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Obras

del venerable maestro

Juan de Ávila,
clérigo, apóstol de Andalucía

TOMO PRIMERO
OBRAS
D EL V EN ER A BLE MAESTRO

JUAN DE AVILA.

TOM O P R IM E R O .
OBRAS
DEL V EN ER A BLE MAESTRO

JUAN D E AVILA,
CLERIGO,

APOSTOL DE LA ANDALUCIA.

TOM O P R IM E R O .

CONTIENE

EL DECRETO DE N. M. S. P. CLEM ENTE XIII.


de 8 de Febrero de 1 7 5 9 , declarando constar de las vir­
tudes de dicho Venerable en grado heroyco 5 una doctrina
para mancebos; la alteza de los Predicadoresj
y del Verso ; A u d i Filia f & vide.

ja?«

CON L A S L I C EN C IA S NECESARIAS.

E N M A D R ID E N L A IM P R E N T A REAL.
AHo DE 1 7 9 2 .
JDECRETUM DECRETO

T 0 L E T A N Ay EN L A C A U S A
sea Cordubensi Beatifi- Toledana ó Cordoben-
cattonis , & Canoniza- se de la Beatificación,
tionis Venerabilis Servi y Canonización del V .
D ei Joannis de A v ila , Siervo de D io s Juan
Prasbyteri , M agistri de A v i l a , Presbítero,
nunc upat i y super du- llamado comunmente
bio: An constet de Vir- el M aestro , sobre la
tutibus Theologalibus, dud a: Si consta de las
jp/itf, t y f , í í ChaM Virtudes T eo lo g a le s
rítate erga Deum , í í F e, Esperanza y C a r i ­
proximum : necnon de dad para con D io s y
Cardinalíbus Prudenm el p r ó x im o : y asimis­
tía y Ju st it ia , Forti- mo de las Cardinales,
tudine 7 í í Temperan- Prudencia 7 Justicia,
/¿4 , earumque ad~ Fortaleza y Templan^
nexis in grada heroy- z a 3 y demas virtudes,
, /» casu y et ad todas en grado heroico;'
effectum , de quo agU en el c a s o , y para el
tur. - efecto de que. se trata.

Cum in Congregatione E n la Congregación Ge­


Generali Sacrorum Rh neral de Sagrados Ritos,
tuum habita coram Sanc­ que se tuvo en presencia
tis- de
H
ttssím'o Domino mitro Cle­ de N . SS. P. y Señor C í e ­
mente X III. díe 30 J a - te X III. en el dia 30 de
nuarii I 7 5 9 . /« Causa Enero de 1 7 5 9 , y en la
'Toletana T jím Cordubcn. Causa Toledana ó C o rd o -
Beatifcationis , et Cano- bense, sobre la Beatifica­
nizationls Venerabílts Ser­ ción y Canonización del
v í Del Joannis de A v i ­ Venerable Siervo de Dios
la , Prcesbyterl , Af.igis- Juan de A v ila , Presbítero,
trl nrtncupati , prcposi- llamado comunmen.te el
tum fuer'lt dubltir/i a· Í2f- M aestro; se propuso por
v¿rendíssimo Domino Car­ el Reverendísimo Señor
d in a l Portocarrero , Po­ Cardenal Portocarrero y
nente : A n constet de Ponente,'la duda: Si cons­
virtutibus T h c o lo g ili - taba de las Virtudes Teolo­
bus FIde, Spe , ec C h á ­ gales Te y Esperanza y
m a le in Deum , et Caridad para con Dios y
pioximum ; necnon de el próximo : como también
Cardínalibus Pradentia, de las Cardinales Pruden­
Justitia, Fortitudine , et cia , Justicia , Fortaleza y
Temperancia , earumque Templanza, con las demas
adnexis in gradu heroy- anexas , todas en grado he­
co , in casu , et ad eífcc- roico t en el caso, / para el
tum , de quo agitar. efecto de que se trata. Ha­
Sanctltas sua , audhis biendo oído su Santidad
Rever endissimorum Dornl- los votos de los Rmos.
norum Cardinal ium j nec- Señores Cardenales, y asi-
non mis-
non Constíltorum suffragús, mismo de los Consultores,
nibíl tune definire vo- nada quiso difinir por en­
lu it , ut ínterin tam tonces , hasta tanto , que
suis , quam allorum pre- y a por sus oraciones, y a
ctbus ¡n tam g ravi ne­ por las de los demas, se
gó ti o Divino Lamine ilustrase su espíritu con
mens ejus iliustr are- la D ivina L u z sobre tan
tur. grave negocio.
Hac vero die octa* Pero en este dia 8 de
va Februarii post cele~ Febrero, celebrado el San­
bratum Miss# Sacrifi- to Sacrificio de la Misa,
cium vocatís coram se habiendo llamado á su pre­
Rever endtsstm'ts Dominí- sencia á los Rm os. S e ­
bus Cardinaltbm Porto- ñores Cardenales Portv-~
carrero, Causa Relatare, carrero. Relator de la C a u ­
et Tam burino , Sacra R¡- sa, y Tamburino * Prefecto
tuum Congregationis P r e ­ de la Sagrada C o n g re g a ­
fecto , necnon Rever en· ción de Ritos, como tam­
dissimi Patri Benedicto bién al R . P . Benito hetera-
V e te ra n i, Promotore F i­ n i, Promotor de la F e , y á
del , meque Secretarlo, sta- mí el S ecretario, determi­
tu it: lta constare de nó; Que de tal manera cons­
Virtutibus Venerabilis taba de las Virtudes del V.
Servi Dei Joannis de Siervo de Dios Juan de
A v i la in gradu h e ro y - A v ila y en grado heroyco,
co , ut procedí possit ad que se podia proceder d lo
ul- de-
(,v)
u lte rio ra , nempe ad dis- d e m a s e s t o e s, al exa­
cussionem trium miracu- men de tres milagros. Y
lorum. E t ita decrevit, asi lo decreto, y lo man­
ac servari manda-vit. Dis dó guardar á 8 de Febre­
8 Februar. 1 7 5 9 * ro de t 7 5
/

, D . F . Cardinal Tambarina f t -ZA F . Cardenal Tamburino^


Prtefectus. Prefecto.

L oco tJtSigilli. Lugar del ^ Sello.

M . MarefuscuS} S \R , C. Secret, M . Marefusco, Secret. de la Sa~


grada Caagreg. de Ritas,

RoVnai M . D C C . L I X . Ex En R om a año de I 7 5 9
T yp o g ra p h ia Reverenda; en la Imprenta de la R e v e ­
Camera: Apostolicce. renda Cámara Apostólica.
O)
PROLOGO DEL AUTOR
AL LECTOR CHRISTIANO.

V e i n t e y siete anos ha (Christiano Lec­


tor) que escribí á una Religiosa donce­
lla , que muchos años ha que es difun­
ta , un Tratado sobre el Verso del Sal­
mo quarenta y quatro, que comienza:
Oye hija , y vé: y aunque muchos de
mis amigos me habían afirmado mu^
chas veces, que corregido el Tratado,
y poniéndolo en orden para se imprimir,
recibirían provecho los ánimos de los
que lo leyesen, no habia salido á ello,
por parecerme, que para quien se quie-
re aprovechar de leer en Rom ance, h ay
tantos libros buenos , que este no les
era necesario: y para quien n o , tam­
bién sería este superfluo como los otros;
y ayudábame á esto mi enfermedad
continua de casi ocho anos, que bas­
ta por e x e r c i c i o y así . se habia que-
Tom. /, b da-
( y0
dado el Tratado sin imprimirlo , y aun
casi sin acordarme de él , hasta que el
año pasado j vencido ya de ruegos de
amigos „ comenzaba poco á poco á lo
corregir y añadir para que se imprimie­
se j aunque sabia lo mucho que me
habia de costar de mi salud.
Al cabo de pocos dias supe que se
habia impreso un Tratado sobre este
mismo Verso j y con título de mi nom­
bre., en Alcalá de Henares „ en casa de
Juan Brocar^ año de mil quinientos y
cincuenta y seis. Maravílleme de que
hubiese quien se atreviese á Imprimir
libro la primera vez sin la corrección
del Autor ^ y mucho mas de que al­
guno diese por Autor de un libro á
quien primero no preguntase si lo es;
y procuré con mas cuidado entender en
lo comenzado ^ para que impreso este
Tratado j el otro se desacreditase. Mas
las enfermedades que despues acá aun
han crecido ¿ y haber añadido algunas
co-
(v il)
cosas , han sido causa para que mas pres­
to no se acabase. Agora que v a , recíbe­
lo con caridad, y no tengas el otro por
m ió , ni le dés crédito· Y no te digo
esto solamente por aquel Tratado , mas
también por si otros vieres impresos en
mi nombre hasta el dia. de hoy j por­
que yo no he puesto en Orden cosa al­
guna para im prim ir, sino una declara­
ción de los diez Mandamientos, que can­
tan los niños de la D octrina, y este
Tratado de agora.
También te aviso , que á las escri­
turas de m an o , que con título de mi
nombre vinieren á t í, no las tengas por
mias, si no conocieres mi letra ó firma,
aunque también en esto hay que mi­
rar, porque algunos han procurado con-
trahacella. También me parece avisar­
te de que como este libro fué escrito á
aquella Religiosa doncella que di xe, la
qual ^ y las de su calidad han menester
mas esforzarlas el corazon con coníian-
b2 za,
(vmj
za j que atemorizarlas con rig o r: asi va
enderezado mas á lo primero que á lo
segundo *. mas si la disposición de tu
ánima pide mas rigor de justicia > que
blandura de misericordia toma de aquí
lo que hallares que te conviene * y de­
xa lo otro para ptros, que lo habrán me­
nester. Y todo el Libro 3 con el Autor,
va sujeto á la corrección de nuestra Ma­
dre la Santa Iglesia Romana.
(« )
TABLA
DE LOS CAPITULOS CONTENIDOS
EN ESTE TOMO PRIM ERO.

'odrina admirable, y de mucha importancia,


que dio el Venerable Maestro Juan de A v ila á
un mancebo para que seguro sirviese d Dios
nuestro Señor en el camino de espíritu» X X III
Exposición breve ■
; de , las Bienaventuranzas ·, que
,·.predicó en el monte Christo nuestro Señor.
Mat'th. 5. L IV

Carta del Autor a· ' un Predicador i en que trata


de la alteza a. que los tales Predicadores son. ,
levantados. Pag. i
C ap. I. En que se trata quanto nos conviene oir
d D io s, y del admirable lengmge que nuestros^
primeros Padres tenían en el estado de la íno- ;
cencía , el q u a l, perdido por el pecado , mee*
diéron muchos 7 y muy malos. · 23
C ap. II. Que no debemas #ir eb lt ng uag e J,el.-mun­
do y honra vana 7' quan grande ■señorío tiene ,
sobre los corazones q u e^ ^ '^ u en ^ y - ló será el -
cas-
(x)
castigo de los tales. ■ 26
C ap. III. De qué remedios nos habernos de aprove­
char par4 despreciar la honra vana dd ?nundoy
y dé la grande fu erza que Cbristo dd para la '
poder vencer.. 3 X
Cap. I V . En qukgrado, y por qué fin es licito de­
sear la humana honra , y del grandísimo peli­
gro que. hay' en ios. oficios honrosos , y de
mundo. . , 35
C a p . V i De quanto debemos huir los regalos de la
carne , y como es peligrosísimo enem fg o ; y de
qué medios nos ba.be.mos. de >aprovechar para ,.
vencerlo. ■/..· 4 3

C a p . V I . De las dos causas primarias de las


tentaciones sensuales , y qué medios habernos
dí^sar contra ellas.quando nacen',de la lm'pug- - -.·
nación del demonio* 4 8

C a p ; V I I . De la grande paz que Dios nuestro Se­


ñor 'da á los que.varonilmente pelean contra este
enemigo continuo y y . de\ lo- mucho:,,que con- .
viene para; lo vencer, huir familiaridad de ,
mugeres, .v 3

C ap. V III. Por qué medios suele engañar el demo- ,


nio á Jos. Jj.omkr'es . espirituales-.con. este -enemiga,·■ >
de nuestra^ Carne, y -dehmodo\qm.m debe, tener,:',,
p&rano,dexarposi\^!!fóa.far*·* i.< •.•U-.J 6
C ap .
(Xl)
C ap. IX . Que uno de los mas principales remedios
para'vencer este enemigo , ei el exer.cirio de la
devota y ferviente oración, donde se halla si
gusto dé las cosas divinas', qúe' hace aborrecer
las mundanas. 6Z
C ap. X . De muchos otros triedios quedebemos usar-
quando este cruel enemigo nos acometiere con
estos golpes primeros. . ■ 6y
C ap. X I. De algunas causas^ allende dé las dichas,
por las quides vienen algunos ct perder Id cas­
tidad, para que huyamos de ellas, si no la que-
remos perder i y con qué■raedlos nos debemos
animar. 72
C a p . XII, Que suele Dios castigar, a los soberbios
con permitir que pierdan la joya de la castidad,
para humillarnos i y de quanto conviene ser hu­
mildes para vencer a este émmtgo. ■ ■ ■' 78
C ap. XIII. De otras dos peligrosas causas, por las ■
qtiales suelen perder la castidad los que no las
procuran evitar, 83
C ap. X I V . De quanto se debe h u irla vana confian* ■
za de alcanzar victoria contra este enemigo, "*
con sola industria y trabajo humano', y que de*· -
hemos entender que es dadiva de D ios, á quien
se debe p edir, poniendo por intyrbeíorés lós 'San-
tos, y en particular &l$ VirgehM éjfrá Señora-. 87
C ap.
( P l)
C a p . ,X V v Como el Señor reparte, el don de la cas­
tidad y no igualmente á todos, -porque .4 algu­
nas lo dd solaviente en el ánima‘y y de lo mu-
cho que las tentaciones cofttra la C(istÍ_dad.,apro~ ■
·
z '.'•aechan, si se saben llevar. . , 91.
C a p . · X V I . De como, el don de la.castidad es con- . .
cedido á algunas personas, no solo ea lo interior
del ánima , mas también en la sensualidad , y
esto por uria de dos maneras», 99
C ap. - X V I L En.que se comienza á tratar de los Uñ-
guages del demonio t y quanto los debemos huirf
y que uno de. ellas es. ensoberbecer a.un hombre
•para, le traer á grandes males y engaños, y de
algunos medios. para.Jjuir . este lenguage de la
soberbia. io i
C a p . X V I I I . De otro .lazo contrario al pasado^
que es la desesperación con que el demonio pre­
tende vencer al hombre y y cómo nos habremos
contra.él. I lo
C ap. X I X . De lo mucho que nos dio el Eterno
Padre en darnos á Jesu-Cbristo nuestro Señory :■
y quanto. ¡o debíamos agradecer, y aprovechar­
nos de esta merced 1 esforzándonos con ella pa­
ra no admitir la desesperación con que el demo-
nia suele combatirnos. 1 115
G a p . X X . De algunas cosas qtit suele, traer el de- ,
ms-
( xiii)
monto contra el remedio ya dicho , para des­
mayarnos, y como no por eso debimos perder
el animo , antes animarnos mas, mirando la
infinita misericordia del Señor. i i9
C ap. X X L En que se prosigue la grandeza de la
misericordia de nuestro Dios , que usa con
los que humillados le piden perdón de cora *
%on. Es una consideración bastante para vencer
toda desesperación, 123
C a p . X X I I . Donde se prosigue el tratar de la mi­
sericordia que el Señor usa con nosotros, ven­
ciendo su Magestad nuestros enemigos, por ad­
mirable manera.. 1 29.
C ap. X X III. D el grande mal que hace en el m i­
ma la desesperación, y como conviene vencer es­
te enemigo con espiritual alegria y diligencia , y
fervor en el servido de Dios. 1 34
C ap. X X I V . De dos remedios para cobrar esperan­
za en el camino del Señor , y que conviene no
acobardarnos aunque el remedio de la tentación
se dilate i y como hay corazones que no se saben
humillar sino con golpts de tribulaciones , y por
eso les conviene ser así curados. 141
C ap. X X V . Como el demonio procura traer á des­
esperación , poniendo tentaciones centra la Fe 7 y
cosas de Dios y y de los remedios que habernos
Tom. L c de
(X!V)
de usar contra estas tentaciones. 14 y
C a p . X X V I . Como pretende el demonio en las so­
bredichas tentaciones apartarnos de la devoclon
y buenos exercic'tos, y que el remedio es crecer en
ellos , dexando la demasiada codicia de los
dulces sentimientos del anima , y por qué fin se
pueden estos desear. I 5o
C ap. X X V I I . Que el vencimiento de las tentar*
clones dichas está mas en el tener paciencia
para las sufrir, y esperanza en el fa v or del
Señor, que en la fu erza del querer hacer que
no ’vengan. I 56
C ap. X X V I I I . D el gran remedio que es contra las
tentaciones buscar un Confesar sabio y experi­
mentado, á quien se dé entera cuenta y crédito:
y lo que el Confesor debe hacer con tales T y
del fruto de estas tentaciones. I 60
C ap. X X IX . Como el demonio procura siempre
con medios exteriores quitarnos de los bue­
nos exercicios, y como conviene confortar el
corazon con la confianza del Señor para lo
ven;ev , y de otras cosas que ayudan mucho
para quitar este miedo, y del fru to que se
saca de esta tentación. 163
C ap. X X X . De muchas causas que hay para con­
fiar que el Señor »oí librara en toda tribuía-
(xv)
clon, por grave que sea, y de dos significacio­
nes que tiene esta palabra creer. 175
C ap. X X X I . Que lo primero que debemos oír es
la. verdad divina , mediante la F e, que es prin­
cipio de toda la vida espiritual, y nos ense­
ña cosas tan a ltas, que exceden toda humana
razón. l 85
C ap . X X X I I . De quan conforme es a razón creer
las cosas de nuestra F e , aunque ellas exceden
toda humana razón. I 89
C ap . X X X I I I . D e quan firmes , constantísimos y
abonados testigos ha tenido siempre nuestra
Fe , los quales han puesto su vida por la
verdad de ella. 19 3
C ap. X X X I V . Que la vida perfecta de los que
han creído nuestra Fe , es un testimonio
de su verdad 1 y de quanto han excedido
en bondad los Christianos á todas las demas
gentes. 196
C ap . X X X V . Que la propia conciencia del que
quiere seguir la v ir tu d , le dá testimonio de ser
nuestra Fe verdadera, y como el amor de la ma­
la vida es Impedimento para la recibir , y
grande parte para la perder. 202
C ap. X X X V I . Que la admirable mudanza de los
corazones de los pecadores , y favores grandes
c 2 que
(x v i)
que el Señor hace d los que siguiéndolo con pet
fecta virtud ie llaman en sus necesidades, es
grande testimonio de la verdad de nuestra Fe. 206\
C ap. X X X V 'II. De los muchos y grandes bienes
que Dios obra en el hombre que sigue la perfec-
ta virtud, lo qual es grande prueba ser verdad
nuestra F e , pues ella nos enseñó los medios para
alcanzar aquellos bienes. 2 1 II
C ap. X X X V I I I . Que si se pondera la virtud y
grandeza de la obra del creer, hallaremos
grande testimonio que testifique ser mucha ra­
zón que el entendimiento del hombre sirva a
Dios con recibir su Fe. 2I 6
C ap. X X X I X . En que se responde a la objecion
que pueden poner contra nuestra Fe 7 diciendot
que ensena Dios cosas muy altas. 219
C a p . X L . En que se responde á los que ponen por
objecion para no recibir nuestra F e t que ense­
na de Dios cosas muy humildes ó baxas\ y
como en estas cosas humildes, que de Dios en­
seña , esta altísima gloria. 222
C a p . X L I . Que no solo resplandece la glotia del
Señor $n las cosas humanas que la Fe nos en.~
seña de D io s, mas también nuestro grande
provecho, valor y virtud. 228
C a p . X L I I . En que se prueba ser la verdad
de
(xvn)
de nuestra Fe infalible , asi por parte de
los que la predicaron , como de aquellos
que la recibiéron, y del modo con que fu é
recibida. 231
C ap. X L I I I . Que es tan superiror la grandeza
de nuestra Fe , que ninguno de los motivos
dichos, ni otros que se puedan decir , has·
tan á que un hombre crea con esta divina
Fe y sin que el Señor le dé para creer su par-
ticular favor. 2 3 5;
C ap. X L I V . Que se deben al Señor muchas gra­
cias por el don de la F e } y que de tal manera
habernos de usar de ella , para lo· que fu é da­
da , que no le atribuyamos lo que no tien e, y
qual es lo uno y lo otro. 24 3
C ap - X L V . Por qué el Señor ordenó salvarnos me·
diante la F e , y no por humana ra zón , y de
la grande sujeción que debemos tener á lar co­
sas que la Fe nos enseña, y de la particular
devocion que especialmente debemos a lo que el
Señor Jesús enseñó por su boca. 252
C ap. X L V I . Que la Escritura santa no se ha de
declarar por qualquiera seso, sino por el de la
Iglesia Romana: y donde ella no declara, se ha
de seguir la conforme exposición de los Santos;
y del grande crédito y sujeción que á esta Igle-
iia
( XVIII)
sia Santa debemos tener, 2^7
C ap. X L V I I . De quan terrible castigo es permitir
Dios que uno pierda la Fe, y como justamente
es quitada, á los que no obran conforme á lo que
ella'enseña.' 261
C a p ,, X L V I I L En que se prosigue mas en partid
tular lo ya dicho, y se declara lo que se requie­
re para entrar á leer y entender las Divinas
Letras y Doctores Santos. 2 66.
C ap. X L I X . Que debemos no ensoberbecernos vien­
do que otros pierden la Fe que nosotros no ha­
bernos perdido , antes humillarnos con temor,
«
y de las razones que para ello hay. 2 74
C ap. L . De como suelen ser muchos engañados
dando crédito á falsas revelaciones: y declara­
se en particular en qué consiste la verdadera
libertad de espíritu. 279
C ap . L I . D e como nos habernos de haber para
no errar en las tales ilusiones : y quan pe­
ligroso sea el deseo de revelaciones 6 cosas
semejantes. 28 6
C ap. L I L En que se ponen algunas sedales de las
buenas , y de las malas y falsas revelaciones f ó
ilusiones. 29 1
C ap . L i l i . De la oculta soberbia en que suelen
ser muchos gravemente engañados en el ca-
tni-
(xix)
míno de la v ir tu d , y de quan peligro están
los tales de ser enlazados en ilusiones del
común enemigo. 29 5
C ap. L I V . D e algunas propiedades que tienen los
que en el capitulo pasado dixímos ser enga­
ñados : y de quanto conviene recibir parecer
ágenos y de los males que trae el amor del
propio juicio. 299
C ap. L V . Que debemos grandemente buir el propio
parecer, y escoger persona en su vida y cos­
tumbres d quien por Dios nos sujetemos para ser
de ella regidos, y qué tal ha de ser esta, y
cómo nos habremos con ella, 306
Caí*. L V I , E n que se comienza a declarar la se­
gunda palabra del verso , y el cómo habernos
de mirar las Escrituras j y que conviene tener
recogimiento en la vista corporal ■
·, para ver
mejor con los ojos del anima , los qualeSy
quanto mas limpios de las criaturas , miran
mejor a Dios. 31 1
C ap· L V I I . Que lo primero que ha de mirar el
hombre es á sí mismo, y de la necesidad que
tenemos del propio conocim iento, y de los
males que nos vienen por 'falta de este conoci­
miento propio. 3 1 6\
C ap. L V I I L Que debemos poner diligencia en el
pro -
(xx)
proph conocimiento, y en qué cosas lo podremos
bailar, y que conviene tener un lugar apartado
para hacer oracion donde nos recoger un rato
cada dia. 323
C a p . L I X . En que se prosigue el exerchto para
hallar el propio conocimiento, de como nos ha­
bernos de aprovechar en la lección y oraciont 328
C ap. L X . De quanto aprovecha para el propio co~
nocimiento la meditación de la m uerte, y del
modo de meditar en la parte que correspon­
de al cuerpo. 33I
C ap. JLXI. De lo que se ha de considerar en la me­
ditación de la muerte acerca de lo que suce­
derá al ánima , para aprovechar en el propio
conocimiento. 3 34
C ap. L X I I . Que el cotidiano examen de nuestras
faltas ayuda mucho para el propio conocimien­
to, y de otros grandes provechos, que este exer-
cicio del examen trae, y del provecho que nos
viene de las reprehensiones que otros nos dan, ó
el Semr interiormente nos envía. 3 3^
C ap. L X I I I . De la estimación que habernos de te­
ner de nuestras buenat obras, para no fa lta r en
el propio conocimientd y verdadera humildad, y
del maravilloso exemplo que Cbristo nuestro
Señor nos da para lo dicho. 34
C ap.
(x x i)
,C ap. L X I V . Dé un .provechoso exercicio del co­
nocimiento del ser natural que tenemos , par4
con él alcanzar la humildad. 3 49
C ap. L X V . Como exercttarnos en el conocimiento
del ser sobrenatural de gracia aprovecha pa­
ra alcanzar la humildad. . 3J4
C ap. L X V I . En que se prosigue mas eft particular
el sobredicho exercicio, de que se ha tratado en
el capítulo pasado. 3 T 9.
C ap. L X V I I . En que se prosigue el sobredicho
exercicio, y de la grande luz. que el Señor ,
mediante él, suele obrar en las almas, con la
qual conocen la grandeza de D io s, y la nada
de su pequenez. 365
C ap . L X V I I I . En que se comienza a tratar de la
consideración de Cbristo nuestro Señor, y de los
Misterios de su V id a y M uerte, y de la mu­
cha razón que hay para nos exercitar en esta
consideración, y de los grandes frutos que de
ella nos vienen. 369
C ap. L X I X . En que se prosigue lo dicho en el
capítulo pasado declarando de la Pasión de
Cbristo un lugar de los Cantares. 37 7
C a p . L X X . Que es muy importante el exercicio de
la oración, y de los grandes provechos que de
ella se sacan. 3^3
?om. I, d Cap.
( xxii)
C a p . L X X I . Qáe la penitencia, délos pecados es el ,
primer paso para nos: llegar ó. Dios , teniendo·'
de ellos verdadero* d o l o r y haciendo, de elloí .
verdadera confeshn y satisfacción.. 3 9
(xxui)

++^‘4i4l·+i^4'4мf'^*^1i^'^‘4'4♦
++íf+++^'+4‘+++;^J^+í,í t'M4,+4t4,*t"++4**i*+++¡+4‘+^«t*+^

DOCTRINA ADMIRABLE
-*lí
Y D E ,S U M A IM P O R T A N C IA ,

QUE DIÓ

EL PADRE M AESTRO JUAN DE Á V IL A


á un mancebo para que seguro sirviese á Dios
nuestro Señor «n el camino de espíritu.

Á s i que mi hermano , como hay muchos


engaños en pensar que no hace al caso en
el camino de Dios la devocion y sentimiento
de él mismo, con el qual el ánima se alienta
y apresura en el camino del espíritu. Y este
engaño tiene su raiz en el distraimiento-que
las ánimas tienen: Así os aviso, que hay otro
engaño de otros, el qual es mas dificulcoso
de conocer !y aun de curar quanto Va debaxo
de mejor título , creyendo que el verdadero
amor de Dios es sentimiento de él mismo 3 en
lo qual yerran m uchos, porque no puso Dios
su amor en que él os dé sabor á vos , sino en
que vos sepáis bien á é l: y entonces ¡sabéis vqs
dz bien
(xxiv)
bien á él j quando por su amor padeceis sin
tasa, y tomáis de su m ano, sin desechar cosa
en ser humilde, casco, paciente en vuestro ani­
quilamiento, en sufrir y callar y en ser deshon­
rado por Christo con las demás virtudes, y no
en sentimiento de devocion sensual, esta no se
ha de buscar, y en las virtudes no hay peligro,
exercitándonos en ellas por amor de D ios: y
en las dulzuras, sentimientos espirituales, sí.
Mirad bien, hermano, no salgais de un lazo
y cntrcis en otro; quiero decir, que para lle­
gar á Dios si renuncíastes todo sabor y con­
tentamiento, y distes de mano á lo que deleyta,
porque esto buscábales y tras esto4andábades
en aquel tiempo de vuestra perdición, y esto
os ocasionó á es apartar de Dios.
Agora que lo servís no tornéis á buscaros
en Dios , deseándoos contentar con él y andar
á vuestro sabor> y servirle como vos quereis y
no como él quiere , porque todo es engaño;
y advertid.' mucho que hay un amor de Dios
afectuosa, el qual tiene muchas veces al que
menos ama y es menos perfecto , porque mu­
chas veces amamos la hermosura de D ios, su
bondad , su grandeza, con otras perfecciones
que de él sentimos > por el gusto y sabor que
1103
(xxv)
nos dan, mas no amamos lo que se·ha de ama*
en D ios, que es su misma voluntad y querer^
antes huimos de ella y verlohemos, en que si
Dios nos quita su favor y nos atribula, lo lle­
vamos con rosero torcido , desconfiamos entris­
tecidos, dóndese nos muestra bien claro, que
no es amor de Dios sino nuestro, de suerte que
amamos á Dios como á hombre bien vestido,
que, nos parece bien la ropa que trae de seda,,
mas no amamos su voluntad* si él quiere las­
timarnos y trabajarnos, por este camino tra­
tamos con D ios, y no queremos de él sino lo
que sentimos de dulzura y lo que gustamos de
su sabor, que es lo que vemos en él con k
vista espiritual, mas no amamos en él su que­
rer, su voluntad: como esto sea verdadero amor,
no penseis que tanto ama uno á Dios, quanto
siente de él, y :quanto en aquel estado de su
devocion piensa él que ama, sino quanto fuere
dado en virtudes y caridad, y en la guarda
de los Mandamientos de Dios ( i ) .
Este es fiel amador de Dios y fiel amigo ;
el afecto dulce puede ser sensual y engañoso, y
muchas veces procede de la humanidad del
hom-
<:l) Joan». 4,
(xxvi)
¡hombre y. no de la grada de D io s, y. del cora­
ron, carnal..y no del espiritual, y de la carne
y no dé la razón: de suerte, que el espíritu al­
gunas veces se inflama y siente devocion en lo
que á él le sabe bien y-di dulzura , y no en lo
que mas le aprovecha y cumple. Verloeheis de­
voto y porque le sucedió í su gusto tal cosa, y
d ice, bendito sea Dios que me dio este aparea-
jo , esta.buena ovacion para servirle ,a mi con­
tentamiento, y me puso en esta quietud donde
nadie me vá á la mano; rezo quando quiero,
duermo quando tengo gana, déxanme hacer lo
que quiero, tengo paz en otras cosas que cada
uno sabe que las abrevio , porque habíamos to­
pado cantera muy larga: y si- Dios le quita el
gusto ó aparejo, y le envia tentaciones, nece­
sidades, cuidados, cruces, ,y le aflije con in-*
famias, testimonios y riesgos, tómalos con im ­
paciencia y tristeza.
V e is, hermano, claro como toma el hom­
bre mayor devocion y afecto del menor bien
que es de lo que bien le sabe , y no del mayor
que es de lo que mas le aprovecha y cumple ,
como es todo lo penal, de suerte , que ama (i)

(i) Joann, 14.


(xxvii)
la presencia de Dios y su hermosura porque Id
da sabor v y no su voluntad porqbe le. dá cruzi
y trabajo. En esta dcvocipn y afecto erraban
todo los Discípulos de Christo, porque, busca­
ban en él lo que les daba deley te y no lo que
mas les cumplía >.como esto sea lo que mas se
ha de buscar: y así les dixo él mismo que na
le amaban quando se quería subir al Cielo y qui­
társeles de delante,. lo qual ellos mucho sentían.,
Si rae amásedes (dice) aunque me ausento de
vosotros y os quito el contento que os. da mi
humanidad gozaosíades x mas como no me
amaís, no os gozáis. .
t Corno f Señor, en.tiempo que están vues­
tros Apostóles; hechos un mar de lágrimas^ que
antes, querían morir que. dexar de veros, les.
decís que no os aman y que no es amor: el
que os tienenl -; O quántos. piensan que lloran
por Dios y lloran por: sí 1 \O quántos piensan
que le aman y se aman á sí> que le buscan y
se buscan á s í ! \Quién mirara aquelloa rostros,
de los, Apóstoles, y aquellos, ojos hechos fuen­
tes de aguas* que regaban.la tierra >demudar
dos^y trabados los, corazones'x heridos de la
ausencia de Jesu-Christo y no juzgara que
amaban entrañablemente á . Dios, y aun ellos
lo
(xxvin)
lo juzgaron, porque así lo sentían en sus co­
razones ? y cáceles la suma Verdad , que no
piensen que afición , ni lágrimas, ni dulzura
ni sentimiento es amor suyo, sino conformi­
dad con su; querer, y el vivir con su volun­
ta d , y que huelguen más dé lo que él quiere,
aunque sea quitarles á sí mismo por presencia,
que no de lo que á ellos deleyta, y si de aques­
to habían de holgar , pareciendo cosa tan justa
el tener pesar, pues eran privados de la pre­
sencia del Hijo de D ios, ^de qué se ha de que­
jar el verdadero amador de Jesu-Christo , que
en la vida le quire que sea honrado, ni interese
espiritual ni temporal, como le quede el cum­
plimiento de lo que quiere su Criador?
¡Oh válgame Dios , qué de cosas pasamos
portan buenas y verdaderas, siendo tan malas
y falsas! ;0 quántas intitulamos por espiritua­
les que son pura catne 1 Sino echad de ver a
San Pedro ( i) , quando Christo trató que ha­
bía de morir y padecer afrentas, &c. y él dixo:
Señor , tened piedad cié vos., que no es razón que
muraisMquién no dixera que procedía esta com­
pasión de grande amor y no era sino c^ n e í
y
‘ (i) Mtíitfi iói' Ñ’tm. air ·-i ■■ i - - ' 1· 1
(xxix)
y fue respondido y reprehendido con la respues-*
ta que dio el mismo Dios al demonio , llamán­
dole Satanás, que quiere decir acusador, ad­
versario y contradictor de las obras de D ios: y
si hubiéramos de juzgar aquel consejo según lo
dicta la carné, dieramos voto que era muy
justo y muy provechoso ¿ pues era quitar cruz
y muerte á quien no lo merecía > mas Christo
d ice, que es Satanás, y que no sabe de las co­
sas de Dios sino de la carne, y que no es amor
de Dios sino desamor, pues no quería que acep­
tara la C ru z , ni que bebiera el Cáliz que su
Eterno Padre le enviaba para remedio del mun­
do í También parecía grande amor quererse
estar San Pedro á la gloria de la Transfigura­
ción de Jesu-Christo, y era propio amor é in­
terese, pues lo quería ver vestido de gloria y
no penando en la Cruz.
N o se puede pensar pestilencia mayor para
el linage humano, ni cosa mas enemiga para
los bienes del alma, ni ocasion mas cierta de
perdición, que amores tan falsos como los que
vem os, y ver cosas de tan poco valor en tan
alto precio, y caminos á nuestro parecer lla­
nos , cuyos fines son peligrosos y despe ña-
deros.
Toj». I. í e Ten-
(xxx)
T end riamos por muy loco y con muy
grande razón , alqiie se proveyese de pedazos
de vidrio, confiado en el relucir, y pensase
que con aquello habia de comprar grandes po­
sesiones i y por otra parte menospreciase el oro
y las cosas de verdadero; precio para el fin de
lo que desea. Pues muy mas loco es y de muy
mas peligrosa locura , el que dexa lo que ver­
daderamente y principalmente la Divina Escri­
tura ensena , para que Dios sea servido y ama­
do como debemos, y nuestras penitencias sean
Verdaderas, con cierto aborrecimiento de pe­
cados, y nuestro corazon esté lim pio, y los
Misterios 'de Dios nos pongan buen gu sto , y
■nuestra caridad este muy encendidá, y nuestra
mortificación sea muy cabal y verdadera si se
contentase con solas f á b u la s y con cosas fal­
samente entendidas, y con gustillos de niños,
y con sobresanar sus heridas y enfermedades,
y con imaginaciones y cosas que tienen al pare­
cer solo, y en lo de dentro no tienen fundamen­
to, ni hay fruto sobre ¿jue escrivar; y es lo. peor,
QuC 'estos buscan consuelo y contentamiento en
las cosas Divinas, si son avisados por persona
que les entiende su engaño, curan poco de to ­
mar consejo tan sano, y buscan de nuevo Maesr
■ (x x x i)
tros que les aprueben su carnal vid a, y les ten­
gan compañía.
De esta miseria tan grande ( que no se pue­
de pensar mayor) tenemos profecía del Após­
tol San Pablo ( i ) , por la qual dice: ,,Que
«vendrá tiempo en que los hombres aparten
»los oidos de la verdad y del verdadero espí-
» ritu , y se conviertan á oir fábulas, y cosas
» de sus intereses y contentamientos, y busquen
«Maestros que les enseñen cosas apacibles y
«bien coloreadas, y les pongan descuido en
» aquello 3 sin lo qual no pueden ir acertados,
» y los ceben y sustenten con vano mamfenimien-
« t o , y con darles buena esperanza de acertado
>1 camino y de próspera salida, pues sin verdade-
n ro negamiento de la voluntad propia , y mor-
«tificacion y cumplimiento de la Ley de' Dios,
» y sin tener esta raíz en los corazones de los
» hombres, no puedan ir al Cielo por mas que
«se eleven en los ayres y vean yisipnes, ni hay
«cosa; que abaste para 'descuento de. lo que en
«este caso Dios nos pide: “ no quiero, herma­
no , gastar mucho tiempo con vos en deciros
sí hay algún daño que venga pqr este camino á
■- .0 ■"'i : los
. (i) >AéTimotk: 7, cap. 4 «
€ a.
(xxxn)
los que se dan á los exercicios espirituales y remt-
tome a la experiencia de cada uno y á su poco
aprovechamiento, y á los vicios en que viene
a dar sin mirar en ello, porque vivían conten­
tos con buscar en Dios su propio contentamiei>·
to y sabor, sin quererlo para mas que esto: y
los hombres de verdadero zelo podrán juzgar
quán poco es el grano para tanca paja: y quára
poco es el seso 3 y quán menos la verdad entre
tantas apariencias y ceremonias, confesiones y
comuniones y recogimiento , lo qual todo soa
medios pitra gran santidad y aprovechamiento.
I O hermanó, quán faltos estamos de buen
paradero y de acertar la posada entre tanta di^
versidad de caminos y entre tanta diferencia de
enseñadores, y tan diferentes de los enseñados!
hurtad el cuerpo á todo lo que os pide deley-
tes y gusto y sabor, y n a lo procuréis hasta que
Dios os lo d é, y exercitaos en puro padecer á se­
cas por Christo en Vuestra lección , oracion, pe­
nitencias, confesiones , comuniones^: y obede*
cer y exercitaos en las demás virtudes, y no
errareis, porque este es el camino que el Hijo
de Dios ha notificado & los hombres, que es la
C ru z, que como- llave abre los Cielos á todos
los que consigo, la-Ikvani' iQ ,Señor mío , y
quán
j¡ X X X I I I )

quán poquitos te sirven y se sirven! iQuán mu­


chos se aman y dicen que te aman, y dicen que
andan tras tí y andan tras sil Avíse cada uno*
y procure hacerse á la voluntad de Dios y á su
conformidad, y busque esto y no gustos ni con­
tentamientos, asi en la Oración como en la Con­
fesión como en la Com unión, y en qualquier
otro santo exercició.
Herm ano, mirad que es sutil este engaño,
y be visto á muchos en él, y aun los conozco y
trato, que desordenadamente desean, y con
grande afición quieren llegarse al Sacramento
Santísimo de la Eucaristía por gustillos y lagri­
mas, sin tener respeto de qué. es lo que se de­
be pretender de los Sacramentos, y el fin para
que Jesu-Christo acá nos los dexó. Andan tr^s
la miel de las ¿osas Divinas, y notras la Cruz*
que les ha de salvar, y se les parece en el pelo.,,
pues ellos quedan desaprovechados y con oca-
sien de desaprovechar á los componeros : bus­
que, busque el que nó quiere hallarse én estos
inconvenientes y riesgos sola la voluntad de
D io s, curando poco de todo lo demás.
¡O amor propio t cómo eres causa de que
no falte vicio ert U«- cosas espirituales: espiritual
hf'r.ttwoura era; la, que Lucifer deseaba en el Cie­
lo.,
( XXXIV ) ·
lo , y porque no le convenía, ni la remitió á la
voluntad de D ios, como rayo baxó del Cielo
y cayó j y deseando el contento cayó en eter­
na Cruz , y procurando lo ageno perdió lo
propio y 1para qué quiere el siervo de Dios el
contentamiento y la excelencia de la santidad y
abundancia de gracia? ¿Es por ventura para agra­
darse a sí, viéndose consolado y con gusro, ó
para agradar a Dios? Si espera esto segundo , sa­
bed , sabed amigo, que entonces agrada el hom­
bre á Dios quando se contenta de lo que él le
d a , y no quando el alma está contenta de lo que
tiene, luego si os da á padecer desconsuelos, per­
secuciones y tristezas, &cc. y él está contento, con­
tentaos v o s, y daréis testimonio que buscáis
su voluntad y no la vuestra', á las lágrimas y
muestras de amor de los Apóstoles, dice Chrísto
que no es amor, y al llevar su Cruz , y la pena
que les causaba su ausencia con paciencia , pone
por título y renombre de amor, y así dixo : Si
me amásedes contentarosínde^ con mi ausencia. Amar
es padecer, amor de Chrísto es hacer bien á
quien nos hace mal >mas sentiste de Dios quan­
do disimulaste la ira y llevaste la injuria, y su­
friste la pena , y te contenta crp. con la tribula­
ción , que quando lloraste y tuviste couo^la-^^n
y
( XXXV )
y te arrebataste'? esto sentid en Vosotros lo que
en Christo Jesús, dice el Sagrado Apóstol (i):
que es lo que habernos de sentir menosprecios,
como él mism o, pobreza , y humildad y abati­
miento como é l, que siendo igual al Padre, se
hizo hom bre, y tomó forma de siervo i esto
es, sentimiento de Christo , y lo demás es senti-*
miento de hom bre, sentimiento del Hijo díi
Dios , y muy seguro es pasar penas.
Pero el sentimiento de la carne es solo ce­
barse en los de espíritu, sino fuere quando -el
Señor los dá de su- m ano, no busca conformi­
dad con su querer >y entonces podrás tener por
seguras tus lágrimas, sertehan provechosos los
sentimientos, y irás muy asegurado, y lo demás
que por aquí no se regla es engaño, porque
muchas veces hay espíritus tan afectuosos y con
aficiones de D io s, que les proceden de ser muy
sensuales é.imperfectos, porque verdaderamente
ellos no. aman á Dios como deben, mas aquel
sentimiento y gusto sensual que los causa el con­
tento y dulcedumbre que toman en Dios y no
en su santa voluntad, ni se ha negado , ni re­
n u n c ia d o s sus Santos Mandamientos, lo qual
se-
(i) Philip, s.
(xxxvi)
sería verdadero am or, y quanto les dura aquel
dulzor, tanto se aprovechan y no nías? luego
los vereis en quirándolos aquel gusto ayrados,
inquietos y pecadores de arte mayor, flacos y sin
rienda en los vicios, lo qual es testimonio de lo
que decim os, que se amaban á sí y no á Dios,
y mas á aquel bocadillo de gusto que no á,
Christo.
Estos son muy parecidos al niño que llora,
que dándole una melcochuela en tanto que la
come calla, y en acabándola llora, de manera,
que quando callaba, no era porque su padre le
mandaba callar, sino por el sabor de lo que
comia j no era obediencia ni amor , sino golo­
sina é interese propio, ; ó qué de niños deso­
bedientes á Dios hay h oy' Que si no riñen, ó
deshonran, ó mormuran, ó hablan ocioso, ó
maldicen , ó pierden el tiempo , no es por con^
tentar á D io s , ó hacerlo que él manda, sino
porque les ha dado alguna melcochuela de de-
vocioncilla que ellos buscan, en la qual se en-
tretienen, m a s en quitándosela, miradles á las
manos, y verlosheis que sus lágrimas y deseos
no eran amor sino propio interese, pues ofen^
den á D ios, y le desecaran de suerte que tanto
les duró el amor quanto les duró la dulcedum-
( XXXVil)

bre, como que en los bienes y abundancia, se


conozcan los verdaderos amigos , y no en los
trabajos y necesidades.
Quiero que sepáis, amigo , que muchas
veces los livianos, y Hacos de corazon y pobres
de la gracia del Espíritu Sanco tienen muy de
ordinario esta dulcedumbre de espíritu y afec­
ción interior, lo qual no sienten los verdade­
ros amadores de Dios, y mas fácilmente se mue­
ve el que no está can aprovechado, y el ffaco
y el liviano de corazon , y el que no sabe qué
es perfecta consolacion, y así en ofreciéndosele
qualquier sentimiento de devocioncilla y luego
la abrazan y reciben como si allí Jes fuese la
vida, y mirad bien que esta dulcedumbre y afec­
tos de devocion muchas veces los causa no la
abundancia y muchedumbre de la gracia, sino
la pobreza que de ella tiene el ánim a: las cosas
pequeñas alegran mucho al pobre , por poco
valor que tengan 3 como si diésedes un buen
sorvo de buen vino á uno que estuviese borra­
cho de lo beber, no lo sentiría ni se alegraría,
mas si lo diésedes á uno que no lo ha bebido, y
le tiene gana y muere por él, hará maravillas
y alegrarseha.
La gence que no está embriagada ni llena
Torn. I . f del
( xxx vi i i )
del vino de Dios* con mucha caridad y gracia
tiene en tanto un sorvillo de devocion, que le
parece que ya tiene vivienda en la gloría , y di­
cen que les ha visitado D ios, y esriman sus la­
grimas , y andan con mucha alegría , y en he­
cho de verdad es poco ó nada, y por ventura
y aun sin ella (comodiximos) procede de poco
amor y espíritu verdadero. Mas el que está lleno
de amor fuerte y fino no cura tanto de la de­
vocion sensual, ni la estima en tanto, ni la
tiene por caudal, sino para echarla en pacien­
cia y en mortificación propia, en amor de la
C ru z , y en sufrir las injurias 3 y en todas las
otras virtudes, exercitándolas y poniéndolas en
sí propio.
Esto es testimonio de tener espíritu y gra­
cia en abundancia j y así vereis que quando
Dios llama á un alma por mucha abundancia
de gracia y dones suyos, no responde el hom­
bre á sorvillos ni á gustillos, sino con una vi­
veza allá dentro muy interior y entrañable, fun­
dada en un deseo vivo de padecer por quien le
llamó , y en la determinación del cumplimien­
to de la voluntad de D io s, y así dixo Job ( i ) :
Lia-
(0 Joh 4.
( XXXIX )
Llamarmehas y Señor^ y yo te responderé. ¿Y en que
le enviareis la respuesta, Varón Santísimo ? En
que ? En tener paciencia grandísima en las ad­
versidades y pérdidas, en las enfermedades y
desamparo, en las llagas y en la pobreza, y en
el resto de la C ru z, en las tentaciones de Sata­
nás y en el exercicio de las demás virtudes.
Así el Apóstol San Pablo ( i) quando fue
llamado con viva voz de Dios, no dió respuesta
de gustillos y niñerías, sino muy cabal de gran
substancia, diciendo: Yo os doy mi querer, ypós~
trolo al vuestro , y póngplo en vuestras manos, íó-
madlo, y mandad lo que mejor os parezca: y vemos
adelante, que el mismo Dios dice, notificando
la posesion que tenia ya en Pablo (z ), y lo
que le quiere como á escogido y llam ado, yo
le mostraré quanto le conviene padecer por mi nombre
y gloria. Esta obra es la verdadera muestra del
verdadero siervo de Christo, y este es el verda^
dero título de los muy amados de é l , no dul-
zorcillos, ni contentamientos, sino grandes su-
* · ^
frumentos en los trabajos y exercicios, en angus­
tias y en infamias, testimonios, pobrera, ne­
cesidades , y cosas que tienen por fin lastimar
y
(i) A d Corintb. 9. (4) Ibidem,

h
y deshacer á la misma carne. Este es el buen
responder a Dios quando llama.
Avisad , hermano , que el sentimiento de
Chrísto dexa obligado al que fue llamado á muy
particulares servicios, si ,no quisiere hallarse el
hombre con grande ingratitud delante su Cria­
dor. De suerte, hermano, que entonces enten-
dereis que el llamamiento y sentimiento es de
D io s, quando le respondiéredes ccn el cum­
plimiento del Divino ^querer, aunque sea con
riesgo de perder la hacienda, vida y honra, y
esto es lo que justifica al hombre y le pone en
la perfección, y le hace muy parecido y seme­
jante á Jesu-Christo, que k sorvos tuvo , y muy
de paso en esta v id a , los consuelos, y siempre
estuvo en exercicio de C ru z, sin resfriarse un
punto en el amor de ella.
También sabed, hermano, que algunas ve­
ces el demonio endulza el alm a, y la pone de­
vota , á fin de tener la carne en gran flaqueza
por medio de aquel gusto y sabor de la espiri­
tual gula, y para que el alma confie mucho y
descanse en ella, pareciéndole al tal que es ver­
dadero espíritu lo que siente interiormente, y
con aquel falso sabor indiscretamente se exerci-
te en vigilias y larga oracion, ó extremados ayu­
nos,
(XLI)
nos, no comiendo ni durmiendo lo que ha me­
nester , y sacándose la sangre sin casa ni medida:
y así con esta demasía venga á perder los exer-
cicios mas útiles, y en que Dios mas se sirve y
agrada: y aún de aquí resulta otro engaño, y
es, que como el alma se siente muy abundan­
te en estos sentimientos y dulzuras, cree de sí
que es perfecta, y con esto se hace lerda, y no
procurá de aprovechar mas, y adquirir mas vir­
tudes , estando como está en esto el verdadero
amor de Dios y el verdadero espíritu, trae en
otro desvario el demonio á los cales; y es que
con aquel sabor y dulcedumbre de espíritu (que
ellos dicen) no es otra su intención en todos sus
exercicios, en que se exercitan en el camino del
Señor, sino andar buscando sentimientos de de­
voción y dulcedumbre* hechos golosos tras estos
deleytes, seguidores y amadores de su mismo
regalo, poniendo todo su fin en sí mismos, los
quales vienen de poco en poco á ser del justo
Juez Christo permitidos caer en grandes peca­
dos en este inundo, y en el otro en eternas pe­
nas y aflicciones, porque este alto Señor pone
los ojos en la intención de los corazones huma­
nos , y pluguiera á D ios, hermano , que anees
hubiérades sido un gloton de bien comer y be­
ber
(xLIl)
ber, y contentaros á vos mismo, según la car­
ne j en estos deley tes, porque al cabo el mismo
hastio fuera causa de vuestra enmienda, y no
hubiérades sabido á qué saben sentimientos de
Dios f sino sabéis estimarlos y darles el lugar
que merecen, prefiriendp el exercicio de las vir­
tudes el padecer, y la Cruz á todos ellos, por­
que el sabor suyo quizá no os hubiera engañar
d o , poniendo en él todo el fin de Muestras
obras , conociendo vos como Jesu-Christo
nuestro Maestro puso en la Cruz el fin y aun el
principio de todos sus dias, y allí acabó la vida
por vos.
Mirad , hermano, que el verdadero amor
está escondido allá en lo profundo de las vir­
tudes, y manifiesrase en qualquiera adversidad:
declaróme mas; el fundamento de la paciencia
es un deseo entrañable de padecer por amor
de Dios todo lo que es posible sufrir al hombre
y pasar en tiempo y eternidad. Y asimismo digo
de las demás virtudes, y que quando el alma
siente este entrañable deseo de humildad y pa­
ciencia , este deseo y amor se manifiesta exce-
riormente, quando el hombre actualmente pa­
dece , sufriendo cosas de pena , hallando en
ellas descanso y dulzor, ó á lo ménos llevándolas
con
( XLIIl)
con paciencia: Este (si por amor de Dios lo
pasa) es verdadero am or, y todo lo demás sos-
pee lioso y sin fundamento.
La santidad de ogañ o, hermano, se com­
pone de tener grandes deseos en la Oración, y
hacer grandes pecados en la conversación , llo­
ramos allí los dolores de nuestro Redentor Je-
su-Christo, y luego procuramos darlos á nues­
tros próximos y hermanos: allí reverenciamos
la paciencia del Hijo de Dios, y despues exer-
citamos la ira, callamos una hora y parlamos
todo el d ia; de manera , que sacando en lim­
pio nuestro espiritual aprovechamiento, es ir­
nos á callar allí , orar y pensar en Dios, dando
esto por precio de lo que deseamos y busca­
mos , que es consuelo y deleyte, y luego que­
damos como de antes; de manera, que nues­
tra santidad es de m olde, porque nunca cre­
ce , ni se traca de esce punto, siendo el prin­
cipal de quien debemos tratar: mucha gente
va engañada por este cam ino, Dios lo reme­
die. Amen.
Mirad pues, que os cumple tomar lam a-
no de esce aviso que os d o y , porque os levan­
téis, y no tropezar en el pie de los que le atra­
viesan para que caygais, induciéndoos á que
bus-
(x u v )
busquéis los deleyccs de Dios y no su Cruz. Es­
to pues es lo que os digo que debeis vos hacer,
sino quereis ser compañero de su engaño, y malo
como ellos. Guardaos de estos huecos y vacíos,
que no dexan cosa de Dios y de sí, que toda
no lo vierten en la conversación espiritual que
ellos dicen, y quando les faltan verdades vie­
nen á decir mentiras, y aun á tratar pecados, y
aun á cometerlos sin asco. ¡
N o sé qué os pueda decir sino que el que
tomare la mano, como yo agora la tomo á con­
tradecirlos, y yo solo con muy pocos á tantos
millares, queriendo desquiciarlos de su modo
de santidad falsa y profana, en que están fun­
dados , temo pasaré no pequeño peligro , y
que no me han de tener por de tan buen seso
quanto es necesario sea tenido quien ha de
aconsejar y adestrar á otros: mas no me con­
viene hacerlo menos, pues que con el ayuda
de Dios he tomado este cargo de desengañar
á algunos qué andan muy, fuera de camino ,
entendiendo que van por el espiritual: y así no
he dexado ni dexaré de decir cosa que me pa­
rezca cumplir al aprovechamiento perfecto del
Varón verdaderamente espiritual, ni disimularé
aunque sea á riesgo m ió , pues que los verda-
de-
(XLV)

deros amadores de Dios (con los qual.es yo me


entiendo en estos renglones) no me iq tendrán;
á mal\ ántes me-,lo agradecerán-: :y ;si .algunos;
hubiere á quien hayamos sacado á-plaza, para
que con los ojos del espíritu vean, que lo que
hasta aqu í te ni an por espiritual, es car ne é i m-
perfeccioh, antes me deben agradecer ql aviso-
que condenarlo , pues les muestro el tesoro que
tenian, por carbones.
El que no está tal qual aquí he pintado ,
piense que esta doctrina no le ro ca:;y si está
tal i conozca su engaño, y téngase por avisa-;
do. ¿No es cosa de gran dolor que no habernos
de osar deciros lo que os cumple , sino dexa-
ros ir por despeñaderos sin guía, á ciegas y per­
dido el camino? Verdaderamente es cosa de no
poco espanto ver que siendo tanta la muche­
dumbre de los que caminan por el camino de
Dios engañados, haya tan pocos que piensen
que lo están, sino preguntadlo, y no habrá
hombre en todos que no crea y diga en todo
su seso (por verse en una devocioncilla y lágri­
mas) que es ya perfecto, y que sabe mucho de
cosas de espíritu, y que tiene para sí y aun
para los otros santidad verdadera, y que tienen
ya prendas y muy ciertas .de que les han de dar
Tm. I. ír s¡-
(xLVl)
silla y asiento en el Rey no de Dios. Toda esta
temeraria confianza nace de uña cosa muy pe­
ligrosa y' común á muchos, que es la falta del
conocimiento del verdadero espíritu de Dios i
casándose cada uno con su opinion, teniendo
p or mejor lo que quieren hacer que no ío que
deben, y seguir antes ¿6 guia el apetito de la
sensual devoción , que escuchar dó llama el es­
píritu y doctrina de Chrisco, que es negarse
el hombre en tod o, y resignar su voluntad en
la del Señor, y procurar enteramente la mor­
tificación de si mismo.
Mirad que vá de esto á andar tan vivo el
hombre, que acabado su recogimiento, luego
busca su propia estimación: ;pues cóm o, her­
mano , allí te encierras y echas la aldaba tras
t í , y aquí buscas estimación de tus obras, fama
y loor > Allí lloras porque pecaste , y aquí ha­
ces de nuevo porque llorar ; allí dices que eres
tierra, y aquí juras que eres cielo, y que tienes
mejor carne y sangre que el otro , siendo todos
sarmientos de una cepa, y agua de una fuente
y fruto de una raíz, blasonas que en la Oración
aprendes grandes verdades y conocimiento de
cosas D ivinas: y aquí te hallamos lleno de tan­
tas mentiras y ceguedades, mira en tí y hallar-
(xLVIl)
te has entero., carnal, llerio de,-cu propio que­
rer, y que en todo te buscas y engrandeces con
grande infamia de ¡os exercicios espirituales ,
pues ocupándote exteriormente en ellos, inte­
riormente no te aprovechas por tu misma ma­
licia y engaño. -. , ; · ..
Por esto andamos, hermano, por abrirte
los ojos y que veas, y por despertarte de sue­
ño tan pesadoj por tanto,, entrad dentro de vos
y de nuevo comenzad á andar en el camino de'
la mortificación siempre, curando poco de lo
que á vos toca , y mucho de lo que Dios quie­
re : y mirad que os oso decir que no cendréis
pureza de espíritusi parais o ponéis vuestro fin
en sus dones, qu^alesquiera que ellos sean ? aun­
que me los pintéis altos y celestiales, dulcísi­
mos y secretos. Pasad adelante de todo;lo que
podéis comprehender, y de toda criatura, y solo
descansad en aquella-voluntad de vuestro in­
comprehensible é infinito bien , aquella abra­
zad y amad como quiera que os sucedan las
cosas, prósperas ó adversas, seguras ó de gran­
des peligros, porque no puede el alma subir
a mayor dignidad, ni hacer cosa mas ilustre,
ni de mas honra y grandeza , ni :aun ele ma­
yor contentamiento > que cener tanta conform]?
g 2, dad
(x L V IIl')
dad y amistad con D ios, que quiera una misma
cosa con- él; :-í ;'·· r' :· ; ■
i O* bendito seas,1Dios mió i Criador de
todas las cosas, y vida de todo lo que e s , pues
siendo tu Guiador y, yo Criatura pecadora ,-rií Ser
in Finito y nosotros nada y miseria- y llegamos a
tanta y tan grande participación con tu suma
bondad, que te -parecemos en el querer y en
el juzgar 1 V o s , Señor * decís que esto es bueno;
lo mismo decimos nosotros: vos lo queréis ,
también lo queremos acá. Haos parecido que
estemos- veinte años en una cruz con sequeda­
des y tentaciones, acetémoslo de muy buena
gana: quéreis que seamos testimoniados y aba­
tidos i deshonrados y perseguidos, el mismo
voto tenemos, y por vuestro seso nos goberna­
mos i mirad si'podemos errar, ó nos podia fal­
tar cosa de las que para el Cielo importan
de^voluntad tan santa como la D ivin a, y querer
tan justo > ¿qué mandamiento puede salir que
no sea justo, santo y perfecto ? Y siendo tan
liberal y larga, ¿qué puedfc pedir a l hombre que
no sea para él grande é incomprehensible teso­
ro ? ¿Qué camino nos puede enseñar que no sea
d e>grán-seguridad'y ¡ imiy llano? ¿Qué aviso
puede dái? que no sea dé gran -misericordia y
(x n x )
profundísima sabiduría, y qué consejo nos puede
dar que no sea fidelísimo y cierto; y que nos
importe la vida en tom arlo, siendo esto tán
cierto, tan de Fe y tan sin poderse dudar? Qué
locura es la nuestra , hermano, en seguir nues­
tro querer y apetito, y el cumplimiento de nues­
tra voluntad, dexando de ¡guiar trás la de Dios
que tanto nos asegura, azote , castigue , mate ó
sane , quice devocíon, ó póngala, trátenos co­
mo á esclavos, ó como á hijos peniténcienos ó
regálenos, todo es segirro si hay en nuestras en­
trañas conformidad con su voluntad , y nega­
miento de la nuestra, que tan perjudicial es 3
pues no tiene para cosa inas habilidad que para,
deshacer en nosotros lo que Dios hace, y para
borrar de nuestros corazones lo que Dios en
ellos con su dedo escribe, y para resistir á su
Divino querer..
M irad, hermano mió-, si son daños esros
para temerlos y para huirlos: buscad, buscad lo
que á Dios contenta y á vos descontenta, por­
que esto es camino cierto dar en lo mortifica­
ción de vos mismo ; y si en esto os exercítíiis, no
llegareis á la cónfesion, contemplación, lfetcion
ni oracion , y á los otros santos exercicios, por
el gusto que· en ellos habéis de hallar y sentir*
ni
<L)
ni andaréis en las obras de Dios mendigando
vuestro propio interés, sino su gloria y cum­
plimiento de su voluntad, ni aun en vuestras
comuniones os llegareis por gozar de aquel sa­
bor espiritual, ni para satisfacción de vuestro
espiritual deseo, ni á que allí se os dé manjar
de paz y quietud, ni por otro propio interés,
sino solo por la honra y gloria de Jesu-Chris-
to > y porque es su voluntad que por estos me­
dios aprovechéis, no en contentamientos, que
hartos os dará en el Cielo si le servís, sino en
virtudes y propia mortificación, y en la con­
formidad de padecer por él mismo. Este es es­
píritu seguro j y verdadero amor de Dios,
Ocupaos, hermano, vos en lo que aquí se
os ha dicho, y descuidaos de vuestro propio
contentamiento, que Christo tiene cuidado de
ello para darlo ó quitarlo quando convenga,
como verdadero M édico, que entienda la en­
fermedad del enfermo, y sabe quando le ha de
sangrar para darle salud , y quando le ha de dar
la purga para limpiarle, y el faysan para que le
sustente y esfuerce.
Si Dios os diere consuelo, recibidlo, mas
no lo busquéis vos, que os perdereis: y advertid
que os digo esto para que algún rustico entien­
da
(u )
da por ello que quiero decir, que son malos Jos
sentimientos de Dios y sus dulzores , los quales
da á los que le sirven y no le ofenden y se mor­
tifican , antes pedéis creer, que á los tales suele
visitar con la mano de su largueza, para que
con mas fervor y menos pesadumbre anden el
camino del Cielo.
Lo que digo y aviso es que no tengáis gran­
des ansias en buscarlos y suspirar por ellcs, sino
por Dios solo , no parando, sino en la confor­
midad de su voluntad , siguiéndola en rodo, y
deshaciendo vuestro propio querer, porque no
podéis (por mucho que lo procuréis) ofrecer á
Jesu-Christo cosa mejor y mas rica que vuestra
propia voluntad , ní podéis tener cosa peor ni
que mas os dañe, porque es lepra pestilencial
que cunde en el hombre interior, y de ella na­
cen los pecados todos, la ira y la soberbia, &c,
Y finalmente, todo lo que enoja á Christo nues­
tro Señor, porque a Dios solo es reservado te­
ner propia voluntad, la qual á nadie está su­
jeta y ha de ser la regla de las demás: Luego
qual quiera que usa de propia voluntad hurta á
Dios su corona, pues á solo el se debe , y en
quanto en sí es quiere ser semejante á Dios, y
le quita su dignidad y excelencia.
Pro-
(«O
Procurad pues, hermano, desde hoy no
caer jamas en yerro tan grande, porque os per­
deréis , no curéis de santidades 3 fundadas en
vuestro propio amor y contentamiento, sino
derribaros totalmente á los pies de D ios, y en
buscar conformidad con su querer, é yo salgo
por fiador que él os ponga en ,el C ie lo , y os.
pague los negamientos de vuestra voluntad y
porque tiene bien con qué i y porque no tengo
mas lugar, y tengo otras ocupaciones y nego­
cios entre las manos, me perdonad la brevedad,
recibid mi deseo : Pues el vuestro -me necesitó
á escribir esta doctrina breve; mas si la pene-
trais, á la verdad es la mas larga que el vulgo
puede entender.
Ponedla , Señor , por obra 3 porque de ha*
be ría íeido no saquéis mayor condenación, no
haciéndolo así, y si alguna cosa no entendiere-
des, otro día lo conferiremos de vos á m í, aun­
que yo sé cierto que es condicion de nuestro
buen Padre y Maestro Jesu-Christo, que aque­
llos que de veras le buscan} lo que sus entendi­
mientos no entendieren, lo pondrá en sus co­
razones para que le amen, que es el punto de
todo el negocio y el fin de todo lo que venios
y pensamos: y como estemos ya diestros y ad-
ver-
vertidos a la conformidad de nuestro gran Dios,
ni eso ni lo otro nos desalentará para seguirle y
amarle, pues le habernos de servir donde, como
y de lo que él quisiere / y no como nosotros
quisiéremos > que es negocio que emprenden
pocos. ' ......
Encomendadme á Dios y pedidle para m í
destierro de mi propio parecer 3 negamiento
de mi voluntad , amor de su C ru z, y perseve­
rancia en su camino y olvido de todo lo que
no es é l: y así lo haré yo por vos para que nos
veamos en aquel alto Reyno de su gloria,, y
gocemos de lo que JesuTChrisco nos ganó por
trabajos y C r u z a l · qual sea dada la:honra y
gloria de todo lo que hemos declarado y di­
cho. Amen. . ...
(liv)

EXPOSICION BREVE

DE LAS BIENAVENTURANZAS,
QUE PREDICÓ EN EL MONTE

CHRISTO NUESTRO SEÑOR, (i)

Beati pauperes spiritu.

Ei que fuere tan humilde que tuviere muy


claro conocimiento como de sí mismo es nada;
y amare con grande amor su propio despre­
cio , dando de corazon la honra á D ios, ésce
será pobre de espíritu.

B e a t i m ites.

El que se hallare libre no solo del deseo


de la venganza, mas aun de la turbación de
la ira 3 dándose suave y afable á los rencillosos
sus injuriadores, como sino hubiera sido inju­
riado 3 ésce será manso.
Bca-
(i) Matt .
(IV)
Beati qui lugent.
El que huyere los deley tes presentes, y
-tomare el gemido por canto, abrazando los
trabajos con mayor afección que los mundanos
sus placeres, éste es lloroso bienaventurado.

Beati qui essuriunt.


El que tuviere mas grandísima gana del
manjar espiritual que los muy golosos del man­
jar corporal i éste há hambre y sed de justicia.

Beati misericordes.
El que tuviere los males ágenos por suyos,
a semejanza de madre, que está mas enferma
y llorosa con la enfermedad de su unigénito
hijo que el mismo hijo que padece el m a l,
ésce es el buen misericordioso.

Beati mundo corde.


El que tuviere perfecta limpieza de cora-
zon , la qual es perfecta santidad , á ésce le con­
viene la séptima palabra.

Beati pacijici.
Aquel cuyos movimientos estuvieren tan
so-
<L Vl )
sosegados que na se levanten contra la razón ,
y que la voluntad siga con mucho amor á la de
Dios, y despues tuviere gran deseo y :trabajo por
ver esta paz en los otros, á ésce le conviene la
octava palabra.

Beati qui persecutionem patiuntur .


El que'padeciere por defender la virtud, la
verdad y justicia, y tuviere gana de padecer has­
ta dár la vida >á éste le conviene la octava bien-,
ayenturanza.

El que hubiere cumplido estas palabras ha


conseguido !a cumbre de la perfección que en
esta vida se puede alcanzar.
LIBRO ESPIRITUAL
SOBRE EL VERSO A U D I F I L I A E T V ID U , &c.
COMPUESTO

POR EL V. M. JU A N B E Á V IL A ,

P R E SB ÍT E R O
Y PREDICADOR APOSTÓLICO DE LA ANDALUCIA.

CARTA
Q U E E S C R I B I Ó E L M IS M O V E N E R A B L E
M aestro á un P r e d ic a d o r : trata de la a lte za á
que los tales son le v a n ta d o s, y de cóm o se han
de h ab er con D io s y con la s ánim as 5 de lo
m ucho que le han de c o sta r, y d el ánim o
^ que p a ra ello han de tener.

Ponemos esta Carta al principio de este tratado del


¿Audi F i l i a , por venir tan propia d lo que en-él sé·
tr a ta , que es guiar un ánima desde el principio de sil
conversión hasta el Jin de la perfección.

