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Mauricio Romero y Angélica Arias1

SOBRE PARAMILITARES, NEO-PARAMILITARES Y AFINES:


CRECEN SUS ACCIONES CRIMINALES ¿QUÉ DICE EL GOBIERNO?

Desde comienzos del 2008 las acciones unilaterales por año de los llamados grupos neo-
paramilitares2 han sido mayores que las realizadas por las FARC. Esta es la segunda vez en
la historia reciente del conflicto armado colombiano que se presenta una situación tal, en
la que grupos armados ilegales diferentes a esa guerrilla, han tenido una mayor capacidad
operativa en acciones no directamente ligadas al combate que la de la organización
rebelde en contra de la cual se ha centrado la política de seguridad del presidente Uribe.
La primera vez ocurrió entre 1997 y 1999, cuando las AUC inauguraron sus actividades
inundando de sangre al país. Si bien las acciones de la guerrilla requieren un mayor
volumen, preparación y logística que las de los sucesores de las AUC, dado que su objetivo
es enfrentar al Estado, una aproximación al número de las acciones de estos grupos da
una idea de los cambios en su nivel operativo.

La situación es aún más preocupante si se tiene en cuenta que ese crecimiento de las
acciones de los grupos neo-paramilitares están repartidas entre zonas rurales y urbanas,
con una tendencia a que su influencia urbana aumente y se fortalezca. Esto es lo que está
sucediendo en Bogotá y Medellín, por mencionar sólo a las dos más grandes ciudades del
país, fenómeno que se está replicando en otras capitales departamentales y ciudades
menores.

¿Es esto una respuesta a la extradición de los jefes paras en abril del año pasado o es sólo
un resultado de la ausencia de una verdadera política de seguridad y reconciliación? Lo
que se observa es que el gobierno de la seguridad democrática no tiene una política para
enfrentar el problema de crecimiento de los grupos surgidos luego de la desmovilización
de las AUC, y su creciente influencia en actividades ilegales urbanas. El gobierno se aferra

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Mauricio Romero es director del Observatorio del Conflicto Armado, OCA, de la Corporación Nuevo Arco
Iris, y Angélica Arias es investigadora del mismo.
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Grupos reorganizados luego de la desmovilización de las AUC en las diferentes regiones de influencia de
esa organización, en la que participan antiguos miembros de los diferentes frentes de las AUC, no
desmovilizados de esa organización, y nuevos enlistados. Si bien estos grupos no tienen un mando central
como por momentos pudo aspirar Carlos Castaño, antiguo jefe de las AUC, y están vinculados al
narcotráfico, también cumplen funciones locales de control social y político muy similares a las de los
antiguos paramilitares congregados bajo la sigla de las AUC.
a lo que ya sabe, le ha dado réditos electorales y lo mantiene arriba en las encuestas: la
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derrota y humillación de las FARC. Sin embargo, cabe preguntarse, ¿es esto una política
verdaderamente nacional y de seguridad, o sólo el resultado de una obsesión rencorosa y
vengativa del presidente y su equipo?

Sub-Registro, Ajustes de Cuentas y Acciones de los Neo-Paramilitares

La aplicación durante 7 años continuos de la política de seguridad democrática, incluidos


sus ajustes, ha llevado a transformaciones en las guerrillas y en los grupos que se han
reorganizado luego de la desmovilización de las AUC. En el caso de las primeras, ahora
enfrentan menos al Estado dada la superioridad y la asimetría en la capacidad de combate
lograda por éste, y cuando lo hacen, utilizan campos minados o francotiradores, tácticas
que antes eran marginales en el repertorio de combate de estos grupos, entre otros
cambios. En el caso de los neo-paramilitares, ha sucedido algo similar, aunque con la
aclaración que su objetivo principal no ha sido el enfrentamiento al Estado, sino el control
por la fuerza de territorios, población y flujos de mercancías de los cuales pueda derivar
una extracción de rentas económicas, políticas y militares. Por esta razón, sus acciones
tienden a ser clasificadas como “unilaterales”, ya que no buscan establecer una relación
de combate con los agentes estatales, y como su objetivo central es población no armada
sin capacidad de respuesta, la dimensión de estas actividades tiende a ser subregistrada
por ausencia de denuncias, ante el temor de represalias.

