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ALGUNOS ASPECTOS SOBRE LA RECEPCIÓN DE DESECHOS DE

MATERIAL DE BIOSEGURIDAD EN LOS RELLENOS SANIATRIOS


DEL ESTADO CARABOBO.

José A Castellanos L
Universidad de Carabobo, Valencia. Venezuela
alxcastellanos@hotmail.com

RESUMEN
Esta investigación está orientada en la discusión de las políticas públicas
aplicadas al proceso de disposición final de desechos sólidos de origen doméstico,
comercial e industrial de naturaleza no tóxica ni peligrosa en Venezuela, de
acuerdo al Plan Intersectorial de Preparación y Atención Covid-19. Por cuanto a
partir del 13 de marzo de 2020 el gobierno nacional decretó un Estado de
Alarma(1) que le ha permitido la toma de medidas extraordinarias para la gestión
que el caso amerita. Sin embargo los sitios de disposición final, administrados por
competencia directa de las gobernaciones de estado, con autorización del
Ministerio de Ecosocialismo. No ha dispuesto ningún protocolo que obligue al
cumplimiento de las normativas relativas a la recepción de material de material de
bioseguridad desechado.
El tema reviste interés ya que involucra la participación ciudadana en la
gestión ambiental urbana lo que constituye un desafío para la administración
pública. El resultado será una estrategia ajustada a la concepción de un esquema
de actuación, soportado en criterios de la realidad social, cultural y política. El
propósito de este análisis se soporta en la lectura de las pautas constitucionales y
las leyes derivadas, enfrentadas al planteamiento de la participación ciudadana en
el ejercicio de sus derechos para la toma de decisiones sociales y ecológicas que le
involucren. Se discute este aspecto desde la perspectiva de un modelo país que
pretende asumir acciones enmarcadas en un contexto global, aun cuando en el
ámbito nacional, a pesar de las medidas establecidas en mandato legal, no se
cumple la razón del discurso.

Palabras claves: Ambiente, Desechos sólidos, bioseguridad, Rellenos


Sanitarios, sostenibilidad
INTRODUCCION

Este ensayo discute la aplicación de normas venezolanas bajo el enfoque de un


protocolo de pandemia y la importancia para el modelo gestión ambiental que el
país pretende, confrontado con la realidad objetiva del modelo imperante, en una
nación que cuenta con una legislación ambiental muy completa, un compromiso
asumido en su política de gestión y desarrollo del Estado soportado en una visión
conjunta de lo económico, social y ambiental, y donde el desarrollo sostenible
corresponde a un compromiso de cumplimiento como garantía del proceso
endógeno propuesto, el cual busca sumar la denominada participación colectiva en
las practicas necesarias para la transformación social. A pesar de estas
pretensiones en la cual los servicios de disposición final de desechos sólidos han
sido asumidos por las gobernaciones de estado en el entendido que estas medidas
favorecerán el cumplimiento de las medidas ambientales, se intenta reconocer
como la preparación técnica, ante condiciones no previstas, dejan una posibilidad
de vulnerabilidad ante el compromiso que sugiere el cumplimiento del Plan
Intersectorial de Preparación y Atención covid-19.

A pesar de poseer el país, de acuerdo a los indicadores reconocidos por el Instituto


Nacional de Estadística cinco grandes ecosistemas capaces de abastecer bienes y
servicios, los cuales comprenden el agro ecosistema, ecosistemas forestales,
ecosistemas de agua dulce, ecosistema de pradera y finalmente el ecosistema de
agua marina; como producto de su explotación fueron identificadas (Vitalis, 2016)
nueve problemas ambientales que afectan el país; deterioro de la calidad de agua,
manejo inadecuado de desechos sólidos, pérdida de la biodiversidad, y pérdida de
la gobernabilidad ambiental entre los que más destacan, por estas razones se
discute el uso del término desarrollo sustentable como argumento en la política de
Estado y la importancia de la participación ciudadana a los efectos de garantizar la
viabilidad de establecer un sistema económico que equilibre la protección y uso
racional de los recursos proporcionados por el capital natural, se concluye la
necesaria participación de los integrantes de la sociedad en ejercicio de ciudadanía
para que la toma de decisiones en este ámbito pueda aplicarse en correspondencia
y enlazar las estrategias que nos acerquen a un modelo de desarrollo sustentable,
que por su importancia se espera sea sostenible.

