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CONTEXTO CONSTITUCIONAL DEL DERECHO A LA


PARTICIPACION ELECTORAL

RAMON ANTONIO HERNANDEZ DOMINGUEZ

Santo Domingo
octubre, 2019
2

INDICE

INTRODUCCION…………………………………………...…………………………... 6

1.0 CAPÍTULO I: TEORIA DE LA CONSTITUCIONALIDAD DE LA


PARTICIPACION ELECTORAL …………………………………. ………….. 8

1.1 La participación electoral y el abstencionismo …………………………………… 8

1.2 El principio de soberanía popular……………………………………………………


19

1.3 El principio de supremacía constitucional como garantía de


Constitucionalidad……………………………………………………………………20

1.4 Tribunal Constitucional garante control constitucionalidad …………………….


21

1.5 Las garantías al derecho a la participación electoral …………………………...


24

1.6 La tutela judicial efectiva y debido


proceso………………………………………...26

1.7 El amparo como garantía constitucionalista………………………………………


27

1.8 El orden constitucional………………………………………………………………


3

28

1.9 El precedente constitucional ………………………………………………………


28

1.10 La ponderación en sentencias constitucionales ………………………………...


29

2.0 Capítulo II: PROCESO ELECTORAL Y SUFRAGIO ……………………………


31

2.1 Derecho al sufragio …………………………………………………………………


31

2.2 Sufragio activo ………………………………………………………………………


33

2.3. Requisitos positivos del sufragio activo …………………………………………. 34

2.4 Requisitos negativos del sufragio activo ………………………………………….


34

2.5 Sufragio pasivo ……………………………………………………………………….


34

2.6. Requisitos positivos en el sufragio pasivo ……………………………………….


35

2.7 Requisitos negativos del Sufragio pasivo …………………………………………


35

3.0 CAPÍTULO III: LOS PARTIDOS POLÍTICOS Y SU PARTICIPACIÓN


ELECTORAL………………………………………………………..………………… 36

3.1 Las candidaturas ……………………………………………………………………


37

3.2 Voto preferencial de diputados, regidores y vocales …………………………...


38

3,3 Marco regulatorio para las candidaturas ………………………………………….


39
4

3.4 Modalidades de candidaturas ………………………………………………………


40.

3.5 Las reservas de candidaturas ………………………………………………………


40

3.6 Voto en el extranjero …………………………………………………………………


42

3.7 Calidad de la democracia ……………………………………………………………


44

3.8 Medición de la calidad de la democracia …………………………………………


46

4.0 CAPÍTULO IV: CANDIDATURAS CON CUOTAS


………………………………...49

4.1 Las cuotas de género y Juventud …………………………………………………


49

5.0 LA DEMOCRACIA DIGITAL ………………………………………………………


56

5.1 Automatización de procesos electorales y


el voto electrónico ………………………………………………………………………. 56
Conclusión ……………………………………………………………………………….
58
Recomendaciones ……………………………………………………………………….
59
Bibliografía ………………………………………………………………………………..60
5

INTRODUCCION

Este trabajo lo intitulamos CONTEXTO CONSTITUCIONAL DEL DERECHO


A LA PARTICIPACION ELECTORAL, es un estudio documental y de
hermenéutica constitucional que aborda la participación política temiendo
como referente la experiencia de los procesos electorales dominicanos,
considerándose que es un derecho fundamental inherente a los estados
democráticos.

Vemos como se legitiman las democracias contemporáneas, celebrando


elecciones regulares y periódicas que buscan escoger los representantes
ante los tipos de gobierno, que manejarán la “cosa pública”. Es una dinámica
que reflejaría de forma más o menos descarnada o encubierta el entramado
de los intereses que conviven en la actividad política y partidaria.

Pues bien, ese derecho a la participación electoral tiene diversas


formas de manifestarse, la más icónica es el acto del sufragio, porque
es el único momento en que se convoca al ciudadano como miembro
de la asamblea electoral (artículo 208 de la Constitución de la
República Dominicana).

¡Nada se regala, hay siempre que competir! La asamblea electoral


llenaría las vacantes que son todos los cargos de elección popular que
concluyen en un periodo constitucional cada cuatro años, y allí el
ciudadano participa como elector o candidato, esto es, procede a votar
o a ser votado o ser elegible.

Quienes defienden la democracia aspiran a que las elecciones sean


justas, periódicas y competitivas y que los resultados sean los mismos
por los que se votó; que la conducción de las elecciones sea con
libertad, transparencia, equidad y objetividad para que haya certeza en
el escrutinio, según el mandato del artículo 211 de la Constitución.
6

La participación en el sufragio es un derecho fundamental de gran


significado en la vida democrática, se sustenta en el derecho de ciudadanía
previsto en el artículo 22.1 de la Constitución, que consagra ese derecho de
elegir y ser elegible.

La Carta Sustantiva le da al voto una doble dimensión, porque es al


mismo tiempo un derecho y un deber, a condición de que la persona esté en
capacidad legal de hacerlo en cumplimiento al mandato constitucional del
artículo 75.4.

Esa capacidad de participación electoral para ejercer el derecho y el


deber de votar es a los 18 años. En la democracia dominicana, los
ciudadanos pueden y deben, participar en la toma de decisiones que se
ejerce a través del sufragio libre en cumplimiento de los artículos 21 y 22.1
de la Constitución.

En la República Dominicana los datos estadísticos de las últimas cinco


elecciones presidenciales revelan que es alto el nivel de participación
electoral: En las presidenciales del año 2000 sufragaron el 76% de los
registrados en el padrón electoral, en el 2004 el 73%, en el 2008 el 72%, en
el 2012 el 71% y en el 2016 el 70%. El voto efectivo, aunque no lo reflejan
las estadísticas, es aún mayor porque una proporción importante de
dominicanos en el padrón no vive en el lugar donde están registrados 1.

1
Espinal, R. (2019). Paradoja electoral dominicana, ¡otra vez! Periódico HOY, 30 /10/2019

Un estudio reciente de los inscritos en el registro electoral proyecta que,


para las próximas elecciones del año 2020, tendrá una presencia importante
7

el voto de jóvenes y de mujeres, con un potencial para decidir la suerte de


las elecciones debido a que el primer grupo representa el 40.3% de los
votantes hábiles para el 2020 y en el caso de las féminas estas representan
un 52% del total del electorado2.

1.0 Capítulo I: TEORIA DE LA CONSTITUCIONALIDAD DE LA


PARTICIPACION ELECTORAL

En la Constitución de la República están consignados los principios


fuentes que asidera la teoría de la constitucionalidad del derecho individual a
la participación político electoral del ciudadano, la que jurídicamente se
confirma en el precedente constitucional construido por la interpretación de
las leyes, en particular la de partidos, movimientos y agrupaciones políticas,
y las Leyes Orgánicas del régimen electoral, la del Tribunal Superior
Electoral y la del Tribunal Constitucional y los Procesos Constitucionales
(LOTC).

Los principios constitucionales del derecho a la participación ciudadana


en el ámbito electoral lo tratamos en adelante.

2
OPD-FUNGLODE (2019): “El perfil del votante dominicano de cara a las
elecciones generales de 2020”, Cuadernillo. Santo Domingo.

1.1 La participación electoral y abstencionismo

La participación electoral es la forma más notoria de la participación


política, es el signo distintivo y caracterizarte, por lo que amerita que se le
analice de manera especial.
8

Enfocada desde la perspectiva del análisis empírico, es la modalidad de


participación política más practicada, porque se da en un contexto político de
elevada movilización social (las elecciones).

Desde la perspectiva normativa, la participación política integra un


elemento igualitario que no existe en otras modalidades de participación. En
los sistemas democráticos, la accesibilidad al voto es universal e igual para
todos los ciudadanos que no tengan otro impedimento legal.

Tomando un punto de vista político. El nivel de movilización social y el


perfil de los votantes son elementos que pueden tener incidencia en los
resultados de la elección, y ser relevante para estudiarse.

El voto es una forma especial de la participación política, en el que están


presentes tres circunstancias que no figuran en otras participaciones
políticas. La primera, la ley garantiza el acceso de todos los ciudadanos
aptos para el voto, es decir, mayores de edad, en realidad el más importante
y elemental de los derechos políticos, desde la implantación del sufragio
universal, a la vez, se potencia en el hecho que la participación política es la
más extendida, y para gran cantidad de ciudadanos la única practicada con
cierta periodicidad.

La segunda, como el ciudadano pueda ejercer su influencia en su habitad


o entorno político a través del voto igualitario, con independencia de edad,
género, condición social, creencia religiosa, el principio de que una persona
es un voto, facilita la comprensión del proceso de extensión del sufragio y
constituye un principio democrático esencial.

Existen otras formas de participación, como la militancia, colaboración


con partidos, la asistencia a manifestaciones o la colaboración con políticos,
en que el grado de intensidad dependerá de la capacidad o voluntad del
ciudadano, mientras que en la participación electoral se rige por un elemento
9

de naturaleza igualitaria.

La tercera, todo ciudadano que participa en un sufragio lo hace de


manera libre y no es responsable frente a sus semejantes de la orientación
de su voto, porque en definitiva no es el suyo el que define el resultado, sino
el cuerpo de votantes, el voto mayoritario por una tendencia, que no es lo
mismo que cada voto considerado de forma separada. Esa discrecionalidad
o anonimato, le permite actuar libremente, sin censura, lo cual no se da en
otras formas de participación, que por el contrario de lo que se da en el
sufragio no son secretas.

Esta característica del voto no necesariamente determina que este sea


estimado como la más importante manera de participación política. Se
puede entender que la participación electoral es un vínculo directo del
ciudadano con el sistema político demasiado esporádico y circunstancial
para ser la esencia de la democracia. Desde una visión participativa de la
democracia, otras modalidades de participación más rigurosas y realizadas
con más frecuencia que el voto son las más importantes y auténticas
expresión de participación.

La participación electoral por muy alta que sea no será suficiente para
determinar el carácter democrático de un sistema político, ni la frecuencia
con que se celebren las elecciones mismas. Desde el punto de vista del
crecimiento de la abstención electoral no es un elemento de gran
preocupación, porque la atención se enfoca principalmente en la baja
frecuencia de otras formas de participación política, consideradas de mayor
importancia, que apariencia democrática a un sistema político.

La participación electoral no será suficiente para asegurar el carácter


democrático de un sistema político. Sin embargo, no debemos confundir lo
precario con lo irrelevante; si la participación electoral no es ni debe ser
considerada la única manera de participación política necesaria en
10

democracia, si debe estimarse como esencial al momento de garantizar la


igualdad política, la representatividad en el congreso y concejo de regidores.
Y, para el control ciudadano en la formación de gobierno.

La tasa elevada del abstencionismo no se deben considerar un problema


para la democracia, más bien es un claro indicador de que los ciudadanos
están en lo esencial satisfechos con el desenvolvimiento del sistema político
y se dedican a sus asuntos particulares (Jones, 1954). Aunque no hay datos
empíricos que comprueben esa hipótesis de que los abstencionistas están
satisfechos con el sistema y prefieren dedicar su tiempo a otros asuntos
particulares3.