CKAR 1S S 1M E .
*»-<>■
JLJ^os cartas de V , Reverencia he recibido > en
las quales me hace saber del nuevo llamamiento
con que nuestro Señor lo ha llamado para en­
gendrarle hijos á gloria suya : S it ipse bentdictus in
2W . I, д
a CA RTA DEL VENERABLE MAESTRO
I - .

sacula. ' Q u e no se desprecia de torrar por ins­


trum ento de tan gloriosa cosa á una cosa tan baxa,
y hablar , siendo D i o s , por una lengua de carne,
y levanrar al hombre á que sea órgano de la d iv i­
na vo z y oráculo del E spíritu Santo. C h risto Hom­
bre fue el primero en quien este espíritu lleno y
vivifica tivo de los oyentes se ap o sen tó , engendran­
do por la palabra hijos de D io s y muriendo por
ello s, por lo qual mereció ser llam ado: ( i ) Pa-
ter fu tu r i sáculi. Y porque de el y de sus bienes
h a y com unicación con nosotros, así como nos hizo
hijos siendo el h i j o , y Sacerdotes siendo el. Sacer·*
dote} hízonos el siendo gracioso graciosos ; el ama­
do y bendito semejables á el 5 y siendo heredero
del rey no del Padre , somoslo nosotros también, en
e'l y por e l , si estamos en gracia ( 2 ) . A s i porque
no quedase en el tesoro de, su riqueza cosa de la
qual no nos diese parte , teniendo el espíritu para
ganar los perdidos, compasion para ganar las ánimas
enagenadas de su C riador, palabra v iv a y eficaz para
dar vida á los que la oyeren , consoladora para los
contritos d eco ra zo n (3 ): Llnguam erudham, ut sciam
sustentare eum qui lapsus est verbo i quiso poner de
este espíritu y de esta lengua en algunos para que
f
a
(ty Isai. cap. 9: (2) sfelRomán, cap. 8. (3) Jsai. cap. go. 1
A ÚN PREDICADOR. J

á gloría suya puedan gozar de títu lo de Padres dei


espiritual s e r , como el es llamado según que San
Pablo osadamente afirm a: ( i ) P er Evangelium ego
vos ger,ui. Q uiere el amado San Juan que veamos:
(2 ) Qualem charitatem dedit nobis Pater1, u t F ilii
D e i nom inem ur , Ó" simus. R azón es que con ella
agradezcamos y seamos Padres de los hijos de D iosj
y por la una y la otra sea conocido D io s en ser
largo y bueno sobre los hijos de los hombres, D ebe
pues V . R . para el oficio á que ha sido llam ado,
atender m ucho que no se am ortigüe en el espíritu,
de hijo para con D io s , Padre com ún; y en el es­
píritu de P a d re , para con los que D io s le diere por
hijos. P o r lo primero será reverenciadísima aquelte
altísim a M agestad , adorándola con hum ildad m u y
p ro fu n d a , no haci&ndo cuen ta de su propio ser *
m etiéndolo en el inefable abismo del s u y o , y serle
f i e l , buscando en todo y por todo la glo ria de e'l,
renunciando y abjurando e x toto corde la p ro p ia , dis­
tien d o con Josep h ; (3 ) Todas las cosas que mi Señor
tien e , me dió en las manas , salvo a Ü> que eres su mu-·
ger. L a g lo ria de D io s sea para D io s , pues que
son para en uno , que si á otro la queremos dar, que
cosa mal casada n i m ayor adulterio que la glo ría
d el
(1) 1. ad Carznth, cap. 4. (3) Joan», r. cap. 3. (3) Geni c, 35
Az
4 CA RTA DEL VENERABLE MAESTRO

del C riad or con la cria tu ra : Esposa buscamos , no


nos alcem os con e lla , ánimas, en las quales se ha
aposentado C h risto , y nosotros olvidados , porque
mas se acuerden de e l , salvo en quanto el ve que
es necesario, para que por nuestra memoria y es­
tim a le estimen y amen á el. Este deseo de la hon­
ra de D io s ha de m over al buen hijo para nunca
cansarse, y a con palabras y obras publicar la fama
y renombre de este gran P ad re, y no tener aquí
otro descanso sino quando le hubiere hallado algún
lugar} en el q u a l, com o en te m p lo , sea adorado,
reverenciado y amado com o el único y natural hijo
que al cabo de esta jornada notificó a lo que había
sido enviado, y lo que habia hecho en toda su v i-
ida : ( i ) Pater manifestavi nomen tuum bomlnibus. · Y
no dio sü£ño á sus ojos , ni entró en el descanso
hasta que halló descanso para el Señor y morada
para el D io s de Jacob. Esta reverencia y zelo de
la honra del P adre, y esta obra hasta la muerte
de C ru z , no se aparte de la, memoria del que es lla­
mado para el oficio de publicar la gloria de D io s
veomo fiel hijo. Teniendo pues el espíritu de su hijo
:para con D io s , con el qual ( 2 ) Clamamm: Abba Par·
,.Teniendo en nuestras entrañas reverencia, con-!
¡->1 fian-i
(1) - Jq^nn. cap. tfi. Tsahu 131, (3) A d Rom tap. 8.;
A ÜN PREDICADOR. y

fianza y amor puro para con D io s , como un hijo


fiel para con su padre: R esta pedir el espíritu de
padre para con sus hijos que hubiérem os de engen­
drar 5 porque no basta para un buen padre engen­
drar e l , y dar la carga de educación á otro 5 mas
con perseverante amor sufrir todos los trabajos que
en criarlos, se pasan, hasta verlos presentados en las
manos de D io s , sacándolos de este lugar de peligro,
com o el padre suele tener gran cuidado del bien de
la hija hasta que la ve casada. Y este cuidado tan
perseverante es una particular dádiva de D i o s , y
una expresa imagen del paternal y cuidadoso amor
que nos tiene. D e a r t e , que no se, lib ro , ni pala­
b ra , ni p in tu ra , ni semejanza que asi lleve al cono­
cim iento del amor de D io s con los h om bres, com o
este cuidadoso y fuerte amor que el pone en
un hijo su y o , con otros hombres por estraños que
sean : y que digo ■estraños, ámalos aunque sea desa­
mado j búscales la vida aunque ellos le busquen la
m uerte, y ámalos mas fuertemente en el bien que
ningún hom bre, po;r obstinado y endurecido que es­
tuviere con o tro s, los desama én el mal. M as fuerte
es D io s que el p ecad o , y por eso m ayor amor pone
á los espirituales padres, que el pecado puede poner
desamor á los hijos malos. Y de aqui es también,
que amamos mas á los que por el Evangelio cn -
gen-
6 CA RTA DEL VENERABLE MAESTRO

gendram os, que á los que naturaleza y carne engenJ


dra , porque es mas fuerte que ella , y la gracia que
la carne. Y también este cuidadoso amor del bien de
los otros, pone m u y gran confianza a\ que lo tie ­
n e , que D io s lo tiene de el m ism o; porque viendo
el en su corazon tan pequeño y miserable y tan in­
clinado al propio provecho arder un fuego v iv ísim o
y m uy mas fuerte que todas las a g u a s , aunque sean
de la m u e rte , para con los o t r o s ; parecele que mas
arderá el fuego de amor en el corazon bueno de
D i o s , quanto va de bondad á maldad y de fuego á
frialdad. Y m uy necesario es que quien á este oficio
se ciñe que tenga este am or, porque asi como los
trabajos de criar los h ijo s, asi chicos como quan-
do son grandes, ó no se podrían llevar com o se
deben, sino de corazon de padre ó madre i asi tam­
poco los sinsabores, peligros y cargas de esta crian^
za no se podrían llevar si este espíritu faltase. C o n
atención y casi sonriendome leí la palabra que V .
R . en su carta d ic e : que le parece dulce cosa en­
gendrar hijos y traer ánimas al conocim iento de su
C riad or i y respondí entre mí : Dulce bellutn in ex-
pertis. E l engendrar no mas, confieso que no tiene mu­
cho trabajo, aunque no carece de el i porque si bien
hecho ha de ir este n e g o cio , los hijos que hemos por
la palabra de engendrar, no tanto han de see hijos de
A UN PREDICADOR. 7
v o z , quanto hijos de lá g rim as; porque si uno llora
por las ánimas, y otro predicando las co n vierte, no
dudaría y o de llamar padre de los asi ganados al
que con dolores y con gemidos de parto lo alcanzó
del Señ o r, antes que al que con palabra pomposa y
compuesta los llamó por defuera. A llorar aprenda
quien roma oficio de padre para que le responda la
palabra y respuesta d iv in a , que fu e dicha á la madre
de San A gu stín por-boca de San A m brosio : Hijo de
tantas lágrimas no se perderá, A peso de gem idos y
ofrecim iento de vida da D ios los hijos á los que son
verdaderos padres, y no una sino muchas veces o fre ­
cen su vida porque D io s de vida á sus h ijo s, com o
suelen hacer los padres carnales. Y si esta agonía
se. pasa en engendrar, ¿que piensa, Padre, que se
pasa en los criar? ¿ Q u ie n contra el callar, que es
menester para los niños que de cada cosita se que­
jan , el mirar no nazca envidia por ver ser otro
mas am ad o, ó que parece ser lo que ellos ? El c u i­
dado de darles de comer , ' aunque sea quitándose
;e l padre el bocado de la b o ca, y aun dexar de e^star
-entre los C o ro s A ngelicales por descender á dar so-
pítas al n iñ o ; es menester estar siempre templado,
porque no halle el niño alguna respuesta menos
am orosa, y estar algunas veces el corazon del pa­
dre atormentado con m il c u id a d o s, y tendría por
gran
!8 CARTA DEL V E N E R A B L E MAESTRO

gran descanso soltar las riendas de su tristeza y har­


tarse de llo ra r: y si viene e lh ijit o , ha de jugar
con el y reir com o si ninguna otra cosa tuviese que
hacer. Pues las ten tacion es, sequedades, peligros,
en g añ o s, escrúpulos, con otros m il cuentos de si­
niestros que tom an, ¿quien los contará? ¿Q u e v i­
gilancia para estorbar no vengan á ellos ? ¿ Q ue sa­
biduría para saberlos sacar despues de entrados? ¿ Pa­
ciencia para no cansarse de una y o tra , y m il ve­
ces oirlos preguntar lo que y a les han respondido,
y tornarles á decir lo que y a se les dixo? Que' ora-
cion tan continua y valerosa es menester para con.
D io s , rogando por ellos porque no se m ueran, por­
q u e si se m ueren, creame P a d re , que no h ay dolor
que á esto se ig u a le , ni creo que "dexó D ios otro
ge'nero de m artirio tan lastimero en este mundo co ­
mo el tormento de la muerte del hijo en el cora-
zon del que es verdadero padre. ¿Q u e le dire? no
se quita este dolor con consuelo temporal ningunoí
no con ver que si unos mueren otros nacen; no con
decir lo que suele ser suficiente en todos los otros
m a le s: E l Señor lo dio * el Señor lo quitó , su nom­
bre sea bendito ( i ) . Porque como sea el nial del áni­
m a, y pérdida en que pierde el ánima á D io s , y
sea
( i) $ob cap* x.
A v>í p red ica d o r:. 9
sea deshonra de D io s y acrecentamlento del reyno
del pecado, nuestro contrario b a n d o , no hay quien
¿ d o lo re s tan justos consuele. Y si algún remedio
h a y , es olvido de la muerte del h ijo ; mas dura
p o c o , que el amor hace que cada cosita que vea­
mos y o ygam o s, luego nos acordemos del muerro,
y tenemos por traycion no llorar al que los A ngeles
lloran en su manera, y el Señor de los Angeles
Horaria y moriría sí posible fuese. C ierto la muerte
del uno excede en dolor al gozo de su nacimiento
y bien de todos los otros. Por tanto , i quien q u i­
siere ser padre, convienele un corazon tierno y m uy
de carne para haber compasion de los hijos , lo qual
es m uy gran m a rtirio ; y otro de hierro para sufrir
los golpes que la muerte de ellos dá 7 porque no
derriben al padre, ó le hagan del todo dexar el
o fic io , ó desm ayar, ó pasar algunos dias que no
entienda sino en llo r a r , lo qual es inconveniente
para los negocios de D io s , en los quales ha de estar
siempre solíciro y vigilante ; y aunque este el cora­
zon traspasado de estos d o lo re s, no ha de aflojar,
ni descansar, sino habiendo gana de llorar con unos,
h a de reír con o tro s, y no hacer como hizo A aro n
( i ) , que habiéndole D io s muerto dos h ijo s , y sien­
do
(i) Lsv. cap. io.
Tom . 1. B
I O CA RTA DEL V EN E RA BL E MAESTRO

do reprehendido de M oysen porque no había hecho


su oficio Sacerd o tal, dixo é l : ¿ Cómo podía yo agra­
dar d Dios en las ceremonias con corazon lloroso ? A c á ,
P a d re , mándanos siempre busquemos el agradaniien-
to de D io s , y pospongamos lo que nuestro cora­
zon querría, porque por llorar la muerre de uno, no
corrata por nuestra negligencia peligro los otros. D e
a rte , que sí son buenos los h ijo s, dan en m uy cu i­
dadoso cuidado: y si salen m a lo s, dan una tristeza
m uy triste: y asi no es el corazon del padre, sino
un recelo continuo y una atalaya desde a lto , que
de sí lo tienen sacad o, y una continua oracion en­
comendando al verdadero Padre la salud de sus h i­
jos , teniendo colgada la vida de el de la vida de
ellos , com o San Pablo decía ( i ) : To v iv o , si voso-
tros estáis en el Señor. R azón es que diga á V . R e ­
verencia algunos avisos que debe guardar con .ellos,
los quales no son sino sacados de la experiencia de
yerros que y o he h e c h o ; querría que bastase haber
y o errado para que ninguno errase, y con este da­
ría y o por bien empleados mis yerros. Sea el pri­
m ero, que no se de' á ellos quanto ellos quisieren,
porque á cabo de poco tiempo hallará su ánima seca,
como la madre que se le han secado los pechos con
que
(i) i. Ad Tbss. cap. 3.
A UN PREDICADOR'.1 I I

que amamantaba sus hijos i no los enseñe á estar de


todo colgados de la boca del p a d re , mas si vinie­
ren muchas v e c e s , mándeles Ir á hablar con D ios
en la oracion aquel tiempo que allá habían de es-
ta r: y tenga por cierto que muchos de estos que
freqíientan la presencia de sus espirituales padres no
tienen mas raíz en el bien de qUanto están a llí o ye n ­
do i y mas es un deleyte humano' que toman en es­
tar con quien aman y oyen h a b la r, que en estar
tomando cebo con que crezcan en la vida espiritual.
Y de aquí e s , que no crecen mas un día que otro,
porque piensan que todo lo ha de hacer el padre
b la n d o , y asi hacen perder el aprovecham iento á
su p a d re, y no crece en ellos cosa alguna. T ie ­
nen también esta co n d lcio n i que en qualquiera tri­
bulación que les v e n g a , luego corren á sus padres
todos tu rbad os, porque ninguna fuerza tienen en sí:
y aunque el padre no deba faltar en tales tiempos,
mas decirles que vayan delante nuestro Señor , y se
le representen con aquella p e n a , porque no pier*
dan tal tiempo de com unicación x o n e l , que es el
m ejor de los tiempos. Y para que le oygan con
atención les envia D ios la p en a, no para que se va­
yan á consolar con los hombres, y pierdan las gran­
des lumbres y aprovechamientos que D io s suele dar
a l que acorre á el en el tiempo de las tribulaciones.
Xa
I 2' CARTA DEL V EN ERA BLE MAESTRO

L a sum a'de esto es, que les enseñe á andar poco á po­
co sin a y o , para que no estén siempre floxos y rega­
lados , mas tenga algún nervio de v irtu d , y no se
de él tanto á otros, que pierda su recogim iento y pe­
sebre de D io s, porque mas provecho hará con hablar
un p o c o , si sale de corazon encendido, que con
derramar palabras frias acá y acullá : el medio en
esto pídalo á su conciencia, mirando que no se
enfrie i y lo que mejor es , pídalo al soberano
M aestro que se lo enseñe por el espíritu suyo. I te n ,
no se meta en remediar necesidades corporales, sa l­
vo ordenando en general como se rem edie, asi com o
ordenando esa cofradía ó cosas sem ejantes, y con
eso cum pla, y sépanlo asi sus h ijo s , que no han
de llegarse á él , ni esperen de él favor tem­
poral alguno, porque si en esto no mira , sería
grande estorbo para el camino que quiere caminar.
,Y esto está mandado en el C on cilio Cartaginense
I V , donde se dice ( i ) : E l O bispo no haga por sí
mismo los negocios de las viudas y huérfanos y
peregrinos sino por el A rcipreste,ó Arcediano.;, y
dixo abaxo ( 2 ) : Q ue solamente entienda en, la lec­
ción y o ra cio n , y palabra de predicación , ruegos de
jueces' ó de personas.¡a quien se jdebe a lg o , p o r-
.X ' : ií. · ■ >; - >
■ que
( 1) Concilio Cariagí cap. (a ) 'Eodem Concilio¡ cap 00.
A UN PREDICADOR. I J

que suelten ó esperen , h u ya de e llo , y si mucho le


importunaren , cumpla con darles una breve carta
en que lo ruegue con toda modestia. Finalmente,
de todo esto temporal h u y a , acordándose com o el
Señor daba en ro stro , diciendo ( i ) : Buscaisme, no
por las señales que vistes, mas porque comistes y os
bartastes. Esta regla tiene excepción s si supiere de
alguna particular necesidad corporal , de la qual
pende cosa del á n im a , entonces puede entender en
e lla , lo qual acaece pocas veces en la v e rd a d ,a u n ­
que quien la padece diga que muchas. N o descubra
á hijos secretos particulares de la com unicación de
D io s consigo n i con otra p erso n a; porque hallará
por experiencia tan poco secreto en ello s, que no
lo pudiera creer sino lo p ro b ára, sino fuera cosa
particular de persona secreta que se le pueda fíat.
N o les suelte la rienda á com ulgar quantas veces
q u isieren , que muchos comulgan mas por livian ­
dad , que no por profunda devocion y reverencia;
y acaece á estos venir á estado que ninguna me­
joría ni sentimiento sacan de la com union, y esto
es-grande s.e e v ita r; téngalos siempre
.dsbaxo de una ^profunda reverencia á este miste.-
¡rio j y al que sin esta v ie re, reprehendale y q uítele
bu el
,;,v, (O,.. X
I 4 CARTA DEL V EN E R A BL E MAESTRO

el pan hasta que m ucho lo desee y se conozca m u y


indigno. A l vu lgo basta com ulgar tres ó quatro ve­
ces en el año, á los medianos nueve ó diez veces , á
las personas R eligiosas.de quince á quince dias; y si
son casadas se puede esperar á tres semanas ó un
m e s ; y á los que m uy particularmente viere toca­
dos de D i o s , y se conociere casi á los ojos el pro­
vecho , com ulguen de ocho á ocho días , como acon­
sejó San A gu stín ( i ) . Y mas freqüencia de esto
no h a y a , si no se viese tan grande hambre y re­
verencia, ó alguna extrema tentación ó necesidad
que otra cosa aconsejase, en lo qual se tenga m i­
ramiento de algunas personas cerca de esto. Y creo
que hay m uy pocos que les convenga freqüentar este
m isterio mas que de ocho á ocho dias. Y San Bue­
naventura dice ( 2 ) : Q u e en todos los que el cono­
ció , no halló quien mas á menudo de aqueste ter­
m ino lo pudiese recibir. San Francisco de Paula ( 3 )
primero confesaba quatro ó cin co veces en el año,
despues de m uy santo cada D om ingo. Aprendan en
pago de aquella celestial comida á hacer algún ser­
v ic io á nuestro Señ o r, ó eti ir quitando álguna pa­
sión cada d ia , ó en otra cósa alguna qué corresponda
á cada v e z que com ulgare ; que allegarse á los pies
del
(1) S . Aug. (a) S ‘ Buen. (3) S.Francisco de Paula.
A UN PREDICADOR. I j

del Confesor y luego al A l t a r , tornarseha en tan­


ta costumbre á a lg u n o s, que casi ninguna cosa h ay
mas para a q u e llo , que aquel ratico que están allí.
Tam bién me parece cerca de esto, que V . R . no
curase de confesar ordinariam ente, porque h a y al­
gunos peligros en ello , que quizá le turbarán; y por­
que será tan com batido, que no tendrá tiempo para
entender en lección ni oracion , lo qual conviene
que nunca se dexe , porque luego es todo casi per­
dido. Si alguna cosa quisieren de e l, dígales que le
digan aquello particularm ente, y respóndales á ello.
Y muchos hay que para contar sus necesidades cor­
porales piden con fesion , y no cae hombre en ello
hasta que ha perdido el tiempo ; y dígolo asi, por­
que por m aravilla se saca provecho de los que asi
viven. O tros para contar una cosa ó escrúpulo pi­
den co n fe sio n ; debe decir á estos : m irad , si al­
guna cosa particular me quereis decir que no la
fiáis de o t r o , ó os parece que y o la podre reme­
d ia r , decídm ela, que la confesion no faltará con
quien se haga 3 y es buen proveim iento tener ha­
blado á algunos Confesores y platicado con ellos el
arte de con fesar, para que entrambos sean á u n a, y
enviar á aquellos los que vinieren á pedir confesion,
dicie'ndoles; yo os daré quien os confiese mejor que
y o . Y es bien tener tasa en el negociar, porque sí
/
a
I 6 CAUTA DEL VENERABLE MAESTRO

á cada hora que vienen les ha de responder, no le


dexarán rato de quietud. Señáleles á la mañana y
tarde ciertas horas, y si en otras vin ieren , avise
al portero que les diga que vengan á sus horas. Iten t
conviene mucho á los hijos que de nuevo nacen
encomendar d silen cio, porque como sienten un p o ­
co de vino nuevo en el co ra zo n , luego querrían ha­
blar de lo que sienren ; y quedan por esto vacíos»
porque como dixo San Bernando ( i ) : El mas apto
instrumento para vaciar el corazon es la lengua. C a ­
llen y obren , y disimulen todo lo posible el don
que nuestro Señor les ha dado , porque y a sabe el
proverbio que dice: Hablar como muchos, y sentir co­
mo pocos. Y de no guardar este proverbio se sigue,
ó que los otros persiguen al nuevo Caballero de
Jesu-Christo y derríbanlo por impaciencia ó alábanlo
por santo , y derríbanlo con m ayor caida. Y por
ta n to , mientras el árbol está en flo r , bien es guar­
darlo de todo in con ven ien te, no se hagan luego
maestros queriendo predicar á los o tr o s : no piensen
que los que no siguen lo que ello s, van perdidos;
mas pongan los ojos sobre su salud solamente , y
óbrenla com o dice San Pablo ( 2 ) , con temor y con
temblor , dexando el negocio ageno al Señ o r, que
sa-
(1) J , Bernard. (2) A d Philip, cap. t.
A UN PREDICADOR. I 7
sabe lo que cada uno tiene y en que parará.
nalmente los haga v i v i r , in timore DomlnL Y coman
su pan en silencio. Y si algún poquito de liviana
dad y soberbia viere en e llo s , reprehendaselo gra­
vemente conforme al Soberano M aestro , quando á
los D iscípulos que se gloriaban , dixo ( i ) ; Videbam
Satbanam. L as recetas generales que se deben dar
á los que quieren servir al Señor y de mas de las
dichas , son quatro. L a primera , que freqüenten los
Sacramentos de la Confesion y Com union , como,
es dicho : y para bien se confesar hanse de exam i­
nar cada noche lo que han pasado aquel dia , y
de allí tomar lo principal , y encomendarlo al
papel por cifras , y principalmente á la memo­
ria para brevemente confesar. L a segunda , que
sean m uy amigos de la le c c ió n , porque según la
gente está d u rísim a, esle m uy provechoso leer li­
bros de romance , libros que son mas acom odados
para esto : Passio duorum : Contemptus m undi: los
abecedarios espirituales. L a segunda parte, y la quin ­
ta , que es de la o ra clo n : L a tercera parte no la
dexen leer com unm ente, que les hará m al, que v a
por via de quitar todo pensam iento, y esto no
conviene á todos. L o s Cartujanos son m uy buenos,
O pe-
(1) S. Luc, cap. 10*
Tom. I , C
I 8 CARTA i > e l v e n e r a b l e m a e s t r o

O pera B e r n á td i, Confesiones de San A gu stín . L a


tercera cosa es la oracion , en la qual es menester
m ucho tiento > porque no se tome en daño lo que
nuestro Señor nos dexó para provecho nuestro. In
primis , les ha de aconsejar se desocupen un poco
por la mañana y otro á la tarde ó n o ch e, y re­
cen algunas oraciones vocales *á las cinco lla g a s, ó
algunas horas. Despues de rezar, lean un poquito
en cosa que sea conform e á lo que quieren me­
ditar , asi com o si tienen los pasos de la Pasión
repartidos para cada dia de la sem ana, lo qual es
buen orden. Y si quisieren h o y pensar en el Huer­
to , lean en aquel paso , y aunque no lo lean
todo no hace a l c a s o , que otra semana pasarán á
otro poco f y asi á Los otros pasos ; que con leer,
recógese el corazon y callentase algo > y hallan al­
guna puerta los principiantes para entrar en.la me·«
ditacion , que de otra manera pasan grave traba­
jo si no hace el Señor merced particular. Y des­
pues de haber le id o , mediten un poco por la ma­
ñana en un paso de la Pasión con todo sosiego de
ánim a, contentándose con aquella vista sencilla y
h u m ild e , acatando á los pies del Señor , y espe­
rando su limosna y misericordia : y sobre esto oy·*
gan M is a , meditando aquel paso que en casa pen-*
saban. En la tarde o noche recen otro tanto y
lean,
A ÜN PREDICADOR, 19

le a n , y despues piensen en la hora de su muerte,


y como han de ser presentados ante el juicio del
Señor i y acúsense, y avergüencense, y afréntense
delante del acatamiento de D ios , sintiéndose como
si estuviesen presentes, y pongan á una parte los
bienes que han recibido y á la otra los males
que ellos han hecho T y pidan al Señor sentim ien­
to de su propia maldad , y a llí pueden pensar un
poco en el infierno, y reprehenderse de las faltas
aquel dia cometidas. T o d o se h a d e hacer con el
mas sosiego que pudieren , para que si D ios los
quisiere h a b la r, no los halle tan ocupados en ha­
blarlo todo ellos que calle D ios : Intelllgs qu& dico,
dabit enim tibi Dominas in ómnibus íntellectum. A v í ­
senles que guarden la cabeza, y que se contenten
con estar, un rato en la presencia del Señor, aun­
que otra limosna no reciban, y de aquel meditar,
aunque sea seco , se saca algún bien. A lgun os h a y
á quien D ios toma los corazones y obra en ellos,
que no es menester sino recogerse á D i o s ; y lue­
g o hallan tanta llu v ia de pensamientos buenos y co­
m unicación de el , que no han menester sino seguir
tal guia. O tros h ay tan ru d o s, que no es necesa­
rio imponerlos en mas que rezar y leer. Entre dia
encomiende que piensen ó en la presencia de D ios
ó en aquel paso que pensaban por la mañana. T o -
C 2 da
2 0 CARTA DEL VENERABLE MAESTRO

da esta meditación se ha de hacer no llevando la


im aginación á partes lejos de s í , sino dentro de
sí, ó á par de sus p ies, porque es cosa mas des­
cansada y mas provechosa para arraygarse en ei
corazon. L a quarta cosa e s , que entiendan en obras
de ca rid a d , cada uno según p u d iere: quien pudiere
dar lim osna, casa, consejo, no dexe nada por ha­
cer , que aunque algún poco el ánima se distrayga
no cure de e l l o ; ni todo se ha de gastar en reco­
gim ien to, ni todo en acción exterior. A lgu n a pe-·
m tencia e sp e cia l, si son mozos. L a unción del Es­
píritu Santo le ensenará, & c . En lo que me man^
da que le diga de los libros que agora se usan,
no tengo cosa que me parezca digna de se la en­
viar. D e lo que y o me he aprovechado en esa parte
es la Sp.ma de v itiu Ó 1 virtutibus de Guillerm o Pa­
risién. Esto es, carísim o, lo que se me ha ofre­
cido e scrib ir, y sabe el Señor entre quanras ocu­
paciones , tomando y dexando la pluma. Bien creo
qüe el Señor le ha mostrado otras cosas mejores
que e sta s, sino y o atrevim e á decir los males en
que y o he c a id o , para que haya compasion de
m í, y ruegue al Señor perdone mis ignorancias que
en este oficio he h e c h o , y de á .V . R . gracia que
no cayga en ellas, como y o creo que no lo per­
mitirá. O lido he de su carta que el mundo le es
con-
A UN PREDICADOR. 2 I

contrario, no le pene ni poco ni m u ch o , tenga


por averiguado que hallará á D io s tan favorable en
este n egocio, que no lo podrá creer sino quien
lo prueba. N eg o cio es de D io s , y tan su y o , que
no hay cosa en la tierra en la qual ponga e l sus
sacratísimos ojos con tanto cuidado y favor como
en la v o c a c io n , y justificación y guarda .de sus es­
cogidos. Q uiera el mundo ó n o , los que D io s tie­
ne determinado que por instrumento del pobrecito
Predicador se salven, no los podrá escu sar, aunque
se junte todo el Infernal poderío á contradecirlo.
C o b re , P a d re, un ánimo grande para mandar de
parte de D io s al C ie lo si es menester. T odas las
cosas crió D ios por causa de los escogidos , y la
salud de estos nos encomendó el en nuestras ma*
nos , para que los llam em os, esforcemos y ayu·*
demos á colocarlos en el C ie lo . N o se ha de pen-
sar que olvidará D ios á estos que ab aterno para
sí escogió y amó. Ordene bien lo que ha de ha­
cer , execute con toda osadía ; y no haga cobar­
de un oficio y un lugar donde tantos tan osa-<
damente han hablado, y aunque les h aya costado
la vida de a c á , han salido con el bien de las
ánimas y de la s u y a , que era la empresa que pre­
tendían. A siente en su corazon las palabras de
C h risto : Dico antera vobís amlcls meis ne terrea*
2 2 CARTA DEL V ENERA BLE MAESTRO

mtní ab b is , qui occidunf corpus y & c . Y sepa , que


la diligencia que este R e y nuestro trae en el ne­
go cio de la salvación de nuestras almas , es tan
grande , quanto no se puede hablar ni pensar : Chris-
to gloria & imperium m jacula saculorum. A m en.
C A P IT U LO P R IM E R O .

EN QUE SE T R A T A Q U AN TO NOS
conviene oír á D io s j y del adm irable Ienguage
que nuestros primeros Padres tenian en el estado
de la inocencia, el qual perdido por el pecado,
sucedieron m uchos m u y malos.

Oye , H i j a , y v é , é indina tu o reja , y olvida tu


P u e b lo , y la casa de tu p a d r e , y codiciara el
Rey tu hermosura ( i ) .

E sta s p alab ras, devota Esposa de Jesu C h r is to ,


dice por el P rofeta D a v id , ó por m ejor decir f D io s
en e l , á la Iglesia C h ris tía n a , amonestándole lo
que debe, hacer para que el gran R e y Jesu -C h risto
la a m e , de lo qual á ella se le siguen todos los
bienes. Y porque vuestra ánima es una de las de
esta Ig le sia , por la gran m isericordia de D io s , pa­
recióme d eclararoslas, invocando prim ero el fa vo r
del Espíritu-Santo , para que rija mi pluma y apa­
reje vuestro corazon , para que ni y o hable tfial,
ni
(i) Psolm. 44*
2 4 del MAL lenguage

n i vos oigáis sin fru to ; mas lo uno y lo otro sea


á perpetua honra de D io s y aplazamento de su
santa voluntad.
L o p rim e ro , que nos es amonestado en estas
palabras e s , que o y g a m o s, y no sin causa , por­
que como el principio de la vida espiritual sea la
Fe , y ésta éntre en el á n im a, como dice San Pa­
blo ( i ) mediante el o ir , razón es que seamos amo­
nestados primero de lo que primero nos conviene
h a c e r, porque m uy poco aprovecha que suene la
v o z de la verdad divina en lo de fu e r a , si no hay,
orejas que la quieran o ir en lo de dentro. N i nos
basta que quando fuimos bautizados nos metiese
el Sacerdote el dedo en los oídos, diciendo, que
fuesen a b ie rto s, si los tenemos cerrados á la' pa·^
labra de D i o s , cumpliendo en nosotros lo que de
los ídolos dice el P ro feta D a vid ( 2 ): Ojos tienen
y no -ven j orejas timen y fío oyen. M as porque a l­
gunos hablan tan m a l, que oírlos es oir sirenas
que matan á sus oyentes ; es bien que veamos á
quien tenemos de oir y á quien no. Para lo qual
es de notar , que A dán y Eva quando fuéro-n cria­
dos un solo lenguage hablaban ( 3 ) , y aquel duró
e n ‘el mundo hasta que la soberbia de los hom ­
bres,
(i) Román, to. (a) Psaf. 113. (3) Genes, u .
DEL MUNDO, '2 j j

b r e s , que quisieron edificar la torre de la confu­


sió n , fue castigada, con que en lugar de un len-
guage que todos se entendían , sucediese m u­
chedumbre de lenguages , con los quales unos á
otros no se entendiesen. En lo qual se nos m ues­
tra , que nuestros primeros padres antes que
se levantasen contra el que los crió quebrantando
con atrevida soberbia su mandamiento , un solo
lenguage espiritual hablaban en su ánim a, el q ü al
era una perfecta concordia que uno tenia con otro
y cada uno consigo mismo y con D io s , vivien d o
en el quiero estado de la inocencia;, obedeciendo
la parte sensitiva á la ra c io n a l, y la racional á
D i o s , y asi estaba en paz con e'J, y se entendían
m uy bien á sí mismos y tenían paz uno con otro*
mas como se levantaron con desobediencia atrevida
contra el Señor de los C ie lo s , fueron castigados, y
nosotros en e llo s, en que en lugar de un lenguage
bueno y con que bien se entendían , sucedan otros
m uy malos e innum erables, llenos de tal confusion y
t i n k b la , que ni convengan unos hombres con otros,
ni uno consigo m ism o, y menos con D ios. Y aun­
que estos lenguages ño tengan orden en sí (pues
son la misma desorden)* mas para hablar de ellos,
reduzcámolos á la orden y número de tr e s , que son
lenguage de m undQ, c ^ n e y d ia b lo , cuyos oficios
Tom. X* D (co·*
2 6 DEL MAL LENGUACE

(com o dice San Bernardo (i) son: del p rim ero ,


hablar cosas vanas: del segundo, cosas regaladas:
del te rc e ro , cosas malas y amargas.

CAPITULO II.

QUE NO DEBEM OS O IR E L LENGUAGE D E L


mundo y honra vana, y quan grande senario tiene
sobre si los corazones que la siguen , y lo
sera el castigo de los tales .

E l lengüage del mundo no le hemos de o ír , por­


que es todo m entiras, y m uy perjudiciales para
quien las c r e y e r e , haciéndole que no siga la ver­
dad que e s , sino la m entira que tiene apariencia
y se usa. Y con esto engañado el h o m b re , echa
tras sus espaldas á D ios y á su santo agradecim ien­
to , y ordena su vida por el ciego norte del aplaza­
m iento del mundo i y engendrásele un corazon de­
seoso de honra y de ser estimado de hom bres. Se­
mejables al de los antiguos soberbios R om anos , de
los quales dice San A g u s t ín , que por amor de la
hon-i
(j) S, Eernavd.
DEL M UNDdi 27
honra mundana deseaban viv ir , y por ella no te ­
mieron m orir. Preciánla tan to , que en ninguna m a­
nera pueden sufrir ni una liviana palabra , que con-*
tra ella se diga , ni cosa que sepa ni huela á des­
precio ni de m uy lejos. A n tes h a y en esto tantas
sutilezas y puntos, que por m aravilla h a y quien se
escape de no tropezar en alguno de ellos y o fen ­
der al sentible m undano, y aun muchas veces sin
pensar que le ofende- M as estos tan fáciles en el sen­
tir el desprecio, quan difíciles y pesados son en lo des*
preciar y en lo perdonar : y si alguno lo quisiere
hacer, que tropel de falsos amigos y de parientes
se levantarán contra el , y alegarán tales leyes y
fueros del m u n d o , que de ellos se co n clu ya que
es mejor perder la hacienda , sa lu d , casa, m uger y
h ijo s; y aun esto les parece p o c o , pues dicen que
se pierda la vida del cuerpo y 'd e l ánim a, y todo
lo de la tierra y del C ie lo : y que el mismo D io s
y su le y sean tenidos en p o co , y puestos debaxo de
los p ie s, porque la vanísim a honra no se pierda, y
sea estimada sobre todas las cosas y sobre el mismo
D io s. ¡O honra v a n a ! condenada por C h risto en la
C ru z á costa de sus grandes deshonras, ¿ y quién
te dio asiento en el T em plo de D io s , que es el c o -
razon ch ristia n o , con tan grande estima , que á se­
mejanza del A n ti-C h risto quieras tú set mas precia-
D i da
18 DEL MAL LENGÜAGE

da que el A ltísim o D ios? ¿Q uien te h izo com ­


petidora con D io s , y que le lleves ventaja cu a l­
gunos corazones , en ser preciada mas que e l , re­
novándole aquella grave injuria que le fue hecha
quando quisieron á Barrabás mas que á el ? ( i ) G r a n -
de por cierto es ru tirania en los corazones de los
/
sujetos á t í , y con gran presteza y facilidad te
hacen servicio por costoso que sea. Pensaba A a ro n ,
(2 ) que por pedir el los zarcillos de oro que traían
en las orejas las m ugeres, y hijos y hijas de aque­
llos que le pedían ídolo á e'l , que por no ver despo­
jados á los que am aban, se apartarían de la deman­
da del falso D ios : y no fue a s i , porque no fue­
ron pedidos quando fueron dados. N í se tuvo cuen­
ta , ni se tiene con lo que han m enester, casa ni h i­
jo s , con que haya ídolo de honra al qual sacri­
fiquen. Y acaece de muchas veces, que algunos de
los que te sirven entienden quan vana cosa se a , y
sin como e re s, y quan perdida cosa es seguirte : y
pudiendo librarse de tu grave y u g o , con solo rom ­
per c o n tig o , es tanta su flaqueza y m iseria, que
eligen mas rebentar y hacer contra la honra de
D i o s , que descansar y honrar á D io s y huyendo
de t í : servireis á dioses ágenos de día y de noche;
echa
( 1) №attí>. 27. (a) Exod. 3a.
DEL MUNDO, 29
echa D ios por maldición á los que sirven á los fa l­
sos dioses, y cúmplese m uy bien en los que ado·-
ran la honra. Hablando San Juan de una gente
principal de Jerusalén ( i ) , que creyeron en C h ris-
t o , mas no osaron publicarse por suyos por res­
peto de los hombres : dice de ellos con gran v itu ­
perio , que amaron mas la honra de los hom bres
que la honra de D io s. L o qual con mucha razón
se puede decir de estos amadores de la honra i pues
vemos que por no ser despreciados de los hom ­
bres desprecian á D io s , cu ya L e y se avergüenzan
de seguir, por no ser avergonzados de los h o m ­
bres. M as hagan lo que quisieren , honren su hon­
ra hasta que no puedan m as, que fixa y firme está
la sentencia pronunciada contra ellos por Jesu-C hris-
to Soberano J u e z , que dice : Quien se avergonzare
de mí y de mis palabras , avergonzarseba de él el
H ijo de la V irg en , quando viniere en su Magestad>
y de su Padre y de sus Angeles . Y entonces cantan
rán todos los A n geles y todos los Santos ( 2 ) ; jf# j-
to eres , Señor , y justos tus juicios 7 que si el v i l
gusano se avergonzó de seguir al Rey de la M ages-
t a d , que tú , Señor , te avergüences , siendo la misma
honra y alteza , de que una cosa tan haxa y tan
m&".
(0 Jeretji, Jcaan. 14. (a) PsaJm. 113,
30 DEL MAL LENGÜAGE

mala esté en compañía de los tuyos y tuya. ¡O con


q u é ím petu será entonces echada la honra de B a-
b y lo n ia en los profundos in fiern o s, en compañía
de tormentos del soberbio L u c if e r , pues quisiéron
ser compañeros de él en la culpa de la soberbia!
N o se burle n a d ie , ni tenga por pequeño mal el
am or de la honra del m u n d o , pues el S eñ o r, que
escudriña los corazones, dixo á los Fariséos ( i ) : ¿Co-
mo podéis creer en m i , pues que buscáis ser hon­
rados unos de otros , y no buscáis la honra que de so­
lo Dios viene ? Y pues este m al afecto es tan pode­
roso , que bastó á hacer que no creyesen en J esu -
C h r is t o , ¿q u é mal no podrá? ¿ Y quién de él no
se santiguará? Por lo qual dixo San A gu stín ( 2 ) ,
qiie ninguno sabe que fuerzas tiene para dañar el
am or de la honra van a, sino aquel á quien ella
hubiere m ovido guerra.

( 1) Joan. g. ( 2) August,
DEL MUNDO. 31

CAPITULO III.

DE QUE R E M E D IO S NOS HAREM OS DE


aprovechar para despreciar la vana honra del mtíndoy
y de la grande fu erza que Christo da para
la poder vencer .

M ucha ayuda, contra este mal nos debia ser , que


la misma lumbre natural lo condene , pues nos en­
seña que el hombre ha de hacer obras dignas de
honra , mas no por la h o n ra, merecerla y no pre^
ciarla. Y que el corazon grande debe despreciar el
ser preciado y el ser despreciado: y que ninguna
cosa debe tener por grande sino la virtud. M as sí
con todo esto no tuviere el Christiano corazon para
despreciar esta vanidad, alce los ojos á su Señor
puesto en C t u z , y verleha tan lleno de deshon­
ras, que si bien s$ pensaren, pueden competir.con
la grandeza de los tormentos que recibia, Y no sin
causa eligió el Señor muerte con extrema deshon­
ra , sino porque conoció quan poderosa tirano es
el amor de la honra en el corazon de muchos que
no dudan de ponerse á la muerte, y huyen del ge­
ne-
3 2 DEL MAL LEN’GUAGE

ñero da la muerte si es con deshonra. Y para dar­


nos á entender que no nos ha de espantar lo uno
ni lo o tr o , eligió muerte de C r u z , en la qual se
juntan graves dolores con excesiva deshonra. M i ­
rad pues si ojos teneis á C h risto estimado por el
mas baxo de los hom bres, y habilitado con g ra­
ves deshonras; u n a s, que la misma muerte de C r u z
trae co n sig o , puss era la mas infama de to d a s: y
o rra s , con que particularm ente ofendieron á nuestro
Señor ; pues ningún ge'nero de gente quedó que no
se emplease en le blasfem ar, despreciar c injuriar
con ge'neros de deshonras no v is to s , y vereis quan
bien cumple lo que predicando había dicho ( r ): To
no basco m't honra , haced vos así. Y si pararedes las
orejas de vuestra ánima á oír con atención aquel
lastim ero pregón que contra la misma inocencia se
d ió , pregonando á Jesu -C h risto nuestro Señor por
m alhechor por las calles de Jerusalcn; confundiros-
heís vos quando vieredes que os h o n ra n , ó quando
deseis ser ho n rad a, y diréis con gem ido entraña­
b le : i O S e ñ o r, vos'pregonado por m a lo , y y o a la -
bada por buena ( 2 ) ! ¿ Q u e cosa de m ayor d olor?
Y no solo se os quitará la gana de la honra del
m u n d o ,, mas tendreis gana de ser despreciada, por
- ser
(i) Joann. 8. (a) Ecctes. a3·
DE t MUNDO, ^35
seir conforme al Señor, seguir al qual, como dice
la Escritura ( i ) , es grande honra. Y entonces d i­
réis con San Pablo ( 2 ) : N o plega á D ios que yo
me honre sino en la C ru z de Jesu-C hrísto nuestro
S eñ or: y deseareis cumplir lo que el mismo A p o s-
to l dice (3 ): Salgamos á Christo fu era de los R ea­
les , imitándole en su deshonra. Y si es poderosa cosa
el afecto de la honra v a n a , m uy mas poderosa es
la medicina del exemplo y gracia de C h r is to , que
de tal manera la vencen y desarraygan del corazón,
que le hacen sentir que es cosa m uy abominable,
que vxendo un Christíano ,al Señor de la magestad
baxarse á tales desprecios, se quede el gusano v i l
hinchado con amor de la honra í por lo qual el
Señor nos convida y esfuerza con su exemplo, d i '
ciendo : Confiad , que yo vencí el m undo ; como si di-<
xese : A ntes que . y o acá v in ie s e , cosa recia era
tomarse con el mundo engañoso : desechando lo que
en el flo re ce , y abrazando -lo que e'l desecha > mas
después que contra mí puso todas sus fuerzas., in­
ventando nuevo género de tormentos y deshonras,
todo lo qual y o sufrí sin volverle el rostro; y a
no solamente pareció flaco, pues encontró con quien
pudo mas su frir , mas aun queda vencido para vues­
tro.
(1) GaJatfr. 6, (2) Hebf, 13. {3) Joann. 16.
to m . 1. E
3 4 BEl· MAL LENGUrtGE ■

tro p ro vech o , pues con el exempto que y o os di,


y fortaleza que os gane, lo podéis ligeramente ven­
cer i sobrepujar y hollar. M ire el C h risú a n o , que
pues el mundo despreció al bendito H ijo Je D ios,
que es ererna verdad y bien su m o , no h a y por^
que nadie en nada le tenga ni en nada le crea.
A n tes mirando que fue' engañado en no conocer
una tan altísima lu z , y en no honrar al que es
verdadei ísima honra ; aquello repruebe el C h ristia-
no , que el mundo aprueba: y aquello precie y ame,
que el mundo aborrece y desprecia, huyendo con
m ucho cuidado de ser preciado de aquel que á su
Señor despreció : y teniendo por grande señal de
ser amado de C h risto , el ser despreciado del m un­
do , con e'l y por el. D e lo qual resu lta, que así
com o los que son de este mundo no tienen ore­
jas para escucharla verdad y doctrina de D io s , an­
tes Ja desprecian ; asi el que es del bando de
C h risto , no h¡s ha de tener para escuchar, ni crer
las mentiras del mundo. Porque agora a la g u e , ago­
ra persiga , agora prometa , agora amenace , agora
espante, ó parezca b la n d o , en todo se e n g añ a , y
quiere engañar , y con tales ojos lo debemos mi­
rar. Pues es cierto que en tantas mentiras y falsas
promesas le hemos tomado, que las medias que un
hombre d ixese, en ninguna cosa nos fiaríamos de
él,
DEL MÜNDÓ. 3J
e l , y á duras penas ( aunque dixese verdad ) le da­
ríamos crédito. N o e s . bien ni mal veid aiero lo
que el mundo puede hacer, pues no puede dar ni
quitar la gracia de D ios. N i aun en lo que pa­
rece que p u ed e, no puede nada, pues que no pue­
de llegar al cabello de nuestra cabeza sin la volun ­
tad del Señor : ( i ) y si otra cosa nos quisiere h a ­
cer entender, no le creamos. | Q uien habrá que y a
no ose pelear contra un enemigo que no puede nada?

C A P IT U L O IV.

EN QUE GRADO T POR Q U E F I N E S ¿ IC T fO


desear la humana honra, y del grandísimo peligra
yus hay en los oficios honrosos y de mando.

3P a r a que mejor entendáis lo que se os ha dicho,,


habéis de sa b e r, que una cosa es amar la honra ó
estimación humana por sí misma y parando en ella,
y esto es malo según se ha d ic h o ; y otra cosa es
qüando estas cosas se aman por algún buen fin , y
esto no es malo. C ia to es, que una persona que tiene
m an-
íi) Mattb. io.
£2
3 6 DEL MAL lenguage

mando ó estado de aprovechar á o tro s , puede q u e­


rer aquella honra y estima para tratar su oficio con
inayor provecho de los o tro s : pues que si tienen en
poco al que m anda, tendrán en poco su mandamiento
aunque sea bueno. Y no solamente estas personas ,
nías; generalmente todo Christiano debe cumplir lo
que está escrito ( i ) : T en cuidado de la buena fama.
N o porque ha de parar en e lla , mas porque ha
de ser tal un Christiano t que quien quiera que
oyere o viere su v id a , de' á D ios g lo ria , como la
solemos dar viendo una rosa ó un árbol con fruto
y frescura. Esro es lo que manda el Santo Evan­
g e lio , (2 ) que iuzga nuestra luz delante dé los hom ­
bres : de manera , que viendo nuestras buenas obras
dén g^>ria al Celestial Padre , del q m l procede to ­
do lo bueno, Y este intento de la honra de D ios y
de aprovechar á los próximos m ovió á San Pablo
(3 ) á co n tar de sí mismo grandes y secretas mer­
cedes que nuestro Señor le habia h e c h o , sin te ­
nerse por quebramador de la Escritura , que d ic e ;
(4 ) A lábete Ja boca avena y no la tuya. Porque con -
taba él est.is sus alabanzas tan sin pegársele nada
de ellas como sino las hablara. Cum pliendo él mis­
mo lo que habia dicho á los de C o iim h o , ( 5 ) que
los
(i). E ccht. 41. ( 2) Mattk. g. ( 3) 4. Cor. 4. (4) Prov. 37.
($) i* Car. 7·
DEL MUNDO. 37
los que tienen mugeres sean como síno las tu v ie ­
sen : y los que lloran com o sino llorasen , con otras
cosas semejables á estas. En lo qual quiere decir,
que aquel provechosamente usa de lo temporal prós­
pero ó adverso, g o zo s o .ó triste , que no se le
pega el corazon á e llo > mas pasa por ello como
por cosa vana y que presto se pasa.;Y cierto quando
San Pablo contaba estas cosas de s í, con un cora­
zon las d ecía, no solo despreciador de la honra ,
mas amador del desprecio y deshonra por Jesu Chris-
to , cuya C ru z él tenia por honra suprema, Y de
estos tales corazones bien se puede fiar que reciban
honra, ó digan ellos cosas que aprovechen para te­
nerla í porque nunca harán estas cosas sino quando
fuere muy menester para algún bt;en fin. M as . así
com o es cosa de mucha virtud tener la cosa como
síno la t u v i e s e n y no pegarse al corazon la h o n ­
ra que de fuera nos d a n , asi es cosa dificultosa,
^que m uy pocos la . alcanzan. Porque como San
Chrysüstonio d ic e : ( i ) Andar entre honras y no
pegarse al corazon del honrado , es como andar en­
tre hermosas mugeres sin alguna vez mirarlas con
ojos no.castos. Y .-la experiencia nos.;ha mostrado,
que las dignidades y lugares de honra m uy pocas
ve-
r ■^ - (i) Ckrysost.
3 8 DEL MAL LENGUAGE

ccs han hecho de malos buenos, y m uy muchas


dé ios buenos malos. Porque para sufrir el peso
de la honra y ocasiones que vienen con e lla , es
menester gran fuerza y virtud. Porque según San
Gerónim o dice ( i ) : Los .montes mas altos con mayo·
res vientos son combatidos. Y cierto es, que se requie­
re m ayor virtud para tener mando , que para obe­
decer ( 2 ) . Y no sin causa y gran causa, nuestro
Soberano Maestro y Señor que todo lo sa b e, h u yó
de ser elegido por R e y , Y pues el no podia pe­
ligrar en estado, por alto que fu ese, claro está que
es doctrina para nuestra fla q u e za , que debe ella
huir de lo peligroso t pues h u y ó el que estaba se·.
guro. Y si es atrevim iento m uy grande y contra
el exemplo de C h risto recibir el estado de honra
quando lo ofrecen, ¿que será desearlo? ¿ y qué será
procurarlo ? Porque para decir quanto mal es dar
dineros por e llo , no h ay hombre que baste. Cosa
es de grandísimo espan to, que pudiendo un hoffi-
bre andar seguramente por tierra lla n a , escoja los
peligros de andar por la m ar; y no con bonanza
sino con tempestades continuas. Porque según San
G regorio dice ( 3 ) · i Q u¿ e°sa es el poderío de
alteza sino tempestad del ánima ? Y tras estos traba­
jos'
(1) Hmonym, (4) Jonnn. 6, (3) Gregor.
DEL M O N D Ó '. 59
Jos y peligros que en el lugar alto hay, sucede aque­
lla terrible amenaza dicha por D io s , aunque de
pocos oída y sentida ( 1 ) : Juicio durísimo sera hecho
¿n ¡os que timen mandos. ¿Q ue será esto, que siendo el
juicio ordinario de D ios t a l , que los mas estirados
en la virtud tiemblan y dicen : N o entres en ju icio
con tu sie rv o , S e ñ o r( 2 ) , hay gente tan atrevida
que elija entrar en juicio ; no q u a lq u iera , mas es­
trechísimo y durísimo ? Y viendo que un R e y Saúl
( 3 ) , á quien fue el R e yn o ofrecido de parte de D ios,
sin que por ello el se ensalzase ni hiciese caso de
e l , y aun se escondió por no recib irlo , y fue ha­
llad o 'p o rq u é D ios le m anifestó; con todo esto mal­
tratóle t a n ■mal la alteza de la dignidad, con sus
ocasiones, qne habiendo precedido elegirlo D ios , y
huirlo e l , sucedió, tan mala vid a y mal fin , que
debe poner temor y escarmiento á los que entran
en estados de h onra, aun llamados y por buena
puerta j y m uy m ayor á los que no entran por tal.
Y cierto es cosa de m aravillar, que haya gente
tan tasada, en el servicio de nuestro Señor , que sí
les dicen que hagan a lg o , aunque m uy bueno, an­
dan mirando y remirando si es cosa que no Ies obli­
ga á pecado mortal para no la hacer ; porque di­
cen
(1) S. Gregor. (2) Psfíhn, -141. (3) 1. Reg. 10. .-
40 DEL MAL LENGUAGE

ccn que son flacos y no quieren meterse en cosas


altas y de perfección, sino andar camino llano co­
mo ellos dicen. Y estos por una parte tan cobardes
en buscar la perfecta virtud para sí mismos, que con
la gracia del Señor les fuera fácil de alcanzar j por
otra parte son tan atrevidos en meterse en seño­
ríos, mandos y honras , que para usar bien de ellos
y sin daño p ro p io , es menester perfecta ó aprove­
chada v ir tu d , que se hacen entender que la tienen,
y que darán buena cuenta del lugar a lt o , sin que
peligren sus conciencias en lo que muchos han pe­
ligrado : tanto! ciega el deseo, de la honra y man­
d o s , y de Intereses humanos que á los, que no
osan acometer lo fácil y seguro , hace acometer lo
que está lleno de peligros y dificultad. Y los que
no fian de D ios que les ayudará en las buenas obras
que tocan á sí m ism os, se prometen con grande,
osadía que los traerá D ios de la mano en lo que
toca á regir á los o tro s , pudiendo D ios respon­
der con mucha ju sticia , que pues ellos se metieron
en aquel p e lig ro , ellos se ayuden á valerse en e l.
Porque de estos tales dice D io s : Ellos reynáron, y
no por mi parecer : fuéron Principes, y yo no lo supe.
Q uiere d e cir, no lo aprobé, ni me pareció bien.
Y quien mirare que desechó D ios de su mano al
R e y Saúl, habiéndole el mismo D ios metido en
el
DEL MÚSTD Ó». 4 1

el R e y n o ( i ) , tendrá mucha razón para desenga^


fiarse, pues que no h ay quien le asegure de que
no sea tan ñaco como S a ú l, sino la soberbia y
gana del mando. Y por m uy buena entrada que
tenga en e l , no será m e jo r: que la de Sau|. R azó n
tuvo San A gu stin en decir ( 2 ) , que el lugar alto
es necesario para regim iento del Pueblo , aunque
quando se tiene se administre como conviene > inas
quando no se tie n e , no es lícito desearlo. Y el de-»
cía de sí m ism o , que deseaba y procuraba salvar*
se en e l lugar b a x o , por no peligrar en el alto .:
Especialmente se debe esto hacer quando el tal lu-<
gar tiene regim iento de ánimas. Lo qual es
tan dificultoso para hacerse b ie n , que se llam a arte
de artes. H uir se deben estos peligros en quanto bue-*
namente fuere posible, imitando el exemplo y a di-*
c h o , que el· Señor nos dio, en huir de aceptar el
R e y n o , y el que nos han dado muchas personas
santas y sabias que los han huido con todo su co ­
razón. Y para entrar bien en e llo s , ha de ser o
por revelación del S e ñ o r, ó por obediencia de quien
lo puede m andar, ó por consejo de persona que
entienda m uy bien la obligación del oficio y los
peligros de e l : y tenga ei juicio de D ios delante
sus
(i) Osea 8. (a) S. jfgust,
to m . I . H
"42 DEL MAL LENtGÜAGE

sus ojos, y m uy atrás de ellos todo respeto tem­


poral. Y sí estas condiciones no se h a llaren , será
menester que h aya tales congeruras de que D ios
es de ello servido, que sean de tanto p eso , que
pueda el tal hombre fiarse de e lla s, para entrar en
tan grave peligro. Y con todo csío aun h a y que
tem er, y conviene velar y suplicar al Señor, que
pues guardó la entrada de mal , guarde también la
sa lid a , porque no pare en ererna condenación. Por­
que á muchos de los que han vivid o contentos en
estos estados, hemos visto morir con deseo de no
los haber te n id o , y con grandes temores de lo que
primero (á su parecer) estaban seguros. D cbese me­
jor parecer la verdad de las cosas temporales, quanto
el hombre' mas se aleja de ellas y mas se acerca
al ju icio de D io s , en el qual h a y toda verdad.
DE LA CARNE. 43
/

CAPITULO V.

DE QUAN TO D E B E M O S H U IR LOS R E G A LO S
de la carne. T como es peligrosísimo enemigo , y de
qué medios nos habernos de aprovechar
para vencerlo.

L a carne habla regalos y d eley t e s ; unas veces


claram ente, y otras debaxo de títu lo de necesidad.
Y la guerra de esta en e m ig a , allende de ser m uy
enojosa , es mas p e lig ro sa , porque combate con de-
le y t e s , que son armas mas fuertes que otras. Lo
qual parece en que muchos han sido del deleyte
ven cid o s, que no io fueron por dineros, ni hon­
r a s , n¡ recios tormentos ( O . Y no es m aravilla,
pues es su guerra tan escondida y tan á traycion, que
es menester m ucho aviso para se guardar de ella.
¿Quién creerá que debaxo de blandos deley tes viene es»
condida la muerte y muerte eterna? Siendo la muerte
lo mas amargo que hay, y los deleytes el mismo sabor.
C o p a de oro y ponzoña de dentro es el falso de?
ley·*
( i ) a. R eg, 20. Mattb' 2 5 , Mar, q. Luc. a s . · ' ' '
F z.
,4 DEL MAL LENGUAGE

le y t e , con el qual son embriagados los hombres que


no miran sino á la apariencia de fuera. T ra y c io n
es de Joab que abrazando á Amasas lo mató : y de
Judas que con falsa paz entregó á la m usnc á su
bendito Maestro. Y asi es, que en bebiendo del
deleyte del pecado mortal muere C h risto en el al­
ma : y el m uerto, el ánima muere > porque la vida
de ella viene de el. Y asi dice San Pablo ( i ) :
SI según la carne v iv le re d e s , moriréis. Y en otra
parte ( 2 ) : La Viuda que en deley tes está , viviendo
está, muerta: V iv a en la vida del cuerpo y muerta
€n la del ánima. Y quanto la carne jes á nos mas
co n ju n ta , tanto mas nos conviene tem erla: pues
el Señor dice ( 3) , que los enemigos del hombre son
los de su casa. Y esta n o.solo es de ca sa , mas de
dos paredes que tiene nuestra casa ella es la una.
Y por esta y otras causas que h a y , díxo San A gu s­
tín ( 4 ) , que la pelea de la carne era continua , y la
victoria dificultosa . Y quien quisiere salir vencedor
de muchas y m uy fuertes armas le conviene ir ar­
mado. Porque la preciosa jo y a de la.castidad no se
da á todos, mas á los .que con muchos sudores de
importunas oraciones y de santos trabajos Ja al­
canzan de nuestro Señor. El qual quiso ser envuel­
to
( 1) Rom. S. ( 4) Timot. ¡j. { 3) Mattb, 10. ( 4) Atigu?.
DE LA CA RN E. 45
to en sábana limpia de lie n zo , que pasa por m u­
chas asperezas para venir á ser blanco í para dar
á entender que el varón que desea alcanzar ó con­
servar el bien de la castidad, y aposentar á C h ris-
to en s í , como en orro sep u lcro , convlenele con
m ucha costa y trabajos ganar esta lim pieza , la qual
es tan r i c a , que por mucho que cueste , siempre
se compra varata. Y así como se piden otros tra­
bajos mas ásperos de penitencia y satisfacción al que
m ucho ha ofendido á nuestro S e ñ o r, que á quien
menosfj asi aunque á todos los que en esta carne
viven convenga tem erla, y guardarse de e lla , y en­
frenaba , y regilia con prudente tem p lan za; mas
lo s que particularmente son de ella guerreados, par­
ticulares remedios y trabajos han menester. Por tan­
t o , quien esta necesidad sintiere en sí m ism o, debe
■primeramente tratar con aspereza su carne, con apo­
carle la comida y el sueño, con dureza de cama , y
de silicios y otros convenientes medios con que la tra­
baje : porque según San G erónim o dice ( i ) , con el
ayuno se sanan las pestilencias de la c a r n e ; y San
H ilarión que decía á su propia carne : To te doma­
ré , y haré que no tires coces, sino que de hambrienta
y trabajada pienses antes en comer que en retozar . Y
San
( 1) S . Hierúnym,
DHL MAL LENGUÁGE

San Gerónim o ( i ) aconseja á Eustoquia virg en , que


aunque ha sido criada con delicados manjares , tenga
gran cuenta con la abstinencia y trabajos del cuer­
po , afirm ándola, que sin esta medicina no podrá
poseer la castidad. Y si de aqueste tratamiento se
sigue flaqueza á la carne , ó daño á la salud, res­
ponde el mismo San Gerónim o en otra parte ( 2 ) :
M as vale que duela el estómago que no el a lm a : y
mejor es que mandes al c u e rp o , que no que' le sir­
vas i y que tiemblen las piernas de flaqueza , que
no que vacile la castidad. V erdad es que eñ otra
parte d ic e , que no sean los ayunos tan excesivos,
que debiliten el estómago. Y en otra parte repre­
hende á algunos ? que el conoció haber corrido pe­
ligro de perder el juicio por la mucha abstinencia
y vigilias. Para estas cosas no se puede dar una ge­
neral regla que quadre á todos, pues unos se ha-?
lian bien con unos medios y otros n o : y lo que
daña á uno á su salud á otro no. Y una cosa es
se rla guerra tan graííde, que pone al hombre á ries­
go de perder la castidad, porque entonces á qualquíer
riesgo conviene poner el cuerpo por quedar con la
vid a del alma. Y otra cosa es pelear con una me­
diana tentación, de la qual no se teme tanto pe-
II-
(1) S, Hieron. (a) Idem.
DE LA CA RN E.

llg r o , ni ha menester tanto trabajo para la vencer.


Y el tomar en estas cosas el medio que conviene,
está á cargo del que fuere guia prudente de la per­
sona tentada; habiendo de parte de entrambos h u ­
m ilde oracion al Señ o r, para que de en ello su
lu z. Y pues San Pablo ( i ) , vaso de elección , no
se fia de su carne, mas dice que la castiga y la
hace servir , porque predicando el á otros que sean
b u e n o s, no sea él hallado malo , cayendo en algún
pecado: ¿ cómo pensaremos nosotros que seremos cas­
tos sin castigar nuestro cuerp o , pues tenemos me­
nos virtud que él y m ayores causas para temer?
M u y mal se guarda la hum ildad entre honras: y
templanza entre abundancias: y castidad entre re­
galos. Y si sería digno de. escarnio quien quisiese
apagar el fuego que arde en su c a s a , y él mismo
le echase leña m uy seca, m uy mas digno de escar-*
nio e s , quien por una parte desea la castid ad , y
por otra hínche de manjares y de regalo su carne,
y se da á la ociosidad ; porque estas cosas no solo
no apagan el fuego encendido , mas bastan á encen­
derlo á quien m uy apagado lo tuviere. Y pues el P ro­
feta Ezequlel (2 ) da testim onio, que la causa por­
que aquella desventurada ciudad de Sodoma llegó
/
a
( 1) 1. Corintb. 9> { 1) Ezecb. 16.
48 DEL MAL LENGUA GE

á la cumbre de tan abominable p e ca d o , fue: la har­


tura y abundancia de pan y ociosidad que tenia,.
¿Q uien osará vivir en regalos ni o c io , ni aun ver­
los de lejos·, pues los que fueron bastantes á hacer
el m ayor m a l , con facilidad harán los menores. A m e
pues la templanza y mal tratamiento de su carne
quien es amador de la castid ad : porque si lo uno
quiere tener sin lo o tro , no saldrá con e l l o , mas
antes se quedará sin entrambas cosas. Q u e á los
que D io s ju n tó , ni los debe el hom bre querer apar­
tar , ni puede aunque quiera,

CAPITULO VI.

t> n DOS CAU SAS DE LAS T E N T A C IO N E S


sensuales, y qué medios habernos de usar contra ellas,
qm ndo nacen de la impugnación del demonio.

3 3 e b e m o s mucho advertir que el remedio que ha­


bernos dicho de afligir la c a rn e , suele ser pro ve-
ch o íb quando la tentación nace de la misma carne,
com o suele acaecer á los m ozos, y á los que tienen
buena salud y regalada su carne. Y entonces apro­
vecha poner el remedio en e l l a , pues está en ella
la
DB LA CARNH. ’4 9
la raíz de la enfermedad. M as otras veces viene es«,
ta tentación de parte del demonio : y verseha ser
a s i , en que mas com bate con pensamientos y feas
im aginaciones del ánim a, que con feos sentimien­
tos del c u e rp o , ó si los h a y , no es porque la
tentación comience en ello s, mas comenzando con
pensamientos resulta el sentimiento en la carne, la
qual algunas veces estando flaquísima y com o muer­
ta , están los malos pensamientos v iv ís im o s , com a
ó San G erónim o acaecía ( i ) , según e'l lo cuenta.
;Y tienen también otra se ñ a l, que es venir im por­
tunamente y quando el hom bre menos querría , y
menos ocasion h a y para ello. Y ni catan reveren­
cia á tiempos de oracíon , ni de Misia, ni lugares
sagrados, en los quales un hom bre por malo que
sea', suele tener acatamiento y abstenerse de pen­
sar estas cosas. Y algunas veces so ti tantos y tales
estos pensam ientos, que el hom bre nunca o y ó , ni
su p o , ni imaginó tales cosas com o se le ofrecen.
Y en la fuerza con que v ie n e n , y cosas que o y e
interiorm ente, siente el hom bre que no nacen de
e l, sino que otro las dice y las hace. Q uando es-«
tas y otras señales semejables h u b ie re , teneíl por
cierto que es persecución del demonio en la carne,

y
(1) S-. Hiere»,
Tom> h G
JO DEL MAL LENGUAGI

y q.ue no nace de ella aunque se 'padece en ella,


la qual guerra es mas peligrosa que la p asad a, por
querernos m uy mal quien la hace; y por ser ene­
m igo tan infatigable para guerrear, velando y dur­
m iendo, y en todo tiempo y lugar. Y el remedio
de este mal es procurar alguna buena ocupacion
que ponga en cuidado y tra b a jo , con el quai pueda
olvidar aquellas feas imaginaciones. Y á este in ­
tento procuró San Gerónim o ( i ) (según el mismo
lo cu en ta) de estudiar la lengua Hebrea con mucho ■
tr a b a jo , aunque no sin fru to , y dice : Siempre te
halle el demonio bten ocupado. Y también hablando en
este p ro p o sito , de quan provechosa es para e s to la
vida de los M onasterios, la aconseja, d ic ie n d o :
« 'Y en ella cumplas cada dia lo que te fuere encarga­
ndo, y seas sujeto á quien no q u e rría s, y vayas
« cansado á la ca m a , y andando te caygas dormido:
>»y sin haber cum plido con el sueño seas constre-
ií nido á te le v a n ta r, y digas tu Salmo quando te
« v in ie r e , y sirvas á los herm anos, y laves los pies á
los huespedes: y siendo injuriado , calles y temas
« co m o á señ or-al A bad del M onasterio , y le ames
recomo á p a d re , y creas que todo lo que el te
■■«mandare es cosa que te c o n v ie n e , y no juzgues á
)> tus
(i) S, Hieran.
DE IA CARNE. $I
»>tus m ayo res, pues que tu oficio es obedecer y cum~·
»>plir lo m andado; según dice M o y se s: Oye Israél y
»»calla. Y estando ocupado en tantos negocios, no
» tendrás lugar para otros pensam ientos: y pasando,
»í de una obra en otra , aquello solamente tendrás
» en la m em oria, que de presente eres constreñido
» á h a c e r . E s t o dice San G erón im o; y conform e á
esto, se usaba entonces en los M onasterios exercitar
á los m ozos en buenas o cu p acio n es, mas que en so­
ledad y larga oracion , por el peligro que de parte
de su carne y pasiones no m o rtificad as, les puede
y suele venir. A u n q u e esta regla tiene excepciones,
por haber en las personas disposiciones diversas y
dones particulares de D io s , por lo qual con justa
causa puede darse la oracion larga al m o zo .y q u i­
tarse al viejo. Y dixe que no ocupaban al m ozo en
larga o racio n , entiendo de aquella en la qual se
gasta casi i^do el tiempo , y se tiene com o por
oficio i porque no tener algunos ratos de e lla , se­
ría yerro m uy grande, por los bienes que perdería,
y porque aun para bien hacer la ocupación es m e­
nester ganar espíritu y fuerzas en la oracion, que
de otra menera suelen los ocupados .quejarse y an­
dar desabridos, como carro cargado y no untado,
con la blandura de la devocion. Y esteVt advertidos
los principiantes á que el demonio particularm ente
G2 pro-)
5 2 DHL MAL LENGUAGE

procura de traerles las tales Imaginaciones al tíem·*


po de la oracion , por hacer que la dexen , y des­
canse él. Porque aunque el demonio nos fatiga n u n
cho con sus ten tacio n es, mucho mas le fatigamos
á é l, y le queman nuestras devotas oraciones: y
por eso procura que no las hagam os, ó que las
hagamos mal hechas. M as nosotros debemos, com o
á porf í a, trabajar todo lo que nos fuere posible por
no dexar nuestro exercicio , pues en la persecución
q u e en él tenemos se demuestra bien quan pro­
vechoso nos es. Y si tanto nos acosare la guerra
haciendo la oracion mentalmente, y sintiéremos mu­
ch o peligro por las tales im aginaciones, debemos
á mas no poder orar vocalm ente, y herir nuestros
pechos, lastimar nuestra carne, poner los brazos en
cruz j alzar las manos y los ojos al C ie lo pidien­
do socorro á nuestro Señor : de m anera, que en fin
se gaste bien aquel rato que para <tar teníamos
d ip u ta d o , ó hacer algo que nos divierta , especial­
mente hablar con alguna buena persona que nos
esfuerce: aunque esto ha de ser á mas no poder, por­
que no se muestre nuestra flaqueza á querer ven­
cer h u yen d o, y nos haga nuestro enemigo perder
el lugar de nuestra pelea y las fuerzas de p elea r,
que en fin el Señor piadoso y poderoso mandará
quando nos convenga que nuestro adversario calle:

~ y
DE LA CARNE. 5 3
y no nos Impida nuestra secreta y amigable ha­
bla que solíamos tener con el*

>í>í*tXxVX>0<>í>^Cv>.-XXXiJr

C A P I T U L O Y II.

DE LA GRANDE PAZ QUE D IO S N U ESTRO


Señor da a los que varonilmente pelean contra este ene*1
migo , y de lo mucho que conviene para lo vencer,
huir fam iliaridad de mugerss.

T o d a s estas escaramuzas se suelen pasar en esta


guerra de la ca stid ad , quando el Señor lo permite
para probar sus ca b allero s, si de verdad le aman
á e'l y la castidad por quien pelean. Y despues de
hallados fieles , envía su omnipotente fa y o r, y manda
á nuestro ad versario, que no nos impida nuestra
paz ni nuestra secreta habla con el·. Y goza el hom ­
bre entonces de lo tra b a ja d o , y sale b ie n , y esle
mas m eritorio.
Es también menester y m uy muchó para guar-*
da de la castidad, que se e v í t e l a conversación fa~
miliar de mugeres con h o m b re s, por buenos ó pa­
rientes que sean , porque las feas no pensadas caí­
das que en el mundo han acaecido acerca de aques­
to ,
54 DEL MAL le k g o a g e
. to , nos deben ser un perpetuo amonestador de
nuestra flaqueza , y un escarmiento en agena ca­
beza , con el qual nos desengañemos de qualquier
falsa seguridad que nuestra soberbia nos quisiere
p rom eter, diciendo , que pasaremos sin herida no­
sotros f l a c o s , 1en lo que tan fuertes, tan sabios, y
lo que mas es , tan grandes Santos fueron m uy
gravemente heridos, - ¿Q uien se ñará de parentesco
leyendo la torpeza de_Amn.oncon.su. hermana T h a -
mar ( r ) fl con otras m uchas. tan feas , y mas , que
en el mundo han acaecido á personas que las ha
cegado esta bestial pasión de la carne ? ¿ Y quién
se fiará de santidad suya ó agena ( 2 ) , viendo á
D avid·, que fue varon c o n f o r me a l corazon de D io s ,
ser ran ciegam ente derribado en muchos y feos
pecados por solo mirar á una muger? ¡ Y quién no
temblará de su flaqueza, oyendo la santidad y sa­
biduría del R e y sSalomon ( 3 ) siendo m ozo, y sus
. feas caídas contra la castidad, que le malearon el
corazon á la vejez, hasta poner muchedumbre de
ídolos y adorarlos, como lo hacían y querían las
mugeres, que amaba. N in gu n o en esto se engañe,
ni se fie de castidad pasada ó ' presente, aunque
sienta su ánima m uy fu erte, y dura contra este
vi-?
f i) 1 . Reg.. 13. (2) I . Reg. 13. (3) 3. ^ . 3 .
DE LA CARNE. J 5
vicio ' como una piedra, porque gran verdad dixo
el experimentado Gerónim o ( O , que ánimas de
hierro la lujuria las doma. Y San A g u stín no quiso
aiorar c o n ‘su herm ana, diciendo ( 2 ) : Las que con­
versan con mi hermana no son mis hermanas. Y por este
cam ino de recatamiento han caminado todos los San­
to s , á los quales debemos seguir si queremos no
errar. Por t a n t o , ’ doncella de C h risto , no seáis en
esto descuidada? mas oíd y cum plid lo que San
Bernardo dice ( i ) : Q&e las vírgenes que verdadera·
mente son vírgenes , en todas las eosas tem en , aun en Jas
seguras ; y las que asi no lo h acen , presto se verán
taú'· miserablemente caídas , qiiañto primero estaban
con falsa seguridad miserablemente encañadas. Y
aunque por la penitencia se alcance el perdón del
pecado , no se alcanza la corona de la virginidad
pérdida. Y cosa fea e s , dice San Gerónim o ( 4 ) ,
que la doncella que esperaba corona pida perdón
de haberla perdido. C om o la sería si tuviese el R e y
una hija m uy amada, y guardada para la casar con­
forme á su dignidad 5 y quando ai tiempo de ello
v in ie se , le dixese la hija , que pedia perdón dé no
estar para casarse , por haber perdido malamente
su virginidad. L o s remedios de I<a penitencia, dice
San
(1 ) Hieran, (9 ) ¿íugust, (¿) Bernard, (4 .) fíier.
56 del m al len g u ag b

San Gerónim o ( 5 ) , remedios de desdichados son,


pues que ninguna desdicha ó miseria h a y m ayor que
hacer pecado m ortal, para cu yo remedio es m e­
nester la penitencia ; y por tanto debeis trabajar
con toda vigilan cia por ser leal al que os escogió,
y guardar lo que prom etisteis, porque no probéis
por experiencia lo que está escrito. C onoce y ve
¿juan amarga cosa es haber dexado al Señor D ios
tuyo, y no haber estado su temor en t í , mas
g o céis del fruto y nombre de casta esposa, y de
la corona que á .tales está aparejada.

CAPITULO VIII.

POR QUE M E D IO S SU ELE ENGAÑAR EL


demonio á los hombres espirituales con este enemigo de
nuestra carne , y del modo que se debe tener,
para no dexarnos engañar*

I ^ e b e i s estar a d ve rtid a , que las caldas de las per­


sonas devotas no son al principio entendidas de
e l l a s , y por esto son mas de temer. Pare'celes pri-
rae-
( 1) Hieron, . i ,
* DH LA C A R N E . J y

mero , que de com unicarse sienten provecho en sus


ánimas , y fiados de aquesto , u s a n , como en cosa
seg u ra , freqüentar mas veces la eonversacion , y de
e lla se engendra en sus corazones un amor que los
cautiva algún tan to, y les hace tomar pena quan··
do no se ven , y descansan con verse y hablarse;
y tras esto viene el dar á entender el uno al otro
el amor que se tienen , en lo qual y en otras plá­
tic a s , y a no tan espirituales como las primeras, se
huelgan estar hablando algún rato , y poco á poco
la conversación que primero aprovecharía á sus áni­
m a s , y a sienten que las tienen cautivas, con acor­
darse muchas veces uno de o t r o , y con el cuidada
y deseo de verse algunas veces, y de enviarse amo­
rosos presentes y dulces encomiendas ó ca rta s, las
quales c o sa s, con otras semejantes blanduras ( com o
San Gerónim o dice ( O el santo amor no las tie­
ne ; y de estos eslabones de uno en otro suelen
venir tales fines, que les da m uy á su costa á en ­
tender que los principios y . medios de la conversa­
ción , que primero tenían por cosa de D io s , sin
sentir mal m ovim iento n inguno, no eran otros que
falsos engaños del astuto d em o n io , que primero los
aseguraba para despues tomarlos en el lazo que les
. te*
■ ; ' fi) Hierón. '■j
tom . I . H
5 8 DEL MAL L E N G U A J E

tenia escondido; Y asi desppes de caídos aprenden


que hombre y muger no son sino fuego y estopa,
y que el demonio trabaja por los juntar j y junto?,
scp lailes con m il maneras y artes, para encender­
los aqui en fuegos de carne, y despues llevarlos á
los del infierno* Por tanto* doncella 1 huid fam i-
liirid a d de todo varón , y guardad hasta el fin de.
la vida la buena costum bre que habéis tomado de
nunca estar sola con hom bre ninguno y salvo ~co n
vuestro. C o n fe s o r : y esto no mas de quanto os con­
fesáis t y aun entonces decir con brevedad lo que es.
menester,, sin meter otras p lá tica s, temiendo la cuen ­
ta que de la habla que. hablaredes ó que oyeredes
habéis de dar a l estrecho J u e z : Y tanto mas habéis
de evirar esto en la c o n fe sio n , quanto mas es para,
quitar los pecados hechos, y no para cometer otros
de n u evo , ni para enfermar con la m ed icina; y la.
Esposa de C h risto , especialmente si es m o za , no
fácilm ente ha de elegir C o n fe s o r , mas mirando q u e
sea de m u y buena y , aprobada vida ^ fam a y de
madura e d a d y d e esta manera estará vuestra con­
ciencia segura delante de D io s , y vuestra fama cía·*
ra. y sin: m ancha delante de los,- hombres» porque
tened entendido q u e entrambas, cosas habéis, m e­
nester para cumplir con e l alteza del - estada d e
virginidad.. Y guando· ta l C o n fe so r hallaredes» dad
DE LA CARNE. 5 í)

gracias á nuestro Señor , y obedecedlo y amadlo


como á cosa que el os dio. Mas mirad mucho, que
aunque el amor sea bueno, por ser espiritual, pue­
de haber exceso en ello por ser demasiado: y pue­
de poner en peligro al que lo tien e, porque fácil
cosa es el amor espiritual pasar en carnal. Y si en
esto no teneis freno , vendreis á tener un corazon
tan ocupado, como lo tienen las mugeres casadas
con sus maridos y hijos. Y y a vos v e is, que esto
sería gran desacato contra la lealtad que debeis á
nuestro Señor que por Esposo romastes. Porque co­
mo dice San Agustín ( i ) , todo aquel luga? ha de
ocupar en vuestro corazon Jesu-Chrlsto , que si os casare-
des babia de ocupar el marido. N o tengáis pues metido
en lo mas dentro de vuestro corazon á vuestro Pa­
dre espiritual, mas tenedle cerca de vuestro co ­
razon, como amigo del Desposado, y no como á Es­
poso. Y la memoria que de el tengáis, sea para
obrar su doctrina , sin parar mas en el', teniendo le
por cosa que Dios os d io , para que os ayudase á
juntar toda con vuestro Celestial E sposo, sin que
e'l se entremeta en la junta. Y debeis estar apare­
jada á carecer de el, con- paciencia, si Dios lo or-
denáre, en el qual solo ha de estar colocada vues-
. ira

(i)t Agustín.
Ht
6O DEL MAL LETS’GUAGE

tra esperanza y arrim o; y lo que en San Geróni­


mo leemos del amor ( i ) y familiaridad que entre
él y Santa Paula hubo , conforme á estas reglas fuér
aunque muchas cosas son lícitas y seguras á los
que tienen santidad y edad madura , que no lo son
á quien les falra lo uno ó lo otro, ó entrambas co­
sas. De esta manera pues os habéis de haber con.
el Padre espiritual que eligieredes > siendo tal qual
os he dicho. Mas si tain o hallaredes, muy mejor
es que os confeséis y comulguéis en el ano dos ó-
tres veces, y rengáis cuenta con Dios y con vues­
tros buenos libros en vuestra celda, que no por coa-
fe.1ar muchas veces poner vuestra fama á algún ries­
go. Porque si (com o dice San Agustín (2 ) la
bue.ia fama nos es necesaria á todos para con los
próximos, ¿quánto mas necesaria será á la doncella
de Christo: La fama de las quales es m uy deli­
ca d a , según San Ambrosio dice (3 ), y tanto, que
tener Confesor á quien falte alguna calidad de las
dichas, pone una mancha en su fama de e lla s, que
por ser en paño tan preciado . y delicado , parece
m uy fea, y en ninguna manera se debe sufrir. Y:
porque las que .se contentan con decir l N o hay
mal ninguno, limpia está mi conciencia r y tienen
en
(1 ) Hieran, (a) ¿fgtíst, (3) ¿4mhrQí',
DE LA CARNE. 6 1

en poco la fama de su honestidad, no se pudiesen


favorecer de que á la Sacratísima V irgen Maria le
hubiesen impuesto alguna infamia de aquestas; q u i­
so su benditísimo Hijo que ella fuese casada, e li­
giendo antes que lo tuviesen á el. por hijo de ■
Jo-
seph, no lo siendo j. que no que dixesen los hom ­
bres alguna cosa siniestra de su Sacratísima Madre
si la vieran tener hijo y no ser casada. Y por tanto
ías que estos escándalos no curan de quitar , bus­
quen con quien se amparar, que lo que de la San­
tísima V irgen M aría, y d éla s santas mugeres pue­
den aprender e s , limpieza de dentro, y buena fa­
ma , y buen exemplo de fu e ra ; con todo recata-
miento en la conversación. Y aunque de las dema­
siadas conversaciones ninguna cosa de «estas, se si^
guiera , aun se debían huir, porque con pensamiern
tos que traen , quitan la libertad del ánima para
libremente volar con el pensamiento á D io s, y qui­
tándote aquella pureza 7 que el secreto lugar del co­
razon, donde Christo solo quiere m orar, había de
tener , parece que no está tan solo y cerrado á
toda criatura, como á tálamo de tan alta Esposó
conviene estar; ni del' todo parece haber perfecta;
pureza de castidad, pues hay en el memoria de
hombre. Y habéis de entender y que lo que se os
ha dicho es quatido hay; exceso en la fam iliaridad, o-
6 2 DEL MAL LENGUAGE

nace escándalo de ella, porque quando no hay


cosa de estas, no habéis de tratar con quien con­
viene con turbado 6 amedrentado corazon , por­
que de esto suele muchas veces nacer la misma
tentación: mas tratar con una santa y prudente sim­
plicidad , no descuidada ni maliciosa.

CA P IT U LO IX.

QUE UNO DE LOS MAS PRINCIPALES


remedios para vencer este enemigo , es el exercicio de la.
devota y ferviente oracíon , donde se baila el
gusto de las cosas divinas que hace
aborrecer las mundanas.