DISERTACIÓN

El Desarrollo sustentable como política de Estado


En la política de gobierno venezolano se ha establecido como propósito la
protección ambiental, tema que se involucra directamente en la visión de
desarrollo y en los procesos de transformación como producto del movimiento
internacional, que en nuestro país dio origen a la cartera ministerial en el año de
1977 concebida como una iniciativa posterior a la participación venezolana en la
Conferencia internacional de Naciones Unidas sobre el medio ambiente en la
ciudad de Estocolmo, realizada cinco años antes en 1972. Las consideraciones al
respecto resultaron de tal importancia que al ser aprobada vía referéndum la nueva
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la cual fue concebida
políticamente sobre la base de una refundación de la nación, consagra en esta los
derechos ambientales como parte de las estrategias del Estado. Destinadas según
lo supone el programa de Gobierno, hacia la construcción del modelo socialista.
De tal manera que en el propósito del Estado se intenta acelerar los cambios
necesarios en la transformación del modelo económico y se fundamenta este
discurso en desplazar el capitalismo por una sociedad igualitaria, siendo
indispensable para ello y ha sido el propósito en estos primeros años del siglo XXI
de quienes han dirigido el Gobierno Nacional que estos procesos sean sustentados
en la actividad económica, debido a que es esta quien se apropia, dispone y
transforma el capital natural para satisfacer las necesidades de la sociedad. Sin
embargo la necesidad de poseer la disponibilidad de estos recursos naturales y la
mitigación de los daños ambientales que la transformación de estos representa,
obliga a recurrir al concepto de desarrollo sustentable por ser esta una política
global, y se hace parte del discurso de planificación y acción que direcciona el
Gobierno Nacional. Así queda establecido en el Segundo Plan Socialista de
Desarrollo, se contempla en este documento rector está la “defensa de la
propiedad de la Nación sobre los recursos estratégicos no petroleros, así como el
desarrollo sustentable y sostenible de las capacidades de aprovechamiento de los
mismos, en sus procesos de transformación y agregación de valor nacional. No es
reciente por lo tanto la consideración sobre la disponibilidad de recursos naturales
y su consideración para las decisiones en el proceso económico que nos rige. Por
ello la orientación hacia la necesidad del desarrollo sustentable corresponde a un
asunto global y no regional, se trata de la forma como se logra obtener el
desarrollo económico de una nación y mantenerlo en el tiempo. Se relaciona en
este ensayo como lo económico y lo ecológico se ha enlazado en apreciaciones
teóricas, argumentos legales, y aspectos propios de la ética empresarial, que en
algún aspecto han transformado ciertas acciones de protección ambiental bajo la
perspectiva del desarrollo sustentable en vínculo con el desarrollo socio
económico, pero sin desprenderse del concepto de economía tradicional que
involucra satisfacer la relación entre producción, intercambio, distribución y
consumo de bienes y servicios, generando la controversia entre cumplir las
normas o satisfacer la demanda, hecho que no descarta al propio Estado, las
empresas que de este dependen y las que le son de estricto cumplimiento en su
función de principal responsable por el suministro de servicios públicos.

Martínez Alier y Roca (2001), consideran que el término sustentabilidad además


de su significado implícito de conservar los recursos naturales y limitar los
impactos ambientales, involucra la capacidad para satisfacer las necesidades
humanas. En el caso venezolano es factible presumir que la orientación filosófica
del Gobierno se enfoca en propiciar esfuerzos en promover el crecimiento,
mejorar la eficiencia, consolidar la productividad bajo la premisa filosófica del
concepto de desarrollo sustentable, debido a las declaraciones fundamentadas
sobre la base de su significado, sin embargo y a pesar del argumento teórico esta
directriz aún no es evidente en el sistema predominante, que corresponde a un
sistema industrial de procesos y servicios donde prevalece como ámbito del
desarrollo: el económico, bajo la perspectiva mecanicista que contempla el
crecimiento del ingreso, desfavoreciendo la armonía entre lo económico y el
desarrollo sustentable, más bien nos encontramos en presencia de un desarrollo
con fundamentos anclados al desarrollo neoliberal pero ahora promovido por el
propio Estado tras un discurso contundente que niega el estilo, ya que en su
concepto es criticado y rechazado, por cuanto la opción socialista declarada tiene
su basamento en el intervencionismo con el propósito de brindar una
redistribución de los bienes en la sociedad. Así encontramos que mientras el
Gobierno establece como propósito “fortalecer y orientar la actividad científica,
tecnológica y de innovación hacia el aprovechamiento efectivo de las
potencialidades y capacidades nacionales para el desarrollo sustentable y la
satisfacción de las necesidades sociales, orientando la investigación hacia áreas
estratégicas definidas como prioritarias para la solución de los problemas
(1)
sociales” se toman decisiones soportadas sobre la base de la valoración
económica, en hechos que ignoran los diferentes aspectos que deben prevalecer en
la toma de este tipo de decisiones en el proceso de desarrollo económico, aún por
encima del costo ambiental que estas representan, es decir no se aprecia en estas
actuaciones una ponderación adecuada al ambiente, sus componentes biodiversos
más allá del valor económico que pueda ser asociado a ciertos bienes o servicios
que pudieran ser compatibles con la conservación de estos componentes.

Si se considerara al pie de la letra la el propósito declarado por el Estado, entonces


el valor económico, en conjunto al valor ecológico y científico son los soportes de
la sustentabilidad, y corresponden a elementos propios de la convicción humana
apegados a la ética que solo pueden ser internalizados con la vivencia o
experiencia que brinda el disfrute pleno de estas bondades. No se trata de
argumentos conservacionistas de preservación, involucra la necesidad de
explotación racional y el aseguramiento del sistema ecológico en el tiempo, es
mantener el soporte de las funciones vitales en el sistema abierto, permitir el
desarrollo confortable de la vida humana garantizando el capital natural que
requieren los procesos de producción, los bienes para el consumo y los servicios
ambientales necesarios para el mantenimiento del hábitat.

