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Poesía visual y antipoesía. Lecturas liminales o de cuando las palabras toman cuerpo
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ISBN: 978-607-520-259-4
ISBN de la publicación en España: 978-84-697-7060-3
Poesía visual y antipoesía. Lecturas liminales o de cuando las palabras toman cuerpo
87 ĆėđĊĘĴēĉĊğĞĆćĎēĆĔČčĎē
La poesía escénica de Joan Brossa, un lugar donde las fronteras genéricas se diluyen
121
đŗėĎĆĔėĉĔēĘ
Poemas visuales
234 Miguel Ángel Achig
237 Ioulia Akhmadeeva
239 Caterina Amengual
240 Edu Barbero
242 Byron Brauchli
244 Josep Cerdà
245 Jordi Clopés
246 Lis Costa y Josep M. Jordana
247 Bibiana Crespo
249
251 Eva Figueras
254 Sabina Loghin
256 Sandra March
258 Carles Méndez
260 À
262 Mar Redondo y Pere Freixa
264 Xavi Rodríguez
265 Pilar Rosado Rodrigo
267 Cándido Valadez
268 Gustavo Vega
L
Límites, fronteras y pliegues.
De la imagen, la poesía visual
y lectura liminal
ĆėđĊĘĴēĉĊğ
E
l contexto actual de la cultura
visual es de una heterogenei-
dad inabarcable. La produc-
ción y consumo artístico es
totalmente ecléctico y media-
do, donde las demarcaciones y
contornos que regentaban las diversas disci-
plinas artísticas hace tiempo que desapare-
cieron en su borrosidad. La hibridez, mez-
colanza, pensamiento bricoleur y la creación
interdisciplinar están proporcionando rela-
ciones entre campos de conocimiento an-
tes impensadas, subvencionando continuos
trasvases, migraciones e interacciones entre
conceptos que difícilmente podrían plan-
tearse conjuntamente de otros modos. Ante
este escenario hemos de militar una mirada
limítrofe, tanto en la investigación como en
la representación del mundo, como agente
de tránsito entre estos territorios y domi-
ǡ
ÀƤ
ǡ
transversal del conocimiento.
9
10 Carles Méndez
“ojos y manos para leer” sus contenidos; sus tento de conquista “de sensibilizar con nues-
propuestas perceptivas necesitan una impli- tro discurso” y la relación con su resistencia;
cación más sensitiva y emocional” (Rodrí- solo en la intelección de la barbarie –aquello
guez, Gracia y Murciego, 2008, p. 241). Sea incomprensible o todavía no civilizado como
la poesía experimental y todas sus variantes el texto lineal–, será que alcancemos a ilumi-
–incluyendo evidentemente la visual–, la nar el relato que emana de estas otras for-
Ƥ
Ǧ- mas de contar. En ellas, nosotros los espec-
ǡ
ÀƤ
tadores, constructores, sujetos fronterizos
proponen caminos alternativos del relato. habitaremos en el límite de nuestro sentido
Las consideremos como palabras expandi- para convertirnos en narradores indirectos
das o como imágenes redactadas, su con- tras el intercambio simbólico: donde no pa-
tenido no es sostenido por el uso habitual rece leerse nada, se construirá una historia.
del lenguaje –menos en la relación de texto/ Nos obligará a situarnos allá donde lo co-
imagen homogeneizada–, por ello son nece- nocido entra en contacto con una realidad
sarias tanto “nuevas formas de aprehensión” hermética y amorfa por aprehender, porque
del relato como de “comportamiento hacia “situarse en el límite y hablar ‘en símbolos’
este por parte del espectador/lector” (Mín- sería el único modo de explicar lo inexplica-
guez y Méndez, 2012, p. 6). Es decir, para ble.” (Gómez, 2008/2009, p. 8). Solo culti-
leer en estos relatos será necesario pensar- vando ese espacio –al habitarlo–, podemos
los tanto en su modo de ser leídos como en su asaltar el caos y darle luz.
modo de ser contados, asumiendo sus oculta- ǡƤ-
mientos, ausencias, descontextualizaciones liedro desde una perspectiva heterogénea
y manifestaciones (a la vez) que propician el y multifacética que permita la extensión del
cuestionamiento de estas relaciones, tradi- relato, hacia esta compleja red que se en-
cionalmente lineales. trelaza, habremos de trazar un camino que
Y para ello, debemos irnos a las peri- explore diferentes universos de sensibilidad
ferias, a los límites de dichos códigos, para Ƥ
poder analizar las diversas formas de con- objeto de lectura en la actualidad. Un traza-
tar, para reconocer aquello que está frente do que necesitaremos para tomar concien-
ȂȂǡƪ cia de sus posibilidades y evoluciones, sea
Ƥ
×Ǥ desde la incertidumbre o desde la multipli-
este modo, el espacio limítrofe proporciona cidad.
×ƪ×- Para el primer capítulo, nos ubicare-
rimentado: “Según Trías, en el límite entran mos en el mismo límite de visualidad y su
ƪ
ǡ consumo con el escrito titulado “A golpe de
universos de sentido. En esa franja fronteri- vista. Alegorías visuales de la sensibilidad
za se darían cita los movimientos de presión contemporánea”, de María Margarita de
entre uno y otro: las tendencias de fuga de Ǥ±ǡ
la periferia y las invasivas del elemento ex- el peso de las imágenes, y nos preguntará:
terno” (Gómez, 2008/2009, p. 4). Sin duda, ¿cómo nos afectan las imágenes actuales?
la lectura se produce en esa tensión, en el in- ¿Cuál es nuestra lectura de ellas? Y sobre
la autora expone a la urbe como otro espacio las letrinas –lo que llama latrinalia Ƥ
poético en el que desempeñar búsquedas de privado. Pero, ¿serán estos poemas desde
sentido: transformando la realidad del tran- lo escatológico?, o ¿serán lugares para for-
seúnte y condicionando sus modos de conce- mar otro tipo de ciudadanos? Amengual ha
bir y experimentar la ciudad. Remitiéndonos servido los interrogantes. Analiza la autora
a su origen siuacionista, Figueras nos mues- las posibilidades de los baños públicos para
tra diversas prácticas creativas en la poesía una gran diversidad de creaciones poéticas,
callejera, una poesía que embarga el espacio entendiendo que aquel lugar tiende, de por
público “capitalizado” para distorsionar su sí, a invisibilizar la práctica poética y defor-
uso tradicional. Tomar la urbe como lienzo, mar sensiblemente su razón primigenia de
implica trazarla sensible y emocionalmente ser. Sin embargo, su versatilidad y ambien-
por lo que la ciudad se construirá al caminar- te colaborativo, así como la posibilidad de
la, y la acción del caminante se integrará a la anonimato, ofrece potencias antes insospe-
ciudad y sus viandantes. De ahí que contra chadas para poetas que desearan dejar una
la tipografía publicitaria de mercado, la au- huella en su entorno. Como anota Amen-
tora subraya el surgimiento de la tipografía gual, la apropiación simbólica de este es-
como actitud, que fuera de los círculos legi- pacio público –sobre todo, desde el silencio
timadores como galerías y museos se “plan- de la privacidad– hace que allí puedan darse
ta” en el espacio público: mensajes poéticos enfrentamientos poéticos que difícilmente
a lo largo de la urbe que la construyen esté- pueden observarse en otros contextos, como
ticamente para alterar la vida ciudadana. De el contraste de mundos interno y externo, la
este modo, Figueras anotará las proyeccio- oposición de individuo a las normas sociales,
±
ǡ o luchas ideológicas en continuo desarrollo.
las críticas públicas de Robert Montgomery De este modo, el texto comprenderá cómo
y las intervenciones de Tim Etchells o Boa esta función catártica de la poesía de letrina
ǡƤ
±- no solo es capaz de “negar la ley” para acce-
ticos expandidos a pie de calle, en contra de der al ciudadano, sino que conoce a su públi-
la hegemonía visual corporativa de nuestras co (cautivo), la distancia y modos de lectura,
ciudades y proponer nuevos sentidos ciuda- hasta los temas de las diversas “conversacio-
danos dentro del espacio público a través de nes” discontinuas sin traducción posible.
