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WAYNE P. HUGHES JR. TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO (Nueva edicién) Traducido por el capitan de navio (RE) Alberto Dabini INSTITUTO DE PUBLICACIONES NAVALES DEL CENTRO NAVAL Av. Cérdoba 354 (1054) Buenos Aires Republica Argentina INDICE DE CONTENIDO Figuras y tablas.... Consideraciones sobre este ejemplar .... Prefacio .... Prologo de la edicién original .... Agradecimientos .. Introduccion wi. sien: 27 Una nueva edicién en la era de los misiles. éQué podemos decir acerea de Ja era de la informacién’ {Qué son las técticas de flota?.... La tactica en las operaciones navales éQué se pretende de una armada Otra terminologia.. Los lectores Organizacion Seis piedras fundamentales Prélogo ..... Seis piedras fundamentales . El hombre es lo mds importante . La doctrina es el ligamento de la tactica . Si quieres dominar la tactica, debes saber de tecnologia El propésito de la misién esté en tierra “Es una tonterfa atacar con un buque a un fuerte” . iAnticfpate, ataca eficazmente primero! La evolucién de la tactica durante la accién la era de Jos veleros de combate, 1650-1815 . Introduccién El navio de linea: un medio para concentrar el poder de fuego La columna: el medio para el control La fase creativa .. Maduran las instrucciones de combate Se anquilosan las tacticas inglesas El regreso a la tactica . La influencia de la estrategi: Resumen ...... El desarrollo de la tactica en época de paz, 1865-1914 . . La edad de oro del pensamiento tactico ... Precursores .. Después de la Guerra de Secesin, 1865-1885 . El triunfo de los grandes cafiones, 1900-1916 .. Resurge la columna de batalla Cerrando la T.... La formacién de crucero y la exploracién tactica Comando y control... . 101 La cortina de destructores y la amenaza del 103 Teoria y practica durante el transcurso del cambio de siglo .... 105 Jutlandia..... Concepto versus realidad. Resumen 1 Segunda Guerra Mundial: Ja revolucién de las armas. {Sorpresa o cataclismo? ... Cinco nuevos problemas téctico: Un modelo taetico para la guerra de portaaviones Solucién a los problemas técticos . Resumen .......--eseeesseers Segunda Guerra Mundial: la revolucién de los sensores .. Medidas y contramedidas de exploracién ... Radar.. Acciones de superficie nocturnas en las Salomén..... Conclusién acerca de la campafia de las Salomén El radar y la defensa antiaérea . El submarino y los sensores Interaccién tactica entre fuerzas costeras y fuerzas en el mar... La evolucién de la tactica en la era de la guerra de misiles ... Cabezas nucleares y misiles de largo aleance .. Los efectos del armamento nuclear sobre las tacticas de flota y las caracteristicas de los buques de guerra... Los tres legados tacticos dejados por la forma estratégica de pensar la guerra... Los misiles en la guerra naval ... La guerra de los buques tanque vista bajo la perspectiva de una campaiia Antecedentes del combate misilfstico entre flotas Lecciones de la Guerra del Atlantico Sur . Las bajas en el mar Dario producido por cantidad de municién El dano recibido en relacién con el desplazamiento y la coraza de los buques de guerra Consideraciones tacticas acerca de la resistencia al castigo ... Una medida de la capacidad para la guerra costera Campaiias en el litoral .. Resumen .... Las grandes tendencias.. Sobre los principios de la guerra Los procesos del combate .. Maniobra.... Poder de fuego . Contraofensiva Exploracién Antiexploracién C?y CMC?. 10 I Las grandes constantes Maniobra... Poder de fuego . Contraofensiva Exploracién Cy CMC? | Resumen de tendencias y constantes de la tactica Las tendencias y constantes de la teenologia ... El andar de la tecnologia y la evolucién tactica ..... Las armas secretas y las sorpresas de la guerra Evolucién y revolucién en tiempos de paz Acerca de las grandes transiciones . La historia del Wampanoag Hacia la transici6n : Resumen .... Las grandes variables .. Sobre la teoria, el planeamiento y la proximidad del combate Misiones y fuerzas.......... La mision: el grillete con la estrategia Intensidad de la guerra .. Misiones y estrategias de las armadas en inferioridad de fuerzas Fuerzas .. La comparacién de fuerzas navales El rédito: la sintesis de los atributos de la fuerza... Tacticas y operaciones moderna . Los misiles y las maximas ... Un modelo descriptivo del combate misilistico moderno a partir de salvas Variantes y cifras histéricas Las ecuaciones de salva en el planeamiento El combate que se avecina y las ecuaciones de salva Redes tacticas . Masificacién para la defensa .. Una recapitulacién Un modelo representativo del combate moderno basado en los aleances .... 12 Un ejemplo de tacticas modernas ... 314 Los méritos del ejemplo: un resumen Fondeadero El ancla hace cabeza Tactica ... Armas y sensores El planeamiento y la ejecucién .. Relaciones con la estrategia .. El estudio de la tactica. Ficcién y prediccién .. Epilogo: la batalla del Egeo 329 331 334 335 337 340 .. 867 Apéndice A. Terminologia. Apéndice B. Los principios de la guerra.... 871 Bibliografia .. 378 .. 388 Indice tematico FIGURAS Y TABLAS Poder de fuego y resistencia al castigo remanentes Poder de fuego remanente.... Sobrevida al primer ataque (A/B) Contramedidas a las sefiales enemigas Medidas requeridas por un ataque eficaz.... Efectos de las contramedidas... asaeean Municién necesaria para la supresidn del poder de fuego de un buque de guerra de la Segunda Guerra Mundial . 6-2, Municién necesaria para aleanzar el 80% de probabilidad de hundir a un buque de la Segunda Guerra Mundial . . 179 6-3, Una répida comparacién en la cantidad de municién necesaria para un hundimiento, datos de la Segunda Guerra y posteriores 183 11-1. Supervivientes a un primer ataque (A/B 288 Figuras 1-1. Bahia de Aboukir .. : 1-2, Maniobra de la Armada Real durante la Batalla del Nilo ...... 49 2-1. Alcance eficaz y de tiro rasante de los buques de una columna .. La maniobra de duplicar El empleo del espolon .. Aleance eficaz comparado de la artilloria, 1750 y 1910. Reorientacion de la linea de batalla para pasar de la formacién de crucero a la de combate... .. 99 Disposicion de crucero que muestra la ubicacién de la linea de oxploracién y la de la fuerza de apoyo 101 Planes de tiempos de paz: formacién de batalla vos 104 La realidad del combate de Jutlandia, 1915 .. 105 11-4. U-5a. 11-5b. 124. . Ataque desde posiciones dispersas La expansién maritima japonesa de diciembre de 1941 a mayo de 1942 Secuencia de la batalla de Cabo Esperanza La batalla de Golfo Vella, 6 al 7 de agosto de 1943 Equivalentes en misiles Exocet versus desplazamiento a plena carga de buques puestos fuera de combate y buques hundidos ..... Probabilidad de impacto de la artilleria de un 134 148 151 .. 180 acorazado, en funcién de la distancia; afo 1916 .... .. 202 Cadencia de fuego (en unidades equivalentes a proyectiles de 8 pulgadas por minuto) versus distancia.......... 208 Cadencia de fuego versus distancia, de toda la flota de los BE,UU. en 193 El aumento de la letalidad de las armas a través de la histori Enfrentamiento de lineas de batalla, Naval War College, 1926 . La capacidad de bisqueda como un concepto de drea . El ciclo de comando y control de Lawson... Los ciclos de comando y control propio y enemigo fancionando simultaneamente dentro del mismo ambiente (situacién) Ataque en masa .. - 204 205, 208 234 289 289 . 314 Ataque en sucesién . Bscena de la aceién naval moderna. . Numero de lanzamientos de Azul sobre Colorado esperado en funcién de la distancia que separa a Colorado de Azul.. 316 . Numero de lanzamientos de Colorado sobre Azul esperado en funcidn de la distancia que separa a Azul de Colorado. .. 316 Diagrama representativo de la eficacia combinada de los medios de exploracién de Colorado ........... 320 Poder de ataque remanente de Azul después del ataque de Colorado (1) a 500 mn, (2) a 700 mn y (3) a 1.000 mn o mas... Poder de ataque remanente de Colorado después del ataque de Azul a cualquier distancia entre 600 y 1.000 mn ..... Las intenciones griegas y la respuesta turca Estrategia turca, fase 2 .. Se interpone la Sexta Flota de los EE.UU. Plan de batalla de Grant wi. .. 821 . 322 344 0 B45 349 . 359, CONSIDERACIONES SOBRE ESTE EJEMPLAR “Desde su publicacién, siempre he tenido un ejemplar de la primera edicion de Tactica de Flota, de Wayne Hughes, en el estante de los libros profesionales de consulta frecuente, Con asiduidad, a lo largo de los aiios, ese libro me inspiré ideas y conocimientos realmente novedosos. Al ampliar significativamente los contenidos del trabajo original, enfrentando el desa- fio que impone la transformacién de las operaciones navales en el siglo XI, como parte de las operaciones conjuntas, recomiendo enfaticamente esta segunda edicion. Hughes se mantiene como uno de los mas grandes pensa- dores militares contemporéneos y este libro es otra de sus joyas.” ALMIRANTE DENNIS C, BLAIR Comandante en Jefe del Pacifico “Una vez més, Wayne Hughes demuestra que es uno de nuestros mas avanzados expertos en estrategia y téctica naval. Esta puesta al dia de su muy leida primera edicién constituye una oportuna y concisa mirada a las tacticas de la guerra moderna, al tiempo que nos adentramos en el complejo siglo XI. Esta obra merece un lugar prominente en la lista de libros de lectura indispensable de todo oficial de marina, de guardiamarina a almirante.” VickaLMRanté Conran C. LAUTENBACHER JR. Subjefe de Operaciones Navales “Fste libro admirablemente sagaz, se ve atin mejor al incorporar la discusién ampliada del papel de los misiles en la guerra naval moderna Lo que mas me satisface es hallar en él la deseripcién y el andlisis de las tendencias y constantes militares de largo plazo.” Anprew MARSHALL. Oficina del Secretario de Defensa PREFACIO “|Ataca eficazmente primero!” El oficial joven est en la tdctica; es lo que mas le interesa. Mientras que a otras tareas le asigna una dedicacién rutinaria, su energia se canali- za hacia el desarrollo de Ja habilidad de proyectar el poder combativo sobre un enemigo en circunstancias de peligro mortal. De vuelta de la vida, un oficial de mucha mas edad regresa a las tacticas tras deambular por los etéreos paisajes de las operaciones, la estrategia y la politica. Su retorno a las tdcticas se debe en primer lugar a que ella es la que estimula su profe- sidn. Es el ambito donde se efecttian las transacciones y se cosechan los resultados; para bien o para mal. Regresa a ellas, en segundo lugar, en busca de ser consecuente consigo mismo; casi una cuestién de estética. En el apogeo de la Guerra Fria, quien entonces se desempefiaba como Jefe de Operaciones Navales dijo que la Armada Estadounidense habia per- dido su estrecho margen de superioridad por sobre la Armada Soviética. Es un juicio complejo, cuidadosamente estudiado y grave, En ese calculo, uno de los parametros mas significativos era la amenaza de los misiles crucero de aeronaves, submarinos y unidades de superficie. Afortunadamente, esa opinién nunca fue puesta a prueba. En la presente edicién el capitan de navio Hughes, empleando datos reales de combate que el CNO de aquel entonces no tenia a su disposicién, comprueba que tal juicio no era desacer- tado. Aquella apreciacién demandé accién a todos los niveles. Los jévenes oficiales de entonces recurrieron a la tactica por ser la Gnica herramienta a mano, esperanzados en que la tecnologia se pondria a la altura de las cir- cunstancias a corto plazo. Una vez més fue la tactica la que hizo el aporte a las operaciones y a la estrategia. El capitan Hughes abre su introduccidn a esta segunda edicién con la sentencia del almirante Fiske, quien nos advierte que la politica naval, para ser inteligente, debe tener cuidadosamente en cuenta a las tacticas que habran de emplearse. Mas adelante recoge la admonicién del almirante Nelson que califica de tonto al buque que ataca un fuerte. A pesar de ello, en la concepcién estratégica de 1994 (“Forward from the Sea”) la conduccién de la Armada y de la Infanteria de Marina norteamericanas, establece que “la nueva direccién de avance de las fuerzas navales es la proyeccién del poder desde el mar en las criticas regiones costeras”. En tiempos mas re- 18 TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO cientes, el CNO concibe una “Armada del siglo XXI capaz de influenciar sobre los acontecimientos en tierra —en forma directa y decisiva— en cual- quier momento y en cualquier lugar”. Tanto para el almirante Nelson como para la Armada e Infanteria de Marina norteamericanas de hoy, esta afir- macién resume la misién fundamental de la Armada en términos de contro- lar y explotar el dominio del mar. Esto es un clasico naval. ,Estan sus tact cas y su tecnologia en condiciones de sustentar esta sentencia de la politica? Si no lo estan, entonces Nelson contintia teniendo razon. Este ejemplo ac- tual en el que las tacticas impulsan a las politicas, sefiala el objetivo que debe animar a los tacticos —sean jévenes 0 maduros-~ e indica también la necesidad de profundos cambios en nuestras decisiones tecnoldgicas. La era informatica que estamos viviendo encarna la {ntima relacién existente entre tactica y tecnologia, y resalta el vertiginoso crecimiento del poder de la tactiea como promotora de las operaciones y la estrategia. Mien- tras que la estrategia aspira a controlar el alcance, el ritmo y la intensidad del conflicto, la tactica controla a la crucial derivada segunda, ésta es, la pendiente del cambio que afecta la mente del hombre, ambito donde se ga- nan y pierden las guerras. La importancia atribuida a la exploracién (en- tendida como actividades orientadas a obtener informaci6n) y a los misiles es el reflejo de las caracteristicas dominantes de la era de la informacié: accesibilidad y rapidez. Las armas de largo alcance y alta velocidad tienen poder en la medida en que dispongan de informacién, Los altos niveles de apresto compartidos por las fuerzas han llevado al dramatico incremento de Jas velocidades de exploracién, de decisién y de ejecucién. De alli que el profesional moderno lucha en primer lugar por lograr la superioridad en materia de informacién, dando indicaciones acerca de las decisiones técni- cas y tacticas que son necesarias tomar. Dicho de otro modo, debemos ad- quirir las fuerzas y desarrollar las tacticas que otorguen superioridad en materia de informacion. Probablemente el capitan Hughes diga que esto no es nuevo, pero puede ocurrir que sean mucho mayores la importancia y la complejidad de las alternativas. De igual modo, debe asegurarse la obtencién de tecnologias y tacticas que hoy no tenemos. Abundan las presiones para que se postergue su adqui- sicién. En medio de ellas subyace la candida creencia en que el combate puede ser conducido desde un santuario. Muy por el contrario, todo lo que se interponga en el arduo y penoso camino del combate, sea deliberado 0 meramente casual, es material de consumo. Esta es la razén por la que la Escuela de Guerra Naval en Newport ha decidido reemprender la tarea de desarrollar una Armada basada en las tacticas y la tecnologia necesarias para vencer. Este cometido requiere concentrarse en las constantes y ten- dencias de largo plazo que el capitan Hughes describe con tanta claridad. Mi temor es que los funcionarios enfrascados en la estrategia y la po- litica, pensando que la tactica debe subordinarse a sus intereses, no lean este libro. El resultado seria ignorar una vez mas las sangrientas lecciones PROLOGO 19 de la historia y fracasar ante las oportunidades y los grandes riesgos de esta acclerada era de la informacién. Los hechos y desarrollos que tuvieron lugar en el lapso transcurrido entre las dos ediciones de este libro, demues- tran la exactitud de las apreciaciones y del andlisis levado a cabo por el capitén Hughes. Una vez mas, en la presente edicién, emplea laboriosa y habilmente la ldmpara de la historia, para iluminar el camino del futuro ~sus celadas y oportunidades— a los conductores de la Armada. {Para qué estudiar tacticas? Porque es la suma del arte y la ciencia de 1a aplicacién efectiva del poder combativo. Es el alma de nuestra profesién. Viceatmiranté A. K. CeBROWSKI PROLOGO DE LA EDICION ORIGINAL En mi caracter de aviador naval, albetgando