extendiendo la jornada encuentra límites: la biología (no es posible extender la jornada más allá de cierto tiempo del día sin atendar contra la reproducción de la fuerza de trabajo) y la resistencia de la clase obrera. Se impone la búsqueda de otros mecanismos para aumentar la apropiación de plusvalor. La jornada de trabajo, como vimos, se divide en un tiempo de trabajo necesario (durante el cual la fuerza de trabajo produce un valor equivalente al que recibirá como pago, es decir, a lo que vale esta) y un tiempo excedente, durante el cual produce plusvalor para beneficio del capitalista. Si no resulta posible alargar la jornada laboral, se hace necesario, para aumentar la plusvalía, reducir el tiempo de trabajo necesario.
Si la jornada es de 8 horas y el valor de la fuerza
de trabajo requiere 6 horas de trabajo social, el plusvalor será producido durante dos horas de cada jornada. Si el valor de la fuerza de trabajo se reduce al equivalente a 5 horas, el plusvalor aumentará 50 % (será el equivalente a 3 horas). Una parte del tiempo que hasta ahora el obrero empleaba para sí mismo (trabajo necesario), se convierte en tiempo de trabajo para el capital (trabajo excedente). No se modifica aquí la extensión de la jornada de trabajo sino su distribución entre trabajo necesario y trabajo excedente o entre trabajo necesario y plustrabajo. Entiéndase, no estamos hablando de que los capitalistas “defrauden” a los obreros imponiéndoles un salario por debajo del valor de su fuerza de trabajo, es decir, uno que los obligue a un consumo por debajo de las necesidades sociales históricamente establecidas. Por supuesto, esto es algo que los empresarios hacen cada vez que se les presenta la oportunidad. En palabras de Marx: “en este caso estaríamos ante la reducción del salario por debajo del valor de su fuerza de trabajo”. El plustrabajo aumentaría “mediante la violación de sus límites normales” por el “el despojo confiscatorio en los dominios del tiempo de trabajo necesario”. Marx lo descarta “a pesar del importante papel que desempeña este procedimiento en el movimiento real del salario”, porque mantiene el supuesto de que las mercancías, incluyendo la fuerza de trabajo, se compran y venden a su valor. De lo que hablamos acá es del mecanismo por el cual, sin dejarles de pagar a los trabajadores un salario acorde a dichas necesidades, estas resulten abaratadas. Recordemos que el trabajo necesario es aquella parte de la jornada laboral en la que los obreros producen un valor equivalente a los bienes necesarios para mantenerse ellos y su familia. De modo que los capitalistas pueden reducirlo solo si logran que los bienes incorporados en el salario, o bienes salario, requieran menos tiempo de trabajo socialmente necesario para su elaboración. O sea, que baje su valor. Para que esto efectivamente suceda es preciso que se opere un aumento en la fuerza productiva del trabajo.
“Tiene que efectuarse, por ende, una revolución
en las condiciones de producción de su trabajo, esto es, en su modo de producción y por tanto en el proceso laboral mismo”. Veamos acá la definición más restringida de “modo de producción” que da Marx.
Acá no habla de “modo de producción” en el
sentido caracterizar una formación social, es capitalismo, por oposición a otras (feudalismo, esclavismo). Sino de las formas de organización del trabajo y cómo estás se modifican (siempre bajo relaciones capitalistas de producción) por el cambio en las fuerzas productivas. Dice Marx que “hasta aquí habíamos supuesto que el modo de producción estaba dado”. Pero “para la producción de plusvalor mediante la transformación de trabajo necesario en plustrabajo, de ningún modo basta que el capital se apodere del proceso de trabajo en su figura históricamente tradicional o establecida y se limite a prolongar su duración”. El capital “tiene que revolucionar las condiciones técnicas y sociales del proceso de trabajo, y por tanto el modo de producción mismo”. El plusvalor absoluto es el producido mediante la prolongación de la jornada laboral.
Es plusvalor relativo el que surge de la reducción
del tiempo de trabajo necesario y del consiguiente cambio en la proporción de magnitud que media entre ambas partes componentes de la jornada laboral. Para que aumente la plusvalía relativa es necesario el abaratamiento (disminución del tiempo de trabajo socialmente necesario) en la producción de los bienes que son medios de subsistencia. De este modo, las y los trabajadores de cualquier rama necesitarán menos tiempo de trabajo para producir el equivalente al valor de esa canasta. Por esta vía, disminuye el valor de la fuerza de trabajo. “Pero el valor de una mercancía no se determina solamente por la cantidad de trabajo que le confiere su forma definitiva, sino también por la masa de trabajo contenida en sus medios de producción”.
