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Tema 8 La España del siglo XVI

Introducción

El siglo XVI es un siglo de luces y sombras, es el período de mayor auge político y militar de
España, y sin embargo, también es el siglo en el que se gesta la ruina económica y el atraso social e
ideológico del país.

8.1. El Imperio de Carlos V:


Conflictos internos. Comunidades y Germanías
El Imperio de Carlos I de España y V de Alemania (1516-1556) se formó por una enorme
herencia no premeditada, debido a una política matrimonial iniciada por los Reyes Católicos con el
objetivo de aislar a Francia.

• De su abuelo paterno Maximiliano de Habsburgo, recibió Austria y le sucedió en el


título imperial.
• De su abuela paterna, María de Borgoña, recibió Flandes, Países Bajos y el Franco
Condado.
• De su abuelo materno, Fernando el Católico recibió la Corona de Aragón que incluía
además sus dominios italianos de Sicília, Cerdeña y Nápoles.
• De su abuela materna, Isabel la Católica recibió la Corona de Castilla, Navarra y los
dominios americanos

Además, durante su gobierno crecieron enormemente los dominios americanos, conquistó Milán y
fue coronado emperador del Sacro Imperio.

Esta herencia motivó el sueño de Carlos V de recrear el Imperio Universal Cristiano: todos los
monarcas de Europa unidos por una sola fe y un solo emperador en lucha contra los turcos. Sin embargo,
esta pretensión fue imposible de llevar a la práctica, pues, Carlos V no consiguió ni la unidad política ni
la religiosa.

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Conflictos exteriores

Carlos V mantuvo cuatro guerras contra Francisco I y Enrique II de Francia. El Imperio de


Carlos V se creó precisamente como una coalición antifrancesa, pero además existían múltiples lugares
de enfrentamiento (Italia, Navarra, Rosellón, Flandes, etc.). En 1525, Carlos V venció en la Batalla de
Pavía a Francisco I lo cual le permitió ocupar Milán. Sin embargo, los conflictos con Francia fueron
continuos e incluso Enrique II, a pesar de ser un monarca católico, se alió a los luteranos contra Carlos V.

Carlos V consiguió frenar la expansión turca que amenazaba Viena, sin embargo, pese a tomar
Túnez (1535) no solucionó ni el problema de los piratas berberiscos ni el de la expansión turca en el
Mediterráneo.

Probablemente el más grave por sus repercusiones fue el conflicto religioso en Alemania. En
1517 Lutero inició su Reforma y pronto fue apoyado por algunos príncipes alemanes que veían en ello
una manera de desafiar el poder autoritario de los Habsburgo en el Imperio. En principio, Carlos V
intentó una solución de compromiso con Lutero en las Dietas de Worms (1521), pero la vía negociada
fracasó, dando lugar a la guerra, en la que Carlos V tuvo algunos éxitos como la Batalla de Mühlberg
(1547). Sin embargo, a la larga, los gastos de los conflictos contra luteranos y franceses le obligaron a
llegar a un acuerdo con los protestantes: la Paz de Augsburgo (1555). Esta paz dividía el Imperio en dos
zonas, la católica y la protestante y exigía que todos los súbditos tuvieran la religión de su rey o príncipe.

Conflictos Internos

El más grave fue en Castilla al comienzo de su reinado.

Al morir su abuelo materno, Fernando el Católico, en 1516, Carlos de Habsburgo, que ya había
heredado los territorios de Borgoña de su abuela paterna, inició viaje a la península para coronarse Rey
de Castilla y Aragón.

Causas del conflicto. El nuevo monarca no conocía el castellano y vino acompañado de consejeros
flamencos que ocuparon los más importantes puestos en la Corte y la Iglesia. Además una vez coronado,
Carlos I convocó Cortes para que votaran nuevos impuestos, puesto que tenía la intención de utilizar ese
dinero para comprar a los electores que tenían que elegir al nuevo emperador de Alemania, dejando en
España como regente a su consejero Adriano de Utrecht. La reacción fue inmediata en Castilla, las
protestas le recordaban al rey su obligación de residir en el reino y de respetar las leyes del reino.