todos los rasgos propios de tal denominacién, forjados en aiios de experimentar en noches oscuras bortascosas la excitante y tranquilizadora sensacién luego del perfecto fun- cionamiento de la catapulta y el tirén de bienvenida de los cables de frena- do, frecuentemente escucho la pregunta: “{Durante cudnto tiempo mas se- guirdn siendo los portaaviones la pieza central de las tdcticas de la Armada Norteamericana?”, Es como si la pregunta acerca de las vulnerabilidades del portaaviones nunca fuera a dejar de plantearse. Una respuesta seria gira necesariamente en torno a la tecnologia y las tacticas, y siendo estas paginas un tratado en profundidad de dichos tépicos, resultan trascenden- tes para la cuestién. El libro que ustedes han de abordar realiza una tarea excepcional al combinar tecnologia y tacticas dentro del contexto histérico. De hecho es el mas claro y abarcative de los libros publicados sobre tacticas. Tactica de flota hace su aparicién en escena, algo demorada. En las iiltimas décadas, un fenomenal avance tecnolégico dificil de predecir ha afec- tado virtualmente cada uno de los aspectos de la guerra naval. Ante las innovaciones de la tecnologia, algunos sistemas se tornan obsoletos atin estando en pleno‘desarrollo, y cuando todavia no han Hegado a la flota en cantidades significativas. Estas circunstancias sumadas al hecho de que la Unién Soviética ha superado la inversién estadounidense en materia de defensa, yen particular en presupuestos para sus fuerzas navales, crean en nuestra armada la necesidad, sin parangén en toda su historia, de estudiar y dominar las tacticas. Al subir el tren de aterrizaje de su aeronave, el aviador naval es catapultado hacia una dimensién distinta —Ia del reino de las tacticas— y funciona inmerso en 61 hasta el momento de su recuperacién a bordo del portaaviones. De igual modo, el comandante de un submarino que atravie- sa las escolleras en direccién al mar se interna en un reino que exige sutil agudeza del sentido tactico. Al conducir operaciones independientes, quien navega bajo la superficie debe poser intimo conocimiento de sus sistemas de combate, las capacidades y limitaciones de su tripulaci6n y la doctrina tactica establecida para su buque. Pero a tal piloto o comandante no le basta ser eficiente desde el punto de vista tactico. Hoy, igual que en tiempos de Nelson, todos los elementos 22 ‘TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO tdcticos deben combatir como un solo equipo coherente, en el que cada unidad integra sus respectivas capacidades tacticas al conjunto, de la mejor manera que sea capaz de hacerlo, Es mas que probable que en el futuro este equipo incluya medios con base en tierra y en el espacio. Ni éstos ni aquéllos han alcanzado atin desarrollar todo su potencial en el ambiente maritimo. Los sistemas espaciales son embrionarios y -cuando sean desa- rrollados, si lo son algiin dia— exigirdn del profesional naval habilidades tacticas aun més sofisticadas que las que detenta actualmente. Las exigencias que hoy pesan sobre el profesional téctico en cuanto a ser operativamente competente en las multiples plataformas que compo- nen los grupos de batalla son puestas en duda por quienes afirman que desde la Segunda Guerra Mundial no se han presenciado combates navales de envergadura en los que fuera critico el empleo de tacticas de grupos de batalla. Algunos opinan que para los britanicos Malvinas fue s6lo una expe- riencia en pequefia escala, donde sus habilidades tacticas fueron puestas a prueba. También se opina que los enfrentamientos 4rabe-israelies y los bom- bardeos sobre Libia son apenas breves vistazos del amplio espectro tactico de la guerra naval. Cualquiera sea la opinién que se tenga de estas opera- ciones, debemos estar prevenidos contra la insidiosa tendencia de limitar nuestro horizonte tactico a las maniobras de tiempo de paz; en su lugar, debemos procurar entender las ordalias de la guerra tecnolégica fatura en el mar y todas sus consecuencias. Lamentablemente debo reconocer que somos presa facil de las presio- nes que sobre nosotros ejercen las prioridades de tiempos de paz, y en con- secuencia favorecemos la administracién de programas, la adquisicién de medios y -en nuestro desvelo por mantener listos para la accién los comple- jos sistemas de armas- el mantenimiento de nuestros buques, en desmedro del perfeccionamiento tactico. A pesar de que seria temerario desestimar la importancia de aspectos vitales como los mencionados, es peligroso y con- trario a las lecciones de la historia someter al perfeccionamiento téctico a un rol secundario detras de cualquier otra necesidad, aunque ésta sea esen- cial. Después de todo, de qué se trata la profesion naval si no de tacticas, y mds tdcticas? Nada entusiasma mds al marino que disponer de la oportuni- dad de ejercitar su conocimiento del buque y su sistema de armas, para demostrar todo su poder combativo Tactica de flota es un arcon de tesoros, lleno de consejos plenos de sentido comin e ideas estimulantes. Es facil de leer y al mismo tiempo una verdadera joya. El capitan de navio Hughes y su vena literaria han hecho de un tema drido, un fascinante tratado que dejaré en el lector el deseo de leerlo una y otra vez. Las cinco piedras fundamentales ~por mencionar s6lo uno de los tantos compendios de principios que abundan en estas paginas~ ameritan ser asimilados cuidadosamente; més todavia, deberian transfor- marse en instinto. El capitan de navio Hughes no ha descuidado tampoco poner el acento en el ingrediente vital de las tacticas: el don de mando. En mayor medida PROLOGO A LA EDICION ORIGINAL 23 que en cualquier otro sitio, en el mar “el hombre va donde lo lleva su coman- dante”. Juntos sobreviven la lucha un dia més, saboreando el fruto de la victoria, o juntos perecen. De modo que sera mejor que aprendan rapido y bien a operar como una unidad. La guerra es lo inesperado y, ms alld de un cierto punto, la guerra es violencia en dosis inimaginables. Sélo es capaz de competir el mejor equipo. Elcuidadoso estudio de Téctica de flota inspiraré al obstinado marino quien, si no lo ha hecho aiin, colocaré a las tacticas en su lugar correcto: el primero y primordial. Ellector tiene un festin a su aleance. {Mis mejores deseos para el viaje a cmprender! ALMIRANTE THomas B. Haywarp AGRADECIMIENTOS El fallecimiento del capitan de navio Hugh Nott impidié que fuese coautor de ambas ediciones de este libro. Su contribucién durante el perio- do de gestacién de la obra fue invalorable. Juntos acordamos que la tactica es una valiosa disciplina, inmersa en el marco mas amplio del estudio de la guerra en el mar; que los fundamentos de esta disciplina necesitaban de ser actualizados; que el estudio de principios era inadecuado ya que tenden- cias, constantes y contextos son también pardmetros importantes de la ecua- cién; y que los procesos del combate debian ser representados por modelos dinémicos. Compartimos asimismo la culpa de no haber encontra- do a nuestra maxima fundamental de la tactica naval, un giro idiomatico mas elegante que el de “ataca eficazmente primero”. La presencia de Hugh es al mismo tiempo sentida y aforada en cada una de las paginas. El ya fallecido almirante retirado de la Armada Norteamericana A. J. Whittle fue el primero en leer cada palabra del esbozo original y probable- mente quien mayor influencia ha ejercido a todo lo largo de la obra. Casi tan importante ha sido la participacién de Frank Uhlig y de Frank Snyder -ambos del Naval War College- sugiriendo mejoras de detalle. Entre las muchas personas que ayudaron a mejorar este libro, recuerdo al vicealmirante (ret.) Thomas Weschler y al contraalmirante C. E. Armstrong en el drea de las operaciones; a los profesores John Hattendorf y Thomas Hone en materia de historia naval; al teniente general de infanteria de marina (ret.) Philip Shutler en aspectos de la guerra costera; a los doctores Joel Lawson, John Wozencraft y Michael Sovereing en los tema de comando y control; y a W. Robert Gerber, Gael Tarleton, Donald Daniel y Robert Bathurst en ciencia militar soviética. El Military Conflic Institute se acredita gran parte del mérito, al haber sido desde el comienzo la mesa de intercambio de opiniones, ayudan- dome a perfilar las diferencias existentes entre el proceso del combate en tierra y el del combate en el mar. Entre sus directivos, el doctor Donald Marshall, el coronel Trevor Dupuy y el sefior Lawrence Low no escatimaron su tiempo ni su consejo. ‘Yengo un especial agradecimiento al teniente Mehmet Ayik, un estu- diante de doctorado en el Naval Postgraduate School, quien dio forma a la “Batalla del Egeo” del capitulo 12. Tras convencerlo de que escribia un libro 26 TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO acerca de tacticas y no de geopolitica, y gracias a su extraordinaria experiencia a hordo de naves de la marina turca, Mehmed desperté vividas imagenes en mi imaginacién, al tiempo que me brindé su asesoramiento técnico. Muchos otros aportaron materia prima, ideas e inspiracién. Entre ellos cl vicealmirante Joseph Metcaff III, el contraalmirante John A. Baldwin, el doctor Wilbur Payne, el doctor J. J. Martin, el doctor Milton Weiner, el profesor Neville Kirk, y los capitanes de navio S. D. Landersman y E. M. Baldwin. En el naval Postgrade School, el doctor Richard Rosenthal y el doctor Alan Washburn fueron especialmente generosos con su aliento. Las ideas que no logran ser comunicadas semejan semillas esparcidas en las rocas. El lector debiera asociarse con mai agradecimiento hacia quie- nes contribuyeron no ya con la sustancia, sino con la forma y expresién de dicha sustancia: en Monterey, cl capitan de corbeta Paul Fischbeck, Ellen Saunders, Sherie Gibbons y Ruthanne Lowe; y en el Naval Institute Press: Paul Winderson, Therese Boyd y Connie Buchanan. En las dos ediciones, mi esposa Joan tiene doble mérito. Soporté el libro sin una pizca de celos malsanos, y ademas pulié mi gramatica. Finalmente, el almirante Thomas Hayward no sélo me obliga el agra- decimiento por su consejo y aliento, sino que también resulta acreedor al reconocimiento de la Armada de los EE.UU., por renovar el énfasis en la capacitacién tactica de su flota. En la presente edicién, el vicealmirante Arthur Cebrowsky mantiene la lama encendida. INTRODUCCION “Ninguna politica naval merece el calificativo de sensata a menos que haya tenido muy cuidadosamente en cuenta a las técticas a ser empleadas en la guerra.” CaprrAN DE FRaGATA (USN) Brapuey A. Fiske, 1905 Una nueva edicién en la era de los misiles En la década transcurrida desde que se publicara la primera edicién de Téctica de flota, el mundo ha cambiado por completo. Tras el colapso de la Union Soviética, la estrategia estadounidense fue remozada, los gastos de defensa fueron desacelerados, se le dio primacfa a las operaciones con- juntas y combinadas, y la frase del dia en el Departamento de Defensa pas6 ‘a ser: “una revolucién en los asuntos militares”. Junto al derrumbe de la Unién Soviética, se comenzaron a oir profecias acerca del comienzo de una era de paz; ellas no tuvieron en cuenta que raramente el disloque de una gran potencia conduce a la estabilidad de otros estados. Lo que ocurrié era predecible: una vez rotos los diques de contencién de la bipolaridad americano-soviética, otras naciones, largamente mantenidas en ebullicién, se fragmentaron. Una visién muy difundida en los circulos politicos norteamericanos es quo, a consecuencia de ello, las operaciones navales habrian cambiado de manera radical. Sin duda es cierto en lo que ataiie a Jas misiones y directi- vas. Pero en cuanto a la esencia de las operaciones navales de los EE.UU seria mas correcto decir que han vuelto a sus origenes, esto es, le prestan mayor atencidn a las regiones costeras mundiales. Pese a su disparidad de objetivos, las operaciones de hoy ~como la guerra en Kuwait, la interdiccién del tréfico maritimo en el Adridtico, los esfuerzos por estabilizar paises ta- les como Panama y Haiti o las actividades tendientes a interceptar tanto drogas como inmigrantes ilegales en el Caribe- tienen todas el denomina- dor comin de levarse a cabo en aguas costeras. El significado politico que estas operaciones tienen para los BE.UU. se puede resumir en el concepto 28 TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO de guerra conjunta litoralena, que abarca operaciones cuidadosamente di- seiiadas y concertadas por comandantes conjuntos, que conducen un am- plio espectro de ellas en los “estrechos mares” que rodean el mundo. Visto con algo mas de profundidad, la marina norteamericana jamés se alejé de las costas. Esa marina ocednica que en teoria manteniamos para enfrentar a la Unién Soviétiea, en realidad fue incesantemente empleada en contingencias tales como las descriptas en el parrafo anterior, desde el momento mismo en que finalizé la Segunda Guerra Mundial. El despliegue de las fuerzas navales norteamericanas llevado a cabo frente a las de la Republica Popular China en 1996 fue tan solo la ultima de una larga serie de demostraciones de fuerza cuyos inieios se remontan a mds de cuarenta afios, y nos recuerda al encrespado mar con el que afios atrés tenia que lidiar ia Patrulla de Taiwan. Si recurrimos a cualquier compendio de bata- las navales —digamos, el de Helmut Pemeel: A History of War at Sea~ha- Naremos que casi sin excepeiones cualquier batalla naval, por grande 0 pe- quefia que fuere, se libré en proximidades de la costa. Lo corrobora asimismo Frank Uhlig en su excelente libro How Navies Fight, donde demuestra que ha sido asi para la Armada de los EE.UU. a todo lo largo de su historia. En cuanto al alcance que ha tenido en tierra la influencia directa de las arma- das, y la que ellas han recibido de los eventos costeros, ha sido hicidamente tratado por Charles E. Callwell, un oficial de ejército inglés, en el apogeo de la Pax Britanica. Inicialmente editado en 1905, su libro Military Ope- rations and Maritime Preponderance fue recientemente reeditado por el Naval Institute Press, debido a la importancia que reviste para las opera- ciones navales norteamericanas de hoy. Un escritor podria abordar los dis- tintos temas considerados en los capitulos de ese libro y asi describir exhaustivamente la guerra naval costera actual, usando como ejemplos las acciones de Ia Armada y la Infanteria de Marina Norteamericanas que tu- vieron lugar alrededor del mundo a partir de 1950. Tactica de Flota fue escrito con intencién de perdurar, de modo que nada fundamental acerca de las tacticas necesita ser alterado en la presen- te edicién. Que “el propésito de la misién esta en tierra” no puede ser dicho més enfaticamente y, por lo tanto, como piedra fundamental de la tactica, se repite sin modificaciones en la pagina 34. El capitulo 5, asimismo reitera las acciones nocturnas de las Islas Solomon, con técticas propias de la Se- gunda Guerra y desarrolladas durante todo un largo afio de campaiia por los tactieos de la Marina Norteamericana, las que son un perfecto ejemplo del fenémeno ~supuestamente nuevo- de guerra conjunta en el litoral ma- ritimo. En cuanto al ejemplo del accionar de una flota moderna contra una costa hostil que habfamos incorporado en nuestra edicién original, ahora incorporado al capitulo 11, sigue siendo tan bueno como entonces para mos- trar las condiciones en que se desarrollaria un ataque a un bastién costero ruso, chino o irani. En la primera edicién conclufamos que Mahan estaba equivocado al afirmar que la téctica disponia de menos principios y cons- tantes perdurables que la estrategia, Los cambios registrados a partir de INTRODUCCION 29 nuestro primer libro lo ratifican: los cambios dramaticos se produjeron en el campo de la politica y de la estrategia, no en el de la tactica. No fueron las nuevas posibilidades tecnolégicas las que provocaron la muy estremecedo- ra “revolucién en los asuntos militares” sino las nuevas, abruptas, dramat cas e irreversibles realidades politicas. No queremos decir con esto que las tacticas no evolucionan; afirma- mos simplemente que la presente era de guerra misilistica moderna era algo previsible, y que se impuso con total independencia de la escena politi- ca. Ya en la primera edicién advertfamos de la importancia