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Andrés Torres Queiruga Del Terror de Isaac al Abba de Jestis Hacia una nueva imagen de Dios @ EDITORIAL VERBO DIVINO ‘Avda. de Pamplona, 41 31200 ESTELLA (Navarra) 2000 6 Dios y las religiones: inreligionacién, universalismo asimétrico y teocentrismo jesudnico ticmpo histérico de la humanidad (de los 6.000 afios que todavia en el siglo XIX se a ala humanidad, del etnocenttismo, Dy lerancia, por otro, han hecho que el problema de las re- nes cambiase de manera radical. Concretamente, des- dela perspectiva cristiana: de dar por supuesto, como co- sa tan evidente que ni se discutia, que sélo en la r esta presente en todas las religiones, revelindose y zando también ya través de ellas su salvacion, el avanee ha sido —literalmente~ gigantesco. Lo cual no undnimemente admit a que todo resulte evidente 0 sea lo. Tensiones subterréneas con de- 291 realidad, el didlogo entre las religio- joy en uno de los frentes mis ca- ica. ¥ no, desde luego, por 1, como a propésito del caso mencionado observaba hace poco el cardenal Kénig, por- ‘que resulta «vital en la multicultural y secularizada socie- dad actualy’. ¥ con seguridad Hans King su insistencia de que resulta incluso més futuro de la humanidad, pues «no pued az entre las religiones»’ nte me he ocupado del tema en otros tra- bajos?, y de alguna manera los doy por supuestos este capitulo quisiera aportar, como contribuc 2 diciendo: «Porque, Som preismente los temas Iglesia (p11), Cf, princpalmente Projekt Weltetbon Munich/Ziich 190 y 1H. Rung” Ke]. Kushal Giag)y Welfrcden dar Relay den, Antorten aus der Weltregionen, Munich Zaich 1993, Ora interesante discusion con estas ides, desde una vision mas auténe™ een G. Neuhaus, Kein Welfeden obme ‘anipruc: cine relysonsheologsche Ave ars Kings, Projekt Weletboss Priburgo seinandersetzung mu /Basilea/Viena 1999. lo que sigue voy a tratar Cristianisma y reigiones cov: Sal Terrse 84/1 (1997) revit, que habla de i fundamentaion mts class ‘obra La revelation de Dios en lt 1987 y El didlogo dels religions, 1992 292 novedosa, es la conjuncién de los tres conceptos enuncia dos en el subtitulo, pues me parece que puede bien un nuevo talantea la hora de afrontar este delicad decisivo problema, 1. Un cambio radical 4) Todas las veligiones son «verdaderas» Como en tantas cosas, también en ésta el Vatica puso la primera y fundamental ‘ca nada rechaza de lo que en estas religiones hay de ver dadero y santo». Y considera tan importante el tema, que recomienda expresamente introduciclo en la formacidn de los futuros pastores: rodlizease también a fos alumnos en el conocim de las otras religiones mas extendidas en cada regi gue conozean mejor lo que, por divina disposiic bueno y verdadero, aprendan a refutar sus erroresy se ces de transmitr la lena Iuz de la verdad a los que car 6 a realizar un tratamiento io no podia de un solo golpe sacar todas las consecuencias y construir ente- ra la nueva visién. Su propuesta tenia que ser, por fuerza, sobre las religiones no crs jamais ot spes ‘men gentivm, an. 16, ‘Ai abajo de A. Bete nung der Kirche im Zoi laubens x amplitud, ef. J.D Verso tina teologia vistiana del pluralismo religiose, Bees 213-240 y passim. *Optatam sobre la Formacién sacerdotal,n. 16 Es preciso reconocer, con todo, que la teologia -no digamos ya la mentalidad connin de los cristianos~ sigue trabajando inconscientemente con gran parte de los pre~ supuestos anteriores. E incluso pueden producirse sustos, se sacan las consecuencias de lo reflexién sobre el dislogo religioso deberia preceder un tratamiento derenido del concepto de revelacién hecho ya desde la perspectiva, propiciada tanto por los avances de ica biblica como por los de la eritca y la hermenéu- . Porque entonces bastantes de los proble: largas paginas en los tratamientos, inclu- y avanzados, ni siquiera se plantearfan 10 sucede no sé fundamental cf, més referencias en pp. 233-240. Pue- 5 Redempto sncio, 27-28, fs, En Cruzando el wmbral de lx esperanza, Bar- lara y distendida. dder 1999 294 hay «verdad y santidad» en las demés rel directa e inmediatamente que los hombres