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Sobre las psicoterapias existenciales humanistas (Una aportaci6n critica a mis primos hermanos) Carlos Diaz EDITORIAL @) SONORA 54 SOBRE LAS PSICOTERAPIAS EXISTENGIALES de los demés al ocuparte de ti mismo». Qué sabiduria tan grande frente a la pobreza especulativa del influyentisimo Mi- chel Foucault que, incapaz de romper la egologia cartesiana, © sea, desde el egocentrismo ilimitado de Occidente, volvia al vémito como puerca lavada: «No se trata de hacer pasar cel cuidado de los otros a un primer plano anteponiéndolo al cuidado de sf el cuidado de si es éricamente lo primero, en la medida en que la relacién a uno mismo es ontolégicamente la primera».*! Estoy viendo ya al tendero casposo robando unos gramos de més por aquello tan sensato de que la sabiduria bien entendida comienza por uno mismo... y termina del mismo modo. 31. Foucault, Mus Hermenduica del sujeso. Bd. La Piqueta, Madrid 1994, p. 33 Capitulo I La grande y no tan benéfica influencia de Carl Rogers en las terapias existenciales humanistas 1, La ‘psicologia humanista’ de Carl Rogers LL. Defensa de la persona libre De todos los terapeutas humanistas, Carl Rogers fue el més influyente pese a su inconsistencia metodoldgica y su simplismo, que le llevé al final a la New Age. Sea como fuere, se le considera padre de la asi llamada psicologta bumanista. A pesar de que el debate Rogers-Skinner® no fue continua- do, el primero nunca acepté el conductismo: «Me he dado ‘cuenta —escribe Rogers— de que la diferencia bisica entre los enfoques humanista y conductista reside en una opcién filoséfica. Esta, ciertamente, podria discutirse, pero no podria sustentarse con pruebas evidentes. Si se toma la opcién de Skinner, toda conducta debe ser explicada en términos de una secuencia ineludible de causa y efecto, Todo lo que Skinner y yo hacemos ¢s resultado inevitable de nuestros condicio- namientos. Como él lo ha afirmado, el hombre actiia como se ve forzado a actuar, pero como si no se viera forzado a 32, Ademés de la incomodidad de Rogers con Skinner, a quien acusa ‘on términos duros de jugar sucio, conviene recordar que este debate tuvo lugar en 1956, cuando la posicién de Skinner era aiin ultradogmética, Gl. Dian, Cu: Del psicoundliis a las terapias personalistas. Ed. Sinergia, Guatemala, 2015, 55 —— TTT ———————_————_——_——_——___—_——————_, 56 SOBRE LAS PSICOTERAPIAS EXISTENCIALES ‘lo, Llevado a su conclusién légica, esta afirmacién signifi- ca, como ya lo habia sefialado Juan Calvino, que alguna vez se dio cuerda al universo, como si éste fuera un gran reloj, y desde entonces ha caminado en una direccién inexorable. ‘Asi pues, lo que creemos son nuestras decisiones, elecciones y valores, son en verdad ilusiones. Skinner no escribié sus libros porque hubiera decidido presentar sus puntos de vista, para sefialar el tipo de sociedad que valora como la mejor, sino s6lo porque fue condicionado para hacer ciertos signos sobre el papel. Sorprendentemente para mi, él admitié todo esto en una sesidn en que ambos participamos». Su intencién fue personalista, pese a lo cual no supo manejar ese personal ‘personalismo’, y as lo resalta su disc{pulo mexicano Juan La farga: «En una reunién de la Asociacién americana de psico- logia del oeste \levada a cabo en la Universidad de San Diego (California) a la que asisti, Carl Rogers modificé una sesi6n en que se discutié con qué calificativo deberfa ser descrito el enfoque, si centrado en el cliente 0 centrado en la persona. Muchos arguyeron que cenirado en el cliente, por set neutro y carente de contenido ideoldgico conceptual era més apto para describirlo, Sin embargo Carl Rogers claramente opt6 por quienes pensaban que el enfoque centrado en la pervona describfa con mayor precisién y congruencia te6rica lo que éste habia llegado a set a lo largo de la historia de la psicologia y de la educacién. Se arguy6 en contra que la palabra perso- nna tenia connotaciones filoséficas claras y estaba identificada con la propuesta de Gordon Allport en psicologia. De todos ‘modos, varios escritores de esta cortiente lo siguen calificando centrado en el cliente. Cat\ Rogers contest que estaba muy consciente de las implicaciones tebricas que la palabra persona tenia, y que tal vez la palabra cliente estuviera més desligada de tales implicaciones, pero que de todos modos consideraba que persona respondia mejor al contexto teérico conceprual en que cl enfoque se habfa venido desarrollando. A partir de esa memorable sesién hasta su muerte, Carl Rogers se refirié al enfoque como el enfogue centrado en la persona. Cutiosa- INFLUENCIA DE CARL ROGE 5 set Rs 7 mente en esa época Carl estaba trabajando en su libro Elpoder de la persona, avalando asi de hecho la posicién de quienes pensibamos que desde sus origenes hasta nuestros dias el en- foque centrado en la persona constitula una mejor descripcién de lo que en la prictica y en la teoria un gran ntimero de psicélogos y educadores estdbamos realizando. A este respec- to David Russell en su libro Carl Rogers the Quiet Revolutio- nary (2002), en el que informa de las entrevistas con él sobre su vida y obra, deja ver que, a partir de la década de 1970, aproximadamente, Carl abandoné el término Client-Centered Therapy y usa expresiones como Person-Centered Education, Person-Centered Dialogue y Person-Centered Therapy, y en ge- netal Person-Centered Approach, que abarca a todos. Es muy probable que pensara que la palabra persona incluye a todos Jos que de alguna manera participan en