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Juliana Andrea Vargas Portillo 000160184

La imagen y redes sociales como modeladoras de la sociedad

No es desconocido el amplio dominio que tienen las redes sociales en la sociedad


industrializada de hoy en día, así como la gran cantidad de tiempo que se emplea en ellas
siendo principalmente ocupadas desde los celulares. Estás prácticamente marcan el inicio y
fin del día de una persona, además de que la exhiben a un mundo espectacularizado lleno de
mercancías, donde, en plataformas como Youtube, Instagram o TikTok la imagen es clave
en la sociedad y la distorsión de su realidad un efecto entrelazado que la lleva a un modo de
vida 24/7.

A medida que pasa el tiempo, la sociedad se va haciendo más dependiente a las redes sociales,
en el sentido de que, cada vez más, su uso hace parte de la rutina diaria de una persona y el
número de personas que adaptan su vida a las redes sociales crece. Esto se afirma en el estudio
hecho por We Are Social y Hootsuite en enero del 2020 “…los usuarios de redes sociales
han superado la marca de los 3.800 millones. Casi el 60 por ciento de la población mundial
ya está en línea, y las últimas tendencias sugieren que más de la mitad de la población total
del mundo usará las redes sociales a mediados de este año.” Por otro lado, también afirman
como el tiempo promedio que ocupan las personas en internet se acerca a la mitad de un día
comprendido en 12 horas y que el tiempo de uso del celular alcanza cerca de las cuatro horas,
utilizando el 50% en redes sociales.

De esta forma, está claro que en esta sociedad industrializada los medios de comunicación,
principalmente el internet junto con las redes sociales, juegan un papel importante, siendo
estos, quienes modelan al individuo, en cuando a su tiempo como a su forma de consumo,
pero ¿cuál es la razón por la que se gasta tiempo en las redes sociales? ¿de qué forma esto
está modelando a la sociedad?

Para responder el primer interrogante, Vattimo empieza con un punto clave “…pues bien, yo
considero, al contrario, que el término posmoderno sí tiene sentido, y que tal sentido se enlaza
con el hecho de que la sociedad-en la que vivimos sea una sociedad de la comunicación
generalizada, la sociedad de los mass-media.” (Vattimo, 1990), en esta cita se comprende
que la sociedad es parte de un sistema generalizado, en donde toda información es transmitida
a través de medios de comunicación disponibles en todo el mundo, en cualquier momento y
para cualquier persona, de forma instantánea e indiferente. Esta información, a su vez, puede
variar e ir desde lo meramente explicativo, como son las noticias, artículos de opinión o
investigaciones científicas, hasta información totalmente prescindible como ofertas,
productos o marcas, y será exhibida en forma de imágenes para ser percibida por la mirada y
posteriormente ser parte de un proceso de consumo. De esta forma, “La visualidad se situará,
cada vez más, en un terreno cibernético y electromagnético en el que los elementos visuales
abstractos y los lingüísticos coinciden y son consumidos, puestos en circulación e
intercambiados globalmente.” (Crary, Las técnicas del observador: visión y modernidad en
el siglo XIX, 2008) lo cual significa que plataformas como Instagram o YouTube, en las que
la información es transmitida principalmente a través de imágenes, se establecerán cada vez
más, haciendo de ellas una parte imprescindible de la vida de las personas y su modo de
consumo.

El establecimiento de YouTube e Instagram del que se habló previamente se logra ver de


manera clara en las estadísticas proporcionadas por We Are Social y Hootsuite, donde ocupan
el segundo y sexto lugar respectivamente en las plataformas sociales más utilizadas en el
mundo. Esto es gracias a su característica diferenciadora en la que la imagen es protagonista,
pues es a partir de esta que se genera una participación por parte de los usuarios al ser
invitados tanto a ver como a generar contenido, habiendo así un dialogo entre ellos y dándole
a la imagen un uso social y comercial.