La trascendencia en la participación en elecciones no puede interpretarse


solo como medio para obtener elecciones competitivas, sino que el voto
tiene un valor legitimador esencial. Las tasas de participación electoral son a
menudo tenidas en cuenta a la hora de evaluar la salud de los sistemas
democráticos. La abstención no puede hoy ser considerada un indicador de
satisfacción, sino más bien una sintomatología de afección, apatía, y
alienación del ciudadano.

3
Anduiza y Bosch (2004, p.120)

En consecuencia, reducir a la mínima expresión la abstención electoral


es un objeto apreciable por varias razones. En primer lugar, una
participación alta constituye un indicador claro de que los ciudadanos están
interesados en los asuntos de índole política y se identifican con los partidos
11

y al mismo sistema de político. La abstención es la expresión de un


desinterés o la alienación no puede existir junto a elevados niveles de
participación electoral.

En segundo lugar, una alta participación es un objetivo apetecible en si


mismo en la medida en que se pueda fortalecer actitudes y competencias
políticas deseables en la ciudadanía. Es decir, que la participación puede
considerarse con una doble virtud, un indicador del buen desempeño del
sistema político, además, como un catalizador positivo que atrae virtudes
cívicas en la ciudadanía. La participación puede aumentar el interés por los
asuntos públicos e incrementar los nexos con el sistema político. Es
probable que la participación el desarrollo de sentimiento de eficacia política.

En ese sentido, la participación puede considerarse bueno en si mismo,


porque contribuye a generar actitudes democráticas positivas. En fin, por
medio de la participación no solo se obtienen beneficios en relación con el
funcionamiento del sistema del sistema político (más niveles de legitimidad),
además, se logra una mejor conciencia de ciudadanía, aunque este criterio
carece de estudios empíricos que lo confirmen.

Una tercera argumentación en defensa de la elevada participación


electoral parte de considerar de que, a mayor nivel de abstención, más alta
será la parte de ciudadanos que excluye el sistema de partidos.

Por eso, la participación se considera como una forma de poner límites a


las desigualdades socioeconómicas de la población. El problema de la
exclusión es la proporción de que tanto mayor son las diferencias sociales y
políticas entre la población abstencionista y la participante.

Para Anduiza y Bosch (2004) la participación electoral es fundamental


para favorecer la visión normativa:
12

- La legitimidad democrática del sistema político:


participación indica apoyo al sistema político.

- La mejora de la ciudadanía: la participación es un


indicador del interés y la implicación de los ciudadanos
por cuestiones políticas.
- La igualdad política entre los ciudadanos: la participación
universal sitúa a todos los ciudadanos en la misma
posición, independientemente de sus recursos y de su
clase social.

Motivo de debate y de variadas interpretaciones, la cuestión de la


abstención en el ejercicio del voto y las motivaciones que la generan
requiere de aclaraciones, tanto en su sentido mismo como en las
implicaciones que válida jurídicamente pueden asignársele. Para el caso de
la Republica Dominicana, en elecciones presidenciales se tiene una media
de abstención del 29% de los inscritos en la lista definitiva de electores
(padrón).

En lo que sigue, se aborda el concepto, la naturaleza y los elementos


discernibles en el ámbito del fenómeno, y se consideran sus implicaciones
para la salud del régimen democrático.

El Diccionario electoral define abstencionismo como “la no participación


en el acto de votar de quienes tienen derecho a ello […] es un indicador de
la participación: muestra el porcentaje de los no votantes sobre el total de los
que tienen derecho de voto” (Alcubilla, 2000). En este caso el término se
define de manera negativa, esto es, por la contraposición entre participantes
y abstencionistas en un proceso determinado, y el factor diferenciador entre
ambas categorías, es el hecho de ejercer efectivamente el sufragio.
13

Otros autores ven el abstencionismo más bien como la escogencia de un


comportamiento distinto del de sufragar por una de las opciones en un
proceso determinado.

En efecto, para algunos existe lo que se denomina “abstención activa”,


que se expresaría en los votos en blanco (y aun en los votos nulos), esto es,
en la votación que, producida en las urnas, se separa de las opciones,
partidarias o individuales, abiertas al electorado

En esta concepción, la no concurrencia a la mesa electoral, el


ausentismo electoral, se uniría a la votación expresada en las papeletas en
blanco o anuladas intencionalmente en la conformación de la categoría
mayor, el abstencionismo.

Para los efectos, preferimos afiliarnos a la mayor parte de la doctrina y


excluir de la definición de abstencionismo aquellos casos en que el elector
concurre a la votación y ejerce su derecho a voto, ya que consideramos que
el campo abarcado por el abstencionismo es suficientemente amplio y
complejo en su entidad como para añadirle manifestaciones de voluntad
similares en algunos aspectos, pero distantes en otros, puesto que quien
concurre a las urnas y emite un voto en blanco tiene más elementos en
común (al menos objetivamente hablando) con quien vota por un partido
determinado que con quien no concurre al recinto de votación.

En tal sentido, abstencionismo y ausentismo serían conceptos paralelos.


Lo anterior, sin embargo, no agota la materia relativa a la definición y al
concepto de abstencionismo.

En esta noción se incluyen circunstancias que deben ser desagregadas,


si queremos analizar las causas y consecuencias o, mejor dicho, los factores
desencadenantes y las implicaciones del abstencionismo.

En general, tiende a sugerirse que abstencionismo equivale al


alejamiento voluntario de las urnas, a disposición consciente (o
14

relativamente consciente) de no ejercer el voto, de mantenerse ausente de


un proceso para el cual se está calificado para participar. Si esto es lo que
entendemos por abstencionismo (y por las negativas implicaciones que
muchos le asignan pareciera que ése es el caso), entonces debemos
destacar algunas circunstancias que inciden en el ausentismo electoral, pero
que no dependen enteramente de la voluntad del sujeto que se “abstiene”.

En primer lugar, deberíamos distinguir los casos en que el


abstencionismo se produce por factores objetivamente ajenos a la voluntad
del potencial elector. Entre ellos, lo que Alcubilla (2000) llama “abstención
estructural”, esto es, derivada de la estructura misma del proceso electoral.

Probablemente, las principales causas de este fenómeno se encuentran


en el padrón electoral y en la ubicación de los centros de votación. En
efecto, todo padrón electoral contiene un margen de electores que
objetivamente no pueden ejercer el voto.

Aun sin considerar el margen de error que significan los difuntos


recientes, son numerosos los que han perdido su documento habilitante para
el voto, los que han emigrado al extranjero o se encuentran en él
temporalmente, los que han trasladado su domicilio después de cerrada la
etapa para modificación del padrón electoral; son todos casos en que el
abstencionismo no es consecuencia de la decisión voluntaria de un elector
potencial. Lo mismo es cierto en los casos en que el elector es trasladado de
recinto sin que se le informe de la nueva ubicación y sin que funcionen
oportunamente los mecanismos previstos para comunicar el nuevo puesto
de votación.

Conviene detenerse por un momento, sin perjuicio de retomar este


aspecto posteriormente, en la importancia que tiene para la determinación
del porcentaje de abstencionismo de una manera precisa. Dependiendo de
la construcción del padrón electoral y de otros factores conexos, el
15

abstencionismo puede aparecer en cifras más reducido de lo que es, si se


cambian los elementos de cálculo.

En realidad, modificamos el concepto utilizado para crear al menos dos


categorías que él engloba en una sola. En efecto, para él, abstención técnica
o estructural incluye todos los casos relacionados con factores ajenos a la
voluntad del individuo, como clima, sistema electoral o estado de salud. Por
obvias razones, nos interesa destacar en una categoría única los relativos a
factores directamente relacionados con la normativa, la organización y la
mecánica electoral.

No todos los sistemas jurídicos latinoamericanos (o de otras latitudes)


conciben el voto de la misma manera y, por lo tanto, asignan diversas
consecuencias a su ejercicio o a la abstención. El común denominador, por
lo demás internacionalmente reconocido,5 es que el sufragio es el ejercicio
de un derecho cuya protección está garantizada por diversas ramas del
ordenamiento jurídico. Por ello, el sentido mismo del derecho electoral (en
una sociedad auténticamente democrática) gira en torno a las formas de
garantía de este derecho y de las condiciones que un proceso electoral debe
reunir para que el voto adquiera su verdadera dimensión.

Si el voto es el ejercicio de un derecho, lo que importa es que existan las


condiciones jurídicas, estructurales y procesales para hacerlo viable y para
asegurar que se contabilice y se respete como expresión de la voluntad de
la ciudadanía.

En el país han ocurrido serios cuestionamientos a las elecciones nacionales


celebradas los años 1990, 1994 y 2016 que han contribuido a crear falta de
confianza en el sistema electoral dominicano.

Si bien es cierto que hay esa falta de confianza en el sistema electoral, una mala
práctica es el clientelismo desde el Estado que genera una gran desconfianza en
los actores electorales.
16

La República Dominicana, no obstante, esos despropósitos antidemocráticos es


uno de los países de Latinoamérica que tiene mayor índice de participación
electoral en el sufragio, pero se cuestiona permanentemente el nivel de confianza
en el sistema electoral, la calidad y la efectividad del voto, lo que da lugar a
constantes denuncias de. manipulación de la voluntad popular o fraude en los
resultados electorales.

El movimiento Participación Ciudadana (PC), que es una organización de la


sociedad civil, a propósito de la celebración de las primarias de partidos en fecha 6
de noviembre de 2019 acusó a la Junta Central Electoral (JCE), de consentir la
compra de votos durante esa jornada de precandidatos que competían para ser los
candidatos de los dos partidos que participaron (Partido de la Liberación
Dominicana y Revolucionario Moderno), con miras a las elecciones municipales
(febrero, 2020) y congresuales y presidenciales (mayo 2020);

Señala PC en su denuncia que durante el transcurso de la jornada se produjo un


estimado de comisión de delitos en el orden del 30 % de las mesas analizadas por
la organización, que nada se hizo al respecto y ni siquiera se había entrenado a la
Policía Electoral para actuar en casos de delitos flagrantes.