cualquiera de los pro- cesos en que la reaccién interpersonal es la base; por tanto, se refiere también a la persona misma del psicorerapeuta, del profesor, del administrador o del acompafiante, De tal modo que puede significar perfectamente un enfoque centrado en todas las personas participantes en una relacidn, sea ésta in« vidual o de grupo, educativa, psicoterapéutica 0 de trabajo».2> «Para Rogers es imposible explicar la experiencia psicorera- péutica individual y en grupos si se niegan la realidad y el sig- nificado de la libre eleccién humana, El crecimiento humano —como criterio de salud— parece manifestarse mediante dos elementos bésicos: la prevalencia de pautas constructivas de conducta y la eleccién individual del propio destino. Lo ante- rior no significa desconocer que la conducta humana esté en gran parte condicionada por las circunstancias del ambiente, € inclusive por factores genéticos. Pero seria tan inexplicable Ja conducta humana si se aceptara que todo acto humano es libre, como que esté condicionado por factores genéticos 0 cxperiencias ambientales. La diferencia bisica entre las posi- 33. Lafarga, J: Desarrollo humano. El ercimiento personal México, 2013, pp. 86-87. pero ON 58 SOBRE LAS PSICOTERAPIAS EXISTENCIALES ciones filoséficas humanistas y del conductismo estribaria en que la formulacién de hipétesis y los medios de verificacién de ambas escuelas son complementarios para la primera ¢ in- compatibles para la segunda. »En una sociedad orientada hacia la tecnologia, con un énfasis constante en el control, es muy cémodo para el psi- célogo y para el investigador académico pedir prestados a las ciencias fisicas sus métodos de investigacién, puesto que con ‘estos se obticnen disefios experimentales conocides y mane- jables. En cambio, es muy comprometedor aceptar que la psicologia —como ciencia— atin no tiene una metodologia acabada y, por consiguiente, se ignora mucho sobre las leyes del comportamiento humano. Es mas facil disfrazarse de ‘ob- jetividad’, aunque se rengan que pedi ropas ajena, que reco- rnocer las deficiencias propias y admitir que, como cientificos, todavla no podemos explicar satisfactoriamente los procesos subjetivos del ser humano y la repercusién de estos en la con- ducta humana. Frente a esta constatacién Rogers explica las dos corrientes basicas de la psicologia. »Lo que constituye realmente la polémica ¢s la confronta- cién de dos paradojas. Si la posicién conductista extrema es cierta, todo lo que hace un individuo carece de significado, debido a que dicho individuo no es més que un 4tomo en una cadena cerrada de causa y efecto. Pero si la posicién humanis- ta es verdadera, se tiene que aceptar la eleccién individual y esta eleccién subjetiva tiene algiin efecto en la cadena de cau- salidad; por tanto, la investigacién cientifica basada en una cadena continua de rigida causalidad es inexplicable. »Para mi todavia ha algo més de fondo en la posicién con- ductista que me preocupa. Como psicoterapeuta y maestro, con frecuencia he podido constatar que la necesidad de ele- var a la categoria de dogmas los descubrimientos cientificos © las hipétesis filoséficas —que son meras aproximaciones a la verdad— es producto mis de inseguridad personal que de solidez cientifica. Los descubrimientos ms importantes y las hipétesis filoséficas y cientificas verdaderamente inno- INFLUENCIA DE CARL ROGERS 59 vadoras son atractivos y aceptados por si mismos y no tie- nen que ser defendidos con banderas de cruzada. Cuando os descubrimientos y las hipétesis necesitan set proclamados como verdades que no admiten cuestionamiento 0 confron- tacién sirven para excomulgar a la heterodoxia o son impues- tos por autoridad ‘cientifica’, sélo ocultan debilidad filoséfica y mecodolégica, ya que son producto de la inseguridad de sus propugnadores... Una de las mayores perplejidades fue la que experimenté Rogers cuando aquellos psicélogos que en su juventud representaban un estimulo pata la creatividad de muchos y prometian ser en el futuro los lideres mundiales en el campo de la psicologia olvidaron poco a poco sus idea- les y ocuparon puestos administrativos, con gran reputacién cientifica, prestigio y bienestar econémico, pero sin haber cumplido las promesas hechas en su juventud: “Han perdido —dice Rogers— todo interés vital verdaderamente creativo en la psicologia. ;Por qué? ;Fueron sus intereses demasiado estrechos ¢ insatisfactorios al madurar? ;Les falté una con- viecién basica o una filosofia que hubiera guiado sus obras Les habrén parecido irrelevantes sus esfuerzos en un contexto social mds amplio 0 pobres sus aportaciones? {Tenfa su traba- jo inicial la finalidad oculta de impresionar a sus colegas sin perder importancia con su edad? ;Intentaron detenerse en la defensa de su obra inicial, frenando su creatividad por miedo a lo desconocido? No lo sé. Su actitud me ha dejado perplejo yhha dificulcado mi biisqueda de lideres para un pensamiento cteativo"».4 __ Gracias al primado de la libertad en la persona, «mi expe- riencia ha sido que, aunque las personas que reciben ayuda psicoterapéutica hasta cierto punto pueden descubrir por si mismas sus sentimientos negados o reprimidos, no pueden por cuenta propia alcanzar una completa aceptacién emocio- 34. Lafarge, J: «El enfoque centrado en l fg, jue centrado en a persona y el desarrollo huma- tno en México». En Desarrollo humano, El crecimiento penonal. Ed. Tillas, México, 2013, pp. 93-97. i «0 SOBRE LAS PSICOTERAPIAS EXISTENCIALES nal de estos sentimientos. Sélo dentro