Asimismo, la imagen cuenta con características como la intensidad o la duración, las cuales
pueden ser transmitidas en diferentes cantidades y, según estas, se genera un código que será
perceptible por la mirada y tendrá una influencia en el receptor, haciéndolo parte de una
espectacularización de contenidos. Es por esto, que ahora la plataforma de TikTok ha crecido
drásticamente, pues con su método de visualización de videos de 15 segundos de manera
instantánea, se ha creado un patrón o formula que capta perfectamente la atención del usuario
haciendo que este continúe viendo contenidos indiscriminadamente y siga consumiendo
inconscientemente sin hacerle saber que es víctima de engaños, que está en un mundo de
fantasmagorías.
“El espectáculo, como tendencia a hacer ver, por diferentes mediaciones
especializadas, el mundo que no puede más ser directamente alcanzado encuentra
normalmente en la vista el sentido humano privilegiado que fue en otras épocas el
tacto; el sentido más abstracto, el más susceptible de engaño, corresponde a la
abstracción generalizada de la sociedad actual.” (Debord, 1995)

Estas plataformas aparentan la realidad al engañar los sentidos de la persona, poniéndola a


merced de las mercancías, es decir, hacen que sus deseos y sueños giren en torno a lo que
hoy serían marcas y, a partir de patrones y funciones cuantitativas, previamente pensadas
para el deleite, generan contenido que engancha y somete a la sociedad.

Por ejemplo, alguien está en Instagram, el solo hecho de decir que está en la plataforma ya
inmiscuye un mundo según Hansen de inafectación, un mundo edénico en el cual se pueden
satisfacer los deseos y, continuando con el ejemplo, al usar Instagram, todo se tendría al
alcance de la mano. La red social ofrece ese engaño, en donde todo es instantáneo, el ver e
interactuar con contenidos se hace cada vez más fácil, los links que funcionan como medio
de translado de una página de exhibición a una de compra, las imágenes de viajes y vidas
perfectas que se comparten, las publicidades de comida y productos extremadamente
provocativos e incluso las fuentes de humor estandarizadas y ahora naturalizadas que son los
memes, son todas un aporte a ese engaño y vida edénica que se ofrece y poco a poco se va
convirtiendo en una nueva realidad como dice la siguiente cita “La situación de aquellos que
viven en la sociedad del espectáculo es entonces idéntica a la de los prisioneros atados en la
caverna platónica. La caverna es el lugar en el que las imágenes son tomadas por realidades,
la ignorancia por un saber y la pobreza por una riqueza.” (Rancière, 2010)

Pero ese engaño y vida fantasmagórica no es el único efecto que tienen las redes sociales
sobre la sociedad, retomando un poco lo dicho al comienzo de este texto, las plataformas
sociales forman parte de la rutina diaria y su uso aumenta cada vez más, esto hace que las
personas adapten su vida en torno a ellas y, en una sociedad que esta modelada por el tiempo
(cronómetro), naturalicen el tiempo que gastan al usarlas. (Doane, 2002)

Lo que hacen aplicaciones como Instagram y TikTok es poner a disposición un extenso


catálogo de contenidos que al estar integrados en una misma plataforma en la que, con solo
deslizar o tocar la pantalla con el dedo, supone una ilusión en la que el tiempo que se toma
en la plataforma parezca mucho más corto de lo que en realidad es. Como lo mencionado
antes, todos esos componentes que conforman ese mundo fantasmagórico también
corroboran en la pérdida de la noción del tiempo, y la imagen es la principal autora de este
fenómeno.

Debord dice “El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre
personas mediatizada por imágenes.” (1995), esto hace alusión a que la relación de las
personas con la red social sea Instagram o TikTok, y los vínculos sociales que se crean a
través de ellas, son posibles gracias a la mediación de las imágenes. Estás no son un simple
elemento que puede pasar despercibido a la hora de entender el funcionamiento de una
plataforma que tiene como objetivo conectar a la gente. Pues es a partir de ellas que se puede
entender el motivo por el cual se modela la sociedad en torno al tiempo y al consumo.

“Una vez que el tacto dejó de ser un componente conceptual de la visión, el ojo se
desligó de la red referencial encarnada en la tactilidad e inició una relación subjetiva
con el espacio percibido. Esta autonomización de la vista, que tuvo lugar en
diferentes ámbitos, fue una condición histórica para la reconstrucción de un
observador hecho a la medida de las tareas del consumo «espectacular».” (Crary,
Las técnicas del observador: visión y modernidad en el siglo XIX, 2008)

Como lo dice Crary, con la visión y su automatización la persona es llevada a adaptar su vida
según lo dictaminado por las mercancías, y al mismo tiempo, adaptar su rutina al consumo
de estas. De ahí se establece un tiempo prácticamente obligatorio para el consumo de
mercancías, puesto que como ya se dijo, el individuo esta en función de ellas, esto lleva a
que la sociedad empiece a vivir en un entorno 24/7, en el cual, al tener las redes a disposición
las 24 horas del día, no habrá un momento en el que no se pueda acceder a ellas y generar o
consumir contenido.