La crítica de PC se extiende a que durante el evento el proselitismo político a


destiempo fue notorio y que la JCE optó por establecer un período que no se
encontraba establecido en la Ley de Partidos. Además, que no ha procedido a
aplicar las sanciones correspondientes a las firmas encuestadoras que violaron la
ley durante el proceso4.
17

4
Participación Ciudadana (2019). Segundo Informe Observación Electoral 2020. Publicado el 31 de
octubre, 2019. Santo Domingo, Editora Búho.
ESTADISTICAS ELECTORALES DE LA REPUBLICA DOMINICANA / PERIODO 1978-2016 18

AÑOS NIVEL DE ELECCION INSCRITOS VOTOS % %


EMITIDOS PARTICIPACION ABSTENCION

1978 PRESIDENCIAL 2,283,798 1,656,236 72.52 27.48

1982 PRESIDENCIAL 2,601,684 1,830,730 70.37 29.63

1986 PRESIDENCIAL 3,039,347 2,195,455 72.23 27,77

1990 PRESIDENCIAL 3,275,570 1,934,523 59.06 40.94

1994 PRESIDENCIAL 3,598,328 3,015,750 83.81 16.19

1996 1 RA. VUELTA 3,750,502 2,903,859 77.43 22.57

1996 2 DA. VUELTA 3,750.502 2,861,023 76.29 23.29

1998 CONGRESIONAL 4,129,554 2,183,707 52.88 47.12

1998 MUNICIPAL 4,129,554 2,185,805 52.93 47.07

2000 PRESIDENCIAL 4,251,218 3,236,906 76.14 23.86

2002 CONGRESIONAL 4,644,791 2,371,591 51.06 48.94

2002 MUNICIPAL 4,644,791 2,366,769 50.96 49.04

2004 PRESIDENCIAL 5,020,703 3,656,850 72.84 27.84

2006 CONGRESIONAL 5,369,064 3,121,665 58.14 41.86

2006 MUNICIPAL 5,369,064 3,138,717 58.46 41.54

2008 PRESIDENCIAL 5,764,387 4,113,644 71.36 28.64

2010 CONGRESIONAL 6,116,397 3,451,368 56.43 43.57

2010 MUNICIPAL 6,116,397 3,498,006 57.19 42.19

2012 PRESIDENCIAL 6,502,968 4,566,838 70.23 29.77

2016 PRESIDENCIAL 6,765,245 4,708,746 69.60 30.40

2016 CONGRESIONAL 6,380,722 4,487,745 70.33 29.67

2016 CONGRESIONAL EXTERIOR 384,523 187,273 48.22 51.78

2016 MUNICIPAL 6,380,722 4,549,842 71.31 28.69

FUENTE: JUNTA CENTRAL ELECTORAL

1.2 El principio de soberanía popular


19

La participación ciudadana en los procesos electorales es un derecho


fundamental que tiene arraigo en principios y garantías constitucionales que
permiten su efectividad, de estos la soberanía popular es la primigenia
porque es en el pueblo convocado en asamblea electoral en donde se
deciden los cargos de elección popular que recogen los artículos 2, 209 y
216.1 de la Constitución.

La soberanía popular es la fuente primigenia de donde emana la


autoridad legítima concedida a todos los poderes del aparato estatal que
actúan en conjunto en la configuración de una sociedad democrática, que
esté dotada de un régimen de protección y de oportunidades para la
realización de la vida ciudadana en un clima de dignidad y ética.

El término de soberanía popular se antepone al de soberanía nacional


que se aplica para aquellos residentes en la nación, mientras que el primero
se relaciona con los conceptos de derechos fundamentales y garantías
constitucionales que son afines al neoconstitucionalismo. Es a Rousseau a
quien se le atribuye la concepción política de que el pueblo es el soberano.

Existen otras concepciones sobre la soberanía popular, para Ferrajoli


(2001) ésta se puede resumir en la suma de derechos fundamentales
individuales que se articulan en cuatro categorías de derechos, que, a su
vez, terminan sintetizándose en dos: los derechos procedimentales,
instrumentales o formales y los derechos sustanciales o sustantivos 5.

5
Ferrajoli, «Sobre la definición de “democracia”. Una discusión con Miche-langelo
Bovero» (2001), en Democracia y garantismo, Madrid, Editorial Trotta, pp. 84-85
20

1.3 El principio de supremacía constitucional como garantía de


constitucionalidad

La Carta Sustantiva del 2010 instituye en su artículo 184 que:


Habrá un Tribunal Constitucional para garantizar la supremacía
de la Constitución, la defensa del orden constitucional y la

protección de los derechos fundamentales. Sus decisiones son


definitivas e irrevocables y constituyen precedentes vinculantes
para los poderes públicos y todos los órganos del Estado.
Gozará de autonomía administrativa y presupuestaria .

El principio de supremacía constitucional tiene una larga historia en el


constitucionalismo dominicano. Desde la primera Constitución dominicana
(1844) que en su artículo 125 estable: “Ningún Tribunal podrá aplicar una ley
inconstitucional, ni los decretos y reglamentos de administración general,
sino en tanto que sean conformes a las leyes”.

A decir verdad, el principio de supremacía constitucional ha estado


presente en todas las demás Constituciones que le han sucedido, pero como
un mero enunciado, que no necesariamente de aplicación efectiva.

Es Alexander Hamilton (1788) a quien se le atribuye el mérito de


plantearlo por primera vez en El Federalista número LXXVIII, bajo la premisa
de que la Constitución era la normativa fundamental y suprema que
constituye un mandato superior a la cual debían ceñirse todas las demás
normas jurídicas; y, que son los jueces quienes tenían la potestad de
interpretar y hacer valer ese mandato constitucional frente a cualquier otra
norma o acto que emane de los poderes públicos (Rodríguez Gómez, 2011,
p.349).

La Asamblea Constituyente del año 2010, coloca de forma cimera y


transversal el principio de supremacía constitucional en la configuración del
Estado social y democrático de derecho en el país. Al efecto, toda
21

disposición legal, administrativa o judicial que sea contraria a la Carta Magna


es sancionable con el calificativo de “inconstitucionalidad”.

1.4 El Tribunal Constitucional como garante del control de


constitucionalidad

El Tribunal Constitucional (TC), está estructurado como órgano extra


poder judicial, al que se le atribuyó el control de constitucionalidad mediante
el modelo concentrado, que opera por la vía de la acción directa [ver, las
sentencias TC 0073-12, TC 0051-12 y TC 0408-15].

Pero para impedir que el Tribunal Constitucional sea atrapado por el


“populismo” de casos y se constituya en una cuarta jurisdicción o instancia
ordinaria, la revisión se encuentra condicionada por algunas normas
procedimentales, de las cuales menciono a la “especial trascendencia o
relevancia constitucional”, que da preferencia de conocer o prioriza aquellos
casos que por su naturaleza y conmoción trascienda los límites de su
singularidad.

La apertura a revisión de sentencias interpretativas y exhortativas o de


cualquier otra modalidad reconocidas en el Derecho Constitucional
Comparado son admitidas en el Artículo 47 de la LOTC para el control
concentrado de la constitucionalidad.

Este modelo de control concentrado de la constitucionalidad es el que


fuera ideado por Hans Kelsen a finales de la segunda década del siglo XX,
aplicable para aquellos actos estatales de carácter normativo abstracto y
alcance general, que al decir del presidente del TC, “ha sido el aporte que
más impacto ha producido en la democracia constitucional de nuestros
tiempos” (Ray Guevara, 2019), declaración dada en el marco del seminario
“Pensamiento y Obra de Hans Kelsen”, realizado por esa Institución. Así
mismo, vale decir que el TC dominicano asume la concepción kelseniana de
22

legislador negativo y de sentencias interpretativas, de lo que no entraremos


en mayores consideraciones.

La introducción de la acción directa como mecanismo de control de


constitucionalidad se dio por primera vez en el país en la reforma
constitucional del año 1924, como respuesta a la situación política y de
seguridad jurídica existentes tras la ocupación norteamericana, que impuso
Decretos-leyes de los gobernadores militares invasores.

A su vez, el modelo difuso de control de constitucionalidad le


corresponde a todos los demás tribunales que conforman el poder judicial;
siendo que, en ambas vertientes, la misión única de asegurar el
cumplimiento del mandato de la supremacía constitucional.

Cabe mencionar que, es en la famosa decisión Marbury vs Madison


(1803) en que el juez John Marshall establece por primera vez el modelo
interpretativo de control difuso de constitucionalidad, que sirvió de referencia
al constitucionalismo dominicano.

De este fallo del Magistrado Marshall se estatuyen tres principios


fundamentales del constitucionalismo:

a) Que la constitución tiene una jerarquía superior a cualquier otra ley


ordinaria y su precepto prevale sobre cualquier ley que le sea
contraria.
b) Que los jueces tienen el poder soberano y están en el deber de no
aplicar aquellas leyes que sean contrarias al texto constitucional, y
c) Que la única garantía efectiva de los Derechos Humanos la
constituyen el control judicial de los actos de los poderes Legislativo y
de la Administración.

En la reforma del 2010 se le dió al TC la atribución del control preventivo


de convencionalidad de los tratados, pactos y convenciones internacionales,
23

para que previo a su aprobación en el Legislativo, se proceda desde el


Poder Ejecutivo a someter al TC su validación de constitucionalidad.

El procedimiento general de validación de la constitucionalidad es una


contrastación de si se ha observado las exigencias mínimas constitucionales
de respeto al contenido esencial de los derechos fundamentales y a las
estructuras elementales del sistema de ordenamiento constitucional.

Debemos considerar de igual jerarquía que la norma constitucional


interna a los instrumentos jurídicos internacionales de Derechos Humanos
ratificados por el Congreso Nacional.

La Constitución establece una clasificación de los derechos


fundamentales en varias categorías. En la primera coloca los derechos
civiles y políticos, en los que sitúa el derecho a la vida, derecho a la libertad
y seguridad personal, derecho de reunión y de asociación, derecho a la
igualdad, derecho a tener una personalidad independiente, libertad de
transitar, libertad de expresión y difusión de opinión; y, derecho a elegir y ser
elegible.

La segunda categoría está constituida por los derechos económicos y


sociales, en los que comprenden la libertad de empresa, derecho de
propiedad y otros derechos patrimoniales, derechos de usuario y
consumidor, derechos de familia y de pareja, derecho a la salud y seguridad
social, derecho al trabajo, derecho a la educación, y más. A la tercera
categoría pertenecen los derechos culturales y deportivos.

La última categoría, finalmente, reúne los derechos colectivos, con un


lugar destacado el derecho de preservación al medio ambiente.
24

En ese glosario de derechos constitucionales, el derecho de


participación ciudadana para la defensa de los principios, valores y derechos
conculcados está implícito en la primera categoría.

1.5 Las garantías a la participación electoral

La participación en el proceso electoral conlleva no pocas veces que se


conozcan vulnerabilidades del sistema electoral, que colocan al ciudadano
en ocasiones como víctima o infractor, indistintamente, porque tiene
derechos que reclamar, pero también deberes a cumplir. La afectación
puede ser de una magnitud que haya necesidad de apoderar las instancias
administrativas o las judiciales.

La Constitución tiene las garantías procesales apropiadas y oportunas


para preservar los derechos de participación política en el proceso electoral,
derechos de elegir y ser elegibles, de información, promoción y
competitividad de los ciudadanos que aspiran a presentar candidaturas

Es menester tener presente esas garantías constitucionales y los medios


instituidos en la Constitución y en las leyes para la aplicación de estas
garantías que permiten subsanar o corregir las violaciones al derecho
electoral del ciudadano y para restablecer el orden público constitucional.
Esto tendrá mayor interés de atender cuando se recuerda que en la historia
de los procesos electorales dominicanos no se registra un caso de sanción
por delitos electorales.