y m las practican se salvan en y por ellas; no a simple titulo In dividual ni, menos, al margen ni a pesar de elas’. Lo eva a su vez, supone un giro de 180 grados en la perspectiv, 1es 650 equivale a decir que Dios se esté revelande ¥ jendo su salvacién en todas y cada una de las religios {que nunca ningén hombre o mujer hayan estad 8 de la oferta de su presencia amorosa Se rompe por tanto de raiz el esquema anterior ¥ (hoy) comprendemos que, no por religiones, en Fe estiana redad moderns, 26, Madvid 1989, 199-267, en lap. 264 puede ipa lon ec Tr did yl experenciareligisa?, Barcelona 1989 «The Jordan, the Ti the Ganges, en The Myth of Chota Uniuchon 9 “La religiin del furos, ea M. Fraijo (ed), Mlosfia de la dios y textos, Madd 1994 733-753; Jessen el lo. 10 Palabras clave sobre Jess ‘una resefia de sus obras p tei idad actual, escarmentada de dogmatismos y etnocentrismos, descontia de toda pretension absoluta y tiende hacia sualitarismo relati «comunidad ideal», segtin quieren Apel 0 Habermas. El segundo factor res. ponde sobre todo al influjo de las religiones de oriente, con su no-valoracidn de la historia y su insistencia en la idéntica presencia vertical deV/de lo absoluto a cualquier ‘momento del tiempo: las distintas religiones, situadas en puntos distintos del cfrculo de la apariencia, mantienen la misma distancia al centro comtin que las suscita. No puede extraiiar que, en general, esta postura goce hoy de una simpatia espontinea. Y no cabe duda de que setia insensato cerrarse sin més a su gran potencial de ver. dad, Frente al exclusivismo anterior subraya muy bien dos aspectos que no pueden ser ignorados: primero, |x verdad fundamental de todas las religiones; en segundo lu. a6, ¥ acaso mas imy todavia, hace ver que por par- ze de Dios su presencia amorosa y salvadora es absolut stricta y sin condiciones, tanto respecto de cada rel gin como de cada hombre o mujer dentro de ella. Sin em bargo, esta tiltima observacién, en su misma fuerza y jus- ticia, seiala el limite de un universalismo indiferenciado, Si por parte de Dios la presencia es universal y sin fa- voritismos, no es posible que suceda lo mismo por parte del hombre: la percepcién y acogida de esa presencia esti inexorablemente sometida a los condicionamientos de la subjetividad humana en su historia y a la consiguiente ¢ inevitable desigualdad de su respuesta. Por lo demas, bas. ta una ojeada a las religiones para ver que, por muchas distinciones que se hagan, las diversas respuestas no pue- den reducirse a simples variaciones equipolentes: no sdlo 299 presentan desniveles profundos que afect cia misma, sino qu nes ala experien como creador libre del en sus diversas formas, sometido al hado, no cabe hablar de meras va- ince real, so pena de destruir la va- ia humana y de hacer imposible to- do discurso sensato sobre ella. Comprendo que en todo esto estén implicadas cucs- wy profundas, que afectan a las dos polos aludi- la cuestin de la verdad, tensa entre el «objetivis- que no reconoce el cardcter constituyente de la (imer)subjetividad, y el «consensualismos, que no hace justicia ala inreductible fuerza impositiva del objeto; 2) la ‘cuestiGn del valor de la historia, tensa asimismo entre el mostrar que un universalismo indifer plemente impracticable e imposible. De hecho, ni los mas decididos universalistas preten- den sostenerlo en toda su consecuencia, como lo de- muestra la distincién fundamental qi a establecer entre las «grandes * Véaae la dizcusién on los tomosaluidosacerea de tose respectivos de la un ‘usiénepitemoldgcame Sophische Probleme der ploralinischen Religions Der Siret wm de paraltiche Relgwnstheloge sentido: equ ls grandes fs mundiles ncaran diferentes pore real o lo srimo y cons pests al minmo que dent dec 300 puede hacer- idad y/o valor de la introducido un erite- nen la pro~ lad tribal? Si se pretende renunciar a todo valor iva, geomo saber que aquell valor salvifico que En segundo lugar, aun prescindiendo de toda compa- raciGn hacia fuera, la historia de cada reli esluerzo de purificacién y profundizacién, de autocritica y de progreso, que implica con toda claridad el