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2 Cor.

5:1-4: “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo,


se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna,
en los cielos.

. La palabra griega traducida como “nuevo” en este versículo es kainos, que, a diferencia


del griego neo (“nuevo” en términos de edad), se refiere más bien a un estado de lozanía.
Ya sea que la tierra sea consumida por completo o su superficie sea derretida y
purificada, el resultado final será un “nuevo” planeta (pero con el mismo nombre) con
“nuevos” cielos renovados y restaurados por Dios.

La transformación será algo así como un cambio de ropa: “Desde el principio tú


fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú
permanecerás; y todos ellos como una vestidura se envejecerán; como un vestido
los mudarás, y serán mudados” (Salmos 102:25-26).

“Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está
en el cielo” (Juan 3:13, 

David, el rey de Israel, “no subió a los cielos”(Hechos 2:29, 34).

Juan 14:1-4No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.

En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera
dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.

Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo,
para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.

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