E n un capítulo pasado se os díxo quan fuerte ar-,


ma es la oracion, aunque no m uy larga para pe­
lear contra' este vicio. A g o ta sabed, que si la ora-
clon es devota, larga y ta l, que en ella se da el
gu sto, según á algunos es dada la dulcedumbre di­
vina s no solo la tal oracion es arma para pelear,
nías del todo degüella á este vicio b estia l; porque
luchando el ánima con D ios á solas, con los bra­
zos de pensamientos y afectos devotos., por un modal
m uy
DE LA CARNE. 6 J

m uy particular , alcanza de el como otro Jacob que


la bendiga con muchedumbre de gracias y entraña­
ble suavidad, y queda herida en el muslo ( i ) ;
que quiere decir en el sensual ap etito, mortificán­
dosele de arte, que de alii adelante cosquea de e'i,
y queda viva y fuerte en las afecciones espiritua­
les , significadas' por el otro muslo que queda sa-<
no : porque asi como el gusto de la carne hace
perder el gusto y fuerzas del espíritu,, asi gustado
el espíritu, es desabrida toda la carne: y algunas
veces es tanta la dulcedumbre que el ánima gusta
siendo visitada de Dios * que la carne n a la puede
sufrir , y queda tan flaca y c a id a c o m o lo pudiera
estar habiendo pasado por ella alguna larga enfer­
medad corporal. Aunque acaece otras veces con la
fortificación que el espíritu siente ser ayudada la:
carne y cobrar nuevas, fuerzas „ experimentando ea
este destierro algo de lo que en et C ielo ha de pa·«
sar, quando de estar el ánima bienaventurada en
su. Dios * y llena de indecibles, deleytes * resulte en
el cuerpo fortaleza y- d d eyte „ con otros preciosí­
simos dotes que el Señor h a de dar.. iO Soberano
Señor, y quan sin escusa has dexado la cuípa de
aquellos, que por buscar deley te en las criaturas, te
de*

(j) Genes* 3»
6$ DEL MAL LEN'GUAGE

dexan y "ofenden á t í , siendo'les deley tes que en


tí hay tan de tom o, que todos los de las criaturas
que se junten en u n o , son una verdadera hiel en
compnracion.de ellos! Y con mucha razón, porque
el gozó p deleyte que de una cosa se toma, es
com o'fruto que la cosa de sí da ; y qual es el árbol,
tal es su fru to: y por eso el gozo que se toma
de las criaturas es b re v e , v a n o , sucio y mezclado
coñ> dolor, porque el árbol de que se c o g e , las
mismas.· condiciones tiene ; mas el gozo q u e'en tí,
Señor, hay , falta ó brevedad puede haber,
pues que tú eres eterno , manso , sim plicísim o, her­
mosísimo , inm utable,·y un bien infinitamente cum­
plido ? El sabor que una perdiz tie n e , es sabor de
p erd iz: y el gusto de la criatura sabe á criatura:
y quien supiere decir·.quien eres tú , Señor , sabrá
decir á que sabes tú. Sobre todo entendimiento es
tu S e r , y también lo es tu dulcedumbre, la qual
está guardada y escondida para los que te temen, y
para aquellos que por gozar de tí renuncian de
■corazon el; gusto de las criaturas. Bien infinito eres,
y deleyte infinito ¿res,;.y por eso, aunque los C e ­
lestiales Angeles y bienaventurados hombres que en
el Cielo están y han de estar gozando de t í, y con
■fuerzas dadas por t í , que no son pequeñas, y aun­
que muchos mas sin com par^ion se juntasen con
ellos
DE LA CARMS. 6 J

ellos á gozar de t í : y con mucho mayores fuer­


zas es eí mar de tu dulcedumbre, tan sin medida,
que nadando y andando ellos embriagados y llenos de
tu suavidad queda tanto mas que gozar de ella, que
sí tú , Omnipotente Señor , con las infinitas fuerzas
que tienes, no gozases de tí mismo, quedaría eí
deleyte que hay en tí quejoso, por no haber quien
goce de e l, quanto hay que gozar. Y conociendo
tú , Señor Omnipotente, como Criador nuestro, que
nuestra inclinación es á tener descanso y deleyte, y
que un ánima no puede estar mucho tiempo sin
buscar consolación buena ó m ala, nos convidas con
los santos deleytes que en tí h a y , para que no no»
perdamos por buscar malos deleytes en las criata-·
ras. V o z tuya es Señor ( i ) : Venida mí todos los qu$
trabajáis y estáis cargados, que yo os recrearé. Y tú man·»
daste pregonar en tu nombre ( 2 ) : Todos los sedientos
venid alas aguas. Y nos hiciste saber, que hay deiey-
tes en. tu mano derecha que duran hasta la fin. Y
que con el rio de tu deleyte, no con medida ni tasa
has de dar á beber á los tuyos en tu R ey no Y
algunas veces das á gustar acá algo de ello á tus
amigos, a los quales dices ( 3 ) : Comed , y bebed , y
embriagaos mis muy amados: Todo esto, Señor, con
de·
(1) Matth. u, (a) Esai. gg. (3) Cant. <j,
íW . L I
б6 DEL MAL LENGUAGE

deseo de traer á tí con deleyte á los que conoces


ser tan amigos de el. N o ponga pues nadie, Se­
ñ or, en tí racha que te falte bondad para ser ama-'
do, ni deleyte para ser gozado, ni vaya á buscar
conversación agradable ni deleytable fuera de tí, pues
el galardón que has de dar á los tu y o s , es decir­
les ( i ) : Entra en el gozo de tu Señor , porque de lo
mismo que tú comes y bebes , comerán ellos y beberán ; y
de lo mismo que té te gozas , ellos se gozarán j porque
convidados los tienes á que coman sobre tu mesa en
el R eyno de tu Padre. ¿ Qué dirás á estas cosas,
hombre carnal? (2 ) Y tan engañado, que llega tu
engaño á que los sucios deleytes que hay en la
carne de que go zan , y con mayor abundancia, los
Viles y malos hombres, y aun las bestias del cam­
po , tienes en mas que la soberana dulcedumbre
que hay en Dios , de la qual gozan Santos y A n ­
geles, y el mismo Dios Criador de ellos. Cosa es
de bestias lo que tu precias y amas, y tus pasio­
nes bestias son : y tantas veces pones al Altísim o
Dios debaxo de los pies de tus vilísimas bestias,
quanras veces le ofendes per tus deleytes carnales.
H uid, doncella, de cosa tan mala , y subios al
monte de la oracion , y suplicad al Señor os de' al-
gun
(1) M attb. гб. (a) Luc# a i .
DE LA CARNE,

gurí gusto ele s í , para que esforzada vuestra ánima


con la suavidad de e l , despreciéis los lodosos pla­
ceres que hay en la carne : y habréis entonces com·*
pasión entrañable de la gente que anda perdida por
ía baxeza de los valles de la vida bestial; y espan­
tada diréis: ¿ O hombres , y que perdeis ? ¿ Y por
que? A l dulcísimo D ios, por la vilísima carne. ¿Y
que pena merece tan falso peso y medidas sitio
eterno tormento? Y cierto les será dado,

5 0
»OOOOOOCX>OOC<x>OC>- >í>O>CiOOC>O <>OOO<:><>0'<x>cX

CAPITULO X.

DE M U C H O S O TR O S M E D IO S Q U E D E B E M O S
usar guando este cruel enemigo nos acometiere
con estos primeros golpes.

I . · ■'
JL-íos avisos que para remedio de esta enfermedad
habéis oido, son cosas que ordinariamente habéis
de u sar, aunque sea fuera del tiempo de la tenta­
ción. A gora oid lo que habéis de hacer quando
os acometiere y os diere el primer golpe. Señalad
luego la frente ó el corazon con la señal de ía
C r u z , llamando con devocion al santo nombre de
Jesu-Christo, y decid: N o vendo yo á Dios tan
I2 va^
•68 DEL MAL LEX’ GÜAGE

varato : Señor, mas valéis vos y mas quiero á vos.


Y sí con esto no se quita , abaxad al infierno con
e l pensamiento , y mirad aquel fuego vivo quan ter­
riblemente quema > y hace dar vo ces, ahullar y blas-i
femar á los miserables que ardieron acá con fuegos
de deshonestidad , executándose en ellos la sentencia
de Dios , que dice ( i ) : Quanto se glorificó en los de~
leytes , tanto le dad de tormento y ¡loro. Y espantaos de
tan grave castigo , y aunque justísimo , que deley te
de un momento se castigue con eternos tormentos ; y
decid entre vos lo que San Gregorio dice (2 ): Mo­
mentáneo es lo que d?hyta , y eterno lo que atormenta. Y
si esto no os aprovecha, subios al Cielo con el pen­
samiento , y representeseos aquella limpieza de cas­
tidad que en aquella bienaventurada Ciudad h a y ,
y como no puede entrar allí bestia ninguna, quiero
d ecir, hombre b estia l: y estaos un rato ajJá, hasta
que sintáis alguna espiritual fuerza, con que abor­
rezcáis vos aqui lo que alli se aborrece por Dios.
También aprovecha dar con el cuerpo en la sepul­
tura, según vuestro pensamiento, y mirar muy des­
pacio quan hediondos, y quales están alli les cuer­
pos de hombres y mugeres. También aprovecha ir
luego á Jesu Chrlsto puesto en la C r u z , y especial-
men-
(1) A p o c. 18. (a) Greg.
DE LA CARNE. 69
mente atado á la columna y azotado, y bañado
en sangre de pies á cabeza, y decirle cor entra­
ñable gem ido: ¿Vuestro virginal y divino Cuerpo,
Señor, tan atormentado y lleno de graves dolores,
y yo quiero deleytes para el m ió, digno de todo
castigo? Pues vos pagais con azotes tan llenos de
crueldad los deleytes que los hombres contra vues­
tra ley toman ; no quiero tomar placer tan á costa
vuestra, Señor. También aprovecha representar sú­
bitamente delante de vos á la limpísima Virgen M a­
ría , considerando la limpieza de su corazon y en­
tereza de su cuerpo ; y aborrecer luego aquella des­
honestidad que os v in o , como tinieblas que se des­
hacen en presencia de la luz. Mas si sabéis cerrar
la puerta del entendimiento muy bien cerrada, co ­
mo se suele hacer en el íntimo recogimiento de la
oración , según adelante diremos, hallareis con fa­
cilidad el socorro mas á la m ano, que en todos los
remedios pasados. Porque acaece muchas veces que
abriendo la puerta para el buen pensamiento, se
suele entrar el m alo; mas cerrándola á uno y á
otro , es un volver las espaldas á los enemigos, y

fio abrirles^ la puerta hasta que ellos se hayan ido,


y asi quedarán burlados. También aprovecha tender
los brazos en cruz , hincar las rodillas y herir
los pechos; y lo que m as, ó tanto como todo
yo del mal lengüage

junto es, recibir con debido aparejo el Santo Cuer­


po de Jesu-Christo nuestro S eñ o r, el qual fue for­
mado por el Espíritu Santo, y esri m uy lejos de
toda impuridad. Es remedio admirable para los ma­
les que de nuestra carne concebida en pecado nos
vienen. Y si bien supiésemos mirar la merced re*
cibida en entrar Jesu-Christo en nosotros , tenería-
monos por relicarios preciosos, y huiríamos de toda
suciedad por honra de aquel que en nosotros entró.
I Con que' corazon puede uno injuriar su cuerpo ha­
biendo sido honrado con juntarse con- el santísimo
Cuerpo de Dios humanado ? ¿ Que' mayor obliga­
ción se me pudo echar ? ¿ Que mayor motivo se
me pudo dar para vivir en limpieza , que mirar
con mis o jo s, tocar con mis manos , recibir con
mi b o c a , meter en mi pecho al purísimo Cuerpo,
de nuestro Señor Jesu-Christo, dándome honra ine­
fable para que no me abata á v ile z a , y atándome
consigo, y dedicándome á él por su entrada? ¿Có­
mo ó con que cuerpo ofenderé al S eñ o r, pues en
este que tengo ha entrado el A utor de la puridad?
¿He comido á él y con él á una mesa, y serlehe
traydor agora ni en toda mi vida ? A si es razón
que se estime esta merced para que recibamos co­
rona en nuestra flaqueza. Mas si mal lo recibimos
ó mal de él usamos , sucede el efecto contrario: y
DE LA CARNE. 7I
se siente el tal hombre mas poseído de la desho­
nestidad, que antes de haber comulgado. Y si con
todas estas consideraciones y remedios la carne bes­
tial no se asosegare, debeisla tratar como á bestia, con
buenos dolores, pues no entiende razones tan jus­
tas. Algunos sienten remedio con darse recios y lar­
gos pellizcos, acordándose del excesivo dolor que
los clavos causaron á nuestro Señor Jesu-Christo.
Otros con azotarse fuertemente, acordándose de como
el Señor fue azotado. Otros con tender las manos
en cru z, alzar los ojos al C ie lo , herirse el rostro
y con otras cosas semejantes á estas, con que causan
dolor á la carne, porque otro lenguage en aquel
tiempo ella no entiende. Y este modo leemos haber
tenido los Santos pasados, uno de los qualesse des­
nudó y se revolcó por unas espinosas zarzas, y con
el cuerpo lastimado y ensangrentado, cesó la guerra
que contra el ánima había. Otro se metió en tiempo
de invierno en una laguna de agua muy fría, en la
qual estuvo hasta que el cuerpo salió medio muer­
to , mas el ánima m uy libre de todo peligro. Otro
puso los dedos de la mano en una lumbre , y con
quemarse algunos de ellos, cesó el fuego que ator­
mentaba su ánima. Y un M ártir, atado de pies y
manos con el dolor de cortarse con sus propios
dientes la len gua, salió vencedor de aquesta pelea.
Y
7 2 DEL MAL LEK'GVAGB

Y aunque algunas de estas cosas no se Kan de


Imitar, porque fueron hechas con particular ins­
tinto del Espíritu Santo , y no según ley or­
dinaria : mas debemos aprender de a q u í, que en
el tiempo de la gu erra, en que nos va la vida
del ánima , no nos hemos de estar quedos, ni fio™
xo s, esperando que nos den lanzadas nuestros ene­
migos , mas resurtir del pecado, como de la faz
de la serpiente, según dice la Escritura ( i ) , y
tomar cada uno el remedio con que mejor se ha­
llare , y según su prudente Confesor le encaminare.

CAPITULO XI.

DE ALG U N A S CAU SAS ALLENDE DE LAS


dichasj por las quales vienen algunos a perderla castidad,
para que huyamos de ellas ? sino la queremos
perder , y con qué medios nos
debemos animar .

ingun cuidado ni trabajo que por la guarda de


esta limpieza se p o n g a , debe parecer demasiado,
si
( i) EvcJe, 12.
DB LA C a HNB. *7 3

sí sc sabe estibar el precio y mérito de ella y su


galardón. Y pues que nuestro Señor os ha dado á
entender el valor de esta joya , y os ha dado gra-
cía para que la eligiesedes y prometiesedes, no será
menester tanto deciros la excelencia de ella , quanto
daros avisos de como no la perdáis , ensenándoos
algunas causas mas de las ya dichas , por donde
algunos la pierden, para que sabidas las eviteis,
porque no la perdáis, y vos seáis perdida con ella.
Pierdenla unos por tener recias inclinaciones natu­
rales contra ella, y por no ser importunados,' ni
pasar guerra contra sí mismos tan cruel y dura­
ble, se dan maniatados á sus enemigos con miserable
consejo , no entendiendo que el proposito del C hris-
tlano ha de ser morir ó vencer, con la gracia de
aquel que ayuda á los que por su honra pelean,.
Otros h a y , que aunque no son muy tentados, tie­
nen una vileza y pequeñeza natural del corazon, in­
clinada á cosas baxas. Y como esta sea una de las
mas viles y baxas y que mas á mano se les ofre^
ce , encuentran luego con ella y danse á ella como
á cosa proporcionada con la baxeza y vileza de su
corazon, que no se levanta á emprender aun vida
de hombres regidos por razón n atu ral; con la qual
enseñado uno dixo,. que en los ddeytes carnales
no hay cosa digna de magnánimo coiazon, Y otro
Tom . L K di*
74" DEL MAt' I-Enguage
dixo , que la vida según los deleytes carnales, es
vida de bestias, porque no solo la lumbre del Cielo,
mas aun la de la razón natural, condena á los que
en esta vileza se ocupan, como á gente que no vi-*
ve según hombres, cuya vida ha de ser conforme
á razón 5 mas según b estias, cuya vida es por ape­
tito. Y si bien se mirase , podria con mucha justí-.
cia quitar á estos tales el nombre de hom bres, pues
teniendo figura de hombres, viven vida de bestias,
y son verdadera deshonra de hombres, Y no sería
cosa poco monstruosa, ni que diese pequeña admi­
ración á los que la viesen, traer una bestia enfre­
nados un hombre y llevándolo adonde ella quisiese^
rigiendo ella á quien la había de regir. Y hay tantos
de estos regidos por el freno de apetitos bestiales
baxos y alto s, que no se' si por ser muchos, no hay
. quien eche de ver en ello. O lo que mas creo es,
porque hay pocos que tengan lumbre para mirar
qué miserable está una ánima muerta con deleytes
carnales, debaxo de un cuerpo especialmente her­
moso y de fresca edad, ¡ O ! á quantas ánimas de es­
tos y de otros tiene abrasados este fuego infernal,
y ni hay quien eche lágrimas de compasion sobre
ellos, ni quien diga de corazon : á t í , Señor, daré
voces, porque el fuego ha comido las cosas her­
mosas d d desierto : que cierto si hubiese muchas
viu-
DE LA CA RN E. 7 J

viudas en Naíft ( 0 >que amargamente llorasen á sus


hijos muertos, usaría Christo de su misericordia
para los resucitar en el ánima , como lo usó con
el hijo de la otra en el cuerpo , de quien el Evan,-
gelio hace mención ( 2 ) . N o debe dormirse el que
en la Iglesia tiene oficio de orar é interceder por
el P u eblo, con afecto de madre, porque no cas-i
tigue Dios al Orador y su Pueblo, diciendo ( 3 ) :
Busqué entre ellos Varón que se pusiese por muro7 y se
pusiese contra m i , porque no destruyese la tierra , y no
lo hallé: y derramé sobré ellos mi enojo, en el fuego de
mi ira los consumí. Guardaos pues vos de tener co-^
razón tan pequeño y envilecido, que os parezcan
bien, y os contenten estas vilezas, Y acordaos de lo.
que San Bernardo dice (4 ) : Que si bien considerare
des el cuerpo y lo que sale de é l , es un muladar muy mas
v il que qualqutera que hayais visto. Despreciadlo de
corazon con todos sus deleytes, atabios y flo r , y
haced cuenta que y a está en la sepultura convertido
en un poco de tierra. Y quando algún hombre á
muger vieredes, no miréis mucho su faz ni su cuer­
po : y si lo miraredes , sea para haber hasco de el,
mas enderezad vuestros ojos interiores al ánima que
está encerrada y escondida en el cuerpo, en las qua-
le s

(1) Joel u (2) Ltíc< 7. (3) Ezec. 21, (4) Bernard.


K2
y 6 DEL MAL LEN G rA G E

les no hay diferencia de hombre á m ugen y aque~


Ha ánima engrandeced, como cosa criada de Dios ,
cuyo valor de una sola, es m ayor que de todos
los cucrpos criados y por criar. Y asi despedida de
la baxeza de los cuerpos·, buscad grandes bienes y
emprended nobles empresas, y no menores que apo­
sentar á Dios en vuestro cuerpo y vuestra ánima con
entrañable limpieza de corazon. M iraos con estos
ojos, pues dice San P a b lo ( i ) ; sabéis que sois
templo de Dios , y que el espíritu de Dios mora en voso-
tros ? Y en otra parte dice : ¿ No sabéis que vuestros
miembros son templo del Espíritu Santo que en vosotros
está , el qual Dios os lo ha dado·, y que no sois vuestros.
Y pues sois comprados por precio grande, honrad
á Dios en vuestro cuerpo. Considerad pues , que
quando recibistes el Santo Bautismo fuistes hecha
.templo de D io s , y consagrada vuestra ánima á él
por su gracia, y vuestro cuerpo, por ser tocado con
el agua santa: y de ánima y de cuerpo se sirve el
Espíritu Santo, como un Señor de toda su casa ,
moviendo á buenas obras á ella y á él. Y por
eso se dice, que también nuestros miembros son tem-*
pío del Espíritu Santo. Grande honra' nos d?. Dios
en querer morar en nosotros, y honrarnos con ver­
dad’
( i) I . Cor. 3. ..
DE LA CARNE. J 7
dad y nombre de tem plo: y grande oblígacion nos
echa para que seamos limpios ; pues á la casa de
Dios conviene toda limpieza. Y fei míraredes que
fuistes comprada (com o dice San Pablo) con precio
grande, que es con la vida de Dios humanado que
por vos se dio; vereis quanta razón es honrar á
D ios y traerlo en vuestro cu erpo, sirvie'ndole con
e l , y no haciendo cosa en el que sea para deshonra
de Dios y daño vuestro.^ Porque verdadera y justa
sentencia es, que quien ensuciare el templo de Dios,
lo ha de destruir D ios; y que no ha de haber en
su templo sino cosa de honra y de su alabanza. Y
acordaos de lo que-dixo San Agustín ( i ) : Despues
que entendí que me habla Dios redimido y comprado con
su sangre preciosa, nunca mas me quise vender . Y aña­
did v o s , quanto mas por vilezas de carne. Obra
habéis comenzado de gran corazon, pues quereis
tener en la carne corruptible incorrupción , y tener
por vía de virtud lo que los Angeles tienen por
naturaleza, y pretender particular corona en el C ie­
lo , y ser compañera de las vírgenes, que cantan
el nuevo cantar, y acompañan al Cordero do quiera
que va. Mirad vuestro título que de presente te-
neis , que es ser Esposa de C h risto , y el bien que
es-<
(i) S . Augas ,
y 8 DEL MAL LENGTJAGE

espetáis en el Cielo quando vuestro Esposo os pon­


ga en su tálamo allá : y amareis tanto la limpieza
de la virginidad, que de buena gana perdáis la vida
por e lla , como lo hicieron muchas Vírgenes San­
tas , que por no dexarlo de ser pasaron martirio,
y con grandeza de corazon; la qual procura de te­
ner r porque es muy necesaria para conservar el
grande estado en que D ios os ha puesto.

O á & O 6 G
’ O t > o C O O O c> * O 0 O O & 4 C ·

CAPITULO XII.

Q U E S U E L E D IO S C A S T IG A R A L O S S O B E R B IO S ,
con perm itir que pierdan la joya de la castidad 7 para
humillarlos , y de quanto conviene ser humildes
para vencer á este enemigo.

O t r o s ha habido que han perdido esta joya de la


castidad por via de castigarles Dios con justo ju i­
cio , en entregarlos, como dice San Pablo ( i ) , en
los deseos deshonestos de su co razon , como en ma­
nos de crueles sayones, castigando en ellos unos
pecados con otros pecados, no incitándolos «1 á pe­
car:
(i) Rom. x.
DE LA CARN’ E . y £

c a r : porque del Sumo Bien m uy estraño es ser


causa que nadie peque i mas apartando su socorro
del hombre por pecados del mismo hombre , lo qual
es obra del justo Juez; y sí justo, bueno. Y asi
dice la Escritura ( i ) : Pozo hondo es la mala mu-
g er, y pozo estrecho la muger agena> aquel caerá en
el con quien Dios estuviere enojado. N o se ase­
gure pues nadie con que no dá enojos á Dios cerca
de la castidad ? si los dá en otras cosas, pues que
suele dexar caer en lo que el hombre no caía ni
querría , en castigo de caer en otras cosas que no
debia : y aunque esto sea general en todos los pe­
cados , pues por todos se enoja D io s , y por todos
suele castigar , mas particularmente, como dice San
A gustín ( 2 ) : Suele castigar Dios la secreta soberbia
con manifiesta luxuria. Y asi se figura en Nabuco·*
donosor ( 3 ) , que en castigo de su soberbia perdió
su R eyn o y y fue alanzado de la conversación de
los hom bres, y le fue" dado corazon de bestia, y
conversó entre las bestias ; no porque perdiese la
naturaleza de hom bre, sino porque le parecía á el
que no lo era: y asi estuvo hasta que le dio Dios
conocimiento y humildad con que conociese y con­
fesase que la alteza y R eyno es de D ios, y que
lo
(1) Prov. 23. (a) A u g u st. (3) D a n iel} 4.
So DEL MAL LBNCVÁGB

lo dá él á quien quiere. Cierto asi pasa , que el


hombre que atribuye á la fortaleza de su brazo el
edificio de la castidad, lo echa Dios de entre los
su y o s, y salido de tal compañía , que era como de
.A n g e le s, mora entre bestias, con corazon tan bes­
tial , como sino hubiera amado á D io s, ni sabido
que era castidad , ni hubiese infierno, ni g lo ria ,
ni vergüenza, tanto que ellos mismos se espantan
de lo que hacen , y les parece no tener ju ic io , ni
fuerzas de hom bre, sino del todo rendidos á este
vicio bestial, como bestias, hasta que la misericor­
dia del Señor se adolece de tanta m iseria, y dá á
conocer al que de esta manera ha ca íd o , que por
su soberbia c a y ó , y por medio de humildad se ha
de levantar y cobrar. Y entonces confiesa que el
reyno de la castidad, por el qual reynaba sobre su
cuerpo, es dádiva de D io s , que por su gracia la
d á , y por pecados del hombre la quita, Y este mal
de soberbia es tan malo de con ocer, y por eso
mucho de tem er, que algunas veces lo tiene el
hombre metido tan en lo secreto de su corazon, que
el mismo no lo entiende. Testigo es de esto San
Pedro y otros m uchos, que estando agradados y
confiados de s í , pensaban que lo estaban de Dios,
el qual con su infinita sabiduría ve la enfermedad
de e llo s, y con su misericordia junta con su jus-
DE LA CARNE. 8 I

tí cía , los cuta y sana con darles á entender, aun-·


que á costa su ya, que estaban mal agradados y
mal confiados de sí mismos, pues se ven tan mise­
rablemente caídos : y aunque la caída es costosa ,
no es tan peligrosa como el secreto mal de soberbia
en que estaban, porque no le entendiendo, no 1c
buscaban remedio, y asi se perdieran : y enten­
diendo su mal con la caíd a, y humillados delante
la misericordia de D io s , alcanzan remedio de el para
entrambos males. Y por esto dixo San Agustín ( i ) :
Que castiga Dios la secreta soberbia con manifiesta
lu xu ria , porque el segundo mal es manifiesto á
quien lo comete, y por allí viene á entender el otro
mal que secreto tenia. Y habéis de saber, que
estos soberbios unas veces lo son para consigo so-t
lo s , y otras despreciando á los próximos por ver­
los faltos en la virtud, y especialmente en la casti­
dad. M a s, ó S eñ o r, y quan de verdad mirarás con
ojos ayrados aqueste delito , y quan desgraciadas te
son las gracias que el Fariseo te d aba, diciendo :
No soy malo como los otros hombres, ni adúltero , ni ro-
bador como lo es aquel arrendador que allí esta. N o lo
dexas, S eñ o r, sin castigo, castigaslo y m uy recia­
mente, con dexar caer al que estaba en pie, en pena
de
( i) ¿ftigust,
Tom. I. JJ
8 2 DEL MAL LENGUAGE

de su pecado, y levantas al caído por satisfacerle


su agravio. Sentencia tuya es, y muy bien la guar­
das ( i ): No queráis condenar y no sereh condenados: y
con la misma medida que midieres sereis medidos, y quien
se ensalzare sera abaxado. Y mandaste decir de tu par­
te al que desprecia á su próximo (2 ) : Ay de tí que
desprecias porque serás despreciado. O quantos han
visto mis ojos castigados con esta sentencia , que
nunca hablan entendido quanto aborrece D ios aques-<
te pecado , hasta que se vieron caídos en lo que
de'otros juzgaron y aun en cosas peores. En tres
cosas, dixo un viejo de los pasados, juzgue á mis
próxim os, y en todas tres he caído. Agradezca á
Dios e l que es casto la merced que le hace, y
viva'-con'tem or y temblor por no caer é l , y ayu ­
de á levantar al ca íd o , compadeciéndose de el y
no despreciándolo. Piense que el y el caido son
de una m asa, y que cayendo otro cae el, quanto
es de su parte. Porque como dic& San Agustín (3 ) :
No hay pecado qm haga un hombre , que no lo baria
otro hombre , sino ¡o rige el Hacedor del hombre.■Saque>
bien del mal ageno r humillándose con ver ahorro
caer y" saque bien del bien ágenos gozandosq d el
bién d d próximo : no sea como; ponzoñosa serpiente;
que
(1) Luc. 8. (2) Matt, ¡j. (3) ¿lugust.
DE LA CARNE, · 83
que saque de todp m a l; soberbia en las caídas age-
nas j y envidia en los bienes ágenos. N o queda­
rán estos tales sin castigo de Dios , dexarlesha caet
en lo que otros cayeron, y no los dará el bien de
que hubieron envidia,

CAPITULO XIII.

P E OTRAS DOS PELIGROSAS CAUSAS,


por las guales suelen perder ¡a castidad los queno las
procuran tvitaf*

E n t r e las miserables caídas de castidad que en el mun­


do ha habido , no es razón que se ponga en olvido la
del R e y y Profeta David, porque por ser ella tan mi­
serable y la persona tan calificada, pone un escar­
miento tan grande á quien lo o y e , que no hay
quien dexe de temer su propia flaqueza, L a causa
de aquesta caida, dice San Basilio ( i ) , que fueVun
liviano complacimiento que David tomó en sí mis-;
r a o , una vez que fue' visitado de la mano de Dios,
con abundancia de mucha consolacionj y se atre-;
vio
: (í) Basilius super Psalm. 37.
La
.S 4 DEL MAL LENGUAGE

vio a decir : Yo dixe en mi abundancia, no seré y a


mudado de este estado para siempre. M as, ó quan al re-<
ves le sa lió , y como despues entendió lo que prí-»
mero no entendía , que en el día de los bienes que
tenemos nos hemos de acordar de los males en que
podemos caer. Y que se debe tomar la consolacion.
divinal con peso de humildad , acompañada del sanco
temor de D io s , para que no pruebe lo que el
mismo David luego d i x o ( i ) : Quitaste tu fa z de mít
y f u i hecho conturbado. Otra causa de su caida nos
da á entender la Escritura D ivin a, diciendo (2 ) ;
a» Que al tiempo que los R eyes de Israel solían ir
í?á las guerras contra los infieles, se quedó el R e y
« D a v id en su casa, y andándose paseando en un
corredor, miró lo que le fue causa de adulterio
« y homicidio , y no de uno7 mas de muchos hom -
a*bres: todo lo qual se evitara, si él fuera á pe·*
« le ar las peleas de D ios, según otros Reyes lo
« acostumbraban , y él mismo lo habia hecho otros
n a n o s .“ Si vos os estáis paseando quando están-re­
cogidos los siervos de D io s : y si estáis o c io s o ,
quando ellos trabajan en buenas obras¿ y si der­
ramáis vuestros ojos con soltura, quando ellos con
I05 suyos lloran por sí y por los otros amargamen­
te;
( i) Ptekn. tp. (2) a. Reg. 1.
DE LA CA RN Í. 85
te ; y sí al tiempo que ellos se levantan de noche
á o r a r , vos os esrais durmiendo y roncando , y
perdeis, por lo que se os antoja, los buenos exer-
cicios que soliades tener , que con su fuerza y ca­
lor os tenían en pie , ¿cómo pensáis guaidar la cas­
tidad estando descuidado y sin armas para la defen­
der , y teniendo tantos enemigos que pelean contra
e lla , fuertes, cuidadosos y armados? N o os enga->
ñ e ls, que si á vuestro deseo de sec casta no acom­
pañan obras con que defendáis vuestra castidad, vues-*
tro deseo saldrá en vano, y acaecerosha á vos lo
que á D a v id , pues ni sois mas privilegiada que él,
ni mas fuerte ni santa. Y para dar conclusión á
esta materia de las causas por qué se suele perder
aquesta preciosa joya de la castidad, debeis saber
que la causa porque Dios permitió que la carne
se levantase contra la razón en nuestros primeros
padres, que de alli lo heredamos nosotros, f u e ,
porque ellos se levantaron contra D io s, desobede-<
cknd o su mandamiento, castigóles en lo que pe­
caron , y fu e , que pues ellos no obedecieron á su
superior, no les obedeciese á ellos su inferior; y
asi el desenfrenamiento de la carne esclava y súb­
dita contra su superior, que es la razón , castigo
es de inobediencia de la razón contra Dios su
superior. Y por tan to , guardaos mucho de des-
obe-
86 DEL MAL tXKG UACE

obedecer á vuestros superiores, porque no permita


Dios que vuestro inferior, que es la carne, se
levante contra v o s , como permitió que Adad se le­
vantase contra el R ey Salomon su Señor ( i ) , y os
azote y persiga, y por vuestra flaqueza os derrive
en el profundo del pecado mortal. Y si estas cosas
y a d ich as, que con los ojos del cuerpo habéis leí­
do, las habéis bien sentido con lo interior del co-
razon, vereis quanta razón hay para que miréis por
vos, y que hay en vos- Y porque vos n© bastais
á conoceros, debeis pedir lumbre á nuestro Señor
para escudriñar los mas secretos rincones de vues­
tro corazón , porque no haya en vos algo que se­
páis 6 que no sepáis > por lo qual se ponga á riesgo
de perder por algún secreto juicio de Dios la joya
de la castidad que tanto os importa, que este' biea
guardada con el amparo divino,

(i) 3. Reg. i i .
PE LA CARNE. 8 7

CAPITULO XIV.

DE QUANTO SE DEBE H U IR LA VANA


confianza, de alcanzar victoria contra este enemigo , con
sola industria y trabajo humano , y que debemos en ten ­
der que es dádiva de D ios , á quien se debe pedir>
poniendo por intercesores los Santos , y en
particular a, la Virgen nuestra Señora*

Todo lo dicho, y mas que se pueda decir, sue-*


len ser medios para alcanzar esta preciosa limpieza;
mas muchas veces acaece, que asi como trayendo'
piedra y madera y todo lo necesario para edificar,
una casa, nunca se nos adereza el edificarla , asi
también acaece, que haciendo todos estos remedios
no alcancemos la castidad deseada. Antes hay mu­
chos que despues de vivos deseos de ella, y gran­
des trabajos pasados por ella , se ven miserablemente
caidos ó recientemente atormentados de su carne, y
dicen con mucho dolor: Trabajado hemos toda la
noche, y ninguna cosa hemos tomado. Y parece-
les que se cumple en ellos lo que dice el Sabio ( 1 ) :
Quan
(x) Eccles. 7 .
'8 8 D el m al len g ü ag e

Quanto mas yo la buscaba, tanto mas lejos huyo de mí;


lo qual muchas veces suele venir de una secreta
fiucia , que en sí mismos estos trabajadores sober­
bios tenían, pensando que la castidad era fruto que
nacía de sus solos trabajos , y no dádiva de la ma­
no de D io s, y por no saber á quien se habia de
p ed ir, justamente se quedaban sin e lla , porque ma­
yo r daño les fuera tenerla y ser soberbios e ingra­
tos á su D ador, que estar sin ella llorosos y hu-*
millados y perdonados por la penitencia. N o es pe­
queña sabiduría saber cuya dádiva es la castidad, y
no tiene poco camino andado para alcanzarla quien
de verdad siente que no es fuerza de hombre sino
dádiva de nuestro Señor , la qual nos enseña e l
Santo E vangelio, diciendo ( i ) : No todos son capaces
de esta palabra , mas aquellos a los qual es es dado por
Dios. Y aunque los remedios y a dichos para alcan­
zar este bien sean provechosos, y debamos exer-
citar nuestras manos en ellos, ha de ser con con­
dición , que no pongamos nuestra fiucia en ellos i
mas hagamos con devota oración lo que D avid ha-f
cia y nos aconseja, diciendo ( 2 ) : Alcé mis ojos a los
montes, donde me vendrá socorro ¡ mi socorro es del
ñor, que hizo el Cielo y la Tierra* Buen testigo será
de
(r ) Matth. ip . (a) Psalm, 130,
DE LA CARNE. 89

de esto el glorioso San Getonymo ( i ) , que cuenta


de sí, que le ponían en tanto estrecho aquestos
aprietos carnales, que no le libraban de ellos ayu ­
nos muy grandes, ni dormir en el suelo, ni lar­
gas v ig ilia s, ni estar su carne casi muerta. Y en­
tonces , como hombre desamparado de todo socorro
y que en ningún remedio hallaba rem edio, se echa^
ba á los píes de Jesu-Christo nuestro Señor, y los
regaba con lágrimas, y limpiaba con sus cabellos
en su pensamiento devoto. Y aun alguna vez le acae-<
cia dar voces á Christo todo el dia y la noche ;
mas en fin era oido , y le daba Dios el deseo de
su corazon con tanta serenidad y espiritual consol
lacion, que le parecía estar entre coros de Ange-<
les. A si socorre Dios á los que le llaman con eti-<
tera voluntad, y están firmes en la guerra por el»
hasta que el envie socorro. Y no solo debemos lla­
mar á D io s . que nos favorezca, mas también á sus
Santos, significados por los montes que aqui dice
David : y principalmente mas que ninguno de ellos
debe ser llamada la limpísima Virgen , impor­
tunándola con servicios y oraciones, que nos alcan­
ce esta merced, las quales ella oye y recibe de muy.
buena gana, como verdadera amadora de lo que le
pe*
(i) S . Hieran.
Tom* h M
5?0 DEL M AI, LENGUAGE

pedimos. Especialmente haber venido provechos no­


tables por medio de esta Señora á personas m o­
lestadas de flaqueza de carn e, por rezarle alguna
cosa en memoria de la limpieza con que fue con­
cebida sin pecado, y de la limpieza virginal con
que concibió al Hijo de Dios. A esta Señora pues
tomad por particular A b o g ad a , para que nos al­
cance y conserve con su oracion esta lim pieza, y
pensad que si hallamos en las mugeres de acá al­
gunas tan amigas de honestidad, que amparan con
todas sus fuerzas á quien quiere apartarse de la v i­
leza de este vicio, y caminar por la limpieza de
la castidad: quanto mas se debe esperar de esta
limpísima Virgen de Vírgenes, que pondrá sus ojos
y orejas en los servicios y oraciones del que qui­
siere guardar la castidad , que ella tan de corazon
ama. No os falte pues deseo de haber este bien.
N o falte fiucia en Christo , ni oracion importuna,
ni otros servicios como hemos d ic h o , que ni fal­
tará en sus Santos cuidado, ni amor para orar por
v o s , ni misericordia celestial para conceder este
don , que el solo lo d á , y quiere que todo hom­
bre á q uien , lo da asi lo conozca, y le dé -gloria
de ello, pues según verdad se le debe.
DE Z.A CARME. 9 b

CAPITULO XV.

COMO EL SEÑOR REPARTE EL DON


de la castidad, no igualmente a. todos, porque á algunos
lo dá solamente en el ánima ? y de lo . mucho que las
tentaciones contra la castidad aprovechan ,
si se saben llevar.

Y es de mirar con atención, que este don no lo


dá Dios por un igual· á to d os, mas diferentemente,
según á su santa voluntad place , porque á unos
dá mas de el y á otros menos. A algunos dá cas*
tidad en el ánima so la , que es un propósito firme
y deliberado de no caer en este vicio por cosa que
sea. Mas con este propósito bueno tiene este tal en
su ánima imaginaciones feas, y en la parte sensi-i
tiva tentaciones penosas, que aunque no hagan, con­
sentir á la razón en, el m a l, aflígenla y danle que
hacer en defenderse de sus importunidades; lo qual
es semejable á M oysen y á su Pueblo, que estando
el en lo alto del monte en compañía de D ios, es*
taba el vulgo del Pueblo adorando ídolosen lo baxo
de ei. jY quien en esterestado está, debe hacer gra-
Ma cías
0 2 DEL' MAL LENGÜAGE

d as á nuestro Señor por el bien que le ha dado


en su-ánim a, y sufrir con paciencia la poca obe­
diencia que su parte sensitiva le tiene : porque así
como aunque Eva comiera sola del árbol vedado,
no se cometiera el pecado original si Adán su va-
ron no consintiera y com iera, así mientras aquel
proposito bueno de no consentir cosa mala estuviere
vivo en lo mas alto del ánima , no puede hacer
la parte sensitiva , por mucho que com a, que haya
pecado mortal , pues el varón no consiente con
e lla , antes le desplace y le reprehende 5 en lo qual
debeis estar advertida, que no dexeis que las ima­
ginaciones ó movimientos se esren en vos, sin las
desechar, porque-quien vé;:'el peligro en que está,
Con tener aquel fuego infernal dentro de s í , y la
serpiente en su seno, quanto mas si ha probado otras
v e ce s, que de aquello le suele venir el -consenti­
miento en la mala o b ra , ó en aquel mal deley te,
juzgase la tal negligencia por pecado mortal, pues
vio el peligro y lo amó por no desechallo. Mas
mientras hübieie'prepósito viVo- dé no consentir en
mala obra ni etv mal deVeyte, y resistir, aunque
flacamente, quando miráis el peligro en que estáis,
pensad que no os dexó nuestro Señor caer en pe­
cado 'mortal, y poique- en ésto á -dura1^ páñas se
puede dar cierta sentcficia ,'sin ’ información d.e quien
lo
DE LA CARNE. p J

lo padece, conviene Informar de ello al docto C o n ­


fesor, y tomar su consejo : y si con todo esto se
le-hiciere de mal sufrir guerra tan continua dentro
de s í, mire que con el trabajo de la tentación se
purgan los pecados pasados , y se anima el hom~
bre mas á sirvir á D io s , viendo que le ha me­
nester: y conocemos nuestra flaqueza, por locos que
seamos, viéndonos andar á tanto peligro , y en los
cuernos del toro , que á dexarnos Dios un poquito,
de su mano, caeríamos en la espantosa hondura del
pecado mortal. Y hasta que esta flaqueza sea m uy
de raíz confesada y experimentada , no cesarán en
tí las tentaciones de la carne, que son como tor­
mentos y golpes que te hagan confesar como no
mora en tí este bien , si de arriba no es concedi­
do. Y si fueres fiel siervo de D io s , mientras mas
tu carne te com batiere, tanto mas tú con tu ánl-
nía te esforzarás á guardar tu castidad, y las ten­
taciones serán como golpes que te ayudarán á array-
gar mas en ti la lim pieza, y verás las maravillas
de Dios , que asi como por ocasion de nuestra mal­
dad parece mayor su bondad , asi por la flaqueza
de nuestra carne obra fortaleza en nuestra ánima,
diciendo el espíritu, no , á lo que la carne le con­
vidaba, y afirmarse de nuevo en el amor .de la
castidad, quantas veces la carne le convidaba á per-
• ' 5 der,
9 4 DEL MAL LENGUAGE

der. Y así por medio de un contrario tan molesto


y vil obra Dios el o tro , que es la castidad, tan
precioso y tan digno. Y acuerdate que vale mas
buena guerra que mala p a z , y que es mejor tra­
bajar nosotros por no consentir, y dar en ello
placer á nuestro Señor , que por tomar un poco
de placer bestial, que en pasando dexa doblado do­
lor j y dar enojos á quien con todas nuestras fuerzas
debemos amar y agradar. Llámale con humildad y
con fíucia, que no dexará de socorrer á quien por
su honra pelea, que al fin el hará que salgas con
ganancia de aquesta pelea, y te contará este tra­
bajo en semejanza, de martirio. Pues como los Már­
tires querían antes morir que .negar la F e , asi tú,
padecer lo que padeces por no quebrar su santa
voluntad, hacerteha compañero en la gloria con
ellos, pues lo eres acá en el trabajo. Y entretanto
consuélate con tener en tí mismo una prueba de
que amas á D ios, pues por su amor no haces lo que
tu carne apetece.
DE LA CA RN E.

CAPITULO XVI,

DE COMO EL DON DE LA CASTIDAD


es concedido á algunas personas , no solo en lo interior
del ánima , mas también en la sensualidad ,
y esto por una de dos maneras,

otros da nuestro Señor este bien, de la castidad


mas copiosamente, porque no solo les dá en el áni­
ma este aborrecimiento de sus deleytes, mas tie­
nen tanta templanza en su parte sensitiva y carne,
que gozan de grande p a z, y casi no saben que
es tentación que les de pen a: y esto suele ser en
dos maneras : Unos tienen paz y limpieza por na­
tural com plexión: otros por elección y merced de
Dios. Los que por complexión natural no deben de
engreírse mucho con la paz que sienten, ni des­
preciar á quien ven tentado; porque no se mide la
virtud de la castidad por tener esta paz; mas por
tener propósito firme en el ánima de no ofender
en este pecado á nuestro Señor. Y si uno siendo
tentado en su carne tiene este propósito buenoi.eft
su ánima, con mayor firmeza que e l otro que ca-
re-
9 6 DEL MAL LEN'GUAGS

rece de aquestas guerras, mas casto será este com-*


batido que el otro con su paz. N i tampoco deben
estos bienacomplexíonados desmayarse diciendo: poco
h ag o ó gano en ser casto, mas deben aprovecharse
de su buena inclinación, eligiendo con el espíritu
la castidad, por agradar al S eñ o r, á la qual su m-¡
clinacion les convida. Y de esta manera servirán á
Dios con lo superior de su ánima por la elección
virtuosa : y con la parte sensitiva con su obedien­
cia y buena inclinación. Oíros h a y , que no por
inclinación natural, mas por merced de nuestro Se­
ñ o r , son tan castos , que en su ánima sienten en··
trañable aborrecimiento á aquesta vileza , y en
su parte sensitiva tanta obediencia, que no va ar-^
rastrando á lo que le manda la razón , mas obede­
ce con deleyte y presteza , teniendo en entrambas
entrañable paz. Este excelente estado rastrearon los
filósofos que dixeron que habia algunos Varones tan
excelentes, que tenían sus ánimos tan purgados, que
no solo obraban el bien sin guerra de pasiones, mas
aun de m uy vencidas , las tenían olvidadas : y.
que no solo las pasiones no los vencían , mas aun
ni los acometían. Mas esto que los Filósofos ha^
biaban y no tenian (porque sin gracia no hay ver­
dadera virtud ) , los buenos Christianos lo tienen: á
los quales D ios quiere conceder este don perfecto,
DE LA CARNE. 97
no ganado por fuerza de ellos, mas concedido por
el fuerte y celestial Espíritu Santo suyo; el quai
se dá por Jesu-Christo nuestro S eñ o r, á semejanza
del mismo S eñ o r, que tuvo en carne corruptible
entereza de virginidad. Este celestial Espíritu infunde
perfecta castidad en los que á el place. Y hace esto,
que asi como lo superior del ánima está con per­
fecta obediencia sujetísimo á Dios , y recibe de ¿i
poderosa/; fuerzas y excelentísima lumbre, estando uní"
do tan perfectamente con el, y tan regido por la volun^
tad de e l , que diga el Apóstol ( r ) : E l que se llega a·
Dios, un espíritu es con él. A s i esta eficacia de Dios que
infunde fuerza, y pone disposición en la parte sen-»
s itiv a , hace que dexada la bestialidad y fiereza que
de su naturaleza tiene, obedezca con deleyte á la
razón , y se le dé m uy sujeta. Y aunque en la na-'
turaleza sean diversas, por ser una espiritual y otra
sensual i mas allegase tanto la parte sensitiva á la
razón, y toma tan bien su fre n o , que anda do­
mada y dom estica: y aunque no es razón } anda
como razonada , no impidiendo, mas ayudando al
e sp íritu , como fiel muger á su marido. Y así como
hay ánimas d« algunos tan miserablemente dadas
í su carne, que no se rigen por otro norte sino
por
( i) i . Corint, <5«
to m . 1, N¡
5? 8 DEL MAL LENGUAGÉ

por el apetito de ella, y siendo de naturaleza es­


piritual , se abaten á la miserable sujeción de su
cuerpo , tan transformados en su carn e, que se tor­
nan encarnizadas , y parecen en su voluntad y pen-.
samientos un puro pedazo de carne ; asi la sensua-·
lidad de estotros se junta tanto con la ra zó n , que
parece mas razón que las mismas ánimas de los otros.,
Dificultosa cosa de creer es esta ; mas en fin
es obra y dádiva de D io s , concebida por Jesu-
Christo su único H ijo, especialmente en el tiempo
de la Iglesia Christiana. D el qual tiempo estaba
profetizado ( i ) , que habian de comer juntos lo-«
bo y cordero, oso y león ; porque las afecciones
irracionales de la parte sensitiva, que como fieros
animales querían tragar y maltratar el ánima, son
pacificados por el don de Jesu Christo : y dexada
‘su propia guerra , viven en paz como dice Job (2 ):
Las bestias de la tierra te serán pacíficas , y con las pie­
dras de la región ternas amistad. Y entonces se cum­
ple lo que es escrito en el Salmo que d ic e (3 ):
Tá , hombre , unánime conmigo, y guia m ia, y conocido
mió , que comías conmigo los dulces manjares , y andu­
vimos en la casa de Dios d'e un consentimiento. Las qua-
les palabras dice el hombre interior á su exterior,
te-
Ci) Jsai. 1 1 . (a) Job. (3) Psahn. ¿4.
DE LA CARNE, 99
teniéndole tan sujeto, que le llama de un ánima, y tan
conforme á su querer, que dice , que comen entram'·
bos dulces manjares, y andan en uno en la caía,
de D ios: porque están tan am igos, que si el inte'·
rior come castidad, ú ora, ayuna y v e la , y otrcs
santos exercicios, hallando mucha dulcedumbre en
ello s, también el hombre exterior hace estas obras,
y le saben como dulce manjar. Mas no entendáis
por aquesto, que venga uno en este destierro á tener
tanta abundancia de paz, que no sienta algunas ve­
ces en esto ó en otras cosas movimientos contra su
razón. Porque sacando á Christo nuestro Redentor
y á su Madre sagrada, no fue á otros concedido,
este privilegio. Mas habéis de entender, que aun­
que haya estos movimientos en las personas á quien
Dios concede este don, no son tales ni tantos, que
les den mucha pena s antes sin ponerles en estrecho,
de mucha guerra, ni quitarles la verdadera paz, son
ligeramente por ellos vencidos. Com o si viesemos en.
una ciudad á dos muchachos reñir y luego se apa­
ciguasen , no diriamos que por aquella breve con^
tienda faltaba paz en la ciudad, si la hubiese en
los restantes del pueblo. Y pues este estado confe­
saban los Filósofos, sin conocer las fuerzas del E$-i
píritu S an to, no sea dificultoso al Chnstiano con-1
fesar esto y desearlo á gloria de la Redención de
N z ChriS’!
roo DEL MAL lengüage
lo y de su poder, al qual no hay cosa Imposible.
D e cuyo advenimiento estaba profetizado, que ha-,
bia de hacer en el abundancia de paz. La qual lla­
ma Isaías ( i ) , ser como rio . Y San Pablo dice ser.
sobre todo sentido. Pues quando la carne asi estuviere
obediente y templada, entonces estamos bien lejos
de oir su lenguage, y seguros de caer en la ter-<
rible maldición que echó Dios á Adán nuestro pa­
dre , porque oyó la voz de su muger. Antes no«
sotros hacemos á ella que nos sirva y oyga nues­
tra voz : y como á paxaro encerrado en ja u la , le
enseñamos á hablar nuestro lenguage, y ella lo apren­
de , pues con presteza nos obedece. D e la qual
larga obediencia, que á la razón tiene, queda tan
bien acostumbrada, que si algo pide, no son de­
le y tes sino necesidad, y entonces bien la podemos
o ir , según Dios mandó á Abrahan (2 ), que oyese
la voz de su muger Sara, que era ya muy vieja,
y su carne tan enflaquecida y m ortificada, que no
Tenia las superfluidades de otras mugeres de menos
edad. Y de esta tal carne algo mas podemos fia r,
oyendo lo que nos d ic e , aunque no debemos tanto
creerla que su solo dicho nos b aste: Mas debemos
examinarla por Ja prudencia del espíritu, porque la
que
(1) Iífíi. 6. Jerem. 46. Psal, 71. Philip, 4. Genes, 3,
(a) Genes. 18.
DE LA CARNrE , I o

que pensábamos estar m uerta, no se haga engaño­


samente mortecina. Y tanto mas peligrosamente nos
derribe, quanto por mas fiel la teníamos.

CAPITULO XVII.

EN QUE SE C O M IE N Z A A T R A T A R D E LOS
lenguages del demonio, y quanto los debemos h u ir7 y que
uno de ellos es ensoberbecer 4 un hombre para le traer á
grandes males y engaños, y de algunos medios para
huir este lengaage de la soberbia.

L o s lenguages del demonio son tantos, quantas sotí


sus malicias, que son innumerables; porque asi como
Christo es fuente de todos los bienes que se co­
munican á las ánimas de los que con obediencia s
sujetan i é l , así el demonio es padre de pecado
y tinieblas, que Instigando y aconsejando á sus
miserables ovejas, las induce á maldad y mentira,
con que eternalmente se pierden. Y porque sus
astucias Son tantas, que solo el espíritu del Señor
basta para descubrirlas, hablaremos pocas palabras,
remitiendo lo demás á Christo que es verdadero
£nseñador de las ánimas. Por muchos nombres es
lia-
lo a DEL MAL LENGUAGE

llamado el demonio, para declarar los males que


el- tiene 5 mas entre todos hablemos de dos 3 que
son ser llamado dragón y león. Dragón , dice San
Agustín ( i ) , porque secretamente pone asechanzas.
León 7 porque abiertamente persigue. El asechanza
que tiene para engañar es aquesta , alzarnos con
la vanidad y m entira, y despues derribar con ver­
dadera y miserable caída. Ensálzanos con pensamien­
tos que nos inclinan á estimarnos en algo , hacién­
donos caer en soberbia: y como el sepa por expe­
riencia ser este mal tan grande, que bastó á hacer
en el mismo de A ngel demonio s trabaja con todas
sus fuerzas de hacernos participantes en e l ; porque
también lo seamos en los tormentos que él tiene.
Sabe él muy bien quanto desagrada la soberbia á
D io s, y como ella sola basta á hacer inútil todo
lo demas que el hombre tuviere, por bueno que pa->
rezca. Y trabaja tanto por sembrar esta mala se-<
milla en el ánima, que muchas veces dice verdades
y dá buenos consejos y sentimientos devotos, sola­
mente para inducir á soberbia, teniendo en m uy
poco lo que pierde en que uno haga algún bien>
con que le pueda ganar todo entero, con el peca­
do de la soberbia y con otros que tras él vienen;
por-í
(i ) Agustín,
DEL DEMONIO. I O3

porque así como un R.ey suele andar acompañado


de gente, asi la soberbia de otros pecados. La Es­
critura dice: Principio de todo mal es la soberbia , y
quien la tuviere será limo de maldiciones. Quiere de­
cir de pecados y de castigos. De un solitario leemos,
al qual el demonio apareció mucho tiempo en figu·*
ra de A ngel de Dios , y le decia muchas revelacio­
nes, y hacia que cada noche relumbrase la celda,
como si en ella hubiera lumbre de alguna bela ó
ca n d il; despues de todo lo qual le persuadió que
matase á su propio hijo para que fuese igual en
merecimientos al Patriarca Abrahan. L o qual el so*
litario engañado se aparejaba á hacer , si el hijo
que lo sospechó no se fuera huyendo. A orro apa­
reció también en figura de A n g e l, y le dixo mu­
cho tiempo muchas verdades para acreditarse con
e l ,. y despues díxole una gran mentira contra la
F e , la qual el otro engañado creyó. También lee­
mos de otro , que despues de haber vivido cinquen-
ta años con m uy singular abstinencia y con guar­
da de soledad mas estrecha que quantos estaban en
aquel yerm o, le hizo el demonio entender en figu­
ra de Angel que se echase en un hondísimo pozo
para que por experiencia probase , que á quien tanto
había servido á Dios como e l , ni aquello ni otra
cosa le podia empecer: todo lo qual el creyó y lo
pu
I 04 PEI* MAL l e n g ü a g e

puso por obra. Y siendo con mucho trabajo sa­


cado medio muerto del pozo, y siendo amonesta­
do por los santos viejos del yermo que se arrepin-n
tíese de aquello porque habla sido ilusión del de-¡
m o n io , no lo quiso creer ni hacer : y lo que peor
es, que aunque murió al tercero d ia , tenia tan me­
tido el engaño en su corazón , que aun viéndose
morir por causa de la caida, creyó todavía que ha*
bia sido revelación de A n gel de Dios. ¡O h , quánto.
conviene á los aprovechados en la virtud vivir ea
el santo recelo de sí, como gente, que aunque ten-*
gan congeturas de que están bien con D io s , mas
no certidumbres, ni saben si son dignos de amor o
de aborrecimiento en el tiempo presente, y menos lo.
que será de ellos en el tiempo que les resta de vl^
v í r ! Y especialmente se deben de guardar mucho:
de creerse á sí mismos , acordándose de aquella pro*
funda sentencia de San Agustín ( i ) : La. soberbia
merece ser engañada, Y sí como os he contado estos
engaños pasados, os hubiese de contar los que han
acaecido en tiempos presentes, ni se podrían escrí-*
bir en pequeño lib ro , ni lo podriades leer sin mu*
cho cansancio. Por una parte es asi, según lo pon­
deraos ju zg a r, que üuebe Dios en los corazones de
muí
(i) jiugast.
DEt DEMONIO. I OJ

muchos, aguas de misericordias particulares, con que


no solo liacen frutos exteríormente buenos, mas
aun tienen con el Señor comunicación interior, y
tan fam iliar, que con dificultad podrá ser creído.
■Y por otra parte se tiene también experiencia, que
trae el demonio, permitiéndolo Dios, particular d i­
ligencia en estos tiem pos, para engañar con falsos
sentimientos y falsas hablas, exteriores é interio­
res , y con falsa luz de entendimiento á los que
son soberbios, y amigos de su parecer con titulo,
que es parecer de D ios: y aun también para exer-
citar por diversas vías á los que cón humildad y
cautela sirven á Dios , por l o . qual en : aquestos
tiem pos, en los quales parece haberse soltado Sa­
tanás, como dice San Ju an , conviene que haya
diligencia doblada en los que sirven á D ios, para
no creer fácilmente estas cosas, y profunda humil­
dad y santo temor, para que Dios no los dexe en­
gañar. Y procurar luego de dar cuenta de lo que
sienten , y pasa en ellos á sus Prelados y mayores,
que les pueden enseñar la verdad. El Profeta di­
ce , que debaxo de la lengua de los malos hay pon­
zoña de víboras, ¿quánto mayor la habrá en el len-
guage del demonio, mas malo que todos los ma­
los ? Y si él nos ensalzare por los bienes que tene­
m os, humillémonos nosotros mirando los males que
Tom. I. O ha-
IO 6 DEL MAL lENGUAGE

hacemos, y que hicim os, los quales fueron tantos,


que si el Señor por su gran misericordia no nos
fuera á la m ano, y nos saliera al cam ino, en que
tan de corazon caminábamos, para quitarnos de
e l , como hizo á San P ab lo , fuéramos creciendo
en maldades, como en edad, hasta que los infer­
nales tormentos fueran pequeños para nuestro cas­
tigo. O abismo de misericordia, y que te movió
á dar voces desde el Cielo en nuestro co razon , y
decir: ¿Por qué me persigues con tu mala vida ? En
las quales nos derribaste de nuestra soberbia, y
nos hiciste saludablemente temer y tem blar, y que
con dolor de haberte ofendido , y deseo de te agra­
dar , te dixésemos: Señor, ¿qué quieres que haga?
Y quieres tú , Señor, que el remedio de nuestros
males lo esperemos de tí, mediante las medicinas
de tu palabra y Sacramentos que tus Ministros ea
tu Iglesia dispensan , y mandas que vamos á ellos,
como San Pablo á tu siervo Ananías. A si que
sabemos muy bien que la perdición fue de noso-<
tr o s , y el remedio fue tu y o : y confesamos que tu
infinita bondad te hizo llamar para tí los que tan
Vueltas tenían las espaldas á t í , y acordarte de los
olvidados de t í, haciendo mercedes á los que me­
recían torm entos, tomando por hijos á los que ha­
bían sido· malos esclavos^ y aposentando tu Real
Per-
DEL DEMONIO. IOJ
Persona, en los que primero fueron hediondos, y
establo de suciedades. Estos males que entonces hi­
cim os, nuestros eran; y si otra cosa som os, por
D io s, y en Dios lo som os, como dice el A pos-
tol ( i ) : Erades algún tiempo tinieblas, mas agora luz
en el Señor. Conviene pues acordarnos del misera­
ble estado en que por nuestra flaqueza nos meti­
m o s, si queremos estar seguros en el dichoso es­
tado en que por su misericordia Dios nos ha. pues­
to. Creyendo muy de verdad que lo mismo ha­
ríamos , que entonces hicim os, si la poderosa y
piadosa mano de Dios de nos se apartase. Y sí
miramos á los muchos peligros á que estamos su­
jetos por nuestra flaqueza, no osaríamos del to­
do alegrarnos con el bien que de presente tere-
mos, por el temor de los pecados que podemos
hacer. Y entenderemos quan sano consejo es el de
la Escritura ( 2) : Bien aventurado el Varón·, que siem­
pre está temeroso. Iten (3 ) : Obrad vuestra salud con
temblor y temor. Iten (4 ): E l que está en p ie , mire
no cayga. Gemido ha de costar el pecado cometido,
para ser perdonado: y temor ha de costar el que
está por hacer, para que de el seamos librados. C o ­
mo se figura muy bien en el temor que tuvo Ja­
cob
(1) Philip, g. (9) Psálm. m . (3) Philip. 2. (4) 1, Cor. 10.
O 2
lo 8 tJE L MAL LENGUAGE

co b á Esau ( i ) , quando de Mesopotamía venía,


aunque Dios le había mandado venir. Grande ale­
gría mostraron los hijos de Israel, y devotos can­
tares hicieron á D ios, quando tan gran m aravi­
lla hizo con ellos , que los pasó' por el mar á pie
enjutos y parecíales, que pues en tan gran peli­
gro no habían peligrado , ninguna cosa había de
ser bastante para los derribar, ni impedir que al­
canzasen la tierra por Dios prometida. Mas la ex*
periencia salió de otra manera, porque despues de
aquel gran favor sucedieron tentaciones y pruebas
y fueron hallados flacos e impacientes en la prue
s ba y pelea los que habían sido devotos y. ale­
gres , despues de la pasada del mar ; y porque no
alcanzan la corona prometida por D io s , sino los
que son hallados fieles en las pruebas que Ies en+
vía i estos no lo alcanzaron, porque no lo fueron*
mas en lugar de la vida prometida, fueron casti­
gados con morir en el desierto. ¿Quien será pues
tan desatinado,- que agora mire á la vida pasada,
agora á la que le resta de v i v i r , que ose alzar su
■cabeza á tomar alguna soberbia , pues en lo pasa­
do ve que tan miserablemente c a y ó , y en lo por
venir á .tantos temores está sujeto ? Y .s i bien co­
no-
.. ( i ) Genef, 33. Exod. 15.^
DEL DEMONIO. Jo 9

nociere y sintiere la verdad, de como todo lo bue­


no viene de D io s , verá que el tener dones de Dios
no ha de ensalzar vanamente á los que los tienen,
mas baxarlos m as, como quien mas agradecimien­
to y servicio debe. Y quando piensa que crecien­
do las mercedes j crece la cuenta que ha de dar de
ellas, como el Evangelio dice, parecenle los bienes,
que tiene una carga pesada, que le hace g em ir, y
ser mas cuidadoso y humilde que antes. Y porque
es tanta nuestra liviandad , y tenemos tan metida
en los huesos la secreta soberbia, que fuerzas hu­
manas no bastan á limpiarnos del todo de este pe­
cado, debemos pedir á Dios este don, suplicándo­
le Importunamente no nos permita caer en tan gran
traición , que nosotros somos robadores de la honra
que de todo lo bueno á e'l es debida. Con el ayu­
no se sanan las pestilencias de la carne, y con la
oracion Jas del ánima. Y por eso conviene al que
esta pestilencia siente en su ánima , orar con toda
diligencia y continuación, y presentarse delante del
acatamiento de D io s , suplicándole le abra los ojos,
para conocer Ja verdad de quien sea Dios , y de
quien sea e'J, para que ni atribuya á Dios algún
mal, ni' atribuya á sí algún bien; y asi estará le­
jos de oir el falso lenguage del soberbio demonio,
qu.e con la propia es rima lo querría engañar. Mas
oye
110 DEL MAL LENGUAGE

oye Ja verdad de D io s , que d ic e , que la verdadera


honra y estima de la criatura, no consiste en sí mis-
m a , mas en recibir mercedes, y ser estimada y ama­
da de su criador; y porque adelante se hablará mas
largo de esta materia , quando se hable del propio
conocimiento , no os dire mas agora,

xx><>^«<><w;-><x>o<>ac>ooíxxxx>*<>!><í<xx>f!0<x>ocoo<x^ocioo;>o^o<^<

CAPITULO XVIII.

D E O T R O L A Z O C O N T R A R I O AL PASADO,
que es la desesperación con que el demonio pretende
vencer al hombre , y cómo nos habremos contra él.

C 3 tra arte suele tener el demonio contraría á es­


ta pasada, la qual es no haciendo ensalzar el co-
razo n , mas baxándolo y desmayándolo, hasta traer­
lo á desesperación : y esto hace trayendo á la me­
moria los pecados que el hombre ha hecho, y
agravándolos quanto puede, para que el tal jiom -
bre espantado con ellos cayga desmayado , corno
debaxo de carga pesada , y asi se desespere. D e
esta manera hizo con Ju d as, que al hacer del pe­
cado quitóle delante la gravedad de é l , y despues
traxole á la memoria , quan gran mal era ha­
ber
. DJEL DEMONIO I I I

ber vendido á su Maestro , y por tan poco pre­


cio , y para tal muerte , y asi cególe los ojos con
la grandeza del pecado, y dio con el en el lazo,
de allí en el infierno. D e m anera, que á unos
ciega con las buenas obras , poniéndoselas delan­
te , y escondiéndoles sus m ales, y asi los enga­
ña con la soberbia : y á otros escondiéndoles que
no se acuerden de la misericordia de Dios , y de
los bienes que con su gracia hicieron, y traerles á
la memoria sus males, y asi los derriba con des­
esperación, Mas asi como el remedio de lo prime­
ro fue queriéndonos él vanamente alzar en el ay-
re, asirnos nosotros mas á la tierra considerando,
no nuestras plumas de pabón, mas nuestros lodosos
pies de pecados, que hemos hecho, ó haríamos, sí
por Dios no fuese. A si en estotro engaño es el
remedio quitar los ojos de nuesrros pecados, y po­
nerlos en la misericordia de D ios, y en los bienes
que por su gracia hemos h ech o: porque en el tiem­
po que nuestros pecados nos combaten con deses­
peración , muy bien hecho es acordarnos de tos bie­
nes que hemos h ech o , ó hacem os, según tenemos
cxemplo en Job ( i ) , y en el R e y Ezequías (2):
y esto, no para poner confianza en nuestras bue­
nas
( i j J o b . ■■13.· (2) 4. R eg. 20.
112 DEL MAL LENGÜAGE
ñas obras en quanto son nuestras, porque no cay-
gamos en un la zo , huyendo de otro j mas para
esperar en la misericordia de Dios , que pues el
nos hizo merced de que hiciésemos el bien con
su g ra cia , el nos lo galardonará , aun hasta el
jarro de a g u a , que por su amor dim os: y que
pues nos ha puesto en la carrera de su servicio,
no nos dexará en la mitad de e lla , pues sus obras
son acabadas, como el lo e s: y mas hizo en sa­
carnos de su enemistad, que en conservarnos en su
amistad. L o qual nos enseña S. P a b lo , diciendo ( i ):
Sí qtiando eramos enemigos, fuimos hechos amigos con
Dios, por la muerte de su Hijo y mucho mas agora, que
somos hechos amigos, seremos salvos en la vida de él.
C ierro, pues su muerte fue poderosa para resucitar
á los muertos, también io será su vida para con­
servar, en vida á los vivos. Si nos amó desamándo­
le nosotros, no nos desamará , pues le amamos. D e
manera, que osemos decir lo que dice S. Pablo (2):
Confio, que aquel que comentó en nosotros el b ien , lo
acab^trd hasta el día de Jcsu-Christo 1 y si el demo­
nio nos quisiere turbar con agravarnos los pecados,
que hemos h e ch o , miremos , que ni el es la parte
ofendida, ni es tampoco J u e z , que nos ha de ju z­
gar:
(1) Philip. I . (2) Philip. I . ,
DEL DEMONIO. I I 5

g á r : Dios es á quien ofendimos quando pecamos,


y .e l es el que ha de juzgar á los hombres y de·*
monios. Y por tanto no nos tu rb e, que el acusador
acuse» mas consolémonos, que el que es parte y
J u é z , nos perdona y absuelve , medíante nuestra
penitencia, y sus Ministros y Sacramentos. Esto di->
ce San Pablo asi ( O : ¿Si Dios es por nos, quién sr-
rá contra nos? EL qual á su propio H ijo no perdo··
n ó , mas por todos nosotros lo entregó, i Pues có-<
mo es posible T que dándonos a su Hijo t no nos haya
dado con él todas las cosas? ¿Quién acusará contra
los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién
habrá que condene? T o d o esto dice San Pablo. L a
qual bien considerado, debe esforzar á nuestro cora-»
zon á esperar lo que fa lta , pues tales prendas de lo
pasado tenemos > ni espanten nuestros pecados, pues
el Eternp Padre castigó por ellos á su Unigénito
H ijo , para que asi viniese el perdón sobre quiea
щегеаа el ca stig o , si el tal hombre se dispusie­
re á lo recibir. Y pues él nos perdona, ¿ qué le
aprovecha al demonio que dé voces, pidiendo jus­
ticia ? Y a una vez fue hecha justicia en la Cruz de
todos los pecados del m undo, la qual cayó sobre
el inocente Cordero de Jesu-Christo nuestro Señor,

, (i) Rom, 8.
Тот. 1. В
1 1 4 DEL MAL LENGVAGE

para que todo culpado que quisiere llegarse á el,


y gozar de su redención por la penitencia,: sea per­
donado. ¿Pues que' justicia sería castigar otra vez
los pecados del penitente.con infierno, pues ya una
vez fueron suficientemente castigados en Jesu-Chris-
10 ? Y digo castigar con infierno, porque habló del
penitente bautizado, que por via del Sacramento de
la Penitencia recibe perdón, y la gracia perdida, c o -í

murándosele ordinariamente la pena del infierno,


que es eterna, en pena tem poral, que en esta vi-¡
da satisfaga con buenas ob ras, ó en el Purgatorio
padeciendo las penas de allá. Mas no piense nadie
que no quitarse toda la pena, sea por falta de la
redención del Señ or, cuya virtud está, y obra en
los Sacramentos: porque copiosa e s , como dice D a­
vid ( i ) , mas es por falta del penitente, que no lie-*
yó disposición para m a s : y tal dolor y vergüenza
puede llevar , que de los pies del Confesor se le­
vante perdonado de toda cu lp a, y de toda pena,
como si recibiera el Santo Bautismo, que todo es­
to quita á quien la recibe aun con mediana disposi­
ción,, Sepan todos, que el O leo que nos dio nuestro
grande Elíseo Jesu-Christo nuestro Señor, quan-·
do nos dio su Pasión , que obra en sus Sacramen­
tos
( i ) PsaJm. ia j) .
DEt DEM O N IO. U S
tos riquísim os, es para poder pagar con él todas
nuestras deudas, y. vivir en vida de gracia , y des-
pues de glorias mas es menester que nosotros, co-.
mo la otra viu d a, llevemos pasos de buenas dispo­
siciones , conforme á los quales recibirá cada uno
el efecto de su Sagrada P asión , que en sí misma
bastantísima e s , y aun sobrada.

CAPITULO XIX .

DE LO M U CH O QU E NOS D IO EL ETERN O
Padre en darnos áfesu~Christo nuestro Señar , y guarir'
to lo debíamos agradecer, y aprovecharnos de esta mer·*
cedy esforzándonos con sil apura no admitir la desespe­
ración con que el demonio suele combatirnos*

razón tiene Dios de quejarse, y sus Pre^


goneros, para reprehender á los hombres de que
tan olvidados estén de esta m erced, digna que por
ella se diesen gracias á Dios de noche y de día,
porque como dice San J u a n ; A si amó Dios al mun
d o , que dio d su Unigénito H ijo , para que todo bom*
bre, que-creyere e n j l y le amare ■
, no perezca , mat
tenga la vida eterna« Y en esta merced están encer*
Pe.
I I 6 del m al len g u ag e

íadas las otras como menores en la m a y o r, y e lec­


tos en causa. Claro e s , que quien dio el sacrificio
contra los pecados, perdón de pecados dio quanto
es de su parte: y á quien el Señor lo dio , también
le dio el Señorío. Y finalmente, quien dio su H i­
jo , y tal Hijo dado á nosotros, y nacido para no-
sotros, no nos negará cosa que necesaria nos sea:
y quien no la tu v iere, de sí mismo se q u eje, que
de Dios no tiene razón : que para dar á entender
esto , dixo San P ab lo : Quien el Hijo nos dio , todas
las cosas nos dará con é l , mas d ix o : Todas las cosas
nos ba dado con é l , porgue de parte de Dios todo está,
dado , perdón y gracia i y el Cielo, O hombres ¿por
que perdeis tal bien , y sois ingratos á tal amador,
y á tal dádiva, y negligentes á aparejaros para re-
cibirla ? Cosa sería digna de reprehensión , que trn
hombre anduviese muerto de ham bre, y desnudo,
lleno de m ales, y habiéndole uno mandado en su
testamento gran copia de bienes , con que po-
dia pagar y salir de sus males, y vivir en descan­
so j se quedase sin gozar de e llo s, por no ir dos
é tres leguas de camino á entender en el tal tes­
tamento. L a redención hecha está, tan copiosa, que
aunque perdonar D ios las ofensas que contra él hacen
los hombres , sea dádiva sobre todo humano sentidoj
mas la paga de la Pasión y M uerte de nuestro Se-
DEL DEMONIO. 1 I 7

ñor excede á la deuda del hombre en valor, mu­


cho mas que lo mas alto del C ie lo , y mas pro­
fundo del suelo , como dice San Agustín ( x ) : A zo ­
tes debía el hombre culpado , y ser preso y escarne-
c id o , y muerto i ¿ pues no os parece que están bien
pagados con azotes y tormentos, y muerte de un
H om bre, no solo ju sto , mas que es Hombre, y
D ios ? Inefable merced e s , que adopte Dios por
hijos los hijos de los hombres y gusanillos de la
tierra. Mas para que no dudásemos de esta mer­
ced, pone San Juan otra m ayor, diciendo ( 2 ) : L a
palabra de Dios es hecha carne, como quien di­
c e : N o dexeís de creer, que los hombres nacen de
Dios*' por espiritual adopcion, mas tomad en pren­
das de esta maravilla otra m ayor, que es el H i­
jo de Dios ser hecho H om bre, e Hijo de una M u -
ger,' También es cosa m aravillosa, que un hombre­
cillo terrenal este en el C ie lo , gozando de Dios,
y acompañado de A ngeles, -con honra inefable'; mas
mucho mas fue estar Dios puesto en tormentos y
menosprecios de C ru z, y morir entre dos ladrones,
con lo qual quedó la Justicia D ivina tan satisfe­
ch a, asi por lo mucho que el Señor padeció, co­
mo prinei-paliijente por ser Dios el que padeció, que
nos
f i) ¿lugust'. (a) Joánn. 1.
I I 8 DEL MAL LENGCAGE

nos dá perdón de lo pasado, y nos echa bendi­


ciones, con que nuestra esterilidad haga fruto de
buena vida 7 y digna del C ielo , figurada en el hi­
jo que fue dado á Sara ( i ) > vieja y estéril; por­
que el becerro cocido en la casa de Abrahan f que
es Jesu-Christo Crucificado en el Pueblo que de
Abrahan ve n ia , fue á Dios tan gustoso, que de a y -
rado se tornó m anso, y la maldición conmutó en
bendición, pues recibió cosa que mas le agradó»
que todos los pecados del mundo le pueden desagra­
dar; ¡ pues por que desesperas, hom bre, teniendo
por rem edio, y por paga á D ios humanado, cu yo
merecimiento es infinito? Y m uriendo, mato núes*
iros pecados , mucho mejor qüe muriendo Sansón
murieron los Filisteos (2 ): y aunque tantos hubie-»
sedes hecho tú como el mismo dem onio, que trae
á .desesperación, debes esforzarte en C h risto , C or­
dero de D ios, que quita los pecados del mundo,
del qual. estaba profetizado , que habia de arrojar
todos nuestros pecados en el profundo del mar, y
que habia de ser ungido el Santo de los Santos, y
tener fin el pecado, y haber sempiterna justicia.
Pues si los pecados están ahogados, quitados y muer­
tos, ¿que es la causa, por que enemigos tan flacos
y vencidos te vencen , y te hacen desesperar.
(i) Genes. j(f, (?) Juditbt 16, CAJ
DEC DEMONIO. 119

CAPITULO XX.

DE ALGUN AS COSAS QU E SU E L E TRAER


el demonio contra el remedio ya dicho , para desmayarnos,
y como no por eso debemos perder-el animo, antes animar­
nos mas 3 mirando la infinita, misericordia
del Señor.

IV J a s y a o y g o , hom bre, lo que tu flaqueza res*


ponde á lo d ic h o , que ¿que te aprovecha á ti que
Christo haya muerto por tus pecados, si el per-
don no se aplica á tí ? Y que con haber muerto
Christo por todos los hombres están muchos en el
Infierno, no por falta Ü e-su R edención , que es
copiosa,-mas por ira aparejarse los hombres á la
recibir : y por ‘esta parte es tu desesperación. A lo
qual d ig o , que aunqtie dices verdad , no te apro­
vechas bien de ella. San Bernardo dice (.1), que1
para tener uno testimonio de^buéna Conciencia , que
le de alegría de buena esperanza , no basta creer
en gen eral, que por la muerte de Christo se per-
'· ‘ -· ¿-do«.
{t.) B'crnard. ■
,1 2 0 DEL. MAL LENGUAGH

donan los pecados, mas es menester confirmar, y


tener congeturas que se aplica el perdón al tal hom­
bre en particular , mediante las disposiciones que
[a Iglesia enseña, pues que con creer lo prime­
ro puede desesperar , mas no con tener lo segun­
do , porque esperando no puede desesperar. M as
debes m irar, que es mucha razón , que viendo tú
las entrañas del Celestial Padre abiertas para dar
á su H ijo , como lo d io , y viendo tal costa he­
cha, y el Cordero D ivino y a muerto para que tu
comas de él , y no m ueras, debes desechar de tí
toda pusilanimidad y pereza, y procurar de apro­
vecharte de la redención, confiado que .-te ayuda­
rá Dios para ello. Y pues que para ser ;tú perdo­
nado , no es menester que Christo trabaje de nue­
v o , ni muera por t í, ni padezca poco, ni mucho;
¿por qué piensas que i¡ha de.,querer , que pues es­
tá hecha la costa de-su convite , falten convida­
dos para le comer? N o es asi cierto , ni es de su
voluntad que el pecador m uera, mas que se cotw
vierta , y viva; y porque asi se hiciese, él perdió
su vida en la Cruz. Y no pienses que lo que has
menester hacer para gozar de su redención, es algu­
na cosa imposible, 6 tan dificultosa, que deses^
peres de salir con e lla , según eres ñaco; un ge­
mido de co razo n , que á D ios dés con d olor, por
ha-
DEL DEMONIO. 12 1
haber ofendido á tal Padre, y con intención d¿ la
enmienda , manifiesta tus pecados á un Sacerdote
que te pueda absolver, y oirán aun tus orejas de
carne para 'mayor consolación tuya la sentencia de
tu proceso, por la qual te digan : To te absuelvo de
todos tus pecados en el nombre del Padre , y del H ijo^ & c.
Y si aun te parece que tu dolor no es tan cabal
como habla de ser.,‘y por esto desmayas, no te
;fatigues> porque es tanta la gana que el Señor tie­
ne de tu salvación, que suple el nuestras faltas con
el privilegio que dio á su Sacramento, para hacer del
atrito contrito. Y si te parece que aun para hacer
esto poco no eres , dígote , que no presumas de
lo hacer tú á solas, mas llama al Celestial Padre,
y pídele , que por Jesu-Christo su Hijo te ayude
á dolerre de la vida pasada, y á proponer la en­
mienda de lo por venir y á blen confesarte: y fi"
nal mente para todo lo que has menester. Y él es tal
que no hay por que esperar de sus manos sino toda
blandura y socorro, pues el mismo que dá el per-
don inspira la disposición para ello. Y si con todo
esto no sientes consuelo, aunque oíste la sentencia
de tu absolución, no te desmayes ni dexes lo c o ­
menzado , que si en una confesion no sentiste con­
suelo, en otra ó en otras lo sentirás, y se cumplirá
en tí lo que dixo David Penitente : A mi oído darás
Tom. I. Q
1 2 2 DEL MAL LENGTJAGE

g o zo 'y alegría, y gozarsehan mis huesos humillados ( i ) .


