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FORMACION

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CRISTIANA DEL
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NINO
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1) Recuerdo que en el Astete, que se nos hacía aprender de memoria antes de


la primera comunión, había una respuesta que decía: “Eso no me lo pregun­
téis a mí, que soy ignorante; doctores tiene la Santa Madre iglesia que
os lo sabrán responder”. Es posible que algunas de ustedes estén esperan­
do de mí, supongo que como "doctor de la Sta. Madre Iglesia", esas res­
puestas y soliiciones concretas^quea?anto ansiamos disponer en la vida.
Desgraciadamente, ni soy doctor de la Santa Madre Iglesia, ni dispongo
de esas respuestas hechas. Es más, sin temor a equivocarme, me atrevo a
afirmar que tales respuestas no existen.
En la educación religiosa, como en todo el proceso educativo, no existe
ninguna fórmula hecha, ninguna solución mágica. Soy enemigo declarado de tod<
lo que suene & esquemas genéricos y prefabricados, por más tranquilizantes qi
puedan resultar. Mucho más en nuestro mundo actual, en el que la totalidad hi
entrado en crisis, sin que la religión constituya, ni mucho menos, una excep­
ción. Las forrnulitas pueden aatisfacer aparentemente, y hacernos superar una
situación superficialmente. Digo superficialmente porque, a la larga, los prt
blemas no se solucionan con recetas, sino que se enquistan más y acaban por
hacer mucho más mal que bien.
2) Y entonces? Aportes de la psicología a la formación religiosa.
Lejos de mí querer reducir la experiencia religiosa a simples mecanismos
o funciones psicológicas. Sin embargo, es indudable que la religión es algo
humano y, por tanto, se edifica sobre los procesos psicológicos del hombre.
Es el hombre el que tiene y vive su fe, aunque su objeto trascienda la rea­
lidad mundana.
Salgamos al paso de algunos malentendidos.
- "Ciertos adultos se preguntan si no sería deseable sustraer al niño a
toda educación religiosa anterior a la pubertad, para dejarle plenamente li­
bre de optar en esta edad por una concepción de vida, ya religiosa, ya atea;
en estas condiciones, piensan que la actitud religiosa del adulto no estaría
ya determinada por la presión psicológica o el condicionamiento educativo,
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sino que pertenecería plenamente al orden del compromiso auténtico y persona!


