna explicación plausible, yo que sé un carajillo demasiado cargado, una seta
en mal estado… si no fuese porque numerosos testigos aseguraron haberle visto en ambos
lugares.

La Iglesia (me refiero claro está al Vaticano) siempre ha visto con malos ojos todo este
tema de la bilocación. A saber. No se puede aceptar que dos subalternos de la fe católica
puedan estar en dos lugares al mismo tiempo, mientras el Papa tiene que coger un montón
de medios de transporte (incluido el papamóvil) para desplazarse a expandir la palabra de
Dios por los lugares más recónditos del planeta. Venga hombre. Que siempre ha habido cla-
ses. Y sobre todo en el Vaticano.

Sor María Jesús de Agreda y Alfonso María de Ligorio juegan desde luego en otra liga
diferente a la de Jean Pierre y Bartolín. Ambos religiosos pudieron estar “en misa y repi-
cando” (nunca mejor dicho). Los otros dos sufrieron la incomprensión y la burla de la gente.

El invento del cine es realmente fascinante entre otras cosas, por el poder evocador
que tiene la elipsis. La elipsis es la supresión de acciones consideradas superfluas dentro de
la narración de la película. Y es quizá lo más cercano a la teletransportación que vamos a
poder ver en nuestra vida.

La elipsis hace que los protagonistas viajen de un lugar a otro de forma instantánea.
El tiempo y el espacio se contraen dando una patada en el culo al mismo Einstein. Se elimi-
nan los momentos intranscendentes y aburridos y nos centramos en las acciones interesan-
tes. Ya podría ser la vida algo parecido. Resumir los hechos memorables de una vida en dos
horas. El resto es paja. Dormir, comer, ducharse, lavarse los dientes... Acciones cotidianas
perfectamente prescindibles. Pienso en el arrebatador arranque de 2001 una odisea en el
espacio. De como podemos pasar de la prehistoria al futuro en unos pocos segundos. De
como los protagonistas de las películas ni comen ni duermen, para no perder el tiempo en
actos aburridos y totalmente prescindibles cuando
se trata de vivir la intensidad del momento. De
como los amantes se besan, se van a un fade out y
aparecen dormiditos mientras amanece. En este
caso ya se encarga el cine porno de contar con
pelos y señales lo que la elipsis nos ha ocultado.

El día que se invente la teletransportación y


viajar sea como las elipsis de las películas, podre-
mos a golpe de chasquido de los dedos desayunar
un expreso en Roma, comernos un apetitoso sushi
en Tokio, merendar una hamburguesa en Ohio,
cenar harira en Casablanca y volver de nuevo a
casa, porque para dormir en casa como en ningún
lado.

Cuando yo era chaval y jugaba a los marciani-


tos había un botón en la máquina que ponía hipe-
respacio. Cuando las naves enemigas te agobiaban
y estabas a punto de ser fulminado apretabas el hi-
perespacio y aparecías en un recóndito lugar de la
galaxia completamente solo y libre de peligro. Pena
de botón del hiperespacio (o del hipertiempo), para apretarlo y trasladarnos a otro momento

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de la historia menos agobiante y pandémico.

O que pudiéramos hacer como en las películas cuando insertan un rótulo tipo “Dos
años después…” apareciendo ya todos por las calles, libres de mascarillas y dándonos besos
y abrazos.

Yo de momento me despido con un esperanzador “continuará…” Pero ya veremos, que


el mundo da muchas vueltas y estos guionistas están medio locos.

Y no se olviden del asunto de la “Ley de Gravitación Universal”. Me cago en Newton.

Lino Varela Cerviño


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El racismo de Hume
Lo políticamente correcto o cómo dejar de una vez de pensar

De acuerdo con una noticia fechada el pasado 14 de septiembre (2020): “La Universidad
de Edimburgo elimina el nombre del filósofo David Hume por sus vínculos con la esclavitud”.
El argumento para hacer que un edificio de la Universidad deje de llevar su nombre es muy
sencillo: un tipo con esas ideas no es digno de ser recordado. Ahora bien, hasta ahora tam-
poco se le recordaba por esas ideas esclavistas, que seguramente estaban ampliamente ex-

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tendidas, sino por otras. Es decir, es como si se cambiase el nombre a las leyes de Newton
debido a que se descubra alguna maldad (cosa no muy difícil) en la vida de tan ilustre señor.

Sin embargo, los partidarios de eliminar a Hume de algún que otro catálogo de home-
najeados replicarán que no sería un referente adecuado y que por ello es mejor olvidarlo (de
modo harto compasivo), para que sus ideas nocivas no perturben las mentes, fácilmente in-
fluenciables, de la juventud. De esta manera, nos acercamos al núcleo de este tipo de cen-
sura que últimamente tanto abunda: la figura de Hume no es moralmente aconsejable, y,
claro, lo primero es lo primero: la moral. O sea, lo bueno y lo malo. Por supuesto, los aboga-
dos de las modernas censuras son reacios a utilizar palabras tan antiguas y rancias como
bueno y malo, por eso hacen tantos circunloquios. Pero no nos engañemos, lo que dicen es
sencillamente que ese señor era malo y ya está. De esta manera se arrogan el derecho de
decidir qué es bueno y qué es malo, o, lo que es igual, de decidir qué se puede decir y qué
no se puede. Es decir, son muy parecidos a sumos sacerdotes de la omnipresente religión de
lo políticamente correcto.

Aunque nunca se utilizan las palabras bueno o malo cuando se hace este tipo de cen-
suras, siempre están en su fondo. En realidad, hay una enorme aversión a su utilización (es
una de las pocas cosas que los separan de las religiones tradicionales). La razón es muy sen-
cilla: se trata de persuadir de que lo que se defiende (lo políticamente correcto) no se apoya
en credos morales dictados a priori, en teologías trasnochadas, sino en la “profundidad” de
sus propios criterios que, así se afirma, emanan de verdades comprobadas e inalterables.
Este último punto es importante, porque hace que se eliminen los criterios históricos. En
efecto, según los condenadores de Hume, un racista siempre es un racista y siempre hay que
criticarlo, sea en el siglo XXI, en el XVIII, o en el XII antes de nuestra era. En realidad, en el
caso de Hume, que proviene de un siglo poco dado a los dogmatismos y más proclive a tolerar
las ideas del vecino, la cosa se agrava: además de racista, ilustrado.

Como es sabido, Hume es recordado sobre todo porque puso en duda el principio de
causalidad. Expliquemos brevemente en qué consiste: el principio de causalidad afirma que
se puede asegurar, por lo menos en algunas ocasiones, que, cuando se produce un suceso,
digamos A, necesariamente también ocurre otro suceso B. La crítica de Hume es tan potente
como sencilla: no hay manera de establecer que A causa B por mucho que siempre se hayan
dado juntos en el pasado, ya que puede que eso no ocurra en el futuro. Además (y aquí está
la clave), aunque ocurran siempre juntos, tampoco se puede asegurar que haya una relación
intrínseca entre ellos. No hay modo empírico de averiguarlo.

No vamos a entrar en el alcance ni en la influencia de las ideas del racista Hume,


solo señalar que Kant reconocía que su estudio le había despertado del sueño dogmático
y que Einstein manifestó a menudo el interés de sus ideas. Claro que los abogados de lo
políticamente correcto no parecen haberse despertado nunca del sueño dogmático por
más que manifiesten que sus ideas están bien fundadas (aunque nunca digan en qué se
basan). Hume podrá criticar todo lo que quiera el principio de causalidad, pero aquí “fun-
ciona”: si uno es racista, hay que quitar su nombre de todas partes. Y no hay crítica que
valga.

De la memoria histórica a la memoria democrática

Lo políticamente correcto nos obsequia con otro prodigio de agudeza. Se pasa de


una expresión reiterativa (si la historia no es memoria, no sé qué cosa puede ser) a otra
que, por mucho que se venda lo contrario, no tiene sentido.

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Para empezar, si uno se limita a lo democrático (en el sentido usual de la palabra),
habría que borrar siglos enteros de la historia. En realidad, habría que borrarlos todos.
Además, me temo que, si se eliminan los elementos no democráticos, sea un poco difícil
entender cualquier fenómeno del pasado. Imagino a un profesor diciendo: De Alejandro
Magno no se puede hablar, que era un dictador, solo de Pericles, y más bien poco, que no
votaban las mujeres ni los esclavos (vaya, Pericles también era esclavista, de este tam-
poco hay que hablar). No cabe duda de que los programas de estudios se iban a aligerar.

No, no se enfaden, señores memoriosos, ahora lo entiendo, perdonen mi torpeza, lo


que ustedes quieren decir es que hay que analizar la historia de acuerdo con nuestras
ideas democráticas. Bueno, supongo que será eso. Aunque, bien mirado, volvemos al caso
anterior: las ideas democráticas son intocables y eternas, todo lo que no sea democrático
debe ser condenado: ahora y siempre. Claro que eso supone que se parte de una idea de
lo democrático más próxima a lo dogmático y a lo inmutable que la que parece más ra-
zonable: los procedimientos democráticos son sistemas para regular el comportamiento
y para evitar conflictos en aquellos casos en los que no se pueda decidir por otros proce-
dimientos. En otras palabras, si quiero construir un avión, tendré que llamar a uno (o a
varios) expertos, pero no haré un referéndum. Ahora bien, si hay varias opciones políticas
contrapuestas, parece razonable preguntar a la población para ver qué es lo que prefiere
(durante mucho tiempo, esto se dirimía a garrotazos que es un procedimiento mucho más
gravoso).

Dicho de otro modo, si frente a una creencia que diga que A es bueno y B es malo
se opone otra que diga lo contrario, la visión democrática no trata de establecer cuál es
la buena y cuál la mala. Sencillamente trata de evitar el conflicto. En realidad, la actitud
democrática es contraria a cualquier tipo de división entre bien y mal. No solo eso, la ne-
cesidad de los procedimientos democráticos proviene de que, en muchas ocasiones, no
hay modo razonable de establecer procedimientos morales. Es decir, poner juntos valores
morales y democracia es en último término una mala lectura del espíritu democrático.
Esta forma de ver las cosas, por muy sensata que sea, no parece contar con el bene-
plácito de nuestros abogados de lo políticamente correcto. De hecho, se utiliza democracia
y bueno como sinónimos: lo democrático es bueno por sí mismo. Esta apreciación tiene su
reverso en la que vimos en el apartado anterior: el racismo es malo. Ambas afirmaciones
absolutas y eternas. Así funciona lo políticamente correcto: sin matices. De hecho, si alguien
pone en entredicho cualquiera de estas dos afirmaciones (o muchas otras de parecida con-
tundencia), caerán sobre él toda la fuerza de las redes sociales y de los mil y un voceros de
la intocable verdad. No importa si se hacen mil matices, si se explica que hay que analizar
las cosas con más detalle. Es inútil, lo correcto es lo correcto, y las redes sociales son su
profeta.

Hasta ahora hemos visto cómo detrás de estas nociones tan modernas −racismo, de-
mocracia…− se esconden las viejísimas ideas de bien y mal, eso sí, convenientemente apar-
tadas. También se esconde una suposición todavía más falsa que las anteriores (y más
tosca): si algo es malo, lo contrario es bueno. De esta manera se argumenta: Si Hume es
racista, o sea, malo como el carbón; yo, si quito su nombre de donde sea, soy bueno.

Prosigamos con los sofismas de moda: si la dictadura es mala, yo, que me opongo a
ella, automáticamente soy bueno. Además, por si fuera poco, y para refrendar lo anterior,
soy demócrata. O sea, doblemente bueno. Sin duda, la estrella de los malvados del siglo XX
fue Hitler y su nazismo. No seré yo quien le dispute el puesto (aunque tiene competidores
con mucho fuste), pero lo cierto es que muchos han arremetido contra el nazismo, entre
otras cosas, para disimular sus propias maldades.

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Permítanme que me meta en aguas pantanosas (como si ya no estuviera en ellas),
pero en España parece que si uno no está constantemente recordando las atrocidades del
franquismo (sea vía memoria histórica o memoria democrática), ya no puede irse a la cama
tranquilo. Puedo decir (en mi descargo) que no hace mucho he hablado del terrible y muy
cercano caso del músico Antonio José, y que no hace falta ser abogado de nadie para con-
denar los muchos asesinatos que se cometieron a la sombra del régimen franquista. Ahora
bien, de ahí no se deduce que todos los abogados de la memoria histórica sean automática-
mente un dechado de virtudes. Tampoco se deduce que en el otro bando no hubiera excesos
ni asesinatos (que los hubo), y no se deduce, sobre todo, ninguna superioridad moral sobre
nadie. Lo razonable es cargar la historia de documentación, de ponderación y de análisis. Y
eliminar de ella todo lo que suene a moral (por lo menos en el habitual y estrecho sentido),
pues la historia no es nunca una lucha de buenos y de malos, sino la de los conflictos entre
diferentes grupos cada uno con sus intereses. El terrible acompañamiento de muerte y dolor
que ha venido de la mano de tantos episodios históricos de muy diverso tipo no hace sino
aumentar nuestra desconfianza ante los enfoques simplistas y maniqueos.

Con el antirracismo ocurre lo mismo que con la democracia. No tiene nada que ver con
los valores morales. Simplemente se afirma que no hay ninguna razón para considerar me-
jores a unas personas (o peores) en función de su raza. De otro modo, es un principio re-
gulativo semejante al que nos llevaba a la conveniencia de la democracia. Tanto en un caso
como en otro, los juicios morales se dejan a un lado. Sin duda, lo que hemos llamado co-
rrección política es hija de la puesta en cuestión de numerosas valoraciones morales previas.
En efecto, a lo largo de la historia han abundado los juicios arbitrarios contra diferentes par-
tes de la población: mujeres, judíos, homosexuales, extranjeros, etc. Todas ellas fruto de lo
mismo: las sociedades tienden a buscar razones morales para justificar todo tipo de injus-
ticias. Hasta aquí estamos de acuerdo. No obstante, y por desgracia, acaban cayendo los
defensores de lo políticamente correcto en valoraciones morales (diferentes de las anterio-
res), pero tan dogmáticas y tan poco justificadas. En otras palabras, no entienden ni cómo
funciona la historia ni cómo funciona la moral.
Un enfoque incorrecto

Creo que el enfoque adecuado es el siguiente: todas las personas tienen los mismos
derechos. Así de sencillo, pero no porque sean iguales (ni siquiera está claro que puede sig-
nificar ser iguales), sino justamente por lo contrario. No importa la raza, el sexo, sus gustos
o sus preferencias. No importa la edad, el dinero o el lugar de nacimiento. No importa que
sean heterosexuales, homosexuales, bisexuales o cualquier otra variante que se pueda ima-
ginar. Es indiferente.

Sin duda, aquí sí hay un principio regulador (que acepto expresamente): es mucho
más relevante la pertenencia a eso que llamamos raza humana que cualquier otra caracte-
rística, hasta el punto de que no se entra a discutir qué es mejor: ser negro, blanco, amarillo
o azul pálido. Una vez que se adopta ese punto de vista, lo demás sobra.

Podría deducirse de lo anterior que soy un campeón de lo “políticamente correcto”, ya


que la corrección política consiste en la afirmación de la igualdad de todos. Por desgracia,
eso no es así: casi todas las afirmaciones en torno a los derechos, o a su conculcación, suelen
incorporar de una manera u otra una serie de ideas complementarias que, aunque intenten
lo contrario, se apartan del objetivo inicial. La razón, en gran medida, está en la confusión
en torno a las valoraciones morales.

No hay nada malo en hacer valoraciones morales, pero estas deben estar claras y ex-
plícitas. Además, tiene que haber siempre alguna manera de revisarlas, ya sea por razones

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pragmáticas o empíricas o cualquier otro tipo. En ese sentido, los ilustrados marcaron una
dirección razonable cuando abogaban por criterios más liberales y tolerantes.

Las religiones tradicionales optaban siempre por dar unas pautas morales muy claras
que se apoyaban en motivos religiosos: Dios lo quiere. El único problema de estos plantea-
mientos residía en que con esta suposición se podía siempre justificar lo que se quisiera. De
ahí la famosa crítica de Spinoza en su Ética, cuando afirmaba: “La voluntad de Dios, ese
asilo de la ignorancia”. Si sustituimos la primera parte por “lo políticamente correcto”, el re-
sultado sigue siendo bastante exacto. En realidad, hemos empeorado: en las religiones tra-
dicionales el núcleo de las justificaciones solía ser nítido y bien delimitado; ahora nos
conformamos con un conglomerado de ideas y creencias (que no se enuncian explícita-
mente), para eliminar todo rastro de duda y, también, claro está, cualquier atisbo de pen-
samiento. Persiste la base moral, pero en la actualidad queda oculta.

Una cita del Tractatus de Wittgenstein señala el nudo del problema: “A toda la visión
moderna del mundo subyace el espejismo de que las llamadas leyes de la naturaleza son
las explicaciones de los fenómenos de la naturaleza. Y así se aferran a las leyes de la natu-
raleza como a algo inviolable, al igual que los antiguos a Dios y al destino. Y ambos tienen
razón y no la tienen. Pero los antiguos son, en cualquier caso, más claros en la medida que
reconocen un límite claro, en tanto que en el nuevo sistema ha de parecer como si todo es-
tuviera explicado”.

Aunque la crítica se dirigía contra el positivismo de la época (sea dicho de paso, hubo
muchos que pensaron que el Tractatus era un libro positivista), la idea básica sigue siendo
muy ilustrativa, y nos volvemos a encontrar con lo moral. Detrás de cada forma de funda-
mentar cualquier cosa hay algo arbitrario. Una teoría científica es capaz, al menos en algunos
casos, de describir determinados fenómenos. Pero eso no significa que se haya agotado toda
discusión y toda duda. El defensor de lo políticamente correcto no admite duda, pero desde
luego no se apoya en algo tan organizado como la ciencia, sino en un conjunto de creencias
difusas que se elevan a la categoría de verdades intocables. Con consecuencias tan poco
claras como declarar a Hume persona non grata, o insistir en que solo lo democrático es
digno de ser recordado.

Dicho de otro modo, y volviendo a la crítica de Wittgenstein, las religiones tradicionales


suelen decir: esto es bueno y esto es malo. Y no hay que pensarlo (de ahí la advertencia
de Spinoza), pero, como dice el Tractatus, los modernos, que nos creemos más sabios,
somos en realidad más inconsecuentes: hacemos valoraciones morales sin nunca recono-
cerlo y las tomamos como verdades eternas sin ninguna razón. Y todo eso se culmina en la
negación de toda crítica. Incluso aunque no esté ni tan siquiera claro que es lo que se
afirma.

Tampoco hay que pensar que estas tendencias son tan modernas, Concepción Arenal
hace mucho ya lo señalaba: “Al pueblo desde que se le llama soberano, le han salido como
a todos los soberanos, muchos aduladores”. En otras palabras, sustituimos el referente
moral antiguo (el soberano) por el moderno (el pueblo), pero, como advierte Wittgenstein,
en la ideología antigua se sabe dónde se pone el valor moral (por muy arbitrario que nos
parezca hoy), mientras que en el caso actual se difumina en algo superior, en una abstrac-
ción vacía. En este sentido, no es raro oír afirmaciones sin sentido que pasan por verdades
profundas, como cuando se habla de que el pueblo es sabio porque ha votado más a unos
que a otros, como si el colectivo tuviera una existencia independiente (lo que es falso):
cada uno de los individuos (con sus pocas o muchas luces) vota lo que le parece y luego
resulta lo que resulta.

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Peso a eso, una de las prácticas más extendidas de algunos modernos profetas es su
costumbre de querer representar a todos (y todas, cómo no). A cada minuto se perpetran
proclamas en nombre del pueblo. Aquí otra vez suele venir en su ayuda la palabra demo-
cracia (muy socorrida, como se ve). Así el que más y el que menos se siente portavoz del
pueblo entero y verdadero sin que falte nadie. El único problema es que, como acabamos
de decir, el pueblo es una abstracción, no existe como tal. Lo que existe es un conjunto de
personas, cada una con su propia opinión. Tampoco esta estrategia es nueva, en nombre
de la patria o de la religión o de otras muchas abstracciones (que no son más que ideas)
se ha mandado desde siempre a muchas personas (que estas sí existen) a la guerra y a la
hoguera. Hay abstracciones para todos los gustos (aunque es la especialidad de los nacio-
nalistas), pero todas tienen ese tufillo a creencia que no se justifica. Ya Aristóteles, por no
hablar de los nominalistas medievales, nos puso en guardia contra estos arrebatos platóni-
cos. Claro está que los políticamente correctos son platónicos hasta los tuétanos, o sea,
creyentes en el mundo de las ideas de la corrección política con su cohorte de considera-
ciones morales. De nuevo nos encontramos con lo mismo: resulta que la moderna correc-
ción política, por mucho que presuma de moderna, se apoya en doctrinas antiguas que
nadie justifica por mucho que se usen constantemente.