La rebelión. El descontento creciente derivó en la Rebelión de las Comunidades de Castilla (1520-


1521). En ciertas ciudades como Toledo, Salamanca o Segovia, la baja nobleza (Padilla, Bravo,
Maldonado), tomaron el poder y formaron comunas. Sus peticiones eran: que el rey hablara castellano,
que el dinero de Castilla no saliera del reino, que los cargos de gobierno fueran ocupados por castellanos
y que se protegiera la industria textil. A los pocos meses las cosas les empezaron a ir mal a los
comuneros. Intentaron, sin éxito, convencer a doña Juana La Loca, recluida en el castillo de Tordesillas,
de que se pusiera al frente de la rebelión y apoyara a las Comunidades. La nobleza, que en un principio se
mantuvo al margen, comenzó a alejarse de los comuneros cuando surgieron las primeras revueltas
antiseñoriales. Elegido emperador de Alemania, Carlos V regresó y obtuvo una victoria definitiva en la
Batalla de Villalar (1521) con el apoyo de la alta nobleza.
La derrota de las Comunidades aseguró el autoritarismo monárquico y los intereses económicos de la Alta
Nobleza.

El Conflicto de las Germanías se desarrolló en el Reino de Valencia como eco del conflicto de las
Comunidades de Castilla. Sin embargo fue mucho menos complejo pues consistió en una rebelión de la
pequeña burguesía contra la oligarquía ciudadana. En este caso, Carlos V se apoyó claramente a la alta
nobleza para aplastar la rebelión en 1522.

8.2. La monarquía hispánica de Felipe II

Como contraste del Imperio Universal de Carlos V denominamos al reinado de Felipe II (1556-
1598) la Monarquía Hispánica. Esto se debe a que Felipe II centró sus esfuerzos políticos en que el
centro de su imperio fuera España y que éste se convirtiera en un estado hegemónico, pero renunció al

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Imperio Universal. No renunció, sin embargo, a la defensa del Catolicismo, que ahora se enfrentaba al
crecimiento del Protestantismo (Luteranismo, Calvinismo, etc.).

Felipe II se convirtió en rey primero en Castilla en 1554 y luego en el resto del territorio en 1556
por la abdicación de su padre Carlos V y en principio tuvo que hacer frente a los compromisos políticos
de su padre. Aunque Carlos V le privó del problema alemán porque cedió el territorio de los Habsburgo y
la herencia a título de emperador de Alemania a su hermano Fernando. En adelante, dos ramas de la
misma dinastía gobernarán Madrid y Viena.

La política exterior.

- Francia. El compromiso más importante de la política heredada fue la terminación de la guerra


contra Francia. En la Batalla de San Quintín de 1558 Felipe II derrotó a los franceses. Esta batalla forzó
la paz definitiva entre los dos países (Paz de Cateau-Cambresis), debida al agotamiento financiero de
España (bancarrota de 1557), y al inicio de las Guerras de Religión en Francia.

- Imperio turco. Hacia 1570, la ofensiva turca en el Mediterráneo se hizo especialmente virulenta.
Los turcos arrebataron Chipre a Venecia y ésta pidió ayuda a España. Venecia, España y el Papado
formaron la Liga Santa comandada por Don Juan de Austria. Éste derrotó a los turcos en la Batalla de
Lepanto (1571). La victoria de Lepanto frenó el avance turco en el Mediterráneo, sin embargo, no
consiguió terminar con los piratas berberiscos el Norte de África.

- Países Bajos. El Conflicto más importante al que se enfrentó Felipe II fue el de los Países Bajos.
El conflicto de los Países Bajos tuvo causas económicas y políticas, pero las más graves fueron las
religiosas: el norte calvinista se enfrentó al sur católico y Felipe II luchó por la uniformidad religiosa
católica. La guerra estalló en 1568 con la rebelión del norte, las Provincias Unidas de Holanda. Felipe II
recurrió a la fuerza y envió al Duque de Alba que ejecutó a los principales cabecillas. La Guerra de
Flandes (1568-1648) fue una guerra lenta de asedios y una auténtica sangría para los tercios y la hacienda
española.