Algunos aspectos de protección ambiental en Venezuela


En concordancia el capital natural corresponde a las funciones ambientales y
servicios ambientales, tal como es definido el término por (Hueting, 1990) las
funciones ambientales involucra a aquellos usos posibles de la naturaleza por los
humanos, mientras que servicios ambientales son las posibilidades de ser
utilizados por los humanos para su propio bienestar. Lo realmente resaltante es
como logra percibir la sociedad, los usos de los servicios ambientales que
provienen de un ecosistema soportado en el valor de sus especies y de su material
genético. Al respecto (Gabaldón, 2006) plantea que “un desarrollo que sea
sustentable ecológicamente, y en sus dimensiones sociales, económicas y
políticas, requiere de una reinterpretación del proceso de desarrollo desde la
perspectiva ecológica. Y esta solo es posible si se hace con una visión humana,
natural y ética”. Al evaluar el contenido jurídico que norma la protección
ambiental en el país, sin duda es muy completo, y se puede decir se afianza a
partir de la promulgación de la Ley Penal del Ambiente en 1992, luego reformada
en mayo de 2012 debido a que hasta ese momento no estaban tipificados los
delitos. Pero cabe discernir sobre su cumplimiento, hecho que lleva a reflexionar
que el problema base es de conciencia para asumir, respetar e implantar las
normas. Un país que perfila la protección ambiental como modelo de sostén, no
puede mantener una asignación presupuestaria para esta área por debajo de
aquella destinada al gasto militar, la búsqueda de desarrollo en potenciales
naturales diferentes al petrolero de manera acelerada como producto de la baja
rentabilidad que en la actualidad se obtiene de nuestra actividad económica
principal sugiere una presión sobre el ambiente por la dinámica propia de la
política y su reflejo en la sociedad que invita a lograr un balance, y es justamente
que para lograr alcanzar este equilibrio se requiere partir del reconocimiento
reflexivo, la necesaria fluidez de la información que evite una interpretación
monolítica del tema ambiental y permitir la visión amplia que ordena la
Constitución Nacional desde la perspectiva del desarrollo sustentable, que
involucra el aporte de la sociedad en todo su ámbito participativo y democrático,
que va más allá de la fortaleza que pueda tener el sector privado como
responsabilidad ambiental y corresponde al aspecto de mayor regulación y control
de las normas que el Estado impone, cuando debiera ser este un compromiso que
surja de la política empresarial para obtener el reconocimiento y demanda de
quienes son receptores de sus productos y servicios. Es cuestionable que siendo el
Estado responsable de marcar las pautas, políticas y lineamientos en el aspecto
ambiental, no proceda en consecuencia de sus argumentos en sus procesos
industriales y de servicios, aspectos evidenciados en la inexistencia de
infraestructuras para el tratamiento de aguas residuales dependientes del Estado en
la mayoría ciudades del país (Vitalis, 2016) por cuanto el propósito no
corresponde solo a cumplir el proceso económico, el deber ser como lo propone
(Carpintero, 2006) “debemos preocuparnos en el proceso por las leyes naturales
que gobiernan el uso y aprovechamiento de los recursos naturales”. El Instituto
Nacional de Estadística muestra en su informe de indicadores que la explotación
comercial por extracción de minerales para el año 2013 fue de 22 .654.899,33
TM, mientras que la producción de energía primaria generada en el año 2015 se
ubicó en 9.001,284.66 Tj, por mencionar solo dos modelos de explotación
económica. Sin embargo a nivel nacional y el mismo año Venezuela declaró
501.818 casos de enfermedades respiratorias, que en el caso de la rinofaringitis
aguda es factible asociar al primero de los modelos de explotación económica
señalados. Sostiene el informe presentado por (Vitalis, 2016) que en el país las
principales preocupaciones de riesgo ambiental corresponden al deterioro de la
calidad de agua y merma de la producción de agua en embalses y cuencas
hidrográficas, el deficiente manejo de desechos y residuos sólidos, la pérdida de
biodiversidad, carencia de institucionalidad y gobernabilidad ambiental, la
deficiente gestión urbana, el aspecto de la minería ilegal, la creciente
contaminación ambiental y la deficiencia en los programas de educación
ambiental.
Bajo este análisis debe entenderse el desarrollo sustentable como el modelo que
debiera normar la relación entre los actores, pero pareciera que se aplican diversas
interpretaciones al término, que en vez de facilitar que sea comprendido,
paradójicamente dificulta su entendimiento y quizás esto ocurre por lo complejo
de las interconexiones sistémicas, pudiera ocurrir que los aspectos sociales,
culturales, económicos, políticos y ecológicos confrontando el tema generan un
proceso complejo por lo amplio o general de la retroalimentación. En
consideración la meta corresponde al reconocimiento que la participación
ciudadana debe tener en la búsqueda de propósitos de sustentabilidad, y esto solo
se concibe bajo direccionamientos educativos o formativos necesarios para lograr
el cambio social que tanto se menciona, pero que en nuestras instituciones no se
evidencia su ocurrencia. En este punto la convicción es la única que puede
garantizar en el tiempo, acciones de cambio coherentes, razonables,
comprometidas y capaces de soportar proyectos de ejecución sostenible en una
sociedad cambiante y a un mercado cada vez más marcado por un proceso político
que se vuelca al patrimonio natural como mercado inmediato para la captación de
recursos, ante la caída económica de los ingresos petroleros. Razón que debiera
obligar a impulsar, además de la rentabilidad de nuestros recursos naturales,
nuestra preocupación por el tema ambiental, es decir incorporar a los nuevos
procesos aspectos de mitigación y nuevas tecnologías, regidas por el contenido de
nuestro marco normativo que permita la producción con la menor afectación
posible al ambiente, entendiendo que su aprovechamiento mientras mayor sea su
protección permanecerá en el tiempo y en consecuencia cumplirá el rol verdadero
de favorecedor del desarrollo de la sociedad, actuando en un compromiso de
corresponsabilidad para la ejecución del modelo político y económico sin
perjuicio de lo socio ambiental. Todo esto en consideración al enunciado de la
Ley Orgánica del Ambiente (2006) que conceptualiza el desarrollo sustentable
como “un proceso de cambio continuo y equitativo para lograr el máximo
bienestar social, mediante el cual se procura el desarrollo integral, con
fundamento en medidas apropiadas para la conservación de los recursos naturales
y el equilibrio ecológico, para satisfacer las necesidades de las generaciones
presentes sin comprometer las generaciones futuras” En este punto cabe
incorporar la definición de ambiente aportada por Kaufman y Serulnicoff (Citados
por Martín, 2016) quienes lo consideran “un entramado socio-natural, esto es, lo
natural imbricado en lo social y lo social enraizado en lo natural. Lo social y lo
natural están en permanente interacción modelándose mutuamente” de allí que las
relaciones entre los actores sea diversa y la controversia esté presente en la
interpretación que sobre el aprovechamiento del medio natural ocurre.
REFLEXIONES FINALES