Además, cuando estos grupos se enfrentan con actores con capacidad de respuesta bélica,
como en los procesos de competencia y eliminación para construir hegemonías, como el
caso de Medellín y la zona metropolitana, esas acciones tienden a ser registradas como
disputas ente delincuencia común, o “ajuste de cuentas”. En conclusión, hay un riesgo alto
que una gran parte de las acciones de los grupos neo-paramilitares no sean “visibles” para
el público y las autoridades si no hay una denuncia de los afectados o no ha involucrado a
una autoridad, o que se clasifique como un evento entre delincuentes comunes. Esto
plantea un reto para los analistas y para las autoridades si se quiere realmente dar cuenta
de la dimensión alcanzada por los grupos neo-paramilitares y su penetración en las zonas
urbanas y semiurbanas.

A pesar de las limitaciones de los intentos de cuantificación, se pueden hacer


aproximaciones. En el inicio del 2008 el número de acciones unilaterales de las FARC
llegaron a cerca de 400 por año, cifra similar a la registrada para los grupos neo-
paramilitares en el mismo período, algo totalmente inédito en los últimos 10 años. Esta
situación es aún más alarmante si se acepta esa tendencia al subregistro de las acciones
de estos grupos. Bien sea por presión del estado o por repliegue táctico de las FARC, el
hecho que las operaciones de los grupos armados reorganizados luego de la
desmovilización de las AUC superen las acciones de las FARC, y hacia finales del 2008
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hayan sobrepasado las de esta guerrilla y el ELN juntos, plantea un escenario totalmente
nuevo en la evolución del conflicto, y por tanto exige unas respuestas oficiales para las
cuales el gobierno no parece estar preparado ni capacitado.

Acciones Unilaterales e Incremento del Nivel Operativo de los Sucesores de las AUC

Para comienzos del 2009 el número de acciones unilaterales de los grupos que el gobierno
llama “bandas criminales” más que doblaron las de las FARC, sin ninguna reacción
particular o cambio de énfasis desde el punto de vista de la acción gubernamental. No se
puede negar el éxito de la Policía Nacional en relación con la detención de algunos de los
mandos altos y medios de esos grupos, siendo la detención de Daniel Rendón Herrera,
alias Don Mario, su máximo logro en abril de 2009. Y también se podría decir para
contrarrestar la alarma que estos grupos no tienen una organización nacional, no parecen
compartir una estrategia conjunta, ni obedecen a un liderazgo identificable como si
ocurría en el 1997-99 con las AUC.

Sin embargo, uno de los legados del pasado contrainsurgente de los neo-paramilitares es
una disposición ideológica a apoyar al statu quo local, a identificar como amenaza la
movilización social por derechos o cualquier asomo de oposición a los poderes de facto
regionales, que abundan en zonas rurales o en áreas marginales de las ciudades. La
inclinación de estas fuerzas ilegales al control social y político las hace tremendamente
útiles para fuerzas conservadoras y autoritarias, que han sabido instrumentalizar en su
beneficio la violencia de estos grupos ilegales, juego en el que han caído repetidamente
las fuerzas estatales, en perjuicio de sectores de oposición, coaliciones renovadoras,
organizaciones y liderazgos sociales, y campesinos despojados de su tierra. Ese dispositivo
de control y presión ilegal y violenta de los neo-paramilitares se ha convertido en moneda
para ofrecer a cambio de cierta tolerancia para sus actividades ilegales, incluido el
narcotráfico.

