Está en la página 1de 10

1-.

Chile: 

Actualmente, varias regiones del mundo se ven afectadas, en mayor o menor medida, por la
escasez de agua dulce debido tanto a las condiciones hídricas naturales de la zona como a
sequías causadas por el desarrollo humano.

En el caso de Chile y de acuerdo con las estadísticas más recientes, las áridas condiciones de la
zona norte conllevan a que ésta cuente con una disponibilidad media de agua per cápita
menor a 800 m3 por año; en contraste con los 10.000 m3 por año que se encuentran
disponibles en las restantes zonas del país [1].

Esto obliga a que el desarrollo de nuevos mecanismos de obtención de agua dulce se vea
impulsado, para un abastecimiento eficiente del recurso hídrico: la desalación de agua de mar.

8.1.1.1 Captación del agua de mar:

Primeramente, resulta necesario contemplar la naturaleza jurídica del mar, pues esta consiste
enteramente en la materia prima del proceso de desalinización. Se considerará tanto el
derecho internacional y además la legislación chilena.

1. La naturaleza jurídica del agua de mar desde el derecho internacional

Establecida a través de las 4 convenciones de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar
(CONVEMAR), contempla como espacios marítimos las aguas interiores, mar territorial, zona
contigua, zona económica exclusiva y alta mar, resultando relevante, para efectos de la
desalinización, el mar territorial, espacio marítimo donde se ubican las obras de captación de
agua de mar, como en algunos casos, los emisarios submarinos para la descarga de efluentes.

2. El mar desde el derecho nacional chileno:

En Chile existe un conjunto de cuerpos normativos que regulan varios aspectos relacionados al
mar, como su naturaleza jurídica, clasificación, atribuciones del Estado, entre otros aspectos
de relevancia, similar a lo que se regula en el derecho internacional. En primer lugar, por rango
normativo tenemos la  Constitución Política de la República de Chile, que en su artículo 19 N°
24 inciso 10 primera parte, señala: “La exploración, la explotación o el beneficio de los
yacimientos que contengan sustancias no susceptibles de concesión, podrán ejecutarse
directamente por el Estado o por sus empresas, o por medio de concesiones administrativas o
de contratos especiales de operación, con los requisitos y bajo las condiciones que el Presidente
de la República fije, para cada caso, por decreto supremo. Esta norma se aplicará también a los
yacimientos de cualquier especie existentes en las aguas marítimas sometidas a la jurisdicción
nacional y a los situados, en todo o en parte, en zonas que, conforme a la ley, se determinen
como de importancia para la seguridad nacional” 

Los espacios marítimos y terrestres utilizados por una planta desalinizadora emplean
concesiones marítimas, la cuales están reguladas por 2 entes normativos:

a) Decreto con Fuerza de Ley N° 340 sobre Concesiones Marítimas, de 5

de abril de 1960.
b) Reglamento N°2, que sustituye el Reglamento sobre concesiones

marítimas, de 5 de abril de 2005.

Los bienes públicos marítimos, necesariamente requieren el otorgamiento de una autorización


especial, que permite el uso y goce de esos bienes, cuyo título sería la concesión marítima, que
el artículo 3° del Decreto con Fuerza de Ley (DFL) N° 340 define como: “las que se otorgan
sobre bienes nacionales de uso público o bienes fiscales cuyo control, fiscalización y
supervigilancia corresponde al Ministerio de Defensa Nacional, Subsecretaría de Marina,
cualquiera que sea el uso a que se destine la concesión y el lugar en que se encuentren
ubicados los bienes”.

A partir del Artículo 3° del DFL N° 340 y del Artículo 23 del Reglamento N° 2 es posible
determinar que, para efectos de su tramitación, las concesiones marítimas se clasifican en:

 a) Concesión marítima mayor: aquella cuyo plazo de otorgamiento excede de 10 años o
involucre una inversión superior a 2.500 Unidades Tributarias Mensuales (UTM), de acuerdo a
la ponderación que realice el Ministerio.

b) Concesión marítima menor: aquella que se otorga por un plazo superior a 1 año y que no
excede de 10 años e involucre una inversión igual o inferior a las 2.500 Unidades Tributarias
Mensuales (UTM).

c) Permiso o autorización: aquella concesión marítima de escasa importancia y de carácter


transitorio y cuyo plazo no excede de un año.

d) Destinación: aquella concesión marítima otorgada por el Ministerio a servicios fiscales, para
el cumplimiento de un objetivo determinado”.