Es un argumento concluyente de este análisis que la economía ecológica objeto


de la apropiación teórica en la planificación gubernamental, como la economía en
la que se sustenta el país, a pesar de hacer uso del término desarrollo sustentable,
es aún muy prudente la distancia recorrida para la consolidación del objetivo que
interpreta el vocablo. Al respecto pareciera culminar en interpretaciones
particulares o adaptadas a las circunstancias, se habla de sustentar pero parece no
reconocerse que es lo que se desea sustentar y es este reconocimiento lo que
permitirá la regulación que garantizará la permanencia del Capital Natural en
capacidad de renovación o de administración racional en el caso de aquellos
recursos no renovables. Lafferty, 1998 (citado por Gabaldón, 2006) se refiere a la
apropiación colectiva de esta noción y plantea que solo podrá ser considerado
como consigna verdadera “en la medida que se entienda que sus objetivos son
mejorar la calidad de vida, satisfacer necesidades básicas de la población y lograr
mayor equidad social; todo ello sin empobrecimiento ecológico, ni comprometer
el bienestar de las futuras generaciones”. Para esto, los procesos requieren de un
planteamiento donde se pueda comprender la relación en el ecosistema –el que
subsiste y se explota- y su importancia de permanencia. Y de corresponder el
desarrollo sustentable, la pauta de transformación de la sociedad, será el
ciudadano convencido por la satisfacción que se permita evidenciar en el
cumplimiento real de las normas y medidas capaces de garantizar la mejora
sustancial del hábitat quien lo implante como modelo de vida.

REFERENCIAS

Asamblea Nacional. (1999). Constitución de la República Bolivariana de


Venezuela. Caracas: Gaceta Oficial de Venezuela Nº 5.908 E 19/02/2009

Carpintero O (2006) La Bioeconomia de Georgescu Roegen editorial. Disponible


en https://scholar.google.co.ve

Gabaldón A. (2006) Desarrollo sustentable. La salida de América Latina.


Ediciones Grijalbo – Corporación Andina de Fomento. Caracas
Martin, M (2016) Marco para el análisis del tema ecológico en la literatura
venezolana. Educación en contexto, Vol. II, Nº4. Disponible en
http://biblo.una.edu.ve/ojs/index.php/EDUCA/article/viewFile/1505/1457

Martínez A., y Roca, J. (2001). Economía ecológica y política ambiental. México.


Fondo de Cultura económica.

Martínez, Z; Díaz D y otros (2016). Situación ambiental de Venezuela. Balance


anual. Disponible en http://www.vitalis.net/2016/02/vitalis-presenta-el-balance-
anual-sobre-la-situacion-ambiental-2015/

Hueting, R., Reijnders, (1998), "Sustainability is an objetive Concept", Ecological


Economics, Vol. 27, Issue 2, pp. 139-147.

Instituto Nacional de Estadística Reporte ambiental de Venezuela. Disponible en


http://www.ine.gov.ve/documentos/Boletines_Electronicos/Estadisticas_Sociales_
y_Ambientales/Reporte

Ley penal del ambiente. 2012. Gaceta oficial Nº 39.913

Ley Orgánica del Ambiente. 2006. Gaceta Oficial Nº 5.883


(1)
Plan de la Patria. Segundo Plan Socialista de desarrollo Económico y Social de
la Nación 2013 – 2019.

Provencio, E (1992) El enfoque del desarrollo sustentable. Programa de


aprovechamiento de Recursos Naturales. Facultad de Ciencias. Universidad
nacional de México. México