reconoci- ‘mento de que no toda forma de vivir la religion es igual- mente valida. Y no vale responder que lo seria para su momento o circunstancia, porque entonces no habria hnunca razén para cambiar. Lo cual hace patente una ter- cera razén: el hecho que en cada momento toda religion reconoce la necesidad de una critica que la haga més ade- realidad (reality-centrednes Encyclopedia of Relig Comprendo que dda. Porque esto no lo nega que esa transforma tamente igual para tod: la considerada «mej do, la d ion que aqui intemto sostener. Si, que es realy aun decision sea exac Cinclusetmo bi Problems, en R closivtsmo pucd dadera al menos en pare; sn embargo, vel propia lige cont lamejor, ests, como la nia superior sodas x deme [pesos envtaot los aspects). igo q or ver 301 cuada -o menos inadecuada— a la realidad que intenta expresar y vivir. Ninguno de estos ese equidistante de su c simplemente si no existiese ninggin posible juagar su mayor o menor acierto De ahi el innegable dramatismo ” inherente a toda buisqueda auténticamente sucha con el angel y con el demonio, conflictos con «la figura de este mundo», y proferismo, ductibles entre parte de la vida I de cualquier religién que no quiera vi- vir congelada en las formas de un pasado muerto ni caer en un irenisme liferente a la exigencia incansable de la verdad, sino que pretenda decir una palabra signficativa a |a propia cultura ¢ inducir en sus miembros una praxis verdaderamente salvadora. 6) Hacia una légica de la gratuidad Pero seria pena que lo enérgico de la argumentacién pudiera causarla ién de estar destruyendo con una ‘mano los valores del universalismo que habiamos procla- mado con la otra. Y, desde luego, todo el razonamiento resultaria completamente deformado, si se lo interpretase a de la concurrencias, donde mis razones ¥y mi religion se juegan c razones y la religién de ls demés. No es ésa la intencién y, desde luego, nada se- ria mis ajeno a la genuina intencionalidad religiosa, cuyo 1, las observaciones y referencias de M. de Pranga Miranda, 25, fomando como bandera eta palabra, contest ala propueta grupo de trabajo en la obra cha ela nots akcron lomskt ~ Ry Schwager ~ G. Larcher, Dramatiches Kon, 2ept fr die Begegnang von Religonen, 8 302 alimento sustancial es la «l6gica de la gratuidads, pu que se apoya que, por todas partes, darse a conocer y entregarse a todo hombre yatoda mujer. ¥, justo porque quiere ser don para todos, no puede ser posesion de nadie. Esto no es idealismo ingenuo. De hecho, la fenome- nologia de la religién muestra que toda experienc siosa tiende por dinamismo propio a ser compartida y, aunque siempre amenazada por los egoismos particularis, tas, su orientacién intrinseca es hacia la expansidn sin fronteras; en el limite, hacia la universalidad. Las «gran- des» religiones lo son justamente porque han reconocido de manera expresa esta vocacién universal. Ya en Istacl los profetas lucharon contra todo intento de apoderarse de la seleccién» como de un bien particular. Y el eristia. nismo traduce, sin diferenci tancia, la gratuita paternidad divina en horizontal e irrestricta frate humana: «ya no hay judio ni griego; ni esc: varén ni mujer» (Gal 3,28). En otras palabras, la verdad que una ber descubierto no la descubre para si ‘La revelacion de Dios en la vealizacion del hombre, y también W. Ariarajah, o. ¢, 23-36, que, con razon, habl peligro de caer en un «Dios tribal (p. 34), exclusiva; la descubre para todos y pertenece mente alos demas: «dad gratis lo que gratis habs do» (Mt 10,8), E, igualmente, cada qui recho a considerar propio todo lo que las demas han descubierto: «su» verdad cs «mi» verdad, como la mia es la suya, porque en realidad es la «verdad de Dios para to- dos». San Agustin lo deci siempre el reflejo de la plenitud de Dios en el espiritu del hombre, plenitud a la que por nuestra parte sdlo puede responder la busqueda conjunta, fraternal y compartida. ‘Todos recogiendo los fragmentos de una verdad que, fractada en la finitud, esté destinada a todos E] didlogo no es asi un capricho, sino que constituye una condicidn intrinseca de la verdad, porque no es posi- bie