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Sentencia Penal Nº 217/2003, Audiencia
Provincial de Cordoba, Sección 3, Rec 3/2003
 
 

Orden: Penal
Fecha: 11 de Noviembre de 2003
Tribunal: AP - Cordoba
Ponente: Sanchez Zamorano, Francisco De Paula
Núm. Sentencia: 217/2003
Núm. Recurso: 3/2003
Núm. Cendoj: 14021370032003100436
Resumen:
La AP absuelve a los acusados de los delitos de estafa y falsedad que les
imputaban. Entiende la Sala que todas las maniobras realizadas por los
acusados, han de considerarse impunes. Y es que los documentos
mercantiles, confeccionados para dar cobertura a una inexistente operación
de compra de semilla y para ordenar las contabilidades de las respectivas
empresas, son documentos auténticos, pues fueron expedidos y autorizados
por quienes tenían facultades para ello, con arreglo a los modelos o impresos
habitualmente utilizados a tal fin. Bien es cierto que su contenido es falso en
cuanto que suponen que se ha realizado una transacción y se han efectuado
unos pagos que no se han producido, pero la mendacidad de ese contenido,
en la medida en que relata unos hechos inciertos, no integra la falsedad
imputada a los acusados por las Acusaciones, sino que responde
propiamente a la conducta consistente en faltar a la verdad en la narración
de los hechos, impune para el particular en el Código actual. Y ello tanto más
cuanto, como ocurre en el supuesto de autos, esos documentos no fueron de
necesidad imperiosa para la posible comisión de los delitos de estafa (que en
el caso no se han cometido, y en cuyo seno hubiera resultado embebida la
maniobra falsaria penalmente atípica, según la tesis que estamos
sosteniendo, como un elemento más del mecanismo defraudador), y
quedaron relegados al ámbito interno de las empresas implicadas, una de las
cuales, incluso sin actividad comercial declarada durante el ejercicio de 1995,
fecha en la que se sitúan los hechos, lo que eleva la alteración de la verdad a
un estadio puramente formal, incompatible con la verdadera esencia de este
tipo delictivo de falsedad.
SENTENCIA Nº 217-03
AUDIENCIA PROVINCIAL DE CÓRDOBA
SECCION Nº 3 DE LA AUDIENCIA PROVINCIAL DE CORDOBA
PRESIDENTE:
ILTMO. SR. D. FRANCISCO ANGULO MARTÍN
MAGISTRADOS:
ILTMO. SR.D. FRANCISCO DE PAULA SÁNCHEZ ZAMORANO
ILTMO. SR. D. FELIPE LUIS MORENO GÓMEZ
REFERENCIA: Rollo 3/2003
PROC. ABREVIADO: 50/2003
DILIGENCIAS PREVIAS Nº 4/97
JUZGADO DE INSTRUCCIÓN NÚMERO 2 DE MONTILLA
En la ciudad de CÓRDOBA, a once de noviembre de dos mil tres.
Vista en juicio oral y público, ante la Sección Tercera de esta Audiencia
Provincial de Córdoba, la presente causa seguida en el Juzgado de
Instrucción número 2 de Montilla, por los delitos de falsedad y estafa contra
Juan Antonio , con D.N.I. número 30.405.786, con domicilio en calle Feria,
16-2 de Fernán Núñez (Córdoba), representado por el Procurador Sr. Cobos
Ruíz de Adana y asistido del letrado Sr. Pérez Aroca, contra Oscar DNI, nº
NUM000 , con domicilio en DIRECCION000 , NUM001 - NUM002 de Sevilla,
representado por la Procuradora Sra. Córdoba Rider y asistido del letrado Sr.
Muñoz Garrido, contra Gabriel , DNI NUM003 , con domicilio en PLAZA000 ,
NUM004 - NUM002 de Aldea Santa Cruz (Córdoba), representado por la
Procuradora Sra. Garrido López y asistido del letrado Sr. Añón Aguilera,
contra Abelardo , DNI NUM005 , con domicilio en CALLE000 , NUM006 -
NUM006 - NUM007 , de Fernán Núñez (Córdoba), representado por la
Procuradora Sra. Gutiérrez Ravé Torrent y asistido del letrado Sr. Sojo
Baena, contra Luis María , DNI NUM008 , con domicilio en AVENIDA000 ,
NUM009 , de Los Palacios de Villafranca (Sevilla), representado por el
procurador Sr. Melgar Raya y asistido del letrado Sr. Camacho Ruiz, contra
Lucas , DNI NUM010 , con domicilio CALLE001 , NUM011 , de Fernán
Núñez (Córdoba), representado por el Procurador Sr. Cobos Ruiz de Adana y
asistido del letrado Sr. Castiñeira García, y contra Constantino , DNI NUM012
, con domicilio en CALLE002 , NUM013 , Huertas bloque NUM014 de Sevilla,
representado por la Procuradora Sra. Caballero Rosa y asistido por el letrado
Sr. García Castillo , todos ellos sin antecedentes penales, cuya solvencia
consta y en libertad provisional por esta causa, siendo partes acusadoras la
entidad APROSE, ejercitando la Acusación Popular, representada por el
Procurador Sr. Pérez Angulo y asistida del letrado Sr. Jiménez Monmediano,
así como el Estado, representado y defendido por el Abogado del Estado,
siendo igualmente parte pública el Ministerio Fiscal y Ponente el Magistrado,
Iltmo. Sr. D. FRANCISCO DE PAULA SÁNCHEZ ZAMORANO .
PRIMERO.- La presente causa fue incoada a virtud de denuncia ante el
Ministerio Fiscal formulada por la entidad APROSE. Practicadas diligencias
en averiguación de los hechos, se acordó seguir el trámite establecido en el
capítulo II, del Título III, del libro IV de la Ley de Enjuiciamiento Criminal,
según redacción dada por la Ley Orgánica 8/2002, de 24 de Octubre,
acordándose por el Juzgado Instructor dar traslado de lo actuado al
Ministerio Fiscal, a tenor de lo prevenido en el artículo 780.1º de la Ley
citada.
SEGUNDO.- El Ministerio Fiscal, APROSE y la Abogacía del Estado
formularon escritos de acusación contra los inculpados ya circunstanciados y
contra algunos otros más, éstos miembros del Consejo Rector de
la ,Sociedad Cooperativa Andaluza de Cereales y otros de Fernán Núñez", a
los que después se hará referencia, solicitando la apertura del juicio oral ante
esta Audiencia, acordando entonces el Juzgado Instructor la adopción de las
medidas cautelares interesadas y la apertura del juicio oral y, una vez
presentados los escritos de defensa por las representaciones de los
encartados frente a las acusaciones formuladas contra ellos se remitió la
causa a este Tribunal.
TERCERO.- Recibidas las actuaciones en este Organo Jurisdiccional, se
formó el correspondiente rollo y, examinados los escritos de las acusaciones
y defensas, se dictó resolución en orden a la práctica de la prueba que fue
admitida, y a la fijación del día de comienzo de las sesiones del juicio oral,
cuya vista se inició el día 7 de octubre de 2003, con asistencia de todas las
partes personadas.
CUARTO.- El Ministerio Fiscal, al elevar a definitivas sus conclusiones
provisionales, las modificó conforme a escrito presentado en el acto del
Juicio Oral, y que obra unido, y calificó los hechos como constitutivos de:
A.- Un delito continuado-masa del art. 528, con aplicación del artículo 69 bis,
bien de estafa de los artículos 528, 529, 7º, muy cualificada del Código Penal
derogado, considerado más favorable que los vigentes artículos 248, 249 y
250.6º del Código vigente, (bien 248,249 y 74.2 inciso final).
B.-1. Un delito de estafa de los artículos 528, 529,7º, muy cualificada, bien
continuado- masa del artículo 528, con aplicación del artículo 69 bis del
Código Penal derogado, considerando más favorable que los vigentes
artículos 248, 249 y 250.6º (bien 248, 249 y 74.2 inciso final)
2. Un delito continuado de falsedad en documentos mercantiles y oficiales de
los artículo 303, 302.2º, 9º y 69 bis del Código Penal de 1973, más favorable
que los artículos 392 y 390.1º,2º y 3º, en relación al artículo 74.1 del Código
Penal vigente.
Estos delitos en concurso medial conforme al artículo 71.1 del Código Penal
de 1973 (art. 77 del vigente), salvo la falsedad en documento mercantil
apreciable en concurso real.
C.- 1. Un delito de estafa de los artículos 528, 529.7 muy cualificada, bien
como continuado de los artículos 528 y 69 bis del Código Penal de 1973,
más favorables que los artículos 248, 249 y 250.6º del vigente.
2. Un delito de falsedad en documentos mercantiles de los artículos 303,
302.9º del Código Penal de 1973, más favorable que los artículos 392 y
390.2º del vigente.
Considerando responsables en concepto de autores a:
Del delito A.- Juan Antonio , como autor del artículo 14 del Código Penal y a
Abelardo , como cómplice, conforme al art. 16 del Código derogado.
Y como responsable civil subsidiario a la Sociedad Cooperativa Andaluza de
Cereales y Otros de Fernán Núñez (artículo 22 del Código Penal derogado
(artículo 120 del vigente).
Del delito B.1- Juan Antonio , Constantino , Abelardo , Lucas , conforme al
artículo 14,1º y 3º del Código derogado (artículo 28 del vigente) y a Oscar ,
como cómplice, conforme al artículo 16 del Código derogado.
B.2.- Juan Antonio , Lucas , Constantino responden como autores conforme
al artículo 14,1 y 3º del Código derogado (artículo 28 del vigente), y Oscar ,
como cómplice, conforme al artículo 16 del Código derogado.
Abelardo responde únicamente como autor de falsedad en documentos
oficiales, y Luis María , como autor del delito de falsedad únicamente en
documento mercantil del artículo 14 del Código derogado.
Como responsable civil subsidiaria, responde la Sociedad Cooperativa
Andaluza de Cereales y Otros de Fernán Núñez, según el artículo 22 del
Código Penal de 1973 (artículo 120 del vigente).
Del delito C.1 y 2 - Juan Antonio y Gabriel , como autores, según el artículo
14 del Código Penal de 1973.
Como responsable civil subsidiaria, responde la Sociedad Cooperativa
Andaluza de Cereales y Otros de Fernán Núñez y la entidad Gálvez Romero,
S.A. conforme al artículo 22 del Código derogado (artículo 120 vigente).
Solicitando se impongan las siguientes penas:
Por el delito del apartado A- a Juan Antonio , 2 años y 4 meses de prisión
menor y a Abelardo 5 meses de arresto mayor.
Por el delito del apartado B-B.1 a Juan Antonio y a Constantino , 2 años de
prisión menor a cada uno. A Abelardo y a Lucas , 1 año y 2 meses de prisión
menor para cada uno. A Oscar , 6 meses de arresto mayor.
Por el delito del apartado B.2, a Luis María , un año de prisión menor y multa
de 400.000 ptas., más accesorias correspondientes. A Juan Antonio y a
Constantino , 2 años y 4 meses de prisión menor a cada uno, y multa de
800.000 ptas. y accesorias correspondientes. A Abelardo , un año de prisión
menor, multa de 200.000 ptas., con las accesorias correspondientes, y a
Lucas , 1 año y 2 meses de prisión menor y multa de 300.000 ptas., con
iguales accesorias. Y a Oscar 5 meses de arresto mayor y multa de 75.000
ptas., con las accesorias correspondientes.
Por el delito del apartado C.1.- 7 meses prisión menor a cada acusado.
Por el delito del apartado C.2.- 6 meses y un día prisión menor y multa de
300.000 ptas., con arresto sustitutorio en caso de impago a cada acusado.
Para todos ellos, asimismo, accesorias legales, concretándose, conforme a
los artículos 42 y 41 del Código Penal de 1973, para Juan Antonio , la
suspensión de profesión u oficio, por el tiempo de la condena, consistente en
la privación o prohibición de cargos de dirección, gestión o administración en
empresas o sociedades mercantiles. Costas en proporción.
A tenor de dichas modificaciones el Fiscal redactó el párrafo VI del modo
siguiente:
Por vía de responsabilidad civil:
Por el hecho del apartado A) Juan Antonio y Abelardo , conforme al artículo
107 del Código Penal de 1973, indemnizarán al FEGA en 252.382.806 ptas.,
con los intereses legales, siendo responsable civil subsidiaria la Sociedad
Cooperativa Andaluza de Cereales y Otros de Fernán Núñez.
Por el hecho del apartado B) Juan Antonio , Abelardo , Lucas , Constantino ,
conjunta y solidariamente, y Oscar , conforme al artículo 107 del Código
derogado, indemnizarán: a) al FEGA, en 155.133.130 ptas., con intereses
legales. b) a los perjudicados que reclaman relacionados en la conclusión
I.B) en la cantidad que resulte de multiplicar por 35 ptas. por Kilo de semilla
no certificada que hubieren adquirido como tal, con los intereses legales
correspondientes, siendo responsable civil subsidiario la Sociedad
Cooperativa Andaluza de Cereales y Otros de Fernán Núñez.
Por el hecho del apartado C) Juan Antonio y Gabriel , conjunta y
solidariamente, indemnizarán al FEGA, en 8.761.596 ptas., con los intereses
legales, siendo responsables civiles subsidiarias la Sociedad Cooperativa
Andaluza de Cereales y Otros de Fernán Núñez y Gálvez Romero, S.A.
