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Vill Protesta, xebelidn y movilizacton: de la resistencia a la Lucha armada, 1955-1973 por MONICA B, GORDILLO dora”, que derrocé al gobierno de Juan Do- mingo Perén, pretendia ter minar con una forma de hacer politica y disefiar un nuevo modelo de “repiblica posible” basada en la partici- pacién de los partidos que habian conformado la oposi- rTaaacn cidn al gobierno, Sin embar- & ATIS 0, aunque se sostuviera ta L__SARAGE GRATIS. democracia en un sentido formal. los sucesivos gobier- nos adolecerian de una ilegi- timidad esencial que tlevarfa a los marginados del sistema a la utilizacién de canales extraparlamentarios y a ta creacién de nuevas redes por donde exteriorizar la protes- ta. Asi, comenzaron a defi- hirse practicas sociales de aceién directa al estar veda- da para el partido mayorita- rig fa mediucidn politiea. Una situacion de casi ple- no empleo cred, & su vez, condiciones mis favorables para el éxito de las reivindi- caciones. A ello se sumaron, como factores de moviliza: cin, 1a frusteacién politica so L a “Revolucion Liberta- fluencia de los diferentes movimientos de liberacién nacional que surgfan en el mundo en el contexto de 1a Guerra Fria. En este senti- do, puede marcarse como rasgo dominante de todo et periodo la permanente recurrencia a la accién colectiva y a Ia exteriorizacion de la protesta, que adquirié diferentes formas y contenidos segin los momentos histéricos especificos. Esas diferencias tienen que ver con los marcos culturales que en cada momento encuadraron las ac ciones, es deci, con las representaciones simbélicas y las in- lerpretaciones colectivas acerca de los acontecimientos que condicionaron Jos modos de accidn y Hevaron a la utilizacién de distintos repertorios de confrontacion, segin los actores so- ciales involucrados y las oportunidades politicas abiertas para Ia exteriorizacién de la protesta. Se pueden discriminar tres etapas dentro de este perfodo en las que se observa una base comin: 1a de la inestabilidad polt- tica y su imposibilidad de legitimar un modelo econémico y social alternativo al del peronismo. 1) Desde 1956 a 1969 predominaron la resistencia y la protesta obreras que. sin embargo, fueron tomando diferentes formas y contenidos al mismo tiempo que se iban conformando huevos actores provenientes fundamentalmente de los sec~ tores juveniles. 2) Entre 1969 y fines de 1970 se produjo un momento explosi- vo, En ese corto lapso emergis to acumulado en tox anos previos, estallando la rebelién popular y conformandose movimientos sociales de oposicién al régimen que ens: ron nuevos repertorios de confrontacién 3) Enel perfodo que va de 1971 a 1973 se produjo el pasaje a la accién politica, que adopts diferentes formas y vias de ex- presién segtin los actores involucrados y las alternativas po- Hiticas que cada uno sostenta, Sin embargo, es necesario destacar que en este capitulo no serdn tratados todos los momentos con Ia misma profundidad, ya gue el propdsito principal es explicar el pasaje a la moviliza- Ci6n y accién colectiva que tuvo lugar a fines de los “60 y co- mienzos de Ios *70, que adquiri6 la forma de rebeliones popula- res, movimientos contestatarios o movimientos politicos para la toma det poder, alternativas todas que se fueron conformando en €l perfodo anterior; de ahi la necesidad de reconstruir la genesis de lo que luego saldria abiertamente a la superficie. — BI hito que subyace ente perfodo on lu mudanza de una cult 14 politica de resistencia a otra de confrontacién, donde se en- ayaron diferentes alternativas caracterizadas por st intencién de excluir/eliminar al adversario, en algunos casos simbélica y en otros hasta fisicamente. DE LA RESISTENCIA A LAS REBELIONES. POPULARE: La “pura resistencia”: los “gorilas”, los “eaiios”, la revolucién... El gobierno militar que se instalé en 1955 quebrant6 mo- menténeamente la estructura legal dentro de la cual habjan ve- nido funcionando las organizaciones sindicales, a la vez que intents aniquilar todo vestigio de fa ideologia peronista tal como se puso de manifiesto con el decreto 3.855 de 1956, que disolvia el partido, inhabilitaba para ocupar cargos pablicos a todos los dirigentes politicos y gremiales que los hubieran ejercido durante los gobiernos peronistas y prohibfa el uso de todos los simbolos peronistas, incluidas las canciones, distinti- vos y consignas hasta el extremo de no nombrar a Perén o a Eva Peron de manera pablica o privada, Pero, contrariamente al efecto buscado, esto produjo un re- fuerzo de la identidad peronista alimentado por discursos y técticas violentos que lamaban a resistir hasta que se hiciese efectivo el esperado y seguro retorno de Perén desde el exilio. Comenzé asi un periodo de reconstitucién de ta identidad po- pular pero en las que se habfa consolidado, donde se puso en juego un intenso trabajo de representacidn, autorreconocimiento, clasi- ficacidn y distincién frente a los valores que se intentaba im- poner desde los sectores dominantes. En efecto, la idea del re- torno sirvi6 como elemento aglutinante para la resistencia po- pular ya que, a partir de ella, se conformé el mito del “avin hegro”, que era sostenido tanto por los partidarios como por los temerosos enemigos El imaginario del retorno servfa, entonces, para justificar por parte del gobierno medidas extremadamente represivas runstancias muy diferentes de aquellas — 333 — ‘como el fusilamiento del general Vatle y de otros seguidores el 9 de junio de 1956, acusados de preparar un aalpe con el Obje- vo de traer a Persin de nueva al poder, Al minmo tiempo. este aginario sirvi6 para alentar diferentes. priicticus violentas Al comienzo, ellas estaban desorganizadas y eran tevadas a cabo por partidarios y bases politicas que se dieron una débil ‘organizacién de comandos. generalmente barriales y sin mu- cha coordinacién. Algunos trabajadores comenzaron también a participar de esas pricticas, a la vez que intentaban reestructu- rarse internamente y ganar a través de nuevos dirigentes los diferentes icatos. De la resistencia individual 0 mas espontinea que predomi 1nd en la primera mitad de 1956 se pas6 a otros repertorios de confrontacién como el de la preparacién y colocacién de bom- bas, los famosos “eaiios”. que requerian mayor organizacién prdctica se encuadraba dentro de un marco cultural tipico de la resistencia que recomendaba la aniquilacién del otro, del enemigo, pero de una manera solapada, encubierta. ‘Arturo Frondizi itegs al poder en 1958 con el apoyo del voto peronista tras haber “pactado” con Perén el levantamiento de la proscripeidn y el restablecimiento de la le- gislacién faboral que ha- bia sido dejada sin efecto durante el gobierno de la Revolucién Libertado- ra, La etapa que se con Frondizi fue enton- ces de gran expectativa. Pero, luego del apoyo inicial al cumplir éste su promesa de restablecer la legislacién laboral pero- nista, comenzaron a vis- lumbrarse signos negati- {chase del frigurfcn Lando de la TowreeledinVOS que llevaron a desva ‘e su veupaciin pur las obreros, enero de 1980. necer el optimise de —e— Frigortico Lisundeo de la Torre ocupuda por sus obrerss, 191-1959, los trabajadores y a restablecer algunas prictieas de Ia etapa anterior, aunque ahora organizadas con mayor participacién brera al haberse reconstituida os i Un ejemplo importante de la accién obrera/sindical en esta elapa Tue Ta huelga y ocupacidn del Frigorffico Nacional Li- sandro de la Torre en enero de 1959. La operacién militar de desalojo por dos mil soldados y cuatro tangues dio un saldo de 95 obreros detenidos, varios heridos y cinco mil cesantes. En el barrio de Mataderos la lucha se prolong6 por varios dias. Ante la continuaciGn del contflicto los sindicatos y organiza- nes gremiales peronistas como las 62 Organizaciones. que habfan decretado un paro nacional, comenzaron a argumentar que se estaban creando las condiciones para un nuevo golpe y decidieron levantar el paro. Durante todo el gobierno de Frondizi se percibfa esta tensién entre una combatividad obre- ra dirigida contra las medidas econdmicas y sociales del go- bierno y el deseo de parte de las organizaciones sindicales de mantener las posiciones logradas. Al fin el sector mayoritario dentro del s smo no estaba dispuesto 4 dejar de ser un — 335 — importante grupo de presién dentro del sistema establecido. un “factor de poder” con miras a recobrar el poder politico cuan- do fuera oportuno. ‘Con relacion a los marcos culturales que se conformaron en tl periodo, puede considerarse que hacia fines de los 'S0 co- menzaron a manifestarse fos primeros de una cultura contestataria que, nutrida de diferentes vertientes ¢ imagina- rios comunes, apostaba a la acci6n directa y adoptaba diversas, formas segtin fos actores y momentos especificos, hasta llegar luego en algunos sectores juveniles a posiciones insurreccio- rales. Una serie de factores se conjugaron para ello: la pros- cripeién del peronismo, el exilio de Perén y la consiguiente inestabilidad de! sistema poftico, la insatisfaccién de los sec- tores intelectuales que habian apoyado la propuesta de Frondizi y luego se sintieron desilusionados. Hay que destacar tambien jas influencias de tos movimientos de liberacién desa- rrollados en diferentes lugares del mundo, que tornaban posi- bles las salidas revolucionarias: la difusién del existen mo, que encontré también amplia recepeién con su “moral de as manos sucias”, y det compromiso en fa accién, factores t0- dos que levaron a una reconsideracién del peronismo y sus potencialidades. A pesar de las profundas divisiones, la coyuntura nacional © internacional permiti6 a su vez afirmar con fuerza imaginarios comunes entre distintos sectores —tanto peronistas como rio peronistas— que crearon los marcos para la accién. Un lugar comin fue la aceptacton de ta necesidad det cambio de estruc- turas: se necesitaba modificar la estructura politica, la frégil “democracia burguesa” que mantenia marginada a la fuerza politica mayoritaria, contribuyendo con ello a perder confian- za en el sistema democratico-representativo. También se puso Enfasis sobre la necesidad de cambiar la estructura econémica y social imponiendo un sistema donde lox sectores populares Perticiparan efectivamente en el gobierno. Esto encajaba di- Fectamente con otro imaginario comtin en la época, tanto de la izquierda como del nacionalismo de derecha, el de luchar con- {ra el imperialismo personificade en los monopolios y en kas grandes empresas extranjeras radicadas en el pais, en especial a partir de 1955. De este modo. afirmando un fuerte componente del peronis- — mo pero no exclusivo de él, en ta década de| 60 se afianz6 el nacionalismo aunque con diferentes signos y objetivos segtin los sectores que Jo sostuvieran, relacionado también con la idea de la “liberacién nacional”. En efecto, en el discurso de distintos sectores se hacfa referencia a ella, por lo general, con un doble sentido. Por un lado era la lucha contra el imperialis- mo. por una nacién independiente encuadrada dentro de los paises del Tercer Mundo, por una efectiva soberania en sus re~ aciones con los demas pafses. Al mismo tiempo, implicaba la necesidad de afirmar el respeto y el bienestar de los sectores populares frente a los privilegiados, “los invasores y ocupan- tes internos”. En el discurso peronista de la resistencia aparecen fuertes componentes de un lenguaje militarista que aludfa permanen- temente a la situacidn del pais como lade un “territorio ocupa- do” y a los distintos gobiernos como representantes del “e)ér- cito de ocupacién”. Entonces, la lucha contra esos gobiernos aparecta legitimada porque se estaba luchando por la patria y por liberarla de los invasores. De ahi el paso a la justificacién de cualquier método de accién, incluida la via armada, apa: recfa entre algunos sectores como un corolario I6gico. Sin ‘embargo, si bien la situacién creada hacia fines de los °50 y