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De la Procuraduría, que era el órgano estatal encargado de la acusación penal.

Es decir, este
fuéun Código de tinte acusatorio en cuanto al ejercicio de la acción penal al darle cabida a la
figura del acusador particular, el cual ejercitaba sus derechos por sí mismo o por representante
legal.
Entendía este Código que el ejercicio de la acción pública por parte de cualquier ciudadano lo
era en interés de la sociedad (y servía de trampolín al estado punitivo), razón por la cual, por
parte del juzgador, debe notificársele al acusador oficial quien podía continuar con la acusación
aún y cuando el particular perdiera el interés en el asunto.
Con la entrada en vigencia del Código Penal de 1985 se entronizaron las ideas de defensa social
y de resocialización del delincuente, llevando a la marginación en cuanto a la víctima, de modo
que la facultad de los ciudadanos de acusar y de mantener la acusación fue poco a poco
eliminada estableciéndose como regla el monopolio de la acción penal pública en el Ministerio
Público, permitiéndole protagonismo al ofendido únicamente en los delitos de acción privada y
en cuanto a la pretensión civil.
En cuanto a los delitos de acción pública el papel de la víctima se redujo a presentar la
denuncia y a concurrir a deponer como testigo, además de autorizar la investigación penal en
los delitos de acción pública a instancia privada. En cualquiera de los casos enumerados
disponía la victima la facultad de apersonarse como actor civil, más una u otra participación de
carácter incidental.
3.1.3. El inevitable ascenso de la víctima.
a. las ciencias al rescate de la víctima:
Superadas las etapas históricas de justicia privada y de composición la víctima es neutralizada de
manera irreversible en cuanto a su participación en el proceso penal. La justicia punitiva ya no
se va a realizar por medio de la víctima, sino por medio de la reacción penal estatal.
Esta concepción neutralizadora de la víctima es moldeada, justificada y argumentada por las
corrientes mayoritarias de las ciencias del Derecho Penal, del Procesal Penal, de la Política
Criminal y de la Criminología; e incluso, contra la víctima durante muchos años conspiró la idea
de los derechos humanos en función del delincuente.
En esta tendencia prevaleció la idea de que la reacción punitiva impedía estatal la
materialización del instinto de venganza del agraviado, lo que dio como resultado la
construcción de un sistema penal basado en la verticalidad punitiva de consumo con la
exclusividad e inderogabilidad de la acción penal pública. Sin embargo, en los últimos decenios
se ha venido formulando una redefinición del rol de las víctimas en el sistema de justicia
criminal.
Esta redefinición ha sido impulsada por la Victimología en concurso con algunas escuelas
criminológicas, lo que ha permitido el diseño de programas de prevención a partir del estudio
de la interacción delincuente-victima, así como la modificación del estatus material y procesal
de la víctima en la justicia criminal, llegando a aspectos políticos sociales como lo son los
programas de asistencia de las víctimas, reparación del daño y compensación económica, entre
otros.
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Estas ciencias citadas, especialmente y sobre todo la Victimología, han recuperado la dimensión
interpersonal del crimen como conflicto humano entre sus protagonistas: el delincuente y su
víctima, pese a que algunos sectores perciben el conflicto penal como una pugna formal y
simbólica entre el infractor y el Estado, y pese a la crítica de estos sectores en cuanto a que la
participación de la víctima como sujeto del proceso, convierte la justicia en instrumento de
venganza o represalia.
Esta recuperación del papel de la víctima aunada a las ideas doctrinarias que abonan el
abolicionismo, el derecho penal mínimo y las propuestas de solución alternativa de los
conflictos penales, han ido desplazando hacia la horizontalidad la verticalidad de la política
punitiva, la cual en definitiva se encuentran en situación de crisis.
b. La víctima en los Foros e Instrumentos internacionales.
Diversos foros internacionales pusieron en su agenda la reivindicación de la víctima como sujeto
activo del proceso penal y la tutela de su derecho a la reparación. Entre estos destacan los
siguientes:
• Proyectos de Código Procesal Penal para Ibero América; adoptados en 1978 (Claria Olmedo) y
en 1988. El último redactado por Julio BJ Maier, teniendo como fuente las leyes procesales de
Córdoba (R. Argentina) R. Francia, R. Italia, Reino de España y la Ordenanza Procesal Penal de
Alemania (RFA).