QUINTO.- El Abogado del Estado modificó sus conclusiones en el sentido de
que hace propias las conclusiones definitivas formuladas por el Ministerio
Fiscal en lo que se refiere a la calificación de los hechos, responsables,
inexistencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal y
penas a imponer. En particular, y en lo que respecta a la indemnización a
satisfacer al Estado (FEGA), por vía de responsabilidad civil, se concreta en
los siguientes importes (calculados atendiendo al informe de la Dirección
General de Información y Gestión de Ayudas de la Junta de Andalucía
obrante a los folios 5718 y ss., de las actuaciones) y responsables:
1.- Por el delito de estafa derivado de la venta de supuesto VITRÓN R2 el
perjuicio patrimonial derivado de la indebida percepción del suplemento del
pago compensatorio para el trigo duro sería, tomando en consideración la
existencia de 650.000 kgs. de procedencia no acreditada. (650.000 kgs./Ha )
x 61.021 ptas./Ha. = 305.105.000 ptas. (1.833.717,98 euros), más intereses
legales. Siendo responsables D. Juan Antonio y D. Abelardo (artículo 107 del
Código Penal de 1973), y como responsable civil subsidiaria la Sociedad
Cooperativa Andaluza de Cereales y Otros de Fernán Núñez.
2.- Por los delitos derivados de la venta de SIMETO el perjuicio patrimonial
sería: 155.133.130 ptas. (932.368,89 euros) más intereses legales. Siendo
responsables D. Juan Antonio , D. Abelardo , D. Lucas , D. Constantino ,
conjunta y solidariamente, y D. Oscar conforme al artículo 107 del Código de
1973. Siendo responsable civil subsidiaria La Sociedad Cooperativa
Andaluza de Cereales y Otros de Fernán Núñez.
3.- Por los delitos derivados de la venta de YÁVAROS R1 el perjuicio
patrimonial sería: 9.422.200 ptas. (56.628,56 euros) más intereses legales.
Siendo responsables, conjunta y solidariamente, D. Juan Antonio y D. Gabriel
. Igualmente son responsables civiles subsidiarias la Sociedad Cooperativa
Andaluza de Cereales y Otros de Fernán Núñez así como la entidad Gálvez
Romero S.A.
SEXTO.- La Acusación Popular, por su parte, también modifica sus
conclusiones particulares conforme a escrito que presentó y obra unido, en el
que consta literalmente: Que a la vista de las pruebas practicadas en los
distintos días de audiencia ante esta Sala, al derecho de esta parte interesa y
con base en el artículo 732 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, modificar
las conclusiones provisionales de nuestro escrito de calificación antes citado,
estableciendo, con el carácter que se indica, las siguientes conclusiones
definitivas:
I. TIPIFICACIÓN PENAL.
Los hechos narrados en nuestro escrito de calificaciones provisionales,
implican la comisión de cuatro delitos que pasamos a analizar.
A) Delito de ESTAFA de los artículos 528-529.7, muy cualificada, bien
continuado-masa del artículo 528, con aplicación del art. 69 bis del Código
Penal derogado, considerado más favorable que los vigentes artículos
248-249 y 250.6.
B) Delito de ESTAFA de los artículos 528-529.7, muy cualificada, bien
continuado-masa del artículo 528, con aplicación del artículo 69 bis del
Código Penal derogado, considerado más favorable que el vigente.
C) Delito continuado de falsedad en documentos mercantiles de los artículos
302.9, 303 y 69 bis del Código de 1973, más favorable que los artículos
390.1º y 2º y 392 en relación con el 74.1 del vigente.
D) Delito continuado de falsedad en documentos oficiales de los artículos
302.9, 303 y 69 bis del Código Penal de 1973, más favorable que los
artículos 390.1º y 2º y 392 en relación con el art. 74.1 del Código vigente, en
concurso medial conforme al art. 71.1 del Código de 1973 (artículo 77 del
vigente).
II.- GRADOS DE PARTICIPACIÓN.
Esta acusación popular considera para cada uno de los delitos descritos,
como responsables a las siguientes personas:
A) Para el delito de estafa por la comercialización de falsa semilla certificada
de trigo VITRON R-2, estudiado bajo el apartado A), resulta responsable en
concepto de autor D. Juan Antonio y cómplice del mismo D. Abelardo .
B) Esta acusación popular, considera autores del delito de estafa por la
comercialización de falsa semilla certificada de trigo SIMETO R-2, estudiado
bajo el apartado B) a D. Juan Antonio , D. Abelardo y a D. Lucas y a D.
Constantino .
C) Delito continuado de falsedad en documento mercantil por la emisión de la
factura de CEREALES VILLAFRANCA, S.A. a la SOCIEDAD COOPERATIVA
ANDALUZA DE FERNAN NUÑEZ, para justificar la falsa compra de semilla
certificada SIMETO R-2, estudiada bajo el apartado C). Esta acusación
popular considera responsables en concepto de autores a los Sres. D. Juan
Antonio , D. Lucas , D. Abelardo y D. Constantino .
D) Delito continuado de falsedad en documentos oficiales (etiquetas) por la
falsificación de 8.232 etiquetas oficiales del E.N.S.E. italiano. Esta acusación
popular considera responsables en concepto de autores a los Sres. D. Juan
Antonio , D. Abelardo , D. Lucas y D. Constantino .
III.- PENAS
A) Por el delito de estafa estudiado en el apartado A) para D. Juan Antonio
en su condición de autor conforme al artículo 14 del Código derogado, la
pena de: DOS AÑOS Y CUATRO MESES DE PRISION MENOR. Para D.
Abelardo en su condición de cómplice conforme al artículo 16 del Código
derogado la pena de: CINCO MESES DE ARRESTO MAYOR.
B) Por el delito de estafa estudiado en el apartado B), para D. Juan Antonio y
D. Constantino , en su condición de autores conforme al artículo 14 del
Código derogado, y para cada uno de ellos, la pena de: DOS AÑOS Y
CUATRO MESES DE PRISIÓN MENOR. Para D. Lucas y D. Abelardo ,
asimismo en su condición de autores, y para cada uno de ellos, la pena de:
UN AÑO Y DOS MESES DE PRISIÓN MENOR.
C) Por el delito de falsedad estudiado en el apartado C) para D. Juan Antonio
y D. Constantino , en su condición de autores, conforme al artículo 14 del
Código derogado, y para cada uno de ellos, la pena de: DOS AÑOS Y
CUATRO MESES DE PRISION MENOR Y MULTA DE 800.000 ptas. Para D.
Abelardo y D. Lucas , asimismo en su condición de autores, y para cada uno
de ellos, la pena de: UN AÑO Y DOS MESES DE PRISIÓN MENOR Y
MULTA DE 300.000 ptas.
D) Por el delito de falsedad estudiado en el apartado D) no se solicita pena
alguna, por imperativo del artículo 71 del Código Penal de 1973, por
entender que existe concurso medial con el delito de estafa estudiado bajo el
apartado B). Para todos los imputados, penas accesorias legales.
Finalmente, para Juan Antonio , conforme a los artículos 41 y 42 del Código
Penal, se solicita que la suspensión de profesión u oficio por el tiempo que
dure la condena se concrete en la privación o prohibición del ejercicio de
cargos de dirección, gestión o administración en empresas o sociedades
mercantiles.
Por último, la citada acusación solicita la condena en costas solidariamente
para todos los imputados.
SÉPTIMO.- Las defensas elevaron sus conclusiones a definitivas, pidiendo la
libre absolución de sus defendidos, si bien la de Lucas y la de Abelardo , de
modo subsidiario, solicitaron la aplicación de la eximente de obediencia
debida conforme al Código de 1973.
OCTAVO.- En la presente causa se dictó, en fecha 7 de octubre de 2003, por
esta Sala, y como resolución de las cuestiones previas planteadas antes del
inicio de las sesiones de juicio oral, Auto que recoge la siguiente y literal
fundamentación jurídica:
Primero.- Comenzada la primera sesión del juicio oral, correspondiente al
Procedimiento Abreviado nº 50/98, seguido en el Juzgado de Instrucción nº 2
de Montilla, y Rollo de esta Sala 3/03, el Ministerio Fiscal y alguna de las
partes del presente proceso, al amparo de la posibilidad que a las mismas le
ofrece el antiguo artículo 793.2 (actual 786.2) de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal, vigente aún para el presente proceso por mor de la Disposición
Transitoria Primera la Ley 38/2002 de 24 de octubre, plantean, entre otras,
una serie de cuestiones atinentes a supuestas vulneraciones de la tutela
judicial efectiva y del derecho de defensa de algunos acusados, con
violación, se dice, del artículo 24 de la Constitución española, acerca de las
cuales deviene necesario, con carácter preliminar, acordar lo procedente
antes de continuar con el desarrollo del juicio.
Y como quiera que las mismas son de extraordinario interés, en la medida en
que de admitirse supondría privar a algunas de las partes, en concreto, al Sr.
Abogado del Estado, de ejercitar la acusación en nombre de éste y a la
Acusación Popular, de acusar a los miembros del Consejo Rector de la
Sociedad Cooperativa de Cereales de Fernán Núñez, la Sala consideró
conveniente la suspensión de esta primera sesión hasta el día siguiente para
una mejor ilustración, conocimiento y deliberación de los temas suscitados y
recoger en forma de auto los argumentos por los que, dicho sea ya por
anticipado, acoge una de las cuestiones propuestas y rechaza las otras.
Segundo.- Entiende el Ministerio Fiscal, al plantear su inicial cuestión previa,
y a la que se adhieren todas las defensas de los acusados, que los miembros
del indicado Consejo Rector, esto es, a la sazón, Carlos José , Carlos
Daniel , Fermín , Pedro Antonio , Jose Pedro , Gabino , Eugenio , Luis
Manuel y Imanol , están acusados indebidamente en la medida en que la
Acusación Popular, sustentada por la entidad APROSE, no especifica en su
escrito de acusación cuáles sean los concretos hechos que les imputa a las
indicadas personas ni delimita el grado de participación de éstas en ese
indefinido e incompleto relato fáctico, vulnerando así, con ello, la tutela
judicial de los mismos y su derecho de defensa, viéndose de esta forma
privadas de articular prueba en su descargo, al no conocer con certeza los
hechos o los cargos de los que se les acusa. Tal planteamiento conduce al
Ministerio Público a solicitar la nulidad parcial del escrito de acusación
evacuado por APROSE en relación con los ya expresados acusados.
Como dice la sentencia de 16 de mayo de 1995, la carencia de hechos
probados en las resoluciones judiciales y - en lo que aquí interesa, en las
calificaciones y actos de acusación - supone un serio obstáculo para llegar a
un pronunciamiento judicial que obligatoriamente debe apoyarse en las
razones jurídicas que fueren pertinentes en relación con aquéllos, si bien en
las sentencias, los Jueces, y en las calificaciones las partes, no tienen la
obligación de consignar la totalidad de los hechos acaecidos sino sólo los
que fueren definitivos y concluyentes como necesarios para dictar la
sentencia o para, sin indefensión, permitir el legítimo derecho de defensa una
vez establecidos los límites del objeto investigado. Ahora bien, ha de
entenderse que la deficiencia formal existe no sólo cuando de manera
absoluta no consten los hechos probados en la sentencia o los hechos
constitutivos de delito en los escritos de acusación, sino también cuando esa
referencia se haya hecho sin concretar, es decir, de manera genérica.
En esta misma línea argumental, el auto de la Sala II del Supremo de 17 de
julio de 1997 (,caso Filesa"), afirma que puede indicarse la íntima relación
que la falta de claridad en los hechos, cualquiera que sea el ámbito o fase
procedimental en que se proyecte, guarda con la indefensión en general, sin
desconocerse que la proscripción de la indefensión, aparte de la expresada
mención en el artículo 24 de la Constitución, aparece igualmente conectada
como efecto subsiguiente a las infracciones de los derechos fundamentales
acogidos en dicho precepto. La indefensión se origina siempre que se prive
al justiciable de alguno de los instrumentos que el ordenamiento pone a su
alcance para la defensa de sus derechos. Por tanto, resulta incuestionable
que la ausencia de los hechos, a la hora de definirse o concretarse una
acusación criminal, lesiona irreversiblemente la tutela judicial efectiva cuando
no el derecho del presunto acusado a ser informado convenientemente de la
acusación formulada contra él, dentro todo ello del contexto general del
derecho a un proceso público con todas las garantías.
Pues bien, la doctrina antecedente exige la estimación de la pretensión
suscitada por el Ministerio Fiscal, y a la que se han adherido, como quedó
indicado, las defensas de todos los acusados. En efecto, por más que la Sala
ha leído y releído el escrito de acusación formulado por la representación
procesal de la entidad APROSE, no alcanza a ver no ya explícita, sino
implícitamente, los hechos que se le imputan a los referidos componentes del
Consejo Rector de la Sociedad Cooperativa; menos aún el título concreto de
imputación y el grado de participación de estas personas en los mismos,
quedando en la más absoluta indefinición y en el campo de la adivinación
qué acciones u omisiones se les atribuyen a cada uno. Y es que la simple
circunstancia de formar parte de los órganos directivos de una sociedad no
lleva inherente un posible título de imputación ni una atribución automática
de las acciones que el gerente o los miembros de los órganos ejecutivos de
la misma realicen. Dicho de otro modo, al albur, sin más, de aquella
circunstancia, sin concreción alguna del papel que cada uno de los
integrantes del órgano colectivo asume en los hechos que a otro u otros
directamente se atribuyen, no es dable formular una acusación masiva o
disparo al bulto, por emplear una expresión coloquial, especialmente cuando
otras personas con responsabilidades sociales, si cabe mayores, como es el
caso del que a la sazón ocupaba el cargo de vicepresidente de la expresada
sociedad cooperativa, se dejan caprichosamente fuera del círculo de
acusados, cabalmente cuando lo que en teoría pudiera ser predicable en el
plano fáctico de los restantes miembros del Consejo Rector, evidentemente
lo sería también, puestos en esa tesitura, del Sr. Matías .