acercarse solos, encerrados en el egoismo de los pro- pios limites, a la riqueza infinita de la oferta divina. Uni- ‘camente entre todos, dando y recibiendo, en un cor intercambio de descubrimientos y experiencias, de y enriqu va construyendo en la histo ria la respuesta a la revelacién salvadora. Por eso las religiones no son jams hechos aislados, si- rno que forman siempre parte de un densisimo tejido de contactos ¢ influjos, muchas veces ni siquiera conscientes. El Islam resulta impensable, ‘canas no se tiene en cuenta el contacto con el ju ctistianismo, lo reracci6n histérica con aquél. Entre la India, la China y el Japén las migraciones de ideas y las amalgamas de espirituslidades forman un continuum, inextricable, Y la misma Biblia es sencillamente impensa- "Confesiones, XM, XXY, 34, 304 ble sino se la ve sumergida en el amplisimo y fecundo hu. mus de la religiosidad milenaria del Oriente Medio. Lo que hoy sucede no es, pues, nuevo Simplemente la larga maduracién hist6rica comunicaciones y cu global» han traido a la supe - ‘mo lo que siempre ha constituido ida religiosa en icaci6n acelerada, al hacer inevitables los contactos y urgentes los conteas- tes, no podia suceder sin una fuerte dosis de sorpresa, des~ concierto y confusidn. Pero, bien mirado, constituye una casién magnifica para una ampliacién y profundizacién de la conciencia religiosa, que tiene asi la posibilidad de berarse de estrecheces, fundamentalismos y fanatismos. 2. Hacia nuevas categorias quebrar viejos moldes para reconfigurar la experiencia de siempre en el nuevo con- texto. Es preciso buscar nuevas categorias, que rompan rrtinas y permitan abrir espacios més amplios de didlogo, comunicacién y encuentro. 4) La sinreligionacion» Una consecuencia inmediata es la de un nuevo talante en el encuentro real de las religiones. Todavia anidan en el inconsciente colectivo fuertes restos de un estilo concu- rrente que, de manera esponténea, da por supuesto que acercarse a otra religi6n significa susttiir con nuestra ver. Se antth Gh, Tb o's ly ote es dad la suya propia; en definitiva, anularla como tal reli gidn «convirtiéndola» a la nuestea. El mismo tema de la ‘mculturacién, que supuso sin duda alguna un gran avance en muchos aspectos, suele partir de este supuesto: c1 ma instancia, respetar la cultura pero sustituir ya se ve que eso es todavia un resto del paradig- Side verdad se acepta que esa religin es «ver- dadera», es decir, camino real de salvacién, no tiene senti- do suprimirla: equivaldria a borrar o anular una presencia real de Dios en el mundo. Resulta obvio que no puede tra- tarse de eso (y seguramente nadie pretende tal cosa): si se ristianos, sino acoger en nuestra religién los elementos valiosos que nos llegan de otra, pe- ro que remiten a la comin realidad divina. Por eso creo que vale la pena introducir la categoria de inreligionacién: igual que en la «inculturacién» raasume riquezas de otras s algo semejante sucede en el plano religioso”. i iste en saberse y experimentarse como rela- isn viva con Dios © lo divino, cuando percibe algo que puede completar o purificar esa relacidn, es normal que trate de incorporarlo. Pero eso mismo supone que, lejos de suprimirse como tal relacién a lo Divino, la que hace es afirmarse de wna manera mas rica e intensa. Hlacia ahi Con algo més de detalle me he ocupado del rema en El dilo- -g9 de las religaones, Cuadernos FyS, Santander/Madrid 1992, 5-365, ; mucho menos, juzgar a las demés como caminos hacia ‘Todas, incluida la nuestra, se nos aparecen en su esen- al “in ete sentido, prescindiendo desu excess connotaio~ nes teos6ficas y teogénicas tomarse muy en serio las consi deraciones del sti su Filosofia dela mitologia y de ele presente lo divi a constitutive ai hhumano (remico todo a M. Mae « Philosophie er révélat ‘tinéraire dde Schelling, Paris/Lovaina 1989), Y lo mism deci, pres ndo tambicn de su excesiva absolutiracion, sobre todo en sus Lecciones sobre Filosofia de la Relig, tu humano siempre esti de algm modo en se va constituyendo verdaderamente y-muy en sintonia con Rahner he ti Sobre la revelacidn como «La revelacion de Dios en la