que adquiririan los misiles como instrumento primario de la tactica naval Sin embargo, en aquel entonces no le prestamos al misil la fundamen- tal atencién que, hoy advertimos, se merece en la guerra costera. Con solo una excepcién’ , todos los ataques con misiles contra fuerzas navales o bu- ques mercantes han tenido lugar en aguas costeras’ . Asimismo, de manera creciente, los blancos terrestres también han sido atacados desde buques con misiles. En febrero de 1991 el misil crucero Tomahawk, lanzado desde plataformas navales, adquirié un rol clave en la victoria aérea de la “Tormenta del desierto”. Antes que eso ocurriera, los buques de guerra comenzaron a enfrentar ataques misilisticos lanzados desde tierra. Un hito al respecto fue el establecido en la Guerra del Atléntico Sur en junio de 1982, cuando un Exocet puso fuera de accién por treinta y seis horas al destructor britanico Glamorgan y caus6 treinta bajas. La principal raz6n y oportunidad de esta edicidn revisada de Téctica de flota es la aparicién sobre el horizonte de la guerra de misiles en aguas restringidas. Los ataques misilisticos tierra-mar se suman a los ataques con misiles contra objetivos en el mar o terrestres Ievados a cabo desde aeronaves (que hasta boy eran los que prevalecian), para diluir un tanto mas la distincién entre combate terrestre y naval. Con la misidn de obtener © conservar el control de aguas costeras, los mas instructivos encuentros navales modernos fueron empefiamientos conjuntos de fuerzas terrestres, navales y aéreas actuando concertadamente, en los que el misil fue el principal protagonista. Tal vez, las armadas del mundo debieran abando- nar por completo toda referencia a una “téetica naval” especifica. Es mas razonable pensar en términos de tacticas litoraleias que involucran a buques de guerra. Sin lugar a dudas esto es un cambio significativo. Es por eso que el tema del capitulo de reciente factura que en la presente edicién lleva el ntimero 6 es el andlisis de las caracteristicas y de las tacticas de los buques ! Bl ataque argentino con Exocet al Atlantic Conveyor en mayo de 1982. (N. del T.) El autor no tiene en cuenta el ataque con misiles y bombas lleva- do a cabo contra cl portaaviones Invincible en 1982 y durante el mismo conflicto. Si bien cl Gobierno Britdnico nunca reconocié impactos de misil en dicho portaaviones, Ja Armada Argentina considera que existe razonable evidencia de que al menos un misil impacts en el buque 30 TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO que han combatido en aguas costeras desde la Segunda Guerra Mundial en adelante. Basado en la acumulacién de un numero suficiente de ejemplos, el capitulo recorre los antecedentes histéricos de las tdcticas de la “era del misil”, Desde que una primera salva de misiles hizo blanco sobre el destruc- tor israeli Eilat en 1967, més de 450 buques recibieron el impacto de misi- les crucero antibuques (ASCM); se puede sacar provecho de estas estadisti- cas. En los afos recientes hemos comprobado que las minas fueron destructivas, que los submarinos ejercieron su.influencia y que ambos lograron restringir las operaciones navales en medida fuera de toda propor- cin con la cantidad de submarinos empefiados, las pérdidas sufridas y cl mimero de minas empleadas. Incluso hemos visto lanzar anticuadas bombas sobre naves de superficie, Sin embargo, la evidencia de que misiles de toda laya -sean lanzados desde el aire, desde la superficie del mar debajo de ella, desde tierra y, en cierto sentido, desde el espacio— son los que dominan hoy la guerra en el mar, es irrefutable. Aun sin tener en cuenta a las cabezas nucleares, quimicas o bioldgicas, nos hallamos en la era del misil. éQué podemos decir acerca de la era de la informacién? Las revistas especializadas en temas de defensa o en materia de nego- cis han sido bombardeadas con la idea de que la “era de la informacién” esta alterando nuestra civilizacién y la manera de hacer la guerra. Nuestra lacénica respuesta és que Ia era de la informacién no introdujo novedad alguna en las armadas del mundo. El rol de Ja informacién (exploracién) comenz6 a dar frutos en la década del 30, al fusionarse la busqueda aérea con las radiocomunicaciones. La guerra de informacién y las operaciones sin duda evolucionan al compas de la tecnologia, pero el reflejo de esta evo- lucién son en su mayor parte cambios menores agregados a lo que ya dec mos en el capitulo § de la edicién original, En el campo de las tcticas nava- les lo que si se aprecia es el advenimiento de un arma nueva -el misil de largo alcance con un buen sistema de guiado— que aprovecha las ventajas que otorgan los sensores y las comunicaciones, y viceversa. ‘Tal vez debamos admitir que nos encontramos en los albores de una nueva era en las tacticas. Los vehiculos no tripulados aéreos, de superficie y por debajo de la superficie, tienen un futuro brillante, aunque algo des- concertante, en la guerra. Una forma de ver las posibilidades que se abren es establecer entre la aeronave no tripulada del futuro y el avién convencio- nal de combate, la misma relacién que se puede apreciar entre el vehiculo de alta precisién de guiado que es el Tomahawk actual con respecto a las bombas V-1 (a duras penas guiadas) de finales de la Segunda Guerra Mun- dial. Otra forma de verlas es pensar que las actividades a ser programadas en los futuros vehiculos no tripulados son la culminacién de las posibilida- des que ofrece el sofisticado aunque mucho mas simple sistema de guiado programable del actual misil Exocet. No pretendemos aqui hacer prediccio- INTRODUCCION 31 nes del futuro, pero la revolucién mds probable en materia de asuntos militares no se produciré en el ambito de la adquisicién, transferencia y procesamiento de la informacién; cambios que, al menos en lo que a tacticas navales concierne, tuvieron comienzo més de cincuenta afios atras. La revo- lucién se produciré con la aparicién de robots inanimados que buscarén sus blancos y disparardn sus armas respondiendo a modos sorprendentes de autocontrol. Los cientificos, ingenieros y oficiales navales de hoy, introducirdn la era de la robética antes de que finalice la primera mitad del siglo XXI. Las marinas que sepan apreciar las posibilidades de la tecnologia seran las que marcaran el paso. Pero aun no hemos Iegado alli. Las armadas estén hoy en medio de la era del misil. El capitulo 11 pasaré revista, con mayor énfa- sis que el puesto en la cdicién original, a sus consecuencias tacticas. Conta- mos ahora con los datos de combate que nos permiten hacerlo. Trazando la derrota El ultimo libro de origen norteamericano referido a tacticas navales fue escrito hace ya mas de sesenta afos. Centrado en aspectos histéricos, sus autores fueron el contraalmirante S. S. Robison y su esposa. Pero para encontrar un estudio de autoria norteamericana centrado en el arte y cien- cia de la tactica, debemos remontarnos a comienzos de siglo cuando la tacti- ca era el tema de debate de los oficiales de marina. El ensayo que resulté premiado en 1905 por el Naval Institute Ilevé por titulo “American Naval Policy”. Su autor, el entonces capitan de fragata Bradley Fiske, dedicé vein- titrés de sus ochenta paginas exclusivamente a las tacticas. Eran tiempos en que los oficiales de marina proclamaban agresivamente que politica y estrategia no eran meras expresiones de deseo, sino planes bien fundamen- tados que respondian a posibilidades concretas de éxito tactico. Tal el caso de un oficial francés que, frustrado por la indecisién de su gobierno frente al crecimiento de la marina del Kaiser, eseribié: “Seamos austeros pero tam- bién honestos.,. es a través de la objetividad, esto es, comparandonos con nuestros posibles oponentes, la manera en que debemos caleular nuestro armamento... si nuestra politica no permite dilucidar presupuestos para la Armada, tengamos una politica acorde con los presupuestos navales”?, Estas son palabras de advertencia para la Armada Norteamericana del siglo XXI. Tras cincuenta afios de supremacia en el mar, durante los cuales los norteamericanos se habituaron a una armada capaz de hacer todo lo que de ella se pedia, reflexionar acerca de las tacticas modernas y Ja manera en que las flotas ganan batallas ayuda a evitar la desaprensiva presuncién de que las fuerzas navales tienen mas capacidades que las realmente disponibles. 2 Bavory, pags. 16-17, 32 TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO Asimismo, los primeros afos del siglo XX se caracterizaron por ser una época en que los pensadores tacticos gobernaban las tendencias de la tecnologia naval en tal proporcién que al menos un autor norteamericano y uno ruso, emplearon la palabra tecnologia en las definiciones dadas a la tactica. Aspectos tales como el calibre y emplazamiento de los cafiones, el espesor y distribucién de la coraza ola ubicacién de la timonera y el puente de mando eran medulares del pensamiento tactico. La revista Proceedings (editada por el Naval Institute) abundaba en premios otorgados a ensayos en los que predominaban el tema de la tactica. Hacia la década del 20, el Consejo General de Oficiales Superiores incluia indistintamente en sus de- liberaciones aspectos estratégicos, tdcticos y caracteristicas constructivas de las unidades navales, empleando las facilidades de juegos de guerra del Naval War College para dirimir alli sus disputas acerca de disefios. Un nue- vo libro cuyos autores son Tom Hone, Norman Friedman y Mark Mandels (American and British Aircraft Carrier Development, 1914-1941) muestra en detalle la incidencia de los juegos de guerra, las ejercitaciones de flota, el Consejo General y el Departamento de Aerondutica en el desarrollo del poder aéreo de la Marina Norteamericana. El apasionado discurso que caracteriz6 a las marinas del mundo du- rante esa época dorada del pensamiento tactico, dio sus dividendos en la Primera Guerra Mundial. En ella, las grandes sorpresas fueron de orden estratégico y no tactico. Alfred Thayer Mahan afirmaba que los principios estratégicos se “apoyan sobre la roca” a la vez que los de la tactica son mas difusos ya que ésta depende de la tecnologia, y la tecnologia cambia. Mahan pasé por alto el hecho de que la estrategia también se ve afectada por las nuevas armas. Contrastando con Mahan, Clausewitz pensé que la téctica admite con mayor frecuencia el establecimiento de principios utiles y que dichos principios son transformables en doctrina en forma mas directa que los principios estratégicos*. Este libro, acerca de los principios de la guerra, tiene poco de nuevo para decir. De hecho se concentra en los procesos, las tendencias, las cons- tantes y los contextos de orden tactico. Al ver que nuestro tema sera el sentido tactico de estos cuatro elementos, el lector podra especular que tam- bién a nivel estratégico, perseguir procesos, tendencias constantes y con- textos seria mds fructifero que recurrir tinicamente a principios. La mayor revolucién en asuntos militares se produjo con el colapso de la Union Sovié- tica. Cualquier cambio tecnolégico o tactico es diminuto comparado con ese acontecimiento fundamental. Todo el planeamiento y las operaciones de la Armada Norteamericana resultaron afectadas, y las tacticas navales tuvieron que ser redisefadas para llevar a cabo operaciones en el litoral maritimo. a CLaUse m2, pags. 147, 152-154. INTRODUCCION 33 Qué son las tacticas de flota? La rafz etimoldgica de la palabra tdctica os el vocablo griego taktika, con el significado de “asuntos relativos a la disposicién”. La definicion tra- dicional de tactica dice que es el arte o ciencia de disponer las fuerzas o de maniobrar dichas fuerzas entre si o en relacién con las fuerzas del enemigo, y de su empleo en el combate. En este libro a la palabra téctica le atribui- mos el significado de empleo de las fuerzas en combate. Las tacticas no son estudios sino técnicas, no un arte o una ciencia sino la accidn misma del hombre en combate. Mientras los estrategas planifican, los tacticos hacen. La definicién que aqui brindamos es deliberadamente confusa. Las palabras clave son empleo, fuerza y combate. Este libro clarifica dichos tér- minos tanto en su forma especifica como contextual. Algunos dicen que las tacticas son los despliegues que conducen a ganar batallas, pero esto suena ampuloso para quien deba enfrentar batallas en condiciones de inferiori- dad. Mas aun, no todas las misiones navales estan estrechamente apunta- das a obtener la victoria en el campo de batalla. E] verdadero objetivo de la buena téctica es alcanzar todo el potencial del que disponen las fuerzas. La frase tdctica de flota -tomada en distintos estudios como sinénimo de tactica naval, como es el caso de los trabajos de Robison y Fioravanzo~ se refiere a operaciones que coordinan el empleo de gran numero de buques y aeronaves, y de los sensores que les dan apoyo. En alguna ocasién haremos referencia a técticas con unidades independientes, pero siempre dentro del contexto incidental de la tactica de flota. Usando la nomenclatura del com- bate terrestre, la téctica de flota se asemeja a la tdctica de armas combina- das, ala gran téctica y al combate aire tierra. Poco después de la Segunda Guerra Mundial los oficiales navales de- jaron de escribir sobre tacticas; tal vez lo hicieron porque la palabra fue asociada con maniobra. Quienes fuimos oficiales jévenes en los afios 50, nos maravillébamos con el adiestramiento en tActicas, esos giros y evoluciones a quinientas yardas eran realmente excitantes. No obstante, esas manio- bras no guardaban mds relacién con la guerra en el mar que la que puede tener un desfile militar con el combate terrestre. Cuando se programaban tacticas, el significado del evento era maniobras y no practica de combate. Estas evoluciones eran s6lo resabios de la época en que la maniobra consti- tuia el meollo de la conduccién de las fuerzas en batalla. No hace mucho tiempo atrds, en 1972, John Creswell escribfa en el prefacio de su libro Bri- tish Admirals of the Eighteenth Century: “La era de las tacticas de flota, ese periodo en que los mds importantes resultados se lograban con la maniobra de flotas o grandes navios en combate, perduré casi dos siglos”'. Y para Creswell, ese periodo finaliza con la batalla de Jutlandia. Pero si dijimos que la tactica es el empleo de las fuerzas en el combate, ella existe con prescindencia de que las flotas maniobren o no. A pesar de que Creswell Creswett, pag. 7 34 TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO. est en lo cierto respecto de que la maniobra ha perdido el caracter medular que alguna vez tuvo en la proyeccién de las armas, la posicién con respecto al enemigo es todavia un ingrediente téctico vital, y la maniobra sigue sien- do la herramienta de] comandante para aleanzar la posicién que le permita lanzar un ataque eficaz. Una fuente adicional de confusién es que grandes componentes de las flotas de hoy tienen base en tierra. La Armada Soviética, por ejemplo, esta- ba integrada en gran medida por bombarderos de largo alcance designados para hundir buques de guerra y mercantes norteamericanos. Las flotas de los paises de la OTAN incorporaron aviones de patrullado maritimo ope- rando desde aerédromos terrestres. Ala tactica de flota le concierne el com- bate en el que la apuesta es algo maritimo, en otras palabras, le interesan aquellas batallas libradas por el control o el dominio del mar. Es probable que las armadas modernas de algunos estados riberefios posean tal predo- minancia de armas y sensores basados en tierra, que la verdadera fuerza de esas flotas sea literal y metaforicamente invisible. Los buques de las arma- das ocednicas han de entrar a las aguas costeras hostiles s6lo al precio de un gran peligro. La téctica en las operaciones navales En nuestra edicién original, el término téctica de flota excluia a las tacticas especificas de las operaciones anfibias, y al apoyo de fuego naval aéreo o de misiles dado a la guerra en tierra. Dado que no existe hoy un oponente naval que pueda desafiar la supremacfa de la flota norteamerica- na en aguas abiertas, resulta necesario estudiar aqui a las operaciones litoralefias, y a las dificultades que se enfrenta quien combate en aguas costeras. La edicidn