Así las cosas, considerando la Sala que el escrito de acusación formulado
por la entidad APROSE vulnera los derechos constitucionales de la tutela
judicial efectiva y del derecho de defensa de los acusados que el artículo 24
de la Constitución viene a consagrar, por la sencilla razón de que éstos no
saben qué prueba articular para defenderse de no se sabe qué cargos,
procede declarar la nulidad del referido escrito de acusación respecto de las
personas que de tan incorrecto modo son así acusadas, y con los efectos
que se dirán en la parte dispositiva de la presente resolución.
Tercero.- Introduce, asimismo, la defensa del acusado Juan Antonio como
cuestión preliminar la falta de legitimación en el presente proceso de la
Abogacía del Estado para actuar igualmente como parte acusadora, bajo el
argumento de que en todo caso, y según se desprende del folio 4.260 de las
actuaciones, sería la Administración Autonómica Andaluza la competente o
legitimada para ejercer mentada acusación.
Pues bien, la Sala no puede admitir esta cuestión, no sólo porque es
comunmente conocido que la titularidad de los fondos de ayuda a la
producción agrícola de semillas y cereales, en concreto trigo, - actividad en la
que se han desplegado las actividades presuntamente delictivas que se
imputan a los acusados - la ostenta el Estado Español, como miembro de la
Unión Europea, con independencia de que la gestión y tramitación de las
ayudas individuales al agricultor sea actividad transferida en exclusividad a la
Junta de Andalucía - con lo que el Estado sería el potencial y directo
perjudicado -, sino porque es la propia Administración andaluza la que a
través de la Secretaría General Técnica de la Consejería de Agricultura y
Pesca (folios 4261 y ss.) indica que las cantidades reintegradas serán
devueltas al Fondo Español de Orientación y Garantía Agraria (FEOGA),
reconociendo de este modo la titularidad estatal.
Cuarto.- Aduce, igualmente, la defensa del Gabriel , y de la entidad GALVEZ
SEMILLAS, S.L., en primer lugar, vulneración de la tutela judicial efectiva por
falta de jurisdicción territorial del Juzgado de Instrucción de Montilla para la
realización de la entrada y registro, verificada el 24 de abril de 1997 en los
almacenes y oficinas de esta entidad, sitos en la aldea de Santa Cruz, lo que
debe acarrear la nulidad de mentado registro, medios de prueba obtenidos a
partir de éste y actuaciones subsiguientes, y ello porque, según afirma,
mediante Decreto de 16 de julio de 1996 de la Consejería de Gobernación de
la Junta de Andalucía, se acordó la segregación y agregación de la parte del
término municipal de Montilla que ocupa la mencionada aldea al término
municipal de Córdoba.
En modo alguno puede admitirse mentada pretensión de nulidad. La posible
irregularidad no pasa de la legalidad ordinaria, y es sabido que la misma no
tiene fuerza para atacar los derechos constitucionales del acusado. Es más,
como bien razona el Ministerio Fiscal, la Ley Orgánica del Poder Judicial, en
su artículo 275, faculta a los jueces para realizar cualquier diligencia de
instrucción penal en lugar no comprendido en el territorio de su jurisdicción,
cuando el mismo se hallare próximo y ello resultare conveniente, dando
inmediata noticia al juez competente. La omisión de esta dación de cuenta, si
es que la hubo, no deja de ser algo intrascendente más allá del
funcionamiento interno de los órganos judiciales, máxime cuando tan sólo
hacía escasos meses que la aldea de Santa Cruz había estado integrada en
el Partido Judicial de Montilla.
Arguye, en segundo lugar, esta misma defensa la indefensión padecida por
Gabriel por el hecho de que en sus declaraciones en fase instructora (folios
2.094, 3286 y 3406) no fue informado de los hechos ni de los delitos que se
le imputaban. Tampoco puede ser acogida denunciada indefensión por este
Tribunal, dada la asistencia letrada con la que aquél dispuso en dichas
ocasiones, cuya ausencia, a efectos dialécticos, no acarrearía en ningún
caso el efecto pretendido, si tras los escritos de acusación el acusado contó
con dicha asistencia y pudo articular sin cortapisa alguna los medios de
prueba convenientes.
Quinto.- Fuera ya de lo que son cuestiones o alegaciones preliminares, el
Ministerio Fiscal y la defensa de Juan Antonio solicitaron la práctica de
algunas pruebas, el primero la testifical de Don Pablo , ya propuesta por las
defensas, y el segundo las periciales a cargo de Don Domingo y de Don
Pedro Miguel . Pues bien, en aras a un completo esclarecimiento de los
hechos, y no considerándose las mismas inútiles ni superfluas, procede
admitir la práctica de dichas pruebas.
Respecto de la impugnación de documentos que esta defensa ha realizado
con carácter previo, la Sala toma razón de la misma, si bien ello, al ser una
cuestión de valoración probatoria, será abordado, tras los debates del juicio y
oídas las alegaciones de las demás partes, en fase de deliberación de los
miembros de la misma, con la consiguiente plasmación del convencimiento
judicial en la sentencia que se dicte.
NOVENO.- Referido auto, después de admitir todas las pruebas propuestas
por las partes, terminó con el acuerdo en el que declaraba la nulidad parcial
del escrito de acusación formulado por la Acusación Popular APROSE contra
los acusados D. Carlos José , D. Carlos Daniel , D. Fermín , D. Pedro
Antonio , D. Jose Pedro , D. Gabino , D. Eugenio , D. Luis Manuel y D.
Imanol , y acordaba el levantamiento de la condición de acusados de los
referidos señores, los cuales desde este instante abandonaron la Sala.
DÉCIMO.- En la tramitación de los presentes autos se han observado todas
las formalidades legales, menos el plazo para el dictado de la sentencia,
dada la complejidad del asunto y el trabajo que pesa sobre los miembros de
la Sala.
Este Tribunal considera como probados los siguientes hechos:
La Orden del Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación de 12 de mayo
de 1994, publicada en el Boletín Oficial del Estado de 17 de mayo siguiente,
y que entró en vigor este mismo día, dispuso que a partir de la campaña de
comercialización del trigo duro 1995/1996, correspondiente a la campaña de
siembras anterior, esto es, a la 1994/1995, el suplemento de pago
compensatorio para las superficies sembradas con este cereal, previsto en el
artículo 4.3 del Reglamento (CEE) 1765/92 del Consejo, únicamente podría
percibirse si la superficie objeto de ayuda había sido sembrada con semillas
certificadas y etiquetadas oficialmente de acuerdo con lo exigido por la
normativa vigente.
Esta exigencia, instaurada opcionalmente como novedad en España
(también lo fue en Italia) por la Orden citada, sobre la base de la posibilidad
que el Reglamento ofrecía a los Estado miembros de la Unión Europea,
obedecía al cumplimiento de ciertos objetivos de política agraria que
perseguían la mejora en la calidad de la producción agraria de cereales. A tal
efecto, y para conseguir una aplicación gradual y menos traumática de tan
novedosa reglamentación, se fijó para la campaña de siembra 1994/1995
una dosis mínima de semilla a justificar, es decir, certificada, de 130 kgs. por
hectárea, pudiendo el agricultor completar la dosis con semillas no
certificadas hasta un total de 200 ó 230 kgs., que es la cantidad de simiente
que se suele esparcir en esa unidad de superficie.
El sistema de certificación de semillas de cereales exige, entre otros
requisitos, que la producción de las mismas sólo se realice por personas
físicas y jurídicas legalmente autorizadas para ello y que los campos donde
se obtienen se declaren ante el órgano competente de la Comunidad
Autónoma correspondiente, en este caso la Andaluza, Administración
encargada de la gestión y control de las ayudas a los agricultores (artículo 12
del citado Reglamento General). La declaración de cultivo del productor
multiplicador permitirá realizar los "partes de campo", que informan de la
parcela donde se va a realizar la multiplicación, a partir de los cuales puede
realizarse una estimación o aforo del rendimiento medio de producción de
kilogramos por hectárea, estimación que en teoría efectúan los funcionarios
inspectores al servicio de la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de
Andalucía, tras visitar los campos, si bien, ante la escasez de personal, las
visitas son sustituidas en la práctica por la presentación por parte de los
titulares de esos campos de una documentación suplementaria, la que, en
definitiva, les permite la concesión de la certificación de la semilla.
Así las cosas, al agricultor que utilice semilla certifica en la explotación de
sus fincas, la UE le concede una ayuda en forma de suplemento
compensatorio a la producción de trigo duro, para lo cual ha de canalizar su
solicitud a través de la Dirección General de Información y Gestión de Ayuda
de la Junta de Andalucía, mediante la presentación de la correspondiente
factura de adquisición de la semilla, estando obligado a guardar durante
cierto tiempo las etiquetas oficiales, que deberían haber estado cosidas a los
sacos que contenían la expresada semilla certificada, por si eran reclamadas
por la Administración.
En este contexto, y dentro del ámbito del sector de los cereales y semillas se
desarrollan los siguientes hechos:
A) Mediante Resolución de 11 de abril de 1994 de la Dirección General de
Producción Agraria de la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de
Andalucía (BOE de 21 de abril de 1994), se concedió con carácter
provisional a la "SOCIEDAD COOPERATIVA ANDALUZA DE CEREALES Y
OTROS DE FERNÁN NÚÑEZ" el título de "productor-multiplicador" de
semillas, título que tenía interesado mediante la correspondiente solicitud de
fecha 28 de julio de 1992. En vista de ese retraso, de la nueva normativa y
de que la expresada Cooperativa había sembrado en 1993 semilla adquirida
en noviembre de este año de Fercampo, distribuidora de SEMILLAS BATLLE
S.A. para la multiplicación de semillas de la variedad "Vitrón R1", la
cooperativa, a través del presidente de su Junta Rectora, a la sazón, el
acusado Juan Antonio , realiza intensas gestiones ante la mencionada
Dirección General, respaldado en sus continuas visitas a Sevilla por Juan
Francisco , técnico designado por la Federación de Cooperativas
(FECOAGA), a fin de que resultase posible, una vez cosechada, certificar la
semilla obtenida. En escrito de dicho organismo de 29 de julio de 1994, éste
comunica al mencionado acusado que se estudiaba la posibilidad, aunque se
precisaba que se necesitaba licencia por parte de BATLLE para la expresada
semilla "Vitrón".
En ese tiempo, concretamente el 24 de septiembre de 1994, toma posesión
como Director General de Producción Agraria de la Consejería de Agricultura
y Pesca de la Junta de Andalucía, Jose Augusto , quien tras una reunión en
su despacho oficial en Sevilla con Juan Antonio , que se celebra a los pocos
días de ocupar el cargo, sin recabar asesoramiento, ni tener en cuenta el
requisito de la previa declaración de cultivo, de forma un tanto extraordinaria
y claramente irregular, dio instrucciones directas verbalmente al Jefe de
Negociado Benedicto , hoy fallecido, para que fuese autorizada la
certificación. A tal efecto, BATLLE, no sin mostrar reticencias a las
indicaciones del Sr. Benedicto , accedió finalmente, en 31 de octubre de
1994, a autorizar la licencia, cerrando con el presidente del Consejo Rector
de la Cooperativa el oportuno acuerdo, el cual fue comunicado por la cedente
al Instituto Nacional de Semillas y Plantas de Vivero a los pocos días,
rechazando, no obstante, el Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación, la
toma de razón de la licencia concedida al haberse recibido terminada la
campaña.
Así las cosas, el día 2 de noviembre de 1994, el Sr. Benedicto llevó a la
Cooperativa 24.000 etiquetas, con numeraciones comprendidas entre la K
6531001 y la K 6555000, para ser pegadas o cosidas a cada uno de los
sacos, de aproximadamente 50 kgs. por unidad, en los que se iba a envasar
la semilla. En días posteriores, concretamente entre el 11 de noviembre y el
16 de diciembre siguientes, se extienden las correspondientes actas de
precinto sobre impresos oficiales de la Junta de Andalucía, y en las que se
hace constar, entre otros datos, el número de lote, la variedad de la semilla y
número de etiquetas, firmándose referidas actas, de un lado, por Juan
Antonio y por el también acusado Abelardo , a la sazón empleado y
encargado de las labores de oficina en la cooperativa, estampando en ellas
el sello de dicha entidad, y, de otro, por el inspector de campo asignado a la
zona de Córdoba por la Junta de Andalucía, Jesús Manuel , quien igualmente
estampa el sello oficial de la Administración. De tal manera que se
precintaron así 1.124.200 kilogramos.