la tipografía y los juegos del lenguaje. Después de esta parada necesaria,
Todavía situados en la ciudad como retomaremos de nuevo nuestra ruta para
centro neurálgico, veremos otra cara de las
Ƥ
“formas incorrectas” de la poesía en “Private los últimos trayectos, aquellos que se enca-
Thoughts in a Public Bathroom: La socializa- minan a la digitalización y la pérdida de los
ción a través de la poesía visual de los cubí- soportes físicos en toda esta experimenta-
culos”, de Caterina Amengual. Allí, su autora ción lingüística y sus modos de lectura. La
disolverá lo público de lo privado y lo pri- primera jornada llegará al capítulo “Poesía
vado de lo público en la integración de las visual cinética en Cataluña”, por Lis Costa,
artes, donde se puede socializar y rebelarse quien visualizará el terreno poético desde
desde lo íntimo: en las poesías visuales de los años cincuenta para resaltar la urgente
necesidad que habitaba en los creadores de tural y artístico, trascendió a ser una de las
incorporar, primero, un aspecto visual a sus primeras revistas digitales en establecer un
composiciones y, progresivamente, de inte- acervo visual relevante, multidisciplinario y
grar el movimiento. De esta forma, la autora multilingüístico. Tal y como describe la au-
nos acompañará por la lógica evolución de la tora, la contribución de esta publicación a
À
Àǡ Ƥ la divulgación de la poesía experimental es
en el panorama actual del mundo digital y invaluable, sobre todo para la catalana. A
audiovisual, una poesía cinética que, como través de las vanguardias, pero sobre todo
Costa anota, se ha redimensionado con las a través de personajes como Juan Eduardo
capacidades y potencialidades de las herra- Cirlot o Joan Brossa, junto a muchas otras
mientas –cada vez más populares–, de edi-
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-
ción de texto o imagen (video, audio, etcé- ǡƪÀ×À
tera). Si ya no hay límites en la movilidad de experimental y visual catalana, en todos sus
ǡ
Ƥ formatos: performances, instalaciones, colla-
en la linealidad de las narraciones, pues la ge, arte-correo, acciones y eventos, video.
poesía en movimiento será consciente de su
À
Ƥ
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×
temporalidad y será capaz tanto de multipli- mantuvo sus perspectivas críticas y auto-re-
car la cantidad de relatos como las formas ƪǡ
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narrativas a utilizar: la hibridación toma la
ƪ À
batuta, y de planteamientos lineales pasa- ƪǤƤ
-
mos a interactivos, con la interacción activa lógico en el que muestra la potencialización
del espectador que seleccionará su lectura a de esta revista para la expansión de poesías
través del hipertexto. Con una profusa docu- experimentales en diversidad artística, don-
mentación, la autora visibilizará los campos de los juegos del lenguaje elaborados permi-
de actuación cinética catalana donde los có- tían a la vez destruirlo desde dentro. Desmi-
digos textuales o visuales estáticos quedan Ƥ
ǡ ǡ
superados por la inclusión simultánea de reconstruir con los fragmentos.
texto, sonido e imagen. La siguiente jornada, mantendrá este
La segunda jornada se estacionará en afán indagativo acerca de las nuevas tecno-
el escrito titulado “Corner (1998-2002) y la logías y la afección de estas en los modos de
poesía experimental catalana”, de Carlota producción y consumo de las prácticas poé-
ƤǤ Corner, an electronic online journal ticas, en el texto “El hiperlibro-arte, propie-
dedicated to the avant-garde, fue un proyec- dades y estéticas emergentes”, de Bibiana
to editorial catalán que se puso en marcha Crespo. La autora nos sumergirá en el e-li-
en California bajo el ímpetu de las nuevas bro-arte y el hiperlibro-arte como formatos
tecnologías de información y comunicación. narrativos surgidos en el mundo digital con-
La autora nos contextuliza esta publicación temporáneo que permiten lecturas fuera de
dentro de la literatura electrónica y dos de la lógica normativa y la dirección establecida
sus números en los cuales se divulga la poe- en los soportes tradicionales. Si usualmen-
sía experimental catalana. Así lo que surgió te es la secuencia el recurso armonioso que
como una plataforma de intercambio cul- otorga el espacio y el tiempo de la lectura,
en ellos se transforma, altera y metamorfo- lineal de lectura humano–, sino que también
sea en varios estratos multivalentes donde servirá a la creación de nuevas formas poéti-
conviven diferentes relatos con líneas dis- cas desde la visualidad contemporánea. Ro-
cursivas discontinuas y divergentes. Crespo Ƥ
muestra cómo esta multidireccionalidad nuevas reutilizaciones que puedan surgir de
será aprovechada para crear mundos para- las concurrencias de la agrupación de imáge-
lelos de sentido, que serán “descubiertos” y nes, del contenido visual, que ofrecerá una
seguidos por un espectador necesariamente gran versatilidad de montajes y estructuras.
participativo, para que el relato sea posible. Dicho sistema analizará tanto contenidos
De este modo, el “lector” podrá recorrer a
Ƥǡ
voluntad cada una de las sendas posibles, sin aquellas resonancias visuales que caracteri-
ÀƤ
Ǥ zarían, en este caso, por ejemplo, el estilo re-
procesamiento multilineal de la lectura que lacional de un artista. Los autores nos mues-
genera por tanto, múltiples relatos en una tran cómo estos patrones que el sistema de
narrativa fragmentaria y multisecuencial. ×Ƥ
ǡ
La autora nos abre los ojos a la seducción creaciones y composiciones como al análisis
de estas intrincadas redes de relatos hilva- de las existentes: las relaciones comienzan
nados, a los recovecos y posibilidades de la a surgir, habrá algunas ya conocidas y otras
comunicación virtual en el universo digital, insospechadas. En este capítulo, podremos
donde se recuperan todos los tiempos y los observar el acercamiento matemático a la
contenidos se multiplican sin cesar. Allí don- estética, donde los descubrimientos en la
de las hibridaciones y la materia disponible Ƥ
±
-
Ƥ
dos tanto al origen de la imagen como a las
narraciones en simultaneidad. posibilidades de nuevas producciones, am-
Nuestra penúltima expedición nos lle- pliando nuestras concepciones de la poesía
va directamente a la aplicación de modelos visual y sus elementos latentes.
× Ƥ
Y llegaremos a la última parada de
generación de poesía visual en el escrito “La este viaje por diferentes posibilidades de
‘palabra visual’: sustrato para la poesía. Me- leer en el límite con la entrevista “Boek Vi-
jor mostrar aquello de lo que no se puede ha- sual: altavoz integrador de poesía visual”, de
blar”, de Pilar Rosado y Ferran Reverter. Aquí Estel Marín, en su recorrido por el blog Boek
los autores localizan en cualquier imagen di- Visual (2008) que ha fungido como platafor-
chas “palabras visuales” que componen su ma digital para la difusión de la poesía visual,
Ƥ
- el arte-correo y experimental, así como edi-
prensivo que cree poemas computacionales. ciones de artista. Marín entrevista al poeta
Así, la imagen servirá al ordenador “como su- visual Edu Barbero, creador de este lugar de
Ƥ
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miento de la poesía desde la estadística, que tógrafos, ilustradores, ensayistas, etcé, que
no solo proporcionará nuevas perspectivas resulta de referente fundamental dentro de
en el consumo del “texto visual” –recorde- la creación artística contemporánea. Estruc-
mos que la máquina no se rige por el sistema turada en dos bloques, la conversación inicia
con el desarrollo artístico del autor como Lo que sigue, por tanto es el esfuerzo
creador para atestiguar la maduración visual por mantener un rumbo que nos acerque a
obtenida a través de diversos procesos de cierta comprensión del fenómeno desde
investigación plástica; y continua con una perspectivas diversas, así la ordenación ca-
segunda parte en el que Marín se cierne so- pitular, aunque por esencia heterogénea ha
bre la creación de este mecanismo de difu- respetado un recorrido arterial de sentido:
sión de la poesía visual. Nos mostrará cómo En primer lugar, tenemos textos que han
Barbero da cuenta de la expansión que se le analizado la forma en la que las imágenes
ha dado a la poesía experimental desde di- nos relatan en la actualidad, para poste-
versos cauces precisamente por su hibridez riormente pasar a aquellos que estudian
y situación fronteriza y adaptable. El espacio la utilización poética de la imagen junto al
virtual sirve de herramienta y soporte con el texto, así como su liberación metafórica. En
cual profundizar y actualizar la información un tercer estadio, se concretan algunos de
de cierto tema, precisamente en una época los recursos poéticos de estas palabras en
totalmente visual, en la que se necesita de libertad, para asumir en otro de los textos,
mayores instrumentos pedagógicos para la las consecuencias en la lectura y el consu-
× ƤÀ - mo estético de una (anti)poesía que habita
dad contemporánea. Barbero de este modo, el límite. De ahí, se partirá a la expansión de
nos compartirá esa necesidad de compartir la poesía en su progresivo abandono de los
un escenario una distribución colectiva y un formatos tradicionales: primero, en la ex-
aprendizaje en cooperación a través de los pansión espacial, desde la poesía escénica
canales virtuales. de Joan Brossa a la poesía tatuada en la piel
Como podemos observar, el trasla- urbana, así como la utilización de los baños
do no ha sido corto, pues pretender crear públicos para una poesía en rebeldía; para,
ámbitos de encuentro para que surja nuevo en segundo lugar, concluir en los últimos
conocimiento desde diversos ámbitos en in- cinco capítulos, con las consecuencias y po-
tersección (Bauman, 2007), no es tarea leve. sibilidades de su trasvase al universo virtual
Nuestra problemática sigue y persigue toda- desde múltiples facetas de la producción, re-
vía la aproximación al estudio de las formas cepción o alojamiento artístico.