de una relacién inter- personal célida y afectuosa estos sentimientos ‘horribles’ son primeto completamente aceptados por el terapeuta para set aceptados después por la persona que recibe ayuda. Freud, en su autoandlisis, se vio privado de esta relacién célidamen- te aceptante. Por lo tanto, aunque pudo llegar a conocer y en cierto grado entender los aspectos ocultos o negados de si mismo, me pregunto si pudo llegar alguna vez a aceptar- Jos completamente e incluirlos como una parte significativa, aceptable y constructiva de s{ mismo. Es mas probable que haya continuado percibiéndolos como aspectos inaceptables de si mismo —enemigos— que al ser conocidos podian ser controlados més que como impulsos que, cuando existen li- bremente en equilibrio con otros impulsos, son basicamente constructivos».5 1.2. Una libertad empdtica y no directiva Reasumiendo alguno de los postulados maslowianos, Ro- gers llama tendencia a la realizacién al impulso de todo ot- ganismo a realizar su potencial biolégico y a convertirse en quello que intrinsecamente puede llegar a ser, y tendencia a la autorrealizacién al impulso del ser humano a realizar sus ‘autoconceptos, imagenes que se ha formado de s{ mismo; fi- nalmente denomina personas de funcionamiento pleno a los individuos cuyos autoconceptos corresponden mucho a sus capacidades o potencialidades congénitas, supuesto este al «que hemos de volver por su alarmante imprecision y carencia de andlisisy de pruebas, que tanto nos recuerda a las fantasio- sas teorlas de Cesare Lombroso, felizmente arrumbadas en el bail de los recuerdos. Si ya William James sefialé en su dia que el hombre es una gota de razén en un océano de emociones, Rogers —en 35. Rogers, Ca On Becoming a Person. Houghton Mifflin, Boston, 1961, pp. 102s. ISFLUENCIA DE CARL ROGERS 6 la misma linea— piensa que si una persona vive una relaci6n donde se le acepta plenamente, y sien esta aceptacién no hay juicio, sino sélo compasién y simpatia, el individuo podra entablar una lucha consigo mismo, desarrollar el coraje sufi- ciente como para abandonar sus defensas, y enfrentarse con su verdadero si mismo. Una vez que uno se acerca a una per- sona y percibe sus pensamientos, emociones y sentimientos, &ra no sélo se vuelve comprensible, sino también buena y deseable. En este sentido cabria resaltar los siguientes rasgos: «Primero: Cuanto tanto més auténtico y coherente es el psicoterapeuta en la relacién, tantas més probabilidades exis- ten de que se produzca una modificacién en la personalidad del cliente Segundo: El cambio se ve facilitado cuando el terapeuta ex- perimenta una actitud de aceptacién célida y positiva hacia lo que existe en el cliente. Esto supone por parte del terapeuta el genuino deseo de que el cliente sea cualquier sentimiento que surja en Al en ese momento: temor, confusién, orgullo, enojo, odio, amor, coraje pdnico. Significa que el terapeuta se preocupa por el cliente de manera no posesiva, que lo valo- ra incondicionalmente y que no se limita a aceptarlo cuando se comporta segtin ciertas normas, para luego desaprobarlo cuando su conducta obedece a otras. Todo esto implica un sentimiento positivo sin reservas ni evaluaciones. Podemos escribir esta situacién con la expresién respeto positive e in- condicional, Cuanto més afianzada se halle esta posicién en el terapeuta mayores seran las posibilidades de éxito de la rerapia. Tercero: Comprensién empdtica. Frente al mécodo mera- mente inferencial y observacional, cuando el psicoterapeuta percibe los sentimientos y significados personales que el clien- te experimenta en cada momento, y cuando puede percibirlos desde dentro tal como se le aparecen al cliente y es capaz de comunicar a este tiltimo una parte de esa comprensién, esta tercera condicién se ha cumplido. Este tipo de comprensién no se logra demasiado a menudo. Por el contrario, se recibe y se ofrece con poca frecuencia, En cambio, solemos brindar un 2 ‘SOBRELAS PSIGOTERAPIAS EISTENCIALES tipo de comprensién muy paternalista: “Comprendo lo que lo afecta’; “comprendo sus razones para actuar ast"; “también yo pasé por lo mismo y reaccioné de modo muy diferente He aqui la clase de comprensién que habitualmente damos y recibimos: una comprensién valorativa y eterna. Pero cuando alguien comprende cémo me siento yo, sin intentar analizar- me o juzgarme, me ofrece un clima en el que puedo desarro- llarme y madurar. En la comprensién empética: —El terapeuta comprende ii propio sentir. —Trata de ver las cosas a través de mis ojos. —A veces piensa que me siento de cierta manera porque se siente él asi. —Comprende lo que digo desde un punto de vista lejano y objetivo. —Comprende mis palabras, pero no mi modo de sentir. Nivel de comprensin y agrado del cliente respecto del terapeu- ta: Le importo. —Se interesa por mi, —Siente curiosidad acerca de lo que me moviliza, pero no se interesa por mi per- sona. —Le resulto indiferente. —Me desaprueba. Respeto del paciente hacia su tenapeuta: —Que yo expre- se sentimientos ‘buenos’ o ‘malos’ no parece afectar a lo que siente por mi. —A veces reacciona de manera més positiva y amistosa que otras, —Su interés por mi depende del tema de conversacién que yo elija. Coherencia 0 autenticidad del terapenta respecto del cliente: —Bn nuestra relacién se comporta tal como él es. —Simula comprenderme. —A veces su respuesta externa es diferente a su reaccién interna. —Esté fingiendo. Deseo del terapeuta de darse a conocer por mi: —Me comu- nicard sus sentimientos y pensamientos cuando yo lo desee. —Se siente incémodo cuando le pregunto algo acerca de él mismo, —No quiere decirme lo que siente por mi.