Cierto asi p asa, que Jas palabras de la absolu­
ción Sacramental, y á que no den á un hombre
tanta certidumbre del perdón, que tenga de ello fe
ni evidencia, mas dánle tal reposo y consuelo con que
se pueden alegrar las fuerzas de su ánim a, que por el
pecado estaban humilladas y quebrantadas j no cese
el hombre de buscar el perdón, que si en la deman­
da porfía, el Padre de las misericordias saldrá al
encuentro á su hijo p ródigo, y se lo dará , y le
vestirá con celestial ropa de gracia , y se holgará
de ver ganado á su hijo por la penitencia, que es­
taba perdido por el pecado, Y no sea á nadie increí­
ble de que Dios usa con los pecadores leyes de
tanta blandura y dulzura, sacadas de su bondad
y verdaderísimo amor, pues que usó con su Hijo
leyes de tanto r ig o r , que queriéndolo tanto como
á sí mismo , y siendo quien es, y pagando por pe­
cados ágenos, no le hizo suelta de un solo peca­
do de que su justicia,quedase: por satisfacer* Y por
esto, como un león aunque bravo, si ésta bien har­
to y contento, no hace daño á los animales, que
si hambriei to estuviera se los tragará : asi la D ivina
Justicia, con el satisfecho que tiene en Jesu-Chris-
·' tOj

( i) Psalfn, ¡jo. J ' ■1


DEL DEM O N IO . I 2 3
r o , Cordero D iv in o , no hace mal á los que ve
llegarse á él para incorporarse en su cuerpo, ni
impide á la misericordia , para que haga en ellos
según su costumbre; y de aqui vien e, que en lu­
gar de ayrado Juez nos sea Dios piadoso Padre.

() Q J 0 O O T 6 0 A 6 A O fr ♦ O ■ 6

CAPITULO XXI.

E N QUE SE PROSIGUE LA GRANDEZA


de la misericordia de Dios que usa con los que le piden
perdón de corazoti. Es una consideración bastante
para vencer toda desesperación.

elígrosa ponzoña bebe quien hace pecado: feísí·*


raa y terrible faz tiene para espantar á quien- de
verdad lo conoce, y m uy - bastante para desmayar
á qualquier hombre por fuerte que sea, si se para
á considerar con vivo sentido Lo que ha hecho y
contrá quien lo ha hecho , y las promesas' del bien
que ha perdido, y amenazas del mal que están so­
bre su cabeza. Mirando las quales cosas D avid , aun­
que hombre esforzado, dice: M i coraron se me ba
desmayado. Mas este mal tan grande no lo dexa Dios
sin remedió, según liemos dicho. Y porque: torríe
Qi es-
'I24 DEL MAL LENGU-AGB

este remedio la persona que lo hubiere menester,


manifestare algo de la grandeza de la misericordia
de D ios, de que usa con los pecadores que le pi­
den perdón. El demonio hará de las su ya s, y asom­
bráronla , según hemos dicho, con la muchedum­
bre y grandeza de vuestros pecados > no le respon­
dáis vos , mas volveos á Dios y decidle : Por tu nom­
bre , Stnor , me perdonarás mi maldad porque mucha es.
Y si Dios dá i sentir el misterio de aquestas pala­
bras, cierto estariades bien lejos de desesperar, por
mucho que hayáis pecado. Vistes nunca, ú oistes
tribunal de Ju ez, donde siendo uno el acusado de
muchos y grandes pecados, con intención de que
sea condenado y castigado según él merece, el mis­
mo confiese sus culpas, y concede su acusación, y
.toma por medio para que le absuelvan la confesion
de aquello que. el acusador mucho exageraba , y en
que estrivaba para lo condenar ? Dice el culpado al
Juez : Señor , yo concedo y confieso que he pecado muchof
mas vos <№e perdonareis por la. honra de vuestro nombre ,
y .sale , con ello por parte de Dios y por parte de
sú El Señor Dios tiene justicia y misericordia, y
quahdo mixa nuestras culpas con su justicia, pro-
vó.canle á ;ira: y mientras mas pecados tenemos á
íTi.qjor castigóle provocamos. Masquando mira nues­
tros pecados^con misericordia, no le mueven á ira
DEL DEMONIO. I 2 J,

sino á compasíon , porque no los mira cómo á ;ofen-


sa suya sino como á mal nuestro j y como ningún
mal nos puede venir que tanto daño nos haga como
el pecar, ninguno es materia de misericordia tan
i lo propio como la cu lp a , mirándola según he
dicho. Y quanto mas hemos pecado,- tanto mas nos
hemos hecho mas m al, y tanto mas se provoca á
misericordia el ccrazon que la tiene y. quiere usar
de ell?., como lo es el corazón del Señor Miseri­
cordioso y Hacedor de misericordias. A gora sabed,
que en una de dos maneras se han los hombres que
mucho han pecado. Unos desesperados de remedio:
como C a in , vuelven las espaldas á D io s , y entre­
ga nse (como dice San Pablo ( O á toda suciedad y
pecado, y enduréceseles cada día mas su corazon
para todo bien, hasta que quando vienen al pro­
fundo de los pecados no se les dá nada de ellos,
gloriándose en su malicia , y tanto mas dignos de
ser llorados, quanto ellos menos se lloran. L o que
á estos acaecerá es lo que la Escritura dice (2 ): E l
corazonduro mal l e I r á en sus postrimerías. ¡Y ay de
aquel que este mal ha de probar, que m uy mejor
le fuera no haber nacido! Otros hay , que habien­
do hecho muchos pecados, tornan sobre sí con el
SO­

CO Epies. 4. ( 2) Ecde, 3.
1- 2. 6 . DHL MAL LENGUAGE

socorro de D ios, y hiriendo su corazon con dolor,


y Herios de con fusión y vergüenza, humillanse de­
lante de la misericordia de D io s , tanto con mayor
humildad y gemido , quanto han sido sus pecados
mas y: mayores. Y como Dios tenga sus ojos pues-",
tos en el corazon contrito y hum illado, y de’ su
gracia á los tales hum ildes, dá mayor gracia á los
mas humildes; y la ocasion de ello fue' haber pe-,
eado muchos pecados , los quales ellos confiesan y
gimen ; mas no desesperan, y alegan delante la m i­
sericordia de D ios, que pues su miseria y daño es
muy grande , sea con ellos la misericordia de él co­
piosa y muy grande i y asi decía David : Habe , Se -
ñor , misericordia de m i, según tu gran misericordia. Y
como Dios (según hemos d ich o) mira con ojos de.
misericordia al pecador contrito y hum illado, dá
aqui mayor perdón y mayor gracia que donde no
hay tantos pecados nl· tanta humildad. Cumplién­
dose lo que dixo San -Pablo ( i ) , que donde el pe­
cado abundo, la gracia sobrepujó : y resulta la ma­
yor caída del hombre en mayor alabanza de Dios,
pues le dá mayor perdón y mas gracia, j Quién
pues habrá que esto entienda , que se desespere por
tener muchas deudas, pues qué ve que la libertad
y
(i) Rom, 5.
; ' D El/' D£ MGN íO . ^\J ¡ 1 Í2 J

y merced del Señor-es- mariifes’tada\.y vhias glorifi­


cada en dar mayor suelta , y· que toma Dios por
honra de su nombre el perdonar, y perdonar; mu­
cho ? Antes conociendo que i es .fosa justa que el
Señor y su nombre sean glonfiicsdos;,· "diremos, no
con desesperación mas muy confiados : Por tu nom­
bre 5 Señor , me perdonarás mi pecado , porque es mucho.
Y la gloria que de aqui Dios saca , no nace de .nues­
tro pecado , pues- que de sí mismo es desprecio y
desacato' de D io s ; mas procede de la omnipotente
bondad d ivin al, que saca bien de los males, y hace
que le sirvan 7sus - enemigos , eori dar materia, para
que su&‘ amigbs '>le alaben;: A co rd a o s,'q u e estando
el Pueblo de Dios ¿**qiiando d e 1 Egypto salid,1' eri
m uy grande aprieto, y que esperaban la muerte dé
mano de los 'enemigos cjtie rtras-ellos venían , dí-
xoleS 'MóyseS: $ N o tem áis, porque- estos Gitanos-
perecer an , y Wufád f»ai lo s ' wereísS Y ' 'coWiü Ja *mai?
ahogase á los* Gitanos ;y los echase á la orillé , pa-
raronselós á miraír-los hijos de: Israel í y aunque’
los vieron, vieronlos muertos, y tan sin tcmc-r de'
mirarlos , éomo· sí nunca-mas los miraran? y toma-
ron ocasion de dar gloria á quien los m ató, y di-¿
xeron : Gant&mos al Ssñor^ porque gloriosamente ha sido
■'' · en- ■
( i) Exod. 14.
128 DEL MAL LENGPAGE

engrandecido , que al caballo y al caballero ahogadolosha


en el mar. Todo lo qual es figura de aquel aprieto
en que nuestros pecados nos ponen , representándo­
nos. como ..enemigos muy fuertes que nos quieren
m atar y tragar > mas la divina palabra, llena de
toda buena esperanza , nos esfuerza , diciendo, que
no desesperemos, ni tornemos atras á los vicios de
E gypto, mas que siguiendo el proposito bueno con
que comenzamos el camino de Dios , estemos en
pie confortados con su socorro, para que veamos
-sus! maravillas, las quales son, que en la mar de
pu-misericordia., y en .la sangre bermeja· de Jesu-
Christo su'H ijo y , son ahogados rxuestros pecados y
fambien el demonio que caballero en ellos venia ,
para que ni el ni ellos:, nos puedan dañar ; antes
acordándonos .de ellos., aunque nos duelan como es
íazon , nos den ocasion que: demos; gradas y. glo­
ría al Señor, Dios nuestro j por habernos sido pia­
doso Padre en nos perdonar, y sapientísimo en sa­
car bienes de nuestros males 7 matandp de .verdad eí
pecado que nos mataba, y lo que queda vivo de
el.,, que es la memoria de lo haber com etido, hace
que sirva, para que sus escogidos sean mas apro­
vechados que antes, y ensalzadores de la honra
de ■
■Dios.

CA-
iDEt DEM O N í Ó , 1 29

C A PIT U LO X X II.

DONDE SE P R O S IGUE EL TRATAR


di la misericordia que el Señor usa con nosotros ¿
venciendo su Magestad nuestros enemigos y
por admirable manera.

í ! s t a admirable hazaña de D ios, qué saca triaca


de la ponzoña contra la misma ponzoña, sacando
del pecado la destruycion del mismo pecado, nac¿
y tiene semejanza de otra hazaña que el Altísim o
h izo, no menor sino mayor que esta y que todas^
la qual fue la obra de su Encarnación y Pasión,
en la qual no quiso Dios pelear con sus enemi-<
gos con armas de la grandeza de su magestad, mas
tomando las armas de nuestra baxe?;a, vistiéndose
de carne humana, que aunque limpia de todo pe­
c a d o , fue semejable á carne de pecado , pues fue
sujeta á penas y m uerte, lo qual el pecadp metió
en el mundo > y con estas penas y muerte, que
sin deberlas tomó, venció y destruyó nuestros pe-<
cados; destruidos los quales, se destruyen penas y
muerte que entraron por ellos, como si uno pegase
Tom. I R, fue,
t'3 0 del m a l lenguage

fuego á un tronco de un á rb o l, con los mismos


ramos de el á rb o l, y asi quemase el tronco y los
ramos. ¡Quán engrandecida, Señor, es tu gloria, y
con quánta razón te debemos cantar y alabar me­
jor que al otro D avid, que salió al campo contra
G o lia th , que ponía en aprieto al Pueblo de Dios,
sin haber quien lo pudiese vencer, ni aun osase en­
trar en campo con el! Mas tú , S eñ o r, R e y nues­
tro y honra nuestra, disimulando las armas de tu
omnipotencia y vida d ivin a , que en quanto Dios
tien es, peleaste con e l , tomando en tus manos el
báculo de tu C ru z, y en tu Santísimo Cuerpo cinco
piedras, que son cinco llagas, lo venciste y lo
mataste. Y aunque fueron cinco las piedras, con
sola una bastaba para la victoria, porque aunque
menos pasaras de lo que pasaste , había merecimien­
tos en tí para nos redimir. Mas tú , Señor * qui­
siste que tu Redención fuese, copiosa y que sobrase,
para que asi fuesen confortados los flacos y encen­
didos los tibios , con ver el excesivo amor con que
padeciste y mataste nuestros pecados, figurados en
el G o liath , al qual mató D avid, no con espada
propia que el llevase, mas con la misma que el
Gigante tenia, por lo qual la victoria fue' mas glo­
riosa , y el enemigo mas1deshonrado. Mucha honra
ganara el Señor, sí con sus propias amias de vida
y
»EL DEMONIO. I J I

y omnipotencia divina peleara con nuestros peca­


dos y m uerte, y los deshiciera, mas mucha mas
ganó en vencerlos sin sacar él su espada , antes to­
mando la misma espada y afecto del pecado, que
son penas y muerte, condenó al pecado en la carne,
ofreciéndole él su carne para que fuese penada y
tratada como si fuera carne de pecador, siendo car­
ne de Justo y de Dios , para que por esta via ( como
dice San Pablo) la justificación de la ley se cum­
pliese en nosotros , que no andamos según la car­
ne, mas según el espíritu. Y pues la justificación
de la ley se cumple en nosotros, por andar según
el espíritu, claro es, que estas tales obras con qud
se cumple la ley son quales ellas las p id e , y con
las quales ella se satisface ; y asi parece haber fa l­
samente hablado quien d ix o , que todas las obras
que hacía un justo , eran pecado. Christo vencí»
perfectamente al pecado , mereciéndonos perdón
para^ los hechos y fuerza para no los h a ce r: y
asi libró nuestra ánima de la ley del pecado,
pues no le tenemos ya por señor , y librónos
del daño de las penas5 pues que dándonos gracia
para sufrirlas, satisfacemos con ellas la pena que
en Purgatorio debemos, y ganamos en el Cielo co­
ronas : y también nos libró de la ley de la muerte;
porque aunque hayamos de pasar por ella, no he-
R2 mos
j 5 % Del mal l^nguage

mos de permanecer en e lla , mas como quien se.echa


¡i dormir., y despues recuerda , nos ha el Señor de
resucitar para vivir una vida que nunca mas mue­
ra, y tan bienaventurada, que reformará el cuerpo
de nuestra baxeza, y. lo hará conforme al cuerpo
'de su claridad, y entonces alegres y asegurados
del todo, despreciando nuestros enemigos, y triun­
fando, diremos : l Muerte^ qué es de tu victoriai \Muer~·
t e , qué es de tu aguijón ? El qual es el pecado en quien
Ja muerte tiene su fuerza para herir, como, la abeja
9P su aguijón, pues por el pecado entró la muer-'
te en el mundo. El un enemigo y el otro que so­
lían enseñorearse y ,h e rir á las gentes, ahogados
quedan en la Sangre bendita de Jesu-Chrisro, y
muertos con su muerte preciosa. Y en lugar de
ellos sucede sempiterna justicia, con que el ánima
aqui es justificada, y despues sucede vista de Dios
íaz á faz en el C ie lo , y vida bienaventurada en
Cuerpo y ánima para siempre. ¿ Que diremos á estas
cosas, doncella? sino lo que nos enseña San Pablo
diciendo : Gradas á Dios que nos dló victoria por Jesu~
Cbrhto , al qual adorad,. y con corazon amoroso y agra­
decido decidle : >1 Toda la tierra te adore , y te can-te y
D diga cantar á tu nombre “ : y decidlo muchas veces al
d ía , y en especial quando en el Altar es alzado su Sor
tratuimo Cuerpo por manos del. S qcerdote* ■- -L*¡¿
CA-
DEL DEMONIO. *33

C A PIT U LO XXIII.

D E L G R A N D E M A L QUE H A C E E N E L A N IM A
la desesperación ¡ y como conviene vencer este enemigo
con espiritual alegría , y diligencia y fervor
en el servicio de Dios.

E s la desesperación y caimiento del corazon tiro


tan peligroso de nuestro enemigo , que quando y o
me acuerdo de los muchos daños que por ella han
venido á conciencias de muchos, deseo hablar algo
mas en el remedio de aqueste m a l, si por ventu­
ra resultare algún provecho. Acaece a s i, que hay
personas que andan cargadas con muchedumbre de
grandes pecados , y ni saben que es desesperación,
ni aun un poco de tem or, ni les pasa por pen­
samiento j sino andan asegurados con una falsa es­
peranza y presunción loca , ofendiendo á Dios y no
temiendo castigo, Y si la misericordia de Dios luce1
en sus ánimas, y comienzan á ver la gr^veza de'
sus males, siendo razón , que pues piden á Dios’
•j
misericordia con deseo de enmienda, y reciben el
beneficio y cónsuelo de los Sacramentos, con esto
es-
r 34 DEL MAL le\tgüage
estuviesen esforzados para contra lo pasados y para
lo que en el camino de Dios se les pudiese ofre­
cer, tienen extremo de demasiado tem or, como an­
tes lo tenían de falsa seguridad ; no entendiendo que
los que á Dios ofenden y no se arrepienten, tie­
nen por que temer y temblar, aunque todo el mun­
do les favorezca, pues tienen provocada contra sí la
ira del Omnipotente , al qual no hay quien re­
sista , y que los que se humillan á Dios y reciben
sus Santos Sacramentos, y quieren hacer su volun­
tad, deben tener (como dicen) un ánima de le ó n ,
pues les está mandado, que con estas prendas con­
fien que Dios es con ellos, al qual como lo tie­
nen por enemigo de malos, y por haberlo ellos sido,
por eso temen , es mucha razón que lo tengan por
amigo de buenos, y que por aquella buena volun­
tad que les ha d ad o , pueden confiar que lo es de
e llo s , y lo será acrecentando el bien que él mis­
mo plantó, y perfeccionando lo que comenzó. Cier­
to es asi, que en diciendo un hombre de verdad
lo que decía David : « A lcé mis manos para
« obrar tus mandamientos , que y o amé, pone Dios
n su s ojos y coraron donde el hombre pone sus ma-
« n o s, para favorecer al tal hom bre." Y que como
quien es bueno por infinita bondad, acoge debaxo
su amparo y de su vando al que quiere pe­
lear
BE L DEMONIO. 1 3 J

lear por su honra, haciendo guerra á sí mismo por


dar contentamiento á Dios. Y aunque es verdad que
quando el hombre comienza á servir á Dios con
llamamiento particular suyo , que le incite á (des­
preciadas todas las cosas) buscar la margarita del
Evangelio con perfección de vida espiritual, se le­
vantan contra el tal hombre tales asechanzas y guer­
ras de los demonios por sí y por medio de los malos
hombres, y le ponen en tal aprieto, que al primer
paso que se levanta de tierra , y pone el pie en la
primera de las quince gradas para subir á la per­
fección, es constreñido á decir. Como fuese atribu­
lado llamé al Señor y oyóme : Señor libra mi anima de
los labios malos y lengua engañosa. Labios malos son
los que abiertamente impiden el b ie n ; y lengua en­
gañosa , la que sopiadamente quiere engañar. Y al­
gunas veces se ofrecen , ó lo parece , tan grandes
impedimentos para salir con lo comenzado, que son
semejables á aquellos grandes gigantes que decían
los hijos de Israel ( i ) : Comparados nosotros a ;ellos>
somos como unas pequeñas langostas. Y parecen los
muros de la ciudad que hemos de com batir, llegar
can su alteza á los C ielos: y que la tierra que
allí hay traga á sus moradores 5 mas con tod© 'esto
de-
( 0 * Nim er. 13.
I 3 6 DEL MAL LEKGUAGE

debéis mirar, y miremos todos con ojos abiertos, quan-


to desagració á Dios el desmayo y desesperación
que los hijos de Israel tuvieron con estas cosas ya
dichas, pues que los pecados que en el desierto
habían hecho , aunque eran muchos y grandes: y uno
de ellos fue' adorar por Dios al Becerro, que pa­
rece no poder mas crecer la m aldad; todo esto les
sufrió Dios , y Íes dió su favor para proseguir la
empresa comenzada, y no Ies sufrió la desconfianza
y desesperación de su misericordia, y poder que tu­
vieron , y les juró en su e n o jo , como dice D a­
vid ( O : que no entrarían en su holganza : y como
lo juró lo cumplió. ¿ N a os parece que tenemos
razón para maldecir este vicio contrario á la honra
de la bondad d ivin al, la qual es mayor que nuestra
maldad, quanto Dios es mayor que el,hombre C2)?
Y tened por cie rto , que como el camino de la per-"
fe a a virtud sea una muy reñida batalla, y con ¿ne·"
migos muy fuertes, dentro de nos y fuera de nos,
no . puede llevar consigo quien comienza esta guer­
ra, cosa mas perjudicial que la pusilanimidad del co*
razón, pues quien esta tiene de las sombras suele
huir. Con mucha causa mandaba Dios en tiempos
pasados, que quando su pueblo estuviese en la guer­
ra,
(1) Psalm. 9 4 . (a) Psqhn, 9.
del d em o n io . i 37
ira, antes que comenzasen á pelear, sus Sacerdotes
esforzasen al P u eb lo , no con esfuerzos humanos
de muchedumbre de gentes y de armas , mas con
la sombra del Señor de los E xtxcitos, en cüya mano
está la v icto ria , el qual suele vencer los altos g i­
gantes con las pequeñas langostas , para gloria de
su santo nombre. Y conforme á esto , que Dios
mandaba, dice aquel valeroso San Pablo á los que
quieren entrar en la guerra espiritual ( i ) : Confor­
taos en el Señor y en el poder de su forta leza , para que
asi confortados peleen las peleas de Dios con alegría
y esfuerzo. Com o de Judas Machabeo se lee , que
peleaba con alegría , y asi vencía. Y San Antón,
hombre experimentado en las espirituales -guerras,
solía decir : Que la alegría ' espiritual es admirable y
poderoso remedio para vencer á nuestro enemigo. Que
cierto es, que el deleyte que se toma en la obra,
acrecienta fuerzas para la hacer. Y por esto Ssn
Pablo nos amonesta ( 2 ) : Gozaos siempre en el Se-
%or. Y de San Francisco se le e , que reprehendía
á los Frayles que vela andar tristes y m ustios, y
les decía : No debe el que á Dios sirve estar de esa
manera , sino e s , por haber cometido algún pecado , si
tu lo has hecho , confiésate , y torna a tu alegría. Y de
San-»
(1 ) Ephei. 4. (a) Philip. 48.
Tom, h S
I j S DEL MAL LENGUAGE

Santo Domingo se lee parecer en su 'faz un alegre


serenidad, que daba testimonio de su alegría inte­
rior , la qual suele nacer del amor del Señor y
de la viva esperanza de su misericordia , con la qual
pueden llevar acuestas su C ruz , no solo con pacien­
cia, mas con alegría, como lo hicieron aquellos
■que les robaron los bienes y quedaron alegres, y
la causa fu e , porque aposentáron en su corazon,
que tenían mejor hacienda en el C ielo. Experimen­
tando lo que dixo San Pablo ( i ) : .Gozosos en la es·
p er a n za , y sufridos en la tribulación i porque sin lo
prim ero, mal se puede haber en lo segundo. Mas
quando este vigor y alegría fa lta , es cosa dig­
na, de compasion ver lo que pasan personas que ’
andan ' en el camino de D io s , llenos de tristeza
desaprovechada , anhelados los corazones, sin gus­
to en las cosas de D io s , desabridos consigo y con
sus próximos, y con tan poca confianza de la mise­
ricordia de D ios, que por poco no tendrían ninguna^
Y muchos hay de estos 7 que no cometen pecados
q io rta k s, ó muy raramente; mas d icen , que por
no servir á Dios como-deben . y Como desean , y
por los pecados veniales que hacen, están-de, aquella
ífcantra* Cottno en la verdad sean tales las cosas que
se
■:· , _ IV ; i j )
DEL D E M O N IO , J 3p

se siguen de aquella pena demasiada, que les da­


ña mucho mas lo que de la culpa sucede, que la
misma culpa que cometieron. Y lo que pudieran
atajar, si prudencia y esfuerzo tuvieran, lo hacen
crecer, y de un mal caen en otro. Deben estos
procurar y trabajar de servir á D ios con toda d i­
ligencia, mas si se vieren caídos, llo re n , mas no
desconfien : y conociendo sec mas flacos de lo que
pensaban, humíllense m as, y pidan mas gracia , y
vivan con mayor cau tela, tomando avisos de una
vez para otra. Y hacen muchos al reve's de esto,
que son descuidados y perezosos en servir á Dios,
y en cayendo en la culpa no se saben v a le r, sino
dan consigo en el pozo de la desconfianza , y de
mayor negligencia j como en la verdad la princi­
pal causa para evitar la desesperación sea evitar
la tibieza y descuido en el servicio de D io s , por­
que habiendo estas raíces , quiera el hombre , ó
110 , no puede tener aquel vigor de corazon y
esfuerzo , que de la buena y diligente vida se
siguen. Y si estos considerasen que pasan mayor
trabajo con estos sentimientos tristes y desespe­
rados , que de la tristeza se siguen, que pasarían
en cortar de raiz las malas afecciones y peligro­
sas ocasiones que les impiden de servir á Dios con
fervor : y ya que fuesen amigos de huir trabajos*
S 2 ha-
I 40 DEL MAL LENGUAGB

habún de elegir los que tienen anexos á la per­


fecta virtu d , por huir Jos que se siguen á la fal­
ta de ella. San Pablo dice ( 1 ) : Fin del mandamiento
es la caridad que procede de puro corazon y conciencia
buena , y f e no fingida . Y llama conciencia buena,
como dice San Agustín ( 2 ) , á la esperanza , para,
darnos á entender , que si no hay buena conciencia,
teniendo fe y am or, y buenas obras, que de aquí
proceden , no habrá viva esperanza que nos dé ale­
gría : y si hay alguna falta en la buena cpociencia,
habrá la. también en el conforte y alegría . que se
causan- por la perfecta esperanza, porque aunque
no'm uera, pues el tal hombre está en, gracia, mas
en fin obrará flacamente. A si que los que dicen:
Cree que. Dios te perdona y te a,ma, y serás per­
donado, y amado , y otras serrrejantes palabras á
estas, muy gravemente se engañan , y dan testi­
monio que hablan de im aginación, y no de expe­
riencia , ni según la fe. Y aquellos’ tales esfuer­
zo s, £omo’ no son de D ios, no pueden tener en
pie al hombre quando se ofrece tribulación que·
sea de verdad. El esfuerzo del corazon, y el gozo
de la buena conciencia, frutos de la buena, vida
son 5 e l; qual hallan dentro de sí los que bien v i-
ven,
. ' ( i) Tim, 4. (2) S . j 4gust.
DEL DEMONIO. ¡I 4 I

ven , aunque no ■
miren en ello : y quánto mas crece
lo uno, mas crece lo otro. Y de causa contraria
se sigue el efecto contrario* según está escrito ( i) :
E l corazoñ malo dá. tr iste za , y de esta na.es la des­
confianza , y otros, males contra· ella. . . ,

: . C A P IT U L O · X X IV .

DE DOS REM EDIOS PiAR A COBRAR-


esperanza- en .-el ^cam inodel Señor > y conviene
no -acobardarnos -%,,aunque el ¡ remedio ..de la>.teñí ación:
se dilate j y soma ¿hay corazónes que, no<se saben buxiiiUar^
sino- con golpes de tribulaciones > y por eso .
; ley conviene ser asi curadas*

L o que dé. todo esto habéis de sacar c&-y que .pues


tanto os conviene andar confortada con la buena:
esperanza 7 y alegre en el servicio de Dios } procu­
réis para ello >dos cosas. L a prim era, la considera­
ción de la bondad y amor divinal ,, que en darnos
á Jesu-Christo por nuestro se nos manifiesta. Y
la segunda, que echando de vos toda pereza y
ti-
(ij Eccles . 3. -
I 42 DEL MAL LENGTJAGE

tib ie za , sirváis con diligencia á nuestro Señor í" y '


quando en alguna culpa caye'redes, que no os des­
mayéis con desconfianza, mas que procuréis el re­
m edio, y espereis el perdón. Y si muchas veces
caye'redes, muchas procuréis os levantar, porque
ninguna razón sufre, que vos os canséis de reci­
bir el perdón, pues Dios no se cansa de os lo dar,
que quien mandó que perdonásemos á nuestros pró­
ximos ( r ) no solo siete veces al d ía , mas setenta
veces siete, que quiere d ecir, que perdonemos sin
ta sa , m uy mejor dará el Señor su perdón quan-
tas veces le fuere pedido , pues Su bondad es mayor,
y está puesta por exem plo, á Ja qual sigamos no­
sotros i y sí la entereza de vida', y remedio que
vos deseáis, no viene tan presto como vos querría-
d es, no por eso penseis que nunca os ha de venir,
y no seáis semejable á los que dixeron : Si en cinco
dias.no enviaré Dios remedio, darnos hemos á nues­
tros enemigos , porque con mucha razón reprehen­
dió á estos tales la Santa J u d ith , y les dixo (2):
i Quién seis vosotros , que tentáis al Señor ? N o es tal
palabra como, esta para procurarle á misericordia,
mas antes para despertar su ira , y encender su
furor. ¿Habéis vosotros señalado tiempo de la míse-
rl··
(1) M a t t % 18. (a) J u d i t h . 7.
; DEL; -DEMONIO. I I ¿j. 3
ricordia del Señor ? ¿ Y habéis señaládole día con­
fórme ¿ vuestra voluntad? Aprended pues á espe­
rar al Señor hasta que venga con su misericordia,
y no os ¡ cansei<5 de padecer r pues os va en ello la
vida (1). Y si los aprietos grandes os enflaquecen
la esperanza, ellos .mismos , os la deben esforzar,
porque suelen ser vísperas del remedio·,, pues la
hora del Señor para librar e s, quando la tribula­
ción ha mucho tiempo durado , y en el presente
aprieta m as, como parece en sus D is c íp u lo s á los
quales dexó padecer tres partes de la n och e, y á
la postrera los consoló. Y á su Pueblo libró del
cautiverio de Egypto (2 ) ¡quando, estaba mas cre~
cida la: tribulación que padecía: y asi hará a vos
quando jno periseis. 'Y si os parece que. quisie'rades
tener una vida m uy sa n ia .y perfecta, y que roda
ella diera. gloriái.aL Señor }J sabed 'que hay personas
ta n . soberbias ¡y yertas , que no se sábeni. humillar
sino á co!sta de= tentaciones y dé desconsuelos, y
aun de caídas. Y .so n tan fioxas, que no andanel
■camino de Dios con diligencia , ;s in o . á poder de
muchas espoladas. Y tienen un corazon tan duro,
qué han menester para quebrantarlo tener muchos
males. Y no saben tener discreción, ni cautela, sino
des-
( i ) ^ L u c . igt · >(a) E x o c l , i o .
1 4 4 DEL ¡MA'L LENGUAGE


después de haber muchas veces errado ;-r,en fm , tie­
nen un corazon , que con pocos bienes se hincha
y hace v a n o , y han menester muchos males para
andar humillados para con Dios y los próximos.
Y la cura.de *estos males ya vos veis que no puede
ser sino con cauterios de fuego de permitir Dios
desconsuelos e ignorancias, y aun pecados , para
que asi lastimados se humillen , y sean libres de
los males y a . dichos. D ice el. Profeta Micheas ( i ):
Vendrás basla·.Babylonia, y a llí serás librado, y te
redimirá Dios de la mano de' tus enemigos i porque
en la confusioti de estas caídas y vida , se suele
el hombre humillar; y; buscar- el remedio de Dios,
y hallar , ó que ( por^ Centura) á 'in o : haber. :caido',
lo perdiera por soberbia , ó no 1 6 « buscara con di^
iigencia y dolor;. Gracias t Señor , á tí para siem­
pre; que de males tan .perjudiciales, s u e le s s a c a r
bienes d e l..C ie lo , y que también ^res glorificado
en perdonar pecadores como lo eres' en;-hacer jun­
tes* y tenerlos en pie. Y salvas por vía de cora­
zon contrito y humillado al que no fue para ser­
virte con lealtad, Y haces que los pecados den oca-
síon. á que el hombre sea hum ilde, cauto y dili­
gente. Y que como tu dixiste ( 2 ) : A quien mas
.. s tid -

(t) ',M hb: 4. fa)


DEL DEMONIO. I4J
sueltan , mas amé. Y asi se cumple lo que clixo tu
A p o s to l, que misericordia en justicia hace parecer
mas ilustre tu ju sticia, pues parece mayor tu bondad
en perdonar y salvar á los que han pecado, y se
tornan á tí. Y en otra parte dixo ( i ) , que los que
aman á D io s , todas las cosas se les tornan en bien:
y aun los pecados que han h ech o, como dice San
Agustín ( 2 ) : lo qual no temeis por ocasion de
tib ieza, ni de pecar fácilmente, pues por ninguna
cosa se debe hacer > mas si tal desdichaos viniere,
que ofendáis á nuestro S eñ o r, no hagaís otro peor
m al, en desconfiar de su misericordia.

CAPITULO XXV.

COMO EL DEM ONIO PROCURA TRAER


á desesperación , poniendo tentaciones contra la Fe
y cosas de Dios i y de los remedios que habernos
de usar contra estas tentaciones

O t r a s veces süele el demonio hacer desmayar,


trayendo pensamientos contra la Fe, ó muy sucios

E
(1) Román. 8. (a) August,
Tom. T. T
I 4 6 del m al le n g ü a g e

y abominables contra las cosas de D io s , y hace


entender al que los tiene, que salen de e l, y que el
los quiere. Y con esto atribúlale de tal manera, que
le quita toda la alegría del ánima y le hace entender
que está desechado de Dios y condenado de é l , y
pénele gana de desesperar, diciéndole, que no puede
parar en otra parte sino en el infierno, pues ya tiene
blasfemias y cosas semejables á las de allá. N o es
tan necio el demonio que no se le entiende, que un
Christian o católico no ha de venir á consentir en
cosas tan aborrecibles á su christiano corazon, mas
su intento es desm ayarle, para que asi pierda la
confianza que en Dios te n ia : y trabajado con tales
importunidades venga á perder la paciencia, y así
trayga el corazon alborotado y desabrido , que es
cosa de que los demonios suelen sacar mucha ga­
nancia , por el aparejo que tienen de imprimir quaU
quier mal en el tal corazon. L o primero que entona
ces debemos hacer, si no está hecho, es mirar con cui­
dado y muy de reposo nuestra conciencia, y lim­
piarla con la confesion de todo lo malo que en
ella sintiéremos , y ponerla en concierto , ni mas
ni menos que si aquel dia hubiésemos de morir,
y de allí adelante vivir con mayor cuidado que
antes en servir á nuestro Señor ; porque acaece
algunas veces permitir el soberano J u e z , que nos
ven-
DEL DEMONIO. r 4 7

vengan estas cosas tan espantables contra nuestra


voluntad en castigo de otras en que caemos por
nuestra propia voluntad y descuido que en su ser­
vicio tenemos, lo qual el Señor quiere curar con
azote que tanto duele , para que lastimados con
el dexemos de pacer en las cosas vedadas, y agul·
jemos en nuestro cam ino, como lo suele hacer un
animal sin razón, quando es azotado de quien ca­
mina tras el. Aunque otras veces envía el Señor este
tormento por otros fines que su alta sabiduría sabe;
mas agora sea el azote enviado por uno ú otro
fin , debe cada uno hacer lo que es d ich o, de pu­
rificar su conciencia, é ir diligente en el servicio
de D ios, pues este remedio á ninguna cosa daña,
y para todo es de provecho: y luego confiado en la
misericordia de D io s , y pidie'ndole su socorro, ya
que no puede dexar de oir este lenguage, pues el
dem onio, aunque no queramos, puede traernos pen­
samientos y hablas interiores , á lo menos haga el
hombre como que no los o y e , y estese en su paz,
sin desmayarse con e llo s , y sin tomarse á palabras
ni respuestas con el enemigo , según dice David ( i ):
T como sordo no ola y como mudo que no abre su
boca. Dificultoso es esto de creer á los que poco
sa-
¿ i) Psalm. 37.
T 2
I 4 8 del mal lenguagb

saben de las astucias del demonio , los quales sino


dexan de pensar ó hacer el bien que h acían , y se
ocupan en oir y andar matando las moscas de los
tales pensamientos , piensan que por el mismo he­
cho les han dado consentimiento. Y no saben que
va mucha diferencia de sentirlos á consentirlos : y
que mientras mas los tales pensamientos son tanto
abominables, tanto mas pueden confiar en nuestro
■Señor, qu¿ éí los guardará de consentir en males tan
grandes, y á los quales ninguna inclinación tiene,
antes sí aborrecimiento. Y asi el mejor remedio es no
curar de ellos, con una sosegada disimulación, pues
que no hay cosa que mas lastime al demonio , co­
mo á soberbio, que el despreciarle tan despreciado,
que ningún caso hagamos de él ni de lo que nos
tra e : ni hay cosa tan peligrosa, como trabar ra­
zones con quien tan presto nos puede engañar, y
á bien lib rar, hacenos perder tiempo > y dexar de
proseguir el bien que hacíamos. Y por esto debe­
mos cerrarle la puerta de nuestro entendimiento
quan fuerte pudiéremos, y unirnos con D io s , y no
responder á nuestro enemigo. Y para nuestro con­
suelo y satisfacción debemos decir algunas veces al
dia , que creemos lo que cree nuestra Madie la
Iglesia , y que no es nuestra voluntad consentir
en pensamiento falso ni sucio: y decir al Señor
Jo
DEL DEMONIO 1I 4 9
lo que está escrito ( 1 ) : Señor , fuerza padezco , rs s-
ponded vos por m i ; y confiar en su misericordia
que asi lo h ará, porque la victoria de nuestra pe­
lea no está colgada de menear nuestros brazos á
solas , mas lo principal de ella es invocar al Señor
todo poderoso, y acogernos nosotros á e l, porque
si muchas hablas y respuestas tenemos con nuestros
enemigos, l cómo le diremos á Dios que responda
por nos ? Vosotros callareis , dice la Escritura (2 ) y el
Señor peleara por vosotros. .Y - e n otra parre dice
Isaías ( 3 ): En silencio y esperanza será vuestra fo r ­
taleza 5 y en faltando qualquiera de estas dos cosas,
luego el hombre se enflaquece y se tu r b a :.y con
este callar con disim ilación y. buena esperanza he
visto á muchas personas haber sanado en breve tiem­
po de aqueste mal trabajoso , y haber el demonio
callado, viendo que ni le oian , ni respondían, co­
mo lo suelen hacer los perrillos que ladran, que
si el hombre pasa y calla, también callan ellos, y
si n o, mas ladran ellos.

(1) Isai. 28. (a) Exod. 14. (3) Isai. 30,


IJ O DEL MAL LENGUAGE

CAPITULO X X V I.

COMO P R E T E N D E EL D E M O N IO
en las sobredichas tentaciones apartarnos de la devociont
y buenos exersicios , y que el remedio es creer en ellosy
dexando la demasiada codicia de los dulces sentimientos
del anima t y por qué fin se pueden
estos desear.

ÍVffas dirá algún flaco: quitanme estos malos petv-


samientos la devoción, y ; súdenme venir quando yo
mas me llego á la devocion y á las buenas obras,
y por no oír tales cosas me dá gana algunas veces
de dexar el bien comenzado. Mas la respuesta está
c la ra , que eso mismo es por lo que el demonio
andaba, aunque iba por rodeo de traer pensamien­
tos diferentes de aqueso, mas debeis antes crecer
en el bien que menguar , como persona que adrede
lo hace por hacer ir al demonio con pérdida de
lo que pensó llevar ganancia. Y si faltare ternura
de devocion no te penes por ello , pues no se
miden nuestros servicios sino por el amor, el qual
no es devocion tierna, mas un Ubre ofrecimiento
DEL DEMONIO. I y 1

y propósito de nuestra voluntad , para hacer lo que


Dios y su Iglesia quiere que hagam os, y para
pasar lo que el quiere que padezcamos, por darle
contentamiento á el. Y si algunos que parece que
dexan lo que en el mundo tienen por servir á Dios,
dexasen también la desordenada codicia de los dul­
ces sentimientos del ánima, vivirían mas alegres de
lo que v iv e n , y no hallaría el demonio cabellos
de codicias de que asirles, para traerles la cabeza
al rededor, y lastimarlos y aun engañarlos. Des­
nudo murió Jesu-Ghristo en la C r u z , desnudos nos
hemos de ofrecer nosotros á el. Y nuestra vestidura
sola ha de s e r, hacer su santa voluntad, según está
declarada en los Mandamientos de el y de su Igle­
sia , y recibir con amorosa obediencia lo que el
nos quisiere enviar, por duro que sea. Igualmente
hemos de tomar de su mano la tentación y la con-
solacion, y darle gracias por uno y por otro. $. Pa­
blo dice ( i ) , que en todas las sosar demos gracias á
Dios. Porque como la señal del buen Christiano
es amar por amor de Dios á quien le hace mal,
pues al bienhechor quien quiera le am a, asi el dar
gracias á Dios en la adversidad, no mirando lo
áspero que de fuera parece, mas la merced escon-
di­
to Epbes. g.
I J * ’ MAL LENGUAGS

dida que debaxo de aquello Dios nos e n v ía , es


señal de hombre que tiene otros ojos que los de
carne, y que ama á D io s , pues en lo que le duele
se conforma con su voluntad. Y asi no hemos de
estar asidos á los flacos ramos de nuestros deseos,
aunque nos parezcan buenos, mas á la fuerte co­
lumna de la D ivina voluntad; para qüe obedecién­
dola ( según hemos d ich o ) participemos á nuestro
modo del sosiego e inmutabilidad que ella tiene, y
evitemos las muchas mudanzas que en nuestro cb-
razón hemos de sentir , si en el hay codicia. Cierto
poca diferencia va de servir uno á Chrlsto por di­
neros , ó por consolaciones y gustos del anima, por
C ie lo , ó por T ierra, si el postrer paradero es co­
dicia mia. Lucifer (según muchos Doctores dicen)
deseó la bienaventuranza, mas porque no la deseo
como debia y de quien d eb ia , y que se le diese
quando Dios queria, no le aprovechó, que lo que
deseaba era bueno, mas pecó por no desearlo bien,
y asi fue codicia y no buen deseo. Pues de esta
manera os digo que no estemos asidos con ahinco y
desorden á gustos espirituales > mas ofrecidos á la
C ruz del Seííor, tomar de buena gana lo que nos
diere , sea miel dulce 6 hiel y vinagre. N i tam­
poco he dicho e sto , porque estas cosas de sí sean
malas ni desaprovechadas, si de ellas se sabe usar,
y.
DEL DEMONIO.' TJ J

y se reciben, no para parar en e lla s, mas para


tener' mayor aliento en el servicio de D io s : espe->
cialmente para los que comienzan , los quales or-<
dinariamente han menester conforme á su edad,le^
che de n iñ os, y quien los quisiere criar con man*
jar de grandes , y en un dia hacerlos perfectos,er-i
rarloha mucho, y en lugar de aprovechar dañará.
Tiene cada edad su condicion y su fuerza, conforme
á lo qual se ha de dar su mantenimiento: y (com o
dice el experimentado y Santo Bernardo ( i ) el ca*
mino de la perfección no se ba de volar sino pasear. Ni
piense nadie que es todo uno , entenderla y tenerla,,
Y por tanto, si el Señor dá estas consolaciones, re-'
cíbanse, para llevar su C ruz con mayores fuerzas,
pues que es su costumbre consolár Discípulos en
el monte T a b o r, para que no se turben en la per­
secución de la Cruz. Y ordinariamente primero que
entre la hiel de la tribulación envía miel de consola-»
cion : y nunca v i estar m al, ni tener en poco las
Consolaciones espirituales, sino á quien ha experi­
mentado qué son. Mas si el Señor nos quisiese lle­
var por camino de desconsuelos , y que oigamos
el penoso lenguage de que estamos hablando, no
nos debemos desmayar por cosa que el nos envia,
mas
(i) S . Bernarda
to m .I , V
J.J4 DEL MAL LENGUAGE

mas beber con paciencia el cáliz que el Padre nos


d á, y porque el nos lo dá , y pedirle fuerzas para
que le obedezca nuestra flaqueza; ni tampoco pen-
seis, que os enseño que se puede excusar el gozo
quando el Señor nos visita , ó dexar de sentir su
ausencia , y el ser entregados á nuestros enemigos
para ser de ellos tentados y atribulados. Mas lo
que os quiero decir e s , que procuremos con las
fuerzas que Dios nos diere , de nos conformar con
su santa voluntad con obediencia y sosiego, y no
seguir la nuestra, de' la qual por fuerza se han de
seguir desconsuelos y desconfianzas , y cosas de
aquestas. Suplicad al Señor nos abra los ojos, que
mas claro que la luz del Sol veríamos que todas
Jas cosas de Ja Tierra y del Cielo son muy baxa cosa
para desear ni gozar ., si de ella se apartase la vo­
luntad del Señor. Y que no hay co sa , por pequeña
y amarga que sea , que si á ella se junta la vo­
luntad del Señor no sea de mucho valor. Mas vale
sin comparación estar en trabajos , si el Señor lo
manda, que estar en el Cielo sin su querer. Y si
una vez de verdad desterrásemos de nosotros núes-*
tra secreta codicia, caerían con ella muchos malos
frutos que de ella proceden , y cogeríamos otros
mas valerosos de gozo y de p a z , que de la unión
con la Divina voluntad suelen ven ir, y tan firmes
DEL DEMÓNIO*

que aun la misma, tribulación nos los puede quitar,


pues aunque los tales se sientan atribulados y desanv
parados, mas no por eso desesperados ni muy tur­
bados, porque conocen ser aquel el camino de la
C ru z , á la qual ellos se han ofrecido, y por el
qual Christo anduvo: como parece que estando en
la Cruz dixo á su Padre: Dios m ió , ¿p orq u é me
desamparaste (O ? Mas poco despues d ixo: En tus
manos, Padrgy encomiendo el Espíritu mió (2 ). E l Señor
dixo ; Otra v e z os v eré , y gozarseha vuestro corazon,y
vuestro gozo ninguno os lo quitará: porque quien de
este estado goza , no hay tribulación que allá en
lo de dentro del ánima le desasosiegue notablemente,
porque allá dentro está m uy unido con la voluntad
del que lo envia: y sí asi lo hiciésemos, enga^
üariamos al engañador que es el demonio, pues que
no desmayándonos, ni tornando atrás del bien co­
menzado, por el mal lenguage que el nos traía, an-<
tes tomando lo que el Señor nos envía con obe­
diencia y hacimiento de gracias , salimos sin daño
de esta pelea, aunque dure toda la vida, y aun
con mayor provecho que antes teníamos, pues que
nos dio ocásion para ganar en el Cielo coronas, en'
galardón de la conformidad que con la voluntad del
Se-í
(0 Mattb. 17. (2) Jocitm, 16.
Vz
I ^ 6 DEL MAL LENGÜAGE

Señor tuvimos, sin curar de la nuestra, aun en


lo que muy penoso nos era.

CAPITULO XXVII.

QUE E L V E N C IM IE N T O D E L A S T E N T A C IO N E S
dichas esta mas en tener paciencia p ara las s u f r i r ,
y esperanza del fa v o r del S eñ o r, que en la fu e r z a
de querer bacer que no vengan.

E s t e vencimiento de que hemos hablado, mas vie­


ne por mana de tener paciencia en lo que nos vie­
ne , que por fuerza de querer hacer que nos venga.
¡Y por eso dice el Esposo en los Cantares ( i ) : Ca­
zadnos las pequeñuelas zorras que destruyen las vinas ,
porque nuestra viña ha florecido . La viña de Christo
nuestra ánima es , plantada por su mano y regada
con su sangre. Esta florece quando pasado el tiempo
en que fue esteril, comienza nueva vida y fructi­
fica ai que la plantó. Mas porque á los tales princi­
pios suelen acechar estas y otras tentaciones del as­
tuto dempnio, por esto nos amonesta el Esposo
flo-
(x) Cant, a.
DE LA CA RN E. I J 7

florecido, que pues nuestra ánim a, vina s u y a , ha


florecido, procuremos de las ca za r, en la qual pa­
labra dá á entender, que ha de ser. por maña como
hemos dicho. Y en decir que son zorras, dá á en­
tender , que vienen solapadas, y que pareciendo que
tiran á una parte hieren en otra. Y en decir pe-
queñuelas, d á á entender, que no son mucho de
temer para quien las conoce j porque el conocer­
las , es vencerlas del todo ó enflaquecerlas. Y en
decir que destruyen las viñas, dá á entender, que
hacen mucho daño en los hombres que no las co­
nocen. Porque amedrentados y desconfiados de sa-<
lir con el negocio de Dios, dexan su camino , y
con miserable consejo danse abiertamente á pecar,
pareciendoles que hallan mas paz por el camino
ancho de la perdición , que por el estrecho de la
virtud que lleva á la vida, Y los fines de estos,
si al buen camino no tornan, muchas veces es tal,
que trae muy ciertas señales de eterna perdición,
como-la Escritura dice ( i ) : A l que se pasa dé la jus~
ticia al' pecado , Dios le aparejó para el cuchillo , que
quiere d ecir, para el infierno. Debieran estos mirar
que asi como los Gabaonitas , por haber hecho amis­
tades con Josué ( 2 ) , fueron cercados y perseguidos
de

( i) S c c le s . j S. (-i) J o s u é > 10,


I j S DEL MAL LENGCAGE

de los enem igos: y siendo llamado Josué de ellos


para que los socorriese , los socorrió y lib ertó, te­
niendo la causa por s u y a ; pues por haber hecho
paces con el eran perseguidos de los enemigos.
A si en comenzando los que sirven á Dios á ser de
su bando , luego son perseguidos de los demonios
como antes no eran ; lo qual parece, en que si qui­
siesen dexar el bando de Christo cesaría contra ellos
la persecución comenzada : y si la padecen, pcy: te-
лег en pie el bando de Christo , la padecen, lo qual
es una merced muy particular que Dios hace, como
dice San Pablo ( 1 ) : A vosotros es dado por Cbristo
( 2 ) , no solamente que creáis en é l, mas que padezcan
por él. Y si los Angeles del C ielo pudiesen haber
envidia de los hombres de la tierra, de esto la
habrían, de que padecen por Dios. Y aunque por
palabra de Dios está prometida corona al varón que
sufre tentación y fuere probado en ella : el qual
galardón es muy bien hecho que lo consideremos
y deseemos, para con mayores alientos no ser tí-¡
bíos en el obrar ni flacos en el padecer, según se
dice de Moyses 7 que miraba al galardón, Y David
también: Mas el verdadero y perfecto amor del Se-?
ñor Crucificado estima en tanto el conformarse con
el,
(1) P h ilip . 'í* (2) Jacob I .
DEL DEMONIO. t $9
e l , que tiene por muy gran merced y galardón
el padccer por su Dios; porque como dice San A gus­
tín ( i ) , dichosa es la injuria de la qual D ioses causa.
Y pues no hay hombre que no ampare al que
padece porque le entró á servir 5 mucho mas se
debe esperar esto de la Bondad Divinal | y que
tomará la causa por su ya , según David lo pedía,
Levántate , Señor , y ju z g a tu causa., y acuérdate de tas
injurias , que el insipiente dice contra tí todo el dia 3 á
Dios toca el negocio que el que le sirve pretende:
y por eso Dios sale á el con gran lealtad, y en esta
esperanza y no en la nuestra hemos de osar empre-t
hender la empresa del servicio de Dios.

(1) ¿fgusiin.
DEL M AL LENGÜAGH

CAPITULO XXVIII.

DEL G R A N D E R E M E D IO QU E E S CONTRA
las tentaciones buscar un Confesor sabio y experimentado,
a quien se dé entera, cuenta y crédito : y lo que
el Confesor debe hacer con taUs, y del fr u to
de estas tentaciones.

S u e le á los que estas tentaciones tienen dar mu­


cha pena el haberlas de decir abiertamente á su
Confesor, por ser cosas tan feas y malas , que no
merecen ser tomadas en len gua, y que solo nom-*
brarlas causa desmayo. Y por otra p arte, si no las
dicen muy por extenso, y no relatan cada pensa­
miento por menudo que sea , parecerles no ir bien,
confesados, y asi nunca van satisfechos, ora lo
digan ora lo callen , mas con mas tristeza de la que
traxe'ron. Deben las tales personas buscar un Con­
fesor sabio y experimentado, y darle á entender
las rayees de la tentación, de manera que el quede
satisfecho y entienda el negocio, y darle muy en­
tero crédito en lo que dixere, porque en esto con­
siste el remedio de estas personas, que, ó por su
po-
DEL DEMONIO. I 61
poco saber, ó por estar apasionados, no son parte
para ser buenos jueces de sí. Y el tal Confesor debe
orar mucho al Señor por la salud de su enfermo ,
y no cansarse, porque le pregunte el tal penitente-
muchas veces una misma co sa, ni por otras flaquezas
que suelen tener, de las quaies no se espante, ni
le desprecie por ellas > mas hay a h compás ton entraña-
b le , y corrí jale en espirita de blandura , como dice San
Pablo ( i ) , porque no sea ¿1 también tentado ea
aquello ó en otro, y venga á probar á su costa quan-<
ta es la humana flaqueza. Encomiéndele la enmien­
da de la vida, y que tome los remedios de los Sa-t
cramentos, y dele á entender que ningún pensa-i
miento hay tan sucio ni m alo, que pueda ensuciat
el ánima sitio lo consiente: y dele buena esperanza
en la misericordia de nuestro S eñ o r, que á su tiem-i
po le librará, y que entre tanto sufra este tormento
de sayones en descuento de sus pecados, y por io
que Jesu-Christo p asó: Y asi confortado el peni*
tente, y llevando su cruz con buena paciencia y
ofreciendose á la voluntad de nuestro Señor para
llevarla toda la vida, si el fuere de ello servido, ga­
nará mas con aquella hiel y vinagre que el demo-<
nio le d á , que con la miel de devocion que el de^
' sea-*
¿i) Galat. 6.
to m . I. X
1 6 2 DEL MAL LENGUAGE

seaba. Y sucede de a q u i, que estando nuestra áni­


ma en flor de principios, comience á dar fruto de
hombres perfectos, pues mamando antes leche de
devocion tierna, comemos yap an con corteza, man­
teniéndonos con las piedras duras de las tentaciones,,
las quales ei nos traía para probarnos si eramos
hijos de D io s , como hizo con nuestro Señor ( i ) ;
y asi sacamos de la ponzoña m ie l} y de las herí-*
das salud, y de las tentaciones salimos probados,
con otros millones de bienes, los quales no hemos
de agradecer al demonio , cuya voluntad no es fa­
bricarnos coronas sino cadenas; mas hemoslo de
agradecer á aquel Sumo y Omnipotente bien Dios,
él qual no dexára acaecer mal ninguno, sino para
sacar bien por mas alca manera, ni dexaría á nuestro
enemigo y suyo atribular á nosotros, sino para gran
confusion del enemigo que atribula y bien del atri­
bulado. Según está escrito (2 ) : Que Dios hará, burla,
de los burladores , y el qae mora en el Cielo mofará d*
t ilo s : porque aunque este dragón juega y burla en
la mar de este mundo tentando y amartillando á los
siervos de D io s , hace Dios burla de e l , porque
saca bien de sus males 5 y mientras el piensa mas
dañar á los buenos, mas provecho les h a ce , de 1q
qual
(1 ) M att. 4 . (a) Tsálm. 1,
DEL DEMONÍO. I 6 J

qual el queda tan corrido y burlado f que por su


soberbia y envidia no quisiera haber comenzado
tal juego, que salió tan á provecho de los que el
mal quería : y la maldad y lazo que á otros armó,
cayó sobre su cabeza, y queda muerto de envidia
de ver que los que el ten tó, van libres y can­
tando con alegría ( i ) ; E l lazo ba sido quebrado , y
nosotros quedamos libres , nuestra ayuda es del Señor que,
hizo el Cielo y la ‘f ierra.

CAPITULO XXIX.

COMO EL DEMONIO PROCURA


con medios exteriores quitarnos de los buenos exercicios 9
y como conviene confortar el corazon con la confianza
del Señor, para lo vencer, y de otras cosas que ayudan
para quitar este miedo , y del fru to
de esta tentación.

E s tanta la envidia que de nuestro bien tienen:


los demonios, que todas las vías tientan, para que
no gocemos de lo que ellos perdieron. Y quando
en
<i) Psaím. 143,
Xz
i 64 del mal language

en una batalla van de nosotros vencidos, y por me­


jor decir, de D ios, en nosotros mueven otra y otras*
para sí alguna vez hallaren algún descuidado á quien
traguen. Mudan armas y genero de batalla , pen­
sando, que á los que no vencieren en una, ven­
cerán en otra i por lo q u a l, despues que han vis­
to que por astucia no nos han podido empecer por
estar enseñados con la verdadera doctrina Christia­
n a, que nos enseña á ponernos en el justísimo que­
rer del S eñ o r, y sufrir con paciencia lo que nos
envía de dentro ó de fu era , intentan guerra mas
'descubierta, haciéndose león feroz el que antes era
dragon escondido. Y a nos tienta de uno y va á
parar en otro, mas claramente se quiere hacer te­
mer , pensando alcanzar por espanto lo que por arte
no pudo. A q u i no le verán hecho zo rra , mas león
fiero , que con su bramido quiere espantar, como
dice San P e d ro (i): H erm anos , sed templados y velad ,
•porque vuestro adversario el diablo t como león bramando
rodea , buscando á quien trague , a lo qual resistid f u e r ­
tes en ¡a F e. N o deben ser destemplados ni descuida­
dos los que tienen tal enemigo: y mucho conviene
Velar y orar al verdadero Pastor Jesu Christo las
.ovejas que se ven cercadas del león tan bravo. ¿Mas
que
(i) i . Pétr. g.
D EL DEM O N IO.. 16 J
que' son las armas con que se vence este enemigo
para que vayá confundido de esta guerra como de
la pasada? Estas so n , como dice San Pedro y San
P a b lo , la F e. Porque quando un ánima con el
amor de D ios, que es vida de la F e, desprecia lo
próspero y adverso del m undo: y cree y confia en
D ios, al qual no v e , no hay por donde el demonio
le entre. Y también como esta lumbre de Fe enseña
á confiar, quando hay peligros, en la misericordia
de D io s , si el tal combatido se quiere aprovechar
de e lla , cobra*grande ánimo para, pelear contra el
demonio, que es cosa m uy necesaria para esta guerra;
porque si el medroso de corazon no era bueno para
la guerra de los enemigos visibles; y por esto man­
daba Dios que se tornase de la guerra ; quanto me­
nos será para pelear, no contra carne y sangre mas
contra los demonios, príncipes de las tinieblas, como
dice-San Pablo : T aunque delante el acatamlmto de
Dios debemos estar postrados, y temiendo ng nos desamr
pare él par nuestros pecados ; mas en el tiempo de la
guerra que nuestro enemigo nos acomete, en todo
caso conviene que estemos con ánimo esforzado,
despreciándolo á .¡el, y llamando á nuestro Señor.
D e esta macera kemos ( i ) , que el u^smo ^ ñ o i: pró
t
a
{i 14 ,
I 66 DEL MAL LEN GÚ AG E

á su Padre antes de su prendimiento, postrado y con


angustia de corazon. Y de allí salió tan esforza­
do, que el mismo fu¿ á recibir á sus enemigos.
El principal intento dei demonio en esta batalla, es t
quitar el esfuerzo del corazon para que por esta vía
se dexe el bien comenzado. L o qual el procura >
tomando unas veces figura de dragón , ó de toro ó
de otros animales: y estorvando la oracion con
estruendos, é impidiendo el reposo del sueño, como
al Santo Job ( i ) se lee que hacia, y echando un
entrañable temor en el hom bre, que aunque sea es­
forzado le hace tem blar, y otras veces sudar con
angustia y cosas semejables á estas, que dan tes­
timonio que anda por allí este lobo infernal* Claro
es, que pues todo el ardid de su guerra sea por
via de miedo, tas armas principales que hemos de
tener , son, esfuerzo del corazon confortado,
no con nuestra confianza (2 ), sino con la fiucia
en nuestro Señor í porque esta es la que en eíta
guerra nos hace vitoriosos, pues que la fiucia vence
al temor, según está escrito. Confiadamente lo barér
y no temeré. Y tened por cierto , que no os arre­
pentiréis de haber puesto en Dios vuestra fiucia,
que es una esforzada esperanza; ni diréis: Engaña*
do*

(1) Job 7 . (*) Itm . i*«


DEL DEM O N IO . I $ 7

dom eha , pues no me salió como yo pensaba . Porque


la esperanza, como dice San Pablo ( i ) , no echa en
vergüenza: ni quien espera en el Señon^ será confundido.
Nunca ella falta al hombre si el hombre no falta
á ella, ,y entonces le falra quando pierde la caridad,
que es vida de la esperanza y de toda virtud. Y
conociendo los viejos del yermo quan necesario era
este corazon confortado para no ser vencidos en
estas peleas, contra los demonios, que eran muy usadas
entre ellos, iban de noche á hacer oración en la sole-
. dad á los sepulcros de los difuntos , p^ra ganar liber-.
tad del m iedo, cuyo señorío es muy dañoso. Y sí
el consejo de Christo tomamos, muy seguros v iv i­
remos de aqueste temor 5 porque el nos lo quita
diciendo: To os enseñaré á quien tem áis , temed á aquel
que despees de haber muerto el cu erp o , puede echar en
el infierno : á este temed. Quien a Dios no teme , ha
de temer por su mala conciencia al mundo y de­
monio. Mas quien á Dios tem e, no teme al demo­
n io, pues el temerle es un cierto modo de suje­
ción, como que nos puede dañar en algo : y como
no pueda , ni llegar al cabello de nuestra cabeza
sin la licencia de D ios, no hay porque te,merle: á
e l, sino al S¿ñor, que puede dafle Íice9cia-{2),.(Y
'! · ' 7 .< ■■ ■ ; o: . pOt

" ' - (1) Román; 5. (a) Jíatib. 10.


I 68 DEL M A L LENGUA GE

por eso debemos estar siempre humillados, y cont


santo temor delante de D ios: mas para con el d ei
monioj muy esfrñrzados con la esperanza de Dios ^
y llenos de una santa soberbia. Y quanto el mas
bravezas mostrare, tanto vos temed á D io s , y os
encomendad á e l, y tanto menos temed al demo­
nio. A si leemos de aquel gran vencedor de demo­
nios San Antón , que vie'ndose cercado de ellos en
figura de fieros anim ales, que parecía que lo que-*
rian tragar, les decía: Si tuviescdes algunas fuerzas,
« uno solo de vosotros bastaría para pelear con un-
« hom bre; mas porque sois quebrantados quitan-’
íidooslas D io s , procuráis de juñtaros á una muchos
» de vosotros para atemorizar. Si el Señor os ha
3»dado poder sobre m í, veisme a q u i, tragadme; mas
« si no lo teneis, i por que trabajáis en valde í ir
Y asi solía decir este Santo, que contra los demo-«
nlos la señal de la C ru z y la Fe del Señor (que
algunas veces quiere decir confianza) ros es á no­
sotros muro inexpugnable. Y aunque cotejadas núes-«
tras fuerzas con las de e i , son muy pequeñas y fia™·
cas: mas la Fe nos d ice , si sordos no estamos,;
que el Señor es,defendedor de todos los que es^
peran en* el. Y pues que él tiene bondad para pro-·
meternos su amparo y socorro, y, para poner su
corazón y sus ojos en la Iglesia, figurada en el
Tem-J
D£L BEMONIO. 169
Templo de Salom on: y tiene verdad y poder para
cumplir sus promesas, sin que nadie sea bastante
á resistir en C ielo ni en Tierra ; ni á quien es ayu­
dado por el , no sentiría el Christiano como Chris-
tianó de Dios y de su verdad , bondad y poder^
si no creyese que el de su parte cumple muy bien
las promesas de su socorro. Mas como estas, y
otras semejantes á estas que el h a ce , se entiendan
con condiclon que el hombree este en estado de
g ra cia , ó se apareje para lo estar, no por solo
creer á- las promesas en general, ni por creer que
le son aplicadas á el en particular, mas por las pe­
nitencias y medios que la Iglesia Católica enseña,
aunque creamos de cierto que hay en la Iglesia
Christiana muchas personas que están en estado de
g ra cia , á las quales, sin duda ninguna, Dios cum­
ple sus promesas , de que es defendedor de ios
que esperan en el. Mas como ninguno este cierto,
sin especial revelación , que el esté en estado de
gracia, debe creer por Católica F e, que nunca de-
xa de cumplirse de parte de Dios. Mas puede y
debe tem er, que por ventura no se efectúan en él
por su culpft ó negligencia de no hacer lo que
debe. D e manera, que con algún temor de su par-<
t e , y cotí confianza de parte del S eñ o r, procura«
rá de esforzarse y aprovecharse de las palabras
i* Y de
170 D EL M AL LEKGU AGE

de Dios , que promete socorro á los que pelean


por el. Y el temor e inccrtidumbre en que Dios
nos dexó, que no supiésemos de cierto si estába­
mos en su amistad , aunque parece penoso , es
provechoso, para guarda de nuestra hum ildad, y
para no despreciar á los próximos , y para poner­
nos espuelas para bien obrar , y tanto con mayor
cautela y aviso , quanto menos sabemos de cier­
to si agradamos al Señor, ó no. Mas no penseis,
que por esto habéis de traer vuestro corazon des­
mayado con vano temor, pues que siendo verdad lo
que os he dicho, no es estorbo 1 para que diga
D avid ( 1 ) : Si se levantaren contra mí reales , no
tem erá mi corazon : y si se levantare contra mí g u e r ­
r a , en Dios esperaré. Y asi amonesta San Pablo (2),
que nos aprovechemos de las palabras que dixo Dios:
No te d ex a réj ni desampararé. De tal manera, que
confiadamente digamos: E l Señor es mi ayudador , no
tem eré lo que me haga hombre. Las qual es , y seme­
jantes palabras no quitan del todo el temor que un
Chr istia no por su parte debe tener, mas quitan el
demasiado con la confianza que en D ios debe haber,
Y asi entre estas dos cosas camina (D?mor y espe­
ranza: y quanto-mas crece el am or, crece tam·*
bien
(1) Psalm. 26. (2) H eir. 13 .
DEL DEMONIO. * 7 1

bien la esperanza, y va descreciendo aqueste te­


mor; por eso sí quereis sentir el mucho esfuerzo y
poco temor que sienten ios Varones perfectos, al­
zad de vos la tibieza, y tomad el negocio de la
virtud á pechos, y leereis en vuestro corazon el es­
fuerzo y seguridad que leeis en los libros: y en­
tonces peleareis contra el demonio con osadía , aun­
que os rodee como León para tragaros, porque
tendreis esperanza que os defenderá Jesu-Chrisro,
fuerte León de J u d á , el qual siempre vence en
nosotros, si no perdemos su confiánza ; y si como
cobardes no nos damos las manos atadas á nuestros
enemigos, sin querer pelear. N o dexa el Señor ve­
nir estas guerras y Tentaciones á los su y o s, sino pa­
ra mayor b ien , pues está escrito ( i ) : Binaventa*
rado el Varón que sufre la tentación , porque sienda
probado recibirá la corona de v i d a , que Dios prometía
A los que le Am an. Quiso él asi, que la paciencia en
los trabajos, y el estar en pie por su honra en las
tentaciones, fuese el toque con que sus amigos fue·*
sen probados í porque no es señal de amigo verda­
dero acompañar en el descanso, mas estar fixo con
el amigo en el tiempo de la tribulación, Y como
qualquier hombre se huelga de tener amigos pro­
ba*
- (0 Jacob.
Y t
I 7 2‘ DEL MAL LENGUAGE

bad os, con hacerle presencia en el tiempo de su


tribulación, temándola por propia de ellos; asi se
huelga Dios de los ten er, y como agradecido les
d ic e : Vosotros sois ios que permanecisteis conmigo en
las tentaciones. Y como copioso galardonador les dice:
To os dispongo el Reyno ( i ) , como m i P adre lo dispuso
Á m í, para que comáis y bebáis sobre mi mesa, en mi
Reyno. Compañeros en los trabajos, y despues en
el R e y n o , esforzaros debeis á pelear varonilmente
las guerras, que contravos se levantan por apar­
taros de D io s , pues que el es vuestro ayudador
en la Tierra y vuestro galardón en el Cielo. A cor­
daos, como San A n tón , siendo reciamente azotado
y acoceado de los dem onios, alzando los ojos ar­
riba , vxó abrirse el techo de su celda, y entrar
por alli un rayo de luz tan adm irable, que con su
presencia huyeron todos los dem onios, y el dolot
de las llagas de el fue quitad o, y con entraña-*
bles suspiros, dixo al Señor, que entonces le apa-,
recio : I Dónde estabas , ó buen Jesús ! ¿ Dónde esta -
J?a s , quando yo era tan maltratado de los enemigos?
iP o r qué no estuviste aquí al principio de la pelea ,
p ara que impidieras ó sanaras todas mis llagas ? A lo
qual el Señor respondió diciendo: jin to n } aqm es*
tu -

( i) Luc. a ty
DEL DEMONIO. I y 3

tuve desde el p rincipio , mas estaba mirando cómo te ha­


blas en la pelea. T porque varonilmente peleaste , siem­
p re te ayudaré , y te haré nombrado en la redondez de
la T ie r r a ; eon las quales palabras, y con la virtud
del Señ o r, se levantó tan esforzado, que entendió
por experiencia haber recobrado mas fuerzas que
primero habla perdido. Y de esta manera trata el
Señor á los sayos, que los dexa muchas veces en
trances de tanto peligro que no hallan donde hacer
p ie, ni hallan en sí un cabello de fortaleza á que
se a s ir; ni se pueden aprovechar de los favores que
en tiempos pasados han recibido de D io s , y que­
dan como desnudos, y en unas obscuras tinieblas en­
tregados á persecución de sus enemigos. Mas súbita­
mente, quando no piensan, los visita el Señor, y tibra
y dexa mas fuertes que antes estaban, y les pone de-
baxo los pies á sus enemigos ; Y el ánima , aunque
mas flaca en naturaleza que el demonio, siente den­
tro de sí un esfuerzo tan poderoso, que le parece
que despedaza al dem onio, como á cosa m uy ña­
ca y sin resistencia. Y no solo con uno, mas con
muy muchos osarla el pelear: tal es el esfuerzo qiíe
siente que de nuevo le vino del C ielo , con el quai
no solo se defiende , mas dice como D avid:
seguiré á mis enemigos , y tomarloshe , y no tornaré
basta %ue sean vencidos ? g[aebrantarloshe , y no podran
17 4 DEI MAL language
estar en pie , y caerán debaxo de mis pies. ¿Que cosa
mas provechosa que la que pide San Agustín ( i ),
quando dice: Señor~y conozcote á tí con amoroso co­
ñac ¡mienta , y conozcome á mí. ¿ Y que cosa tan á lo
propío para conocerse un hombre á sí mismo, como
verse por experiencia en tales trances? Que toca
con sus manos , como dicen , su propia flaqueza,
tan de-verdad, que queda bien desengañado de su
propia estima : y por otra parte experimenta, quan
verdadero es Dios en cumplir las promesas de su
socorro en el tiempo de su necesidad, quan fuerte
en librar los suyos de tanta flaqueza, y en darles
admirable fortaleza súbitamente, y quan lleno es
de misericordia, pues visita y apiada á los que tan
extremamente están fatigados; con lo qual el hom­
bre cae en su f a z , conociendo su poquedad y mi­
seria , y adora á su D io s , amándolo y esperando
socorro de el si en otro peligro se viere. L o qual
afirma San Pablo haberle acaecido á el de esta ma­
nera ( O . » N o q u iero , herm anos, que ignoréis
nuestra tribulación que pasamos en A s ia , en la
»»qual sobremanera, y sobre nuestras fuerzas, fuí-
mos atribulados tanto , que nos daba fastidio el
» v iv ir , y nosotros, dentro de nosotros, tuvimos
»por
(*) d g u tt, (2) Roman,
DEL DEMONIO. I y J

npor cierto que no habíamos de escapar de la muer-


» te . “ Y esto acaeció a si, para que no tengamos
íiuria en nosotros, mas en D io s, que dá vida á los
m uertos, el qual nos libró de tan grandes peligros,
en el qual esperamos que también nos librará de
aquí adelante.

CAPITULO XXX.

DE M U CH AS CAUSAS Q UE H A Y
para confiar que el Señor nos librará en toda tribulación ,
por grave que sea , y de dos significaciones
que tiene esta palabra Creer.