8.1.1 Medioambiental:

De acuerdo con la más reciente información de la Asociación Internacional de Desalinización,


en la actualidad existen más de 18 mil plantas desalinizadoras alrededor del mundo, que
producen más de 86 millones de metros cúbicos de agua al día, y de la que depende el
abastecimiento de agua para las necesidades básicas de más de 300 millones de personas en a
lo menos 150 países [2].

Por lo tanto, nos vemos en la obligación de analizar de qué manera impacta en nuestro medio
ambiente el desarrollo de este tipo de actividades.

Los puntos más importantes contemplan:

(i) Los efectos de la ingesta de agua de mar en el ambiente marítimo y en el suelo costero.

(ii) El control de las emisiones de gases (causadas por la generación de electricidad) y de


ruidos.

(iii) El impacto del vertido de la salmuera nuevamente al mar.


(iv) La incidencia del desarrollo de la actividad en comunidades aledañas.

8.1.1.2 Devolución de salmuera:

El mayor impacto medioambiental lo conlleva la descarga de salmuera debido a su


incrementada salinidad. En consecuencia, resulta obvia la necesidad del control de las
instalaciones que llevan a cabo este proceso. Este tipo de actividades debe someterse al SEIA y
contar con una Resolución de Calificación Ambiental (RCA), así se señala que “la regulación
medio ambiental chilena contempla a las plantas de tratamiento de aguas dentro de los
proyectos o actividades susceptibles de someterse al sistema de evaluación de impacto
ambiental, conforme al artículo 10 de la ley 19.300” [3] (“LBGMA”) [4].

Así, de las 38 plantas desalinizadoras que en la actualidad cuentan con RCA: (i) 11 de ellas han
ingresado por la causal del artículo 3º letra i) del Reglamento del SEIA (proyectos de desarrollo
minero sobre 5000 tons/mens); (ii) 8 por la causal de la letra c) del mismo artículo (centrales
generadoras de energía mayores a 3 MW); (iv) 7 por la de la letra o.3 (sistemas de agua
potable); y (iv) 4 por la de la letra o.6 (emisarios submarinos). Idéntica tendencia se vislumbra
a propósito de los proyectos de desalinización de agua de mar actualmente en calificación
ambiental [5].

 Legislación ambiental vigente con la que deben cumplir las actividades de desalinización para
la obtención de una RCA:

 Dentro de la normativa que debe tenerse en consideración en el procedimiento de evaluación


ambiental para definir el marco jurídico ambiental aplicable a este tipo de actividades (y ante
la escasa regulación interna en la materia) se encuentran una serie de instrumentos
internacionales que regulan aspectos relativos a la contaminación del medio marino, a saber:
(i) la Convención de Derecho del Mar, en cuya Sección 5 se establecen las “Reglas
internacionales y legislación nacional para prevenir, reducir y controlar la contaminación del
medio marino”, dentro de la cual se encuentran aquellas para la prevención, reducción y
control de la contaminación procedente de fuentes terrestres (artículos 207 y 213).
(ii) el Convenio para la protección del medio ambiente y la zona costera del Pacífico Sudeste
[6].
(iii) el Protocolo para la protección del Pacífico Sudeste contra la contaminación proveniente
de fuentes terrestres [7].
(iv) el Protocolo sobre cooperación, preparación y lucha contra los sucesos de contaminación
por sustancias nocivas y potencialmente peligrosas
(v) el Convenio sobre prevención de la contaminación del mar por vertimiento de desechos y
otras materias [8]; entre otros cuerpos internacionales ratificados por Chile. Entre estos se
encuentran: (i) el Acuerdo sobre la cooperación regional para el combate contra la
contaminación del Pacífico Sudeste por hidrocarburos y otras sustancias nocivas en casos de
emergencia, suscrito en Lima, el 12 de noviembre de 1981; (ii) el Protocolo complementario
del Acuerdo sobre la cooperación regional para el combate contra la contaminación del
Pacífico Sudeste por hidrocarburos y otras sustancias nocivas; (iii) las declaraciones y
convenios entre Chile, Perú y Ecuador, concertados en la Primera Conferencia sobre
explotación y conservación de las riquezas marítimas del Pacífico Sur; y (iv) el Convenio
Internacional para prevenir la Contaminación de las Aguas del Mar por Hidrocarburos, de
1954, con sus enmiendas de 1962 y 1969, y un Anexo sobre “Libro Registro de Hidrocarburos”. 