Esas garantías constitucionales y su medios apropiados y oportunos


pueden ser presentados ante los órganos de la jurisdicción constitucional,
contencioso administrativo y contencioso electoral para que se reconozca el
derecho vulnerado de participación ciudadana.

De cómo ha sido la experiencia de quienes han accionado para el


25

respeto de derechos conculcados, quienes han recurrido a los medios


constitucionales de eso hablan la jurisprudencia constitucional y de los
tribunales especiales.

La evaluación empírica es la tarea pendiente de cómo estas garantías


impactan en el Estado Social y Democrático de Derecho a partir del
reconocimiento del precedente constitucional con las decisiones del TC, que
son definitivas e irrevocables y constituyen precedentes vinculantes para los
poderes públicos y todos los órganos del Estado (artículo 184 de la
Constitución).
La ley del régimen electoral contiene una serie de disposiciones
generales y normativas de la administración de la jornada electoral que se
complementan con las reglas del procedimiento contencioso electoral
recogidos en la Ley 15-19, Orgánica del Tribunal Superior Electoral y en el
reglamento especial de este tribunal. Cabe señalar la Ley 137-11; Orgánica
del Tribunal Constitucional es la que dispone los procedimientos para las
garantías constitucionales.

Sin embargo, vale afirmar que todos los derechos fundamentales que
muy detalladamente han sido recogidos por la Constitución y tratados
internacionales no son nada, son palabra sin sentido, letra muerta, si no se
sostienen en un sistema de garantías que permita su goce pleno, que los
tribunales han de reconocer.

A esas garantías constitucionales se le denominan “mecanismos de


tutela y protección”, son, en general, de tipo procesal, porque son acciones
judiciales (una de tipo general, como el amparo, mientras que otras son de
tipo específica, como el hábeas corpus y el hábeas data), para salvaguardar
el ejercicio y disfrute de derechos fundamentales.
26

Debemos comprender que una garantía es la herramienta prevista en la


normativa interna e internacional para el reconocimiento de la existencia y
validez de los derechos fundamentales, así mismo como viabilizar su
oponibilidad obligatoria frente a aquellas personas que deben hacerlos
realidad. Es la posibilidad de exigir que se concreten estos derechos, de
hacerlos realidad, de poderlos disfrutar y ejercer.

Hay que destacar que el Constituyente del 2010 eleva a nivel


constitucional una serie de derechos y garantías que eran parte del
ordenamiento jurídico nacional por la vía de la asimilación jurisprudencial.

En otro orden, la reforma al texto constitucional deja atrás la antigua


concepción de que el Estado era el único deudor de la responsabilidad por
violación de los derechos fundamentales, se incluye a los funcionarios o
agentes públicos (artículo 148 de la Constitución), pero siendo los poderes
públicos garantes de la efectividad de esos derechos, el Estado siempre
será garante de estos6.

1.6 La tutela judicial efectiva y debido proceso

La Constitución 2010 se redimensiona porque abarca los mecanismos de


tutela y protección comprendidos en los artículos 68 a 73 de la Constitución
que son derechos fundamentales de carácter procesal, entre los que se
encuentran el amparo en general, y los derechos fundamentales contenidos
en los artículos del 37 al 67, de carácter sustantivo.
27

6
Gil, D. (2011): Constitución comentada (Anotación p.158 y 159). Santo Domingo.
Edición de la Fundación Institucionalidad y Justicia, FINJUS.

Las garantías constitucionales que permiten la participación ciudadana en


los procesos democráticos y el ejercicio de la soberanía popular son los
coadyuvantes de la sostenibilidad de la vida democrática de la Nación
dominicana. La existencia de esas garantías tiene una importancia capital
para la gobernanza, la institucionalidad, el ideal de justicia y la paz que sólo
se obtiene “por medio de derecho” (KELSEN) 7.

1.7 El amparo como garantía constitucionalista

Cabe mencionar entre esas garantías o “mecanismos de tutela y


protección” el habeas data, habeas corpus y el amparo. Este último fue
previsto en el artículo 25 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos del 22 de noviembre de 1969 (ratificada mediante Resolución del
Congreso Nacional No.739 del 25 de diciembre del año 1977). Luego, la
Suprema Corte de Justicia, en sus facultades legales dicto su Resolución de
fecha 24 de febrero de 1999, en la cual estatuyo el recurso de amparo.

Posteriormente se le otorgó rango constitucional en la reforma del 2010,


el amparo general se consagra en el artículo 72 de la Carta Magna . Finalmente,
su regulación se dispone en la Ley 137-11 de fecha 13 de junio de 2011, que
es la ley orgánica del Tribunal Constitucional y de los Procedimientos
Constitucionales (en lo adelante LOTC). La que detalla el procedimiento y
ámbito de la acción de amparo, muy especial en los artículos 65, 72, 76,
94,104, 112, y el 114, que regula el amparo electoral, este último con
competencia exclusiva del Tribunal Superior Electoral.

El amparo es el medio procesal de carácter constitucional para la


protección de los derechos fundamentales, excepto del hábeas corpus y el
28

habeas data, sin distinción de si la vulneración la provoca la autoridad o


proviene de la actuación de los particulares.

7
Kelsen, J. (2001

1.8 El orden público constitucional

Derivado de la aplicación del principio de supremacía constitucional y del


cumplimiento de todos los derechos fundamentales y las garantías
constitucionales tenemos la existencia de un orden público constitucional
que se impone en la jerarquía de intereses del Estado y los particulares y
vinculantes para todas las entidades públicas y privadas, nacionales e
internacionales que actúen en el país.

El orden público constitucional es el estado ideal de constitucionalidad del


Estado Social y Democrático de Derecho que proclama la Constitución de la
República.

1.9 La ponderación en las sentencias constitucionales

En su teoría de los derechos fundamentales se destaca lo que la llama la


“ponderación” de derechos, que es cuando se da un conflicto o colisión entre
principios que es un problema que no se resuelve haciendo que un principio
invalide a otro, sino ponderando a qué principio se le debe dar un mayor
peso específico. En este sentido, el autor habla de que, bajo ciertas
circunstancias, un principio precede a otro, pero que esa preeminencia no
tiene un carácter de permanencia.
En la reforma constitucional del 2010, se adoptó expresamente el
principio de la interpretación constitucional y el de la “ponderación”, que
manda a los poderes públicos cuando se presentan colisión entre derechos
fundamentales a procurar “armonizar los bienes e intereses protegidos por
esta Constitución” (artículo 74.4). Al decir de Jorge Prats (2019) esta
29

asimilación conceptual de la ponderación “nunca habían sido incorporados


textualmente en ninguna de las constituciones vigentes en el mundo 8.

8
Jorge Prats, E. (2019).

1.10 El precedente constitucional


El precedente ha sido descrito por la Corte Constitucional de
Colombia como aquel conjunto de sentencias previas al caso que se habrá
de resolver que, por su pertinencia para la resolución de un problema
jurídico constitucional, debe considerar necesariamente un juez o una
autoridad determinada al momento de dictar sentencia.

La trascendencia del precedente constitucional esta fuera de discusión, hoy


el ejercicio del derecho o su enseñanza universitaria deben estar al tanto de
la evolución de los postulados constitucionales por el carácter vinculante de
los fallos emitidos por el Tribunal Constitucional y el Tribunal Superior Electoral. A
estos se agregan los emanados de las decisiones de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, que fue ratificado por el Congreso Nacional al producir la Ley
137.11, orgánica del Tribunal Constitucional y los procedimientos constitucionales
(en su artículo 7.13).

El tema tiene una alta trascendencia porque impacta transversalmente


con todos los procesos judiciales en todas las materias, que deben siempre
estar atentos a las corrientes del pensamiento jurídico que se generan a
partir de esos precedentes constitucionales.

Sin lugar a duda, que estos precedentes constitucionales sobre los


derechos de ciudadanía contribuyen día a día a configurar el Estado Social y
Democrático de Derecho que proclama la Constitución.

La literatura especializada de Derecho Electoral y de Ciencias Políticas


es abundante sobre el abordaje de estos temas complementarios relevantes:
30

calidad de la democracia, participación electoral, garantías en el Derecho


Constitucional y derechos fundamentales.

En su Teoría de los derechos fundamentales (Alexy, 1993), expone


varios conceptos de interés para el Derecho Constitucional, como la
optimización y la ponderación.

El objeto definido de la obra es "dar respuestas racionalmente


fundamentadas a las cuestiones vinculadas con los derechos
fundamentales” propone estudiar los conceptos de derechos fundamentales,
la influencia de estos en el sistema jurídico y la fundamentación de dichos
derechos fundamentales (Alexy, ibidem, p. 254) .

Plantea que con el análisis lógico se puede librar la ciencia de los DF de


la retórica política y los vaivenes de la lucha de las ideología o concepciones
del mundo. En este sentido, el autor afirma que la teoría estructural que
propone continúa la tradición analítica de la jurisprudencia de conceptos
(Alexy, ibidem, p.346).

Los principios son normas que ordenan que algo sea realizado en la
mayor medida posible, dentro de las posibilidades jurídicas existentes. Por lo
tanto, los principios son mandatos de optimización. En cambio, las reglas
son normas que sólo pueden ser cumplidas o no. Si una regla es válida,
entonces hay que hacer exactamente lo que ella exige. Por tanto, las reglas
contienen determinaciones en el ámbito de lo posible, tanto en lo fáctico
como en lo jurídico. La diferencia entre regla y principios no es de grado,
sino cualitativa (Alexy, id bidem46).
31

2.0 Capítulo II: PROCESO ELECTORAL Y EL SUFRAGIO

La Constitución 2010 es de carácter garantista, estableció el carácter de


universalidad del sufragio (artículo 208), con las excepciones señaladas en
el propio texto: que son militares y policías activos; y los que hayan perdido
o suspendido su derecho de ciudadanía. Como se recordará el derecho de
ciudadanía se adquiere a los 18 años cumplidos o por la excepción de
contraer matrimonio (artículo 21).

En sus orígenes, el sufragio no era universal, solo en la reforma


constitucional de 1865 se acogió por primera vez, pero no era absoluto
porque excluía a la mujer, a quien sólo se le permitió votar en la reforma
constitucional de 1942. Nos adelantamos a Francia que tomó la decisión en
el año 1946.

2.1 El derecho al sufragio

El Derecho Electoral se define con frecuencia como conjunto de reglas


que regulan el derecho de los ciudadanos a participar en los asuntos
públicos, escogiendo sus representantes elegidos de forma libre, se
establece el sistema de elección y su procedimiento. Este incluye, además,
las normas que regulan las votaciones mediante las que se participa en el
ejercicio de los poderes públicos.

Aunque el concepto elecciones está más relacionado con el de


representación, traspasa ese ámbito, porque hay connotación electoral en
los referéndums y otros instrumentos de democracia directa. En estos
32

eventos hay derecho de sufragio activo, pero si discutible el pasivo. La


calidad de elector es común para votar en elecciones que se escogen
representantes o en el caso de una consulta directa para decidir sobre algún
asunto de políticas públicas.