realizacin del hombre» 312 a como necesitadas de perfecci las extaticamente hacia el Centro com promueve. Todas se nos aparecen como form, menso haz de caminos, que desde distancias d tintas convergen hacia el Misterio que las atrae y supera: fragmentos distintos en los que se difracta su riquera i gotable. Cada una lo refleja a su manera y desde tuacién particular®. Pero, por ser fragmen pueden ignorarse entre de un mismo Misteri |a busqueda: seria monstruoso pensar que la riqueza otro me empobrece a mi, igual que seria intoler tender acaparar como pri a todos. problema de la absolutez del cristianismo se pre senta asi con toda agudeza, pero cuenta también cor po: les del nuevo clima. Empezando porque de una pretensién enor lo resulta tolerable como confe- imilde y solidaria de quien erce haber descubierto algo que Dios quiere revelar y entregara todos. Confesiin pero si esforzarse por inando toda preten- at su significado aur sién de dominio y conquista, Como todo lo concreto ¢ histérico, también en mundo religioso el descubrimiento acontece en un punto, Son importantes las consideraciones de LL. Duck cn dialogar no tanto desde én y iar ‘a sconfesidn» que «tiene su fundamento primordial Tlencia religiosa» (Religion y mundo modem. Introduc io del fenomeno religioso, Madeid 1995, 386,339 391). pero su destino es universal: en el mismo instante de ser hecho, deja de ser posesién para ser percibido como res- ponsabilidad y encargo. Don, que busca re acogida propia e, i demas. No como imposicidn, sino como ofert suplantar, sino para completa. Ni siquiera ropio que se regala a los otros, or fin descubierta, a compartir en la promesa de un futuro mas pleno. Aun asi, la absolutez ha de entenderse con suma cautela y vigilante modestia. Ante todo, debe precisarse el significado inmediato de la palabra en el nue- Vo contexto. Absolutez no puede, por de pronto, significar nada jarecido a «omnicomprensién», como si una religién de- terminada, por alta que sea, pudiese abarcar el misterio: el tesoro puede ser precioso ¢ insuperable, pero la acogida humana seri siempre deficiente y menesterosa, en «vasos de barro» (2 Cor 4,7). Vasos de los que por fuerza esca- paran esencias y faltarin aspectos que estin presentes en les riquezas y lementaciones que puedan venir de las mismas” ‘Tampoco puede significar «clausura>, que paralice la historia y cierre el futuro™: al contrario, remite a una ple- Ba este sentido, especialmente licidas y Cordials, las observaciones de W. At as coins avin con a et ropia religion como sun lote compl en todos sus elementos. Recuerda que «el co ie los fact rararon 2 Mahatma Gandhi Marin-Sola, un tatadista clisico del te- estaban ya con teriores no solo del dog- la, La evolucién homo: ima sino incluso de la teologia (F. Mari 344 nitud dindmica, en la que todo el proceso anterior llega de verdad a si mismo y se abre a las m: su vivencia, Sucede lo mis sino que just en el espacio de la maxima plenitud; o igual que en la vida: al culminar evolut © humana, no muere, sino que se abre al espacio sin I del espiritu y 1a cultura ¢) La absolutez como «teocentrismo jesudnico» Reconocer esto no anula la absolutez, definitividad o unicidad de la revelacién que los cristianos confesamos haber acontecido en Cristo. Peto, nuevas categorias p: con seguridad, no est pues apresuradas que hablan con de ‘o> de la unicidad no se remedian, «mito» del plu pues eso tarlas con una mera reafirmacién de las categorias anteriores. Asi, por ejemplo, Wofhart Pannen berg tiene, en mi parecer, toda la razén al oponerse al fuerte desdibujamiento a que la teologia de John Hick so Ia figura tinica de pero en su contestacién él, que como pocos ha sabido abrir el concepto de reve- 145-148 y Le vevelacin de Dis en le realtcacion del bombre, 253. 