% Una relacién terapéutica tiene mayores probabilidades de ser efectiva cuando el terapeuta manifesta mayor coherencia 36. Rogers, Cu El camino del ser Ed. Kairés, Batcelona, 1986, pp. 159- 161. INFLUENCIA DE CARL ROGERS a o autenticidad, mayor consideracién, respeto incondicional y agrado hacia el paciente, Estas cualidades parecen ser los prin- cipales factores determinantes del cambio en la personalidad yen la conducta.>” Cuando el terapeuta puede captar momento a momento Ja vida interior de su cliente y sentirla, sin perder la dispa dad de su propia identidad en este proceso empdtico, es posible que se produzca el cambio deseado. Respecto a la dindmica del cambio, zpor qué una persona que busca ayuda mejora al participar durante cierto tiempo en una relacién terapéutica semejante, cémo se opera el cambio? Segtin Rogers, a me- dida que el cliente descubre que alguien puede escucharlo y atenderlo cuando expresa sus sentimientos, poco a poco se va tornando capaz de escucharse a si mismo; comienza a recibir ‘comunicaciones de su propio interior, a advertir que estd eno- jado, a reconocer que experimenta temor, o bien que siente coraje. A medida que se va abriendo a lo que sucede en él adquiere la capacidad de percibir sentimientos que siempre habia negado y rechazado y comienza a tomar conciencia de los sentimientos que antes le habfan parecido tan tertibles, caéticos, anormales 0 vergonzosos, que nunca habia osado re- conocer su existencia, Después, a medida que aprende a escu- charse también comienza a aceptarse. Cuando al expresar sus aspectos antes ocultos descubre que el terapeuta manifiesta un respeto positivo e incondicional hacia él y sus sentimien- tos, lentamente comienza a asumir idéntica actitud hacia s{ mismo acepténdose tal como es, y por consiguiente aprestin- dose al proceso de llegar a set. Por tiltimo, en tanto en cuanto aprende a captar con mas precisién sus propios contenidos, se evalda menos y se acepta mis a si mismo, va logrando mayor coherencia, estando en condiciones de moverse més alld de las, fachadas que hasta entonces lo ocultaban, abandonar sus con- ductas defensivas y mostrarse mds abiertamente tal y como es. 37. Rogers, C: El proceso de converse en persona. Ed, Paidés, Barcelo- 1a, 1972, pp. 233-234. Oo 64 SOBRE LAS PSICOTERAPIAS EXISTENCIALES ‘Al operarse estos cambios, que le permiten profundizar en su ‘auto-percepcién y en su auto-aceptacién, y al volverse menos defensivo y mas abierto, descubre que finalmente puede ma- durar en las direcciones inherentes al organismo humano.%* «Al comienzo se expresa de la siguiente manera: “soy un s{ mismo diferente de una parte de mi experiencia”. Mis tar- de esto se convierte en una proposicién provisional: “Quid contengo varios s{ mismos diferentes, o tal vex mi si mismo contenga més contradicciones de las que habia sofiado”. Mas adelante la proposicién se plantea més 0 menos asf: “Estaba seguro de no poder ser mi experiencia —era demasiado con- tradictoria—, pero ahora comienzo a creer que puedo ser toda mi experiencia”».>? Cuarto: A fin de que el individuo crezca personalmente, cl cerapeuta habri de ser tolerante, no un directive, sino un auxiliar no directive, que sirve al cliente en su autoexplora- ci6n de los pasos conducentes a la adquisicién de una mayor confianza en s{ mismo, Estos supuestos gobiernan también el autodenominado enfogue existencial que, desprovisto hoy por completo de aquella profundidad reflexiva con que la tra- jera al mundo Kierkegaard, se centra primordialmente en el fomento del autadescubrimiento del paciente, tendencia mag- mética en cuyo remolino se ahogan también terapias como la Gestalt en su intento pot limitarse a estimular al paciente afin de que eche fitera sus emociones fuertes, raz6n por la cual ni Ja terapia existencial ni la Gestalt han sido objeto de investiga~ clones rigurosas, aunque en ella se reconozcan tres enfoques, cel de la Escuela de California, el de la Escuela de Cleveland, y el de la Escuela de Nueva York. i Quinto: Del mismo modo, la terapia existencial rogersiana se orienta hacia el presente, por lo que etiquetas y diagnésti- cos no sirven aqui para nada. Sélo cuando el autoconcepto de 38. Rogers, Ca Elproceso de convertirse en persona. Mi sdenica tepéut- ‘a. Ed, Paidds, Barcelona, 2011, pp. 73-75. 39. Ibi, p. 86 INFLUENCIA DE CARL ROGERS 6 un individuo se acompana de capacidades innatas se conver- ré en lo que denomina personas con funcionamiento pleno ditigiéndose a si mismo con anterioridad e independencia de cualquier constriccién ajena posible, algo que comparte con Maslow; cuyos planteamientos ya hemos cuestionado. Sea como fuere, es0s individuos autodirigidos deciden sin la mds minima intervencién ajena lo que quieren ser y hacer, sin de- jarse influir demasiado por el juicio ajenos cual quinceafieros adolescentes, les encanta enamorarse de sus propios errores porque son suyos y eso basta, s6lo sus chicharrones truenan. Sexto: Ahora bien, a semejantes ideas lébiles y limitadas a una época afiade Rogers una invencién de cufio propio toda- via mds pincoresca, a saber, que la mera de la vida consis en convertirse en aguello para lo cual cada uno tiene una capacidad intrinseca, su molde genético, lo que de acuerdo con el viejo imperativo pindatico podria formularse del siguiente mod ega aserlo que eres, si larva, larva si gusano, gusano, algo que tanto nos recuerda a las posiciones éticas de Piotr Kropotkin, el cual pretendia