comienzos de 10s "60 fue dibujando 10s primeros esboz0s de esas alternativas, éstas —alentadas también como un efecto re- bote de Ja Revolucion Cubana— ocupaban todavia un lugar muy marginal, Las divisiones planteadas dentro del peronismo se pusieron tempranamente en evidencia entre quienes querfan mantener tuna linea de intransigencia y profundizar los contenidos revo- luctonarios y los que, una vez abierto el juego politico con las elecciones de 1958, intentaron posicionarse dentro del siste- a. Entre los primeros se destaca Ia linea de los “duros”. que reconocfan el liderazgo de quien fuc cl primer delegado de Peron, John William Cooke. Después que Perdn privilegi¢ la téctica de apoyar a Frondizi. la importancia del sector més in- transigente dentro del movimiento comenz6 a declinar y con él también la figura de Cooke, a pesar de sus intentos por volver 1 recuperar protagonismo en la toma del frigorifico Lisandro de la Torre tratando de darle a ésta el cardcter de huelga gene- insurreccional — 337 — Una ves fracasadas endureeidan las relacio- nes con el gobierno. Cooke alents y particips en el primer intento de accidn alternativa, el de la guerrilla rural peronis- ta dirigida por ef coman- dante Uturunco en Tueu- man. entre septiembre de 1959 y enero de 1960. A mediados de ese alo se habia deseubierto tam- bién otra célula guerri Hera en. ta zona. boscosa del limite con Catamar- bun Domingo Pers con John W. Covke en ta 2, con un saldo de seis Repiblca Dominicana detenidos del autotitula- do “Ejército de Libera- cién Nacional”, que p: portantes con Cuba. Estas agrupacio- nes, aunque mindsculas todavia. harfan apariciones esporsdi- cas en este periodo, marcando la temprana utilizacién de la ‘tetica de la lucha armada para canalizar la insatisfaceién de algunos sectores que, posteriormente, tomaria otras dimen- siones. La experiencia de la Revolucién Cubana impacté también de Heno en el seno de a intelectualidad y de la izquierda no peronista. En ese sentido, ef nacionalismo comenzé también a constituir un componente muy fuerte de la “nueva izquierda”, caracterizada por el alejamiento progresivo del marxismo or- todoxo como consecuencia de los profundos debates ideolégi cos generados por el enfrentamiento ruso-chino. Asf, en lineas generales, las distintas agrupaciones de izquierda fueron definigndose en torno a dos grandes ejes o lineas: la del Par do Comunista, que continuaba fiel a la Unidn Soviética y habia optado por la “via paeifica al comunismo”, y la otra, que vera con simpatfa los modelos cubano y chino y escogia Ia via de la revolucién como medio para llegar al poder. Esa revolucién —que segdin el modelo cubano— debia ser recfa tener conexiones =i continental y sovialista 8610 podfa levarse a cabo a través de ta lucha armada, tema que Se convirtié en el punto medular del enfrentamiento de Cuba con las organizaciones comunistas |: tinoamericanas y también con la Unidn Soviética. A su vez, la alianza entre los intelectuales y tos sectores campesinos era el supuesto basico de la teoria del “foco”. téetiea que intents Er- nesto “Che” Guevara en Bolivia, por considerar que era el campesinudo rural y no lu elase obrera urbana ef sector de fi sociedad con mayor potencial revolucionario. Estos planteos, que atacaban frontalmente la ortodoxia marxista, intentaron tener en ki Argentina una aplicacién prietiea cuando, con in- tervenci6n del servicio de inteligencia cubana, se organizé en 1962 el foco de Salta dirigido por Ricardo Massetti, que pron- to fuo descubierto y desarmado. Fue asi que luego de 1959 co- menzaron a proliferar infinidad de agrupuciones constituides fundamentalmente por jovenes que trataban de fijar posictones, coherentes con los cambios que a nivel mundial y nacional se estaban operando. En 1963 una nueva etapa se abri6 en el pats. Los mi despues de derrocar a Frondizi en 162 e instalar el gobierno interino de Guido, habjan acordado tu walida electoral aunque manteniendo la proscripcién del purtide peroniste para las elecciones presidenciales y de gobernadores, to que hizo posi- ble cl triunfo de ta formuta compuesta por Arturo IIlia-Carlos Perette de la Unidn Civica Radical de! Pucblo y con ello tam- bién se modificarfa la estructura de las oportunidades politicas para la manifestacién de la protesta El movimiento obrero como factor de poder En efecto, la legitimidad de un gobierno que no representa- ba la voluntad mayoritaria, pues los votos en blanco en Ia elec- cién presidencial de 1963 superaron las cifras alcanzadas por el partido triunfante, aparecia claramente cuestionada y creaba la necesidad por parte del gobierno de atraer al movimiento obrero con el fin de hacer posibles la recuperucién y la estubi- tidad economica tras 1a crisis desatada el allo anterior. Esto im- plicaba aceptar la apertura de ciertos canales por donde se pu- dieran expresar las reivindicaciones de un movimiento obrero que ya habia recuperado su estructura sindical y los mecanis- mos de negociacién colectiva. Pero, a su vez, la misma debili- dad del gobierno y la cuestién pendiente de la proscripcién del peronismo Hevaron al movimiento obrero a buscar y encontrar faicitmente atiados influyentes para hacer efectivas sus deman- das, Esa situacién lo convirtié en un verdadero factor de poder, en protagonista principal y en la “columna vertebral” del mo- vimiento peronista, eclipsando al ala politica. En esta etapa se superd el espontaneismo que lo habia carac- tctizado y el movimiento obrero organizado se convirtié en el actor principal que, si bien alenté la movilizacién, también re- curri6 a medidas de fuerza estrictamente planiticadas tendien- tes a reforzar la disciplina sindical y la verticalidad y a frenar los movimientos de base. En lineas generales puede decirse que realizé una intensa actividad para instalar sus demandas en la esfera puiblica y para ocupar un espacio fundamental en et escenario politico. El repertorio de acciones utilizadas fue paradigmstico de la forma que adopts la accién colectiva: los planes de lucha de — 340 —_ la CGT, que incluyeron marchas al Congreso, movilizaciones en caravanas, ocupaciones de fabricas, cabildos abiertos, ridi- culizacion del oponente. actos conmemorativos. entre otras medidas. Estos planes fueron Hevados a cabo entre mayo de 1963 y el fin de 1964 (véase ef capitulo II). Otra variante de protesta, que, en realidad, apareefa como uaa forma politica de resistencia encubierta o como un lengua. ye escondido, fue la lucha por el contro! de la memoria tratan- do de ofrecer una visi6n alternativa del pasado. Esta adoptaba la forma de rituales de recordacién de las fechas més impor- tantes del peronismo; por ejemplo, el 17 de actubre 0 “Dia de la Lealtad”, cuya cetebracién publica habia sido sistemtica- mente prohibida desde 1955, 0 la del nacimiento o la muerte de Evita. Recién en 1963, a pocos dias de asumido el gobierno de Illia, se permitié celebrarlas con actos pliblicos que ineluye- ron —en el caso del 17 de octubre— caravanas de motocicle- tas en distintos barrios, lanzamientos de bombas de estruendo y conmemoraciones en distintas plazas y puntos del pais. En 1964 fos actos presentaron similares caracterfsticas, con un lenguaje moderado que planteaba levantar las banderas de la “pacificacién social”, de la “unidad nacional” y de la “felici- dad para todo el pueblo”, que traeria la redencién argentina: el regreso del general PerOn, Esto se relaciona con el intenso tra- bajo de representaci6n desarrollado en el perfodo para reafir- Ja ortodoxia peronista, en el sentido de reafirmar los valo- res fundacionales de! peronismo, frente a la hetcrodoxia que aparecia representada tanto en las diferentes vertientes de iz- quierda que estaban surgiendo como en los que querian romper con la verticalidad caracteristica del movimiento. En ese senti- do y como un contradiscurso de clase, se reforzaron los imagi- narios criollistas que trataban de ligar las luchas Ievadas a cabo por los obreros y sectores populares con las de los gatt- thos y montoneras en et pasado. El afio 1965 terminé con el cierre relativo de los canales de comunicacién con el gobiemo de Illia y. con ello, se fue crean- do el marco para alentar diversas alternativas: por un lado, la incorporaci6n auténoma del movimiento obrero dentro del sis- tema politico, ya fuera como un partido o una representaci6n corporativa; por otro, una salida revolucionaria de izquierda —minorituria todavia— y, finalmente, una salida autoritaria, — 341 — apoyada por los principales dirigentes sindicales que de alguna Manera acordaron mantener los mecaniemox para la presién corporativa, principal fuente de su poder. que ne concrats el 28 de junio de 1966 cuando el general Onganfa destituy6 al presi- dente Ilia. Los sectores juvenil 's asumen compromisos Otro actor que cobré fuerza fue el sector estudiantil, que su- po aprovechar tambi las oportunidades politicas para expresar su protesta, asumien- do fundamentalmente una actitud de compromiso y solidari- dad con los problemas que se vivian en el pafs y enel mundo, Esto fue posible porque con ef gobierno de Illia funcionaron normalmente los canales para la participacion en la actividad universitaria, En ese periodo se pusieron en prictica los presu- puestos de la Reforma Universitaria, funcionando el gobierno tripartite, la provision de cargos por concurs, la tibertad de cétedra y la autonomfa universitaria, al igual que los centros de estudiantes. En ese contexto, la principal reivindicacién es- pecifica se concentré en un aumento del presupuesto universi tario que en algunos momentos culmin6 en la toma de faculta- des en las principales universidades nacionales. Pero la preocupacién principal de los estudiantes comenz6 a vineularse con fa inscripeién de su lucha dentro de otra més general que estaba librando sobre todo el movimiento obrero, donde comenz6 a percibirse que. a pesar de la legalidad formal mantenida por el gobierno, éste careeia de representatividad y que por fo tanto era necesario apoyar las luchas populares, acompaiiando y orientando su direccién, Fue asf como secun- daron los planes de lucha de la CGT haciendo suyos muchos de sus puntos prineipates y, aunque no fue coordinade con tos dirigentes sindicales, durante la etapa de la ocupacién de fabri- cas también los estudiantes procedieron a la toma de las facul- tades como un muestra de solidaridad. En el mismo sentido tuvieron una intensa participacion en tos “cabildos abiertos” de 1964. En octubre de ese ato se registré una serie de conflic~ tos en distintas universidades. que culminaron con ocupacio- nes en La Plata. Posadas. Buenos Aires, Rosario y Cérdoba, el cambio operado en la estructura de oe Como puede apreciarse. la adhesin estudiantil a los obreros empezé a manifestarse con anterioridad al golpe de 1966. En Cérdoba, por ejemplo, los estudiantes apoyaron casi todas las medidas de fuerza de uno de sus principales sindicatos, el SMATA. Este nucleaba a los trabajadores de la industria auto- motriz, principal actividad econdmica de la ciudad, y ast, los distintos centros de estudiantes salieron a la calle para demos- trar su solidaridad participando en lus marchas y movilizacio- nes que el SMATA realiz6 en ef mes de mayo de 1966, ante la amenaza de ver reducidas sus jornadas de trabajo. Mas tarde seri el movimiento estudiantil uno de los primeros en rea nar frente al gobierno de Onganfa y en esa actitud tuvo tanto que ver el ataque perpetrado contra la autonomia universitaria como a experiencia previa de movilizacién y participacién adquirida durante los aitos del gobierno de Ilia. Ota forma de accidn era la desplegada por grupos, minori- tarios todavia, que, recogiendo la experiencia de la resistencia, intentaron fortalecer la alternativa insurreceional. En esta li- nea se inseribieron tanto vertientes que provenian del peronis~ mo como otras que se fueron desprendiendo de los partidos de izquierda, conformando las distintas variantes de