Está en la página 1de 5

Acercamiento a los impactos que afectan las áreas protegidas en Colombia

La conservación del patrimonio natural del segundo país más biodiverso del mundo (SIB ,
2020) inició con un ejercicio de ordenamiento del uso del suelo en el año 1959 con la Ley
2°, declarando siete zonas como reservas forestales y creando la figura de Parques
Nacionales Naturales (PNN) (Tacuma Martínez, 2020). Esta última, dio paso en el 2010 al
Sistema de Nacional de Áreas Protegidas – SINAP a través del Decreto 2372, propiciando
la planificación del manejo y aprovechamiento de los recursos naturales y, la creación del
Registro Único Nacional de Áreas Protegidas – RUNAP para inventariar y sistematizar
todas las áreas protegidas públicas nacionales, regionales y locales, más las iniciativas
privadas que voluntariamente quisieran ser parte del sistema.
Actualmente, el RUNAP está conformado por 1.250 áreas protegidas lo cual equivale al
15,16% del territorio nacional (Parques Nacionales Naturales de Colombia, 2020) y aunque
es la estrategia de conservación más efectiva hasta el momento, esta requiere de una
constante inversión de recursos humanos y económicos para viabilizar su permanencia.
Además, implica realizar un proceso de concienciación con las comunidades
afrodescendientes, indígenas y campesinas que habitan ancestralmente las áreas, con el
fin de llegar acuerdos, comprender su cultura y visión del territorio y, brindarles herramientas
que los empoderen respecto a las demandas del contexto. De esta manera, se pretende
evitar conflictos entre la conservación de la biodiversidad y el bienestar de las comunidades,
teniendo presente que las personas con hambre no conservan.
Dando por hecho la importancia de las áreas protegidas en el país, entendidas como “un
espacio geográfico claramente definido, reconocido, dedicado y gestionado, mediante
medios legales u otros, para lograr a largo plazo la conservación de la naturaleza con los
servicios de los ecosistemas asociados y los valores culturales” (Dudley, N, 2008), es
sustancial resaltar que estás albergan una muestra de los ecosistemas estratégicos del
país, ya que son los responsables de proveer dichos servicios asociados, es por esto, que
se espera que las áreas estén blindadas ante cualquier tipo de amenaza que genere
impactos negativos sobre las mismas y pongan en riesgo el equilibrio ecosistémico, la
consecuente pérdida de la biodiversidad y por ende, de los servicios ambientales. Sin
embargo, el supuesto no se cumple y las áreas protegidas están sometidas todo el tiempo
a dinámicas económicas y sociales tales como la minería (Pérez O. & Betancur V, 2016),
los cultivos de uso ilícito (Tacuma Martínez, 2020) y el turismo (Caviedes Rubio & Olaya
Amaya, 2017), que terminan generando impactos negativos en diferentes ámbitos,
especialmente en el ambiental.
La minería puntualmente, es la actividad de origen antrópico con mayor impacto ambiental
en los recursos naturales del país (Pérez O. & Betancur V, 2016) al generar un uso intensivo
de la tierra conllevando a una degradación significativa y casi permanente del suelo
(SERVINDI, 2004). Y más grave aún, cuando se realiza de manera ilegal, es común que
se presente en áreas protegidas o territorios étnicos, tal y como lo confirma Parques
Nacionales en el año 2010, reportando afectaciones por esta actividad en por lo menos
cinco PNN y un Santuario de Flora y Fauna (Oficio DG-GJU 008447, 2010). Así mismo, los
impactos transcienden las esferas sociales, dado que la salud de los pobladores y los
organismos que viven en zonas aledañas al sitio de explotación minera, se ven fuertemente
afectados debido a la contaminación de las fuentes hídricas, el suelo, el aire y el hábitat en
general, de ahí que consideren a la minería como un enemigo público para el ambiente. Por
lo anterior, es de vital importancia que el estado aparte de tener medidas para regular y
mitigar, controle y vigile los títulos mineros dados en áreas prohibidas por el marco legal
existente (ej. Páramos), es decir, está “exigiendo”, pero a su vez quebranta los
requerimientos ampliamente justificados y soportados por la ciencia (Pérez O. & Betancur
V, 2016).
Respecto a los cultivos de uso ilícito, estos generan cambios en la dinámica de los
territorios, las relaciones entre sus habitantes y de estos últimos con el entorno, generando
eventualmente, cambios drásticos e irreversibles en los ecosistemas (Tacuma Martínez,
2020) a causa de tres momentos cruciales: el primero es el ciclo de siembra con la
deforestación e incineración, que como lo mencionan Rubiano & Berrío (2016) “para
sembrar una hectárea de coca, los cultivadores tienen que destruir cuatro hectáreas de
selva húmeda y para sembrar una de amapola, deben deforestar 2,5 hectáreas de bosque
andino”; el segundo es la producción de la pasta de coca que requiere el uso de grandes
cantidades de cemento, soda cáustica, gasolina, ácido sulfúrico, carbonato de sodio,
permanganato de potasio y amoniaco (Mejía & Rico, 2010) que son vertidas a los suelos y
fuentes de hídricas; y el tercero es el método de erradicación con glifosato que al igual que
la minería impacta la salud humana (Camacho & Mejía, 2013) y los organismos vivos que
habitan los ecosistemas. Estos cultivos de uso ilícito, en especial el de la coca, están