- Inglaterra. A partir de los años 80 Inglaterra se sumó a los enemigos de Felipe II. Por un lado,
la Inglaterra Isabelina desafiaba el poder marítimo de España en el Atlántico y el monopolio del
comercio con América. Además, había un problema religioso. Inglaterra era una potencia protestante y
ayudaba a los rebeldes holandeses contra los tercios españoles. Este doble desafío provocó la respuesta

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militar de Felipe II: la Armada Invencible (1588), que fracasó en su intento de invadir Inglaterra. Esta
derrota supuso la pérdida de la hegemonía marítima española en el Atlántico.

Política interior.

Fue un rey, que a diferencia de su padre, centró en Castilla su actuación y se dedicó en


profundidad a las tareas burocráticas. De hecho estableció por primera vez una capital permanente en
Madrid desde 1561. Desde allí y desde su palacio de El Escorial de la sierra dirigió su vasto imperio.

Por lo que respecta a la Península Ibérica ésta no estuvo exenta de conflictos.

En 1566 se produjo la Rebelión de los moriscos de las Alpujarras (Granada). Los moriscos eran
cristianos sólo de nombre, pues en realidad practicaban la religión y cultura islámicas. Felipe II les acusó
de ser posibles colaboradores de la expansión turca por el Mediterráneo y de estar preparando el
desembarco de éstos en la península. Los moriscos se rebelaron ante el acoso de las autoridades. Fueron
sometidos tras dura guerra por el ejército de Don Juan de Austria y dispersados por otras zonas de
Castilla.
Otro problema fue la cuestión foral aragonesa motivada por el caso de Antonio Pérez, antiguo
secretario del Rey, que había sido condenado a prisión en Madrid y huyó de la justicia. Se refugió en su
tierra Aragón donde pidió que se le ampararan los fueros de este reino, lo cual ocurrió. Para detenerle el
rey lo acusó de hereje, lo que suponía la intervención de la Inquisición, un tribunal común a ambos
reinos. Las instituciones aragonesas le protegieron y le facilitaron la huida. El soberano respondió
invadiendo con sus tropas Zaragoza y dando muerte al Justicia Mayor en 1591, pero no suprimió los
fueros del reino. Antonio Pérez se refugió en Inglaterra donde se convirtió en un activo difamador que
propagó la “leyenda negra” de Felipe II y por extensión de España.

La unidad Ibérica.

En 1578 moría el rey Sebastián I de Portugal sin descendencia directa.

Felipe II fue uno de los candidatos porque era hijo de Isabel de Portugal. Reclamó y obtuvo el
reino por el apoyo que obtuvo entre la nobleza y los grandes comerciantes, que veían los beneficios
políticos y económicos que tendría la unidad ibérica. Entre 1580 y 1581 se produjo la incorporación de
Portugal a la Corona de Felipe II, lo que supuso la unidad política de toda la Península. Portugal añadió
además su propio imperio colonial (Brasil, Indonesia, Molucas, Ceuta, etc.) al español. Portugal mantuvo
sus leyes e instituciones propias.

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8.3. El modelo político de los Austrias. La unión de reinos

Características políticas de esta dinastía.

La dinastía de los Austrias mantiene una organización administrativa similar a la


diseñada por los Reyes Católicos, es decir, la Monarquía Autoritaria. El Rey está por
encima del sistema y los distintos reinos mantienen sus propias Cortes, fueros, monedas e
instituciones.
1. Aunque se detecta un creciente autoritarismo y centralismo durante el reinado de
Felipe II en los que:
- Surgieron conflictos entre el rey y las instituciones representativas, como las
alteraciones de los fueros de Aragón por el caso de Antonio Pérez...
- Se establece la capital en Madrid-1560. Se elige Madrid por su centralidad.
- Aumento de los Corregidores en las ciudades españolas para una mayor eficacia en las
decisiones políticas de los reyes.

2. Respecto a sus relaciones internacionales.


- España se convierten en la defensora intransigente de un espíritu católico. En el
Concilio de Trento (1545-63) se concreta.
- Se manifiesta muy combativa para defender su hegemonía por encima de la
confesionalidad de otros países. A los reyes españoles no les importará luchar contra los
turcos-musulmanes, contra protestantes; pero también con el Papado (Saqueo de Roma de
1627); o contra otros reinos cristianos como Francia. Donde no llegan la diplomacia, se
impone la fuerza de los tercios (el ejército) para mantener la hegemonía.

