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Doctrina II (El Espíritu Santo)

LECCIÓN No. 3

1. Conocer los tipos y símbolos más destacables de los que la


escritura presenta en relación con el Espíritu Santo.

2. Establecer la realidad espiritual que cada una de esas


ilustraciones presentan.

3. Apreciar las enseñanzas que revelan los tipos y símbolos, para


un mayor conocimiento del Espíritu Santo.

4. Establecer las lecciones espirituales para una aplicación a la


vida espiritual.

¿Bajo qué tipología y simbología se ha presentado el Espíritu


Santo a través del tiempo?

¿Por qué el Espíritu Santo se manifestó mediante tipos y símbolos?

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Aunque en la Biblia abundan metáforas, símiles, símbolos,


parábolas, alegorías y emblemas, es necesario recordar que detrás
de cada forma de expresión hay una verdad oculta; Verdad que no
es el subestimado por la forma en que se presentan todas estas
varias formas de expresión que emplea la Biblia; Pues son
directamente seleccionadas y utilizadas por Dios: “El Espíritu
Santo.” Ellas en ningún sentido representan nociones literarias de
los hombres.

Como podemos notar el Espíritu Santo mismo se presenta bajo


diferentes tipos y símbolos:

Se usaba para sanar, para confortar, para iluminar y para ungir con
determinados propósitos; Así el Espíritu Santo sana, conforta,
ilumina, y consagra. En la ofrenda de flor de harina, denominada
oblación de presente (Levítico 2.1 -16), en la que Cristo es
tipificado en sus perfecciones humanas, el aceite aparece primero
mezclado con flor de harina y luego derramado sobre ella.
Todo esto típicamente anticipa la vida y el ministerio de Cristo en
su relación singular con el Espíritu Santo. Relación mantenida aquí
en la tierra; una relación en que la humanidad de Cristo fue
sustentada y sus acciones investidas de potencia por el Espíritu
santo; de igual modo era posible y hubiera sido natural, para Cristo
haber sostenido su humanidad por el poder de su propia Deidad;
además como hombre es sostenido por el Espíritu Santo desde el
punto de vista de su humanidad (Levítico 2.4-5,7). La flor de harina
mezclada con aceite, sugiere que con respecto a su humanidad
Cristo fue engendrado por el Espíritu Santo. (Levítico 2.1-6, 15) El
aceite derramado sobre la harina anuncia la unción de Cristo por el
Espíritu Santo como se efectuó en su bautismo (Mateo 3.13-17).
(Levítico 14.10-32) Había de aplicarse el aceite en la forma
prescrita específicamente. La obra de Cristo en la sanidad física,
como la transformación espiritual cooperado por el poder del
Espíritu Santo. La limpieza de leprosos es un tipo de lo más
evidente en cuanto a Cristo, ya que pronuncia la salvación del
pecado.

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Éxodo 40.10, 13 y 15, registra el requisito con respecto a tres


ungimientos particulares.

 El del altar, que habla de la muerte de Cristo

 El de Aarón como sumo sacerdote, que habla del Espíritu


reposando sobre Cristo, Isaías 61.1

 El de los hijos de Aarón, tipo de los creyentes de esta


dispensación y cuya unción contempla la presente relación del
Espíritu Santo con el cristiano. En la Teocracia antigua los
reyes fueron ungidos (1 Samuel 16.12; 10.1). todo esto indica
la autoridad directa de Dios sobre su pueblo en esa forma de
gobierno.

Un tipo igualmente bello del Espíritu Santo se nota en el hecho que


el aceite servía como una fuente de luz. A los israelitas se les
ordenó proveer el aceite para las luces en el Tabernáculo (Éxodo
27.20). Dos verdades vitales están implicadas en esta tipología
especial, como son:

 El Espíritu, luz esencial y que el creyente ha de andar a la


luz que el Espíritu Santo vierte sobre su mente y corazón
haciéndolos creyentes, que son como luces en el mundo.