Culminada la labor de precintado, Abelardo , por indicación de su superior,
Juan Antonio , presento al Órgano Administrativo competente para ser
incorporado al oportuno expediente sendos listados de agricultores, que
habían sembrado las semillas para multiplicarlas y obtener otras de la
cualidad R-2, y de los campos donde se había efectuado la siembra,
declarándose así un total de 16 agricultores y 231,3 hectáreas, sin que al
final quede la debida constancia acerca de si el monto total de los kilogramos
antes indicados es producto de la siembra de parte de los 34.000 Kgs.
de ,Vitrón" procedentes de SEMILLAS BATLLE S.A. y adquiridos de
Fercampo por la Cooperativa, en 1993, dada la ausencia casi absoluta de
control administrativo sobre el mercado de las semillas y las deficiencias de
los análisis precontrol y poscontrol que en esa época se hicieron de las
muestras obtenidas del ,pinchado" de los sacos, los cuales ya tenían
colocadas las etiquetas debidamente rellenas y en las que, entre otras cosas,
se hacía constar la variedad de la semilla y el grado de germinación de la
misma.
La Cooperativa vendió las semillas que contenían los sacos a múltiples
agricultores, en su mayor parte socios de la misma, sin que ninguno se haya
quejado de la mala calidad del producto, de cosechas deficientes, o haya
tenido perjuicio alguno. La semilla de trigo así certificada fue sembrada por
los agricultores, quienes en base a la misma obtuvieron el suplemento y
pago compensatorio.
Ninguna Administración, ni europea, ni estatal, ni autonómica, ha pedido a
los agricultores o a otra Administración la devolución de las cantidades
supuestamente entregadas en concepto de suplemento al pago
compensatorio del trigo duro, ni consta la apertura de expedientes al efecto,
no existiendo reclamación alguna, ni perjuicio real y actual derivado de las
ayudas supuestamente indebidas percibidas por los agricultores.
B) En noviembre de 1995, el acusado Juan Antonio contacta con Juan Luis ,
hoy fallecido, experto y conocido en el sector semillista, al objeto de darle
salida a una gran cantidad de semilla de la variedad ,Simeto" que la
Cooperativa tenía en sus almacenes. A tal fin, Juan Luis se entrevista con el
súbdito italiano y acusado Constantino , que en alguna ocasión se había
ofrecido a facilitar etiquetas y con el cual concertó la compra de una partida
de ellas.
El día 20 de noviembre el fallecido Juan Luis , acompañado de su amigo, el
también acusado Oscar , a quien había puesto al corriente de la operación,
se entrevistaron en Sevilla con Constantino , el cual les hizo entrega de unas
etiquetas rojas expedidas por el organismo italiano Ente Nazionale de
Semente Elette (ENSE), que contenían impresos en los que, entre otros
caracteres y datos, figuraba el de la empresa "Comagri" y el de la variedad
de semilla "Simeto", no constando acreditada la falsedad de mentadas
etiquetas.
Con las etiquetas en su poder, el infortunado Juan Luis y Oscar se dirigieron
a la sede de la Cooperativa, en Fernán Núñez, en donde le entregaron a
Juan Antonio las mismas, en concreto, un total de 6.938 -menos de la
cantidad inicialmente acordada-, por las que éste les pagó en metálico, y sin
recibo, la cantidad de 3.469.100 ptas., no sin antes ser aquéllas contadas en
las instalaciones de la mencionada cooperativa por Abelardo y por el también
acusado, secretario del Consejo Rector de la misma y empleado en la oficina
para la llevanza de la contabilidad, Lucas , quienes lo hacían cumpliendo las
indicaciones de Bernardo. Como quiera que se habían sacado de una
entidad bancaria 5.000.000 de ptas. para la operación, hubo de reintegrarse
a la misma la cifra sobrante destinada para pagar el resto de etiquetas que
faltaban. Terminado el recuento, Juan Luis comunicó a Juan Antonio que otro
día les traerían las etiquetas que faltaban y se le facilitaría una factura para
amparar la inexistente venta de la semilla, volviendo aquél junto con Oscar
hasta el lugar donde les aguardaba Constantino , que quería permanecer
oculto en la operación ante los ojos del presidente y gerente de la
Cooperativa por su contrastada enemistad, repartiéndose aquéllos lo
cobrado en la forma que ya previamente habían convenido, esto es,
2.775.200 ptas. para Constantino , 693.800 ptas. para Juan Luis y 60.000
ptas. para Valdenebro.
Como se había concertado la entrega de más etiquetas, a primeros de
diciembre siguiente, Juan Luis vuelve a Fernán Nuñez con 3.078 etiquetas,
de las mismas características que las anteriores, y cuya falsedad tampoco
consta, recibiendo por esta partida el metálico de 1.539.000 ptas., las cuales
fueron igualmente contadas, siguiendo instrucciones de Juan Antonio , por
los empleados de la Cooperativa, Lucas y Abelardo . Con ello quedó
completada la cifra de 10.016 etiquetas, en virtud de las cuales, y distribuidas
cada una por sacos de 50 kgs., la Cooperativa pudo darle salida a la semilla
de la variedad "Simeto" que tenia sin certificar en sus instalaciones en una
cantidad aproximada de 500.800 kgs. De esta forma la referida semilla, con
las etiquetas cosidas a los sacos o facilitadas por la Cooperativa a los
propios agricultores al tiempo de ser retirados, fue vendida a éstos, en su
mayor parte socios de ella, que la adquirieron a un precio aproximado de 60
ptas./kgr., los cuales la sembraron en sus campos, y les sirvió a su vez a
muchos de ellos para solicitar la correspondiente ayuda de suplemento al
pago compensatorio de la UE por la siembra de trigo certificado. Ningún
agricultor se ha quejado de la mala calidad de la semilla o de deficiencias en
las cosechas, ni se ha sentido perjudicado. Asimismo, a ningún agricultor se
le ha abierto expediente para la devolución de la ayuda percibida, ni ningún
perjuicio real y actual se le ha ocasionado a las Administraciones públicas, ni
a la europea, ni a la estatal, ni a la autonómica, ni éstas se han reclamado
entre sí cantidad alguna por ayudas indebidamente concedidas.
Finalmente, como quedó ultimado, el 21 de diciembre de 1995, Oscar le llevó
a Juan Antonio la esperada factura nº 089, de fecha 19 de diciembre de
1995, que acreditaba la venta por parte de CEREALES VILLAFRANCA, S.L.
a la Cooperativa de Fernán Núñez de 487.300 kgs. de semilla certificada
"Simeto R2", por importe de 30.241.838 ptas. IVA incluido, ascendente éste a
la suma de 1.978.438 ptas., que cobró del gerente en metálico y sin recibo.
Esta factura, que no obedecía a negocio alguno de venta de semilla, fue
anotada por el acusado Lucas , a indicación de Juan Antonio , en los libros
de contabilidad de la Cooperativa, consignándose un pago parcial y a cuenta
de la factura de 6.978.438 ptas., equivalente a la suma de lo pagado por las
etiquetas más el IVA, el cual fue deducido en la declaración de este impuesto
en el cuarto trimestre de 1995.
La indicada factura fue expedida a instancia de Constantino , y a favor de
Juan Antonio , por el también acusado Luis María , administrador único de
Cereales Villafranca, S.L., pues la enemistad entre los dos primeros impedía
a Constantino facturar directamente. A tal objeto, a instancia de este último,
se confecciona, consignándose en ella una fecha anterior, esto es, la de 11
de diciembre de 1995, la factura nº 10/95, según la cual, la entidad OLITE
ANDALUZA, S.L., respecto de la que Constantino tenía poderes de
Consejero Delegado, vendía a Cereales Villafranca 487.000 Kgs. de semilla
certificada ,Simeto R-2" procedente de Italia por importe de 27.897.925 ptas.
más IVA de 1.952.855 ptas. Esta factura fue entregada por Constantino a
Luis María en el domicilio social de Cereales Villafranca, en los Palacios
(Sevilla), y éste le entregó a aquél la factura 89/95 antes indicada, que
confeccionó en el acto. Una vez en su poder, Constantino se la hizo llegar a
Juan Luis y a Oscar para que éstos, como ya quedó relatado, se la diesen,
finalmente, a Juan Antonio .
Días más tarde, Constantino entregó a Luis María - que no consta estuviese
al corriente de la operación - por su colaboración en la emisión de la factura,
la cantidad de 391.058 ptas., y a fin de justificar los asientos contables
elaboraron varios recibos de distintas fechas y cantidades que acreditarían
los pagos y cobros entre las tres entidades y justificaban las entradas y
salidas de numerario
La entidad OLITE ANDALUZA, S.L., con código de identificación fiscal
A-41682220, no tuvo actividad comercial declarada durante 1995.
C) En septiembre de 1995, el acusado Juan Antonio cerró con el también
acusado Gabriel , administrador solidario de GÁLVEZ ROMERO, S.A., un
traspaso de aforo, como era habitual en el sector semillista, sin traslado físico
de semilla alguno, correspondiente a 25.000 kgs., y por un importe de
668.750 ptas., según factura emitida al efecto, de 19 de setiembre de 1995,
de la variedad ,Yávaros C 79 Resolución de TEAC, 00/9977/1998,
17-12-1999", traspaso que la citada entidad comunicó a la Junta de
Andalucía mediante escrito de 10 de septiembre de 1995, y que fue aceptado
por ésta, dando lugar al acta de precintado nº AN-035150, vendiéndose a los
agricultores 25.000 kgs. de semilla de esa variedad que la Cooperativa tenía
en sus instalaciones, los cuales la sembraron en sus campos y obtuvieron la
correspondiente ayuda complementaria al pago compensatorio de trigo duro,
sin que ninguno de ellos se haya quejado de la mala calidad de la semilla o
de deficiencias en las cosechas. Igualmente no se ha abierto ningún
expediente para la reclamación de ayudas indebidamente recibidas.
PRIMERO.- Tres son los hechos diferenciados en el anterior relato histórico
que ha delimitado la Sala a los que ésta ha de dar la respuesta jurídico-penal
que se le reclama, para lo cual es necesario investigar, a través del
mecanismo de la subsunción, si los hechos encuentran el acomodo típico
necesario.
Pues bien, más que nunca, en el caso de autos, los componentes o
valoraciones sociales, morales o de simple política económica que lo rodean
cobran una significación especial a la hora de interpretar la norma penal, de
incardinar el hecho en la misma y de formular un reproche culpabilístico
respecto de los acusados. El Tribunal no puede ser ajeno para pronunciarse
sobre la existencia o no del delito de estafa al contexto en que se venía
desenvolviendo la concesión de ayudas por parte de la Unión Europea a los
agricultores y productores de trigo duro, en el que reinaba una casi absoluta
ausencia de controles administrativos, ni tampoco lo puede ser al
relajamiento de las obligaciones de los ciudadanos de decir la verdad en el
ámbito de sus relaciones jurídico civiles o mercantiles y en el tráfico de los
documentos que expiden o en que intervienen. La discutible despenalización
para el particular de la llamada falsedad ideológica, en una especie de
consagración de la mentira, que llevó a cabo el tan ya remendado, pese a su
juventud, Código Penal de 1995 obliga a revisar muchos de los
posicionamientos que tradicionalmente venían manteniéndose respecto de
los delitos de falsedad, como así ha ocurrido ya en numerosas resoluciones
judiciales.
Esto ya de por sí sitúa a la Sala en una posición de cierta reserva y recelo
para no dejarse arrastrar por lo que no deja de ser una trama, la enjuiciada,
con sobrados tintes de inmoralidad, merecedora de ocupar un sitio en lo
mejor de nuestra picaresca. Pues si, como alguien dijo, el Derecho Penal es
un mínimum ético, lo que éste no puede pretender es moralizar al ciudadano.
En el debate de la Ética y el Derecho, tiene poco que aportar el sector de
éste que se ocupa de reprimir las transgresiones más graves de las normas y
los ataques a los bienes jurídicos más importantes, pues lo meramente
inmoral queda fuera de sus cauces. Y ello más que nunca cuando desde el
ámbito del Poder Público se coloca al ciudadano, con reglamentaciones un
tanto caprichosas, con una insuficiente moratoria en su aplicación, con
actuaciones permisivas y con la práctica inactividad de los mecanismos
sancionadores administrativos para los que las infringen, en el fundado
entender de que todo vale y nunca pasa nada, a lo que en el caso de autos
se ha de añadir la injustificada circunstancia de echarse en falta, desde unas
acusaciones con algo más de coherencia en su modo de conducirse, que la
lista de acusados no se hubiese engrosado con algún que otro responsable
público del ámbito de la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de
Andalucía, como órgano encargado en exclusividad de la gestión de las
ayudas.
Si el hecho descrito en el apartado A) lo desencadena la autorización de esa
licencia respecto de la semilla de trigo ,Vitrón" con la aquiescencia, por no
decir benévola imposición, de la Administración Autonómica -tal vez para
compensar la tardanza en la concesión a la Cooperativa del título de
productor multiplicador de semillas, cuya solicitud, interesada dos años
antes, parece dormía en los cajones de la Consejería-, la acusación por un
presunto delito continuado de estafa pierde sin duda fuerza. Más aún cuando
en el plenario ningún agricultor se sintió engañado o perjudicado, y no se
habló más que de las excelencias de la semilla empleada y de la buena
gestión de la Cooperativa.