la conocida como “nueva izquierda”. A comienzos de 1964 se detuvo a una eélula definida como custrista en Oran (Salta) que, segtin se dijo, habria estado recibiendo entrenamiento militar. De los siete detenidos, tres residian en Cérdoba y trabajaban en el co- medor de In Federacién Universitariu: luego se provedid x de- tener también a otro grupo con similares caracteristicas en Tcho Cruz, provincia de Cérdoba. Estos hechos anticipan el papel fundamental que cumpliria esta ciudad hacia.el final de Ja década, por confluir en ella un importante movimiento obre- ro, auténomo y combativo, un movimiento estudiantil compro- metido en las luchas populares y sectores politicos cada vez ims radicalizados, Las ciipulas sindicales pierden poder: ,c6mo enfrentar a Ia dictadura? Frente a la nueva coyuntura autoritaria creada por el golpe militar de junio 1966, ,c6mo se canaliz6 Ia acci6n colectiva? — 343 —— Como reaccién a las medidas del gobierno que trataban de Jimitar fa autonomfa de las universidades nacionales, las pri- meras reaccianes provinieran del émbito universitario y fue- ron protagonizadas por los estudiantes y algunos docentes que se manifestaron en contra de esas decisiones, levando a cabo diferentes manifestaciones de repudio que tuvieron como re- sultado Ia intervencién de casi todas las universidades. Una accién de mucha importancia por la dimensién tragica que ad- quirié y que aparece como un ejemplo de otras tantas que (u- vieron lugar en otros puntos del pats fue la que se registré en Cérdobu en lu segunda semana de septiembre y que la memo- ria popular computa como ta primera victima de la dictadura Las principales agrupaciones estudiantiles habfan decretado tun paro para el 22 de agosto y estudiantes de la Agrupacién Universitaria Integralista iniciaron una huctga de hambre en la puerta de fa iglesia Cristo Obrero. Los disturbios continuaron con fa toma del barrio Clinicas en la primera semana de tiembre, donde la participaci6n no qued6 limitada a lox estu- diantes sino que se ampli6 a tos vecinos que contribuyeron a levantar barricadas. El 7 de septiembre, el estudiante de segun- do ato de Ingenieria y subdelegado en un departamento de la planta automotriz de IKA, Santiago Pampilldn, fue herido de bala en el craneo cuando participaba en una manifestaci6n ca- Hlejera, falleciendo cinco dias més tarde. El hecho provocé gran conmocién por reunirse ademas en Pampilién la doble condicién de estudiante-trabajador, por lo que la CGT Cordo- ba resolvi6 repudiar la agresién policial contra el estudiantado, disponiendo la realizacién de un paro general de una hora por tumo y de un acto frente a la CGT para reclamar el cese de la violencia represiva y reafirmar el principio de una universidad abierta al pucblo. Luego de haber vivido la experiencia partici- pativa que tuvo lugar durante el gobierno de Ilia, el autorita- rismo de Onganfa impacto profundamente en tos sectores estu- antiles que lo vivieron como un cercenamiento a las précti: S anteriores. Fue asf, y sobre todo luego de la conformacién de la CGT de los Argentinos y el impacto del mayo francés durante 1968, que en las agrupaciones universitarias se abri6 también un de- bate interno profundo en torno a la alternativa de reforma o revolucién. A partir de la lucha por ta recuperacidn de los cen — 344 —_ Un sindicalismo de oposicién “La CGT de los Argentinos, la rebelde, ta que carece de todos tos recursos, exhorta también a todos tas trabajadores de la Patria a no consentir mas alos profestonates de a mentira la intimidacién. Hay tna sola CGT histérica, es la de los trabajadores, la del pueblo, la de todos los argentinos. Es la CGT de los idealists. la de los que quieren el triunfo de los valores verdaderamente humanos (..) Porque los wtros, (que xe rirwian sindicatistay tienen autos de tajo, wo puecien entender a las madres de Tucuman; (0s cotecctonistas de cuadros y de perros no saben lo que es estar desocupado y cuyo tinico cuadro es la desespera- cin)" Fuente: “COT con fa Patra y el Pueblo Argentino”, en Informe DIL, N*98, abril de 1968, p. 25. twos de estudiantes, iniciada luego de 1966, comenzé a perfi- Jarse la necesidad de un cambio de! sistema y de la unidad con el resto de los sectores populares. Ademas, empezaron a proli- ferar agrupaciones estudiantiles que aparecfan como néicleos de organizaciones politicas que trabajaban también en otros Ambitos, pues para entonces la lucha slo circunscripta al dm- bito universitario habia comenzado a perder sentido, La ten- dencia general apunté a no luchar s6lo por el cogobierno sino directamemte por la revolucién, a ta que se Hegarfa por diferen- tes vias pero que era vista como meta de casi todas las agrupa- ciones, Es importante destacar que la CGT de los Argentinos co- menz6 a promover nuevas formas de protesta y de resolucién de los conflictos que, en contraposicién a la férrea disciplina y verticalidad que habia caracterizado la representacisn del or- den sostenida por tas anteriores autoridades sindicates, apun- aban a fa descentralizacién para jerarquizar el papel de las re~ gionales y permitir una real participacién y expresién de las bases. Esta situacién Hlevé a que, incluso, varias seccionales se pronunciaran en contra de las decisiones adoptadas por sus dirigencias nacionales, como fue el caso en Cérdoba del Sindi- cato de Luz y Fuerza. dirigido por Agustin Tosco y uno de los — 345 — principales bastiones de la CGT de tox Argentinos. Ademés, eta central reforzé la Vinewlacién con lox estudiantes a raves de Ia realizacién conjunta de una serie de actividades, tales como conferencias, mesas redondas y pens. El discurso de la CGT de Jos Argentinos alenté también la accién del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Este movimiento tuvo su punto de partida en el “Mensaje de los 18 obispos para el Tercer Mundo”, que, con la direceién del obispo brasileio Helder Camara, fue lanzado el 15 de agosto de 1967. En nuestro pais 270 sacerdotes que adhirieron al mensaje realizaron su primer encuentro en Cérdoba tos dias T° y 2 de mayo de 1968. Este suceso marca el nacimiento for- mal del tercermundismo en el pafs. El compromiso de estos ‘grupos cristianos frente a la sociedad los Hevaba a luchar con- tra todo lo que oprimiera al hombre; de anf que reaccionaran frente a las politicas autoritarias, y en su discurso comenzé a reforzarse Ja idea de la liberaciGn nacional, entendida como una lucha contra el cupitalis- ‘mo y los imperialismos. En Tucumén algunos sacer- dotes habjan apoyado las mar- chas de hambre y ollas popu- lares que se organizaron como consecuencia de los cierres y reestructuraciones de inge- nios. La mayoria de ellos se sumé inmediatamente al mo- vimiento (véase el capitulo IV). C6rdoba se convirtié en uno de los principales centros urbanos donde los “sacerdotes del Tercer Mundo” comenza- ron a desarrollar una intensa actividad en los barrios abre- 105 y marginales. Esta accién no se limitaba a la mera prédi- ca pastoral sino que buscaba lun contacto més estrecho con los sectores desposefdos a tra- Axwoin Tasco. vvés de la participacién en act — 346 —_ vidades comunes. De esta manera, se fueron creando lazos muy fuertes de solidaridad y compromiso y se robustecfa Ia idea de la necesidad de participacién colectiva, Esto dtimo nos acerca a otro de los Fendmenos que el auto- ritarismo de la Revolucién Argentina y el ejemplo de otros paf- ses latinoamericanos terminaron de dar forma; la conforma cin del brazo armado en apoyo a la accién politica en algunas agrupaciones de izquierda, Se ha mostrado que algunas células guerrilleras comenzaron a organizarse tempranamente. Sin embargo, serfa recién a partir de 1967, cuando el gobierno de Ongania detinié claramente su politica y Ia accién armada em- pez6 a tomar cuerpo entre algunos sectores como la tinica es trategia posible. Esta prédica, sumada al sindicalismo com- bativo liderado por Ongaro, llevé a los sectores del peronismo que habian apoyado la linea de Cooke a organizar su propio brazo armado, las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), que en septiembre de 1968 realizaron sus primeras acciones en la lo- lidad tucumana de Taco Ralo. Este intento fue ripidamente desarticulado por las fuerzas de seguridad que detuvieron a varios de sus integrantes y desarmaron el “destacamento gue rrillero 17 de octubre” Dentro de las agrupaciones de izquierda no peronistas, Ia acci6n del gobierno de Onganfa precipits tambign las detini- ciones. Asi, por ejemplo, en 1967 un desprendimiento del Partido Comunista constituyé el PC-CNRR (Comité Nacio- nal de Recuperacién Revolucionaria), luego Partido Comu- nista Revolucionario (PCR). También ese aflo se constituy6 el Bjército de Liberacién Nacional (ELN). cuyo objetivo era confluir con las fuerzas del “Che” Guevara en Bolivia. En 1968 el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) realiz6 su cuarto congreso que desembocé en la division y formacién de dos corrientes: PRT “El Combatiente”, condu- cido por Mario Roberto Suntucho, que al aito siguiente dio nacimiento al Ejército Revolucionario det Pueblo (ERP). y PRT “La Verdad”, conducido por Nahuel Moreno. que luego confluirfa en el Partido Socialista de los Trabajadores. Para entonces también se organizaron las Fuerzas Armadas de Li- beracién (FAL), a partir de grupos de militantes del PCR, que fueron los que realizaron la primera accién de guerrilla urba- na el S de abril de 1969 al atacar un vivac perteneciente al — 347 — Regimiento I de Infanterfa Motorizada de Patricios en Cam- po de Mayo. Estos hechos demuestran que ta eleccién de la via revolu- cionaria para ta toma de! poder estaba ya consolidada entre al- _gunos sectores. Era sin embargo necesario encontrar la oportu- nidad. desde este punto de vista crear las “condiciones objeti- vas", para poder coneretar con éxito ese propésito. En este sentido puede decirse que el gobierno de Onganfa actué como el precipitador, como e] momento en el que se dieron las con- diciones para la construceién de una percepcién de injusticia, que es necesaria para el pasaje a la accién, Pero eso solo no bastaba, hacia falta que la percepeién individual 0 sectorial fuera encuadrada colectivamente. Las acciones y representa- ciones contra ln dictadura, construidas por la CGT de los Ar- gentinos y por los otros sectores, actuaron en ese sentido, Pero, a pesar del discurso mas confrontacionista de estos sectores, el pasaje a la accién no se conereté mientras la mayoria del movi- miento obrero crey6 que podrian encontrarse canales para la negociacién 0 para un cambio de actitud por parte del gobier- no, que habia prometido restablecer el mecanismo de la con- certaci6n para fines de 1968. Tendrfan que aparecer detonantes que convirtieran la percepcidn de injusticia sectorial en injus- licia colectiva para fortalecer una identidad comin, otro de los camponentes necesarias para la aceién, un “nosatras” cama totalidad, como “pueblo afectado”, contra un “ellos”, el “régi- men opresor”. Esto ocurriria a comienzos de 1969. LAS NUEVAS, FORMAS DE LA PROTESTA OBRERA Y LA REBELION POPULAR El ato 1969 mares el inicio de le descomposicién del régi- men de la Revoluci6n Argentina, Diferentes circunstancias se conjugaron para transformar la protesta obrera en rebelién po: pular y poner en escena nuevos repertorios de confrontacién que adquiricron ese afio ta modalidad de insurrecciones ura has; de ellas se destacan dos fundamentales y paradigmaticas: el Cordobazo y el Rosariazo. Desde comienzas de afio los dinimas comenzaron a ealdearse en ol sector obrero. El prometide restablecimiente del moe — 348 —_— nismo de Jas convenciones colectivas para diciembre de 1968 no Se concrets, lo que motivs una serie de manifestaciones de protesta. En ese marco general de descontento obrero. comen- zaron a registrarse diferentes expresiones de conflictos surgi- dos de anteriores medidas del gobierno. Asf, por ejemplo, en marzo se levé a cabo una