Sin duda la más excesiva y falsa de todas estas afirmaciones platónicas es la que
otorga al planeta Tierra la condición de personaje moral dictando a los humanos lo que
deben hacer. No nos engañemos: el planeta Tierra no es una persona, no tiene intenciones
morales y le da igual lo que hagamos los humanos. Otra cosa es que sea el único planeta
que tenemos y que sea conveniente cuidarlo, pero no por esa moralina platónica, sino por
puras razones pragmáticas (y estéticas que son cosas bien distintas e incluso opuestas a la
santurronería de tanto y tanto platónico ecologista que anda suelto).

Por eso aquí defiendo que las grandes ideas (democracia, igualdad de derechos,…)
no son abstracciones profundas, sino sistemas regulativos que se basan en consideraciones
pragmáticas, no en enormes estructuras llenas de ideas abstractas e inmutables que han
sido utilizadas desde la noche de los tiempos para jorobar al que no las compartía.
Nunca está de más recordar a Popper, que insiste en que la fuerza de la ciencia no está
en que contenga verdades eternas, sino en que todo su contenido es revisable, falsable,
como se suele decir. Por el contrario, la metafísica, la religión, las ideologías siempre andan
presumiendo de que son intocables. Y esa es su debilidad. En el terreno de lo social ocurre
lo mismo, es preferible defender un sistema basado en principios revisables y con la menor
carga moral e ideológica posible que un conjunto de ideas que, por muy nobles que fueran
en su origen, acaban siendo lastrados por su carácter dogmático e inmutable, para terminar
por ser esclavos de unas regulaciones intocables y ridículas.

Como el progresismo moderno puede ser más antiguo que la moral más ve-
tusta

La mezcla de elementos propios de la moralidad tradicional (determinar qué es lo malo


y prohibirlo) con un cierto progresismo del que se hace gala es muy característico de este
conglomerado que arrasa las mentes desprevenidas. Al igual que antes, se hace la misma
identificación semántica: el progresismo es siempre bueno, como la democracia. Por mucho
que gran parte de nuestro bienestar se apoye en cosas como la aspirina, la abolición de la
esclavitud, el teléfono móvil o el agua corriente, tampoco se puede identificar sin más cada
mejora con unas etiquetas ideológicas que son solo eso: etiquetas. Estos sibilinos desliza-
mientos semánticos, que se dejan en la penumbra, están en la base de lo políticamente co-
rrecto. De nuevo (ya sé que me empiezo a repetir, el único consuelo es que otros se repiten

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mucho más), detrás de esta sinonimia se halla una bonita falacia que paso a narrar: como
el progreso (por definición) es bueno, yo, que soy progresista, también lo soy. Por consi-
guiente, el que no haga caso de mis proclamas es malo. Hábilmente, solo se señala lo pri-
mero (la pertenencia al progreso), lo otro solo se apunta, se insinúa. Pero, claro, a buen
seguidor de lo políticamente correcto, pocas falacias bastan.

Veamos un ejemplo (vuelvo a las aguas pantanosas): se hace un mundo de algo tan
minúsculo e irrelevante como el lugar donde estaban unos huesos (a los que antes de su
forzoso traslado nadie hacía caso). Se mezcla el supuesto progresismo democrático de esa
decisión con unos atávicos valores morales que dan importancia más allá de lo razonable a
objetos que no son más que eso: objetos inocentes e inertes. Y todo porque detrás de ese
progresismo pervive y prospera la idea arcaica de la importancia de los símbolos (son iguales
en ese sentido los huesos de Franco que las reliquias de Santiago o de San Apapucio). Ahora
bien, el progresista moderno no parece reparar en que cae en lo que ha criticado de manera
acerba durante tanto tiempo: la moral tradicional de obispos e incensario.

Si hay algo que caracteriza a todas las religiones es la importancia que se da a los sím-
bolos. Pues bien, seguimos en lo mismo, y, como en los ejemplos anteriores, la diferencia
está en que esa carga simbólica es mucho más ambigua y queda más disimulada en los sis-
temas modernos. No obstante, la función siempre es la misma: yo defiendo este símbolo
porque es el bueno. No nos engañemos, cuando se pone a una calle un nombre de un poeta
para quitar la de un general no es porque nos hayan entrado ganas de leer, es para dejar
claro que estamos en el lado correcto.

Hablando de leer, tampoco vendría mal que algunos abogados de la corrección política
leyeran de vez en cuando a Nietzsche (o, en general, que leyeran algo más que sus catecis-
mos), que decía que ninguno de los moralistas del pasado ha dudado de su derecho a mentir,
eso sí, a mayor gloria del credo que defendían. Por eso, concluía que “todos los medios con
los que se ha procurado hacer moral a la humanidad han sido radicalmente inmorales”. Claro
que el moralista actual puede decir que ahora no se recurre a milagrosas apariciones ni a
amenazas de castigos eternos. Tiene razón, ahora se utilizan titulares: esto es una lacra,
aquello insoportable, tal cosa es retrógrada o puro fascismo. No hace falta argumentación
ninguna, basta con la fe (o sea, como antes).

La censura y el puritanismo

Durante el denostado franquismo había censura, pero eran muchos (sobre todo en sus
últimos años) los que trataban de decir lo que querían (y lo conseguían con bastante fre-
cuencia), aunque fuese a través de bonitas metáforas. Era una censura externa de la que
el que más y el que menos se trataba de escapar entre otras cosas con el humor y los dobles
sentidos (reparemos, y no es cosa baladí, en que la corrección política carece por completo
de humor, por algo será).

Actualmente la censura es mucho más terrible, ya que cualquiera que quiera dar una
cierta publicidad a su punto de vista tiene que ir pisando huevos: si tratamos de decir algo
que no sea una pura nadería sobre algunos de los temas tratados y otros también frecuentes
(esclavismo, sexismo, racismo, feminismo, ecologismo…) seguramente nos metamos en ca-
misas de once varas. Es decir, la censura ha pasado a ser interna y mucho más eficaz. Cada
cual se cuida mucho de no pasarse de la raya. En otro caso, la infinidad de defensores de lo
políticamente correcto se encargarán de que se pague caro el atrevimiento. Y sin necesidad
de censura oficial.

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Además, como hemos indicado, aquí todo es blanco o negro. Y si no es blanco del todo,
es más negro que el betún. O sea, en modo alguno debe ser publicado. Ya no hace falta
censura, cada uno ya hace lo necesario para no meterse en ningún charco. Ocurre como en
algunas estupendas novelas anglosajonas: el estricto código de costumbres de los vecinos
era suficiente para evitar cualquier desliz. No hacían falta ni curas ni policías, cada uno se
sabía vigilado, con eso era suficiente. En este lamentable estado de cosas estamos. La de-
cisión tomada con Hume es muy significativa. Se le reduce al silencio, ya no existe. Casi se
podría decir: nunca existió. Hace no demasiados años, una decisión así hubiera sonado ex-
travagante (o cómica). Ahora no, solo tibias y muy timoratas protestas. Si esto no es más
eficaz y terrible que la censura externa, que baje Dios y lo vea.

De esta manera desembocamos en algo común a todos los moralismos: el puritanismo.


Los que somos mayores, cuando llegó la democracia a España, pensábamos que el rancio
puritanismo de épocas pasadas iba a desaparecer para siempre; pero no, ahora hay que
andar con más tiento que nunca, si uno dice: “Me tienes negro”, es inútil que afirme que no
se refiere a un humano con esta pigmentación en la piel (obsérvese con qué exquisito cui-
dado he evitado la palabra maldita raza), sino que estaba hablando metafóricamente. No,
eso no se puede decir, se empieza con metáforas y no sé sabe cómo se acaba. Análoga-
mente, si ante las adversidades de la existencia digo: “Qué perra vida”, todos los biempen-
santes se abalanzarán sobre mí indignados ante mi ofensa a la raza canina. De nada servirá
si replico que mi perra vive a cuerpo de rey y que puntualmente recojo sus heces. No, señor,
lo que está mal está mal. Y las cosas no pueden estar un poco mal. Están mal. Por eso
mismo, el micromachismo es perverso, porque, incluso si fuera tan pequeño que nadie lo
viera, da lo mismo: Dios lo ve (perdónese el machismo de la expresión, pero es que no he
encontrado otra).

Hace poco Fernando Savater, en un artículo en El País, se refería a otro tipo de purita-
nismo todavía más sutil: el del pensamiento. Tras indicar que nunca había entendido cómo
se podía pecar con el pensamiento (idea con la que los sacerdotes de nuestra niñez trataban
de amargarnos, por mucho que no entendiéramos muy bien lo que querían decir), resulta
que ahora los abogados de lo políticamente correcto nos advierten de que las miradas son
malas. O sea, hemos vuelto a lo mismo. Savater con mucho sentido común (pero escasa
corrección) argumentaba que no es lo mismo dar un respingo cuando uno ve una muchacha
bien presentada que violarla. Qué pena que este señor no repare en que el pecado es pe-
cado, aunque sea en el terreno de la imaginación (lugar poco frecuentado por los correctos
de pura cepa). Pues, al igual que en la moral antigua, un solo pecadillo en mal momento y
uno se va al infierno, o, lo que es peor, al limbo mediático.

Por supuesto, detrás de esas miradas y pensamientos están los sentimientos atávicos
de los machos salidos e inmorales que deben ser evitados. Ahora bien, los defensores del
nuevo puritanismo saben que eso solo es la punta del iceberg: lo que se deben evitar no
son solo los pensamientos libidinosos, lo que se debe evitar es pensar en general. Demos-
trémoslo: Supongamos un sujeto A, defensor de lo políticamente correcto y de todo su puzle
de afirmaciones. Supongamos que un día da en pensar, lo que sea. Posiblemente tenga al-
guna duda, aunque solo sea pequeña. Esa duda le llevará a otra, un pensamiento a otro, y,
al final, todo el bonito armazón de la corrección, por los suelos. No, eso nunca, no se puede
poner en riesgo tan bonito paraíso.

Y así, queridos amigos, después de esta larga perorata, llegamos a la conclusión que
anunciábamos en el título: no piense, y, si no, aténgase a las consecuencias.

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Alfonso Hernando
La modernidad de Paloma Navares
Una mujer que clama: “El hecho de tener un handicap es una suerte”, esboza su retrato
como el de una batalladora. Las complicaciones con su vista le han obligado a abandonar su
trabajo en multiples ocasiones, este trance le ha servido para mostrar su capacidad de re-
siliencia. Paloma no solo ha luchado para superar la enfermedad, ha tenido que enfrentarse
a un mundo machista en el que la mujer no era más que un ser pasivo. Navares decide rom-
per muchos estereotipos, decide vivir de su arte, ser una artista de vanguardia, usar recursos
multimedia y mantener un discurso de género en su práctica artística.

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En estos días se puede disfrutar de una exposición suya en el MUSAC de León, El vuelo.
Una muestra que ha tenido su primera sede en Zaragoza y que nos da una visión “a vista
de pájaro” de la obra de la artista burgalesa. El título enlaza con uno de los grabados de
Goya.

Se han reunido una treintena de piezas que nos desvela el cuerpo de la obra de Paloma.
Dos proyecciones en sendos cubículos muestran a fieras en cautividad, enjauladas. Los ani-
males: tigres y panteras, muestran sus cuerpos esculturales de elegantes movimientos re-
petitivos. Unas miradas desafiantes alejan aún más el espacio del visitante y le hacen
comprender que no es el bienvenido. Circuitos cerrados, circuitos infinitos: esta obra se re-
alizó en 1985-1986, con una democracia aún tierna, Navares muestra la angustia, la soledad
y el aislamiento a través de estos animales enclaustrados. Hoy estas obras adquieren una
nueva actualidad, todos sabemos lo que es sentirse encerrado fisicamente y somos capaces
de solidarizarnos e identificarnos con los felinos. Esta capacidad de polisemia de las obras
de Paloma no es casual, ella busca dejar abierta la interpretación de sus obras para enri-
quecerlas. De la misma manera que rechaza el hecho de venir sobre ellas y retocarlas puesto
que esto sería falsearlas.

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“El vuelo” está presentado como un escenario donde la luz organiza la visita. Es la ilu-
minación una de las grandes protagonistas; no sólo diseña el recorrido si no que es parte
matérica de muchas de las piezas. No hay un orden cronológico. Paloma, que también ejerce
de comisaria, ha elegido la ordenación temática.

La mujer, es el tema central en la obra de Paloma Navares, a diferencia de la fotógrafa


americana Cindy Sherman ella no utiliza siempre su cuerpo como centro de su obra. Recurre
a las obras maestras de la pintura de dónde extrae la figura femenina. No deja de ser para-
dójico que se utilice la fotografía de una pintura cuando tradicionalmente la fotografía la
vemos como el medio fiable de mostrar la realidad. El objetivo de ambas artistas es similar;
mostrar los modelos de una feminidad exagerada y raramente vivaz, arquetipos que actúan
como una camisa de fuerza de los estereotipos.

Eva de Gossaert frente a Eva y Adán de Gossaert 2017. Una obra en la que Eva es en-
cerrada en una estructura de metacrilato retroiluminado y se enfrenta a la obra original de
Gossaert en la que Eva y Adán aparecen desnudos. Al apropiarse de la imagen de Eva (apro-
piacionismo, tomar una imagen de una obra de arte , descontextualizarla y darla una nuevo
sentido) y aislarla observamos como su cuerpo y sus rasgos no responden a una mujer in-
dividual si no que responden a una idea de mujer que es igual a las otras.
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Almacén de silencios 1994-1995 una pieza monumental en la que se presentan orde-
nados en una estantería industrial los fragmentos de las figuras femeninas sacados de obras
pictóricas clásicas. Estos fragmentos iluminados en una zona en penumbra, resaltan las si-
militudes de estos cuerpos desmembrados, aunque les separen siglos. Podemos realizar
hasta que punto la mujer es solamente un concepto que un artista tiene de mujer, no una
mujer en sí. Féminas pasivas que solo viven a través del pensamiento de creador, inexora-
blemente, hombre. Me resultan muy pertinentes las palabras de Calvo Serraller cuando al
hablar de la obra de Paloma dice “… la iluminación de la alienación del presente mediante
las obras maestras del pasado”.

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Paloma se ve obligada a abandonar su trabajo por sus problemas de retina. Periodos
de aislamiento y reposo obligatorio que conducen a etapas de gran fertilidad. Luchas de las
que siempre sale reforzada. Hay mucho de autobiografía en sus creaciones.

Anhelos de libertad, 1993 una gigantesca cabellera de fotografías de pies y manos en-
garzadas con útiles de pesca, reclaman ese ansia liberadora de Navares, el movimiento que
le proporcionan los pies y la creatividad que se expresa a través de sus manos. Una de las
peculiaridades de Paloma es el sumo cuidado con el que escoge sus títulos, para ella son
importantes por el concepto, pero también por la poética del mismo.

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Navares ha visto reducida su capacidad para crear por sus problemas de visión pero
este hándicap lo suple con una eminente osadía a la hora de elegir materiales y formatos.
Rocío de la Villa:”…utiliza todas las innovaciones importantes planteadas a partir del giro en
los años sesenta del arte contemporáneo: antiforma, performance, videoarte, apropiacio-
nismo, instalación y arte contextual, feminismo..”( Paloma Navares, iluminaciones). La per-
formance, en la que, imagen, sonido y cuerpo como materia plástica es uno de sus medios
preferidos. Laura 1997-1998, es una muestra de danza, música, y video. A Begoña 2003
una obra impactante, no por el tamaño ni por la ubicación si no por su mensaje de una ac-
tualidad sangrante y brutal. La proyección se realiza sobre uno de los muros de hormigón
del MUSAC, está elevado con lo que a algunos les puede pasar desapercibido, hay que contar
que para ver una exposición de Paloma se nos exige una atención a los detalles, hay mucha
información disimulada. El video muestra el paseo de una mujer por una repisa diminuta lo
que le lleva a estar en constante desequilibrio, desconfiada, desubicada, fragilizada al no
encontrar su sitio.

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El humor forma parte de la obra de esta creadora. Un humor corrosivo y una muestra
de ironía ácida es la que demuestra en obras como: Híbridos, artificios y seducción 1993-
2000 una serie de objetos inventados elaborados a partir de objetos domésticos, llenos de
juegos de palabras, de mordacidad y reticencia. Productos de belleza, ojos, bocas, dentadu-
ras… todo lo necesario para transformar una mujer única e imperfecta en una mujer perfec-
tamente ideal: estereotipada. El concepto de cíborg se aplica aquí y es un tema recurrente
también para Navares quien lo lleva al extremo con su obra Milenia 1998, un maniquí lleno
de dispositivos electrónicos. Navares ve cómo la mujer acaba siendo un producto de super-
mercado al que construir a la carta. Un producto a la carta también son los bebés, la insta-
lación Luz del Pasado 1994-2017 muestra una serie de bidones retroiluminados que
contienen imágenes de niños provenientes de pinturas clásicas. Niños-cíborg, bebes que se
acomodan a un arquetipo establecido de perfección. Incubando bebés se le retira también a
la mujer su función mas ancestral, la reproducción, dejándole desprovista de cualquier uti-
lidad más allá de la pura estética.

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Paloma Navares, en este Vuelo nos habla del nacimiento, la vida y la muerte. La vida
como eso que ocurre entre el nacimiento y el óbito. Navares homenajea a aquellos escritores
que han decidido cuando dejar este mundo, Sylvia Plath, Paul Celan, Virginia Wolf, Alejandra
Pizarnik, , Jardín de la melancolía 2008-2009 rinde un homenaje póstumo a aquellos que
callaron dejando parte de su legado por escrito. Flores encerradas en tubos de metacrilato
iluminado en cuyos pétalos aparecen las imágenes de los escritores. Único momento en el
que el color domina las piezas. Homenajea también a aquellas que no tuvieron la oportunidad
de hacer oír su voz, a aquellas mujeres chinas que inventaron el lenguaje “nushu” para poder
comunicarse, a las mujeres japonesas. Un homenaje a las que padecieron el genocidio de
Ruanda.

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En esta última época vemos cómo la investigación de Paloma ha traspasado fronteras
y culturas demostrando que la mujer padece la misoginia alrededor de todo el mundo y que
en aquellos lugares en los que la situación degenera en violencia, la mujer, por el simple
hecho de serlo sufre las consecuencias doblemente.

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Paloma Navares es una artista esencial para entender el arte contemporáneo en Es-
paña. Una práctica artística de más de 40 años avalan su coherencia, su crecimiento, su
osadía y su actualidad permanente. Ningún complejo le ha impedido el uso de objetos do-
mésticos para sus obras reivindicando su entorno y su doble labor de creadora de arte y de
familia.

Solo un consejo: no dejéis de visitar la exposición del MUSAC y si tenéis la oportunidad,


comprad el catálogo.

Virtus del Hoyo


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¿Ciencias o letras?
La enseñanza a fecha de hoy sigue siendo un tema controvertido y sujeto al debate
y la opinión casi permanente, que desde la perspectiva que otorgan los años y la propia
historia, evidencia que los problemas que la caracterizan ni son tan nuevos ni, según
parece, fáciles de resolver. Este es el caso de la disyuntiva entre las Letras y las Cien-
cias.