 La Luz que los cristianos pueden esparcir, es una


manifestación de la presencia del Espíritu Santo en sus vida.
En las luces de los tiempos antiguos, había aceite, llama y
pabilo, que servía como intermediario entre el aceite y la
llama. Tenía que haber contacto entre el pabilo y el aceite,
así esté habría de estar libre de partículas de carbón para
dar una luz limpia.

En el caso de la mujer Samaritana, Cristo habló del agua viva que


El daría. La cual es simbolizada en el tipo como corrientes de
aguas. El Espíritu santo está tipificado por el agua y este cuerpo de
verdad es realmente extenso.

Como el agua es esencial para la limpieza, santificación,


renovación y refrigerio, así el Espíritu santo, es vital para el hijo de
Dios, pues El santifica y limpia nuestras vidas.

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Agua, representa en algunos pasajes a la palabra de Dios, y en


otros al Espíritu Santo.

Agua representando la palabra (Juan 3.5; Efesios 5.26)

Agua representando al Espíritu santo (Juan 4.14; 7.38-39;)

Nótese que a Cristo nunca se le llama el agua viva, sino que es Él


quien la da: “El que tuviere sed venga a mí y le daré gratuitamente
del agua de la vida” (Apocalipsis 21.6; 1 Corintios 12.13)

Con referencia al fuego como símbolo del Espíritu Santo a menudo


encontramos que un símbolo puede representar dos o más cosas;
León por ejemplo, se usa como una metáfora en cuanto a Cristo, y
a Satanás y aún con sus diferencias, porque mientras se usa para
expresar el valor y hazañas de nuestro Señor, también simboliza
crueldad y la ferocidad de Satanás (Apocalipsis 5.5; 1 Pedro 5.8)

El fuego también es usado para diferentes cosas:

• Es un símbolo de la presencia del Señor, cuando le apareció a


Moisés en llama de fuego (Éxodo 3.2)

• El fuego es señal de la presencia divina. Así encontramos esta


verdad, en la dedicación del templo (2 Crónicas 7.1).

• En el monte Carmelo, vino fuego del cielo y consumió el sacrificio


como muestra de la aprobación y aceptación de Dios (1 Reyes
18.32). El fuego está asociado con la protección de la presencia de
Dios. Era una columna de fuego para los hijos de Israel para
iluminarlos y defenderlos (Éxodo 13.21).

• El Señor promete, hacer un muro de fuego para su pueblo


(Zacarías 2.5)

• El fuego es un símil de su disciplina y de la prueba. Cuando el


Señor purifica los hijos de Leví lo hace como un joyero purifica el
oro por la acción del fuego. (Malaquías 3.3). Y cuando Cristo
escudriña las siete iglesias se describe como una llama de fuego.

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(Apocalipsis 1.14), y cuando los creyentes son probados, se les


recuerda que la prueba de nuestra fe, mucho más preciosa que el
oro (1 Pedro 1.7); así mismo se recuerda que nuestro Dios es
fuego consumidor (Hebreos 12.29). El fuego es un emblema de la
palabra de Dios. Que arde y calienta. La declaración de Dios a
Jeremías, “he aquí que yo pongo mis palabras en tu boca por
fuego”, y después como el profeta resolvió no hablar la palabra,
tuvo que confesar: “no me acordare más de él, ni hablare más en
su nombre, no obstante había en mi corazón un fuego ardiente,
metido en mis huesos, trate de sufrirlo y no pude” (Jeremías 5.14-
20).

El fuego es un emblema del Espíritu Santo, porque es comparado a


siete lámparas de fuego que había delante del trono (Apocalipsis
4.5), y cuando descendió en el Pentecostés se compara con
lenguas repartidas como de fuego (Hechos 2.3). Directa o
indirectamente el poder del Espíritu puede ser comparado con el
fuego. El ardor del servicio, la llama del amor, el fervor de la
oración, la sinceridad del testimonio, la devoción de la
consagración, el sacrificio de la adoración y el poder encendido de
su influencia se atribuyen al Espíritu Santo