El argumento planteado tiene como base los últimos resultados de investigación del
Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, CERAC,3 una organización especializada
en la elaboración y análisis de bases de datos sobre el conflicto colombiano con las últimas
herramientas técnicas en el campo. Además de seria y moderada en sus análisis, CERAC no
tiene una filiación partidista que la haga sospechosa de sesgo político. En la gráfica No. 1
se puede observar la evolución de las acciones unilaterales de las FARC, las AUC y los
grupos armados que le sucedieron, y el momento alrededor del inicio del 2008 en el que
las acciones de estos grupos comenzaron a ser más numerosas que las de las FARC. De
3
Restrepo, Jorge y David Aponte (editores), Guerras y Violencias en Colombia. Herramientas e
Interpretaciones, CERAC-Universidad Javeriana, 2009.
igual forma, se puede observar el período 1997-99 en el cual ocurrió por primera vez el
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fenómeno observado en la actualidad, aunque en una mayor escala y con unas
consecuencias nefastas para los pobladores a donde llegaron esos grupos. La gráfica
también muestra un paralelismo entre la variación de las acciones de las fuerzas estatales,
los grupos neo-paramilitares y el ELN, que parecen confirmar coincidencias en las
dinámicas entre estos actores en los últimos dos años en regiones del suroccidente y
nororiente del país.

Gráfica No. 1

ACCIONES UNILATERALES POR GRUPO ARMADO


1989-2009

Fuente: CERAC, Base de Datos sobre Conflicto Armado Colombiano, 2009.

El crecimiento en las actividades delictivas y de control de los sucesores de las AUC


registrado por CERAC confirma lo registrado por el Observatorio del Conflicto Armado de
la Corporación Nuevo Arco Iris. En efecto, hay una diversidad de fuentes, cada una con
diferente énfasis regional, analítico o de datos utilizados, que no permiten precisar
contundentemente el influjo o alcance territorial de los neo-paramilitares, pero que sí
permiten hacer aproximaciones. Uno de los puntos de divergencia es el número de
municipios en donde se registran actividades de estos grupos. En el balance anual del
estado de la guerra presentado por la CNAI a finales del 2008 se sostuvo que su influencia
se registraba en 247 municipios, y se llamó la atención sobre lo que sucedía en la Costa
5
Atlántica que concentraba el 30% del total de municipios afectados por los neo-
paramilitares, lo mismo que sobre la situación del suroccidente del país, que concentraba
el 22%.4 Es decir, estas dos subregiones reunían un poco más de la mitad de los municipios
con este tipo de grupos ilegales, o sea 136 municipios.

Las reacciones que suscitó el informe fueron inmediatas, unas para alabarlo, otras para
descalificarlo. Las fuentes que utilizó fueron la Bitácora Semanal de la Oficina de Derechos
Humanos de la Vicepresidencia, otras fuentes oficiales como Acción Social, prensa
regional y nacional, además de trabajo de campo. Los voceros del gobierno señalaron que
los municipios afectados no pasaban de 100, CERAC calculaba en ese entonces que su
influencia llegaba a 158 municipios, y la MAPP/OEA a 153, aunque lo notorio era que no
había cifras concluyentes y desde el gobierno no había preocupación para llevar un
registro minucioso o la información sobre el fenómeno no se ha hecho pública. Lo
perturbador del hecho es que como las AUC, su antecesor, estos grupos tienden a tener
como objetivo sectores de población muy pobres, bien sea en las zonas rurales o urbanas.
Y en particular, se han convertido en el azote de las organizaciones de víctimas que buscan
la restitución de sus tierras en la Costa Atlántica, el Bajo Cauca y el Magdalena Medio. Así
lo revela el Sistema de Alertas Tempranas de la Defensoría del Pueblo en sus diversos
informes de riesgo del primer semestre de este año y el último informe de la misión de
apoyo a la negociación con las AUC de la OEA.5