Respecto a las normativas nacionales, se deben tener en consideración la norma de emisión


para la regulación de contaminantes asociados a las descargas de residuos líquidos a aguas
marinas y continentales superficiales: Decreto Supremo N°90, de 7 de marzo de 2001, del
Ministerio Secretaría General de la Presidencia, que establece la concentración máxima de
contaminantes permitida para residuos líquidos descargados por las fuentes emisoras, a los
cuerpos de agua marinos y continentales superficiales, aplicable en todo el territorio nacional
(Artículo primero Nº2). Así como también la norma de calidad primaria para la protección de
las aguas marinas y estuarinas aptas para actividades de recreación con contacto directo:
Decreto Supremo N°144, de 7 de abril de 2009, del Ministerio Secretaría General de la
Presidencia, que establece el “objetivo general proteger la calidad de las aguas marinas y
estuarinas de manera de salvaguardar la salud de las personas” (Artículo 1º). Además se
contemplan los cuerpos normativas que prohíben la contaminación marina, estos son: (i) el
Título IX del Decreto Ley N°2.222 de 1978, que prohíbe arrojar lastre, escombros o basuras y
derramar petróleo, aguas de relave de minerales u otras materias nocivas, que ocasionen o
puedan ocasionar daños o perjuicios a las aguas sometidas a la jurisdicción nacional y en
puertos, ríos y lagos; (ii) el Reglamento para el control de la contaminación acuática; y (iii) el
Reglamento de sanidad marítima, aérea y de las fronteras.

A su vez, existen una serie de Permisos Ambientales Sectoriales (PAS) que están involucrados
en el proceso de desalinización dentro de los cuales podemos encontrar el PAS 115, para
introducir o descargar materias o sustancias nocivas o peligrosas de cualquier especie a las
aguas sometidas a la jurisdicción nacional (artículo 140 del Reglamento para el Control de la
Contaminación Acuática); el PAS de contenido mixto para la construcción del acueducto o
emisario submarino en tanto obra hidráulica, cuestión que dependerá de la capacidad del
acueducto –en caso que conduzcan más de 2 m3 cúbicos por segundo o que conduzcan más de
medio metros cúbico por segundo, que se proyecten próximos a zonas urbanas– y
cumpliéndose además otras condiciones; entre otros.

Por último, es importante mencionar a la Dirección General del Territorio Marítimo y de


Marina Mercante (“DIRECTEMAR”) que impone las directrices para la evaluación ambiental de
proyectos industriales de desalación en jurisdicción de la Autoridad Marítima.

2-. España

8.1)     Antecedentes

A lo largo de los años en España ha habido una escalada en la escasez de recursos hidrológicos
debido a diversos factores. Las sequías en algunas zonas del país, el aumento del consumo de
agua por parte del sector agrícola (motivado por un aumento en la población) y turístico, entre
otros, han sido uno de ellos. Por este motivo se ha producido un incremento en el número de
desaladoras de la península ibérica, específicamente sobre la costa del mediterráneo.

A pesar de este hecho, el régimen jurídico que actualmente existe en España no está
suficientemente claro respecto a las regulaciones de la actividad de la desalinización en
general. Cabe destacar que debido al ordenamiento jurídico constitucional español cada
comunidad autónoma dentro de este país posee distintas competencias legislativas, por lo que
se hará alusión más adelante en este trabajo a los distintos códigos que rigen a las entidades
territoriales que conforman a esta nación.

La primera regulación de esta actividad, prevista actualmente en documentos como el Plan


Hidrológico Nacional, el Código de Aguas (1988) y la Ley de Aguas (1985), aparece mucho
después de la construcción de la primera planta construida en Las Islas Canarias,
concretamente en Lanzarote (1964), en 1990 en la Ley 12/1990 dentro de la Ley de Aguas de
esta Comunidad Autónoma.

Para el resto de España la primera disposición data de 1995, momento en el que, tras un
período de grave sequía se puso de manifiesto con toda su intensidad un importante déficit de
recursos hídricos (sobretodo en Levante). Éste fue el Real Decreto 1327/ 1995, sobre las
instalaciones de desalación de agua marina o salobre [1].   Dicha norma contempla a la
actividad tanto de carácter público y privado y se centra en el régimen de autorización o
concesión administrativa de la instalación industrial. Sin embargo, hasta este momento no
existiía la regulación para la captación de agua marina ni el régimen de uso y de ocupación de
la zona marítimo-terrestre. Luego, en 1999 ,2001 y 2005 se modifica la Ley de Aguas y se
agregan y reforman preceptos acerca de la desalación. Hoy en día, y como se indicará
posteriormente, en el Plan Hidrológico Nacional se establece que las aguas procedentes de la
desalación (así sea de iniciativas privadas) tiene carácter demanial, es decir, perteneciente a la
administración pública (bajo ciertas condiciones).