conjugar igualmente el determinismo de la evolucién de las especies con la indeterminacién absoluta del libérrimo militante anarquista. Mas ;cémo explicar a partir de tales presupuestos la libertad terapéutica del paciente si éste es un ser que sélo alcanza su cumplimiento obedeciendo a la Naturaleza? Como en Benito Spinoza primero, y con Hegel después, la libertad humana consiste aqui en aceptar la deter minacién césmica, concepto de libertad més parecido que a ningtin otro al luterano de servo arbitrio. Séptimo: Por otro lado, y apurando el ciliz de este mismo orden de cosas, nos encontramos con la conviccién rogersiana del cardcter naturalnente bueno del ser humano, algo que con ‘Maslow comparte con la influencia ilustrada del buen salvaje de Jean Jacques Rousseau, quizé sin saberlo, En la misma me- dida y cercania concuerda también Rogers plenamente con la ética anarquista en esa conviccién, pues cree que la gente es esencialmente buena, y que ningtin sentimiento es destructivo; los que aparecen como sentimientos descructivos reflejan tan 66 SOBRE LAS PSICOTERAPIAS EXISTENCIALES s6lo deformaciones impuestas externamente, Contra ellos, pues, lo que el terapeuta debe propiciar —repetimos— es tun aprecio positivo incondicional (aceptacién y amor por otto sin importar su comportamiento, antitesis del aprecio positi- vo condicional que consiste en la aceptacién y amor por otro segiin sea su comportamiento). Aquella incondicionalidad se refleja en su calidad de escucha empdtica y carente de prejui- cios, juicios y postjuicios. Rogers arremete contra el terapeuta conductual, empefia- do directivamente en que los pacientes cambien sus conduc- tas y a través de ello su propio auroconcepto para incluir las cosas ‘que hemos de ser’, o que se conviertan en la persona aque los demés desean que sean, de modo que el autoconcepto vva desligindose de la capacidad innata y nuestra vida comien- aa alejatse del molde genético; por el contrario, el terapeuta existencial busca proporcionar un ambiente en que el cliente se sienta libre para expresar sus pensamientos y sentimientos dando por sentado que la consideracién positiva incondicio- nal aumentaré su aceptacién y conocimiento de si mismo, Jo que a su vez lo llevard a cambiar su conducta. De todos modos hay que recordar que, si al comienzo de su obra vio Rogers la influencia del terapeuta sobre el paciente como una inerusién, de donde dedujo que el terapeuta 0 consejero de- beria ser objetivo y parco para que los pacientes encarasen sus propios problemas, por lo cual titulé a uno de sus principales libros Client-Centered Therapy (1951), més adelante otorgé al terapeuta un papel més activo que incluye el compartir sus emociones y sentimientos en el intercambio terapéutico. ‘Ahora bien, en esta arbitraria disposicién segtin la cual el hombre serfa esencialmente bueno por naturaleza, zcémo ex- plicar las psicopatias congénitas?, ;cémo comprender el mal, ‘no ser adoptando un punto de partida perverso que inculpe del mal individual a la sociedad sin haber explicado a su ver ‘como podria ser que de un hombre bueno brotase una socie- dad estructuralmente perversa, es decir, por qué arte de presti- digitacién (Montesquieu dixit) habrla surgido el mal?, y sobre |NPLUENCIA DE CARL ROGERS, o todo zo6mo hablar de libertad sin la posibilidad de optar por el mal? :Desconocia acaso Rogers estadisticas sobre la criminali- dad galopante en el mundo? Y si dispuso de ellas, zcémo pudo empecinarse en que todo el mundo es bueno en principio? {También los gobiernos imperialistas? ;Previé Rogers el avance de la marea de nifios malcriados por culpa de la permisividad ydela falta idea de la tolerancia? :O no seria que las propias fantasfas del cerapeuta Rogers le llevaron a construir un superyo individual ante el cual desaparecian todas y cada una de las resistencias malignas de tal modo que el mero ingreso de sus ‘clientes’ en la dorada jaula terapéutica les amansaba para ter- minar haciendo de aquellos fieros leones inocentes corderitos? Pero Rogers no se da por vencido y vuelve a la carga para enredarse en el mismo laberinto sin salida gracias ala siguiente argumentacién: cuando el autoconcepto de un individuo se acompafa de capacidades innatas, dice, tenderd a convertirse en lo que llama persona con funcionamiento pleno, pues se di- rige a si misma, no importa si sus decisiones no sean siempre Jas mejores. Pero semejante hipétesis no puede por menos de set cuestionada: en la actual sociedad adolescéntrica todos es- tamos tan orgullosos del olor de nuestras propias axilas por el mero hecho de que son las nuestras, preferimos el ruido bonito producido por nuestro aporrear un bombo con cade- ras en un ‘concierto’ del grupo Llenos de rabia, mucho antes que las sinfonias de Beethoven, zquién como Yo, inquiere Su Majestad el Ego? Nada de neurosis o psicosis por querer pa- recer lo que no somos, por enmascararnos a fin de no aceptat como vilidas nuestras propias experiencias, se acabé la farsa. Ellos estan abiertos, si, asi lo dicen, a las experiencias de sus propios sentimientos, al mundo circundante y a ciertas per sonas que les rodean, pero por lo mismo se entregan con la maxima aficién a ese yo que auténticamente suponen ser, al fin y al cabo una buena neurosis adolescente es siempre preferible a tuna mala direccién adulta. Mas zeémo definir con semejantes preconceptos epistemoldgicos ala persona como «bésicamente racional, sensible y constrictiva», tal y como lo postula Rogers? 