• Las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Procedimiento Penal; conocidas como las
Reglas de Mallorca. Estas reglas fueron recomendadas por una Comisión de Experto de las
Naciones Unidas principalmente en 1992.
• La Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas de delitos y del
abuso de poder, Dicha declaración fue aprobada mediante resolución 40/34 de la Asamblea
General de las Naciones Unidas celebrado el 29 de noviembre de 1985.
• Convenio Europeo sobre indemnización a las víctimas de delitos violentos. Suscrito por el
Consejo de Europa el 24 de noviembre de 1983.
• Programas de asistencia, compensación y auxilio a las víctimas del delito. Landrove Díaz, en su
obra citada, indica que las primeras cristalizaciones jurídico-positivas del movimiento
victimológico se ubica en los años sesenta del presente siglo, siendo pioneras en Nueva Zelanda,
algunos Estados de Norteamérica y diversas Provincias canadienses.
c. El movimiento reformador en la República de Honduras.
"Las nuevas tendencias mundiales en materia penal buscan rescatar el papel de la víctima y el
damnificado a través de mecanismos que les permiten defender sus intereses en forma
adecuada, dentro y fuera del proceso penal, aun sustituyendo al Ministerio Público en los caos
en que éste - por razones de oportunidad o legalidad- estime que no debe continuarse con la
investigación de acción atribuida ".
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En el campo político-social ha habido varios movimientos que han pretendido reivindicar los
derechos de las víctimas. Estos movimientos han tendido al campo compensatorio, o bien, a
evitar la victimización. Hitos de esta tendencia son las propuestas para la solución no judicial de
algunos conflictos penales y las propuestas de obligatoriedad laboral penitenciario con la
pretensión, entre otros objetivos, que, de los emolumentos devengados, un porcentaje se
destine a reparar las consecuencias dañosas causadas por el delito que originó la condena.
3.2. El derecho de defensa de la víctima.
3.2.1. Concepto jurídico-penal de la víctima.
Desde el punto de vista jurídico-penal víctima es la parte lesionada que sufre perjuicio o daño
por un hecho delictuoso. Al respecto a las Naciones Unidas en su declaración de 1985,
resolución 40/34 estableció que se debía entender por "victimas" a las personas que,
individual o colectivamente, han sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales,
sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de sus derechos
fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal
vigente.
Esta misma resolución indicó expresamente: Podrá considerar víctima a una persona
independientemente de que se identifique, aprehenda, enjuicie o condene al perpetrador e
independientemente de la relación familiar entre et perpetrador y la víctima. Dispuso también
que en la expresión víctima se incluye a los familiares o personas a su cargo que tengan
relación inmediata con la victima directa y a las personas que hayan sufrido daños al intervenir
para asistir a la víctima en peligro o para prevenir la victimización.
3.2.2. Principios básicos de justicia para las víctimas.
Las ideas principales sobre las que gira el movimiento tendiente a reivindicar la presencia de la
víctima en el proceso penal se resumen en tres áreas: Acceso real a la justicia; resarcimiento e
indemnización; y asistencia. Estos aspectos fueron sintetizados y adoptados por las Naciones
Unidas en la resolución ya indicada, el cual las desglosó de la manera ya partir del articulado
siguiente ":
3.2.2.1 Acceso a la justicia y trato justo.
A. Las víctimas serán tratadas con compasión y respeto por su dignidad. Tendrán derecho al
acceso a los mecanismos de la justicia ya una pronta reparación del daño que hayan sufrido,
según lo dispuesto en la legislación nacional.
B. Se establecerán y reforzarán, cuando sean necesarios, mecanismos judiciales y
administrativos que permitan a las víctimas obtener reparación mediante procedimientos
oficiales u oficiosos que sean expeditos, justos, poco costosos y accesibles. Se informará a las
víctimas de sus derechos para obtener reparación mediante esos mecanismos. "
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C. Se facilitará la adecuación de los procedimientos judiciales y administrativos a las necesidades
de las víctimas:
a. Informando a las víctimas de su papel y del alcance, el desarrollo cronológico y la marca de
las actuaciones, así como de la decisión de sus causas, especialmente cuando se trate de delitos
graves y cuando hayan solicitado esa información.