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La evolución de la Educación e incluso del concepto mismo de enseñanza son objeto
de controversias hace ya casi más de dos siglos, cuando en las Cortes de Cádiz que
alumbrarían la Constitución de 1812 se creara una Junta de Instrucción Pública a la que
se encarga la redacción de un informe para reformar la educación nacional. Desde en-
tonces hasta hoy hay cuestiones que siguen sin encontrar una respuesta que satisfaga
a la mayoría y, lo que es más importante, logre superar los déficits que seguimos arras-
trando. Si nos remitimos a cualquiera de los preámbulos de las sucesivas leyes que se
han promulgado en materia educativa, todos ellos son dignos de elogio y la enseñanza
sería un espejo en el que mirarnos y al que mirarnos el resto del mundo. Ahora bien, no
cabe duda de que “el papel lo aguanta todo”, y una cosa son las palabras y otras los he-
chos.

Hasta la promulgación en 1857 de la conocida como Ley Moyano, en atención al


apellido del ministro firmante de esta primera Ley de Instrucción Pública, el foco de la
enseñanza se centraba fundamentalmente en el ámbito universitario, sin atender al
grave problema de analfabetismo, que en 1900 alcanzaba al 65% de una población que
superaba los 18 millones de personas, del que quedaban al margen las clases acomo-
dadas que podían permitirse el entonces “lujo” de sufragar la formación de sus hijos,
en su mayor parte en manos privadas y de carácter religioso. Este longevo marco legal
se inspiró en el Proyecto de Ley de Instrucción Pública de 9 de diciembre de 1855 ela-
borado por el jurista burgalés Manuel Alonso Martínez, a la sazón ministro de Fomento
liberal, puesto que no existía como tal un ministerio de Educación o similar, y aunque
con reformas, sus principios estuvieron en vigor prácticamente unos 100 años.

A comienzos del siglo XX, el ministro de educación de turno, el conde de Romano-


nes, Álvaro de Figueroa y Torres, signa sendos decretos que vienen a reformar las en-
señanzas de los niveles pre-universitarios. Respecto a la Primera Enseñanza, se amplía
de los 9 a los 12 años conforme a un abanico de asignaturas que se estudiaban todos
los cursos de manera monográfica. A saber: Doctrina cristiana y nociones de la Historia
sagrada, Lectura, Escritura, Gramática, Aritmética, Geografía e Historia, rudimentos de
Derecho, Nociones de Geometría, Ciencias físicas, químicas y naturales, Higiene y Fisio-
logía humana, Dibujo, Canto, Trabajos Manuales y Ejercicios corporales. Dos décadas
después apenas si se aprecian variaciones respecto a este plan de estudios, como queda
constancia en un acta de inspección a la escuela municipal de Cótar en junio de 19201.

Conforme a otro Real Decreto aprobado unos meses antes, en agosto de 19012 las re-
formas se focalizaron en las Enseñanzas Medias, puesto que, como figura en su motivación
introductoria, “el arduo problema de la educación nacional no puede ser resuelto con refor-
mas parciales”. Pese a mantenerse la duración de los seis cursos que se precisaban para
obtener el grado de bachiller, los mismos ya se reorganizan en dos niveles: los “Estudios
generales”, que todos los institutos ofertarían, y los llamados “Estudios elementales” que
suponían otros tres cursos añadidos bien de Agricultura, Industria o Bellas Artes, y en alguno
de los institutos también se ofertaban de Comercio, aunque no en el Burgos, como requisito
previo para la obtención del título de perito o para el acceso a la Escuela Superior corres-
pondiente. Por cierto, a los primeros se accedía directamente, sin necesidad de examen de
ingreso que, como las reválidas, no aparecerán hasta mediados de siglo1.3

Los “Estudios Generales” se distribuían a lo largo de 6 cursos, integrados por 7 asig-


naturas excepto en 3º y 6º en que se añadía una materia más, todas ellas obligatorias. En
el primer curso se impartía Lengua castellana, concretamente Gramática, Geografía general
y de Europa, Nociones y ejercicios de Aritmética y Geometría, Religión, Dibujo, Gimnasia y
Caligrafía. En segundo curso se mantenían las mismas materias, con matizaciones en el caso
de Lengua: Preceptiva y composición, y de la Geografía, que pasaría a centrarse en España,

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y desaparecía la Geometría. Al curso siguiente se recuperaba la Geometría por la Aritmética,
se introducían la Historia de España, el Latín y el Francés en lugar de la Lengua castellana,
y la Geografía era económica, concretamente comercial y estadística. En cuarto se proseguía
con el Latín, el Francés y la Historia, esta vez universal, y se incorporan el Álgebra y la Tri-
gonometría así como los denominados Elementos de Cosmografía y Nociones de Física del
globo, y se deja de cursar la Religión que pasa a ser voluntaria a partir de este nivel. En el
penúltimo curso salvo la Gimnasia y el Dibujo que se mantienen, aunque este de forma op-
cional, las restantes asignaturas son enteramente nuevas: Psicología y Lógica, Elementos
de Historia general de la Literatura, Física, Química general y un primer curso de Lengua in-
glesa o alemana. Y finalmente, el sexto año además del Dibujo, la Gimnasia y el segundo
curso de Inglés o Alemán, se estudiaba Ética y rudimentos de Derecho, Historia natural, Fi-
siología e Higiene, Agricultura y Técnica agrícola y Técnica industrial.

Después de casi un siglo se promulgaron las nuevas Leyes sobre Educación Primaria,
en 1945, y su homóloga de Ordenación de la Enseñanza Media, en 1953, en las que el con-
cepto de instrucción daba el relevo al de educación, no poca cosa, aunque su estructura no
se modifica sustancialmente. Será aún en tiempos de la dictadura, cuando el ministro José
Luis Villar Palasí introdujo reformas de mayor calado, tanto organizativo como pedagógico,
en la Ley General de Educación de 1970, que de entrada contemplaba la obligación de la es-
colarización hasta los 14 años, la cual se podía prolongar de manera voluntaria bien durante
los 3 años del Bachillerato Unificado Polivalente (B.U.P.) y un curso más de orientación uni-
versitaria (C.O.U), o bien cursando una ya por entonces denominada Formación Profesional

1
Acta de la visita y examen realizado por la Junta Local del Distrito a los niños de la Escuela de Primera Enseñanza de Vi­
llafría. AMBU, VI, 487.
2
Real Decreto de 17 de agosto de 1901. Gaceta de Madrid nº 231, de 19 de agosto de 1901.
3
Según la Ley de Ordenación de la Enseñanza Media a las enseñanzas medias se accedía mediante una prueba de ingreso.
La ordenación establecía bachilleratos de plan general y de plan especial. El bachillerato de plan general constaba de un
bachillerato elemental de cuatro años de duración, una reválida para acceder al bachillerato superior de dos cursos más
y otra reválida. Además, existía un curso de preparación para la Universidad, llamado Preuniversitario (PREU). También
había un bachillerato de plan especial, laboral, constaba de cinco cursos y otras dos reválidas.
(F.P.). Téngase en cuenta que en 1976 el 82% de la población no había cursado estudios
más allá de los primarios.

En 1º de B.U.P. se estudiaban Lengua Española, Matemáticas, Ciencias Naturales, His-


toria de las Civilizaciones y del Arte, Lengua extranjera (normalmente inglés o francés), Mú-
sica y actividades artístico-culturales, Dibujo, Religión (o Ética a partir de 1979) y Educación
Física. En el 2º curso se mantienen la mayoría de ellas, con ciertas salvedades: la Lengua
pasa a ser Literatura, las Ciencias Naturales son sustituidas por la Física y Química, se in-
troduce el Latín y la Historia da paso a la Geografía Humana y Económica y las Enseñanzas
y Actividades Técnico-Profesionales (E.A.T.P.), entre las cuales podría encontrar a modo de
optativas diversas opciones: electricidad, diseño, teatro, informática, segundo idioma ex-
tranjero, labores del hogar, fotografía, astronomía, creación literaria, etc. Y en el último curso
del B.U.P. a las asignaturas obligatorias (Geografía e Historia de España y de los Países His-
pánicos, Lengua extranjera, Religión o Ética, Educación Física, y E.A.T.P.) se añadía la Filo-
sofía y ya se contemplaba la posibilidad de elegir entre varias optativas organizadas en dos
grandes ámbitos: las populares “Letras” (Literatura, Latín, Griego y Matemáticas) y “Cien-
cias” (Física y Química, Ciencias Naturales, Matemáticas y Dibujo técnico).

Tras el fin de la dictadura el rosario de leyes es tristemente bien conocido, aunque no


sea tanto por sus siglas (L.O.D.E., L.O.G.S.E., L.O.C.E, L.O.E y, actualmente, L.O.M.C.E)
como por su número, abultado número; si bien no todas entraron en vigor. No obstante, la
ampliación de la obligatoriedad de la enseñanza hasta los 16 años que trajo consigo la pri-

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mera de las leyes educativas de la democracia pervive, y casi se ha mantenido su estructura,
organizada en torno a 4 cursos de E.S.O. y 2 más, voluntarios, de Bachillerato, aunque con
la singularidad de anticipar la decisión, no siempre fácil, de elegir el futuro académico a los
14 años, en el umbral de 3º de ESO, momento en el que se ha de optar tan solo por un tipo
u otro de matemáticas (académicas y aplicadas). Pero esta decisión aparentemente puntual
es la que luego condiciona o conduce al alumnado por unos derroteros u otros: el del Bachi-
llerato o el de la Formación Profesional. Con el agravante de que la elección conlleva un re-
lativo estigma, definido y resumido en la popular frase “El que vale, vale, y el que no…”.
Craso error.

Con independencia de cómo se plantea en otros países esta decisiva cuestión acadé-
mica, pero también y ante todo personal, que marca en gran medida el futuro de nuestros
estudiantes, lo que parece innegable es que las dudas a este respecto están tan vivas como
lo estaban hace más de un siglo. Y seguimos estancados en esta disyuntiva convertida en
polémica, mientras los cursos pasan y los jóvenes tienen que decidir sin que su grado de
madurez sea lo suficientemente sólido ni sus ideas tan claras como se les exige. Muchos son
los estudiantes que, incluso en el último curso de Bachillerato, y apenas a unos meses de
presentarse al examen que les abre las puertas a unas u otras facultades universitarias, aún
no tienen claro qué es lo que quieren estudiar. Y una vez sus resultados académicos y, en
ocasiones, la fortuna les llevan por unos u otros derroteros y facultades, aún hay un 33,3%
de estudiantes que abandonan sus estudios y casi un 12% que cambian su primera opción
universitaria4.

Por este motivo, parece oportuno rememorar en estas páginas el debate aparecido en
la prensa española en los umbrales de la década de los veinte respecto a la reorganización
de la Segunda Enseñanza. Un debate que dividió a la comunidad educativa de entonces en
dos hemisferios, como la disyuntiva en dividir en dos cursos la formación de los discentes a
propuesta de algunos docentes: “Para unos, debe ser el Instituto una preparación para sub-

4
Extraído de Datos y cifras del sistema universitario español. Publicación 2018‐2019. Ministerio de Ciencia,
Innovación y Universidades. 2019, p. 49.
siguientes estudios, y así concebida su misión llega la natural consecuencia de proponer dos
bachilleratos, por decirlo así, dos grupos de asignaturas previo otro grupito de estudios ge-
nerales (…) otros catedráticos y pedagogos opinan que la segunda enseñanza debe ser un
baño de general ilustración, lo suficiente para que la inteligencia pueda otear y dirigirse hacia
donde su inclinación, capacidad u otras razones le incline.” (Pérez, F., 1919: 1).

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Esta disquisición, que paradójicamente aún no parece ni siquiera superada, para los
responsables de algunas revistas profesionales de aquel momento tiene una clara elección:
“Nosotros, y en esta opinión vamos muy bien acompañados, creemos que tanto para el que
al entrar en el Instituto ya sienta vocación, caso muy raro, como para los que no pueden
pensar qué carrera o profesión van a estudiar, o para los que no han de precisar para más
amplios estudios los seguidos ―que son los casos corrientes―, el bachillerato debe ser com-
pleto, esto es, una serie de asignaturas o temas que den una cultura general al escolar ca-
pacitándole para entender en los múltiples asuntos y temas con que en la vida habrá de
tropezar, sea cual fuese el rumbo que siga (…) Nada pierde, muy al contrario, gana mucho
el futuro ingeniero conociendo nuestros clásicos, nuestra literatura, todo cuanto concierne
al grupo llamado de letras, como el futuro abogado no desconocer las interesantísimas cien-
cias exactas, etc., que le permitirán descubrir amplios horizontes en sus estudios tan gene-
rales y que serlo precisan de toda suerte de conocimientos” (Ibídem).

Me he permitido el atrevimiento de calificar esta opinión como “clara elección”, cuando


la realidad se obstina en demostrarnos que no es así, ni mucho menos. Es más, dependiendo
de qué sector de la Comunidad Educativa se escuche o qué corriente se manifieste al res-
pecto, la claridad de ideas virará de un extremo al otro, al de quienes consideran (como
ocurre en países como Alemania) que cuanto antes se inicie la “especialización” de los es-
tudios mejor será para la sociedad a la que revertirán la formación de los individuos. En esa
misma publicación de 1919 otro firmante se pregunta de manera retórica “¿Sabe ya el niño
de trece y catorce años su vocación?” Y se responde en estos términos: “Entiéndase bien,
yo no pregunto por el plan que el padre le haya tasado, sino por su vocación propia. Porque

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en el caso frecuente, que en esa edad, el niño inconsciente todavía de la realidad de la vida,
siga dócilmente el camino que las circunstancias le ponen delante, y así la vocación del hijo
se resuelve por el medio actual en que vive la familia, y emprende la carrera que se da en
la universidad más próxima, etc., etc.; pero sucede muchas veces que luego de comenzar
por un camino siente su propia vocación y quiere pasar a otra Facultad o quiere estudiar dos
Facultades a la vez (Ciencias y Letras); y en tal caso, ¿se le va a obligar a que vuelva al Ins-
tituto para hacer otro bachillerato?” (Pérez, E., 1919: 1,2).

A pesar de que la madurez de la juventud actual cabe adelantarla respecto a la de hace


ahora casi un siglo, la cuestión sigue quedando viva sobre el tapete, haciendo imperiosa en
otro sentido más la necesidad de un pacto educativo en el que sean escuchados los profe-
sionales de la educación y, sobre todo, sus principales actores: los estudiantes. Y por encima
de todo que el marco legislativo no cierre puertas al conocimiento ni al cambio de especia-
lidad u opción, tal como ocurre en estos momentos en los que se penaliza a quienes han se-
guido una modalidad de bachillerato y luego opta por la contraria. Muchas más veces de lo
que se imagina “empujado” por sus propios profesores, tanto por activa como, sobre todo,
por pasiva. ¡Cuántos docentes sembramos o amputamos vocaciones en nuestro alumnado!
Si esto es así ¿por qué no dejar abierta la puerta del cambio? Muchas veces, y como bien
supo popularizar Mario Benedetti, “cuando teníamos todas las respuestas, entonces nos cam-
biaron las preguntas”, y no en vano, la clave del aprendizaje, del crecimiento, del avance
académico, científico, cultural, artístico o social, del desarrollo en general, radica más en las
preguntas que en sus respuestas.

Retrotrayéndonos al presente más reciente, el que dibuja el “Libro blanco sobre la edu-
cación”, del año 2015, parece ineludible la asunción de esta y otras realidades, en la medida
en que “La educación básica, no universitaria, se configura como un campo de excepcional
importancia y complejidad, que necesita elaborar un corpus propio de conocimientos y de
buenas prácticas, surgido desde el aula, capaz de aprovechar los conocimientos que proce-
den de las ciencias, de la tecnología, de las humanidades, pero organizándolos con una fi-
nalidad propia” (Pellicer, P, Marina, J.A et. al. 2015: 6). Si esto es así y parece que ya no
admite discusión, la pregunta que queda por hacer es: ¿A qué se está esperando para que
ello se materialice en la formación y el futuro de nuestro alumnado?

Joaquín García Andrés

BIBLIOGRAFÍA

AA.VV. Datos y cifras del sistema universitario español. Publicación 2018-2019. Madrid, Mi-
nisterio de Ciencia, Innovación y Universidades. 2019.

AA.VV. La educación en España durante la primera mitad del siglo XX. Temas para la
educación. Revista para profesionales de la enseñanza. Federación de enseñanza de
CC.OO. en Andalucía. Noviembre de 2009. Recuperadoen julio de 2020 de https://www.fean-
dalucia.ccoo.es/indicei.aspx?p=62&d=178

ÁLVAREZ LÁZARO, F. (2001) Cien años de educación en España: En torno a la creación del
Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Madrid, Ministerio de Educación Cultura y
Deporte, Subdirección General de Documentación y Publicaciones.

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Julián Valle
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El tejido del mundo 19.15. Julián Valle, 2019. Óleo sobre lino, 130 x 162 x 3 cm.

julianvalle.com

Limbo Páramo blog

Algunas publicaciones digitalizadas de Julián Valle


Iluminaciones 02.01. Julián Valle, 2002. Óleo s. madera. 80 x 120 x 10 cm.
Premio de AAPP. Gobierno de Cantabria. Colección Norte de Arte Contemporáneo.

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Texto de Ángel Gutiérrez Valero sobre Julián Valle en el ADACYL: Archivo
Documental de Artistas de Castilla y León. MUSAC. (fragmentos)

El paisaje, meditado y aprehendido, constituye, como se ha


señalado, el eje central de su trabajo pictórico, actividad
prácticamente exclusiva desde mediados de la década de los
noventa (…) Los rasgos de su personal estilo: reducida paleta de
color, limitada casi exclusivamente a rojos, ocres y amarillos, pequeño
formato, que facilita ver sus cuadros como densos poemas extraídos
de la vivencia directa del paisaje, la ausencia de la figura humana,
sustituida, como se ha dicho, por el interés por las arquitecturas
abandonadas, concebidas siempre en un momento ambiguo a medio
camino entre la ruina y la reintegración en el medio, la simbología del
relieve, en apariencia inmóvil, pero igualmente convocado en su
condición de presa del tiempo que enfatiza, en última instancia, un
canto a lo frágil, lo leve y lo efímero.
Consecuente con sus inquietudes, Julián Valle gusta de hacer evidentes
sus rastros, las vías emprendidas y los caminos transitados. Signo de
ello son sus cuadernos de pintura, donde el paisaje queda recogido a
partir de la esencia de sus propios materiales, como demuestra el
hecho de emplear en ocasiones como pigmento los frutos que
encuentra en sus recorridos.

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Viaje de invierno / Winterreise. Julián Valle, 2009 (detalle del interior) C.A.B. Burgos.
Óleo s. tablex. 5 x 3 x 6 m. Creada in situ entre el 13 de enero y el 26 de enero de 2009
Fotografía: Jorge Martín.

Piel del tiempo…. Texto de Alicia Murría para la exposición


Viaje de invierno/Winterreise. CAB, Burgos. 2009 (fragmentos)

Hablamos de un artista que podría calificarse de atípico, cuyo trabajo a


lo largo de toda su trayectoria (…) ha estado situada fuera de las
corrientes imperantes en cada momento, una incontaminación que sin
embargo no ha supuesto marginalidad ni exclusión del escenario (…) No
estamos pues ante la obra de un outsider aunque sí de alguien que opta
por vivir y trabajar en un cierto retiro, podría decirse que prefiere
establecer distancias, tanto físicas como psíquicas, con el mundanal
ruido. (…) Los fragmentos de naturaleza que Valle pinta contienen una
extraña fragilidad, parecen aludir al paso del tiempo y a la precariedad;
su dibujo es preciso y a la vez leve como para expresar la contingencia
de aquello que nos constituye, y de lo que, finalmente, habla. Huye de
la retórica para detener la mirada en lugares que parecen desprovistos
de significación, de interés, carentes de elocuencia; lugares sin ningún
atractivo especial.

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Viaje al agua más alta.96.08. Julián Valle, 1996. Estuco, tela y cera s/ madera
2 piezas: 170 x 57 x 35.5 cm./ 170 x 57 x 37.5 cm; conjunto: 120 x 230 x 37.5 cm.
La fotografía pertenece al proyecto Iluminaciones: capilla funeraria de la Santísima
Trinidad del Monasterio de Santa María la Real de Tórtoles de Esgueva, Burgos, en 2009.

