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Son aquellos delitos que tienen procedimientos o fines en los medios tecnológicos, en un
ámbito más grande, son delitos de alta tecnología. Estos implican conductas delictivas y
antisociales que se efectúan a través de medios electrónicos con el fin causar un daño físico,
psicológico, moral y/o económico a la víctima o dañar equipos, redes informáticas y/o
componentes de sistemas de información.
República Dominicana, después de Brasil, es el segundo país de toda América Latina que
alberga la mayor cantidad de reglas maliciosas en los sitios web para cometer crímenes
cibernéticos, según un informe publicado “Panorama viral de América Latina en 2011 y
los pronósticos para 2012”. La mayor proporción de víctimas reside en México (33%) y
Brasil (28%), mientras que en República Dominicana, es solo un 1%. Esto es una
evidencia que el país es usado como puente para afectar a otras naciones.
Este problema es muy grave, las autoridades han creado leyes en busca de preservar las
sociedades, departamentos que se encarguen de proteger los crímenes cibernéticos. En la
actualidad se cuenta con convenios, legislaciones, cooperación internacional, la ley 53-07
que se encarga de los delitos crímenes de alta tecnología que son varios como el Artículo
30 cito: «Creación y Composición de la Comisión Interinstitucional contra Crímenes y
Delitos de Alta Tecnología (CICDAT). Se crea la Comisión Interinstitucional contra
Crímenes y Delitos de Alta Tecnología, la cual estará compuesta por un representante de
las siguientes entidades: a) La Procuraduría General de la República; b) La Secretaría de
Estado de las Fuerzas Armadas; c) La Secretaría de Estado de Interior y Policía; d) La
Policía Nacional; e) La Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD); f) El
Departamento Nacional de Investigaciones (DNI); g) El Instituto Dominicano de las
Telecomunicaciones (INDOTEL); h) La Superintendencia de Bancos de la República
Dominicana; i) El Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (CONANI); y, j) El
Instituto Tecnológico de las Américas (ITLA)». Fin de la cita.
INTELECTUAL.
La Ley 20-00 sobre Propiedad Industrial y su reglamento de aplicación, así como la Ley
424-06, que implementa el Tratado de Libre Comercio entre la República Dominicana,
América Central y los Estados Unidos de América (DR-CAFTA), rigen lo relativo a las
invenciones, modelos de utilidad, diseños industriales, marcas, nombres comerciales,
rótulos, emblemas, indicaciones geográficas e denominaciones de origen en la República
Dominicana.
La Ley 65-00 sobre Derecho de Autor y su reglamento de aplicación, así como la Ley 424-
06 antes señalada, protegen los derechos de los autores, al igual que los derechos afines de
los artistas intérpretes o ejecutantes, productores de fonogramas y organismos de
radiodifusión.
Según la Ley 20-00, constituye una invención cualquier idea novedosa, creación del
intelecto humano, que sea capaz de ser aplicada en la industria y que no se encuentre en el
estado actual de la técnica. La invención puede referirse a un producto o a un
procedimiento. La invención que cumpla con estos requisitos puede ser patentada por el
inventor en la ONAPI, con lo cual se le reconoce el derecho exclusivo para explotarla
durante un plazo determinado.
Es un tratado que busca la creación de una zona de libre comercio entre los países
firmantes. Hace permanente los beneficios para el 80% de productos centroamericanos que
brinda la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC), abarcando un volumen comercial de
treinta mil millones de dólares.1 Está compuesto por veintidós capítulos, divididos cada
uno en artículos.
El tratado no entra en contravención con acuerdos regionales previos, por lo que el proceso
de integración centroamericano no se ve afectado. Sin embargo, cualquier medida que
como región se adopte deberá estar sujeta a las disposiciones del TLC, lo cual sitúa al
tratado por encima de las nuevas disposiciones regionales en materia de integración.2
Se basa en las reuniones periódicas de los Estados miembros, en las que se realizan
negociaciones tendientes a la reducción de aranceles, según el principio de reciprocidad.
Las negociaciones se hacen miembro a miembro y producto a producto, mediante la
presentación de peticiones acompañadas de las correspond ientes ofertas.
En la década de 1930, la cantidad de negociaciones bilaterales bajo esta acta estaba limitada
y consecuentemente hizo poco para expandir el comercio mundial. En los 40, trabajando
con el gobierno británico, Estados Unidos desarrolló dos innovaciones para expandir y
regular el comercio entre naciones: el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y
Comercio (GATT) y la Organización Internacional del Comercio (OIC). El GATT fue
temporalmente un acuerdo multilateral diseñado para proveer un marco regulatorio y un
fórum para negociar reducciones arancelarias al comercio entre naciones.
El Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio fue firmado inicialmente por
24 países: Australia, Bélgica, Birmania (ahora Myanmar), Brasil, Canadá, Ceilán (ahora
Sri Lanka), Chile, China, Checoslovaquia, Cuba, Estados Unidos, Francia, India, Líbano,
Luxemburgo, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Pakistán, Reino Unido, Rodesia del
Sur (ahora Zimbabue), Siria y Sudáfrica.
La Convención de Berna requiere que sus partes traten los derechos de autor de las obras
de autores de otras partes de la convención (conocidos como miembros de la Unión de
Berna ) al menos, así como los de sus propios ciudadanos. Por ejemplo, la ley de derechos
de autor francesa se aplica a todo lo publicado o realizado en Francia, independientemente
de dónde se creó originalmente.