Pero es que tampoco hay abierto por las Administraciones autonómica,
estatal o europea expediente de devolución de las ayudas indebidamente
recibidas por los agricultores, esos extraños ,perjudicados a la fuerza", en las
tesis de las acusaciones, a los que, siendo en su mayoría socios de la
Cooperativa, se les ,condena" indirectamente a hacer frente a la
responsabilidad subsidiaria de ésta y a afrontar el desaguisado de su
presunto estafador, de su gerente. Su condición de víctimas quedaría así
agravada, elevada a la enésima potencia. Situación kafkiana o, mejor,
esperpéntica - por emplear un término de nuestra Literatura- que a cualquier
juzgador descoloca en sus esquemas jurídicos. Si los agricultores no son
perjudicados, si éstos no se han sentido engañados, si las Administraciones,
especialmente la andaluza, se han desentendido del tema (véase el escrito
de la Letrada de la Junta de Andalucía, al folio 5599 del tomo XV de las
actuaciones), siendo meramente simbólica la acusación sostenida por el
Abogado del Estado, y no hay perjuicios reales y actuales originados a las
mismas, el delito de estafa, en cualquiera de sus modalidades, se escapa por
las rendijas del edificio de unas acusaciones un tanto etéreas que desechan,
además, del horizonte posibilista el tipo penal más especial del delito de
obtención indebida de subvenciones del entonces artículo 350 del viejo
Código Penal (308 del vigente), tal vez por la dificultad que entrañaría no
acusar a los agricultores y acusar, en cambio, a quien no pide para él la
subvención.
Extraña posición de garante en la forma comisiva de comisión por omisión,
que paradójicamente no se entiende anómala por aquéllas acusaciones para
pedir una condena cuando, precisamente, el supuesto engaño no es
percibido como tal por los que en realidad podrían estafar a la
Administración, es decir, los agricultores. Sería más que hilar fino, sería
forzar la situación hasta límites inadecuados, acudir a esa especie de
posición de garante e imputarle al presidente de la Cooperativa una estafa a
partir de las peticiones de ayudas que individualmente, y ajenos al empleo de
una semilla que supuestamente no es certificada, cada agricultor formula
ante la Administración. Tal modo de proceder encontraría serios obstáculos
de técnica jurídico-penal y dificultades casi insalvables impuestas por el
principio acusatorio.
Sorprendente, igualmente, resulta, a propósito de la falsedad que se
pretende ubicar en las etiquetas procedentes de Italia, lo revelado en el
plenario: ,hoy ya las etiquetas destinadas a las semillas no las confecciona o
expide la Administración, sino cada productor". Circunstancia ésta que nada
debe reportar en beneficio de un mayor control administrativo sobre este
sector, y que confiere un desmesurado e inusual margen de confianza a los
particulares.
No quisiéramos cerrar este exordio, sin antes hacer mención a las
peculiaridades de la Acusación popular que sostiene APROSE, asociación de
productores de semillas que controla la mayor parte del sector, cuando con
total desparpajo deja de apuntar con el arma de la acusación al
vicepresidente de la Cooperativa y a los funcionarios de la Junta de
Andalucía, denotando con ello un interés de usar el proceso penal más con
fines de política comercial -al sentirse perjudicada con la competencia de la
Cooperativa y sus bajos precios- que con fines de investigar la verdad y
depurar las responsabilidades criminales que existieren. Significativa resulta
a este respecto lo que se deduce del acta de la Junta Directiva de APROSE
de 7 de septiembre de 2001.
En consecuencia, todo lo anteriormente expuesto, unido al fuerte influjo que
el principio de intervención mínima tiene no sólo para el legislador a la hora
de tipificar las conductas, sino para el juzgador a la hora de enjuiciarlas (pues
no se olvide que los hechos podrían haber encontrado respuesta -al menos
un intento de primera respuesta- en el ámbito del Derecho Administrativo
Sancionador), va a influir decisivamente en la calificación que de los mismos
realizará la Sala.
SEGUNDO.- Entienden las acusaciones, en relación con los hechos que este
Tribunal describe en el apartado A), y con independencia de discrepancias
probatorias a las que en su momento se aludirán, que aquéllos son
constitutivos bien de un delito continuado-masa de estafa de los artículos 528
y 69 bis del anterior Código Penal por ser más favorable para el acusado,
bien de un delito de estafa de los artículos 528 y 529.7º (circunstancia
cualificada) del mismo Código, bien, finalmente, de los artículos 248, 249 y
74.2 del vigente Código.
Veamos, a la luz de la Jurisprudencia, si en realidad concurre en el caso, sin
calificativo o aditamento jurídico alguno, el delito de estafa, partiendo incluso,
como hemos apuntado, del relato de hechos que formulan las acusaciones,
quienes dan por sentado que la Cooperativa, con el gerente Juan Antonio a
la cabeza, y secundado por el empleado de la misma Abelardo , dio
intencionadamente a los agricultores "gato por liebre", con ánimo de obtener
de éstos un desplazamiento patrimonial (el sobreprecio de la semilla),
vendiendo trigo de mala calidad y haciéndolo pasar por semilla de la
modalidad "Vitrón" certificada.
Como dice la sentencia de 9 de abril de 2003, que recoge la doctrina
sentada, entre otras, por las de 3 de julio de 1995, 15 de febrero de 1996, 7
de noviembre de 1997 y 4 de mayo y 17 de noviembre de 1999, para que se
origine el delito de estafa se precisa de los siguientes requisitos: a) un
engaño precedente o concurrente, antes, traducido en alguno de los ardides
o artificios incorporados al listado del Código de 1973, y hoy, tras la Ley 8/83
y el Código Penal de 1995, concebido con criterio amplio, sin enunciados
ejemplificativos, atendiendo a la ilimitada variedad de supuestos que la vida
real ofrece; b) dicho engaño ha de ser "bastante", es decir, suficiente y
proporcional para la consecución de los fines propuestos, habiendo de tener
adecuada entidad para que en la convivencia social actúe como estímulo
eficaz del traspaso patrimonial, debiendo valorarse aquella idoneidad tanto
atendiendo a módulos objetivos como en función de las condiciones
personales del sujeto afectado y de todas las circunstancias del caso
concreto; la maniobra defraudatoria por eso ha de revestir apariencia de
realidad y seriedad suficientes para engañar a personas de mediana
perspicacia y diligencia, completándose esa idoneidad abstracta con la
suficiencia en el específico supuesto contemplado; c) originación o
producción de un error esencial en el sujeto pasivo desconocedor, o con
conocimiento deformado e inexacto, de la realidad, por causa de la
mendacidad, fabulación o artificio del agente, lo que le lleva a actuar bajo
una falsa presuposición, a emitir una manifestación de voluntad partiendo de
un motivo viciado, por cuya virtud se produce el traspaso patrimonial; d) acto
de disposición patrimonial, con el consiguiente y correlativo perjuicio para el
disponente, es decir, que la lesión del bien jurídico tutelado, el daño
patrimonial, sea producto de una actuación directa del propio afectado,
consecuencia del error experimentado y, en definitiva, del engaño, acto de
disposición fundamental en la estructura típica de la estafa que ensambla o
cohonesta la actividad engañosa y el perjuicio irrogado, y que ha de ser
entendido, genéricamente, como cualquier comportamiento de la persona
inducida a error, que arrastre o conlleve de forma directa la producción de un
daño patrimonial en sí misma o en un tercero, no siendo necesario que
concurra en la misma persona la condición de engañado y de perjudicado; e)
ánimo de lucro, como elemento subjetivo del injusto, exigido de manera
explícita por el artículo 528 del Código Penal de 1973 y el artículo 248 del
Código vigente de 1995, entendido como propósito por parte del infractor de
obtención de una ventaja patrimonial correlativa, aunque no necesariamente
equivalente, al perjuicio ocasionado, eliminándose, pues, la incriminación a
título de imprudencia; y f) nexo causal o relación de causalidad entre el
engaño provocado y el perjuicio experimentado, ofreciéndose éste como
resultancia del primero, lo que implica que el dolo del agente tiene que
anteceder o ser concurrente en la dinámica defraudatoria, no valorándose
penalmente, en cuanto al tipo de estafa se refiere, el dolo "subsequens", es
decir, el sobrevenido y no anterior a la celebración del negocio de que se
trate; aquel dolo característico de la estafa supone la representación por el
sujeto activo, consciente de su maquinación engañosa, de las consecuencias
de su conducta, es decir, la inducción que alienta al desprendimiento
patrimonial como correlato del error provocado, y el consiguiente perjuicio
suscitado en el patrimonio del sujeto víctima.
Asimismo, es de resaltar que en relación al elemento del engaño las
sentencias de 23 de abril de 1992, 23 de enero de 1998 y 4 de mayo de 1999
entienden que consiste en la afirmación como verdadero de un hecho falso, o
bien la ocultación o deformación de hechos verdaderos. Las sentencias de
22 de noviembre de 1986, 10 de julio de 1995, 31 de diciembre de 1996, 7 de
febrero de 1997 y 4 de mayo de 1999, han admitido la posibilidad de un
engaño omisivo como elemento integrador de la estafa, cuando la ocultación
de datos significativos constituye el motor decisivo para que la parte
desinformada acceda a realizar o autorizar la prestación y el consiguiente
desplazamiento patrimonial.
Pues bien, ninguno de los requisitos precedentemente expuestos se cumplen
en el caso de autos, máxime si los pasamos por el cedazo de las
consideraciones previas ya apuntadas en el primer Fundamento Jurídico. Por
ello, difícilmente pueden incardinarse o subsumirse en el tipo de la estafa los
hechos descritos en el apartado A). En ningún momento se aprecia en la
conducta del presidente de la Cooperativa de Fernán Núñez, Juan Antonio ,
la maniobra o ardid configuradores del engaño, tendente a embaucar a los
agricultores para venderles, como si de semilla certificada de la
variedad ,Vitrón" se tratase, un trigo envasado del montón existente, sin
catalogar ni clasificar, en los almacenes de la Cooperativa, ni mucho menos
que el engaño fuese "bastante" para provocar en los mismos un
desplazamiento patrimonial consistente en el pago de un sobreprecio por
adquirir una semilla que en realidad no era certificada, sobre todo si se
considera el ambiente reinante en el sector semillista y en el círculo de los
agricultores con motivo del cambio, un tanto repentino, de la normativa para
adquirir las ayudas procedentes de la Unión Europea, y la posibilidad que a
éstos se les ofrecía, al hacerse compatible con el percibo de la ayuda la
siembra de semilla certificada con otra que no lo fuese. Extraña vía para
conseguir la mejora de la calidad de las producciones. Qué fácil hubiera sido
prever una moratoria razonable o establecer una disposición transitoria, y, a
partir de la entrada en vigor efectiva de la norma, haber arbitrado unos
verdaderos mecanismos de control, que en la fecha de los hechos brillaban
por su ausencia, en lugar de inducirse a auténticos errores a los productores
de semillas y a los agricultores, que es lo que a la postre ocurrió,
particularmente respecto de la Cooperativa, con esa sorprendente
autorización de certificación del 1.124.200 Kgs. a raíz de la siembra de los
34.000 Kgs. de ,Vitron" procedentes de SEMILLAS BATLLE, S.A.
Pero es que ningún agricultor, que como testigo compareció al plenario,
reconoció sentirse defraudado. Antes al contrario, sólo desveló las
excelencias del producto, de la cosecha con él obtenida, y de la gestión de
Juan Antonio , el cual, dicho sea de paso, lleva al frente de la Cooperativa
más de quince años.
Si con estos mimbres se fabricaron las acusaciones, es evidente que el delito
de estafa, aunque sea por la ausencia de este primer requisito, no se
sostiene, especialmente cuando aquéllas no procuraron traer a juicio a algún
que otro agricultor que en fase de instrucción sí que se consideró supuesta
víctima de un negocio jurídico presuntamente fraudulento (la compra de la
semilla a la Cooperativa).
Es verdad, como se infiere de la propia estructura del tipo penal del artículo
248 (anterior 528), que la doble condición de engañado y de perjudicado no
tiene por qué coincidir en la misma persona, pues el acto dispositivo inducido
por el error provocado por el sujeto activo puede redundar en perjuicio de
éste o de un tercero; mas se habrá de convenir en que al menos ese
supuesto engaño ha de surtir los oportunos efectos para que el
desplazamiento patrimonial en origen esté viciado por la maniobra
fraudulenta, lo que aquí, por lo ya dicho, en modo alguno acontece. Es más,
incluso considerando al agricultor un mero instrumento en manos de Juan
Antonio como detentador del dominio funcional de la actividad defraudatoria,
sabiendo o representándose la posibilidad de que la semilla adquirida va a
sevir a aquél, desconocedor de su verdadera calidad, para la solicitud de las
ayudas, resultaría difícil la construcción de la estafa desde una más que
discutible posición de garante en que se colocaría el gerente para que los
perjuicios patrimoniales no se produjesen en las arcas Comunitarias a través
de unas subvenciones indebidamente obtenidas, cuya calificación de
indebidas, además, se desconoce desde el punto de vista administrativo.
Añádase a ello la potencialidad del perjuicio, su no realidad, y la falta de
certeza de que en todo caso los agricultores solicitarían las tan repetidas
ayudas.
En consecuencia, repetimos, ninguno de los requisitos exigidos legal y
jurisprudencialmente, y que quedaron antes desglosados, se cumplen en el
caso de autos para que se origine el delito de estafa.