El tacto de la melancolía. Texto de Fernando Castro Flórez para la exposición


Geografía-métodos. (fragmento)

Sólo los artistas radicales hacen de sus heridas abiertas una narración
capaz de articular otra experiencia. Esa travesía del dolor es propia del
barroco que no se complace en la belleza ni en las armónicas promesas
del clasicismo; se ha situado en la mortalidad, en la fragilidad de lo
humano y, por ello, sólo ha podido encontrar su medio de expresión
en la alegoría. En la alegoría, en ese significar algo distinto de lo que
se es, se condensan los dolores del mundo: la calavera es su rostro.
Julián Valle prepara mesas sacrificiales, espacios funerarios, desciende
hasta ese interior de los días que es siempre fugacidad y pérdida; tal
vez sea imposible habitar el paraíso de los micropaisajes alquímicos,
tremendamente poéticos que su mirada nómada sueña, aunque
también es cierto que se trata de un mapa en el que situarse para una
espera. Como la naturaleza, la historia es sujeción alegórica a la
muerte.

Memoria del fulgor. 01.02. Julián Valle, 2001. Gres. 15 x 8.2 x 18.5 cm. Colección particular
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Julián Valle nació en 1963 en Aranda de Duero, Burgos.
El paisaje es eje de su obra desde 1987 utilizando como soportes la pintura,
el dibujo, la escultura sobre diferentes materiales naturales y la cerámica.
Como miembro –fundador- de A Ua Crag –colectivo de acción
artística/espacio alternativo- participó en todos sus proyectos y en las
actividades del espacio-galería desde 1985 hasta su disolución –formal- en
1996: aunque informalmente el espíritu se mantiene: se han materializado
varios proyectos, el último de ellos fue Palacio del Tiempo, en los espacios de
la galería de arte/residencia para creadores de El Huerto del Tertuliano,
en Fuente Olmedo, Valladolid (Se puede ver también su desarrollo en
el blog Hortus Conclusus)

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Por la secreta escala 06.17; Por la secreta escala 08.17, Ich ruf' zu dir, Herr Jesu Christ,
BWV 639 Bach / Wilhelm Kempff; Por la secreta escala 07.17; Por la secreta escala. 05.17.
Julián Valle, 2017. Carbón y grafito s. papel Khadi-Sunn Hemp. 63 x 80 cm.

Durante sus 36 años de trayectoria profesional ha expuesto su obra en


galerías, museos y ferias, en España y en otros países: Francia, Portugal,
Alemania, Canadá, Italia, Dinamarca, Bélgica y Holanda.
Premios: fue finalista en el Premio BMW en 2017, Premio de Pintura
Parlamento de La Rioja en 2015. Ha sido mención de honor : en 2007 en el
Premio Fundación Caja Sur, también en 2005 en la Bienal de pintura Ciudad
de Estella-Lizarra, y también en el Premio Bancaixa de pintura; en 2004
obtuvo el 1epremio ( aequo) del Premio de AA.PP. del Gobierno de Cantabria,
en 1999 también el 1e premio en el Premio Vela Zanetti de Aranda de Duero;
fue Premio en la categoría de pintura en 1998, en el Premio de Extremadura
a la creación Fco Zurbarán; también una obra suya fue adquirida en 1995 en
el certamen Plástica Contemporánea de Vitoria-Gasteiz.
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Una serie de trabajos sobre diferentes soportes forman la propuesta El tejido del mundo de
Julián Valle para el proyecto Yacimiento. Sinergias entre Arte y Ciencia. Se mostró en el CAREX,
Centro de Arqueología Experimental, de Atapuerca dependiente del Museo de la Evolución
Humana de Burgos. Ha sido coordinado por Alejandro Martínez Parra, con seguimiento crítico
de Olga Fernández López.
Su obra está en colecciones privadas y en públicas como: La Colección
del Parlamento de La Rioja, en la Colección Norte de Arte
Contemporáneo del Gobierno de Cantabria, en Artium, Centro-Museo
Vasco de Arte Contemporáneo, en la Colección Caja Burgos CAB, en los
fondos de Caixa Bank, en la Colección Caja Madrid, en la Colección
Fundación Prosegur de Madrid, en la Colección de la Junta de Castilla
y León, en la Colección Saldañuela de Caja de Burgos del Palacio
Saldañuela de Burgos, en el Ayuntamiento de Aranda de Duero, en el
Instituto de E.S. Vela Zanetti de la misma ciudad. En los fondos del
MUSAC en León, en la Fundació Rafael Tous d’Art Contemporani de
Barcelona, en la Colección de Caja Castilla- La Mancha en Toledo, en la
Colección de la Junta de Extremadura, y en el Museet for
Samtidskunst de Roskilde. Dinamarca.
Una selección de sus exposiciones individuales y de sus participaciones en

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proyectos colectivos puede consultarse aquí: c.v.

A partir de febrero de 2021 -Julián Valle- mostrará el proyecto El tejido del


mundo que ha estado preparando durante estos dos últimos años, para el
CAB Centro de Arte de Burgos, de la Fundación Caja de Burgos.

El tejido del mundo 20.03. Julián Valle, 2020


Acuarela y pincel seco (drybrush) s. papel khadi 320g. Ø 56 cm.
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Una historia de los fanzines de Burgos
Tercera parte

Javier Ortega
y
Alberto Labarga
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Una historia de los fanzines de Burgos
Tercera parte*

Anteriormente quedó constancia de la publicación Plaza de San Juan, vinculada a la


Casa de Cultura de dicha plaza, e igualmente, queremos hacer una breve referencia a otras
publicaciones de la red de bibliotecas, de una u otra manera; así Periodista Berceo, orientada
a un público infantil, entre 2001 y 2006 publicó 17 números.

La Comicteca constaba de un par de páginas dedicadas al cómic, elaboradas por Ro-


berto García, alias Copy, para la Biblioteca M.ª Teresa León. O, Aire Nuestro, que en 2017

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ponía en la calle su número 19. Todas ellas distan bastante del concepto nuclear del fanzine,
pero comparten algunos elementos como su apertura a las colaboraciones, a poner en mar-
cha proyectos, a nuevas ideas…

Es más que seguro que se nos sigan escapando fanzines y autores, pero hay un par de
personalidades que merecen más espacio del que ahora les podemos dedicar, y que lo ten-
drán. Uno de ellos es Daniel de Cullá, multifacético personaje, activo durante décadas, crea-
dor promiscuo, que lo mismo pinta, ilustra, escribe poemas y relatos o hace fotografía;
fundador de revistas, performer ubicuo, azote del clero, tizón de la política, vocero pornófilo,
erotómano sin pudor… que por derecho propio merece ser incluido aquí. En su alma de poeta
y en sus trabajos y publicaciones es fácil encontrarse con un cierto aire de rebelión contra
lo establecido, contra las instituciones, contra lo políticamente correcto que le entronca di-
rectamente con el espíritu fanzineroso. Durante más de cuatro décadas ha ido dejando
muestra de su creación en numerosos libros y fanzines. Le mencionamos en esta última
parte dado que es alguien que está en activo y sigue apareciendo en presentaciones litera-
rias, performances...

Otra larguísima trayectoria es la de Pablo del Barco, escritor, poeta y editor de una in-
gente obra propia y también de obra ajena que tan solo queremos mencionar. Es otro de
esos radicales libres de la cultura, que produce obras según el momento creativo y la situa-
ción; abunda su obra sobre poesía visual, poesía, sus pequeñas publicaciones, que se pueden
encontrar en librerías, de cuando en cuando, y sus numerosas colaboraciones. Cualquiera
que tenga interés en este autor podrá dar con sobrada información haciendo una sencilla
búsqueda en internet.

*La 1ª y 2ª parte de esta Historia de los fanzines en Burgos puede consultarse


en los números de culdbura 10 y 15 respectivamente.
El Perdigón
2001

El titular de su número 75 resumía de alguna manera el espíritu de esta revista-pan-


fleto-fanzine: “75 números jodiendo”. En ese momento llevaba ya quince años utilizando un

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humor sarcástico, irónico y socarrón, como lo hubiera calificado su promotor, Virgilio Mazuela,
quien en 2001, desde el Ateneo Popular Los Otros, lanzó estos papeles al aire burgalés, para
–al modo de las guerras de Gila- incordiar, provocar, confundir y desazonar al enemigo. No
sé el origen del nombre pero intuyo, en ese humor fino que caracterizaba a Virgilio Mazuela
y a su peña, un intento no de matar moscas a cañonazos si no por el contrario de hacer pe-
queñas heridas, pero constantes y múltiples, a sus oponentes. Una lucha de desgaste. Y ahí
está diecisiete años después manteniendo el tipo, con un buen plantel de colaboradores –
que en su número 50 fueron caricaturizados por Kuachan, quien desgraciadamente al poco
falleció, recibiendo en el número 60 un muy merecido homenaje de esa panda autocalificada
como “La roja de los rojos”, aprovechando los Mundiales de Fútbol: Carlos, Fernando, Néstor,
Nati, Chema, Paco, Rufino, Álvaro, Rubén, Andrés, Ángel y alguno más formaban esa esplén-
dida selección roja desbordante de humor, sensibilidad y crítica-. El ecologismo, feminismo,
antimilitarismo y el espíritu crítico siempre han estado presentes en estos papeles, muy crí-
ticos con los amos del lugar, personificados en un tal Míchel y su poderoso brazo ejecutor, el
Diario de Burgos. Entrevistas ácidas y corrosivas a todo quisque iluminan cada uno de sus
números, a la vez que un fabuloso soporte gráfico, con portadas inteligentes, memorables y
expresivas, y un arropamiento de humoristas y dibujantes, como El Roto, Kuachan o Eri hacen
de esta publicación una mosca cojonera imprescindible en el árido panorama cultural e infor-
mativo de Burgos. Como se decía en el editorial de su número 1: “Está todo por hacer y no
hay tregua para el desánimo (…) Este folleto quiere ser un vehículo de expresión de las mi-
norías”. En 2021 llegan al número 100. ¡Larga vida a El Perdigón!
@lt+64
2003-2007

En el principio fue la web http://alt64.org/. Más adelante, en el curso 2002-2003, crea-


ron una asociación juvenil universitaria para conseguir ciertas ayudas de la UBU. El primer
número de la revista se publicó en marzo de
2003, con la editorial “No en nuestro nombre”
relativo a la participación de España en la gue-
rra de Irak. El nombre Alt+64 proviene del có-
digo ASCII del símbolo de la arroba, una
referencia al mundo cibernético. Según comen-
tan sus coordinadores Unai Macías, Alejandro
González y David del Olmo: “Esto es así porque
las acciones dentro del mundo web nos han pa-
recido la esencia de nuestra actividad, por su
posibilidad de democratización de los conteni-
dos, primero en HTML y luego en la llamada
web 2.0. En este sentido, el fanzine fue una
concesión al mundo físico, al que nos unen ata-
vismos entrañables.”

Editaron siete números, en formato A5,

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con un diseño exquisito, limpio e inteligible, dis-
tribuido por la zona universitaria y los bares ha-
bituales de la ciudad. Los textos muy bien
editados, contenían artículos de opinión, breves
obras literarias, crítica de cine, música y litera-
tura, y artículos de divulgación, especialmente
de ciencia y ciencia ficción, ilustraciones y/o fo-
tografía. La plantilla de colaboradores es amplia,
María Merino, Hernán Casciari, Luis von Nagel, Israel Alegría, Mónica Campo, José Mari Ma-
cías, Carmen Orozco Barrenetxea, Antonio Pérez Serrano, Ruth Ridruejo (Fotografía) o Abe-
lardo González (Ilustraciones), entre otros dieron un nivel de contenido a la revista muy
alto.

Han realizado actividades paralelas como exposiciones fotográficas, ciclos de cine mu-
sical., Aunque dejaron de editar la revista en 2007, siguen publicando artículos en la web y
mantienen lo que es la gran sorpresa de la asociación: Una impresionante enciclopedia de
ciencia ficción, un trabajo colaborativo en formato wiki con más de 4.000 artículos y 21 mi-
llones de visitas a fecha de abril de 2020. Y otra sorpresa más es la colaboración, de manera
bianual, con el Círculo Escéptico para la promoción del pensamiento crítico, en el ciclo “Enig-
mas y Birras de Burgos”, con charlas como “Ciencia y pseudociencia en la sociedad contem-
poránea (Fernando Frías, J.M. Mulet, Guillermo Quindós, julio de 2014) o ¿Nos engañan o
nos dejamos engañar? (Mauricio José Schwarz, Débora García Bello, Pablo Linde y Javier
Pedreira “Wicho”, julio de 2016)”.

Caleidoscopio
2005

La tertulia literaria Caleidoscopio se fundó el 29 de abril de 2005, a raíz de un curso


de la Escuela de Escritores dirigida por Enrique Cuesta. El grupo fundacional y primera junta
directiva fueron Ana Mayoral, Carlos Bolinaga, Matilde Sedano, Juan Luis Sobrón y Paloma
Fernández, a los que acompañaron Loly Fernández, Pedro García Tirado, Begoña Hoyuelos,
Pilar Martínez, María Mazo, Esther Ortega y Rubén de la Peña, todos ellos formaron parte
del número 1 de la revista que salió en mayo de 2005.

Desde sus inicios fue una revista de distri-


bución gratuita, con ayudas, hasta el número
13, del IMC del Ayuntamiento de Burgos y de
Caja de Burgos. Los números 13 y 14 fueron fi-
nanciados por los propios componentes de la
tertulia y, como siempre, distribuidos por biblio-
tecas y centros culturales. Además se editaron
tres números de temática infantil y juvenil entre
2007-2009.

A la tertulia y revista fueron integrándose


otros componentes y participantes, entre ellos
Isabel Alonso, David Lorenzo, Esther Pardiñas,
Sara Tapia, Félix A. Camarero, Rufino Hernán-
dez, Miguel Ángel Barbero, Diego Alonso, Reyes
Saiz, Juan Manuel Ruiz Solsona, Luis de San
Eustaquio, Sara Garrido y Luis Carlos Blanco,

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este último coordinador de Caleidoscopio desde
2008.

La revista ha contado con numerosos co-


laboradores y editado números especiales dedi-
cados a David Lorenzo Magariño, Begoña García
Hoyuelos, Pedro García Tirado o Juan Carlos Estébanez.

Su diseño primitivo y logotipo es de Rubén de la Peña, y su maquetación, a partir del


número 3 de Amaya Barahona.

Caña y destapa
2008

Entre caña y caña, y entre amigos, nació este fanzine de


pequeño formato y unas 48 páginas. Se dejó ver con regulari-
dad más o menos trimestral durante algo más de un año (6 nú-
meros?) por algunos garitos ‘cool’ de Burgos, Logroño, Gijón,
Madrid, Cantabria,...

Relatos breves, poemas, reflexiones, dibujos, viñetas, opi-


niones y todo tipo de chascarrillos variopintos rellenaban sus
páginas, abiertas desde el principio a colaboraciones resultando
una lectura refrescante y lúcida.

Llegaron a generar un blog con la intención de dinamizar


la conexión entre colaboradores pero parece que el intento no
pasó del segundo año. Algunos números se pueden encontrar
para descarga online.
Así se presentaba el primer número: “ imagina… que se produce un atentado informá-
tico que desestabiliza el sistema económico mundial, el sistema vital del hombre occidental.
Desaparecen los números, se para el tiempo… borramos de nuestra memoria la prisa y los
préstamos… la publicidad deja de tener sentido, se destapan fraudes en la información y
ésta pasa a ser plural y abierta, sin perder por ello la subjetividad. Se libera el pensamiento…
se para la construcción. La gente sin techo y los inmigrantes pasan a habitar viviendas vacía.
Las que quedan después y los esqueletos de hormigón sirven como espacios para la creati-
vidad… ésta la podemos desarrollar en los ratos que antes dedicábamos a pagar la hipo-
teca… Sigue imaginando… la imaginación no delinque.”

Zoozobra Magazine
zoozobra.com
2014

Zoozobra ocupa un importante espacio en la estantería de este rincón underground


porque es una revista, una web, una editorial y una asociación que hace encuentros para el
debate filosófico o político.

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Aunque en papel han realizado tres números, la huella dejada ha sido amplia, tanto
por la calidad del producto, en sus aspectos externos como por su profundidad de campo,
rebelde y reivindicativo, como expresa en el “Manifiesto-Denuncia frente a la situación de la
cultura en Burgos”, del nº 1. Un extenso escrito en el que dan un repaso a la cultura insti-
tucional de la ciudad. Entre otros párrafos dice: “Denunciamos la parálisis que supone para
el progreso de la sociedad burgalesa, el hecho de que la mayoría social y en especial los co-
lectivos más vulnerables como los y las jóvenes, precarixs, inmigrantes y colectivos excluidos
como el pueblo romaní, no tengan acceso a la cultura material de la ciudad”.
Víctor Atobas (director editorial) y Sara Barreiro (directora artística), los coordinadores,
han creado una línea editorial de un marcado carácter intelectual, los artículos son de ex-
traordinaria calidad periodística y literaria, diseño limpio e inteligible, ilustraciones exquisitas
y buena impresión, esta vez en un papel estucado con presencia más de magazine al uso
que de fanzine.

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El nombre según cuenta Víctor, “surgió diciendo palabras que pudieran expresar lo que
sentíamos, cuando en un cierto momento dije “zozobra”, y Sara lo apuntó en el cuaderno
añadiendo una o a la palabra original. ¡Ya lo teníamos! ¡Era eso lo que sentíamos y encima
escrito a nuestra manera!

El proyecto cuenta con dos periodos claramente diferenciados; (2014-2015), cuando


se edita la revista en papel; y la actualidad (2016-presente), dedicados más al mundo edi-
torial. En este sentido, en los últimos años han publicado dos libros en papel: El deseo y la
ciudad. La revuelta de Gamonal (2018), y La trampa de Tánatos (2020), ambos de Víctor
Atobas.
Entre los principales colaboradores del primer periodo (2014-2015) están el pintor y
activista por la memoria histórica, Acacio Puig; el crítico de cine, escritor y activista LGTBi
Eduardo Nabal; los poetas Julián Alonso, Conrado Santamaría, Juan Carlos García Hoyuelos
o Raquel Cabestrero, entre otros; los escritores Luis Carlos Blanco, Antonio Morales, Juan
Argelina o Keylor Robles Murillo; la feministas Noe del Barrio, Bea Chinaski Gómez, Zelda
Johns; los pensadores Ernesto Castro y Javier Sáez.

La revista se patrocinaba con pequeños anunciantes, bares, así como el Espacio Tan-
gente y la Librería del Espolón. Y la distribución, sobretodo en Burgos y parcialmente en
Santander.
Los contenidos publicados eran tanto de creación artística – ilustraciones, relatos, poe-
mas, vídeo, foto, montajes, viñetas, etc.- como artículos de intervención política. Hoy en día
están más centrados en el pensamiento filosófico y la narrativa.

La revista contaba con dos formatos. En papel (marzo de 2014. Tres números en ta-
maño A-4 y 16 páginas). En internet (diciembre de 2014. Más de 50 números), durante el
primer periodo del proyecto sacaban un número digital a la semana. Actualmente editan un
artículo de ciento en viento.

El proyecto nació en Burgos, apostando por la construcción del discurso crítico y la cul-
tura independiente, aunque hay diversos colaboradores de todo el Estado español que apor-
tan a la revista la amplitud de miras necesaria. Sobre sus objetivos y línea editorial, Víctor
comenta que: “El principal es el impulso de la creación y la cultura fuera de la industria ca-
pitalista del ocio, así como la promoción de obras valiosas pero desconocidas o inéditas, y
el desarrollo de la escena artística a través de canales auto-gestionados por lxs propixs crea-
dorxs. Zoozobra Magazine se declara como una publicación feminista, antirracista, ecologista
e independiente, manteniendo una línea editorial de izquierdas abierta a las distintas sensi-
bilidades culturales y formas de entender la realidad. De igual forma, recibe la influencia de
la teoría queer y lgtbi, apostando por la superación de la autoridad en sus distintas mani-
festaciones: género y patriarcado, raza, clase o status social, sin olvidar tampoco a lxs pre-
carixs y excluídxs.”