Un perfecto ejemplo son las conocidas insta-stories las cuales permiten generar cualquier
clase de contenido, en cualquier momento, sin importar el lugar, tanto así, que se han ido
implementando distintas cosas para la creación de este tipo de contenidos, y estas cosas, para
hacerlas aún más consumibles son mercancías que pueden ser vistas de forma separada, pero
son integradas en una misma plataforma para atraer a las personas.
Por lo tanto, antes de finalizar, volveremos a Crary y su libro 24/7 en el que dice

Más bien, la efectividad de 24/7 reside en la incompatibilidad que pone al


descubierto, en la discrepancia entre un mundo de vida humano y la evocación de un
universo de conmutación para el que no existe un interruptor de desconexión. Claro
está, que ningún individuo puede ir de compras, jugar, trabajar, bloguear,
descargando o enviar mensajes de texto 24/7. Sin embargo, como ningún momento,
lugar o situación existe ahora, en la que no se pueda comprar, consumir o explotar
recursos en la red, hay una implacable incursión del non-time de 24/7 en todos los
aspectos sociales o vida personal. Por ejemplo, ahora casi no hay circunstancias que
no se puedan grabar o archivar como imágenes o información digital. (Crary, 24/7 :
late capitalism and the ends of sleep, 2013)

Otro ejemplo para dar a entender esta cita es TikTok, una plataforma en la cual lo primero
que se ve es contenido llevado al espectáculo, este contenido está disponible en todo
momento, no existe el caso en el que después de entrar a la aplicación la pantalla aparezca
negra, ni siquiera es como Instagran en la que hay un mínimo tiempo de descanso mientras
se actualiza el contenido, en TikTok desde el momento en el que entras ya hay un video
reproduciéndose automáticamente, y si se quiere cambiar de contenido basta hacer un “scroll-
down” para ver otro completamente diferente que es reproducido automáticamente. Esta es
una plataforma llevada a los límites de la inmediatez, automaticidad y reproductibilidad,
características que al estar disponibles a toda hora someten a la sociedad a un estado activo
las 24 horas del día.

Para concluir, es pertinente recordar que todo ese modelado de la sociedad en torno al tiempo
y las mercancías es debido al poder que tiene la imagen representada a través de las redes
sociales. Estas son las que crean una relación fantasmagórica con las mercancías, del mismo
modo en el que naturalizan el uso de las redes sociales en el diario vivir para dar paso a una
cultura 24/7 llena de consumo donde lo real es más una ilusión.
Referencias

Buck-Morss, S. (2005). Estética y anestésica: una reconsideración del ensayo sobre la obra
de arte. Buenos Aires: Interzona editora S.A.
Bratu Hansen M. (2020). Cine y experiencia. Argentina. El Cuenco de PlataEditorial.
Crary, J. (2008). Las técnicas del observador: visión y modernidad en el siglo XIX.
CENDEAC.
Crary, J. (2013). 24/7 : late capitalism and the ends of sleep. Obtenido de
https://fswg.files.wordpress.com/2015/05/247-crary.pdf
Debord, G. (1995). La sociedad del espectáculo. Santiago de Chile: Ediciones Naufragio.
Doane, M. A. (2002). The Emergence of Cinematic Time: Modernity, Contingency, the
Archive. Londres: Harvard Universty Press.
Hootsuite , & We Are Social. (30 de enero de 2020). datareportal. Obtenido de DIGITAL
2020: GLOBAL DIGITAL OVERVIEW: https://datareportal.com/reports/digital-
2020-global-digital-overview
Rancière, J. (2010). El espectador emancipado. Buenos Aires: Manantial SRL.
Vattimo, G. (1990). La sociedad transparente. Barcelona: Ediciones Paidós.

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