Sin embargo, ni siquiera hay que acudir a toda esta argumentación para
desechar la existencia de este delito, si nos ceñimos para ello a la literalidad
del relato de hechos acotado por la Sala.
En este sentido, no se nos escapa la nada desdeñable circunstancia de que,
en cualquier caso, no hay en la causa elementos de juicio suficientes para
deducir, con la certeza requerida en el ámbito penal, que la semilla ,Vitrón
R2" obtenida de la siembra de esos 30.000 Kgs. de ,Vitrón R1" de BATLLE
no fuese realmente la representada por esos 1.124.200 kilos precintados y
envasados en los sacos que posteriormente se vendieron como semilla de
esa variedad. Esa lista de agricultores y de campos que -no hay por qué
omitirlo- fue confeccionada deprisa y para cubrir ad hoc el expediente, como
se suele decir coloquialmente, a la vista ciencia y paciencia de la Junta de
Andalucía a través de su Jefe de Negociado, el desaparecido Benedicto , es
perfectamente compatible, excluidos los agricultores que finalmente
reconocieron no haber sembrado la semilla, con la cantidad de kilos
recolectados. Incluso partiendo de la cifra menor de kilos de semilla que para
el Fiscal está justificada como empleada en la siembra, esto es, la de 22.440
kgs., es posible llegar a ese resultado final recolectado.
No hemos de olvidar que el testigo Sr. Carlos María , alto cargo de la
Administración Central en materia de semillas (Subdirector General),
manifestó en el plenario la posibilidad teórica de que la semilla pudiese
multiplicarse por cincuenta tras ser sembrada. Igualmente son reveladoras,
por la sombra de duda que arrojan sobre la verdadera calidad de la semilla
vendida a los agricultores, las manifestaciones de algunos testigos, entre los
que destaca el Sr. Luis , miembro de la Junta Directiva de APROSE y
promotor de la denuncia, quienes no dudaron en afirmar que los resultados
de los análisis de control y poscontrol realizados por la Administración en
esas fechas -en cuya realización, por cierto, colaboraba personal al sevicio
de la Acusación Popular- eran poco fiables y arrojaron numerosos errores.
Dedúcese de todo esto que ha de presumirse, en honor del in dubio pro reo,
que toda la cantidad de semilla vendida y etiquetada como de ,Vitrón R2"
quedó amparada por la siembra del tan repetido ,Vitrón R1".
Pero, por si esto fuera poco, se ha de resaltar en el caso un dato sumamente
significativo que cubre bajo un manto de legalidad o, al menos para los
acusados, de percepción errónea de la legalidad la actuación de éstos. Tal es
el de la autorización administrativa de la certificación del ,Vitrón" procedente
de la mercantil BATLLE, a quien poco menos que se le conmina, según viene
a dar a entender el propio Ministerio Fiscal en su escrito de acusación, a
otorgar la licencia en favor de la Cooperativa; autorización que, no se olvide,
tiene su origen en la orden dada por el entonces Director General de
Producción Agraria de la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de
Andalucía, Jose Augusto , transmitida al efecto al Sr. Portero, quien sin
cortapisa alguna facilita incluso más etiquetas de la cuenta, suficientes para
certificar una cantidad de semilla superior a la pretendida. Ante semejante
proceder sería excesivo formularle un reproche penal a Juan Antonio , que
en ese momento no hacía otra cosa que defender los intereses de la
Cooperativa de la forma que él entendía más correcta, con esos continuos
viajes a Sevilla; y, menos aún, a Abelardo , que se limitaba en esto a cumplir
las órdenes del anterior.
Así las cosas, procede absolver a éstos últimos del delito de estafa que por
estos concretos hechos les imputaban, como autor y como cómplice
respectivamente, las acusaciones.
TERCERO.- Todas las anteriores consideraciones, a salvo esta última, en la
medida en que no se produjo autorización administrativa alguna, son
perfectamente trasladables al presunto delito de estafa respecto
del ,Simeto" (hechos del apartado B) que las acusaciones entienden
cometido por el gerente de la Cooperativa, el empleado Abelardo , el
secretario y también empleado de la misma Lucas , así como, igualmente,
por Constantino , por proporcionar las etiquetas del ,Simeto" italiano y
favorecer así la defraudación, y, en fin, por Oscar , dada su colaboración al
respecto y su conocimiento de lo urdido.
Ni que decir tiene que hay en la causa sobrados elementos de convicción
para considerar partícipes a los anteriores en la ideación y ejecución de
mentado artificio no sólo por la abundante prueba testifical practicada, sino
por las propias manifestaciones de los acusados, los cuales no dejan de
incurrir en numerosas contradicciones respecto de lo que ya previamente
tenían manifestado en fase de instrucción ante la Policia Judicial y ante el
Juez, siendo lícito que la Sala otorgue ahora mayor credibilidad, por su
espontaneidad, a estas versiones que a las que últimamente se han vertido
en el plenario a la hora de deslindar los roles que cada uno de aquéllos, por
este concreto hecho delictivo, ha representado. Mención aparte merece, sin
embargo, la declaración más sincera y coherente de Juan Antonio , quien no
elude el reconocimiento, con la implicación respecto de los demás acusados
que ello supone, de la práctica totalidad de los hechos a que se contrae este
apartado B), especialmente, el de la compra de las etiquetas y el de la
inexistente compraventa del "Simeto" supuestamente procedente de Italia.
(V. declaraciónes, entre otras de Constantino a los folios 154, 908, 3413 y
3458, de Juan Antonio a los folios 912, 1782 y 3953, de Oscar a los folios
1787, 3423 y 3857, de Juan Luis a los folios 2067 y 3421 en la que implica al
anterior, de Luis María al folio 3833 que implica Constantino , o el careo entre
Juan Luis y Oscar al folio 3859)
Pero una cosa es eso, es decir, la realidad de la autoría de los hechos, y
otra, bien distinta, la calificación jurídica que merezcan los mismos. En este
sentido, por lo ya expuesto en el fundamento jurídico anterior, a cuyos
argumentos nos remitimos en evitación de inútiles repeticiones, esta concreta
acción, consistente en la venta a los agricultores de una cantidad aproximada
al medio millón de kilogramos que la Cooperativa tenía en sus instalaciones
haciéndola pasar como semilla certicada de la varieda ,Simeto", tampoco
encuentra para la Sala el debido encaje típico en el delito de estafa.
No cabe aquí sino apoyar la tesis absolutoria con el testimonio cualificado del
Sr. Ramón , Ingeniero Agrónomo y Profesor Titular de la Escuela de
Ingenieros Agrónomos de Córdoba - cuya condición de socio de la
Cooperativa no debe invalidar su aserto -, el cual categóricamente afirmó en
el plenario que las semillas que compró a ésta para sembrar sus campos en
la fecha a que se contraen los hechos eran de excelente calidad y de la
variedad ,Simeto", lo que se veía a la vista. Ello no hace sino dibujar
igualmente, en el peor de los casos, una zona de penumbra sobre este
hecho, facilitando de nuevo la entrada en juego del in dubio respecto del dato
de si verdaderamente la Cooperativa, por no poder obtener
reglamentariamente la certificación de la semilla ,Simeto" que tenía
almacenada, no hizo otra cosa que revestir con las etiquetas suministradas
por Constantino la realidad material de unas existencias de semilla de trigo
de esa variedad, sin fraude alguno para los agricultores, como así, en efecto,
éstos han vuelto a reconocer. Por tanto, la estafa, la concurrencia del engaño
y ese perjuicio a los agricultores, incluido el posterior a la Unión Europea, se
desvanecen aquí también como en el caso del "Vitrón".
Se impone, pues, la absolución a todos estos acusados del delito de estafa
que se les imputaba.
CUARTO.- Desglosan, asimismo, las acusaciones en el apartado B) el
substrato fáctico del que deducen en primer lugar la existencia de un delito
continuado de falsedad, en concurso ideal con la estafa, de documentos
oficiales y mercantiles de los artículos 303, 302.2º y 9º y 69 bis del Código
Penal de 1973 por serle más favorable que el actual, de los que hacen
responsables, sin una deseable concreción, a Constantino , Oscar , Luis
María , Juan Antonio , Lucas y Abelardo .
Pues bien, como se trata de varios hechos supuestamente falsarios,
comencemos por el primero de ellos, que a la postre fue el desencadenante
de los demás, esto es, el de la presunta falsedad de las etiquetas
del ,Simeto" procedentes de Italia y expedidas por el organismo público
italiano ,Ente Nazionale de Semente Elette" (ENSE) con competencias en
materia cerealística.
Dicho esto, antes de plantearnos formular algún tipo de consideración
jurídica a propósito de esta modalidad falsaria, por lo demás innecesaria,
como se desprende de lo que seguidamente se dirá, lo primero que se habrá
de investigar es si las referidas etiquetas son o no falsas, alternativa que es
barajada incluso por el Ministerio Fiscal cuando, no convencido del todo,
afirma que a los efectos del delito sería indiferente la realidad de su falsedad
si se tiene en cuenta que las tan repetidas etiquetas fueron adquiridas por la
Cooperativa y facilitadas a ésta por los otros acusados al objeto de ser
cosidas a unos sacos que contenían semillas con unas calidades, origen y
características distintos de los que delataban las mismas, con lo que la
falsedad, por la vía del artículo 302.9º del Código Penal de 1973 (simulando
un documento de manera que induzca a error sobre su autenticidad), actual
artículo 390.1.2º del vigente Código (al que se añade la expresión ,en todo o
en parte"), seguiría cometiéndose igualmente.
Sin embargo, respecto de esa primera alternativa comisiva, esto es, la de la
materialización física de la falsedad de las etiquetas italianas, o, al menos, su
uso sabiendo de su falsedad, por parte de los acusados, se cae por su peso
en su aspecto probatorio. Y es que las Acusaciones no han conseguido
demostrar la falsedad de las mismas o el conocimiento de esta circunstancia
por los acusados. El ENSE no ha certificado con el grado de certeza exigible
que las etiquetas sean falsas, respecto de las cuales a lo más que se llega
es a utilizar la expresión "sicuramente un cartellino falso" en el certificado
que remite dicho organismo, y que figura en el folio 194 del tomo I, siendo
evidente que no es lo mismo "seguro" que "seguramente". Además, al
indicado ENSE, según manifestación del testigo ya nombrado, Sr. Carlos
María , sólo se remitio para su comprobación y para la posterior emisión del
informe la fotocopia de una de ellas, cuando es sabido que ello resulta
inadecuado o insuficiente para realizar una pericia medianamente fiable. Por
otro lado, y sin entrar en la irregularidad que supuso la forma en que fue
obtenida una de las etiquetas por parte de APROSE, a tenor de lo declarado
por el testigo Sr. Lorenzo - quien afirmó que la misma le fue arrebatada,
sustraída materialmebte, a un agricultor -, lo relevante a estos efecto es que,
negando las partes la certificación de dicho organismo, las acusaciones no
se hayan preocupado de traer al plenario al autor de la certificación o informe
para someterlo al principio de contradicción, dando opción a que los
acusados interrogasen a aquél y cuestionasen su pericia.
Todas estas consideraciones aconsejan la absolución de los acusados por
esta modalidad comisiva de falsedad.
QUINTO.- Veamos, sin embargo, si por la vía de la colocación de las
etiquetas en los sacos rellenos de semilla de la variedad ,Simeto", semilla
que en realidad no era de origen italiano, se puede cometer la falsedad
denunciada por las acusaciones, a través de los artículos ya citados,
asimilando este concreto caso con los supuestos de alteración o cambio de
las placas de matrícula de los vehículos a motor, en que los Tribunales han
formulado un reproche penal, considerándolos típicos, aun cuando
desapareció del Código Penal vigente el antiguo artículo 279 bis, que
sancionaba esta conducta en el Código anterior.
En efecto, la Sala 2ª del Tribunal Supremo, en Junta General celebrada el
día 27 de marzo de 1998, haciendo uso del artículo 264 de la Ley Orgánica
del Poder Judicial, y a los fines de unificación de criterios en la aplicación del
ordenamiento jurídico, tomó el acuerdo de que con relación a las placas de
matrícula de vehículos, la sustitución de la verdadera por la de otro vehículo
es conducta subsumible en el artículo 390.1.1º) del Código Penal por ser la
matrícula, con el vehículo, un documento conjunto. En igual precepto debe
subsumirse la parcial modificación de la matrícula auténtica. En cambio, el
artículo 390.1.2º) debe aplicarse en los casos de íntegra elaboración o
falsificación de la matrícula. Siendo, en definitiva, todas ellas, modalidades
de falsificación cometidas por particular en documento oficial.
Este criterio ya se había mantenido en sentencias del Alto Tribunal anteriores
a dicho acuerdo como es exponente la de 9 de diciembre de 1997, en la que
se expresa que ya en "la sentencia de 31 de enero de 1997 hemos sostenido
que la falsificación de matrícula de un vehículo automóvil prevista en el
antiguo artículo 279 bis del Código Penal de 1973 no ha sido despenalizada.
En realidad, la matrícula reúne los elementos que caracterizan a los
documentos, toda vez que a través de su forma externa inconfundible
corporeiza una declaración de la autoridad correspondiente respecto del
vehículo al cual se encuentra adherida, que es idónea tanto para probar
quién es su propietario como la autorización para circular que concede dicha
autoridad. En este sentido las matrículas quedan comprendidas en el artículo
26 del vigente Código y su falsificación no ha sido, por lo tanto,
despenalizada.