Políticas socio-sanitarias en el manejo de desechos sólidos hospitalarios en


Venezuela. Caso: Complejo Hospitalario Universitario “Ruiz y Páez”, Ciudad
Bolívar, estado Bolívar.
Glacelidys Rodríguez (1), Neil Mago (1), Zaray Mora (2)
(1) 
Universidad de Oriente. Núcleo
Bolívar. glacelidys@gmail.com; neilmago@hotmail.com
(2)
 Universidad Bolivariana de Venezuela. Sede Bolívar. morazaray@gmail.com
RESUMEN
Los Desechos Sólidos Hospitalarios (DSH), son un factor de riesgo ocupacional.
En Venezuela, los centros de salud no poseen manual de bioseguridad para su
manejo. La presente investigación discute algunas políticas socio-sanitarias
planteadas en Venezuela entorno a los DSH, evaluando específicamente al
Complejo Hospitalario Universitario “Ruiz y Páez” (CHURP), Ciudad Bolívar,
Estado Bolívar. Se determinó el nivel de cumplimiento del Decreto 2.218
“Normas para la Clasificación y Manejo de Desechos en Establecimientos de
Salud”, empleando tablas de verificación, a través de inspecciones aleatorias,
evidenciando rutas, horarios de limpieza y rutinas del personal. Se discute el
marco jurídico relacionado con los DSH. El CHURP sólo cumple el 21% de la
normativa legal. Se requiere un manual de procedimientos para el manejo de
DSH, normas de bioseguridad, seguimiento y registro de nosocomios. Se propone
aplicar un nuevo sistema de recolección y disposición final de DSH, y
adiestramiento de la comunidad hospitalaria.
Palabras clave: Políticas socio-sanitarias; disposición y manejo de residuos
médicos; enfermedad ocupacional
Social and health policies about of the solid waste handle coming from
hospital in Venezuela. Case: Hospitable Complex University “Ruiz y Páez”,
City Bolívar, state Bolívar
ABSTRACT
The solid waste handling coming from hospitals (SWH) is an occupational risk
factor. In Venezuela, health centers do not have a manual of biosafety for their
management. The present investigation discuss some social and health
Venezuelan policies, about SWH, specifically the University Hospital Complex
“Ruiz y Páez”, Bolívar City, Bolívar state. In this health center, the Decree 2.218
“Rules for classification and waste handling coming from health establishments”
level of fulfillment was determined. Through inspections carried out in random
way at the different hospital service area referred, using tables of verification,
demonstrating routes, schedules of cleaning and routines of the personnel. Besides
to discuss the legal frame related to the DSH. The studied Hospital only fulfills
21% of the legal norm. It is required of a manual with an order of procedures for
the waste handling, norms of biosafety, and the pursuit and registry of
nosocomios. From that information obtained it is necessary to institute a new
collection and final disposal system of produced medical waste. For the
establishment and achievement of this system, all the hospital community must be
incorporated and trained.
Key words: Social and health policies; medical waste disposal; occupational risk
INTRODUCCIÓN
Las políticas sociales engloban el conjunto de acciones desarrolladas por el
Estado, a cualquiera de sus niveles, encaminadas a incrementar el bienestar de la
población y a resolver lo que en un momento dado se definan como “problemas
sociales” (Sabino, 1996).
No obstante, la política social, más que un marco general de objetivos y planes a
largo plazo, ha consistido en respuestas a través de programas sociales, a
situaciones de emergencia que la sociedad ha calificado en distintos momentos,
como problemas sociales. Cuando los grupos de la población (grupos de presión,
intelectuales, electorado), señalan una determinada situación como problema,
generalmente la dirigencia política intenta acciones estatales para atender
dichas demandas, sin mayores planes más allá de las posibilidades prácticas que el
gasto que dichas acciones requieren, y desde luego, sin mayores consideraciones
ni estudios sobre el impacto a largo plazo que las mismas puedan tener (Sabino,
1996; Subirats, 2001).
De tal forma, que a menudo han resultado un conjunto poco armónico de
iniciativas dispersas, logradas gracias a la expansión e ingresos estatales y como
un intento de redistribución de éstos. En este sentido, las políticas sociales
representan, o han sido consideradas como un gasto del Estado, dirigidas a metas
específicas en ciertas áreas consideradas tradicionalmente como sociales, como
son: salud, educación, seguridad social y vivienda, las cuales han recibido
atención por parte del Estado, desde principios del siglo XX de una manera más o
menos estructurada, a través de diversos programas (González, 2004).
Específicamente, la Reforma Sanitaria en Venezuela, implica una redefinición de
las políticas públicas en salud, una transformación organizativa institucional y una
nueva forma de producir los servicios en un entorno caracterizado por un
deterioro significativo de la salud, asociado tanto a la influencia de determinantes
políticos, económicos, sociales, ambientales y demográficos, como a la propia
producción de los servicios.
Bajo este escenario, se transforma el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social
(MSAS), se crea el Ministerio de Salud y Desarrollo Social (MSDS), como
órgano rector del sector salud, teniendo a su cargo la regulación, formulación,
diseño, evaluación, control y seguimiento de las políticas, programas así como
planes de salud y desarrollo social; la integración de las fuentes de financiamiento,
asignación de los recursos del Sistema Público Nacional de Salud y la atención
sanitaria integral a todos los sectores de la población, en especial la de bajos
