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SEMINARIO 4

1) El 10 de diciembre de 1983, representantes elegidos democráticamente ocuparon


los poderes ejecutivo y legislativo. Ese día fue la primera vez en la historia de
Argentina, fue un largo período de democracia que se prolongó hasta 2020. El
proceso de transición de Argentina a la democracia es recordado por su interrupción
de la dictadura (1976-1983), especialmente por la investigación y el enjuiciamiento
de los comandantes militares, quienes son los principales responsables de las
violaciones de derechos humanos cometidas durante la guerra. . dictadura. En el
contexto latinoamericano, tales juicios, la disolución del régimen anterior y la no
negociación de las condiciones de impunidad de los militares son considerados un
ejemplo de justicia transicional.

En efecto, la transición argentina tiene algunos elementos básicos que permiten la


transición por el colapso del régimen militar y la impunidad del enclave del poder de
las fuerzas armadas y / o la no negociación de condiciones de nombramiento
permanente.

Los científicos sociales que analizaron este proceso desde una perspectiva de
derechos humanos enfatizaron que antes del fin del régimen, la rápida atmósfera
anti-dictadura estaba fuertemente enfocada en el rechazo masivo del crimen y el
terrorismo de estado3. En el mismo sentido, la voluntad política de Raúl Alfonsín
(Raúl Alfonsín), presidente electo de la Liga de Ciudadanos Radicales (UCR) en 1983,
es recordada como la necesidad de investigar y perseguir los delitos militares, lo que
es importante para la reconstrucción moral de la nueva democracia. base.

2) Desde el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, la estructura económica


argentina ha experimentado profundos cambios, y finalmente ha conformado una
apertura externa, comercial y de capitales irrestricta y una disciplina social basada en
la acumulación de ingresos y finanzas. Las dictaduras militares se propusieron
reconstruir la hegemonía del mercado en la asignación de recursos, restringir la
participación del Estado y abrir la competencia con productos extranjeros y
nacionales, incluso si eso significa sacrificar la industria local. En la primera fase, de
1976 a 1978, se implementó un plan de ajuste ortodoxo que incluyó devaluación,
liberalización de precios, congelamiento de salarios, facilitación de importaciones y
cese de la promoción de exportaciones industriales. En este sentido, las reformas
financieras de 1977 fueron cruciales, que colocaron al sector financiero en una
posición hegemónica en la absorción y asignación de recursos. El nuevo sistema de
instituciones financieras inició su proceso de desarrollo y su parte norte apuntaba
hacia la liberalización del mercado interno y la mayor conexión con el mercado
mundial.

El terrorismo de Estado impidió cualquier resistencia social a la transformación


gradual de la economía. Las élites agrícolas, los grandes grupos económicos y
financieros locales y los intermediarios financieros y comerciales internacionales son
los beneficiarios directos y a largo plazo de estas políticas.
El impacto de estos cambios y la profundización de su legislación durante la era de
Menem generó financiamiento especulativo más que ventajas productivas en el
ámbito local, en consonancia con la necesidad de los países centrales y las
grandes empresas de obtener excedentes de liquidez y obtener mayores retornos
aprovechando las siguientes ventajas: local y La diferencia entre las tasas de interés
internacionales.

Juicio a las Juntas

Uno de sus primeros actos, apenas cinco días después de asumir, fue firmar los decretos
157/83 y 158/83, en los que se ordenaba el enjuiciamiento a los miembros de las tres juntas
militares que tomaron el poder el 24 de marzo de 1976, y a los dirigentes de las organizaciones
armadas ERP y Montoneros. El mismo 15 de diciembre, Alfonsín envió al Congreso un proyecto
de ley que declarara nula la ley de autoamnistía (Nº 22.924) dictada por la dictadura cívico
militar. Una semana después, este se convirtió en la Ley Nº 23.040, la primera de la nueva
etapa democrática. El Juicio a las Juntas se desarrolló entre el 22 de abril y el 14 de agosto de
1985 .

Creación de la CONADEP

El mismo 15 de diciembre Alfonsín creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de


Personas (CONADEP), presidida por Ernesto Sabato e intregrada por personalidades como
René Favaloro, Marshall Meyer, Magdalena Ruiz Guiñazú, Graciela Fernández Meijide, entre
otras. Este organismo tenía como misión relevar, documentar y registrar casos y pruebas de
violaciones a los derechos humanos para fundar el juicio a las juntas militares. El 20 de
septiembre de 1984 la CONADEP presentó su trabajo, el informe titulado Nunca Más. La
entrega de este material, que recopilaba y probaba cerca de 9.000 casos de desaparición
forzada de personas, al presidente Alfonsín fue presenciada por 70.000 personas.