b. Permitiendo que las opiniones y preocupaciones de las víctimas sean presentadas y
examinadas en etapas apropiadas de las actuaciones siempre que estén en juego sus intereses,
sin perjuicio del acusado y de acuerdo con el sistema nacional de justicia penal correspondiente.
c. Prestando asistencia apropiada a las víctimas durante todo el proceso judicial.
d. Adoptando medidas para minimizar las molestias causadas a las víctimas, proteger su
intimidad, en caso necesario, y garantizar su seguridad, así como la de sus familiares y la de los
testigos a su favor, contra todo acto de intimidación y represalia.
e. Evitando demoras innecesarias en la resolución de las causas y en la ejecución de los
mandamientos o decretos que concedan indemnizaciones a las víctimas.
D. Se utilizarán, cuando proceda, mecanismos oficiosos para la solución de las controversias,
incluidos la mediación, el arbitraje y las prácticas de justicia consuetudinaria o autóctona, a fin
de facilitar la conciliación y la reparación a favor de las víctimas.
3.2.2.2. Resarcimiento e indemnización
E. Los delincuentes o los terceros responsables de su conducta resarcirán equitativamente,
cuando proceda, a las víctimas, sus familiares o las personas a su cargo. Ese resarcimiento
comprenderá la devolución de los bienes o el pago por los daños o pérdidas sufridas, el
reembolso de los gastos realizados como consecuencia de la victimización, la prestación de
servicios y la restitución de derechos.
F. Los gobiernos revisarán sus prácticas, reglamentaciones y leyes de modo que se considere el
resarcimiento como una sentencia posible en los casos penales, además de otras sanciones
penales.
G. En los casos en que se causen daños considerables al medio ambiente, el resarcimiento que
se exija comprenderá, en la medida de lo posible, la rehabilitación del medio ambiente, la
reconstrucción de la infraestructura, la reposición de las instalaciones comunitarias y el
reembolso de los gastos de reubicación cuando esos daños causen la disgregación de una
comunidad.
H. Cuando funcionarios públicos u otros agentes que actúen a título oficial o cuasi oficial hayan
violado la legislación penal nacional, las victimas serán resarcidas por el Estado cuyos
funcionarios o agentes hayan sido responsables de los daños causados. En los casos en que ya
no exista el gobierno bajo cuya autoridad se produjo la acción u omisión victimizadora, el Estado
o gobierno sucesor deberá proveer el resarcimiento de las víctimas.
1. Cuando no sea suficiente la indemnización procedente del delincuente o de otras fuentes, los
Estados procurarán indemnizar financieramente:
a. las víctimas que han sufrido lesiones corporales importantes o menoscabo de su salud física o
mental como consecuencia de delitos graves.
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b. la familia, en particular a las personas a cargo, de las victimas que han muerto o han quedado
física o mentalmente incapacitadas como consecuencia de la victimización.
J. Fomentará el establecimiento, el reforzamiento y la ampliación de fondos nacionales para
indemnizar a las víctimas. Cuando procesa, también podrá establecer otros fondos con ese
propósito, incluidos los casos en los que el Estado de nacionalidad de la víctima no esté en
condiciones de indemnizarla por el daño sufrido.
3.2.2.3 Asistencia
K. Las víctimas recibirán la asistencia material, médica, psicológica y social que sea necesaria
por conducto de los medios gubernamentales, voluntarios, comunitarios y autóctonos.
L. Se informará a las víctimas de la disponibilidad de servicios sanitarios y sociales y demás
asistencia pertinente, y se facilitará su acceso a ellos.
M. Se proporcionará el personal de policía, de justicia, de salud, de servicios sociales y demás
personal interesado, capacitación que haga receptivo a las necesidades de las víctimas y
directrices que garanticen una ayuda apropiada y rápida.
N. Proporcionar servicios de asistencia a las víctimas, se prestará atención a las que tengan
necesidades especiales por la índole de los daños sufridos o debido a otros factores.
3.2.2.4. Programas y formas de organización de las víctimas.
Los programas de asistencia operan bajo diversa modalidad y fin según la legislación del lugar.
Sin embargo, en conjunto tienen una serie de principios generales como los siguientes:
• El carácter subsidiario de la indemnización estatal, pues se exige la ausencia de
indemnizaciones alcanzadas por otra vía.
• Se limita la asistencia a las víctimas de actos criminales violentos.