El aliento de Dios es comparado al viento, y pudiera ser como un


juicio (Isaías 40.24) o como una bendición. En las escrituras por
ejemplo, son aliento divino; después de su resurrección Cristo
sopló sobre sus discípulos y dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Juan
20.22); Así también cuando fue creado el hombre, Dios soplo en su
nariz aliento de vida y fue el hombre un alma viviente (Génesis
2.7). Cristo comparó la obra del Espíritu a la acción del viento al
hablar con Nicodemo y le dijo: “el viento de donde quiere sopla, y
oyes su sonido; mas no sabes de dónde viene ni a dónde va; así es
todo aquel que es nacido del Espíritu”. (Juan 3.8). Este mismo
Espíritu movió a los santos hombres de la antigüedad para escribir
el texto sagrado. Ellos fueron inspirados por el Espíritu Santo (2.
Pedro 1.21). El Espíritu vino en el Pentecostés como un viento
recio que soplaba y así viene como un poder animador y vivificante
para salvar a los perdidos.

Hay tres importantes pasajes que comparten al Espíritu con el


viento; (Juan 3.8; Hechos 2.1-4; Ezequiel 37.1-14).

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Fue en el Bautismo de Cristo cuando el Espíritu Santo descendió


como paloma. De este momento importante de la vida terrenal de
nuestro Señor Jesucristo, Juan el bautista declaro: “Este es aquel
de quien yo dije: después de mí viene un varón el cuál es antes de
mí, porque era primero que yo y yo no le conocía; más para que
fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua”.

También dio Juan testimonio diciendo: “Vi al Espíritu que


descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre el” (Juan
1.30-34).

También encontramos el caso de la paloma que Noé envió; ella


regreso al arca y en comparación al cuervo que nunca volvió
mostrando que pudo haberse quedado en uno de los cuerpos
muertos. No así la paloma, finalmente regresa a él en la tarde y he
aquí que traía en su pico una hoja de olivo, mostrando así que el
juicio había terminado. (Génesis 8.7-11)

Mirando hacia ese estado glorioso en la eternidad que espera cada


hijo de Dios, hay un anticipado sabor de eso que le es otorgado al
creyente, esos dones inmensurables y gracias del Espíritu santo,
en que los cristianos pueden entrar, ahora son solo una prenda de
aquellas bendiciones de incomparable plenitud, que espera
libertarnos de esta esfera de vida. Los frutos que trajeron los
espías de la tierra prometida, era un prenda de lo que la tierra
almacenaba para el pueblo del pacto.

Las joyas que el siervo de Abraham le puso a Rebeca fueron una


prenda de todas las riquezas y el honor de Isaac. Nada puede
añadirse a lo que ya ha sido prometido, cuando se ha dicho que:
“todas las cosas son vuestras, y que vosotros sois coherederos con
Cristo” (Romanos 8.17).

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La Escritura utiliza abundantemente figuras del lenguaje, tales


como metáforas, símiles, símbolos, parábolas, etc. Todas estas
formas de expresión contienen verdades ocultas que deben ser
descifradas. El hecho de que no estén presentadas abiertamente o
desarrolladas como otras enseñanzas doctrinales, no significa que
dejen de tener importancia, ya que “toda la Escritura es inspirada
por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia” (2ª Timoteo 3:16).

Muchos tipos y símbolos que contiene la Escritura, tienen relación


con las distintas manifestaciones de Dios. Los referidos al Antiguo
Testamento, han tenido pleno cumplimiento en Cristo y su obra.
Los aplicables al Espíritu Santo mantienen una referencia espiritual
ya que el Espíritu es invisible, pero que hacen inteligible muchos
aspectos de su obra divina.

Tipo es una persona, lugar, objeto, oficio, institución o suceso,


divinamente preparado para configurar una realidad espiritual y
símbolo, es algo real y visible que representa algo invisible –como
idea, cualidad o realidad espiritual- a causa de alguna relación o
asociación entre los dos.

1. Elabore un cuadro sinóptico en el cual relacione el significado


tipológico de los símbolos y tipos, en relación con el espíritu Santo.
2. Elabore una composición de una hoja explicando la siguiente
pregunta: “Si el Espíritu Santo es el sello divino del creyente,
¿podrá perderse algún cristiano?”.

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