visuales que poéticamente comprenden un La aspiración de habitar el límite para
ÀƤ
encontrar el sentido –y por tanto el relato–,
actual. Seguimos en la preocupación de esta es una voluntad de observar el dinamismo
lectura del y en el límite, de los límites de de dicha demarcación, como añadiría Saer
esta lectura como noción que afecta y atra- (1997), es el deseo de ubicarse en el lugar
viesa al heterogéneo mundo de la creación, donde se “transforma lo existente en imagi-
sea esta teórica o plástica. Aquí, la imagen, nario y lo imaginario en existente” (p. 226).
el texto o su combinación ha servido de es- De intentar acotar, de alguna manera, la
pacios ideológicos de sentido en los que si- participación humana en aquello que imagi-
tuar el intercambio simbólico, entre el mos- ǡǡ
×ǡƤ
trar y el ver, entre el contar y el leer, entre la autoridad de la realidad que la produjo. Los
pieza y el lector-espectador. campos de la creación artística desarrollados
en las páginas siguientes parten de una na- Millán, F., García, J. (1975). La escritura en
turaleza salvaje que, cuanto más oprimidos libertad. Antología de poesía experimen-
por el mismo lenguaje se perciben y cuanto tal. Madrid: Alianza Editorial.
más constreñidos por la socio-historia del in-
ÀǡǤǡ±ǡǤȋ͚͙͚͘ȌǤDzǦǤ
dividuo y su mundo se contemplan, más au-
De la lectura convencional a la poéti-
À
Ƥ
dzǤǤÀ
a estos condicionantes. No pueden dejar de
(Coord.), Libro-arte/abierto. México:
Ƥ
-
Universidad Autónoma de Ciudad
destinidad y construir otros sentidos.
Juárez.
ĆėđĊĘĴēĉĊğĞĆćĎēĆĔČčĎē
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
P
ara trazar una senda que tran-
site desde la poesía visual
hasta la antipoesía, necesita-
remos primeramente esta-
blecer un punto de origen que
inicie este recorrido. Marcel
Raymond, en su libro De Baudelaire al su-
rrealismo (1983) asentaba la tarea del poeta
por su potencial en “reintegrar lo absoluto”,
porque actuaba “sobre lo real hasta el punto
de transformarlo, de superarlo” (p. 309). En
el caso del poeta visual, esto no solo se cul-
mina a través del verbo, sino por múltiples
vías que se incorporan al mundo de lo visible.
Quizás la distancia entre la poesía “tradicio-
89
90 Carles Méndez y Sabina Loghin
nal” y la “visual”1 resida únicamente en la di- tor. El azar se había introducido en la página,
Ƥ
× y a partir de Un Coup de dés (1897) ya no la
los que son presentadas, sin embargo, du- iba a abandonar: el poder de la combinato-
rante siglos la palabra y la imagen han sido ria sería en adelante el juego preferido des-
antagonistas en la historia de la producción de los caligramas de Guillaume Apollinaire,
y adquisición de conocimiento a partir de lo Tristan Tzara y sus textos encontrados, pa-
visible:2 “En la poesía visual, se someten los sando por las potencialidades del letrismo y
signos verbales a una serie de tratamientos las “hipergrafías” o la poesía concreta, hasta
Ƥ
Ƥ- la escritura automática o el Taller de Escri-
cado de las palabras más allá de sus asocia- tura Potencial (OuLiPo en francés);4 aunque
ciones convencionales” (Kac, 1997, p. 38). también se abrieron caminos al desarrollo
El desarrollo de la poesía visual3 no de las limitaciones impuestas para constatar
ha sido corto y se ha ido dimensionando a ƪǣ
lo largo del último siglo tanto visual como poemas fónicos de Morgenstern o Man Ray,
textualmente (como uso de la letra o del las (con)fusiones de los poemas pintados de
mensaje escrito). Uno de sus orígenes lo po- ǡDzdzOuLi-
dríamos situar en el intento vanguardista de Po –donde dejaban de utilizarse una o varias
diluir el concepto de autor iniciado por Ma- letras–,5 o incluso la hibridación, apropiación
llarmé al anunciar –en palabras de Barthes– y yuxtaposición por medio del collage, el cut-
que era el lenguaje el que hablaba, no el au- up6 o la escritura colectiva. Una diversidad
de posicionamientos, en los que las formas
de recibir –entender y consumir– la poesía
1 Entrecomillamos porque ni la tradicional, la
escrita, la ejercida solo por medio de la palabra,
tiene un sentido peyorativo o desactualizado
(pudiendo ser en su habitualidad transgresora),
ni la “visual” implica que sea diferente a la ante- 4 Acrónimo de Ouvroir de littérature potentielle,
rior –que también necesita visualizarse, aunque taller fundado en París por el escritor Raymond
podría ser meramente oral o sonora. Queneau y el matemático François Le Lionnais
2 Estas diferencias entre ver una imagen y ver a partir del Seminario de literatura experimen-
un texto, vienen ya desde la segmentación de la tal, en el que experimentaban, sobre todo, con
realidad articulada por el pensamiento racional, las formas literarias de escritura limitada. En el
diferenciando el contenido de las formas. A este ámbito hispánico hay también casos muy des-
respecto, Lamarca (2013) explica que: “En la pri- tacados: la novela epistolar en forma de baraja
mitivas formas de escritura, los pictogramas, no de Max Aub (Juego de cartas, 1964), los tableros
había diferencia entre la forma y el fondo, pero de Xul Solar y Julio Cortázar y los puzles de Jorge
poco a poco la imagen dejó de representar el Luis Borges.
objeto que designaba, había nacido la escritura 5 Un ejemplo de esto sería La dispatition (1969)
alfabética” (s. p.). donde se elimina la “e” de la narración. En su tra-
3 Aunque la poesía visual es tremendamente di- ducción al español se eliminó la “a” (El secuestro,
versa y heterogénea, en sus lenguajes y modos 1997).
de manifestación, trataremos aquí fundamen- 6 Alterando las premisas azarosas del poema
talmente aquella que combina de algún modo, dadaísta, dispuestas por Tristan Tzara, el escritor
las palabras con las imágenes, combinando dis- William S. Burroughs elaboró en los años sesenta
curso escrito y plástico en el mismo espacio. Por la técnica de recortes de una obra lineal y termi-
supuesto existe muchísima producción en poesía nada, para reorganizarlos en un nuevo texto con
visual que no necesita ya sea de texto o de ima- frases improvisadas. Técnica que posteriormente
gen, pero no será aquí centro de nuestro estudio. se reutilizaría también en música.