• Son poco frecuentes las previsiones indemnizatorias en los supuestos de delitos patrimoniales
y en cuanto a los daños morales.
• Exigencia de que la víctima haga la petición en forma expresa y que haya denunciado la
infracción ante las autoridades policiales o judiciales, e incluso, algunos países exigen que la
víctima sea cooperadora con las autoridades que investigan y juzgan el caso.
• Reembolso total o parcial de las ayudas concedidas cuando se hubiesen logrado, en todo o en
parte, con declaraciones falsas u omisiones de la víctima o de sus derechos habientes.
Considerando los aspectos anteriores, Landrove Diaz deduce un concepto de víctima
indemnizable:
"Sería tan sólo aquella que ha sufrido una lesión en su integridad personal, que se encuentra en
precaria situación económica, que no ha colaborado con su victimización y que coopera con el
dispositivo represivo estatal en la persecución de la delincuencia ".
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Existen diversos tipos de programas de esta índole, los cuales se pueden caracterizar según la
tipología siguiente:
a. Programas de reparación a cargo del infractor.
Estos programas empezaron a aparecer en los años setenta en Canadá y en Estados Unidos de
América. Parten de la base de que la reparación y conciliación delincuente-víctima constituyen
formas de reacción que pueden relativizar o eliminar la pretensión punitiva del Estado,
principalmente en los casos de delitos de bagatela y en los de indol patrimonial.
En estos casos el autor del hecho delictivo indemniza a la víctima a través del pago de una
cantidad de dinero, o bien, mediante la realización de una actividad concreta, o mediante la
prestación de servicios, evitándose así enfrentar un proceso penal o la imposición de una pena.
Además de beneficiaria a la víctima se ha indicado que este sistema reduce la actividad de la
instancia judicial y penitenciaria, y que el contacto directo con la víctima y el daño causado
puede tener un efecto rehabilitador en el delincuente.
Este sistema se presenta como una respuesta razonable y humanitaria al delito, que beneficia a
la víctima y al delincuente, constituyéndose así en una nueva dimensión de la justicia penal,
superando los criterios retributivos.
b. Programas de asistencia inmediata.
Estos programas buscan dar asistencia inmediata a las víctimas de delitos violentos a efecto de
impedir o neutralizar su traumatización, por lo general se conforman como Centros de Crisis y
operan al margen de la intervención judicial o policial. Suelen ser proveedores por
organizaciones independientes que prestan servicios de apoyo psicológico, económico, asesoría
legal y alojamiento, entre otros.
Generalmente actúan en dos fases: la denominada intervención de crisis, y luego la fase
informativa sobre los derechos y sobre la existencia de programas asistenciales.
c. Programas de asistencia a la víctima-testigo.
Estos programas protegen, ayudan y asesoran a las víctimas-testigos para asegurar su
colaboración con el sistema penal. Se enrolan por lo general los abogados funcionarios públicos
que tienen relación directa con las victimas-testigo, como lo son, por ejemplo, los Fiscales o
Agentes del Ministerio Público. Su acción tiende a procurar ayuda económica para gastos de
viaje, alimentación y hospedaje ocasionados por la intervención como, también es de suma
importancia la explicación de las incidencias de los interrogatorios de las partes y sobre las
obligaciones inherentes de los testigos, así como del funcionamiento del sistema penal en el
caso concreto.
Un sector importante abarcado por estos programas se refiere a la implementación de
comodidades en los recintos policiales y judiciales donde debe comparar el testigo, y por
supuesto, el buen trato que se les ha de dispensar. Un modelo de lo anterior es la Ley Federal
para la Protección de las Víctimas y Testigos de hechos criminales, promulgada en 1982 en los
Estados Unidos de América. E igualmente, la ley alemana de Protección a la Víctima,
promulgada en 1986.
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d. Asociaciones de víctimas.
Estas agrupaciones actúan paralelamente a los programas institucionales de asistencia,
compensación y auxilio de las víctimas. Por lo general, lo conforman las propias víctimas que
tratan de superar su aislamiento mediante la acción asociativa. Por lo general devienen en
grupos de presión que tratan de sensibilizar a las autoridades de sus más sentidas necesidades,
y por supuesto, una mejor defensa de sus intereses. Por lo general nacen por hechos concretos
con múltiples víctimas o para incidir preventivamente en aspectos concretos de victimización.