Una mercancía puede abaratarse sin que
cambien sus condiciones de producción, si cae el valor de la materia prima para hacerla o de las máquinas y herramientas con las que se confecciona. El abaratamiento en ningún caso es el resultado de una decisión planificada de la clase capitalista, lo que resultaría imposible en un modo de producción donde las decisiones de inversión son tomadas por una infinidad de empresarios de forma independiente. Lo hace posible el esfuerzo de los capitalistas que producen los “bienes salario” por abaratar su mercancía, para vencer en la lucha de la competencia a otros empresarios que elaboran los mismos bienes. Marx introduce acá determinaciones de un nivel más concreto, a las que no volverá hasta el tomo 3. La esfera de los múltiples capitales compitiendo. El tomo I aborda “el capital en general”, haciendo abstracción de que en realidad el capital solo existe como múltiples capitales. Marx explica así esta decisión metodológica: “No hemos de considerar ahora el modo y manera en que las leyes inmanentes de la producción capitalista se manifiestan en el movimiento externo de los capitales, cómo se imponen en cuanto leyes coercitivas de la competencia y cómo, por tanto, aparecen en cuanto motivos impulsores en la conciencia del capitalista individual”. Continúa: “el análisis científico de la competencia sólo es posible cuando se ha comprendido la naturaleza intrínseca del capital, así como el movimiento aparente de los cuerpos celestes sólo es comprensible a quien conoce su movimiento real, pero no perceptible por los sentidos”. A comprender esta “naturaleza intrínseca” está dedicado el tomo I. Pero por un momento Marx necesita introducir la competencia. Dice el marxista Anwar Shaikh que la competencia entre los capitalistas es como una guerra. El cambio técnico que hace la producción de mercancías más barata, permite a unos robar cuotas de mercado a otros o incluso destruir a los competidores, es el arma principal en ella. Tomemos el siguiente ejemplo.
En la industria del pan, cada capitalista necesita,
para producir 100 kg de pan, realizar los siguientes desembolsos:
$ 1.900 en harina, levadura, sal, y otras materias
primas. $ 100 de desgaste de su maquinaria. Contrata 2 trabajadores a los que paga $ 250 cada uno por jornada. La jornada laboral es que 8 horas de las cuales 4 están dedicadas a la producción del valor equivalente a la fuerza de trabajo (100 % de plusvalor).
Es decir que al cabo de la jornada cada capitalita
desembosa un capital constante de $ 2.000, un capital variable de $ 500, y obtiene un producto de $ 3.000 ($ 500 de plusvalor). El producto son 100 kilos de pan, cada kilo tiene un costo entonces de $ 30.
Supongamos que hay 10 productores y que
tienen iguales gastos.
Ahora, uno de ellos aplica una mejora y duplica
su productividad. Supongamos, para simplificar, que logra producir 200 kilos de pan en la jornada, y que para hacerlo tiene que gastar el doble en maquinaria e insumos:
$ 200 de deterioro de las máquinas y $ 3.800 de
insumos. Pero la fuerza de trabajo es la misma, porque se duplicó la productividad del mismo trabajo realizado. Entonces, gasta $ 500 de capital variable. Tenemos entonces:
$ 4.000 de capital constante
$ 500 de capital variable $ 5.000 de producto. Cada kilo le costaría $ 25 en vez de $ 30.
Este es su “valor individual”. Porque este
capitalista bajó su costo pero los otros 9 no. Pero, advierte Marx: “El valor real de una mercancía, sin embargo, no es su valor individual, sino su valor social, esto es, no se mide por el tiempo de trabajo que insume efectivamente al productor en cada caso individual, sino por el tiempo de trabajo requerido socialmente para su producción”. Este capitalista innovador produce a $ 25 pero vende por arriba de ese “valor individual”. Seguramente, tampoco venderá a $ 30, porque como hay más producción, el precio podrá descender. “para vender el producto de una jornada laboral necesitará una demanda duplicada, o sea un mercado doblemente grande. Si las otras condiciones se mantienen incambiadas, sus mercancías sólo conquistarán un mercado más amplio si reducen sus precios”. Supongamos que vende a $ 28.
En ese caso tendríamos: ingreso total $ 5.600
Desembolsos totales: $ 4.500
Es decir que su plusvalor pasó de 500 a 1.100.
Tuvo un aumento de 120 %. El capitalista innovador puede lograr esto en la medida en que sus competidores todavía no le siguieron los pasos.
Se aprovecha de que el valor social, que es el
único real, es más elevado que su valor individual, el que surge de sus condiciones más eficientes. Es como si los dos trabajadores que operan bajo su mando, en vez de producir un valor total de 1.000 durante su jornada, produjeran uno de 1.600.
