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ALGUNAS CONSIDERACIONES
ACERCA DEL DEBATE
SOBRE LA DEMOCRACIA
Pilar Gaitán Pavía*
1 A l respecto puede consultarse el texto de Paolo Flores d’Arcais, “La democracia tomada en serio”, en R evista Foro, No. 15,
Bogotá, septiembre de 1991.
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48 ANALISIS POLITICO No. 20, septiembre-diciembre de 1993
2 V éa»« el libro de Francisco Zapata, Id e o lo g ía y política en A m érica Latina, México, £1 Colegio da México, 1991.
3 A l respecto, pueden destacar*« varia* obra* que dejaron una profunda huella en eete debate: André Gunder Frank, C ap ita
lism o y su b d e sa rro llo en A m é ric a L a tin a (1965), Cardoso y Faletto, D ep en d en c ia y d esarro llo (1969), Ruy Mauro
Marini, S u b d e sa rro llo y revolu ció n (1969), Rodolfo Stavenhagen, Siete tesis eq u ivo cad as so b re A m é ric a L atin a
(1965) y Pablo González Casanova, S o cied ad p lu ral, colonialism o interno y d e sa rro llo (1963).
4 Véase Manuel Antonio Garretón, “La democratización política en América Latina y la crisis de los paradigmas”, en D o cu
m entos d e T ra b q jo , Serie Estudios Sociales, Santiago, FLACSO-Chile, 1991, pág. 6.
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5 M anuel Antonio Garretón, R ec o n stru ir la política: T ran sición y consolidación dem o crática en Chile, Santiago,
E ditorial Andante, 1987, págs. 25-30.
6 En especial pueden consultarse los trabajos de David Collier (comp.), E l nuevo au to ritarism o en A m érica Latina, México,
Fondo de Cultura Económica, 1988; Guillermo O’Donnell, El E stado bu ro c rá tic o au to ritario (1966-1973): T riunfos,
d e rro tas y crisis, Buenos Aires, Editorial Belgrrno, 1982; Alíred Stepan, R eth in k in g M ilita ry Politics: B raz il an d the
So u th ern Cone, Princeton, Princeton U niversity Press, 1988; y, en particular para el caso colombiano, Francisco Leal
Buitrago, “Surgimiento, auge y crisis de la doctrina de Seguridad Nacional en Am érica Latina y Colombia” , en A n á lis is
Político, No. 15, Bogotá, enero-abril de 1992.
7 Sería difícil y ambicioso entablar en estas páginas una polémica con la conocida obra de Guillermo O’Donnell, Philippe
Schmitter y Lawrence W hitehead (comps.), T ra n s ic io n e s d e sd e un g o b ie r n o a u to r ita r io , 4 Vols., Buenos Aires, Editorial
Paidós, 1989. Pero ello no obsta para señalar, particularmente en lo que se refiere al tomo IV, C on clusiones tentativas
so b re las d em ocracias inciertas, la notable sobreestimación del aspecto procedimental de la democracia y la utilización
restrictiva del concepto de ciudadanía, en el diagnóstico y análisis sobre las transiciones desde regímenes militares.
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No obstante que algunos textos, como el ya ci y resolver los conflictos, en particular, el conflic
tado de O’Donnell, Schmitter y Whitehead, ex to armado.
ploran distintos casos nacionales y advierten
que el concepto de transición da cuenta del in Estas breves consideraciones permiten seña
tervalo entre un tipo de régimen y otro, el pun lar que, en nuestro caso, el proceso de transi
to de partida para el análisis sobre los procesos ción al que asistimos dista de tener un carácter
de democratización es siempre la liberaliza- fundacional, es decir, no inaugura un régi
ción, el agotamiento o el colapso del régimen men democrático como podrían interpretar
militar. Tkl punto de partida desconoce o su se varios de los procesos centroamericanos.
bestima otras alternativas y modalidades de Ni expresa una recuperación democrática,
transición política hacia la democracia. Por como en el caso de los países del Cono Sur.