Semejante actitud procede sin duda de una intención de rectitud admirable, e:
presiva, en los adultos que la profesan, de la nostalgia de una experiencia
religiosa original, liberda de las presiones sociales, pero que, en todo eas<
no deja de responder a un simplismo típicamente racionalista \ cuando no a
concepciones e intereses positivamente ateos). La libertad humana, cuando se
trata de ponerla en práctica en un mundo de valores culturales, no puede
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conquistarse más que si las posibilidades humanas que le es preciso asumir, h
sido desarrolladas por una educación cultural correspondiente, SI libre cca.pr
miso religioso debe apoyarse en una experiencia adquirida de los valores reli
giosos mismos" X. 349* No formar la apertura a los valores religiosos es icrm
a su cierre -lo mismo que en otros terrenos, pero aún más#
Es necesario formar: pero formar a la personalidad humana entera* Y la
personalidad humana es no sólo apariencia., sino también profundidad- es no
sólo consciente, sinc/también inconsciente. No bastan meras prácticas externas
Hay que posibilitar la interiorización , la vivencia dinámica profunda.
-"Propiamente hablando, nada es natural en el niño. La idea de Dios no ger­
mina en su espíritu por generación espontánea, aunque ciertas características
psicológicas pueden favorecer la inserción precoz del niño en el legado reli­
gioso”. En el niño hay una gran disponibilidad religiosa. V» 345. Pero "la
disponibilidad religiosa del niño no adquiere forma sino a condición de ser
precozmente educada" Y. 346.
3) Que es la fe?
Es una actitud de relación interpersonal del hombre con Dios. Comparación
con el amor humano»
La fe cristiana es la aceptación de J-C como revelación de D , que nos sal­
va comunitariamente -Ig.
Por lo tanto, la religión -re-ligare- es la manifestación en hechos de
esta fe, de este, relación personal con D en JC. Amor - hechos.
No reducir la fe a creencias intelectuales, ni a hechos rituales. Además
de creencias, afectos. Además de ritos, vivencias. Así como el amor necesita
unas normas que lo protejan, también la fe. *
4) Religión de la niñez.
• La influencia de los padres es un factor determinante en la formación
religiosas La familia es,al mismo tiempo, el modelo de relaciones y valores
religiosos. Los gestos y el lenguaje religioso de los padres se insertan en
una experiencia afectiva que les simboliza inmediatamente y, de otra parte, ei
cuanto fuente de felicidad y de autoridad, la familia reclama espontáneamente
su prolongación en un universo religioso fundamentante. V 347* -
. Mediación paterna de Dios para el hijo. "Nacida de la experiencia del
mundo, la imagen de Dios está necesariamente mediatizada por las eos figuras
que aparecen en el origen de toda existencia: la del padre y la de la madre”
V. 221.
. SIMBOLO H á MRWO. El deseo de Dios se origina en la vivencia primera de
la infancia, vivencia de unidad, de seguridad, de afecto. Esic es i: que re­
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presenta simbólicamente la madre para el hijo. La madre es el símbolo de la
totalidad primordial, de la armonía universal, del manantial vital de la dich.
que sacia toda nostalgia.Este símbolo es el que nos abre al deseo de la unida
perfecta, la unidad con Dios. En ausencia de los valores maternales, el deseo
humano inicial llegaría a extinguirse y, por ello, para que sea capaz de es­
perar, es preciso que el hombre haya gozado de la experiencia de la seguridad
de la dicha y de la integridad originarias. St± V210. Si no ha conocido la ex­
periencia precoz de la felicidad, el sujeto se encuentra separado de la fuent'
misma del deseo religioso. V* 212*
. SIMBOLO PATERNO. El gímbolo del padre contiene la virtud de la ruptura,
que arranca el deseo de su inmersión imaginaria en la falsa infinitud de la
fusión, lo proyecta al encuentro del Otro.
Bisgresión psicoanalítica:
De uno a tres año el niño vive en simbiosis con la madre y la posibilidad
de limitación afectiva no existe para él.
De tres a seis años, la edad edípica, mediante la confrontación con los do
polos familiares, el niño, ser de placer y de deseo, carxente todavía de una
conciencia verdadera de sí mismo y del otro, reáliza una organización afectiv.
que le orienta definitivamente en la vida, y que le hace ser consciente de lo
real y de la ley, capaz por lo tanto de vida ética. Prohibición edípica, que
no se reduce a lo sexual. El padre es aquel que, por su presencia eficaz, sep-
ra al niño de la madre, introduciendo la medida en la desmesura de las demand
afectivas del primero, y llevándole a la renuncia del paraíso afectivo de la
unión difusa, mezcla de placer, de felicidad, de erotismo y de seguridad. El
niño, una vez separado de la madre, reenviado a sí mismo, y forzado a tener e:
cuenta el mundo real y organizado, podrá, libremente ya, disponer de sí mismo
tomando conciencia de sus deseos y habituándose a manéanerlos a distancia.
Así, aprende a llegar a ser él mismo, como ser distinto y autónomo. Los deseo:
que se orientan hacia el futuro tomando al padre como modelo, no están ya con
denados a perecer en el paraíso artificial de una satisfacción imaginaria. La
felicidad está delante en el futuro y no atrás en el pasado.
La imagen paternal tiene tres notas fundamentaless la ley, el modelo y la
promesa. Estas cualidades se reúnen en la expéresión: el padre es aquel que
reconoce al hijo. Reconocer equivale a conferir a otro su propia personalidad