Las agrupaciones más conocidas son las que se ocupan de las víctimas de violaciones y de (CPP,
28 y ss.) Violencia doméstica, como las que se dedican a actividades de defensa del ambiente.
En algunos países son los propios Ministerios de Justicia los que fomentan tales asociaciones
financiando en parte su funcionamiento. Los movimientos o asociaciones más poderosas se
encuentran en los Estados Unidos de América y en Europa.
3.3. La víctima en el nuevo proceso penal hondureño.
"Parece mentira que el sujeto más importante en el proceso penal sea aquel individuo que
violentó las normas de convivencia social que nos rigen, y no precisamente que sea el ofendido,
aquel hombre, mujer, niño, niña, anciano o anciana que sufrió el daño y busca su reparo al
abrigo de la ley ". RODOLFO SOLIS TULLOCK
3.3.1. Consideraciones generales.
La víctima como sujeto, como participante y como contralor, es uno de los propósitos más
sugestivos de la nueva propuesta procesal penal, cuya formulación positiva anticipa, en su parte
procesal el Código de la Niñez y la Adolescencia (CNA). Ambas leyes están concebidas para la
búsqueda de la armonización de los intereses de la víctima, del victimario y de la comunidad
social; y las presiden dos directrices: la consensualización de la verdad procesal mediante la
intervención activa y facultativa de los protagonistas del conflicto al lado del órgano
jurisdiccional, y la búsqueda de una solución composicional del conflicto.
En efecto, en esta propuesta procesal la victima ocupa, con las particularidades del caso, la
misma posición del sujeto procesal que ocupa el acusado y el Ministerio Público, adquiriendo así
el derecho de una amplia participación, la cual le está garantizada desde el inicio y en todas las
etapas del proceso, siendo que su participación la puede hacer valer por sí mismo o por medio
de un abogado.
Este nuevo modelo procesal se acerca ostensiblemente al sistema acusatorio, instaurado como
aspecto medular del sistema de justicia penal y de los tribunales en concreto, la solución del
conflicto surgido a consecuencia del hecho, a fin de procurar la restauración de la armonía
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social entre sus protagonistas y en auxilio de ellos, la apertura de, nuevos unos e informales
otros, modos de participación de la víctima, lo que implica una modificación del régimen actual
de la acción penal en cuanto a la delimitación de los tipos de acción, de su ejercicio, de los casos
de suspensión y de las causas de extinción, y por supuesto, con la ampliación del catálogo de
delitos de acción privada y redefinición de los delitos de instancia privada.
Con esta nueva propuesta de participación de la víctima la legislación recepta y se suma a las
renovadoras tendencias que ha puesto en crisis el paradigma del monopolio estatal de la acción
penal y su correlato de indelegable e impostergable, decretando, además, la defunción de papel
del Estado como subrogante absoluto del interés de la víctima.
Este nuevo enfoque involucra al sistema penal en su conjunto, principalmente a la legislación
sustantiva ya la procesal, teniendo dos direcciones: La primera, orientada a la ampliación de los
derechos de la víctima en relación a la pretensión penal y, la segunda, tendiente a dar al
ofendido mayores posibilidades de obtener una reparación por el daño causado por el delito.
3.3.2. La víctima y sus derechos.
El CPP, 17, incluye como víctimas a personas físicas y personas jurídicas, mientras que en los
artículos 16 y 384 estatuyen la obligación de cualquier autoridad de informar a la victima de sus
derechos, aun no habiéndose constituido como querellante en cualquiera de sus formas.
Dentro de las primeras enlista a las personas que en forma directa y sobre si recibieron la ofensa
por el delito, o las que tienen o tuvieron alguna relación del parentesco con la victima directa
fallecida. Innovador es el reconocimiento expreso como víctima a sujetos que hasta la fecha
sólo vía jurisprudencial se les había dado tal status, e igualmente en cuanto a los socios,
asociados y miembros respecto de los delitos que enviar a una persona jurídica, siempre y
cuando los autores del delito sean sujetos que dirijan, administren o controlen tales
organizaciones o empresas.
Acorde con las nuevas tendencias a nivel internacional y sumamente innovador en nuestra
legislación, es el reconocimiento como víctima de las personas jurídicas de carácter asociativo
en el tanto el delito afecte intereses colectivos y difusos y el objeto de tales organizaciones se
vincule en forma directa con esos intereses.