A continuación, se realiza un análisis general de la reglamentación actual española respecto a


la desalinización focalizada en cinco puntos importantes: soporte jurídico para la actividad de
una planta desaladora como obra hidráulica, captación y titularidad del agua salobre, impacto
ambiental de las obras hidráulicas de desalación y calidad del agua potable.

8.2)     Captación y titularidad del agua salobre

 
La abundancia del agua de mar hace que en la ley española no prevea ninguna autorización ni
concesión administrativa para la extracción de este recurso. Sin embargo, está relativamente
implícito en la Ley de Costas española (Ley 22/1988) que por el hecho de que se trata de un
recurso comercializable que requiere la ejecución de una obra e instalación para su obtención,
debe ser autorizada su captación. De igual forma, esto está más relacionado con los requisitos
necesarios para la obtención de un título administrativo habilitante para la instalación de una
planta desaladora que con la mera captación del agua.

La titularidad del agua en España, en términos jurídicos, no varía según su naturaleza. Es decir,
la transformación química que ésta sufre desde su captación no hace que la misma pierda su
carácter de bien público. Esto se pone en evidencia en algunos artículos previstos en la Ley de
Aguas y la Constitución nacional.

Según el artículo 133.2 de la constitución española (ver anexos): “Son bienes de dominio
público estatal los que determine la ley y, en todo caso, la zona marítimo-terrestre, las playas,
el mar territorial y los recursos naturales de la zona económica y la plataforma continental “.
De modo que, al formar el agua parte del mar territorial, representa un bien de dominio
público.

También es oportuno analizar el régimen del agua después de su desalación. En el artículo 2 de


la Ley de Aguas (ver en anexos) se establece que: “[...] Son de dominio público las aguas
procedentes de la desalación de agua de mar una vez que, fuera de la planta de producción, se
incorporen a cualquiera de los elementos señalados en los apartados anteriores [...]”. Es decir,
el destino del aprovechamiento del agua es público siempre que se extraiga de la instalación,
por ejemplo en el caso de que se vierta a un cauce o se mezcle con agua natural. Al margen de
su eventual incorporación al dominio público hidráulico, el destino del agua ya desalada puede
ser tanto público como privado. Cuando el agua desalada se aprovecha para el abastecimiento
de la propia planta, la titularidad es privada.

8.3)     Actividad de una planta desaladora como obra hidráulica

En el artículo 122 de la Ley de Aguas se formula el concepto de obra hidráulica: “A los efectos
de esta Ley, se entiende por obra hidráulica la construcción de bienes que tengan naturaleza
inmueble destinada a la captación, extracción, desalación, almacenamiento, regulación,
conducción, control y aprovechamiento de las aguas, así como el saneamiento, depuración,
tratamiento y reutilización de las aprovechadas y las que tengan como objeto la recarga
artificial de acuíferos, la actuación sobre cauces, corrección del régimen de corrientes y la
protección frente avenidas, tales como presas, embalses, canales de acequias, azudes,
conducciones, y depósitos de abastecimiento a poblaciones, instalaciones de desalación,
captación y bombeo, alcantarillado, colectores de aguas pluviales y residuales, instalaciones de
saneamiento, depuración y tratamiento, estaciones de aforo, piezómetros, redes de control de
calidad, diques y obras de encauzamiento y defensa contra avenidas, así como aquellas
actuaciones necesarias para la protección del dominio público hidráulico“.

Por otro lado, el control administrativo de la instalación de una planta desaladora como obra
hidráulica puede ser ejercido por cualquier persona física o jurídica, tal como lo establece el
artículo 13 de la Ley de Aguas: “Las obras e instalaciones de desalación declaradas de interés
general del Estado podrán ser explotadas directamente por los órganos del Ministerio de
Medio Ambiente, por las Confederaciones Hidrográficas o por las sociedades estatales a las
que se refiere el capítulo II del título VIII de esta Ley. Igualmente, de acuerdo con lo previsto en
el artículo 125, las comunidades de usuarios o las juntas centrales de usuarios podrán,
mediante la suscripción de un convenio específico con los entes mencionados en el inciso
anterior, ser beneficiarios directos de las obras e instalaciones de desalación que les afecten “.