han ido más allá de la letra y la morfología imagen se vuelva texto (discurso) y el tex-
del léxico moderno.7 to se vuelva imagen (ícono): una apertura
Mallarmé inauguró una serie de suti- inestable, una relación que se cuestiona a sí
les operaciones encaminadas a que el pen- misma donde la imagen puede tener una re-
samiento atravesara a golpes la realidad ferencia lingüística pero no es equivalente a
y pudiera, de ese modo –con una tirada de ella, pues en ella reside menor arbitrariedad
dados–, comprenderla. La página en blan- que en la palabra (Ochoa, 1997).
co se propone así como abismo del mundo, Estos retazos son reorganizados de
donde las composiciones son posibilidades, forma sensible a través de la práctica artísti-
moldes que imprimen nuevas sensaciones y ca para una recepción estética entre “objeto
sentidos para fabricar otros presentes me- de lectura” y sujeto-lector, donde el sentido y
diante diversas ordenaciones subjetivas. el sinsentido ocurren contradictoria y simul-
Esta potencialidad literaria heredada por la táneamente para generar diversas energías
poesía visual, ha mostrado nuevas posibi- plásticas y mostrar otras presencias –inten-
lidades de lectura anteriormente insospe- sas– del mundo: los relatos. A este respecto,
chadas, con otras formas de advertirnos a Schirato y Webb (2004) no dudan acerca
nosotros mismos en esas particulares mez- de las posibilidades narrativas de la ima-
ƤȂȂǤ- gen cuando anotan que “pictures, images
sencias de las que participamos a modo de and visual objects more generally are not
partitura de elementos donde las analogías just to be looked at, but contain a story, or
y diferencias entre la imagen y la palabra –en a body of information, which we can access
refuerzo complementario y en tensión lin- as we might access the content of a written
güística– opacan múltiples sentidos a la vez text” (p. 81).9 La poesía visual por tanto, será
que develan heterogéneos lenguajes; como custodia de un relato –entendiendo este al
si el poema fuera un objeto ininterrumpido momento en el que su lectura cobra sentido
que recobra fragmentos de representación o para el lector– que requiere de estrategias
pedazos de totalidad para “forzarnos” otras
ÀƤ
×±-
realidades. Un efecto-imagen en el que el
juego8 de interpretaciones provoca que la ±
ǡ
Ƥ ï
ǡ
modo de esparcimiento literario. Relaciones con
el lenguaje que han sido estudiadas por ejemplo,
7 Por ejemplo, en México se han desarrollado di- tanto por el pensamiento del Ludwig Wittgens-
versas estrategias experimentales en esta tesitu- tein (1973) hermeneuta como por los análisis del
ra, como los Psicogramas de René Rebetex y Fe- lenguaje como agente estructurante de Jacques
lipe Ehrenberg para el Heraldo de México (1968), Derrida (1986).
las composiciones y objetos de Yani Pecanins, la 9 Trad. de los aa.: “fotos, imágenes y objetos vi-
poesía sistemática de Ulises Carrión (“Textos y suales en general no son solamente para ser con-
poemas”, en Pluralǡ͙͛͟͡Ȍǡ- templados, sino que contienen una historia o un
ǡ
- conjunto de información, a la cual podemos ac-
ǡ Ƥ
ȋPoema urbano, 1981) ceder como podríamos acceder al contenido de
del grupo Março, entre muchas otras. un texto escrito”. Si bien es cierto, también vere-
8 Los juegos entre letras/palabras como los ana- mos cómo para poder acceder a este contenido,
gramas, las omisiones de los lipogramas o los los canales a utilizar para ello no son los mismos
retos pangramáticos han sido realizados por si- que con un texto escrito, y por tanto, la lectura
Ƥ
comprende diferentes bases y recorridos.
ca, no solo en su hibridez, como objeto limi- la imagen para “borrar lúdicamente las más
nal entre la escritura y la representación vi- viejas oposiciones de nuestra civilización al-
sual, sino entre esas relaciones-oposiciones ±
ǣǢƤ
Ǣ
de las que hablamos entre el ver/mostrar y
ǢƤ
Ǣ-
el leer/contar –sustentadas desde el modelo rar y leer” (Foucault, 1981, p. 34).
logocéntrico del lenguaje (civilizatorio). El giro pictorial profundizado por Mit-
Sin embargo, no será nuestro interés chell (2009) ya nos aboca a pensar en el aban-
situar la separación del fondo con la forma, dono –o alejamiento al menos– de la “texto-
o centrarnos en la frontera entre la imagen y latría”,11 al descubrir que…
las palabras, como tampoco dimensionar las
ǡ
Ƥ
× …la actividad del espectador (la vi-
su conjunción –hasta la propia negación con sión, la mirada, el vistazo, las prácti-
la antipoesía– es capaz de fabricar nuevos cas de observación, vigilancia y placer
presentes, trascendiendo el texto conven- visual) puede constituir un problema
cional10 y la cordialidad de las convenciones, tan profundo como las varias formas
para llegar a la poetización de la misma poe-
ȋ
ǡ
Ƥ-
sía, al análisis del lenguaje poético desde la cación, interpretación, etcétera) y que
misma práctica artística. Así, llegamos a un puede que no sea posible explicar la
lugar en el que el “texto” –o mejor, “aquello experiencia visual, o el “alfabetismo
legible”– desborda las potencialidades de la visual”, basándose solo en un modelo
contaminación entre caracteres e imágenes, textual (p. 23).
donde ni unos ni otras pueden contenerse
en su exterioridad. El sentido no reside en Por ello, es difícil negar en un presen-
Ƥ
ǡ
×
- te tecnológico abarrotado de imágenes –re-
mada por la experiencia del receptor; en la presentaciones sin discurso–, que el modelo
producción singular que este sea capaz de
trazar en esa “lectura sin texto” o a partir
11 Richard Rorty en su ensayo ƤÀ
de aquellas “imágenes de palabras” para –a
espejo de la naturaleza (1989) ya llamaba a este
través de estos desplazamientos– activar di- proceso de textualización “el giro lingüístico”, en
ferentes claves de legibilidad. Luego, para el cual varias disciplinas de las ciencias humanas
tomaban a la sociedad misma como texto y sus
Ƥ
-
representaciones diversos discursos estructura-
do se hará necesaria la intercomunicación, dos en un lenguaje común. Mitchell (2009) pro-
la interdependencia y el contagio ineludible pondrá al respecto un “giro pictorial”, en el que
seguirá los estudios de Charles Pierce y Nelson
entre la letra y la forma, que se distinguirá
Goodman acerca de los sistemas simbólicos no
del sentido de cada una de estas sustancias lingüísticos fundamentados en la experiencia vi-
por separado. Un juego que socava la posible sual y material del lenguaje: “lo que da sentido
al giro pictorial no es que tengamos una forma
unidireccionalidad del texto o univocidad de
convincente de hablar de representación visual
que dicte los términos de la teoría cultural, sino
10 No nos referimos aquí a la obsolescencia de la que las imágenes (pictures) constituyen un punto
“galaxia Gutenberg” ya anunciada por McLuhan, singular de fricción y desasosiego que atraviesa
sino de la reformulación de la lectura lineal como transversalmente una gran variedad de campos
generadora de metáforas y analogías. de investigación intelectual” (p. 21).
Así, aunque podamos disociar la grá- no necesariamente del objeto escrito, sino de
Ƥ
ǡ cualquier signo. Así, el concepto de lectura se ha
ampliado puesto que el texto puede estar cons-
aquí fuerzas complementarias –no tanto
truido con otros lenguajes, y es la lectura lo que
opuestas– que se coextienden a la intelec- constituye la textualidad, sea musical, pictográ-
ción del mundo. Donde la imagen se convier- Ƥ
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lectura brinda no es solo el que está cifrado en el
te en un líquido practicable para el espesor
texto, sino también el que se encuentra en el pro-
de la palabra, posibilitadora de un innume- ceso de la producción del texto” (Ramírez, 2009,
rable acervo de elementos invocados por el p. 179).