Neo-Paramilitares y Cambios en el Repertorio en el Uso de la Fuerza

En el diagrama No. 1 se observa las variaciones en el ejercicio de la fuerza por parte de los
paramilitares y sus sucesores. Durante el período de negociación con el gobierno, la
principal forma del ejercicio de la fuerza estaba representada por los combates, bien
contra la guerrilla, contra fuerzas del gobierno, o entre diferentes frentes en disputa. Hay
que recordar que en este período el Estado persiguió selectivamente a estos grupos, y
además hubo intensos enfrentamientos entre ellos, como el del Cacique Nutibara y el
Bloque Metro en Antioquia, o el del Bloque Centauros y las Autodefensas Campesinas del
Casanare en el Casanare y Vichada. Desde el 2006 en adelante, la modalidad
predominante del uso de la fuerza por los neo-paramilitares es la amenaza e intimidación,
que corresponden a más de la mitad de las actividades registradas de estos grupos,
aunque hay que hacer salvedad que esas amenazas tienden a estar subestimadas por el
riesgo que supone la denuncia ante las autoridades o ante la prensa. Este ejercicio de la

4
‘“Bandas Criminales”, Seguridad Democrática y corrupción’, Revista ARCANOS No. 14, Diciembre 2008,
Corporación Nuevo Arco Iris, CNAI, Bogotá.
5
Ver XIII Informe de la MAPP/OEA, segundo semestre de 2009.
fuerza corresponde con las reiteradas denuncias hechas por organizaciones de víctimas y
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otras organizaciones sociales sobre la presión a la que están sometidas por estos grupos,
que en algunos casos ha llegado a ser letal.

Diagrama No. 1

MODALIDADES EN EL USO DE LA FUERZA POR PARAILITARES Y SUCESORES


2002- 2008

Fuente: Base de Datos sobre el Conflicto Armado Colombiano, CERAC.

Asedio a Líderes Sociales y Persistencia del Desplazamiento

En el cuadro No. 1 se presenta una agrupación provisional e incompleta de líderes de


organizaciones sociales, de desplazados y de víctimas asesinadas por subregiones en los
últimos 27 meses. La cifra es estremecedora y revela la situación de intimidación, miedo e
inseguridad en la que viven estos grupos sociales, en particular en Antioquia, la Costa
Atlántica y el suroccidente del país. Si nos permitimos calcular un promedio con vidas
humanas, cada mes han sido asesinados dos líderes de estas organizaciones, en un
contexto de justicia transicional en donde el Estado debería garantizarles a las víctimas el
derecho a la no repetición de los hechos de violencia ejercida por las AUC, agentes
estatales o las guerrillas. 59 líderes de organizaciones sociales y de población afectada por
el conflicto armado asesinados en poco más de dos años es una cifra trágica que revela la
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desprotección y las precarias condiciones de seguridad para estos grupos.

Cuadro No. 1

NÚMERO DE LÍDERES DE ORGANIZACIONES


SOCIALES, DE DESPLAZADOS Y DE VÍCTIMAS ASESINADOS
2007-2009 (primer trimestre)

Número
de
Subregión Departamento Víctimas
Antioquia 18
Antioquia y Eje Caldas 1
Cafetero Quindío 1
Subtotal 20
Atlántico 2
Bolívar 3
Córdoba 5
La Guajira 4
Costa Atlántica Sucre 1
Subtotal 15
Arauca 2
Llanos Orientales Caquetá 2
Subtotal 4
Norte de
Santanderes Santander 1
Santander 1
Subtotal 2
Cauca 5
Chocó 2
Pacífico y Nariño 3
Putumayo Valle 6
Subtotal 16
Bogotá 1
Centro Huila 1
Subtotal 2
TOTAL 59

Fuente: Comisión Colombiana de Juristas y Prensa, datos procesados por Observatorio del
Conflicto Armado, CNAI.
La gráfica No. 2 revela otra dimensión de los resultados diferenciales de la política de
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seguridad. En efecto, en la gráfica se observa cómo el secuestro ha tenido un descenso
sostenido desde mediados del 2003, disminución que se ha desacelerado desde el 2008.
En el caso del desplazamiento forzado, no se puede ser tan optimista. Una disminución
inicial entre el 2003 y el 2005, dio paso a un incremento a los niveles del 2001, uno de los
años más álgidos. El que aún hoy, luego de siete años de gobierno del presidente Uribe se
estén presentando cerca de 250.000 desplazados anuales, debe ser motivo de
preocupación y reflexión, por decir lo menos.