ejemplo, aquellas que se producen desde regí Tampoco podría analizarse como un proceso
menes con democracias electorales estables, cuyo antecedente es una ruptura revoluciona
pero que se caracterizan por su naturaleza au ria -caso de Nicaragua- o una movilización
toritaria y excluyente. El caso colombiano sir popular que ponga en entredicho el sistema
ve para ilustrar este ejemplo. de dominación, o una profunda crisis econó
mica que comprometa la estabilidad y super
Colombia no escapa a los procesos de transfor vivencia del régimen.
mación política, que, como se ha señalado, viene
experimentando desde los años ochenta la gran A manera de hipótesis puede plantearse que
mayoría de países del continente. Desde 1982 la transición en Colombia expresa un cambio
tuvo inicio en el país una reforma política e ins sustancial de los procedimientos y reglas de
titucional que, de manera lentay contradictoria, juego del régimen político instaurado desde el
siguió su curso hasta el gobierno de César Gavi período conocido como el Frente Nacional. Y
na, administración bajo la cual, como es sabido, que dicho cambio, por lo menos en su intencio
se produce la convocatoria y realización de una nalidad, apunta hacia la transformación de
Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y se una democracia restringida y pactada entre
promulga una nueva Constitución. las cúpulas, aúna democracia más incluyente,
plural y participativa. Dicho propósito, concer
Este proceso, sin precedentes en el país por su tado entre amplios y heterogéneos sectores del
origen, naturaleza en cuanto a tipo de actores país, habla de la naturaleza eminentemente
sociales y políticos que participan, y propósi política de la transición y, por ende, define sus
tos, constituye una ruptura o punto de infle límites y posibilidades. No estamos frente a un
xión en la institucionalidad vigente hasta proceso de democratización social, ni frente a
entonces. una modificación radical de las relaciones de
poder. Más bien nos enfrentamos a un cambio
Tal ruptura ha desencadenado un proceso de sustantivo del marco normativo e institucio
transición que ha introducido elementos pa nal que ha definido cómo se organiza y ejerce
ra la formación de una cultura política más el gobierno y cómo se relaciona con la sociedad
democrática. Ha roto, así mismo, con los pi civil8.
lares formales sobre los cuales se constituyó
el régimen bipartidista y excluyente que ve Si continuamos con el itinerario que ha segui
nía rigiendo desde 1958 y ha consagrado un do el debate sobre la democracia, puede adver
conjunto de instituciones mucho más am tirse que la ola democratizadora que vivió la
plias y participativas que las del pasado pe región desde comienzos de los años ochenta
ro, sobre todo, más adecuadas para tramitar con la desaparición progresiva de los regíme-
8 Véase Ana María Bejarano y Pilar Gaitán, “Desafíos de la transición política y la constitución democrática en Colombia”,
Proyecto de Investigación, Bogotá, Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional, enero
de 1993.
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nes militares en prácticamente todos los paí Esta preocupación ha crecido a partir del reco
ses, y la multitud de experiencias electorales nocimiento de la simultaneidad con la cual la
reconocidas como legales9, también ha tenido gran mayoría de países del área han empren
importantes repercusiones sobre el pensa dido procesos de apertura política y moderni
miento político y sobre la manera de abordar zación estatal, y han puesto en marcha polí
la relación entre democracia y desarrollo. Si ticas de ajuste. Ello ha obligado a volver la
bien es cierto que en los análisis se reforzó la mirada hacia los efectos de la reestructuración
centralidad de temas como el régimen político económica sobre la viabilidad y perspectivas
y el desarrollo institucional, el retorno a go de las nuevas democracias. Como muchos ana
biernos civiles bajo condiciones económicas listas lo han señalado, los ochenta fueron, al
adversas y precarias condiciones de organiza mismo tiempo, una década ganada para la de
ción social sirvió de aliciente para problemati- mocracia pero perdida para el desarrollo. Esta
zar el estudio sobre las transiciones y consoli realidad, que puede apreciarse en el significa
daciones democráticas. En efecto, las investi tivo incremento de los índices de la pobreza y
gaciones y publicaciones sobre esta temática la exclusión social y en la drástica disminución
se han multiplicado10. Pero, sobre todo, buena del gasto social en la mayoría de los países de
parte de esta reciente producción ha estado la región12, ha contribuido a que la democracia
encaminada a analizar los obstáculos y riesgos política revalorada se piense también desde el
que enfrentan los procesos de democratiza ajuste y la pobreza. Es decir, desde esos “datos
ción, no sólo desde el punto de vista de su su duros de la realidad que imponen los condicio
pervivencia, sino desde la óptica de su conso namientos macroeconómicos externos” y de los
lidación y expansión hacia otros ámbitos (eco cuales es difícil sustraerse13.