18 Ramírez (2009) a este respecto, abordará este
espectador-lector; y la palabra encadena la
fenómeno como una producción continua funda-
imagen a un lenguaje estructurado y a sig- mentada en “nuevos actos de lectura, en nuevas
Ƥ
ÀƤ
ǡ
- condiciones, afectadas a su vez por nuevos tex-
tos; en suma: nuevas lecturas que son alimento
tos de la realidad que acoten la dispersión
de las que vendrán” (p. 164).
interpretativa de las imágenes “es decir, la 19 Recordemos que como dispositivos cultura-
Ƥ
les, tanto el objeto de lectura como el lector tie-
nen su propia historia y trayectoria. Como aclara
como inicio de todas las narraciones posi-
Chartier en su doble división de la lectura, existe
bles” (Abad, 2012, pp. 2-3). De este modo, “una individual, con carácter de acción dinámica
trascender lo predecible17 requerirá tanto del que responde a las solicitaciones del texto e im-
plica una labor de interpretación, y otra colectiva
(del orden cultural) relativa no solo a las sociabi-
17 Según Noé Jitrik en su Lectura y cultura (1998), lidades por donde circulan y varían los modos de
Ƥ
- acceder a determinados textos —sociabilidades
ta aquello nuevo, sino que “excede lo previsible entre el lector y el texto—, sino también a las ta-
de una intención o designio, […] la lectura no se reas conformadoras de las prácticas de lectura”
circunscribe al texto y recupera la textualidad (Ramírez, 2009, p. 182).
de lectura, la lectura del “mundo-vida”20 y la Esta herida abierta al mundo que supone el
creación simultánea del lector sobre ellos. poema visual, como relación orgánica con
Ƥ- él y en coextensión a él, no solo implica el
mente la construcción de sentido por parte Ƥ
À ǡ ±
de este lector (Larrosa, 2003), entonces “la ese empeño que tiene –y que venimos mar-
lectura no es atar un texto a un código ex- cando– de articular nuestra experiencia y
terior a él, sino suspender la seguridad de producción de sentido a sus límites. Para
todo código, llevarlo al límite de sí mismo, y adquirir ese “universo abierto” nos vemos
permitir su transgresión” (p. 42). Y en el caso obligados a trasladar las fronteras de re-
de la poesía visual, donde la palabra acota presentación e interpretación que creíamos
Ƥ
ǡ nuestras; y no en el sentido de “crear nuevos
sería extraño que su actividad fundamental sistemas, aportar nuevas ideas y ofrecer una
fuera precisamente esta aproximación con- teoría del mundo, sino de llevar el lenguaje
tinua al borde del lenguaje; como el margen Àdzȋ
ǡ͚͘͘͜ǡǤ͝Ȍǡƪ-
foucaultiano acerca de las discontinuidades nar la legibilidad hasta su máxima tensión
históricas cuando decía que “todo límite no Ƥ
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es quizá sino un corte arbitrario en un conjun- nes existentes y produciendo otras antes
Ƥ ×dz ȋ
ǡ ͙͡͞͠ǡ inhabitadas. Implicará entonces, como de-
p. 57), donde la cisura será sobre el mundo. cía Blumenberg (2000) “la aspiración de dar
Una incisión que permite otra visión. al mundo un contenido de sentido que, en
cuanto a apertura a la realidad, constituya
Vivir en la incisión. Habitando los para el hombre un valor-límite de su relación
límites del lenguaje con el mundo” (p. 14).
En este nomadismo se concreta en
El mismo acto que puede dar existencia a un tex- cierta construcción intelectual del mundo
to, extraer sus revelaciones, multiplicar sus signi- por parte del lector, en ese lugar fronterizo
Ƥ
ǡƪ±ǡ donde la interpretación elabora nuevos sig-
posibilidades del futuro, puede también destruir o Ƥ
ǡ
tratar de destruir la página viva. el goce poético, no depende únicamente del
Alberto Manguel, Una historia de la lectura uso del lenguaje, sino de su capacidad trans-
formadora (Kristeva, 1981) y las alteraciones
que permita elaborar. Un espacio donde su-
jeto –lector– y objeto de lectura –poema–
ƪ
À
20 En alemán, Lebenswelt, se usa para referirse a
la suma de todo fenómeno constitutivo de la vida para que surjan otros relatos: “En esa franja
del sujeto en su mundo corpóreo. Acuñado pri- fronteriza se darían cita los movimientos de
Ƥ
-
presión entre uno y otro: las tendencias de
nalización del mundo que excluía en su ordena-
miento la experiencia de los individuos (el mundo fuga de la periferia y las invasivas del ele-
ȌǤ
mento externo” (Gómez, 2008/2009, p. 4).
pautas interpretativas, la sociedad y sus relacio-
Es cuando de la elasticidad producida por los
nes, y en la personalidad y el comportamiento de
los sujetos. continuos intentos de conquista territorial
entre objeto y sujeto y sus resistencias, se al- enfrentamiento entre identidad y alteridad
canza la intelección del poema visual; ambos que despliega y construye el relato, toman-
Ƥǡ
do al poema visual, por un lado, como sus-
Ƥ±Ǥ pensión de la vida –discontinuidad–, y por
Y no nos referimos a que la visualidad deba otro, sucediendo en ella –simultaneidad–.
volcarse siempre sobre el recipiente lingüís- De este modo, la “narración” surgida de esa
tico –o a la inversa–, sino a que el lenguaje relación “permite al hombre pensarse y pen-
–cualquiera–, como dispositivo materiali- sar el mundo, enriqueciendo, gracias a las in-
zador del pensamiento, se amplía hacia los Ƥ22 que desarro-
bordes, y en ellos, se extiende a otras formu- lla a través de la narratividad, su universo de
laciones idiomáticas y simbólicas que no son Ƥ
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Ƥï
± Si como decía Merleay-Ponty (1994)
o de la imagen para desarrollar conceptos, “por estar en el mundo estamos condenados
ƪ
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al sentido” (p. 19), como forma sensible, el
nos posicionamos frente a las imágenes y poema visual será valorado en su capacidad
las palabras como un ‘todo’, participamos en para proporcionar asociaciones metafóricas
un juego que aceptamos tácitamente para o conexiones con otros relatos, no necesa-
Ƥ
- riamente “a la vista”, que permitan reducir la
dido de la textualidad y la visualidad, gene- distancia entre los mundos y habitar lo ina-
rando nuevas e inéditas narrativas del ‘yo’” prensible.23 La cosa es transformar el registro,
(Abad, 2012, p. 3). Así, podríamos pensar estirando su comprensión hacia nosotros:
que si nuestro universo –sea el verbo, sea la
imagen– es inabarcable, seremos nosotros Con la interpretación como causa, el
como lectores los que situaremos los límites espacio liminal va a ejercer una resis-
a dichas substancias, los que añadiremos di- tencia ante la traducción, resistencia,
ferentes constelaciones que reorganicen el no obstante, que alimenta el impul-
mundo a partir de los contenidos producidos so para sobreponerse a ella. De este
en esas demarcaciones.21 Una cooperación/ modo, la interpretación también se
para cada quien, que llenará “diferentes con- jeto de lectura, artefacto que traza los már-
notaciones individuales, literarias, cinema- genes de la interpretación del lector, mien-
Ƥ
ǡ ǡ
tras este le da forma simultáneamente con
siempre subjetivas, arbitrarias, melancólicas su interpretación (Soní, 2002). Así, podemos
y efímeras, toda vez que su denotación obje- decir que si el mundo es una estructura em-
Ȃ
×ǡƤ
- pírica, mental y también cultural, el poema
ral – ya no es accesible” (Pardo, 2010, p. 25). –como parte de él– deseará ser leído, pero
Posibilitar nuevos mundos enfren- en el juego de la resistencia, de las expec-
ta tanto la corrupción de la individualidad tativas, conexiones, ampliaciones y despla-
como la tendencia de universalidad, así, zamientos, en una lectura móvil que pone a
el ingreso del sujeto en el poema visual es prueba a la intuición (Manuel, 2010). Queda
siempre a través del entre-deux.27 Una línea el poema visual en la frontera de imagen y
ǡ
ÀƤ- palabra, en un afuera y un adentro, en un
güísticamente ambiguo, y ha de serlo, para ±
ÀƤ
ser descifrado en tantas lecturas como expe-
ǡ Ƥ
× ǡ
riencias se acerquen a su límite. entender y experimentar la metáfora, to-
No nos centraremos, como decíamos, mando esta como cierta estructura de senti-
solo en el autor, en la obra o únicamente en do proyectándose hacia otra, una ausencia y
±ǡ
ƪ
una visibilidad simultáneas que están ligadas
mundos interdependientes, donde la isoto- a la exterioridad.