marcha desde el ingenio Bella Vista hacia la ciudad de San Miguel de Tucumdn, encabezada por su ‘cura pirroco, para solicitar que se pagaran los jornales adeuda- dos a los trabajadores. Al no encontrarse soluciones, en el mes de abril continuaron las movilizaciones encabezadas también por sacerdotes y delegaciones obreras, ante la grave situacién de diez ingenios cerrudos y Ia provincia vigilada por tropas de infanteria y de la Policia Federal. A esas manifestaciones se sumé también una huelga de hambre realizada por doce estu- diantes universitarios en la parroquia San Pfo X en la ciudad de San Miguel de Tucumsn. También en tocatidades del norte de Santa Fe se organizaron “marchas de hambre” desde Villa Ocampo, Villa Guillermina y otras, teniendo como meta final a capital provinetal, com el objetive de entrevistarse eon el 2o- bernador para peticionar el mantenimiento de fuentes de traba- Jo. tales como los talleres de reparacién del ferrocarril en Villa Ocampo. La mistica del Cordabazo “1 El Cordobazo se convirtis en wna figura romdtica aue estaba presente en todos las hechos, determind una mistica muy fuerte iw.) que después veer determinan el holocauste de sangre de tos sectores ester diantites que tan a ta muerte, también a matar, es cierto. Comienza a sera idea romética de la conciencia de la clase. En la conciencia indi- vidual de todos los que estdbamos viviendo ese proceso, se viene aasen- tay: acd esté lo que quiere la gente (..) Yo creo que el Condobazo acele- ra eso, le pone plazos perentorios, yano xe podia demovar nada mas $ ‘se aventuran, se sale a cosas incretbles, a acciones en que se crriesger- ba todo, no sélo a nivel personal, sino que se arriesgaba todo como organizacién, y aki podia desaparecer el grupo... hay na wrgencia, una precipitacién (..)" Fuente: Testimonio de Luis, dirigente estadiantl en esa época. El descontento popular fue creciende y conformando algu- nos puntos neurilgicos en el interior del pais. Tal fue el caso de Cérdoha. que pas6 a convertirse en el aje de la actividad de distintos sectores sociales. Desde el punto de vista politico- sindical las tendencias mas combativas habfan encontrado allf tun centro importante de apoyo. Esto se debis a las caracterist cas de los sindicatos Iideres de Cordoba que. desde fines de la década del 50 y como consecuencia de la radicacién de Fiat e IKA, primeras fabricas automotrices instaladas en el pats, fue- ron construyendo una particular tradicién sindical. Esta se ca- racteriz6 por su autonomia frente a las cdpulas sindicales na- cionales, por su permanente recurrencia a lay medidas de ac- cidn directa y por una fuerte conciencia sindical. Asi, aunque el Sindicato de Mecdnicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA) de Cérdoba integraba une estructura sindical centra- lizada, de hecho disfrutaba de mucha independencia debido en gran parte al cardcter descentralizado de los convenios colect vos en la industria automotriz. Ese procedimiento les permitia a fas compaifas automotrices muitinacionales manejar un mer- cado inestable pero, al mismo tiempo, tornaba a los sindicatos del sector més dependientes del apoyo de sus bases para dk mostrar su poder, a la vez que exigia que su dirigencia estuvie se mas comprometida con las exigencias de éstas. Otro de los sindicatos lideres del periodo, Luz y Fuerza, gozaba también de gran autonoméa por formar parte de una estructura geemial federativa que le permitia ejercer un control pricticamente completo sobre su presupuesto, asi como sobre los convenios colectivos y servicios sociales. Ademds, la presencia singular durante es0s afios de su secretario general —Agustin Tosco—, dirigente de gran prestigio y profundas convicciones democra- tieas, fortalecié la préctiea de una democracia sindical partici- pativa y el establecimiento de una conduceién sumamente sen- sible a las demandas de las bases. Otras manifestaciones sociales y politicas también encontra ron su lugar de expresién en Cérdoba. El 11 y cl 12 de enero los sectores militantes del movimiento sindical peronista y el ala politica del peronismo revolucionario se reunieron en ta loca dad cordobesa de Unquillo para planear la siguiente etapa de | cha. A mediados de marzo, en los barrios populares de Bella Vista y Comercial se realizaron una serie de asambleas en lox ee centros parroguiales para protestar por el cierre de 130 centros de alfabetizacién de adultos que beneficiaban a 6.900 alumnos y se decidié continuar dictando clases en esos centros, al igual que cen los que funcionaban en las carceles. Influenciada por la situa- cién imperante, la Delegacién Regional de la CGT emitié un documento, la Hamada “Declaracidn de Cordoba”. que exhorta- baa la formacién de un frente civil de oposicién al régimen. Ese mismo mes, el nuevo gobernador de Cérdoba, Carlos Caballero, present6 un proyecto que pretendfa crear un esqu ma corporativo, el Consejo Asesor Econdmico. A esto se sumé el aumento de los impuestos municipales y a la propiedad, que agravé el malestar de la clase media, profundamente afectada por la falta de libertades democraticas. Esas circunstancias fueron acrecentando la sensacién de injusticia a la que se agre- 126 el descontento existente entre los obreros y los estudiantes, que encontraron detonantes para fa expresién del conflicto a comienzos de mayo. El 6 de ese mes, la Unién Obrera Metalt gica (VOM) convocé a un paro de 24 horas para protestar con- tra el irresuelto problema de las “quitas zonales”, sistema por el cual los trabajadores de Cordoba cobraban menos que sus pares de Buenos Aires. El dia 12, el gobierno nacional abolié el “sibado inglés”, establecido por una ley provincial de 1932 que otorgaba a los trabajadores de Cordoba el pago de una jor- nada completa los dias sdbados, en vez de la jornada real que era de cuatro horas. Esto llevé a una multitudinaria asamblea del SMATA que fue disuelta por Ia policfa con el consiguiente enfrentamiento violento; esos actos fueron un ensayo general del Cordobazo, ya que ese dia los trabajadores mecdnicos con- siguieron controlar el centro de la ciudad durante varias horas. Las movilizaciones obreras coincidieron con la agitacién de los estudiantes en todo el pais, especialmente en las provin- cias. El 15 de mayo, en el marco de acciones de protesta por el cicrre del comedor estudiantil, fue axesinado en Corrientes el estudiante de Medicina Juan José Cabral; luego, con las muer- tes de Adolfo Bello y Luis Norberto Blanco en Rosario, cuan- do participaban en la manifestacién de repudio por lo sucedido en Corrientes, comenz6 fo que algunos Hamaron fa “semana rabiosa”. A partir de ese momento los hechos se precipitaron tuno tras otro: la marcha del silencio en Rosario y el paro gene- ral deeretado por la Delegacién Rosario para el 23 de mayo en —— 351 — repudio por los tos de represién y muerte de los estudiantes, que produjeron varios enfrentamientos callejeros con la poli- cfa protagonizados especialmente por estudiantes. Este hecho fue denominado el “primer Rosariazo”. El 26 de mayo el ba- rrio Clinicas de Cérdoba, donde la mayoria de los residentes eran estudiantes, fue ocupado y, al dia siguiente, Ongaro fue detenido al llegar en tren a Cordoba Mientras tanto las delegaciones del interior comenzaron presionar a las dos centrales nacionales para que deeretaran un paro nacional ante la grave situacién que se estaba viviendo, Con tal motivo, e! 26 de mayo tanto la CGT Azopardo como la de los Argentinos decidieron decretar un paro general en todo el pafs por 24 horas para e! dfa viernes 30 de mayo. En Cérdo- ba, los representantes de las dos CGT decidieron, en cambio, que fuera de 48 horas y adelantarlo al dia 29 para remarcar la especial situacién de descontemo existente allf; ademds se de- cidid darle el cardcter de “paro activo”, es decir, hacer abando- no de los lugares de trabajo a partir de las 10 para movilizarse al centro y expresar su protesta. El Cordobazo: los acontecimientos El abandono de las grandes plantas industriales, que comen- 26. las diez de la maftana del 29 de mayo, fue masivo. A: desde los cuatro puntos de la ciudad comenzaron a marchar hacia el centro los trabajadores de IKA-Renault, Transax, Thompson Ramco, ILASA, Divisién Planta Matrices (Perdriel), Fiat y de las numerosas empresas metaliirgicas y de otro tipe dispersas por la ciudad. Lo mismo ocurrié con tos trabajadores publicos y de las distintas dependencias de la Empresa Provincial de Energia de Cérdoba (EPEC). donde el acatamiento a la medida fue total. Durante su paso, trabajado- res de otras plantas, estudiantes y ciudadanos en general se su- maron a la marcha, hasta que la columna principal que venfa desde la fabrica de IKA-Renault en Santa Isabel fue dispersada hacia los barrios adyacentes luego del primer enfrentamiento con fa policfa, Casi al llegar al centro en su marcha hacia el local de la CGT, la policfa abrié fuego y maté al obrero de IKA-Renault Maximo Mena. Los trabajadores atacaron enton. =a La lucha en las calles “(.) Velamos venir los caballos, ast que ;;a eorrer todo el mundo para arvibal! Pero en el grupo habia un muchacho, no sé. era de Luz ¥ Fuerza, entonces cuando foda la manifestacién corre, este hombre se queda y enfrenta a fa poticia montada con un pato. Entonces eso hace que la gente se vuelva, que los incentive y por supuesto, con los elemen- tos que tenfan en la mano, a los pedradones a la policta. Este acto heraica de exe tipo fue el motor. Fue la primera vez que vi caballas de la policia de espalda, disparar por la Maipti abajo: siempre los habia vis- to de frente. Et haber visto ta rettrada por primera vez dio fuerza y entonces la gente se reagrapa ¥ seguimos (..) Vienen dos o tres patra- Heros, se bajan con una confianza bérbara—se ve que no sablan cémo Veni la mano—, pero ya estaba la guerra desatada, habia que defender lugares y entonces alti vino a caballos sino a policias corriendo a bus- Car tos patrulteros. Lo agarraron a uno y te rompleron ta camisa y al asco lo tratan coma una bandera, como simbolo. Se tomé la esquina y se la cerramos (..)" Fuente: Tesimonio de Omar, estudiante, ces al cordén policial desbandéndolo, transforméndose la mo- vilizaci6n en una revuelta urbana espontanea en la cual partic 6 practicamente la totalidad de la comunidad cordobesa. La noticia del asesinato de Mena se difundié ripidamente, sumdndose a la protesta vecinos de clase media, quienes com- partfan la indignacién colectiva, no s6lo por la reciente bruta- fidad policial sino también por los tres aftos de autoritarismo vividos. Para las dos de la tarde la poticéa habja sido total- mente desbordada y habfa tenido que replegarse en su central Los dirigentes sindicales intentaron establecer cierto grado de control pero, para entonces, la rebelidn habia escapado de sus ‘manos respondiendo a! flujo y reflujo de ta contienda calleje- ra, sin tener en cuenta ningdn plan estratégico superior. Los considerados simbolos del imperialismo y del régimen suftie- ron duros ataques, se incendiaron las oficinas de Xerox, una concesionaria de Citroen y muchos otros negocios; se quema- ron autos y se saqued el Club de Suboficiales, con el fin de destruir los elementos alli existentes. No se registraron ac- — 353 — Enfrentamiento entre obreros condobeses y la poliete, 1969, tos de pillaje, los manifestantes destruyeron pero no robaron Al caer Ta tarde, la mayoria de los tral cia sus hogares, ademis varios dirigentes sindicales se mostra- ban recetosos de continuar participando en ta protesta que ya no controlaban. Elpidio Torres, desde la sede de su sindicato, habfa perdido todo tipo de comunicacién con Tosco y pareeta que ahora el protagonismo habia pasado a los estudiantes, tras ladkindose el principal foco de resistencia a los barrios estu diantiles, especialmente Alberdi y Clinicas. A la tarde intervi- no el Bjército, la aparicién de algunos francotiradarex en los techos agregé un tercer elemento al Cordobazo, et de