De allí que no resulta conceptualmente abarcadora la definición que


suele darse de derecho al sufragio circunscrito a elecciones, porque no
recoge la extensión de su contenido participativo en la toma decisiones
cuando hay opción para escoger en una consulta popular. Además, de que
el enfoque es en relación con el ciudadano participante y no se piensa en las
demás entidades que hacen posible la realización de los eventos.

Regularmente no se menciona a los administradores de los procesos


electores que organizan y controlan la elección y la certeza de los resultados
electorales, quienes deben ejercer autoridad sobre los actores que ejercitan
su derecho al sufragio activo y pasivo.

Se puede observar claramente que el objeto principal del Derecho


Electoral es definir las condiciones formales jurídicas del derecho de
participación política de los ciudadanos, en sus dos vertientes del derecho a
emisión del voto como del derecho a ser votado para ejercer por elección
popular a cargos públicos. Desde una visión amplia del derecho electoral se
puede afirmar sin temor a equivocarse que el objeto de este derecho tiene
como objetivo general establecer las reglas funcionales básicas de la
democracia. Sin sufragio no hay democracia.

La Constitución se encarga de establecer las cualidades y condiciones


del sufragio democrático: “La soberanía popular se expresa a través del
sufragio popular que será universal, igual, directo y secreto; y será ejercido
en las formas y condiciones establecidas en la presente ley” (artículo 3). Es
universal porque todos los ciudadanos sin establecer distinción de ninguna
índole gozan de ese derecho; directo porque no hay delegación, el
ciudadano acude personalmente en la elección y vota según su preferencia;
33

libre, porque se manifiesta la voluntad del elector; secreto, porque la ley


asegura la discrecionalidad o secreto del voto. No es suficiente, con la
universalidad del sufragio para que se garantice la democrática, es
necesario que este acompañado de pluralismo político, competitividad y
neutralidad del poder público.

El Derecho Electoral Comparado obedece a los mismos principios


rectores y reflejan similitudes en la estructura electoral de los Estados
democráticos. Esos principios son en esencia: un sistema representativo, la
neutralidad de la administración electoral, libertad de presentar de
candidaturas, la igualdad de oportunidades de los candidatos para competir,
la universalidad, igualdad, libertad y secreto del sufragio y, la judicialización
del sistema de verificación y controles de la regularidad de la elección.

2.2 Sufragio activo

En todo caso, el Derecho Electoral tiene por finalidad hacer efectivo el


principio soberanista que descansa en el pueblo, manifestándose en el
derecho individualizado de cada ciudadano a votar.

Se trata de un derecho en principio, que debiera ser de libre ejercicio,


pero en el país se determina también que es un deber, que consagra la
Constitución (artículo 208).

La titularidad del derecho de sufragio activo pertenece, en principio, a


todos los ciudadanos, no haciendo distinción por razones de raza, sexo,
credo religioso, condición especial o de otro tipo. Esto no ha sido siempre
así en la historia republicana. Se exigen requisitos para tener la titularidad
del derecho de sufragio activo, que en algunos países se extiende a veces a
los que no son nacionales, caso de Chile que permite a los extranjeros
residentes votar en las elecciones municipales, previo empadronamiento.
34

En general la titularidad del derecho de sufragio activo es inseparable de


unos requisitos “positivos” y a la fijación de un régimen de inhabilitaciones o
requisitos “negativos”.

2.3. Requisitos positivos del sufragio activo

a) Ciudadanía: en nuestro país, se atribuye el derecho de ciudadanía y al


sufragio activo a los que hubieren cumplidos la mayoría de edad, o menores
emancipados, pero siempre a los nacionales.

b) Edad: en el país la edad exigida para poder ejercer el derecho al voto es


la de 18 años (artículo 21 de la Constitución).

e) Inscripción en el padrón o registro electoral: lo que permite la depuración


de la identidad de las personas y la efectividad y corrección del listado
definitivo de electores.

2.4. Requisitos negativos del sufragio activo

Desde el punto de vista técnico, se trata, exactamente, de incapacidades o


inhabilitaciones.

a) Como: Condena judicial a pena criminal firme, con autoridad de la cosa


juzgada, mientras dure el tiempo de la condena.

b) Específicas, por ser Miembros en servicio activo de las Fuerzas Armadas


y la Policía Nacional

2.5 Sufragio pasivo

Se puede definir el derecho de sufragio pasivo como el derecho individual a


ser elegible para los cargos públicos de elección popular. Sin embargo,
35

puesto debido a que para ser elegido es necesario que primero haya que ser
proclamado como candidato, la anterior definición resulta incompleta, pues
en principio podría darse la circunstancia de ser elegible, sin embargo, no
poder usar del derecho por no reconocérsele al individuo la facultad de
presentar candidaturas, sino a los partidos.

2.6. Requisitos positivos del sufragio pasivo

Aquí, en el sufragio pasivo, los requisitos positivos serían, en teoría, el


conjunto de condiciones que se requieren para poseer la “capacidad” de ser
elegible. Las condiciones de capacidad son creadas por el ordenamiento y,
son indisponibles (ya que no se derivan de un acto subjetivo de voluntad),

a) Poseer la cualidad de elector. Aunque no necesariamente este inscrito de


la demarcación para la que se postule.

b) Clase de ciudadanía: En algunos casos se requiere que los


nacionalizados tengan un tiempo determinado para aspirar. En otro caso se
le exige un tiempo de residencia en el lugar para el que se postule

c) Edad: el requisito de la edad no coincide, prácticamente en ningún caso,


con el del sufragio activo.

d) Clasificación por edades: 30 años para presidente y vicepresidente de la


Republica, 25 años para ser senador y diputado (sucesivamente, arts.123,
79 y 82 de la Constitución).

2.7. Requisitos negativos del sufragio pasivo

a) No incurrir en transfuguismo en perjuicio de sus compañeros de


partido;
b) No estar afectados de inhabilidades constitucionales o legales.
36

3.0 CAPÍTULO III: LOS PARTIDOS POLÍTICOS Y LA PARTICIPACION

POLITICA

En la República Dominicana hoy existen unos 30 partidos reconocidos por la


Junta Central Electoral (JCE), que es el órgano con responsabilidad
controladora del sistema de partidos.

En los países democráticos, el sistema de partidos resultante es fruto de la


historia de aquella sociedad. Siendo la política una forma de regular los
conflictos que existen en una sociedad la aparición de determinados partidos
es consecuencia de los conflictos que hayan existido en ella. (p. 146)

Los partidos políticos son los principales agentes de movilización


electoral, y sus características, así como las del sistema de partidos que
configuran, influyen en los niveles de participación electoral. Sin embargo,
hay algunas controversias a propósito de la manera en la que estos influyen
sobre la participación. En principio, podemos distinguir cuatro elementos dl
sistema de partidos que pueden tener un efecto sobre la participación:

- El número de partidos que compiten por el voto.

- la polarización o distancia ideológica de estos partidos.

- la fuerza de los anclajes de los partidos políticos con la


sociedad
37

– el grado de competitividad electoral

La variedad y diversidad en la oferta política es otro de los factores


que pueden incrementar la participación electoral, cuanto mayor sea el
número de partido políticos existentes y cuanto mayor sea la distancia
ideológica que los separa, más diversa es la oferta política, más
posibilidades hay de que cualquier elector encuentre una candidatura
que le satisfaga, y por lo tanto mayor será la participación.

Sin embargo, un número de partidos excesivamente elevado puede


hacer que la formación del gobierno dependa más directamente de
acuerdos entre estos que del resultado electoral, lo que puede aumentar
la abstención. Por lo tanto, también es posible argumentar que un mayor
número de partidos conduce a una menor participación electoral.

3.1 Las candidaturas

La presentación de candidaturas es un monopolio vedado a partidos,


agrupaciones y movimientos políticos, a expensa de que se señala en el
texto de ley las candidaturas independientes, estas no son admisibles si no
se presentan por una plataforma política que requería una carga de
requisitos similares al reconocimiento de un partido.

Las candidaturas electorales pueden ser entendidas como el opus necesario


para que se celebren elecciones, porque vienen a ser la conditio sine qua
non para que el sufragio se materialice. Tal como las define Nohlen, las
candidaturas son las ofertas políticas diferenciadas entre las que han de
decidir los electores.

Las regulaciones técnicas de las candidaturas inciden con claridad en la


formación de las preferencias de los electores y, por consiguiente, en los
resultados electorales. A este respecto, conviene recordar que la doctrina ha
puesto tradicionalmente de relieve la trascendencia de la forma de las
candidaturas sobre la conformación de la voluntad popular.
38

Siguiendo el procedimiento de la Ley 33-18 de partidos, los diversos


aspectos que deben ser abordados a la hora de hacer un análisis en
profundidad de las candidaturas. Sucesivamente, nos ocupamos de los
siguientes: plazo para la presentación de las candidaturas; autoridad ante la
que ha de formalizarse la presentación; instancias legitimadas para la
designación de los candidatos y ulterior presentación de las candidaturas;
formalidades exigidas para la presentación de una candidatura; forma,
características y requisitos de las candidaturas; modificaciones de las
candidaturas; calificación de las candidaturas; régimen de los recursos;
proclamación de las candidaturas y, por último, incidencias extraordinarias
sobre las candidaturas.

Junto a estos aspectos sustanciales de las candidaturas, tiene gran interés


el cumplimiento normativo de las cuotas asignados en la ley a mujeres y
jóvenes, el porcentaje de reserva que podrán disponer los órganos de
dirección partidaria para la propia dirección, personalidades de la comunidad
y para las alianzas con otros partidos.

La cuestión de las candidaturas electorales seguirá ocupando, un lugar de


primer orden en el proceso democratizador que se ha expandido a lo largo,
del último cuarto de siglo por toda Latinoamérica.

Abordaremos los plazos dentro de los cuales se han de presentar las


candidaturas y las autoridades ante las que se deben formalizarse estas,

La primera de las cuestiones que en este punto presenta interés discernir


es la de si la autoridad ante la que se han de presentar las candidaturas es
única, esto es, si es la misma en todo tipo de comicios, o si, por el contrario,
es plural, esto es, si difiere en función normalmente del tipo de elección
(véase Ley 33-18).

3.2 Voto preferencial: diputados, regidores y vocales


39

El voto preferencial fue establecido administrativamente por la Junta


Central Electoral mediante resolución 5/2001 y aplicada en las elecciones
del 2002 por primera vez, la que siguió utilizada en los posteriores procesos,
pero solo para los diputados. En el año 2010 la JCE de entonces elimino el
voto preferencial mediante la resolución 74/2010, que, a su vez, se reintegró
al sistema por la iniciativa de un grupo de diputados, dando lugar a la Ley
157-13, que más tarde ratificara la ley 15-18 del régimen electoral, que
extendió el voto preferente también a los regidores.

Con el voto de los diputados se suscitó otro tema conexo que es la


existencia del voto de arrastre, en que los votos sufragados a los candidatos
a diputados de un partido se le suman adicionalmente al de los candidatos a
senadores de su propio partido.