pía de sus discursos –que anotaba Ricoeur a
diferencia de Iser–28 extraiga el sentido al ob- Otorgar sentido y extender los lími-
tes: Antipoesía
27 Delgado (1999) señala la paradoja última de
la frontera en De Certeau, cuando habla de que
Y este camino hacia la antipoesía, como ya
“todo lo que está separado está unido por aque-
llo que lo separa” (p. 123), y cita la respuesta del hemos observado, no estamos recorriéndo-
autor a la pregunta: “De los cuerpos en contacto, ï
Ƥ
Ǥ
¿cuál de ellos posee la frontera que los distingue?
nos referimos, por ejemplo, a la e-poesía,
Ni uno ni otro” (De Certeau, 2000, p. 139). Sigue
Delgado: “La frontera, cualquier frontera, por de- como aquella que perdió el cuerpo, que fue
Ƥ
×ǡ-
Ƥ
saje, un vacío concebido para los encuentros, los
pantalla en blanco como nuevo espacio de
intercambios y los contrabandeos. Toda frontera
es eso: un entre-deux”(1999, p. 123). Ya no habla- actividad poética; sino también a la poesía
ǡ
ǡ À
Ƥ
sonora como la etnopoesía y la polipoesía
sino como espacio habitable, frente al límite del
como formas de entender el lenguaje a par-
lenguaje wittgensteiniano, ahora “vemos que el
símbolo y el icono, la analogía, son un intento de tir de la oralidad, la danza, la teatralidad a
unir el decir y el mostrar, y con ello transgredir los partir del ruidismo, los efectos, la distorsión,
límites del lenguaje para tocar el mundo” (Beu-
los gestos, etcétera (Bellón, 2008); pasando
chot, 2002, s. p.).
28 Para Iser el texto es solo un estímulo que pro- por la preocupación de Eduardo Kac de su-
voca toda la construcción por parte del especta- perar los formatos impresos con desarrollo
dor, mientras que Ingarden y Ricoeur proponen el
de nuevas formas poéticas para la época di-
enfrentamiento de la objetividad del texto con la
subjetividad en la interpretación (Tornero, 2007).
Por ello, llena nuestra determinación de va- el ámbito de la pintura, siendo que su pro-
À Ƥǡ ducción se extiende a otros planos y dimen-
nuestra experiencia y amplía nuestro cono-
òÀ
ǡƤÀ
cimiento porque esos espacios desiertos tie- la metafísica. Sus creaciones fueron inasibles
nen una gran relevancia estética al propiciar en muchos sentidos, pues escapaban a sínte-
la colisión de representaciones a través de sis tradicionales o a estudios formalistas.
la interacción con el objeto de lectura (Iser, Podríamos decir que, precisamen-
͙͟͡͠Ǣǡ͚͙͙͘ȌǤ
Ƥ- te, la pieza que logra combinar todos estos
cación son los que se abren a otra cosa, per- aspectos, es el tablero de Panajedrez ȋƤ-
mitiendo incontables permutaciones de la ra 1). Este juego –que no es simplemente
×
×Ƥ
×ǣ ǡ Ƥ -
no habrá lectura correcta, sino recepciones yor–, reúne en sí mismo distintos lenguajes
sensibles conscientes de su contaminación. expresivos basados en la “panlengua”31 y
À
Ƥ- en el zodiaco, lo cual lo hacía más compli-
carse, la antipoesía desea multiplicar aquella cado que el ajedrez tradicional por todas
incertidumbre e indeterminación de la que sus implicaciones espirituales. En él radica
hablábamos, apostando por la distancia es- la potencia de jugar como acto poético al
tética, por las posibilidades semánticas que mundo: cada movimiento, es una relación
caminan a la abstracción. Es así que podría- y posición nueva de las diversas piezas en el
mos encontrar en la antipoesía una voluntad tablero que responde a un universo de posi-
metapoética, una forma de conversar de la bilidades semánticas, lingüísticas y visuales.
poesía desde una faceta menos reservada y Ƥ
Ȃ
ǡ
-
hermética, un estudio desde la periferia o en poran números–, está marcada con una con-
el mismo contorno de aquella. sonante o símbolo, y las casillas del tablero
contienen combinaciones de vocales, de tal
El universo en un juego divino suerte que a según los movimientos van ger-
minando nuevas palabras y relaciones entre
En este apartado nos gustaría presentar el los elementos dispuestos. Al mismo tiempo,
tablero del poeta y artista Xul Solar, llamado
Panjuego o Panajedrez (h. 1930). Admirado 31 Belén Gache (2002) anota que el neocriollo
“parte de una suerte de lengua mixta españo-
por sus contemporáneos como un artista
la-portuguesa, a la cual Xul enriquece agregándo-
Ƥ
ǡ
À
ǡ le palabras tomadas del alemán o el inglés” (s. p.).
considerado por Borges, su amigo cercano, Junto a este nace la panlengua, inventada por el
propio Xul Solar, creada sobre bases numéricas y
como un “ciudadano del cosmos”. Su interés
astrológicas que se escribía tal cual se pronuncia-
por la astrología y el tarot se plasmaban en ba, de raíces fonéticas sencillas que combinaba
sus obras como simbologías, muchas veces principios de distintos idiomas. PanƤ
-
versal y Xul pretendía crear un sistema de signos
utilizando la pintura como un elemento co-
que fuera totalizador, de fonética sencilla, en la
municacional que puede transmitir un conte- que cada sonido tendría un sentido y cada conso-
nido espiritual y de difícil encasillamiento en
À
Ƥ
Ǥ
si se tratara de una rehabilitación del “lenguaje
alguna de las vanguardias de su época. Pero
×Ƥ
-
sería errado hablar de Xul únicamente desde sajes” (Lindstrom, 1982, p. 244).
Figura 1.
Panajedrez (h. 1930), Xul Solar.
En “El palacio enciclopédico”,
la exhibición principal de la
55.º Bienal de Venecia (2013).
Imagen en Creative Commons
por Audiovisual Telam, disponible
en línea en la dirección: https://
www.youtube.com/watch?v=RIeF-
0Szjgw
las piezas vienen marcadas con la represen- Así, gracias a las permutaciones y las
tación de un planeta, y sus posiciones en el mismas normativas del lenguaje, la “jugada”
damero proyectan efemérides, signos del supondrá una transgresión de los límites de
zodíaco y constelaciones. El juego completo las asociaciones lingüísticas regladas y las
se compone de sesenta piezas (treinta por correspondencias entre percepciones senso-
jugador) –más otra compartida denominada riales, por lo que podrá utilizarse “para desa-
azar–, y en la misma casilla pueden apilarse rrollar ideas, estructurar poemas, componer
hasta tres, por lo que podemos entender que música o pintar cuadros”. Nadie gana o pier-
responde a toda una urgencia de reinven- de, pues el juego se erige como “una crítica a
ción del mismo lenguaje, de reemplazar los la noción misma de agon [contienda, desafío
Ǧ
ƪ
× o disputa], presente en una mentalidad oc-
de sus diferentes capacidades de reformula- cidental, tendiente al éxito y al progreso, y
ción.32 que ha subyacido a la ciencia, a la economía
ƤÀ
dz
(Gache, 2011, s. p.).