Plan Austral

En lo relativo a la economía, las recetas neoliberales aplicadas por la dictadura cívico militar
habían complicado gravemente la situación del país. Con la esperanza de revertir esto, en
febrero de 1985 Alfonsín nombró a Juan Vital Sourrouille como ministro de Economía. Buscaba
implementar una política económica que atacara la inflación. El 14 de junio, Alfonsín y
Sourrouille anunciaron la puesta en marcha del Plan Austral, un proceso por el que se creaba
una nueva moneda, el Austral, se congelaban todos los precios de la economía y se establecía
un mecanismo de desagio por el cual se deflactaba los precios quitándoles la inflación que
llevaban implícitamente calculada. El Plan Austral se basaba en la idea de que, en una
economía de alta inflación durante varias décadas, el único modo de lograr la estabilidad era
frenando lo que llamaban “inflación inercial”, es decir, la anticipación de la inflación por parte
de los operadores económicos, para después atacar las causas estructurales.

Tratado de Paz y Amistad con Chile

Otro de los puntos destacables en materia de política internacional fue el Tratado de Paz y
Amistad firmado entre Argentina y Chile en 1984, con el que se fijó el límite entre los dos
países desde el canal Beagle hasta el pasaje de Drake al sur del cabo de Hornos. Esto resolvió la
disputa por las islas por la que las dos naciones habían estado al borde del conflicto armado en
diciembre de 1977. Para Alfonsín garantizar la paz con Chile había sido una cuestión prioritaria
desde el momento de su asunción. La persistencia del conflicto era un factor de
fortalecimiento del militarismo y, por lo tanto, una amenaza inmediata a la reciente
democracia argentina. Alfonsín consideró necesario entonces cerrar el conflicto aceptando la
propuesta de la Santa Sede, que oficiaba como mediadora. Como primera medida, el
presidente radical firmó en la Ciudad del Vaticano, el 23 de enero de 1984, una Declaración
Conjunta de Paz y Amistad en la que los dos países se comprometían a alcanzar una solución
“justa y honorable” para el conflicto, “siempre y exclusivamente por medios pacíficos”.

Ley de divorcio

Dentro de sus políticas sociales, uno de los principales aportes a la modernización de la


legislación fue la Ley de Divorcio Vincular, sancionada el 3 de junio de 1987 en medio de un
tenso debate nacional y con la clara oposición de la Iglesia y de los sectores más conservadores
de la sociedad. En 1984 Argentina era uno de los pocos países del mundo en el que no existía
el derecho al divorcio; en ese momento existían 3.000.000 de personas, un 10 % de la
población, separadas de hecho e inhabilitadas para volver a casarse legalmente. La Ley de
Divorcio fue considerada por muchos como una nueva libertad.

3) La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) fue una comisión


creada por el presidente de la Argentina Raúl Alfonsín el 15 de diciembre de 1983 con
el objetivo de investigar las reiteradas y planificadas violaciones a los derechos
humanos ocurridas durante el período del terrorismo de Estado en Argentina en las
décadas de 1970 y 1980, llevadas a cabo por la dictadura militar denominada Proceso
de Reorganización Nacional. No fue instituida para juzgar, sino para indagar sobre la
suerte corrida por los desaparecidos. La comisión recibió varios miles de declaraciones
y testimonios, y verificó la existencia de cientos de lugares clandestinos de detención
en todo el país.

A fin de investigar estos crímenes, Raúl Alfonsín ―a solo cinco días de su asunción― decretó el
juzgamiento de las Juntas Militares y a las organizaciones guerrilleras. Para complementar esta
investigación, envió varios proyectos a fin de reformar la Justicia Militar2 y creó la Conadep
(Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas). La comisión debía investigar y
organizar las pruebas que presentaría el Estado en el juicio.3

Serán funciones específicas y taxativas de la Comisión las siguientes:

a) Recibir denuncias y pruebas sobre aquellos hechos y remitirlas inmediatamente a la justicia


si ellas están relacionadas con la presunta comisión de delitos

b) Averiguar el destino o paradero de las personas desaparecidas, como así también toda otra
circunstancia relacionada con su localización.

c) Determinar la ubicación de niños sustraídos a la tutela de sus padres o guardadores a raíz de


acciones emprendidas con el motivo alegado de reprimir al terrorismo, y dar intervención en
su caso a los organismos y tribunales de protección de menores.

d) Denunciar a la justicia cualquier intento de ocultamiento, sustracción o destrucción de


elementos probatorios relacionados con los hechos que se pretende esclarecer.

e) Emitir un informe final, con una explicación detallada de los hechos investigados, a los
ciento ochenta (180) días a partir de su constitución.
Se conoce como Juicio a las Juntas al proceso judicial realizado por la justicia civil en la
Argentina en 1985 por decreto del presidente Raúl Ricardo Alfonsín (1983-1989) sobre los
integrantes de las tres primeras Juntas Militares de la dictadura autodenominada Proceso de
Reorganización Nacional (1976-1983), debido a sus graves y masivas violaciones de derechos
humanos.