S e g ú n San Gregorio dice , el cumplimiento de


las cosas pasadas dá certidumbre de las cosas por
venir. Y pues los hombres 'fian sobre prendas, no
parece que se hace mucho con D ios en esperar >quc
nos librará en la- tribulación que nos viene , pues
nos ha librado muchas veces en las pasadas. Claro
e s , que si un hombre nos hubiese enseñado su amor
y favor j socorriéndonos en nuestros trabajos diez
ó doce veces , creeríamos que nos amaba , y que
nos favorecería si en otros trabajos tuviésemos re ­
ce-
tj6 QUE LA FE CATOLICA

cesidad de el. Pues ¿por que no tendremos esta


credulidad de que Dios nos amparará en nuestros
peligros, pues que no doce, sino muchas veces he­
mos experimentado su socorro en las tribulaciones?
Acordaos bien de quantas veces os ha sacado á
vos con victoria de estas peleas tan reñidas coa
nuestro adversario , y le fuistes agradecida por
e lla , y concebistes crédito y confianza de que os
amaba 7 pues tras la tempestad os había enviado
bonanza , y tras las lágrimas gozo ; y os habia sido
verdadero Padre y amparo. Pues ¿ por que agora
que os quiere probar con la tribulación presente
la confianza, amor y paciencia, y hace como que
se esconde y que no responde á vuestros clamo­
res os enfíaqueceis tanto , que una prueba que de
presente viene os hace perder la confianza que
en muchas habíades ganado ? Y a sabéis que lo que
de presente tenemos, lo sentimos mas. Y si miráis
al aprieto que de presente tenéis, y como el Se-
ñor'no os saca de e l, juzgareis que el cuidado que
el Señor tenia de vos lo ha y a perdido , y di­
réis lo que dixeron los Apóstoles en una grave
tempestad de la mar al Señor que estaba durmien­
do ( O : i Maestro t no se te dá nada de que pereew osl
Y

( i ) fflarc. 4 .
ES VERDADERA. I J j'

Y de esta manera comprehenderosha la reprehensión


de la Escritura , que dice ( i ) : E l necio ss muda
como la L u n a : conviene á saber, porque ya está
de una manera, ya de otra. Y serels como la ve-!
leta del tejado, que aun en un dia tiene muchas
mudanzas , porque con cada viento se muda. T u -
vistes al Señor en posesion de cuidadoso de vos y
de amparo en vuestros trabajos ; porque entonces
os sopló el viento de su misericordia y consolacion„
con que os libró , y disteisle gracias. Y porque ago­
ra os sopla otro viento, con que el Señor os quie-i
re probar y atribular, no teneis el cre'dito ni la
confianza que antes teníades. D e manera que no
creeis si no lo que veis. Y no teneis al Señor en
otra posesion , si no según de presente lo hace con
vos, sin aprovecharos de lo que muchas veces pa-t
sadas experimentastes, para estar confortada en el
Señor en la prueba presente. Extraña incredulidad
fiie la de aquellos que habiendo visto en Egypto
las maravillas de D ios, y las victorias y favores que
en el 'Desierto obró Dios con ellos , no creyeron
á su palabra, con que les había prometido la en-*
trada en la tierra de Promísion; por lo qual, co-*
mo dice San P a b lo , no entráron allá: y asi, aun-
qué
( i) Ecctes. 27. i
Tom, /. Z
1 7 8 QUE LA FE CATOLICA

<jue no según igualdad , mas según semejanza, es


"grande la desconfianza y pusilanimidad de aquel
hombre, que habiéndolo Dios librado muchas veces
de peligros pasados no cobra fiucia de que no será
desamparado ni confundido en el peligro presente,
ni aun en los por venir; pues según hemos dicho,
la esperanza que en el Señor se pone , si el hom­
bre no le fa lta , no echará á nadie en fa lta , ni le
será causa que d ig a , engañado fui. Y conviene sa­
ber, que unas veces se toma creer, por aquella obra
que el entendimiento h a ce , afirmándose en las ver­
dades de la Fe Católica con suprema certidumbre,
según arriba se dixo. Y el que cree contra esta Fe,
se llama, y es Herege e incrédulo, á boca llena: y
el tal error creído , tiene nombre de Iieregía e in­
credulidad. Y de esta manera este desconfiado, de
quien estamos hablando, ni es incrédulo ni tiene
incredulidad, pues que ni tiene obíígacion de creer,
como cosa de Fe C a tó lica , que Dios le librará de
este trabajo, como eran los del Desierto obliga­
dos á creer que les diera Dios vencimiento de los
enemigos que estaban en la tierra de Prornision,
si fueran á pelear contra ellos. Mas otras veces
suelen los Santos, y el uso ccmun del hablar , 11 a-

: mar creer, al tener una opinión, causada de razón


ó conjeturas, la qual llaman credulidad: y sí es
ES V E R D A D E R A . T y 9
vehem ente, llamase Fe. Y esta manera de credu­
lidad tiene u n o , que por conjeturas probables cree
que está perdonado de D io s , y en su g ra cia , y que
Dios le ayudará en lo que adelante hubiere me-»
nester. Y esto, que en el entendimiento, está, ayuda
á la confianza ó esperanza que están en la volun­
tad: y por esto algunas veces se toma increduli­
dad por desconfianza, y credulidad ó Fe por con­
fianza. Y de esta manera se puede d e c ir , que este
(que por haberle Dios librado de otros peligros, y
por otros m otivos) tenia razón para creer, no con
certidumbre, que Dios también le librara en este
peligro, tiene incredulidad, no contra la Fe C atólica r
mas contra la que resulta de las conjeturas. Mas por­
que los Luteranos usan tomar unas palabras de estas
por otras, debemos los Católicos hablar distintamen­
te , llamándola Fe y confianza con sus propios nom­
bres, declarando el creer ó la incredulidad de que
manera se entiende, pues lo que en un tiempo se
puede seguramente decir por unas palabras, en otro
se debe evitar. Tornando pues al propósito, huid
de la desconfianza y de las mudanzas que la Escritu­
ra reprehende, que el necio tiene como la Luna. Y
procurad de tener parte en la estabilidad de que
alaba al jiusto, diciendo ( O : Como Sol pemanece:
(1) E cclet. 1 7 . ■ 3 l u e “'
Z 2
| 8o QUE LA FE C A T 0L ÍC A

quiere decir, que siempre está de una manera. Apreh*<


ded de unas veces como habéis de haberos en otras,
y como la Escritura dice ( i ) : E n el dia de los bienes,
no te olvides de los males: y en el día, de los males, no
te olvides de ¡os bienes 5 para qué templando lo pros­
pero de lo uno con lo adverso de lo otro, viváis
en una igualdad, que ni esteis derribada en el tiem­
po de la tribulación con el peso de la desconfian­
za y tristeza , ni tampoco desvanecida la cabeza,
con la demasiada alegría, en el tiempo de las con­
solaciones espirituales. A si se lee de aquella Santa
A n a , madre del Profeta Samuel ( 2 ) , que despues
de haber orado en el Templo de D io s , no fue
su rostro mudado en cosas diversas : quiere decir,
que guardó aquesta igualdad de corazon- Efaías
dice ( 3 ) : Qiie habla de haber una morada que diese
sombra contra el calor del S o l , y que diese seguridad , y
fu ese defensa contra el torbellino y la p luvia. Y sería
bien que procurasedes de vivir en esta morada , para
que teniendo una fortaleza de corazon, confiado
en la miíericordia^de Dios , os causase esta seguridad
aun en los negocios y lugares en que suele habec
peligro , según está profetizado del tiempo de la
nueva L e y , que en los bosques habían de dormir
los
(3} Ecclet. 1 1 . (a) 1. Reg. 1. (3) Esai. 4 . Ei.cc. 3 4 .
ES VERDADERA. I 8 I

los hombres seguros. Y aunque parece cosa extraña


tener sosiego y segur! dad en este 'destierro; mas así
_como en comparación de la que hay en el Cielo,
es muy pequeña, mas en comparación de los temores
que tienen les malos, es muy grande, y de mucha
esrima , la qual dice Job ( í ) , que terna quien echare
de si la maldad. Y particularmente dice San Pablo(2),
que la virtu d de la esperanza es como áncora firme y
segura del ánima i porque aunque tenemos por ene­
migo al dem onio, que con estas peleas nos quier^
amedrantar y desconfiar, también tenemos un ami­
go mas fuerte que e l, y mas sabio. Y . si el nos
aborrece, mucho mas nos ama C hristo, sin com­
paración. Y si el no duerm e, buscando como nos
d añ e, los ojos benditos de Dios velan sobre no­
sotros , para ayudarnos á salvar, como sobre ove’
ja s , por quien dió su sangre preciosa. Pues si te­
nemos con nos el brazo del Omnipotente , ¿ que
temeremos al demonio , cuyo poder es flaqueza en
'comparación del D ivino? ¿Cómo temerá al demo­
nio quien cree /muy de verdad (si se quiere apro­
vechar de la Fe, según arriba se dixo) que en nin­
guna cosa puede el demonio dañarnos, sin tener
licencia de Dios ? ¿ Pudieron quizá los demonios,
sill
( i) Job. 1 1 . (a) Ueb'< <?.
I 8 2 QUE LA FE CATOLICA

sin tener primero esta licen cia, tocar en Job o en


cosa s u y a , ó ahogar los puercos de los Gerasenos?
Pues quien no puede tocar á ios puercos, ¿ podrá
tocar á los hijos ? Confortaos pues en el Señor,
dice San Pablo ( i ) , y en la potencia de su vir­
tu d , y tomad las armas de Dios p<ira poder estar en
pie contra las asechanzas del demonio. Y habiendo
contado algunas particulares armas, añade diciendo;
E n todas las cosas tomando el escudo de la Fe , en el
qgal podáis apagar todas las lanzadas encendidas con
/usgo. Porque como este enemigo pueda mas que
nosotros, debemos aprovecharnos del escudo de la
F e, que es cosa sobrenatural, escudándonos con al­
guna cosa de nuestra F e , asi como con. una palabra
de D ios, ó con recibir los Sacramentos, ó con una
doctrina de la Iglesia. Y creyendo firme con el en­
tendimiento , que todo el poder es de Dios : y con­
fortados con el capacete de la esperanza, y ofre­
cidos á Dios con el amor, tomando de buena gana
lo que el nos enviare, venga por donde viniere,
haremos burla de nuestro enem igo, y adoraremos al
Señor, que nos dio contra el victoria , no solo poc
s í , mas aun mediante el socorro de sus Santos A n ­
g eles, los quales pelean por n os, como fue ense-
ña-
( i ) Eptes·. 6 .
ES VERDADERA. I 8 j

nado al criado del gran Elíseo ( i ) , el qual te­


nia mucho temor de un gran exercito de gente que
venia á prender á su señ or, al qual dixo Eliseo:
No quieras tem er , porque mas son por nosotros 7 que
contra nosotros : y como orase Eliseo diciendo: Abre·,
Señor, los ojos de este m ozo , porque vea : abrió D ios
los ojos del mozo , y vio que estaba un monte lleno
de cavalleria y carros en derredor de Eliseo , los
quales eran Angeles del Señor, venidos á defender
al Profeta de Dios. Demanera que si queremos ser
del bando de D io s } tendremos de nuestra parre mu-
chedumbre de Angeles. "Uno de los quales puede
mas que todos los infernales poderes: Y ló que mas
es , tendremos al Señor de los A n g eles, el qual so-
Jo puede mas que los infernales y celestiales po­
deres. Y por tanto bastarnos debe tanto favor pa­
ra despreciar al dem onio, dexando todo vano temor
y hacernos fuertes Leones contra eyl , en virtud de
C hristo, que fue manso Cordero en entregarse por
nosotros á muerte: y fue León en despojar los in­
fiernos , y venciendo y atando los demonios, y de­
fendiendo con su ■
brazo á sus amadas ovejas. Y si

á alguno le parece que he sido largo en esta ma­
teria j atribuyalo al deseo que tengo de que no seáis
vos
( i ) 4 . Reg, <f.
.1 8 4 ' QUE LA FE CATOLICA

vos uno de los muchos que he v is to , por miedos


-del demonio, dexar el servicio de Dios. Bien se que
hay otras guerras contra este enemigo mas crueles
que aquestas dichas. Y también se’ , que en el ex­
tremo de la tribulación , quando ya ni hay fuer­
za en quien padece, ni sabiduría en quien rige la
N ao j y quando el León y Oso infernal piensa te­
ner tragada la o v e ja , viene el esforzado y piadoso
D avid Jesu-Christo, y saca la oveja Ubre y salva
de la boca del L eón , despedazando á quien la lleva­
ba. Y soy testigo-de mayores 'tribulaciones que no
pudiera creer * sino las viera : y de la maravillosa
y piadosa providencia de D io s , que no desampara
en las tribulaciones á los que le buscan ( aunque
sea con flaquezas y faltas. Y aunque he visto ha­
ber muchos de los que temen á Dios gravemente
atribulados en estas peleas, ninguno he visto qu¿ ha­
ya parado en mal. Por tan to, quien en estos trances
se viere, como metido en el vientre de la Ballena,
llame desde alli á Jesu-Christo, y ayúdese de los
buenos consejos que su Confesor le dá y tengan e:jr
trambos buena esperanza en el buen Pastor, que dio
su vida por sus ovejas, que mortifica y vivifica,
mete en los Infiernos y saca ¡ porque ya que en un
tiempo envíe trabajos, en otro los q u ita , y con mu­
cha ganancia del atribulado·, ,
CA-
ES verdadera . i 8 $

■-•XX><>-í>0í*í*S><<--*<x>o<x>í<x;

CAPITULO XXXI.

¿UE LO P R IM E R O QUE DEBEM OS OIR E S ,


la verdad divina , mediante la F e y que es principia
de toda la vida, espiritual , y nos enseña cosas tan altast
que exceden toda humana ra&on.

T o d o lo que hasta aquí se os ha. d ich o , ha sídcí


daros á entender á quien no habéis de o ír, y daros
para ello los avisos que habéis leido. Resta deci­
ros á quien habéis de o ír, para que cumpláis la
primera palabra que el Profeta dice: O yey hija , y
sabed , que quien merece que le oygan , la verdad sola es*
Mas porque hay muchas verdades, que el oirías
ó conocerlas hace poco á nuesrro propósito, pues
aquí queremos hablar de la Fe Católica que tenemos
los Christianos, os digo que la habéis de oir y
aprender de lo que habla Dios en su D ivina Es*-
entura y en· su Iglesia Católica. Y esra Fe es el>
principio de la vida espiritual ; y por eso , como,
arriba diximos, con mucha razón somos primera-'
fílente amonestados por el P rofeta, de lo que pn-~
íiieramente nos conviene hacer i pues que dice San
to m . l K Aa Pa^
1 8 6 QUE LA FE CATOLICA

Pablo ( i ) , que la Fe nos entra por el oído. Esta Fe es


la primera reverencia con que el ánima adora á su
C ria d o r, sintiendo de el altísimamente, como de
Dios se debe sentir; porque aunque algunas cosas
de Dios se pueden por razón alcanzar, las quales
llama San Pablo (2 ) lo manifiesto de D ios. Mas ios
m sterios que la Fe cree, no puede la razón al­
canzar cómo sean. Y por eso se dice , que cree
la Fe lo qpe no v e , y adora con firmeza lo que
i Ja razón es escondido; lo qual se nos dá á en­
tender , en que los dos Serafines tenían cubierta la
fuz de aquel gran Señor que en el Tem plo vio
Isaías ( 3 ) . Y también quando M oysen se acercó
á tratar con el Señor en el m onte, dice la Escri­
tura { 4 ), que entró en la obscuridad ó niebla donde es·
taba el Señor. Cosa muy extraña parece de Dios po­
ner su morada en tinieblas, pues es lucidísima luz,
en el qual ningunas tinieblas h a y , como dice San
Juan ( 5 ) . Mas porque es luz tan lucida y tan so-
breluciente, que como dice San Pablo ( 6 ), mora en
una lu z que nadie puede llegar a ella , Dícese morar en
tinieblas, porque ningún ojo criado, de hombre ó
A n g e l, puede con su razón alcanzar sus misterios:
y por eso para el tal o jo , tinieblas se llama la
lu z :
(.1) Rom. 10. (2) Rom. i. (3) Jsai. 6. (4) Exod* 24. (g) Jom n, j .
(tí) 1. Timot, Í,J
ES VERDADERA. i S y

l u z : no porque sea lu z obscura, mas porque es


lu z que excede á todo entendimiento sobre toda
-manera, como quando se mueve una rueda veiocl·-
simamente, solemos decir que no sé menea» y ha­
blamos asi, porque nuestros ojos no pueden tener
cuenta con tan veloz movimiento, no por ser falto,
sino por ser m uy sobrado á los ojos humanos. Y
no solo reverencia á Dios nuestra F e , creyendo lo
que no alcanza razón; mas también nos predica ser
tan a lto , que aunque por su lumbre Dios sea vis­
to claramente en el C ie lo , ningún entendimiento
humano ni angélico puede ver tanto de el, quanto
hay que ver en el. Ninguna voluntad, ningún gusto,
aunque todos se junten á una, pueden amar , ni
gozar quanto h ay en e'l que amar y gozar. Solo
Dios es el que se comprehende i que los demas
despues que le v e n , aman, y gozan y alaban, con
todas las fuerzas de su corazon le reverencian, con
conocer, que en comparación de lo que e'l es, y de
lo que de el se puede d ecir, y del servicio que
se le debe, es muy poco todo lo que de el co­
nocen y por el hacen. Y a s i , cayendo en sus fa­
ces, le adoran con un profundo silencio; confesan*
d o, que el solo es su perfecta alabanza, ¿ la quai
ellos no pueden llegar, Y este silencio es honra muy
propia de D ios ,, porque es confesion , que se
Aa z le
I $ 3 QUE LA FE CATOLICA

le deben tales alabanzas , que son inefables á toda


criatura. Y de esta Ijonra dice David ( t ) : A ti con-
viene alabanza , ó D tosy en S'ton. D e manera, que aun­
que en el Cielo haya voz sin cesar de alabanza
D iv in a , diciendo: S a n to , S a n to , Santo , Señor Dios
de ¡as batallas , con otros admirables loores que allá le
dan: Mas también confiesan con el silencio, que es
el Señor mayor de lo que pueden entender ni de­
c i r , porque se subió sobre el Querubín, y voló so­
bre las alas de los vientos (2)5 porque nadie, por
mucha ciencia que ten ga, le puede comprehender:
y todos han de decir, los que le conocieren ó vieren,
lo que dixeron los hijos de Israel quando vieron
el pan que del Cielo venia, ¿ fá a n b u t (2 ) Que
quiere decir : ¿ Qué es esto ? Admirándose , como la
Heyna Sabá, de un infinito abismo de lumbre, del
q u a l, aunque ven en el Cielo mas que de e'l oye­
ron en la tierra, mas no pueden comprehender to­
do lo que en el hay. T al es el Dios que te­
nemos, y tal nos le predica la Fe , cantando lo
que dice DaVid( 3): E l Cíelo del Cielo es para el Señor,
Porque este secreto, de quien ei ,es, de la; manera
ya d ich a , para sí solo es, pues el solo se com«
frehende.
CA-
(1) Psal. ¿4, (2) Isai, 6. jPjo/, 17. (3) ZW. <jo,
£S V E R D A D E R A ., I 8 9

CAPITULO XXXII.

DE QUAN CONFORME ES A RAZON


creer las cosas de nuestra Fe, aunque ellas exceden
roda humana razón .

E s menester que esteis advertida , á que por


haber oído , que nuestra Fe cree cosas, que aun­
que no sean contra razón , no se pueden alcanzar
por razón : no por eso penseis , que el creerlas es
cosa contra razón ó sin razón. Porque asi como
está muy lexos de quien, cree, entender clai^imente
lo que cree; asi es cosa agena del creer chris-
tiano , haber liviandad en el creer: j pues que' tene­
mos para creer tales razones, que osaremos pare­
cer y dar razón de nuestra Fe delante de qual-
quier T rib u n al, por muy justo que sea, como San
Pedro nos amonesta ( i ) , que debemos estar los
Christianos aparejados á ello? L o qual entenderéis
fácilmente con aquesta semejanza que ¡os ponga.
Si oyesedes decir que un ciego de nacimiento hii-
bie«
I 9o QUE LA FE CATOLICA

biese cobrado la vista súbitamente, ó que un muerto


hubiese resucitado j claro es que vuestra razón no
podría alcanzar cómo esto se puede h acer, pues es
sobre toda naturaleza, y la razón no puede alean-,
zarlo sobrenatural. Mas tantos testigos y tan abo­
nados os podían afirmar que lo habían visto, que
no solo no fuese liviandad el creerlo, mas fuese in­
credulidad y dureza de corazon no creer. Porque
aunque la razón no alcanza cómo un ciego pueda
ver, ó un muerto tornar á vivir : á lo menos al­
canza , que es razón de creer á tales y tantos tes­
tigos j y si estos tales muriesen en confirmación de
esto que afirman , habría mas razón para lo creerj
y sí hiciesen ellos otros milagros tan grandes ó ma­
yores, w m o el otro que afirman en confirmación
de e l, ya gran culpa sería el no creer, aunque
fuese cosa m uy nueva y muy alta la que estos
4ecian haber acaecido. Pues asi entended, que no hay
cosa que la razón menos alcance, que claramente
entender lo que cree la Fe $ ni hay cosa tan con­
forme á razón como el creerlo, y es cosa de m uy
grande culpa el no creer. Cierto es, que por aque­
llos milagros verdaderos que hizo M oyses, el Pue­
blo de Israel creyó, que era mensagero de D io s, y
que hablaba con D ios, y recibió la L ey como cosa
dada por Dios. V también por unos pocos y falsos
ES VERDADERA» ' T 9 í'
milagros que- hizo Mahoma fue creído' de los Alar*
bes y gente bestial, que era mensagero de D ios, y co­
mo tal recibieron la ley bestial que les dió. Pues mi­
rad á los milagros hechos por Jesu-Chrísto nuestro Se­
ñ o r,, y por sus Apóstoles y por los otros Santos V a ro ­
nes que en confirmación de esta Fe se han hecho desde
entonces hasta el dia de h o y , y hallareis, que an­
tes podréis contar las arenas del mar que la mu­
chedumbre de ellos, y que incomparablemente ex­
ceden á todos los que en el mundo se han hecho
en calidad y en cantidad. 51 Tres solos muertos fue-*
« ron resucitados en todo el discurso de la L e y
« v ie ja , que duró dos mil años, ó casi. Y sí mi­
a ra is en la nueva, San Andrés solo resucitó de
«una vez á quarenta muertos.“ Para que asi se
cumpla lo q u e el Señor dixo ( 1 ) ; , , Quien en m i
« c re e , hará aun mayores obras que y o , y se vea
« su grande poder, pues no solo por sí mismo, mas
« p or los su yo s, en los quales él obra, puede ha-
« ce r todo lo que quisiere por maravilloso que
« sea.í( Heos contado lo que un solo Apóstol de
una vez h iz o , para que por aqui entendáis los in­
numerables milagros que por aqueste Apóstol y por
los otros Apóstoles y Santos en la Iglesia Chris-
tiá -

(1) JCtVItl. 14,


(1 9 * QÜE LA FE CATOLICA,'

tiana se han hecho. V aunque en el principio de


la Iglesia hubo tantos y tales milagros en confir·*
macion de la F e, que sobra la prueba 5 mas es
tanta la gana que el Señor tiene que todos se sal­
ven y vengan en conocimiento de esta verdad, y
que los que ya la conocen , se consuelen y mas
se confirmen en ella, que tiene su providencia cu i­
dado de renovar esta prueba, y ser testigo de esta
V e rd a d con nuevos milagros. Y así por maravilla
h ay edad en la qual a lg ú n Christiano no sea ca­
nonizado por Santo. L o qual no se hace sin sufi­
ciente prueba de vida perfecta, y de muchos mí-·
lagros : de los quales, si Alguno fuere curioso y
los quisiere buscar , no le faltará , aun en nuestros
tiempos , que ver entre nosotros y en las Indias;
Orientales y Occidentales con mas abundancia.
ES verdadera ;

CAPÍTULO XXXIII,/

DE QVAN FIRM ES, CONSTANTISIMOS


y abonados testigos b¿ tenido nuestra Fe , los quales
han puesto su vida por la verdad de ella *

1 P osible es que alguno ponga duda en los dichos


de nuestros testigos y que dicen ó escriben esta mu-<
chedumbre de milagros que ha habido en la Igle-r
sia Christiana. Porque como ellos aborrecen la Fe,
pareceles, que si estos testigos son verdaderos, no?
pueden dexar de confesar que tenemos mucha mas
razón para creer nuestra verd ad , que ellos su en*
gaño. Mas pregunto, ¿si á nuestros testigos no se
dá cre'dito, y por eso no quieren recibir nuestra
Fe t por que' la dan á los suyos y reciben su falsa
creencia i pues que es cierto y m anifiesto, si qui­
siesen tomar trabajo de lo mirar, que nuestros testi­
gos exceden á los suyos en todo genero y peso da
autoridad ? Varones ha habido en la Iglesia Chris^
tiana cuya vida ha sido tan buena manifiestamen-*
te , que dá testimonio estar ellos limpios de toda'
c o d icia , y de todo apetito de honra y de rodo
Tom. I. Bb quan-
I 94 QUE LA FE CATOLICA

quanto en el mundo se estima y florece, y llenos


de toda virtud y de verdad, aun hasta morir por
no las perder. ¿Que inte-ese puede pretenderen el
testimonio que dá el que ninguna cosa del mundo
pretende, y aun las que tiene las echa de sí? ¿Q ue
interese le puede mover á ser falso testigo á quien
dá su vida con tormentos gravísimos en confirma­
ción de su dicho ? Y aunque algunos suelen á po­
der de tormentos decir lo que el Juez les pide ,
aunque sea contra verdad: Mas s ilo s nuestros di­
jeran lo que el Juez les p ed ia, no solo no per­
derían hacienda ni v id a , mas aun quedaran en todo
mas prósperos, por lo mucho que los Jueces les
dieran, según se lo prometían. Mas despreciando todo
esto, morían por no perder la Fe ó la v irtu d , lo
qual quería el Juez que perdiesen : de manera, que
ninguna cosa temporal amaban, ni cosa temporal te­
mían per recia que fuese, y por eso ninguna ta­
cha se Jes puede poner en su dicho. Y si alguno
le pareciere que estas pruebas son suficientes para
tenerlos por buenos, y que á sabiendas á nadie
querían engañar: mas que por ventura se engaña­
ban ello s, y engañaban á otros sin lo entender.
Pícese á esto , que tal gente ha habido en la Igle-
íla que ha derramado la sangre por C h risto , tan
llena de sabiduría manifiestamente, que no se puede
con
ES VERDADERA. X9 %
con razón creer de ellos que se engañasen en cosa
tan pesada y tan afirmada, aun hasta perder la vida
por ella : porque lo mucho que en estas cosas se
interesa hace á los hombres mirar y remirar lo que
afirman. Que no se suele poner la vida en confir-«
macion de verdad, si de ella el tal hombre no esrá
m uy suficientemente certificado. Y cosa es notoria
haber habido y haber tal sabiduría en el Pueblo
C h ristian o , que exceden á las otras generaciones,
como Maestros m uy sabios á m uy rudos Discípu-i
los. Y haber sido, rio uno ni ciento, mas gran­
dísimo número de los tales, es m uy gran testimo-J
nio de la verdad de nuestra F e, en cuya confir­
mación perdieron la vida. Porque aunque leemos de
algunos haber muerto en confirmación de su error^
son sin comparación excedidos de los nuestros e*}
aumero, virtud y sabiduría^
QUE LA FE CATOLICA

t& <&<&*&*&*&

C AP I T UL O XXXIV.

QUE LA V ID A PERFECTA DE LO S Q U E H A N
creído nuestra Fe es grande testimonio de su v e rd a d ;
y de quanto han excedido en bondad los Christianos
á todas otras gentes ,

"'ü f pues hemos hecho mención de la bondad y


virtud que en Mártires Christianos ha habido, no
es razón que os dexe aqui de d ecir, quan gran
testimonio es de nuestra Fe la vida perfecta de los
que la creen. Pues que siendo Dios bueno y ha­
cedor de todo lo bueno: toda razón dice, que Dios
es amigo de buenos, pues que cada uno ama á su
semejable, y cada causa á su efecto. Y si, amigo,
hales de ayudar en sus necesidades , y la mayor
de todas es la salvación de sus ánimas ; y no se
pueden salvar sin conocimiento de Dios ; ' y no lo
pueden conocer, de manera que se salven, si el
no se les descubre: resta, pues ninguna cosa de
estas se puede n egar, que si conocimiento de Dios
hay en la tierra con que los hombres se salvan,
D ios lo dá á los Christianos, pues entre ellos ha
ha*
ES VERDADERA*.. 1 9 J
habido y hay la gente de mas alta vida y per­
fectas costumbres, que en ningún otro tiempo ó
generación ha habido. Los Filósofos parece que fue­
ron la flor de naturaleza y la heimosura de e lla ,
donde parece que ec^ó todas sus fuerzas en lo que
toca á bien vivir , conforme á razón. Mas dejando
de decir los feos males que San Gerónimo ( O cuenta
de los principales Filósofos '■
>y hablando de algunos
que tenían al parecer mas rastro de virtud que ios
o tro s, excedenles tanto los de la Iglesia Chrisria-
n a , que nuestras flacas mugeres y mozas son de
mayor virtu d , que los que allá eran estimados por
heroycos V a ro n e s; pues ninguno se puede igualar
á la fortaleza y alegría con que una Santa Cata-r
lina, Incs, L u c ía , A g u ed a , con otras muchas se­
mejables á ellas, se ofrecieron á gravísimos tor­
mentos· y muerte por amor de la verdad y virtud.
Y si en la fortaleza, que tan-a gen a parece de la
flaqueza m u geril, estas tanto exceden , asi en nú-
mero, como en la grandeza de los tormentos y ert
Ja alegria del padecer, á los Varones de ella; ¿quárv^
to mas será el exceso en humildad, caridad y otras
virtudes que no son . tan extrañas á ellas? Y aunque
pusimos á estas por exemplo , mas ya vos veis la
in-
: (i) S . Hieron. ■ í
I 9 8 QtíE t A PE CATOLICA

innumerable ,c opia de varones y mugeres que ert


toda manera de estado han servido al Señor con
vida perfecta en la Iglesia Christiana. Algunos de
los quales, siendo en el mundo muy a lto s, y en
toda riqueza y prosperidad humana abundantes, y
esperando heredar Señoríos y R e y n o s , y de presenté
poseyendo m ucho, han despreciádolo to d o ; y por
agradar mas á Dios , eligieron vida de c r u z , en
probreza y trabajos, y en obediencia de Dios y de
hombres. Y esto con tan gran testimonio de vir­
tud de dentro y de fuera, que ponían admiración
á quien los trataba. Gente ha habido en nuestra
Iglesia , que como dice San Pablo T lucen en el mun^
do como las lumbreras del C ielo : y comparados
á lo restante del mundo, les hacen ventaja sin com­
paración, L o qual no podrá negar , por muy por-<
fiado que sea, quien mirare la vida de un San Pa­
b lo , y de los otros Apóstoles y Apostólicos V a ­
rones que en la Iglesia ha habido. Y pues tanta
bondad se ha hallado en aqueste Pueblo Christiano,
como por las obras parece, ¿que hay que dudar
sino que hemos de decir que no hay conocimiento
de Dios en la tierra, ó que estos lo tienen, como
gente mas amada de D ios, y que mejor se apro­
vecha del conocimiento , empleándolo en mejor agra­
dar á quien se lo dio í Y en ninguna manera se debe
de-
ES VERDADERA. I 99
decir , que la tierra este sin este conocimiento de
D io s , necesario para salvarse. Porque sería decir,
que las principales criaturas que debaxo del C ielo
D ios crió, y por cuyo amor crió todas las cosas,
se perdian todas , por no darles Dios medio con
que se salven. Y no es Dios tal que cierra la puerta
de la salvación, ni es cosa conforme á las entrañas
de su bondad y misericordia estar sin amigos á
quien haga grandes mercedes, y en el C ielo ma­
yores. Esta prueba de nuestra Pe, de la buena v i­
da de los Christianos, era muy estimada y enco­
mendada por los Santos Apóstoles en principio de
la Iglesia C atólica. Entre los quales dice San Pe­
dro ( i ) : Las mugeres sean sujetas a sus maridos , para
que si algunos no creen á la palabra de D io s, sean
ganados sin palabra de Dios por la buena con­
versación de sus m ugeres, mirando vuestra santa
conversación en temor de Dios. D e donde parece la
fuerza de la buena v id a , pues era poderosa á con­
vertir infieles, que por predicación Apostólica, que
con grande eficacia iria hecha, y aun con milagros no
se podían ganar. San Pablo d ic e : Que para ir de
una tierra a otra no habla menester que aquellos &
%uien babi& predicado le diesen cartas favorables para
acre-
( i) i . Petr. 3,
20 0 QUE LA FB C A T Ó L IC A

acreditarlo con aquellos á quien iba 4 predicar. Y dice


á los Corintios ( i ) : Vosotros sois mi carta t que es­
conocida y leída de todos. Y dice esto, porque las bue­
nas costumbres que teñían , por medio de la predi­
cación y trabajos, eran suficiente carta que decía"
raba quien era San P a b lo , y quan provechosa su-
presencia. Y dice, que esta carta la saben y leen
todos: porque qualquier gente, por bárbara que
s e a , aunque no entiende el lenguage de la palabra,
entiende el lenguage del buen exemplo y virtud que
ve puesto por obra , y de allí vienen á estimar
én mucho al que tales discípulos tiene. Y por eso
dice el mismo Apóstol en otra parte: Que los sier­
vos Christianos sirvan con tari buena Fe a sus Señores, que
hermoseen en todas las cosas la doctrina de Dios nuestro
Salvador. Quiere decir: Que su vida sea t i l , que dé
testimonio , que la Fe y Doctrina Chr/stiana sea tenida
por verdadera. Y quanto va en aqueste p u n to, el
Señor, que todo lo sabe , nos lo enseñó m uy bien,
quando orando á su Eterno Padre dixo estas pala­
b ras, rogando por los Christianos, Ruego que to­
dos sean una cosa , como tu Padre en mi y é yo en tí t
para que ellos sean una cosa en nosotros, para que crea el
mundo que tá me enviaste. Cierto granver-dad dice el
que
( i) 4 . Corintb, j .
ES VERDADERA, 201
que es suma verdad, que si los Christianos fué­
semos perfectos guardadores de la ley que tene­
mos, cuyo principal mandamiento es el de la C a­
ridad , sería tanta la admiración que en el mun­
do causaría á los que nos viesen iguales á. ellos
en naturaleza, y m uy mayores que ellos en la .vir-.
tu d , que como en gente flaca á fu erte, y baxa á
alta , se nos rendirían , y creerían que moraba Dios
en nosotros, pues nos veian poder lo que las fuer­
zas de ellos no alcanzaban, y darían gloria á Dios
que tales criados tenia. Y entonces se cumpliría
que eramos carta de Jesu -C hristo, en la qual to ­
dos leían sus lecciones, y que ataviábamos la doc­
trina , y que eramos buen olor suyo , pues por nues­
tra vida decían bien’ de e'l. Mas tú , S eñ o r, sabesj,
que aunque haya habido en tu Iglesia muy mu-,
chos , siempre hay algunos, cuya vida resplandez­
ca como una gran lu z, á la qual podían atinar sí
quisiesen los Infieles para conocer la verdad, y safc*
varse. Mas también sabes, S eñ o r, quan muchos
hay en tu Iglesia, que comprehende á buenos y á
malos C hristianos, que no solo no son medio pa­
ra que los Infieles te conozcan -y te hon ren, mas
para que se enagenen de t í , y se cieguen mas. Y
en lugar de la honra, que en oyendo el nombre
Chnstiano te habían de d a r, te blasfemen muy
re-
.30 2 QÜE LA FE CATOUCA

reciam ente, pareciendoles con su engañado juicio,


que no puede ser verdadero Dios ni Señor, quien
tiene criados que tan mal viven. Mas dia tienes tú,
Señor, guardado para te quejar de esta ofensa, y
d ecir: M i nombre es blasfemado por vuestra causa
entre los Infleles : y para castigar con recio casti­
go á quien habiendo de coger contigo lo derrama­
do , derrama el lo cogido , ó es impedimento para
no cogerse. Y entonces darás á todos á entender
claramente, que tú eres bueno, aunque tus criados
sean malos. Porque los males que ellos hacen á tí
desplacen, y tú los vedas por tus Mandamientos,
y reciamente castigas.

CAPITULO XXXV.

¿ V E LA P R O P I A C O N C I E N C I A
del que quiere seguir la v i r t u d , le da testimonio
de ser nuestra Te verdadera i y como el amor de la mala
vid a es impedimento para la recibir , y grande
. parte para la perder .

Q ^ u an to los testigos son mas cercanos, y mas co­


nocidos, tanto suele ser mas crecido su testimo­
nio,
ES VERDADERA. 3 0·$

n io , si ellos tríen verdad. Y poí e s to , ya que se


os ha dicho de algunos medios que son testigos
de nuestra verdad 7 oid agora de otros, no de paso,
sino de presente , y tan cercanos de-vos, que esten
en vuestro mismo corazón , si los queréis recibir; y
que tengáis particular conocimiento de e llo s, pues
lo teneis de lo que pasa en vuestro corazon. L o
qual va fundado én la palabra que el Señor dixo (1);
S i alguno quisiere hacer la voluntad de mi P a d re, aquel
ta l conocerá de m i D octrin a , si es de Dios. Bendito
seas, Señor, que tan fiado estás de la justicia de
esta tu causa, que es la verdad de tu Doctrina,
que dexas la sentencia de ella en manos de quien
quiera que s e a , amigo ó enem igo, con sola esta
condicion, que el que quisiere ser de ella juez,
quiera hacer la voluntad de D io s , que e s , que el
hombre sea virtuoso, y se salve, Cierto es asi, que
si un hombre , que quisiese de verdad ser bueno
para con Dios y para consigo, y para con los
próximos ; y quisiese buscar la mejor doctrina que
hubiese para lo s e r; si á este tal le pusiesen de­
lante todas las Leyes y Doctrinas que en el mun­
do h a y , verdaderas y falsas, á ninguna de las qua-¡
Ies estuviese aficionado ó apasionado, sino mira­
se
(1) Joann. 7.

C e z'
;2 0 4 QUE LA. FE CATOLICA

se á la sola verdad, este ta l, dexadas todas otras,


echarla mano del Evangelio y Doctrina Christia-
iia , si la entendiese , como de cosa que le puede
encaminar, á lo que desea mejor que otra ninguna,
y . como fuere obrando la virtud que desea, irá
jexperimentando la eficacia de esta doctrina, y quan
apropósito es de lo que el ánima cumple ; quan
medida viene para remediar sus necesidades, y en
quán breve tiempo, y con que claridad le ayuda
á ser virtuoso. De arte, que viniendo este hom­
bre por la mifma experiencia de la virtud de esta
doctrina, confesará;,-cpmo dice el Señor, que es
doctrina venida de Dios. Y- dirá lo que dixeron
uros que oyeron predicar á Jcsu-Chrisro nuestro
£eñór ( i ): Nunca tan bien ha hablado hombre en el
mundo. Y si los .que no conocen á Christo por Fe,
oyesen aquella admifiibje y caritatiya ,v o z , que el
mismo Señor díxo con gragde clamor·;(2): Sí alguno
ha sed y vengA á mi y beba : y si quisiesen venir á
probr.r la hartura y : experiencia de aquesta doc­
trin a, con deseos de ser virtu osos, cierto no que­
darían en su ceguedad e infidelidad. Mas como son
amigos de mundo r y , no de verdadeta y perfecta
v ir tu d ,.n i buscan con cuidado, la certidumbre de
la
(1) Jom n y. (1) fyoann. 7 .
ES VERDADERA. 20 J

la verdad y conocimiento de D io s , quedanse sin


oírla y sin recibirla. Y aunque la oyesen , no Ja
recibirían algunos, por ser contraria á las cosas
que ellos desean. Que por esto dixo el Señor á
los Fariseos las palabras que ya otra vez hemos
dicho ( i ) : ' ¿Cómo podéis vosotros creer , pues que
buscáis honra unos de otros , y no buscáis la honra que
de solo Dios viene ? Y no sin gran peso dixo San Pa­
blo (2 ), que algunos hablan perdido la F e , siguiendo
la avaricia i no porque se pierda luego la Fe, pe­
cando un hombre en qualquíer pecado que sea,
si no fuere heregía , mas porque un corazón aficio­
nado á cosas del mundo, y desaficionado de la vir­
tud , como halle en la Doctrina Christiana verda­
des contrarias á los malos deseos de su carazon, y
que condena con tan graves penas lo que el desei
hacer, busca poco á poco otras doctrinas que no
le den mal sabor , ni le ladren contra les malos
deseos y obras. Y asi el corazon mal aficionado
suele ser causa para cegar el entendimiento, y aca­
bar con el á que dc,v;c esta Fe que ladra contra la
maldad , y siga y crea otras doctrinas , con que el
este descansado , y con que viva como desea, Y pues
la voluntad mala es medio para que quien tiene la

(1) ,Joamu (a).i. Tm, 6 .


a o 5 o i 'E la re catguca .

F e , algunas veces la pierda : también lo será para


no la recibir el que no la tiene» Porque los unos
y los otros tienen fastidio de la perfecta virtud,
sin alegar otra causa, sino porque es desabrida ó
m uy buena. Y asi también tiene fastidio de la ver­
dad de la Fe, por ser tan contraria á la maldad
que ellos aman,

CAPITULO XXXVI.

QUE LA A D M I R A B L E MUD ANZA


de los corazones de los pecadores T y favores grandes
que el Señor hace á los que siguiéndolo con perfecta
virtu d h llaman en sus necesidades t es grande
testimonio de la, verdad de nuestra Fe*

Q ^ u a n mejor librados son los que con deseo de


servirá D io s , han elegido aquesta verdad, aunque
todos los que le sirven gocen ( si atentos quisie­
ren estar) de muchos testimonios que la Fe tie­
ne en su corazon. Mas principalmente gozan de
aquesto, los que le sirven con aprovechada vir­
tud , muchos de los quales se vie'ron primero en
estado muy miserable; hechos esclavos de la mal­
dad,
ES VERDADERA. 2 0 7

ciad, y tan aficionados á ella, que parecía estar su


corazon transformado en ella: y con tanta determi­
nación á o b ra r, que por lanzas, como d icen, se
metieran por cometerla. Mas estos miserables cau­
tivos y tan flacos para se libertar de un tirano ran
fuerte, unas veces por oir un Sermón , otras por se
confesar, otras por sola la inspiración de D io s , y
otras por otros medios que en la Iglesia C atólica
h a y , sintieron dentro de sí una poderosísima ma­
n o, que cautivando á quien los tenia cautivos, sacó
á ellos del cautiverio de la maldad en que estaban,
y les mudó el corazon tan verdaderamente muda­
do , que muchas veces , en menos tiempo que un
m es, y que en una semana, se han visto mas abor-
recedores de la m aldad, que eran primero amado­
res de e lla , diciendo de corazon ( i ) : Aborrecldohe
la m a lda d, y abominadolabe, y he amado á tu Leyj
y tan de verdad, que están determinados de no
cometer un pecado por vida ni m uerte, ni tierra
ni c íe lo , ni por cosa criad a, como dice San Pa-r
blo (2). ¿ Quién hizo aquesta tan maravillosa y tan
buena mudanza en tan breve tiempo ? I Quién sacó agua
de pena tan dura? ¿ Quién resucitó á muerto tan mise-
rabie > dándole vida tan excelente ? N o otro, cierto , tU
no
(\) Psahn. 1 1 B . (a) Rom, 8.
20 § QUE tA TE CA TOtIC A

no la mano de Dios creído y amado, como en la Tgksra


Cbristiana se cree y se ama : y por medios qiie la D oc­
trina Christiana tiene y ensena. Y si este trato así
comenzado pasa adelante, como en muchos pasa,
que dexadas todas las cosas se emplearon en va­
car á su D io s , que les quebrantó sus cadenas , y
comenzaron á caminar por el desierto de la vida
espiritual ( i ) , y estrecho camino que lleva á la
vida , aunque muchas veces se vieron en grandes
aprietos y en tempestades tan bravas , que como
dice David ( 2 ] , hacen perder el tin o , y tragan la
sabiduría de los que navegan. Mas llamando á su
Jesú s, que es guia de su camino: y otras veces
con recibir el socorro de los Sacram entos: y
otras veces con oír ó leer palabras de D io s, ó con
otros medios que en la Iglesia h a y , se hallaron
tan maravillosamente favorecidos en la tribulación,
que viendo la bonanza del mar de su corazon tan
súbita, dicen lo que los Apóstoles ( 3 ) : ¿Quién,
es aqueste á quien los vientos y mar obedecen ? Verda­
deramente es el Santo Hijo de Dios. San Bernardo
cuenta lo que el muchas veces habia probado (4),
que Jesús invocado en verdad, es remedio y me­
dicina contra todas las enfermedades del ánima. Y lo
que
(1) M a ttb. 7 . {2) Psahn. i o i í . (3) M u í 6. (4} Ber/t,
ES VERDADERA. 209
que este Santo dixo, experimentó y probó, acaeció
á otros muchos primeros y postreros que e l , entre
los quales San Gerónimo es un testigo digno de
toda fe ( i ) , el qual (com o arriba dixim os) cuenta
de s í , que viendose en tribulación de su carn e, sin
hallar remedio en cosa hecha, ni saber y a mas que
hacer , lo halló en echarse á los pies de Jesu-Chris-
to , llamándole con devota oracion: .y recibió tal
bonanza de la tempestad, que le parecía estar en­
tre Coros de Angeles. Porque este favor que Dios
suele d a r, no solo es cesar la tribulación que el
hombre tenía, lo qual suele algunas veces acaecer
por divertir el pensamiento á otra parte , 6 por
otras causas semejantes á e sta , mas es un favor que
Dios dá, con que les pone disposición del todo
contraría á lo que primero sentían. L a qual mu­
danza y perfecta liberación , y tan súbita, está en
manos del hombre , según lo entenderá quien lo
quisiere probar. De fuera v ie n e , de Dios viene,
y por medios christianos viene , y experiencia es
de lo que San Pablo dixo ( 2 ) : Que Jesu-C hristo
Crucificado , para los llamados de D i o s , es fo rta leza
de D io s , y sabiduría de Dios i porque llamándolo en
el dia de la tribulación dá luz y fortaleza, para
que
(1) Hieran. (2) 1. Corintb,
Tvtn. í . Dd
2 10 QUE LA FE CATOLICA

que vencidos los impedimentos puedan los ta ­


les proseguir su camino , cantando en el , co­
mo dice David ( O * Grande es la> gloria del Señor,
Y sintiendo en sí mismo lo que dice el mismo P ro­
feta ( 2 ) : En qualquUr dia que yo te lla m a re , he
canacido que tú eres mi D ios. Porque el remediarlos
prestó y poderosamente, les es un gran testimonio
y motivo que Dios es verdadero D io s, y que tie ­
ne de ellos cuidado, Y no contamos las celestiales
visiones y revelaciones, que aquellas por milagros
se pueden co n tar, sino cosas mas com unes, y de
las quales hay mas testimonio.

( i ) Psalm. 137. (a) Psalfu.


ES VER D ADERA . 2 I I

CAPITULO XXXV II.

DE LOS MUCHOS T GRANDES BIENES


que Dios obra en el hombre que sigue la perfecta
v ir t u d } lo qual es grande prueba ser verdad nuestra
Fe y pues ella nos enseño los medios para alcanzar
aquellos bienes.

N o solo gozan los que este camino de la per­


fecta virtud siguen con diligencia de ser librados
por Chrísto en los peligros que se les ofrecen , mas
también de alcanzar y poseer tales bienes en su
ánima, que se les diga con mucha verdad : E l Rey -
no de Dios dentro de vosotros está ( i ) i el qual, co­
mo dice San Pablo ( 2 ) , consiste en tener dentro de
sí justicia y p a z , y gozo en el Espíritu Santo. Y así
están estos tales tan aficionados y amadores de Jo
justo y b u en o, que si las leyes de la virtud se
perdiesen d élo s lib ros, las hallarían escritas en los
corazones de e llo s, no porque la sepan de memo­
ria , mas porque el amor determinado de su c o -
ra-
(1) Luc. 17. (a) Reman. 14,
Dd z
2 12 QUE LA FE CATOLICA
razón es aquello mismo que la ley dice de fuera,
por estar ya su voluntad tan transformada en el
amor del bien, y obrarlo con tanta presteza y d e-
ley te; y seguir lo que su corazon quiere, es se­
guir la virtud y huir de los v ic io s , hechos una
viva ley y medida de las obras humanas, según
atinaba Aristóteles. Y de aqui les nace una paz
y un goza tan cum plido, quanta nadie puede enten­
d e r , sino quien lo prueba, pues que dice Esaías ( i ) ,
que la p a z de estos tales es como r io , y como golfos de
M ar : Y San Pablo dice ( 2 ) , que esta p a z de Dios
sobrepuja d todo sentido . Y San Pedro dice : Que esta
alegría no se puede contar. Maná escondido e s , que
se dá á quien varonilmente se vence, y no lo sabe
sino quien lo recibe. ¿ Pues de dónde diremos que
viene esta tan acabada virtud y descanso que es. arra
y principio de la eterna felicidad ( 3 ) ? N o cierto
de parte del dem onio, porque aunque algunas ve­
ces (según hemos d ich o ) el demonio ha aconsejado
á algunas personas hacer algún particular bien, pa­
la con aquellos consejos acreditarse para después
e n g añ ar: mas hacer un hombre perfectamente bue­
no y cumplidor de la ley n a tu ra l, la qual no pue­
de negarse ser buen a, pues D ios es A u to r de; n a-
tU "!

(1 ) Esai. 4 S ; (a) Philip. 4 . (1 ) Jacob. 1 .


ES VERDADERA» 2 1 3

tu raleza, esta tal obra, ni la hace el demonio ni


la puede h a cer, pues no .puede :dar la.bondad que
no se tie n e : ni tampoco es obra de solo el hombre,
pues tiene virtud, quanto mas perfecta virrud, con
que á Dios sírva perfectamente, dádiva es del Pa­
dre de las Lum bres, del qual desciende todo per­
fecto d o n : y el mismo hombre experimenta una
y muchas veces, verse librado de males de que
no podia salir, y favorecido en bienes que el no
podía alcanzar. Y pues esta perfecta virtud ní; es
del demonio ni del espíritu hum ano, resta que sea
infundida de D io s, invocado y servido, como la
Fe de la Iglesia lo enseña: y que por ios medios
de la Fe experimenta el hombre venirle- aquesta
virtu d , en testimonio que es verdadera, porque dé
la mentira no pudieran venir conocimientos tan
provechosos para la perfecta v irtu d , y para invo­
car a Dios que les favoreciese. De esta prueba us&
,San Pablo hablando con los C a la ta s, diciendo : So*-
lamente quiero que me digáis , l el Espíritu Santo que
recibisteis, fu e por medio de las obras de la le y , o por
medio de la F e l Como si dixese , pues predican-'
doos y o la F e , y no la v ie ja , creyendo vosotros,
y disponiéndoos á e llo , con la voluntad recibis­
teis al Espíritu S an to, ¿por que' agora os tornáis
¿ la vieja l e y , pues habéis experimentado t que sin
ella^
2 1 4 QUE LA FE CATOLI CA

e lla , y por ¡medio, de la Fe y de la Penitencia,


recibiendo el Bauitisífroíqalcanzasteis jsl■.■Espíritu San­
t o , y su gracia y mercedes ? Y asi á nuestro pro*
pósito, la perfecta, virtud que se alcanza por usar
bien de la Fe y de los otros medios que ella nos
ensena , es testimonio ’que . elLa- es verdadera,, pues
para tan buena cosa fue m edio, y nos enseñó me­
dios. Y asi estos tales tan ricos con los bienes
que de Jesu-Chrísto les . vienen , están tari arrima­
dos«:^ :el .y tan ricos, con e'l que cierto no tie­
nen gana de esperar al Mesías que los Judíos es­
peran, ni gozar del paraíso que Mahoma prome­
te : porque como desprecian Los deley tes bestiales
de carne que Mahoma en su paraíso promete , y
Jos otros' bienes perecederos de tierra que los Ju­
díos con su Mesías esperan , partirán mano de
buena gana de lo uno y de lo otro , aunque les
rueguen con ello, Y acuerdanse que estaba profe­
tizado. ( i ) , que en el tiempo del Mesías habían
de conocer que el Señor era D ios, qaando que­
brantase las cadenas del yugo de los hombres , y
que ‘había de dar Dios corazon nuevo, y había
,de escribir ,su L e y en las. entrañas de los que la
recibiesen, Y como tienen conjeturas m uy grandes
que
( i ) Ezeób. 34. '3<5. y-erem. 3 1 , · 1 ;
ES VERDADERA. 2 1-5

que ellos tienen parte en aquestos bienes 7 esíes tes­


timonio que Christo es venido : Y asi por estos y
otros efectos, que no - se pueden contar , que t i e ­
nen dentro de s í , y están llenos de gozo y de paz,
y asegurados con Jesu Christo ( i ) , que si les di-
xeren que está otro Christo en el Desierto ó en
los humbrales de. casa , ni á lejos ni á cerca no le
irían á buscar; porque ccmo el verdadero no sea
mas de uno, y en el que ellos creen hallan las
condiciones de verdadero, con la" misma Fe que
aceptan á u n o , reptueban los otros. .Y no os digo
esto para que penseis que. los Chrisíianos creen por
estos motivos experiencias·que sienten dentro de sí,
que no creen sino por la Fe que Dios Ies infun­
de , como despues se dirá. Mas heos dicho esto pa­
j a que entendáis'los muchos motivos que tenemos
para creer, porque; de esta, materia ¡'hablamos ; y
uno de ellos es estas experiencias que los perfectos,
en su ánima sienten; las quales .t pues son de cosa
que pasa en el co razon ; no las habéis de buscar
en los libros ni vidas agenas, mas en vuestra pro­
pia conciencia , esforzándoos -á la perfecta virtud,
para que, según os dixc al principio , tengáis .testi­
gos ¡cetcancí a vos, . y conocidos de vos por estar
' , ‘HJ ·?,·· i,, ; ,if . ,:t¡ . , . ■
_ . jTd. ■!dei>
‘ : r ; * 'il> :: (i) -Mtóth* 24. ■ "í* . r ■
I I 6 QUE LA FE CATOLICA

dentro de vos ? y cumpláis lo que la Escritura dice:


Bebe el agua de tu cisterna. Y vereis tales mara­
villas dentro de vo s, que se os quite la gana de
buscar otras fuera de vos.

CAPI TULO XXXVI I I .

QUE SI SE P O N D E R A LA V IR T U D
y grandeza de J a obra del creer , bailaremos grande
testimonio que testifique ser mueba r a zó n , que el en­
tendimiento del hombre, sirva a Dios
. . con recibir su F e .

C ^ u ie n tuviese: luz para co n o cer, y peso para


pesar la misma obra de este creer, no tendría ne­
cesidad de buscar otros testigos para la recibir; mas
en ella misma hallaría hermosura para la amar y.
íazon para la recibir.- Porque ¿/quien hay que no
entienda -que es cosa m uy justa que la criatura
sirva á su Criador con , todas sus fuerzas y con
todas sus cosas ? Y también todos saben , que aun­
que cotí todas .le debemos este servicio, mas: prin­
cipalmente j pues que Dios es espíritu, el princi­
pal servicio que le hemos de hacer e s , con nues­
tro
ES V ER D AD ERA . 2 I 7
tro espíritu , por la semejanza que tiene con D ios..
.Y pues en nuestro espíritu hay razón y voluntad,
y no se puede negar, que el hombre debe servi­
cio á Dios con la voluntadj tampoco se puede ne*
gar el servicio del entendimiento, pues que no es
razón qqe el hombre sirva á Dios con las cosas
menores que tiene en sí m ism o, y no le sirva con
lo principal que hay en e l , que es su entendimien·^
to y voluntad. N i es razón, que pues el servicio
que la voluntad hace á Dios es obedecerle, se que-*
de el entendimiento sin obedecer á Dios, Y asi como
la obediencia de la voluntad consiste en negarse á sí
mismo por hacer la voluntad de D io s , asi el servicio
que el entendimiento le ha de hacer, es negarse á si
mismo por creer al parecer de Dios ; porque si el
servicio del entendimiento fuese pensar algo ó con­
sentir algo de lo que él mismo alcanza por su ra­
zón j ó no tendría este nombre de servicio, ó es set*
vicio muy baxo , pues no hay obediencia en él* Y
si la hubiese sería de la volun tad, á la qual man-<
daba D io s , que mandase á su entendimiento pensar
en esto ó en aquello. Mas para que el servicio y obe->
diencía del entendimiento sea suyo propio de é l, con­
viene que consienta en cqsa que él por sí mismo no
entendía: y entonces verdaderamente se abaxa y se
n ieg a , y obedece y cautiva y hace reverencia al
To™. /. Ee su-
2I 8 QÜE LA FE CATOLICA

sumo Dios, y cúm plelo que dice San P a b lo ( i) ; Q ut


hemos de cautivar el entendimiento en servicio de la Fe.
L o quai en otra parte llama obediencia de Fe. Y
pues la bondad de Dios pide que le demos amor: y
su liberalidad pide que esperemos mas de é l , tam­
bién pide su verdad que lo cream os, pues no hay
menor razón en lo uno que en lo otro. Y asi como
la obediencia que damos á D io sen el am or, pre­
supone que neguemos el nuestro í y el arrimo que
ponemos en él ha de ser desarrimándonos de noso­
tros: asi la obediencia que le hemos de dar á su
verdad, es, quitando nuestro parecer, creer el suyo
con mayor firmeza, que si nosotros lo entendiéra­
mos ; porque 4e otra manera , qué habría que agra­
decer á uno que cree lo que otro dice , no porque
el otro lo dice, sino porque él mismo lo entiende.
Mas creyendo sin entender, hace obra lo ab le, y
que trae consigo dificultad, como quien fia sin pren­
das, y anda sin b ácu lo, y ama por Dios á su mal­
hechor. Y pur eso, si por Dios se hace, será ver­
dadera virtu d , digna que á Dios se ofrezca, y que
sea galardonada por él, Y pues la voluntad del hom­
bre es dedicada á Dios y santificada, negándose á
s í , no se debe quedar el entendimiento como pro-
fa -

- - (l) l. Corint. 1Q, ' *


ES VERDADERA. 2 1 9

fa n o , con creerse á sí m ism o, sin obediencia de


D ios, pues ha de ser en el Cielo bienaventurado,
con verle allá claramente. Porque como dice San
Agustín ( i ) , el galardón de la Fe es v e r , por lo q u al
ninguna razón consiente que el entendimiento dexe
de servir en la tierra, y su propio servicio es creer.

C A P I T U L O XXXIX.

EN QUE SE RESPOND E A LA O B JE C IO N -
que pueden poner contra nuestra Fe , diciendo , que enseña
Dios cosas muy altas.

P
*“■odrá alguno d ecir, movido por estas razones ó
por otras, que es cosa justa que crea el hombre
lo que no entiende, porque Dios lo dice. Mas que
pudiéndose esto cumplir con creer otras cosas, no
hay por que se crean las que los Christianos cree­
mos. Mas decidme, ó hombres ciegos, ¿que tacha
hallais en lo que los Christianos creemos ? Y si no
sabéis decir lo que sentís, y o os lo dire. Parecen
os tan altas las cosas altas que del alteza de Dios
ere-
(i) jíu g m t.

He 2
.2 2 0 QtiE LA FE CÁTOLfCA

creemos, que por altas no las creeis. Y parecen os


tan baxas las cosas baxas que de la humildad de Dios
creemos, que por eso no las tenéis- por dignas de
D io s , ni las creeis. Porque decidme, en el Miste­
rio altísimo de la Santísima T rinidad, ¿que otra
cosa os ofende sino ser tan incomprehensible, que
reverberados vuestros ojos Intelectuales con el abis­
mo de aquella infinita luz y alteza de tal M iste­
rio , cerráis los ojos, y con d e c ir, como puede
ser esto ? ¿dexais de creer, siendo cosa conforme á
toda razón , que sintamos del Altísim o altisimamen-
re, y que le atribuyamos el mas alto ser , y mejor
ser que nuestro entendimiento pudiera alcanzar ? Y
quando hubíereráos alcanzado de e'l cosas muy altas,
hemos de creer, que aun hay en el cosas mayo­
res , y que del todo exceden á nuestro entender.
Esto es honrar á D io s , y tenerle por D ios, y ,por
grande : porque si nuestro entendimiento pudiera
entendeí- toda el altera de D io s , fuera chico Dios,
y por eso no fuera D ios, pues no lo puede ser sin o
fuera infinito: y lo infinito incomprehensible es de
la cosa finita. Y pues es mejor que en Dios haya
comunicación sum a, pues á la suma Bondad con­
viene suma comunicación: y si esra ha de haber,
ha *de ser comunicando su misma y toral esencia,
y asi habrá en Dios surria fecundidad, como á Dios
con-
ÉS VERDADERA. 22 1

conviene , y no esterilidad , que es cosa muy agena


de e l, según dice por Isaías ( i ) : Toque doy fu erza
a los otros para engendrar , ¿por ventura quedaréme es­
téril* Y aunque con criar Angeles y hombres y el
universo se comunica Dios haciendo mercedes; mas
ni esta es fecundidad ni comunicación de bien in­
finito , porque no les dá el su esencia, sino dales
el ser y virtud que ellos tienen. N i dexara Dios
de ser Dios solitario, por muchas criaturas que le
acompañaran, pues de ellas á el hay distancia in­
finita. A si como tampoco dexára de ser Adán soli­
tario , por muchas bestias y otras criaturas que
en el mundo había , aunque las tuviera muy cer­
canas á sí. Y porque el hombre no estuviese so­
l o , le dio Dios compañera, que tuviese semejanza
c igualdad con el. Y asi no es Dios solitario, pues
en la unidad de la esencia hay tres Personas D ivi­
nas. N i es esteril ni avariento, pues hay comunica­
ción de deidad infinita: y perqué vosotros no en­
tendáis cómo es aquesto, no debéis dexar de creer­
lo , pues que por ser tan alto, tiene rastro y olor
de ser cosa de Dios. Y por set mejor ser esto 2si,
que no no ser asi, por eso es cosa que conviene
que la tenga D io s, y asi lo creamos nosotros, pues
de
( i) Is e i. 66.
2 2 2 QUE LA FE CATOLICA

de Dios debemos sentir conforme á D ios, que es


quanto mas alto pudiéremos,

CAPITULO XL.

EN QUE SE RESPO N D E A LOS Q U E P O N E N


por ohjecwn para no recibir nuestra. F e , que enseña,
de Dios cosas muy humildes o baxas \ y como en estas
cosas humildes } que de Dios ensefáa,
está altísima g loria .

1N) í tampoco hay razón para tropezar en la hu­


mildad que tomó el altísimo Dios abajándose á ser
hombre, y vivir en pobreza y morir en C ru z; por­
que estas ob ras, no sdlo no son indignas de Dios,
njas son mucho dignas, si son entendidas. Porque
si el abaxarse fuera á mas no p od er, ó si por aba-
xarse perdiera su alteza , que primero tenia, ó sí
le moviera algún propio interés, hubiera alguna
sospecha de la tal obra. Mas ni dexó de ser quien
era, por tomar lo que no era; ni vino forzado del
cielo á la tierra, ni le movió propio provecho,
pues no puede Dios crecer en riquezas; mas movióle
su sola bondad y amor de los hombres, y querer­
los
ES VERDADERA. 2 2 3

los remediar por el modo que mas glorioso fuese


á el, y mas provechoso para nosotros. Y tal es el
niodo que tomó hacícndose hombre y muriendo en
la C ruz ; porque no hay mayor señal de amor que
morir un hombre por sus amigos: Y aun el Señor
murió por sus enemigos , por hacerlos am igos; el
qual amor tan excelente no nació de que ellos ló
mereciesen , mas de su excelente bondad. Y asi su
baxeza y muerte no arguyen en el falta de poder
ó saber j pues por ser Omnipotente y todo Sabio
nos pudiera remediar por otros muchos modos sin
este , mas arguye en el grandísimo exceso de bon­
dad y dé amor. Y tanto mayor , quanto D io s , que
am a.y padece, es m ayor; y lo que padece, mas
grave y penoso: y aquellos por quien padece, mas
indignos y baxos. Y pues en am ar, y á ta les, s¿
manifiesta su excelente bondad, alteza grande se
debe decir esta o b ra, pues en lo espiritual todo es
uno, bueno y a lto 5 y mientras mas b u en o , mas
alto y mas grande. Y pues que la mayor honra
que podemos dar á uno es tenerle por bueno, mas
que por fuerte ó por sabio, pues ninguno hay que
honra desee, que asi no la quiera: claro e s , que
pues estas obras manifiestan su bondad y amor mas
■que todas las otras, estas le dán mas honra y
m ejor'que todas las otras. Y si parecía á los ig-
224 QUE FE CATOLICA

norantes, que el abaxarse Dios quitaba honra á su


alteza, debe parecer á los sabios, que se le acre­
cienta la honra de su bondad, y per consiguiente
de su alteza y grandeza: y asi ni la pierde de
uno ni otro. Y no solo resplandece en estas obras
su bondad mas que en las otras; mas también la
sabiduría y poder, y otras maravillas grandísimas:
Porque entre todas las obras que Dios ha hecho y
hará, otra no l i hay igual y maravillosa, ni tan
gran m ilagro, como hacerse Dios Hom bre, y des­
pués padecer por los hombres. Y quien esto no crec,
la mayor honra le quita á D io s, quanto es de su
parte , que le puede quitar , aunque le quitase toda
la que tiene por todas las otras obras que etv
tiempo ha hecho ó ha de hacer: mirad bien en
ello, y vereis como resplandece la Omnipotencia
de Dios y su Sabiduría en juntar'dos tan distan­
tes extremos., como son Dios y Hombre en unidad
de persona. Y mirad como se declara mas su poder
en pelear y vencer a nuestros pecados y muerte con
armas de nuestra flaqueza, que si venciera con las
propias de su Omnipotencia, como arriba se dixo
hablando contra la desesperación. Y mirad como
quando se estaba Dios en su alteza tenia un Pue­
blo pequeño que le conociese , y casi cada dia se
le iba k adorar dioses ágen os: y aún e l tiempo que
e&-
ES VERDADE RA. 2 2 J

esto no hacia servia á su Dios con grandes fla­


quezas. Mas abaxándose D io s a ser hom bre, y m o­
rir, hizo tanta impresión en los hombres, que ios
altos se abaxáron , y los flacos se hicieron fuertes,
y los malos buenos: y finalmente 7 hubo tanta mu­
danza en el mundo, asi en quitar la idolatría , co­
mo en la renovación de costum bres, que se vio
claramente el cumplimiento de aquella palabra que
dixo el mismo Señor ( i ) : SI yo fu ere alzado de la
tierra-, puesto en C ru z , todo lo traeré á mí mismo. Y
así parece que alcanzó victoria de corazones huma­
nos con la baxeza, flaqueza, y tormentos y muer­
te , la qual no alcanzó estándose en la alteza de su
Magestad: y asi se cumplió lo que dixo San Pablo (2):
Que lo fla c o de Dios , es mas fu erte que los hombres* Y
asi parece claro, que no solo gana Dios honra de
bueno, mas de sabio y poderoso en tomar nuestra
baxeza, y con ella obrar lo que en su A lteza no
obró. Por lo qual dice San Pablo (3 ); Q ue no se
avergüenza de predicar el E v a n g elio , pues es 'virtud de
D ios para salvar a los hombres : Porque aunque se
cuenten de Dios humanidad, hambre y deshonras,
tormentos y muerte i mas no hay porque de esto
5e avergüence el C h ñ stia n o , pues por medio de
aques-
(i) j foattn. la . (a) i. Corint. i. (3) Rom. 1.
Tom . / ; F f
2 2 5 QUE LA FE CATO MCA

aquestas cosas obró Dios vencimiento de cosas ran


fuertes , como era muerte y pecado , y hizo que el
hombre alcanzase la grandeza de Dios y su R e y -
no, que son las mayores cosas que ai hombre po-
dhn venir , con lo qual gana D ios mas honra que
en haber criado los cielos y tierra y quanto hay
en ella. Y por esto se llama esta obra por exce­
lencia, obra de D ios, como el Señor dixo ( i ) ; Este
es m í manjar, hacer la voluntad de m i Padre en acabar
yo su obra , que es la redención de los hombres j no pot-r
que Dios no haya hecho otras obras, mas porque
la Encarnación, y Redención que de ella se sigue
es la mayor obra de todas, y de la qual él mas
se precia, como de cosa que mas honra le dá ; por·?
que aunque de azotar á E gypto, por amor de su
Pueblo, y de sacarlo y guiarlo por el desierto, ga­
nase Dios hon ra, como dice Isaías; mas ya vos veis
qual es; mayor hazaña de amor , azotar Dios á los
enemigos por amor de su P u e b lo , ó dexarse Dios
azotar en su carne por amor de los suyos y de los
extraños, de amigos y enemigos. Una cosa.es llevar
D ios á los suyos por el desierto, á semejanza de
águila, que enseña á volar á sus h ijo s, y los toma
en sus hombros quando se cansan para que ellos
des­
eo Joann. 4.
ES VERDADERAl 227
descansen, no cansándose D ios: y otra cosa e s, lle­
var encima los hombros una pesada C ru z, que se
los desollaba > y rodos los pecados del mundo , que
como una pesada viga de lagar leapretáton, hasta
quitarle la vida en la C r u z , porque los hombres
descansen. Quie'n h ay que esto no vea ser excelen­
tísima hazaña de am or, y amor nunca Visto, que
le dá á D ios mayor honra que lo pasado , porque
aquello cosa es común, y po.co amor basta para
lo hacer > mas esto es cosa de p ocos, y á duras pe­
nas se hallará en la tierra quien sufra ser azotado
publicam ente, ó morir por algún bueno y amigo.
Y si esto se hallase, no se puede comparar con lo
que el Señor amó y su frió, porque no tiene igual;
ni es mucho de m aravillar, que un león obre como
león, mas'sí que padezca como cordero: y siendo la
causa el am or, eso es maravillosa hazaña y digna
de honra perpetua. Y pues en tiempo pasado d i-
xe;ron ( 1 ) : Cantemos al S eñ o r , porque gloriosamente ha
sido engrandecido. Digamos nosotros con profundo
agradecimiento: Cantemos al Señor , que humildemente
ha sido engrandecido , pues entonces , ni se abaxaba
D ios , ni trabajaba en el descanso que daba, ni .se
empobrecía aunque daba riquezas; mas acá empo-
bre-
(r) Exod, rg.
F fz
2 28 QUE LA FE CATOLICA

brecióse , sudó y abaxóse hasta la muerte y y muerte


de C r u z , por levantar del pecado á- los suyos, y
llevarlos al C íe lo , y salió con ello, y cumplióse lo
que díxo Isaías ( O : Que por el pequeño Sauce crecerá
la Haya ; y por la Harttga crecerá el Arraya» , y será
el Señor nombrado en eterna señal , la qual nunca será
quitada. Porque la honra que Dios ganó de ponerse
en' señ al, que es la C r u z , y en ella m o rir, y
hacer de los malos buenos, durará para siempre,
sin ser parte nadie para lo estorbar.

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CAPITULO X L I.

QUE NO SOLO RESPLAN DECE LA G L O R IA


del Señor en las cosas humanas que la Fe nos enseña
de Dios y mas también nuestro grande provecho ,
valor y v irtu d .

N "o solo resplandece en las obras de la humani­


dad y humildad de Dios por excelente modo su
honra; mas también resulta de ellas muy gran
provecho y precio del hombre, porque ninguna cosa
hay
(i) Isai.
ES VERDADERA. 2 2 9,

hay que tanto le ensalce, como haberse Dios her­


manado con e l , ni cosa que tanto le esfuerce 'el
corazon contra los desmayos que el pecado le cause*,
como ver que Dios murió por su remedio, y le
fue dado por suyo, ni hay cosa que asi le mueva á
amar á D io s , como verse amado de el hasta la muer­
te , ni á despreciar las prosperidades , ni á sufrir
las adversidades , ni á humillarse á Dios y á su Pró­
ximo , ni á cosa buena chica ni grande, como ver
á Dios abaxado y humanado , y- que pasó el por
estas cosas, dandoltf Mandamientos que sig a, y
exemplos que mire, y esfuerzo con que los cum­
pla. Y pues este modo de remediarnos por humildad
y baxeza está mejor á gloria de Dios y al biíyi de
los hombres , señal es que esta es obra de Dios j
pues en lo' que Dios obra, pretende la manifesta­
ción de su gloria, y el provecho de los hombres.
Por tanto, el que quiere que esta obra no sea, ó
la n iega, enemigo es de D ics y de todos los hom­
bres, pues le quiere privar á el de la mayor honra,
que por sus obras le puede venir , y á los hom­
bres de la mayor honra y provecho que se puede
pensar ; y pues se declara enemigo del Criador y
de las criaturas, justamente se le debe castigo y
muerte de infierno. Y ta causa que el puede dar,
siendo preguntado de D io s, jpor que no creiste las
1 30 QUE LA FE CATOL TCA

cosas altas de mí ? Será esta , porque me parecieron*


S eñ o r, tan a lta s, que no creí ser vos tan alto. Y
preguntado, ¿por qué no creyó las cosas de su hu­
manidad y humildad, pues fuéron testimonio de su
bondad y de sil amor ? Responderá i que no pensó
que la bondad y amor del Señor eran tan grandes,
que bastasen á hacer y padecer tanto por amor de
los hombres. D e manera ·, que en lo alto y lo baxo
tropieza ;■y la raíz de ello e s , por sentir baxa-
mente de D io s , y tenerlo por de tasada alteza de
bondad, la qual raíz y lo que de ella procede, con
razón arderá en el infierno, pues es injuriosa al al­
tísimo D ios, y lo quiere apocar y tasar. Quánto
mej<jr respuesta tendrá quien dixere : C r e í , Señor, de
vuestra A lteza y de vuestra Bondad todo quanto mas
p u d e, porque os tengo por Señor infinito en todas
las cosas, ni plega á Vos que me parezcan á mí
mal vuestras obras , porque tienen exceso de bon­
dad y de amor para m í, como lo hace la infide­
lidad , que otra tacha no os h a lla , sino ser m uy
bueno y muy amoroso, siendo razón que por todo
esto se llegase á V o s , y os tomase por D ios, pues
cada uno quiere mas Señor que le sea Padre amo­
roso y perdonador , que rigoroso Juez que le haga
temblar con rigorosos castigos. Y si en las manos
del hombre fuera puesto el modo de tratar Dios con
otros»
ES VERDADERA. 2 3I
otros, y de remediar nuestros m ales, no habla de
escoger otro sino este, que Dios escogió á el mas
honroso, y ai hombre mas provechoso y Heno d¿
toda dulzura.

C A P IT U L O X L II.

EN: QÜE SE PRUEBA SER LA VERD AD


de nuestra Fe in fa lib le , asi por parte de ¡os que ¡a¡
predicaron, como de aquellos que la, recibieron ;
-y. del modo con, que fu é rtcibida\

A ñ a d a m o s á lo yá dicho, como esta Fe y ; creencia:


fue recibida en el· m undo, no por fuerza de ar­
m as, ni favores humanos ¿ .ni humana sábiduriaV
sino que la verdad de Dios.peleó á solas por medio deí
unos pocos Pescadores, y sin letras y desfavorecidos,
contra Emperadores y contra Sacerdotes, y contra toda
sabiduría de hombres. Y salip tán vencedora, que les
hizo dexar su antigua y falsa creencia , y que cre­
yesen una verdad tan sobre razón , y tan de co razon ,
creída: que haber tal firmeza de crédito en cosas
tan altas es una grande maravilla de D io s , y que
los mismos que mataban primero á quien las creía,
se.
2 3 2 QÜE LA FE CATOLfCA

se dejasen después matar por la verdad de ellas , y


con mayor esfuerzo y amor que primero las des­
creían y perseguían: y fue'les predicada una L e y
y Mandamientos purísimos, tan á pospelo de la in­
clinación de sus corazones, que no se pueden pen­
sar cosas qute mayor contradícion tengan entre sí,
que L e y de Evangelio y la inclinación que tiene
el hombre á „ pecar , como dice San P ab lo : La Ley
espiritual e s , mas yo soy carnal , vendido debaxo del p e ­
cado. Y con todo esto fue la L e y recibida, y con ía
misma virtud de Jesu-Christo fueron los corazones
y obras tan renovadas para la cumplir, que mani­
fiestamente pareció, que aquel mismo era el que en
toda virtud criaba de nuevo á estos hom bres, que
primero los había criado en el ser natural. Y sí
esto se predica entre la gente bestial de A rabia,
donde Mahoma predicó su mentira , ó entre otras
gentes semejables á ella y fácil de ser engañada,
qual la buscan los que traen m entira, pudierase te­
ner de la creencia de estos alguna sospecha. Mas
¿que diremos? que fue' predicada esta verdad en f u -
dea , donde estaba el conocimiento de D ios y su
D ivina Escritura, / en Grecia, donde estaba lo su­
premo de la humana sabiduría, y en R om a, donde
estaba el Imperio y regimiento del m undo: y en
tfidas estas p a rte s , aunque fue perseguida, mas en
fin
ES VERDADERA. 2'3 3

fin fue creída, y verificado el título triunfal de la.


Cruz, que fue escrito en lengua. Hebrea, Griega
y L atin a, para dar á entender, que en estas len­
guas , que eran las principales del mundo, había
de ser de Christo confesado por Rey. Pues si estos
creyeron con tener motivos bastantes, razón es que
los sigamos nosotros, y si no los tuvieron, dase
muy claro á entender, que creyeron por lumbre
de Dios : pues siendo gente tan avisada y tan aml-.
ga de su antigua creencia y tan fuerte en huma-i
no poder, no se pudiera plantar tan alta planta de
F e , y tan profundamente plantada , y en gente tan
contraria á esta verdad, sino entendiera en ello la.
poderosa mano de Dios. Mirándolo qual, dicen San.
Agustín ( i ) , qfle el que vléñelo que el mundo ha'
creído, él no cree, ó pide milagros de nuevo, para
creer el mismo es prodigio ó . milagro espantable,
pues no quiere seguir lo que tantos, tan:altos, tan
sabios abrazaron, y con mucha firmeza.. M uy justa
causa tenemos en esto los que por la gracia de Dios
somos Chrlstíanos, pues que desde que el mundo es
mundo, nunca en él ha parecido hombre de tal doc­
trina y de tan heroyea virtud, de hechos tan ma­
ravillosos y milagros, como Jesu-^Christo nuestro
Se-
( i) yíngust.
Totn. /. Gg
2 3 4 QUE lA FE CATOLICA

Señor , el qual predicó ser el Dios verdadero : lo,


probó con Escritura, Di-vina y con muchedumbre de mi­
lagros , y con testimonio de San Juan Bautista , testh
go abonado con todos. Y lo mismo se ha predicado y
probado con muchedumbre de milagros en la Igle­
sia Christxana, y no ha aparecido tal F e , que así
honre á Dios como la suya, ni tal Ley , que así
lo enseñe á servir como el Evangelio; el qual, sí
alguno bien entendiese, otro motivo no habría me­
nester para creer ; ni tampoco han aparecido en el
mundo Varones de tal santidad como los del Pue­
blo Christiano, ni se han predicado tan grandes y
altos galardones para los que siguen virtud, ni tan
espantables amenazas contra los malos, en testimo­
nio de que nuestro Dios es muy amigo de la bon-
tfad, y enemigo de la maldad; ni se han hecho
en el mundo tantos y tales milagros, en confirma­
ción de alguna cosa, como los que se han hecho
en confirmación de esta F e, la qual, si verdadera
no fuera , muy injuriosa fuera á la honra del ver­
dadero D ios, pues que atribuía á un hombre igual­
dad y unidad de esencia con el mismo Dios; ni
la hubiera dexado durar tanto número de años; ni
hubiera tan reciamente castigado al Pueblo de los
Judíos, que al tal hombre crucificó ; ni hubiera
hecho tantos y tales milagros en prueba de esta
ere-
ES VERDADERA.

creencia1, que podamos decir á Dios con razón » co­


mo dice Ricardo ( 1 ), que si estamos engañados en
lo que creemos, Dios nos engañó, pues tiene esta
verdad tanta luz de su parte, y se han hecho tales
cosas y milagros en confirmación de ella , que otro,
si Dios n o , no las pudiera hacer ; mas como está
lejos de Dios ser engañador, está lejos de nosotros
ser en esto· engañados. Gloria sea á Dios para
siempre»

• - '''' ^ L " „r
CAPITULO XLI1I. ■

QUE ES TANTA LA G R A N D E Z A
de nuestra F e > que ninguno de .los· .motivos dio-bos^
ni otros que se pueden decir y b'aitan a qm\ un bombita
. crea ton esta divina Fe , sin que x l Seft$r. ¿l)o
dé para creer su particular favor* :

H a s t a aquí ,habéis oído'¡algunas d l a s razóne-s, qüe


hay para; atinar á^que¡ la íe ; Gatólíca.· es, térdade«
la , y para dar cuenta á quien la pidiese, da-cortio
no somos- livianos en el -creer* pues- teneínos, mas
mo*
•;;; .* * - ( jRiiard) -u ·. · ;
G g2
£ 3 6 QT7E , LA FE CATOLICA

motivos que ninguna gente del mundo. Más con


esto creed, que es tanta la alteza de la Fe Chris-
tiana, que aunque un hombre tuviese estos y otros
motivos que se pueden decir, aunque entrase entre
ellos el ver, con sus propios ojos de carne milagros he­
chos en confirmación de la Fe, no puede el tal hom­
bre ser poderoso de creer con sus propias fuerzas,
c©iqoel Christiano cree'y Dios le manda creer; por­
que asi como solo Dios por su Iglesia declara lo
que se.ha de creer, asi el solo puede dar fuerzas
para lo creer, porque esta enseñanza á Dios tiene
por Maestro interior, infundiendo la Fe en el en­
tendimiento , icón que él· hombre!enseñado y forti­
ficado para esta creencia según dice Q uisto , que
h tá escrito en Jos. Profetas , . que todos serán ensenadas
de Dios*' Y el. mismo. SeñoDy
>/ habiéndole
± San Pedro
confesa do por. veedadeto Hijo de' D ios, y por Me-*
sías proiñeUdo :en la rL ’é y ’( í) ^ dándole á entender,
que no á -sus fuerzas, sino al don de Dios habia
de agradecer la tal Fe y confesion , le dixo (,2):.
Btfcnjt&tffUtFadaleret '■'Si&ofi.-.btjéi’. d e ' p o r q u e nó. te
dthíibrJ'á aqastíáí-: 'aóxhz.la'carne.·y:. Ia sangre »mas
tñf-rPadre que.está cñ ;Q'elos.. Y en otra parte di-;
cea(3^iíiT¡íáE· oyj ’y. aprendió..\de mi Padre.