haberse Intentado una insurrecci6n urbana por parte de algunos grupos mas organizados con una finalidad més claramente politica y. acaso, revolucionaria. La irrupcién de esos grupos. no incluida ch la planificacién inicial de ta protesta. es uno de los aspectos ‘indy controvertidos ya que el régimen atribuy6 el Cordobazo a una conspiraci6n minuciosamente organizada por la izguierda — 35+ —_ revolucionaria, con el apoyo del comunismo internacional. En realidad, el componente insuirreccional fue una faceta menor del Cordobazo si se lo compara con la protesta obrera y estu- diantil o con la revuelta popular; sin embargo, no debe ser de- Jado totalmente a un tado porque habla de Ta existencia de un fenémeno que saldrfa claramente a la luz luego del Cordobazo. En Ja madrugada del 30 de mayo, dfa del paro nacional con- vocado por la CGT, Cérdoba era una ciudad tomada, Se ofan isparos esporidicos y en el barrio Clinicas continuaba la re- sistencia. A pesar del toque de queda, ese dfa también se Hleva- ron a cabo algunas marchas de protesta, se allanaron los prin- cipales sindicatos y fueron detenidos Torres, Tosco y otros di- rigentes sindicales, imponiéndoseles penas de entre cuatro y diez altos de prisidn. Pasados los dos dias de protesta el saldo de propiedades destruidas era considerable y Ia cifra oficial as- cendia a doce muertos y noventa y tres heridos. El aconteci- miento conmovid inmediatamente la esfera politica nacional, el impopular gobernador Caballero tuvo que dejar el poder y la posicion del régimen comenzo a ser serlamente cuestionada. str marcha obrera y esrudianci! durante ef Conlobaco, —— 355 —— Derenidos durante el Condobazo en el Tercer Cuerpo de Ejérvito esperan ‘para ser jucgados por el Consejo de Guerra, junio de 1969. El pos-Cordobazo: la conformacién de un movimiento social de oposicién al régimen El Cordobazo cristaliz6 el cuesti iado por diversos sectores de 1a sociedad. Ademés, pondria de manifiesto una crisis de autoridad en el interior de las dife- rentes organizaciones de Ia sociedad civil que coincidi6, tam- bign, con la aparicidn de la juventud en Ia esfera publica como un actor colectivo dispuesto a romper con el pasado y tevar a cabo lo que entendian como la reparacin moral que el pais necesitaba, Este proceso, que se habia venido conformando durante toda lu década del 60, encontrd en ta brecha ablerta por el Cordobazo el escenario para una redefinicién desde abajo creando el marco, a su vez, para que de la resistencia que habia caracterizado a Ja etapa anterior se pasara a ta acciGn colectiva. — 356 — Comenzé asi a tomar cuerpo un ciclo de protesta que serviria de base para la construccidn de un movimiento social. En efec- to, luego del Cordobazo se habria operado un cambio en la es- tructura de las oportunidades politicas que torné vulnerable al sistema polftico para fa emergencia de un movimiento social, La conformacién de este movimiento implicé la utilizacién tanto de vehiculos formales (las organizaciones ya constitui- das) como informales, redes sociales nuevas y recursos prove- nientes de diferentes fuentes y aliados. Pero fo que 10 hizo po- sible fue el enmarcar culturalmente la posibilidad de la accién. es decir, se construyeron socialmente los tres componentes bé- sicos para fa accidn colectiva: la percepcién de injusticia, el convencimiento de que era posible revertir esa situaci6n a tra- vés de Ia aceién y la construccién de una fuerte identidad, un “nosotros” capaz de promover fos cambios, Ademas de la percepcion de injusticia y de la conformacién de una identidad, hacia falta la oportunidad politica para soste- ner el ciclo de protesta, La contundencia de las movilizaciones iniciadas mostré al gobierno ta necesidad de modificar su orientacién, instalando ciertas prioridades en su agenda con objeto de frenar el descontento popular. Tanto es asi que, luego del Cordobazo, éste basé su politica frente a los sindicatos en dos ejes principales: por un lado, conseguir ta paullatina nor- malizacién de la CGT dividida en dos lineas antagénicas, a fin de obtener apoyo institucional para los planes del gobierno y, por otro, restablecer aunque en forma condicionada el meca- nismo de la concertaci6n colectiva para flexibilizar la posicién de los sindicatos. Asf se abrieron canales de acceso a la partici- pacién por donde expresar el descontento obrero, que actuaron como disparadores de ciertos movimientos de base en las em- presas automotrices de Cérdoba y en otros puntos del pais. Entre los sectores dominantes se acentuaron también las di- visiones tras el impacto que signific6 la aparicién paiblica de la organizaci6n guerrillera peronistx Montoneros, con el secues- tro y muerte del ex presidente general Pedro Eugenio Aramburu en junio de 1970, Io que condujo al reemplazo de Ongania por Levingston. Estos hechos sacudieron la estabili- dad del bloque dominante creando una fuerte sensacién de in- certidumbre que llevé al nuevo presidente a revisar la orienta- sign de fa politica econémiea y social, déndaseles mayor parti- — 357 — cipacion a los distintos sectores sociales, fundamentalmente a los del trabajo para intentar frenar con ello la posible radicali- zacién, Otro aspecto importante por considerar en la ereacién de las oportunidades politicas se reflere a la adhesion de attados in- fluycntes que apuntataron y dieron cuerpo a una retérica de cambio. Asi, los movimientos de base que tuvieron lugar prin- cipalmente en Cérdoba en el sector dindmico de la economia, pero también en otros puntos del pais, contaron con el apoyo de otros sectores sociales, entre ellos el de intelectuales pro- gresistas como abogados que. ademas de asesorar a la nueva Jirigencia, iniciaron sisteméticas campaiias de reclamos por la liberaci6n de los presos politicos y sindicales. También ciertos parrocos enrolados en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo brindaron no sélo apoyo material y espiritual a tos trabajadores. sino que instalaron su problematica entre otros scctores sociales. Otro aliado permanente fucron los es- tudiantes que colaboraron para la difusién de los movimientos ¥y para darles un contenido mas imegral a las reivindicaciones. Antes de seguir avanzando, y como una manifestacion mas de la conformacién del ciclo de protesta a la que hemos hecho referencia, se hace necesurio volver la atencién sobre la impor- tante rebeliGn que tuvo lugar en otra ciudad industrial del inte- rior del pais antes de finalizar 1969. Rosariazo La huelga general nacional decretada por las dos CGT para cl 27 de agosto de 1969 contintia el ciclo de protesta abierto Iniciado en mayo, En ese contexto, también la huelga ferrovia- ria que desde Rosario se irradié al resto del pais seria el deto- nante de la huelga general activa Hlevada a cabo en esa ciudad ¥ Su cordén industrial los dias 16 y 17 de septiembre de 1969, idié con la ocupacidn de la Fabrica que para enton- ces tenia lugar en la planta de Grandes Motores Diesel, de ka empresa Fiat de Cérdobu. El punto de purtida de lu huelga fe- rroviaria que se inicié el 8 de septiembre en los talleres ferro. viarios de Rosario, Pérez y Villa Diego —personal adherido a la Union Ferroviaria, cuyo sindicato estaba imervenido— fue — 353 —_ Ja sancién aplicada a un empleado jerérquico, a la vez delega- do gremial. que se neg6 a firmar los apercibimientos a trabaja- in acatado el paro del 27 de agosto. A esta medi- du se sumé el dia siguiente el resto del personal adheride al otro sindicato ferroviarto, La Fraternidad, y para el 10 ta huel- ga se habja extendido a las provincias de Buenos Aires, Cérdo- ba y Santa Fe, manteniéndose hasta el 27 de septiembre. Frente a esa situacién, el gobierno nacional convocd el 16 de septiembre al personal ferroviario que se encontraba en huelga para la prestacién del “servicio civil de defensa”, que- dando sometido a la justicia militar el personal que no se pre- sentara. Para entonces, diferentes entidades sindicales, polfti- cas, estudiantiles, se solidarizaron con los obreros; incluso la CGT de Cérdoba declaré paro general y el gobierno provincial decidié decretar feriado para “prevenir inconvenientes” dado el peso simbdlico que tenia el 16 de septiembre para los traba- Jadores. En la Capital Federal y en Rosario, las mujeres de los, ferroviarios elevaron petitorios a las autoridades detallando la situacin en ta que se encontraban sus familias. El 16 de sep- tiembre la CGT de Rosario decreté el paro activo por 38 horas, Hamando a una maviliazacién y posterior concentracién frente al local de la CGT Los estudiantes se plegaron al paro, a pesar de que el dia anterior las autoridades habian emitido un comunicado por el cual alertaban a la poblacién, en virtud del estado de sitio, so- bre fa prohibicién de toda manifestacidn. Luego de la expe- riencia del Cordobazo, las fuerzas policiales fueron reforzadas por Gendarmeria Nacional y por contingentes especializados en Ia lucha antisubyersiva y, desde temprano, se desplegaron ‘no sélo por Ia zona céntrica sino también por los barrios donde se encontraban las principales fabricas y talleres, con objeto de impedir el ingreso de los manifestantes en la zona céntrica. Sin embargo, antes de las 10 de fa mafiana, ocuparon ese sector obreros pertenecientes a sedes sindicales con ubicacién en el centro, como los de Obras Sanitarias, Luz y Fuerza y ferrovia- rios, entre otros, y también lograron llegar columnas prove- lentes de 1a Zona sur y portuaria, En su desplazamiento fuc~ ron construyendo barricadas e incendiaron algunos autos y 6mnibus para impedir el paso de los vehiculos policiales, se atacaron comercios y se registraron enfrentamientos con la po- dores que — 359 — licfa con el saldo de un herido de bala. Algunas columnas que lograron llegar desde los barrios intentaron penetrar el cordén policial que rodeaba el centro sin éxito pero. al mismo tiempo, impedian también la salida de las fuerzas de represidn, De igual manera, en los barrios se construyeron barricadas a fin de impedir el ingreso de esas fuerzas. Recién a media tarde el centro fue desalojado y Ia lucha se desplaz6 hacia los ba- rrios, sobre todo hacia el norte y el sur de la ciudad, principa- Jes zonas fabriles. Para entonces, 1a participacién popular era muy notable. La zona norte qued6 controlada por su poblacién, se incendié la estacién ferroviaria de Arrayito y se intenté que- mar un tren cargado con bolsas de aziicar, igual proceder se siguid en otras estaciones ferroviarias. En la zona sur, murié un menor de 12 afios herido de bala, Esa noche algunas colum- nas rompieron el cerco de seguridad, varias zonas quedaron sin luz y se bloquearon rutas provinciales y nacionales. Et dia 17 continuaron los ataques: varias plantas industriales, garitas, sucursales hancarias, camiones, maquinaria, etc., fueron que- mados, ‘A medianoche del 17 de septiembre culmin6 la huelga gene~ ral con movilizacién pero la lucha continué en manos de los obreros ferroviarios, expandiéndose hacia el resto del pais si- guiendo fas vias férreas. Asf, entre el 17 y el 20 de septiembre se sucedieron una serie de hechos en distintos puntos de las provincias de Santa Fe, Cérdaba, Bahia Blanca y Tucumsn, ta- Tes como atentados contra el personal jerérquico que cumplia lareas, descarrilamiento de trenes, atentados contra vagones, corte de energfa de las seftales, obsticulos en las vias, sabota- jes en los talleres ferroviarios, atentados con explosivos en vias y holeterfas, emtre otros. Para entonces se decidié que el Ejército tomara en sus manos el asalto final para terminar con Ja rebelién. Se colocaron dos mil efectivos para la defensa de los objetivos ferroviari: incluida la instalacién de baterias antiagreas. Varios detenidos pasaron a engrosar las listas de Presos politicos y sindicales abiertas con el Cordobazo, pero el cardeter mas mareado de insurrecciGn urbana que tuvo el Ro- sariazo insinu ya los cambios que se estaban operando en el escenario politico y