Caso práctico tema 5: Javier y el aprendizaje en competencias

Javier acaba de sacar las aposiciones de enseñanza media en España. Después de un par de
años de preparación intensa ha conseguido su propósito: ser profesor titular de Lengua y
Literatura. Javier es un hombre muy idealista, y siempre ha deseado ayudar a los demás; es por
eso que tiene muy claro la importancia de la educación para desarrollar la cultura y los valores.
Desde que aprobó las oposiciones y obtuvo la plaza vive como en una nube, y está feliz. Le han
asignado un centro educativo muy especial. Se trata del Instituto Miguel de Cervantes, situado
en una zona marginal de Algeciras, Cádiz. El nivel económico de los alumnos del instituto es
muy bajo, y muchas familias presentan serios problemas estructurales, muchos de ellos
relacionados con el desempleo. Algunos alumnos son de Marruecos y muestran un grado de
integración muy deficiente. Muchas veces se producen en los alrededores de centro redadas
de la policía contra la droga y el narcotráfico. Javier, desde que supo cuál era su destino,
consiguió trasladarse a esa ciudad del sur de España y alquilar un piso barato cercano al centro
educativo. Y comenzaron las clases. Le fue asignado impartir la asignatura de Lengua y
Literatura a alumnos de 2 de ESO, 3 de ESO y 4 de ESO (la edad de sus alumnos oscilarían entre
los 12 y los 16 años). La directora del centro, Yolanda, le ha insistido en importancia de la
educación en competencias y del diseño de unidades didácticas integradas. Yolanda le ha
hecho hincapié en que lo crucial en la enseñanza no son tanto los contenidos sino las
habilidades cívicas, la lucha contra todo tipo de discriminación y la promoción de la paz. Y que,
por supuesto, esto ha de concretarse en estándares de aprendizaje concretos. Javier accedió
encantado a sus recomendaciones, y la sintonía era total: ¡justo era lo que necesitaba oír, ya
que conocía perfectamente la LOMCE y algunos documentos de la OCDE sobre el aprendizaje
competencial, y qué decir de los informes PISA! Y elaboró una programación para sus cursos
que tuviera en cuenta:

1. La competencia en comunicación lingüística.

2. La competencia en aprender a aprender.
3. La competencia social y cívica.
4. La competencia digital.
5. La competencia en conciencia y expresiones culturales.

Para ello ha diseñado una programación trasversal, donde va a trabajar, según los
contenidos específicos de la etapa, unas actividades que promovieran la solidaridad, el
empleo de la pizarra digital, ya que el centro cuenta con modernas instalaciones, el
disfrute de la lectura a través de clásicos y los trabajos y exposiciones voluntarias. Pero
la realidad distó de ser tan idílica como pensaba. El grado de desmotivación del
alumnado era grande, no mostraban un interés por la lectura. La pizarra digital, por
otra parte, no era tan eficaz como pensaba y muchos alumnos se distraían. Pero quizá,
su principal problema era la disciplina, ya que los chicos no paraban de hablar y de
desafiar al profesor con preguntas malintencionadas. A los tres meses, Yolanda le
preguntó qué tal le estaba yendo, y si se acodaba de la conversación que habían tenido
sobre los estándares de aprendizaje, las competencias y las unidades didácticas
integradas. Javier no sabía dónde meterse, pues sus primeros meses habían
constituido una auténtica batalla campal, donde las competencias habían pasado a un
plano totalmente secundario.