2 285.290. *Recuérdense los titlos de ls obras citadas en la nota 7 315 lacién a la universalidad religiosa y renovar «desde abajo» las categorias cristologicas~ apenas hace otra cosa que re~ petir las afirmac -otestamentarias; es decir, recurre justamente a las categorias del mundo cultteral que ha si- ramente desbordado por la nueva situacién * sno puedo ~y lo hago con goz0~ confesar de que con Cristo la relacién viva con Dios ha alcanzado lo irrebasable e insuperable, que en él se me hacen patentes las claves definitivas de i respecto del mundo y de la conducta corresp nuestra parte, hasta el punto de que no puedo imaginar ~y estoy hablando literalmente~ que quepa ir mas alla de lo por él descubierto. Pero tal confesién sélo puedo hacerla hoy con dos condiciones fundamentales. La primera, que ese descubrimiento gozoso, por el que uno «puede vender cuanto tiene» (Mt 13,4446), tadar la vida por no que més bien po: en su religion © semejante. De incluso aquellas que, como las orientales, parecen decir lo contrario— se cree vitalmente iinica y plena: eso ¢s lo que por parte de los fieles significa, en definitiva, la deci- sién de adherirse a ella y no a ninguna otra. La segunda, que, por eso mismo, la propia com tiene que presentarse como propuesta abierta al “The Problem of « Theology ofthe World Religions En ene : misc un dra ceo de Pad ‘Toward the World Religions, Marikn liana: Nessun altro nome’, 5 (uso la trad. ita- NY 198: Su universalismo puede wroblems en . No caben decretos lo puede aspirar a s isa medida en que a posteriori aste y a la verificaci tinatario, cosa que sucede capaz. de pl te de definitividad” ‘Tomadas en serio, estas condiciones imponen una ac titud compleja y matizada. Suponen, por un lado, una ray confiada afirmacién de la propia identidad, sin desd bujamientos ni irenismos, que no favorecerian a por otro, la humildad de quien no remite a si siquiera insiste demasiado en el modo concreto de com prender la verdad descubierta, pues es consciente de que ese modo esta siempre abierto a ser corregido y co tado con nuevos matices, sin poner a priori Muy en conereto, aqui se mide en toda su grandeza y al mismo tiempo en su problematicidad historica la figu rade Jessis de Nazaret, Para el didlogo, el énfasis pri rig ha de estar no en su figura individual, sino en su pro puesta reveladora y salvadora. Es en el peso de la propia convi Precisando mas: aqui tiva, el cristiano apoya su c Ban exe sentido insist on a neces de que el proceso cmayEoticos, es deci, que aye a otro ves pot mbm en To mismo, sre todo itis eangeeee Hunbussrsenaje ee es iene que oirse, también tiene que 37 U6 y sigue brillando a través de las palabras y las obras, la vid de Jestis. sa es la gloria y la apuesta de la propuesta cristiana. ‘Una propuesta que solo puede confiar en su pr fuerza de conviccién, Pero que por eso mismo no es a traria ni soberbia, puesto que, siendo ella misma fruto de aquello que propone, se siente autorizada a esperar que ‘peda producir el mismo efecto en los demas. Quien a tra- vés de Jess ha descibuerto que «Dios es amor» (1 Jn 48.16), es decis, que consiste en amar y en suscitar amor, tiene motivos para pensar que, aun dentro dellos Kites de su presentacién hist6rica, ofrece algo en lo que todos pue- den encontrar una pl en efecto, a un Dios que en su amor se vuel- cea en todos y todas, sin discriminacion de ningun tipo (ni siguiera de los malos e injustos: Mt 5,45), que perdona sin condit poner penas (puesto que en vez de » abraza, agasaja y hace fiesta: Le 15,22-24), que es ineapaz de juzgar y condenar (pucs s6- Jo aparece como salvando y dando la vida; Rom 8,31-34), 3,20); un Dios qui amor gratuito hac amor eficaz hacia los her- manos y hermanas, hasta el punto de concentrar en eso toda «la ley y los profetas», es decir, toda su accidn e in- tencién salvadoras (Mt 7,125 7-28). Cuando se ha descubierto esto, sélo resta confesarlo, compartirlo y de- jar que la propia vida y, si fuese posit sean poco a poco invadidos y transformados por su gra cia y su gloria Pero, al hacer su propuesta en este nuevo contexto, el cristiano advierte que tambien su propia comprensién ¢s- 318 ti siendo profundamente afectada. Dado que lo propuesto por el evangelio supera captacién y compren- si6n concreta con que se da en el tiempo de la historia, «las religiones no cristianas tienen algo que ofrecer, ue a los 105 sinceros puede muy bien ayudarles a descubrir nue~ sspectos del misterio de esucrist, Debe ser