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VERITATIS SPLENDOR
CAPITULO I
CRISTO Y LA RESPUESTA A LA PREGUNTA MORAL
Desde los orígenes de la creación Dios ha inscrito en cada uno de los corazones
esa ley natural que nos hace discernir lo bueno de lo malo, luego brinda el
decálogo a Israel llamándolo a ser un pueblo santo entre los demás pueblos,
convirtiéndose así en signo de la alianza nueva que sustituirá a la ley del pecado.
Si en el antiguo testamento los mandamientos buscaban fomentar el deseo de la
tierra prometida, cobran su más alto sentido en el nuevo testamento apuntando en
miras a la vida eterna.
Sin olvidar este otro binomio existente entre el amor a Dios y al prójimo, Jesús
manifiesta ampliamente cómo los mandamientos del decálogo no terminan con el
cumplimiento puntual de cada uno de ellos, si no más aún se expanden en un
horizonte que lleva a una vivencia radical y profunda; aquí las bienaventuranzas
serian esa brújula que indican aquella interpretación auténtica que el Señor desea
darle a la ley, pero como dice en la carta encíclica: “Para hacerlo se necesita una
libertad madura («si quieres») y el don divino de la gracia («ven, y sígueme»)”
Cristo nos enseña con su propia vida, nos llama a imitarle y ser sus discípulos, y
precisamente éste es el centro de toda la moral cristiana: Seguir a Jesús.
Adherirse a Él por la fe, reproduciendo en nosotros su amor al Padre y al prójimo
desde un amor oblativo y sin reservas, así como Él mismo nos lo mostró con su
ejemplo dándonoslo como un nuevo mandamiento: «Os doy un mandamiento
nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os
améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois
discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros» (Jn 13, 34-35). Dicho amor
que no conoce el límite de reservarse incluso la propia existencia. Así es
importante no olvidar que el seguimiento de Cristo es un don de la gracia, por
medio del Espíritu Santo que actúa en nosotros, constituyéndonos en miembros
de su cuerpo místico, que es la Iglesia.
La invitación del Señor no expira a lo largo de los años, cada uno de nosotros
somos convocados a vivirla eficazmente en nuestra vida. La Iglesia desde sus
orígenes se ha encargado de custodiar fielmente el depósito moral revelado en
Jesús, aplicándolo en las circunstancias puntuales de cada acontecimiento. Los
apóstoles desde sus orígenes entendieron que la fe se tenía que ver reflejada
palpablemente con el testimonio de vida en la comunidad cristiana; por eso la
Iglesia en su papel de promover y custodiar, tiene el deber de denunciar y corregir
cualquier divergencia y anti-testimonio en el campo de la moral; ella es la
interprete autentica de la ley del Señor, es el magisterio el que actúa en nombre
de Jesucristo, incluyendo aquí el orden social y humano en pos de los derechos
humanos y la salvación de las almas.
CAPITULO II
"NO OS CONFORMÉIS A LA MENTALIDAD DE ESTE MUNDO" (Rom 12,2)
Los Cristianos de hoy a ejemplo de los Apóstoles iluminados siempre por las luces
del Espíritu Santo deben señalar el camino de Cristo a todos los hombres; en los
primeros años de la Iglesia los Apósteles vigilaron sobre la recta conducta de los
mismos sobre la pureza de la fe y trasmisión de los dones divinos mediante los
sacramentos. Estos mismos cristianos se diferenciaron del resto ante todo por su
testimonio de vida; ahora bien, pasado el tiempo no sólo los cristianos sino la
ignorancia sobre la moralidad han roto la armonía entre la verdad y la vida.
Además como afirma el Concilio, el magisterio de la Iglesia es la única llamada a
interpretar auténticamente la palabra de Dios que es columna y fundamento de la
verdad revelada, no queriendo imponerse mediante ningún sistema teológico ni
filosófico.
Los hombres de nuestro tiempo tienen una conciencia cada vez mayor de la
dignidad de la persona humana, de ahí, que los hombres actúen según su propio
criterio y hagan uso de la libertad guiados por una conciencia clara que los lleve a
actuar según el querer de Dios y esto es algo positivo en la cultura moderna; pero
sin embargo hay momentos en que el hombre se aleja de la verdad y es entonces
donde debe ser purificada a la luz de la fe. En algunos momentos el pensamiento
moderno ha exagerado en exaltar la libertada y ha llegado hasta el ateísmo. Hoy
el individualismo lleva la delantera pues se defiende la propia verdad sin importar
la verdad de los demás, sin razonar, sin buscar el bien común. La exaltación de la
libertad y la cultura moderna pone en duda la libertad, porque el hombre está
condicionado en orden psicológico y social.
La libertad y la ley
Dios hizo al hombre libre y pone en práctica esa libertad cuando elige entre el bien
y el mal; el bien camina por los caminos de Dios con alegría, esos caminos de
Dios que en su sabiduría ha escogido para el hombre por amor. En el mundo de
hoy el hombre se ha dejado llevar por el relativismo cada uno piensa y cree que
eso es lo válido y se deja llevar solamente por la razón humana y niega la
presencia de Dios como actor de la creación. Algunos teólogos se han
mundanizado y van en contra de la doctrina católica por eso es tan importante
tener una buena formación para no dejarse confundir, conocer las Sagradas
Escrituras, tener una formación moral y conciencia clara; Dios quiere que le
busquemos libremente y que lleguemos a la perfección para que seamos felices,
el hombre de esta manera ha sido llamado a participar de la soberanía Divina.
