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Hay muchas situaciones en las que las actividades humanas tienen efectos
significativos en el medio ambiente. El daño en la capa de ozono es uno de
ellos. El clorofluorocarbono y los halones son potentes depredadores del
ozono. Una de las principales razones de la preocupación generalizada sobre
el agotamiento de la capa de ozono es el aumento previsto de las cantidades
de radiación ultravioleta recibidas en la superficie de la tierra y el efecto de esto
en la salud humana y en la del medio ambiente. Las perspectivas de
recuperación del ozono siguen siendo inciertas. Sin embargo, el futuro
comportamiento del ozono también se verá afectado por los cambios en la
atmósfera abundancia de metano, óxido nitroso, vapor de agua, sulfato aerosol,
y el cambio de clima.
Este objetivo ha sido alcanzado en gran medida – de acuerdo con las últimas
evaluaciones científicas respecto a la reducción de la capa de ozono, ésta
última debería recuperarse para el año 2049 en las latitudes medias (30-60
grados al norte y sur). La evaluación sugiere, además, que la capa de ozono
sobre el Antártico estaría recuperada para el año 2065 – 15 años más tarde de
lo esperado debido a las especiales condiciones creadas por el frío y los
vientos extremos en el Antártico. A pesar de esta demora, es claramente visible
que las Partes del Convenio de Viena están teniendo éxito en la solución de un
mayor problema global del medio ambiente, y por lo tanto pueden estar
justificadamente orgullosas de sus logros
Sin duda la preservación de este gas resulta relevante para las comunidades a
nivel global porque es una gran problemática en la que todos debemos
colaborar por el bien de nuestro planeta y de nuestras futuras generaciones.
Así como la capa de ozono nos protege debemos hacer lo mismo para su
restauración a través el tiempo.