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En la mayor parte se auto-financia a través de las aportaciones voluntarias de sus
miembros, así como de la venta de las publicaciones. Uno de los pilares de la revista es su
independencia respecto a instituciones y organizaciones de cualquier tipo, puesto que pon-
drían en jaque la libertad de publicación. La revista no recibe subvenciones de ningún tipo,
y este es un aspecto resaltado del proyecto.

Todo esto está organizado por el Colectivo de Prensa Zoozobra Magazin. Su sede y la
mayor parte de su actividad se encuentran en Burgos, donde celebran las asambleas del co-
lectivo. Así mismo, la parte organizativa más informal se denomina “Kedada Zoozobra”, en
la que se invita a las personas interesadas en colaborar con el proyecto, con el objetivo de
poner en común sus creaciones.

Burg Eando
2015

Burgando nace de
la idea de promover el
movimiento under-
ground y artístico en
Burgos, la pasión por la
música, el arte y la crea-
ción. Pretenden dar a
conocer y expandir el
campo de visualización
de proyectos creados
por artistas residentes o
nacidos aquí.

Han creado una


plataforma de difusión
del movimiento cultural burgalés, apoyando a artistas y dando a conocer sus trabajos y los
eventos programados en la ciudad, todo desde un punto de vista underground no asociado
a grandes marcas comerciales o institucionales.
Los coordinadores y colaboradores son anónimos para intentar dar más fuerza al co-
lectivo.

Hasta ahora han funcionado más como webzine, desde la página web y en redes so-
ciales, facebook y twitter, habiendo sacado sólo un número en físico.

Galaxia 4
2016

A principio de la pasada década, varios artistas jóvenes locales forman el colectivo


Sio2, que con una agilidad inusual, empiezan a organizar exposiciones y participar o coor-
dinar eventos culturales y artísticos, haciéndose pronto un nombre y un espacio en la ciudad,
si bien su interés va orientado a traspasar las fronteras, territoriales y creativas.

Sobre el año 2016, en una de sus reuniones surgió el proyecto de hacer un fanzine y
así surgió Galaxia 4, que en un pequeño y cuidado formato, recogería ilustraciones, relatos,
artículos varios, poesía o comics del colectivo y de amigos colaboradores. Todo quedó en
una única entrega, distribuida en eventos del mismo grupo y actividades relacionadas.

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No-Plata
noplata.bigcartel.com/
2018

Paola Arbildua, Alberto Tangente, Álvar Alonso y Jaime Uvedoble, tanto coincidir en Es-
pacio Tangente (Burgos) y reunirse allí por otros motivos, tuvieron la oportunidad de pre-
sentar ideas, conocer las movidas de otros, debatir, compartir aficiones y pudieron dar forma
a un proyecto que llamaron No-Plata.

El nombre viene dado por la condición que tiene el proyecto de ser sin ánimo de lucro
a la vez de dar la oportunidad de que artistas editen trabajos en papel sin costarles pasta:
no-dinero, no-plata. Es, según comentan en latamuda.com, “un proyecto independiente.
Desde nuestro punto de vista esto no solo significa no depender de ninguna entidad o insti-
tución de forma monetaria, sino también que nada externo interfiera en cualquier punto del
proceso de creación, buscando así la máxima libertad a la hora de tomar decisiones, ges-
tionar y crear. Intentamos no tener que responder a una perspectiva comercial o económica
si no a la necesidad de publicar y poner en circulación géneros y formatos que en nuestro
círculo, vemos que tienen más complicación para encontrar financiación por no resultar ren-
tables o atractivos para las grandes editoriales.”

Hasta el momento tienen las siguientes publicaciones:

-Agni: fotolibro experiencial de un viaje por Paola Arbildua y Álvar Alonso.


-Iceland: Fotolibro sobre un viaje de carretera por la Ring Road Islandesa.
-Más de 1332 km, lugares míticos y no tan míticos de esta isla volcánica. Todo
en fotografía analógica de 35mm.
-No mires al sol: fotolibro falso-documental de Gomez Selva.
-La Llorona: libro de ilustración en forma de historia gráfica por Mabel Esteban.
-Fiambre: fotolibro costumbrista de Sole Satana y JD Valiente.
Sus referentes: “Al ser un grupo de cuatro personas tenemos referencias bastante he-
terogéneos, igual que todo tipo de influencias. Nos fijamos en editoriales como Dalpine, Pogo
books, Editions Noire, Terranova o Editorial Supremacía entre muchas otras, también pro-
yectos autoeditados como The Rude Awakening, Fancineroso o las diferentes referencias de
1992. Somos muy de pasarnos el día viendo cosas, ahora estamos enganchados a los mapas
de Blue Crow Media”.

Un proyecto fresco y latente en el día a día, sumando publicaciones inéditas y sorpren-


dentes del entorno más cercano.

La Llorona
2019

Es una nueva modalidad de fanzine de autor, monográfico en tema y con un aura de


catálogo. Y tiene el sello de la editorial
independiente No-Plata, que plantearon
a Mabel Esteban hacer un zine con
ellos. Tiene formato A5, está impreso
en papel offset, la cubierta es de cartu-
lina y el lomo está cosido. Cuenta con
48 páginas. Con este formato se intentó

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imitar las libretas originales en las que
Mabel dibujaba. De hecho, en la expo-
sición que se realizó en Espacio Tan-
gente para la presentación del libro en
enero de 2019, se expusieron esos cua-
dernos para mostrar la importancia de
este formato y para enseñar también lo
desechado, el error o simplemente lo no
suficientemente bueno.

La tirada fue de 75 ejemplares nu-


merados y su distribución en el propio
Espacio Tangente y en la página de
venta online de No-Plata

La llorona es una obra ilustrada


que, según afirma Mabel, su autora: “Es una ex-
posición de tensión y tristeza, impotencia y asco.
Todas las imágenes se organizan como encua-
dres emparejados que describen una situación
pequeña y rápida de digerir. Mujer llorando-
mujer recogiendo sus lágrimas, hombre de per-
fil-hombre de frente, mano acariciando una
superficie blanda-mano asiendo dicha superficie
blanda. También hay imágenes sueltas como
persona suspendida en el agua o una ventana
vista desde el interior. Algo que está por suceder,
algo que ha estallado, algo melancólico. Es una
manifestación de sucesos catastróficos que en-
cierran belleza. La belleza del desastre. Cuando
ordené las páginas lo hice de tal manera que
puedas leer una historia que le sucede a un personaje principal, la Llorona. Puedes leerlo así
o interpretarlo como tú quieras. La diversidad de interpretaciones en la lectura me parece
uno de los factores más interesantes del zine”.

La realización de la Llorona fue un trabajo lento aunque constante. Trabajo en este


fanzine desde mayo hasta noviembre de 2018. Nunca había trabajado en formato libro, siem-
pre en lámina o cuadro. La experiencia ha sido tan enriquecedora que está trabajando en un
segundo proyecto llamado la Muda, que ha avanzando hacia una línea de cómic pero sin
texto.

BULULÚ
2019

(Según la RAE, Bululú es un comediante que representaba varias obras él solo, mu-
dando la voz según la condición de los personajes que interpretaba).

Adrián Redondo, Matías Burgos y


Elia Rebé Tur coordinan Bululú, un fan-
zine que en el siglo XXI reúne las mis-
mas inquietudes con las que se hicieron
los fanzines en el siglo XX, entre otras,

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la desesperación de no sentirse repre-
sentado, las ganas de crear una nueva
expresión, el trabajo colectivo, el
abismo a eso que llaman “el futuro”.

La iniciativa surge cuando dos


amigos se juntan y, tras una charla
sobre qué es el arte y cómo se es reco-
nocido, deciden “abalanzarse al vacío” y
crear un fanzine donde publicar a los ar-
tistas con los que tienen contacto.

Al ser dos estudiantes sin ninguna


experiencia en el mundo editorial o ar-
tístico tuvieron muchos problemas para
iniciar su proyecto que han solventado
porque hasta la fecha tienen dos núme-
ros en la calle.

Bululú es su personaje protago-


nista, está representado como un juglar
de época medieval al que le apasiona el
mundo del arte. Para ellos representa el
concepto del fanzine, dar a conocer a
los artistas ante la situación tan difícil que se les presenta.

El equipo artístico está compuesto por Carmen González, Diego Vidal, Víctor Gallo,
Sandra Sainz, Yubran Najem, Ana Eraña, Ane Arcos y Alberto García, entre otros.
El fanzine tiene 28 páginas, en tamaño A5 y se intenta sostener con la publicidad. Va
dirigido a adolescentes, jóvenes o adultos que estén interesados en el mundo del arte y el
entretenimiento. La distribución se realiza sobretodo en Burgos y en las universidades de
León y Salamanca.

El fanzine está dividido en dos mitades, separadas por un poster situado en el centro.
La primera mitad está presentada por Bululú. En ella podemos encontrar el humor más
blanco, contenido artístico como escritos, ilustraciones y cómics. Además, en esta primera
mitad podemos encontrar una entrevista diaria a un artista o grupo artístico (incluye un
vídeo de la entrevista escaneando el código QR o en su cuenta de YouTube).

La segunda mitad está encabezada por Kobal, un personaje absolutamente contrario a


Bululú que muestra contenido más adulto, humor negro o ácido, ilustraciones macabras, có-
mics sangrientos, etc. Ambos personajes tendrán un cómic dentro del fanzine donde sus in-
tereses o personalidades se chocan con un toque satírico o humorístico.
Los personajes; no son otra cosa que la representación de lo qué entiende la sociedad
que es “buen arte”-Bululú- y de lo que es “mal arte” o arte feísta –Kobal.
Mencionan que están abiertos a sugerencias, nuevos artistas y a estar en comunicación
con todos los que quieran participar.

Panfilo Castaldi
2020

Página 139
Además de corresponder a un ingenioso im-
presor italiano del siglo XV, este nombre, podría
ser uno de los seudónimos de un escurridizo crea-
dor burgalés. Sergei Nickovitch podría ser otro.
Pero más allá de la intriga del autor, lo que nos
ocupa aquí es la obra y, para la ocasión, nos limi-
taremos a abrir la puerta a un universo en el que
profundizaremos en una siguiente edición.

Nuestro personaje se ha movido durante


más de una década en diversos ámbitos de la
creación (diseño, literatura, audiovisual, didác-
tica, editorial, producción,…) compaginando pro-
fesión y pasión, y por lo tanto resulta inútil
intentar calificarlo y difícil describirlo. Creemos
que es imprescindible mencionarlo dado que gran
parte de su trabajo rezuma ese espíritu fanzine-
roso de décadas pasadas puesto al día. Bajo una
presentación y diseño impecables nos ofrece dosis
de humor surrealista, crítica cultural y social, pa-
labras de rebelión, un poco de actitud punk y un
coqueteo con prácticas situacionistas. Ahí es
nada.
Como mencionábamos, su obra gráfica es
variada y la hemos podido encontrar en algunos
mercadillos de artesanía, aunque buscar en internet y escribir al autor puede ser una solución
más directa si nos queremos acercar a su universo. Allí encontraremos una singular red de
contactos y proyectos en los que ha participado, asociaciones sospechosas y caminos que
se cruzan. Empezar con la novela Speed 127, o dar un primer bocado al fanzine 15 lonchas,
buscar sus trabajos audiovisuales y otras propuestas creativas y artísticas, están al alcance
de un click.
Womazine.photography
2020

Esta es una propuesta de fanzine (o tal vez revista) electrónica, accesible en varios
formatos, en internet, pero no impresa
en papel. La creadora, y editora, es
María Merino, psicóloga burgalesa que
ha desarrollado este proyecto que
“surge del deseo de hacer visible a tra-
vés de la fotografía la sensibilidad fe-
menina e ir más allá y cuestionar la
noción de género, que ha establecido
la dicotomía simplista de lo femenino y
lo masculino”. Además de la edición,
María, se encarga de los textos que nos
introducen al trabajo fotográfico de
cada una de las diez colaboradoras que
dan cuerpo a esta primera entrega.

Accesible en varios canales (you-


tube, instagram,…) su orientación glo-
bal queda patente en los textos, en
inglés, así como la música que acom-
paña al video del burgalés Guillermo
Benito, guitarra, con la voz de la misma
María, cantando en inglés. De mo-
mento.

Alberto Labarga
Javier Ortega
Fragmento
de “La muerte de Gabino Ríos”
Desde su infancia Gabino Ríos había sido un muchacho avispado, listo y decidido y,
como era lo natural de la época, desde muy pronto había compaginado la asistencia a la
escuela del pueblo con las tareas propias de una sencilla familia campesina; era el pequeño
de sus tres hermanos y eso le quitaba por su edad otras más gravosas obligaciones que
ejercían los mayores. Desde muy pequeño asumió las más livianas tareas: picar la leña,
recoger al ganado cuando llegaba por las tardes, ordeñar las cabras, llenar bien las
pesebreras, regar el huerto del Quintanar... Cuando cumplió los catorce años fue cargando

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cada vez con tareas más costosas: ayudar a su padre y a su hermano mayor en la labranza,
de acuerdo con las faenas propias de las estaciones: sacar patatas, arar las tierras destinadas
al barbecho, sembrar la cebada, pisar las uvas en el lagar, sembrar el trigo más tardío, tirar
el abono, estercolar, echar la piedralipe; y cuando llegaba la primavera: escardar, limpiar
las tenadas, podar los árboles frutales... hasta la llegada de los trabajos más fatigosos del
verano: segar, trillar y beldar: los yeros, las cebadas, los trigos, las avenas y los centenos;
meter el grano en las trojes y la paja en los pajares... para terminar también recogiendo los
garbanzos, las alubias y los titos.

Gabino Ríos, como tantos muchachos campesinos de su época, aprendían pronto en el


esfuerzo y en la responsabilidad. Era así mismo un muchacho ocurrente y divertido. Cuando
cumplió los dieciséis años, siguiendo la costumbre, pagó la cartilla de los mozos y comenzó
a ir también a la taberna. Los domingos y las fiestas tenían baile de acordeón: en la plaza
en el tiempo bueno, y en el portalón de la escuela cuando arreciaba el cierzo o las celliscas
del invierno. Formaban una alegre cuadrilla de muchachos, y el Gabino, sin quererlo, se fue
haciendo uno de los cabecillas. Poseía ese temperamento entusiasta e intrépido que hace
triunfar con las muchachas y también en la vida. Desconocía el sentimiento de la envidia,
no era soberbio y mucho menos manifestaba desprecio a los amigos; si bien es cierto que,
en ocasiones muy contadas, salía el gallo chulesco y pendenciero que también habitaba en
sus entrañas.

La juventud en sí misma es igual en todos los lugares y épocas del mundo: plenitud
física y moral, sangre caliente, impulso vital cargado de ilusión, anhelos llenos. Veinte años
sólo se tienen una vez en la vida y Gabino Ríos también los vivió con temperamento arrojado,
entusiasta, valiente. Varias muchachas del pueblo le echaban los ojos, pero él no era un
sentimental, tampoco quería prontos compromisos.

Cuando le llamaron al servicio al norte de África, no le pareció mal, pues en ese


momento no le era ajeno un regusto por el riesgo y la aventura. Tres años allí le troquelaron
todavía más en su natural fortaleza. En alguna ocasión, se enfrentó con los puños a algún
estúpido fanfarrón que zahería a algún muchacho poco curtido en la brutalidad, que los años
de milicia con frecuencia implican. Llegó a hacerse un nombre, sobre todo después de poner
en su sitio al Pingao, un engreído gallo de corral que se las daba mucho a costa de atropellar
a los más débiles. Una muchacha tuvo por entonces muy entregada, mas pronto la dejó
porque ella empezaba a encapricharse demasiado; tampoco rehusó alguna rara vez a las de
pago; pero para Gabino Ríos no era, ni mucho menos, lo mismo.

De estatura media y de complexión fuerte, manos grandes pero bien proporcionadas;


su mayor atractivo era sin duda una mirada digna y una virilidad latente. Su palabra fácil y
entusiasta, su temperamento vital y arrollador, le daban una marcada personalidad.

Volvió al pueblo del servicio siendo mozo de veinticuatro años. El porvenir debía
dirimirlo entonces. Su padre se iba haciendo viejo y ya no era el mismo, su hermana estaba
ya de novia con el Modesto, y su hermano mayor, el Cándido, que se iba a casar con la
Mercedes, era en ese momento quien llevaba la parte mayor de la labranza.

Al mes de su vuelta del servicio, una tarde se alargó en la taberna con su amigo
Sotero. -Vente con nosotros -le dijo éste-: Hay negocio para cuatro. Tendrás que viajar
muchos caminos, alguno difíciles; deberás manejarte bien con tus palabras: en esto hay que
ser astuto, algo charlatán, embaucador, atrevido, aunque siempre digno. Hazte fuerte hasta
ganar un sí, pero después mantenlo. Es mejor que te teman en los negocios y mantener
lejanía personal aunque buen trato con los del oficio. Bueno será que te conozcan por hombre

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duro, te ahorrarás muchos disgustos y percances. Deberás conseguirte un sólido respeto y
hacerte un nombre que se conozca desde Villanueva hasta Venta de Baños. Trabajando con
valor, con prudencia y con astucia, tendrás dinero.

Ni ocho días pasaron cuando el Gabino junto con el Sotero, en dos buenos machos
partieron para Hontanares y tomaron el tren hasta Plasencia, donde se reunirían con los
otros dos hermanos del Sotero: el Gervasio y el Pedro.

Y no pasado un año, se casaba con la cuñada del Sotero, la Feliciana, una moza de
veinte años: buena, cálida, guapota, de buen talle y de carnes apretadas. Nadie se atrevió
a pensar que la mejor moza del pueblo era mucha mujer para el Gabino.

Miguel Ángel Barbero


(De su libro La muerte de Gabino Ríos)
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Página 146
El coronavirus: vuelta a su ser
(Informe inacabado / 2ª parte )
A mis amigos Antonio Leandro Manuel Bouza
y Miguel Gómez González, difuntos recientes

A Félix Martín Santos,

Página 147
neumólogo y humanista

En el penúltimo párrafo de La encarnación del coronavirus. (Informe inacabado), refe-


rido a la fecha 19 (18) de mayo de 2020 (la más reciente de todas las significadas en dicho
informe) se noticiaba sobre la obligatoriedad de llevar mascarilla a partir del 21 de mayo,
día de comienzo del llamado proceso de desescalada de las medidas restrictivas para la con-
tención del morbo, y sobre las secuelas del covid-19 en los enfermos que habían superado
la enfermedad. Días antes se había dejado de reflejar los datos sobre la incidencia del virus,
por aburrimiento (a pesar de la disminución de las cifras, aquello no iba a acabarse nunca);
pero, sobre todo, por el hartazgo causado como consecuencia de los cambios de criterio gu-
bernamentales en la comunicación de los números de la catástrofe (al principio, contaban
los diagnosticados mediante pruebas rápidas y PCR, distinguiendo los métodos; después,
los primeros perdieron la entidad contable; lo mismo ocurrió con los muertos; además, no
todos los fallecidos en residencias con síntomas compatibles con la enfermedad fueron in-
cluidos en la estadística); cambios de criterio que, en román paladino (huyendo del lenguaje
de lo políticamente correcto, tan caro a los ingenieros sociales), no tenían otro nombre que
el de tergiversación.
El 19 (18) de mayo (se vuelve ahora a aquellas fechas para que el lector tenga a mano
los números a fin de poder compararlos con los de fechas más avanzadas) las cifras del co-
ronavirus, según el Ministerio de Sanidad y el portal Statista, eran las siguientes: casos con-
firmados por PCR, 232.037; muertos, 27.778 (confirmados por PCR); recuperados, 150 376;
activos, 81 661; hospitalizados, 124 159; UCI, 11 414; en las últimas 24 horas, se habían
registrado 295 nuevos positivos.
El 25 de octubre, el Gobierno de Sández el de la Tesis decretaba nuevamente el estado
de alarma por un periodo de seis meses, hasta el 9 de mayo de 2021. Las cifras ofrecidas el
día siguiente referidas lógicamente a la situación del anterior, según fuentes diversas (no
había ninguna que ofreciera todos los datos ni que fuese fiable al ciento por ciento), eran las
significadas a continuación (compárense con las del 18 de mayo): casos confirmados
1 098 320; muertos, 35 031 (confirmados por PCR); recuperados, 150 376 ―esta cifra no
había sido modificada desde el 18 de mayo pasado―); activos, 912 913; hospitalizados,
170 789; UCI, 15 278; en la últimas 24 horas, se habían registrado aproximadamente veinte
mil positivos de añadidura.