En los mismos términos, la Sentencia de 27 de marzo de 1998 recoge el
acuerdo tomado en la Junta General que hemos dejado citada, afirmando
que "la matrícula de un vehículo queda comprendida en el artículo 26 del
Código Penal, pues este precepto amplía considerablemente el concepto de
documento, al reputar como tal todo material que exprese o incorpore datos,
hechos o narraciones con eficacia probatoria o cualquier otro tipo de
relevancia jurídica. Por tanto, debe considerarse como documento la
matrícula que identifica los vehículos automóviles, pues expresan con
números o letras determinados por la Administración, unos caracteres
específicos para cada automóvil, toda vez que, además, dichas placas
poseen ciertos signos en el lateral de las mismas que les distinguen respecto
de otras de su misma clase. Por tanto, partiendo de tal conceptuación
documental oficial de las placas de matrícula, la colocación en un vehículo,
aunque sea superponiéndola, de una matrícula diferente de la auténtica,
constituye una alteración del contenido de la misma, e integra el tipo de los
números 1º ó 2º del artículo 391.1º del Código Penal, sancionado en el
artículo 392 del mismo Cuerpo Legal (de forma parecida se expresan las
sentencias de 8 de septiembre y 14 de abril de 2000).
Sin embargo, la anterior doctrina en modo alguno es trasvasable al caso de
autos. Las etiquetas del ,Simeto" italiano que se adhieren a los sacos no
pueden ser, junto con éstos, un documento, por muy generosa que sea la
interpretación extensiva -proscrita, por otro lado, en en el ámbito penal- que
se haga del concepto de documento recogido en el tan citado artículo 26 del
Código Penal. Es cierto que, haciendo las etiquetas referencia al origen, lote,
año de germinación y demás características de la semilla a la que se
refieren, y, en consecuencia, a caracteres distintos de los que posee la
contenida en cada uno de los sacos donde se colocan, se está alterando o
mudando la verdad, se está produciendo una mendacidad respecto del
género o producto al que van unidas y al que se supone conceden esa
especie de certificado de garantía. Pero no es menos cierto que, aun siendo
ello así, la etiqueta no cumple una función parangonable con la que
desempeña la placa de matrícula en un vehículo a motor. Ésta lo identifica de
cara a la Administración y en orden a la seguridad y certeza del tráfico de
vehículos, pero no dice nada de éstos, ni de sus características. Al amparo
de la matricula lo mismo circula una motocicleta, que un turismo, que un
camión. La matrícula nada dice del contenido. Cosa que, en cambio, no
ocurre con las etiquetas, las cuales anuncian los caracteres intrínsecos del
producto sobre el que se colocan (calidad, fecha de fabricación, caducidad,
etc.). Y esto, es claro, no puede encontrar el encaje típico y el tratamiento
penológico pretendido por las acusaciones.
El propio legislador es consciente de ello, y sanciona conductas parecidas a
la enjuiciada a través, por ejemplo, de los delitos relativos al mercado y a los
consumidores o, más concretamente, mediante los delitos relativos a la
propiedad industrial (artículo 274 ó, mejor, 275 del vigente Código). ¿Acaso
no son signos distintivos las etiquetas de autos al hacer éstas referencia a un
producto con unas concretas características no exactamente predicables de
aquél (las semillas) en cuyo envase (el saco) han sido colocadas?
No obstante ello, razones impuestas por el principio acusatorio, aparte de la
no causación de perjuicio a los agricultores, como reiteradamente ha
quedado acreditado, vedan a la Sala la posibilidad de dictar un
pronunciamiento condenatorio sobre la base de esta modalidad delictiva,
procediendo, en cosecuencia, absolver también a los acusados de la misma.
SEXTO.- Examinemos seguidamente si, en fin, los hechos integran el delito
continuado de falsedad en documento mercantil que se les imputa a los
acusados Juan Antonio , Abelardo , Lucas , Constantino , Luis María y Oscar
por su intervención, en mayor o menor grado (autor directo, cooperador
necesario o cómplice), según el reparto de papeles que este Tribunal
considera acreditado -y que en esto no difiere sustancialmente del descrito
por las acusaciones-, en la elaboración de las dos facturas de autos y de los
consiguientes recibos y asientos practicados en la contabilidad,
concretamente en la de la Cooperativa y en la de la entidad CEREALES
VILLAFRANCA, S.L., para dar así apariencia de realidad a la inexistente
doble compraventa de la supuesta partida de semilla de trigo de la variedad
"Simeto" procedente de Italia, esto es, la venta de la mima por la entidad
OLITE ANDALUZA, S.L. a CEREALES VILLAFRANCA, S.A. y la posterior de
ésta a la SOCIEDAD COOPERATIVA ANDALUZA DE CEREALES Y OTROS
DE FERNÁN NÚÑEZ, contratos que, en efecto, resultaron sin género de
dudas ficticios.
Ni que decir tiene que la Sala, para llegar a esta conclusión probatoria, se ha
valido de los mismos elementos de convicción que ya quedaron
especificados en el fundamento jurídico destinado al análisis de la supuesta
estafa originada con motivo de esta simulada compraventa de semilla
italiana, cuya simulación, en el fondo, Juan Antonio nunca ha negado, así
como Constantino , por más que éste, en el plenario, tratara de justificarse o
exculparse con argumentos inconsistentes ante lo evidente de la
confabulación. Que Luis María , responsable de CEREALES VILLAFRANCA,
no la conociera en su integridad, o incluso la desconociera, tampoco le
exime, pues él mismo admite lo anómalo de la operación llevada a cabo
mediante la elaboración de la factura, como con seguridad se lo debió de dar
a entender la expedición de los posteriores recibos y justificantes al objeto de
cuadrar las cuentas. Que, igualmente, Lucas estaba al tanto de la maniobra
era evidente, máxime cuando siendo responsable de la contabilidad de la
Cooperativa tuvo que asentar la factura nº 89/95 en el libro correspondiente.
Que Oscar , en su labor de intermediación, coordinación y de correo entre las
partes, junto con Juan Luis , estaba también a la última del "papeleo" que
hizo falta fabricar como tapadera de la ficiticia transacción, resulta
incuestionable. Otra cosa es la participación en este "trámite burocrático" de
Abelardo , pues la Sala no la aprecia, por mucha intervención que éste
tuviera en el manejo corriente y diario de la venta de la semilla en la
Cooperativa.
Pero, en cualquier caso, no está alojado en el aspecto fáctico el meollo de la
cuestión que en este apartado estamos examinando. El tema es
estrictamente jurídico, y ha surgido con inusitada fuerza tras la
despenalización de la falsedad ideológica por el Código Penal de 1995 en
medio de una encendida diatriba sobre la tipicidad o no de conductas como
las enjuiciadas, donde los particulares fabrican facturas o documentos dentro
del ámbito de su empresa o actividad, documentando contratos o servicios
inexistentes o no prestados.
En efecto, una vez eliminada por los artículos 390.1 y 395 del Código Penal
de 1995 de los tipos de falsedad documental que pueden ser cometidos por
particulares la falsedad estrictamente ideológica, es decir, la que se comete
faltando a la verdad en la narración de los hechos, han surgido en el seno de
la Sala 2ª del Tribunal Supremo, como sabe perfectamente cualquier
conocedor de su doctrina jurisprudencial, dos posturas interpretativas
divergentes en relación con el alcance que se ha de dar a la innovación que
estamos comentando.
Una de dichas posturas, que puede ser ejemplificada con sentencias como
las de 13 de junio, 7 de noviembre y 28 de octubre de 1997, ha venido a
sostener que el nº 2º del artículo 390.1 - en el que se describe la falsedad
que se comete- es aplicable a los casos en que el verdadero autor de un
documento simula en él un negocio jurídico inexistente o distinto del
realmente celebrado, lo que significa que la expresión mendaz de la causa
de un negocio privado o mercantil -únicos que pueden ser confeccionados
por un particular- determina que el documento sea también simulado y que
su producción sea subsumible en el tipo de falsedad descrito en el precepto
indicado si es capaz de inducir a error sobre su autenticidad, que, para
quienes se adhieren a esta doctrina, se confunde con su veracidad. En la ya
citada sentencia de 28 de octubre, dictada en el ,caso Filesa", el
razonamiento de la Sala supone un significado esfuerzo en esta línea
orientada a que no toda falsedad ideológica quede impune. Tras afirmarse
qué asertos parecen anunciar la definición de la simulación de documento
como creación de soporte material inauténtico, se termina sosteniendo
que ,en todo caso habría que distinguir, de un lado, entre una factura cierta,
alguna de cuyas partidas no se ajusta a la realidad (...) y, de otro, la factura
que es incierta en su totalidad, esto es, que se emite sin que ninguno de los
conceptos corresponda a una operación mercantil efectuada, puesto que en
este caso es claro que se está proclamando la simulación documental, y se
está declarando la existencia de un soporte material falso". La
argumentación parece sugerir que cuando se falta totalmente a la verdad en
la narración de los hechos se confecciona un documento simulado -con lo
que la falsedad ideológica quedaría reducida a los supuestos en que sólo se
falta a la verdad parcialmente-, identificándose la total falta de verdad en la
narración de los hechos con la confección de un soporte material falso.
Frente a la corriente doctrinal acogida en estas sentencias existe otra,
reflejada en las de 30 de enero y 26 de febrero de 1998, para la cual la
simulación del negocio jurídico no es lo mismo que la simulación del
documento, puesto que sólo es documento simulado el inauténtico, es decir,
el que engaña sobre la identidad de quien lo emite. La idea básica en que
esta interpretación descansa es que el documento no es simulado cuando
proviene de quien aparece en él como emisor, aunque la declaración que el
mismo haya estampado sobre el negocio jurídico subyacente sea mendaz.
Un documento puede ser simulado, por inauténtico, y plasmarse en él un
negocio jurídico real, por ejemplo, cuando un acreedor imita en una letra de
cambio la firma de su verdadero deudor que no ha garantizado el crédito con
dicha letra; y a la inversa, un documento puede ser auténtico -no simulado-
por ser quien lo suscribe la misma persona que lo asume, aunque, por
ejemplo, la deuda que reconoce en él sea inexistente. Por tanto -se razona
por los miembros de la Sala que se inscriben en esta línea interpretativa-, si
en el artículo 390.1.2º del Código Penal nada se dice de la simulación del
negocio jurídico y tan sólo se hace referencia a la simulación de un
documento, sostener que en el tipo establecido en esta norma se comprende
también la documentación de negocios jurídicos simulados choca claramente
con el texto legal e implica una extensión analógica del precepto.
Acaso sea conveniente ilustrar esta segunda corriente con dos breves
párrafos de las sentencias anteriormente mencionadas. En la de 30 de enero
de 1998 se dice, entre otras cosas, que ,si se tiene en cuenta que la ley
exige que la simulación del documento pueda inducir a error sobre su
autenticidad, es preciso dejar en claro que auténtico es un documento en el
que lo declarado pertenece realmente a quien lo suscribe asumiendo la
declaración. Por lo tanto, la simulación del documento en el sentido de los
artículos 302.9º del Código de 1973 y 390.1.2º del Código actual debe
afectar la función de garantía del documento (...), es decir, debe consistir en
la atribución a otro de una declaración que no ha realizado o en la alteración
de un documento auténtico de tal manera que lo declarado por quien lo
suscribe, asumiéndolo, ya no sea lo que en realidad declaró". Y en la
sentencia de 26 de febrero de 1998, dictada en el caso "Argentia Trust", tras
advertirse que la pretensión de que continúa siendo típica la falsedad
cometida por un particular, que afecta sólo a los hechos que se narran en el
documento, mediante la subsunción sustitutoria de la acción en el nº 2º del
artículo 390.1, supone volver a penalizar una falsedad ideológica
convirtiéndola en falsedad material, se dice expresamente en relación con los
hechos que fueron objeto del procedimiento: "La factura para cuyo pago se
efectuó la transferencia de fondos -que dio lugar a la condena por
apropiación indebida- no fue simulada sino auténtica (...), en tanto fue
reconocida como tal por quien la autorizó con su firma. Aunque no era verdad
que la misma respondiese a los trabajos que en ella se referían, esta
circunstancia no convertía en ,simulada" a la factura sino, sencillamente, en
mendaz". Por esta razón, la sentencia estimó el quinto motivo del recurso y
declaró indebidamente aplicado a los hechos probados el tipo de falsedad
consistente en simular un documento de manera que induzca a error sobre
su autenticidad.
Las patentes diferencias que separan estas dos maneras de interpretar la
reforma legislativa a que nos estamos refiriendo, aconsejó la celebración de
una Junta General de magistrados, es decir, de un Pleno de la Sala 2ª del
Supremo -pleno deliberante no jurisdiccional- que tuvo lugar el 26 de febrero
de 1999, y en el cual el ponente designado, bajo una idea de partida como es
la de que la despenalización no es la impunidad en todos los casos sino la
aplicación puntual de las figuras delictivas que cubren determinados
supuestos de mentiras documentadas, propuso, en síntesis, los siguientes
argumentos: a) la declaración mendaz sobre la causa de un contrato no
induce a error sobre la autenticidad del documento en que el mismo se
refleja; b) si los particulares no están obligados a decir verdad ante los
funcionarios públicos más que en los casos legalmente determinados,
tampoco lo están a decir verdad ante otros particulares; y c) con ello no
siempre queda impune la falsedad ideológica, ya que supuestos de la misma
están previstos en determinados tipos de defraudaciones; especial
importancia en este sentido dio el ponente al tipo de estaba descrito en el
artículo 251.3º del Código Penal -,el que otorgare en perjuicio de otro un
contrato simulado"- argumentando que, como el verbo ,otorgar" alude casi
con toda seguridad a la confección del documento, es legítimo deducir que la
simulación documental de negocio jurídico que la nueva ley penal castiga es
la que, tipificada como estafa en dicho artículo, se realiza para perjudicar a
otro, aunque sin duda pueden ser espigadas en el Código Penal otras
concretas figuras delictivas.