El Código Procesal Penal significativamente la participación en el proceso al enlistar una serie de
derechos consustanciales a la condición de víctima, independientes de su facultad de asumir
formas más protagónicas de participación. El primer derecho general e ineludible de la víctima
es ser informada de sus derechos desde que interpone la denuncia o en su primera intervención
en el procedimiento, de manera que las autoridades policiales y judiciales deben garantizarle los
siguientes derechos:
A. Derecho de intervención en el procedimiento.
En cualquiera de los procedimientos establecidos para delitos de acción pública, el Código
establece diversas formas de intervención aún y cuando la víctima no se haya constituido en
querellante o en actor civil. Algunas de estas formas son las siguientes:
• Solicitar, en los casos que proceda, la conversión de la acción pública en privada.
• Manifestarse y ser escuchado con carácter no vinculante en audiencia oral, sobre la petición
de suspensión del procedimiento a prueba.
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• Facultad de denunciar y de instar.


• Solicitar y obtener la pronta devolución de los objetos secuestrados.
•Protección mediante medidas cautelares a cargo del agresor.
• Objetar ante el Tribunal el archivo fiscal de las actuaciones, ofreciendo pruebas que
individualizar al imputado.
• Controlar la conclusión del procedimiento preparatorio a cargo del Ministerio Público.
• Conocer la acusación previa a que el Ministerio Público la presente ante el Tribunal
correspondiente.
• Solicitar, asistir y participar en la audiencia de conciliación.
• Exponer sobre los hechos en la clausura del debate.
• Manifestar su criterio no vinculante en cuanto a la procedencia del procedimiento abreviado.
• Instar al Ministerio Público a que interponga los recursos que sean pertinentes.
• Derecho al auxilio judicial previo en delitos de acción privada.
• Derecho a la privacidad en las audiencias públicas cuando se le afecte el pudor, la vida privada
y otros.
Si el ofendido se realiza como querellante en cualquiera de sus modalidades, además de los
derechos anteriores, tendrá los siguientes:
• Ofrecer prueba para el juicio.
• Desistir de la acción o de su participación como querellante en cualquier estado del proceso.
Igualmente, conciliarse.
• Dar lectura a la querella en el juicio y ampliar la acusación.
• Interrogar al imputado y a los testigos en la etapa de debate.
•Derecho a la impugnación en general.
B. Derecho de Información.
Se establece que la víctima tiene el derecho de ser informada de las resoluciones que finalicen
el procedimiento, incluyendo la desestimación, siempre que lo haya solicitado y sea de
conocido. Esta regulación concreta el derecho del ofendido a ser informado acerca del
resultado del procedimiento.
De manera que este derecho debe ser informado al primer momento, haciéndose constar la
comunicación, ya sea en el acta de denuncia o mediante constancia donde se indique su
primera intervención en el procedimiento; en tales piezas debe hacerse constar en forma
expresa la voluntad de la víctima, siendo que, si esta expresa su deseo de ser informada, debe
indicar domicilio, o bien, lugar para notificaciones. En tal caso rigen las reglas para las
notificaciones y citaciones. Consideramos que para concretar este derecho son pertinentes las
iniciativas tendientes a la confección y edición de folletos u otros impresos de carácter
informativo, los cuales han de ser entregados a las víctimas en su primer contacto con los
órganos judiciales, especialmente por la Policía y el Ministerio Público.
C. Derecho de Apelación.
Además de la vigilancia sobre la actuación y decisiones de los agentes del Ministerio Público, la
víctima, como parte no constituida en querellante, tiene el derecho de apelación con efecto.
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suspensivo contra el sobreseimiento definitivo y la desestimación, tanto en la etapa preparatoria


como en la etapa intermedia.
Los derechos de información, intervención e impugnación no son los únicos acordados a la
víctima, pues facultativamente puede asumir, un rol más protagónico. además de lo anterior, se
ha de tener presente que, a la víctima, cualquiera sea su forma de participación, la cubre el
derecho de queja con retardo de justicia, y el derecho a la solución del conflicto surgido a
consecuencia del hecho delincuencial. Y por supuesto el derecho a recibir un trato diligente,
respetuoso y amable por parte de los servidores policiales y judiciales.

