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Nombre: Rodrigo Khoury

“Der heilige Winckelmann” - Friedrich Schlegel


¿Qué piensan ustedes que hace “divino” a Winckelmann? ¿Cuál consideran que
es su gran aporte a la filosofía y a la historia?

Las últimas palabras de Schlegel en torno a Winckelmann pueden ser entendidas de dos
maneras: “literalmente” (en lo que se entendería por literal “heilige” en un contexto griego o,
para permanecer en la época del filósofo alemán, neo-clásico) o figurativamente. Sin embargo,
estas dos maneras son, en realidad, una sola; pues el significado figurativo se desprende, como
se verá más adelante, del literal.

Empezaré por el final, es decir, por el figurativo. “Heilig[e]” (divino) es un adjetivo que
evoca grandeza, eminencia, importancia; por lo tanto, Schlegel habrá pensado en la
importancia que tuvo el pensamiento de Winckelmann para la cultura alemana (por no decir
europea) de su época y de las siguientes. Teniendo en cuenta que Schlegel es uno de los
representantes del romanticismo y que Goethe, para provocar (en palabras de Beiser) a este
movimiento naciente a fines del S. XVIII tuvo como referente a Winckelmann, valdría la pena
preguntarse: ¿qué es lo que hace verdaderamente “divino” a Winckelmann como para ser el
abanderado de dos corrientes aparentemente contrarias, el romanticismo y el clasicismo de
Weimar? La respuesta, creo, está en su teoría de la imitación-idealización. A diferencia de los
otros representantes del racionalismo estético, la teoría estética de Winckelmann (y su
concepto de belleza, el cual es, como en el caso de sus predecesores, el fundamento de aquel),
según Beiser, más que estar basada en un examen de la cognición estética per se, remite a los
distintos aspectos culturales, políticos, sociales que, en una época determinada (en el caso de
su filosofía, la griega), permitieron el desarrollo de las artes. Sin embargo, me gustaría discutir
con Beiser este aspecto. Estoy de acuerdo con él en que el método histórico juega un papel
importante en la filosofía de Winckelmann; pero creo que la raíz de sus reflexiones estéticas
radica en la profunda influencia que tuvo el platonismo en su pensamiento. Es cierto que el
resurgimiento de la cultura griega (escultura, pintura, filosofía, poesía, religión) que elabora
Winckelmann a través de sus aportes está basado en su método histórico; pero este
resurgimiento gira en torno a la teoría antes mencionada, a la de la imitación-idealización.
¿Por qué llamarla de esta manera, y no solo “imitación” o “idealización”? Siguiendo en este
respecto al propio Beiser, Winckelmann, en una de sus célebres obras, afirmó que la labor del
artista era la de imitar a los maestros de la Antigüedad, la de “imitar lo inimitable”. Esta
extraña paradoja, sin un profundo análisis, se mantendría, incluso teniendo presente de que, a
la par de dicha “imitación”, Winckelmann le otorgaba gran valor a la creatividad y originalidad
artísticas. Pero dicha paradoja se resuelve teniendo en cuenta la influencia de la obra de
Platón (especialmente los diálogos Banquete y Fedro) en el pensamiento de Winckelmann.
Para Winckelmann, los artistas modernos deben imitar a los antiguos, pues en sus obras está
plasmada la verdadera naturaleza de la belleza. Pero esta “imitación” no es una mera copia o
reproducción de un original; sino, más bien, es una imitación del modo en el que los artistas
griegos lograron plasmar la belleza. Y este modo no es otra cosa que el descrito por Platón en
el Banquete, cuando se refiere al ascenso erótico hacia la contemplación de la Belleza
inteligible. Así, los maestros griegos, a través de la percepción de objetos bellos particulares,
sensibles, lograron reconocer entre ellos una belleza general, fundamental, ideal (la forma de
la belleza, la Belleza en sí); y es esta Belleza la que plasmaron en sus obras. Como se puede
observar, no hay un desdén o rechazo a lo sensible; es más, es considerado como punto de
partida necesario para la captación de lo bello. Incluso Winckelmann diría, en contra de las
pretensiones wolffianas, que no puede existir un concepto claro y distinto acerca de la belleza,
pues nuestro punto de partida es, justamente, la percepción sensible, la cual es confusa e
indeterminada. Se llega a la belleza como principio no a través de una deducción matemática,
sino de la generalización de particulares, de su contemplación en medio de las cosas bellas.
Así, Winckelmann, al basar el espíritu del racionalismo estético en la filosofía platónica,
recupera, en parte, aquello que sus colegas racionalistas habían dejado de lado,
considerándolo como un obstáculo para la captación intelectual de la belleza y no como una
ayuda absolutamente necesaria: lo sensible.

Winckelmann es, por lo tanto, “heilig”, porque recupera a los dioses griegos (y a la filosofía
y cultura griegas en general), enterrados por el cristianismo del Barroco; pero también es
“heilig” porque le devuelve al espíritu humano una dimensión suya y de la realidad que el
racionalismo estético quiso pasar por alto.

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