ampliamente inmersos en las zonas de manejo especial como PNN, Resguardos Indígenas
y Consejos Comunitarios, que equivalían al 47% de las 169.000 hectáreas afectadas en el
año 2018 (Oficina de las Naciones Unidas contra la Delito, 2019), por lo tanto, es notable la
presión a la están sometidos estos territorios biodiversos y la preferencia que tienen por los
mismos, quizás por la lejanía a la que están de los centros urbanos.
Finalmente, el impacto del turismo como hito controversial respecto a los pros y los contras
y, su incidencia en materia social, ambiental y económica, conlleva a valorar en primera
instancia de manera positiva el turismo. Esto se da, porque supone la reafirmación de
valores, resignificación cultural, mejora del bienestar de los locales por el acceso a servicios
(Caviedes Rubio & Olaya Amaya, 2017) y el beneficio económico como ingreso
complementario, proveniente de la prestación de servicios de guianza, transporte,
alimentación, exposiciones culturales, por mencionar algunos; propiciando además,
experiencias exitosas en las cuales logran comercializar marcas de origen e incentivan
mecanismos de comercio justo (Solórzano, 2016). Aunque, lo anterior se torna negativo
cuando factores como el nivel de educación (ej. hablar otro idioma) o la lejanía de los
mercados locales, ocasiona con frecuencia la venta de los productos o servicios a través
de un intermediario (Solórzano, 2016). De igual manera, el turismo puede afectar la unidad
familiar por la entrada de fenómenos como drogadicción, la criminalidad, la prostitución, el
utilitarismo de las minorías étnicas y la pérdida de la propiedad intelectual del conocimiento
ancestral (Caviedes Rubio & Olaya Amaya, 2017).
Respecto al medio ambiente en la actividad turística, existen múltiples impactos sutiles,
pero de gran efecto dada la frecuencia y constancia de los mismos, entre los cuales se
pueden destacar la superación de la capacidad de carga de los ecosistemas, generación
excesiva de residuos sólidos, contaminación auditiva e hídrica, aumento de la demanda de
agua dulce, cambios en la dinámica de la fauna e, introducción (amenaza por especies
invasoras) o extracción de especies de fauna y flora. Todos estos impactos, se podrían
fraccionar, pero harían la lista muy extensa y solo reforzarían el evidentemente riesgo al
que están sometidas las áreas de manejo especial. Posiblemente, dicha situación se
presente porque ninguna área protegida presta los servicios acorde a la Resolución 531 de
2013, en la que se definen las directrices para planificar el ecoturismo con calidad (Caviedes
Rubio & Olaya Amaya, 2017) y que sugiere eficiencia energética, consumo razonable de
agua, minimización de residuos, generación de ingresos locales e integración de las
comunidades locales (propiciar su empoderamiento). Inclusive, propone el impulso de
procesos alternativos como los cultivos libres de agroquímicos, restauración de cuencas,
conformación de RNSC, explotaciones sostenibles de productos locales no tradicionales,
ya que sirven como alternativas para la mitigación y adaptación al cambio climático (Báez
& Acuña, 2003).
No obstante, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo promueve el ecoturismo en las
áreas protegidas como atractivo natural especial y enmarca la idea dentro de los
parámetros de desarrollo sostenible, es por esto que Martinez, Toro, & León en el año en
curso, propusieron la realización de evaluaciones del impacto ambiental (EIA) en algunos
PNN, ya que no se conocía a ciencia cierta el grado de alteración de las áreas y aún más
con la finalización del conflicto armado, el cual propicia la entrada a sitios inexplorados
debido a que antes eran inaccesibles y, como era de esperarse reafirmaron deficiencias en
la infraestructura de los servicios públicos de los municipios aledaños, situación que se
debe a las debilidades en la gestión de las instituciones públicas como alcaldías,
autoridades ambientales y entes de control (Martinez Bernaí, Caro, Toro Calderón, & León
González , 2020)
La expuesto anteriormente, es una muestra de algunos de los impactos que están
afectando las áreas protegidas de Colombia y, aunque es notable su relación con las
posibilidades económicas que le ofrecen a las comunidades relacionadas con dichas áreas,
es vital la diversificación de la economía implementando otros sistemas de producción con
buenas prácticas en miras al desarrollo sostenible pero sin dejar de lado la conservación
del patrimonio natural (Pérez O. & Betancur V, 2016) (Solórzano, 2016). También es
importante dar un tratamiento diferencial a estas zonas, desde el punto de vista de
conservación de los recursos naturales del país y el trabajo con las comunidades que han
sido afectadas por agentes contaminantes de diferente índole y que se recrudece con el
abandono del estado (Tacuma Martínez, 2020) dadas sus condiciones de vulnerabilidad.
Por último, el medio ambiente debería ser tomado como un sujeto de reparación de
derechos dentro de las políticas territoriales del gobierno, ya que es necesario replantear la
lucha contra las drogas y hacer la gestión del riesgo ecológico, económico, social y cultural
a todas las decisiones encaminadas a generar un ambiente de paz (Wilches, 2016)
(Tacuma Martínez, 2020).
Bibliografía