original puso especial cuidado en definir el propésito del combate naval como el de lograr el control del espacio maritimo, de modo que las restantes fuerzas puedan llevar a cabo con seguridad su cometido. Esas otras fuerzas son, en primer lugar, una flotilla de fuerzas costeras encargada de eliminar de las aguas litoralenas al transito mercante enemi- go y a su flota pesquera. Tenemos ademds a los buques encargados del minado y antiminado. También estan las fuerzas anfibias a las que se les debe asegurar el transito por aguas abiertas hasta llegar al sitio de desem- bareo, Se debe proteger hasta su legada a puerto a los buques de trans- porte propios que llevan los abastecimientos y refuerzos, de toda amenaza aérea, de superficie 0 submarina. Finalmente, estan alli también los submarinos propios, que hacen su guerra de guerrillas contra las lineas de comunicacién maritima y contra las fuerzas antisubmarinas que tratan de impedirselo. La edicién original, concentrada en obtener la superioridad sobre la flota de batalla del enemigo, permitia hacer una importante simplificaci6n: el éxito se media comparando las bajas y los buques puestos fuera de com- INTRODUCCION 35 bate en ambos bandos, esto es, ntimero de buques hundidos o su tonelaje 0 la pérdida de elementos transportados como cafiones, aeronaves y tropas. Una consideracién importante a nivel de evaluacién de toda la campatia era el territorio ganado o perdido, pero cuando se producia el enfrentamiento de fuerzas navales en una batalla, el objetivo -y la medida del éxito~ era dejar fuera de combate a los buques de guerra enemigos. Pero si en lugar de ello, el objetivo es influenciar sobre los eventos en tierra -y hoy efectivamente ése es el objetivo y la razén de ser- lo simple deja de tener sentido, y necesitamos de un nuevo patron de medida del éxi- to. Comienzan a entremezclarse las tacticas y las operaciones de la campa- ha. Por eso es que el tratamiento acabado y completo de las operaciones navales requiere de todo un libro, que sea ja versién actualizada de esos soberbios clasicos que son Naval Warfare de Philip Colomb, Fundamentals of Naval Strategy de Romeo Bernotti o Military Operations and Maritime Preponderance de Callwel. Escritos hace ya cien afios, estos libros echaron luz sobre el planeamiento y la ejecucién de la campaiia, ya que el de Berno- tti es un libro de operaciones y no de estrategia. Son libros dedicados a la accién a emprender y, ya un siglo atrés, resaltaban la necesidad de obtener y asegurar una ventaja en la informacién, algo asi como lo que hoy denomi- namos “conocimiento dominante del campo de batalla”. La exploracién tée- tica y la operacional tienen lugar en los dominios terrestres, maritimos y aéreos. Y en las mentes de los tacticos que saben anticiparse a su tiempo, el dominio debe extenderse al de un campo de batalla que incluye criptologia, teléfonos celulares, computadoras, e-mail y a la World Wide Web. 2Qué se pretende de una armada? La tactica de flota y la guerra litoralefia estan implicitas en una ma- triz de cuatro funciones que llevan a cabo las armadas. El propésito de las éstas gira alrededor del traslado y la entrega de bienes y servicios en el mar; en la misma tonica y por contraste, el propésito de los ejércitos es el de adquirir y poser bienes raices. Desde este punto de vista, toda armada realiza una o més de las siguientes funciones, pero ninguna otra: En el mar ella: 1. asegura que nuestros propios bienes y servicios estan a salvo, y 2. que los del enemigo no lo estan. Desde el mar, ella: 1. garantiza la segura entrega de bienes y servicios en tierra, y 2. contiene la entrega de bienes y servicios por parte de la armada enemiga. Al decir que las armadas “no adquieren ni poseen bienes races” a la manera en que si lo hacen los ejércitos, estamos enfatizando el concepto de 36 TACTICAS DE FLOTA ¥ DEL COMBATE COSTERO que las armadas son medios para el fin de controlar a un enemigo en tierra. Muy ocasionalmente constituyen el centro de gravedad de un conflicto en el mar o en el aire. El gran rédito del poder naval consiste en obtener alta eficiencia en el movimiento de “bienes y servicios” con mar gruesa o calma, y hacia territorios amigos u hostiles. En realidad este arreglo de funciones de las armadas es casi enteramente de Cu: bett, con la salvedad de que sir Julian hablaba de proteger o den-gar el comercio en el mar. Desde los afios 50, la Arriada Norteamericana define sus funciones como las de controlar el mar, proyectar el poder, disuadir y hacer presencia. Aunque en alguna oportunidad pasada fueron discutidos (cierto Jefe de Operaciones Navales negé que “presencia” fuese una misién), éstos térmi- nos que le dieron tan buen resultado a la Armada Norteamericana durante la Guerra Fria, en Ja actualidad son demasiado especificos como para su uso generalizado, En lugar de ellos, los dos pares de funciones simétricas arriba mencionadas tienen aplicacién en toda circunstancia y se adaptan no sélo a un poder maritimo de Jas dimensiones del de los EE.UU., sino a paises y armadas de cualquier tamaiio y caracteristicas. Una marina coste- ra no necesita ser una potencia naval para ser competente y fuerte dentro de su propio dominio. La mayor parte de las marinas del mundo ponen el acento en la cuarta de las funciones mencionadas: contener los envios de bienes (soldados, infantes de marina y sus medios de combate) y de servi- cios (ataques con misiles o aéreos desde el mar) del enemigo. En aguas cos- teras, una pequefia armada puede que no logre contener desde el inicio a una potencia naval, pero si puede hacer que la entrega de bienes y servicios sea una carga paralizante. Al control del mar por lo general se lo asocia con ganar batallas de flota contra un oponente de envergadura, en aguas abiertas. Tras el colapso de la Unién Soviética, muchas personas se preguntaron: {para qué sirve la Armada Norteamericana fuera de lanzar ataques aéreos, que la Fuerza Aérea hace mas eficientemente? La respuesta es que los ataques aéreos constitu- yen solo una pequefia porcién de una de las funciones arriba mencionadas. Negarle a un estado litoraleno el uso de sus propias costas es una tarea ala medida de una gran marina, tal como lo es asegurar el flujo de bienes y servicios hacia las aguas domésticas del enemigo, en las que est dispuesto a ejercer su extrema defensa. Una flota puede llegar a barrer del mar a la flota enemiga, para en- contrarse luego con una campaiia de guerrillas en su propia retaguardia. La guerra en el mar es no lineal. Para contrarrestar a los submarinos que amenazan el trdnsito maritimo, se emplean fuerzas antisubmarinds que desarrollan tacticas distintas de aquellas de flota. A través de la historia la guerre de course, término francés que significa literalmente guerra de cace- ria, fue inicialmente Ievada a cabo por incursores de superficie y luego lo hicieron submarinos y aeronaves. Estos incursores sobreviven a través del velo y el engaiio, y profitan del lento pero acumulativo desgaste del enemi- go, actuando solos o en manadas. En esta guerre de course las tacticas de INTRODUCCION 37 atacantes y defensores difieren tanto de las tacticas de flota, como lo hacen las tacticas para luchar la batalla terrestre decisiva de aquellas necesarias para conducir una campafia guerrillera detrés de las lineas enemigas. Mientras que la Armada Norteamericana es muy competente en técti- cas antisubmarinas, operaciones anfibias, ataques aéreos y ataques con misiles, no esta acostumbrada a defenderse de ataques en aguas costeras. A ello se le suma que, al tiempo que escribo estas palabras, en el Golfo Pérsico y en el Adriatico estamos aprendiendo la vieja leccién de que el bloqueo e inspeccin son tareas que requieren de mano de obra intensiva, que insu- men tiempo y que nadie las agradece. En el capitulo 6 estableceremos la relacién existente entre los aspec- tos relevantes de estas funciones con la tactica de flota. Alli introducimos un nuevo patron de medida de Ia efectividad de la fuerza, en términos de poder combativo proyectado neto sobre la sobrevida de combate de la fuer- za, Este patrén de medida pone en evidencia que la capacidad a bordo del buque -en términos de unidades de misiles, aeronaves, infantes de marina, o tanques del ejército— debe sobrevivir al ataque enemigo y ser proyectada o entregada, o no cuenta para nada. Cuando el propésito de una flota no se limita a mandar al fondo del mar a la flota enemiga, deja de ser aplicable la vieja, pura y simple forma de medir el éxito contando los cascos hundidos. El capitulo 11 abordara en detalle a la sexta piedra fundamental que en la presente edicién agregamos al capitulo 1. Se trata del famoso aforismo que dice que “el buque que ataca a un fuerte comete una tonteria’. Toda operacién costera pugna contra esta venerable verdad, que se ratifica a si misma cuando el fuerte moderno cuenta con capacidad de ataque aérea y de misiles de largo alcance. Aun asi, en ciertas ocasiones, la marina nortea- mericana no tendra otra alternativa que arriesgarse a los ataques desde tierra. Sera una discusién dificil. Otra terminologia Entre los términos que aqui se emplean, el més destacado es explora- cidn, con significados que incluyen al reconocimiento, la vigilancia y todo otro medio aplicado a obtener y diseminar informacién téctica a un coman- dante y a sus fuerzas. La palabra rusa razvedka tiene a todos los efectos practicos el mismo significado. Otra palabra de linaje distinguido es corti- nado, que tiene muchas similitudes con el término antiexploracién, pero se diferencia de ella en que el cortinado tiene la posibilidad de atacar a un enemigo que esté amenazando, Los términos hoy en uso: guerra de infor- macién (IW) y operaciones de informacién (10), han sido lastrados con de- masiados significados y han perdido precisién. En su versién primigenia, hacian referencia a acciones tendientes a la exploracién y a la antiexplora- cin, Mas tarde, la guerra de informacién pas6 a definir de manera muy 38 TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO. estrecha a la aplicacién de medidas que atenuaran los medios enemigos de informacién. En la actualidad la guerra de informacién y las operaciones de informacién incluyen actividades a nivel estratégico, operacional y tactico. Con la palabra antiexploracién nos referiremos a toda medida ten- diente a frustrar el esfuerzo de exploracién enemigo y hablaremos de escolta cuando se trata de acompaiiar y defender con buques y aeronaves las unidades capitales. Escolta es una forma de la contraofensiva’. Una cortina antisubmarina es la defensa de un convoy 0 una formacién de bu- ques que tienen escasos medios si alguno— para defenderse a si mismos. Los buques y aeronaves de la cortina no sélo defienden, sino que amenazan al submarino enemigo complicando su intento de cerrar distancias, por lo que cumplen también funciones de antiexploracién, inhibiendo la propia busqueda del submarino, y si éste es detectado dando el alerta a las unida- des cortinadas. Comando y control (C2) son términos que denotan al conjunto de fun- ciones inherentes al comando y a las que suele referirse también como C0 comando, control ¥ comunicaciones, o C°l, es decir comando, control, co- municaciones e inteligencia, y asi sucesivamente, Especificamente C? invo- lucra la cadena de acciones que van desde que se recibe informacion de la exploracién, seguido por la toma de decisiones por parte del comandante, hasta que la diseminacidn de érdenes a sus fuerzas. He usado el concepto de GC? para abarcar todos los sistemas de apoyo a la decisién y otros medios para el ejercicio del comando, inchuyendo todo sistema de comunicar érde- nes, pero con la expresa exclusién de los sistemas de exploracién y el proce- so mismo de la exploracién. Su contracara son las contramedidas de C? (CMC2) y por ellas entendemos las acciones llevadas a cabo para inhibir la efectividad del C? enemigo. Guerra de seriales es un término importante y itil que atraviesa las fronteras entre exploracién, antiexploracién, C? y COMC?. Guerra de sefiales equivale a guerra de informacién con la salvedad de que no incluye los actos de violencia destructiva que caracterizan a la segunda ‘La acepcién adoptada de C? no es de uso universal pero se est hacien- do cada vez mas y més frecuente. Tiene muchas ventajas, una de ellas es que C? deja muy claro que no estamos hablando sélo de equipos y hardware. Otra ventaja es que extrae lo medular e inteligible de la muy amplia defini- cién de Cl, que con frecuencia se la hace abarcar todo tipo de accion téctica de envergadura mayor que un enfrentamiento de una unidad contra otra. Es conveniente aclarar que el C? ademas de usar la informacién que produ- co la exploracién, determina la direccién de ser explorada, ¢ influye sobre los requerimientos de recursos de exploracién. E] proceso de C? entonces, dirige el esfuerzo de exploracion en términos de su direccién de busqueda, su profundidad, su intensidad y su duracién. Dado que la endémica insufi- (N. del T.) El sentido preciso de “contraofensiva” esta explicito en el apéndi- ce A. El autor emples el término counterforce en el original. INTRODUCCION 39 ciencia de medios de exploracién es una constante prominente de la tactica, estas decisiones son de las mas importantes a ser tomadas por el coman- dante tactico, En estos tiltimos alos, los comandantes técticos han caido finalmente en cuenta de que dirigir sus esfuerzos de busqueda es una tarea opresiva y que insume tiempo. Armamento estratégico es un término poco satisfactorio que no tiene cabida en este libro. Los conceptos de guerra estratégica y bombardeo estratégico, asi como su propagacién al reino de los misiles balisticos inter- continentales (ICBM), son comprensibles pero no enteramente coherentes. Por el contrario, este trabajo se concentra en las propiedades tacticas del armamento nuclear de largo alcance, Llegada la oportunidad de su empleo, sies que alguna vez llega, el uso de armas nucleares en un campo de batalla de dimensiones planetarias requerira de habilidades tacticas especiales. Ein ese terrorifico combate, la Autoridad Nacional de Comando’ ejercera en la practica un comando téctico, que abarca la tarea de coordinar el uso efi- caz de armas basadas en tierra, aire y mar, Nos tranquiliza la idea de que una guerra nuclear generalizada es hoy una posibilidad remota, pero al tiempo que tal posibilidad se atemia, surge la del uso local de armas de destruccién masiva (WDM). Es mi opinién que al paradigma de la guerra en el mar (intrinsecamente destructivo) le interesa mucho mds entender las taicticas de empleo de las armas de destruccién masiva, que al paradig- ma de la guerra terrestre, que enfatiza la posicién y la maniobra Los lectores Tengo pocas cosas nuevas que decir acerca de los lectores de esta edi- cion revisada de Tactica de Flota. Tal como lo era en la anterior, el lector mas importante es el oficial de marina norteamericano. Sé de su profundo interés por las tacticas porque me dedico a ensefiarlas a tenientes de navio y capitanes de corbeta en el Naval Postgraduate School. No obstante, la pura y desconcertante verdad es que el oficial naval moderno vive sepulta- do por informes, inspecciones y clases sobre temas de! dia, las que versaran. sobre cualquier cosa menos en cémo se debe pelear. Quiero para ese lector un libro que pueda competir con las distracciones de tiempos de paz. La Armada Norteamericana finaliz6 la Segunda Guerra Mundial provista de tacticas probadas en combate, voleadas en doctrina y grabadas a fuego en las mentes de los lideres que habjan participado de esos combates en el mar. Aquella doctrina y estos lideres ya no estan mas. Ha transcurrido me- dio siglo desde que la Armada Norteamericana tuvo su tltima accién de flota. De acercarse a costas hostiles puede que enfrente la oposicién compe- tente de fuerzas de aire, mar y tierra, las que bien pueden hacer sangrar su (N, del T.) National Command Authority; en los BE.UU. el Presidente 0 quien lo reemplace. 