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Tema 69-La Filosofia Politica de La Escuela de Frankfurt PDF
Tema 69-La Filosofia Politica de La Escuela de Frankfurt PDF
se conoce com o la
L Escuela de Erankfurt se in
sena de lleno en las m odalida
des que asumieron la teoría y la
La filosofía práctica socio-cultural y política
en la difícil modernidad del siglo
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El ascenso del nazism o y la clausura del Instituto con e l conse
cuente ex ilio co m o única opción d e supervivencia influyó d e un
m od o determinante sobre los derroteros teóricos d e estos intelectua
les. Su actividad continuó en el exilio — en París, en diferentes univer
sidad americanas y en el Institut o f Social Research creado en Nueva
York en conexión con la Universidad de Columbia. De cara a la disyuntiva
de adaptarse a circunstancias académicas y sociales diversas o
mantener sus formas de pensamiento y cohesión originarias, su
com prom iso con la cultura alemana se reflejó en una condición
intelectual aislada. La co n d ic ió n d e e x ilio existencial apareció de
este m odo concatenada con la del exilio intelectual com o elección.
Tras la guerra, el Instituto de Frankfurt reabrió sus puertas en
1950, con un programa que a la v e z qu e recu peraba los p r o p ó s i
tos de las décadas anteriores, se enfrentaba a las nuevas con dicio
nes culturales y políticas. Si en la década de los treinta los desafíos
teóricos y prácticos fundamentales condujeron a una respuesta
efervescente y radical en clave d e la subversión filosófica que
prometía la teoría crítica, en los años cincuentas quienes regresaron,
sobre todo H orkh eim ery Adorno, debieron conciliar sus propósitos
originarios con la nueva impronta del mundo de la posguerra.
Entonces, la potencialidad crítica de esta corriente de pensam iento
devino estímulo para una nueva generación d e intelectuales entre
los que asumiría un papel destacado Jurgen Habermas.
Dada la relevancia que los p rop ios pensadores críticos le
imputaron a la especificidad de la teoría, así co m o a sus n exos con
la praxis — incorporada a la opción de la praxis teórica— nuestro
interés es explorar los alcances de la propuesta de refundamentación
de la teoría así com o las implicaciones de la teoría crítica co m o teoría
política. Las form ulaciones particulares destacas para am bos p ro p ó
sitos — Horkheim er para el prim ero y Marcuse para el segundo—
n o impiden atender las convergencias en cuanto al perfil d e la teoría
crítica en tanto propuesta colectiva que permite su identificación
co m o corriente filosófica del siglo xx.
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Filosofía politica
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dim ensiones represivas d e las estructuras históricas co m o producto
de procesos qu e se hacen. De allí q u e planteasen que la existen
cia de la sociedad com o dada encontraba su m ejor,aliado y garantía
d e perpetuación en un pensamiento atrapado por la misma facticidad.
Circunscrito al universo de los hechos, éste resultaba incapacitado
para explicar lo inadecuado de lo real; había d even id o apología.
C iertam en te el com p rom iso co n el d esa rro llo d e una nu eva
teoría com o respuesta a las realidades cambiantes del s ig lo x x im
plicó, co m o prerrequisito, la reflexión en torno al alcance d e la m e
diación teórica — su propia m odalidad, función y relación con la
praxis— , lo qu e necesariamente condujo a un replanteam iento del
fundamento norm ativo del quehacer teórico. En este sentido, no
sólo se exigió la revisión del m arxism o sino tam bién la redefini
ción de las relaciones con la tradición del pensamiento filosófico,
sobre todo el del racionalismo occidental. En este último operativo
habría de darse una ruptura, no exenta de ambivalencias, con la
concepción marxista de la crítica de las ideologías, de acuerdo con
la cual la atención a las condiciones d e d ete rm in a c ió n h istórica
d e l conocim iento op eró en detrim en to de los criterios a u tó n o
m os del pensamiento y de la reflexión filosófica. Si bien diversos
estudiosos d e la teoría crítica, tales co m o Martin Jay y Michael Low y,
han destacado la atención puesta p o r los m iem bros d e la teoría
crítica a los aspectos m etodológicos y epistem ológicos asociados
con el desarrollo de la teoría y han analizado tanto la revaloración
del marxismo com o el “viraje racionalista” frente a la filosofía
occidental, estudios más recientes han enfatizado su com prom iso
con la razón filosófica com o ideal norm ativo.10 En este sentido,
Richard W olin apunta el m odo com o este com prom iso central entró
en conflicto con otra tendencia igualmente importante d e la teoría
crítica, a saber, su predisposición a v e r la tradición del racionalismo
occidental corrio germ en del despotism o político m odern o.11
En la pugna llevada a cabo p o r la Escuela d e Frankfurt por
restablecer la fuerza crítica y transformadora del pensam iento, esta
a m b iva len cia se m an ifestó en su p erm a n en te bú sq u ed a de la
razón com o atributo de un pensamiento a realizarse y la crítica de
“ Martin Jay, op. cit .;M ichael Low y, “Le m arxism e rationaliste d e l’é c o le d e Frankfurt”,
L'HommeetlaSociété, N os. 65-66, julio-diciem bre d e 1982, p p . 45-64; Richard W o lin , op.cit.
