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Extremo centro

4 dic. 2020 - 10:00 p. m.Por: Juan David Ochoa


En el reciente sainete del presidente extraviado, y en otro más de sus acostumbrados
recursos de distracción, ha dicho que ante los ataques de la extrema izquierda y la extrema
derecha ha redefinido su posición, y dice pertenecer ahora al extremo centro del espectro
político. Nadie sabe bien qué quiso decir en esa nueva ambigüedad de sus alocuciones
perdidas y atronadas. Nadie entiende muy bien la nueva apuesta lingüística de su retórica
de político misterioso que acude ahora al juego de las paradojas para hacerse entender,
después del constante desastre de sus acciones y sus palabras. Lo que parece significar su
nueva apuesta mediática es el inicio de la carrera presidencial de su partido a un año y
medio de las elecciones presidenciales, acudiendo ahora a una definición desesperada y
cosméticamente distante de una polarización que ellos mismos socavaron entre la burla a
los muertos y a los damnificados de sus propias políticas bancarias. Saben que no tendrán
nuevos argumentos de distracción para engañar en una nueva campaña de exigencias
temáticas, y saben muy bien que ante los postulados de una izquierda racional que empieza
a aparecer con la validez de todos los contextos visibles no podrán acercarse nuevamente al
poder. Están perdidos. Por eso acuden al juego de la moderación, justo ahora que todo arde
y no pueden hacer nada para extinguir el escándalo de todos los incendios. Les temen a los
rostros que siguen apareciendo como fórmulas posibles y alternas, con banderas distantes a
los principios de esa nación parroquial que tanto manosearon para sus efectos. Le temen al
progresismo y a la tolerancia de las leyes a favor de las minorías que les fastidian, a la
votación masiva de esas nuevas generaciones que ya no pueden controlar desde sus canales
tradicionales de propaganda, a las evidencias cada vez mas escandalosas de sus excesos, al
desborde de todas las plataformas que los dejan en flagrancia y sin posibilidad de
manipulación. Por eso tienen que insistir ahora, ridículamente, que pertenecen a ese
espectro cándido de un centro matizado y liberado de emociones y resentimientos, aunque a
la cárcel sigan yendo todos sus aliados y colaboradores por delincuentes y corruptos.

Por esos pasillos pasó recientemente, con sus gestos patéticos de confundido y extrañado, el
senador Eduardo Pulgar con una estela de delitos imposibles de maquillar para el sistema
que los encubre mientras sean manejables los niveles de la hediondez; fue el mismo aliado
del establecimiento corrupto que sobornaba jueces favorecer a sus patrocinadores, esa vieja
patraña que les ha permitido sostenerse en el poder desde siempre y contra todas las
pruebas, hasta que el descaro los termina de hundir en la podredumbre de las evidencias.
Por todo ese fango y ese incendio que ahora no pueden ocultar, y por el mismo desborde de
sus políticas atroces, intentan camuflarse en otra mentira más, para apostarle a una nueva
reelección y al sostenimiento de sus intereses pactados. No pueden perderlos ahora, después
de tantos pactos y compromisos. Si tienen que intensificar la burla, aunque sea criminal, lo
seguirán haciendo. Si tienen que seguir mintiendo hasta la última posibilidad del absurdo,
lo harán sin pudor y sin vergüenza. Para eso estará siempre allí el presidente que, sin rubor,
seguirá sonriendo mientras inventa fabulas de espanto sobre muertos y desastres,
burlándose de todos.

https://www.elespectador.com/opinion/extremo-centro/

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