Después de un debate en que intervinieron todos los magistrados, fue
sometida a votación la propuesta, la cual fue derrotada por ocho votos frente
a siete. El Pleno terminó con el puro y simple rechazo de la proposición del
ponente, lo que ha podido ser interpretado como un triunfo de la tesis
contraria -la representada por el grupo de sentencias primeramente
mencionadas- aunque la inexistencia de una clara contrapropuesta - que
fuese igualmente sometida a votación, ha contribuido quizá a que la doctrina
de la Sala se encuentre todavía, en este punto, en un claro estado de
indecisión porque, por otra parte, las dos corrientes jurisprudenciales pueden
encontrar precedentes en la doctrina anterior.
De todos modos, con posterioridad al Pleno indicado se han dictado varias
sentencias en las que, partiéndose de puntos de vista no coincidentes sobre
la cuestión debatida, se ha profundizado en la búsqueda de una solución que
aproxime las distintas posturas doctrinales. Nos referimos, entre ellas, a las
de 25 de junio y 14 de diciembre de 1999 y 29 de mayo de 2000. Pero la
polémica, como decimos, ha seguido y la cuestión continúa sin estar
clarificada. Aunque la última sentencia de la que este Tribunal tiene
referencia, esto es, la de 2 de abril de 2003, a propósito de un acta espuria
levantada con motivo de una Junta General Extraordinaria de accionistas de
una sociedad, en la que inciertamente se reconocía a uno de los socios
como único dueño de la mitad indivisa de un inmueble, parece decantarse
por la tesis despenalizadora, al afirmar que ,si simular equivale a crear un
documento de tal forma que produzca apariencia de veracidad, no es esto lo
que hicieron los acusados. El documento (...), es auténtico, en cuanto es
cierto el día y lugar que se dice, y las personas que allí concurrieron
afirmaron exactamente lo que en él se transcribe. El documento no se ha
desnaturalizado. Otra cosa es el contenido material de lo que dijeran los
autores, que por el sólo hecho de afirmarlo así, no tiene por qué ser veraz ni
imponerse frente a terceros. Esa es la razón por la cual no se reputan
delictivas las falsas declaraciones documentales realizadas por particulares
(art. 390-4 en relación al 392 del Código Penal). Realmente nos hallamos
ante una falsedad ideológica impune".
Ante tal estado de la situación, este Tribunal se decanta por la tésis
despenalizadora, debiendo ser el Legislador quien volviendo sobre sus pasos
reintroduzca en el elenco de conductas punibles recogidas en nuestro código
Punitivo, la que, a nuestro juicio, nunca debió salir del mismo, aunque
tambien es cierto que la Ley no hizo más que recoger cierta corriente
jurisprudencial preexistente a 1995.
Así las cosas, todas las maniobras realizadas por los acusados, cada uno
con la intervención que le hemos adjudicado, tendentes a la fabricación de
las dos facturas, a través de ese "triángulo" formado por Constantino , Luis
María y Juan Antonio , y al asiento de las mismas en la contabilidad de las
mercantiles intervinientes, especialmente en la de Cereales Villafranca y en
la de la Cooperativa de Fernán Núñez, así como la extensión de los recibos
adicionales para cuadrar las cuentas que tanto Luis María , y Juan Antonio ,
a través de Lucas , hubieron de hacer para justificar cada uno el inexistente
negocio y la no entrega de dinero (excepción hecha del pago del valor de las
etiquetas por parte de la Cooperativa, que se imputó en la contabilidad de
ésta, sumada la cuantía del IVA, a cuenta del importe total de la factura), han
de considerarse impunes. Y es que todos esos documentos mercantiles,
confeccionados para dar cobertura a una inexistente operacion de compra de
semilla y para ordenar las contabilidades de las respectivas empresas, son
documentos auténticos, pues fueron expedidos y autorizados por quienes
tenían facultades para ello, con arreglo a los modelos o impresos
habitualmente utilizados a tal fin.
Bien es cierto que su contenido es falso en cuanto que suponen que se ha
realizado una transacción y se han efectuado unos pagos (a salvo el
correspondiente a las etiquetas y al IVA) que no se han producido, pero la
mendacidad de ese contenido, en la medida en que relata unos hechos
inciertos, no integra la falsedad imputada a los acusados por las
Acusaciones, sino que responde propiamente a la conducta consistente en
faltar a la verdad en la narración de los hechos, impune para el particular en
el Código actual por lo antes dicho. Y ello tanto más cuanto, como ocurre en
el supuesto de autos, esos documentos no fueron de necesidad imperiosa
para la posible comisión de los delitos de estafa (que en el caso no se han
cometido, y en cuyo seno hubiera resultado embebida la maniobra falsaria
penalmente atípica, según la tesis que estamos sosteniendo, como un
elemento más del mecanismo defraudador), y quedaron relegados al ámbito
interno de las empresas implicadas, una de las cuales, OLITE ANDALUZA,
S.L., incluso sin actividad comercial declarada durante el ejercicio de 1995,
fecha en la que se sitúan los hechos, lo que eleva la alteración de la verdad a
un estadio puramente formal, incompatible con la verdadera esencia de este
tipo delictivo de falsedad.
Por cuanto antecede procede, pues, absolver a todos los acusados por este
supuesto delito continuado de falsedad en documento mercantil.
SÉPTIMO.- Analicemos, por último, el hecho descrito en el apartado C) de
nuestro relato fáctico, protagonizado por Juan Antonio y Gabriel , con ocasión
del cual el primero, en nombre de la Cooperativa, adquiere del segundo,
representante de la entidad GÁLVEZ ROMERO, S.A., un ,traspaso de aforo"
correspondiente a 25.000 kgs. de semilla de trigo de la variedad ,Yávaros"
por un importe de 668.750 ptas, según factura emitida al efecto, traspaso que
además fue comunicado a la Junta de Andalucía. Las Acusaciones, partiendo
de que no hubo traslado físico de semillas y de que la Cooperativa vendió a
los agricultores semilla de trigo que ésta tenía almacenada en sus
instalaciones como si fuese de esa variedad, entienden cometido por ambos
sendos delitos de estafa y falsedad en documento mercantil, éste último
materializado fundamentalmente al confeccionarse la factura indicada.
No es ésta, sin embargo, la conclusión jurídica que obtiene la Sala. Datos
como el precio y la cantidad de kilos consignados en la factura, de un lado, y
el mecanismo del "traspaso de aforo" como práctica legal y acuñada entre
los productores de semillas - admitida por las acusaciones y reconocida por
cualificados testigos -, de otro, son precisamente los elementos de los que se
deduce con una claridad meridiana que ni hay estafa ni hay falsedad.
Cuando un productor tiene excedente de semillas de una variedad y calidad
determinadas, puede a otro comprarle su aforo, y, con la pertinente
documentación y toma de razón del trapaso por parte de la Administración,
vender debidamente certificada esa semilla, que él ya tenía, a los
agricultores. Ésta es, por tanto, una práctica común, usual y
administrativamente tolerada.
En el caso, si dividiendo el precio de la compraventa de trigo que documenta
la discutida factura expedida por GÁLVEZ ROMERO, S.A. (folio 2031 del
tomo VII), ascendente a 668.750 ptas (incluido IVA), por el número de kgs.
(25.000), obtenemos un resultado de 26,75 ptas./kg., es evidente que la
operación llevada a cabo por los acusados no era otra que un verdadero
"traspaso de aforo", puesto que el precio por kilo resultante no puede ser
más que el equivalente al exceso del valor de una semilla certificada sobre el
que tiene otra sin certificar y que se vende como trigo. Entender otra cosa
sería admitir que lo que compró la Cooperativa fue trigo vulgar y corriente,
pues el precio de este en el mercado oscilaba entre las 25 y las 30 ptas./kg.
en la fecha a que se contraen los hechos.
En definitiva, Gabriel , con esta operación no hizo sino resarcirse con el
sobreprecio de la semilla certificada que tenía y trasladar el coste a la
Cooperativa adquirente. Esto demuestra que ésta lo que poseía en sus
almacenes era semilla de la variedad y calidad "Yávaros", la misma cuyo
aforo adquiere de Gálvez para certificarla y venderla a los agricultores.
En consecuencia, en ningún momento puede apreciarse, ni por asomo, un
móvil fraudulento y, menos aún, una maniobra falsaria concretada en la
extensión de la factura y en los posteriores asientos contables. El negocio
jurídico celebrado entre ambos acusados fue, en suma, real, por lo que
deviene menos comprensible en este caso la doble acusación, de la que, por
tanto, procede absolverles.
OCTAVO.- Llegados a este punto, y como inexcusable colofón al
pronunciamiento absolutorio que hace la Sala respecto de todos los
acusados, se han de realizar unas breves consideraciones acerca de la
condena en costas solicitada por las defensas respecto de la Acusación
Popular sostenida por APROSE.
Tres supuestos hay que diferenciar. En primer lugar hemos de pronunciarnos
sobre la posible condena en costas de APROSE en relación con las
causadas por los acusados respecto de los que por Auto de 7 de de Octubre
pasado dictado por este Tribunal al inicio de la primero sesión del jucio para
resolver las cuestiones previas planteadas, y que figura unido al acta y forma
parte de los antecedentes de hecho de la presente sentencia, fue acordada
la nulidad parcial del escrito de acusación formulado por la citada mercantil,
motivando el levantamiento de la condición de acusados de los nueve
vocales del Consejo Rector de la Cooperativa Carlos José , Carlos Daniel ,
Fermín , Pedro Antonio , Jose Pedro , Gabino , Eugenio , Luis Manuel y
Imanol . Pues bien, no ya por los argumentos del citado auto en relación con
la inconsistecia del escrito de acusación formulado contra estas personas, a
las que se trae al proceso penal, sin concreción alguna de cargos, por el solo
hecho de su pertenencia al Consejo Rector de una entidad dirigida de modo
personalista por Juan Antonio - lo que no le era a aquélla ajeno, o no debió
de serlo a lo largo de la extensa fase de instrucción del presente proceso -,
sino por lo que de temeridad y mala fe ello representa en el actuar de esta
acusación. En este sentido, es elocuente lo que la sentencia del Tribunal
Supremo de 25 de marzo de 1993 adoctrina cuando dice que debe pechar
con las costas quien con su acusación no podía "dejar de tener conocimiento
de la injusticia pretendida y de que no llevaba razón". Y ello es lo que puede
predicarse de APROSE, que, además, como símbolo de su injusticia, deja de
lado de modo caprichoso y no acusa al vicepresidente de la Cooperativa. En
consecuencia, es procedente imponerle a APROSE las costas causadas por
estos acusados hasta el momento en que dejaron de serlo por decisión de la
Sala.
En segundo lugar, hay que hacer referencia a las costas causadas por
Gabriel , las cuales igualmente le han de ser impuestas a APROSE, pues
aunque sostuvo al unísono la acusación con el Ministerio Fiscal y la
Agogacía del Estado, a la mercantil, experta en el sector semillista, debe
reprochársele su ligereza en lanzarse a una acusación en base a un negocio
jurídico que presentaba todos los visos de legalidad, sabiendo como debía
saber que la práctica del ,traspaso de aforo" era moneda corriente entre los
productores-multiplicadores de semillas. Ante el casi nulo protagonismo del
Estado en el litigio, cuya actuación ha venido a remolque de las otras
acusaciones, procede eximirle del pago de las costas.
Y en tercer lugar, respecto de las costas ocasionadas por los acusados ahora
absueltos, no procede sino declararlas de oficio, pues la acusación formulada
contra ellos estaba justificada, habiéndose llegado a su absolución tras un
complejo y necesario proceso de deslinde y posterior descarte de
responsabilidades penales.
Vistos los artículos citados y demás de general y pertiente aplicación ,
Que debemos absolver y absolvemos libremente, con todos los
pronunciamientos favorables a los acusados Juan Antonio , Abelardo ,
Lucas , Constantino , Oscar , Luis María Y Gabriel de los delitos de estafa y
falsedad que les imputaban el Ministerio Fiscal, la Abogacía del Estado y la
Acusación Popular, con declaración de oficio de las costas, a excepción de
las ocasionadas por los nueve acusados ya mencionados respecto de los
cuales fue declarado nulo el escrito de acusación y de las causadas por el
indicado Gabriel , pues en ambos casos se imponen a la referida Acusación
Popular sotenida por la entidad APROSE.
Notifíquese la presente resolución a las partes, incluidos los indicados,
instruyéndoseles de los recursos que contra la misma cabe interponer.
Así por esta nuestra sentencia, de la que se unirá certificación al Rollo, lo
pronunciamos, mandamos y firmamos.

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