" Richard W o lin , op. cit., p p . 25-26.
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del proletariado com o el sujeto de las transformaciones refuerza las
directrices d e la respuesta en am bos niveles: la radicalización del
potencial crítico de la teoría y la ubicación en el futuro del espacio
y del tiem po de la transformación radical.
Precisamente esta concepción d e la teoría com o refu gio d e la
verd a d , en una era en la que la situ ación socia l o b je tiv a rec h a zó
la verdad al fracasar en la realización de la filosofía, es la que fue
definiendo crecientemente la a u to p e rc e p c ió n y la a u to co m p ren -
sión de los intelectuales de Frankfurt.16 Pero el fracaso en la
realización d e la filosofía significaba, simultáneamente, el recon o
cimiento de la necesidad de su realización futura. La teoría crítica
asumía así la doble función de som eter a la crítica la pretendida
realización de la filosofía y mantener en su seno los ideales
universales preservados por ésta, pero aun n o realizados. En el
com prom iso, entonces, con un c o n o c im ie n to que adquiere senti
d o com o actuación liberadora resultaba im perioso conjugar la
reflexión científica con la filosófica. La función social de la filosofía
será vista entonces com o el com prom iso con el desarrollo de un
pensamiento crítico, en la crítica de lo establecido, ya que la filosofía
se define com o “el intento m etódico y perseverante de introducir la
razón en el m undo”.17 D e allí que d e un m od o crítico y n o exento
de contradicciones se manifiesta una revaloración d e la tradición
filosófica occidental — rastreada hasta el com prom iso platónico con
la negación d e la parcialidad y su superación en un sistema
conceptual— ya que es ésta la que descubre la contradicción en la
que están envueltos los hombres en cuanto, en su vida cotidiana,
están obligados a aferrarse a ideas y conceptos aislantes.
Más aún, confrontada la realidad irracional y fragmentada con
una concepción de la sociedad co m o "la unidad de lo general y lo
particular en la correlación autorreproductiva de los hom bres”, ésta
no puede reconstituirse ni comprenderse mediante la suma de todas
las posibles esferas parciales que la ciencia social describe.18 Dado
que la crítica filosófica es totalizante, ante las formas prevalecientes
del pensamiento la ciencia podía aspirar a superar su condición de
conocim iento circunscrito al universo de los hechos, degradado,
16Richard W olin , op. cil., p. 28.
,J Marx H orkh eim er, "La función social d e la filo so fía ' Teoría crítica. op. cil.. p p . 282y 285.
:s T h eod or A d o r n o y Max Horkheirner, La sociedad, facciones de sociología. Buenos
Aires, Proteo, 1971, p. 37.
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19 Max Horkheimer. "Observaciones .sobre cieno.» y crisis ’ , Tmrin critico. *>[> crr, p 2.
20 Max H orkh eim er y T h eod or Adorno, Dialéctica del ttuminumo, Buenos Aires, Sur,
1971, p. 8.