Organismos de gobierno

Para gobernar este gran imperio tuvieron que desarrollar una compleja administración
que llamamos Sistema Polisinodial. Este consistía en una extensión del sistema de consejos
especializados. Estos se fueron creando a medida que fueron necesarios:

Consejos. Los principales órganos de gobierno con función consultiva o asesora. Los
había comunes a toda la monarquía- Inquisición, Órdenes Militares y Hacienda. Y
particulares con autoridad en un solo reino. Por encima de todos estaba el Consejo de
Estado cuya misión era doble: dirigir la política exterior y proponer las personas para los
cargos más elevados.
Secretarios de los Consejos o de Estado (especie de ministros y primeros ministros).
Ayudan al rey en el despacho de los asuntos de gobierno y sirven de enlace con los consejos
( “correveidiles “ ) Francisco de los Cobos con Carlos V y Antonio Pérez con Felipe II.
Los utilizan cada vez más y de aquí saldrán los validos después.
Las Cortes decaen. Su función se ve casi reducida a votar los impuestos.
Las Audiencias: altos tribunales encargados de administrar justicia. Aumentan a ocho
en toda la monarquía.
Los Virreyes : debido a la autonomía que conservaban los distintos reinos, el rey tenía
una persona que lo representaba en la administración de cada territorio .

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8.4. Economía y sociedad en la España del siglo XVI

LA ECONOMÍA DEL SIGLO XVI


La agricultura tuvo un alza constante debido al crecimiento de la población y a la
demanda de productos desde América. Así, aunque las tierras de labor eran escasas, por su
concentración en manos de nobles y clérigos, los precios de arriendo, elevados, muchos
campesinos sin tierras, o pequeños propietarios, estimulados por los altos precios de los
productos agrícolas, hipotecaban sus fincas o pedían préstamos para arrendar nuevas tierras.
Pero cada vez que había una mala cosecha o bajaban los precios agrarios, no podían pagar los
arriendos, ni devolver los préstamos. Entonces, los pequeños propietarios perdían sus tierras. En
definitiva, la expansión económica del siglo XVI ni mejoró ni transformó la estructura agraria
heredada de la Edad Media.
La industria artesanal también conoció a principios del siglo XVI una expansión,
estimulada por la demanda del mercado americano. Fue la época de la metalurgia vasca, de la
construcción naval en Valencia y Cataluña pero, sobre todo, de los gremios textiles de Sevilla,
Toledo, Cuenca y Segovia. Sin embargo, la monarquía favoreció a los exportadores de lana
frente a los productores de tejidos, y otorgó protección a los industriales textiles flamencos. De
este modo, poco a poco, el mercado interior y el americano quedaron en manos de los
competidores extranjeros, capaces de ofrecer productos de más calidad y a un mejor precio.
El comercio fue el sector que conoció un mayor desarrollo a lo largo del siglo XVI, gracias
a la explotación del Nuevo Mundo. El crecimiento comercial se centró en las ciudades
castellanas y en los puertos del Atlántico, mientras que en la Corona de Aragón y en los puertos
mediterráneos, el comercio decayó debido a la presencia turca.
La producción fue incapaz de abastecer a la demanda en Castilla, al no transformarse la
estructura agrícola ni artesanal. Esta escasez, unida a la gran cantidad de oro y plata circulante,
dio lugar a una espectacular subida de los precios. Ante esta situación, la monarquía permitió
la importación de todo tipo de productos del extranjero, tanto para España como para reenviar a
América. Además, los fuertes impuestos sobre las exportaciones originaron una reducción de
los beneficios y de los incentivos para producir.
En resumen, el enorme flujo del comercio americano no sirvió para transformar la
estructura económica de Castilla.

UNA SOCIEDAD ESTAMENTAL.