Báez , A., & Acuña, A. (2003). Guía para las mejores prácticas de ecoturismo en áreas protegidas.
Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.

Camacho, A., & Mejía, D. (octubre de 2013). Consecuencias de la aspersión aérea en la salud:
evidencia desde el caso colombiano.

Caviedes Rubio, D. I., & Olaya Amaya, A. (2017). Ecoturismo en áreas protegidas de Colombia:
una revisión de impactos ambientales con énfasis en las normas de sostenibilidad
ambiental. Universidad de Caldas.

Dudley, N. (2008). Guidelines for Applying Protected Area Management Categories. International
Union for Conservation of Nature (IUCN), Gland, Switzerland.

Martinez Bernaí, L. F., Caro, A. L., Toro Calderón, J., & León González , C. J. (2020). EL TURISMO
EN EL POSCONFLICTO COLOMBIANO. Impactos ambientales y aportes al desarrollo
local en los parques naturales de alta montaña. Estudios y Perspectivas en Turismo - 30°
Aniversario, 29, 1028 - 1056.

Mejía, D., & Rico, D. (2010). La microeconomía de la producción y tráfico de cocaína en Colombia.
Obtenido de Documentos CEDE 007293, Universidad de los Andes:
https://economia.uniandes.edu.co/components/com_booklibrary/ebooks/dcede2010-19.pdf

Oficina de las Naciones Unidas contra la Delito. (2019). Monitoreo de territorios afectados por
cultivos ilícitos 2018. Obtenido de https://www.unodc.org/documents/crop-
monitoring/Colombia/Censo_cultivos_coca_2018.pdf

Oficio DG-GJU 008447. (23 de septiembre de 2010). Parques Nacionales Naturales de Colombia,
Colombia. Obtenido de Se puede consultar en el archivo de la Defensoría Delegada para
los Derechos Colectivos y del Ambiente

Pérez O., M., & Betancur V, A. (2016). Impactos ocasionados por el desarrollo de la actividad
minera al entorno natural y situación actual de Colombia. Sociedad y Ambiente, 10, 95 -
112.

Rubiano, S., & Berrío, J. (2016). ¿La pipa de la paz? los derechos humanos, el medio ambiente y
la reforma de las políticas sobre drogas en el (pos) conflicto colombiano. Obtenido de
Perspectivas jurídicas para la Paz. Universidad de los Andes:
https://www.researchgate.net/publication/306262455_La_pipa_de_la_paz_Los_derechos_h
umanos_el_medio_ambiente_y_la_reforma_a_las_politicas_sobre_drogas_en_el_posconfli
cto_colombiano

SERVINDI. (2004). “La minería y sus impactos”. Obtenido de Servicio de información indígena:
https://es.scribd.com/doc/219554197/Serv-57-Mineria

SIB . (22 de noviembre de 2020). Sistema de Información sobre la Biosiversidad de Colombia.


Obtenido de Biosiversidad en cifras: https://cifras.biodiversidad.co/

Solórzano, J. (16 de junio de 2016). Los impactos, costos y beneficios de las áreas protegidas en
las poblaciones locales.

Tacuma Martínez, D. V. (2020). Los impactos ambientales de los cultivos ilícitos en las áreas
naturales protegidas en Colombia: problemáticas y soluciones. Obtenido de
https://repository.ucatolica.edu.co/bitstream/10983/24916/1/Art%C3%ADculo%20resultado
%20de%20investigaci%C3%B3n.pdf

También podría gustarte