Dios creó el mundo y lo puso en las manos del hombre lo debe hacer con
responsabilidad y libertad y así está obedeciendo al creador; cuando el hombre
realiza actos moralmente buenos el hombre se hace semejante a Dios y está
buscando la perfección y la felicidad; por el contario, cuando la creatura se aleja
de Dios queda oscurecida. Dios ha infundido en nosotros la luz de la inteligencia
para saber discernir entre el bien y el mal, Dios ha donado esta luz a la creación;
cuando el hombre acepta con amor la ley de Dios entonces se hace libre y se
hace semejante a Aquel que obedece.
Conciencia y verdad
San Pablo nos enseña a través de la carta a los Gálatas, como debe ser el
seguimiento de Cristo tomando nuestra propia libertad por medio de actos de fe
para llegar a esa opción fundamental que debe vivir el cristiano y también nos dice
que la vigilancia es muy necesaria para no utilizar mal la libertad. Puede haber
teorías contrarias que nos bombardean con su información pero contamos con la
gracia de Dios que nos ayuda a corresponderle correctamente; pero también se
puede presentar lo contrario, en que el hombre puede ser consciente de que está
comprometiendo la libertad que Dios le ha dado que lo hacen caer en un estado
moralmente grave.
El acto moral
Los mandamientos nos ordenan como afirma el apóstol Pablo haciéndonos ver
que es una exigencia y que faltar es un acto de gravedad sobre todo en el primer
mandamiento que nos manda amar a Dios y al prójimo. Los Apóstoles nos
enseñan que es un honor para los cristianos obedecer a Dios antes que a los
hombres incluso aunque haya que aceptar el martirio a causa de ello.
CAPITULO III
“PARA NO DESVIRTUAR LA CRUZ DE CRISTO” (1 Cor 1,17)
El bien Moral para la vida de la Iglesia y del mundo.
En este punto vemos la relación que hay entre Verdad – Bien – Libertad,
solamente cuando reconocemos la verdad que es cristo Jesús en nuestras vidas,
desde ahí empezaremos a ser libres; solo sometiendo nuestra libertad a esta
verdad encontraremos nuestro bien. Lo que el mundo y la cultura nos ofrece en el
día de hoy, es el relativismo en nuestro actuar, causando la autodestrucción,
pérdida de valores morales. Para esto la Iglesia quiere intervenir haciendo una
invitación a todos sus hijos a retornar al centro que es cristo, quiere hacerlo desde
la formación de una conciencia moral, que nos ayuda a discernir lo realmente
bueno o malo, para orientar su vida quien es, para donde va, de donde viene y a
donde va.
La Iglesia nos quiere mostrar que en cristo crucificado esta la respuesta de como
si se puede obedecer a las normas morales desde el amor, sin atentar contra la
libertad y dignidad de la persona. Nuestra libertad don recibido, es muy débil y aun
inmadura, inclinada a revelarse contra esta misma verdad, necesita ser formada,
Cristo es su liberador, “conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8,32);
de esta manera podremos a ser completamente responsables de todas y cada una
de la decisiones que tomamos en nuestra vida, para ser auténticos testimonios de
la vida cristiana.
Caminar en la Luz
Ante la corrupción e injusticia que hay en muchos pueblos y naciones, tras la falta
a los derechos humanos, se hace el llamado a una radical renovación personal,
que brinde valores como la justicia y honestidad, aunque esto se ha de
comprender que es un camino fatigoso. En el centro cultural está el sentido de la
Moral que se fundamenta en el sentido religioso, solo en el bien supremo y en el
bien moral se encuentra la verdad, sobre esta verdad es posible construir una
sociedad renovada.
Con grandes principios de justicia y concordia, que garantice un camino que los
lleve a su auténtica libertad, de esta manera esta verdad es capaz de vencer todo
totalitarismo, que van en contra de la verdad y dignidad de la persona. En la
teología Moral se ve como los mandamientos de la Ley de Dios, son los que
regulan una vida social, política y económica que ayuden al crecimiento de una
sociedad, llena de corrupción.
Estamos llamados todos los hombres a observar la norma moral, para ser
obedientes al mandato de Dios, sin tener miedo a lo que se pueda presentar a lo
largo de nuestras vidas así, sea el mismo martirio como se habla anteriormente.
Por nuestra condición de pecado original el hombre deja de reconocer a Dios y
quiere decidir sobre sí mismo, pero el afecto tan paternal de Dios nos regala el
Don del Espíritu santo, para que todo lo que se está contextualizando se haga
realidad en nuestras vidas.
Los nuevos y complejos problemas morales hacen ver como si la moral fue algo
muy complejo de vivir. Pero de acuerdo a la sencillez evangélica consiste en el
seguimiento de Jesucristo, en el abandonarse completamente en él, en el dejarse
transformar por su gracia y ser renovados por su misericordia, que se alcanzan en
la vida de comunión de su Iglesia. La Misericordia de Dios capaz de perdonar todo
pecado, Jesús vino a salvarnos y no a condenar, el odia el pecado, y ama al
pecador.