Este tema genero amplios debates políticos, resultando que la JCE había
dictado una resolución que le fui impugnada, pero el órgano electoral
respondió con otra resolución que admitía parcialmente la impugnación, pero
la mantenía en seis demarcaciones del nivel congresual que
coincidencialmente representaba más del 50% del electorado nacional. El
asunto lo definió el Tribunal Constitucional que finalmente elimino el arrastre
de diputados a favor de senadores, pero en su decisión no tomo ninguna
medida en cuanto al arrastre municipal de regidores a favor del alcalde y de
vocales a favor del director de Distrito Municipal.

Otro tema conexo es la representación de las minorías partidarias, que


constitucionaliza para que, en los casos que se deba escoger más de dos
candidatos, en circunscripciones plurinominales que corresponden a
elección de diputados, regidores y vocales se usara el procedimiento de
proporcionalidad, que se calcula mediante el método D´Hondt que distribuye
escaños por la votación de los partidos, luego toma en cuenta el orden de
los más votados dentro de cada partido.

3.3 Marco regulatorio para las candidaturas


40

La ley 33-18 de partidos, agrupaciones y movimientos (en lo adelante Ley


de partidos) es el marco normativo del sistema de partidos y otras entidades
políticas, que tiene su anclaje constitucional en el artículo 216 de la Carta
Magna.

Antes de la ley, la normativa de los partidos era escasa y dispersa en


algunas leyes incluidas en la antigua Ley electoral 275-97, que tenía varios
artículos dedicados al reconocimiento de estos, la perdida de la personería
jurídica. En general, los partidos se regulaban con sus propios estatutos
partidarios. Esto generaba un problema porque esos estatutos tenían poco
ámbito de aplicación y no podían ser de carácter general.

La ley de partidos, en su artículo 45 párrafo 1, traza los métodos o


modalidades para la escogencia de las y los candidatos de los partidos,
agrupaciones y movimientos políticos, Asimismo establece plazos fatales
para decidir el tipo de modalidad, para los fines.

3.4 Modalidades para la escogencia de los candidatos

El legislador le da independencia a los partidos para que decidan la


modalidad de primarias simultáneas porque serán, bien sean con padrón
abierto o cerrado, a más tardar el primer domingo del mes de octubre del
año preelectoral, lo notificará a la JCE, previa aprobación del organismo
competente de cada partido, de conformidad con el artículo 46, párrafo II de
la ley precitada.

En cuanto a las demás modalidades establecida en la ley, los partidos,


agrupaciones y movimientos políticos, deberán presentar a la JCE, cuál será
la modalidad o modalidades que usarán para la escogencia de sus
candidatos, a más tardar el último domingo del mes de octubre del año
preelectoral. Conforme al párrafo segundo del artículo 46.

Los partidos que escogerán sus candidatos para las elecciones del 2020,
mediante la celebración de primarias simultáneas, organizadas por la Junta
Central Electoral. De estos, los partidos, agrupaciones y movimientos
41

políticos, que decidan participar en las primarias simultáneas, con lista o


padrón cerrado deben presentarlo a la JCE, 90 días antes de la fecha de
celebración de las primarias simultáneas,

3.5 De las reservas de candidaturas

La ley de partidos dispone que los partidos, agrupaciones y movimientos


políticos, que hayan determinado hacer uso de las reservas de candidaturas,
para la alta dirección del partido, alianzas o fusiones, la cual no podrá
exceder del 20%, tienen como fecha límite para ser comunicada por escrito
a la JCE, a más tardar 30 días antes del inicio de la precampaña. Según,
artículo 57.de la ley.

Los partidos, agrupaciones y movimientos políticos, que hayan decidido


hacer uso de las reservas de candidaturas, están obligados a comunicar en
detalle a la JCE, los territorios, demarcaciones, circunscripciones con los
cargos de elección popular donde se reservas, las cuales deben contar con
la aprobación de su máxima dirección, por lo menos 15 días antes del inicio
de la precampaña. Según, el artículo 58, párrafo III, de la Ley 33-18.

Los partidos, agrupaciones y movimientos políticos, que hayan decidido


hacer uso de las reservas de candidaturas, están obligados a comunicar en
detalle a la JCE, los territorios, demarcaciones, circunscripciones con los
cargos de elección popular donde se reservas, las cuales deben contar con
la aprobación de su máxima dirección, por lo menos 15 días antes del inicio
de la precampaña. Según el artículo 58, párrafo III, de la Ley 33-18.

La precampaña, es el periodo durante el cual los partidos, agrupaciones y


movimientos políticos, realizan las actividades y el proselitismo interno de los
precandidatos, con el propósito de definir las candidaturas a cargos de
elección popular. Según el artículo 40 de la Ley 33-18
42

El periodo de precampaña se inicia el primer domingo del mes de Julio y


concluye con la escogencia de los candidatos. Según el artículo 41, de la
ley.

Los partidos, agrupaciones y movimientos políticos, que hayan decidido


escoger sus candidatos para los cargos de elección popular, mediante
primarias simultáneas, deberán hacer depósitos en la JCE, de las listas con
los respectivos expedientes de los precandidatos, a más tardar 45 días
antes de las primarias. Según el artículo 50 de la Ley 33-18.

Observamos que este anterior artículo de la ley de partidos fue abrogado


por la posterior Ley 15-19, Orgánica de la Junta Central Electoral y del
régimen electoral, que es la ley que debe aplicarse. Veamos:

La Ley 15-19, en el artículo 141, estable, que el plazo para la inscripción


de candidaturas por los partidos, agrupaciones y movimientos políticos es de
75 días antes de la fecha en que deba celebrarse la elección ordinaria
correspondiente. Además, establece, que el depósito de registro de
candidaturas se hará antes las juntas Electorales y antes la Junta Central
Electoral, según corresponda a la demarcación y el nivel de elección,
conforme al artículo 137. Considero que es imperativo aplicar este artículo y
no el correspondiente a la ley de partidos.

La JCE, dará a conocer el computo del boletín oficial de los resultados


finales, en un plazo no mayor de 5 días después de la celebración de las
primarias . Asimismo, hará la proclamación de los candidatos electos, en un
plazo no mayor de 5 días después de haber emitido dicho boletín oficial.
Según el artículo 51, Párrafo I, limite para emitir resultados finales.

3.6 El voto en el extranjero

En América Latina se comenzó a utilizar el voto en el extranjero desde


hace décadas, en el caso de la Republica Dominicana, la iniciativa se
43

produjo por la presión ejercida por las organizaciones de residentes en


Estados Unidos, sobre todo en Nueva York; se introdujo sus regulaciones y
dispositivos específicos para permitirlo en la Ley electoral 275-97, pero fue
diferido para aplicarse por primera en las elecciones presidenciales del año
2004, fruto de las tensiones políticas que se dieron entre la Junta Central
Electoral y el Poder Ejecutivo que pedía su renuncia y le plantó un boicot
que se extendió por unos tres meses con la retención de los recursos
económicos que les correspondían a la Junta.

En la primera experiencia la participación no fue masiva, pero si fue


significativa en el mensaje que se le envió a la diáspora, luego, el
empadronamiento ha venido incrementándose con el transcurrir del tiempo.

El tema ha tomado una especial visibilidad y relevancia, que, si bien se


explican, por las condiciones y exigencias de cada país receptor o cada
contexto nacional en lo particular, por los costes que acarrea y en ocasiones
la intervención de autoridades de los países receptores. Hoy se tiene una
extensión intercontinental que comprende tres circunscripciones
internacionales y postula siete diputados.

En general, se entiende como la facilidad en la normativa electoral de un


determinado país para que sus ciudadanos residentes o incluso en tránsito
por el extranjero puedan efectivamente votar.

Hay quienes no están conformes con la denominación de “voto en el


extranjero”, por el de voto “desde el extranjero”, que, más allá del aspecto
semántico esta la cuestión de territorialidad.

Para Thompson (2006), no hay duda de que se está acumulando una


experiencia con el voto en el exterior, que buena parte de los países latino
americano, no deben desentenderse— con el fenómeno de su migración
internacional, que en muchos casos está conformada por vastos
contingentes de trabajadores, es decir, por personas cuya principal
motivación para trasladarse al extranjero es de carácter económico y está
44

determinada por la falta de oportunidades de trabajo y posibilidades de


bienestar en su país de origen.

Esto, sin pasar por alto que también muchos países de la región han
experimentado, en un pasado relativamente reciente, prolongadas o
reiteradas experiencias autoritarias que también han generado importantes
flujos de migrantes internacionales por razones políticas, caso de exiliados
(Thompson, 2006).

3.7 Calidad de la democracia.

Hoy en día no es suficiente hablar de que un país ha logrado alcanzar un


estado de democracia, en general, o en sus diferentes denominaciones, lo
que cuenta es establecer la noción de calidad de la democracia, definir su
perfil y compararlo con otros países. Pero el tema no está del todo
consensuado, se preparan diversos Índices en los cinco continentes,
generalmente, difieren en la lista de cualidades que hacen percibir como
“buena” o “mala” una democracia, o también, de otra manera, a las
características que usamos para diferenciar entre regímenes políticos que
consideramos “más” democráticos que otros que apreciamos como “menos”.

El escrito sobre Calidad de la Democracia de Greppi (2014), plantea que


la “democraticidad” es un asunto gradual que tiende a cambiar dependiendo
del cumplimiento de determinadas condiciones, en ese sentido la noción
intuitiva de la calidad de la democracia supone la existencia de un umbral de
acceso que se asume implícitamente, para establecer límites sobre cuales
regímenes se puede predicar que cumplen con ese perfil democrático.

En el mundo, después de finalizar la “guerra fría” e iniciado el


reordenamiento de las grandes potencias, cobra gran interés la
determinación de un conjunto de índices objetivos, mediante los que se
describan cuáles son esas cualidades de relevancia para asumir el buen
ejercicio institucional. Generalmente, se entiende que este umbral mínimo al
45

que venimos aludiendo es el umbral electoral.

Para Greppi, los presupuestos teóricos para definir la calidad de la


democracia tres dificultades, la primera es que las comparaciones se
realizan “a los sistemas democráticos, esto es, a aquellos que consiguen
superar un umbral mínimo, conforme al cual de ellos pueda predicarse la
cualidad de ser regímenes democráticos. Dicho de otra forma, la noción de
calidad presupone un umbral excluyente, y esto abre la puerta a toda clase
de debates. ¿A partir de qué nivel de “democraticidad” puede empezar a
hablarse de calidad democrática?” (Greppi, ibidem).

Se ha de suponer que ese umbral mínimo es el cumplimiento de los


siguientes requisitos: (a) la existencia del sufragio universal para todos los
ciudadanos mayores de edad, (b) la celebración de elecciones libres, justas,
periódicas y competitivas, (c) la propuesta de más de una opción política
sostenible, y (d) la vigencia de medios alternativas de información a la
ciudadanía que rompa con el cerco de grupos de poder. Es menester
señalar que existen múltiples criterios para establecer esas condiciones
mínimas de valoración democrática y comparación.

