Tomamos aquí la noción de “inhibición” en su concepción psicoanalítica:
que realza su dimensión subjetiva, se pregunta por su origen y dinámica
entendiéndola como efecto de una defensa paralizante (y no como un déficit del yo).
Esta perspectiva de la “inhibición” habilita la pregunta por la relación
entre la inhibición del pensar (y del atender) y las particulares características de una época Nos ayudará a orientarnos ante la pregunta por la insistencia de problemáticas vinculadas a la “desatención”, “la abulia”, “el ensimismamiento” de los jóvenes.
En lo que respecta a las modalidades atencionales, el modo en que circulan
ciertas informaciones mutiladas de la reflexión sobre sus causas humanas, promueven inhibición en el atender. El avasallamiento de informaciones descontextualizadas genera una sensación de parálisis –corporal y pensante- que cercena nuestra posibilidad de atender y atender-nos. Lo que este proceso tiene de impensable lo hace aún más peligroso, ya que no se limita al momento en que el sujeto se encuentra frente a la pantalla, sino que promueve una determinada modalidad de contacto con la realidad (que tiende a desplazarse hacia otros ámbitos: la escuela, el trabajo, la comunidad…). A nivel social la “hipervisibilidad” de estas cuestiones, el hecho de que queden en el plano de lo “inevitable” o “inamovible” va de la mano con la biologización del malestar y redunda en la culpabilización de los niños y jóvenes que muchas veces denuncian –con hastío, apatía o desatención- sus atravesamientos contextuales. Crecen también otras líneas de fuga, des-adaptaciones con respecto a las determinaciones contextuales. Nuestra propuesta busca visibilizar algunos de estos condicionamientos socio históricos y sus grietas, apostando a que al partir de su reconocimiento podemos generar vías de transformación por las que se puede ir descongelando algo de lo instituido.