():"{ <uie*

( i) Isaú ¿4. Joamu & L .ty .M a tfí. 1 6, (3) Joann, 6.


ES VERDADERA. 2 3 7

viene ó. mu Soberana escuela es aquesta, donde Dios


Padre es el que enseña, y la Doctrina que enseña
es la Fe de Jesu-Christo su Hijo , y que vayan á
el con pasos de Fe y de amor. Esta Fe no está arri­
mada a razones ni-motivos, qualesquiera que se pue­
dan traer, porque quien por aquellos cree, no.cree
de tal manera que su entendimiento quede persua­
dido , sin quedarle alguna duda ó escrúpulo; mas
la Fe que Dios infunde está arrimada á la verdad
divinal, y hace creer con mayor firmeza que sí lo
viese con sus propios ojos y tocase con sus pro­
pias manos, y con mayor certidumbre que la que
tiene, de que quatro son mas que tres, ó de otra
cosa de estas, que las vé el entendimiento cotí
tanta claridad, que ni tiene escrúpulo 5 ni las pue­
de dudar aunque quiera. Y entonces dice el tal
hombre á rodos , los motivos que tenia para creer
lo que dixeron los de Samaría á la Samaritana: Ta
no creemos por ¡o que tú nos digiste, porque nosotros
mismos bemos visto y sabido , que este es el Salvador
del mando. Y aunque dicen hemos sabido , no enten­
dáis. que los que creen tienen aquella claridad de
evidencia á que llamaron los Filósofos ciencia. Poiv
que según arriba se ha dicho, ni puede el entendi­
miento, alcanzar con.su propia razón á tener esta cía*
ridad de las cosas de la Fe, ui la; Fe es tener evidencia,
238 QUE LA FE CATOLICA

porque no sería F e , ni habría merecimiento ; vísta


se llama la'F e que está en el entendimiento, mas
porque no es con esta claridad de evidencia , dice
San Pablo, que vemos agora por espejo , y despues en
el Cielo veremos f a z á f a z : Mas dicen los Samarita-
n os, que saben que Christo es Salvador del mundo,
para dar á entender, que lo creen con tanta fir­
meza como lo que mas claramente se sabe, y aun
con mucha mayor. Porque como según hemos di­
cho , el que tiene la Fe infusa de D io s, cree por­
que lo dice la verdad de Dios: y como esta ver­
dad sea infinita, y mas cierta que todas las otras
verdades (pues de la participación de esta reciben
firmeza todas las otras) está el tal creyente tan
cierto que no puede ser engañado' en lo que cree,
como está cierto, que no puede Dios dexar de
ser verdadero, la qual certidumbre excede á qual-
quiera otra , que por qualquier vía se puede tener,
y hace al hombre estar tan descansado en aquesta
parre , que ni por pensamiento le pasa cosa contra
la F e, ó si le pasa es tan de paso que poca pena
le dá ; y si con escrúpulos 6 falsos pensamientos
es combatido, mas en lo interior de su entendi­
miento muy firme y reposado está, por estar s il

creer edificado sobre piedra finísima, que es la mis-4


ma suma verdad, á la qual el cree por sí misma
y
ES V ERDADERA. 2 3 9

y no por otros motivos. Y por eso, ni vientos,


ni aguas, ni rios, no la podrán derribar j y si
os maravilláredes, de que en un entendimiento de
hombre que tan vario es en sus pareceres y tan
mudable y que con tan poca firmeza asienta en
las cosas de la razón, hay tan gran certidumbre y
sosegada firmeza , que ni por argumentos, ni por
tormentos, ni por ver á otros perder la Fe, ni por
cosa alta ni baxa, el se enueva de lo que cree: di-
goos, que os basta esto para entender que este
negocio y edificio no es cosa de nuestras fuer­
zas, pues ellas no alcanzan á tanto. Don de Dios es,
como dice San Pablo, y no heredado, ni mereci­
do, ni alcanzado por fuerzas humanas , porque
nadie se gloríe en sí mismo de lo tener, mas sean
fieles en conocer que es merced de D ios, y dada
por Jesu-Christo su Hijo, como dice San Pedro ( i) ;
Fuisteis filies por éh No os maravilléis pues, de que
sobre la miserable arena del humano entendimien­
to haya edificio de tanta firmeza, pues que dice
el Señor : Esta es la obra de D ios, que creáis en
aquel que él envió . De manera, que como Dios lleva,
al hombre á fin sobrenatural, que es á verle clara-;
mente en el C ie lo , asi no se contentó con que el
horn-
( i) j hann, <í.
240 QUE LA TE CATOLICA

hombre creyese como hombre, á fuerza de moti­


vos j ni milagros, ni razones, mas levantándolo so­
bre sí mismo , dándole fuerzas sobrenaturales con
que creyese, no con miedo ni escrúpulo como hom­
bre , sino con certidumbre y seguridad como con­
viene á las cosas de D io s, y de esta se entiende,
que ninguno puede llamar á Jesús Señor sino en
el Espíritu Santo, que aunque no sea necesario es­
tar en gracia del Espíritu Santo para creer, según
adelante se dirá, mas no se puede hacer sin ins­
piración del Espíritu Santo , porque de estas tales
obras ó gracias , que llaman gratis datas , va allí
hablando el Apóstol San Pablo. Esta es la Fe que
inclina al entendimiento á creer d la· suma verdad en lo
que la Fe Católica dice : como la voluntad es in­
clinada con el amor á amar el bien sumo. Y así
como la punta de la aguja de marear es llevada
con la fuerza del norte á estar en derecho de el,
asi Dios mueve al entendimiento con la Fe que
le infunde, á que vaya el con crédito firme , so­
segado y lleno de satisfacción i y quando es per­
fecta esta Fe trae consigo una lumbre , con que
aunque no vea lo que cree, mas ve quan creíbles
cosas son las de Dios. Y no solo siente pena en el
creer, mas muy gran deley te , como lo suele hacer
la perfecta virtud que obra con facilidad, firmeza
y
ES V ER D A D ER A . 2 4 I

y delectación. Esta es la Fe que con mucha razón


debe ser preciada y honrada, pues con ella honra­
mos á D ios, como dice San Pablo que hizo Abrahan,
dándole á Dios bonra de tan poderosv , que puede hacer
todo lo que le dice. Y por aqui entended, que la Fe
es honra de D io s, pues cree y predica las infinitas
perfecciones que tiene. Y que esta es la Fe que
como torre edificó Dios en nuestra ánima, para
que subidos en ella veamos ? aunque en espejo , lo
que hay en el Cielo y en el Infierno, lo que acaeció
al principio del inundo, y lo que en el fin de el
acaecerá. Y por escondida que sea la cosa, no se
puede esconder á los ojos de la F e c o m o parece
en aquel buen Ladrón, que viendo en Christo C ru ­
cificado tanto desprecio y baxeza exterior, entró
con la Fe en lo escondido, y conociólo por Señor
del C ie lo , y por tal lo confesó con grande humil­
dad y firmeza i con esta Fe creemos, que es escritu­
ra y palabra Divina la que la Iglesia nos declara
por tal; y aunque es hablada por boca de hom­
bres, la tenemos por palabra de Dios i y por esto
no menos creemos al Evangelista ó Profeta que es­
cribió lo que no v io , que al que escribió lo que
v i o , porque no mira esta Fe al testimonio humano
que estriba en medios humanos, mas en que Dios
inspira al tal Profeta q Evangelista para escribir la
Tom. I . Hh ver-
2^2 QUE LA FE CATO LICA

verdad , y que asiste Dios con e l , para que no pue­


da ser engañado en lo que asi escribe. Cierto es,
que aunque San Pedro oyó con sus orejas la voz
del Padre que sonó en el monte Tabor ( l ) : Este
es mi Hijo muy amado, y víó con sus ojos á Jesu-
Christo resplandecer como el So l, sino mirásemos,
sino que como hombre dá testimonio de lo que vio
y o y ó , mas firmeza y certidumbre tiene la Escri­
tura a habla de los Profetas, que dieron testimo­
nio de ser Jesu-Christo Hijo de D io s, aunque ni lo
vieron ni oyeron con ojos ni orejas de cuerpo, que
no lo que San Pedro d ix o , por lo que vio y oyó.
Mas como la carta de San Pedro, donde esto está
escrito, es declarada por la Iglesia ser Divina Es­
critura, y por consiguiente ser palabra de Dios lo que
en ella San Pedro d ix o ; está claro que Dios asistió
con el para que aquello dixese, y asistió con el
para que ni en lo uno que vio, ni oyó en el mon­
te T ab o r, se engañase j ni en lo que escribió quan-
do cogitó lo que habia pasado: y de esta manera
la palabra de los Profetas no es mas firme ni cier­
ta , porque ellos y el hablaron por un mismo Es­
píritu Santo, que es una misma verdad. Esta Fe
habitual infunde Dios á los niños quando se bau-
tí-
(i) Mart. 17, Luc. $. Marc. 9. 2. Petr, x*
ES VER DADERA. 245
tizan , y á los grandes que no la tienen quando se
disponen i habitual y actual, porque el que quiere
que todos se salven y vengan á conocimiento de
esta verdad, pues sin ella no pueden agradar á
D io s, ni salvarse * no la dexa de dar á nadie, si
por el no queda.

CAPITULO XLIV.

QUE SE DEBEN AL SENOR M UCHAS


gracias por el don de la F e , y que de ta l manera,
habernos de usar de ella , para lo que fu e dada,
que 90 le atribuyamos lo que no tiene>
y qudl es lo uno y lo otro.

razón es, doncella de Christo , que todos


los que somos Christianos agradezcamos muy de
corazon al Señor, que graciosamente nos hizo mer­
ced de esta Fe , con que lo fuésemos: y ni es ra­
zón que se nos pase día sin confesar esta F e „ di·«
ciendo el Credo , á lo menos dos veces, mañana y
noche, ni sin dar gracias al que nos hizo merced
de dar esta Fe , la qual debemos procurar tener
guardada en su pureza y limpieza, como cosa en
HI12 que
244 QÜE LA FE CATOLICA

que mucho nos v a , mirando para que nos es dada,


porque ni faltemos de usar de ella para lo que
es, ni le atribuyamos-lo que no tiene. Para creer lo
que Dios manda creer, nos es dada, y para que
nos sea lumbre de conocimiento que nos ayude á
mover la voluntad para que ame á su Dios y guar­
de sus Mandamientos, con lo qual el hombre se
salve i mas si alguno quisiere atribuir á esta Fe,
que por sola ella sé alcanza la justicia y perdón
de pecados, errará gravemente, como lo han he­
cho los que han afirmado, porque según arriba se
ha dicho, por autoridad de San Pablo, ninguno
puede decir, que Jesús es Señor, sino por inspi­
ración del Espíritu Santo, en lo qual se entiende,
que la misma inspiración se requiere para creer to­
dos los otros misterios de nuestra F e , y sabemos
que dixo el Señor á algunos de los que le oian;
¿ Para qué me llamais Señor , Señor , y no hacéis las
cosas que es digol Y pues llamando á Jesús Señor,
tenían Fe inspirada, como dice San Pablo ( O , y
no haciendo lo que el Señor mandaba, no estaban
en gracia, claramente se sigue, que puede un hom­
bre tener F e , sin tener gracia, lo qual afirma en
otra parte San Pablo , donde dice: »Q ue si un
» hom-
( i) i . Corinth, 13,
ES V ER D A D ERA . 2 4 5,

« hombre tuviere donde hablar lenguas, y si su-


npiere y tuviere toda la ciencia, y la profecía y
» toda la F e , aunque pase los montes de una parte
i» á otra, y estuviere sin caridad, ninguna cosa e s; u
y pues está cierto que el don de lenguas, y lo
demas que alli cuenta , se compadecen con estar
en pecado mortal, no hay porque nadie quiera ca«·
sar la caridad con la F e, para que no pueda estar
la Fe sin la caridad, aunque esta no pueda estar
sin la o tra: palabra es de Divina Escrirura*
que por la Fe se dá la justicia > mas que por sola
la F e, invención hum anales, y error muy necio
y perverso, del qual el Señor nos avisó, quando
dixo á la Magdalena ( i ): Perdonados le son muchas
pecados, porque amé mucbo , que son las palabras tan
claras para dar testimonio, que se requiere el amor,
quan claras las hay en toda la Escritura, para que
se requiera la Fe; y que no solo ha de haber en
la justificación del pecador amor? mas porque el
amor es causa y disposición para el perdón, co­
mo lo es la Fe, entrambas cosas andan juntas , y
de entrambas hizo el Señor mención en el negocio
de la Magdalena, pues al cabo de la habla dixo:
Tu Fe te hizo salva , ve en paz: ni en lo que el Se­
ñor dixo: muchos pecados le son perdonados, por-
(i) Luc. 7. с 9ue
2 4 6 QtrE LA FE CATOLICA

que amó mucho: quiso decir, porque creyó mucho:


llamando al efecto por nombre de causa j pues está
claro, que habiendo el Señor preguntado, que qual
de los deudores amaría mas á su perdonador , aquel á
quien soltaba mas , ó á quien menos i había de con­
cluir su razón con hablar deamor >y no con hablar de
creer* Y si vale tomar licencia para decir, que el amor
llama Fe , tomando al efecto por nombre de causa,
tomada hemos nosotros para decir, que en los lugares
de la Escritura en que se dice, que por la Fe es el
hombre justificado , se entiende, el amor por nombre
de Fe, entendiendo en ¿a causa el efecto, pues tan
usado modo es de hablar, y tan razonable llamar al
efecto por nombre de causa, como á la causa por nom­
bre de efecto j claro habló aqui el Señor, si no quie­
re alguno cegarse en la luz y Fe y amor, llamó por
sus mombres, y entrambas se requieren para justi­
ficar , según hemos dicho: y la misma junta afir­
ma el Señor, diciendo á sus Discípulos ( i ) : E l
mismo Padre os ama , porque vosotros me amasteis á
m í, y creisteis que yo. sal i de él. Y pues Fe y amor
se requieren, cierto habrá dolor de pecados , pues
no dexarán de dolerle las ofensas graves que ha
hecho contra Dios al que le ama sobre todas las
; CO-

; , (i) Joann, 14.


ES VERDADERA,· 247

cosas', como parece en la Magdalena, y en los pe­


cadores que se convierten á Dios. Y porque estas
cosas se requieren, y otras que de ellas se siguen,
para alcanzar la ju sticia, por eso la Escritura D i­
vina unas veces nombra la F e , otras el amor, otras
el gemido y el dolor de la penitencia , otras la
oracion humilde del penitente , que d ice: Señor,
sed manso á mí pecador i otras -el conocimiento del
pecado. Pequé al Señor , dixo D a v id : y luego oyó
la palabra del perdón de parte de Dios. Mas quien
movido por esto dixese., que por solo el conoci­
miento del pecado se perdona el pecado t no erraría
p oco, pues lo conocieron Caín y Judas, y muchos
otros, y Saúl entre ellos, y no alcanzaron perdón.
Y tan sin fundamento es decir, que por sola la Fe
se alcanza, porque la Escritura en algunas partes
no haga mención sino de e lla , porque por esta
razón podríamos echar fuera del negocio á la Fe,
pues en otras partes habla la Escritura, que se
perdonan los pecados (sin hacer mención de la
F e ) por la penitencia ó por otras cosas. Mas Ja
verdad Católica es, que se requieren unas y otras,
como disposiciones para alcanzar el perdón y la gra­
cia. Y si á alguno parece que se nombra muchas
veces la Fe, atribuyéndole la justíca, y que por
la Fe somos hechos hijos de Dios y participantes
de
248 QTJE LA FE CATOLICA

de los merecimientos de Jesu-Christo: y semejantes


efectos que convienen á la gracia y caridad , no es
porque la Fe sola para esto baste, mas porque el
sentido de la Escritura, quando le atribuye aquellos
efectos, es entender de la Fe formada con la ca­
ridad, que es vida de ella. 'N i tampoco atribuye
estos efectos á la Fe , porque tenieLido á elU ne­
cesariamente se tenga el amor, pues que según se
ha dicho , puede quedar Fe verdadera, perdiendo
la gracia y amor, el q u a l, como dice San Pablo,
es mayor que la Fe y que la Esperanza. Y quando
el Señor habló de la Fe y el amor, asi en el nego­
cio de la Magdalena, como el que diximos de sus
Discípulos, nombró primero al amor que á la Fe,
dándole el primer lugar en la perfección al que
es acto de la voluntad , que en cierta manera es
postrero , cotejado con el acto del entendimiento,
al qual pertenece la Fe. Y también se ha de mi­
rar , que aunque los Sacramentos del Bautismo y.
de la Penitencia sea necesario recibirlos, ó tener
propósito de los recibir para alcanzar la gracia
.perdida, el uno para los Infieles, y el otro para los
Fieles que despues del Bautismo han cometido pe­
cado m ortal, mas no se habla en la Escritura tan­
tas veces de ellos como de la F e , por lo que lue­
go diremos: Mas tampoeo se dexa de hacer men­
ción
ES VERDADERA.

cíon de ellos , porque nadie pensase no ser nece*


sarlos para alcanzar la justicia. San Pablo dice ( i ) ,
Que por el bautismo de la regeneración y renovación
del Espíritu Santo , nos hizo Dtoi salvos , y que Christo
alímpió á su Iglesia con el Bautismo de agua, en
palabra de vida. Y si por decir la Escritura que so­
mos justificados por la F e , se oviesen de echar
fuera los Sacramentos, también se podría echar fuera
la Fe, pues dice, que se dá la salud y limpieza
por el Santo Bautismo. Mas el Señor entrambas
cosas junta , diciendo : Quien creyere , y fuere bauti­
zado, aquel sera salvo, Iten, el mismo Señor dixo á
sus Apóstoles (2) quando instituyó el Sacramento
de la Penitencia : Cayos pecados perdonáredest son per­
donados , & c . (3 ). Y por consiguiente se dá gra­
cia y justicia por este Sacramento, pues no puede
haber perdón de pecados sin que se dé la gracia,
Ja qual es significada y contenida en todos los siete
Sacramentos de la Iglesia , y se dá á quien bien
los recibe, y con mayor abundancia que la dis­
posición de quien los r e c ib e p o r ser ojeras privi­
legiadas, que po.r la misma obra que sop , dán la
gracia. Por lo qual deben ser. en gran manera re­
verenciados y usados,,;como, la Iglesia C atóliía lo
. 1 ; ·. j . cree
f i) T im ó te , 3. (4) M a rc, ttltim , (3) Joanti. ao.»
Tom. 2. II
2 50 QÜE LA FE CATOITCA

cree y nos lo enseña. Y si la Fe tan frequentémenté


era en principio de la Iglesia predicada y nombra­
d a , convenia hacerse a s i, porque entonces se plan­
taba de nuevo, y se pretendía que los Infieles la
recibiesen y que entrasen por ella, como por la pri­
mera puerta de la salud , para que despues de en­
trados fuesen informados mas particularmente de lo
que hubían de crécr y obrar. Y también convenia ,
que se manifestase particularmente en aquellos tiem­
pos el misterio y valor de la Pasión y Muerte de
nuestro Redentor Jesu-Chiisto, que con extrema
deshonra había sido en aquellos tiempos crucifica­
do. Y la Fe de este misterio como hace creer y
confesar que en acjuel madero tan deshonrado, se­
gún la apariencia exterior, estuvo colgada la vida
D iv in a , y qfee allí en medio de la tierra obró
Dios con su muerte la salud y remedio del mun­
do. Esta tal Fe honra á la deshonra de la Cruz, y
es· ensalzamiento de la báxeza: que allí extremadas
mente se ¿xercitó; Por lo qúal convenía que se nom­
brase muchas veces el nombre de í e y con grande
honra, ^pues que resiUta · en 1honra1de Jesu-Ghrísfo
nuestro jSeñór , ..'de' cuya f peHóhaÍJy ’mefécimientos
eílá da tesfWóryb j prediéaíiHo? su alteza/Y si la Es··
tritura dice , que por ella son los hombres justificados,
atribuyesele ..esto;, no porque ella sola sea bastante,
. ES VERDADERA. 151
mas como á principio y fundamento y raiz de todo
lo bueno , como lo dice el· Concilio Tridentino , y
los que á ella sola lo atribuyen , es por hallar con­
suelos para su tibieza ó maldad de su vida, que­
riendo por vía de creer asegurarse para tener lí-
/cencia de mayor anchura. Y la paz y confianza de
la buena conciencia, que se causa de la perfecta
caridad, quieren alcanzarla sin estos trabajos que la
perfecta virtud pide ( 1 ) . Y aun no se contenta con
esto, como según la Verdad, ninguno haya en esta
vida del todo cierto, si es digno de amor ó de
o d io , aunque según tienen mayor virtud ó me­
nor, asi tienen mayores ó menores congeturas para
confiar. Mas los que quieren dar tal certidumbre
á quien cree, como ellos imaginan de que está per­
donado por D io s , qual se dá á lo que el Chris-
tiano cree como Artículo de B e; engaños del diablo
son estos, y creídos de gente que no tienen asiento
en la Fe, ni santidad en la vida, enemigos de obe­
decer , y que andan á tienta paredes, como dicen, en
los negocios de D io s , que si esto no fuese, no tan
presto los engañaría el demonio.

(1) E ccL 5 ,
25 2 DE LÁ FE CATOLICA.

4 ++*++++++4^.+++++++4 +++++++++++++++4.-f-+++-H4 +++++++++++·*'·*

CAPITULO XLV.

POR QUE EL SE Ñ O R O R D EN O S A IV A R N O S
mediante la F e , y no por humana razón , y de la grande
sujeción que debemos tener alas cosas que la Fe nos ensenaf
y di la particular devocion que especialmente
debemos a lo que el Señor Jesús
enseñó por su boca*

JH/a orden de las palabras de este Tratado pedia quí


tras la palabra primera de el os declarase la segun­
da : mas ía orden de las sentencias, por ser una la
de la primera y tercera } pide , que dexando la se­
gunda, os declare la tercera, que dice asi: Inclina
tu oreja , para lo qual habéis de notar, que es tanta
la alteza de las cosas de D ios, y tan baxa vuestra
razón y fácil de ser engañada,, que para seguridad
de nuestra salvación ordenó Dios salvarnos por Fe,
y no por nuestro saber, lo qual no hizo sin muy
Justa causa, porque pues el mundo, como diceSan
Pablo ( O j we conoció a Dios en sabiduría , antes de-
sa-
(O J, Corintb. t-
DE IA FE CA TO LICA. - 2$$
satinaron los hombres en diversos errores, atribu­
yendo la gloria de Dios al Sol, y Luna y otras
criaturas. Y ya que otras conocieron á Dios por
rastro de las criaturas, tomaron tanta soberbia de
su rastrear en conocer cosa tan a lta , que les fue
quitada esta luz por su soberbia, que el Señor por
su bondad les había dado, y asi cayeron en tin ie'
blas de idolatría, y de muchedumbre de otros pe­
cados, como los que no conocieron á Dios habían
caido. Por lo qu al, asi como despues que los A n ­
geles malos pecaron, no consintió D ios, como lo
suelen hacer los escarmentados, que viviese en el
Cielo alguna criatura que pudiese pecar: asi viendo
quan mal se aprovecharon los hombres de su ra­
zón , y que el mundo , como dice San P ablo, no
conoció á Dios por sabiduría , no quiso dexar en ma­
nos de ella el conocimiento de él y salvación de
ellos: mas antes quiso por la predicación , de lo
que la razón no alcanza, hacer salvos, no á los
escudriñadores, mas á los sencillos creyentes : y así
despues de habernos el Espíritu Santo amonestado
las dos ya dichas palabras , que dice : Oye y ve ; lue­
go nos amonesta la tercera, que dice: Inclina tu ore­
ja . En lo qual nos dá á entender, que debemos
muy profundamente sujetar nuestra razón, y no
estar yertos en e lla , si queremos que el oír y ver
que
3 J 4 DE LA r E C A TO LIC A

que para nuestro bien nos fueron dados , no nos


sea ocasion de perdición eterna. Cierto e s , que
muchos han oido palabras de Dios, y han tenido
excelentes conocimientos de cosas sutiles y altas ,
y porque se arrimaron mas á la curiosidad de la
vista , que á inclinar con obediencia la oreja de
su razón, seles tornó el ver en ceguera, y tropezáron
en la luz de medio dia, como si fuera tinieblas. Por
eso si no quereis errar en el camino del Cielo, in­
clinad vuestra oreja; quiero decir, vuestra razón ,
sin temor de ser engañada 5 inclinadla con profun­
dísima reverencia á la palabra de Dios que está di­
cha en toda la Sagrada Escritura. Y si no la enren-
dieredes , no penséis que erró el Espíritu Santo que
ladixo, mas sujetad vuestro entendimiento , y creed,
como San Agustín dice que el lo hacia, que por
la alteza de la palabra vos no la podéis alcanzar: Y
aunque á toda la Escritura de Dios hayais de in­
clinar vuestra oreja con igual cre’dito de Fe, por­
que toda ella es palabra de una suma verdad , mas
debeis tener particular respeto de os aprovechar de
las benditas palabras que en la tierra habló el ver-:
dadero Dios hecho carne , abriendo con devota aten­
ción vuestras orejas de cuerpo y de ánima á qual-
quier palabra de este Señor, dado á nosotros poi;
especial Maestro, por voz del Ererno Padre t que
d i-
DE LA FE C A T O L IC A . 2 J J

díxo : Este es mi muy amado H ijo , en el qual me he


agradado ; o íd : Sed estudiosa de leer y oid aques­
tas palabras, y sin duda hallareis en ellas una sin­
gular medicina y poderosa eficacia para lo que á
vuestra ánima to ca, qual no hallareis en todas las
otras, que desde el principio del mundo Dios haya
hablado, y con mucha razón , pues en lo que en
otras partes ha dicho, ha sido hablar él por boca
de sus siervos h y lo que habló en la Humanidad
que tom ó, hablólo por su propia persona, abriendo
su propia boca para hablar el que primero habia
abierto y despues abrió la boca de otros, que
en el Viejo Testamento y Nuevo hablaron ; Y mi­
rad no seáis desagradecida á tan gran merced como
Dios nos h iz o » de querer él ser nuestro Maestro,
dándonos leche de su palabra para mantenernos el
mismo que nos dió el ser, para que fuesemos algo.
Merced es tan grande, que si hubiese peso para la
pesar, y nos dixesen que en el cabo del mundo ha­
bia palabras de Dios para la doctrina del ánima,
habia de pasar todo trabajo y peligro por oír unas
palabras dichas de la suma Sabiduría, y hacernos
discípulos suyos. Aprovechaos de esta merced, pues
Dios tan cerca os la dió : y pedid al que tuviere
cargo de encaminar vuestra ánima, que os busque
en la Sagrada Escritura en doctina de la Iglesia y
di^
2 5 6 DE LA FE CATÓLTCA.

dichos de Santos, palabras apropiadas para las ne­


cesidades de vuestra ánima, agora sean para defen­
deros de las tentaciones, según el mismo Señor, ayu­
nando en el Desierto , lo hizo para nuestro exem-
plo , ó ora sea para estimularos á tener las virtu­
des que os faltan, agora sea para haberos con Dios
como debeis, y con vos y con vuestros próximos
mayores y menores, c iguales, y como os habéis
de haber en la prosperidad y en la tribulación, y
finalmente, para todo lo que hubieredes menester
en el camino de D io s , de manera que podáis de­
cir ( O ; E n mi corazón escondí tus palabras, para no
pecar a tu T u palabra es antorcha para mis pies y
lumbre para mis sendas, y mirad no caigais en cu­
riosidad de querer saber mas de lo que habéis me­
nester para vos, ó para la gente que tenels á car­
go , porque lo otro debeislo dexar para los que tie-*·
nen cargo de ensenar al Pueblo de D ios, como
amonesta San Pablo (2 ): £>»1? nuestro saber sea, con
templanza .

(1) P sa lm . iS . (a) R om án, i? ·


D E LA F £ CATOLIC A. 2 J 'J

CAPITULO XLVI.

QUE LA ESCRITURA SANTA N0 SB HA


de declarar por cualquier seso, sino por el de la Iglesia
R o m an a: y donde ella no declara se ha de seguir
la conforme exposición de los Santos; y del grande
crédito y sujeción que á esta Iglesia Santa
debemos tener.

de saber que la exposición de la Escri-


tura D ivina no ha de ser por seso ó ingenio de
cada q u a í, porque de esta manera, aunque ella en
sí sea certísima , pues es palabra de D io s , sería para
lo que toca á nosotros cosa muy incierta, pues co­
munmente suele haber tantos sentidos quantas ca­
bezas : y como nos convenga mucho tener supre­
ma certidumbre de la palabra que hemos de creer
y seguir, pues que hemos de poner por su confesion
y obediencia todo io que tenemos, y la misma v i ­
da , no estuviera bien proveído et negocio , si los
diversos sentidos de los hombres no dexáran tener
certidumbre á la palabra en el corazon del Chris-
tlano. A sola la Iglesia Católica es dado este pri-
Tom. I. Kfc vi-
^ 5 ^ DE LA FE CATOLICA,

vilegio , que Interprete y entienda ia Divina Es­


critura, por morar en ella el mismo Espíritu Santo
que en la Escritura habló. Y donde la Iglesia no
determina hemos de seguir la concorde y unánime
Interpretación de los Santos, sino queremos errar,
porque de otra manera , cómo se puede entender
con espíritu , ni ingenio humano lo que habló el
D iv in o , pues cada escritura se ha de leer y decla­
rar por el misma espíritu con que fue' hecha. Y
también habéis de saber, que declarar qual escri­
tura sea palabra de D io s , para que por tal sea de
todos creída , no pertenece á otro, sino á la misma
Iglesia Christiana, cuya Cabeza en la tierra , por
Divina ordenación, es el Romano Pontífice. Y tened
por cierto , como San Gerónimo d ic e (i): Que qual"
quier per son¿k que fuera de esta· Iglesia y casa de Dios
comiere el Cordero de D io s , profano es , no Christtano.
iY quien quiera que fuere hallada fuera de ella %
necesariamente ha de perecer, como los que no en­
traron en el Arca de Noe fueron ahogados con ej
diluvio., Esta es la Iglesia,, á la qual manda el,
Evangelio que oigamos, y que á quien no la oye­
re tengamos por nialo y por infiel: y esta es la
Iglesia , de la qual dice Sañ Pablo : Que es columna.
y

( i) iS*. Hiero»..
DE LA FE CATOLIC A. 2 $9

y firmamento de la verdad. Y á creer que esto es


a s í, nos inclina y alumbra la misma Fe inifundida.
de Dios, de que arriba hemos dicho, como á uno
de los otros artículos, y con la misma e igual cer­
tidumbre , y hasta aquí se ha creído de esta Iglesia.
Y por haberse apartado en nuestros tiempos una,
gente soberbia, y por eso del demonio engañada,
no por eso dexa la Iglesia de ser lo que era , ni
nosotros debemos dexar de creer lo que antes creía­
mos. Por tanto contra esta Iglesia no os mueva
revelación , ni sentimiento de espíritu , ni otra cosa
mayor ni mener, aunque pareciese ser Angel del
Cielo , quien contra ella decia, porque serlo en la
verdad no es posible. Y menos os muevan doc­
trinas de hereges, pasados, presentes ó por venir, los
quales desamparados dt la mano de Dios por su
justo juicio , siguen luz falsa por verdadera ; y per­
diéndose ellos, son eausa de perdición de quintos
les siguen. Mirad en lo que han parado los que
se apartáron en tiempos pasados de la creencia de
esta Iglesia, y como fueron semejables á un ruido
de viento, que presto se pasa y luego se olvida.
Y mirad por otra parte la firmeza de nuestra Fe y
de nuestra Iglesia, y com© ha quedado por ven­
cedora i y aunque combatida desde su nacimiento,
ftunca vencida, por estar fundada sobre firme pie-
Kki draf
2 60 DE LA FE CATOLICA

dra , contra la qual, ni llubias, ni ríos, ni vientos,


ni las puertas de los infiernos pueden pievaleccr.
Cerrad pues vuestras orejas á toda doctrina agena
de la Iglesia, y seguid la creercia usada y guar­
dada de tanta muchedumbre de ¿ños, pues es cierto
que en ella han sido salvos y santos grandísima
muchedumbre de gente ·, porque no veo cosa de ma­
yor locura, que dexar el hombre un camino por
el qual han caminado personas muy sabias y santas
y han ido al Cielo, perseguir á unos menores en
todo bien , sin comparación , que los pasados, y
solamente mayores en la soberbia y .desvergüenza
de querer ser mas creídos sin prueba ninguna mas
de la de su propio parecer, que la muchedumbre
de los pasados que tuvieron divinal sabiduría y ex­
celentísima vida, y muchedumbre de grandes mi­
lagros, siendo el principal de las que estos enga­
ñados siguen , un L utero, tan flaco en . su carne,
que ni pudo v iv ir , según eí lo dice, sin muger,
ni muerta una, vivir en castidad sin tomar otra:
habiendo muchos que se contentáron con una, y
otros que ni aun quisieron tener u n a, por vacar
¿ Dios con mayor limpieza y libertad. ¿Cómo lla­
maremos espíritu bueno al que en aquel mal hom­
bre vivía ,· pues no tuvo fuerza para darle casti­
dad, aun de ‘las mas comunes, siendo la que el pro-
me-
DE LA FE C A TO LICA . 2 6 I!

m eió de las mas altas , teniéndola Jrmchos, á quien


el fuera razón que siguiera como á mejores? Y pues
el Señor dice : Que per los frutos conoceremos el'&rbch
espíritu de la tierra y de flaqueza de carne , y del
demonio moraba en: el, pues tales frutos hacia y
otros peores. Esperad un poco, y veréis'el fin de
los malos, y como los vomitará Dics cen extrema
deshonra , declarando el error de ellos con manifiesto
castigo, como de los pasados ha hecho.

CA PITU LO X L V IL

DE Q U A N T E R R IB L E CASTIGO E S P E R M IT IR
Dios que uno pierda la Fe , y como justamente es quitada
4 los que no obran conforme á lo.
que ella enseña*

'uícn tuviere lumbre con que juzgar que los


bienes y males verdaderos son los espirituales, ya
ve de presente el recio castigo de Dios sobre
aquesta gente , y , tal castigo, que ninguno-, es
mayor sino solo el infierno: ¿ Quien no temerá 6
R ey de las gentes ? ¿Y quien conoció el poder de
tu ir a , ó la podrá contar con el gran temor de
ella?
. 26% &E LA FE CATOLICA.

ella ? Los grandes castigos de D io s, que se deben


temer sobre: todos, no son los males de hacienda,
ni honra, ni vida* mas dexar Dios endurecer en
el pecado á la voluntad del hombre, ó dexar cegar
con el error al entendimiento, mayormente en cosas
de F e , estas son las heridas del furor divinal, he­
ridas, no de padre, sino de justo y rigoroso juez;
de las quales se entiende con mucha razón lo que
Dios dice en Jeremías ( i ) ; Con herida te herí con
rigoroso castigo. Aunque no usa el de este rigor de
juez sino habiendo primero usado de misericordia
de padre: y si bien miráis, tiene esta ceguedad del
entendimiento este particular mal mas que la du­
reza de la voluntad, que aunque esta sea mucha, aun
hay alguna esperanza de alcanza* remedio, porque
como le queda al hombre la Fe , aunque muerta,
tiene conocimiento que hay remedio en la Iglesia
para su pecado , lo qual es grande ayuda para le­
vantarse y remediarse: Mas quien yerra en la Fe,
¿cómo lo buscará, ó cómo lo hallará, pues que fuera
de la Iglesia no lo podrá hallar, porque no lo hay?
Y el que hay en la Iglesia no lo busca } porque
no lo cree, y asi queda perdido: Palabra es que
Dios hace en Israel: Que a quien quiera que la oyere
U

(1$ Jerem. 30.


DE LA FE CATOLICA. 2 6 3
U reteñirán las orejas de puro temor. Mas tan grande
castigo no viene sin grande justicia: la qual decla­
ra San Pablo, diciendo ( i ) : Descúbrese la. ira de
Dios desde el Cielo sobre toda la maldad de aquellos
hombres , que detienen la verdad de Dios en la justicia.
Y el intento del Apóstol en aquel lu g ar, es este :
Que hubo hombres que aunque conocieron á Dios,
no le sirvieron como á D io s , antes se hincharon
con ciega soberbia: y teniendo verdad en el en­
tendimiento , obraron maldad con la voluntad. De
manera, que la verdad de Dios estaba en ellos de­
tenida ó encarcelada, pues no hacían lo que ella
enseñaba, mas lo que la mala voluntad de ellos
quería, Y porque la verdad de Dios es cosa muy
excelente , y la dá el por grande merced , para que
siguiéndola el hombre con la afección , la honre, la
alcance Ja virtud y se salve. Y si 'fel tal hombre
rio mira esto, y la trata de arte, que ni hace lo
que ella le enseña, ni la tiene en lugar limpio como
ella merece , hace en ello una gran deshonra contra
Dios que la dió, y contra la verdad dada por e l;
y si ella tuviese lengua > pediría á voces justicia
contra el tal hombre: porque siendo ella tan pre­
ciosa jo y a , y que tanto puede al hombre apro-
vc-
1 (1) Rom. i.
264 LA FE CATO LIC A.

vechar, está detenida sin la o ir , ni hacer ió que


dice j y aposentada entre la hediondez de pecados
que el tal hombre tiene en su voluntad. Y así
como puede, á semejanza de la sangre de A b el, da
voces pidiendo venganza j porque aunque el tal hom­
bre no le quita la vida de ser verdad, pues se com­
padece Fe verdadera con vida m ala, quítale la
eficacia que tuviera en el obrar, si no ia impidiera,
mas le ayudara, con su voluntad á obrar lo que ella
ensenaba : y estas voces óyelas D io s , que es el que
dice : E l siervo que conoce la voluntad de su Señor y
no la hace , será azotado con muchos azotes. Entre los
quales, el mayor de los que en este mundo d á , se­
gún hemos dicho, es permitir que el tal hombre
caíga en error en pena de sus pecados: y así fue'-
ron castigados aquellos con caer en tan ciega ído*
latria, que vinieron á adorar por D io slas aves,
serpientes y bestias. Y porque quitaron á D io sla
honra, que como á Dios se le debia , y la dieron á
cuya no era, tornóles á castigar Dios este pecado
de idolatría con. permitirlos caer en tan feos pe­
cados, que es temor pensarlos y vergüenza decir­
los. Y aunque los castigados con este castigo sin
duda caerán en pecados, mas su caída es tan libre,
como lo es en los otros pecados, que por su pro­
pia voluntad caen: y por muchos que sean los unos
y
DE LA FE CATOLICA.

y otros , no les está cerrada la misericordia de Dios


si se quieren acoger á sus piadosas entrarías. El po­
der de Dios se manifiesta en lo primero, su sa­
biduría en lo segundo, y su bondad y misericordia
en lo tercero. Y por este norte, que el Soberano
Juez castigó á estos soberbios gentiles, castigó tam­
bién á los ingratos Judíos, y con mucha razón,
pues Ies dió mas conocimiento que á los Gentiles,
del qual usaron tan mal, que á la misma luz ver­
dadera, que es Jesu-Christo, lo negaron con In­
fidelidad, y lo crucificaron por mano de los Gen­
tiles i y porque quisieron apagar aquella Luz so­
berana, sin la qual no hay luz ni verdad, quedá­
ronse en obscuras tinieblas y eternal perdición, si­
no se convirtieren al servicio del Señor que ne­
garon. Mas veamos ¿quál fue el motivo que los
traxo á tan grande mal de descreer á la luz que
presente tenían? Responde San Juan ( r ): Amaron mas
los hombres las tinieblas que la lu z , porque eran sus
obras malas. Todo aquel que mal hace, aborrece la
luz. De manera, qCie porque el Sóñor y su doctrina,
i' I1
encaminaban á toda verdad y virtud, y ellos amaban
la mentira y maldad, no lo podían oir* ni mírax, ní
quisieran que hubiera luz de doctrina que descu-
brie*
( i) Joann, 3.*'
Tom . 1. L1
2 6 6 DE LA FE CATO LICA.

briera ía santidad falsa que ellos tenían , ni que


hubiera exemplo de perfecta vidaj en compatacion
de la quul era condenada la suya por m ala: y de
la taiz de esta voluntad , a.si deprabada , salió el·
fruto de negar y matar al Celestial Medico que
los venia á curar , y quedaron tales, quales mu- ,
cho tiempo antes los habia pintado el Profeta Da-
v id , quando de ellos dixo ( O : Seanobscurecidos s'us\
ojos yporque no- vean , y su espinazo ande siempre acor-
bada , porque quedaron sus ojos sin lumbre de Fe*
y eon voluntad aficionado á cosas de la tierra,

CAPITULO X L V III.

E N QUE S B PROSIGUE M A S E N P A R T IC U L A R
}o ya dicho, y se declara la que se requiere para entrar \
á leer y entender las divinas letras
y Doctores Santos*

3 ? te s ' sl· Dios zeló tanta la honra de sil cono-;


cimiento que dio á los Gentiles , y det que dio
á los Jud¡iosy zelará el que dá á los
.·; i, i Chris-
(%) Psntm. Í8 .
DE LA FE CATOLICA 2 6 7
Chrísiianos, pues es mayor sin comparación, que.
el que unos y otros tuvieron ? Y pues muchos usan
muy mal de este conocimiento de Fe tan excelen­
te, no es maravilla que algunas veces hiera Dios
á los tales con este terrible castigo de dexarles caer
en heregías como á los pasados. Por ventura, no
vemos Cumplido con nuestros ojos, lo que San P a­
blo profetizó de los tiempos postreros* diciendo-(i )w
¿Qué bahía Dios de embiar a unos hombres operacton
de error , para que crean a la mentir a l ( y mentira
contra la Fe) pues nadie, hay que ignore la desven­
turada y grande eficacia con que tanta gente ha
abrazado de corazon la Luterana he regía, que cla­
ramente se ve haberles Dios enviado esta eficacia
.de error, para creer á la mentira* como dixo San
P.abIo j mas no envía Dios cosa de estas, incitan­
do al hombre á que crea mentira i ni á que haga
maldadj porque no es tentador de los malos, según
dice Santiago Apostol (2)} mas dice enviar ope­
ración de error, quando con justo juicio dexa al
entendimiento del hombre ser engañado, por falsas
razones ó falsos milagros que le haga otro hombre
ó el perverso demonio, y asi siente una eficacia
dentro de sí, para creer aquella mentira que le pa-
rez-
Thes, a· (») '^acob.
L1 2
1 6% DE 1 A TE CATOLICA

rezca que es motivo á creerla , como una muy gran­


de y saludable verdad. Recio juicio, de Dios es
aqueste, y pues el es justo, grande debe ser la
culpa, en cuyo castigo se hace : y qual sea esta
culpa , el mismo San Pablo nos lo declara , dicien­
do ( i ): Porque no redbiéron el amor de la verdad
para ser salvos. Porque si miráis quan poderosa cosa
es la Verdad que creemos para ayudarnos á servir
á Dios y ser salvos, parecerosha grave culpa no
amar esta verdad y seguir lo que ella enseña, y
muy mayor hacer feas obras contra todo lo que
ella enseña. ¡ Quan lejos habla de estar de ofender
á Dios quien cree, que para quien le ofende hay
fuego eterno, con otros inumerables tormentos , con
que sea el tal castigado mientras Dios fuere D io s,.
sin esperanza de todo remedio (2)! ¡Como se atre·*
ve á pecar quiept cree, que entrando el pecado por
una puerta en el ánima, Dios se sale por la otra!
Y que tal queda, Señor, el hombre sin t í , sen­
tíalo aquel que rogaba: Señor, no te apartes de mí.
Porque Dios ido , quedamos en muerte primera de
culpa, y en víspera de muerte segunda de culpa y
de pena infernal. Con razón se maravillaba Jub,
quando decía (3 ): iQ iú én podrá gustar lo que sien*

(1 ) Tbtt'. i . (a) Psalm. 34. (3) Job, 6.


DB 1 A № CATOUCA. 2 $ 9

jfej gustado trae consigo la muerte ? Mucha razón es


cierto, que et manjAr que no gustaríamos creyendo
al M edico, que dixese haber muerte en e'l, no lo
gustásemos con perverso consentimiento , habiendo
Dios dicho ( I ) , que el ánima que pecare , aquella
morirá. I Por que no obra en tí la Fe que tienes
á la palabra de D io s, lo que obra el dicho del
M edico, pues este puede y suele engañar, mas Dioá
nunca? ¿Y por que el haber dicho D io s, que e'l es
galardón eternal de los que le sirven, no nos hace
2 todos con gran diligencia y esfuerzo servirle , aun­
que en ello pasásemos muy muchos trabajos y nos
costase la vida? ¿Por que' no amamos á nuestro Se­
ñor, el qual creemos ser sumo Bien, y habién­
donos el amado primero, aun hasta morir por no­
sotros, y asi en todo lo dtmas que esta Sagrada.
Fe tan poderosamente nos enseña y convida, quan-
to es de su parte, y nosotros con grave culpa de-
xamos de seguir, y seguimos obras contrarias? ¿Pue­
de ser mayor monstruo, que creer un Chrisriano
las. cosas que cree, y hacer tan malas obras como
muchos las hacen l Pues en castigo de que no tu­
vieron amor á la verdad, con la qual fueran sal­
vos , poniendo en obra lo que ella enseñaba , que
les
| i) Ezecb. i 5.
i JO DE LA FE CATOLÍCAi

les sea quitada , dexándoles creer el error, es muy


justo juicio de aquel Señor, que es terrible en sus
consejos sobre los hijos de los hombres ( i) . Y si
miráis donde armó Dios el lazo con que los Ju­
díos y Hereges fuesen castigados > según hemos dí-i
c h o , parecerosha cosa mas para temblar que para
hablar. Preguntadles á estos, ¿que en que' estri­
ban : para seguir sü error Con pertinacia tan por­
fiada? Y deciroshan los unos, que en la Escritu­
ra Sagrada del Viejo Testamento : y los otros, que
en la del Huevo, y veréis abiertamente cumplida
la profecía del Profeta D avid, en que dice (2):
La mesa de ellos sea deshecha en lazo , y en castigo, y
en tropiezo* ¡Vistes nunca cosa tan al reves, tor­
narse la mesa de vida en lazo de muerte ? ¿ La
mesa de consolacion y perdón en castigo ? j La mesa
do hay lumbre para saber andar el camino qué' lie-
.va á la vida i tornarse en tropiezo para errar el
camino, y caer en la muerte? Grande por cierto
es la culpa que tal castigo merece, que el hom-
Jbre se ciegue en la luz, y. se le torne muerte la vida.
Justo eresJ Señor, y justos, tus juicios, y ninguna
maldad hay en tí, mas hay la en los que usan mal
de tus bienes ; por lo qual es justo que tropiecen
en

(1) Psalm- 6 5 . 0*) Psalm. <55.


DE 1A FE C A T O l lC A . 1 7 1

'¿n ellos , y sea castigada la deshonra :-que hicieron


á ellos y á tí. Grande bien , Señor, y *nuy grande
es tu F e , acatada y obedecida, y puesta en· obra
es razón que sea : y grandes mercedes nos hicí-ste
en. darnos tu Divina Escritura , tan provechosa · y
necesaria, para te servir. Mas porqr,e siendo el vien­
to que en este mar sopla, viento del .Cielo, y qui­
sieron algunos navegar por el con vientos de tierra
que son' sus ingenios y estudios , ahogáronse en
el·;, permitiéndolo tú: porque asi como en las pa­
rábolas que predicabas, Señor, en la tierra, eran
secretamente enseñados aquéllos que tenían dispo­
sición para ello , y eran otros con ellas mismas
cegados por tu justo ju icio , asi tienes tú el pro­
fundo mar de tu Divina Escritura, diputado para
hacer misericordia' á tus corderos, que naden en e¿
provecho suyo y ageno, y también para hacer justi^
cia con que los soberbios Elefantes se ahoguen, y
ahoguen á otros. Temida y muy temida debe ser
la entrada en la Divina Escritura, y nadie se debe
arrojar á ella sino con mucho aparejo » como á
cosa en que hay mucho peligro. Lleve quien hu­
biere de entrar en ello él sentido de. la Iglesia Ca­
tólica Rpmana , y evitará el peligro: de la heregía·;
Lleve para aprovecharse de ella limpieza de vida,
como dice San Atajqasio, por .las palabras siguien­
tes:
272 DE LA FE CATO tICAV

te s : » Necesaria es la bondad de vida y limpieza


*»de ánima, y chrístíana piedad para la investiga-
» cion y verdadera ciencia de las Escrituras. T des*
i »pues d ice : Porque sin limpieza de ánimo y vida
j» imitadora de santidad, no es posible entender los
«dichos de los Santos.“ Que asi eorao si alguno
quiere mirar Ja luz dei Sol alimpia sus ojos y se
pone mas claro alimpiándose , casi á la semejanza
de aquel Sol que desea mirar, para que asi el ojo
hecho lüz pueda mirar la luz del Sol: y asi tara·'
bien como si alguno desea ver alguna Región Ó
Ciudad, se acerca á ella por causa de verla, así
el que desea alcanzar la inteligencia de los Santos,
convie'nele primero lavar y limpiar su ánima, y_
por semejanza de vida y costumbres acercarse á
los mismos Santos, para que asi estando con sus
deseos y vida, junto con ellos, entienda en aque­
llas cosas que Dios á ellos reveló, y hecho casi
Uno de ellos, escape del peligro de los pecadores,
y del fuego que en el dia del juicio les está apa-,
rejado. Esto que ha dicho San Atanasio ( i ) con­
viene mucho llevar, para sacar provecho de la D i­
vina Escritura, porque sin esta limpieza de vida
bien podrá uno saber por la Escritura , lo que
- .D ios

( i) «y. Atanasio,
Í)E L A PE C A TO L IC A . 2 7 3
Dios quiere en general, mas saber en particular el
consejo de D io s, y que quiere D io s , como dice
el Sabio, no se puede saber por estudio humano;
mas según el mismo dice: Tu sentidoy Señor , ¿quién
lo sabrá si tú no dieres sabiduría , y enviares de las
alturas el Santo Espíritu tuyo ? Esta sabiduría es la
que enseña el ageadamiento de Dios en particular,
la qual no mora en los malos. Y quando esta per-
severa en el hombre con experiencia de sanros tra­
bajos , humildes oraciones y frutos de buenas obras,
hace á un hombre verdaderamente sabio, para que
con la lección de la Escritura y larga experiencia
pueda enseñar á los otros á manera de testigo de
Vísta, y dar en la vena del ageno corazón , en­
señando por lo que pasa en el suyo. Y sin esto,
si una vez acertare errará muchas, y será de aque··
lío s, de los qualesdice San Pablo ( i ) : Que querien­
do ser engañadores de la Ley, no entienden las cosas
que hablan. Conviene también ayudarse ei hombre*
que quiere estudiar la Divina Escritura, del socoro
ro y exposición de los Santos , y aun de Escolásti­
cos, porque lo que del estudio de la Divina Es­
critura se saca, sin llevar estas cosas, probádoloha
Alem ania, mas por su mal.
CA-¡
( i ) i . Titn. i .
, Tom. I. Mm
*74 PE LA. FE CATO LICA

<oíio*<oító*íci<sonot(ot'íooo*«o(io*<oí>c»'tóíio»*ci(i«»*CH>o*(oBotíd<io*<o¡(o**©(t©Ko(iot

C A P IT U L O XLIX.

QUE DEBEM OS N 0 EN SOBERBECERN OS,


vtendo que otros pierden la Fe que nosotros no h>f
bsmos perdido , antes humillarnos con temor ;
y de las razones que para ello hay,

N o saquéis vos de oír estas caídas agenas alguna


soberbia de corazon , con que digáis : N o soy yo
como aquellos que tan feamente han perdido la Fe;
acordaos de unos hombres que contaban á nuestro
Señor, que Pilato habia muerto á cierta gente de
Galilea en mitad de unos sacrificios que hacían, y
ilevaban los que esto contaban un liviano com­
placimiento en su corazon , con que se tenian por
mejores que aquellos que habían hecho cosas me­
recedoras de que los matase Pilato, Y como el So­
berano Maestro entendía la tal soberbia, sin que
ellos la manifestasen , queriéndolos desengañar, les
dixo de esta- manera : ¿ » Pensáis que aquellos hom-
»bres de Galilea eran mayores pecadores que to­
ados los hombres de aquella Provincia, porque
»vino tal castigo sobre ellos? ¿O pensáis que aque-
ívllos
DE IA FE C A T O LIC A . 1J J

»líos diez y ocho hombres, sobre los quales cayó


j> la torre en S iloe, y los m ató, eran mayores pe-
»cadores que todos los otros hombres que mo­
jí raban en Jerusalen ? Yo os digo que no > y que sí
»penitencia no hicieredes, todos juntamente pere-
» cereis. u Este mismo sentido tiene San Pablo, quan-
do dice ( i ) : Por la incredulidad fueron cortados los
Judíos , que eran ramos en la oliva de los creyentes, y
tú por la Fe estas en pie. No quieras ensoberbecerte*
mas tem e, porque de otra manera también serás
tú cortado. Los castigos de Dios hechos en otros,
humildes y castos, nos deben hacer > no soberbios,
que donde quiera que en nuestros tiempos infe­
licísimos queramos mirar , hay que llorar y que
decir con Jeremías (2): S i salgo al campo, veo muer­
tos á espada í si entro en la Ciudad , veo muertos y
desperecidos con hambre. Los primeros son los que se
han salido de la C iudad, que es la Iglesia, gente
que está sin cabeza, porque la espada de la incre­
dulidad les ha quitado la cabeza que Dios díó á
los Christianos, que es el Romano Pontífice : y
los segundos son muchos de los que en la Ciudad
de la Iglesia tienen sana la F e , mas están mise­
rablemente muertos de hambre, porque no comea
man-<
(1) Rman, ix . (4) Jerem. 14.
Mm 2
2J 6 DE 1A TE C A T O L IC A .

manjar de la obediencia de los Mandamientos de


Dios y de su Iglesia. Cosas son estas dignas de
que las sintamos, si sentido tenemos de Christo, y
que las lloremos delante de su acatamiento , y le
digamos: ¿ Hasta quándo, Señor, no habrás mi­
sericordia de aquellos, por los quales derramaste tu
sangre, y perdiste la vida en la Cruz con tantos
tormentos ? Y pues el negocio es tu y o , sea tam­
bién de tu mano el remedia, pues que de otra
mano es imposible venir. Tened vo s, doncella, cui­
dado de sentir y pedir esto ; pues si á Christo amais,
habéis de tener dentro de vuestro corazon entra­
ñable coinpasion de las ánimas, pues por ellas mu­
rió Jesu Christo : y también os conviene mucho
mirar como v iv ís , y como os aprovecháis de la Fe
que teneis, porque no os castigue Dios con dexa-
ros caer en algún error con las perdidas, pues ha­
béis oido con vuestras orejas, quanta gente ia ha
perdido por las heregías del perverso L u tero , y
otros hay que han negado á Christo en tierra de
Moros , por vivir según la ley bestial de Maho-
ma, en lo qual vereis cumplido lo que dice San
Pablo ( i ) : Que por haber desechado algunos la buena
fonciencia , perdieron la Fe $ ahora sea como arriba
di?
(i) i . Tim. x,
DE tA CATOUCA. lyj
Üiximos, quando hablabamos de los motivos para
creer, porque la misma mala conciencia poco á po­
co hace cegar el entendimiento para que les bus­
que doctrina que no contradiga á sus maldades, ó
porque el Soberano Juez, en castigo de pecados,
permita caer en heregía. Ahora sea por lo uno ó por
lo o tro , es cosa para temer y poner cuidado de lo
evitar : y aunque esto no acaezca á todos los malos
Christianos, pues aunque esten en pecado mortal,
no por eso pierden la Fe, según hemos dicho, mas
en cosa que tanto nos vá el haber acaecido á uno
solo, es razón que ponga á todos cuidado y te­
mor de huir aquella ocasión. Que cierto bien le­
jos estaban los corazones de los once Apóstoles
de entregar á la muerte á Jesu Christo nuestro Se­
ñor , y porque el dixo , que uno de ellos lo habia
de entregar, temieron todos , y dixeron: ¿ Por vm *
tura, Señor, soy yo\ Temiendo que podían por su
flaqueza caer en lo que de presente se sentían li­
bres. Para todo lo qual os será muy provechosa
palabra la que entie manos tenemos: Inclina tu
oreja , obedeciendo con Fe á Dios y á su Iglesia,
y no tener enterdimienro escudriñador, que sea
oprimido de la Magestad, según está amenazado
en la Escritura, porque los que quieren tentar las
inefables cosas de Dios con la pequenez de su en-
ten-
27 8 DE 1 A FE C A T O líC A .

tendimiento y razones , acaeceles lo que á los que


miran en hito al mismo Sol, que no solo no ven,
mas antes pierden la vista, y son rechazados por
el grande exceso que hay de la luz que miran á
los ojos con que la miran j y así estos tales bus­
cando satisfacción por vía de entender , y escu­
driñar , hallan dudas e inquietud, porque no se
comunica la sabiduría de D io s , sino á los peque­
ños humildes que con sencilleza se llegan á e l , in­
clinando su oreja á el y á su Iglesia, y reciben
de su bondad muy grandes mercedes, con las qua-
les queda el ánima satisfecha, hermoseada con Fe
y con obras, á semejanza de la hermosa Rebeca,
á la qual fueron dados de parte de Isaac zarcillos
para las orejas, y axorcas para las manos, y por
que nos fuese mas encomendada esta sencilla suje­
ción de nuestro entendimiento, no se contentó el
Espíritu Santo con amonestarnos en la primera pa­
labra, diciendo: Oye bija; mas amonestólo en otra,
que dice: Inclina tu oreja , para que sepan los hom­
bres, que pues Dios no habla palabras ociosas en
decirnos una sentencia por diversas palabras, nos
quiere mucho encomendar este sencillo y humilde
creer, principio de nuestra salud: y si con ella
se junta el am or, tendremos salud del todo perfecta.

CA-
SENTIM IENTOS ESPIR ITU A LES. 1J9

CAPITULO L.

d e c o m o s u e l e n s e r m u c h o s

engañados dando crédito a falsas revelacione ,í y decía-


rase en particular en qué consiste la verdadera
libertad de espíritu.

N o es razón que pase de aquí sin avisaros de


un grande peligro, que á los que caminan en el
camino de Dios acaece, y á muchos ha derribado.
El principal remedio , del qual consiste el aviso
que el Espíritu Santo nos dio, mediante aquesta
palabra que d ice: Inclina tu oreja , y este peligro
es , ofrecerse á alguna persona devota , revelaciones
ó visiones, ú otros sentimientos espirituales, los
quales muchas vcces, permitiéndolo D io s , trae el
demonio para dos cosas. Una, para con aquellos
engaños quitar el crédito de las verdaderas - reve­
laciones de Dios, como también ha procurado fal­
sos milagros para quitar el cre’dito de los verda­
deros.. O t r a p a r a engañar á la tal persona, debaxó
.de especie de bien , ya que por otra parte tío pue­
de. Muchos de los quales leemos en tiempos pa-
13 '1

2 § 0 ENGAÑOS A CERCA DB

gados, y muchos hemos visto en Jos presentes, los


quales deben de poner escarmiento, y dar aviso á
qualquiera persona deseosa de su salud, á no ser
fácil en creer estas cosas, pues los mismos que
tanto crédito les daban primero, dixeron y avisa-*
ron despues de haber sido libres de aquellos eti^
garios, que se guardasen los otros de caer en ellos.
Gerson cuenta haber acaecido en su tiempo m,u-*
chos engaños de aquestos ( i ) , y dice haber sabido
de muchos que decían tener por muy cierto ha­
berles revelado Dios que habían de ser Papas: y·
alguno de ellos lo escribió asi, y por conjeturas
y otras pruebas afirmaba ser verdad. Y otro, te*>
niendo el mismo crédito que había de ser Papa,
despues se le asentó en el corazon que habia de ser
Antíchristo , ó á lo menos mensagero de e l , y des­
pues fue gravemente tentado de matarse el mismo
por no traer ranto daño al Pueblo Christiano , hasta
que por la misericordia de Dios fue sacado de
todos estos engaños, y los dexó en escrito para
cautela y enseñanza de otros. N o han faltado en
nuestros tiempos personas que han tenido por cier­
to que ellos habían de reformar jla- Iglesia Chris­
tiana, y traerla á la perfección que á su principio tu-
- yo,.
(i) Gerson*
SENTIMÍENTOS ESPIRITUALES. 2 8 I

v o , o á otra mayor. Y el haberse muerto sin ha­


cerlo , ha sido suficiente prueba de su engañado co-
razon, y que les fuera mejor haber entendido en
sil propia reformación , que con la gracia de Dios
les fuera ligera , que olvidando sus propias concien­
cias poner los ojos de su vanidad en cosa en que
Dios no la quería hacer por medio de ellos. Otros
han querido buscar sendas nuevas, que les parecía
muy ttreve atajo para llegar presto á Dios: y pa­
recidos, quedándose perfectamente á él , y dexándose
en sus manos, eran tan tomados de D ios, y regi­
dos por el Espíritu Santo, que todo lo que á su
corazon venia, no era otra cosa sino lumbre e
instinto de Dios. Y llegó á tanto este engaño , que
si aqueste movimiento interior no les venia, no ha­
bían de moverse á hacer obra buena, por buena
que fuese : Y si les movía el corazon á hacer al­
guna obra, la habían de hacer aunque fuese contra
el Mandamiento de D ios, creyendo que aquelía gana
que su corazon sentía era instinto de Dios y li­
bertad del Espíritu Santo , que los libertaba de toda
obligación de Mandamientos de D io s, al qual de­
cían que amaban tan de verdad , que aun quebran­
tando sus Mandamientos no perdían su amor. Y
no miraban que predicó el Hijo de Dios por su
boca lo contrarío de aquesto, diciendo : Si alguno
Tom. I. Nn me
2 S 2' ENTGANOS ACERCA DE

me ama , guardara mi palabra : y el que tune mis M an­


damientos y los guarda , aquel es el que me ama. Iten:
Si alguno me am a , guardará mi palabra : y el que no
me ama , no guardará mi palabra : Dando claramente
á entender, que quien no guarda sus palabras, no
tiene su amor ni amistad; porque como dice San
Agustín ( i ) : Ninguno puede amar al R e y , cuyo man·
damiento aborrece. Y lo que el Apóstol dice (2) :
A l justo no le es impuesta Ley : y que donde está el
Espíritu del Señor, allí hay libertad; no se ha
de entender que el Espíritu Santo haga á ninguno,
por justo que sea, ser libertado de la guarda del
Mandamiento de D io s, ni de su Iglesia, ni de sus
mayores , antes mientras mas se le comunica esté
espíritu , mas amor le pone : y creciendo el amor
crece el cuidado y gana de guardar mas y mas las
palabras de Dios y de su Iglesia: sino, como este
Espíritu sea eficacísimo , y haga al hombre ver­
dadero y ferviente amador de lo bueno, pónele tal
disposición en el ánima, quando con abundancia
se dá , que no le es pesada la guarda de los Man­
damientos , antes muy fácil y tan sabrosa, que
diga David : Quán dulces son para mi garganta tus
palabras j mas que la miel para mi boca. Porque como
cs-
(x) August. (i) Timot, j .
SENTIMIENTOS ESPIRITU ALES. 2 8 3

est: Espíritu ponga perfectísima conformidad en la


voluntad del hombre con la voluntad de Dios ha­
ciéndole que sea un espíritu con e l, quiere decir,
como dice San P ablo, que tenga uti querer y
no querer , necesariamente ha de ser al hombre
sabrosa la guarda de la voluntad de D io s, pues á
cada uno es sabroso obrar lo que am a, tanto, que
si la misma Ley de Dios se perdiese , se hallaría
escrita por el Espíritu Santo en las entrañas de
ello s, según dice David ( i ) , que la Ley de Dios
está en el corazon del justo ; quiere decir, en su
voluntad, según Dios. Y antes lo había dicho
Dios (2): Yo daré mi Ley en las entrañas de ellos. Y
de aquí e s, que aunque no hubiese infierno que
amenazase , ni Paraíso que convidase, ni Manda­
miento que constriñese, obraría el justo por solo
el amor de Dios, lo que obra; porque como el Es­
píritu Santo obre en el hombre para con D ios, lo
que la generación humana en el corazon del hijo
para con su padre, pues por el y su gracia reci­
bimos la adopcion de los hijos de D io s , de ahí
viene que el tai hombre, como un amoroso hijo,
reverencia y sirve á Dios por el amor filial que
le tiene j trás lo qual viene aborrecimiento perfecto
de
£1) Psalm. 3 5. (a) Jcrem, 3 1.
N n2
2 8 ^, ENGAÑOS ACERCA DE

de todo pecado, y la perfecta esperanza que alánza


de sí tristeza y temor, como se puede alcanzar en
este destierro; y hacerle sufrir los trabajos no solo
con paciencia m:.s con alegría : y por esta libertad
que tiene para con pecados y con trabajos, abor­
reciendo á los unos y amando á los otros, se lla­
ma lib re, y que al tal justo no le es puesta L ey.
A sí como si hubiese una madre que mucho amase
á su hijo y mucho hiciese por el, no le sería pesa­
da la ley que le mandase hacer lo que con su co-
razon maternal con su hijo hace : y así esta tal
madre no estaría debaxo de la ley ni de trabajos,
mas encima de ella como libre : pues obra con
deley te lo que la ley le manda con autoridad : y
de esta manera hacen los que hemos dicho , cum­
pliendo la ley con amor, y aun muchos hacen cosas
á que no tienen obligación, ardiendo su corazon con
mayor fuego de amor, que la obligación en que les
ponía la ley. V así se ha de entender lo que
dice San Pablo (1 ): Si sois llevados por el espíritu ,
no estáis debaxo la ley. Porque aborreciendo al peca­
do, y siendo amorosos para con la ley y gozosos
con los trabajos, todo lo qual viene de ser guiados
por el espíritu., no les es carga la ley según es
di-
(1) Gaiat.
SENTIMIENTOS ESriRlTtTAtE!. 2SJ
Hícho í mas en quebrantando uno de los M anda­
mientos de D ios ó de su Iglesia, luego se vá este
E sp íritu , según está escrito, que se aparta de los
pensamientos que son sin entendimiento, y que será
echado del ánima por venir á ella la maldad. Y
como entonces no son llevados los hombres por
este Espíritu Santo, necesario es que queden sujetos
á la pesadumbre que dá la ley á los que no la
a m a n , y queden flacos para sufrir los tra b a jo s, y
sujetos á caídas de culpas. N o diga pues nadie que
quebrantando Mandamiento de Dios ó de su Igle­
sia puede haber justicia ni libertad ni amor con el,
pues el Señor pronuncia ser esclavo, no libre ( O ,
el que hace el p e c a d o , y como no h a y participa­
ción de luz con tinieblas, no la h a y entre D ios y
quien obra m aldad, porque según es escrito: Abor­
recible es á Dios el malo y su maldad. Heos dado cuen­
ta de aqueste tan ciego error , como poniéndooslo
en exemplo, por donde saquéis otros muchos tan
Recios y torpes como e l, en los quales han caido
en tiempos pasados y presentes, los que han liviana­
mente creido que los sentimientos 6 instintos que
en su corazon había eran de D ios.
CA-
(i) Eccles. 41.
I N G A K O S A C E R C A DE

>«>c>cc<x>í<xx ■íooc <x x >ocx ->CxX^O^<Xx>Ch;

CAPITULO LI.

DE COMO NOS HABEMOS DE HABER


para no errar en las tales ilusiones : y quan peligroso sea
el deseo de revelaciones, ó cosas semejantes;

C]/on deseo que vuestra ánima no sea una de aques­


tas , os encomiendo mucho escarmenteis , como di­
cen, en cabeza agena, y que tengáis mucho aviso
de no consentir en vos poco ni m ucho, el deseo
de aquestas cosas singulares y sobrenaturales, por­
que es señal de soberbia ó curiosidad peligrosa > de
lo qual en algún tiempo fue tentado San Agus­
tín ( i ) , cuyas palabras son estas: » C on quantas
»artes de tentaciones ha procurado conmigo el ene-
» migo , que yo pidiese á tí, Señor, algún mila-
«gro. Más ruegote, por amor de nuestro R ey Je-
usu-Christo y por nuestra ciudad de Jerusalen la
»del C ielo , que es casta y sencilla, que así como
>7ahora está lexosde m iel consentimiento de aquesta
»tentación, así lo esté siempre mas y mas lexos.“
San
(i) A n g u s t.
SENTIMIENTOS ESPIRITUALES. 287
San Buenaventura díte ( i ) ; Que muchos han caido en
muchas locuras y errores en castigo de haber deseado las
cosas ya dichas. Y dice , que antes deben ser temidas que
deseadas. Y si os vinieren sin querarlas vos , temed,
y no las deis crédito, mas recurrid luego á nuestro
Señor, suplicándole no sea servido de llevaros poi
este camino, sino que os dexe obrar vuestra salud
en su santo temor y camino ordinario y llano de
los que le sirven j especialmente habéis de mirlar
esto, quando la tal revelación ó instinto os con­
vidare á reprehender 6 avisar alguna cosa secreta
á tercera persona: y mucho mas si es Sacerdote ó
Prelado ó semejante persona á quien se debe par­
ticular reverencia. Desechad entonces muy de cora-
zon estas cosas, y salid de ellas con decir lo que
dixo Movsen: Suplicóte, Señor , envíes al que has de
mviar. Y Jeremías dice: Muchacho soy, Señor , no sé
hablar. Teniendose entrambos por insuficientes, y hu­
yendo de ser enviados á corregir á los otros. Y no
temáis, que por esta resistencia humilde sé enoja­
rá Dios ó se ausentará si el negocio es suyo; mas
antes se acercará y lo aclarará: pues quien dá su
gracia á ios humildes , no la quitará por hacer acto
de humildad ; y si no es de D io s, huirá el demo­
nio
(i) S , B uew v .
2 8 8 ENGANOS ACERCA DE

nio herido con la piedra de la humildad, que es


golpe que le quiebra la cabeza como á Goliat. Y;
así acaeció á un Padre del yermo, que a p a re á n ­
dole una figura de un Crucifixo, no solo no le quiso
adorar ni creer, mas cerrados los ojos, d ix o : No
quiero ver en este mundo á Jesu Christo, bástame
verlo en el Cielo : con la qual respuesta huyó el de­
monio, que con agena figura quería engañar. Otro
Padre respondió á uno, que decia ser Angel enviado
á el de parte de Dios: Yo no he menester, ni soy
digno de mensages de Angeles, por eso mira á.quien
te enviaron , que no es posible que te enviasen á
m í, ni te quiero oir; y asi con esta humilde res­
puesta huyó el demonio soberbio > y por esta via
de humildad y de desechar muy de corazón estas
cosas, han sido muchas personas libres por la ma­
no de Dios de muy grandes lazos que por esta vía
el demonio les tenia armados, probando en sí mis-r
nios lo que dice David ( i ): E l Señor guarda d los
péqueñuelos: humílleme y o , y libróme él. Y por el con­
trario , hallando la falsa revelación ó instinto del
demonio alguna gana ó aplazamiento liviano en el
corazon de quien le. recibe , prende allí y toma
fuerzas para del toio engañar , permitiéndolo Dios
no

( i) Psalm > l a .
SEttTlMÍENTÓS ESPIRITUALES. 2 89
no sin justo ju icio: porque como dice San Agus­
tín ( i ) , la soberbia, debe ser engañada. Estad pues
tan limpia de aqueste aplacimiento y de pensar que
sois algo por aquestas revelaciones,· que no se mude
vuestro corazón ni un solo punto del lugar humilde
en que antes estaba debaxo del temor santo de
D io s : y asi os habed en ellas como si no os hubie­
ran venido, y si con responder esto el negocio pa­
sare adelante t dad luego cuenta de el á quien os
pueda aconsejar lo que os cumple, aunque mejor
sería dar esta cuenta luego que os acaeciese, y
ayudar vos con oraciones, y ayunos y otras buenas
fobras al que os ha de aconsejar, para que Dios
Je aclare la verdad , pues el negocio es tan dificul­
toso: porque si al espíritu bueno de Dios tenemos
por espíritu malo del demonio, es gran blasfemia,
y somos semejantes á los miserables Fariseos, con-
traditores de la verdad de Dios , que atribuían al
espíritu malo las obras que Jesui-Christo nuestro Se­
ñor hacia por Espíritu Santo. Y si con facilidad
de creencia acetamos el instrumento del espíritu,
m alo, por cosas del Espíritu Santo, ¿ que' mayor
mal puede ser, que seguir las tinieblas por luz y
el engaño por verdad, y lo que peor e s , al de^
mo-
( i) ¿íugitst.
Tom. A Oo
,2 $ Ó ENGAÑOS ACERCA DE

monio por Dios? En entrambas partes hay grart


peljgro , ó teniendo á Dios por demonio, ó al de­
monio por D io s, y quan gran necesidad hay de
saber distinguir y estimar Cada cosa de e^tas en lo
que ella es: ninguno h a y , por cicgo que sea, que
no lo vea;1 mas quan clara está la necesidad, tan
dificultosa y escondida está la certificación y lum­
bre de aquesta duda: y así como no es de todos
profetizar 6 hacer milagros con otras semejantes
gracias, sino de aquellos á quien el Espíritu Santo
las reparte por su voluntad, así no es dado al es­
píritu humano, por sabio que sea, juzgar con cer­
tidumbre y verdad la diferencia de los espíritus,
sino fuese alguna cosa muy clara contra la Escri­
tura ó Iglesia de Dios. Necesaria pues es en todo
caso lumbre del Espíritu Santo, que se llama dis­
creción de espíritus , con la qual entrañable ins­
piración y alumbramiento juzga el hombre que
'este don tie i. e, sin errar, qual es el espíritu de
verdad ó de mentira; y si es cosa de tomo, de*-
bese decir al Prelado y tener por acertada su de­
terminación.
SE N T IM IE N T O S E s m íT Ú A L E S . %Q\

> C< >í>< VyyX><> C<XX> :XX>0< >e^CxX^XV>C^< >C> C<>'> < ' > C O C X V X X x > *.;X

CAPITULO LII.

EN QUE SE PONEN ALGUN AS SECALES


de las buenas , y de las malas y falsas revelaciones^
& ilusiones.

A lle n d e de lo dicho habéis de mirar que' prove-í


cho ó edificación dexan en vuestra ánima aquestas
cosas: y no os digo esto , para que por estas ó ’
otras señales vos seáis juez de lo que en vos pasa,
mas para que dando cuenta á quien os ha de acon­
sejar , tanto mas ciertamente el pueda conocer y
ensenaros la verdad , quanto mas particular cuenta le
dieredes. Mirad pues si estas cosas os aprovechan para
remedio de alguna espiritual necesidad que tengáis,
ó para alguna cosa de edificación notable en vues­
tra ánima; porque si un hombre bueno no habla
palabras ociosas, menos Jas hablará el ¡>eñor, cj.
qual dice ( i ): Yo soy el Señor que te enseño cosas
provechosas, y te gobierno en el camino que andas. Y
quando se viere que no hay cosa de provecho, mas
ma^
<i) Isau 48.