68 SOBRE LAS PSICOTERAPIAS EXISTENCIALES Octavo: Elsolipsismo. Pot lo demés, nos vuelve a asaltar irre- sistiblemente la misma pregunta: zpodria albergar el supuesto autoliberado del yugo externo la presuncién de conducirse a si mismo cuando las fuerzas biol6gicas lo arrastran a ser lo que tiene que ser por intrinseca determinacién? No atisbamos por parte alguna la sustentabilidad de los presupuestos monolé- gicos de Rogers que en 1959 le llevaban a escribir al margen de cualquier planteamiento dialégico humanista lo que sigue: «Existe una cteencia que yo sostengo, y que cteo que tiene importancia para la correcta evaluacién de cualquier teorla que pudiera presentarse. Creo en el predominio fundamen- tal de lo subjetivo. El hombre vive esencialmente en su propio ‘mundo, En mi teorfa, mi percepcién subjetiva ¢s la de que la maquinaria de la ciencia (definiciones operacionales, méto- dos experimentales, pruebas matemiticas) es la mejor manera de evitar engafiarse a si mimo. En pocas palabras, me parece que aunque pueda existir una verdad objetiva, yo no podria conocerla nunca, sélo existen percepciones individuales de lo que cada persona piensa que es el conocimientor Con estas afirmaciones, dénde queda ! humanismo dia- légico al que viene adscribiéndose sin motivo alguno a Carl Rogers? En este momento nos viene en consideracién a la memoria la posicién sofistica de Protagoras: «Nada existe; si algo existiera serfa incognoscible; y si fuera cognoscible seria incomunicabler. ;Bonito panorama! ,No estara defendiendo Rogers la posicién autista més que al auténtico humano? Una libertad empética permisiva con resultado de perplejidad inasertiva en la escuela La presencia de estas dificultades va minando las convic- ciones de un Carl Rogers tensionado entre dos fuerzas, Pot tuna parte quiere ensefiar su sistema conceptual, pero no sola- mente es un pensador, sino también un maestro y un pedago- go cuya ensefianza se traduce en las siguientes hipétesis: |NFLUENCIA DE CARL ROGERS Py a) No podemos ensefar a otra persona directamente, sino sélo facilitar su aprendizaje 4) Sélo se puede aprender significativamente lo que es per- cibido como enriquecedor del propio yo y mantiene la ima- gen de estima que cada uno tiene de s{ mismo. @) Una atmésfera amenazante genera una experiencia de miedo y un aprendizaje rigido ¢ inflexible; en cambio, una atmésfera aceptadora y estimulante genera una experiencia placentera y un aprendizaje flexible y abierto. Un ambiente educativo es mas eficaz para promover el aprendizaje integrable si se reducen las amenazas a la imagen gue el estudiante tiene de si mismo y se facilita y estimula una captacién crecientemente diferenciada de la experiencia.® Si esta es, por asi decirlo, la parte positiva de sus hipéte- sis, su tesis, con el curso del tiempo Rogers se va inclinando a la parte negativa de la hipétesis misma, llegando préctica- mente a renegar de sus planteamientos iniciales para acabar destruyéndolos hasta alcanzar un indisimulado escepticismo producto de su propia autocritica: no se puede ensetar y la con- dicién de maestro y de escuela resultan indeseables, el maestro desencantado se vuelve contra si mismo antitesis del maestro de virtud: «) Mi experiencia me dice que no puedo enseitar a otra per- sona cémo ensenuar. En iiltima instancia, intentar algo asi re- sulta intl. 2) Cualguier cosa que pueda enseiarse a otra persona es re- lativamente intrascendente ejerce poca o ninguna influencia sobre la conducta. Esto suena tan absurdo que no puedo evitar cuestionarlo en el mismo momento en que lo enuncio. 3) Cada vee estoy més convencido de que sdlo me interesa el aprendicaje capaz de influir significativamente sobre la condwe- ta. Tal ver esto no sea mds que un punto de vista personal. 40, Rogers, C: Clens-Centered Therapy. Houghton Mifflin, Nueva York, 1951. es o ' 7” SOBRE LAS PSIGOTERAPIAS BXISTENCIALES 4) He llegado a sentir que el tnico aprendizaje que puede influir signifcativamente sobre la conducta es el que el indivi: duo descubre e incorpora por si mismo. Si tal postulado fuera verdadero, Rogers estarfa creyendo en el magisterio que antes denostaba, eso si, en el magisterio de si mismo. '5) El aprendizaje basado en el propio descubrimiento de la verdad incorporada y asimilada personalmente en la experiencia no puede incorporarse de manera directa a otro. En cuanto el in- dividuo, a menudo con un entusiasmo muy natural, trata de transmitir esta experiencia de modo inmediato, la transforma en ensefianza y sus resultados pierden trascendencia. 6) Como consecuencia de lo anterior, advierto que he per- dido el interés en ser un educador. La patadoja es que los edu- candos jamds perdieran su interés por este educador. 7) He llegado a sentir que los resultados dela ensefianza 0 son intrascendentes, 0 son dafinos. ;Daiinos? Luego enconces si cexistiria esa influencia, aunque fuera dafiina... 8) Esto implicarfa nuestro abandono de la ensefianza. Aquellos que deseen aprender se acercarian unos a otros para ha~ cerlo. Como en Rousseau, la desescolarizacién tendria formato vertical, pero no horizontal (lo que Platén, gracias a su defen- sa de las ideas innatas, denominaba paideia basilews, la ense- fianza del nifio-rey; también como en Rousseau, para quien el nifio inocente es corrompido por la sociedad de inocentes, para Rogers el alumno que no sabe leer —porque nadie le ha ensefiado— da lecciones, siguiendo los pasos del célebre maestro Quifiones.. 