Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
De La Serpiente Marina Al Tiburón Gigante
De La Serpiente Marina Al Tiburón Gigante
unto a las observaciones clásicas de monstruos marinos existen también las «clásicas»
falsificaciones, pero no por ello debemos descartar la existencia de criaturas
desconocidas. A aclarar este tema han contribuido las técnicas de investigación del
zoólogo belga .
La publicidad dada a las observaciones más famosas han acarreado consecuencias de dos
clases: la acumulación de informes similares, muchos de los cuales presentan todas las
garantías de autenticidad, y la subsiguiente avalancha de embustes. El celo de los
investigadores se ha dirigido a desenmascarar estos últimos, que han servido para
ridiculizar a aquellos informes que les han dado fe.
La patraña fue publicada en forma de una carta con matasellos de Glasgow del 19 de
octubre, pretendidamente remitida por Î , capitán del .
Henderson escribía que el 20 de septiembre
, capitán del
bergantín c , había divisado «una enorme serpiente, o culebra, con cabeza de
dragón», y que casi de inmediato había ordenado cargar un cañón con metralla y hacer
fuego contra la bestia. El monstruo, de unos 30 m de longitud, tras echar espuma por la
boca y azotar la superficie de las aguas, se alejó a una velocidad de 16 nudos.
El reprodujo la historia y un agudo lector escribió para preguntar cómo se las había
arreglado el c para recorrer en sólo diez días la distancia que mediaba entre el lugar
del encuentro con la bestia y Lisboa, ciudad en la que el capitán Trelawny había relatado
el suceso a Henderson. La distancia recorrida era de 8.000 km y hubiera requerido una
velocidad media de 20 nudos. El lector comentaba con sarcasmo: «Probablemente la
serpiente llevó a remolque al bergantín.» Investigaciones posteriores demostraron que la
carta era un embuste.
El monstruo marino de Cornualles, que recibe el nombre de Morgawr, fue visto en numerosas
ocasiones durante 1975 y 1976. En febrero de este último año, se logró fotografiar esta criatura en
Rosemullion Head, cerca de Falmouth.
Los científicos escépticos exigen restos físicos que puedan someter a examen.
Periódicamente el mar arroja en remotas playas grandes y extrañas osamentas, pero,
debido a las urgencias inmediatas de la investigación científica y a la lejanía de las
localizaciones, estos restos son habitualmente ignorados o identificados «desde lejos»
como despojos de criaturas marinas conocidas. Muchas veces se los ha considerado como
pertenecientes a la especie del marrajo gigante.
En 1925, el cadáver de un ser no identificado fue depositado por el mar en las rocas de
Santa Cruz, en la costa californiana. Los restos parecían corresponder a un animal de
nueve metros de longitud, largo cuello y enorme cabeza con boca en forma de pico de
pato, pero posteriormente fueron identificados como pertenecientes a una especie muy
rara de ballena que habita en las aguas del Pacífico norte.
La gran masa globular en descomposición que en julio de 1960 fue arrojada por el mar en
una remota playa del oeste de Tasmania, mereció escasa atención oficial hasta que, en
marzo de 1962, los científicos de Hobart localizaron desde el aire el lugar exacto en que
se encontraba y enviaron un grupo a investigar. Finalmente, y con ayuda de helicópteros,
se transportaron muestras de los restos para su análisis, y el informe oficial afirmó que se
trataba de «una gran masa de materia grasa en descomposición, perteneciente
seguramente a una ballena». Sin embargo, los biólogos que habían seguido el caso de
cerca consideraron muy improbable esta versión.
Los casos citados, y centenares más que pueden encontrarse en los diversos trabajos que
se han publicado sobre el tema, llevan a la conclusión de que no existe un único tipo de
monstruo marino. En 1965, el zoólogo belga completó el más
detallado y exhaustivo trabajo que se ha publicado sobre el particular: En la estela de las
serpientes marinas, libro de valor inapreciable para todos los investigadores. En su obra,
el doctor Heuvelmans describe y analiza más de quinientos informes que van desde 1639
hasta 1964. De toda esta masa documental, saca diversas conclusiones de las que vamos a
intentar ofrecer un breve compendio.
De las 587 observaciones que recogió, Heuvelmans considera que 56 de ellas son falsas.
En otro grupo reúne las referentes a criaturas marinas conocidas que habían sido tomadas
por monstruos marinos desconocidos, encontrando 52 casos. Otros 121 informes fueron
descartados porque las descripciones eran demasiado vagas o ambiguas.
·uedan así 358 observaciones, con diversas características respecto al modo de aparición
y comportamiento, que pueden dividirse en nueve tipos que van desde la serpiente de
«cuello largo», que es la que aparece con mayor frecuencia, tiene un cuerpo en forma de
cigarro y cuatro pies palmípedos, y nada con gran rapidez, hasta los poco frecuentes
saurios marinos, que parecen cocodrilos de 15 a 18 m de longitud y que sólo han sido
vistos en las aguas de los trópicos. El doctor Heuvelmans se refiere jocosamente a los
otros tipos como caballos de mar, multijorobadas, supernutrias, multialetas,
superanguilas, padres-de-todas-las-tortugas y barrigas amarillas. Descubrió también un
grupo que denominó «periscopios ambiguos» y que puede ser asimilado a los monstruos
de cuello largo o a las superanguilas.
Otra de las observaciones del doctor Heuvelmans pone de manifiesto que las apariciones más
frecuentes durante el presente siglo han sido las del monstruo del cuello largo, que debe de
estar en plena expansión. Por el contrario, la supernutria no ha sido vista desde 1848, y
Heuvelmans sugiere que estas dos especies pueden estar o haber estado compitiendo por el
mismo nicho ecológico, y que la supernutria ha resultado perdedora, e incluso puede haberse
extinguido.
El mundo submarino no ha sido aún totalmente explorado y, a pesar de los escépticos, parece
que hay abundantes pruebas de que existen gigantescas criaturas desconocidas. Los
científicos creen que dentro de poco podrán tener un conocimiento mucho más amplio de la
vida en las profundidades de los océanos. Además, cada año se descubren nuevas especies,
de modo que quizá no se haga esperar la respuesta al misterio de los monstruos marinos.