11 Max Horkheimer, "Teoría iradicional...”, o¡>. c it. pp. 2-ÍO y ss.
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de la tradición filosófica occidental co m o germ en del autoritarismo
m oderno se manifiesta con todo dramatismo en esta obra escrita
conjuntamente entre 1941 y 1944. En ella, la crítica al pensam iento
se continúa en la crítica a la creencia filosófica en el progreso, en
la crítica de la Ilustración y de la visión progresiva de una marcha
de la razón en la historia. La teoría crítica somete entonces a una
crítica radical, y bien podríamos afirmar indiscriminada, to d o el
desarrollo cultural occidental a partir de lo que define co m o la
paradoja desgarradora por la cual la humanidad, en su desarrollo,
en lugar de entrar en un estado verdaderamente humano d esem b o
có en un nuevo género de barbarie.22 La indagación entonces sobre
las causas de la “barbarie civilizada” deriva en el cuestionamiento
último de la naturaleza misma de la razón. La sinrazón de la razón,
la n o razón dominante, que encontró su expresión última y más
abrupta en el régim en nazi es vista com o el resultado de la razón
que se presenta com o positividad realizada. La condena a la
concepción antropológica-filosófica del mundo occidental y bur
gués al Iluminismo, expresa en toda su magnitud la visión que
Horkheim er y A dorno sostienen de la relación integral entre razón
y dominación. D e allí que la posibilidad de una nueva norm atividad
teórica, de una filosofía social crítica se traduce en una filosofía
negativa de la historia.23 En efecto, la experiencia nazi fue así
conceptual izada com o culminación d e la cultural occidental:
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H ork h eim er y A d o rn o la c o n c e p c ió n de ésta co m o d iv ersid a d
fren te a la realidad y a la facticidad, co m o un quehacer que se define
y se reconoce en su autonomía y en su especificidad. La teoría es
m ediación entre lo existente tal cual es y su potencialidad para ser
otro, m ediación entre lo dado y lo posible, por lo que se aboca a
prevenir la “pérdida de verdad” del conocim iento pasado, a la crítica
de las condiciones prevalecientes y al análisis de sus tendencias.28
A través de la explicación de la realidad — que es su negación
crítica— la teoría adquiere su proyección, su ser proyecto, su
proyectar lo real posible frente a lo real existente. Por ello la teoría
representa el m om ento de la tensión y la potencialidad de la
realidad y deviene el momento d e la esencia: es crítica de lo
inmediato, informando su carácter esencial en las posibilidades-
potencialidades que ilumina.
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entonces, según Marcuse, quien al plantear la existencia del
proletariado com o la contradicción de la razón realizada da el paso
significativo de apuntar hacia la negación de la filosofía p o r la
propia realidad. Marcuse ve la transición filosófica d e H egel a Marx
com o el tránsito de la razón del ámbito del discurso racional
(filo s ó fic o ) a la posibilidad de su realización en la realidad. Este
tránsito está basado, a su entender, en la centralidad d e las
categorías sociales y económ icas que Marx redefine. En este
sentido, al retomar Marx la categoría hegeliana de trabajo y
reubicarla, consumó el principio de la dialéctica hegeliana según el
cual la estructura d e la rea lid a d determ ina la estructura d e la
te o r ía .35 Con to d o el peso que las obras de juventud de Marx
adquieren — y la visualización de una línea de continuidad con las
posteriores— la categoría d e trabajo deviene un a priori d e la
existencia humana que lejos de ser una actividad exclusivam ente
económ ica, es la que le confiere al hom bre su carácter genérico y
su historicidad.
D e allí que el trabajo determine tanto la estructura básica d e la
existencia humana com o los rasgos fundamentales de la sociedad
y com porta un proceso definido por la negatividad, la contradicción
y el cam bio, esto es, un proceso dialéctico. Sin em bargo, para
M arcuse, al igual que para H ork h eim er, la d ia léctica es inconclu
sa y abierta.36 Consecuentemente, las posibilidades d e realización
de la esencia humana están abiertas a los hombres, d epen den de su
praxis y n o d e leyes predeterminadas. H e aquí la propia función
social de la teoría crítica. Precisamente porque el capitalismo
cancela el desarrollo de esta esencia deviene ob jeto de la crítica
marcusiana y porqu e una revolución radical puede potenciarlo, ésta
se justifica en términos éticos y políticos.37
A través de las múltiples direcciones de su reflexión se va
configurando una concepción de la política cuyos límites ora se
amplían, ora se restringen, denotando una elaboración no unívoca.