Gráfica No. 2

Evolución del Número de Secuestros y del Número de Desplazados


1998-2008

Fuente: Base de Datos sobre conflicto armado de CERAC, 2008.

Un enfoque regional del desplazamiento forzado señala que las zonas de operaciones
militares del Estado, enfrentamientos con las guerrillas o acciones de los neo-
paramilitares son las regiones en donde mayor desplazamiento se registra. El caso de
Antioquia es significativo, no sólo por el número de desplazados sino por el no registro del
causante del desplazamiento en el caso del mayor responsable. Del Diagrama No. 2 se
infiere que los mayores causantes del desplazamiento o son fuerzas estatales o grupos sin
insignias reconocibles, y que en la mayoría de los casos son antiguos desmovilizados o
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grupos reorganizados de las antiguas AUC.

Diagrama No. 2

DESPLAZAMIENTO INDIVIDUAL POR AUTORES


ANTIOQUIA Y EJE CAFETERO
2009 (Enero-Sepiembre)

9976
10000
9000
8000 7166
7000
Total
6000
5000 No Disponible
4000 Autodefensas o Paramilitares
3000 1076 Grupos Guerrilleros
2000 758
1016 239
540 138 321 8 43
1000 35
0
Antioquia Caldas Risaralda

Fuente: http://www.accionsocial.gov.co. Estadística sobre Desplazamiento. Datos procesados por el


Observatorio del Conflicto Armado, CNAI.
Diagrama No. 3
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DESPLAZAMIENTO INDIVIDUAL POR AUTORES
COSTA ATLÁNTICA
2009 (Enero-Septiembre)

3361
3500

3000 2666
2477 Total
2500
1937 1866 No Disponible
2000 1755
1320 1415
1500 1283 Autodefensas o
1011 Paramilitares
864
1000 626 Grupos Guerrilleros
500 134
93
0

Fuente: http://www.accionsocial.gov.co. Estadísticas sobre Desplazamiento. Datos procesados por


el Observatorio del Conflicto Armado, CNAI.

En la Costa Atlántica las operaciones militares estatales han bajado significativamente, por
lo que se deduce que el causante del desplazamiento forzado que se registra como “no
disponible”, son grupos neo-paras. El caso de los departamentos de Córdoba y Bolívar
presentan los niveles más altos, y el total de desplazados de la región podría estar en
cerca de 20.000 personas para el 2009, cifra que si bien es menor que la del 2008, todavía
sigue siendo alta.

Municipios con Actividades Neo-Paras y Problemas de Registro

Para finales del 2009 se puede sostener que la situación en las dos regiones mencionadas
en el informe del año pasado como las más afectadas por los grupos que sucedieron a las
AUC – Costa Atlántica y Suroccidente - ha variado poco, y en otras ha empeorado, como
en los Llanos Orientales, en particular en el Meta, Guaviare y Casanare, en donde el
Ejército Revolucionario Anticomunista de Colombia, ERPAC, al mando de Pedro Oliverio
Guerrero, alias Cuchillo, ha logrado reorganizar un ejército con cerca de 1300 hombres
armados. De igual forma, la diversidad de fuentes sobre el fenómeno tampoco ha
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cambiado, y esta situación no permite hacer apreciaciones concluyentes. Sin embargo, es
posible hacer estimaciones conservadoras y otras menos exigentes, con el propósito de
visualizar el estado de este fenómeno ilegal armado.

En el Mapa No. 1 están localizados con color azul 173 de los 247 municipios en donde se
registraron actividades de los neo-paramilitares en el 2008. En color negro están los que
faltan del 2008, pero están de diferente color porque también repitieron en el 2009 con
actividades de estos grupos ilegales. Es decir, y de acuerdo con la Vicepresidencia de la
República, en todos los municipios azules los neo-paramilitares dejaron de actuar en el
2009. En este año sólo operarían en los municipios en negro, y en los de color rojo, que
son los nuevos, que están registrados en los informes de la Vicepresidencia en el 2009,
pero no estaban en el 2008.
Mapa No. 1
12
Municipios con Actividades de Grupos Neo-Paramilitares
2008 y 2009