40 TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO nariz. Tendremos los buques apropiades y la doctrina de combate adecua- da para una flota de batalla que ha sido asiduamente adiestrada en sus propias aguas? ¢O seremos acaso como la Flota del Pacifico de 1942, acos- tumbrada a pensar que la superioridad numérica siempre se impondria, para darse una y otra vez de bruces contra una téctica naval japonesa muy superior, y a la que se adapté con extrema lentitud? Mi armada es la Marina de los Estados Unidos, pero Téictica de flota est pensado también para el lector internacional. Aun cuando mi marina conserve el dominio de las aguas abiertas, y pueda ejercer su influencia sin ser confrontada en las aguas costeras y sobre tierra, no seré ésta la condicién de todas las marinas del mundo. Luego de la Segunda Guerra Mundial ha habido acciones de flota que a los ojos norteamericanos pue- den haber parecido pequefias, pero que para los participantes significé arriesgar todos sus recursos. Los buques de combate que lucharon las gue- rras arabe-israelies, la guerra del Atlantico Sur y la guerra indo-paquistanf eran chicos 0 muy pequefios, pero las apuestas eran fuertes y las tacticas cruciales. Este libro es también para ellos. Los derechos de traduccién de Téctica de flota han sido adquiridos por la Argentina, Brasil e Italia. No parece casual que en sus guerras més recientes, dos de las marinas de esos tres pafses fueran encontradas en inferioridad de condiciones. Todos come- ten errores y tienen la oportunidad de aprender de ellos, pero las armadas y los ejércitos derrotados son los mas dvidos de saber qué es lo que hicieron mal, La Armada Argentina no seré una valla sencilla la préxima vez. La Marina Italiana ha producido parte del pensamiento naval tactico més ela- borado del mundo y el disefio de sus buques les permitiré ser un enemigo formidable en el futuro. E] fallecido investigador y escritor C. S. Lewis se definia a sf mismo como un laico en cuestiones de teologia. Con el mismo criterio, existe un laico en asuntos navales que tiene algo para decir. Suele hablar con mayor elocuencia que los tedlogos de uniforme azul y es capaz de ofrecer sabios & imparciales puntos de vista. Pero si quiere desempefar un papel constru tivo necesita de mejores fundamentos en tactica naval que los que son habi tuales. Estas paginas no contienen una guia integral de todas las lecciones obtenidas de la guerra naval moderna, pero cualquiera que las recorra se encontrard mejor equipado para alcanzar conclusiones sensatas acerca del combate de hoy en e] mar. Por ejemplo, el laico que haya presenciado los hundimientos de buques briténicos y argentinos en la guerra del Atlntico Sur estaria tentado de predecir un futuro poco venturoso para las unidades de superficie; no obstante, antes de hacer tal prondstico deberia hacer me- moria de lo letal que han sido todas las batallas navales del pasado. En el capitulo 6 hemos contrapuesto infundadas opiniones de aficionados con las lecciones que a mi entender pueden extraerse de un mejor conocimiento del combate naval y de las tacticas. INTRODT'CCION 41 El cuarto y tiltimo lector para quien este libro fue pensado es el joven- zuelo de trece afios. Esa fue la edad a la que el futuro comandante en Jutlandia, John Jellicoe, con escaso metro y cuarenta de estatura, ingres6 a la Armada Real a bordo del viejo navio de linea —de casco de madera~ Britannia. Los genios en mateméticas, musica y otros campos florecen tomprano, y al lienar el vacio existente en materia de literatura tdctica, pretendo interesar a jévenes lectores. Dado que no hay demasiados juegos en computadora que resulten adecuados, debiera al menos existir un libro que ayude a explicarse al Nimitz o al Spruance del futuro, por qué sus tacticas fallan o son exitosas. Siendo un nifo aprendi tActicas en los libros de Lee J. Lovette, Flet- cher Pratt, Bernard Brodie, C. S. Forester y cualquier otro autor que estu- viese catalogado en las secciones 359 y 940.5 de la Biblioteca Publica de Chicago. En dias lluviosos convocaba a mis amigos para confrontar fuerzas marca Tootsie-toy en batallas navales que se desarrollaban a todo lo ancho del hogar paterno. Sin saberlo, estabamos desarrollando “operaciones cos- teras” en las que los muebles eran islas y las puertas oficiaban de estrechos. Dado que nuestros escasos fondos no alcanzaban para completar la flota —los destructores costaban cinco centavos y los cruceros diez construiamos enormes armadas con escarbadientes a los que pegdbamos cartulinas en las que se leia el nombre y caracteristicas de combate de cada embarcacién. Era una manera fantdstica de pasarla en un sdbado lluvioso, pero yo hubie- ra empenado toda mi armada marca Tootsie-toy para cénseguir un libro como éste; de haber existido. Y con entusiasmo, ya que esta escrito para los profesionales. En Marshall Field’s inverti 21 délares que me habia dado mi abuelo, en la adquisicién de un ejemplar del Jane's Fighting Ships do 1944, Ese dfa mi madre y el rey Neptuno vislumbraron mi destino naval. Los jévenes de hoy, con sus fascinantes equipos electrénicos, parecen més satisfechos y sofisticados de lo que éramos nosotros con nuestros mode- los de diez centavos. Pero debo formular una advertencia a esa generacién clectrénica que alardea de sus ventajas y habilidad. La formulacidn de bue- nas tdcticas en la pantalla de una PC no se aproxima més al campo de batalla de lo que pueden hacerlo los cuartos de guerra de la Escuela de Guerra Naval. Las técticas manejan cosas que si bien son necesarias, no son suficientes. La ejecucién de las tacticas en combate es una cuestién de conduccién; una conduccién que sepa conquistar el corazén y la mente de los hombres de mar. Lo dicho por Edison en relacién con el genio inventivo ~“uno por ciento de inspiracién y noventa y nueve por ciento de transpira- cién”~ es también cierto con respecto al éxito en el campo de batalla. Organizacién Hasta donde ha sido posible, la organizacién de esta nueva edicién respeta la de la original: 42 TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO En el capitulo 1, se ilustran las seis piedras fundamentales de la tac- tica a través del ejemplo eterno de la batalla del Nilo, un ejemplo casi perfecto de batalla naval llevada a cabo contra una costa hostil y con un propésito profundamente enraizado en tierra. Los capitulos del 2 al 5 son los que dan el fundamento histérico a los siguientes, y le proporcionan al lector que sabe de historia naval -o que piensa que sabe~ la oportunidad de comparar sus propias inter- pretaciones con las mias, Estos capftulos abordan en particular la com- paracidn de los métodos de maniobra, de control, de exploracién tacti- ca y, por encima de todo, de concentracién de fuerza, practicados sucesivamente (1) por los navios de linea, (2) por los acorazados y (3) por los portaaviones. Tres modelos de combate diferentes ayudan al lector a comprender la dindmica de las acciones navales y de los cam- bios que tuvieron lugar. El nuevo capitulo 6 abarca las tdcticas de flota en la era del misil; trata el tema de cémo han sido los combates a partir de la Segunda Guerra Mundial, poniendo un énfasis natural en la interface mar-tie- rra y -teniendo especialmente en cuenta la guerra del Atlantico Sur Ja manera en que la victoria se asocia con quien esta mejor preparado y equipado para conducir operaciones conjuntas litoralenas. Los capitulos 7, 8, 9 y 10, al igual que en la edicién original, abarean las tendencias, constantes y contextos (o variables) de las tacticas. ‘Hemos organizado y aplicado las lecciones historicas obtenidas en cua- tro eras distintas, para describir y entender los procesos clave de la in naval: poder de fuego, maniobra, exploracién y C?, Se le han agregado nuevas referencias que dan tratamiento y permiten enten- der a la interface mar-tierra. El nuevo capitulo 11 toma parte del material de discusién de las tacti- cas modernas del viejo capitulo 10, y lo amplia para abarcar las opera- ciones conjuntas. Asimismo, de la aplicacién de un nuevo modelo de combate para la era del misil (el modelo de “salvas”), se extraen algu- nas conclusiones tacticas. El capitulo 12, cierre del libro, es en gran medida como lo era en la edicion original, pero la futura segunda batalla del Nilo contra la flota soviétiea que habiamos imaginado, fue reemplazada por la batalla del geo y un nuevo oponente, a efectos de proveer material a una discu- sién mas provechosa sobre la relacién existente entre una campaiia y las tacticas de flota en ella involucradas. Capfruto 1 SEIS PIEDRAS FUNDAMENTALES, Prélogo Nos encontramos a bordo del Orient, buque insignia del vicealmirante Frangois Paul Brucys d’Aiguilliers, fondeado en la bahia de Aboukir, Egipto. Poco menos de diez afios atras, cuando el entonces comandante en jefe de la armada del rey fue decapitade a manos revolucionarias, Brueys era sélo un teniente. Ahora es el protegido del general Bonaparte. Nuestro almirante es un buen organizador; tanto que ha logrado el asombroso éxito de escoltar a Egipto cuatrocientos transportes de tropa, con treinta y seis mil infantes franceses, caballeria y artillerfa, A pesar de ello hoy, 1° de agos- to de 1798, nos tiene en vilo la posibilidad de que aun corramos peligro Brueys, si bien ha logrado la confianza de Napolesn, tiene problemas para desempenarse a la altura de las circunstancias. Propia de su inexpe- riencia, es palpable la tensién que lo aflige: se negé a entrar en Alejandria, distante sélo unas diez millas, por temor a varar un buque. Durante sema- nas, mientras Napoleon barria con toda oposicién y se transformaba en el amo de Egipto, Brueys ha vacilado entre empefar navegando a sus trece navios de linea o hacerlo fondeados aqui, en el cuerno occidental de la chata medialuna que constituye la costa de Aboukir. ‘Tengo la certeza de que habremos de combatir, ya que el diabolique Nelson nos busca afanosamente a todo lo ancho del Mediterraneo. Nuestro comandante ha adoptado, asi creemos, una decisién de compromiso: habre- mos de pelear con toda la formacién al ancla. E bien, {pero cual es la razén para no continuar con los planes de fortificar la isla de Abukir al norte de nuestro fondeadero? Media docena de caftones de a seis son insuficientes Cuando se lucha cosido a la costa se deben reforzar las baterfas costeras. Tal como se ven las cosas, no es superfluo reforzar nuestra vanguardia con baterias costeras, ya que nuestro almirante -bien pensado, mon ami- esta- cioné en la retaguardia a los buques mejor artillados. O mejor dicho, en el tercio meridional de nuestra columna fondeada de navios. Lo hizo segura- mente para contrarrestar la costumbre britdnica de duplicar en la re 44 TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO DESEMBOCADURA DEL MEDITERRANEO ORIENTAL pdealiicedalia ar NI APROXIMACION BRITANICA sy a = v cna (SLAABUKIR 3 eee iy =~ 10MN 22 ) oy! (%, FoNoeaDeRo \. %_ DELAFLOTA i. FRANCESA os / wo Figura 1-1: Bahia de Aboukir. guardia, aunque resulta algo dificil de entender en estas circunstancias, ya que nuestra columna est inmovilizada. 0 habré tenido en mente al viento predominante? ,Ocurriré realmente que la brisa costera propia de la esta- cién —la més calurosa del afio~ haga derivar a los buques de Nelson hacia el sur, hacia la costa, hacia la retaguardia de nuestra columna? Y estan esas otras medidas acordadas pero nunca Ilevadas a cabo: fondear anclas por popa de modo de mantener apuntada al mar a la bateria de estribor; pasar cables entre buques evitando asi que él enemigo pueda cortar nuestra linea, batiendo en el cruce a nuestros castillos y toldillas, cerrar distancias en el fondeadero, ya que los ciento cincuenta metros que hay entre buque y buque fondeados no son mucho menos de lo usual entre buques de linea en navegacién. Atin cuando esta distancia permite bornear libremente y facilita la maniobra con embarcaciones menores, es demasia- do amplia entre buques que habrén de combatir al ancla. Ocurre que Gaun- teaume, nuestro jefe de estado mayor ~a quien, por cierto, le estamos agra- decidos- ha enviado a tierra en busca de agua y comida a demasiados hombres (se dice que fueron unos tres mil). A eso se suma el calor oprobioso que estamos soportando, de modo que a bordo no queda nadie con energfa suficiente para efectuar estos preparativos. (Qué mas da! Hasta puede lle- gar a ocurrir que nos hagamos a la mar. El mismo Brueys dice que en la guerra nada es seguro. En fin; somos toujours flexibles. Por otra parte, jcudn- to mas demoraremos en zarpar en busca de otro fondeadero que nos propor- cione comida? De haberlo hecho ya, esos dfas de navegacién nos hubieran permitido al menos amarinerarnos un poco. {Cémo fue que nos metimos en semejante brete? SEIS PIEDRAS FUNDAMENTALES 45 Du Chayla ~que de los nuestros es el marino mds avezado- dice que convendria combatir a la vela. Pero los demas comandantes se resisten; opinan que somos demasiado bisonos y estamos faltos de adiestramiento. ZY entonces? Un mes al ancla nos ha atrofiado y hemos perdido el adiestra- miento en todo, salvo en robar carne de camellos egipcios. {Estoy refunfunando? Oui, creo que el calor nos esta afectando. Con toda seguridad la flota de Nelson resultara ser mas débil que la nuestra. Bajo mis pies, el Orient arma 120 cafiones. {Es un monstruo! Ningtin buque inglés pucde enfrentarlo por si solo mas de 15 minutos. Nuestro matalote de proa es el Franklin ({quién habré sido ese Franklin, citoyen?), donde enarbola insignia el almirante Du Chayla, y porta 80 cafiones. A popa tene- mos el Le Tonant, también de 80. Los buques de Nelson arman 74 0 menos. Attention: el Heureux iza sefial de avistaje de una docena de velas! Son los ingleses que vienen barajando la costa y se encuentran inmediata- mente al este de Alejandria. jAlli, por encima de la planicie que tenemos al noroeste se ven las velas! Eh bien, llegé el momento de la verdad del comba- te. Reaccionamos con energia: izan a tope la sefial de llamada a nuestros hombres en tierra; la mayoria de ellos estar4 a bordo mafiana por la maha- na, Estamos listos para la accién; pero, eon un solo costado? {De qué otro modo va a ser, con la cantidad de gente que tenemos en tierra! Listos con la banda de estribor, so idiota; babor poco importa, ya que da hacia la costa. Puede que por esas ausencias no podamos levar y ponernos a la vela, pero de todos modos los venceremos. {Cudndo? Pues mafiana, con las primeras luces. Mayiana seré todo un dia de combate; y duro. Brueys da zancadas por la toldilla, Han picado ya las seis campana- das del tercer cuarto y ellos no han superado atin la isla de Aboukir. ;Por qué no cifen? La brisa del atardecer es arrachada, y el hombre de mar quiere aguas abiertas antes de que anochezca. Sube a tope una sefial en el Vanguard (un buque de ellos). Con seguridad ese loco de Nelson ha visto nuestra inexpugnable columna y tomard distancia. Si tuviese sélo un poco de sentido comin estableceria un bloqueo. De ese modo pondria a Brueys en apuros; tarde o temprano tendriamos que zarpar y allf se haria evidente nuestra falta de adiestramiento. Pero Nelson no es un hombre paciente; majiana pelearemos. Habra pocas horas de suefio esta noche. iMais écoutez! jE Zealous, a la cabeza de la columna, vira en redondo hacia el interior de la bahia! Bien a proa, en las cadenas, han puesto a un hombre con la sonda en mano, jA favor de la brisa del mar, Nelson se nos viene encima ya! Nuestras miradas se clavan en Brueys. “Imposible -clama~. Nelson es aguerrido pero no tiene le sang-froid”. {Cudntos hom- bres han regresado ya del maldito desierto? ,Dénde estan los cables? {Dén- de las anclas por popa? Nuestras mezquinas baterias de la isla de Aboukir abren fuego: son totalmente intitiles. De modo entonces que tendremos accién nocturna. {Cémo es posible? Nadie pelea de noche. La confusién que se crearé entre los buques a la vela sera tremenda, {Nosotros al ancla y ellos navegando? {Estos ingleses estan 46 TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO locos! La linea de Nelson cambia amuras a estribor tras virar la punta y pone arrumbamiento oeste. {La vanguardia! Nelson busca nuestra van- guardia; no el tercio popel, sino esa vanguardia relativamente débil. No esperard, el viento lo favorece. {Cémo hacen sus buques para mantener la formacién? Estos demonios marinos de Nelson saben navegar. Formacién cerrada; doscientos metros entre buque y buque, las franjas amarillas re- saltan las