―Dejé claramente señalada la diana a la que los mortales españoles tenían que apuntar
para acabar conmigo, caso de que quisieran liquidarme utilizando un arma de fuego; si el
arma elegida era blanca, también quedaba claramente indicado el bulto. Pues bien, no ha
habido valiente. Y como no lo ha habido, he optado por dejar el disfraz. En la muda, me he
llevado una “c” y la “h” contigua y he dejado una “d” en su lugar; podría haberme llevado
también el acento, pero el vocablo hubiese perdido ascendencia etimológica y seguramente
la consideración de errata, aunque hubiese quedado mejor definida la naturaleza del perso-
naje a que se refiere. Se me olvidaba: he optado por dejar el disfraz ―decía―, mas no sin
antes consignar que mi asesinato en ningún caso hubiera supuesto un magnicidio.

Vuelta a marzo para hacer un breve resumen de la actuación del Gobierno durante la
primera ola. del coronavirus. Después de semanas diciendo que la enfermedad provocada
por tal microbio era poco más que una gripe y negando que hubiera empezado a descontro-
larse en el país, de pronto, transcurrida la manifestación del 8-M, las autoridades compe-
tentes declaraban el 14 del mismo mes el estado de alarma porque se necesitaba un mando
centralizado que implementase todas las medidas sanitarias y de cualquier otro tipo en el
ámbito de la nación para frenar la tasa de contagios. Tarde y mal, pero razonable hasta

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cierto punto.
Posteriormente, cuando se doblegó la curva, se inició un proceso denominado por quie-
nes lo decretaron “desescalamiento” (del estado de alarma), que iba a culminarse con la
implantación de la “nueva normalidad”, consistente en la dejación de las funciones que hasta
el momento habían sido desempeñadas por el Gobierno en manos de las comunidades au-
tónomas, para dar gusto a vascos y catalanes. Al apaño se le bautizó con el sustantivo de
“cogobernanza” y trajo como consecuencia que cada comunidad dictara sus propias medidas
y se manejara según sus propios criterios sin ningún tipo de coordinación nacional, dando
lugar a la debacle más absoluta: España era el país en que la segunda ola de la pandemia
se estaba dejando notar con mayor fuerza. Pero el Gobierno no daba marcha atrás con la
“cogobernanza”, salvo con Madrid (el enemigo político cuyos datos, incidencia por cada
100.000 habitantes, ocupación de camas UCI y PCR positivos, no eran peores que en otros
territorios donde no quiso actuar), con la imposición de un estado de alarma ad hoc entre el
9 y el 24 de octubre. Porque sí. Para chulos, ellos.
Con todo, el virus había dejado de ser visible sin que la gente se diera cuenta, o sin
que hubiera querido darse cuenta., de que había estado al alcance de cualquiera que se hu-
biese propuesto darle matarile… en el buen sentido, sin utilizar la violencia, mesmerizándolo
para que dejara de comportarse de forma tan errática y dañina, a él y al mamón del barbi-
lampiño Redondo, que era quien le hacía los guiones, los más nocivos que se hayan escrito
nunca para España, y mira que el país había tenido malos guionistas a lo largo de su aje-
treada historia..

―He vuelto a ser yo, invisible a los ojos de los mamíferos racionales (sí, también para
los cerdos, las ovejas y las vacas). Es verdad que la trasposición propiciada por mí fue de
virus a hombre grande, pero grande no en el sentido de magnífico, excelente, morigerado,
recto, ecuánime, inteligente… sino en el de alto y de gran envergadura; esto es, de brazos
y piernas largos; mitad para arriba, un chimpancé; mitad para abajo, un flamenco (ave zan-
cuda). Pedro Sández, el de la Tesis, es un buen mozo, pero todo lo que tiene de buen mozo
lo tiene de mala pieza y de idiota (los asuntos públicos le traen al pairo; solo se ocupa de
los propios, aunque tengan que ver, y mucho, con lo público). Únicamente alguien tan malo
y tan idiota (utilizo el término en su acepción psiquiátrica: o sea, refiriéndose al individuo
que padece idiocia) puede tener la determinación que él ha demostrado. Baste recordar su
trayectoria más reciente. Es nombrado doctor honoris causa en economía y, consiguiente-
mente, profesor titular de la Universidad Carlos III, a raíz de la de defensa de una tesis fu-
silada (esto es, con muchísimas páginas y párrafos plagiados), como ha quedado probado
por el periodista de investigación de ABC Chicote. Pero, además de ser un plagio, dicho es-
tudio adolece de múltiples errores y de no pocas faltas de ortografía, sin contar que su plan-
teamiento, la necesidad de dar una buena imagen del país, España, en el extranjero, para
favorecer su economía, básicamente por lo que se refiere al turismo y a las exportaciones,
no encierra mayor misterio. Partir de tal premisa y acopiar documentación que lo demuestre
para concluir en lo acertado de la formulación no puede ser objeto de una tesis doctoral,
puesto que es algo que ya estaba demostrado; un texto de esas características no puede
partir de lo ya verificado, una verdad de Perogrullo, y, mucho menos, concluir de la misma
forma. Si las cosas funcionaran en el país con un mínimo de seriedad, el doctor tendría que
ser desposeído de su título; el tribunal ante el que hizo la defensa de la tesis, sancionado con
la máxima severidad; y, si me apuran, la universidad entre cuyas paredes se perpetró el
grave atentado contra la ciencia económica y el conocimiento, clausurada. No puede ser que
el carnet del partido socialista (o de cualquier otro, ojo: se paga la cuota de afiliado para con-
seguir premios y favores) y las relaciones interpersonales y clientelares abran tantas puertas
y de tanta anchura y altura como para que pueda franquearlas uno de los amorales más gran-
des que hayan visto los siglos. Al asunto. Disquisiciones aparte, la obtención del doctorado
por parte de D. Pedro Sández Castejón, el de la Tesis, representó un primer paso (no pe-
queño) para él y sus aspiraciones. Su elección como máximo dirigente en el Congreso General

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del PSOE del año 2014 simbolizó un nuevo paso, asimismo no pequeño, en la carrera del bi-
gardón. El PSOE estaba por esas fechas bastante bajo de defensas, venía de un fracaso elec-
toral y empezaba a pasarle por la izquierda un partido populista financiado por países de
dudosa virtud democrática y dispuesto a emplear todas las malas artes que se les ocurrieran
a sus dirigentes. Así las cosas, las mentes mejor amuebladas (de chatarra) del partido socia-
lista concurrentes en dicho congreso auparon con su voto el discurso más radical, el expelido
por Pedrito: al PSOE nadie la pasaba por la izquierda. En consecuencia, fue elegido secretario
general del partido como sucesor de Rubalcaba. Tras las elecciones de 2016, teniendo en
contra al comité federal, cuyo criterio era el de abstenerse para facilitar la investidura de
Rajoy, maniobró para que se votara un congreso extraordinario favorable a sus intereses, ur-
diendo junto a sus partidarios llenar la urna previamente solapada tras unas cortinas; pero
fueron descubiertos, y la mayoría obligó a dimitir al hasta ese momento secretario general,
tomando las riendas del partido una comisión gestora. Convocadas primarias, de nuevo Pedro
Sández fue elegido para el cargo. Lo tuvo cómodo: contó con las facilidades dadas por los
dos candidatos que le disputaban el puesto, Susana Díaz y Patxi López, políticamente incon-
sistentes, y con la desidia de la comisión gestora, que daba a Sández, el de la Tesis, por
amortizado, razón por la que ni siquiera se les había ocurrido pensar que el defenestrado se
colara de vuelta por la ventana por la que lo habían arrojado y que no se habían preocupado
de cerrar. Como ha quedado patente, a pesar de su idiotez o precisamente por eso, es un su-
jeto de catadura moral deleznable, lo que le ha permitido, por ejemplo, asaltar el poder va-
liéndose de una moción de censura en la que se habían conjurado, en contubernio numérico
suficiente, todos los malandrines del arco parlamentario. Tal hazaña supuso otro paso no pe-
queño (este, incluso, un poco más grande) para el hombre al mismo tiempo que un salto gi-
gantesco para la humanidad (para su desgracia), primordialmente para esa parte de la
humanidad que tiene la nacionalidad española y que vive dentro de las fronteras del país del
que se deriva tal gentilicio. Lo dicho: únicamente alguien tan malo y tan idiota (utilizo el tér-
mino en su acepción psiquiátrica, redundo) puede moverse en la vida (y, más concretamente,
en la política) con la audacia con que él lo ha hecho. Me quedo aquí, aunque la historia del
personaje continúa. Sirva lo contado para poner otra vez de manifiesto su amoralidad, fun-
damentalmente sustentada en la mentira. Miente una vez tras otra, y luego, si le viene bien,
hace que lo desmientan con el argumento infantil y anacrónico puesto de moda por la primera
vicepresidenta (“Pero ¿cuándo dijo eso?” “Ah, entonces no es ahora”), después repetido por
otros ministros, diputados socialistas, militantes, simpatizantes y socios, mequetrefes todos
ellos. Mintió cuando dijo “Con Bildu no vamos a pactar” o “Con Iglesias, a ningún lado”, o “Yo
no voy a permitir que la gobernabilidad de España descanse en partidos independentistas”,
o “Ni antes ni después el partido socialista va a pactar con el populismo”…

¡Trapacero! ¡Calamidad! ¡Calamidades! Las autoridades competentes habían sido un


auténtico desastre a la hora de gestionar las medidas antipandemia, empezando por el pre-
sidente del Gobierno y sus ministros, y siguiendo por los presidentes y consejeros de las di-
ferentes comunidades autónomas, sin excepción. En cualquier caso, no era lógico que un
Gobierno central hubiera decretado el estado de alarma y, simultáneamente, hubiese delegado
en los diferentes territorios la adopción de las medidas más o menos pertinentes. Como no hu-
biera sido lógico, póngase por ejemplo, que hubiera declarado la guerra a Francia y, a la vez,
hubiese delegado los movimientos tácticos en los ejecutivos de las diecinueve autonomías,
dándoles autoridad sobre las unidades del Ejército acuarteladas en su territorio y, de no darse
tal circunstancia, dotándolos de la capacidad para hacer levas.
A lo que se iba, al tuétano: las autoridades competentes habían sido una auténtica cala-
midad. Por no hacer las previsiones necesarias (aumento de camas hospitalarias y unidades
UCI) para abordar las fases más comprometidas de la enfermedad. Por no llevar a cabo una
comunicación veraz, precisa y masiva de los datos estadísticos a la ciudadanía, así como de las
recomendaciones higiénicas imprescindibles, mediante la impresión de cartelería, difusión de
mensajes de radio, emisión de vídeos pedagógicos en las televisiones públicas y privadas, asi-

Página 150
mismo a través de YouTube, en relación con las mascarillas, geles, productos de limpieza, etc.
y los diferentes aspectos atinentes.
En cuanto a las mascarillas, debería haberse dicho a la ciudadanía toda la verdad y nada
más que la verdad de una vez por todas, pidiendo a la vez perdón por las ceremonias de la
confusión oficiadas hasta el momento. Y esa verdad era la siguiente: las mascarillas quirúrgicas
e higiénicas no protegían contra el virus a quien las llevaba y no del todo a aquellos a quienes
se intentaba proteger. Desde luego, no estaba recomendado su uso en interiores. En el exterior,
como daba prácticamente igual llevarla que no, tenía un pase. Tampoco resultaban protectoras
en el movimiento de espiración las mascarillas con válvula; por tanto, deberían haberse prohi-
bido hacía mucho tiempo (al parecer estaban prohibidas, pero como la vigilancia e inspección
brillaban por su ausencia…). Únicamente las FFP2, FFP3 y la “Mo” portuguesa eran realmente
eficaces. A ellas debieran haber tenido acceso todos los ciudadanos, y la Seguridad Social ha-
berlas cubierto, si no por entero, al menos en parte, mediante la fórmula del copago.
Y, por favor, que no se volviera a decir que la mascarilla era obligatoria siempre y cuando
no se pudiera mantener una distancia mínima de dos metros. Por culpa de esa estúpida salve-
dad, repetida hasta el hartazgo por la OMS y, sobre todo, por las autoridades sanitarias espa-
ñolas, se estaban produciendo contagios sin cuento. La distancia era muy importante, sí, pero
siempre que se llevara la mascarilla bien puesta; sin esta, toda distancia era poca. Así pues, el
protocolo de seguridad para evitar el contagio, debía enunciarse de la siguiente manera: la
mascarilla, siempre; además, distancia mínima de dos metros y lavado frecuente de manos.

Ya lo decía la copla:

Si no quieres dar por culo


al que de ti va delante,
guarda prudente distancia
y siempre al acecho estate.

Si no quieres que te den


los que de ti van detrás,
ponte el traje de invisible
o un pantalón de metal.
Pues lo mismo con el virus.
Para evitar enculadas,
o te pones mascarilla
o bien guardas la distancia.

Aunque es del género Sández


formular tal disyuntiva,
pues toda distancia es poca.
¡Lleva siempre mascarilla!

La mascarilla, siempre, y bien puesta; la distancia y el lavado de manos, también,


siempre que se llevara (bien) puesta la mascarilla.

Si llevas la mascarilla
debajo de la nariz,
ya sabemos que lo haces
por lucir tu sex appeal.

Si en la barbilla la llevas,
al aire nariz y boca,
por disimular el bocio,

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tú, pelícano, y tú, foca.

Si la llevas como gola,


parecerás un golilla,
un salesiano si acaso;
y si es roja, una gallina.

Mal llevar la mascarilla


o, en su caso, no llevarla
es de tener poco seso
pero mucha mala baba

Porque puede coronarte


quien mascarilla no usa,
no se extrañe luego el menda
si lo llamas hideputa.

¿Que sirve para bien poco?


La niegan los que no quieren
perder trago ni bocado,
pues no tiene sed ni dientes.

Sirve, aun fuera de su hábitat.


Por ejemplo: de toldillo;
de huevera, rodillera,
telefónico prefijo.

Y para llevar el caldo


de virus a la abuelilla
en la muñeca o el codo,
estilo Caperucita.
No es de extrañar que a estas fechas
la cosa pinte tan lúgubre,
que al simón ya lo utilicen
a modo de coche fúnebre.

Se dirá acerca del reino,


al consumarse el desastre:
tenía afecciones previas.
Sí, y lo gobernaba Sández.

El día 1 de noviembre del fatídico 2020, la canciller alemana Angela Merkel anunciaba
que, a partir del próximo día, lunes, cerrarían en Alemania bares, restaurantes, centros cul-
turales y recreativos; se prohibía el turismo interno y se limitaban las reuniones tanto al aire
libre como en los hogares a un máximo de 10 personas provenientes de no más de dos nú-
cleos de convivencia. La tasa de incidencia del covid en Alemania era de 176 infectados por
cada 100 000 habitantes. Mientras tanto, en España, con una tasa de 527 infectados (en al-
gunos sitios como en Burgos, esa tasa estaba cerca de los 1 100), el ministro Illa, Boquita-
depiñón, manifestaba que descartaba el confinamiento domiciliario solicitado por Asturias y
pedía tener calma porque había que confiar en que las medidas tomadas hasta el momento
(toque de queda de 23:00 a 06:00 horas y confinamientos regionales) tuvieran un efecto po-
sitivo. A todo esto, Alemania: 560 586 casos; muertos, 10 734. España: 1 313 087 casos;
muertos, 36 257 (más otros 20000 aproximadamente no contabilizados por diversas razones;

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principalmente, por haber fallecido en residencias o por falta de PCR). ¿Acaso podía dudarse
acerca de la causa o causas que explicaban tales diferencias entre ambos países, máxime te-
niendo en cuenta que la población de Alemania casi duplicaba a la de España?

―¿La causa eran los gobernantes? Las causas, ¿los gobernantes y sus asesores? Digo,
me malicio víricamente. No lo sé.

El 10 de noviembre se destacaba en la prensa escrita no afín al régimen (se omitía en


la partidaria) el siguiente titular: “Los servicios funerarios cifran en casi sesenta y nueve mil
los muertos por covid-19 en España”. Por su parte, el ministerio de Sanidad, que o era ne-
crófago (se comía a los muertos) o analfabeto (no sabía contar ni sumar), daba una cifra ra-
yana en los treinta y tres mil.

―Los servicios funerarios son de derechas, por eso dicen que mato más de lo que
mato… según dicen los de izquierdas.

El 11 de noviembre, tras meses (más de seis) de insistencia por parte sobre todo del
Gobierno de la Comunidad de Madrid para que se hicieran PCR a los pasajeros que entraban
en España a través de los aeropuertos, el Gobierno de España anunciaba que se iba a exigir
PCR negativas a los viajeros que procedieran de zonas de riesgo, sin especificar si se refería
a zonas del propio país o del extranjero, o a ambas. En la misma fecha, también se anun-
ciaba la bajada del IVA de las mascarillas del 21% al 4%. La justificación a que se hubiera
tardado tanto en adoptar tal medida era que habían aguardado a que la CE les diera el per-
miso correspondiente, porque al Gobierno de España actuaba dentro de la legalidad, según
sus voceros Lastra y Ábalos, algo que por lo visto no habían hecho los de Italia y Portugal,
por ejemplo, actuando en ese mismo sentido hacía ya meses. Como siempre, o casi siempre,
las autoridades competentes y afines a estas habían mentido. La CE había autorizado a bajar
el IVA, incluso a suprimirlo, hacía seis meses, concretamente el 5 de mayo del año en curso.

―Pero ¿tenían Lastra y Ábalos, Ábalos y Lastra, el maestro y la modistilla, la modistilla


y el maestro, necesariamente que haber mentido? Rotundamente no. Simplemente no se
habían enterado, como el resto de miembros del Gobierno y de los militantes de los partidos
que lo conforman. O se les había olvidado. ¡Cómo hacía ya seis meses que había sido dada
la autorización! Ahora habían pedido otra, y les había sido concedida. ¡No mentían, pues!

En relación con las mascarillas. Había gente que tosía a la gente encima con todas sus
ganas, muchas veces desatendidamente; otras veces de manera intencionada, aunque lo
negasen. Bien es verdad que algunos, cuando tosían, llevaban la mascarilla puesta; pero
eran muchos los que se la quitaban para toser y no mancharla. ¿Y cómo llamar a toda esa
gente que tosía encima de la gente, tanto da queriendo o sin querer si de ambos modos
podía causar daño irreparable en el receptor de la tos? ¡Hijos de puta! No tenía otro nom-
bre.
Y hablando de uno de los de la especie…

―¿Sabes lo que me pasó ayer?


―¿Qué?
―Íbamos dando un paseo por el camino verde, que va a la ermita, yo, mi
mujer y otro matrimonio, sin mascarilla (estábamos en campo abierto) y, de
pronto, se puso a mi altura una chica que iba montada en bicicleta, e hizo así ―
llevándose la mano a una oreja―, se quitó la mascarilla ―mi interlocutor se quitó
la mascarilla― y me tosió encima ―y me tosió encima―, la muy hija de puta,
amenazándonos con que ya tendríamos que vérnoslas con ella cuando nos picara
el bicho. Intuimos que debía de ser médica o enfermera…

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Un servidor ya se había apartado lleno de horror, y, estupefacto, antes de
que su interlocutor terminara de narrar el suceso, había balbucido:
―Y qué, ¿no te bastaba con describirlo, que tenías que escenificarlo? ―Y
añadió entre dientes―: ¡Hijo de puta!

Y, por si no hubiera quedado claro, al poeta un soneto le mandaba hacer Violante:

Un disparo de tos, un estornudo,


lo dejó estupefacto, más bien ido;
como de mala bala malherido,
sin saber qué pensar y, a la postre, mudo.

Un virus criminal, morrocotudo,


que en esa tos pudiera haber venido,
lo tenía ya muerto, de afligido,
por si estaba infectado el estornudo.

Ya no se quita guantes ni antifaz


y, a más, siempre está dándole al jabón,
al gel y a la lejía. Contumaz,

maldice, al mismo tiempo, a ese cabrón


de virus, al que pone la infausta faz
de un presidente, pedro y panteón.