El hecho anterior se corrobora en el artículo 123.1 de la misma ley, donde se establece que
“Las obras hidráulicas pueden ser de titularidad pública o privada. No podrá iniciarse la
construcción de una obra hidráulica que comporte la concesión de nuevos usos del agua, sin
que previamente se obtenga o declare la correspondiente concesión, autorización o reserva
demaniales, salvo en el caso de declaración de emergencia o de situaciones hidrológicas
extrema“. Este código es muy específico al referirse a las concesiones antes mencionadas,
cuando en su artículo 13 expresa que: “Las concesiones de aguas desaladas se otorgarán por
la Administración General del Estado en el caso de que dichas aguas se destinen a su uso en
una demarcación hidrográfica intercomunitaria […] En el caso haberse suscrito el convenio
específico al que se hace referencia en el último inciso del apartado 2, las concesiones de aguas
desaladas se podrán otorgar directamente a las comunidades de usuarios o juntas centrales de
usuarios“.

Respecto al lugar de emplazamiento de la estación desaladora, el proyecto debe resolver


distintas cuestiones. La primera alternativa es que la estación se sitúe en zona marítimo-
terrestre. Por analogía con lo establecido en el artículo 95 del Reglamento de Costas para las
instalaciones de tratamiento de aguas residuales, se infiere que la desaladora deberá ubicarse
fuera de la ribera del mar y de los primeros 20 metros de la zona de servidumbre de
protección. [2].

8.4)     Impacto ambiental de las obras hidráulicas de desalación

La incidencia ambiental de una planta desaladora varía en función de su capacidad, tecnología


y las características del agua que se alimenta del proceso (tal como se verá y ampliará en
capítulos posteriores). Los factores que poseen impacto ambiental tratados por la ley española
tienen que ver con el vertido de la salmuera u otros residuos y la contaminación derivada de la
instalación de la planta.

El artículo 1 del Real Decreto Legislativo 1302/1986 (evaluación de impacto ambiental)


establece en  cuáles proyectos de obras es obligatoria la previa evaluación ambiental.
Conforme a lo establecido en el artículo 1: solo las Instalaciones de desalación o desalobración
de agua con un volumen nuevo o adicional superior a 3.000 metros cúbicos/día, son las que
deben ser evaluadas obligatoriamente.

En cuanto a la legislación autonómica cabe distinguir que los distintos grupos de Comunidades
Autónomas poseen regulaciones que difieren en cuanto a la capacidad instalada que debe
tener la planta para su evaluación.

 
Respecto a la salmuera, el sistema empleado para eliminarlo del proceso de desalinización es
su volcado al mar. Como se verá luego, a pesar de su capacidad de disolverse en el agua
marina, la elevada concentración a la salida puede provocar daños a los ecosistemas marinos
[1].

Los instrumentos jurídicos que permiten el control de estos vertidos (no específicamente de la
salmuera) son la Ley de Costas, la Evaluación de Impacto ambiental y la Ley de Aguas. En
primer lugar, para poder realizar vertidos líquidos o sólidos al mar se exige la concesión
administrativa. Conforme al artículo 101.5 “Las solicitudes de autorizaciones de vertido de las
Entidades locales contendrán, en todo caso, un plan de saneamiento y control de vertidos a
colectores municipales. Las Entidades locales estarán obligadas a informar a la Administración
hidráulica sobre la existencia de vertidos en los colectores locales de sustancias tóxicas y
peligrosas reguladas por la normativa sobre calidad de las aguas”. Además, existen
condiciones específicas en las que se realiza esta depuración de la salmuera al mar, tal como lo
establece el artículo 101.1: “Las autorizaciones de vertidos establecerán las condiciones en que
deben realizarse, en la forma que reglamentariamente se determine[…]. En todo caso, deberán
especificar las instalaciones de depuración necesarias y los elementos de control de su
funcionamiento, así como los límites cuantitativos y cualitativos que se impongan a la
composición del efluente y el importe del canon de control del vertido definido en el artículo
113.”

A nivel autonómico existe una regla que hace referencia a los parámetros específicos de
salinidad que deben tener las aguas donde se deposita la salmuera. En el Decreto 14/1996
dictado en la Junta de Andalucía se aprueba el Reglamento de la calidad de las aguas litorales,
donde se establece, entre otras cosas, la calidad que deben tener las aguas afectadas
directamente por los vertidos salinos. Se establece en esta orden que la salinidad debe estar
entre el 0.9 y 1.1 de la media normal de la zona no afectada por el vertido. Sin embargo, no
existen parámetros para la salinidad ni para gran parte de los desechos que acompañan a la
salmuera y que pueden ser nocivos para la vida marina en la legislación nacional española.