portas de los cafiones; dos o tres hileras de ellas; 35 bocas asoman de cada uno de sus negros cascos. Se acerca mas y mds; se nos erizan los pelos de la nuca y la célida brisa del atardecer trae consigo algunos escalo- frios, Los gritos se propagan a través de las tres millas de agua de la Bahia. Nuestros maestres de viveres nos alientan desde la costa. El Vanguard iza a tope otra sefal. Por barlovento, el Goliat se adelanta al Zealous; ha apagado gavias y mayores, y navega sdlo con pericos, juanetes y sobres; velamen de combate para la arremetida final que ahora encabeza. iEI Guerrier y el Conquerant abren fuego con sus costados de estribor! jC’est magnifique! Estan en buena posicién pero, {a media milla? De reojo miramos a Brueys; sus manos se crispan sobre la regala y se inflama su pecho; sacude la cabeza, “non, non, demasiado pronto, demasiado pronto!”, se lamenta. Acortan distancias el Goliath, el Zealous y los restantes diez buques de linea ingleses. En nuestra vanguardia la actividad no da lugar al miedo. A bordo no hay dénde ocultarse; si el comandante lucha, todos luchan. Los de la retaguardia debemos esperar y temblamos un poco; la muerte ha cla- vado su mirada en nosotros. Qué hermoso, qué cruel, qué aterrador. {Por qué sera que ellos no titubean? Nuestra linea los supera en bocas de fuego. iAhora veo por qué! En la refriega sélo entran nuestros primeros seis bu- ques; el resto de la linea esta fuera de la accién. Nelson esté a punto de lograr lo imposible: concentrar sobre nuestra vanguardia. Ha sido nada més que suerta la estuipida suerte— 1a que hizo que nos sorprendiera esta brisa del mar, pocas horas antes de que estuviésemos listos. El Goliath esta casi sobre el Guerrier. El inglés deberia virar a babor para mostrar su costado de estribor a los buques franceses. La linea de Nelson ir descendiendo buque a buque a lo largo de toda nuestra linea, intercambiando costados. {Qué otra cosa puede intentar en la oscuridad? Doce buques, a un costado cada uno; ser4 duro, pero el Orient con 60 bocas por banda los pulverizara. El estdpido Nelson esté siguiendo nuestro juego. Mais, ,qu est ce que c’est que cela? Lo que se ve no es el costado de estribor del Goliath; json sus cafiones de babor los que nos apuntan! {Puede ser eso? Miramos a Brueys, blanco como el papel, sus manos agarrotadas, estupefacto, sus ojos despiden Mamas. {Acaso este temible guerrero siente miedo? “Merde”, lo escuchamos murmurar con voz de condenado. El Goliath pasa a 20 yardas del Guerrier por el lado de la costa, desmantelandolo a fuego de cafén, jAbrié fuego con su costado de babor! Los briténicos nos doblardn en la vanguardia, y la destruccién bajaré buque por buque. Pode- SEIS PIEDRAS FUNDAMENTALES: 47 mos oft los ayes de dolor, sentir la sangre, la enfermiza desesperacin de nuestra vanguardia, y ahora vemos a la muerte reptar buque tras buque a todo lo largo de la linea. Antes de morir, Brueys sufrira desde el punto de vista tactico, una afrenta atin mayor, Los buques de Nelson no seguirdn a la vela, sino que fondearan por popa a razén de dos de ellos por cada buque francés. En per- fecta sucesién, los buques de retaguardia se adelantaran por la banda no aferrada del que esté a su proa, fondeando frente al préximo de la linea francesa, y siguiendo luego hacia el sur a lo largo de toda la columna de Brueys. Cuatro de los buques britnicos se abrieron camino por el lado de la costa, batiendo la banda indefensa francesa. A medida que despedazaban un buque, los briténicos se deslizaban hacia abajo de la columna, siempre aplicando el poder de fuego de dos 0 mas buques de ellos por cada buque francés. Los franceses pelearon en el Nilo con la pasién que sabia despertar Napoleon. Su buque insignia, el Orient, enfrents con tal fiereza a los ingle- ses Bellerophon y Majestic, que el primero de ellos pied anclas para derivar hacia aguas més seguras y él Majestic, desarbolado, sufrié la muerte de su comandante. Pero entre tanto, el Alexander se deslizé astutamente entre el Orient y el Le Tonnant, aprovechando la distancia excesiva que los separa- ba en su fondeadero en la bahia de Abukir. De ese modo el Alexander arrasé con cl Orient casi sin oposicién al intercalarse entre su banda de babor y la costa. Iniciado el incendio del Orient, el fuego llegé a la santabarbaray a las diez de Ja noche cl buque insignia francés volé con la explosion. Aténito, nadie que lo haya prosenciado pudo olvidar jamds el escalofriante horror de la cscena Los buques franceses fondeados mas al sur —fueron cinco de ellos~ estaticos y al ancla permanecieron fuera de la accién, Al dia de hoy no se sabe si ocurrié porque esperaban una sefial de Brueys para entrar en com- bate la que debido a la oscuridad y al humo nunca fue avistada~ 0 porque cl contraalmirante Pierre de Villeneuve no hizo a tiempo para largar por ojo las cadenas y, mediante una penosa cefida, unirse a la accién. Sélo conoce- mos lo que escribié a posteriori. En su informe se preguntaba “de qué mane- ra sus buques —inmovilizados por dos anclas, un anclote y cuatro cables— hubiesen podido levar y bordejear hasta cerrar distancias de tiro, antes que Jos buques aferrados hubieran sido desmantelados diez veces”. Lejos de que el desastre terminara con su carrera profesional, Villeneuve comandaria aitos después la flota combinada de Espaiia y Francia en Trafalgar. Pero se decia que su espiritu habia sido quebrado por el “horror del Nilo” y que tanto él mismo como su flota, al enfrentar por segunda vez a Horacio Nelson, estaban derrotados antes de disparar la primera salva. Lo fundamental es que Nelson hizo lo que Brueys no atiné a hacer: invirtio dos meses en el mar adiestrando sus dotaciones, discutiendo y pla- nificando la accién. Todos sus comandantes estaban imbuidos de su plan para concentrar el poder de fuego, enfrentando dos de sus buques a cada 48 TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO buque adversario, Exactamente cémo, era algo que dependeria de las cir- cunstancias, es decir, de si los franceses eran pillados al ancla o navegando; y de ocurrir esto tiltimo, de si se lograba o no el barlovento. Afios mas tarde, antes de Trafalgar, habria de escribir: “algo debe ser librado al azar”, pero nada previsible qued6 sin hacerse. Su flota atacaria con decisién. En la batalla del Nilo, la fortuna dispuso que tres o cuatro mil hombres de Brueys se hallasen en tierra. Nelson no lo sabia; no tenia forma de saber qué venta- jas obtendria de estar listo a entrar en combate apenas arribado, pero su fuerza integra tenia inculcada la idea de que en el combate, el tiempo no tiene precio. Enel Nilo el rédito fue desproporcionado. Ademés de faltos de servido- res para las piezas, lo que condené a los franceses en su desesperacin a atender sélo el costado de estribor, muchos de sus buques borneaban por estar fondeados sobre un ancla a proa y nada mas. No tenemos la certeza de si fue cl propio Nelson 0 el capitan de navio Foley a bordo del Goliath, quien advirtié que en esas condiciones los buques franceses necesitaban espacio de borneo, dejando aguas libres a su proa como para cortar la linea e inter- ponerse entre Ja columna francesa y la costa. Haya sido quien fuere, no caben dudas de que el énfasis puesto por Nelson en la concentracién de fuego fue lo que inspiré la maniobra. En el caso de atacar una fuerza fon- deada, su plan original preveia un buque propio por la amura y otro por la alcta de cada buque francés, Sin embargo, el temple de sus comandantes finalmente implementé esas intenciones como si estuviesen enfrentando a una columna en navegacién, es decir, duplicando su poder de fuego con un buque a cada banda de la vanguardia francesa. Las circunstancias nos podrian hacer pensar que Nelson atacé sin de- moras y a favor de la brisa del mar, en la creencia de que mas tarde amaina- ria. Es decir, tuvo que aceptar el combate nocturno como precio a la inme- diatez de la accién y al viento favorable. Sin embargo, que Nelson habia contemplado la posibilidad del combate nocturno se desprende claramente de la previsién tomada de colocar lantias en las jarcias, diferenciando asi amigo de enemigo. Y también de la idea de fondear por popa en lugar de continuar la accién a la vela. El toque final y maestro de su plan —bien asimilado por sus comandantes- fue revertir el orden de su propia columna de modo que sus dos primeros buques tomaran al francés de més al norte, que el tercero y el cuarto hicieran lo propio con el segundo buque francés, y asi sucesivamente, percatandose asi de que atacar a una fuerza fondeada constituye un problema enteramente distinto al de hacerlo sobre una for- macién en movimiento. Algunos de los comandantes de Nelson pensaron que sus planes eran impracticables. Opinaban que si dos unidades debian concentrar el fuego sobre el mismo buque enemigo, se interferirian mutua- mente. Fue un riesgo aceptado, y se obvié mediante el adiestramiento. El ascendiente de los conocimientos marineros de Nelson se impuso a toda discrepancia. OLN [ep DyDIDg P] AUDINp poy DpoUULY v] ap DAGoTUPY :g-[ VINFL 8621 30 CLSODY 30 ol 'NOIDNDI3 V7 | vooyoues 7 ae soonwise =e med woQ \, ssa acer) ‘ ann Q = \ ‘\ \ \ 1 i Q f aenes f 10, SYS3ONVES OZ, svsaNONvO Oo? \ \ OLN3IA 730 NOHO3uIO OUNaIA 730 VASIAIHd NOIDOZUIC NOSTAN 30 VTIVivS 30 NVI (ev 30. 2 ND) sang, 9 o SQaVa0NO4 sasa3Nvus WavWs3 vLs09 2a vaNni 50. TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO Tal como nos Jo muestra la figura 1-2, el plan inicial de Nelson, al ser Nevado a la préctica, sufrié una distorsién tal que resulta irreconocible al andlisis superficial. Asi cs siempre en el combate. Pero los comandantes de Nelson nunca se alejaron de la intencién del plan. Un plan de batalla si es bueno es simple. Siempre deja lugar para sutilezas y complejidades, para variantes y también para el error y la iniciativa al momento de su ejecucién. Nuestro relator de las primeras fases del combate, ese imaginario marino francés, no exageraba un dpice las capacidades de la Armada Fran- cesa ni su voluntad de lucha. En el Nilo los franceses lucharon con el fervor de los hombres desacostumbrados a la derrota. Carecian de experiencia marinera, pero pudieron descargar sus salvas. Frente a combatientes de primera clase —como lo cran los franceses de 1798- fueron las técticas las que establecieron las posibilidades de victoria, mientras que la habilidad y la fuerza de voluntad trocaron ese potencial en realizaciones. Fl combate descargé su furia -la metéfora es adecuada— durante toda la noche y hasta el amanccer. Los briténicos sufrieron casi un millar de bajas. Los franceses superaron las tres mil, mas otros tantos prisioneros. Seis piedras fundamentales La batalla del Nilo ejemplifica acerca de seis aspectos cruciales de la guerra en el mar, que afectan a las técticas tanto en lo general como en lo particular: — Eldon de mando, la moral, el adiestramiento, el condicionamiento fisico y moral, la fuerza de voluntad y la resistencia son elementos de la mayor importancia en la guerra. No es posible vencer sin la sufi- ciente disponibilidad, cn cantidad y calidad, de material y de tacticas que permitan proyeetar nuestras armas sobre el enemigo, no obstante ~y esto es muy importante cuando se trata de enfrentar a un enemigo que cuenta con medios comparables a los propios~ el hombre es lo mas importante, En el Nilo, Nelson establecié su ascendiente tactico desde el principio de las acciones, pero atin asi sus fuerzas tuvieron que pelear un duro combate. Las tdcticas inteligentes, el adiestramiento intenso y el planeamiento euidadoso otorgaran una gran victoria, siempre y cuando sean acompanados por la firme determinacién de infligir -y aceptar— pérdidas, — Ladoctrina es la compafera y el instrumento de la buena conduccién. Es el sustento del adiestramiento y de todo lo que ello implica: cohe- sion, confiabilidad en combate y entendimiento y apoyo mutuo. Mas atin, la doctrina es la vara con que se mide y el impulsor de todo progreso tactico. Doctrina es desde el punto de vista formal el método normalizado de batalla. Pero doctrina no es dogma. Nelson es parti- SEIS PIEDRAS FUNDAMENTALES 51 cularmente apreciado por su predisposicin a romper la rigidez doc- trinaria de la Armada Britdnica, en sus instrucciones permanentes de combate. Pero Nelson siempre tenia un plan de accién; un plan inte- gral. Siempre se los transmitid a sus comandantes y se los hizo practi- car, de modo de lograr unidad de criterio acerca de lo que se pretendia lograr. En su esencia, no hay mejor definicién de doctrina que un plan de accién integral y ensayado. Una doctrina inteligente es la que impone orden en medio del caos. De manera que si bien en un sentido la batulla del Nilo no se desarrollé en absoluto como lo preveia el plan (el lector buscara en vano en la figura 1-2 alguna semejanza entre lo ocurrido y lo planeado), en un sentido més profundo constituye el paradigma de un plan inteligente ejecutado con total fidelidad a su espiritu, Helmuth von Moltke, jefe del Ejército Prusiano del siglo XIX, decia que “ningin plan sobrevive al contacto con e] enemigo”. Nelson entendié mejor que todos, que la doctrina es el ligamento de la buena tactica. Los desarrollos tacticos y tecnoldgicos estén tan intimamente relacio- nados que resultan inseparables. Esta es 1a razén por la cual Mahan rechazé (creo que demasiado apresuradamente) a las constantes de la tactica, a la vez que promovia los principios de la estrategia. La bata- la del Nilo tuvo lugar hacia el final de la era de los veleros de comba- te. Nelson tuvo muy pocas oportunidades de adaptar sus tacticas a las innovaciones del material; en cambio si las tuvieron Napoledn con la artilleria mévil y los comandantes de divisiones Panzer con los nuevos tanques. De alli que lo de Nelson sea atin més notable ya que adapté nuevas tacticas a un sistema de armas que en esencia era bicentena- rio. Y con un discernimiento pocas veces -si alguna— igualado en el mar. Todo parece indicar que su maestria tactica era el fruto de una vida en el mar. Clausewitz admitié que la buena estrategia puede surgir de un novicio inspirado, mientras que las tacticas efectivas son el producto del trabajo de toda una vida. Para dominar las tdcticas debes conocer el armamento. Si bien es cierto que la destruccién de la flota enemiga es la meta primaria de toda flota, mas alld de este objetivo, siempre existe otro ulterior. El propdsito de la mision siempre estard en tierra. Para entender esto, la batalla del Nilo también resulta ser un ejemplo ade- cuado. Como muchas batallas decisivas se desarrollé a la vista de cos- ta, casi en el puerto, con una de las fuerzas fondeada y la otra parcial- mente al ancla, y con baterias costeras desempefando un papel que pudo y debié haber sido més importante. Ese combate eché por tierra las ambiciones de Napoleén, y de haber sido un lider con menos apti- tudes, lo hubiese destruido. El combate que casi destruyé una flota logr6 asimismo algo més importante que eso: destruy6 las I{neas de comunicaciones de un ejército. 