que se definirian mas claramente a co- mienzos de los "70. — 4360 —— idn de las bases en las plantas fabriles y ta expansign del ciclo de protesta Si se consideran las estructuras utitizadas para la moviliza cién, puede observarse también un cambio, aunque al comien- Zo no se subvirtieran abiertamente los mecanismos formales de canalizacién del conflicto contemplados dentro de la es tructura sindical. Sin embargo, durante el desarrollo de la pro- testa, se fueron modificando los contenidos de tas reivindica- clones hasta convertirse en un cuestionamiento a la dirigenci sindical. Eso fue lo que ocurtié, si, volviendo nuevamente a Cérdoba, se considera la situacién en sus sindicatos mecanicos luego de! Cordobazo y, especialmente, en ef marco abierto por Ia convocatoria a comisiones paritarias para la renovacién de los convenios colectivos, donde comenz6 a operarse lo que puede ser definido como un proceso de irrupeién de las bases sobre los dirigentes. Como ejemplos mas representativos hi bria que sefialar los que tuvieron lugar a comienzos de 1970: ta imposicién de una nueva dirigencia en el SITRAC (Sindicato de Trabajadores de Fiat Concord) luego de la asambtea del 23 de marzo, donde se exigié la renuncia de la Comisién Directi- va por acusirsela de pro empresarial y se eligié una nueva También cn cl SITRAM (Sindicato de Trabajadores de Fiat Materfer) hubo cambios de direcci6n, dando origen al sindic: lismo “clasista” de Fiat, a partir de las ocupaciones de fabrica en la Divisién Planta Matrices (Perdriel), integrada en la en presa IKA-Renault en mayo —-donde se encontraba el personal més calificado e ideologizado dentro del SMATA—, y en la planta de Santa Isabel durante todo el mes de junio de 1970. En todos los casos fa movilizacién fue promovida por las bases o estructuras intermedias pero, luego, comenzaron a tejerse redes sociales mas amplias donde se puso a disposicién del movimiento de protesta una serie de recursos que exe fos de las organizaciones implicadas: sistemas de comunica: cién, cobertura en los medios, locales en las facultades para hacer conocer sus demandas. entre otros. Esto se evidenciarfa claramente en Ia accién desplegada por la nueva dirigencia del SITRAC y del SITRAM que, desde una lucha inicial por hacer cfectiva una verdadera representacién sindical. exigieron la re~ nuneia de las comisiones directivas anteriores, la democrac — 361 — interna y un convenio similar al del MATA —al que la empre~ sa Fiat sistematicamente se habfa opuesto—, para ir agregando luego otras contenidos que la convertirian en uno de Ios polos aglutinadores de una alternativa politica. En efecto, las nuevas dirigencias del SITRAC y del SITRAM reconocidas recién en junio, luego de vencer tras las ocupaciones de las plantas en el mes de mayo la intransigencia cempresarial y del gobierno que se negaba « hacerlo, se definic~ ron opuestas a toda medida que implicara algtin atisbo de bu- rocratizacién, negandose incluso a integrar la combativa CGT rogional. Sin embargo, la radicalizacién con que generalmente se asocial a este movimiento, sintetizada en la famosa frase “Ni golpe ni eleccién, revolucién”, no estuvo presente desde sus orfgenes sino que s¢ fue definiendo sobre todo hacia el final del aiio "70 y més claramente en 1971 a partir del Viborazo de marzo de 1971. A partir de los "70 se observaron entonces importantes cam- bios en los repertorios de confrontaci6n. La experiencia acu- mulada por los trabajadores de tos sindicatos Ifderes durante ta década del 60 habia sido la permanente movilizaci6n a través de las estructuras formales de los sindicatos, manteniendo una estricta disciplina sindical como medio de conseguir sus r vindicaciones. Pero la situacién abierta luego del Cordobazo introdujo cambios en los que la disciplina y uniformidad ante- rior pasarfan a ser sustituidas por una creciente demanda de autonomfa y democracia de base, que se afirmé como un cédi- g0 comiin sobre todo entre los sectores juveniles. Lo novedoso entonces luego de 1969 fue que, recogiendo la experiencia pre via de movilizacién y combatividad desplegada para hacer efectivas las demandas corporativas, se produjeron cambios en las formas de enfrentamiento y en los contenidos. Estas trans- formaciones se evidenciaban en la utilizacién de mecanismos nds informates para la exteriorizacién de la protesta y en me- didas de accién directa como la ocupacién de fabrica con rehe- nes, que si bien formaba parte del acervo cultural de los traba- Jadores antes se habfa ejercitado con otro sentido. En efecto, esta practiea recogta experlencias previas como ef plan de 1u- cha lanzado por la CGT nacional en 1964 y la “gran huelga” de Fiat en 1965, pero, sobre todo en el primer caso, ésta habia sido implementada desde las cGpulas sindicales seen un oo cronograma y planifieaci6n perfectamente establecidos, como demostracign de tuer7a para negociar pero, a la vez, controlan- do y evitando ta iniciativa de los euadros inferiores. En cumbio, « partir del Cordobazo, esta medida adquirié un cardcter disruptivo para fa forma convencional de negociacién del conflicto pues la intencién era Hevar la disputa al centro de Ja produccién, donde los trabajadores sin intermediarios, es decir, sin fa mediacién de! sindicato, debfan encontrar fas solu- ciones disponiendo como elementos de presiGn de su fuerza de trabajo y de la apropiacién momenténea de las herramientas y el espacio de la produccién. Con estas medidas, que general- ‘mente inclufan la toma de rehenes y acciones violentas como amenazas con explosivos, se subvertian el principio de la ex- clusiva autoridad y propiedad empresarial en las plantas y, también como ya se ha dicho, la modalidad convencional de solucién de los conflictos fabriles al desconocerse las autori- dades sindicales constituidas, para pasar en algunos casos a cuestionar el orden general Relacionado con Io anterior, otro cambio importante opera- do durante el desarrollo del movimiento fue el de la apropia- cién de nuevos espacios, como la comunidad fabril, que busea- ba implicar a diferentes sectores: organizaciones de ta vecin- dad, parroquias, unidades basicas y de fomento, entre otros. Se intent6 también proyectar los movimientos al centro del deba- te intelectual y social, buscando atracr la atencién de los me- dios de comunicaci6n y con 1a asistencia de los militantes a asambleas estudiantiles que tuvieron lugar en diferentes facul- tades, estrochdndose vinculos con otros sectores sociales. ‘Otra caracterfstica nueva del repertoriv de confrontucién fue la biisqueda de trascender lo particular a través de medidas no- vedosas que atrajesen la atencién de los medios y que. tanto a través de su téetiea como de su contenido, implicaran a todos. Tal fue el caso de la forma de lucha escogida por el SITRAC para exigir la reincorporacién de delegados despedidos: una huelga de hambre en la parroquia de Ferreyra, donde estaban ubicadas las plantas de Fiat, los dfas dé Nochebuena y Navidad de 1970. La utilizacién de esa medida disruptiva, con alto con- {enido simbélico y moral, tuvo amplia repercusién en la opi- rnién piiblica, cont6 con la adhesién de los sectores mis diver- 508 y provoes también un importante cruce discursive en el —— 363 — intento de explicar y representar lu identidad de los trabajado- res y del movimiento. Si una huelga de hambre en esa fe tenia de por siun efecto ejemplificador, mucho mis impacto tendria por haberse Hevado a cubo en la parroquiu de Perreyra, Estos trabajadores “clasistas”, acusados por algunos de ser marxistus, elegfan imégenes con un alto contenido cristiano para sintetizar su mensaje y,a la vez, entre otras muchas mani- festaciones de solidaridad, recibjan la adhesién —por primera vez. piblica— de tres organizaciones armadas: las Fuerzas Ar madas de Liberacién (FAL), el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y Montoneros. E| ciclo de protesta no quedo relegado a las principales clu- dades industriales: por el contrario, entre octubre y noviembre de 1970 también tuvieron lugar dos importantes movimien- tos de protesta en Tucuman y Catamarca, el primero protagoni- zado principalmente por los estudiantes a los que se sumaron los obreros. y el segundo por agentes estatales y el pueblo en general. que repudiaron la politica del gobierno provincial Nuevas actores ocupan el espacio piiblica: Jas organizaciones armadas Sibien la protesta social y la guerrilla coincidieron en el tiem- po como fenémenos del pos-Cordobazo, es necesario diferen- ciarlos y no ver en la primera la génesis de la segunda. Se ha sefialado antes que la opcién por la vfa armada se configuré tempranamente en la Argentina, producto de la particular cultu- ra politica en la que el adversario politico fue referzande cada vez mds las caracteristicas de enemigo y la debilidad del sistema de partidos desvalorizaba la democracia representativa. En ese marco vimos que el gobierno de Ongania aparecié como el precipitador para que una particular forma de accién directa to- ‘mara cuerpo, acentuaindose el proceso de conformacién de orga- nizaciones armadas provenientes de diferentes vertientes politi- co-ideolégicas. Sin embargo, lo novedoso del pos-Cordobazo fue que estas ocuparon el espacio puiblico presentandose clara~ mente como una alternativa politica ms para el acceso al poder, sobre todo para los sectores juveniles. En efecto, si bien la idea de la violencia como cumino de transformacién social © politica, —— 364 —_ antecede « tos sucesos de mayo del °69, e1 proceso contestatario “desatado allf torné verosimiles varios de Tos argumentos que los. gfupos revolucionarios, peronistas 0 no, sostenfan en relacién ‘con Ia transformacién social y politica, volviéndolos crefbles para amplios sectores. Asi, la violencia—aunque con diferentes formas— comenzé a tematizarse como una opcidn posible mientras diferentes actores se iban sumando al movimiento so- cial y alimentaban el ciclo de protesta Dentro de fas organizaciones armadas de raiz. marxista, el ERP y las FAL, surgidas antes de 1969, se convirtieron en los principales referentes luego del Cordobazo, buscando ganar ‘espacios en los sindicatos a través de la creacién de células revolucionarias en las fabricas. Pero en el afio °70 entrarfa en escena la més importante organizacién armada de la Argentina por el caudal de personas que moviliz6: la organizacién de la izquierda peronista Montoneros. Varios de sus j6venes funda- ores proventan de grupos nacionalistas cat6licos, muchos de ellos incluso habian militado en la agrupacién nacionalis- ta de derecha Tacuara en los "60, pero luego de expandirre el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo tuvieron un acercamiento a los sectores desposeflos sobre todo por la influen- cia del sacerdote Carlos Mugica y los escritos de Juan Gare! Elorrio publicados en la revista Cristianismo y Revolucion. ‘Su primera aparicién publica tuvo un alto contenido simbé- lico: al cumplitse un afio del Cordobazo —fecha coincidente con la del Dfa del Ejército— secuestraron a quien se identifi- caba como et primer “verdugo” de la resistencia peronista por el fusilamiento del general Valle en junio de 1956 y por la ex- patriacién del cadaver de Eva Perén: el teniente general Pedro Eugenio Aramburu. Quienes participaron en el secuestro (Fer- nando Abal Medina y Emilio Angel Maza), vestidos con uni formes militares y ampardndose en sus conocimientos milita- res como lice/stas, se presentaron ante Aramburu ofreciéndose como custodias, Tres dias después fue asesinado luego de ser sometido a un juicio revolucionario. Fue un hecho muy arries gado ya que entonces la infraestructura de Montoneros era mi- ima: contaba adlo con doce personas con importantes co- nexiones en Cordoba. La consecuencia inmediata en la estruc~ tura de poder fue la remocién de Ongania diez dias después del secuestro y su reemplazo por Levingston. 