recursos (Ministerio de Salud y Desarrollo Social, 2000).
No obstante, a las reformulaciones creadas en el área Salud, no existen planes de
seguimiento para el manejo y disposición de los desechos sólidos hospitalarios
(DSH), a pesar que debido a su composición heterogénea y presencia de agentes
infecto-contagiosos, su manejo inadecuado pone en riesgo la salud del personal
asistencial, de saneamiento ambiental, pacientes, público en general, además de
los ciudadanos que se encuentren adyacentes a los centros de salud y a los
vertederos o rellenos sanitarios (Acurio, et al., 1998; Bencko, et. al., 2003 y
Suárez, et al., 2005).
El Estado Venezolano, ha establecido a través del Decreto 2.218 “Normas para el
manejo de desechos generados en centros de salud”, las políticas y/o pautas
necesarias para prevenir y en algunos casos mitigar este riesgo (Decreto No 2.218,
1992). No obstante, diversas investigaciones diagnósticas ejecutadas a nivel
nacional acerca de la manipulación de estos desechos, han registrado entre sus
resultados que no existe un orden de procedimientos puesto en práctica, acorde a
la normativa legal vigente y aunado a ello, el personal que labora en las
instituciones desconoce el contenido de este Decreto (Mata, et al., 2004; Mora, et
al., 2004; Rodríguez, et. al., 2006; García y Hernández, 2008).
Como consecuencia de la globalización de la problemática y las implicaciones
sanitarias que involucra a toda la ciudadanía, el manejo inadecuado de desechos
sólidos hospitalarios (DSH) representa un problema de Salud Pública. Por tanto,
la presente investigación, tiene como objetivo el discutir las diferentes políticas
socio-sanitarias en la República Bolivariana de Venezuela, planteadas entorno al
manejo de los DSH considerando como caso específico el Complejo Hospitalario
Universitario Ruiz y Páez, Ciudad Bolívar, estado Bolívar.
MÉTODO
La investigación, de tipo descriptiva y analítica, se refiere a un estudio realizado
en el Complejo Hospitalario Universitario “Ruiz y Páez” (Tipo IV), ubicado en la
Av. Germania de Ciudad Bolívar, en el estado Bolívar, entre las coordenadas
U.T.M. N: 897.500 y 900.000; E: 440.000 y 442.000 (Ministerio de
Infraestructura, 2000).
En primera instancia se procedió con la determinación del nivel de cumplimiento
del Decreto No 2.218 “Normas para la Clasificación y Manejo de Desechos en
Establecimientos de Salud”, empleando para ello las tablas de verificación
descritas por Rodríguez et al. (2006), para luego compararlo con las
investigaciones diagnósticas previas, que se han realizado en este centro de salud
(Rodríguez, et al., 2006; García y Hernández, 2008).
Las tablas de verificación antes citadas abarcan la totalidad de los materiales (tipo
y tamaño de los contenedores, tipo, capacidad y grosor de las bolsas, etc.) y
métodos (horarios y rutas de limpieza, tipo y frecuencia de desinfección,
transporte interno y externo, almacenamiento), que deben considerarse durante la
segregación, transporte, tratamiento y disposición de los DSH, según lo
establecido en el Decreto N° 2.218.
La obtención de la data se efectuó durante una serie de inspecciones aplicadas de
forma aleatoria en las áreas de servicio, 4 días a la semana en el turno de trabajo:
7:00 am a 1:00 pm. Durante los recorridos se evidenciaron las rutas y horarios de
limpieza, así como las rutinas del personal asistencial para el descarte de los
desechos. Adicionalmente, se realizó un registro fotográfico de los objetos,
equipos, desechos almacenados e instalaciones de la institución en estudio. La
información fue sistematizada y analizada en las planillas antes señaladas para
determinar el grado de cumplimiento de la normativa. Finalmente, se discutió el
marco jurídico vigente en la República Bolivariana de Venezuela, relacionado con
el manejo de los desechos sólidos generados en centros de salud.
RESULTADOS
Los centros hospitalarios, como instalaciones destinadas a proteger y mejorar el
nivel de salud, presentan factores de riesgo de mucha importancia y trascendencia
en la transmisión de infecciones a pacientes, trabajadores, visitantes y miembros
de la comunidad, pudiendo ocasionar repercusiones serias en la sociedad y el
ambiente.
En el trabajo se logró verificar que, a pesar de los diferentes estudios diagnósticos
realizados y las recomendaciones que se derivaron de éstos, aún se cumple sólo
con el 21% (5 artículos) del Decreto 2.218, cálculo realizado tomando en
consideración sólo 24 artículos de los 34 que integran el contenido total del
mismo, puesto que de éstos, cuatro son definiciones (Artículos 1, 2, 3 y 4), uno es
competencia del MSDS (Artículo 18) y cinco (Artículo 23-27) no se aplican en el
hospital en estudio, pues se refieren a las características del medio de transporte
externo de los desechos infectocontagiosos, ausente en este establecimiento de
salud.
Con miras de dar cumplimiento cabal a la tercera etapa del manejo de desechos
sólidos (almacenamiento), el C.H.U. “Ruiz y Páez” construyó recientemente un
depósito para almacenar los desechos sólidos, sin embargo el mismo no cumple
con ninguna de las características mínimas necesarias establecidas en la normativa
legal vigente (Sección III, Capítulo III, Decreto No 2.218, 1992) (ver figura 1), o
que propicia la reproducción de vectores de enfermedades, como insectos,
roedores y aves, entre otros, así como la persistencia de focos de infecciones
extrahospitalarias, en donde uno de los factores involucrados, no sólo son los
indigentes que deambulan entre la basura, sino el personal encargado de
reembolsarla y acopiarla en el vehículo destinado al transporte externo, en donde
se exponen al contagio de agentes patógenos.