3.3.3. Otras formas de participación de la víctima.


Como se desprende del anterior desarrollo, la víctima por sí misma tiene una amplia y activa
participación en todas las etapas del proceso penal y, facultativamente, puede asumir formas
protagónicas por su condición de parte, llegando incluso a coadyuvar a sustituir al Ministerio
Público. Por ejemplo, cuando la apertura del juicio es con base a la acusación particular.

Establece la nueva propuesta procesal que la acción penal será pública o privada.
correspondiéndole al Ministerio Público ya la Procuraduría General de la República su ejercicio
cuando sea de acción pública, sin perjuicio de la participación acordada a la víctima los
ciudadanos, Tanto en uno como en el otro, tendrá cabida, si es procedente, la conciliación, la
suspension del proceso a prueba, la aplicación de un criterio de oportunidad y la tramitación del
caso mediante el procedimiento abreviado.
Por otra parte, los artículos 26 y 27 del Código aumentan el catálogo de los delitos perseguidos a
instancia privada, reduciendo así la intervención oficiosa del estado. Pero aún más interesante
es que la victima, habiendo instado, no pierde el control sobre el conflicto que le compete, pues
haşta antes de acordarse la apertura a juicio puede revocar la instancia, No cabe duda de que
esta facultad lo que pretende es dejar abierta la posibilidad de que la víctima y el victimario
lleguen a un arreglo conciliatorio con exclusión del poder punitivo del Estado.
La participación de la victima como parte en la pretensión penal, ya sea en forma individual o
colectiva, se concreta mediante las siguientes formas:

A. En Delitos de Acción Privada.


En este tipo de delitos el Ministerio Público no interviene, pues no existe interés social en la
investigación del hecho, sino un interés de carácter personal. Asume el ofendido el papel de
acusador, ejerciendo la acción penal con un amplio poder dispositivo.
En relación con el Código de Procedimientos y el Código Penal actualmente vigente, la vía de la
acción privada se ensancha, pues aumenta el catálogo de tales delitos y se posibilita la
conversión de la acción pública en acción privada atendiendo al interés de la víctima y al interés
de la sociedad, según la formulación de los ya citados artículos: procede la conversión a pedido
de la victima, en los delitos que requieran instancia privada o en los delitos contra la propiedad
sin grave violencia sobre las personas, siempre que el Ministerio Público lo autorice y no exista
un interés público gravemente comprometido.
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estos supuestos de conversión se conforman con el derecho penal moderno dirigido a tutelar el
interés público en la persecución del delito, interés que queda amparado con la facultad que
conserva el Ministerio Público de oponerse cuando la conversión afecte en forma importante el
interés general, misma facultad de oposición que podrá hacer valer respecto a la aplicación de
un criterio de oportunidad por parte del juez.
B. En Delitos de Acción Pública dependiente de Instancia Privada.
El Código de Procedimientos Penales actualmente vigente parte del principio de exclusión del
ofendido en el ejercicio de la acción penal pública. Como excepción mantiene el derecho de la
víctima de manifestar su voluntad sobre la conveniencia o no de que se inició una causa penal
en aquellos delitos que su intimidad o las relaciones de familia del ofendido.
En este ámbito la ley penal reconoce y tutela en primer lugar el interés individual del ofendido,
por lo que su voluntad deviene en una condición de perseguibilidad pública del delito, siendo
que la formulación positiva vigente no daba lugar a una retractación una vez que el ofendido se
pronunciaba a favor de la persecución penal.
El Código Procesal Penal establece una fórmula en contrario: prima el interés de la víctima al
signar la retractación de la instancia por si o su representante, en cualquier momento antes del
señalamiento de la apertura a juicio, teniendo la retractación el efecto de extinguir la acción
penal. De este derecho de retractación de la instancia se verá potenciado en el tanto se amplie
la lista de delitos que requieren instancia privada para su investigación pública.
C. En Delitos de Acción Pública.
El Código de Procedimientos Penales vigente postula como principio el monopolio de la acción
penal pública en manos del Ministerio Público, reduciendo la participación de la víctima en tales
delitos a la tarea de poner en conocimiento de la autoridad el hecho delictivo ya servir como
testigo en el proceso.