Una segunda dificultad, para determinar los criterios de calidad


democrática está relacionada con la variedad de sus formas institucionales.
“La comparación entre sistemas que tienen estructuras constitucionales tan
diferentes dependerá de tal cantidad de factores que la determinación de un
patrón general de democraticidad termina por volverse irrelevante. Y el
problema es que no existen solamente tipos puros entre los que establecer
comparaciones —y, en el límite, entre los que escoger el “mejor” de todas
las posibles variantes institucionales—, sino que la fenomenología de los
diseños institucionales incluye un amplio abanico de soluciones intermedias,
como pueden ser, utilizando la terminología de las democracias
plebiscitarias, fuerte o débilmente mayoritarias, proporcionales, conflictuales,
etc.” (Greppi, ibidem, p.178):
46

Y, la tercera dificultad, tiene que ver con la distinción entre mejores y


peores democracias que depende de la propia idea general de calidad. Los
parámetros de medición de la calidad cambian dependiendo del punto de la
referencia que se tome. Lo que resulte “bueno” desde una perspectiva no es
necesariamente bueno desde otra.

El autor plantea, que esas dificultades podrían ser resueltas con el


afinamiento o debidas estipulaciones conceptuales que den lugar a
justificaciones en el plano normativo y pragmático.

3.8 Medición de la calidad de la democracia.

La experiencia de mediciones de la calidad de la democracia utilizando


sondeos anuales es, desde hace décadas, un instrumento que es usado por
diversas organizaciones no gubernamentales (ONGs), como la
estadounidense Freedom House (el acceso a estos informes y la
metodología usada está disponible en www.freedomhouse.org).

Otra ONG de prestigio es la Corporación Latinobarómetro, una ONG con


sede en Santiago de Chile, que en su INFORME LATINOBAROMETRO 2018
ofrece estos hallazgos:

“El perfil de género de la democracia es uno de los más


conocidos. Son más hombres que mujeres los que
apoyan a la democracia y a medida que aumenta la
edad, aumenta el apoyo. A medida que disminuye la
edad hay más indiferencia y autoritarismo. El apoyo al
autoritarismo está lejos de ser una cosa de las viejas
generaciones. Por el contrario, las nuevas generaciones
lo traen de vuelta. El surgimiento de la derecha radical
47

en Europa está también basado en jóvenes de nuevas


generaciones, no hay que engañarse que América
Latina no es inmune a ese fenómeno. Estamos
analizando una muestra de veinte mil casos que tiene
significancia estadística del 1%. Es decir, la diferencia de
un punto porcentual es significativa. Ello quiere decir que
tenemos evidencia dura que el autoritarismo crece a
medida que disminuye la edad. Son los más jóvenes
los más autoritarios” (www.latinbarometro.org).

La revista británica “The Economist” pertenece a The Economist Group,


que publica una medición de la calidad de la democracia a través de un
Índice de democracia que parte de una categorización de cinco criterios
democráticos que deben cumplir los países evaluados: proceso electoral y
pluralismo, libertades civiles, funcionamiento del gobierno, participación y
cultura política

El índice clasifica, además, la calidad de la democracia de los países en


procesos electorales y pluralismo. A la fecha, las democracias electorales se
han establecido en el 60% de los Estados del mundo, cerca de 115 países,
de un total de 192. La República Dominicana se ubica en la posición 61,
dentro de las llamadas democracia imperfecta.

Un informe entregado por el Programa de las Naciones Unidas para el


Desarrollo (PNUD), en marzo del año 2019, coloca la República Dominicana
entre los cinco países de peor calidad democrática de 24 medidos en
Latinoamérica. El estudio indica que los déficits de la democracia
dominicana no son coyunturales, sino estructurales y contrastan con el
crecimiento económico, que no se refleja en el nivel institucional y social,
con creciente desconfianza en la libertad de expresión.

En el estudio del PNUD, se plantea seis dimensiones evaluativas:


Derechos políticos y sistema electoral, Derechos fundamentales, Estado de
48

Derecho, Calidad de la gestión pública, Calidad de vida y equidad social y


económica, y Cultura política democrática.

En la primera dimensión, Derechos políticos y electorales, hay 30


indicadores, en los que RD recibe partes iguales entre satisfactorios,
deficitarios y aceptables, Con la puntuación más baja entre 23 países de la
región, y la peor desde la transición democrática iniciada en 1978, en
medios de comunicación críticos y en compra de votos, por una práctica
generalizada en el territorio y por la mayoría de los actores políticos
relevantes.

En todos los 14 indicadores de Derechos fundamentales el país tiene una


situación que no es satisfactoria, con 7 aceptables y otros tantos deficitarios,
inclusive derechos de mujeres e inmigrantes

Ahora, no todo es negativo, se informa positivamente que se observa


un alto nivel de participación ciudadana, el tercero mejor valorado en la
región y en la calificación de la democracia Local y la gestión municipal 7.
49

4.0 CAPÍTULO IV: CANDIDATURAS CON CUOTAS

4.1 Las cuotas de género y Juventud

Los antecedentes históricos de la vinculación de la mujer en la actividad


política y electoral no han sido los más satisfactorios, porque no es casual
que en 175 años de vida republicana no se haya electa una mujer a la
presidenta de la República y solo hemos tenido dos escogidas al cargo
vicepresidencial, ellas son Milagros Ortiz Bosch y Margarita Cedeño.

El padrón electoral está indicando un dato empírico, que los jóvenes y las
mujeres son un gran potencial para decidir las próximas elecciones debido a
que, los jóvenes que son los de menos de 35 años, estos representan el
40.3% de los votantes para este 2020, y que las mujeres representan un
52.7 % del padrón de mayo 2020, calculado con la proyección de los
cedulados a la fecha, que corresponde a la sumatoria de electores
residentes nacionales y del exterior.

Sin embargo, tradicionalmente el trato a las mujeres en la participación


política ha sido desigual respecto a los hombres no obstante ser la mayoría
en la población, incluso las normas electorales que son aparentemente
neutras, no acogen esa proporción poblacional para la cuota, que seria al
menos del 50% para cada sexo, pero si se insertó una cuota de genero de
“no menos de 40% ni más del 60% de ambos sexos”, que en los hechos se
enfoca a interpretar que es una cuota del 40% para la mujer, bajo el alegato
de que “hay dificultad para conseguir mujeres que completen las listas”, lo
que en el trasfondo refleja, más que apatía, marginalidad histórica de su
participación política en la sociedad dominicana.

Esto se agrava con la situación de violencia contra la mujer que sacude al


país, esto es una pandemia que día a día acrecienta la lista de fallecidas por
50

sus exparejas, dejando una secuela de hijos huérfanos que convierten la


problemática en tragedia nacional.

En el país no se siente el desarrollo de políticas públicas del Estado


direccionadas a orientar y educar a la población sobre esos trágicos hechos
que enlutan a toda la ciudadanía.

En el sistema interamericano todas las constituciones establecen la


formalidad de insertar los principios de igualdad y de no discriminación
contra la mujer. La constitución dominicana lo hacen en términos generales,
una fórmula hoy ya poco utilizada y que a la letra dice: “la mujer y el hombre
son iguales ante la ley” (art.39.4). En el mismo artículo, en su numeral 5, se
establece que “El Estado debe promover y garantizar la participación
equilibrada de mujeres y hombres en las candidaturas a los cargos de
elección popular para las instancias de dirección y decisión en el ámbito
público, en la administración de justicia y en los organismos de control del
Estado”.

Se sostiene que por la histórica situación de trato diferente que se le ha


dado a la mujer se promueve que se consigne en la Carta Magna que “la
mujer y el hombre son iguales ante la ley”, se argumenta que esa
discriminación en la vida social y jurídica por cuestiones de género coloca a
las mujeres en serias dificultades para el acceso a un empleo en
condiciones de dignidad (Sosa, 2011).

En ese mismo sentido (Dahl,1992) se plantea la pregunta, ¿Por qué


igualdad de oportunidades? Para afirmar que:

Los críticos nos dicen que los ciudadanos o el demo


(pueblo) deben disponer de oportunidades apropiadas e
iguales para actuar de cierto modo. Imagino enseguida
dos posibles objeciones a esta formulación. Primera,
que las “oportunidades iguales” podrían quedar
reducidas apenas a requisitos formales o legales que
51

pasen por alto diferencias importantes…Una segunda


objeción seria más o menos así: la oportunidad de
actuar para hacer algo implica forzosamente que uno
pueda elegir no actuar. Si el proceso democrático es
conveniente, ¿no tendrían los criterios que aclarar no
solo las oportunidades sino también las obligaciones de
los ciudadanos

El instrumento internacional de protección de derechos humanos más


elevado para combatir los obstáculos que impiden la equidad en la
representación política de las mujeres es la Convención para la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer
(conocida como CETFDCM o CEDAW por sus siglas en ingles), adoptada
por la ONU en 1979 y ratificada por todos los países de la región. Por tanto,
la Convención puede ser reclamada como instrumento válido y obligatorio de
cumplimiento en el tema de participación política de la mujer y su cuota.

Esto conlleva que pueda ser invocada como instrumento de cumplimiento


obligatorio en todos los países que la han suscrito, incluida el país. En la
convención hay un artículo que es específico sobre igualdad en la vida
política y pública (artículo 7) y otro que plantea cuales serían las medidas de
carácter transitorias no discriminatorias que se debían acoger para hacer
efectiva la igualdad (artículo 4).

Así mismo, la CEDAW tiene un Protocolo Facultativo que fue adoptado en el


año 1999, que solo ha sido ratificado en Latinoamérica a la fecha por Brasil,
Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Perú,
Uruguay, Venezuela y la República Dominicana. Las mujeres de estos
países han ganado el derecho de ejercer el procedimiento de comunicación
ante el comité internacional que monitorea el cumplimiento de la CEDAW.

En la primera edición del tratado no figura un artículo específico que


estudiara la legislación en lo relativo con la participación política de las
52

mujeres, solo un artículo que se refiere a la representación de las diferentes


minorías y de las mujeres (Sottoli, 1998). La atención en ese caso estaría
puesta en la formulación de preguntas sobre la procedencia y la validez de
la difusión de la participación política de sectores ciudadanos mediante la
implementación de acciones positivas y la efectividad de estas medidas.

Es en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer que fuere realizada en


Pekín (1995), en donde el bloque de América Latina propuso la aprobación
de la obligatoriedad de las cuotas de participación política de la mujer. En
ese escenario se presentó la mayor oposición por parte de la Unión
Europea, por lo que no llegó a aprobarse en la Plataforma de Pekín una
disposición en ese sentido.

Los datos empíricos sobre la composición de las cámaras legislativas y


los concejos de regidores y vocales indican que hay una notoria diferencia
de género en la matrícula de estos órganos estatales, lo que reflejaría que
las condiciones políticas, sociales y culturales en las que participarían las
mujeres no les he favorables.