El 31 de octubre, Burgos, junto con Barcelona, había tenido el dudoso honor de ser la
primea ciudad del país en hacer barricadas y enfrentarse a la policía nacional y a la local en
protesta por las medidas restrictivas de la Junta de Castilla y León para tratar de detener el
progreso del covid-19. 13 días más tarde, se publicaba en el BOCYL el decreto por el cual las
medidas en vigor se hacían más restrictivas y se recomendaba el confinamiento voluntario
de la población (la Administración autonómica no tenía capacidad legal para hacerlo obliga-
torio, y el Gobierno central se había negado a adoptar tan drástica medida), ya que la dotación
sanitaria de la ciudad había colapsado. Burgos había batido todos los récords de incidencia
de la infección por lo que concernía a España y, por ende, a gran parte del mundo. Y había
enmendado uno de sus títulos, Prima Voce et Fide por el de Prima Tumultu et Pandemio.

―Podría, si me lo propusiera, acabar con todos los españoles; si me apuran (aunque


tal exigiría poner en práctico lo más sofisticado del arte de birlibirloque), podría acabar con
la humanidad. Me costaría lo mismo acabar con la humanidad que con todos los españoles;
pero mi intención ha sido, de un tiempo a esta parte (más concretamente, desde que empecé
a hacerme notar en la Península Ibérica), no hacer tanto daño como hubiera podido. Y todo
porque mis víctimas, tangibles y posibles, ya lo habían sido y lo estaban siendo de un killer
impasible, y empezaron a darme pena. De hecho, creo que fue en mayo, llevando la contraria
a mi propia naturaleza, cuando me ofrecí a ser inmolado nada menos que en la persona del
presidente del Gobierno español, infinitamente más nocivo y resistente que yo, como tiene
demostrado y sigue demostrando, aunque mucha gente no quiera verlo así. En cualquier
caso, ha sido la incuria de quienes debieran haber hecho blanco en la diana señalada (ya lo
he referido en párrafos anteriores), la que me ha determinado a dejar el disfraz y embestir
embravecido en una segunda ola. No tengo nada contra casi nadie, pero soy consciente de
que para acabar con Pedro Sández, el de la Tesis (se me ha metido entre peplómero y pe-
plómero; entre mis muchos peplómeros), voy a tener que infectar a todos los españoles, y
tal vez no sea suficiente; quizá tenga que ensañarme con la humanidad al completo. Si lo
dejamos solo en el mundo, una de dos: o se muere de puro inútil, o se autofagocita delante

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de un espejo, carnívoro narciso.

Adoptadas las medidas necesarias por la autoridad correspondiente, al ciudadano de a


pie aparentemente intacto, sin contagiar, le estaba prohibida cualquier actividad pública que
no fuera acudir al supermercado para abastecerse de las viandas y otros productos impres-
cindibles para mantener una vida hogareña; que no fuera guardar cola a la puerta de la far-
macia para canjear las recetas de las boticas con que dar sustento a las enfermedades
crónicas que le afligían; que no fuera, asimismo, salir a pasear un rato a fin de mantener un
cierto tono físico y disipar los muros y barrotes que, diariamente, al despertar, se le dibuja-
ban en la mente.
A propósito del paseo, los más hipocondríacos se quejaban, y no sin razón, de que no
había manera de hacerlo a gusto. En vez de paseos en solitario (los más recomendables,
habidas las circunstancias), la gente se paseaba en comandita, formando grupos de dos,
tres, cuatro; uno, dos… más el perro o los perros, y/o el carrito de la compra y/o el cochecito
del niño. ¿Por qué o para qué? Para no conversar con el hombre o la mujer que suelen ir en-
fundados en su correspondiente yo, que hablan solos y esperan hablar con Dios un día; por
entender, quizá, que ya se lo tenían todo dicho y no se hacían gracia, considerándose a sí
mismos personas aburridas; pero, además, para ocupar todo el ancho de la acera y no dejar
pasar con suficientes garantías de distanciamiento al que viene de frente.
Pero la causa del disgusto del viandante hipocondriaco no era solamente que la gente
se ensanchara tanto (o que se estrechara tanto la acera, que es otra forma de decirlo) que
fuera difícil adelantarla o cruzarse con ella; causa, y no menor, de su disgusto era también
tener que ver al que venía de frente colocarse de pronto la mascarilla, como tratándolo a él
de apestado; o tener que ver al que llevaba el bozal por debajo de la nariz en una perfecta
imitación del cerdo, que es todo nariz porque esconde la boca, echándole morro; o tener
que ver al que llevaba la mascarilla apoyada en la cadera, como la florista de los nardos; o
lidiar con el ciclista o el runner que, circulando por la calzada o por la misma acera, al po-
nerse a su altura, se sonaba los mocos a tirabeque.

Así contaba un ciudadano anónimo su experiencia en relación con el asunto de las mas-
carillas::
En mi trabajo se quitan la mascarilla cuando llegan a la oficina y se la ponen
cuando van a salir a la calle. (No creo que se comporten de la misma manera con
la compresa o el tampón). Alguien, con mucho cuidado para no alborotarlas, les
ha dicho que, en el mejor de los casos, estarían haciendo lo contrario de lo con-
siderado razonable (es muchísimo más peligroso no llevar la mascarilla en la ofi-
cina que en la calle), con independencia de que lo prudente sería no quitársela
en ningún momento. Ni para ir a mear. Bueno, para ir a mear menos que para
cualquier otra cosa, dada la variedad de concurrencias y la mala ventilación que
suelen soportar los baños compartidos. Ellas, no obstante, alegan que son convi-
vientes habituales, que guardan la distancia de seguridad y que de vez en cuando
abren la ventana para ventilar el habitáculo. Y, entonces, el mismo alguien de
antes les ha dicho que, en efecto, son convivientes durante las pocas horas que
pasan juntas en la oficina; pero que, a la vez, también están conviviendo con las
parejas, hijos, suegras y nueras, en su caso, de cada una de ellas, con los que
habitualmente no conviven, de donde se infiere un peligro inminente de infección.
Por lo demás, lo de ventilar está muy bien, y puede llevarse a efecto con suma
facilidad siempre que se disponga de ventanas que den al exterior; igual que está
muy bien lo de guardar la distancia, siempre que se sepa qué distancia hay que
guardar (el virus no es perceptible a simple vista y no sabe de distancias) y se
disponga de un radar personal que avise al sujeto de cuándo está a punto de per-
derla.

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Las vallas de la infamia fueron colocadas por el Ayuntamiento de Burgos en los pasos
de peatones más señalados de la ciudad coincidiendo con el fin del confinamiento decretado
para detener la primera ola de la epidemia del coronavirus. Tenían como misión informar al
peatón de cómo conducirse en relación con sus congéneres para no poner en riesgo su propia
salud y procurar también la de aquellos. Sobre un fondo azul, destacaban tres franjas ama-
rillas en las que se insertaban, en mayúsculas de color negro, otras tantas pautas de con-
ducta. La primera: “Distancia mínima de separación 2 metros”. Bien. La segunda: “Si hay
dos aceras en la misma calle, circular por la acera derecha”, con una apostilla en versales
blancas malamente visibles: … “en el sentido de la marcha”. Debajo, con una raya negra de
separación, y con alineación derecha: “Si hay una sola acera en la calle (aquí sin coma) cir-
cular pegado a la derecha”. Ignominioso. ¿Se puede circular en sentido contrario al de la
marcha? Y si el peatón caminaba marcha atrás, ¿por cuál de las dos aceras debía circular?
Más interrogantes: Aunque la intención de la autoridad parecía buena, evitar en la medida
de lo posible el contacto o la aproximación peligrosa entre viandantes, ¿a qué venía contra-
venir las normas generales de circulación de peatones por la vía pública? ¿Por qué no se
pautaba circular por la acera de la izquierda para que el peatón viese venir de frente a los
vehículos y pudiera reaccionar ante una posible embestida? ¿Acaso se pretendía acabar con
aquellos con los que no había podido el covid? Pues ahí no paraba todo. Inserto en la tercera
franja figuraba el siguiente texto: “Fuera del hogar, el uso de mascarilla es obligatorio si no
puedes mantener la distancia de seguridad”.

Al respecto, cierto individuo, poco menos que enloquecido, hacía la siguiente digre-
sión:

¡Que no, animales, que no! ¡Que no, mis queridos políticos, que no! El uso
de la mascarilla no tiene salvedad posible: hay que llevarla siempre puesta, con
independencia de que, además, se guarde en todo momento la máxima distancia
posible.

Esa salvedad, por desgracia, había causado, estaba provocando y seguiría originando
muchísimos contagios, al convertirse en la excusa perfecta para no llevar el adminículo o
llevarlo mal colocado. Al fin y al cabo, quién dijo miedo si estaban a punto de sacar la va-
cuna… o las vacunas.

A todo esto, el 17 de noviembre, la viróloga española Margarita del Val, investigadora


del CSIC y dizque una eminencia en su campo, a petición de los medios (acudían a ella por-
que, amén de lo experta que fuese, sembraba de titulares los oídos de los reporteros y pe-
riodistas), en relación con el comunicado de la farmacéutica Pfizer, en el que se aseguraba
que su vacuna contra el covid-19 tenía una eficacia de más del noventa por ciento, se pro-
nunciaba diciendo que no había que echar las campanas al vuelo, que una cosa era la eficacia
y otra la efectividad, entendiendo por eficacia los resultados obtenidos en personas sanas,
sin patologías previas y en edades sin riesgo; mucho se temía que la efectividad fuese mucho
menor. Total, postulaba, que la dichosa vacuna iba a servir para poco más que acabar con
la tos y la fiebre, esto es, los síntomas leves, pero que no iba a solucionar los casos graves
y las muertes. ¡Joder, Margarita! Días después, las otras farmacéuticas en competición por
la vacuna más perfecta, sin hacer mención de la ilustrísima española, no porque la despre-
ciaran, sino porque probablemente no les había llegado ni siquiera el eco de sus premoni-
ciones, parecían haberse empeñado (parecían, no se habían empeñado) en tapar la boca
de la viróloga patria, lanzando a los cuatro vientos los resultados de los ensayos clínicos,
hablando de eficacia o efectividad indistintamente (en realidad son exactamente lo mismo)
de acuerdo con los siguientes porcentajes: Gamaleya, con su Sputnik 5, 92%; Astra Ze-
neca-Oxford, 70 y 90%, según modo de aplicación; Moderna, 94´5%; de nuevo Pfizer-
BioNTech, en una matización a posteriori (o sea, después de conocer la eficacia comunicada

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por sus rivales), 95%.
Por otro lado, y para acabar de rematar a doña Margarita (la señora tenía cara de
mala leche, como si le molestara el éxito de los demás), el último día del mes de noviembre,
la compañía estadounidense Moderna informaba que su vacuna contra el covid-19 había
mostrado una eficacia del 100% en los casos más graves de la enfermedad. ¡Toma eficacia
y efectividad, Margarita! El doctor Cavadas también era pesimista respecto de la vacuna.
Todo lo que fuera menos de dos años para desarrollar una en condiciones le parecía preci-
pitado. Daba la impresión, sin embargo, de que el pesimismo del doctor Cavadas emanaba
de la sabiduría; todo lo contrario que el de Margarita del Val, que destilaba resentimiento.

―Margarita se llama mi amor, / Margarita del Val Latorré, / una chica, chica, chica
pum / del calibre ciento ochenta y tres… Gracias, Margarita, y gracias, doctor Cavadas, por
seguir creyendo en mí cuando casi todo el mundo me da ya por liquidado…en todos los
sitios menos en Burgos. La verdad es que no pensaba yo que esta urbe católica, apostólica
y romana hiciera tan pocos ascos a un virus gentil, chino para más señas, como mi menda
mismamente. ¿O había sido por culpa del Ayuntamiento?

El Ayuntamiento de Burgos había demostrado su incapacidad para gobernar la ciudad


ante una emergencia sanitaria. Siempre había ido detrás de las administraciones central y
autonómica (que siempre habían ido muy por detrás de lo que hubiera sido deseable para
arbitrar medidas contra el virus), incluso en los ámbitos en que debiera haber ido por de-
lante; así, cuando las circunstancias imponían el cierre de determinadas instalaciones mu-
nicipales: pabellones deportivos, bibliotecas y centros cívicos. También había evidenciado
su incompetencia en las vallas informativas del protocolo de seguridad para viandantes. Ya
se ha explicado por qué. Podría decirse en su descargo que no había hecho sino copiar de
las circulares giradas por los gobiernos central y autonómico. Pero, mirándolo bien, tal
hecho no lo disculpaba, sino que agravaba su grado de incompetencia. Y la agravaba sobre
todo la actuación de la policía local. ¿Había visto alguien patrullar a pie a una pareja de
agentes? Nadie. Ni de la policía local ni de la nacional, por cierto. Patrullaban en coche: un
vehículo para cada dos agentes. Y desde un automóvil se puede contemplar el paisaje, pero
no es posible la observación de los detalles. Consecuentemente, la gente (especialmente la
juventud) se pasaba por la entrepierna las restricciones impuestas y organizaba quedadas
de más personas de las permitidas para darle al botellón, la música chunga y el sexo apre-
surado en las zonas más oscuras de paseos y parques… Y la policía, tan feliz en su montura,
circulando por parques, paseos y calles peatonales, sin querer enterarse de nada, derro-
chando combustible, contaminando el ambiente y estropeando un pavimento, carísimo en
algunos casos, que no estaba pensado para soportar el tráfico rodado. Lamentable.
Puede que tuviera algo que ver que, al frente del Ayuntamiento de Burgos, estuviese
un alcalde novato, decían que cargado de buenas intenciones. Socialista. No podía ser de
otro modo apellidándose De la Rosa. Pagado de sí mismo, como lo atestiguaban su siempre
impecable atuendo, perfecto afeitado y peinado de raya inamovible. Nadie se anudaba la
corbata, la bufanda o el fular con tanta gracia como él. Sus bandos, en cambio, los publicados
con motivo de la pandemia cuando menos, adolecían de falta de estilo y de mala sintaxis.
Además, su amenaza de que no le temblaría el pulso si había que cerrar Burgos por un re-
brote (y el rebrote se había producido, y de qué tamaño) no había sido capaz de llevarla a
efecto, presumiblemente porque le había temblado la mano. Todo esto, unido a la parte que
le tocaba como presidente de un Ayuntamiento que no había sabido reaccionar con solvencia
ante la desfachatez del virus, como se ha puesto de manifiesto en un párrafo anterior, no
hablaban muy bien de su labor como alcalde. Tal vez por su bisoñez y miedo a una moción
de censura por falta de apoyos suficientes. El pacto con Ciudadanos para lo que quedaba de
legislatura municipal (las tres cuartas partes del periodo) podría servirle para hacerse valer.
En cualquier caso, por lo que respecta al vestido y atildamiento, iba a tener un rival muy
fuerte en el vicealcalde, Marañón.

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―O sea, que Marañón iba a hacer sombra a De la Rosa cuando se tratara de anudarse
la corbata, la bufanda o el fular. Quizá también en otros asuntos de más enjundia.

Sin salir de la ciudad referenciada, a propósito de los socialistas del PSOE, en fecha 24
de noviembre del corriente año, en Diario de Burgos se entrevistaba brevemente a cuatro
dirigentes históricos de dicho partido en relación con el pacto alcanzado por el Gobierno cen-
tral con la formación Bildu para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para
2021. Leonisa Ull, exalcaldesa de Aranda de Duero, defendía el pacto y decía estar conven-
cida de que no había habido contrapartidas por parte del Gobierno. Lógicamente, mentía
con toda su cara dura. Estaba acostumbrada a ello. Por su parte, José María Jiménez, exse-
cretario general del partido, argumentaba que el pacto le parecía una barbaridad; ahora
bien, como buen pringado, echaba la culpa al vicepresidente. El partido y los del partido,
mucho más si eran los jefes, estaban libres de pecado mortal. Juan José Laborda, de vuelta
de todo, sensato y cabal (se venía pronunciando desde hacía bastante tiempo sobre dife-
rentes aspectos de la actualidad en unos términos que casi lo hacían merecedor de tales ad-
jetivos), consideraba dicho pacto como una profunda frivolidad del presidente del Gobierno
y secretario general del partido, el cual hacía y deshacía sin dar cuentas al Comité Federal
y prescindiendo en buena medida de los controles institucionales; el pacto significaba bajarse
los pantalones ante la memoria de amigos que habían caído muertos. Después de soltar
todo eso, la cabra siempre tira al monte, matizaba que parte de la culpa la tenía el PP, por
negarse a hablar con el PSOE. Lo dicho: casi sensato y cabal. El último en discordia, Octavio
Granado, refería que el presupuesto era lo más importante, porque no aprobarlo sería un
disparate que sufriríamos todos y, en particular, los más desfavorecidos. Tirando de dema-
gogia para justificar el pacto. ¡Qué vergüenza! Se permitía, asimismo, corregir el proceder
de quienes no pensaban como él, arguyendo que se estaba perdiendo el tiempo en las for-
mas, en quién votaba los presupuestos, en vez de estar hablando de los contenidos. ¿Las
formas? Víctor Hugo decía: “La forma es el fondo que sale a la superficie”. También señalaba
que votar Bildu a favor de los presupuestos suponía un avance hacia la normalidad, como
en su día lo había sido que el partido creado por los ministros del general Franco gobernara
en la España democrática. (Disquisición: si los ministros en aquel entonces lo eran del ge-
neral Franco, el proferente de tal aserto también guardaba esa relación de pertenencia en
su calidad de mero estudiante). Y se quedaba tan ancho, como si UCD y Bildu fueran lo
mismo. ¡Quién lo iba a decir en Octavio Granado, un técnico al que mucha gente (muchos
de sus paisanos, desde luego) creía independiente y con criterio propio! Pero no, resultaba
que no: en esa ocasión al menos había repetido el argumentario de Ferraz, había sido la voz
de su amo.

―Octavio, yo, en mi calidad de virus, te recomendaría pasear durante horas en solitario


en procura de que se te apacigüe esa vena jacobina que te sale a veces, impropia de tu
edad y dilatada experiencia.

Desde que empezó la segunda ola del coronavirus, todos los días recorría la
calle Santa Clara desde el convento del mismo nombre hasta su finalización en
las Casillas, por ver si en la luna de la puerta de acceso al inmueble 46-48 apa-
recía el aviso que el día primero de noviembre le habían asegurado estaría puesto
en el cristal en el plazo máximo de 48 horas. Habían transcurrido no solo esas
horas, sino más de un mes, y el aviso no había sido colocado. Ignoraba por qué
razón, puesto que no había vuelto a encontrarse con la persona que le había
hecho partícipe de tal anuncio, y le daba no sé qué preguntar en la panadería de
al lado del portal. Continuó haciendo ese recorrido en su paseo diario, más que
nada por inercia, puesto que ya había perdido toda esperanza de que el aviso
apareciera; mejor dicho, se había despertado en él la ilusión de que no apareciera

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jamás. Se había despreocupado totalmente cuando, lo recordaba perfectamente,
el jueves 26 de noviembre, después de haberse pasado sin mirar el portal del 46-
48, sintió la imperativa necesidad de volver sobre sus pasos. ¡Vaya chasco! Allí
estaba la esquela. Se acercó para examinarla. ¡No podía ser! ¡Aquello era una
broma de mal gusto! Era la suya propia. Intentó arrancarla, pero había sido co-
locada por la parte de dentro. Fijó su atención en el portero automático. Tocó de
golpe los botones abarcados con la mano abierta. Tras varios “¡Quién?”, se oyó
el ruido que indicaba que la cerradura se había desbloqueado. Empujó la puerta
y entró. ¡Que extraño! La esquela tampoco era accesible desde dentro. Se dispuso
a salir, pero se quedó con la manilla de la puerta en la mano. Pateó el cristal,
pero como si nada; debía de ser blindado. Voceó por el hueco de la escalera, pero
nadie acudió en su ayuda.