͚͛ǡƤ
ǡ-
versos elementos de cualquier juego para forta- Desde mucho antes, Xul Solar se ha-
lecer la concepción lúdica, de aleatoriedad y a la bía interesado en la creación de lenguajes
vez sistemática de la pieza, era un fenómeno en Ƥ
Ƥ
pleno desarrollo. En estos momentos, ya el anti-
guo oráculo chino I Ching o Libro de las mutacio- un lenguaje común (como el “neocriollo” y la
nes –que tanto gustaba a Solar y Borges– había “panlengua”), una visión que el juego com-
sido tomado como referencia estructural, incluso Ƥ-
el mismo Duchamp había dejado como heren-
cia algunas concepciones, que posteriormente tino a través del horóscopo, recitar palabras
evolucionarán también gracias a John Cage o las en estos idiomas, componer versos, elaborar
heterogéneas incursiones en caja de Fluxus –so-
Ƥ
ǡ
Ƥ
recordar su Universal Machine (1965) o Name Kit ecuaciones matemáticas, etcétera, en una
(1965).
cual su creador da nombre y asigna las parti- palabras, objetos, acciones, etcétera, son en
cularidades a cada ser que lo compone, Xul sí posibilidades de aproximación a diversos
bautizó a cada ser, les otorgó un movimien- constructos que están por ocurrir, todo es
Ƥ
ÀƤ
ǡ×
cuestión –como decía Rousseau respecto de
×ǡƤǡ
Ǣ la historia de la escritura– de articulación: “El
convirtió en jugador, pero también en astró- devenir-lenguaje del grito es el movimiento
logo, matemático, artista y alquimista a la por cuyo intermedio la plenitud hablada co-
vez. Formó un sistema de sistemas alterna- mienza a devenir lo que ella es al perderse, al
tivo, y esto, como anota Derrida (1986), en ahuecarse, al quebrarse, al articularse. El gri-
algún momento: “Equivale, con todo rigor, a to se vocaliza comenzando a borrar el habla
destruir el concepto de ‘signo’ y toda su lógi- local” (Derrida, 1986, p. 339). La Panajedrez
ca. Sin lugar a dudas no es por azar que este vendría a “subsanar” esta borradura y susti-
desbordamiento sobreviene en el momen-
× Ƥ
× ǡ
to en que la extensión del concepto de len- de la razón y la aparición de la consonante en
guaje borra todos sus límites” (p. 12). Y más nuestros gritos, nos devuelve a una conexión
cuando esta expansión no es únicamente a –a esta articulación– que la exactitud del len-
partir de la escritura o la forma, sino de todo Ǥ Ƥ Ȃ
un complejo que rebosa de sí mismo como Ƥ
Ǧ×-
un estudio lingüístico, planteando que “todo co–, el juego importa la metáfora originaria
Ƥ
al pensamiento, induce poesía al acto poéti-
ǣ Ƥ
dz ȋ
- co. De este modo, todo puede inventarse de
che, 2002, nota 17, s. p.). Es un exceso poé- nuevo, por eso Xul se anunciaba con la excla-
tico que no puede tener ley, o al menos, no mación “¡Me haré un mundo!”, porque tal y
la misma legislación que la poesía tradicio- como opinaba Borges: “Tendemos a creer
nal, y mucho menos que la normatividad del que ese mundo complejo y en gran parte
lenguaje de la comunicación cotidiana; por- ajeno en que vivimos, es la realidad; pero Xul
que además se vehiculiza como alternativas ÀƤ
-
idiomáticas –y en este caso, con pretensio- tinuamente, y creía que su misión consistía
nes universalizantes– presentado como pro- en esa revolución continua” (Goldenberg,
ductor de un sentido a otro. Un disparador 2004, s. p.).
de relaciones múltiples y simultáneas –pre o
postalfabéticas– para una visión metafórica
del mundo.
Xul inventó vías de escape, sabía que
Artefactos y “parracidios” poéticos
el ser humano se “ha envuelto en formas lin-
Sumamos aquí otro intento, más violento si
güísticas, en imágenes artísticas, en símbo-
queremos, de amalgamar diferentes ámbi-
los míticos o en ritos religiosos, en tal forma
ǡ±ǡ
ÀƤ
que no puede ver o conocer nada sino a tra-
fuera de la poesía –tradicional–, y más ten-
±
× Ƥ-
cial” (Obiols, 1997, pp. 238-239). Nos devuel- dentes a la crítica cultural: la antipoesía de
Nicanor Parra. Elaboraciones híbridas enca-
ve a un estado mágico en el que imágenes,
Figura 1 (izquierda). El mundo es lo que es (1972), de Nicanor Parra y Juan Guillermo Tejeda. Tarjeta postal perteneciente
Artefactos (1972), imagen de Creative Commons tomada por Eduardo Ojeda (abril, 2008), disponible desde: ǣȀȀǤƪ
Ǥ
com/photos/eadweardx/2404985955; Figura 2 (derecha). Reedición de Artefactos por la Municipalidad y Aguas Andinas (2014),
imagen de Creative Commons tomada por la I. Municipalidad de Santiago (agosto de 2014), disponible desde: ǣȀȀǤƪ
Ǥ
com/photos/munistgo/14879154969
raba estos mensajes explosivos del mismo Los Artefactos (1972) son la metra-
Ƥ- lla que queda tras el estallido antipoético:
tis, asociándolos por un lado, a su origen y “Resultan de la explosión del antipoema. Se
desenvolvimiento “mundano”, y por otro, al ÀƤ
×±Ǥ
ǡ
carácter disidente y revolucionario que con- ejemplo, que el antipoema es un conglome-
tenían. Aquí, el primitivismo de Parra está rado de artefactos a punto de explotar” (Be-
relacionado con el regreso al instinto, al ale- nedetti, 2006). No queda nada del poeta, que
jamiento de las buenas formas adquiridas, se ha volatilizado en una frase popular, algo
Ƥǡ que ya “anda disuelto en el aire cultural que
que se sumen en el anonimato de lo popular. todos respiramos. Y el lenguaje que usa es el
Como vemos, el autor no soporta la pestilen- lenguaje de la colectividad, las frases hechas
cia de lo pomposo, es una forma nudista de de los anuncios de televisión y radio, de los
hacer poesía donde el uso de imágenes y pa- lemas políticos, de los carteles, las frases que
labras trabaja en contradicción, aliado con la ya no pertenecen al que las dijo por prime-
denuncia del abuso que les damos: “La anti- ra vez sino que son el patrimonio de todos”
poesía a la vez que asume una impronta ico- (Gottlieb, 1993, s. p.). Y pensemos además
noclasta, actualiza la tradición, valiéndose en el traje postal, en el que cada artefacto –o
de la sabiduría popular, de la oralidad y de la ensamble– indica una utilidad real, donde la
frase hecha, propia del discurso publicitario” poesía es instrumentalizada y destinada al
(Vásquez, 2012, p. 223). intercambio e interacción entre el público. Es
devuelta a la calle para poner de nuevo en tela
de juicio el orden, la autoridad del autor y las
×Ƥ
bases de la tradición: no es solo “una tarjeta
la caligrafía del propio poeta. Muchos fueron re- postal sino un antipoema y además antica-
tirados debido a la virulencia del mensaje en un
ambiente político delicado (Soto, 2014), y otros non, un antiestablecimiento, lo anticoloquial”
publicados años después. (Soo-Jie, 2006, p. 9). A Parra pocas cosas le
Figuras 3 y 4. “Bandejitas de la Reyna” (1994-2002), perteneciente a los Artefactos visuales de Nicanor Parra. Figura 3
(izquierda). Imagen de Creative Commons tomada por Jorge Jorquera (septiembre de 2013), disponible desde: https://www.