Por esa razón, en el país el legislador consideró procedente establecer la


anteriormente comentada cuota de género, en la proporción de no menor de
40% ni mayor de 60% para hombres y mujeres, tratando de acercarse al
sentido de equidad que está presente en la Constitución en la expresión
“que todos somos iguales frente a la ley”.

El enunciado del texto constitucional, no se limita al principio de igualdad


del artículo 39, sino que consagra la garantía del artículo 216, párrafos I y II :

Párrafo I: Garantizar la participación de ciudadanos y


ciudadanas en los procesos políticos que contribuyan al
fortalecimiento de la democracia.
53

Párrafo II: contribuir en igualdad de condiciones, a la


formación y manifestación de la voluntad ciudadana,
respetando el pluralismo político mediante la propuesta
de candidaturas a los cargos de elección popular.
El tema de la cuota de género se aprobó primero, en el artículo 53 de la
Ley de Partidos, pero los redactores de la Ley 15-19, reintrodujeron de forma
subrepticia el tema la cuota de género, para procurar su distribución sobre la
base de la propuesta nacional, en lugar de las circunscripciones, esto parece
justificarse en la “dificultad” de conseguir mujeres para completar las listas
de propuestas de candidaturas en las circunscripciones plurinominales,

El derecho al voto de la mujer dominicana solo fue alcanzado en la


reforma constitucional del año 1946, porque hasta ese momento el ámbito
electoral solo pertenecía a los hombres. Esa conquista no significa en modo
alguna que la mujer como tal dejó de ser discriminada, porque ese hecho de
reconocer que sin la mujer no se podía hablar de universalidad del voto, sin
embargo, esto no cambio mucho en la mentalidad de los hombres porque la
desigualdad en el trato es un asunto con profundas raíces en la cultura
machista del dominicano.

En el sistema electoral la regla de cuotas ha evolucionado, en principio


por disposición reglamentaria de la JCE fue de un 25%, luego se aumentó a
un 33%, siendo hoy sustituida por la fórmula de cuota de género, reglada
con la conocida cuantía de no menos de 40 % ni más del 60%, entre ambos
sexos.

Llama la atención la conducta de los legisladores, quienes habían


aprobado la cuota de género en el artículo 53 de la Ley 33-18 de Partidos,
que luego se modificó por el artículo 136 de la Ley 15-19, del régimen
electoral, en donde colocaron un párrafo que determina que, en la cuota, la
cuantía de cada sexo se calcularía sobre la base de la propuesta nacional,
54

en lugar de las circunscripciones. Esto perjudica a la mujer en la selección


de la propuesta de candidaturas en cada demarcación territorial. Esto
fomenta la práctica de preferir inscribir los hombres en las demarcaciones
con mayor intención del voto.

El tema de las cuotas ha sido material de discusión de expertos que


buscan sustentación de opinión. Allí surgen diversas teorías explicativas de
la fórmula que vienen a subsanar las diferencias reales en la relación
hombre-mujer para el aprovechamiento de oportunidades en el mercado de
puestos públicos disputados en la contienda electoral.

Las discriminaciones se dan en otros grupos, tal es el caso de los


discapacitados, a quienes en algunos países se le reservan cuotas para
optar en matricularse a universidades o plazas de trabajo que se reservan
una cantidad para garantizar al acceso laboral.

La mujer dominicana tiene una mayor presencia que los hombres en la


matrícula universitaria, incluso es mayoría en el padrón de electores que
residen en el país como los viven en el exterior, sin embargo, los puestos de
la administración pública sean electivos o no, lo ocupan en número
mayoritario los hombres. Este trato no admite justificaciones valederas,
porque no puede considerarse que es por condiciones diferenciadas en las
capacidades o en el talento personal.

Debemos acotar que en el país no se ha producido una elección de una


mujer en la presidencia de la República, que apenas han ocupado el puesto
de vicepresidente dos mujeres en toda la historia republicana.

No queda duda de que las cuotas persiguen un nivelamiento


de la diferencia, más bien impulsan la igualdad de
oportunidades que tiene su fundamento en el principio
constitucional de igualdad (artículo 39 constitucional). La
concepción de la igualdad como “fundamento” de los derechos
fundamentales se encuentra en Ferrajoli (2001). Ferrajoli define
55

la igualdad jurídica como “la igual titularidad de situaciones


jurídicas —desde los derechos fundamentales hasta las
prohibiciones penales— provenientes de su atribución, a la
clase de sujetos entre los que se predica, en la forma de reglas
generales y abstractas.9

En opinión de Bobbio (2003), vale la pena subrayar una vez más qué es
el odio: es el desprecio por lo diverso, por el otro sexo, por un determinado
color de la piel, por quien no comparte las mismas ideas políticas o la misma
fe religiosa, lo que caracteriza la discriminación. De aquí deriva la primera
conclusión. Como acertadamente subrayó la ministra de la Igualdad de
Oportunidades Balbo en su respuesta al parlamentario que formuló la
pregunta, el Senador Russo Spena, el problema de los círculos
exclusivamente masculinos (pero la propia Laura Balbo recordó la
existencia, asimismo, de círculos femeninos y de asociaciones feministas 10

En lo referente a los jóvenes, la cuota aprobada es de “no menos de un


10% de las candidaturas. Pero, el bajo número de representantes de ese
sector en los órganos electivos del Estado nos indica que estos están en
desigualdad de oportunidades de competir en costosas campañas
electorales en donde tiene mucho peso el uso de los recursos económicos
que se liberan.

La situación de iniquidad a la que se tendrían que someterse los jóvenes


que participan en tornos electorales están a merced del cumplimiento de la
aplicación efectiva de los topes de campaña que ciertamente, aunque prevé
la ley, no ha sido controlado efectivamente por la JCE.

Por igual ocurre con el uso excesivo de recursos de publicidad y


encuestas que llegan a saturar el medio urbano, imponiéndose la fuerza
arrolladora del dinero en los territorios y espacios públicos nacionales.
56

9
Ferrajoli, L. citado por humanos. México. Carbonell, M. (2003). El principio
constitucional de igualdad. Comisión Nacional de los derechos
10
Bobbio, N. (1994). Eguali e diversi; en N. Bobbio, Elogio della mitezza. Milán,
1994, p. 160. CITADO por Pace, Alessandro (2003). IGUALDAD Y LIBERTAD. El
principio constitucional de igualdad. Comisión Nacional de los derechos humanos.
México.

5.0 La democracia digital o e-democracy


5.1 Automatización de procesos electorales y el voto electrónico

El voto automatizado es legalmente procedente, el artículo 99 de la Ley


15-19 del régimen electoral faculta a la Junta Central Electoral a
implementar el sufragio automatizado, previa consulta con los partidos
políticos.

En algunos países el voto electrónico no ha sustituido del todo al voto


manual, se complementan, aunque hay otros países que lo están usando en
todo el proceso electoral, es el caso de Bélgica, Suiza, Filipinas, India, Brasil
y Venezuela.

El uso extensivo de la tecnología de última generación en los sistemas


electorales está avanzando con altas y bajas en Latinoamérica, Brasil es el
mejor ejemplo de consolidación por décadas del voto electrónico, mediante
un modelo consolidado que tiene la confianza del electorado y del sector
político, ellos producen sus propios equipos de votación y programas, con
una experiencia de alta efectividad que permite votar con facilidad a
personas que no hablan el portugués (indígenas), inclusive a personas
iletradas.

Para el manejo de elecciones complejas, con una matriz que soporte


diversidad de candidaturas con derivaciones de voto preferencial, la mejor
solución para los resultados ágiles, confiables y transparente puede ser la
implementación de un sistema automatizado, que sea auditable en su
57

totalidad, porque es la forma de comprobación del sistema y general


confianza.

El uso de las tecnologías por las entidades públicas, los partidos políticos
y las organizaciones de la sociedad civil con la finalidad de eficientizar sus
desempeños en la complejidad de la sociedad de hoy.

La prudencia y buenas prácticas aconsejan que la implementación se realice


gradualmente, es el camino de los países que han experimentado estos
procesos electrónicos electorales. Amen de los costes que conlleva la
implementación de tecnología informática que en poco tiempo se afectaría
de obsolescencia.

Hay que observar que, en Alemania, la Corte Federal retiro el uso de las
máquinas de votación en su decisión del 3 de marzo del 2009, señalando
que estas eran incompatibles con los principios de publicidad, transparencia
y control público de la elección. Los cuestionamientos más serios apuntan a
la seguridad del sistema, se recuerda el escándalo que ocurrió en el Estado
de Las Floridas con las máquinas de votación, que fue llevado a la Corte

Suprema de los Estados Unidos para solucionar el impase .


58

CONCLUSION

La Constitución consagra en los artículos 37 al 67 los derechos


fundamentales expresos, que aunados a las garantías constitucionales
comprendidas en los artículos del 68 al 73, que son de tipo procesal, los
que, son el habeas data, el habeas corpus y el amparo. Además, de especial
mención garantista es la acción de nulidad de los actos que subviertan el
orden público constitucional que está en lo más alto de la normativa
constitucional y legal.

Como se podrá apreciar la Constitución es un gran escudo de protección


del ciudadano y de la vida democrática de la que se dispone un catálogo de
derechos fundamentales que también sirven de garantías constitucionales
adecuadas y eficaces para la protección de los derechos políticos
electorales de los ciudadanos

Que, no obstante tener ese régimen de protección en el país prevalece el


desconocimiento de cuáles son esos derechos fundamentales y los medios
para accionar. Observamos positivamente que entre juristas se va formando
una cultura constitucionalista que apunta a una mayor calidad de la
democracia.

En particular, el estudio para la tesis fue un tiempo de reflexión sobre las


situaciones de riesgo cotidiana que enfrenta el ciudadano común, que
desconoce la existencia de derechos constitucionales que protegen el medio
ambiente y derechos colectivos y difusos,

De todas maneras, estoy de acuerdo que la paz no es solo un valor que


se enarbola entre los países, la paz es un derecho humano, del que todas
las personas, grupos y pueblos somos titulares.
59

RECOMENDACIONES

Consideramos conveniente hacer algunas cápsulas con


recomendaciones puntuales en relación con la Constitución y el Derecho
Constitucionales.

Es conveniente que se implemente el estudio básico del texto


constitucional en las escuelas del país, inclusive utilizando parte del tiempo
de la tanda extendida.

El Ministerio de Educación debe organizar e incentivar la celebración en


todos los rincones del país de debates sanos sobre los conocimientos
constitucionales.

Ese ministerio debe producir materiales educativos audio visuales con el


tema de la Constitución, fomentado un espíritu de paz y contra la violencia y
discriminación de cualquier índole.

La UASD que es un faro de luz de varios siglos debe tomar la iniciativa


de colocar adecuadamente en los planes de estudio la asignatura de
Derecho Constitucional, destacando la prevalencia de los derechos
fundamentales. (Ya la Universidad es pionera en la marcha de las novias,
que dramatiza sobre el grave problema de violencia contra la mujer, con
secuela de homicidios e hijos huérfanos que no tienen claro el porvenir .y en
los juegos universitarios Tony Barreiro).
60

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