52, TACTICAS DE FLOTA ¥ DEL COMBATE COSTERO Aunque Horacio Nelson no haya sido probablemente el primero en pensarlo, se le atribuye la expresién de la maxima suprema de las operaciones de flota: “Es una tonteria atacar a un fuerte con un bu- que”. La idea pudo haber cruzado por su mente el 1° de agosto de 1798 cuando hizo que toda su flota rodease la isla de Aboukir donde, con algo mas de perspicacia por parte de Brueys, se podrian haber disimu- lado las baterias costeras. Nelson se debe de haber tranquilizado al comprobar que su fuerza no necesitaba sortear un emplazamiento im- portante, y suspirado con alivio al ver que el Cullodin no volaba en pedazos al varar precisamente frente a tal posicién. De todos modos una bateria en la bahia de Aboukir no hubiese detenido al Nelson que enfrenté a la fortificacion de Calvi, donde perdié un ojo en 1794; 0 las defensas de Santa Cruz en las Islas Canarias, donde antes, en 1797, perdié un brazo al intentar cortar el paso de un galeén que transpor- taba el tesoro espaiiol; o el poderoso fuerte de Trekoner que custodia- ba en puerto de Copenhague, lugar en el que logré su segunda gran victoria contra una linea fondeada de navios en 1801. La victoria de Nelson en Copenhague —que segtin él fue su combate mas duro- fue aleanzada sobre la base de la mezcla habitual de sensatez y prepara- cién. En parte se debié a que logré legar a la anclada flota danesa tras eludir la gran fortaleza. Nelson combatié en aguas costeras una y otra vez, y su estilo nos muestra la esencia misma de st aforismo: los bu- ques deben hacer todo lo que esté a su alcance para evitar que los baluartes costeros se den el festin, pero nada pueden hacer para ope- rar en aguas costeras sin que tengan que vérselas con armas proyee- tadas desde tierra hacia el mar. Por tltimo quiero establecer la maxima de todo combate naval: atacar eficazmente primero. Significa que el primer objetivo a lograr en com- bate es poner al enemigo bajo nuestro fuego concentrado, al tiempo que se elude su respuesta. Aqui sélo daremos un rapido vistazo de éste, el mds grande imperativo de la guerra en el mar, porque lo discu- tiremos en profundidad mas adelante. Por ahora baste decir que Nel- son, al mantener el alistamiento para el combate en forma permanen- te, y al tomar instanténeamente la decisin de irrumpir de inmediato, explotando la falta de preparacién francesa, estaba adhiriendo a esta maxima. Como veremos, implica mucho mas que la sorpresa, que la preparacién mental y material o que el espiritu de la ofensiva. El hombre es lo mas importante La guerra es un conflicto letal. Siendo la tactica el instrumento para la batalla, est concebida y ejecutada en el centro fisico y metaforico de esa violencia. En su ejecucién, las tacticas son mas viscerales que la politica, la estrategia, el arte operacional o la logistica. Por mas de dos siglos se ha SEIS PIEDRAS FUNDAMENTALES 53 discutido acerca de si la préctica de la guerra es un arte o una ciencia. Ambas posturas subestiman el papel que en la guerra alcanza lo que bien puede ser denominado la mistica o el carisma del liderazgo. Lo que registra Ja bibliografia mas antigua sobre la guerra nos hace pensar que éste es el factor de mas incidencia en la victoria. {Habran cambiado tanto las cosas? Arte y ciencia son actividades de la mente; ninguna de las dos refleja aque- llo que —en lo que al combate respecta~ supera a ambas en importancia: voluntad y resistencia. ¥ en lo que respecta a los jefes guerreros, la habili- dad para ineulcar estas virtudes a sus hombres. Este libro no est destinado a analizar las cualidades inspiradoras del liderazgo, sino que se aboca a las tacticas como una cuestién de la mente. Pero debajo del manto de racionalidad yacen la pasién y el peligro mortal. Del combate nada puede ser comprendido si no se capta su violencia intrin- seca. Los militares, por lo general, no son provistos de fuertes dosis de ima- ginacién poética. De ser asi, tendrian altas probabilidades de volverse lo- cos. Se dijo que de haber existido realmente Horacio Hornblower el personaje de ficcién creado por C. S. Forester-, lo habrian desembareado con tilceras. El tosco perro de mar Jack Aubrey ~invento de Patrick O‘Brian— es una imagen mucho mas veraz del arquetipo del comandante de un buque en la era de los grandes veleros, o en cualquier otra época. Tengo la espe- ranza de que el bosquejo que acabo de trazar de la batalla del Nilo, repre- sente realmente al elemento humano de la guerra, de la emocién llevada a su tono mas febril y del modo en que los planes tacticos y las decisiones en combate estan influidas por el ambiente de violencia controlada y de caos dirigido. No conozco manera alguna de evaluar la sentencia napolesnica de que “la relacién entre la moral y el material es de tres a uno”. Pero cualquiera sea el valor numérico que esa relacién alcance en tierra, en la guerra naval seguramente ser menor, ya que a bordo de un buque los hombres van ha- cia donde va su comandante. Al momento de planificar acciones navales, es mejor asumir que ambos bandos cuentan con igual talento, valor y perseve- rancia. Esta suposicién reviste gran importancia. Tres siglos antes del naci- miento de Cristo, Sun Tzu en El arte de la guerra, nos decia que los mejores comandantes son aquellos que vencen a su enemigo al superario en talento, al maniobrar mejor que él, ¢ incluso al dejarle abierto el camino hacia su retirada, de modo de tentarlo a romper el contacto y huir del campo de batalla. Liddell Hart, el prolifico adalid de la guerra de maniobra, luego del sangriento estancamiento del Frente Occidental en la Primera Guerra Mun- dial, crefa que la mejor tdctica era aquella derivada de la sensatez y que evitaba las batallas frontales de desgaste. Pero su famosa filosofia de la aproximacién indirecta es de aplicacién en tierra, mientras que al coman- dante en el mar s6lo le ofrece un agujero sin fondo. Las batallas navales son de factura recia y destructiva. De todos modos, es posible que se sobrestime el significado del coraje y la moral en el combate que depende de las méqui- nas. Esto fue lo que hizo a principios de siglo el francés André Baudry en su 54 TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO tratado sobre tacticas, Su pensamiento seguramente estaba influido por sus compatriotas del ejército, quienes tenian un ciego compromiso con el empuje, hasta que comprobaron en la Primera Guerra Mundial que, en tie~ rra, una mentalidad ofensiva puede ser exagerada. En el mar, el mayor peligro reside en un exceso de fe en el intelecto tactico. Mejor para nosotros si la moral o la sutileza del enemigo son inferiores a las nuestras; pero po- ner todas nuestras esperanzas de éxito tactico en nuestra mayor sagacidad, maniobrabilidad o voluntad de lucha ~si es que enfrentamos a un enemigo de primera clase- es la mayor de las estupideces. El pensador tactico hace lo posible para rodear a sus fuerzas de circunstancias favorables para el combate, pero sin por ello desechar que se pueden dar vuelta los dados. Aun en el combate terrestre, oficiales de la talla de Ulysses 8, Grant y el general britanico Douglas Haig ambos tildados de sangrientos— por el contrario, han reconocido que sus enemigos ~en un caso los confederados y en el otro los alemanes~ eran soldados con determinacién, guiados por hombres de gran habilidad tactica. La victoria en ese caso, s6lo se alcanza a través de sangrientos combates. Una tactica mejor puede inclinar la balanza, pero el intelecto y la sensatez que requiere esa tactica, en las etapas postreras de una guerra prolongada, suelen ser superadas por la firme entereza. Un agpecto basico de la guerra en el mar es el de la preeminencia del desgaste por sobre la maniobra; tanto que volveremos a él a todo lo largo del libro. Las fuerzas en el mar no se quiebran al ser rodeadas, sino cuando son destruidas, Desde siempre y debido a su pasmoso efecto destructivo, los estrategas navales han sido muy cuidadosos antes de comprometer a sus fuerzas en un combate en el mar. En comparacidn con los terrestres, los combates navales han sido pocos y espaciados. En parte se debe a que es més facil cuantificar la superioridad material en el mar que hacerlo en en- frentamientos terrestres; los estrategas de las armadas més débiles han tendido a eludir el combate hasta el momento en que ven amenazada su vena yugular, Gon frecuencia, una armada poseedora de ligera superiori- dad de fuerzas ha podido contener y neutralizar a un enemigo poderoso, y lograr diversos objetivos estratégicos sin —hasta cierto punto-librar un solo combate. Teniendo en cuenta el grado de muerte y devastacién que acarrea la batalla en el mar, se puede decir que el efecto destructivo intrinseco del combate naval —factor conducente a que se lo evite—es una virtud de la que el mundo civilizado debiera estar agradecido. La doctrina es el ligamento de la tactica La segunda piedra fundamental de la tctica naval es la doctrina. Es el medio escrito por el cual el comandante controla a sus fuerzas antes de emprender la accién militar. La doctrina enuncia politicas y procedimientos que gobiernan la accién, A la doctrina, en un sentido amplio, se la define como “la conducta adecuada’”, esto es, “reglas en base a las cuales se acttia SEIS PIEDRAS FUNDAMENTALL 55 espontaneamente y sin mediar érdenes, en pos del cumplimiento de la mi- sion”; tales las palabras del almirante Harry E. Yarnell'. En un sentido mas restringido, la doctrina impone “la conducta adecuada”; su éxito de~ pende de que sea obedecida, excepto cuando tal obediencia conduce al fraca- so de la flota. En cualquiera de sus acepciones, los altos niveles de conduc- cion aspiran a la coherencia de las politicas para facilitar el control, mientras que los niveles tacticos desean contar con procedimientos que faciliten el esfuerzo cooperative. Es cuestion de dénde se pone el énfasis y nada mas. En relacién con la doctrina es importante tener dos aspectos siempre pre- sentes: es vital y no debe transformarse en dogma. La doctrina de flota puede ser concebida como el plan integral de bata- Ila del comandante, es decir, su orden de operaciones en vigor. (El plan de Nelson es un buen ejemplo de ello.) Cada escalon de comando de combate tiene su propio plan de batalla. Una de las dificultades que presenta la moderna orgénica norteamericana es que el Jefe de Operaciones Navales establece la doctrina integral —las publicaciones de guerra naval— pero no esta intercalado en la cadena de comando operacional. La doctrina puede asimismo ser concebida como cualquier accion que contribuye a la unidad de propésitos. No es doctrina lo que esta escrito en Jos libros sino aquello en que creen los hombres de armas, y a base do lo cual actuan, Clausewitz la denomins “una especie de manual para la ac- cién”. La doctrina abarca mas que la téctica, ya que comprende a las es- tructuras de comando y a las comunicaciones, La doctrina es menos que la tactica en el sentido que sélo puede establecer procedimientos que permi- tan y perteccionen la opeién tactica en el campo de batalla. En la aplicacién de toda buena doctrina siempre existe conflicto entre obediencia e iniciativa. Entrométase en la conversacién de cualquier con- ductor naval competente, jerarquizado o moderno, sobre su experiencia en operaciones navales y pronto escuchard que la accién tactica que le fue im- puesta por sus superiores resulté, a su gusto, muy rigida. El le contara de cémo maniobré mas inteligentemente y de cémo disparé sus armas de ma- nera mas eficaz que lo que la doctrina prescribe, En la siguiente parrafada relatard cémo, bajo su comando, una unidad se movia con la sincronizacién de un reloj, {Le jurara que todos sus comandantes sabian exactamente qué cosa haria a continuacién cada uno de los restantes miembros del equipo, del mismo modo en que un jugador de basquet sabe —por el lenguaje corps ral- en qué direccién cortaré su compafero!*. El orador jamas reconocera Citado por Rosson y Rosson, pag. 827 ® Chavsewrz, pag. 141. . » La fuente mas cercana de esta analogia es el teniente general John Cush- man, uno de nuestros autores de C? mas autorizados. No obstante muchos han em- pleado analogias con el deporte. A mi entender, el primero que relacioné téctieas y deporte fue W. 8. Sims, quien establecié paralelos entre el fiitbol y la preparacién para la guerra. 56 TACTICAS DE FLOTA ¥ DEL COMBATE COSTERO que su discurso presenta alguna ligera incongruencia. Siendo humanos, los. conductores militares de cardcter quieren de sus superiores iniciativa, y de sus subordinados confiabilidad. En manos de un hébil comandante, el logro més sublime de la doctrina seré aleanzar ambos. Toda doctrina contiene cierta medida de entropia. Con muy baja entropia, existe orden y entendi- miento, pero no iniciativa. Si la entropia es muy alta, surge la creatividad y el cambio, pero no hay orden. Siendo que lo mejor raramente esté al aleance de nuestras manos, y predestinados a equivocarnos, es preferible pecar por exceso de doctrina que por defecto. La escasez de doctrina indica pereza, indecision o incerti- dumbre. La evidencia més elocuente de falta de doctrina es el exceso de comunicaciones —resmas de érdenes y directivas~ que en la etapa de pla- neamiento no son mas que exhortaciones y generalidades, que posponen demasiado para el momento de la decisién. La buena doctrina reduce las decisiones de comando a ser tomadas en el fragor del combate, dado que atin la mas fria de las mentes ser4 atrapada por la pasion y, demasiado a prisa, también por el agotamiento fisico y emocional. 1.08 oficiales navales norteamericanos de hoy tienen ~es dificil escoger la palabra- recelo de la doctrina. No es nada nuevo. El exceso, lo correcto 0 lo magro de la doctrina integran en tal medida el discurso tactico, que la obra de los Robison History of Naval Tactics bien podria llamarse Historia de la doctrina naval en vista del énfasis puesto en los sistemas de érdenes, comando y sefiales, En su obra desmenuzan el debate iniciado cuando la flota norteamericana alcanz6 tamatio suficiente como para hacer de su con- trol en combate un asunto importante. En aquel entonces, al igual que aho- ra, la doctrina estaba inclinada a decir lo que su usuario queria que dijera. EI contraalmirante Robison, antes que expresar sus propios puntos de vis- ta, hace un intento de arbitrar 6 interpretar los existentes en aquellos dias; pero en un momento dado sintetiza su opinién con estas palabras: “(...] el [término doctrina] gradualmente cayé en desuso [hacia 1915]. Es probable incluso que el término ‘doctrina’ ni siquiera hubiese sido de uso naval, de haber existido unas ‘instrucciones de combate’ separadas del eédigo de se- nales”!. Cuando en 1981 ejercia el comando de la Segunda Flota, el almi- rante James A. Lyons promulgé las instrucciones de combate para esa flota. El vicealmirante Joseph Metcaf, su sucesor, se mostré vivamente interesa- do en desarrollarlas atin mas. En las décadas de 1920 y 1930, las publica- ciones tacticas de flota se expanden para aleanzar el rango de doctrina de combate. Poco se ha escrito analizando su eficacia en la Segunda Guerra Mundial. La mayoria de los comentarios son -como es dable esperar de co- mentarios posteriores a los hechos—criticas de las fisuras que éstas mostra- ron. Pero es evidente que se creia en Jo que ellas decian y se actuaba en consecuencia, como si esas publicaciones fueran el non plus ultra de la doc- trina. Alli se daban los fundamentos del adiestramiento, se establecian los + Rowison, pag. 827. SEIS PIEDRAS FUNDAMENTALES 57 procedimientos normalizados de flota y constituian el punto de partida de cualquier desarrollo tactico®. En aiios recientes, las preocupaciones de la Armada Norteamericana acerca de su doctrina, han sido a la vez trastroca- das y aumentadas por la aparicién de la serie de publicaciones conjuntas producidas de la Junta de Jefes de Estado Mayor. En parte como respuesta a ello la Armada ha creado el Comando de Doctrina Naval (Naval Doctrine Command) a efectos de tomar injerencia en el asunto, obteniendo sélo mo- destos resultados. La mayor parte de los oficiales de marina lo recibieron sin sorpresas; os dable observar que cuando una fuerza armada hace el intento a partir de un comienzo fuerte, sufre la tendencia a estancarse. De cualquier manera, ni las publicaciones conjuntas, ni las navales han creado una doctrina que logre la unidad de la flota en combate. Permitaseme expli- car lo que se pretende obtener con una doctrina adecuada. La doctrina es la base del adiestramiento y de la evaluacién sisteméti- ca del nivel de adiestramiento alcanzado. Por un lado, la doctrina otorga al comando téctico la seguridad de que al incorporarse una nueva unidad ala fuerza de tareas, la misma cuenta al menos con ciertas habilidades comba- tivas que ese comandante necesitara. Al miamo tiempo, la doctrina le da garantia al comandante de la unidad que se incorpora, de que su buque se acomodara rapidamente a su nueva fuerza de combate, y de que él y sus hombres no requieren adaptacién a un nuevo y confuso paquete de sefiales y procedimientos en la vispera del combate. La doctrina provee la necesaria continuidad operativa cuando los comandantes son trasladados 0 muertos. Alestado mayor, la doctrina le otorga una medida de comparacién con el enemigo. El valor combativo de una fuerza requiere asociar las armas con las tacticas. Cualquier evaluacién es, por supuesto, bastante més que la comparacién de los 6rdenes de batalla; pero si esa comparacién en el léxico ruso: correlacién de fuerzas~ no puede hacerse, no ser factible entonces estimar los resultados del combate: y sin ellos, no se pueden disefiar estra- legias; y sin estas tltimas, la politica de defensa se edificard sobre arena movediza®. La doctrina tactica es el procedimiento operativo normalizado que un comandante creativo adaptara a las exigencias de su batalla. Es el procedi- miento a partir del cual un comandante de buque se aparta intencional- mente para aprovechar una oportunidad, plenamente confiado en que sus camaradas actuarén de una forma predecible; incluso, en un mundo ideal y con buenos comandantes, se puede predecir en qué circunstancias se produ- 5 Un anilisis bien fundamentado de las publicaciones técticas de flota y de su eficacia en la Segunda Guerra Mundial es el de McKeaxney. © Se dice que la politica nacional condiciona a la politica de defensa, y que ésta a su vez determina las estrategias y las tacticas. Este es el camino racional para establecer los requerimientos de medios necesarios para las futuras estrategias. Pero la politica actual, al igual que los objetivos de guerra, dependen de los medios hoy existentes. 