mediante una palabra, que es a la vez ley, vínculo paájental y promesa. Y2J2ss
Así, el símbolo paterno posibilita el reconocimiento de Dios como objeto
diferente, el totalmente Otro, el que posibilita una relación interpersonal,
•lío hay religión y apaertura t i Otro sino merced a la virtud dialéctica de
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los dos vectores constitutivos de lo huma,no: la plenitud armoniosa y ::a>
aventurada de los ccígenes -madre- y el principio de realidad cuya
eá el Padre,
• Sigamos con la evolución del niño*
• A los cuatro años el niño no tiene dificultad alguna en representarse a
Dios. El universo de lo divino se sitúa en un orden maravilloso, comparable
di mundo de los cuentos de hadas y despierta sentimientos de fascinación;
pero la ambivalencia de lo sagrado aparece desde el mismo nacimiento del inte
res religioso; a los tres años el niño manifiesta frente a lo sagrado un res­
peto y un temor característico de lo religioso, ambivalencia reforzada por el
hecho de que la imagen de Dios se perfila detrás de la de los padres y, sobre
todo, de la del padre. Parece como si la imagen de Dios se confundiese con la
parentales, puesto que,como ellas, Dios goza a los ojos del niño de la omni­
potencia y de la omnisciencia y es un protector a su servicio, Esta represen­
tación de Dios es, a la vez, imaginaria y afectiva. Los sentimientos de pieda
familiar, sentimientos de dependencia, de confianza, de seguridad, de respeto
se transfieren de los padres a Dios, de manera quejase puede hablar de la pa-
ternización de lo divino mejor que ue la divinización del padre; la intuición
de un universo sagrado se precisa, apoyada en los sentimientos que se desa­
rrollan frente al paare• V 349*
De cinco a siete años, el niño comienza a distinguir, conscientemente, a
Dios de los padres, disociación a la que no son ajenas el descubrimiento de
los límites paternales.
• Es preciso que el tránsito al Padre celestial haya sido preparado por el
testimonio de los padres. Nada marca tan profundamente el sentido religioso
del niño, como el gesto por el cual los padres se asocian con él en un común
reconocimiento del Dios ^otalmente-Otro. V 350* Oración en familia: eficacia
• A los seis anos el niño concibe a Dios como creador y potencia del bien
en lucha con la potencia del mal.
. De los séiiac a los once años ¡¿ai antropomorfismo del concepto de ^ios,
pero paulatina espiritualización. El antropomorfismo religioso del niño tra­
duce su tentativa de representarse la realidad de ¿ios; pero, al mismo tiempo
al implicar sentimientos de piedad, de confianza, de admiración y de temor,
este concepto antropomórfico de D apunta a algo más alláx de lo humano y ad­
quiere, por ello, un valor plenamente simbólico. V. 351-2.
Se experimenta progresivamente el sentimiento de pavor religioso como nor­
mal y capaz de coexistir con la confianza. El vínculo entre el sentido del
Totalmente-^tro y el sentimiento de pavor es sumamente natural. El hombre re­
ligioso depende Digitalizado
de ambosporpolos,
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vive Idoate, S.J."de los contrastes. Incluso
la armonía
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la confianza, parece el movimiento segundo consistente en la victoria sobre
el temor original. Y» 354*
, Durante largo tiempo, D permanecerá cautivo del egocentrismo afectivo,
y las relaciones con El, estarán dOmXIl£i(Íu»B p GX* relaciones afectivas con
los padres. V 356*
Sobre los sacramentos. En tanto que Dios no es reconocido en su radical
trascendencia y alteriaad en relación a las fuerzas vitales, la fe religiosa
permanece siempre lastrada por las creencias mágicas. La mentalidad mágica
aparece como un esquema afectivo e imaginario, a favor del cual el niño puede
asimilarse el culto religioso. V3Ó0.
Aquí hay una clara diferencia entre el niño y la niña. Los muchachos se
muestras más sensibles a estas realidades institucionales y, para ellos, el
objeto cultural es un instrumento que juega una función precisa y el rito,
un útil del que es posible servirse. La nina, por el contrario, no se detiene
en los gestos y objetos rituales, y manifiesta una predilección más grande
por el sentido simbólico que por la práctica material de los ritos.
Esta distinta percepción de signos y ritos, se acompaña de una clara di­
vergencia en la percepción de Dios. En los muchachos, Dios aparedse fuertemen­
te determinado por el concepto de ley; el muchacho está más atento a lo que
Dios quiere de el, que a lo que Lios es para é ljxaixomxk. El Dios de la niña,
por el contrario, es un Dios de amor, que se da en un encuentro afectuoso*
La niña se interesa más en lo que Dios es para ella que en lo que Dios quiere
de ella.

Lograr como base cuatro sentimientos básicos?


1) Sentimiento de satisfacción: de carácter psicoorgánico, representa el
bienestar de la personalidad,
2) Sentimiento de seguridad: casi es un sentimiento síntesis, se refiere
al bienestar emocional y afecta a todo el individuo.
Sentimiento de pertenencia: representa el bienestar social,§n cuanto
se siente que pertenece por amor y es acogido del mismo modo por la familia
y la Iglesia.
4) Sentimiento de significación: afecta directamente al bienestar axioló
existencial, y es un sentimiento que dice referencia a los demás.
. Modelos paternos,
. Modelos abiertos: trascendencia, oración en familia, etc.
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