Oo 2.
2 ENGAKOS ACERCA DE

marañas y cosas sin necesidad, tenedlo por fruta


del demonio , que anda por engañar ó hacer perder
tiempo á la persona que las trae y á las otras
á quien se cuentan : y quando mas no puede, con
este perdimiento de" tiempo se dá por contento. Y
entre las cosas que mas habéis de m irar, que se
obran,'en, vuestra, ánima, Ja principal sea , si os de-
xan mas humillada que antes porque la humildad,
como dice un D o cto r, pone tal peso en la moneda
espiritual que ;suficientemente la distingue de la
falsa y liviana m o n e d a P o rq u e según dice San
Gregorio ( i ) : ■
Evidentísima, .señal de los escogidos es la
humildad) y de los réprobos es la. soberbia. Mirad pues
que rastro queda en vuestra ánima de la visión ó
consolación, .ó .espiritual sentimiento, y ,si .os veis
quedar mas, humilde , y avergonzada de vuestras fal­
tas, y con mayor reverencia y temblor de la
nita grandeza de Dios, y no reneis deseos livia­
nos de comunicar con otras personas aquello , que ,
os ha acaecido j ni tampoco os ocupáis mucho en-
mirarlo ó hacer caso de ellos, mas echáis lo. en ol­
v id o , como cosa que puede traer alguna estima.de
vos: y si alguna vez os viene á,la memoria,,hu-;
milUis os, y maravilláis os de la gran misericor-.
dia
(i) Grego*.
SENTIMIENTOS ESPIR ITU A LES. ^ P 3

día dé D ios, que á cosas tan viles hace tantas


mercedes. Y sentís vuestro corazon tan sosegado y
mas en el propio conocimiento , como antes que
aquello os viniese estabades. Alguna señal tiene de
ser Dios , pues es conforme á la enseñanza y verdad
Christiana, que es que el hombre se abaxe y des­
precie en sus propios o jos, y de los bienes que
Dios recibe, se conozca por mas obligado y aver­
gonzado, atribuyendo toda la gloria á aquel de cu­
ya mano viene todo lo bueno; y con esto con-i
cuerda San Gregorio, diciendo ( i ) : E l anima que
es llena del Divino entendimiento, tiene sus evidentísi­
mas señales, conviene á saber, verdad y humildad.
Las quaies entrambas, si perfectamente en un áni­
ma se juntaren, es cosa notoria, que dán testimonio
de la presencia del Espíritu Santo; mas quando es
engaño del demonio , . es muy al rebes, porque, ó
al principio o al cabo de la revelación ó consola-
eion , se. siente el ánima liviana y deseosa de ha­
blar lo que siente , y con alguna estima de sí y
de su propio juicio, pensando que ha de hacer
Dios grandes cosas en ella y por ella, y no tiene
gana de pensar sus defectos, ni de ser reprehendida,
de .Q¿ra^ Pías todo su hecho es hablar y revolver
en
( i) Gregor.
¿p 4 ESTGANOS ACERCA DE

en su memoria aquella cosa que tiene, y de ella


querría que hablasen los ctrcs. Quando estas seña­
les y otras que demuestran liviandad de corazon
vieredes, pronunciarse puede sin duda ninguna que
anda por allí el espíriru del demonio, y de nin­
guna cosa que en vos acaezca , por buena que os
parezca , ora sean lágrimas, ora sea consuelo , aho­
ra sea conocimiento de cosas de Dios j y aunque
sea ser subida hasta el tercero cielo , si vuestra áni­
ma no queda con profunda humildad, no os fiéis
de cosa ninguna ni la recibáis, porque mientras mas
alta es, mas peligrosa es, y hacerosha dar mayor
caída: Pedid á Dios su gracia para conoceros y hu­
millaros , y sobre esro déos mas lo que fuere ser­
vido ; mas faltando esto, todo lo otro, por pre­
cioso que parezca , no es oro sino oropel: y no
harina de mantenimiento sino ceniza de liviandad.
¡Tiene este mal la soberbia, que despoja el ánima
de la verdadera gracia de D io s; y si algunos bie­
nes le dexa falsificados, para que no agraden á Dios,
y sean peasion al que lps tiene de mayor caida:
Leemos de nuestro Redentor que quando apareció
á sus Discípulos el dia de su Ascensión , primero'
les reprehendió Ja incredulidad y dureza de cora­
zón , y despues les mandó ir á predicar, dándoles
poder para hacer muchos y grandes milagros i dan-?
do
SENTIMIENTOS ESTÍ’RITTJ'ÁLES. ‘ 2 P’J
do á entender, que á quien el levanta á grandes
cosas, primero le abare en sí mismo , dándole co­
nocimiento de sus propias flaquezas , para que aun­
que vuelen sobre los cielos, queden asidos á su
propia baxeza, sin poder atribuir á sí mismos otra
cosa sino su indignidad. La suma pues de todo esto
sea, que tengáis cuenta de ios efectos que estas
cosas obran en vos, no para ser vos juez de ellas,
sino para informar á quien os ha de aconsejar y
vos tomar su consejo.

C A PIT U LO L U I.

DE LA OCULTA SO B E R B IA C O N QUE S U E L E N
ser muchos gravemente engañados en el camina de la
•virtud y y de quan a peligro están los tales de ser
enlazados en ilusiones del demonio.

^ f f a s habéis de notar, que muchos sienten en sí


mismos su propia vileza, y quan nada son de su
parte , y pareceles que atribuyen puramente la glo-
i i í ^ tDios de todos sus bienes, y tienen otras mu­
chas señales de humildad; y con todo esto están
llenos de soberbia, y tan enlazados en ella , quanto
ellos
ft 9 6 ENGAÑOS ACERCA DB

ellos, mas libres piensan estar. Y es la causa, por­


que ya que vivan en verdad, por no atribuir los
-bienes á sí, viven en engaño, por pensar que son
sus bienes mas y mayores de lo que en la verdad
„son: y piensan tener de Dios tanta lumbre, que ellos
solos bastan para regirse en el camino de Dios y
aun para regir á los otros: y ninguna persona hay
que en los ojos de ella sea suficiente para los re­
gir. Son en gran manera amigos de su parecer, y
aun tienen en poco algunas veces lo que los Santos
pasados dixeVon, y lo que á los siervos de Dios
que en sil tiempo viven, parece. Jáctanse tener el
Espíritu de Christo y ser regidos por e l , y no
haber menester humano consejo , pues con tanta cer­
tidumbre Dios y su unción les satisface en sus
oraciones. Piensan, como San Bernardo dice ( i ) : En
las casas agen&s, y que en jolas las suyas luce el SoL
Y desafian y desprecian á todos los sabios, como
Goliat al Pueblo de D io s ; solo aquel es bueno en
el juicio que con ellos se conforma: y no hay cosa
que mas jnoiesta les sea, que haber quien les con­
tradiga. Quieren sec maestros de todos y creídos
de todos, y ellos á ninguno creer, y á la discre­
ción cauta de los experimentados llaman t i b i s i y
te-
(i) Bemard.
SENTIM IENTOS ESP ÍR IT U A tE S . 2 9 J

temor, y á los desenfrenados fervores y novedades


llenas de singularidad ó causadoras de alborotos,
llaman libertad del espíritu y fortaleza de Dios:
y aunque traigan en la boca casi á la continua,
esto me dice mí espíritu, Dios me satisface, y
semejantes palabras : otras veces alegan la Escri­
tura de D io s, mas no la quieren entender, como
Ja, Iglesia y los Santos la entienden, mas como
á ellos parece , creyendo que no tienen ellos me­
nor lumbre que los Santos pasados, antes que los
ha tomado Dios por instrumento para cosas ma­
yores que á ellos: y asi haciendo ídolos de sí mis­
m os, y poniéndose encima de las cabezas de todos
con abominable a ltive z; es tan miserable el enga­
ño de ellos, que siendo extremadamente soberbios,
se tienen por perfectos humildes, y creyendo que
en solo ellos mora D io s , está Dios muy lejos de
ellos : y lo que piensan que es luz, es muy obs­
curas tinieblas. De estos, ó que parecen á estos,
dice Gerson ( i ) , hay algunos, á los quales es co­
sa agradable ser regidos por su parecer propio, y
andan en sus invenciones guiados, o por mejor de­
cir , arrojados por su propia opinión, que es pe­
ligrosísima guia. Maceranse con ayunos demasia-
da-
( i) Gerson,
T&í». L Pp
2p 8 ENGAÑOS ACERCA DE

damente , velan mucho, turban y desvanecen el


celebro con demasiadas lágrimas', y entre estas co­
sas no creen amonestación, ni consejo de nadie¿
N o curan de pedir consejo á los sabios de la L ey
de Dios, ni se curan de oírlos , y quando los oyen
ó- piden consejo, desprecian sus dichos. Y es la
causa, porque han hecho entender á sí mismos,
que son ya alguna cosa, y que saben mejor que
todos, que es lo que les conviene hacer. D e e s -
tos tales yo pronuncio, que presto caerán en ilu­
sión de demonios; presto caerán en la piedra del
tropiezo, porque son llevados con ciega precipita­
ción y ligereza demasiada. Por tanto, qualquíera
cosa, que dixere de revelaciones no acostumbradas,
tenedlo por sospechoso. Todo esto dice Gerson,
SE N T IM IE N T O S E SPIR ITU A LES. 29 9

CAPITULO LIV.

D E A L G U N A S P R O P I E D A D E S
que tienen los que en el capítulo pasado dixirnos
ser engañados : y de quanto conviene recibir parecer,
ageno 7 y de los males que trae el amor,
del propio juicio.

de saber y que algunos dé estos que he


dicho en el capítulo pasado , son gente sin letras,
y cordialmente enemigos de los Letrados. Y si por
ventura saben algún poco Latín para leer y traec
consigo un testamento nuevo, es tanto lo que se
creen á sí mismos pensando que creen á Dios y
estriban en unos livianísimos motivos y enlazan-*
se en ellos сои tal ceguedad, que por claros que
son , no saben sacudirse de ellos. Y son tan atre­
vidos e impersuasibles qu e, como la Escritura dice,
mejor es encontrar con una Osa que le han toma­
do los hijos, que con un necio que confia en su ne^
cedad: y tienen muy en la memoria, y también
en la leogua, aquel dicho de San Pablo : La cien­
cia hincha y y la caridad edifica* Y con esto parece-
Pp 2 les
300 ENGAÑOS ACERCA DE

les tener Ucencia de despreciar- á los sabios, como


á gente hinchada, y precian se á sí mismos , tomo
á gente llena de caridad : y no advierten que es­
tán ellos hinchados con soberbia de santidad, que
es mas peligrosa que soberbia de letras, como co­
sa que nacc de cosa mejor , y por eso es ella peor;
aunque en la verdad, ni la ciencia , ni las buenas
obras producen ellas de sí esta mala polilla i mas
l i maldad dei malo , que toma ocasion de lo bue­
no para se hinchar. Y pues asi es, no deben lue­
go despreciar á los sabios, pues que la sabiduría de sí
misma no les es impedimento para ser humildes y
santos, antes á muchos ha sido y es grande oca­
sion para serlo , y juzgar que no lo son , es una
grande soberbia c injurioso juicio. Y ya que no
lo fuesen , acuérdense que está escrito ( i) . Sobre
la Cátedra de Moysés se asentaron los Letrados y Fa­
riseos , haced lo que os dicen , y no hagais lo que ba­
ten. Y estos son al reves, porque no toman la bue­
na doctrina que los sabios dan , y hacen lo malo
que ellos dicen que hacen, que es ser soberbios,
despreciándolos, y no curando del orden natural y
divino, que es, que los menos sabios sean regidos
por los mas sabios. N i es contra esto io que dice
San
( i) Matib, 13.
SE N T IM IE N T O S E SP IR IT U A LE S. 3O I
San Jüán ( 1 ) : Que la unción enseña de todas cosas.
Porque lo que quiere decir e s, que la gracia y
lumbre de Dios, unas veces ensena el hombre in­
teriormente por sí sola : y otras que vaya á pe­
dir ageno consejo , y á quien ha de ir á pedirlo,
y asi enseña de todo, aunque no por sí sola to­
do. Y á este propósito dice San Agustín (2): H u­
yamos tales tentaciones y que son soberbiosísimas y pe­
ligrosas. Antes pensemos como aunque San Pablo
fW postrado y enseñado con voz celestial, con
todo eso fue enviado á hombre para recibir los
Sacramentos, y ser incorporado en la Iglesia (3).
T Cornelia Cent arto fu e enviada a San Pedro, no
solamente para recibir Sacramentos , mas para
oír de el lo que habia de creer , esperar y
amar i porque sino hablase Dios á los hombres por
boca de hombres, muy abatida cosa sería la con­
dición humana. Y como sería verdad io que está
escrito (4): E l Templa de Dios Santa es 3 que sois
vosotros, si no diese Dios respuestas desde este Tem*
p ío , que son los hombres (5) í mas todo lo que
quisiese que aprendiesen los hombres, se lo hubie­
sen de decir desde el C ielo, y por medio de A n-
ge-

( i) Jaana. i . (2) Agust, (3) Autor, (4) Actor, jo ,


(¿) 1. G o rin tb , 3 . .- — 'v

/' ;7 :>,
302 ' TINGADOS acerca de
geles. Y también la misma caridad no tendría en*
txada para que se comunicasen los corazones de
unos con otros , si los hombres no aprendiesen
mediante otros hombres. San Felipe fue enviado al
Eunuco: y Moysen recibió el consejo de su suegro
Jetro ( O . Todo esto dice San Agustín. Iten, dice
San Juan Clímaco : Que el hombre que se cree a sí
mismo, no ha menester que le tiente el dimonio, porque
él mhmo es demonio para si. Iten, dice San Geróni­
mo (2) ; No quise yo seguir mi propio parecer , el qual
'suele ser muy mal consejero. Iten, San Vicente dice,
y aconseja mucho : Que el hombre que quisiere ser
espiritual , tenga algún Maestro por quien se rija : y
si lo puede haber y no lo toma , nunca le comunicara
D ios la gracia , por su soberbia. San Bernardo y San
Buenaventura á cada paso aconsejan lo mismo. Y
la Escritura de Dios está llena de esto mismo ; unas
veces dicc(3) : Ay de vosotros que sois sabios en vues­
tros’ ojos , y delante de vosotros mismos prudentes. Y
en otra parte: Si vieres algún hombre que se tiene por
sabio y cree que mas bien librado que este sera el
ignorante. Y San Pablo nos amonesta: No queráis
ser sabios acerca de vosotros mismos. Y el Sabio di­
ce. (4 ): Si no dixeres al necio las cosas que él cree en
su
(1) Exod. 13. (2) Hieron, (3) Isai, g, (4) Eccles, 6,
SE N T IM IE N T O S E SP IR IT U A LE S. 303
su corazón y no recibirá las palabras de prudencia. Y
en otra parte ( i ) : Sí inclinares tu oreja , recibirás
doctrina : y si amares el otr , serás sabio. Y por no ser
prolijo, digo , que la Escritura D iv in a , y amones­
taciones de los Santos, y las vidas de ellos, y las ex­
periencias que hemo§ visto, todas'á una boca nos-en­
comiendan, que no nos arrimemos á nuestra pruden­
c ia , mas que inclinemos nuestra oreja al ageno con­
sejo ; porque de otra manera, '¿que cosa habría -mas
sin orden, que la Iglesia de D io s, ó qualquíera Con­
gregación , si cada uno hade seguir su parecer, pen­
sando que acierta ? ¿ Y como puede ser que el espíritu
de Christo , que es espíritu de humildad y de paz, y
de unión, mueva á uno á ser en contrario de todos
los otros, en quien el mismo Dios mora? ¿ Y có­
mo puede nacer de este espíritu, que se tenga un
hombre en tanta estima, que no se halle en la
congregación de los hombres quien le pueda ense­
ñ a r , ni juzgar, si su espíritu es bueno ó malo?
Porque, Como dice San Agustín (2), no dexaria es­
te de tomar ageno consejo y obedecer, sino porque
piensa con su soberbia, que es mejor que el otro
que le aconseja: y ya· que sea su soberbia tanta
que cleá que es mejor que los otros, debe pensar,
que
(1) Eccles. 61 (2) ulugust.
1
304 EN G AÑ OS ACERCA DB

que así como puede ser uno menos bueno qué otro*
y tener don de profecía ó de sanar enfermos, y
semejantes dones , de los quales carezca el otro que
es mejor que ¿1, así puede ser, que el que es me­
nor en otros dones, sea mayor en tener don de
consejo 6 de discreción de espíritu , de ios qua-<
les carezca el otro, que era mayor : y pues Dios
es tan amigo de la humildad y p az, no tema na­
die , que si io que tiene es de Dios se vaya ó
se pierda, por sujetarse por el mismo Dios al age-i
no parecer, antes mas y mas se confirmará: y sí
de otra parte fuere, huirá : y si su sabiduría es
infundida de D io s , mire que una de las condicio­
nes de ella, según dice Santiago ( 1 ) es, ser sux*
dible. Y, mire que llama San Agustín á estos pen­
samientos soberbísimos y peligrosísimos (2): por­
que aunque sea peligrosa la soberbia é inobediencia
de la voluntad que e s , no querer obedecer á la
voluntad agetia, muy mas peligrosa es- la soberbia
del entendimiento, que es creyendo á su parecer,
no sujetarse al ageno, porque el soberbio en la vo­
luntad, alguna vez obedecerá, pues tiene por me­
jor ei ügeno parecer. Mas quien tiene ¡asentado en
s í, que 5ú parecer es ei m ejor, quien le curará?
¿Y;
(t) Jacob. 3. {«) Augm .
SENTIMIENTOS ESPIRITUALES. JJOJ

¿ Y cómo obedecerá á lo que do tiene por tan bue­


no ? Si el ojo del ánima, que es el entendimiento,
con que se había de ver y curar la soberbia , ese
mismo está ciego y lleno de la misma soberbia,
¿quien lo curará? Y si la luz se torna tinieblas,
y si la regla se tuerce > ¿que tal quedará lo demas?
Y son tan grandes los males que vienen de aques­
ta soberbia, que turban á todos con quantos con­
trata ; porque con quien defiende porfiadamente su
parecer propio, y es amigo de el,· ¿quien hay que
en paz pueda vivir ? Y porque del todo maldigais
y huygais este v ic io , sabed, que llega hasta ha­
cer á los que eran buenos Christianos, perversos
Hereges, ni por otra cosa lo han sido, ni son,
sino por creer mas á su parecer propio, que ai
4 e la Iglesia y de sus mayores , pensaban ellos
que acertaban, y que lo que en su corazón pasaba
era obra de D io s; y que si creían mas al pa­
recer ageno , que á lo que en su cor^zon sentían,
dexaban á Dios por el hombre» mas la experiencia
y la verdat} nos demuestra, que lo que pensaban
ser espíritu de verdad era espíritu de engaño, el qual,
qnando por otra parte no los pudo vencer , comba­
tiólos transformándose en Angel de luz > debaxo de
semejanza de bien, y asi quitóles la vida del ánima,
por no quejrer ellos sujetarse al ageno parecer.
%w* L Qq CA-
ENGANOS ACERCA DE

X X X X X X X X '.-ÍX X i<X^<XXX>OC<»>C><XX^<V>C><'>r^>O^V>-1<>ÍX><Nr>CXS->e4!^

CAPITULO LV.

QUE D E B E M O S G R A N D E M E N T E
huir el propio parecer , y escoger persona á quien
por Dios nos sujetemos para ser de ella rsgidoSj
y qué tal ha de ser esta > y cómo
nos habremos con ella .

T*ornando pues escarmiento de aquestas cosas, os


amonesto, que asi como habéis de ser enemiga de
vuestra voluntad, asi mucho mas lo seáis de vues­
tro parecer, y de querer salir con la vuestra, pues
que veis el mal paradero que tiene el parecer pro­
pio. SeJ enemiga de el fuera de vuestra casa, y
en vuestra casa: y aunque sea en cosas livianas,
no lo sig lis, porque á duras penas hallareis cosas
que tanto turbe el sosiego, que Christo quiere en
Vuestra ánima para comunicarse con ella , ■
como
el porfiar y querer 5 ¿dir con la vuestra: y mas
vale que no se haga Jo que vos deseábades, qtie
perder "tosa que tanto habéis menester pjra gozar
de Dios en sosiego; y esto entended, sí vos no
teneis oficio de re^it Ja casa 3 porque entonces no
-de-
SENTIMIENTOS E S W R IT U íU E S . 307
debeis lo que os parece ser bueno, aunque debeis
informaros bien por oracion y consejo , según la
calidad de la cosa. Ya sabéis que los que se han de
haber en alguna cosa de afrenta, se suelen prime­
ro ensayar en cosas livianas, para estar industria­
dos en las que son de verdad, y mayores. Y cier­
to creed, que quien está acostumbrado á creerse y
estima su entendimiento por sabio , queriendo salir
con su parecer en las cosas pocas, se hallará nue­
vo y dificultoso en negar su parecer en las cosas
mayores, Y por el contrario, el exercitado en co­
sas pequeñas á llamar á su entendimiento de necio,
y á fiar poco de e'l, hallarseha facilitado para suje­
tarse , ó al parecer de Dios ó de sus m ayores, ó
para no juzgar fácilmente á su próximo: y asi co­
mo en las cosas que he dicho de poca importancia,
podéis negar vuestro parecer , y seguir el ageno,
sin examinar mucho quien lo dice ó no i asi os
digo, que en lo que toca á vuestra conciencia de­
beis de estar avisada, que ni la fids de vuestro pa­
recer, ni la fiéis de quien quiera. Convieneos que to­
méis por guia y padre á alguna persona letrada, y
experimentada en las cosas de Dios, que imo sin otro
ordinariamente ño basta, porque las solas letras no
son suficientes para proveer las particulares necesida­
des y prosperidades, y tentaciones que acaecen en
Qq z las
308 ENGAÑOS ACERCA DÉ

las ánimas de los que siguen la vida espiritual, en las


quales, como dice Gerson, se ha de ocurrir á los ex­
perimentados: y muchas veces acsecerá á los que no
tuvieren mas que Ierras, lo que acaeció á los Após­
toles, andando una noche en la mar con tormenta,
que pensaron que Christo, que á ellos venia, era fan­
tasma, temiendo por engaño lo que es merced y ver·"
dad de nuestro Señor, como hicieron los Apósto­
les. Poneroshan algunos de ellos demasiados temo-^
res, condenándolo todo por malo: y como en sus
corazones están mu}r lejos de la experiencia del gus­
to e iluminaciones de D io s, hablan de ello como
de cosa no conocida, y á duras penas pueden creer,
que pasan en los corazones de los otros cosas mas
altas, que las que pasan en el corazon de ellos.
Otros hallareis exercitados en cosas de devocion,
que se van ligeramente tras un sentimiento de es­
píritu , y hacen mucho Cáso de e l : y si alguno
Jes cuenta algo de aquestas cosas, oyenlo cbn ad­
miración , teniendo por mas santo al que mas tie­
ne de ellas, y aprueba ligeramente estas cosas, co­
mo si en ellas todo estuviese seguro: y como no
lo este', muchos de estos por ignorancia caen en
errores, y dexan caer á los que tienen entre ma­
nos , por no darles suficientes avisos contra las cau­
telas del demonio, por lo qiul no son buenos pa-
SENTIM IENTOS ESPIRITUALES. %C>9
t& regir tampoco, como los pasados. Mas sabed que
hay algunos de tan buen juicio , y que tienen en­
tendido, que la santidad verdadera no consiste en
estas cosas, sino en el cumplimiento de la voluntad
del Señor í y tienen experiencia de las cosas espi­
rituales , y saben dudar y preguntar á quien les
informe. De estos tales bien os podréis fiar, aun­
que no tengan letras; pues para quien todo su ne­
gocio es· entender en sí mismo, aquesto le basta:
y pues tanto os va en acertar con buena guía , de-
beis con mucha instancia pedir al Señor que es lo
encamine el de su mano, y .encaminado , fiadle con
mucha seguridad vuestro corazon, y no escondáis co­
sa de e'l, buena ni mala ; la buena, para que la enca­
mine Dios, y os avise i la m ala, para que os la cor­
rija : y cosa de importancia no la hagais sin su pa­
recer , teniendo confianza en Dios , que es amigo
de obediencia, que el pondrá en el corazop y lengua
á vuestra g u ia , lo que conviene á vuestra salud^
y de esta manera huiréis de dos males, y extremos;
uno, de los que dicen , no he menester consejo
de hombre, Dios me enseña y me satisface. Otros
están tan sujetos al hombre, sin mirar otra casa,
sino que es hombre que les comprehende aquella
maldición, que dice ( i ) : Maldito el hQ?fibre Que
(i) j Urevii 17. co»-
3 10 ENGANOS ACERCA DE

confia en el hombre. Sujetaos vos á hombre, y ha­


bréis escapado del primer peligro, y no confíes eti
el saber, ni fuerza del hombre, mas en D ios, que
os hablará y esforzará por medio del hombre, y
asi habréis evitado el segundo peligro, Y tened por
cierto , que aunque mucho busquéis, no hallareis
otro camino tan cierto, ni tan seguro , para hallar
la voluntad del Señor, como este de la humilde
obediencia , tan aconsejado por todos los Santos, y
tan obrado por muchos de ellos, según nos dan
testimonio las vidas de los Santos Padres, entre
los quales se tenía por muy gran señal de llegar
uno á la perfección el ser muy sujeto á su viejo.
Y entre las muchas buenas cosas que en las O r­
denes de los Religiosos h a y , por maravilla halla­
reis otra tan buena como vivir todos debaxo de
un mayor á quien obedezcan, no solo en las obras
exteriores, mas en el parecer y voluntad interior­
mente 5 los quales, si tienen confianza y devoción
en la obediencia, vivirán vida acertada, y muy
descansada,
SENTIM IENTOS ESPIR ITU A LES. 3I I

CAPITU LO L V I.

EN QUE SE COMIENZA A DECLARAR


la segunda palabra del verso , y el como habernos de mirar
las Escrituras , y que conviene tener recogimiento
en la vista corporal, para ver mejor con los ojos del ani­
ma f los guales , quantQ mas limpios de las criatum
ras, miran mejor d Dios.

S i bien habéis oído las palabras ya dichas, vereís


quan necesario es el oír para agradar á Dios nues­
tro Señor. Agora escuchad la segunda palabra que
dice Vé\ no basta estar atento á las Divinas pa­
labras de fuera, e inspiraciones de dentro , que es
ti o ir } mas conviene también tener sano el senti­
do para v e r , porque no menos son reprehendidos
de Chrisro los ciegos que no ven la lu z, que los
sordos que no oyen la verdad. Mas no penseis que
amonestándoos que veáis , os quiere decir , que veáis
fiestas ó mundo, porque aquel V er, ¿q u e otra cosa
es sino cegar, pues impide la vista del ánima ? Los
ojos del cuerpo basta que miren la tierra en que
se han de tornar } y que miren el Cielo donde está
el
3 1 1 DEL PROPIO CONOCIMIENTO,

ei deseo de su corazón, según dice David ( i ) : Veré


tus Cíelos y obra de tus dedos, la Luna y Estrellas que
tú fundaste. Y si mas criaturas quieren ver, no lo
impedimos , con tal que sea la vísta para pasar de
ellas á D io s, no para perder y olvidar á Dios en
ellas j porque de esta vista dice David al Señor (2):
Señor f aparta mis ojos , porque na vean la, vanldadi
en el camino avívame. Bien sabía este Santo R ey,
que el demasiado mirar es impedimento para cor­
rer con ligereza la carrera de Dios, y suele entibiar
el corazon encendido, y por eso dice: Avívam e en
tu carrera i porque según está claro, á los expe­
rimentados, quanto mas recogidos tienen estos ojos
exteriores, tanto mas ven con los interiores, cuya
vista es mas alegre y mas provechosa, lo qual es
justo que fácilmente crea un O uistiano, pues lee­
mos de algunos Filósofos haberse sacado los ojos
del cuerpo por tener mas recogido su entendímien*·
to para contemplar, en el qual hecho debemos bur­
lar de su error en sacarse los ojos , y aprove­
charnos de su buen deseo en tener recogimiento en
ellos. Y asi con todo cuidado debemos guardar nues­
tros ojos, porque no nos acaezcan los males que
de la soltura suelen venir, i De dónde pensáis que
V I­

CO Psalm, 8. (») Psalm, 118 .


DEL PROPÍO CONOCIMIENTO, J t J

vino el principio de la perdición al mundo ? Por


cierto no de más, que de una vista desordenada.
Miró Eva al árbol vedado, dióle gana de come*
de su fruto porque le parecia hermoso y sabroso.
Comió é hizo comer á su marido, y la comida
fue" muerte para ellos y quantos de ellos vinieron.
No es cordura mirar lo que no es lícito desear, co­
mo parece en el Santo Rey David ( 1 ) , cuyos ojos
se deleytáron en jrúrar la muger que se lavaba en
su huerto; y tuvo despues que llorar noches y
dias lavando su cama y estrado con lágrimas, en
tanta abundancia, que sus ojos estaban carcomidos
como de polilla de mucho llorar s y quien dice :
Arroyos de agua derramáron mis ojos porque no
guardaron los malos tu ley , mejor los derramaría
por no haberla el guardado. Buen consejo hubiera
sido á sus ojos no deleytarse en lo que despues tan
caro les costó: y también lo será á nosotros peca­
dores , pues tan livianos somos que tras los ojos
se nos vá el corazon. Pongamos pues un velo en­
tre nosotros y toda criatura , no hincando los ojos
del todo en ella, porque ocupados allí, no perda-?
mos la vista del Criador? quiero decir , nuestras
devotas ' consideraciones que de Dios teníamos. Y
creed
(1 ) 3. Reg . íi.

Tom, /, Bj;
314 DEL PROPIO CONOCIMIENTO.

creed cierto, que una de las mas ciertas señales


de corazon recogido es la mortificación en el mi­
rar , y del corazon disoluto la disolución del mi­
rar. N o hay pulso que tan cierto declare lo que
hay en el cuerpo, quanto el ojo declara lo que hay
en el ánima de bien ó de m al, por lo qual el Es­
poso alaba á la Esposa de los ojos, diciendo (1):
Tus ojos son de paloma. Dando á entender, que son
honestos como los de paloma , que suelen ser ne­
gros. Miremos pues cómo miramos, si no queremos
pagar llorando lo que pecamos mirando: y si esto
conviene mirar en los ojos de fuera, ¿ quinto mas
en los interiores, en los quales verdaderamente está
el bien ó el mal mirar, y por los quales es uno
juzgado que tiene vista ó es ciego ? Claro está que
los Fariseos á quien Jesu Christo nuestro Señor ha­
blaba, ojos tenían en la cara con que veían i mas
porque no veían con los del ánima, llamábalos cie­
gos y guia de ciegos. Y por el contrario el Patriar­
ca Isaac y Tobías muy clara vista tenían en los
ojos del ánima, y por eso poco les dañaba estar
ciegos en los ojos del cuerpo i porque como dixo
San Antón á un ciego llamado Dídimo, que era
muy sabio en las Escrituras Divinas: „N o es razón
5 í que
(1) Cant, 1, O g.
DEL PROPIO CONOCIMIENTO. 3 I £
*»que tomes pena por no tener ojos del cuerpo,
51 los quales también tienen los gatos y los perros
1» y otros animales menores, pues tienes claros los
»»ojos del ánima, con los quales se ve' Dios.·* Pues
de esta vista debeis entender lo que se amonesta
en la segunda palabra, que dice: Ves si la querels
cum plir, ojos teneis, que es vuestro entendimiento,
y para ver á Dios nos fue dado; no lo hincháis de
polvo de tierra y de honras mundanas, ni lo ata-
peis con gruesos humores de pensamientos de cuer­
p o, mas sacudida de estas poquedades que ocupan
la vista, tened vuestro entendimiento claro para em­
plearlo en aquel que os lo dio y os le pide para
haceros bienaventurada en el. No penseis que os de­
socupó Christo en valde de las ocupaciones del mum
d o , e hizo que no entrasedes á moler en el ata­
hona de las cargas-del miatrimonio , cuyos cuidados
suelen turbar los ojos de quien anda en ellos, si muy
especial gracia del Señor no tienen para cumplir bien
con dos partes, mas libertóos el Señor para que
fuesedes toda su ya , y vuestros ojos á e'l solo mi­
rasen , como la Esposa casta á su solo Esposo suele
mirar.

CA
DEL PROPIO CONOCIMIENTO.

CAPITULO LV II.

QUE LO P R IM E R O QU E HA DE M IR A R
el hombre es á sí mismo , y de la necesidad que tenemos
del propio conocimiento , y de los males que nos
vienen por fa lta de este conocimiento propío.

rJTendreis pues esta orden en el mirar: que prime­


ro os miréis á vos y despues á D io s, y despues á
los próximos; miraos á vos para que os conozcáis y
tengáis en poco, porque no hay peor engaño que
ser uno engañado en sí mismo, teniéndose por otro
de lo que es. Lodo sois de parte del cuerpo, pe­
cadora de parre del ánima; si e^n mas que esto os
teneis, ciega estáis, y deciros ha vuestro Esposo: Sí
no te conoces, ó hermosa entre las mugeres, salte
y vete tras las pisadas de tus manadas, y apacienta
tus cabritos par de las cabañas de los pastores, el
qual lugar os declare , según la letra Griega y edi­
ción vulgata , á la qual el Concilio Tridentino nos
manda seguir: puesto caso, que según la letra He­
brea tenga otro sentido. Dicen pues en sentencia San
Gregorio, y San Bernardo y Orígenes de esta ma­
ne-*
D EL PR O PIO C O N O C I M ÍE K T Q . '£ i 7

ñera : N o hay cosa tan para temblar, como oir


á la boca de D io s: Salte y vete. Porque si la mas
recia palabra de un padre para su h ijo , ó marido
con su m uger, que la tiene en grande abundan­
cia, es apartarle de su amparo y riquezas , dicien -
d o lé : Vete de mí y de mi casa: ¿que será irse el
ánima y apartarse de Dios, sino desterrarse de to­
dos los bienes y caer en todos los males? »i ¿Dónde iré-
•timos, dixo San Pedro á Christo , que palabras de
«vida eterna tienes í ¿Dónde iremos, que fuente de
«vida tienes y tú solo la tienes? ( i ) ¿Dónde ire-
» mos , alegre luz , sin la qual hay tinieblas, dón-
51 de Pan vivo, sin el qual hay hambre morral ?
51 ¿Dónde firmísimo amparo, sin el qual la segurí-;
51 dad es peligro? En ..fin , ¿dónde irá la oveja, es­
pitando en toda parte cercada de.lobos, si el pastor
fr>la desabriga y alanza de sí ? Recia palabra es,
51 salte y vete, „ y semejable á aquella que Christo
ha de decir el día postrimero á los malos: Idos >
malditos, al fuego que está aparejado. Y otra vez digo,
,que no hay cosa, que mas deba temer, ni que tanto
deba trabajar por evitar quien está en la abundante
y alegre casa de D io s , y .debaxo de su fortísimo
amparo, como oir á sus.orejas: Salte y vete . Esta

(i) Joann. 6,
31 8 BEL p r o p i o c o n o c i m i e n t o .

salida no es cósa liviana ', mas es causa de todos


los males > porque el hombre desamparado del am­
paro D ivino, y dexado á sus propias fuerzas, ¿qué
hará , como dice San Agustín ( i ) , sino lo que hizo
San Pedro quando negó á nuestro Señor ? Y aun
sin conocer y arrepentirse del mal que habia he­
cho, hasta que el amparo y mirar Divino tornó
sobre Pedro caidó en el pecado y olvidado en eí,
dándole conocimiento que había hecho mal en haber
caído t y dándole de ello dolor, y que la causa de
su caída fue' haber confiado de sí. De manera, que
la causa porque el benigno Señor se torna riguro­
so en echar de casa sus hijos , es', porque no se
conocen, pensando ser algo y estrivando sobre sus
fuerzas. Y á esta ánima, dice el Esposo : Si no te co­
noces , salte y yeté tras las pisadas de tus manadas: que
quiere decir, que le dexe ir perdida , siguiendo
las obras y rastro de los pecadores, que andan jun­
tos en sus pecados como manadas de animales, ayu­
dándose en ellos unos á otros, los quales también
serán el día postrero atados como manojos para ser
en el infernal fuego juntamente quemados los que
fueron juntos en los pecados. Y dice el Esposo á
¿a tal ánima; Manadas tuyas j porque el pecar, de
no*
(i) 4 gustin.
DEL PROPIO CO N O CIM IEN TO . 3I 9
nosotros esj no de D ios: y el bien, es de Dios y
no de nosotros 5 pues por su virtud lo hacemos, lo
qual el quiere muy de hecho que conozcamos ser
así, no tanto por lo que á el toca, cuya gloria
no cree en sí mismo , aunque nosotros le glorifique­
mos } mas por lo que toca á nosotros , cuyo bien
es y muy grande , conocer que de todo bien que
tenemos, no á nosotros sino a él se ,debe la hon­
ra. Y si de lo que el puso en nosotros para su
alabanza queremos edificar ídolo, atribuyendo la glo­
ria del incorruptible Dios á nosotros, corruptibles
hombres, no lo dexará'. el sin castigo, mas dirá:
Quédate .con lo que es tuyo y , pierdete, pues, np
quisiste permanecer en mí. para salvarte. O quan
de verdad se cumplen en los soberbios estas palabras,
y quan presto de espirituales se hacen carnales; de
recogidos disolutos} de oro lodo} y los que solían
comer con sabor pan celestial, deleytanse despues
en comer manjares de puercos, siéndoles cosa, mu y,
pesada no solo obrar las cosas de D ios, mas aun.oir
hablar de el, ¿De dónde pensáis que ha venido ha­
ber sido algunas personas castas en el tiempo de su
mocedad, aunque fueron combatidas, de graves ten­
taciones,. y venidos á la.vejez haber’ miserablemente
caído en vilezas tan feas , que ellos .mismos se es-·
pantan de sí y se abominan ? La causa fue que en

i la
5 3 0 DEL PROPIO CONOCIMIENTO!

la mocedad vivían con santo temor y humildad: y


viéndose tan al canto de caer, invocaban á Dios,
y eran defendidos por e l » mas despues que con larga
posesion de la castidad comenzaron á ingreirse y
confiar de sí mismos, en aquel punto fueron des­
amparados de la mano de D ios, é htcie'ion lo que
era suyo propio , que es el caer. Y entonces se cum­
ple, que apacientan sus cabritos, que son sus livia­
nos y deshonestos sentidos, cerca délas tiendas de
los pastores, que son los cuerpos de los siervos de
D ios,, porque en ellos están como en cabaña de
campo, que presto se muda, y no como encasa
6 ciudad de reposo: y así con mucha razón en cuer­
pos y en cosas de cuerpos apacientan sus sentidos,
porque perdieron con su soberbia el verdadero sen­
tido , sintiendo de sí otra cosa, que es ser de sí
ífiismós nada y pecadores , robando la gloria de
Dios que tan de verdad se le debe de todo lo bueno,
que en qualquier manera hacemos. Despertad pues,
doncella, y escarmentad , como dicen f en cabeza
agena, y aprovechaos de la amenaza, porque' no
probéis el castigo. Sed semejable á la Esposa, á la
qual fueron dichas estas palabras» la qual, oida pa-*
labra tan pesada, y de boca de quien son todos los
bienes: Salte y vete¡ miróse, y conocióse, y quitó
de sí algunas osadías que ántes tenia. Y hecha
hu-
DEL PROPIO CONOCIMIENTO» "321

humilde con la reprehensión , consuélala el Esposo,


diciendo ( i ) : A mi cavalle ría en ¡os carras ds Faraón,
te he asemejado, amiga mía : hermosas son tus mexi­
lias , coma de tórtola. Por la soberbia es un animal
semejable al demonio, el qual, como dice el Evan­
gelio (2 ), no estuvo en ¡a verdad que es Dios i mas
quiso estar en sí mismo, poniéndose á sí por a rri­
mo y descanso, por eso cayó ¡ porque la criatura
no puede estar en s í, sino en Dios. Mas por el
humilde conocimiento de sí es una ánima semeja­
ble á los buenos Angeles que se arrimaron á Dios,
y se desasieron de sí s porque se veían ser cana
quebrada: y túvolos D io s , y confirmólos, porque
dieron voces, didertdo : M ica él , que quiere decir:
i Quíéa eómú Dios ? En lo qual contradecían al mal
aventurado L ucifer, y á los suyos, que se querían
hacer ídolos, atribuyendo á sí lo que era de Dios,
que es él ser principio, arrimo y descanso de toda
criatura! 5! no : porque estos entendiesen que lo po­
dían ser., pues: que se conocían ser criaturas; mas
porque se deleytaban en ello, como s ilo tuvieran»
como suelen hacer los soberbios , que aunque su
boca ó entendimiento diga á voces, que de Dios
.tiene» y esperan todo su bien: mas con la vo-
lun-*
(1) Ciwf. £. (aj j foannt 8,
2 W . I. Ss
3 2 3 DEL PROPIO CONOCIMIENTO*

luntad ensalzarse y gózanse vanamente en sí mismos,


como si de sí tuviesen el bien, confesando con el
entendimiento , que la gloria se debe á D io s , y
robándosela con la voluntad. Mas los buenos A n­
geles claman con entendimiento y voluntad: ¿Quién
como Dios í Porque de corazon se humillaron y
desestimáron, según por el entendimiento lo cono­
cían, Y por. eso fueron ensalzados á ser partici­
pantes de Dios j sin jamas poderlo perder; pues
i esta cavallena, que es el Angélico Exército que
destruyó á Faraón y á sus carros en el Mar Ber­
mejo , asemeja Christo á su Esposa quando se co­
noce y se mide ,, y alaba las mexillas donde se
suele mostrar la vergüenza j ¿por qué hubo ver-^
güenza la Esposa de la tal reprehensión ? Por haber
pedido cosai mayores que á su poquedad convelían*
Y de mexillas deslavadas, tornáronse vergonzosas
y honestas, como de tórtola, que' es ave honesta*
Y por esto decía aquel devoto Bernardo ( i ) * que
habia hallado por experiencia no haber cosa tan
provechosa para alcanzar, conservar , y recobrar
la gracia , como vivir siempre ,en un temor y
santo rezelo. Quando no la tenemos, estamos apa­
rejados á todas caldas. Rezélo quando la tenemos^
por-
(i) Bernard.
DEL PROPIO CON O C IM IEN TO . 5 ^ 3

porque hemos de obrar conforme al talento que nos


es dado en ella: y mayor rezelo quando la perde-
m o s, porque por nuestro descuido se ha ido nues­
tro favor. Y por eso dice la Escritura ( i ) : Bien ->
Aventurado el Varón 7 que siempre está temeroso.

X X X X X * XXXX><*&<

CAPITULO LVIII.

QUE DEBEMOS PONER DILIGENCIA


en el propio conocimiento, y e n qué cosas lo podremos
hallar, y que conviene tener un lugar apartada
donde nos recoger un rata cada dia.

D e lo y a dicho, y de otras muchas cosas, que los


Santos han hablado en alabanza del propio conoci­
miento , vereis quan necesaria es esta joya para ve­
nir al conocimiento de Dios ; y pues quereis edifi­
car casa en vuestra ánima para este tan alto Señor,
sabed, que no los altos, mas los humildes de co«
razón son sus casas. V por tanto, el primer cui-.
dado que tengáis sea cavar en ia tierra de vuestra
poquedad, hasta que quitado de vuestra estimación
to
(i) Proveri. 28.
Ss 2
324 DEt *ROPIÓ CONOCIMIENTO,
todo lo movedizo que de vos teneis, llegueís á la
firme piedra, que es Dios, sobre la qual, y no sobre
vuestra arena, fundareis vuestra casa. Y por esto
decía el bienaventurado San Gregorio ( i ) ; Tú que
flem as edifica* edificio de v irtu d es , ten primero cui­
dado del fundamento de la humildad , porque quien
quiere tener virtudes sin ella, es como quien lle­
vase ceniza en su mano en contrario del viento. Lo
qual d ice, porque no solo no aprovechan las virtu­
des sin la humildad, aunque sin ella no son virtu­
des , mas son ocasion de muy gran perdida , así
como el gran edificio sobre el pequeño y flaco c i­
miento es o:asion de caida. Y por tanto conforme
á ia alteza de las virtudes ha de ser lo baxo del
cimiento de la humildad , para que el ánima este
firme, y no sea-derribada con el viento de la so­
berbia: y si me dixeredes, ¿dónde hallare' esta joya
del propio conocimiento í Digoos , que aunque es de
mucho valor , en el establo, y entre el estiercol de
vuestra poquedad y defectos la habéis de hallar qui­
tando los ojos de las vidas agenas. N o os entreme­
táis en saber cosas curiosas , volved vuestra vista
á· vos misma , y perseverad en examinaros , que
aunque'al principio no halléis como conoceros,
co-
' (1) Gregor.
DEL TRO PIO CONOCIM IENTO. 3 2 J
como íjulen entra de la claridad del Sol i una cá*
niara obscura: mas perseverando en- sosiego, poco
á poco vereis con la gracia de Dios lo que en vues­
tro corazon h a y , aunque sea eñ los muy secretos
rincones. Y para que sepáis el modo que cerca de es­
to , que tanto os va , habéis de tener, oíd á San G e­
rónimo , que dice á una muger casada ( i ) : De t d
manera tengáis cuidado de tu casa, que también ten*
gas fiara tu ánima algún reposo. Busca un lugar con­
veniente, y algún tanto apartado del bullicio de tu
familia, al qual te vayas, como quien se va á un
puerto huyendo de la gran tempestad de tus cui­
dados , y allí solamente haya lección de cosas D i­
vinas , y oracion continua %y pensamientos de cosas
del otro .mundo, tan firmes, que todas las ocupa­
ciones del otro tiempo del dia ligeramente la& re­
compenses con este rato de desocupación. Y no
te decimos esto para apartarte del recogimien­
to de tu casa, mas antes para que allí aprendas y
pienses como te debes h-’.ber con ella. Si este bien­
aventurado Santo encomienda á una muger casada
que quíte á las ocupaciones de casa algún ra to , y
se recoja en quieto lugar á leer y pensar cosas de
D ios* ¿con quánta mas razón la doncella de Q u is ­
to.,
(i) Hieran, fíd Chfitiam*
326 D EL PROPIO COMOCÍMIEKTO.

t o , que está libre de los mundanos cuidados, y


que debe pensar que no vive para otra cosa tan
principalmente como para usar de la oracion y
recogimiento Interior y exterior, debe buscar en su
casa algún lugar escondido y secreto, en el qual
tenga sus libros devotos é imágenes devotas, di­
putado solamente para ver y gustar quan suave es el
Señor ? El estado de virginidad que habéis tomado,
no es para que estéis enlazada en cuidados perece-i
deros del mundo. Mas así como es semejable al es­
tado del Cielo 3 quanto á la entereza e' incorrup­
ción de la carne, así habéis de pensar, que no
ha de entrar en vuestro corazoñ , en quanto á vos
fuere posible, cuidado de tierra. Mas habéis de ser
un templo vivo en el qual se ofrezcan continuas
oraciones, y suenen continuos loores á aquel -que
os c rió : y solo un cuidado ocupe vuestro corazon
y ha de ser agradar al Señor, como dice San Pa­
blo ( i ) : Daos por muerta a este mundo , pues ya os
habéis desposado con el Rey Celestial. Y acordaos, que
dice el Esposo á la Esposa: Huerto cerrado ¡ her­
mana mía, Esposa (2). Huerto cerrado : Porque no
solo habéis de ser limpia y guardada en la carne,
mas también muy cerrada y recogida en el ánima.
Que,
(i) Coios. 3, (a) Cant. 4.
DE1 PROPIO CONOCIMIENTO. 327
Q u e, pues la virginidad se toma entre Christianos,
no por sí sola, mas porque ayude para con mas
libertad dar el corazon á Dios ; la. doncella que
se contenta con virginidad de cuerpo, y tío vive
cuidadosa en el aprovechamiento de las virtudes y
oracion, y gusto de D io s , ¿ que* otra cosa hace
sino pararse en el camino * y nunca llegar donde
va? ¿Tener aparejo para coser y lavar, y nunca
entender en ello ? Cosa vergonzosa es á todo Chris-
tíano r no tener exercicio de santa lección y de
santos pensamientos en su ánima: roas al Religioso,
al Sacerdote y á la Virgen , que á Christo se ha
'dado > no solo es vergonzoso, mas intolerable. Por
tanto , si quereis gozar de los frutos de la santa
virginidad que á Christo habéis prometido , sed
enemiga de ver y ser vista. Salid de casa todo lo
menos que fuere posible, aunque sea ¿ santos lu­
gares y obras buenas, porque á las mozas así con­
viene ; no os entremetáis en temporales congojas?
y cumplido con el trabajo de vuestras manos, el
q u a l, moderadamente tomado t aprovecha á cuerpo
y ánima, y cumplido con las ocupaciones de ne­
cesidad ó de caridad, según la ordenación que de
vuestra vida teneis, tomad quanto tiempo pudié-
redes para os encerrar en vuestro O ratorio, que
aunque al principio se os haga de m a l, despues
pro-
328 DEL PROPIO CONÓCIM IÉNTO.

probareis , que en la celda se tratan negocios del


C ie lo , y que ningún rato de tanto contentamiento,
hay como el que allí en sosiego se gasta.

CAPITULO L IX .

EN QUE SE PROSIGUE EL EXERCICIÓ


para hallar el propío conocimiento, de como nos bu"
hemos de aprovechar en la lección y oración.

quieto , recogeos en éí
á lo menos dos veces al d ía , una por la mañana,
para pensar en la Sacra Pasión de Jesu-Christo
nuestro Señor, como despues diremos; y otra en
la tarde en anocheciendo, para pensar en el exer-*
-ciclo del propio conocimiento * y el modo que ten*
dreis sea este: Tomad primero algún libro de bue­
na doctrina en que como en espejo veáis vuestras
faltas, y con el toméis manjar con que vuestra
ánima sea esforzada en el camino de D iosj y este
leer no ha de ser con pesadumbre 7 ni pasando mu­
chas hojas, mas alzando el corazon á nuestro Se­
ñ or, suplicarle que os hable en .vuestro corazon
con su viva vo z, mediante aquellas palabras que
de
U E LPR áPÍO CONOCIMIENTO. J t 9
de fuera leis, y os de el yerda.dero sentido de ellas.
Y con aquella atención y reverencia estad atenta,
escuchando á Dios en aquellas palabras que de
fuera leéis, como si á ¿1 mismo oyérades predicar
quando en este mundo hablaba, De manera , que
aunque tengáis los ojos en el libro, no peguéis en
el con mucha ansia el corazon para que os haga
olvidar de’ Dios , mas tened á lo que leéis una mer*
diana y descansada atención que no os cautive ni
pida la atención Ubre y levantada que al Señor ha­
béis de. tener,, y_, ;l.eyendo · de . esta manera np as
cansareis. Y darosha nuestro Señor el vivo, sentido
de las palabras, que obre·: en vuestra ánima unas
veces, arrepentimiento dev,uestros pecados, otras con­
fianza de él y de su p e r d ó n y os- abrirá el enten­
dimiento á cónócer otras muchas-cosas, aunque leáis
pocos renglones: y algunas veces conviene internun*
pir el leer, por pensar alguna cosa que del leer
resultó, y despues tornar á leer, y así se ván aya-,
dando la lección y la oracion. Y con el corazon
así devoto y recogido podéis comenzar á entender
>en el exercicio de vuestro propio conocimiento, y .
de esta manera vuestras rodillas hincadas pensareis
quán excelente y sqberana Magestad vais á.hab.la^
¿a qual no la pensáis lexos de vos, mas que hinche
cíelos y tierra: que ninguna parte hay en que no
Xom. I, Xt esté
3 3O DEL T R 0P T 0 CONO CIM IEN TO ,

esté , y mas dentro de vos que vos misma ; y con­


siderando vuestra pequenez hacedle una entrañable
reverencia, humillando vuestro corazon como una
pequeña hormiga delante de un Ser infinito, y pe­
didle licencia para hablarle , y comenzad primero
en decir mal de v o s , y rezad la confesion general,
y acordándoos particularmente y pidiendo perdón de
lo que en aquel dia hubieredes pecado. Después re­
zad algunas devociones que debeis tener por cos­
tumbre, no tantas que demasiadamente os fatiguen
la cabeza y os sequen la devociorí, ni tampoco las
dexeis del todo, porque sirven para despertar la de-
Vocion del ánima y para ofrecer á Dios servicio con
nuestra lengua, en señal que el nos la dio. Y por
eso nos enseña San Pablo ( i ) : Que hemos de orar y
cantar con el espíritu de la v oz y con el anima. Y estas
oraciones no solo sean para pedir mercedes á nues­
tro Señor para vos, mas por aquellos por quien te-
neis especial obligación y por toda la Iglesia Chris­
tiana , el cuidado de la qual habéis de tener muy
fixado en vuestro corazon : porque si á Christo
amáis, razón es que os toque aquello por cuyo
bien derramó su Sangre, y rezad así por los vivos,
como por los que en Purgatorio están , y también
por
<*) i. Crnnt, 14,
DEL PROPÍO CO NO CIM IEN TO . g 3 %
por toda la infidelidad que está privada del cono-'
cimiento de D ios, suplicándole trayga á su Santa
Fe á todos, pues todos desea que sean salvos i y

estas oraciones han de ser las mas de ellas endere­


zadas á dos partes: una á nuestra Señora, á la qual
habéis de tener muy cordial amor y entera con­
fianza , que os será muy verdadera Madre en todas
vuestras necesidades j y la otra á la Pasión de Je-
su-Christo nuestro Señor, la qual también os ha de
ser muy familiar refugio de vuestros trabajos, y es^·
peranza única de vuestra salud.

CAPITULO LX.

DE QUANTO APROVECH A P A R A E L PR O PIO


conocimiento la meditación de la muerte, y del modo,
de meditar en lo que toca al cuerpo,

I3 e sp u é s de esto dexad de rezar con la boca y me·*


teos en lo mas dentro ¡de vuestro corazon , y haced
cuenta que estáis ¡delante la presencia de Jesu-Chris-
to , y que no hay mas de éi y de vos. Pensad como
antes que á este mundo yimesedes, erades rada , y
como aquella sobrepujante bondad de Dios nuestro
T 12 Se-
<3:2 -mi, 'ÍRÓ'rro CONOCmiÉNTO.
-&:ñor ¿s'saeb--dé:aquel abismo de no ser, y os hízo cria^
ítiua-su’ya,‘no' qualquiera sino razonable. Pensad como
os dio· cuerpo y ánima para que con lo lino y con
4 o otro trabajásedes d e le servir. Haced cuenta que
'estáis ¿ya- en el paso de vuestra, muerte , lo mas ver­
daderamente que lo pudie'redes sentir, diciendo á vos
•misma: Llegar tiene algún día esta bora de mi acaba^
^miento, Ш -ié si sera esta noche ó mañana i y pues cier­
tamente ha d¿ venir , · razón ’ es ‘ que piense en ello»
Pensad como caeréis en 1a cama y como habéis de
sudar el sudor de la muerte , levantarseha el pecho,
quebrantaischan los ojos, perderseha el,color de la
cara, y con grandes dolores se apartará esta junta-
tan amigable del cuerpo y del ánima. Amortajarán
despueá vuestro cuerpo , y poneroshan en unas llan­
das, y llevaroshan á enterrar , llorando unos y can­
tando ó’tros , echáro'shan en-una sepultura chica , co^
bijaroshan con tierra , y despues de haberos pisado,
quedarobheis sola ,y. sereis presto olvidada. Pensad
pues todo esto que por vos ha de pasar, ¿qué tal
es.tará'vvuesrl’o 'cuerp.o debaxd de 'la rtierra i Y quan
presto se parará tal;y que,· qúalqirierá persona , · p ot1
mucho que os quiera , no! os piieda ver , ni oler ni
estar .cerca de vos.. .Mirad аШ.соп'ассп^лош e-n qué'
paran la, carne y -.gloriar*! y verem quan necios son
aquellos que habiendo de salir tan pobres de este
nnm-'
. DEL PROPIO CONOCIM IENTO, 3 3J
mundo andan ansiosos agora por ser muy ricos;
y habiendo de ser tan presto hollados y olvidados
tienen gran sed de ponerse en mas altos lugares que
los otros : y quan engañados viven los que regalan
su cuerpo y se van tras sus deseos , porque otra
cosa no hicieron sino ser cocineros de gusanos, gui­
sándoles bien el manjar que han de com er, y ga^
náron con sus breves deleytes tormentos que nunca
se acaban. Considerad y mirad con muy grande aten­
ción y de espacio vuestro cuerpo tendido en la se-*
pultura, y haciendo cuenta que ya estáis en ella,
mortificad los deseos de la carne cada vez que os
vinieren á la memoria, y mortificad los deseos de
agradar y desagradar al mundo, y de tener en algo
quánto en el florece , pues que tan presto y con tan­
to abatimiento lo habéis de dexar, y e'1 á vos. Y con«
Siderando como vuestro cuerpo , despues de ser man­
jar de gusanos, se tornará en cieno y en polvo, no
lo miréis de ahí adelante sino como á un muladar
cubierto de nieve, y que os dé asco de acordaros
de él i y teniendo el cuerpo en esta ■posesión ibo se-í
reis engañada cerca de la estima de él , mas tendreis-
verdadero conocimiento , y ■■--sabréis; coáio lo--habéis·
de regir , mirando el fin en que ha de parar, corhój
quien ' se pone a l fin de la nao. para^desde ítJÜ re-T
guía mejor. · ·· -i '
CA-
3 3 4 DEL PR01JI0 CONOCIMIENTO*

CAPITULO LXI.

DE LO QUE SE HA DE CONSIDERAR
en la meditación de la· muerte acerca de lo que sucederá
al ánima , para aprovechar en el propio
conocimiento.

E n esto que habéis oído ha de parar vuestro cuer­


po i resta que oigáis lo que ha de acaecer á vues-<
tra ánima, la qual será en aquella hora llena de an­
gustias, acordándose de las ofensas que en esta vida
hizo á nuestro Señor, y pareciendole entonces muy
grave lo que antes le parecía muy liviano. Será
desamparada de sus sentidos, no podrá servirse de
la lengua para pedir socorro á nuestro Señor, y en-
tenebrecerseleha el entendimiento, que aun pensar
en Dios no podrás y en fin, poco í poco acercar-,
seha la hora en que por mandaniíento de Dios salga
del cuerpo, y se determine de ella ó perdición para
siempre, ó salud para siempre. Oir tiene de la boca
de Dios \ Apartaos de mí á fuegos eternos , ó quédate
conmigo, en estado de salvación f en Purgatorio ó Pa­
raíso. Colgada, habéis de estar de sola la mano de
Dios,
D EL PROPIO CONOCIMIENTO. 3 3J
D io s, y en solo el estará vuestro remedio, por lo
qual habéis mucho de huir de enojar en vuestra vida
al que en la hora de vuestra muerte habéis tanto
menester. Demonios que os acusen y que pidan jus­
ticia á Dios contra vuestra ánimaacusándoos par­
ticularmente de cada pecado, no os faltarán: y sí
la misericordia de Dios entonces os olvida, ¿que ha­
réis, oveja flaca, cercada de tan rabiosos lobos muy
deseosos de os tragar ? Pensad pues en el rato de
vuestro recogimiento como en aqueste estrecho pun^
to habéis de ser presentada delante el juicio de Dios,
desnuda y sola de todas las cosas , y acompañada
del bien ó mal que hubiéredes hecho. Y decid á
nuestro Señor que vos os presentáis agora de gana
para alcanzar misericordia en aquella h o r a q u e por
fuerza habéis de salir de este mundo. Haced cuenta
que sois un ladrón á quien han tomado en el hurto
y le presentan ante el Juez las manos atadas, ó una
muger que lá halló su marido haciéndole traición,
los quales, de confundidos no osan alzar los ojos,
ni pueden negar su delito: y creed, que muy mas
claramente os ha visto Dios en todo lo que contra
el habéis pecado, que pueden ningunos ojos de
hombre ver cosa que delante de él se hiciese, y
avergonzándoos de haber sido mala en la presencia
de tanta bondad, cubrios de la Vergüenza que en-
DEL PROPIO CONOCIM IENTO.

tónces perdistes, y sentid en vos confusion de viles*1


tros pecados , como quien está delante la presen­
cia del Soberano Juez y Señor. '“A cusaos vos como
habéis de ser acusada, y especialmente traed á la
memoria los pecados mas graves que hubiéredes h e­
cho ; aunque si son deshonestos , mas seguro es no
deteneros en los pensar muy particularmente sino
á vulto, como una cosa hedionda y que os dá grande
espanto de la mirar; juzgaos, y sentenciaos por mala,
y baxad vuestros ojos á considerar los infernales
fuegos , creyendo que los teneis muy bien mereci­
dos. Poned en una parte los bienes que Dios os
ha hecho desde que os crió, discurriendo por vues­
tro cuerpo y por vuestra ánima , y como érades obli^
gada á reverenciarlo y serle agradecida, y amarle
con todo vuestro corazon, sirviéndole con toda obe­
diencia y con toda v o s , guardando sus Mandamien­
tos y de su Iglesia i mirad como os ha mantenido
con otros mil bienes que os ha hecho, y de males
que os ha librado: y sobre todo, como por con­
vidaros con su exemplo y amor á que fuésedes bue­
na, vino el mismo Señor del mundo, haciéndose
hombre, y por remediar vuestra maldad y cegue­
dad en que estábades pasó muchos trabajos y derra­
igó muchas lágrimas, y despues su Sangre, perdien·«
do la vida por vos. Todo lo qual se ha de poner
el
. BEL PROPIO CÓN'PCTMIENTO. '$ } J
; el día de vuestra muerte y juicio en una balanza,
haciéndoos cargo de ello como de recibo , y os han
de .pedir cuenta de cómo habéis servido tantas mer-
cedes, y como habéis usado de vos misma á ser­
vicio de D io s, y con que cuidado habéis respondi­
do á tanta bondad con que Dios ha deseado y pro­
curado salvaros. Mirad bien, y vereis quanta razón
teneis de temer, pues que no solo no habéis resr
pondido con servicios conforme á estas deudas, mas
habéis dado-niales.en pago de bienes, y despreciado
.al que tanto, os.p reció, huyendo,y volviendo· las
espaldas al que os seguía, para vuestro bien. ¿Qu?
gracias os parece que se deben dar á quien por su inr
finirá misericordia nos ha librado de los infiernos-,
habiéndolos nosotros justamente merecido ? ¿ Qu<?
daremos á quien tantas veces tendió su mano para
que los demonios no nos ahogasen y llevasen con­
sigo? Y siendo nosotros crueles ofendedores de su
Magestad, el nos fue' piadoso padre y dulce de­
fensor. Pensad que quizá están algunos en los in­
fiernos con menos pecados que vos. Y de tal mane­
ra os mirad y servid á Dios corno si hubiprades por
vuestros pecados entrado en el infierno y él os hu^
bíera sacado de alia % porque todo es una cuenta,
haber estorbado que no vais allá mereciéndolo vos,
ó sacaros de allá por su gran misericordia después
Tom. 1, Vv de
3 38 D EL PROPIO CON OCIM IENTO,

de entrada ; y si cotejando ios bienes qiie con vos


Dios ha hecho , y los males que vos á e l , no sin-
tiéredes vergüenza ni dolor como vos deseáis , no
os turbéis por ello, mas perseverad en aqueste jlu­
cio, y poned delante de los ojos ,de Dios vuestro
corazon tan llagado y tan adeudado 5 y suplicadle
que os díga e’1 quien sois vos y en qué posesioti
os habéis de tener ; porque el efecto de este exer-
cicio no es solamente entender que sois malo , mas
mentirlo y gustarlo con la. voluntad, y hallar pomo
en vuestra maldad é indignidad 'como quien tiene
un perro muerto á sus narices. Y por esto, estas
dichas consideraciones no han de ser apresuradas,
ni de un dia so lo , mas han de ser largas y con
mucho sosiego , para que poco á poco se vaya em­
bebiendo en vuestra voluntad aquel desprecio é in­
dignidad que con el entendimiento juzgastes que se
os debia, el qual pensamiento habéis de presentad
delante de D io s , pidiéndole que él lo asiente en
lo mas dentro de vuestro corazon ; y de ahí ade­
lante estimaos con mucha sencillez y verdad, corno
una perdona muy mala, merecedora de todo des*
precio y tormento, aunque sea de infierno, y estad
apareju:i á sufrir con paciencia qualquier trabajo
ó desprecio que se os ofreciere , considerardo , que
pues habéis ofendido á Dios , es muy justo que
to-
DEL PROPIO CONTOCTMIENTO, £3 9
todas las criaturas se levantasen contra vos y ven­
gasen la injuria de su Criador. En esta paciencia
entendereis, si de verdad os conocéis por pecado­
ra y digna de infierno, y decid en vos misma: To­
do el mal que me pueden hacer , muy poco es , pues ya
•merezco el Inferno . ¿Quien se quexará de picaduras
de moscas mereciendo eternos tormentos ? Y así an­
dad muy maravillada de la infinita bondad del Se­
ñor , como nó alanza de sí á un gusano hedion­
do i mas lo mantiene y regala, y le hace mercedes
en cuerpo y en ánima, todo para gloria de él >
sin que tengamos nosotros de que gloriarnos.

C A P IT U L O L X II.

Q U E E L C O T ID IA N O E X A M E N D E N U E S T R A S
fa lta s ayuda mucho para el propio conocimiento , y de
otros grandes provechos que este exercicio del examen
, trae, y del provecho que nos viens. de las reprehensiones
que otros nos d a n , é el Señor interiormente
nos envía .

P a r a acabar este exercicio de vuestro conocimien­


to , dos cosas os restan que oigáis, La una, que no
Vv 2 se
34 ° DEL PROPIO CONOCIM IENTO,

se:debe contentar el Christiano con entrar en juicio


delante de Dios para acusarse de los pecados pasa­
dos, mas también de los que cada día comete? por­
que por maravilla hallareis cosa tan provechosa para
enmienda de la vida como tomarse el hombre cuenta
de como la gasta, y de los defectos que hace, por­
que el ánima que no es cuidadosa en examinar sus
pensamientos , palabras y obras.,. es semejable á la
viña del hombre perezoso , de la jqual dice-el Sa­
bio ( i ) : Que paw por ella , y vió su seto caído y llenó
4 e espinas. Haced cuenta que os han encomendar
do una hija de un Rey para que tengáis cuidado con­
tinuo de mirar por sus costumbres, y que á la no­
che le pedís cuenta reprehendiendo sus faltas y amo*
»estándola las virtudes. Miraos como á cosa enco­
mendada por D io s, y haceos entender que no habéis
de vivir sin ley ni regla, mas debaxo de santa su-
jécidñ y disciplina de la virtud: y que no habéis
de hacer cosa mala que no la paguéis. Entrad en
capítulo con vos á la noche , juzgándoos muy par­
ticularmente, como haríades á otra tercera persona.
Reprehendeos y. castigaos de vuestras’ faltas, y pre­
dicaos á vos misma con mucho mas cuidado que á otra
persona alguna por mucho que la améis; y á don-
■ ■de
(0 Proverb, 44.
D E L PR OP I O C O N O C I M I E N T O . 3 4 I

de sintiéredes que hay mas faltas ahí poned mayor


remedio , porque creed que durando este examen
y reprehensión de vos misma, no podrán durar mu­
cho vuestras faltas sin ser remediadas 7 y aprende-
reis una ciencia muy saludable que os hará llorar
y no hinchar, la qual os guardará de la peligrosa
enfermedad de la soberbia, que entra poco á poco
y aún sin sencido, parecieWose un hombre bien
á sí mismo y contentándose de sí. Velad bien contra
aquesta entrada, y guardaos con todo cuidado no
os parezcais bien á vos misma; mas con la lumbre
de la verdad sabeos reprehender y desplacer ? y se-
losha vecina la misericordia de D ios, al qual aque^
líos solos parecen bien que á sí mismos parecer!
m al, y á aquellos perdona sus faltas con largueza'
de bondad que las conocen y se humillan por ellas
con .el juicio de la verdad, y las gimen con su vo-*
luntad , y escapareis de otros dos vicios que suelen:
acompañar á la soberbia, que son desagradecimiento
y pereza; porque conociendo y reprehendiendo vues­
tros defectos, vereis vuestra flaqueza e indignidad,·
y lá. misericordia grande de Dios en sufriros, per-;
donaros y haceros bienes, mereciendo vos males, y
así sereis agradecida: y mirando el poco bien quo'
hacéis y males en que caéis, despertáis del sueño
ds U pereza y comenzareis cada dia de nuevo á ser-
3 42 DEL PROPIO CONOCIM IENTO.

vir á nuestro Señor, viendo quán poco habéis he­


cho en lo pasado. Y por esto y otros muchos bienes
que de conocerse el hombre y reprehenderse suelen
nacer, siendo preguntado un santo viejo de los pa­
sados , ¿dónde estaría uno mas seguro, en soledad ó
en compañía? Respondió; Si se sabe reprehender, don­
de quiera estará seguro : y sino , donde quiera estará á
peligro. Y porque por el mucho amor que nos te­
nemos, no sabemos conocernos y reprehendernos
con aquel verdadero juicio que requiere la verdad,
debemos agradecerlo á la persona que tíos reprehende,
y también suplicar al Señor que nos reprehenda con
el am or, enviándonos su luz y verdad, para que sín-i
tamos de nosotros lo que según verdad debemos sen­
tir, y estoes lo que Jeremías pedía, diciendo ( i ) :
Corrígeme) Señor, en juicio y no en furor? porque por
ventura no me tornes á nada. Corregir en furor perte­
nece al día postrero quando enviará Dios al infier-^
no á los malos por sus pecados: y corregir en juicio
es reprehender en este mundo á los suyos con amor
de padre, la qual reprehensión es un testimonio tan
grande de amar Dios al que reprehende, que nin­
guno otro hay tan seguro, ní que tan buenas nue­
vas traíga de ser víspera de recibir grandes merce­
des
( i) Jerem. io .
DEL PROPIO CONOCIMIENTO. 3 4 3

des de Dios. A sí cuenta San Marcos ( O , que apa­


reciendo nuestro Señor Jesu-Christo á sus Discípu­
los, les reprehendió de incredulidad y dureza, de corazon:
despues de lo qual les dio poder para hacer obras
maravillosas. Y el Profeta Isaías dice (2 ): Que el
Señor lava las suciedades de las bijas de Sion, y la san­
gre de enmedio de Jerusalén en espíritu de juicio y es­
píritu de ardor. Dando á entender, que el lavar núes·*
tro Señor nuestras manchas, viniendo á nosotros
es dándonos primero á conocer quien somos i y esto
es juicio, y despues envía espíritu de ardor, qué
es amor, que nos causa dolor, y así nos lava, dan**
donos su perdón y su gracia. De lo qual no osa­
remos atribuir á nosotros gloria alguna, pues prl··
mero n'os dio á entender nuestra indignidad y des-»
merecimiento ; y esta reprehensión no entendáis ser
alguna cosa que desmaye y demasiadamente entris­
tezca al ánima trayendola desabrida j porque está
tal ó es del demonio ó del espíritu propio, y de^
bese huir. Mas es un sosegado conocimiento de las
propias taitas* y un juicio del Cielo que se oye en
el ánima , que así hace temblar la tierra de nuestra
flaqueza con vergüenza, y temor y amor que le
pone espuelas para mejorarse , y para con mayor
d l·

(1) M íi y c , 16, (a) Isa L 4.


,'344 DEL ™ 0 P r 0 CONOCIMIENTO,
diligencia servir al Señor, y le dá muy gran coh-¿
fianza que el Señor lo ama como á hijo, pues usa
con el oficio de padre, según está escrito ( i ) ; Yo
á los que amo, corrijo. Sed pues cuidadosa en mi­
raros y reprehenderos, presentándoos delante de la
presencia de D ios, delante del qual es mas seguro
el humilde conocimiento de nuestras faltas que la
soberbia alteza de otros conocimientos : y no seáis
<como algunos amadores de su propia estima, que
por no parecer mal á sí mismos, se huelgan de gas­
tar mucho tiempo en pensar otras cosas devotas, y
pasar ligeramente por el conocimiento de sus defec­
tos, porque no hallan en ellos sabor, pues no amar)
su propio desprecio, qomo en la verdad ninguna, cosa
haya tan segura , ‘ ni que así haga que aparte Dios
sus ojos de nuestros pecados, como mirarnos noso·
tros y reprehendernos con dolor y penitencia, según
está escrito (2): S! nos juzgásemos 4 nosotros mismos, no
feriamos juzgadas de Dios,

(1) Proverb. 3. (3) Hebr. 1*.


DEL PROPIO CONOCIMIENTO.

«oí»» *ooa*«©o»«*K>* «xjo» «eoo» <ooc* :oiao**c>ijo*<Oi5o* Ktio**36a·

CA PITU LO L X III.

DE LA ESTIMACION QUE HASEMOS


de tener de nuestras buenas obras , para no fa lta r
en el propio conocimiento y verdadera humildad , '
y de el maravilloso exemplo que Christo nuestro
Señor nos da para lo dicho.

L o segundo que habéis de mirar cerca de este co­


nocimiento es, que aunque es bueno y provechoso,
pues por el nos viene el corazon contrito y hu­
millado , que Dios no desprecia, mas tiene esta
fa lta , que se funda sobre haber pecado : y no
mucho de m aravillar, que un pecador se conozca
y estime por pecador, mas sería m uy espantable
monstruo, que siéndolo se estimase por justo, co­
mo si un hombre lleno de lepra se estimase por
sano. Por tanto no nos hemos-de contentar con
estimarnos en poco en nuestros pecados, mas aun.
mucho mas hemos de mirar esto en nuestras biie->
ñas obras, conociendo profundamente, que n i . l a
culpa de pecados es de D ios, ni la gloria de nues­
tros bienes es de nosotros; mas que de todo lo. bue-
Tom. 1 . Xx no
3 4 * DEL PROPIO CONOCIMIENTO.

no que en nosotros hubiere, se ha de dar perfec­


tamente la gloria al Padre de todas las lumbres,
del qual procede todo lo bueno, y dádiva perfec­
ta. ( i) . De arte, que aunque nosotros tengamos
el bien, lo miremos como cosa agena, y lo trate­
mos tan fielmente, que no nos alcemos con la glo­
ria de Dios, ni se nos pegue, como dicen, la miel
en las manos j esta humildad no es de pecadores
como la primera, mas de justos. Y no solo la hay
en este mundo, mas en el C ie lo , porque de ella
se escribe : ¿ Quién como el Señor Dios nuestro , que
mora en las alturas , y mira las cosas humildes en
el cielo y en la, tierral Esta tuvo en pie á los A n­
geles buenos y los hizo dispuestos para gozar de
iDiosy.pues le fueron sujetos, y la falta, de ella
derribó el· los Angeles malos porque se quisieron
alzar con la honra; de Dios. Esta tuvo la Sagrada
Virgen María nuestra Señora, que siendo predi­
cada por bienaventurada y bendita por la boca de
Santa Isabel, no se hincho, ni atribuyó á sí gloria
alguna de los bienes que en ella habia , nías con
humilde y fidelísimo corazon ensena á Santa Isa­
bel y al mundo universo, que de las grandezas que
ella tenia, no á s í, mas á Dios se debia la gloria,
y
(i) i. Jacoi. i.
DEL PROPIO CONOCIMIENTO. 3 4 7

y con profunda reverencia comienza á cantar: M i


anima engrandece al Señor* Y esta misma y mas per­
fecta humildad tuvo la benditísima ánima de Je-
su-Christo nuestro Señor, la qual, así como en el
ser personal no estuvo arrimada á sí misma sino á
la persona^ del V erbo, en lo qual excede á todas
las ánimas y á los celestiales espíritus, así los ex­
cede en esta santa humildad, estando mas lejos de
darse la gloria á sí misma, y de tenerse por su
arrimo, que todos ellos juntos: y de este corazon
saíia lo que muchas veces al mundo fidelísimamen-
te predicaba, que sus obras y palabras, de su Pa­
dre las habia recibido, y á el daba gloria, y de­
cía : M i doctrina no' es mía , mas da aquel que me
envió: Y en otra parte dice ( i ) : L%s palabras que
yo hablo , no las hablo de mi mismo , mas el Padre que
está en mi él hace las obras. Y así convenia que el
remediador de los hombres fuese muy humilde,
pues que· la raiz de- todos los-malos y; males: es U
soberbia i y queriendo'dar á entender el· Señor quan-
to nos convenga tener esta santa y verdadera hu­
mildad, se hace particularmente Maestro de ella, y
se nos pone por exemplo de ella, diciendo (2):
Aprended de m íj que soy manso y humilde de corazon.
Pa-
(1) Joann. y, £í 14. ( i) Mattb . i r .
Xx 2
348 ®EL p ro p io c o n o c im ie n to .

Para que viendo los hombres á un Maestro tan sa­


bio encomendarían particularmente esta virtud, tra­
bajen por Ja tener: y viendo que un Señor tan
alto no atribuye el bien á sí mismo , ninguno ha­
ya tan desvariado que tal maldad ose hacer. Apren*
ded pues, sierva de C h risto , de vuestro Maestro,
y Señor aquesta santa baxeza, para que seáis en­
salzada , según su palabra ( i ) : Quien se humillare
sera ensalzado, Y tened en -vuestra ánima esta san­
ta pobreza, porque de ella se entiende (2): Bien­
aventurados los pobres de espíritu , porque de ellos es
el Reyno de los Cielos. Y tened por cierto, que pues
JesU'Christo nuestro Señor fue ensalzado por ca­
mino de humildad , el que no la tuviere fuera va
de camino, y debese de desengañar en lo que dice
San Agustín .(3 ): Si me preguntares qual es el ca­
mino del Cielo , respondettche, que la hum ildad : y
$i tercera v e z , respondertehe lo mismo 5 y si mil ve­
ces me lo preguntares, mil veces respóndele, qus
no hay otro camino, sino la humildad.

(1) XéUc. 14. (a) Mattfr. {3) sfugust.


DEL PROPIO CONOCIMIENTO.; 34P

CAPITULO L X IV .

DE UN P ROrECH OSO E X E R C 1C I 0
del conocimiento del str natural que tenemos,
para con él alcanzar la humildad .

