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POBREZA Y ADMINISTRACION DE BIENES

En la Vida Consagrada es imposible hablar de una correcta administración de los bienes sin
pensar antes en la auténtica conversión del corazón.

La conversión es un don que debe pedirse en la oración y necesita la contemplación y la


permanente presencia de Dios como recordaba reiteradamente la Madre Caridad. “Vivía
continuamente en la presencia de Dios y veía el rostro de Dios en las personas, en los
acontecimientos, sabía encontrar el tiempo y el modo de vivir siempre en la presencia de
Dios”. Para realizar la conversión del corazón es necesario tomar conciencia de lo que
significa pobreza en sentido evangélico.

REFLEXIONEMOS LO QUE NOS DICE LAS CONSTITUCIONES:

Art. 68. El consejo evangélico de la pobreza a imitación de Cristo, “que siendo rico se
hizo pobre por nosotros, a fin de que por su pobreza nos enriqueciéremos”, nos exige
una vida pobre de hecho y de espíritu, sujeta al trabajo, sobria y desprendida de los
bienes materiales.

Art. 69. La fe en Dios Padre nos mueve a depositar toda nuestra confianza n su
Providencia, y nos lleva a vivir la pobreza con alegría, buscando sobre todas las cosas
el “Reino de Dios y su justicia”.

Junto con la conversión es necesario ejercitar la fe en Dios Padre (Artículo 69) que “nos
mueve a depositar toda nuestra confianza en su Providencia” y nos lleva a vivir la pobreza con
alegría, buscando sobre todas las cosas el “Reino de Dios y su justicia”.

LA PROVIDENCIA DIVINA

El abandono en la providencia es fruto de la fe que nos lleva a poner toda nuestra confianza
en Dios. Requiere de nuestra parte una fe fuerte, capacidad de lucha, trabajo y sacrificio.
Debemos entender la providencia como un empeño de colaboración con la acción providente
de Dios, colaboración que no excluye una esmerada gestión de los bienes que nos han sido
confiados, todas tenemos que pensar en ser providencia para los demás. Los pobres son
Maestros que nos enseñan a vivir con confianza en la Providencia Divina.

CARISMA

La Consagración Religiosa desde la espiritualidad de nuestro Carisma es una propuesta


alternativa al mundo de hoy que hace del dinero y el consumo el dios de su vida.

Estamos llamadas a hacer de Dios el centro de nuestra existencia y reconocerlo como el


único Dios, el absoluto en nuestra vida. Para vivir esta experiencia en la que lo reconocemos
como único Bien Absoluto se requiere de una respuesta decidida y radical de nuestra parte.
Desde el Carisma de nuestra Congregación es exigencia primordial la vivencia de la
Minoridad que nos convoca a vivir en constante actitud de disponibilidad, generosidad,
servicio y sensibilidad. En la Espiritualidad Franciscana la minoridad es la suma de humildad
y pobreza.

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