conociday re claramente la posbilidad de que determinados aspec del misterio de Cristo pueden ser experimentados por no snos de una manera més profunda que por muchos cris- tianos. El es{uerzo por paticipar, mediante un didlogo adecua- dlo, en la experiencia religiosa de los no crstianos puede ayu dara los eristianos a pr ar su propia comprensién de wn ‘misterio cuya revelacién auténtca les ha sido regalada> " Lo dicho muestra por si misn sin matices 0 reservas de simple «c como «no existe conocimiento de to», pueden tener se interno, de na- turaleza inmediatamen pero, en rigor, deben ser desterradas, no slo por psicolégicamente ofen sivas para los demas, sino por objetivamente falsas, pues implican la negacién de toda verdad en las demas ido el Antiguo Testamento. El centro iltimo y decisivo para todos -como, por lo demas, sucedia para el mismo Jestis~ radica en Dios. que no cabe hablar ya cocentrismos. Frases ino en Jesucris- °“M, Vellanickal, (Jn 14, Es lo que confesamos con la dificil expresin de su i memos de ninguna figura que haga insinta los dos polos; pero no refleja la asimetria fundan- te de Dios en el misterio divino. Tampoco parece sufi- nnte remitirse a un «Cristo o logos universal o césmi- >, porque, ‘ho, en mi opinién no respeta el irreductible de la unicidad histérica de Jess”. En Aqui, radica sin duda el punto lgido de toda la cuestin: ie de J. Dupuis, o, 6, 241-284, ‘Como informacién sobre este hondo problem cf. ambién M. de Franga Miranda 0c, 26-30 y P. Knitter. c, 76-195, ambos on demi aunque pet ens tn dees spree eek 2 de su marco criolpico esis De todas dele presencia y de ecto del apr otro momento he hablado de «teocentrisme dipolar», aun reconociendo que la expresién era stristemente desmatia da y quasi-contradi Hoy me resulta mis significativo hablar 4 su —para nosotros irre evangelio de Jesiis de Nazar respecto de otros, no prejuzga en principio su derecho a hablar, lo creen, de un teocentrismo diferentemente cualificado. En todo caso, la expresién remite con cierta claridad a la misteriosa estructura que intenta insinuar, a ue reepondea la necesidad de nuestro dempo'en trangiciSn Ja busca de nuevas categorias. En cualquier caso, resulta evidente que aqui aparece el quizé sea sélo posible de momento en ui oa la historia. cals ig eedes Aipmeh opi aemenp ing areas paed is rclestonet de Ry Pathan Jesus Tas amayorAcorta (dit) 10 palabras cave Sobre Ha 199, 453-488, Pero al menos re propuestasreligiosas en ones de W. Pannenbes real deunidad humana (prescae ys enc) hecho mismo de que se 321 donde es posible reconocer la unicidad de su relacién con 4. Cosa imposible, si la historia es concebida como un smnito», que deja intacta la constitucién fntima de lo real; ‘Concepcion que, segiin R. Panikkar, constituifa el presu- puesto nada menos que de «dos tercios de la poblacién mundial». Algo que, desde luego, obliga a pensar, pues én todo caso indica que aqui se anuncia una pereepcién Que, incluso para aquellos que vemos en la mentalidad Historica un avance irrenunciable, debe set tenido en cuenta, dejandose modificar y completar por ella. 3. Conclusion Obviamente no cabe ya entrar en esta discusi6n. Pero caso ella, mejor que muchos razonamientos abstractos, permita entrever que en el didlogo religioso no se trata de mneras especulaciones tedricas, sino de un real exponerse a tuna revision profunda de la propia perspectiva. De hecho, es lo que esta sucediendo bajo nuestros ojos: zqué misio- nero no se ha sentido desafiado, enriquecido y transfor- mado por aquellos a quienes predicaba? Y, a escala uni versal, son comprensibles el cristianismo, el islamismo o ‘el hinduismo actualessin el influjo ejercido por el contac to cada vez més intenso que tienen entre si? E] didlogo de las religiones se nos aparece asi como tuna realidad dindmica y efectiva. No es un «como si», que ddeja las cosas donde estaban, sino que las transforma hi ia delante, hacia una nueva plenitud comin, La asimetria, Jantce cl problema). Para mayor profundizacin, me per Bene ot bbe Ea teen de Dio en eration del VENT 203-400, “'

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