La política fiscal en la estabilización macroeconómica se encuentra, en primer lugar, que la postura del gobierno nacional frente al ciclo económico continúa siendo procíclica, como se ha concluido en el pasado. Esto a pesar de la regla fiscal adoptada en 2011 que, por su diseño, corregiría ese manejo. Como hecho novedoso se determina, sin embargo, que la postura procíclica ha sido el resultado principalmente del manejo de los impuestos, puesto que, por el lado del gasto, no se confirma esa situación. Sobre la postura del gobierno frente al ciclo hay un gran desafío para los futuros hacedores de política de revertir el manejo procíclico, de manera que la política fiscal ayude a conducir adecuadamente la demanda agregada. Igualmente relacionado con los impuestos, sugiere que, si bien las recurrentes reformas a la tributación nacional buscaron recursos para atender la sostenibilidad fiscal, su alta frecuencia parece haber generado incertidumbre y desconfianza en las reglas de juego, que terminaron por afectar la inversión y el consumo privados en el corto plazo. Sobre este asunto se requiere que el Gobierno Nacional y Congreso reconozcan esta realidad y velen porque los ajustes futuros en la tributación se orienten a encontrar un sistema que, naturalmente, sea coherente con los preceptos de eficiencia y progresividad, pero especialmente, que resulte estable a través del tiempo, de manera que se evite cambiar continuamente las reglas impositivas. Política fiscal Colombia se comprometió en los noventa con una serie de reformas estructurales y de redistribución del poder político, en la dirección de reducir la discriminación contra las importaciones y de tasar las actividades más en sentido de su contribución o freno al crecimiento económico, al tiempo que ocurría una descentralización del gasto. Lo anterior debía acompañarse con un aumento de los impuestos internos al valor agregado, en forma abierta y no subrepticia, donde todos los bienes serían ajustados según criterios objetivos y no de origen nacional. El fin era permitir que se manifestaran mejor las ventajas comparativas que tenía el país frente al mundo y que canalizara hacia ellas el grueso de su ahorro. El Estado debía aumentar de tamaño y proveer eficientemente los bienes públicos, descentralizando sus funciones. La política fiscal en Colombia a partir de la valoración de los tres aspectos más relevantes desde la perspectiva macroeconómica su posición frente al ciclo, su volatilidad y la sostenibilidad de la deuda la política fiscal discrecional del gobierno colombiano ha sido históricamente pro‐cíclica: por cada punto porcentual de aumento en la brecha del producto, el balance cíclicamente ajustado se deteriora aproximadamente en una sexta parte. La evidencia también señala que la política fiscal ha sido menos volatilidad en los últimos años y que el gobierno ha sido consecuente con la condición de sostenibilidad de largo plazo. Por otra parte, el gobierno no ha formulado un programa contra ‐cíclico para compensar los efectos de la crisis y sus finanzas sufrirán un apreciable deterioro por la desaceleración que sufrirá la economía en el corto y mediano plazo. Dos factores determinaron el mejor desempeño fiscal de Colombia en los años recientes. En primer lugar, las reformas que se adelantaron para aumentar los recaudos y evitar un crecimiento desbordado del gasto público. El segundo tiene que ver con las mejores condiciones internas y externas de la economía y que, en últimas, fueron la fuente de expansión del producto. Entre 2002 y 2008, el déficit fiscal consolidado se redujo de 3.2% a 0.9% del PIB y la deuda bruta descendió de 56% a 40% del PIB. El ajuste se caracterizó por la generación de cuantiosos excedentes financieros en el sector descentralizado, provenientes especialmente de la bonanza petrolera, y por la reducción del déficit de la administración central, que a comienzos de la década de los 2000 superó el 6% del PIB. desde el 2000 se aprobaron cuatro reformas tributarias que ajustaron principalmente los impuestos de renta, IVA y patrimonio, redefinieron el esquema de incentivos para estimular la inversión privada y fortalecieron los mecanismos de lucha contra la evasión. Por el lado de los gastos, en el año 2000 se aprobó una ley que le puso límites al gasto de funcionamiento de las entidades territoriales y en los años 2001 y 2007 se revisó el sistema de transferencias a las regiones para suavizar su impacto en las finanzas nacionales y establecer mejores condiciones para la elaboración de presupuestos. Dentro de las condiciones externas se debe resaltar el repunte en los precios externos de los alimentos y materias primas, particularmente del petróleo, al igual que el dinámico crecimiento de la economía mundial. Estos dos hechos permitieron que el valor de las exportaciones colombianas registrara un máximo histórico en 2008. Por su parte, el mejor ambiente para los negocios y la holgura financiera internacional, incentivaron la inversión extranjera tanto directa como en portafolios. El crecimiento de la economía colombiana se dio en un contexto de la revaluación del peso y de un moderado aumento en la inflación y en las tasas de interés. La expansión del producto y la revaluación, en particular, explican buena parte de la reducción del coeficiente de deuda pública. En 2004, por ejemplo, la deuda del gobierno nacional se redujo 4,5 puntos del PIB, de los cuales 3,6 puntos (el 80%) se explica por estos dos factores. El contexto macro y las reformas fiscales descritas, contribuyeron a ajustar el desequilibrio fiscal. Entre 2002 y 2008, la carga tributaria aumento 2,5 puntos del producto y las mejores cotizaciones externas del petróleo genero rentas adicionales al gobierno central cercanas a 1% del PIB. Al contabilizar los recursos cedidos por el Fondo de Estabilización del Petróleo a la nación, las rentas de la administración central aumentan a 1,5% del PIB en 2008. Por su parte, las regalías por extracción de petróleo que recibieron en los entes territoriales crecieron 0,5% del PIB durante estos años.