Otro aspecto importante respecto al desecho de la salmuera devuelta al océano tiene que ver
con la construcción de tuberías submarinas. En la Orden del Ministerio de Obras Públicas y
Transportes (1993) se aprueba la construcción de conducciones de vertidos desde la tierra al
mar. En esta, en su artículo 3.g, se establece que debe haber una distancia superior a los 500
metros entre la línea de costa en bajamar máxima viva equinoccial y la boquilla de descarga
más próxima.

8.5) Calidad del agua potable.

El resultado final del proceso industrial de producción de agua potable debe responder a los
estándares de calidad de producto que por razones sanitarias impone el ordenamiento
jurídico. El estado español ha dictado la Reglamentación técnico-sanitaria para el
abastecimiento y control de calidad de las aguas potables de consumo público en el Real
Decreto 140/2003 (anexos). Esa norma establece no sólo los criterios para medir la calidad del
agua (parámetros microbiológicos, químicos y de radioactividad), sino también las sustancias
que se pueden utilizar para tratar el agua y potabilizarla. Igualmente dispone los criterios de
impermeabilización y estanqueidad que deben cumplir las instalaciones, tuberías y
conducciones, así como los requisitos de los laboratorios privados que realicen los análisis (en
gran medida es el sector privado quien desarrolla el control de la calidad de los productos
industriales) [2].

La desalinización se utiliza cada vez más para proporcionar agua potable en condiciones de
escasez de agua dulce. Se estima que la escasez de agua afecta a una de cada tres personas en
todos los continentes del mundo, y casi una quinta parte de la población mundial vive en áreas
donde el agua escasea físicamente. Se espera que esta situación empeore a medida que se
intensifiquen las necesidades competitivas de agua junto con el crecimiento de la población, la
urbanización, los impactos del cambio climático y los aumentos en los usos domésticos e
industriales.

La desalinización puede aplicarse a aguas de distintos niveles de salinidad, como aguas


subterráneas salobres, aguas de estuarios o agua de mar; en algunas regiones, constituye la
principal fuente de agua potable. En sus orígenes, la tecnología de desalinización era
principalmente térmica, por destilación instantánea, pero como resultado de los avances
tecnológicos, las membranas se han convertido en una alternativa más rentable que se
selecciona cada vez más para nuevos sistemas. Muchas plantas térmicas permanecen en uso.

Las fuentes salinas se diferencian de las fuentes de agua dulce en que siempre requieren un
paso de tratamiento sustancial. Sin embargo, si bien el proceso de desalinización
generalmente proporciona una barrera significativa tanto para los patógenos como para los
contaminantes químicos, esta barrera no es necesariamente absoluta, y varios problemas
podrían tener un impacto en la salud pública. Algunos de estos son similares a los desafíos que
se encuentran en la mayoría de los sistemas de agua por tubería, pero otros, como los
relacionados con la estabilización y remineralización del agua para evitar que sea
excesivamente agresiva, son diferentes y, por lo tanto, deben abordarse en el contexto de un
sitio. plan específico de gestión de riesgos para la salud (consulte la sección 2 a continuación).

Este documento tiene como objetivo:

• destacar los principales riesgos para la salud relacionados con las diferentes desalaciones

procesos;
• proporcionar orientación sobre los procedimientos adecuados de evaluación y gestión de
riesgos para garantizar la seguridad del agua potable desalada.

El documento presenta el concepto de planes de seguridad del agua (PSA) para los sistemas de
desalinización, proporciona una descripción general de los peligros potenciales en las fuentes
de agua y describe los riesgos microbianos y químicos y otras cuestiones clave asociadas con el
tratamiento, la remineralización, el almacenamiento y la distribución. Se presenta información
más detallada en una serie de anexos.

El documento será de utilidad para las autoridades sanitarias, reguladores de la calidad del
agua, operadores de plantas desalinizadoras y otros interesados en la calidad del agua y los
problemas de salud.

En Tecnología de desalinización: impactos ambientales y en la salud, se proporciona un


examen exhaustivo de los aspectos técnicos y de la calidad del agua relacionados con la
desalinización, como los impactos ambientales, las consideraciones de ingeniería y los equipos
y procesos para diferentes tecnologías de desalinización (Cotruvo et al., 2010).

También podría gustarte