Desde el punto de vista demográfico, el siglo XVI español se caracterizó por un
incremento continuado de la población en Castilla, alrededor de un 15% anual entre 1530 y
1594, con mayor concentración en las regiones del sur, más relacionadas con el comercio y las
rutas americanas. Sin embargo, la Corona de Aragón apenas registró aumento de población.
La sociedad del siglo XVI se caracterizó por la preeminencia de la nobleza y el clero, y la
persecución de cualquier disidencia religiosa o ideológica. Todo ello tendió a conformar una
sociedad dominada por los grupos más conservadores, en la que el mayor valor era no ser
plebeyo sino hidalgo (noble), aunque no se tuviera fortuna.
La nobleza, aproximadamente un 5% de la población, abarcaba desde los títulos de Castilla
y Grandes de España, verdadera élite que acumulaba inmensos patrimonios, hasta los caballeros
e hidalgos con haciendas mucho más precarias. Asimismo, a lo largo de los siglos XVI y XVII
fueron habituales la compra de títulos y de dignidades, y el acceso a la nobleza por servicios a la
monarquía (nobleza de toga y espada).
Igualmente eran notables las diferencias en el clero, que representaba entre un 5% y un 10%
de la población. El alto clero (arzobispos, cardenales y abades) mantenían situaciones
semejantes a la nobleza, mientras el bajo clero (párrocos, capellanes, monjes..) vivía, en general,
de forma parecida a los artesanos o campesinos. El señorío (posesión vinculada a una familia o
institución eclesiástica) era la forma más extendida y sólida de su preeminencia social.

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Entre los no privilegiados, los pecheros, sujetos al pago de tributos y a la justicia
ordinaria, eran tanto campesinos, seguramente el 80% de la población, como población
urbana. Entre ellos existían notables diferencias de fortuna. La vida de los propietarios agrarios
acomodados o de los grandes mercaderes y maestros de gremio poco tenía que ver con la de los
pequeños campesinos, los jornaleros o el proletariado urbano. Sin embargo, todos ellos estaban
sujetos al dominio nobiliario y cargaban con los impuestos, que en Castilla eran muy
numerosos.
Por último, existían grupos diferenciados por su procedencia étnica o religiosa: éstos
eran los moriscos y los judíos conversos. Su origen fue siempre causa de marginación o
persecución y muchos de ellos intentaban ocultar su origen ante el temor a represalias ya que la
limpieza de sangre era indispensable para el prestigio social, la pertenencia a la nobleza y el
desempeño de cargos públicos.

8.5. Cultura y mentalidades en la España del siglo XVI. La Inquisición

Del humanismo al espíritu de la Contrarreforma


Las nuevas ideas humanistas que se difundían por Europa durante los siglos XV y XVI,
tuvieron su reflejo en los reinos peninsulares. Sus planteamientos sentaron las bases del
desarrollo científico, artístico y cultural de la Edad Moderna. Replantearon la nueva posición
del ser humano en el mundo y recuperaron los conocimientos de la Antigüedad clásica y los
estudios filológicos y artísticos. Jugaron un papel fundamental en el difusión de esta corriente
universidades como la de Alcalá de Henares o la difusión de estas ideas a través de la
imprenta.
Fueron grandes humanistas el Cardenal Cisneros, el gramático castellano Antonio de
Nebrija y el filósofo Juan Luis Vives.
Pero el movimiento de reforma protestante provocó una reacción de la Iglesia contra
cualquier manifestación intelectual que defendiera la libertad de pensamiento. Los religiosos
españoles desempeñaron en la defensa del catolicismo un papel de primer orden que se
manifestó en la fundación de la Compañía de Jesús en 1540 por san Ignacio de Loyola, que
ideológicamente representaron el espíritu de beligerancia contra el protestantismo y en la dogma
religioso salido del Concilio de Trento (1545-1563).

Los avances de la ciencia y el pensamiento

El siglo XVI conoció un espectacular desarrollo científico e intelectual, en especial en todas


aquellas disciplinas que de una forma u otra se vieron afectadas por el descubrimiento del
Nuevo Mundo:
�Las
 ciencias. El conocimiento de nuevas tierras y especies impulsaron el avance de
la geografía, la botánica, la química, la farmacología y las ciencias naturales.
�El derecho. El debate sobre los derechos de los indios y la legitimidad de la guerra
de conquista sentó las bases del derecho internacional, con Francisco de Vitoria.
�La economía. El comercio y la afluencia de oro y plata plantearon en teólogos y
juristas una reflexión sobre la moralidad de ciertas prácticas comerciales.