Si se aceptan sin discusión los registros de la Vicepresidencia en el 2009 sólo habrían 120
municipios en donde los neo-paras estarían actuando. Es decir, toda la mancha azul en la
Costa Atlántica que se observa en el mapa estaría libre de estos grupos, lo que no es
corroborado por los reportes del Sistema de Alertas Tempranas de la Defensoría del
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Pueblo ni por las informaciones de los periódicos consultados por el observatorio de la
CNAI. Algo parecido se estaría presentando en Nariño, Putumayo, Cesar y Norte de
Santander, sin mencionar la Zona Cafetera, en donde también se observan municipios en
color azul, es decir, en los que se registraban actividades de los neo-paramilitares en el
2008, pero ya no en el 2009. Lo deducido de los informes de la Vicepresidencia sería una
aproximación muy conservadora y limitada a la verdadera dimensión del fenómeno.

Por el contrario, si se hace una lectura menos restrictiva y se consideran todos los
municipios registrados durante los dos años con actividades de neo-paras en los reportes
de la Vicepresidencia, el número de municipios sumaría 293. Uno de los puntos
interesantes del Mapa No. 1 es la localización de los grupos. Estos tienen una fuerte
tendencia a ubicarse en las principales vías y alrededor de los centros urbanos. Esto se
puede ver con claridad en el valle del río Cauca, en la zona metropolitana alrededor de
Medellín, en las capitales de los dos Santanderes y en las capitales de la Costa Atlántica. El
cuadro No. 1 permite observar con más detalle los registros agrupados por departamento
y subregiones.
Cuadro No. 2

MUNICIPIOS CON ACTIVIDADES DE GRUPOS NEO-PARAMILITARES


SEGÚN DEPARTAMENTO Y SUBREGIÓN
2008-2009

No. No. de
Subregión Municipios No. Mun. Municipios No. No. Mun. No. de
Departamento Subregión
2008 2008-2009 2009 Municipios 2008-2009 Municipios 2009
(Azules) (Negros) (Rojos) Total Departamento 2008 (Azules) (Negros) (Rojos) Total

Norte de
Antioquia 17 15 10 42 Santander 14 4 3 21
Santanderes
Antioquia y
Eje Cafetero Caldas 3 1 4 Santander 8 4 4 16

Risaralda 1 2 1 4 Subtotal 22 8 7 37

Subtotal 21 18 11 50 Cauca 3 4 3 10

Atlántico 13 1 14 Chocó 4 1 3 8
Pacífico y
Bolívar 12 2 14 Nariño 14 5 4 23
Putumayo
Cesar 12 4 16 Putumayo 5 1 1 7
Costa
Córdoba 3 13 4 20 Valle 13 4 3 20
Atlántica
La Guajira 4 1 5 Subtotal 39 15 14 68

Magdalena 8 2 1 11 Bogotá 1 1

Sucre 6 1 1 8 Boyacá 2 1 1 4
Centro
Subtotal 58 24 6 88 Cundinamarca 5 1 6

Arauca 4 4 Huila 2 1 3
Llanos
Orientales Casanare 5 5 Tolima 5 1 6
15

Caquetá 5 1 6 Subtotal 14 4 2 20

Meta 4 5 4 13 Otros Guainía 1 1

Vichada 1 1 Subtotal 1 1

Subtotal 19 5 5 29 TOTAL 173 74 46 293

Lo que se quiere mostrar con este ejercicio es la urgente necesidad por tener mejor información sobre el fenómeno y una mayor
responsabilidad del Estado y del gobierno en ese propósito. El hecho que las acciones unilaterales de los neo-paramilitares hayan
superado en número a las de las FARC durante el año en curso, y que en ocasiones hayan sido mayores que las de las FARC y el ELN
juntos, y que esas acciones tiendan a situarse en zonas urbanas, en las vías de acceso a los principales centro urbanos, llama a una
reflexión y a una reorientación de la política pública sobre seguridad en la capital del país y las capitales departamentales.

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