ƪ
Ǥ
ȀȀȀ͘͘͘͡͞͠͡͡͞͡ȀȀǦ͜. Figura 4 (derecha). Imagen de Creative Commons tomada por
olenskapqb (septiembre de 2006), disponible desde: ǣȀȀǤƪ
Ǥ
ȀȀȀ͚͙͙͛͛͘͜͠͝ȀȀǦ
obra de Duchamp ha sido para el arte con- apuesta por las ataduras del lenguaje tras
temporáneo” (2011, parr. 7). Estas elabora- la desaparición del libro, por permanecer
ciones resumen diferentes acciones poéticas atónitos frente al sepulcro de la página y las
que empezaron con “El Quebrantahuesos” apariciones de otros usos del lenguaje más
(1952) –láminas realizadas con recortes de heterogéneos junto con la deconstrucción
periódicos para cierta concreción de una de la poesía. Así, seremos testigos del des-
poesía urbana–, y se corporizaron en sus Tra- montaje –y vuelta a ensamblar– del lenguaje
bajos prácticos (1969-2002) a partir de una poético que nos lleva al desmantelamiento
serie de objetos cotidianos perpetrados con de la palabra y a la instauración de nuevos
Ƥ
- dispositivos que disparen nuevas relaciones
rados. Así, si los antipoemas de Artefactos irónicas de un pensamiento bricoleur, de una
(1972) permanecían todavía en las conver- construcción casera, de la serendipia en un
saciones bidimensionales y tenían el papel Do It Yourself: “Es el que trabaja con sus ma-
como soporte, ahora estos serían objetos nos, utilizando medios desviados por com-
ubicados en-frente del espectador. Piezas in- paración con los del hombre de arte […] es
cómodas que fatigan –tal y como agotaban el que obra sin plan previo y con medios y
los ready-made al alto mundo del arte–, e in- procedimientos apartados de los usos tec-
sensibilizan estéticamente el acto poético al nológicos normales. No opera con materias
permitir –y trascender– que todo el mundo primas, sino ya elaboradas, con fragmentos
pueda “construirse” uno. El objeto se textua- de obras, con sobras y trozos” (Lévi-Strauss,
liza así como el texto se objetualiza. 1997, p. 35). De lector pasaríamos a ser con-
En los Trabajos prácticos ȋƤ ͝Ǧ͡Ȍ sumidor de estas fracciones, no solo porque
el juego semiótico entre objeto y texto su lenguaje contraste con lo que entendemos
Figura 5 (izquierda). “Democracia & dictadura” (1969-2002), de Nicanor Parra, disponible desde: ǣȀȀǤƪ
Ǥ
ȀȀ
huasonic/256997255; Figura 6 (derecha). “La izquierda & la derecha unidas jamás serán vencidas” (1969-2002), de Nicanor
Parra, disponible desde: ǣȀȀǤƪ
Ǥ
ȀȀ
Ȁ͚͙͚͘͘͟͝͝͠. Ambas piezas pertenecen a los llamados “Trabajos
prácticos” y son imágenes de Creative Commons tomadas por Cristian Labarca (septiembre de 2006).
por poesía, sino porque viene a conformar como objeto, subversiva y nómada, suspen-
nuestra experiencia a partir de las situacio- de los canales habituales de la comunicación
nes del mundo natural, tal y como lo vivimos. poética.
Así, si el mundo se detiene ante la potencia Tomar, como vemos, la antipoesía
de la pieza, es precisamente por la conexión como arma arrojadiza no es un mero acto de
y correspondencias que engrana Parra entre terrorismo poético, es poner en duda la ra-
el mensaje y el objeto, entre las palabras y cionalidad moderna, es sabotear el estatuto
la imagen, de lo callejero a lo metafórico. burgués y acorralar a la poesía tradicional.
Los Trabajos prácticos son “abandonos teó- Como hija ilegítima de la poesía de salón
ricos” que se apropian imaginativamente de está confeccionada para desorientar, para
textos y objetos, cruzando sus naturalezas ser anticonformista, obscena y provocado-
y esferas comunicativas en el medio social: Ǥ
“El antipoeta actúa así como recolector de osadía de lograrse a partir del eslogan de un
diversos objetos y frases cotidianas, por lo producto cosmético, de hacer política con
cual la originalidad no reside en lo innova-
Ƥ
dor del objeto ni en la metáfora lingüística calcetines sucios. El proyecto antipoético es
ingeniosa, sino en la conjunción del objeto y
×
Ƥ
la palabra, entre la realidad contextualizada la literatura como alta expresión de belleza,
y el lenguaje desviado perversamente en su como cúspide de las palabras; es un elabora-
función referencial” (Vázquez, 2012, p. 229) do discurso sobre la poesía de lo cotidiano,
Es así como la literatura viene a la vida y vi- sin recovecos o convenciones poéticas, que
ceversa, convertida en un grito anónimo en ahora serán sustituidas por retruécanos vita-
forma de cualquier producto de supermer- listas y asilvestrados. Como vemos, no surge
cado. Y la lectura debe por tanto acontecer de la sublimación de la naturaleza o la hi-
en unos estados de libertad insólitos, en me- pérbole voluntaria de fenómenos efímeros,
dio de asociaciones que superan tanto texto su realidad es la del lenguaje actual, la pro-
Figura 7 (izquierda). “La máquina del tiempo” (1969-2002), disponible desde: ǣȀȀǤƪ
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Figura 8 (centro). “Mensaje en una botella” (1969-2002), disponible desde: ǣȀȀǤƪ
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Figura 9 (derecha). “El insecto de Edison” (1969-2002), disponible desde: ǣȀȀǤƪ
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Las tres piezas pertenecen a la serie Trabajos prácticos de Nicanor Parra. Imágenes de Creative Commons tomadas por Cristian
Labarca (Santiago de Chile, Centro Cultural de la Moneda, septiembre de 2006).
objeto de lectura está fuera de él, aunque ellas reposaba, es cuando entendemos que
capturado en él, y lo que ocurre es… esta lectura no trata de entender el sentido
del “texto” –y menos en algún sentido es-
ǥƤ tricto– sino de suspender por un momento el
la presencia a las cosas en el mero acto sentido de nuestro universo para posibilitar
de nombrarlas, el que da el ser y la for- Ƥ
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ma a las ideas al enunciarlas, el que da mente– se autorreferencian.
el ser y la densidad al sujeto hablante Nos hemos ido aproximando a esa
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×ǡ lectura que desborda al texto, no solo por
que da el ser y la entidad al contexto comprender lo “mostrado” sino por entrever
en el modo como lo hace brillar en el y experimentar lo que aún no se ha manifes-
trasfondo, el que da el ser y el valor a tado y sigue oculto o ausente en el objeto de
los valores al fabricar los criterios de lectura. Un trazado cuya curvatura nos re-
juicio (Larrosa, 2003, p. 43). mite a este sentido antipoético en el que es
más relevante la forma de decir que lo que
Ƥ se dice, observar cómo cada signo –a través
historia a través de este intercambio sim- Ƥ
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-
bólico no es algo concreto y, pese al actual ción del lector–, se convierte en unidad jun-
bombardeo pictoral, tampoco responde a to a sus contextos de referencia (Iser, 1987).
algo habitual, sino más bien un leer-pen- Un relatar y ser narrado que responde a una
sar-diciendo que desoculta el caos del mun- poesía en búsqueda de las capacidades del
do. Porque esa conexión del mundo pue- lenguaje y de la forma en que individualiza-
de establecerse, como anota Blumenberg mos las cosas a partir de unidades de sig-
(2000) a partir de una interdependencia or- Ƥ
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gánica en la que “las cosas del mundo pue- estas estructuras alternativas o expandidas
dan ser signos de otras cosas del mundo” en posibilitan otros mundos: que sabe que alte-
lo que él llama una armonía preestablecida: rar la normatividad del lenguaje es alterar las
“Cosas heterogéneas pueden responder las normas del mundo.
unas por las otras, expresarse, presentarse, Mientras solemos introducirnos en el
representarse40 las unas a las otras” (p. 46).
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Ese es el momento en el que dichas “cosas” leerlos–, hemos observado tanto en el Pa-
pierden su certidumbre, la seguridad que en najedrez de Solar como en los proyectos
de Parra, que la conciencia del lector ha de
encontrarse en-frente del objeto de lectu-
de sentido y no una mera sujeción al sentido del
texto” (Ramírez, 2009, p. 184). ra, para que el pensamiento establezca sus
40 Es interesante el concepto de representación ideas con y desde el objeto, que no es repre-
en la analogía médica que Blumenberg (2000)
sentado sino representante de otra cosa, “la
realiza del síntoma, es decir, cuando “un deter-
minado estado de las cosas, empíricamente ac- dz
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-
cesible, hace referencia a otro, el propiamente dicado de la experiencia; lo ausente no es el
patológico, que se escapa a la percepción, sin
objeto sino que este hace presente otras au-
que este último pueda ser hecho, causalmente,
responsable del primero” (p. 46). sencias. Ahora objeto y sujeto se ubican en
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html#1 [Se incluyó esta introducción
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antes y después de Jesucristo. Antología
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DOSDELEER.pdf