El renacimiento en el arte.

El Renacimiento como movimiento artístico y literario, se inició en Italia en el siglo XV,


desde donde se difundió por toda Europa a lo largo del siglo XVI. Íntimamente vinculado al
pensamiento humanista, aportó un cambio fundamental a la mentalidad de la época con :
�Una recuperación de la cultura y los modelos artísticos de la Antigüedad clásica.
�Un renovado interés por el hombre como medida de todas las cosas.

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La arquitectura
A finales del siglo XV, la introducción de nuevas aportaciones estéticas dio lugar el estilo
plateresco (mezcla del gótico final y renacimiento) caracterizado por la ornamentación
exuberante de las fachadas: medallones, balaustradas....La ciudad del plateresco por excelencia
fue Salamanca (Universidad, Iglesia de San Esteban).
A mediados del siglo XVI se construyeron edificios inspirados en el clasicismo, que
incidían más en los elementos constructivos que en los decorativos (Universidad de Alcalá,
Alcázar de Toledo, palacio de Carlos V en Granada).
Hacia finales de siglo se desarrolló un estilo sobrio y severo (el herreriano) que se plasmó
en el monasterio de El Escorial, obra de Juan de Herrera.
La escultura
La escultura española es absolutamente original en el conjunto europeo de la época. La
mayoría de las obras son de madera policromada: retablos para iglesias e imágenes
procesionales (imaginería). Destacan Alonso de Berruguete y Juan de Juni.
La pintura
La influencia del estilo gótico flamenco se mantuvo mucho tiempo. Su temática fue casi
exclusivamente religiosa, debido a la clientela eclesiástica. En nuestro país el mecenazgo de la
burguesía y de la nobleza fue menor que el ejercido por la Iglesia y la Corona; como
consecuencia, el contenido religioso de las creaciones artísticas fue mayor. Sólo en el último
tercio del siglo destacan algún pintor profano como Sánchez Coello retratista de la Corte.
Pero el único pintor de interés fue Domenico Theotocopulos, El Greco (1541-1614), la
figura más importante de la pintura española del siglo XVI y uno de los grandes genios de la
pintura universal. En su obra se sintetizan las diversas influencias que recibió a lo largo de su
trayectoria desde Creta, Venecia, Roma hasta España: la espiritualidad del arte bizantino
cretense, las luces y los colores de Tiziano y Tintoretto, etc. Entre sus muchas obras conocidas
se podrían destacar:
1. El martirio de San Mauricio (El Escorial), obra encargada por Felipe II, pero que no
gustó al monarca por representar un martirio fuera de las normas de la
contrarreforma.
2. El entierro del conde de Orgaz, de intensa espiritualidad (iglesia de Santo Tomé en
Toledo).
3. Retratos como el del Caballero de la mano en el pecho (Museo del Prado).

La literatura
En este siglo se escribieron obras tan importantes como el Lazarillo de Tormes, y libros de
Misticismo de mano de San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y Fray Luis de León.

La inquisición
Felipe II practicó una dura política de represión contra los elementos que pudieran turbar
la fe religiosa, en especial, protestantes y falsos conversos, judaizantes y moriscos. La
Inquisición cortó radicalmente los brotes protestantes que habían aparecido en algunas
ciudades españolas.
En la pugna entre reforma protestante y contrarreforma católica, desarrollada en Europa
durante el siglo XVI, la monarquía de Felipe II se situó de forma decidida como defensora de
los principios del Concilio de Trento, que una pragmática de 1564 declaraba obligatorios en el
territorio peninsular. De este modo, se promulgaron leyes para vetar la importación de libros y
se impidió cursar estudios en el extranjero. Mientras, la Inquisición publicaba un índice de
libros prohibidos y controlaba las Universidades, que perdieron poco a poco su vitalidad y
se convirtieron en instituciones rutinarias. La fuerte censura impidió el desarrollo de la ciencia
y el pensamiento español.

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