865) —— Sigla del ERP pintada en Cordoba durante fas huelgas de 1971. En cuanto a las definiciones ideolégicas, Montoneros no hizo diferencias al comienzo entre los sectores que luchaban meramente por el retorno de Perén al poder y los que buscaban luna transformacién socialista del pafs, 1a patria peronista ‘como “patria socialista”. Habfa en ellos un culto a la accién sin precisar previamente su objetivo final. En su pensamiento se subordinaba ta fucha de clases a las tuchas populares naciona- les, hecho que atrajo a gran niimero de jovenes de clase media. No ocurrié Io mismo con los obreros industriales que. por lo general, los rechazaron, ya sea por asumir algunos sectores —como los de Cérdoba— posiciones mas radicales 0 por las tendencias pragméticas y conciliadoras de gran parte del calismo peronista, para quiones las estrategias armadas apare- cfan como ajenas a su experiencia y necesidades de trabajado- res, El aliento que, sin descuidar otras estrategias, Peron dio a Montoneros y a otras agrupaciones tales como la Juventud Pe- —— 366 —_ ronista (JP), la Juventud Universitaria Peronista JUP), la Ju- ventud Trabajadora Peronista (ITP), que comenzaron a formar la Tendencia Revolucionaria del peronismo. los convencié de que su particular visién de la “patria socialista” podria conscguirse con ef retorno del Hider. Dentro del sector revolu- clonario, 1os que apostaron a la opeién obrera fueron conoci- dos como “alternativistas” y conformaron el Peronismo de Base para actuar a nivel de las fabricas. Durante 1971, la otra organizacisn armada mds activa fue et ERP, que en mayo secuestré a Stanley Sylvester, cénsul brita- nica honorario y director de la planta envasadora de carnes Swift en Rosario, que debi6 repartir $0.000 délares en ropas y alimentos a los pobres con el fin de que fo liberaran. La otra operacién importante del ERP fue el secuestro det director ge- neral de Fiat Concord, Oberdan Sallustro, en Cérdoba en mar- 20 de 1972, con objeto de que se reincorporaran los obreros despedidos al disolverse el SITRAC y se liberaran los guerri- Heros y huelguistas encarcelados; el gobierno prohibié el pago De inquierda a derecha, Mario Roberto Santucho, Benito Urteaga ¥ Enrique Gorriarin Merlo, conductores del ERP. —— 367 — "POR EL SECUESTRO DEL SENOR TENENTE GENERAL #°° D. PEDRO EUGENIO ARAMBURU_;:* SE REQUIERE LA CAPTURA DE: = =." DENUNCIELOS! te DOLICIA FEDERAL o a rgeison plcial mis pixie en todo el ptm Afickedistribuide por a Policia Federal tras el secuestro del teniente ‘general Aramburu dol rescate y Sallustro fue muerto por los secuestradores al Hle- gar la poticfa al lugar donde estaba cautivo. La opeién por la via armada se reforzé también con la ac- cién de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). cuyo ori- gen se remontaba a 1966, cuando unas cuantas personas se Lunieron con fa esperanza de convertirse en el apéndice argenti no del foco boliviano del “Che” Guevara. Su muerte condujo al derrumbe del proyecto pero, conducidas por Carlos Enrique Olmedo, iniciaron ta guerritla urbana en 1969. At intentar salir de su aislamiento politico, el giro hacia la lucha urbana fue acompatiado de la peronizacién de las FAR, proceso que se consolidaria hacia 1971, para fusionarse finalmente con Mon- toneros a fines de 1972, cuanto al repertorio de confrontacién utilizado por los grupos guerrilleros, es necesario destacar que mas que buscar el enfrentamiento directo con el ejército 0 la policfa, sus accio- nics aparecfan como ejemplos de propaganda armada que bus- caban ganarse la simpatfa popular y también hacerse de recur- — 368 —_ sos. Trataron de hacer un Uso minimo de la violencia ofensiva Que tenia blancos bien determinados. como representantes del régimen 0, sobre todo en el caso del ERP, empresarios en con- flicto con sus obreros, sin realizar actos terroristas al azar. Los secuestros también se utilizaron para obtener recursos para el mantenimiento de la organizacién © para ser distribuides en villas de emergencia. LA TRANSFORMACION DEL CICLO DE PROTESTA OBRERA. LA HORA DE LAS. DEFINICIONES POLITICAS El afo 1971 mareé la transformacién de Ia protesta obrera, que adquitié contenido politico y buscé traycender tos limites locales para encarar un movimiento nacional. Puede decirse ‘Geupacton de ta fadrica Fast Concord en 197, — 309 — que se produjo una rearticulaci6n de ta crisis. una reabsorcion de la crisis social por los agentes politicos, sobre todo del cam- po opositor. La presién que yenian cjerciendo distintos secto- res de la sociedad tuvo que scr asumida por el gobierno de la Revolucién Argentina y, nuevamente como en 1969, lo aconte~ cido en Cordoba fue crucial para decidir el cambio de actitud del gobierno. Luego del segundo Cordobazo 0 Viborazo Levingston fue reemplizado por Lanusse, quiien deste esa ciu- dad el |" de mayo lanz6 el Gran Acuerdo Nacional (GAN) pro- metiendo la convocatoria a elecciones en el corto plazo. Ya en noviembre de 1970 representantes de los principales partidos politicos se habfan reunido en un encuentro que se conocié como La Hora del Pueblo para exigir la salida electoral y un cambio sustancial del modelo econémico-social, Sin embargo y a pesar de que, como hemos visto, ya habfan aparecido en escena las organizaciones armadas, fue necesaria una contun- dente protesta social, a la que se sumaron aquéllas, para con- vencer al gobierno de Ia conveniencia de esa salide. Es que en el Viborazo convergieron quienes aparecfan como los princi- pales exponentes del cuestionamiento al régimen: los trabaja- dores de los sindicatos lideres y representantes de las organi- zaciones armadas unidos en lo que, de no frenarse, podrfa abrir el camino para una insurreccién general. El segundo Cordobazo o Viborazo: la cafda de los gobiernos provincial y nacional Los problemas comenzaron a plantearse a partir de fa ocupa- cién de las plantas de Fiat que tuvo lugar el 14 de enero de 1971 como reaccién frente al despido de siete obreros. algunos de ellos delegados, y que llevé a la empresa a solicitar | vencién del Ejército para desocupar la fabrica. Los trabajado- Fes tomaron a dos funcionarios de la empresa como rehenes y In crisis de Fiat se extendié por toda la ciudad cuando la totali- dad de los trabajadores mecanicos convocaron a una huelga de solidaridad para cl dia siguiente. La mediacién del gobernador de Cérdoba, Bernardo Bas, impidié que la ciudad fuera ocupa- da militarmente disponigndose a conciliacién obligatoria, pero Ia aetitud de lon obreros de no dejarse amedrentar por las —— ht ES LL TOWADA SS MAIMED Huelga en Cérdoba en 1971, ‘amenuzas y negarse a abandonar la planta hasta que la patronal cedié fue valorada como un “triunfo frente a la empresa impe- rialista”, Pero més que el fin del conflicto, lu huelga de enero fue el primero de una serie de hechos que cutminarfan en ta se- gunda gran protesta obrera y levantamiento popular de Cérdo: ba en menos de dos aiios. El 29 de enero SITRAC y SITRAM prenentaron una propuestu de convenio segiin Ios lineamientos del negociado por el SMATA. Pero, a pesar de que el resultado de la conciliacién obligatoria por el contlicto de enero recono- ci6 las reivindicaciones de los obreros, la empresa se negaba a negociar con tos trabajadores de Cérdoba, argumentando que las negociaciones debfan realizarse en Buenos Aires. Esa tuacién conflictiva coincidié con un momento politico part Jarmente sensible en Cérdoba. EI I? de marzo Levingston designé a José Camilo Uriburt, hijo de una familia aristocrética y representante de la derecha catélica, como gobernador de Cérdoba en reemplazo del mas contemporizador Bernardo Bas. Ese nombramiento se hizo en medio de una serie de movitizaciones llevadas a cabo por dife- ea rentes sindicatos de Cortona y cuando la CGT regional estaba programando un paro general para el 12 de marzo. En ese cli- ma. el nuevo gobernador anuncié en un discurso en la locali- dad cordobesa de Leones que "Dios le habia encomendado la misién de cortarle la cabeza a ta vibora venenosa que anida en Cordoba”. La respuesta del movimiento obrero cordobés fue programar ‘una aecidn conjunta de todos los sindicatos, incluidos los de Fiat, para ef dfa 12. Sin embargo, no lograron ponerse de acuerdo en las medidas que se debjan adoptar; mientras la CGT y Luz y Fuerza proponfan ocupaciones de los lugares de trabajo, el SITRAC y el SITRAM preferfan una marcha al cen- tro con concentracién, es decir, 1a misma estrategia utilizada en el Cordobazo, a la que los demas sindicatos se opontan ar- gumentando que habria una fuerte represién, Cuando la segun- da mocign fue vencida, se acordé primero hacer las tomas y luego marchar al centro, Pero el dia 12 los trabajadores de Fiat, en vez de ocupar las plantas. decidieron abandonarlas y reali- zar una manifestacién, marchando hacia los barrios de las cer- canfas donde los estaban esperando unidades policiales envia- das para disolver la concentracién. La policfa disparé sobre los trabajadores y maté a un obrero, provocando —como habia Relato del entierro del obrero Adolfo Cepeda, 14 de marzo de 1971 “Durante seis o siete kilémetros, el cortejo, formado por unas cuatro ‘mil personas. ha venido llevando el atatid a pulso. Sobre él puede verse. ‘por entre los cientos de cabezas de a barrera humana, una bandera del ERP junto c ta argentina...) Rodeando ta gran cruz, que desde te parte superior de una toma domina el cementerio, se han ubicado carteles ‘con consignas: A UN COMBATIENTE CAIDO NO SE LO LLORA, SE LO REEMPLAZA EN LA LUCHA, Parado sobre el pedestal de ta cruz. Pez, dirigente del Sitram, inico orador del acto, lama a ‘convertir el dolor en odio, en odio y combate contra los explotadores. Ha muerto wn hijo de ta clase obrera y debemos jurar vengarto”. Los aplausos alteran {a paz del cementerio.” Fuente: Oscar Anzorena, Tiempo de violencia y utopia i a Ccurrido en el Cordobazo— ta ira colectiva, que transform6 la manifestaci6n en una protesta de masas, Durante todo el dia hubo enfrentamientos con la policia y el {4 de marzo unos diez mil cordobeses acompaiiaron el cortejo fiinebre de Adolfo Cepeda. Los trabajadores de Fiat abandonaron las plantas el lunes 15 de marzo con la intencién de realizar una concentracién masi- va en el centro, pero errores en le coordinacién hicieron que ésta no fuera organizada y que fueran fundamentalmente los trabajadores del SITRAC y del SITRAM y los de la planta de Industrias Mecdnicas del Estado (IME), histéricamente aisla- dos de movimiento obrero cordobés, los que constituyeron los contingentes obreros més grandes en esa oportunidad. Luego de una breve concentracién en el centro, las obteras se disper- saron por los barrios, varios para apoyar la ocupacién que fos del Sindicato de Luz y Fuerza estaban Hevando a cabo en la usina de Villa Revol. Poco después se unieron a ellos estudian- tes y ciudadanos comunes y en las primeras horas de la tarde la ciudad estaba una vez mas sumergida en una ola de destruc~ cién mayor incluso que la del primer Cordobazo, en términos de dafios a la propiedad y en pérdida de vidas. El fracaso de los sindicatos en la coordinacién de la protesta aseguré la veloz represion, especialmente por Ia llegada el dia 16 desde Buenos Aires de una brigada antiguerrillera especialmente entrenada. El 7 se pidié la renuncia de Uriburu y, ante la nueva huelga general decretada por la CGT para cl 18 de marzo, ta ciudad fue ocupada militarmente y antes de fin de mes el presidente Levingston fue reemplazado por Lanusse. A diferencia del primer Cordobazo, ef segundo tuvo un carécter mucho més obrero que popular, acompanado por 1a clara presencia de los, nuevos actores politicos del momento, las organizaciones ar- madas. Las definiciones politicas Luego det tanzamiento del GAN, el gobierno combiné 1a apertura por la promesa electoral con la represién de los que no se integraran en ese esquema. procediéndose asf a la deten- ién de varios dirigentes del SITRAC-SITRAM acusados de ee subversion. Agustin Tosco tue enviado a una céroel de! sur