La nueva formulación procesal amplia sustancialmente la intervención de la víctima en el
proceso en relación con la pretensión penal, donde además de las ya señaladas, encontramos el
derecho a examinar las actuaciones, a contar con la asistencia jurídica por medio de una oficina
especializada en la defensa civil y una mayor protección frente a la exposición pública mediante
la posibilidad de excluir al público durante su declaración. También contempla la posibilidad de
que la víctima participe como querellante en los delitos de acción privada y en los delitos de
acción pública, así como el de constituirse en actor civil.
La figura del querellante en los delitos de acción privada y la figura del actor civil, no son
desconocidas en la práctica judicial actual al posibilitarlas la legislación vigente. Sin embargo, si
es nueva la figura del querellante en los delitos de acción pública en su modalidad de adhesivo
el nuevo Código de Procedimientos Penales.
La figura del querellante adhesivo ha sido definida en la doctrina como el ofendido que
interpone una acusación para provocar la iniciación de un proceso penal, o que en calidad de
acusador se introduce en el proceso en curso iniciado por el Ministerio Público.

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Este querellante es un acusador particular que ejerce una función de control respecto a la
actuación y ejercicio de la acción penal del Ministerio Público con quien colabora, con facultades
de interrogar, interponer recursos, ofrecer prueba y ser asistido por abogado, aún y cuando el
Ministerio Público sigue siendo el acusador principal.
El nuevo Código Procesal Penal limita la actividad del querellante adhesivo en cuanto a que su
querella no podrá alterar las facultades del Ministerio Público respecto al ejercicio de los
criterios de oportunidad y la suspensión del proceso a prueba. Según este Código, este
querellante puede impugnar el sobreseimiento solicitado por el Ministerio Público.
Según la doctrina, el querellante adhesivo no puede perseguir penalmente en forma autónoma,
debiendo producir acusación subordinada a la acusación fiscal, ya sea adhiriéndose a él, o
expresando fundamentos propios, o bien señalando vicios formales o insuficiencia de la
acusación fiscal, pero sin extralimitar el cuadro fáctico definido por el Ministerio Público.
Semejante a esta figura es el querellante conjunto, quien además de tener todas las
atribuciones del adhesivo, puede ampliar la acusación fiscal con nuevos hechos y fundamentos
legales, siendo que su principal característica es que puede acusar en forma autónoma, es decir,
actúa como acusador principal junto al Ministerio Público, sin estar subordinado a este órgano.
El nuevo Código Procesal Penal entre otros, configura un tipo de acusador particular que
denomina querellante adhesivo; sin embargo, las facultades que le acuerdan rebasan las que la
doctrina citada le otorga. Regula dicho Código que la víctima o su representante, constituido en
querellante, podrá provocar la persecución penal, adherirse a la iniciada por el Ministerio
Público o continuar con su ejercicio, y que se puede ordenar la apertura a juicio sobre la base de
la acusación del querellante, siendo que, en este último caso, el acusador público debe actuar
en el debate, sin estar obligado a mantener la acusación del querellante adhesivo. Finalmente,
dispone también de la regulación procesal citada que al concluir la etapa preparatoria el
querellante debe ser formulada en la etapa preparatoria el querellante puede ampliar o aclarar
la relación de hechos contenida en el requerimiento fiscal y ofrecer nueva prueba. Se dispone
también que la querella debe ser formulada en la etapa preparatoria, debiendo el Ministerio
Público rechazar la solicitud de constitución cuando el interesado no esté legitimado, y que el
querellante puede desistir de su demanda en cualquier momento, en forma expresa o tácita.
D. En la Pretensión Reparatoria derivada del Delito.
La tendencia a una mayor intervención de la víctima en el proceso penal amplió las posibilidades
del ofendido de obtener reparación de los daños. Aparte de la acción civil se han creado
mecanismos de composición tendientes a la solución del conflicto y satisfacer el interés
particular del ofendido en la reparación de los daños causados por el autor del hecho delictivo;
estos mecanismos no desplazan a la acción civil tradicional, sino que se conjuntan con ésta y
operan en la mediana y leve criminalidad. Su implantación en el derecho positivo encuentra
auxilio en los institutos de suspensión del proceso a prueba, en la conciliación y en la facultad de
retractación o desistimiento que acompaña al ofendido en su periplo por las diferentes etapas
del proceso penal

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