Esta operación se lleva a cabo simultáneamente co m o parámetro de
análisis de la realidad en cuestión y com o propuesta de alteración
total y radical de la naturaleza y límites de la política. Por ello es
» Ibid., p. 272.
56 D a vid Held, op. cit., pp. 240-241.
57 H erbert Mareuse, “Etica y revolución” , en Marcuse, Mallet, G ortz et al., op. cit., pp. 11-
27.
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44 Herbert Marcuse, El hombre unidimensional, M éxico, Joaquín Mortiz, 1968, pp. 22, 23
y ss.
45Herbert Marcuse "Notas para una nueva definición de la cultura", Ensayos sobrepolitica
y cultura, Barcelona, A riel, 1970, p. 111.
44Herbert Marcuse, Erosy civilización, op. cil., pp. 106-123; El hombreuuidimensionat, op.
cit., pp. 93 y ss.
47 Herbert Marcuse, El hombre unidimensional, op. cit., pp. 163 y ss.
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introduce Marcuse en la estructura instintiva lleva al planteamiento
de que
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50 Cfr. Herbert Marcuse, Elfinaldela utopia, Barcelona, Ariel, 1981; "Una entrevista; USA;
cuestión d e organización y sujeto revolucionario” , Calas en nuestro tiempo, op. cit., pp. 75-106.
51 Marcuse, Negations: Essays in Critical Theory, op. cit., pp. xi-xii.
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la plantea, persigue captar un concepto central d e la filosofía
política clásica, a saber, que
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aproxim ación totalizadora hacia la sociedad im pidió el desarrollo
de una teoría de la obligación o de la autoridad políticas. Tal com o
Martín Jay ha destacado, para los teóricos de la Escuela Frankfurt
había s ó lo un tip o d e autoridad política que podría llamarse legíti
mo: la autoridad de la razón, p o r lo que abogaron por un racionalismo
sustantivo que involucrara tanto los fines com o los m edios.56En esta
petición de principio debe destacarse una falta de deslinde analítico
ulterior: opuesta a la racionalidad formal, ésta fue concebida co m o
característica de la fase liberal del capitalismo, ya superada en la fase
m onopolista, en la que las instituciones y principios políticos libe
rales habían sido sustituidos p o r otros, totalitarios. La injustificada di-
lusión d e los límites entre liberalism o y totalitarismo aparece e v i
dente.
Si la crítica, la negación y la tensión utópica pu eden ser vistas
com o aspiración y proyecto potenciador de posibilidades, operaron
en to d o caso com o recurso contradictorio vis a vis la crítica de la
racionalidad teórica y política y la praxis racional anhelada. Frente
a una m odernidad contradictoria e incierta, la teoría crítica resultaba
ser ella misma la opción de praxis, su apriorihistórico, cu yo co m
prom iso último — tanto en calidad de validación teórica com o de
transformación de la realidad— fue con el futuro. D esde nuestro
hoy, sin embargo, los aciertos y fímites de este proyecto intelectual
y de su proyectárselo, adquirido nuevas luces. Es entonces a la luz
de los nuevos escenarios — en los que el ¿»oymarcusiano se ha visto
m odificado— que puede interpretarse el hecho de que, a diferencia
de los planteamientos analizados que sometieron a crítica el
Iluminismo por haberse convertido por una extraña dialéctica
(e s e n c ia l) en vio len c ia y terror, un h e red ero d e esta tra d ición
teórica com o Habermas considera que la teoría d e b e abocarse a
explicitar el contenido normativo de la m odernidad com o una
promesa aún no cumplida a la que hay que reivindicar y potenciar.57
En esta línea, la búsqueda de una fundamentación normativa para
la teoría crítica (y sus nexos con la razón) vuelve a resurgir y se ha
convertido en un tema central en el debate contem poráneo en torno
a la herencia de la Escuela de Frankfurt. Su análisis, sin em bargo,
rebasa el alcance de este trabajo.
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