4) El Plan Austral fue un programa argentino de estabilización monetaria que se ejecutó


durante el gobierno de Raúl Alfonsín por su segundo ministro de economía, Juan Vital
Sourrouille, por el cual se cambió la denominación monetaria (de "Peso Argentino" al
"Austral").

El programa, iniciado en junio de 1985, fue del tipo "política de shock" y logró contener la
inflación rápidamente sin frenar el crecimiento económico. El programa terminó en los hechos
cuando hacia 1988 un rebrote inflacionario forzó a crear un nuevo programa, conocido como
"Plan Primavera", que no lograría evitar la Hiperinflación argentina de 1989 y 1990, que
terminaría en la renuncia de Alfonsín y en una transición adelantada al presidente electo
Carlos Menem.

El Proceso de Reorganización Nacionala (PRN)1 2 o simplemente el «Proceso»b fue una


dictadura cívico-militar que gobernó a la República Argentina entre el golpe de Estado del 24
de marzo de 1976 y la entrega incondicional del poder a un gobierno constitucional el 10 de
diciembre de 1983. Adoptó la forma de un Estado burocrático-autoritario y se caracterizó por
la continuacion un "plan sistemático" de terrorismo de Estado y desaparición de personas
iniciado durante el mandato constitucional de María Estela Martínez de Perón, a partir del
llamado "Decreto de aniquilamiento" del año 1975.c 5

Se inició con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 ejecutado por las Fuerzas Armadas. El
golpe derrocó a todas las autoridades constitucionales, nacionales y provinciales, incluyendo a
la presidenta María Estela Martínez, imponiendo en su lugar una Junta Militar integrada por
los tres comandantes de las FF. AA., que dictó varias normas de jerarquía supraconstitucional y
nombró a un funcionario militar con la suma de los poderes ejecutivo y legislativo, de la Nación
y las provincias, que recibió el título de "presidente", y cinco funcionarios civiles que ocuparon
la Corte Suprema.

Los objetivos declarados del Proceso de Reorganización Nacional fueron combatir la


"corrupción", la "demagogia" y la "subversión", y ubicar a la Argentina en el "mundo occidental
y cristiano"

5) orría el año 1987. La joven democracia recuperada en las urnas, titularizada por el
Presidente Raúl Alfonsín, se veía amenazada por un grupo de militares que,conocidos
como los carapintadas y liderados por Aldo Rico, se sublevaron frente al orden
institucional restablecido.

En la Semana Santa de ese año, el Mayor Ernesto Barreiro desobedeció un requerimiento de


la Cámara Federal de Córdoba para comparecer por violación de derechos humanos y se
refugió en una unidad militar junto a sus sublevados. A este acuartelamiento se sumaron otros
uniformados y civiles vinculados a la dictadura, para exigir la "solución política a los juicios
militares", un eufemismo que significaba indultos y amnistías para los incursos en delitos de
lesa humanidad.
El Presidente, que se encontraba en Chascomús, se instaló en a Casa de Gobierno y decidió el
curso de acción al tomar tres decisiones fundamentales: no entablar negociaciones de ningún
tipo con los rebeldes; convocar al diálogo a los actores políticos relevantes - partidos con
representación parlamentaria y dirigentes empresarios y sindicales - y llamar a la
responsabilidad social colectiva de los ciudadanos para que formaran parte activa de la
defensa de la democracia.

Alfonsín tenía una firme convicción: no podía haber derramamiento de sangre para lo cual
desarrolló una estrategia de presión permanente, evitando que el levantamiento se
expandiera.

Ante la compleja situación, el domingo de Pascuas, el Presidente decidió trasladarse


personalmente a Campo de Mayo, que se había convertido en el epicentro de la tensión. En
esa circunstancia varios dirigentes de distintas fuerzas políticas, entre otros Antonio Cafiero y
Oscar Alende, nos desplazamos hacia la Escuela de Infantería donde la situación era
extremadamente tensa porque se trataba de una unidad militar que, del lado de adentro y a la
vista de todos, había oficiales uniformados, fuertemente armados, con la cara pintada y, del
lado de afuera de la tranquera, una multitud civil que pretendía avanzar para exigir a los
carapintadas que se rindieran.

Allí, frente al Presidente, Rico depuso -junto al resto de los oficiales amotinados- su actitud
sediciosa y el Presidente Alfonsín pudo volver a la Casa Rosada y, frente a esa plaza
multitudinaria, pronuncio la recordada frase "La casa está en orden. Compatriotas, felices
Pascuas" y ,no menos importante, "y no hay sangre en la Argentina".

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