El 3 (2) de diciembre de 2020, los datos oficiales de la pandemia en España eran los
siguientes: 1 675 290 casos adumulados y 46 038 muertos. Sin embargo, los números reales
de fallecidos por causa directa o indirecta del coronavirus fluctuaban entre 65 000 y 75 000,
según fuentes más creíbles. Solo en el día de la fecha, se habían contabilizado 10 127 nuevos
positivos y 254 fallecidos. En descenso. Por lo que a Burgos incumbía, la provincia con mayor
tasa de incidencia por 100 000 habitantes de toda España, 104 infectados de añadidura y 8
muertos más. También en descenso. Afortunadamente, las medidas restrictivas adoptadas
tres o cuatro semanas atrás parecían estar haciendo su efecto y, desde hacía unos días, se
estaba registrando una tendencia a la baja en todos los datos indicativos de la evolución de
la pandemia. Lo cual, unido a la proximidad de las fiestas navideñas, iba a propiciar que las
autoridades estatales, regionales y municipales aflojaran un poco el ramalillo (el pueblo no
deja de ser un burro) y se diera en permitir las reuniones de familiares y allegados no con-
vivientes en los domicilios hasta un máximo de diez, el retraso del toque de queda los días
más señalados hasta la una y media de la madrugada, la apertura de bares y restaurantes,
lugares de culto… En definitiva, la permisión de la autoridad competente más la relajación
de la vigilancia por las fiestas y la ignorancia que instiga a la imprudencia en la gente con
salud estaban empezándose a mezclar en un cóctel explosivo que, pasados los Reyes, hacia
el día 15 aproximadamente, iba a provocar un repunte espectacular de casos y, con ello, el
comienzo de la tercera ola. Y, con la tercera ola, iban a repetirse otra vez las restricciones y
las amenazas amables para evitar que se extendiera el contagio y se colapsara la sanidad.
¿A qué estaban jugado las autoridades? ¿Por qué, mientras el virus circulara más o menos,
en vez darle carrete o vidilla a los ciudadanos (al burro), no les regalaban una pistola que
disparase por la culata. De las dos maneras estaban poniéndolos en peligro de muerte.
Las autoridades estaban haciéndolo mal, muy mal; especialmente las nacionales, en
las que se generaban todos los males y de las que partían todas las malas influencias. Tam-
poco estaban haciéndolo bien las comunitarias, de las que España también dependía, que
anunciaban la aprobación de la vacuna de Pfizer para un día después de los Santos Inocen-
tes, mientras que Rusia comunicaba oficialmente que iba a empezar a vacunar con la Sputnik
V a partir del primer sábado de diciembre, y el Reino Unido, con la de Pfizer, a partir del pri-
mer lunes. ¿A qué venía esa pachorra por parte de la UE? Este era un nuevo indicio de que
los ingleses habían acertado con el Brexit y de que la Europa de los 27 estaba en decaden-
cia.
Y hablando de hacerlo mal, y puesto que ya se ha hecho referencia a él líneas arriba,
qué mejor ejemplo que el alcalde de Burgos, el de “No me temblará el pulso”. Aprovechando
la Navidad, y aun estando la ciudad de la que era primer edil en peligro extremo de conta-
gios, no había tenido mejor ocurrencia que adornarla con luces que teñían de rosa las fa-
chadas de algunos de sus principales monumentos (al Arco de Santa María parecía haberle
explotado en su frente una pompa de uno de aquellos abundantes chicles Bazooka, de tres
ruedas y con sabor a fresa) y, por lo menos, con un artefacto lumínico en forma de paquete
de regalo en el que se iban transparentando las imágenes más tópicas del burgalesismo y

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de la Navidad, acompañadas por un fondo musical. En vez de ahuyentar a la gente, que es
lo que venían haciendo las medidas orquestadas por todas las administraciones a fin de evi-
tar el contacto social, el alcalde de Burgos había conseguido congregarla al reclamo de un
espectáculo lumínico-sonoro. ¿Cuáles eran sus prioridades? ¿Preservar la salud de los bur-
galeses o exponer a estos a un contagio poco halagüeño para su futuro?

―Las de Daniel (pulgón) de la Rosa para con los burgaleses, las mismas (en todo caso,
ambiguas) que las de Pedro Sández, el de la Tesis; Salvador Illa (no debiera llamarse Sal-
vador, sino Paco, y le vendría al pelo el alias Pacotilla), Boquitadepiñón; Calvo Pelucona, Ma-
larraska; Carruaje Simón, también conocido como Caradevirus; Gerónimo Iglesias (los llamo
así, cariñosamente, para humanizarlos un poco, ya que parece que se hubieran caído todos
de un guindo) y un largo etcétera para con los españoles stricto sensu; digo bien y vírica-
mente, porque en ese colectivo no entran vascos ni catalanes.

Los políticos no eran los únicos que lo habían hecho mal. Tan mal como ellos lo habían
hecho los borregos de los ciudadanos. Entre estos, los que se pasaban el día a la puerta de
los bares cuando no les dejaban entrar, o dentro cuando les dejaban; bien es cierto que, a
juzgar por las apariencias (siempre estaban los mismos), pocos se habían contagiado, y,
dada su escasa movilidad (de casa al bar y del bar a casa), tampoco parecía que hubiesen
contribuido grandemente a la difusión del virus. Más peligrosos resultaban, sin duda, los
adolescentes, los jóvenes y los jóvenes maduros, que, sintiéndose invencibles (en buena
medida porque lo eran), despreciaban al virus y cometían toda suerte de imprudencias, como
no usar o usar mal la mascarilla y preterir la distancia social en la celebración de botellones
en los lugares más insospechados y escondidos (las adolescentes ―¿estaban acuciadas por
furor uterino?― se comportaban como fulanas baratas con los chicos de su misma edad o
más mayores, que se conducían como auténticos macarras), fiestas privadas y orgías en co-
legios mayores y domicilios particulares, sin distinción de extracción social ni de nivel de al-
fabetización (pese a las apariencias y las estadísticas oficiales, había muchos realmente
analfabetos). Y estos muchachos y jóvenes, se decía, constituían las generaciones mejor
preparadas y más solidarias de la historia del país, e infinitamente más concienciadas con
problemas como el cambio climático, la discriminación de las mujeres, la migración africana,
el maltrato animal, etc. Tan solidarios eran esos púberes, jóvenes y no tan jóvenes que, es-
tando sobre aviso, eran incapaces de sacrificar la diversión en grupo a sabiendas de que
iban a ser vectores de transmisión del virus para sus mayores. Muy solidarios con todo lo
que les quedaba lejos, fueran personas o animales; cuando esas personas o animales coe-
xistían con ellos, la solidaridad ya no era la misma, ni siquiera con sus propios padres y
abuelos, por cuya salud no eran capaces de renunciar a su propio placer en un momento
puntual; ni con sus mascotas, a las que abandonaban en manos de cualquier iluso (gene-
ralmente familiar) cuando tenían que sacarlas a la calle para que hicieran sus necesidades,
o cuando se marchaban de viaje.
No, los políticos no eran los únicos que lo habían hecho mal; los borrachines, los ter-
tulianos de barra o de terraza, los jóvenes y no tan jóvenes lo habían hecho tan mal como
ellos. Y, aunque suene chocante, tampoco se libraban de tal lacra médicos y científicos,
entre los que se encontraban algunos negacionistas y aprendices de brujo. Habían probado
de todo contra el covid-19, medicamentos que se utilizaban para tratar otras enfermedades:
(anticoagulantes, cortisonas, antibióticos ―¿no decían que los virus no eran seres vivos?―
, inhaladores para el asma, antirreumáticos, viricidas para la malaria, el dengue, el VIH), y
variedad de productos que normalmente tenían otros usos, como el clorito de sodio, utili-
zado en la fabricación de papel; el Mosi-guard, un repelente de mosquitos que estaban uti-
lizando las fuerzas armadas del Reino Unido como protección adicional contra el
coronavirus; la lejía, el etanol, el metanol, vía oral; las pastas de dientes con contenidos
de zinc o estaño… De todo, y todo, tras apuntar maneras en unos primeros ensayos, había
resultado un fracaso. Los únicos tratamientos que se habían mantenido desde el principio,

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y más por su efecto placebo que porque realmente sirvieran para algo, eran el paracetamol
y el ibuprofeno. A ver qué pasaba con la vacuna. Era lo único que podía devolver su prestigio
a unas ciencias médicas y biológicas que no habían estado especialmente afortunadas en
2020.

―Todavía andan discutiendo epidemiólogos y virólogos acerca de mi naturaleza. Unos


dicen que soy artificial, esto es, creado por el hombre mediante la modificación de otro
virus (por lo que tengo entendido, no se me puede crear de la nada), con váyase a saber
que fines; otros, que soy natural, y que puedo llevar latente o reservado cientos, miles de
años y que ha sido la casualidad como resumen de un cúmulo de circunstancias favorables
para mi desarrollo la que me ha permitido dar el salto al ser humano. Todavía andan dis-
cutiendo cuál ha sido el vector que ha hecho de intermediario entre el murciélago, donde
aseguran se encuentra mi cuartel de invierno, y el hombre. Unos hablan del pangolín, otros
de las serpientes, de los visones… ¿Y no se les ha ocurrido pensar que a lo mejor yo también
nací en una ribera del Arauca vibrador y que puedo hermanarme con cualquier bicho vi-
viente?

El 9 de diciembre de 2020, entre otros muchos, y cuando las cifras de contagios habían
empezado a menguar, moría Manuel Antonio Leandro Bouza, víctima, no se sabe si directa
o indirecta, del coronavirus, en su Burgos de adopción. El río, a su paso por la ciudad, entre
los puentes, y las agujas de la catedral, desde los puentes y por sobre el arbolado de las
riberas, eran las dos cosas de este mundo, junto a su compañera del alma, Carmina, que
no habían dejado de admirarlo ni un solo día en su dilatada, leída, escrita y viajada exis-
tencia. Por lo demás, podía reírse de su sombra y de su muerte, cuando no tenía que es-
conderse en lo políticamente correcto. Descansaba en paz.
Descansaba en paz mientras las autoridades anunciaban una inminente relajación de
las medidas restrictivas, con la apertura de la hostelería en muchos sitios de España, aforo
limitado, eso sí (también en Castilla y León, excepto en Burgos, donde, para enfado de su
alcalde, de momento, solo iba a permitirse consumir en las terrazas); se estaban recreando
las condiciones necesarias (a la dispensa para los bares, iban a unirse las licencias para
reuniones familiares y allegados en los domicilios particulares, y el retraso del toque de
queda hasta la una y media de la madrugada, en las fechas señeras de la Navidad) para
que la tercera ola de la pandemia se presentara en forma de tsunami. Todo lo contrario, en
fin, de lo que iba a hacer Alemania, con una incidencia general a lo largo de la pandemia
bastante menor; el país teutón, además, estaba presionando a la UE para que autorizase
el uso de la vacuna antes de Navidad.

―Se diría que las autoridades españolas me hacen retroceder para que tome impulso
y embista con más fuerza. Autoridades sin auctoritas.

Diariamente salgo de casa a los ocho de la tarde, me dirijo hasta los conte-
nedores de basura sitos al final de la calle Progreso, los que están situados en las
inmediaciones del convento de Santa Clara, tenga que depositar algo o no (acudir
allí en primer lugar se ha convertido en un rito), y después tiro para arriba hasta
coger la calle de la santa del convento antedicho, hago un alto frente al portal del
inmueble 46-48 por ver si han colocado determinado anuncio, y prosigo calle
arriba hasta su finalización en la de las Casillas, la cual atravieso para tomar el
bulevar y avanzar a buen paso hasta Las Veguillas, no sin antes admirar durante
un momento el lobo de ardiente corazón de Sebas Velasco. A la altura del vento-
rro de Las Veguillas giro a la izquierda durante unos ciento cincuenta metros por
la calle el Monín, al cabo de los cuales giro otra vez a la izquierda y tomo el mo-
derno y anchuroso andén del paseo de la Quinta hasta la plaza de Santa Teresa,
pasando por el puente de la autovía. Después de la mentada plaza, cruzo la calle

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del Ramón y Cajal, continúo paralelo a la fachada principal de la antigua casa de
socorro, atravieso la calle del Dr. Fleming y prosigo por el paseo Sierra de Ata-
puerca, frente al complejo del MEH. Franqueo la calle de san Pablo frente a Co-
rreos y enfilo la calle de Palencia hasta la plaza de Vega, donde me recreo en la
churrería ambulante El Riojano, regentada por un hombre vivaracho y trabajador,
nervioso, que todos los días despliega los cierres para ofrecer el producto estrella,
churros, y otras frutas de sartén. El habitáculo está profusamente iluminado y
casi siempre envuelto en una suerte de neblina que se esparce por toda la plaza
dejando un olor a resquemo de aceite vegetal. Según se informa en uno de los
laterales de la instalación, Pepe y Domingo son los dueños, gerentes o lo que
sean del negocio, o puede que los hijos del dueño, y Carrocerías Nolete, de Ca-
lahorra, la constructora del carromato. Ignoro si el hombre vivaracho a que he
aludido se llama Domingo o Pepe, o de ninguna de las dos maneras. Me alegro
de que este año, tan malo para todos, a él le esté yendo mejor que de costumbre.
La gente compra churros, ya que no puede entrar en los bares. Salgo de la plaza
de Vega por la calle de Miranda, por la acera de la estación de autobuses, cuyas
puertas, pese a pasar a gran distancia de ellas, siempre se me abren, como invi-
tándome a pasar. Hago caso omiso y continúo mi camino hasta el final de la calle
Miranda, después de haber cruzado la de san Pablo unos metros antes. Tomo en-
tonces la de Santa Clara, tuerzo por la de santa Cruz hasta la del Progreso, que
franqueo hasta la calle de Covarrubias, por la que circulo hasta mi punto de par-
tida en el bulevar. Es entonces cuando me pregunto, habida cuenta de que sola-
mente los muertos son capaces de hacer exactamente las mismas cosas todos
los días: ¿no seré uno de ellos?

Millones de personas se estaban haciendo esa misma pregunta, porque lo peor de la


epidemia no era el excedente de muertos, cerca de ochenta mil en España, más de cuatro-
cientos mil en Europa, casi dos millones en todo el mundo en cómputo aproximado de me-
diados de diciembre; no, no era lo peor el excedente de muertos, que seguiría creciendo
hasta nadie sabía cuándo; peor era, sin duda, que un porcentaje muy elevado de los que
permanecían vivos existieran como si estuviesen muertos, en parte porque así se lo habían
impuesto las autoridades, en parte porque su propio espíritu se había sumergido en las ti-
nieblas; y peor era que el resto de los vivos, los que no parecía que estuviesen muertos, se
hubieran convertido, como poco, en cooperadores necesarios de tanta muerte infecciosa,
aunque sería más apropiado conceptuarlos de homicidas indirectos; al conducirse egoísta-
mente y con desprecio de las recomendaciones sanitarias aunque sin tener como objetivo
las muertes causadas. Se estaban riendo del miedo y, para colmo, su falta de intencionalidad
criminal y su manifiesta incapacidad para poder conocer o comprender de otra forma, los
hacía inimputables. No era ese el caso de las autoridades, que, teniendo en sus manos el
poder de minimizar el número de muertes, no siempre actuaban en tal sentido por no ser
de su conveniencia, al deberse más a los grupos de presión de carácter económico que al
imposible voto de los que iban a morir. De ahí que cada vez fueran más las voces de prestigio
que vaticinaban que lo peor estaba aún por llegar.

―¡Preparaos! Dicen los expertos que en Inglaterra me han crecido las patas y que, por
ende, ahora me transmito a una velocidad mucho mayor que antes. Con ese argumento,
casi todos los países de la Europa continental han cerrado sus aeropuertos a los vuelos pro-
cedentes del Reino Unido y me desafían a que cruce el canal de la Mancha de un salto. Es-
paña (su Gobierno, Sández el de la Tesis), , más ecuánime, ante el temor de que yo no
pueda pegar un brinco de la magnitud suficiente como para salvar ese brazo atlántico, ha
optado por que vuele de manera descansada, preferiblemente en primera clase, en los jets
que tienen como destino sus principales ciudades. Espero que esta vez no se deje influir por
los países socios de la UE y mantenga su decisión por más de 24 horas.

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Que no hubieran transcurrido esas 24 horas (a veces me parecía oír al virus;
mas, al contrario que este, yo ardía en deseos de que el presidente cambiara de
opinión), estaba contribuyendo seguramente a que mi enésima crisis de ansiedad
fuese más peliaguda que cualquiera de las anteriores. Eran demasiadas cosas las
que se me habían juntado esa mañana. A los habituales malos tragos que diaria-
mente me causaban las noticias relacionadas con el virus, con el presidente del
Gobierno, sus ministros o con el Gobierno en pleno; así como también al habitual
disgusto que, asimismo de manera cotidiana, me provocaba la plaga de polillas
que, pese a los muchos productos empleados (incluidas las infalibles bolas de al-
canfor y las espigas de lavanda) y a las buenas perchas cobradas en mis cacerías
(no había jornada que no matara diez o doce con mis propias manos), iba a más
en vez de a menos; a los habituales malos tragos y disgustos ―decía―, se había
unido esa mañana la fuga o escape de agua en el piso de arriba, que me había
aguachinado los techos de cocina y baño, amén de anegarme los suelos respec-
tivos. En el piso de arriba (lo supe cuando subí a decir lo que pasaba y a pedir
por favor que cortaran el agua), vivían dos mujeres de mediana edad, que acha-
caron la inundación a que una de ellas se acababa de duchar. Ignoro cuánto
tiempo llevaban viviendo en la casa, pero me resulta chocante que no hubieran
utilizado la ducha hasta ese día, y solo por lo que concernía a una de ellas. Me
dieron el número de teléfono del casero (estaban alquiladas) para que me enten-
diera con él. Lo llamé; varias veces, pero no se dignó cogerlo. Como los manan-
tiales del techo de baño y cocina habían remitido, decidí esperar a después de
comer para llamar nuevamente. No me había terminado la sopa cuando me sonó
el móvil. Era él, un tal Carlos Perulero (nada que ver con Perú). Por la voz, me
recordó al presidente del Gobierno. Le expliqué lo que había pasado. Me dijo que
tenía que verlo con sus propios ojos antes de dar parte al seguro. Le dije que me
parecía bien, y concertamos una entrevista en mi casa para dentro de dos horas.
Llegó tarde. Era grande como un castillo. Longilíneo, como el presidente del Go-
bierno, aunque más viejo y con menos pelo que él. Aparentaba unos sesenta y
tantos. Llevaba una mascarilla, negra y sobada, dada de sí, que se tenía que co-
locar a cada momento porque se le caía por debajo de la nariz. Por eso sé que
tenía un bigotillo estrecho, muy recortado. No me dio buena espina. Tenía pinta
de chulo. Le enseñé los techos y una alfombra en el suelo, empapada, que me
había servido de dique para contener el agua que iba resbalando por los azulejos
de las paredes de baño y cocina. Le indiqué por dónde había visto caer los cho-
rros. Negó que viera nada. ¿No se llamaría Jacobo en vez de Carlos? Matizó en-
seguida, no obstante: algo veía, pero no lo veía claro. Y como no lo veía claro,
me propuso subir al piso de su pertenencia, arrendado a dos de sus pupilas (al
parecer, chuleaba a algunas más), distribuidas por otras viviendas de las que era
titular), y llenar bañera, lavabo, bidé, fregadero y lavadora, y abrir todas las com-
puertas de golpe. ¿Y sin llamar antes a los bomberos?, protesté. ¿Quería que me
ahogara para verlo claro, o qué? Como no accedí a su pretensión, me dijo que no
iba a dar aviso al seguro, apoyándose una vez más en su argumento oftalmoló-
gico. Además, me reprochó de muy malas maneras, engallándose, poniéndose
de puntillas para que yo lo viera más alto aún, que le hubiera sacado de su casa
para nada. ¡Hijo de puta!
En fin, a lo que iba, entre el virus, las polillas, la fuga de agua y el casero
del piso de arriba, por no hablar de Pedro Sández, el de la Tesis (así me ha pa-
recido oír alguna vez al virus que lo llaman; pero ¿no se llamaría Jacobo en vez
de Pedro) y su Gobierno, habían absorbido todas mis energías. ¡Me tenían ro-
deado! Difícilmente podría salir con vida de aquella situación.

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José María Izarra
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