Sin embargo, Moberg v Leygues (una decisión de 2009 de un Tribunal de Distrito Federal
de Delaware) sostuvo que se supone que las protecciones de la Convención de Berna son
esencialmente "sin fricción", lo que significa que no se pueden imponer requisitos de
registro en un trabajo de un país miembro diferente de Berna. Esto significa que los países
miembros de Berna pueden exigir que las obras originarias de su propio país estén
registradas y / o depositadas, pero no pueden exigir estas formalidades de obras de otros
países miembros de Berna. 3
Las obras literarias y artísticas de autores de los países de la Unión, o publicadas por
primera vez en uno de dichos países, podrán recibir en cada uno de los demás estados
contratantes la misma protección que estos otorgan a las obras de sus propios ciudadanos.
En cuanto a las obras, la protección debe incluir todas las producciones en el dominio
literario, científico y de artes plásticas, cualquiera que pueda ser su modalidad o forma de
expresión (artículo 2). Los siguientes derechos figuran entre los que deben ser reconocidos
como derechos exclusivos de autorización: los derechos de traducir, de hacer adaptaciones
y arreglos de la obra; de interpretar en público obras dramáticas, dramático-musicales y
musicales; de recitar en público obras literarias; de comunicar al público la interpretación
de esos trabajos; de difundirlos; de reproducirlos en cualquier modalidad o forma; de usar
las obras como base para un trabajo audiovisual; y de reproducir, distribuir, interpretar en
público o comunicar al público esa obra audiovisual.
Por Obras literarias y artísticas se entienden todas las producciones en el campo literario,
científico y artístico, cualquiera que sea el modo o forma de expresión, tales como los
libros, folletos y otros escritos; las conferencias, alocuciones, sermones y otras obras de la
misma naturaleza; las obras dramáticas o dramático-musicales; las obras coreográficas y
las pantomimas; las composiciones musicales con o sin letra; las obras cinematográficas, a
las cuales se asimilan las obras expresadas por procedimiento análogo a la cinematografía;
las obras de dibujo, pintura, arquitectura, escultura, grabado, litografía; las obras
fotográficas a las cuales se asimilan las expresadas por procedimiento análogo a la
fotografía; las obras de artes aplicadas; las ilustraciones, mapas, planos, croquis y obras
plásticas relativos a la geografía, a la topografía, a la arquitectura o a las ciencias.
INTELECTUAL.
3) En el Convenio se establecen además algunas normas comunes a las que deben atenerse
todos los Estados Contratantes. Las más importantes son las siguientes:
a) En relación con las patentes: Las patentes concedidas en los diferentes Estados
Contratantes para la misma invención son independientes entre sí: la concesión de la
patente en un Estado Contratante no obliga a los demás a conceder otra patente; la patente
no podrá ser denegada, anulada, ni considerada caducada en un Estado Contratante por el
hecho de haber sido denegada o anulada o haber caducado en otro.
No se podrá denegar la concesión de una patente, y la patente no podrá ser invalidada por
el hecho de que la venta del producto patentado o el producto obtenido por un
procedimiento patentado estén sujetos a restricciones o limitaciones previstas en la
legislación nacional.
El Estado Contratante que tome medidas legislativas que prevean la concesión de licencias
obligatorias para evitar los abusos que podrían derivarse del ejercicio de los derechos
exclusivos conferidos por la patente podrá hacerlo únicamente en determinadas
condiciones. Sólo se podrá conceder la licencia obligatoria (licencia que no concede el
propietario de la patente, sino el órgano competente del Estado de que se trate), atendiendo
a la falta de explotación industrial o explotación insuficiente de la invención patentada,
cuando la solicitud haya sido presentada después de tres años contados desde la concesión
de la patente o después de cuatro años contados desde la fecha de presentación de la
solicitud de patente. Además, la solicitud habrá de ser rechazada si el titular de la patente
justifica su inacción con motivos legítimos. Además, la caducidad de la patente no podrá
ser prevista sino para el caso en que la concesión de licencia obligatoria no hubiera bastado
para impedir el abuso
b) En relación con las marcas: El Convenio de París no fija las condiciones de presentación
y registro de las marcas, que se rigen por el derecho interno de los Estados Contratantes.
En consecuencia, no se podrá rechazar la solicitud de registro de una marca presentada por
un ciudadano de un Estado Contratante, ni se podrá invalidar el registro, por el hecho de
que no hubiera sido presentada, registrada o renovada en el país de origen. Una vez
obtenido el registro de la marca en el Estado Contratante, la marca se
considera independiente de las marcas que, en su caso, se hayan registrado en otro país,
incluido el propio país de origen; por consiguiente, la caducidad o anulación del registro
de la marca en un Estado Contratante no afecta a la validez de los registros en los demás
Estados Contratantes.
Cuando la marca ha sido debidamente registrada en el país de origen, tiene que ser admitida
para su depósito y protegida en su forma original en los demás Estados Contratantes,
cuando así se solicita. No obstante, se podrá denegar el registro en supuestos debidamente
establecidos, como cuando la marca afecta a derechos adquiridos por terceros, cuando está
desprovista de todo carácter distintivo o es contraria a la moral o al orden público o de
naturaleza tal que pueda engañar al público.