58 TACTICAS DE FLOTA ¥ DEL COMBATE COSTERO cirén tales alejamientos de la doctrina. Paradéjicamente la doctrina genera iniciativa: a través de ella un subordinado adiestrado aprecia no sélo lo que debe hacerse sino, ademas, qué cosa no debe hacerse, y de esta forma deseu- brir tal como lo hizo Nelson en Cabo San Vicente- el modo de salvar el combate. La doctrina es el procedimiento mediante el cual se proponen los cambios téeticos, como también la unidad de medida en base a la cual se compara entre lo nuevo y lo viejo, Describe el modo de empleo de las armas actuales, de modo que su eficacia pueda ser comparada con aquella atribuible al nuevo sistema de armas. Ks el fundamento para interpretar Jas nuevas tacticas que acompaiian a las nuevas armas, esto es, predecir la ganancia en efectividad que se logrard, evaluar el costo del adiestramiento en las nuevas técnicas y el esfuerzo que implica la transicion desde la vieja a la nueva doctrina de empleo de las armas. En suma, la doctrina debe ser totalizadora y firme, pero no dogmitica. Debe dar lugar a hombres de genio creativo, para que su genio dé frutos en la proxima guerra, Pero de ningtin modo puede resignar el control, ya que éste es el requisito previo a cualquier accién concertada. A pesar de que todo creador de doctrina advertird que en las circunstancias més exigentes el control por si solo no basta para alcanzar la victoria, el control antecede a toda accién y, en medio del combate, es mas valioso que la inspiracién. Si quieres dominar la tactica, debes saber de tecnologia Dos hechos retinen consenso universal: el progreso tecnolégico man- tiene al armamento en constante evolucién, y las tacticas deben ajustarse a as capacidades del armamento en uso, La armada norteamericana en espe- cial se fascina con el hardware, valora en mucho a la competencia técnica y tiende a resolver sus deficiencias tdcticas con mejoras en la ingenieria. En tiempos de paz existen oficiales que creen que con el requerimiento de pro- visién de una nueva pieza de hardware, se termina su responsabilidad en materia de corregir una deficiencia operativa. Se engahan. El almirante Isaac Kidd Jr, ex comandante de la Flota del Atlantico— fue toda su vida el promotor de estar listos a Iuchar con lo que se tiene a mano, No debiera sorprendernos: su padre murié combatiendo a bordo del Arizona en Pearl Harbor. El tactico mantiene su preparacién conociendo el sistema de armas que empuiia. Las facilidades tecnolégicas, asi como ya lo manifestamos res- pecto del don de mando y de la doctrina razonable, constituyen la tercera piedra fundamental de este libro, Nos inclinamos ante el gran dios de la tecnologia, reverenciandolo como a un dios celoso que desencadenara ven- ganza entre sus apéstatas. Nuestros oficiales mas calificados eran tacticos que conocian la teeno- logia de su tiempo: William S. Sims con su sistema de punteria continua; Bradley Fiske con sus numerosas patentes, incluyendo una para un equipo SEIS PIEDRAS FUNDAMENTALES 59 de lanzamiento aéreo de torpedos, cuando no existfa avién alguno que pu- diese transportar un torpedo; y William M. Moffett junto con otros pioneros de la aviacién, quienes vislumbraron que algin dia el avidn legaria a ser un poderoso sistema antibuque, promoviendo el desarrollo de motores mas potentes, equipos de navegacién, cables de frenado para portaaviones y la maquinaria que satisficiera sus visiones. Douglas Southall Freeman, el gran historiador de la Guerra Civil, con- densé los diez mandamientos de la guerra en sdlo tres: “conoce tu equipo, sé un hombre y atiende a tus hombres”? Su primer mandamiento ronda en gran medida alrededor de la relacién entre pericia tactica y equipo de com- bate. Esto que es cierto en lo atinente al combate terrestre en el que la maquina sirve al hombre, lo es mucho més en el mar donde el hombre sirve ala maquina. El propésito de la misién esta en tierra Este libro centra su atencién ~respondiendo a pautas cldsicas—en las acciones de flota. Es lo correcto y adecuado. El dominio del mar —que hoy inclaye al espacio por encima de su superficie y a las aguas subyacentes— sigue siendo el requisito previo al empleo eficaz del poder naval. Vivimos en una era en que la Armada Norteamericana puede garantizar ampliamente el control del mar y, en consecuencia, concentrarse en el ejercicio de ese control mediante operaciones de proyeccién de la influencia naval sobre las costas. El propésito del presente texto es examinar y resaltar las tacticas de empleo en las acciones de flota contra flota, pero es importante dejar senta- do antes de abordar el tema que las batallas en el mar nunca constituirén un fin en si mismas. En primer lugar porque el estudio de la historia maritima nos revela que el encuentro entre flotas no ha sido un fenémeno frecuente; por el con- trario, el desembarco de fuerzas, el apoyo a las operaciones costeras y la proteccién del tréfico maritimo son hoy como lo fueron ayer, las tareas mas habituales de las armadas. Resulta superfluo puntualizar que el conducir una operacién anfibia, barrer un campo minado o escoltar un convoy nunca fueron propuestas sencillas, y que cada una de ellas requiere de su propia habilidad tactica Otra razén ~y ésta va més directamente a la cuestién— es que las gran- des batallas navales decisivas han estado siempre relacionadas con aconte- cimientos en tierra, y por lo general de manera inmediata, directa y obvia. Estas relaciones son cuestiones de la estrategia y por lo tanto ajenas al alcance de este libro. De todos modos, mas adelante estableceremos el vinculo entre la tactica, la misién y el propésito estratégico, para mostrar 7 Del discurso de Freeman, dado el 11 de mayo de 1949, vuelto a publicar en la revista Naval War College Review (marzo-abri! 1979): 3-10. 60 TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO que el desarrollo téctico durante la paz deriva de los roles previsibles en futuras guerras, La tinica certeza que encuentro respecto de los roles que le serén asignados a la Armada Norteamericana en tiempos de guerra es la incertidumbre de predecir en tiempos de paz el lugar, el enemigo y la mi- sién que tendré que enfrentar. Lo que agudiza el problema de desarrollar t&ctieas, Los medios modernos con que las armadas pueden influir directa- mente desde el mar son los siguientes: — _ Ataques directos con misiles balisticos desde submarinos, misiles cru- cero de cabeza nuclear o convencional, bombardeo aéreo 0 fuego naval. — La intervencién en apoyo del combate terrestre mediante el apoyo aé- reo, el fuego de apoyo de misiles, el fuego naval de apoyo y las opera- ciones en los rios. — Aislar al enemigo mediante bloqueo naval, ataque a sus lineas de trans- porte maritimo o el minado ofensivo. - Dar comienzo a las operaciones en tierra mediante el asalto anfibio. — La proteccién de los refuerzos y abastecimientos militares. ~ Laproteccién de las lineas comerciales de comunicacién maritima. La proteccién del tréfico maritimo es tan importante en la paz como en la guerra, Al desatarse una guerra a gran escala, las rutas comerciales existentes seran modificadas a tal punto que sera imposible recono- cerlas, y lo més probable es que nunca reasuman su fisonom{a de pre- guerra. — Demostracién de fuerza 0 “disuasién”. La demostracién seré tan efec- tiva como la voluntad de emplear la fuerza que se evidencie. La pre- sencia debe ser evaluada no s6lo por sus consecuencias politicas y mi- litares, sino ademas por su efecto econémico en cuanto alentar intercambios favorables e inversiones. Desde hace ya largo tiempo, se considera axiomatico que no se puede ejercer influencia naval antes de asegurar en grado suficiente el control del mar. La manera clasica de asegurar el control es neutralizar los medios enemigos que posean capacidad de desafiarlo, esto es, su “flota” o fuerza principal. Las posibilidades de interaccién entre medios navales y te- rrestres son hoy mayores que afos atras, e incluyen aeronaves, misiles y sensores de largo alcance. En la actualidad, un enfrentamiento puramente naval no necesariamente sera de buques contra buques. El incremento del radio de accidn de aeronaves y misiles durante los tiltimos cincuenta afios hacen necesaria una revisién del significado de “fuerzas navales”. Se requiere pensar claramente para discernir si el propésito de una batalla en ciernes a ser librada en tierra, en el océano o en ambos lugares al mismo tiempo, es continental u ocednica; esto es, dilucidar si se estan proyectando fuerzas sobre tierra (lo que implica ejercer un cierto grado de control sobre tierra), 0 si se esta controlando el mar (lo que implica la amenaza de recibir ataques desde tierra). SEIS PIEDRAS FUNDAMENTALES 61 “Es una tonteria atacar con un buque a un fuerte” La razén por la cual un buque no debe ~a igualdad de poder ofensivo~ atacar baterias costeras fue muy bien expresada por un hombre que algo debia saber de eso; se trata de John Ericsson, quien disené el Monitor, el primer buque con coraza. “Un solo disparo puede hundir un buque, mien- tras que cientos de salvas no podrén silenciar a un fuerte.” Bl fuerte de nuestros dias es un aerddromo o un sitio de baterias de misiles. Ambos pue- den ser reparados o reconstruidos répidamente, mientras que un buque de guerra no. Teniendo entonces en cuenta que las posibilidades de interaccién en- tre la tierra y el mar son hoy mucho mayores que antes, {cémo debemos interpretar entonces esta piedra fundamental de las operaciones navales, a sabiendas de que tendremos que entrar y combatir en las aguas costeras enemigas? Tras el ejemplo de los comandantes tacticos —incluido Nelson, autor de la frase quienes evitaron combatir frente a las fortificaciones, el 4nimo seria el de maniobrar de forma tal que la fortificacién —de por si inmévil- no pueda contrarrestar la operacién, o que intentarlo le sea inaceptable en cuanto al costo, Nuestro interés consiste en ganar una cam- patia moderna sin tener que enfrentar a los fuertes o, de lo contrario, encon- trar su talén de Aquiles. Eso se logra explotando la movilidad de la flota y la inmovilidad del fuerte, ya que aun los lanzadores méviles de misiles estén mucho més restringidos en sus movimientos que un buque. Veamos cémo se logré esto en el pasado en busca de algunas claves de cémo debe hoy un buque enfrentar los ataques con medios aéreos y misiles basados en tierra, como también artilleria, campos minados y submarinos costeros. En tiempos en log que los aleances artilleros eran reducidos, Ja flota podia arriesgar una corrida hasta estar mds alld de la efectividad de los cafiones. La zona batida por el fuego era lo suficientemente breve como para soportarla, si la rocompensa justificaba el precio a pagar. A todo lo largo de la Guerra Civil Norteamericana se encuentran ejemplos del uso sutil o bru- tal de la fuerza, de éxitos y de fracasos. Los multiples enfrentamientos dela Flota de la Unién con las fortificaciones a lo largo de la costa rebelde y los rios occidentales, muestran que la victoria no era facil de aleanzar, y que dependia de la preparacién, de la buena eleccién de la oportunidad y de la ejecucién bien coordinada con fuerzas en tierra que casi siempre participa- ban de la operacién. Aunque parezca paradéjico, cuando el alcance artillero dio un salto de magnitud, los cafiones dejaron de ser el fuerte que amedrentaba en mayor medida a los acorazados. Lo eran las lanchas torpederas, los campos mina- dos y los submarinos, que en la Primera Guerra Mundial mantuvieron en vilo a la Flota Britanica, Nuevamente en la Segunda Guerra Mundial, con muy pocas excepciones, las estrechas aguas del Canal de la Mancha y del Mar del Norte eran dominadas por una flotilla de embareaciones pequefias. 62 ‘TACTICAS DE FLOTA Y DEL COMBATE COSTERO Esta flotilla desgasté —aunque no logré interrumpirlo— al tréfico costero, desembares espias e incursores y rescat6 pilotos que saltaban al mar en paracaidas. La forma usual de capturar un puerto protegido es por la retaguardia. Ese fue el procedimiento por el cual la flota pudo con el bastién en Port Arthur durante la Guerra Ruso-Japonesa, en Santiago de Cuba durante la Guerra Hispano-Americana y en Singapur durante la Segunda Guerra Mundial. Todos estos casos fueron precedidos por un desembarco casi sin oposicién lejos del centro de gravedad —el puerto— de modo de rodearlo por tierra, aunque en algunos casos al costo de muchas vidas de soldados y del tiempo insumido por el sitio. La marina norteamericana pudo desembarcar a Ja infanteria de marina en donde podia iniciar la marcha en Guadalcanal (aunque no en Tulagi), porque el aerédromo atin no se encontraba en condi- ciones de operar. La Armada Japonesa recién después del desembarco en- cendié todos sus fuegos artificiales. Los britdnicos advirtieron al planificar el desembarco destinado a recapturar las Islas Malvinas, que éstas eran lo suficientemente extensas como para asegurar que las fuerzas terrestres pudieran poner pie en tierra a mucha distancia de Puerto Argentino, sacan- do provecho de la sorpresa que la movilidad de sus buques les otorgaba. Todas las circunstancias enunciadas tenian un propésito maritimo. Sin embargo, con mayor frecuencia el asalto anfibio se ejecuta en apoyo de una camparia terrestre. La movilidad de los buques otorga el grado de sor- presa suficiente como para poder aferrar una cabecera de playa. Lo que ocurra después es algo que depende del talento de los comandantes terres- tres. La operacién en Gallipoli fue ~seguida de cerca por Anzio— uno de los peores fracasos, pero los soldados norteamericanos estuvieron bien en el norte de Africa, en Sicilia, en Salerno, en el sur de Francia y en el desem- barco mas grande de todos: el que tuvo lugar en las playas de Normandia. Siempre dentro del tema (el de que a los buques no les gusta combatir fuertes), el magnifico desempejio de la Infanteria de Marina Norteamerica- na en los asaltos anfibios que van desde las Islas Gilbert, pasando por las Marianas hasta legar a Iwo Jima, nos ejemplifican las dos caras de una misma moneda. Al atacar pequefias islas atolones, no tenian mas remedio que zambullirse en las fauces del fuego enemigo. En las pocas oportunida- des en que encontraron reducida oposicién y consecuentemente las pérdi- das fueron livianas, Nimitz habia aprovechado la movilidad naval para ata- car através de grandes distahcias, antes que los japoneses pudiesen preparar posiciones defensivas fuertes. Una medida adicional para atenuar la pena- lidad de los asaltos con oposicién, era aislar a los defensores de modo que no pudieran recibir refuerzos, De esta manera los buques eludian todo riesgo y sus bombas y granadas de artillerfa desempefiaban un rol crucial en ate- nuar la resistencia japonesa. Eso cambid durante la campaiia de las Maria- nas en junio de 1944, donde la Marina tuvo que vencer el decidido esfuerz0 japonés de llegar hasta ella. Algo después, en Okinawa, los pilotos kamika-

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