et 29 de abril y recién fue liberado a fines de 1972, Esta doble actitud provocé que a partir de entonces la lucha se planteara en términos politicos y obligé a definir las estrategias que Se utilizarfan. Con sus diferencias y matices, los distintos actores plantearon 1a necesidad de un cambio politico. Las cipulas sindicales que buscaron ocupar un lugar dentro de la nueva re- organizacién del movimiento peronista y otros sectores como el sindicalismo “combativo” de Cérdoba se inclinaron mas ha- cia un proyecto de socialismo nacional que uniera a los dife rentes sectores del campo popular sin negar la posibilidad del canal de acceso “democrético” ‘Ahora bien, para explicar el pasaje del movimiento social a Ja accién politica fue necesario que se dieran ciertas oportuni- dades politicas y tuvieran lugar una apertura y cambios en la agenda politica. Esto ocurrié con el lanzamiento de! Gran Acuerdo Nacional y la promesa de prontas elecciones sin pros- cripciones. Ante esta instancia las estrategias debieron rede- finirse, comenzando a movilizarse recursos predominante- mente politicos, en especial tras las medidas dadas por el go- bierno: el 2 de abril, diecisiete dias después del Viborazo, se declararon rehabilitados los partidos politicos y el 21 de junio sc entreg6 a Lanusse el proyecto de ley que reglamentaria su actividad. En septiembre se reinicis la afiliacién en el justicia- lismo con una serie de actos simbslicos. Sin embargo, estas medidas se daban en un escenario muy diferente del de anos anteriores. Se habfan producido algunos ambios en las formas de la accién colectiva: la definicién de nuevas formas de confrontacién y la utilizacién de canales in- formales para exteriorizar fa protesta. La experiencia pasada ddej6 profundas huellas en marcos culturales que moldearon las estrategias escogidas, Por ejemplo, en la CGT local se creé la Comisién de Solidaridad, que inicié una serie de reeitales po- pulares a heneticio de los familiares de los presos grem les, politicos y estudiantiles y de los trabajadores de Fiat, a la vez que continuaha su lucha por un convenio que reconociera sus demandas, trataban de que su accién trascendiera cl ambito abril. El objetivo de marcar ta diferencia on la lucha llevada a cabo en Cérdoba, que ya se detinfa no sélo contra la burocra- cia sino también contra el régimen, se evidencié en el interior — del mismo movimiento peronista, En ef Plenario Nacional de Gremios Combativos, donde se habjan reactualizado los pro- gramas obreros de La Falda, Huerta Grande y del I® de Mayo de la CGT de los Argentinos, se resolvio emprender abierta- mente la lucha contra el gobierno de Lanusse y en un acto pos terior, en junio en el Luna Park, ta delegacién de Cérdoba se present6 portando una bandera nacional de guerra atada a una rama de drbol. En ese sentido, el sindicalismo peronista de Cérdoba suftié una permanente tensidn entre, por un lado, mantener un pro- yecto como el esgrimido en el Plenario de Gremios Combati vos, coherente con la experiencia de movilizacién vivida a partir del Cordobazo y. por otra parte, las exigencias de su- bordinarse a un plan politico general decidido por Perén y los dirigentes nacionales. Esa tensién, producto de la particular experiencia anterior, fue decisiva en el papel desempefiado por Jos sindicatos de Cordoba para imponer una linea de tzquierda en el partido —a pesar del peso que todavia mantenia la orto- doxia dentro de él y que se pondeia de manifiesto en acon mientos posteriores—, que se materializ6 en 1972 con el triun- fo de la candidatura de Ricardo Obregén Cano y del dirigente de la UTA, Atilio L6pez. para los cargos de gobernador y vice- gobernador en las elecciones de 1973. Dentro del espectro de posibilidades abiertas para la: defini- ciones politicas, algunos sectores més radicalizados de los tra- bajadores de Fiat legaron a plantear una salida revolucionaria. Sin embargo, esa alternativa no estuvo presente desde el oi gen en el “clasismo” de Fiat sino que puede ser considerada también como producto del proceso de movilizacién, de tomar parte en fa accidn dentro de una experiencia sindical particu- Jar, que haba mantenido aislados a estos trabajadores de 108 organismos sindicales durante la década anterior pero no de los simbolos de la rebelién presentes en Ia cultura politica cor- dobesa. Puede decirse que estos trabajadores recapturaron esos simbolos y los dotaron de un particular sentido al compas de lo que fue sucediendo también en otros sectores sociales que se plegaron al movimiento. En ta opeién “antiburocratica’ escogida por el SITRAC y el SITRAM., que valoré negativa- mente hasta la propuesta de Agustin Tosco de conformar un frente popular con los sectores progresistas. Se prioriz6 prote- — 375 - ger una identidad altemativa, de purismo obrero, frente a todu Consideracién estratégica, haclendo que ef movimiento s€ YoI- cara sobre si mismo Sin tomar demasiado en cuenta la identi- dad mayoritariamente peronista de los trabajadores. ‘Ademés, ésta aparecia ahora s6lo como una entre las varia- das y diferentes alternativas que se esgrimicron en fa caldeada y movilizada Cérdoba. Los diversos sectores comenzaron a ar forma a sus planes politicos y para algunos de ellos la radi- calizaciGn que habia servido para promover la accién colectiva podfa, ahora, tornarse una amenaza. El peronismo sindical de Cérdoba, sobre todo en su vertiente legalista, mantuvo la com- batividad apuntalando y consiguiendo, como ya senalamos, e| Uiunfo det ala politica més de izquierda dentro det partido. pero no estaba dispuesto a apoyar alternativas que cuestiona- ran al peronismo como movimiento politico representativo de los intereses de los trabajadore: ‘A a vez, hacia mediados de 1971, la transformacién de ta protesta en accién politica signifies también la primera decli- nacién del ciclo de protesta obrera. Los datos afrecidos por Brennan sobre fa cantidad de paros y de horas perdidas en el complejo de IKA-Renault muestran una importante reduccion de los conflictos durante el perfodo 1971-1972. En esto habrfa incidido el hecho de que la confrontacién comenzara a librarse preferentemente en 1a arena politica y que, tas no aceptar los trabajadores de Fiat las propuestas de la empresa sobre el c venio de trabajo, fueran intervenidas militarmente las plantas y se procedicra a retirar fa personeria gremial del SITRAC y del SITRAM y a expulsar a sus comisiones directivas y cuer- pos de delegados en octubre de 1971. Estas medidas que limi- taron la posibilidad de la protesta obrera no abortaron, sin em- bargo, la lucha politica que a través de otros canates seguirfan librando estos trabajadores. El afto 1972 no presenté exteriorizaciones importantes de Protesta obrera, concentréndose fas energias en Ia lucha politi- ca. En uno de los sindicatos mas importantes de Cérdoba, el SMATA, y como un ejemplo de la radicalizacién que sobrevi- no al Cordobazo, gané las elecciones en el gremio en abril de 1972 un militante del PCR. René Salamanca, de la Lista Ma- rr6n, luego de catorce afios de conduecién peronista. En ese nuevo marco, los obreros de Fiat bregaron por el reconoci- ee. a micnto de su afiliaci6n al ahora “elasista” SMATA de Sala- mana, apoyados por una serie de plebiscitos en las plantas que asi lo ratiticaban, mientras se desarrollaban los apremios electorates. Sin embargo, luego de arduas tratativas, a fines de 1972 se adjudics a 1a UOM Ia representacion del personal de Fiat; las esperanzas de un cambio en esa situacién fueron finalmente perdidas cuando el tercer gobierno peronista en 1973 no s6lo ratifies esa decisién sino que emprendid una sis- temética campafta para restablecer el verticalismo y aplacar todo intento disidente en la combativa Cérdoba. El régimen en retirada: puebladas y represin En el contexto preelectoral de 1972 se combiné la lucha po- Iitica Hevada a cabo por los diferentes actores con la represiGn utilizada por el gobierno para sofocar las manifestaciones de rebelién popular y también con la escalada de violencia en as- censo desencadenada por las organtzactones armadas, algunas de ellas porque desconocian la via electoral de acceso al poder y otras. como Montoneros, porque significaba una medida de refuerzo y de amenaza por si el gobierno no cumplia con sus promesas, En efecto, las acciones de la guerrilla no se habjan detenido y éstas, en cierta manera, aparecfan también como definiciones politicas. La mayoria de las organizaciones no aceptaba la sali- da electoral como el mecanismo adecuado para el acceso al poder porque apostaban a la insurteceién popular para garanti- zar sus objetivos o bien presuponian que la entrege del poder seria condicionada y con restricciones como lo habfa sido en otras oportunidades. Este era el caso en especial de Montone- ros, que habia rechazado el GAN como una trampa del régi- men. A pesar de las esfuerzos Hlevados a cabo por cl sector po- litico del movimiento justicialista, Montoneros se mantuvo, al menos hasta fines de 1972. en una posicién intransigente. En esto tuvo que ver también la estrategia desplegada por el pro- pio Perdn que. mientras alentaba las conversaciones de tos po- liticos, hacia también lo propio con las acciones de los secto- res revolucionarios, como una forma de jaqucar por todos los flancos al régimen. — 377 — Para mediados de 1972 la popularidad de Montoneros habia crecido notablemente y puede considerarse ese momento como el més dlgido en cuanto al apoyo encontrady en las masas. Sobre Todo a través de las exteueturas de ta Juventud Peronista, En ju- se realizé un proceso de unificacién de sus diversos grupos en una estructura nacional encabezada por Rodolfo Galimberti quien se desempefiaba desde hacia unos meses y por designa cidn de Peron como representante de este sector en el Consejo Superior Justicialista, Esto hacfa que, més allé del ntimero que efectivamente integraba los cuadros de la organizacién armada, cl apoyo brindado por la juventud y otros sectores sociales pare~ ca convertirlo en un incipiente fendmeno de masas En noviembre de 1972, luego de diecisiete afos de exilio, Perén regresé al pats y termind de coneretar la formacién de un frente electoral encabezado por ta formula Héctor Cémpo- ra-Vicente Solano Lima, ante la imposibilidad de postularse él mismo como candidato. En realidad todos sabfan que. como cantabe el pueblo, esto signifieaba “Cémpora al gobierno, Peron al poder” y con este anunciado triunfo parecta cerrarse Ja larga agonia abierta en 1955. Para entonces s6lo algunos grupos radicalizados se oponian a participar de la salida elec- toral, aunque ésta no fue valorada de igual manera por todos los sectores. Para muchos representaba un fin en sf mismo, para otros era el primer paso para el establecimiento posterior de la patria socialista, En el fargo proceso abierto con ta desti- tucidn de Peron muchos costos sociales se habfan pagado, s6lo en el periodo 1966-1973 unas cien personas habfan sido muer- {as y quinientas fueron encarceladas por razones paliticas. Sin embargo, el experanzado retorno, como se vers, no traerfa Ia paz social, Por el contrario, los antagonismos, el autoritarismo y la intolerancia presentes en la sociedad y en su cultura politi- ca conducirfan a una espiral creciente de violencia en el inten- to por definir a quiénes correspondia ser los artifices del nuevo Proyecto de pais por construir, una vez. liberados —al menos provisoriamente— de la tutela militar. Sin embargo, la “patria socialisto” no serfa posible y un nuevo golpe cl mas terrible de 1a historia argentina—cerr6 definitivamente el ciclo que se habfa abierto en 1955 y con él todos los proyectos de construc cién de un orden superador. de inclusién para todos y que per- mitiera superar las antinomias del pasado. = BIBLIOGRAFIA ‘Amaral, Samuel. y Plotkin, Mar Buenos Altes, Cantaro, 1995, 10 Ben (comps.), Perdn det exitio al poder, Ancorena, Osear. 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