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Introducción A La Literatura Infantil
Introducción A La Literatura Infantil
Disfrutar con la lectura es como hacerlo con la música, el deporte o la pintura. Leer es
descubrir una de las mil posibilidades que existen para llenar el tiempo de ocio. Para
despertar la afición por la lectura ¡hay que ponerse a leer! Y ¡cuánto antes mejor!
Para elegir una obra de literatura infantil hay que tener en cuenta:
● La edad del receptor: el texto y la ilustración serán adecuados a la “edad lectora”. La
edad lectora no tiene por qué coincidir con la cronológica, así que seleccionar un
libro no es nada fácil, ya que las edades que se ponen en los libros son orientativas
y en la lectura no se pueden establecer barreras.
● Lo más importante será la calidad literaria, sea cual sea la edad a la que vaya
dirigida la obra. Escribir para niños es difícil y hay obras maestras para 6 y 16 años y
para adultos, así como obras absolutamente penosas para cualquier edad.
● Una buena obra infantil tendrá bien construida la trama, bien llevada la acción y
dosificado el suspense. Los interrogantes temáticos que se planteen tendrán valores
acordes con los Derechos Humanos, serán tratados de forma progresiva y deberán
tener posibilidad de interpretación, es decir, serán abiertos, no dogmáticos.
Baste recordar las funciones del lenguaje, para ver cuáles son las del texto literario infantil.
Como en todos los textos literarios según la obra y los objetivos del autor, dominarán unos u
otros aspectos, sin perder nunca de vista todo aquello que es inherente al propio lenguaje.
1. Función expresiva o emotiva en la que los mensajes que se transmiten, sean del
carácter que sean, éticos, estéticos, religiosos, culturales, políticos o sociales, están
teñidos de la subjetividad del emisor, de manera que el receptor capta las
valoraciones sobre lo dicho aunque no esté manifestado explícitamente.
4. Función estética o poética, en cuanto que una obra literaria es una obra de arte, en
esta función lo más importante es la forma, no el contenido de la obra en sí, incluso
en obras de carácter realista. Los niños se mueven en un mundo audiovisualizado
en el que manejan continuamente un lenguaje simbólico cargado de connotaciones,
la intuición juega un papel importante para descifrarlo. La mente del niño está
especialmente dotada para comprender el mundo simbólico.
Si se logra que el niño experimente en primera persona que leer es divertido, ya se habrá
dado un primer paso en la aproximación a la afición por la lectura. No puede perderse
nunca de vista que en el niño existe algo dominante, el juego, que es una actividad libre con
poder de evasión.
Los niños creen en el poder de la imaginación. Cuando juegan lo hacen con toda el alma,
de ahí que sea importante despertar en el niño, el placer que pueda proporcionarle la
lectura de la forma más lúdica posible y con carácter extraescolar. Se trata de conseguir
que un niño lea por placer, no por obligación.
El juego, aunque es una actividad libre y evasora, está limitado por el espacio y el tiempo,
tiene posibilidad de repetición y tiene sus propias reglas de organización y participación, en
este sentido es creador de orden.
Siguiendo estas pautas, la lectura deberá ser libre y liberadora, porque por medio de ella
se ponen palabras a la propia realidad. Como el juego, estará también limitada en el
espacio y en el tiempo; cuando guste un libro, una escena, un párrafo, se podrá hacer una
relectura. En el juego de leer hay que descubrir poco a poco sus reglas, como estar en
silencio o con una música suave de fondo, estar sentado de forma cómoda, elegir el
libro adecuado al momento psicológico y a la edad, en definitiva, enfrentarse a
determinados aspectos que parece que cada vez se alejan más de nuestra vida, como son
los momentos de silencio y soledad que se necesitan para reflexionar. Leer servirá
indudablemente “para cargar pilas” y volver con más fuerza a la cada vez más estresante
realidad. Esta paz se convertirá en uno de los aspectos más gratificantes del hecho lector.
1.5. Fantasía La fantasía abre puertas que permiten salir a explorar otros mundos para
entender mejor lo cotidiano. Hay quienes sólo ven en la fantasía pura evasión; esta evasión
es lícita, aunque quedarse únicamente ahí es superficial. Hablar de fantasía es entrar en el
mundo que puede dar la llave de comprensión del mundo real. La ficción está emparentada
con el juego, responde a una necesidad profunda del niño, la de no contentarse con su
propia vida, la de ir más allá. En la imaginación del niño el sueño se mezcla con la realidad
de forma natural y juega con las palabras cargándolas de vida y de nuevos significados. Los
cuentos desarrollan en él la necesidad de lo insólito y el libro como los sueños, se convierte
en una especie de segunda vida, pero duraderos, porque se leen y se repiten y así “me
represento y me creo” despertando un mundo interior en el que lo imaginario será el motor
de lo real, obligándolo a progresar. Según Jacqueline Held en su obra Los niños y la
literatura fantástica, lo fantástico nace de la elección gratuita de alguien, el autor en el caso
de un libro; es por esencia lo subjetivo, lo que le es propio, particular a esa persona, en ese
momento, entonces ¿cómo se comunica?, ¿cómo se comunica la fantasía de una persona
con la de todos? Tanto el adulto como el niño, tendrán una profunda necesidad de lo
fantástico, ¿por qué? Lo irreal de lo fantástico ¿es de verdad irreal?, lo fantástico ¿nos
conmovería?, ¿encontraría lectores una obra fantástica si no reuniera las aspiraciones, las
necesidades, las experiencias que llevamos en nosotros en diverso grado, oscuras y
semiignoradas, pero sin embargo reales? El relato fantástico reúne, materializa y traduce el
mundo de los deseos: compartir la vida animal, hacerse invisible, cambiar de talla, volar,
dominar a un ser más grande, o sea, cambiar el universo a voluntad. Traduce los sueños
humanos. A menudo los sueños han sido retomados por la ciencia posibilitándolos y los
relatos han tenido una base científica para construirse.
Lo fantástico no existe sino en relación a una realidad “no fantástica”; se acerca a una
realidad psíquica, porque ¿existe lo real en estado bruto? La realidad ¿es como es o como
se percibe? De lo que cada uno percibe, recorta su propio universo y así segrega su
realidad; por eso parte de mi realidad puede convertirse para otros en fantasía. Por otro
lado, mi sentido de lo fantástico es, curiosamente, real. La esencia de lo fantástico reside en
todo caso en un cierto clima en el que sueño y realidad se interpretan entre sí hasta el punto
en que toda línea de demarcación desaparece. Esto lo vemos claramente en la obra ya
clásica de Maurice Sendak, Donde viven los monstruos. Es imposible definir lo fantástico de
forma unívoca. El ensayista francés Bernard Epin dice en su estudio sobre la elección de
libros para niños: “Todos los géneros son portadores de lo imaginario para quien sepa
hacerlo surgir”. Ahora bien, ¿existe lo fantástico puro? Representaría lo desconocido de tal
modo que resultaría extraño por no tener ningún punto de contacto con la realidad.
La fantasía
1. Permite explorar otros mundos
2. Está emparentada con el juego
3. Lo fantástico nace de la elección
4. Grandes y pequeños necesitamos de fantasía