Figura 1. Características externas (A) e internas (B) del depósito de desechos


sólidos generados en el Complejo Hospitalario Universitario “Ruiz y Páez”,
Ciudad Bolívar, estado Bolívar.
Vale destacar, que al no contar con un medio de transporte externo propio, la
municipalidad debe valerse del contrato de unidades vehiculares que, además de
no cumplir con las normas de bioseguridad básicas, son conducidos por personal
no entrenado (ver figura 2).

Figura 2. Personal encargado de la recolección final de los desechos sólidos (A) y


unidad vehicular contratada para su transporte hacia el relleno sanitario (B).
Complejo Hospitalario Universitario “Ruiz y Páez”, Ciudad Bolívar, estado
Bolívar. Destáquese los restos de desechos médicos que sobresalen del vehículo
El manejo inadecuado de los desechos (DSH) producidos en los centros de salud,
conlleva riesgos tales como lesiones con objetos punzocortantes (hojas de bisturí,
agujas, scalp, etc.) contentivos de fluidos y materiales infecto-contagiosos,
facilitando la transmisión de enfermedades nosocomiales, con el aumento en el
número de días de hospitalización, costos de tratamiento y la morbi-mortalidad;
así como repercusiones económicas por incapacidad laboral, sin considerar los
impactos negativos que se podrían presentar en el ambiente debido al inadecuado
descarte de desechos Tipo E o sustancias químicas, radioactivas o inflamables
(Mata, et al., 2004; González, 2005; Rodríguez, et al., 2006), el cual se encuentra
regulado en la Ley sobre sustancias, materiales y desechos peligrosos (Ley sobre
sustancias, materiales y desechos peligrosos, 2001).
El manejo de los DSH, está considerado como uno de los principales factores de
riesgo ocupacional (Junco, et al., 2003; Leal, et al., 2004; Wilburn y Eijkemans,
2005), en donde los objetos punzo-cortantes constituyen el primer causal de los
accidentes registrados, a través de ellos se pueden transmitir un sin número de
enfermedades, siendo las más frecuentes la Hepatitis B y C, VIH / SIDA, malaria
e infecciones por estreptococos y estafilococos. Adicionalmente, existe la
posibilidad de que la exposición prolongada a contaminantes infeccioso y/o
tóxico, aunque en mínimos niveles, incremente la susceptibilidad del personal de
salud y de los pacientes para desarrollar enfermedades pre-existentes (Zabala,
1998; Fernández y De la Cruz, 1999).
Aunado a ello, en Venezuela no existen normas específicas para la vigilancia y
control de infecciones hospitalarias, más halla de lo dispuesto en el artículo 11 de
la Ley Orgánica de Salud (Ley Orgánica de Salud, 1998), en donde el Ministerio
del Poder Popular para la Salud tiene las atribuciones de organizar el Registro
Nacional de la Salud con toda la información epidemiológica de las entidades
territoriales, otorgar permisos sanitarios, acreditar y certificar a los
establecimientos de atención médica, así como a los profesionales y técnicos en
ciencias de la salud. Aspecto que se reafirma en el Artículo 17 del Decreto No
5.246 (2007), sobre Organización y Funcionamiento de la Administración Pública
Nacional, en donde se establece que el diseño, gestión y ejecución de la vigilancia
epidemiológica nacional e internacional en salud pública de las enfermedades,
situaciones y riesgos sanitarios son competencia del MPP para la Salud.
De igual forma, es de su competencia la formulación de normas técnicas sanitarias
sobre higiene pública social en materia de edificaciones e instalaciones para uso
humano. En este sentido, el nuevo Reglamento Orgánico G.O. 38.591 del 26 de
diciembre de 2006 (Decreto No 5.077, 2006), Reglamento Orgánico del
Ministerio del Poder Popular para la Salud, delega en la Dirección General de
Epidemiología la dirección y el establecimiento del Sistema Nacional de
Vigilancia Epidemiológica. De igual forma es indispensable señalar, que en
nuestro país, los diferentes centros de salud no cuentan con un manual de
bioseguridad para el manejo de desechos, este hecho es además avalado por
investigaciones realizadas en Latinoamérica por la Organización Panamericana de
la Salud (2007).
El único Decreto en el cual se regula claramente la clasificación y manejo de los
desechos generados en los establecimientos en el sector salud, humana o animal,
son las normas técnicas descritas en el Decreto Presidencial No 2.218 (1992)
como lo hemos mencionado anteriormente, con la finalidad de prevenir la
contaminación e infección microbiana en usuarios, trabajadores y público en
general, así como su diseminación ambiental, ya que puede afectar la calidad de
los diferentes ecosistemas (atmósfera, suelos, aguas superficiales y subterráneas) y
la biodiversidad que lo constituyen.
Sin embargo, este Decreto no es por sí mismo suficiente para alcanzar un manejo
de los DSH adecuado, pues se requiere de un manual en donde se exponga un
orden de procedimientos no sólo para el manejo y disposición de los desechos,
sino además para el seguimiento y registro de enfermedades nosocomiales, sean
ocupacionales o no, y de todas las normas de bioseguridad, abarcando desde la
vestimenta y el descarte de agujas hasta el tratamiento de los desechos
infecciosos. Como evidencia de este vacío en la reglamentación legal, se destaca
el número de accidentes laborales registrados, (Rodríguez, et al., 2006), así como
el uso inadecuado de materiales para el descarte de objetos punzo-cortantes,
observado durante la investigación, en donde el personal asistencial por
desconocimiento, ensamblaban mal las cajas de seguridad que han sido donadas al
hospital, exponiendo al paciente y a ellos mismos (ver figura 3-A).