9) Dejariamos de lado los exdmenes, ya que s6lo evaliian el aprendizaje intrascendente. Pero entonces cuando un no-exa- ‘minado construyese un puente que se le viniera abajo jtam- poco habria entonces ninguna evaluacién? La ensenanza de 1a no-ensehanza se sitda de este modo de espaldas a la vida y deviene una mera ideologla endogimica 10) Por la misma razén, dejarlamos de calificar con nota. jFantéstico! ;Quiere decirse entonces que sf hay una evalua- ién sutil e invisible, pero al fin yal cabo real? INFLUENCIA DE CARL ROGERS a 11) También abandonariamos los titulos para evaluat la efi- ciencia de las personas, puesto que un titulo significa un fin o la conclusién de algo, mientras que el que aprende s6lo se inceresa en el proceso continuo de aprender. :A quién puede convencer este maniqueismo pedagdgico que descalifica a quic- nes obtienen titulos y recalifica a quienes no los tienen? Puede que los titulos que se imparten y se obtienen en determinados centros de ensefianza no sean siempre dignos, desde luego la titulitis se ha convertido en un mito funcional, pero tampoco denigran por principio al buen profesional que los ha obte- nido con responsabilidad y que ha gozado al mismo tiempo que suftido para ello. 12) Abandonariamos el enunciado de conclusiones, ya que éstas no son capaces de proporcionar ensefianzas significati- vas.!! Mas, si esta conclusién a su pesar fuera verdadera, ello reafirmaria la contradiccién bésica que resulta de calificar sig- nificativamente descalificando lo carente de significado, algo que no pasa de ser trivial Esta especie de senafinismo angelical terapéutico colando mosquitos traga al mismo tiempo tantos camellos que al pro- pio tiempo podria ser denominado con el titulo del libro de ‘Theodor Adorno Jargon der Uneighentlichkeit (jerga de la in- autenticidad). Por su parte los devotos de la jerga rigorista reproducen —coro de los grillos que cantan a la luna— la enschanza inensenable del maestro que no lo es. La perfec- cién estética ha sido lograda: hemos alcanzado la plenitud del vacio de la iluminacién tras haber pagado un peaje eleva- do, el de no ser de este mundo, De alguna forma muchas de las ideas rogersianas al respecto estan basadas en la propues- ta desescolarizadora de Ivan Illich, como puede apreciarse en textos como los siguientes: eLa escuela se ha vuelto un tabti incocable por ser vital para el mantenimiento del starw quo. Sirve para mitigar el potencial subversivo que deberia poseer 41, Ibi, pp. 267-269. n SOBRE LAS PSICOTERAPIAS EXISTENCIALES la educacién en una sociedad alienada».‘? «Los profesores to- lerantes en un salén de clase acolchado pueden ficilmente volver a sus alumnos impotentes para sobrevivir una vez que ellos salgan de la escuela».*? La legitimacién de la educacién por la escuela tiende a visualizar cualquier educacién fuera de ella como accidental, cuando no como un delito grave. Las escuelas adoctrinan al nifio para que acepre el sistema politico representado por sus ‘maestros, incluso ante la insistencia de que la ensefanza es apolitica».*# Un didlogo, permitame tomar una imagen un poco trivial, es como un juego de aje- drez. Todo el encanto del ajedrez radica en que yo no sé, y no puedo saber, qué es lo que hard mi compafiero. Estoy sor- prendido por lo que hace y sobre esa sorpresa se basa todo el juego. Hace usted alusién al hecho de que un hombre se pueda sorprender ast mismo. Pero en un modo muy distinto a cémo una ‘persona puede sorprender a otra. Rogers: Espero que quizés en algtin momento le pueda sonorizar a usted alguna grabacién de entrevistas para que compruebe cémo el elemento sorpresa realmente puede darse ahi, Es decir, que una persona puede estar expresando algo y entonces, de repente, se ve golpeado por el sentido de aquello alo que ha llegado de algiin lugas, pero que no puede reco- nocer. En otras palabras, él realmente se ve sorprendido por si mismo. Eso, sin duda, es algo que puede suceder. Pero el ele- ‘meento que veo como més ajeno a su concepto de didlogo es que resulta bastante plausible que esta orreidad que el cliente puede encontrar en s{ mismo no es algo inicialmente aprecia- do por él, Sin embargo en esca clase de didlogo interior del que estoy hablando Ia incapacidad para apreciar la ofreidad probablemente pueda ser superada.®* De todas formas, me doy cuenta de que tal vez, al menos en parte, todo nuestro debate podria estar basado en la diferente forma que tenemos de usar las palabras, Buber: Veamos, zpodria afiadir al respecto una cuestién tée- nica? He aprendido en el curso de mi vida a apreciar la pre- 53. Aqul pretende Rogers hacer valer sus razones apoyado en su expe- tiencia clinica. Tengase en cuenta que Rogers fue el primer psicoter c mer psicoterapeuta ‘que grababa sus sesiones clinicas en cinta magnetofbnica para después ser sstudiadas con alumnos o grupos de terapeutas 54. Aunque empiricamente no siempre la persona en su interior sea ca- par de dare cuenta de que estédialogando consigo misma, siempre est odio de reper Inspec fora, dot termes 18 refiriéndose al hecho de no percibie su alteidad, «shar probal twould be broken downs) . : cu 86 SOBRE LAS PSICOTERAPIAS EXISTENCIALES cisién terminolégica. Y creo que la psicologla moderna no la estima en una medida adecuada. Cuando yo encuentro algo que es esencialmente distinto de otra cosa, quiero un nuevo término, quiero un nuevo concepte. Por ejemplo, la moderna psicologta, en general, dice sobre el inconsciente que es al fin yal cabo un cierto modo de lo psiquico. Esto no tiene en ab- Soluto sentido para mi, Si algo es tan distinto de lo psiquico, si dos cosas son tan distintas una de otra como lo es