]P o rq tie creo que deseáis alcanzar esta santa baxe-


za con que agradéis a l' Señor, os quiero decir' al­
go del modo como la habéis de alcanzar ; . y sea
lo primero, pedirla con perseverancia al dador de
todos los bienes , porque esta humildad es un m uy
particular don suyo que - á sus escogidos da. Y
aun el conocer que es don de D io s , no es poca
merced. L os tentados de soberbia conocen· bien , que
no hay cosa mas lejos de nuestras fuerzas que
esta verdadera y profunda hu m ildad ; y que mu­
chas veces acaece con los remedios que ellos po­
nen para alcanzarla , huir ella mas, y aun del mis­
mo Humillarse suele nacer su contrario, que es la
soberbia : por lo qual haced en esto lo que os dixe
de Ja castidad, que de tal manera toméis los ex’er-
eicíos para alcanzar esta jo y a , que ni los dexeís
de hacer diciendo, ¿ q u e me aprovecha , pues es
dá-
3 5 ° D EL PR ÓPrO CONOCIM IENTO;

dádiva de Dios ? N i tampoco los hagaís poniendo


confianza en vuestro brazo de carne , mas en aqud
que suele dar sus dádivas á los que da su gracia,
para se las pedir con o.racion y ex^rcicios devotos.
El modo pues ^ue tendreis será e ste : considerad
dos cosas por orden ; una el s e r ; otra el buen ser.
Quanto á lo primero habéis de pensar quien erades
antes que Dios os criase, y hallareis ser un abis­
mo de nada y privación de todos los bienes. Es­
taos un buen rato sintiendo este no ser , hasta que
veáis y palpéis vuestra nada, y no ser. Y despues
considerad, como aquella poderosa y dulce mano de
D ios os sacó de aquel abismo profundo y os puso en el
número de sus criaturas, dándoos verdadero y real
s e 'i v y miraos, á v o s , no como hechura vuestra^
sino como á una dádiva, de la qual Dios hizo mer-·
ced á vos i y por tan ageno de vuestras fuerzas mi­
rad vuestro, ser como miráis al a g en o , creyendo que
tampoco os_podísteis vos criar á v o s , como criar á
otro. Tampoco podíades salir de aquellas tinieblas
del no s e r , como los que quedaron en ellas. Y
tenéis por igual de vuestra parte á las cosas que
no so n , atribuyendo á Dios la ventaja que les lle­
váis 5 y mirad y que despues de criada, no penseis
que ya os teneis en vos m ism a, porque no me-*
ñor necesidad teneis de D ios á cada momento de
vues-
DEL PROPIO c o n o c im ie n t o ; 3 51

vuestra t v id a , para no perder el seV que teneis, que


la tuvistes para siendo n ad a, alcanzar el ser que
teneis. Entrad dentro de vos misma , y conside­
raos como sois una cosa que tiene ser y vida. P re­
guntaos , £esta criatura está arrimada á s í,.ó á otro?
¿Sustentase en s í , ó ha menester mano agena? Y
responderosha el Apóstol San Pablo ( 1 ) , que no está
lejos Dtos de nosotros , mas que en él vivimos y y nos
movemos, y tenemos sér. Y considerad á Dios , que
es el ser de todo lo que e s , y sin el hay nada, y
que es vida de todo lo que v i v e , y sin el hay
muerte , y fuerza de todo lo que algo pu ed e, y
sin el hay flaqueza , y que es bien entero de todo
lo bueno , sin el qual no se puede haber el mas
pequeño bien de los bienes. Y por esto dice la Es­
critura (2 ): 'todas h s gentes son delante de Dios como
sino fuesen, y en nada y en vanidad son reputadas de·
lante de él. Y en otra parte está escrito ( 3 ) : E l que
piensa que es algo, como sea nada , él se engaña. Y ei
3?rpfeta David decia hablando con Dios ( 4 ) : To soy
delante de tí como nada. En las quales partes no ha­
béis de fentender que las criaturas no tengan ser
p .v id a , ú operaciones propias y distintas de Jas de
su, Criador j. mas porque lo que tienen no lo hu-
■ bic-
( 0 jfctor. 1 7 . (a) Isai. 40. (3) G a h t. <í, (4) Psalm, 38,
3 5 2 M t PROPÍO CÓNOCÍMíEhn'O»

bieron de sí, n¡ lo pueden conservar de sí sino de


D io s, y en D io s: dicense no se'r, que quiere d e ­
cir , que tienen el ser y la virtud para obrar de
mano de Dios y no de la suya. Sabed pues ahondar
bien en el ser y fuerzas que ten eis, y no paréis has-1
ta llegar al fundamento prim ero, que como firmí-^
simo e indeficiente ( y no fundado sobre o tro ) mas
fundamento de todos os sustenta , que no caygaís
en el pozo profundo de la nada, de la qual pri­
mero os saco. Conoced este arrimo que os tiene,
y esta mano1! que puesta-encima de vos os hace
estar en p ie , y confesad con David ( i ) ; 7 « , SeHor,
me hiciste y y pusiste tu mano sobre mí. Y pensad
que estáis tan colgada de esta virtud de D ios, que
si ella faltase, en aquel momento vos faltaríades,
como faltaría la lumbre que habla en una cámara
sacando de ella la hacha que la alumbraba, ó como
se quita, la lumbre de sobre la tierra por ausencia
del Sol. Adorad pues á este Señor con reveren­
cia profunda, como á principio de vuestro, ser, y
amadle, como á continuo bienhechor vu e stro , y
conservador de e l, y decidle con corazon y lén-'
g u a : Gloria sea a ti para siempre poderosa virtud ,
en la qual mg sustento. N o tengo , Señor , que bus*
caí
( i) Psakii, 138.
DEL PROPIO CONOCIMIENTO, '3 5 3
car fuera de m í , pues estáis vos mas íntimo á m í
que yo á mí mismo, y que he de pasar por mí
para entrar en vos. Juntad con el vuestro corazon,
unidle con el amorosamente, y decidle ( i ) : Esta
es mi holganza en el siglo del siglo , aqui moraré, por-
que la escogí. Y de ahí en adelante sabed hacer pre-<
sencía á Dios dentro de vos con toda reverencia,
pues el está presentísimo á v o s , y como habéis en­
tendido por lo que en vos pasa como Dios es eí
q re os ha dado el ser y el o b rar, así en todas
las criaturas entended ló mismo. Y considerando
en todas á D io s , serosha todo un espejo luciente,
que os representa al Criador; y así podrá andar
vuestra ánima unida con D io s , y en sus alabanzas
d evota, si vos en las criaturas otra cosa sino á
D ios no bqscais*

(j) Viohu 131.


3 54 DEL PR OPIO C O N O C IM I E N T O .

CAPITULO LXV.

COMO e x e r c iTa r n o s e n e l c o n o c im ie n t o

del sér sobrenatural de gracia aprovecha


para alcanzar la humildad,

S í con cuidado habéis entendido en el conocimien­


to de vos para atribuir á Dios la gloria del sec
que ten eis, con mucho mayor debeis de entender
en conocer, que el buen ser que teneis no es de
vos, mas graciosa dádiva de la mano del Señor,
porque si atribuís á él la gloria de vuestro se'r, con­
fesando que no v o s , mas sus manos os hicieron , y
apropiáis para vos la honra de vuestras buenas obras^
creyendo que vos os hicisteis buena , mayor hon­
ra os tomáis para v o s , que dais á D ios, quanto
es mas excelente el buen s e r , que el ser. Por tan­
to conviene , que con grandísima vigilancia enten­
dáis en conocer á Dios y tenerle por causa de vues­
tro bien. V iv id de arte , que no se os quede asi­
da en vuestras manos punta ni repunta de loca so­
berbia ; mas así como conocéis que ningún ser, por
pequeño que s e a , podéis tener de v o s , si Dios no
os
DEL PROPIO CONOCIMIENTO. ¡J J J

os lo d á , así también conoced, que no podéis te ­


ner de vos el menor de los b ien es, sí Dios no abre
su mano para os lo dar. Pensad p u es, que así como
lo que es nada , no tiene ser natural entre las cria­
turas , así el pecador, por mucho estado y bienes
que tenga, faltándole la gracia y espiritual ser i es
contado por nada delante los ojos de Dios* L o
qual dice San Pablo de esta manera ( i ) : Si tuviere
profecía j y conociere todos los Misterios y toda ¡a cien·
cia , y tuviere toda la F e , tanto , que pase los montes
de una parte a otra , y no tuviere paridad, nada soy.
L o qual es tanta verdad , que aun el peesdor es
menos que nada, porque peor es mal ser, que el
no ser. Y ningún lugar hay tan b a x o , ni tan apar­
tado , ni tan despreciado en los ojos de Dios en­
tre todo lo que es y no es,, como el hombre que
vive en. ofensa de D io s , estando desheredado del
C ie lo , y sentenciado al Infierno. Y para que ten­
gáis alguna cosa que os despierte algo en el co­
nocimiento de aqueste miserable estado de pecador,
pid esto: Ojiando alguna cosa.muy contraria a raz,ony
y muy desordenada: víéredes , pensad , que muy mas fea
y abominable cosa es el estar en desgracia y en enemis­
tad de nuestro Señor. . Oís decir de algún grave hur­
to,
(i) i. Corintb. I.
Yyz
3 5 6 DEL P R O P IO C O N O C I M IE N T O .

to , traición ó maldad que al¿una muger asum a-*


rido hace, ó desacato que algún hijo hace á su
t
padre , ó algunas cosas de aquesta manera , que á
qualquiera, por ignorante que sea, parecen m uy
feas, por ser contra toda razón. Pensad v o s , que
ofender á Dios en un solo pecado es mayor feal­
dad , por ser contra su mandamiento y reverencia
que todas las obras malas que pueden acaecer , por
ser contra sola razón. Y pues veis quan desestima­
dos son rodos los que tales fealdades cometen, te­
neos vos por una cosa muy despreciada , y sumios
en eí profundo abismo del desprecio que se debe al
ofendedor de D ios. Y así corno para conocer vuestra
nada os acordasteis del tiempo que no teníades se-r,
así para conocer vuestra baxeza y vileza acordaos
del tiempo que vivíades en ofensa de Dios. M irad
quan entrañable y profundamente, y de espacio pu-^
dieredes, en quan miserable estado estuvistes quan-*
do delante de los ojos de Dios estábades fea y
desagradable, y contada por nada, y menos que
nada : porque} ni los animales, por feos que sean,
ni otras criaturas , por -mas baxas que sean , no
han hecho pecado contra' nuestro Señor, ni están
obligados á fuegos eternos como vos estábades; y
despreciaos, y abaxaos en el mas profundo lugar
que pudieredes m uy de espacio, que seguramen-
DEL PROPIO CONOCIMIENTO. 357
te podéis creer , que por muy mucho que os des­
preciéis no podéis abaxar al abismo del desprecio
que merece el ofendedor del Infinito Bien , que es
D i o s : porque hasta que veáis en el C ielo quan
bueno es D io s, no podéis del todo conocer quan
malo sea el pecado , y quanto mal merece quien
lo comete. Y despues de haber bien sentido en.el
ánima, y embebido en ella aquesta desestima de
Vos misma , alzad vuestros ojos a D io s , conside­
rando la infinita bondad que de pozo tan hondo
es sacó, siendo para vos cosa im posible, y mirad
aquella suma bondad, que con tanta misericordia
os sacó sin haber en vos merecimientos pata ello,
antes muy grandes desmerecimientos: porque an­
tes que Dios de la g ra cia , aunque no todo lo que
el hombre hace sea pecado, mas ninguna cosa ha­
ce ni puede hacer con que merezca el perdón ni
la gracia de Dios- Sabed, que quien os sacó de
vuestras tinieblas á su admirable lu m bre, y os hi-
zo de enemiga amiga , y de esclava h ija , y de no
valer nada os hizo tener ser agradable en sus ojos,
Dios fue ; y la causa por que lo hizo no fueron
vuestros merecimientos pasados > ni el respeto de
los servicios que le habíades de h a ce r, mas fue
por su sola bondad , y por merecimiento de nues-
Xzo único medianero Jesu Christo nuestro Señor.
C on -
3 5^ DEL PROPIO CONOCIMIENTO.

Contad por vuestro mal el estado en que estába­


des, y contad el infierno por lugar debido á vues­
tros pecados que hicisteis ó hicierades si por Dios
no fuera. Que lo que de mas de esto tenéis , á Dios
y á Su gracia os conoced por deudora, O id lo qué
dice el Señor á sus amados Discípulos , y á noso*
tros en ellos ( 1 ) : -AZi? vosotros escogisteis & mi, mas
yo d vosotros. Mirad lo que dice el Apóstol San
Pablo (2 ): Justificados sois de valde por la gracia de
D io s , por la Redención que e iti en Jesu-Christo , Y
asentad en vuestro corazon , que así como teneis
de Dios el ser , sin que atribuyáis á vos gloria
de e llo , así teneis de D ios el buen ser, y lo uno
y lo otro para gloria suya* y traed en la lengua
y en el corazon . lo que dice San Pablo (3 ):
la gracia de Dios soy lo que soy.

(1) Jwnn. (a) Rom. 3. (3) 1. Cor. t f .


PEL PROPIO C O N O C IM I E N T O .

CAPITULO LXVI.

E N QUE S E PROSIGUE M A S E N PA R TIC U LA R


el sobredicho exerctcio , de que se ha tratado
m el capítulo pasado.

A Ilende de lo d ich o, considerad, que así como


quando erades nada no teníades fuerza para m ove­
r o s , ni para v e r, ni o ír , ni gustar, ni entender, ní
q u erer, mas dándoos Dios el s e r , os dio aquestas
potencias y fuerzas, así no solo el hombre que es­
tá en pecado mortal está privado del ser agrada-
ble delante los ojos de D io s , mas está sin fuerzas
para obrar obras de vida que agraden á Dios, Y
por esto si algún cojo vie'redes, ó m anco, pensad,
que así está el hombre sin gracia en su ánima;
sí algún ciego , sordo ó m udo, tomadlo por espe­
jo en que os m iréis, y en todos los enfermos,
leprosos, paralíticos , y que tienen los cuerpos cor-
bados y los ojos- puestos en tierra , con toda la
otra muchedumbre de enfermedades que presentaban
delante el acatamiento de Jcsu-Christo nuestro v e r­
dadero M é d ic o : entended, que tan perdidos están
los
360 DEL PH.ÓPIO CONOCIMIENTO.

los malos, quanto á los espirituales sentidos, quan-


to estaban aquellos en los corporales, y mirad, co­
mo una piedra con el peso que tiene es inclinada
á ir hacia abaxo, así por la corrupción del pecado
original que traemos tenemos una vivísima incli­
nación á las cosas de nuestra carne y de nuestra
honra y de nuestro provecho, haciendo ídolo de
nosotros, y obrando nuestras ob ra s, no por amor
verdadero de Dios sino por el nuestro. Estamos
vivísimos á las cosas [terrenales y que nos tocan,
y muertos para el gusto de las cosas de Dios. M an­
da en nosotros lo que había de obedecer, y obe­
dece lo que había de m andar; y estamos tan mi­
serables , que debaxo. de cuerpo humano y dere­
cho traemos escondidos apetitos de bestias y co­
razones encorbados hácia Ja tierra. Que’ os diré,
sino que en quantas cosas faltas y feas 7 y secas
y desordenadas víeredes, en tantas miréis y co­
nozcáis la corrupción y desorden , que el hom­
bre que está sin espíritu de Dios tiene en sus sen­
tidos y obras ; y ninguna de estas cosas veáis , que
luego no entreis en vos misma á considerar, que
aquello sois vos de vuestra parte si Dios no os
hubiera dado salud. Y si verdaderamente estáis sa­
na, habéis de conocer, que quien os abrió los sentí**
dos para la? cosas de D io s, quien sujetó vuestros afec­
tos
DEL PROPIO CONOCIMIENTO. %6 I
tos debaxo de vuestra razón, quien os hizo amargo
Jo que os era dulce, y os puso gana en lo que an­
tes tan desabrida estábades, obrando en vos obras
nuevas. Dios f u é , según dice San Pablo ( i ) j Dios
es el que obra en nosotros el querer , y el acabar, por su
buena voluntad 5 mas no entendáis por esto que el
libre alvedrio del hombre no obre cosa alguna en
las obras buenas, porque esto sería grande ignoran~
cía y error 5 mas dícese que Dios obra el querer
y el acabar, porque el es el principal obrador en
el ánima del justificado-, y el que mueve y suave­
mente hace que el líbre alvedrio obre y sea su ayu­
dador, como dice San Pablo ( 2 ) : Ayudadores somos
de Dios., lo qual hace incitándolo D ios, y ayudán­
dolo á que de libremente su "consentimiento en las
buenas obras, y por eso obra el hom bre, pues que
de su voluntad propia y libre quiere lo que quiere»
y obra lo que o b ra , y en su mano está no lo ha­
cer; mas Dios obra mas principalmente produciendo
la buena obra, y ayudando al libre alvedrio para que
también la produzga: y la gloria de. lo uno y dé­
lo otro á solo Dios se debe. Por tanto , si queréis
acerrar en aquesto, no queráis escudriñar que'bie­
nes teneis de naturaleza y Ubre alvedrio, y que
bie-
(l) PbiHp. 4 . (2) 2, Cor. 3.

Tom. I, Zz
$62 DEL PROPIO CO N O CIM IEN TO ;

bienes de g ra cia , porque esto para los sabios es í


mas á ojos cerrados seguios por la sagrada Fe que
noi amonesta, que de los unos y de los otros he­
mos de dar la gloria á Dios : y que nosotros de
nosotros mismos no somos suficientes, ni aun para
pensar un buen pensamiento. Mirad lo que diceSan
Pablo reprehendiendo al que se atribuye á sí mis­
mo algún bien ( O : ¿Qué tienes que no ¡o bayas reci­
bido I Y pues lo has recibido, ¿de que te glorías
como si no lo hubieses recibido ? Com o si dixese:
Si tienes la gracia de Dios con que le agradas, y
haces obras muy excelentes, no re gloríes en tí,
mas en quien te la dio que es Dios > y si te glo­
rías de usar bien de tu libre alvedrío , ó. en con­
sentir con el á los buenos movimientos de Dios y
su gracia, tampoco te glorías en t í , mas en Dios
que hizo que tú consintieses, incitándote y m o­
viéndote sumamente, y dándote el mismo libre al-
vedrio con que tú libremente consientas: y si te
quisieres gloriar de que pudiendo resistir al buen
movimiento c inspiración de D ios, no lo resistes ,
tampoco te debes gloriar, pues eso no es hacer, mas
dexar de hacer; y aun esto también lo debes á
D io s, que ayudándote á consentir en el .bien, te
ayu-
(i) i . Coñntb, 4,
DEL PROPIO 'CONOCIMIENTO. 6J
ayudó para no resistirlo. Y qualquiera buen uso 4c
tu líbre alvedrio en lo que toca á tu salvación, dá­
diva es de D io s , que desciende de aquella miseria
cordiosa predestinación con que determinó abaterno de
te salvar. Sea pues toda tu gloria en solo D io s, de
quien tienes todo el bien que tienes, y piensa , que
sin e'l no tienes de tu cosecha sino nada , y vani­
dad y maldad. Y conforme á esto dice una glosa
sobre aquello de San Pablo ( O : E l que piensa ser*
algo , como no sea nada, a sí mismo se engaña, y que el
hombre de sí mismo no es sino vanidad y pecado;
y si otra cosa mas e s , por el Señor D ios lo es. Y
conforme á esto dice-San Agustín (2) : Ábristeme
los ojos t lu z j y despertásteme, y alumbrásteme, y v i
que es tentación la vida del hombre en esta tierra i y que
ningún buen hombre se puede gloriar delante de tí 7 ni
es justificado todo hombre que v iv e , porque si algún
bien hay chico 6 grande , don tuyo e s : y lo que es nues­
tro y no es sino mal. ¿Pues de dónde se gloriará todo
hombre? ¿Por dicha del mal? Esta no es gloria sino
miseria. ¿Pues gloriarseha del bien? N o , porque es
dgeno. T u y o e s , ó Señor , el bien, tuya es la glo­
ria. Y concordando con esto, dice el mismo San
A gustín ( 3 ) : Yo Señor Dios nuestro confieso a ti tni
po-
(1) Galatb. 6. (2) August. (3) /íugust.
Zz 2
3 ¡? 4 DEL PROPIO CONOCIM IENTO;

pobreza y y á tí sea toda la gloria 3 porque tuyo es todo


el bien que yo baya hecho. Yo confieso, según me has
enseñado, que otra cosa no soy sino vanidad y som­
bra de muerte, y un tenebroso abism o, tierra vana
y va cía , que sin tu bendición no hace fruto, sino
confusion, y pecado y m uerte; si algún bien en
qualquiera manera tuve, de tí lo re cib í; qualquiera
bien que tengo, tuyo e s , de tí lo tengo. Si algún
tiempo est.uve en pie, por tí lo estuve; mas quando
caí, por mí caí. Y siempre me hubiera estado caido
en el lodo, si no me hubieras levantado tú : y siem­
pre fuera ciego, , si tú no me hubieras alumbrado.
Quando c a í, nunca me hubiera levantado si tú no
me hubieras dado tu mano; y despues que me le­
vantaste 7 siempre hubiera caido si no me hu­
bieras tenido ; muchas veces me hubiera perdido, sí ,
tú no me hubieras guardado : Y así, Señor, siem­
pre tu gracia -y tu misericordia anduvo delante de
mí librándome de todos m ales, salvándome de los
pecados j despertándome de. los presentes, guardándo­
me de los por venir, y cortando delante de mí los
lazos de los pecados , quitando las ocasiones,y,cau­
sas ; porque si tú , S eñ o r, esto no hubieras hecho,
todos los pecados del mundo hubiera.-yo h ech o, por­
que se que ningún pecado hay que en qualquiera
manera lp haya hecho un hombre, que no lo pueda
'h a -
ÜEL propio gonóctmíento. 355
hacer otro 'hom bre, si se aparra el guiador, por
el qual es hecho el hombre; mas tú hiciste que yo
no lo h iciese, y tú mandaste que me abstuviese;
y tú me in fundiste gracia para que te creyese, por­
que tú , Señor , me regias para tí y me guardabas
para t í , y me disre gracia y lumbre para no co­
meter adulterio y todo otro pecado.

C A P IT U L O LXVH .

EN QU E SE PRO SIGU E. EL SO BR ED ICH O


exercich , y de la grande lu z que el. Señor , mediante
é l , suele obrar en las almas , con la , qual conocen
la grandeza de Dios y la nada de su pequenez,

^Considerad pues, doncella, con atención estas pa­


labras de San Agustín , y vereis quan agena debeis de
estar de atribuir á vos gloria algu n a, no solo de le­
vantaros de vuestros pecados f mas deteneros que:
no tornásedes á caer ; porque así como os dixese que
si la mano de Dios de vos se apartase , en aquel pun­
to tornaríades al abismo de vuestra nada, en q u c t
ántss estábades, así apartando Dios su guarda de vos,
tornariádes á los pecados y á otros peores que donde
el
% 66 d e l p ro p io c o n o c im ie n to ,

el os saco. Sed por eso humilde y agradecida á esté


Señor, de quien tanta necesidad en todo tiempo te-
neis , y conoced que estáis colgada de é l , y que
todo vuestro bien depende de su mano bendita, se­
gún dice David ( i ) : En tus manos, Señor , están mis
suertes. Y llama suertes á la gracia de Dios y á la
eterna predestinación, las quales por la bondad de
Dios vienen, y se conceden á quien se conceden. Y
así como si él os quitase el ser que os dio os tor­
nareis nada, así quitándoos la gracia quedareis
pecadora j lo qual no se os dice para que caigais
en desmayo ni desesperación, por ver quan colgada
estáis d é la s manos de D ios: mas para que tanto
con mas seguridad gocéis de los bienes que D ios
os ha d ad o ,. y tengáis confianza en su misericor­
dia que acabará con vos lo que ha comenzado, quan-
do con mayor hum ildad, y profunda reverencia y
santo temor estuvíéredes postrada á sus pies temblan­
do y sin ningún arrimo de vuestra parte y confian­
do de la suya > porque esta es buena señal que
no os desamparará su infinita bondad,según lo cantó
aquella bendita y sobre todas humilde M aria, di­
ciendo (2 ) : La misericordia de él de generación en ge­
neración sobre los que le temen. Y si el Señor es servi­
do
(1) Psaim. 30. (4) L t i c .i t
DEL PROPIO CONOCIMIENTO. 3 ^ 7

do de os dar este conocimiento que deseáis, sentiréis


que viene en vos una celestial lumbre y sentimiento
en el ánima, con que quitadas unas tinieblas, conoce
y siente, ningún bien, ni ser, ni fuerza haber en
todo lo criado mas de aquello que la bendita y gra­
ciosa voluntad de Dios ha querido dar y quiere con­
servar. Y conoce entonces quán verdadero cantar es
aquel; Llenos son los Cielos y la Tierra de tu gloria , por·*
que en todo lo criado no vé cosa que buena sea , cuya glo­
ria no sea de Dios. Y entiende con quanta verdad dixo
D ios á M oysen que dixese á los hombres ( i ) : E l
que e s , me envió á vosotros. Y lo que dixo el SeñoE
én el Evangelio ( 2): Ninguno es bueno sino solo Dios .
Porque como todo el ser que tengan las cosas y
todo el bien t ahora sea de libre alvedrio , ahora dé
la gracia t sea dado y conservado de la mano de
D io s , conoce que mas se puede decir que Dios es
en ellas y obra el bien en ellas , que ellas de sí mis­
mas , no porque ellas no obren, mas porque obran
como causas segundas movidas por D io s , principal
y universal hacedor, del qual ellas tienen la virtud
para obrar. Y a s í , mirando á ellas no les halla to­
mo ni* arrimo en sí -propias, sino en aquel infinito
Ser que las sustenta, en cuya comparación parecen
to~
(1) Excel. 3. (2) Marc. 10.
3 6 8 DEL PROPIO CONOCIMIENTO,

todas ellas, por grandes que sean, como una pequeña


aguja en un Infinito mar: y de este conocimiento de
Dios resulta en el ánima que de el se aprovecha, una
profunda y leal reverencia á la sobre excelente Mages-
tad D ivinal, que le pone tanto aborrecimiento de atri­
buir á sí misma ni á otra criatura algún b ien , que ni
aun pensar en ello no quiere, considerando, que así
Com o el casto Joseph ( I ) no quiso hacer traición á su Se-
fáorj aunque fué requerido de la muger de él j así no debe
el hombre alzarse con la honra de Dios, la qual erl quie^
re para sí como el marido á su propia muger , según
ésta escrito ( 2 ) : M i gloria no la daré á otro. Y está
entonces el hombre tan fundado en esta verdad, que
aunque todo el mundo le ensalzase , el no se ensal­
zaría , mas com o verdadero ju sto desnúdase de la
honra que ve no ser suya·, y dala al Señor cuya es,
y en esta luz ve que mientras mas alto está, mas ha
recibido de Dios y mas le d eb e, y mas pequeño y
abaxado es en sí mismo; porque quien de verdad
cree en otras virtudes, también ló ha de hacer en
la humildad, diciendo á D io s (3 ): A tí conviene creer
e n mí }y á mí ser abaxado cada dio. mas en mi. Y si con

estas consideraciones ya dichas no halláredes en vos


el fruto del propio desprecio que deseáis, no des-
ma-
(1) Genes. 3. (2) /jvjíY 42. (3) Joann. 3,
DEL PROPIO CONOCIMIENTO. 3 69
m ayéis, mas llamad con perseverante oraeional Se­
ñor 3que el sabe y suele enseñar interiormente y con
semejanzas exteriores lo poco en que la criatura se
ha de estimar. Y en tanto que, viene esta miseri­
cordia vivid en paciencia, y ^onoceo? por soberbio,
lo qual es alguna parte d e. humildad , .como el te ­
nerse por humilde es señal de soberbia.

C A P IT U L O L X V III.

E N .Q U £ SE COMIENZA ,A TRATAR
4 e la consideración, de Christo nuestro Señor, y de Ios_
Misterios de. su Vida y M uerte , y de I4 mucha razón
que hay para n$s ejercitar en esta consideración 5
y de los grandes frutos.,qu$
. _ ^
nos vienen.

L o s que mucho se exercitan en el propio conoci­


miento, como tratan á la continua y muy de cerca
sus propios defectos , suelen caer en grandes tris­
tezas, desconfianzas y pusilanimidad de corazon, por
lo qual es necesario que se exerciten en otro co­
nocimiento que les alegre y esfuerce mucho mas que
el primero les desmayaba. Y para esto ninguno otro
Tom. I, Aaa hay
3 70 DE ORACIÓN

hay Igual como el conocimiento de Jesu-Chrísto


nuestro S eñ o r, especialmente pensando como pade->
ció y murió por nosotros. Esta es la nueva a le ­
gre predicada en la nueva L e y i todos los quebran­
tados de co razon , y les es dadá una medicina muy
mas eficaz para su coligúelo , que sus llagas les pue­
den desconsolar. Este Señor Crucificado es el que
alegra á los que el conocimiento de sus propios pe­
cados entristece, y el que absuelve á los que la L e y
condena, y el que hace, hijos de Dios á los que
eran esclavos del demonio. A este deben procurar
conocer y allegarse todos los adeudados con espi­
rituales deudas de' pecados que han h e ch o , y que
por ello están en angustia y amargura de corazon
quando se miran, e irlésha bien , como en otro tiem­
po se llegaron á "David ( i ) adeudados y angustiados
con deudas de á'cá\ -y slñtUron provechó con su compa­
ñía, porque así como' se suele'dar por consejo que
miren arriba ó fuera del agua á los que pasan algún
"rio y se les desvanece la cabeza mirando las aguas
que co'rren, así quien sintiere desmayo mirando sus
culpas , álce sus ojos á Jesu-Christo puesto en la
Cruz y cobrará esfuerzo , porque no en valde se
díxo (2 ): En mi mismo f i é mi únima conturbada , y
por
(1) 1. R e g . (2) Psalm. 41.
V MEDITACION, J 7 I

fo re sto me acordaré de tí, de U tierra del Jordán , y de


los montes de Hermony monte pequeño, Porque los Mis­
terios que Christq obró e n ; su Bautismo y Pasión
son bastantes para sosegar qualquier tempestad-.{je
desconfianza que en el corazon se levante ; y así
por esto como porque ningún libro hay, tan eficaz
para enseñar, al hombre, todo genero de virtud ? ni
quanto debe ser el pecado aborrecido y la virtud
amada, como la Pasión del Hijo de Dios. Y también
porque es extremo de desagradecimiento poner eq
olvido un tan inmenso beneficio; d e .a m o r, como
fue padecer Christo por nos. Conviene, después del
exer'cicfa de vuestro conocim iento, ocuparos en el
conocimiento de Jesu-Ch£Ísto nuestro Señor, lo qual
U.os enseña San Bernardo^; diciendo ( x ) ; „Q u a lq u ie-
j»ra que tiene, sentido de Christo sabe bien quar*
«expediente sea á la piedad Christiaha , quanto con™
« ven ga, y, quanto provecho le trae al siervo de
» D io s y siervo de .la redención de C h risto , acor-!
»darse con atención , á lo menos una hora del día,
»de los beneficios de la Pasión y Redención de
» nuestro Señor Jesu» Christo 5 para gozar suavemente
íj en la conciencia, y para asentaros fielmente en
?»la inemoria* “ Esto dice San Bernardo , el qual así
lo
(ij Eernard, ad Fratrcs de monte Dei.
Aaa z
3 7 ¿ DE LÁ ORACION

lo hacía. Y allende de esto sabed , que así como


queriendo Dios comunicar con los hombres las ri­
quezas de su Divinidad , tomó por medio hacerse
Kóm bfe, para que eri;,aquella baxeza y pobreza se
püdíésé conformar cofi-la pequeña'capacidad de los
pobres y baxos: y juntándose á ellos los levantase
ú la -alteza de e l, así ei camino usado de comu­
n ica r' D io s'su Divinidad con las ánimas, es por
medio· de su Sacra humanidad. Ésta es la puerta
por donde‘el que entrare será salvó, y la escalera
por donde -'Suben ál C ielo , porque qüiere Dios Pa­
dre honrar lá humanidad y humildad de su ’Unigé­
nito Hijo ( i !)j eri no dár síT'amistad sino á quien
las creyere : y no dar su fá á ilia r comunicación siney
á quien con mucha atención la*s pensare. Y ;pues:
no es razón que dexeis de'desear estos- bienes, -lia:*
ceos esclava de esta Sagrada Pasión ; pues por é lli
fuistes libertada del cautiverio de vuestros, pecados
y de los infernales tormento'^, ^ ós vendrán los
bienes ya dichos. Y no sea- á vos pesado el pensar
lo que á el con vufestró gran 'laiíior no le fue pe­
sado pasar. Sed vos una de las ánimas á quien dice
el Espíritu ;Santo en lo$: Cántires (-2)^ Salid-y m i -
ra d , bijas de S h n 7 al Rey Salomón- con la guirnalL·'
con
(1) Genes, üé. (a) CütiUc. 3.
Y MEDITACION. 373
сои que U coronó su Madre en el día del desposorio de él,
y en el dia de la alegría del corazon de él: En ninguna
parte de la Santa Escritura se lee que el R ey Sa­
lomón fuese coronado con guirnalda ó corona por
mano de su madre Bersabe' en el dia del desposorio
de el; y por esto, porque según la historia, no
conviene al Salomon pecador f por »fuerza, pues la
Escritura no puede fa lta r, lo hemos de entender
de otro Salomon verdadero , el qual es Christo . Y con
mucha razón , porque Salomon quiere decir pacífi­
co , el qual nombre le fue' puesto poique no traxo
guerras en su tiem po: como las traxo su padre D a ­
vid i por lo qual quiso D io s, que no D avid , V a -
ron de sangres, mas su pacífico hijo edificase aquel
tan solemne Templo, de Jerusalen ( 2 ) , en que fuese
Dios adorado. Pues si por ser. pacífico Salomon en
la paz mundana, que algunas veces los Reyes aun­
que malos la suelen en-sus R ey nos tener, le fue
puesto nombre de pacífico 5 con quánta mas razón
conviene á C h risto , el qual hizo paz espiritual
entre Dios y los hombres, no sin su costa, mas
cayendo sobre e'i la pena de vuestros pecados que
causaba Ja enemistad, a l t e n , hizo paz entre los dos
я tan contrarios pueblos, de los Judíos y Gentiles,
s»q u i-

(t) Paral, a i .
3 7 4 DE LA ORACION

»quitando la pared de la enemistad que estaba en-


« medio“ , como dice San Pablo ( i ) ; Conviene á sa­
ber , las ceremonias'de la vieja Ley , y la idolatría de la
Gentilidad , para que unos y o tro s, dexadas sus par­
ticularidades y ritos que de sus pasados traían , v i­
niesen a una nueva ley* debaxo de una Fe y de
un Bautismo y de un S eñ o r, esperando partir una
misma herencia, por ser todos hijos de un Padre
del C ielo que los tornó á engendrar otra vez por
agua y Espíritu Santo , con mayor ganancia y honra
que la primera vez fueron engendrados de sus pa­
dres de carne para miseria y deshonra: y estos bienes
todos son por Jesu-Christo pacificador de cielos y
tierra, y de una gente con otra, y de un hombre
dentro de sí m ism o; cuya guerra es mas trabajosa,
y la paz mas deseada; estas paces no las pudo ha­
cer Salom ón, mas tuvo el nombre en figura del
verdadero pacificador 5 así como la paz de Salomen
que es temporal, tiene figura y es sombra de la es­
piritual que no tiene fin, Pues si bien os acordáis,
Esposa de C h risto , de lo que es razion que nunca
os olvid éis; la Madre de este Salomon verdadero
que fue y es la bendita Virgen M aría, hallareis
haberle coronado con guirnalda herm osa, dándole
car-
(1) Epbes. 2.
Y MEDITACION. 375
carne sin ningún pecado en el día de la Encarna­
ción , que fue dia de ayuntamiento y desposorio
del Verbo Divino con aquella Santa Humanidad, y
del Verbo hecho hombre con su Iglesia, que so­
mos nosotros, ( i ) De aquel Sagrado Vientre salió
Christo, como Esposo que sale del tálam o, y co­
menzó á correr su carrera como fuerte Gigante : to­
mando á pechos la obra de nuestra Redención, que
fue la mas dificultosa cosa que se podía empren­
der 5 y al fin de- la carrera en el día del Viernes
Santo casó por palabras de presente con esta su Igle­
sia, por quien había trabajado (2 ), como Jacob por
R a q u él ; porque entonces la fue sacada de su costado
estando el durmiendo el sueño de muerte ( 3 ) , i
semejanza de Eva sacada de Adán, que dormía. Y por
esta obra tan excelente y de tánto amor en aquel
dia obrada, llama Christo á este dia, mi dia , quando'
dice en el Evangelio (4 ): Abrahan vuestro padre se gozó
para ver mi día , violo, y gozóse. L o qual fue, como
dice Chrysóstom o, quando á Abráhan fue revelada
la Muerte de C hristo, en semejanza de su hijo Isaac,
que Dios le mandó sacrificar en el monte M oria,
que es el monte Sion i entónces vio este penoso dia, y
se gozó. ¿Mas por que se gozó? ¿Por ventura de los
azo*
(1) Psalm. 18. ( í j Genes, 29, (3) Genes. *. (4) Joanu. 8.
3 7 6 DE LA ORACTON

azotes, ó tristezas ó tormentos de Christo ? ( i ) C w f o


es haber sido la tristeza de Christo tanta , que bastaba
para hacer entristecer de compasion á qualquiera, por
mucha alegría que tuviese. Sino díganlo sus tres
amados Apóstoles, á los quaJes dixo (2 ): Triste,es
mi ánima hasta la muerte. ¿Que sintieron sus corazo­
nes al sonido de esta palabra? qual suele aun
á los que de lexos la oyen lastimar su corazon con
agudo cuchillo de compasion. Pues sus azotes, tor­
m entos, clavos, y cruz fueron tan lastimeros, que
por duro que uno fuera y los viera se moviera 3
compasion: y aun no se si los mismos que le ator­
mentaban viendo su mansedumbre en el su frir, y
la crueldad de ellos en el herir , algún rato se com­
padecían de quien tanto padecía por e llo s, aunque
ellos no lo sabían. .Pues si los que á Christo abor­
recían, pudieran ser entristecidos por versus tormen­
tos , si del. todo piedras no fueran , ¡que diremos de
un hombre tan amigo de Dios como fue Abrahan ,
que se gozase de ver el cUa en que Christo tanto
trabajo pasó ?

(1) Genes, 22. (2) Wlatth. 20. Mavc. 14.


V M ED ITACIO N . 377

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CAPITULO L X IX .

EN QUE SE PROSIGUE LO DICHO


en el capitulo pasado, declarando de la Patio#
de Christo un lugar de los Cantares.

] V f a s porque de esto no os m aravilléis, oíd otra


cosa mas m aravillosa, la qual dicen las dichas pa­
labras de los Cantares: Que esta guirnalda le fue
puesta en el· dia del alegría del corazon de el. ¿ C ó ­
mo es aquesto? El día de sus excesivos dolores,
que lengua no hay que los pueda explicar, ¿Jía-
niais día de alegría de el? Y no alegría fingida y
de fu era, mas d icen, en el dia del alegría del co­
razon de el. ¡O alegría de los Angeles y río dei
deleyte de e llo s , en cuya faz ellos desean mirar,
y de cuyas sobrepujantes ondas ellos son enves­
tid o s, viéndose dentro de tí , nadando en tu d u l­
cedumbre tan sobrada , y de que se alegra tu co­
razon en el dia de tus trabajos! ¿D e que te ale­
gras entre los azotes, clavos, deshonras y muerte?
i Por ventura no te lastiman? Lastimante cierto, y
mas á tí que á otro ninguno, pues tu complexión
Tom. L Bbb era
3 7 8 DE LA ORACION,

era mas delicada. Mas porque te lastiman mas nues­


tras lástimas, quieres tu sufrir de muy buena ga­
na las tu yas, porque con aquellos dolores quita­
bas los nuestros. T ú eres el que dixiste á tus ama­
dos Apóstoles antes de la Pasión ( i ) : Con deseo be
deseado comer esta Vasqua con vosotros antes que p a m
dezca. Y tú eres el que antes dixiste ( 2 ) : Fuego
vine á traer á la tierra , | qué quiero sino que se en­
cienda ? C on Bautismo tengo de ser bautizado , ¿có­
mo vivo en estrechura hasta que se ponga en efec­
to ? El fuego de amor de tí, que en nosotros quie­
res que arda hasta encendernos, abrasarnos y que^
niarnos lo que som os, y transformarnos en t í , tú
lo soplas con las mercedes que en tu vida nos hi­
ciste , y lo haces arder con la muerte que por no­
sotros pasaste. ¿ Y quie'n hubiera que te am ara, sí
tú no murieras de amor por dar vida á ios que
por no amarte están muertos? ¡Q uien sera leño tan
húmedo y fcio, que viéndote á tí A rb ol verde, del
qual quien co m e, v iv e , ser encendido en la Cruz,
y abrasado con fuego de tormentos, que te daban,
y del amor con que tú padecías, no se encienda
en amarte aun hasta la muerte ? ¿ Quitfn será tan
porfiado, que se defienda de tu porfiada requema,
e¡?
(1) Lttc, a s . (2) Luc. i a .
Y MEDTTACrON. 3 7 ?

en qué tras nos anduviste desde que naciste del


vientre de la V ir g e n , y te tomó en sus brazos, y
te reclinó en el pesebre , hasta que las mismas ma­
nos y brazos te tomaron quando te quitaron muer­
to de la C ru z, y fuiste encerrado en el Santo Se­
p u lcro, como en otro vientre? Abrasástete v p a r­
que no quedásemos frios. L lo ra ste , porque riese-'
mos. Padeciste, porque descansásemos: y fuiste bau­
tizado con el derramamiento de tu sangre, porque
nosotros fuesemos lavados de nuestras maldades i y
dices j S eñ o r: ¿ Cómo vivo en estrechura hasta que
este bautismo te acabe? Dando á entender quan en­
cendido deseo tenias de nuestro rem edio, aunque
sabias que te había de costar la vida. Y como el
Esposo desea el día de su desposorio para gozarse,
tú deseas el dia de tu Pasión para sacarnos con
tus penas de nuestros trabajos. Una hora , Señor,
se te hacia mil años para haber de morir por
n osotros, teniendo tu vida por bien empleada en
ponerla por tus criados. Y pues lo que se desea
trae gozo quando es cumplido, no es maravilla que
se llame dia de tu alegría pl dia de tu Pasión, pues
era deseado por t í : y aunque el dolor de aquel dia
fue muy excesivo, de manera, que en tu persona
se diga ( i ) : O vosotros todos los que pasais por el
(i) Tbren. r. ca ~
Bbb z
3 ^ 0 HE LA ORACION,

camino , atended, y ved si bay dolor que se iguale


con el mío. Mas el amor que en tu corazon ai>
dia , sin comparación era m a y o r, porque si. me-·
nester fuera para nuestro provecho , que tú pasa­
ras mil tantos de lo que pasaste , y te estuvieras en­
clavado en la C ruz hasta que el mundo se aca­
bara , con determinación firme subiste en ella para
h acer. y sufrir todo lo que para nuestro remedio
fuese necesario. De manera, que mas amaste que
sufriste , y mas pudo tu amor que el desamor de
los sayones que te atormentaban: y por esto que­
dó vencedor tu am or, y como llama viva no la
pudieron apagar los rios grandes y muchas pasio­
nes que contra tí vinieron ; por lo qual aunque los
tormentos te daban tristeza y dolor, muy de verdad
tu amor sé holgaba del bien que de allí nos ve­
nia , y por eso se llama día de alegría de tu co­
razon : y este dia vio A b rah an , y gozó se, no
porque le faltase compasion de tantos dolores, mas
porque veía que el mundo y el habían de ser re­
dimidos por ellos. Pues en este dia salid , hijas de
Sion (que son las ánimas que atalayan a Dios por
F e) á ver al pacífico R ey , que con sus dolores
va á hacer la paz deseada i m iradle, pues para m i-.
rar á el os son dados los ojos. Y entre todos! sus
atavíos de desposorio que lleva , mirad á la guir-
nal-
Y M EDITACION. g 8 J
tialda de espinas que en su Cabeza Divina lleva,
la qual, aunque la texicron y se la' pusieron los
Caballeros de Pilato, que eran Gentiles, dícese ha­
bérsela puesto su madre, que es la Sinagoga., de
cuyo linage Chrísto descendía, según la carne; por­
que por la acusación de la Sinagoga, y por com +
placer á e lla , fue Christo asi atormentado. Y si al­
guno dixere, nuevos atavíos de desposado son estos»
por guirnalda lastimera corona; por atavíos de píes
y manos clavos agudos que se les traspasan y rorn-
pen ; azotes por cin ta , los cabellos pegados y en­
rubiados con su propia sangre ; la sagrada barba
arrancada; las mexillas bermejas con bofetadas, y
la cama blanda, que á los desposados suelen dar
con muchos o lo res, tornarse en áspera C ru z, pues­
ta en lugar donde justiciaban los malhechores. ¿Que
tiene que ver este abatimiento extremo con ata­
víos de desposorio? ¿ Que tiene que ver acompa­
ñado de ladrones, con ser acompañado de amigos,
que se huelgan de honrar al nuevo Desposado ?
¿Que fruta, que música, que placeres vemos aquí,
pues la Madre y amigos del Desposado comen
dolores y beben lágrimas , y los Angeles de la
paz lloraban amargamente ? N o hay cosa mas Je--
jos de desposorio, que todo lo que aquí parece/
Mas no - es de maravillar tanta novedad, pues el
Des-
g S 2 DE LA ORACION)

Desposado y el modo de desposar todo es nue­


vo. Christo es hombre nuevo , porque es sin pe­
cado , y porque es Dios y Hombre , y despósa­
se con nosotros, feo s, pobres y llenos de males,
no para dexarnos en e llo s, mas para matar nues­
tros males, y darnos sus bienes; por lo qual con­
venía, según la ordenanza D ivin a , que pagase el
por nosotros, tomando nuestro lugar y semejanza,
para que , con aquella semejanza de deudor sin
se rlo , y con aquel duro castigo sin haber hecho
por que', quítase nuestra fealdad, y nos diese si*
hermosura y riquezas j y porque ningún desposado
puede hacer á su esposa de mala buena, ni de in­
fernal celestial, ni de fea, en el ánim a, hermosa,
por eso buscan los hombres las esposas que seati
buenas, hermosas y ricas, y van el dia del despo*
sorio ataviados á gozar de los bienes que ellas tie­
nen , y que ellos no les dieron í mas nuestro nue­
vo Esposo ninguna ánima halla hermosa ni buena,
si el no lá hace. Y lo que nosotros le podemos
dar (q u e es nuestra dote) es la deuda que de­
bemos de nuestros pecados: y porque el quiso aba-
xarse á nosotros, tal le paramos , quales nosotros
estábamos: y tal nos paró ? <jual el es , porque des­
truyendo con nuestra semejanza nuestro hombre vie­
jo , nos puso su imagen de hombre nuevo y celes­
tial,
y M E D IT A C IO N . 3 8 3

tia l, y esto obró el con aquestos atavíos que pa­


recen fealdad y flaqueza, y son altísima honra y
grandeza, pues pudieron deshacer nuestros muy an­
tiguos y endurecidos pecados, y traernos á gracia
y amistad del S eñ o r, que es lo mas alto que se
puede ganar. Este es el espejo en que os habéis
de m irar, y muchas veces al d ía , para hermosear
lo que vieredes feo en vuestra ánima : y esta es la
señal puesta en alro, para que -de qualquier vívora
queseáis mordida miréis aquí, y recibáis la salud en
sus llagas; y en qualquier bien que os viniere miréis
aquí, y os sea conservado, dando gracias á este Se­
ñ or, por cuyos trabajos nos vienen todos los bienes*

XXX>0<>CX>CKX>C<XX'5<X><>0<>CX>©<>CKXV><^^ X X X X X ^ ÍX

CAPITULO LXX.

QU E E S M U T IM P O R T A N T E EL E X E R C IC IO
de la Oración , y de los grandes provechos
que de ella se sacan.

P u e s que ya habéis oido que la luz que vuestros


ojos han de mirar es Dios Humanado y C ru cifi­
cado, resta deciros, que modo tendreis para le mirar,
pues que esto ha de ser con exercicio de deyotas
con-
384 DB t A O R A C t O N .
consideraciones y habla interior, que en la Oración
hay. Mas primero que os digamos el modo que
habéis de tener en la O ración, conviene deciros
quan provechoso exercicio sea, especialmente para
v o s , que habiendo renunciado al mundo os ha­
béis toda ofrecido al Señor, con el qual os conviene
rener m uy esrrecha y familiar comunicación si
queréis gozar de los dulces frutos de vuestro reli­
gioso estado. Y por Oración entendemos aquí una se­
creta e interior habla con que el ánima se comunica
con Dios, ahora sea pensando, ahora pidiendo, ahora
haciendo gracias, ahora contemplando, y general-*
trien te por todo aquello que en aquella secreta ha­
bla se pasa con D io s : porque aunque cada cosa
de estas tenga su particular razón , no es mi in ­
tento tratar aquí sino de este general que he dicho,
de como es cosa muy importante que el ánima ten­
ga con su Dios esta particular habla y comunica­
ción. Para prueba de lo qual, si ciegos no estu­
viesen los hombres, bastaba decirles, que daba Dios
licencia para que todos los que quisiesen pudiesen,
entrar ha bablarle una vez en el mes ó en la se­
mana , y que les darla audiencia de muy buena
gana, y remediaría sus males, y haría mercedes, y
habría entre e'l y ellos conversación amigable de
Padce con h ijo s : y si diese esta licencia para que
le
Y MEDITACION·. 3 8 J

le pudiesen hablar cada día , y si la diese para que


muchas veces al día, y si también para que toda
la noche y el día, ó todo lo que de este tiempo
pudiesen y quisiesen estar en conversación del S e­
ñ o r, el lo habría por bueno : ¿quie'n sería-el hom-:
bre , si piedra no fu ese, que no agradeciese tan
larga y provechosa licencia , y no procurase de
usar de ella todo el tiempo que le fuese posible,
como de cosa muy conveniente para ganar honra
por estar hablando con su Seííor y d e ic y te , por
gozar de su conversación y provecho, porque nun­
ca irian de su presencia vacíos? ¡P ues por que no
se estimará en mucho lo que el Altísim o ofrece,
pues se estimaría si lo ofreciese un R e y temporal,
que en comparacioti del ’A ltísim o , y de lo que de
su conversación se puede sacar, el R e y es ¡ gusano,
y lo que puede dar uno y todos es un poco de
polvo? ¿Por qué no se huelgan ¡os hombres de estar
con Dios ( i ) , pues los deleytes de é l, son estar con los
bijos de los hombresl N o tiene su conversación amar­
g u ra , sino alegría y g o z o , ni su condicion tiene
escasez para negar lo que le piden; y Padre nues­
tro es, con el qual nos habíamos de h olga r, con­
versando, aunque ningún provecho otro de ello
v i-
(i) ProveYl·, 8.
Tom . 1. Ccc
3*6 DE LA ORACION,

viniera: y si juntáis con esto,, que no solo nos dá


licencia para que hablemos con e l , mas que nos
ru ega, aconseja, y alguna vez. manda, verels quan-
ta es su bondad y gana de que conversemos con
e l , y quanta nüestra maldad de no querer ir ro­
gados , y pagados á lo que debíamos ir rogan­
do y ofreciendo por ello qualquier cosa que nos
fuese pedida : y en esto vereis quan poco senti­
miento tienen los hombres de las necesidades espi­
r it u a le s q u e son lás. verdaderas 5 pues quien ver­
daderamente las siente, verdaderamente o r a , y con
mucha instancia pide remedio.: Un refrán d ic e : Sino
saber orar > entra en la maf , porque los muchos pe­
ligros en que se ven ¡os que navegan, les hace clamar
á nuestro Señor : Y no seJ ¿pot que no exercitamos
todos este oficio, y con diligencia, pues.ahora an­
demos por tie rra , ahora por mar, andamos en pe­
ligros de. muerte ó del ánima , si caemos, en * pe­
cado. mortal,, ó de cuerpo y ánim a, si no nos le-»
Yantamos por la penitencia dé aquel en que hemos
caído ? Y si los cuidados perecederos, y el polvo·
que en. los ojos traem os,. nos.· diesen. lugar de cuidas
y mirar las necesidades de nuestro* corazon,, ciertci
andaríamos dando^ clamores; á. D io s ,, diciendo con
todas: entrañas ( 1 ) : Na nos, dexeir caer en tentación:
(1) Psalm. 34,.
Y M EOlTA.CtON. 3 § 7

Señor': n o t e apartes de m í, y otras semejantes pa­


labras , conformes al sentimiento de la necesidad.'
T odo nuestro orar se ha pasado á lo que se ha
pasado nuestro sentido > que¡es el bien ó mal tem­
poral : y aun esto no lo hacemos luegó, sino quan-
do los otros medios y arrimos nos han faltado, co­
mo gente que su postrera confianza tiene puesta
en nuestro S eñ o r, y su primera y fnayot e n ' sí
mismo ó en otros , de lo quaL suele el Señor eno­
jarse mucho ,' y decir ( I ); Donde están tus dioses,
en los quales temas confianza : lábrente tus aliados, á
los quales se tos llevará el viento y el soplo. Mirad
que yo solo soy , y no hay otro fuera de mi : yo. ma­
taré y haré v iv ir i heriré y sanaré} y no hay quien ss
pueda librar. M irad pues, doncella, no Os toquen
aquestas cosas, mas tened vivo el sentido de vuestra
ánima, con que gusreis que vuestro verdadero mal
es no servir á D ios, y Vuestro verdadero bien es
servirle; y quando alguna cosa temporal p id iá e *
d e s, no sea con aquel ahinco y angustia que del
amor demasiado suele nacer. Y para lo mucho , y
para lo poco, vuestra confianza primera sea nues­
tro Señor¡ y la postrera, los fnedios que el os en­
caminares y sed muy agradecida á esta merced de
que
(í) Deut. 3*.
C cc 2
382 DE IA ORACION,

que os dio licencia.,dv hablarle, y conversar con


el, -y usad de ella para bienes y males con mu­
cha. freq'üencia y cuidado, pues por medio de esta
habla y conversación con el Altísim o han sido en­
riquecidos los siervos de D io s , y remediados en
sus pobrezas, porque entendieron que los peligros
.¡qae Píos Ies dexó fue á intento, que apretados
1-eon ellos recurriesen,á e l , y los bienes que les v ie ­
nen son para ir á el, dáadole gracias ( i ) . De los
Gabaoiiitas leemos, que estando en mucho peligro
por estar cercados de sus enem igos, enviaron un
mensagero á Josué, á ciiya amistad se habían ofre­
cido , y por la qual estaban en aquel peligro, y
hallaron favor y remedio por lo pedir : y aunque
aquellos cinco R e y e s , que la Escritura hace men­
ción (2 ) fueron 'vencidos en el Valle Sylvestre , y sus
Ciudades robadas: mas porque un mozo que de la
guerra escapó fue á dar nueva.de este desbarato al
Patriarca Abrahan alcanzaron reqiedío los R eyes
y sus cinco Ciudades , ;pox mano -de Abrahan ^que
los socorrió. De m anera, que se alcanza por un
.solo mensagero que va á pedir favor, á quien lo
quiere y puede dar, mas que ,p o r la mucheduuv
bre de combatientes.,, que gn la. guerra, ó Ciudad
ha-
(ij Josué jo , (2) Genes, 14.
Y MEDITAGÍONi 38 9\
haya. Y cierto es ást} que quien enviare á Dios meti-
sagero de humilde* y fiel Oración ,Éaunque este cer-
xado y destrozado y metido en el vientre de la ba­
llena ( 1 ) , sentirá presente al Señor, que está ¿erca ú
todos aquellos· que le llaman en v e r d a d Y si no sa­
ben- lo que han de hacer, con la Oración.hallan
lumbre-, porque con esta confianza dixo el R e y
Jos ;phat:' (2^: Qttando no sabemos lo que hemos de
hacer , este remedio tenemos, que es alzar los ojos á
tí ; y Santiago dice ( 3 ) : Que quien hubiere menester
sabiduría , la peda á Dios ; y por este medio eran
Moyse's y Aaron enseñados de Dios acerca de. lo
que debían hacer con el Pueblo , porque como los
que rigen á otros han menester lumbre doblada , y
tenerla muy á la mano y á todo tiempo, así han
menester Oración doblada, y estar tan diestros en
ella, que sin dificultad la exerciten , para que co­
nozcan la voluntad del Señor, de lo que deben ha­
cer en particular, y para que alcancen fuerza para
cumplirla: y este, conocimiento que allí se'alcanza,
excede al que alcanzamos por nuestras razones y
conjeturas, como de quien .va acosa cierta, ó q u ien 5
yá"( como dicen )_á tienta paredes; y los;propósitos-
buenos y fuerza que allí se cobran', suelen ser sin
com -
ÍO P salta. 144. (a) Paral. na, (3) Jacob. 1 . -
39o DE LA OtlACrpN,
comparcíon mas v iv o s , y salir mas verdaderos, que
los que fuera de la Oración se alcanzan. San A gu s­
tín d ix o , como quien lo habría probado ( i ) : M e­
jo r Se sueltan 'las dudas con la Oración , que con qual-
quiera otro estudio. Y por no cansar, y porque no
sería posible deciros particularmente los frutos de
la O ració n , no 1os digo mas , sino que la suma
Verdad díxo ( 2 ) : Que el Padre Celestial dará es­
píritu bueno á los que se lo piden , con el qual bien
vienen todos los bienes. Y debeos b astar, que usá-
ron este exercicio todos los Santos. Porque ( co-*
mo San Chrlsóstomo dice ( 3 ) , >quién de los San­
tos no vendo orando ■
? Y el mismo d ic e : No bay
cosa mas poderosa , que el hombre que ora : y bas­
tarnos debe, y sobrar, que Jesu C hristo, Señor de
todos, oró en la noche de su tribulación , aun hasta
derramar gotas de sangre: T oro en el monte Tabort
para alcanzar el resplandor de su cuerpo (4). Oró
primero 1que resucitase á S w Lazaro (5 ): y veces ora­
ba tan ‘la rg o , que se le pasaba toda la noche en
Oración.. Y despues de una tan larga Oración como
esta, dice San Lucas ( 6 ), que eligió entre sus D is­
cípulos número de doce Apóstoles i fia lo qual dice
San

(1) ¿4 ugust. (a) Lúe. 11. (3) Cbryiost* (4) Luc, ««►
( 5) Joann. ji, (6) Luc, 16,
Y M ED ITA CIO N . '$91
San Ambrosio ( i ) , nos dio á entender lo que de­
bemos hacer quando quisiéremos comenzar algún
negocio , pues que en aquel suyo primero oró, y
tan largo. Y por esto debiera decir San Dionisio,
que en principio de toda obra hemos de comen­
zar por la Oración. San Pablo? amonesta , que en­
tendamos con instancia en la O ración:, y el Señor
dice (2 ), que conviene siempre orar, y no año-
xar , que quiere decir ,. que se haga esta, obra con.
frequcncia , diligencia y cuidado: porque los que quie­
ren valerse con tener cuidado de sí en hacer obras
agradables á D io s , y no curan de tener Oración*
con sola una mano nadan , con sola una mano pe -
lean, y con solo, un pie. andan, porque· el Señor,
dos nos enseñó ser n e ce sa ria sq u a n d o dixo (3):.
Velad y orad r porque no- entréis en tentación* Y Ja
mismo aviso quando dixo (4 ) 1 Velad*, pues, en todo
tiempo orando , que seáis hallados dignos de es­
capar de todas, estas c o s a s q u e han de. v e n ir, y
estar, delante el Hijo> de la Virgen : T entrambas co­
sas junta San Pablo· ( 5 ) ,, quando arma af Caballe­
ro Christiano en la guerra espiritual que tiene con­
tra el demonio: porque así como un hombre t p o t
bue-r

(1) símbro?. (3)' Luc. 18,. (3)1 Mattl·.. 26- (4) Luv. i t ,
(>) Epbcs,
391 DE t A ORACION,

buenos manjares, que com a, si no tiene reposo de


su eño, tendrá flaqueza, y aun corre el riesgo de
perder .el ju ic io , así acaecerá bien á quien obra y
no ora, porque aquello es la oracion para el áni­
ma que el sueño al cuerpo: no hay hacienda, por
gruesa que sea, 'que no se acabe, si gastan y no
ganan; ni buenas obras que duren sin O racion, por­
gu e en ella se alcanza lumbre y espíritu, con que
se recobra lo que con las ocupaciones, aunque bue-
tia s, se disminuye de fervor de la caridad e in­
terior devocion. Y quan necesario sea ei o ra r, pa­
rece muy claro en la instancia y ayunos con que
el Profeta Samuel oraba al Señor ( i ) } que librase
su Pueblo de ¡a cautividad de Babilonia , aunque eran
cumplidos los setenta años que el Señor habia pues­
to por término para los librar. Y si en lo que Dios
ha prometido de hacer ó dar, aun es menester, que
se le pida con Oracion ahincada , ¿ quánto .mas será
menester en lo que no tenemos promesa suya eti
particular? San Pablo pide á los Romanos ( 2 ) , qus
rueguen a Dios por é l , para que quitados los im ­
pedimentos pueda ir á los visitar ; sobré lo qual
dice Orígenes (3 ), aunque habia dicho el Apóstol
un poco antes: Sé , que yendo vosotros será mi id&
en

(i) i. Reg. a, (4) Ephes. 4. (3) Orígenes,


Y MEDITACION. 3 9 5

en la abundancia ds la bendición de Christo j mas con


todo esto sabía que la Oración es necesaria, aun
para las cosas que él manifiestamente conocía que
habían de acaecer: y si no hubiera O ración, sin
duda no se cumpliera lo que habia profetizado. ¿N o
os parece que tuvo razón quien dixo (4) , que era
la Oración medio para alcanzar lo que Dios O m ­
nipotente ordenó ante los siglos de donar en tiem­
po ? Ite n , que así como el arar y sembrar es me -
dio para coger trig o , así la Oración para alcanzar
frutos espirituales, por lo qual no nos debemos ma­
ravillar, si tan pocos cogemos pues que tan poca
Oración sembramos. Cosa cierta es que de la con­
versación de un bueno se sigue amarle y concebir
deseos de la virtud: y si con Dios conversásemos,
con mucha mas razón podríamos esperar de su con­
versación estos y otros provechos á semejanza de
Moysés-, que de la tal conversación salió lleno de
resplandor; y no por otra causa estamos tan faltos
de misericordia para con los próxim ps, sino por­
que nos falta esta conversación con nuestro Señor:
porque el hombre que estuvo de noche postrado de­
lante de Dios pidiéndole perdón y misericordia para
sus pecados y necesidades> claro está que si de dia
en-

(1) Gregor.
Toni. /. Ddd
3Í> 4 DE LA ORACION

encuentra con otro que le pida lo que el pidió á


D ios, que conocerá las palabras y se acordará de
con quánto trabajo el las dixo á nuestro S eñ o r, y
con quanto deseo de ser oído, y hará con su pró­
ximo lo que quería que Dios hiciese con el. Y
por decir en una palabra lo que en esto siento ,
os traigo á la memoria lo que dixo David ( i ) :
Bendito sea el Señar que no quitó de mí mi Oración y
$u misericordias sobre lo qual dice San Agustín ( 2 ) :
Seguro puedes esta r, que si Dios no quita de ti la
Oración, no te quitará su misericordia. Y acordaos que
el Señor dixo (3 ): Que el Celestial Padre dará espí-
rítu bueno a los que se lo piden , y con este espíritu
cumplimos la L ey de D ios, como dice San Pablo:
de manera, que nos está cercana la misericordia
de D ios, y cumplimos su L e y por medio de la
Oración. Mirad vos que tal estará un hombre á
quien le faltaren estas dos cosas, por faltarle la
Oración. Y quieroos avisar del yerro de algunos
que piensan que porque dixo San Pablo (4 ) : Quiero
que los varones oren en todo lu g a r, no es menester
orar de espacio , ni en particular , sino que basta mez­
clar la Oración entre las otras obras que hace. Bueno
es orar en todo lugar , mas no nos hemos de con­
ten-;
(1) Psul. (2) sfug. (3) Lúe. 1 1 . (4) R oím. 3.
Y MEDITACION. 3-9 5

tentar con aquello , si hemos de imitar á je s u -


Christo nuestro Señor y á lo que sus Santos han
dicho y hecho en el negocio de la Oración. Y aun
tened por cierto , que ninguno sabrá provechosa­
mente orar en todo lugar, sino quien primero hu­
biere aprendido este o ficio , en lugar particular, y
gastando en él espacio de tiempo,

CAPITULO L X X I.

QUE LA P E N IT E N C IA DE LOS PECADOS


es el primer· paso para not llegar. á D io s, teniendo
de ellos verdadero dolor, y haciendo de ellos verdadera
confesion y satisfacción.

E l primer paso que el ánima ha de dar allegándose


á Dios ha de ser la penitencia de sus pecados: Y
para que esta fuese bien hecha aprovecha mucho d e­
socuparse de todos negocios y de toda conversación,
y entender con cuidado en traer á la memoria los
pecados de toda su vid a, sirviéndose para ello de
algún confesionario.: y despues de los haber bien
gem ido, confesarlos con Médico espiritual que le
pueda y sepa dar remedio competente á su enfec-
Ddd 2 me-
3 96 DE L A O R A C I O N

niedad , y le ponga su conciencia tan llana como


si aquel día hubiese el hombre de morir y ser pre­
sentado en el juicio de Dios. Y en este negocio
puede gastar un mes ú d os, deshaciendo con amar­
gos gemidos lo que pecó con malos placeres j y para
esto se puede servir de leer algún buen libro que á
esto le ayude, y de lo que ¿nres dixim os, de pen­
sar en su muerte y en el juicio de D io s , y de-
cender vivo con el pensamiento á aquel pozo hondo
del fuego eternal·, porque no decienda despues de
muerto á probar la eterna miseria que allí hay.
Serví rleha también para esto, mirando una imagen
del C ru cifixo T ó acordándose de e l, pensar como
el fue causa- por sus pecados que el Señor pade­
ciese tales tormentos. Y mírele bien de pies á ca­
beza , ponderando por sí cada tormento y llorando
en cada pecado , pues las penas del Señor corres­
ponden á nuestras culpas, padeciendo el deshonras
en pago de nuestra soberbia , azotes y dolores en
pago de nuestros placeres, y así en lo demás. Y
piense si un hijo viese azotar á su padre ó ator­
mentarle muy recio por una cosa que nunca el pa­
dre la hizo sino el tal hijo: Y si oyese la voz del
pregonero, quien tal hace que tal pague; este tal
hijo grave compasíon rendria de su padre, y gran
dolor por haber hecho cosa que tan cara le costase
Y MEDITACION. 3 * 7

á su padre: Y si verdadero hijo fu ese, mas le d o­


lería Ver castigado á su padre que sí le castigaran
á él. Y gran maravilla sería si no diese voces con
el gran dolor , confesando que el culpado es é l, que
lo castiguen á él y no á su padre que nada de­
bía. Tomemos exemplo de aquí de dolemos mas'de
haber pecado, porque fué Dios el ofendido y fue
Dios el castigado, que por qualquier mal , que por
■haber pecado nos pudiese venir. ¿Yo, Señor, pequé
y pagaislo vos ? Mis travesuras, Señor , os pusieron
en la cárcel T y os hicieron pregonar por las calles
y os pusieron en Cruz. Este sea su gemido, con
deseo de padecer por D ios todo 3o que él fuere ser­
vido enviarle. Y despues de haber hecho este examen
de su conciencia con dolor y satisfacción, según
el parecer de su Confesor , recibida la absolución
Sacramental, podrá tener confianza del perdón, y
consolacion de su ánima.
398

I N D I C E

DE LAS COSAS NOTABLES


DE ESTE TOM O P R IM E R O .

-A.bsoIucíon en el Sa­ en guardar sus Santos


cramento de la Peni- Mandamientos, 2 8 2 .
■tencia, grande consue­ A m o r , debe ser muy re­
lo para los pecadores, glado el que se tiene al
página i 2 2 · Padre Espiritual, J 9 .

Adán y Eva tienen un Am or deshonesto, cómo


mismo Ienguage en el se introduce en el al­
estado de la inocen­ ma, 5 7 .
cia, 2 4 . A m or propio , m uy peli­
Agustín (San) fue hijo de groso, 2 9 7 .
las lágrimas de su Ma­ Angeles , su hum ildad,
dre , 7 . 321.
A lm a arrojada de Dios,
B
infeliz, 3 r 6,
A lm a , considerar su esta­ Bien , todo es de Dios*
do en la hora de la malo, todo es nuestro,
muerte, es m uy p ro ­ 31 9.

vechoso , ’ 3 3 4 . Buenas obras, se deben


Am or de D io s, consiste reducir á D io s , 3 4 $.
C ar-
DE LAS COSAS N O T A B L E S . %9 9
d o s, 1 6 1.
Carne j su freno la abs­ Confesor, debe ser sabio
tinencia , 4 5 . y prudente, 30 7.
C astidad, se guarda mal Confianza vana en sí
entre regalos, 4 7 . m ism o, dañosa, 8 8.
Castidad , este don le re­ Corazones duros, se ade­
parte D io s , cómo y á lantan con la tribula­
quien quiere , 9 5 . ción , 1 4 3 .
Causas porque se suele C o ra zo n , la admirable
perder la castidad , 8 4 . mudanza de los cora­
Comunion freqüente, no zones, argumento para
se conceda con faci­ creer en Dios , 2 0 7 .
lidad, 1 4 . Conversación , con ella
Comunion , gran reme­ suele comenzar la caí­
dio para auyentar las da en las flaquezas de
tentaciones , 70. la carnc , 5 7 .
Conciencia propia, dicta Continencia, don partí-'
la Fe de las verdades cular de D io s , 8 8,
reveladas, 203. Credulidad, diferente de
Confesor , que tal debe la creencia, i j 9 .
elegirse , 5 8 . C ruz, la señal de la C ru z
Confesion, remedio gran­ auyenta las tentacio­
de para las tentacio­ nes de la carne , 6 9 .
nes, l 60, . C u erp o, consideración de
¥
C on fesor, cómo se debe e l , provechosa para
portar con los tenra- vivir bien, 3 3 2 .
De-
400 I N D r C E

Dirección de espíritus,
D
¿cómo se hacen? 1 2 .
Delicias de la carne, se D octores, enseñan el mo­
deben huir mucho , do de interpretar la
4 1, Escritura, 270 .
Dem onio, su lenguage, Doncellas, que' tales de­
10 3 * ben ser, 32 6 .
Demonio , no tienta al
E
hombre sino quando
y cómo lo permite Engaños del demonio en
D io s, 1 8 2 . puntos de la carne ,
Dem onio, se transfigura 26.
en A ngel de lu z, 1 03. Engaños de falsas revela­
Desesperación, lazo que ciones, 2 7 9.
arma el demonio á los Escritura Santa,.quien la
tentados, 1 1 2 . ha de declarar, 2 5 7 .
Desesperación, se debe Escritura Sagrada, cómo
vencer con la confian­ se debe leer y enten­
za en la Divina mise- d er, 2 7 1 .
cordia, 1 3 4 · Esperanza en D io s, vence
D evocion , la aborrece el las tentaciones, 1 5 7 .
demonio, 1 5 1 . Esposa de Jesii-Christo,
Dignidades, suelen hacer que tal debe ser, 3 2 6 .
de buenos malos, 3 8. Exercicio quotidiano , á
Dignidades, no se han de quien desea aprove­
solicitar, 40, char en la virtud, 32 9 .
Exa-
DE LAS COSAS N O TA BLES. 401
Exámen de la .conciencia,
G
útilísimo , debe ser
quotidiano , se pro­ Gentiles , su ceguera,
pone el modo de ha­ 165.
cerlo, 33 P. Gerónimo (San), su mo­
Exercicio provechoso so­ do de huir las tenta­
bre el propio conoci­ ciones de Ja carne, 8 9 .
m iento, 3 4 9. Gloría , debemos darla
toda á Dios , 3 P 4 .
F Grandeza de la Religión
Christiana, 1 3 # .
Fam a, debemos mirar por G racias, se deben dar á
ella , 6o. Dios por habernos lla­
Favores de Dios , por mado á la Fe, 1 4 4 .
grandes y muchos, ha­ Gracia particular , se ne­
cen creíbles sus M is­ cesita para creer, 1 3 y.
terios , 2 1 1 . G ra cia , el conocimiento
F e , el demonio tienta de la gracia de D io s ,
contra la Fe á los sen­ útilísimo para humi­
suales , i 4 5. llarnos , 3 5 4 .
Fe, principio de la vida Gracia de Dios, su concur­
Espiritual , 1 8 7 . so con el libre alvedrío
F c j las cosas de la Fe son bien explicado , 3 6 2 .
muy creíbles, 1 8 9 . Gustos divinos y munda­
F e , tiene testigos irrefra­ nos , su diferencia ,
gables, 1 9 4 . 6 4*
Tom. L üee , · He-
40Z I N D TC E

castidad , 7 9 \
H
Humildad , fundamento
Hereges, siguen una fal­ de la virtud , 2 2 3 .
sa lu z , 2 60. Hum ildad, exercicio so«
Honra mundana, escollo bre esta virtud, 3 4
de la perdición de los
hombres de p u n tillo, JyL
2 7* Jesu C hristo, su vida y
Honra mundana, no de­ Misterios deben ser
be apreciarla el Chris- asunto continuo de
tiano en compara­ nuestras meditaciones,
ción de la honra de 369.
D io s, 2 8. Jesu-Christo, su amor á
Honra vana del m undo, los hom bres, 1 1 6 .
remedios para despre­ Iglesia Romana., oráculo
ciarla , 3 1 . de la F e , 2$ 7 .
Honra verdadera, la C ruz Incontinencia, se vence
de Jésu-Christo, 3 3 . con la confianza en
Honra humana, quándo Dios para vencer­
y cómo se puede de­ la , 8 8.
sear, 3 5 . Infidelidad, terrible cas­
Honra y fama, se ha de tigo de D io s, 2 6 2.
ordenar á D ios, 3 6. Ilusiones del demonio en
Hum ildad, se guarda mal el deseo de tener reve­
entre honras, 4 7 . laciones , 2 8 6 .
Humildad , deñende la Ilusiones sensuales, pa­
ra
DE LAS COSAS n o t a b l e s . 403
ra distinguirlas de las Maria Santísima, debe in­
verdaderas revelacio­ vocarse su nombre, y
nes , 2 p i . pedir su auxilio en las
tribulaciones de la car·^
ne , 9 o.
Lección E sp iritu al, su Mártires, testigos irrefra­
exercicio necesario pa­ gables de la F e , 1 9 5.
ra el espíritu , 3 2 7 . Meditación de la Pasión
Libros que debe leer el de C hristo, fructuo­
quetratad evirtu d,i 7 . sa, 3 7 7 .
L e y de D io s , su obser­ Misericordia de D io s , se
vancia el mejor amor, : debe tener presente
284. en qualquiera tribula­
Libre alvedrío, su con­ ción , 1 2 0.
curso con la gracia Misericordia de D io s , se­
bien explicado, 3 6 1 . guro remedio, 1 2 5 .
Luxuria , es el castigo de Misericordia de D io s , se
la soberbia , 8 2 . ha de hallar en la Ora­
L u z de la razón, dicta la ción, 3 9 4 .
creencia de los Miste­ Misterios de la Fe, aun­
rios de la F e, 2.1 6. que tantos, son m uy
creíbles , 2 2 3 .
M
Mortificaciones heroycas
Maria Santísima, su con­ de algunos Santos, que
sideración auyenta las . vencen las tentaciones
tentaciones, 6 9 · de la carne , 7 1 .
Eee 2 Mun-
404 in d ГСН
M u n d o, su lenguage no á ía ractoíial, ioo<
se debe o ir , 2 7 . Obediencia, debe tenerse
M undo, sus engaños con­ siempre al C on fesor,
tinuos, 3 4 . 309.
Mugeres , su familiaridad Ociosidad , dá lugar á las
dañosa á la castidad, tentaciones , j o .
5 3· Oficios honoríficos, peli-ч
Mugeres, aunque sean pa- grosos , 3 5 .
rientas, se debe evitar O jo s , cómo se bebe ver
su mucho trato, como de los ojos el hom-<
pernicioso, 5 4 . bre espiritual, 312*
M uerte, su consideración Oración, se debe fxeqüen"
necesaria para la vida ta r , r 8.
espiritual, 3 3 1 . O ra ció n , remedio grande
de las tentaciones, 6 2.
N
Oración , su provecho y
Negación de sí mismo, necesidad, 3 8 3 .
necesaria para la vida
espiritual , 2 8 . P
Nom bre de Jesu-Chrlsto, Padre, debe tener un co-
remedio para las ten­ razon tierno, 9 ■
taciones, 6 7 . Paz , y quietud de los
que vencen las tenta­
O
ciones, 5 3.
Obediencia que debe te­ Parecer propio, se debe
ner la parte sensitiva h u ir, 304.
Fa-
DE LAS COSAS NOTABLES >40 J

Pasión de Jesu -C hristo, espíritus, r 1 .


acredita los Misterios Reglas de los Santos Pa­
de la F e, 2 2 5 . dres , para convencer á
Pasión de C hristo, cómo los espíritus sober­
se ha de meditar con*> bios , 301 .
tinuamente, 3 7 7· R eligión Christiana , se
Pecador, prefiere los de- acredita por los suge-
leytes mundanos á los tos que la publicáron^
divinos, 6 6 , y los que la recibie­
Penitencia fructuosa, có­ ron , 2 3 1 .
mo se hace, 1 1 4 . Remedios contra la iuxti-·
Penitencia de los pecados, ria, 6 2.
es el primer páso para Remedios que tiene la
llegar á D ios, 3 9 y . Iglesia para áumentar
Porfías, aborrecense to­ Ja Fe y Ja virtud, 2 o S.:
das, 305. Revelaciones engañosas \
Propio conocimiento, ne­ 27 9 .
cesario en la vida es*· Revelaciones > cómo se
p iritu a l, 3 1 5 · han de distinguir de
las ilusiones, % 9 i .
R
Retiro , necesario para
Recogimiento interior, ne* la Oración , 3 2 2 .
cesario para la vida es­
piritual, 3 1 9 .
T
Redención copiosa, 1 1 7 . Tem or de D io s, conserva
Reglas para dirigir los la graci3, 3 2 2 .
Tem-
4 o ;6 í n d i c e

Templanza, se guarda mal gínes, x 9 8.


esta virtud con la Trabajo y ocupacion, re­
abundancia y xega- medio de, tentaciones
lo , 4 7 . sen suales, 50,
Tem planza, remedio con- T orpezas, se suelen huir
. trar la luxuria , 1 6 j . en la mocedad por el
Tentaciones sensuales,; sus temos de D io s , 3 1 9 \
remedios, 4 8 .
V
Tentaciones de la carne,
cómo se introducen en V ictoria de las tentado^
■ el corazón, 5 7 . nes, se hace con hu­
Tentaciones de; la carne ,' mildad y sufrimien­
. modo de huirlas, 6 8 i to > 1 * 7 -
Tentaciones de la carne , V id a , según la carne, vi-
sus causas, 7 4 . . da bestial , 7 4 .
Tentaciones f su prove­ V ida mala > impedimento
cho , 9 2. :para lá Fe, 203.
Tentaciones, se pueden su­ Vista, cómo y en quien se
frir con mérito, 1 7 2 , debe emplear , 312.
Testigos de la F e 7 Már­ Voluntad propia , debe
tires, Confesores, V ie­ huirse, 305.

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