Figura 3. Cajas de seguridad para objetos punzo-cortantes ensambladas


inadecuadamente (A) y disposición en recipientes sin normas de seguridad
correspondientes (B). Complejo Hospitalario Universitario “Ruiz y Páez”, Ciudad
Bolívar, estado Bolívar.
Adicionalmente es indispensable señalar, que en la actualidad, el total de las áreas
de servicio descartan los objetos punzo-cortantes en envases plásticos, pero sólo
unos pocos poseen las características adecuadas, ya que en la mayoría de los casos
emplean envases sin identificación y con una abertura de entrada muy pequeña
aumentando las posibilidades de un accidente laboral (ver figura 3-B). Aspecto
evidenciado en las investigaciones diagnósticas previas realizadas en este centro
de salud (Rodríguez, et al., 2006; García y Hernández, 2008).
Para disminuir, al máximo, estos riesgos de infecciones, es necesario cuidar cada
una de las etapas en el sistema de segregación y disposición final de los desechos,
iniciando por la clasificación de los mismos, puesto que una segregación
inadecuada no sólo pone en riesgo la salud, sino también eleva considerablemente
los costos de manejo de residuos, por estar aplicando un tratamiento de
desinfección y esterilización a grandes cantidades, cuando sólo una pequeña
porción lo requiere, esto debido a que los desechos comunes (Tipo A), son
considerados potencialmente peligrosos (Tipo B) al entrar en contacto con los
desechos infecto-contagiosos (Tipo C), requiriendo en este momento un
tratamiento de esterilización.
La segregación, es una de las etapas más importantes dentro del manejo de los
DSH, porque de ella depende la incorporación al ambiente de desechos
“estériles”, que no atenten contra la biodiversidad ni contra la salud de las
comunidades adyacentes a los centros asistenciales y a los vertederos. Por tal
motivo, deben considerarse la supervivencia de los microorganismos patógenos en
el ambiente, según su resistencia a las condiciones de temperatura, humedad y
disponibilidad de materia orgánica; así como el rol de vectores como los insectos
y roedores (Zabala, 1998) a fin de plantear un correcto manejo de los DSH.
Por tanto, el manejo inadecuado de los mismos, no sólo es una problemática
inherente a las instalaciones sanitarias, ya que al representar focos de infecciones
extrahospitalarias constituyen un problema de salud pública. Existen
investigaciones recientes abocadas al diagnóstico del manejo de estos desechos en
diferentes centros de salud nacional (Mata, et al., 2004; Mora, et al., 2004; Suárez,
et al., 2005; Rodríguez et al., 2006), donde se concluye que no existe una
segregación adecuada, debido a que una de sus principales causas es el
desconocimiento, no sólo del personal asistencial y de salud ambiental sino
también gerencial y administrativo.
Las enfermedades como factores desestabilizadores de la salud, constituyen uno
de los principales elementos que interfieren en el desarrollo de una actividad,
incidiendo negativamente en la productividad y por consiguiente amenazando la
solidez en el mercado, conllevando además graves implicaciones en el ámbito
laboral, familiar y social.
En consecuencia, el Estado a través de sus políticas de gestión pública socio-
sanitaria, conjuntamente con la gerencia del MSDS, debe asumir su
responsabilidad en buscar y poner en práctica las medidas preventivas, puesto que
una de las principales preocupaciones de la gestión pública, deben ser el control
de los riesgos que atentan contra la salud de sus trabajadores. Esto con el fin de
controlar el cumplimiento de las líneas de gestión pública a través de sus
disposiciones legales vigentes en materias de salud y velar porque todos los
riesgos asociados a las diferentes actividades, sean evaluados y controlados.
Por ende, la promoción de la participación ciudadana es fundamental en la
construcción del nuevo orden social, donde el Estado tiene como centro de acción
al individuo, para orientar a la sociedad hacia un desarrollo social y humano
sostenible con un ejercicio democrático, amplio y profundo y además, con una
sociedad civil organizada y participativa.
En última instancia, se recomienda con la finalidad de disminuir al máximo los
riesgos de infecciones, crear un orden de procedimientos basado en el uso de
bolsas de recolección de diversos colores (ver figura 4), para agilizar tanto la
segregación, como las labores de transporte hacia las instalaciones para la
aplicación del tratamiento (Junco y Rodríguez, 2000; Ministerio de Salud-Perú,
2004; Suárez, et al., 2005).
Figura 4. Esquema planteado para mejorar el manejo de los desechos sólidos en
el Complejo Hospitalario Universitario “Ruiz y Páez”, ciudad Bolívar, estado
Bolívar (Modificado de Rodríguez, et al., 2006).
Por otra parte, la aplicación del nuevo sistema de manejo debe garantizar el
traslado de los desechos, por medio del uso exclusivo de ascensores de carga o el
uso de rampas, para evitar la exposición a pacientes, personal asistencial y
visitantes; incluir las tecnologías necesarias que faciliten el reciclaje, tratamiento,
almacenamiento y disposición final, en forma eficiente, económica y
ambientalmente segura; además de cursos de adiestramiento para todo el personal
que labore dentro del centro de salud.
CONCLUSIONES
El Complejo Hospitalario “Ruiz y Páez” sólo cumple el 21% de la normativa legal
vigente. El Decreto No 2.218, no es por sí mismo suficiente para regular el
manejo y disposición de los desechos médicos, por ende, es indispensable
establecer un manual que exponga el orden de procedimientos para llevarlo a
cabo, cuyo establecimiento y consecución depende de la incorporación de la
ciudadanía y de la comunidad hospitalaria.
Es responsabilidad, del Ministerio del Poder Popular para la Salud y sus
respectivas dependencias, establecer este manual y promover su aplicación y
control en todos los centros de salud del país.
El trabajo realizado ofrece a las instituciones y a la población en general
información especifica, sobre la problemática descrita, y presenta una serie de
orientaciones para coadyuvar en la atención y solución de la misma.
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