la psique de ese grito del alma, cambiante a cada momento, donde no puedo aprehender nada porque cuando intento aprehender algo se aleja y si por otro lado es consistente en puro tiempo, pues esto es a lo que Ilamamos el inconsciente, entonces no se trata en absoluto de un fenémeno. No tenemos acceso a él en absoluto, sino que nos vemos obligados exclusivamente a tra- tar con sus efectos. No podemos decir ‘esto primero es psiqui- co y esto segundo también lo es’, pues el inconsciente ¢s algo en lo cual lo psiquico y lo psicolégico estén ‘mezclados.. Pero decir esto no es suficiente. Ambas esferas se interpenetran de tal manera que, en relacién con esto, los términos cuerpo y alma devienen, por asi decir, términos periclitados, conceptos anticuados, aunque conscientes de una realidad originaria Ahora bien, ;cémo podriamos entender este tinico concepto de modo adecuado? Rogers: Estoy muy de acuerdo con usted sobre todo esto. En efecto, cuando una experiencia es radicalmente de una clase distinta, entonces merece un término distinto. Creo que estamos de acuerdo acerca de esto. Pero ahora, quizés, desde {que me he dado cuenta de que el tiempo de este debate se nos esti echando encima, me gustaria plantear otra cuestién que tiene muchisimo sentido para mi, aunque no sé cémo decirlo. Quizis podria formularlo asi: can pronto como veo a la gente entrar en mutua relacién en la terapia, pienso que una de las cosas que he legado a creer, sentir y experimentar es que la naturaleza humana, la naturaleza bisica del hombre, —éste es un término pobre y usted podria tener un modo mejor de de- citlo— realmente es algo digno de confianza, confiable. Y me INFLUENCIA DE CARL ROGERS parece que en algunos de sus escritos capto algo de este mismo sentit. En todo caso, ésta viene siendo mi experiencia habitual en tetapia: que nadie necesita motivacién suplementaria para orientarse hacia lo positivo o hacia lo constructivo.%® Esté ya en el individuo. En otras palabras: si podemos liberar lo que es mis fundamental en el individuo, esto sera constructivo. Fspeto que esto pueda suscitar algunos comentarios en usted, Buber: Todavia no veo de qué se trata exactamente. Rogers: La nica cuestién que quiero formular es: gesté us- ted de acuerdo? O, si no soy claro, hdgame, por favor, otras preguntas. Intentaré decirlo de otro modo para que sirviera de contraste. Me parece que muchos han mantenido el pun- to de vista, al menos desde el psicoandlisis orcodoxo, de que cuando el individuo se manifiesta, esco es, cuando realmente baja a lo que esta dentro de la persona, ese descender consiste sobre codo en instintos y actitudes y cosas por el estilo que deberian ser controladas. Pero esto va en direccién diametral- mente opuesta a mi propia experiencia, segtin la cual cuando llegas a lo que esta més profundo en el individuo encuentras ahi lo més verdadero, aquello en lo que més se puede confiar para ser constructivo o para orientarse hacia la socializacién o hacia el desarrollo de mejores relaciones personales, etc. ;Tie- ne esto algiin sentido para usted? Buber: Veamos. Yo lo diria de un modo parcialmente dis- tinco. Tal y como lo entiendo, la cuestién surge cuando tengo que vérmelas con una persona problemética, o con una per- sona enferma, esa persona ala que la gente llama una mala ‘persona. En general, las personas que tienen que ver realmen- te con lo que denominamos afécciones del spirit no son ca- lificadas como buena gente, sino como mala, problematica, inaccesible. De las buenas personas podemos ser sus amigos, pero obviamente ellos no necesitan nuestra terapia. Por tan- 55. Aqui formula Rogers su concepto del actualizing tendency (enden- cia actualizadora), segin la cual toda persona tiende nacuralmente a su stecimiento, tanto personal como relacionalmence. 88 SOBRELAS PSICOTERAPIAS EXISTENCIALES to, estoy solamente interesado en los llamados malos, pro- bleméticos, etc. Y mi experiencia, en la medida en que tiene éxito cuando se acerca a la realidad de esa persona, hace que la sienca y perciba como siendo una realidad polar (lo cual esté cercano a lo que usted mismo dice, aunque es en cierto modo distinto).. Rogers: {Cémo qué? {Ha dicho polar? Buber: Realidad polar, en efecto. Solemos decir que algo es o bien Ao bien no-A. No puede ser que algo sea A y no-A a la vez. Eso no puede ser. Usted afirma que la persona puede ser bésicamente digna de confianza; por mi parte dirfa que, en realidad, el terapeuta esté en relacién polar con lo que puede set menos fiable de esta persona. Usted no puede decir, y qui- zis difiera de usted en este punto, que ‘jdetecto en él precisa- mente lo que puede ser fable!’. Lo que le dirfa es que, cuando le veo, cuando le aprehendo mds ampliamente y mds profiunda- mente que antes, veo su polaridad completa. Entonces detecto que lo mejor y lo peor en él estan en relacién de interdepen- dencia, vinculados uno al otro, y entonces podria ser capaz de ayudarle precisamente ayudéndole a cambiar la relaci6n entre los polos. No por mera eleccién gratuita, sino confiviendo cierta fuerza a un polo en relacién con otro, ya que ambos son muy pparecidos. No se trata, como generalmente se piensa, de la oposicién entre el alma de un hombre bueno y el alma de un hombre malo. Una y otra ver encontramos diversas maneras de polaridad, no siendo los polos bien y mal, sino més bien sf y mo, 0 aceptacién y rechazo. Y nosotros podemos fortalecer, 0 ‘més bien ayudarle a que fortalezca, el polo positivo. B, incluso,

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