Pero sabemos que el trabajo socialmente
necesario, en un determinado tiempo siempre produce la misma cantidad de valor. ¿Por qué acá ocurre otra cosa? Marx explica así esta aparente contradicción: “El trabajo cuya fuerza productiva es excepcional opera como trabajo potenciado, esto es, en lapsos iguales genera valores superiores a los que produce el trabajo social medio del mismo tipo”. Pero sus trabajadores siguen recibiendo lo mismo: $500 en nuestro ejemplo. “El capitalista que emplea el modo de producción perfeccionado, pues, anexa al plustrabajo una parte mayor de la jornada laboral que los demás capitalistas en la mima industria”. Este plusvalor que surge del trabajo potenciado, Marx lo define como “plusvalor extraordinario”.
Pero este “desaparece no bien se generaliza el
nuevo modo de producción”.
Cuando todos los capitalistas imitan al panadero
innovador (y tienen que hacerlo obligadamente para no desaparecer) su ventaja inicial se esfuma. Una vez que todos los panaderos lo imitan, la nueva norma de la industria será:
$ 200 de desvalorización de maquinaria;
$ 3.800 de materia prima e insumos.
El valor de la producción será de $ 5.000 para
cada capitalista que trabaja con dos trabajadores, porque como siempre cada jornada laboral produce el mismo valor social. El kilo de pan sale ahora $ 25. Pero, ¿qué pasó con el valor de la fuerza de trabajo y el plusvalor?
Si el pan es un bien que entra en la canasta de
consumo, ahora que cayó su valor, caerá también el valor de la fuerza de trabajo, y por lo tanto aumentará el plusvalor relativo. El pan redujo su valor de $ 30 a $ 25 (un 17 %). Si suponemos que, de las cuatro horas de la jornada laboral, 1 hora equivalía a gasto de pan, ahora esto se reducirá. En vez de una hora, serán necesarios 50 minutos para que la fuerza de trabajo produzca su ración diaria de pan. Esto significa que en todas las ramas de la producción, toda la fueza de trabajo, deberá dedicar 10 minutos menos de su jornada laboral a producir el equivalente a su valor, gracias a que se redujo el valor del pan. En nuestro caso, ahora tenemos 3 horas 50 minutos de trabajo necesario, y 4 horas 10 minutos de plustrabajo. O sea que:
Valor del producto $ 5.000
Capital constante$ 4.000 Capital variable: $ 479 ($ 21 menos por la reducción del valor del pan) Plusvalor: $ 520 Con solo un modesto abaratamiento en el valor de uno de los productos que ingresa en la canasta de consumo, el plusvalor aumentó de $ 500 a $ 520 por cada jornada.
Si supusiéramos que todas las mercancías que
entran en la canasta caen simultáneamente, todas a la mitad de su valor anterior, tendríamos en cambio, en nuestro ejemplo, que el valor que debe pagar el capitalista por la fuerza de trabajo cae de $ 500 a $ 250, y el plusvalor pasa de $ 500 a $ 750. La secuencia entonces es: -uno o unos pocos capitalistas aumentan su fuerza productiva y abaratan su precio individual; no varía el valor social de la mercancía. Los innovadores se benefician de un plusvalor extraordinario; - la mayor oferta y la presión de los innovadores deprime los precios. Los capitalistas rezagados deben imitar a los innovadores so pena de desaparecer; - se generaliza la nueva técnica. Desaparece la ventaja de los innovadores, y el nuevo valor social disminuye. Ya no hay plusvalor extraordinario. Si el bien integra la canasta de la fuerza de trabajo, caer el valor de esta. Lo hace en proporción al peso que tenga este bien abaratado en su canasta. Esta reducción disminuye la proporción de la jornada dedicada a reproducir el valor de la fuerza de trabajo. Aumenta entonces el El proceso de competencia, obtención de plusvalor extraordinario por parte de los innovadores e imitación de los competidores ocurre en todas las ramas, y en todas lleva a abaratar la mercancía. Pero solo cuando se trata de un bien que entra en el consumo de la fuerza de trabajo esto lleva a una reducción del valor de la misma. Sino, simplemente desaparece el plusvalor extraordinario de los innovadores sin que se genere un plusvalor relativo para toda la clase capitalista. Una vez analizada la dinámica que empuja a producir el plusvalor relativo, Marx analiza en los capítulos siguientes, 11, 12, y 13, cómo el apoderamiento del modo de producción al que hace referencia al comienzo de este capítulo por parte de los capitalistas, cambia la relación con la fuerza de trabajo. Si la relación capitalista de por sí implica una subordinación de la fuerza de trabajo, una conversión de la misma en mercancía que es propiedad del capital, y en ese sentido está en una situación de igualdad con el resto del capital (es tan propiedad como las máquinas o los insumos), esta es inicialmente una subsunción solo formal. El desarrollo de las fuerzas productivas, la revolución de la técnica, conduce a un proceso que Marx va a definir como de subsunción real.
El capital aumenta sus atribuciones en definir
cómo se produce, pautar los ritmos, etc., en detrimento de la fuerza de trabajo.