nómico, social y cultural) en los que, como con-
sensualmente se ha advertido, poco o ningún En síntesis, puede anotarse que, aunque en el
progreso se ha hecho11. Por ello, han cobrado debate sobre la democracia continúa existien
gran importancia los estudios que se proponen do una línea divisoria entre quienes la definen
explorar las tensiones existentes entre la ma a partir de consideraciones sustantivas y quie
triz socioeconómica, bajo la cual se generan las nes lo hacen a partir de los aspectos procedi-
transiciones, y la institucionalidad resultante mentales, esta última ha tendido a imponerse.
del tránsito al nuevo gobierno civil. Ello significa que existe un amplio consenso
9 De este proceso dan cuenta la transición de los gobiernos autoritarios en Argentina, Perú, Bolivia, Brasil, Ecuador, Uruguay
y Chile, así como la elección de presidentes civiles en Guatemala, Panamá, £1 Salvador, Honduras y Nicaragua. A sí mismo,
deben registrarse las 78 experiencias electorales que se produjeron en Am érica Latina (presidenciales, legislativas, regionales
y locales) entre 1980 y 1990. Véase Edelberto Torres Rivas, “La democracia en la fragua”, en D o c u m e n to s d e T ra b a jo , No.
7, San José, FLACSO-Costa Rica, 1991.
10 Sobre la copiosa literatura que se ha producido al respecto, puede consultarse P ilar Gaitán y Angelika Rettberg, “Bibliografía
temática: transiciones políticas y procesos de democratización en Am érica Latina”, en A n á lis is P o lític o , No. 19, Bogotá,
mayo-agosto de 1993.
11 Véase Scott M ainwaring, “Transitions to Democracy and Democratic Consolidation: Theoretical and Comparative Issues”,
en Scott M ainwaring, Guillermo O’D on nelly Samuel Valenzuela (eds.), Issu es in D e m o c ra tic C o n s o lid a tio n : T h e N e w
S o u th A m e r ic a n D e m o c ra c ie s in C o m p a r a tiv e P e r s p e c t iv e , Notre Dame, The H elen K ellog Institute for International
Studies, U n iversity o f N otre Dame Press, 1993.
12 En una década, casi todas las sociedades latinoamericanas retrocedieron más de veinte años en sus índices de bienestar. La
situación de pobreza es hoy sim ilar a la que prevalecía a comienzos de 1970 y el número absoluto de pobres en la región ha
aumentado, en el mismo lapso, de 120 a 160 millones. En el mismo sentido, según informaciones de la C E P A L, el ingreso por
habitante podrá recuperar, al inicio de la próxima década, los niveles observados en 1980. Hoy se sitúa entre los niveles
alcanzados en 1960 ó 1970, según el país. V er Juan Carlos Portantiero, “La m últiple transformación del Estado latinoame
ricano” , en N u e v a S o c ie d a d , No. 104, Caracas, noviembre-diciembre de 1989, pág. 89, y Roberto Guimaraes, “Desarrollo
con equidad: ¿Un nuevo cuento de hadas para los noventa?” , en S ín tesis, No. 11, M adrid, pág. 27.
13 Para am pliar este punto pueden verse los trabajos de Fernando Calderón y M ario Dos Santos, “Veinte tesis sociopolíticas y
un corolario de cierre”, en R e v is ta P a r a g u a y a d e S o c io lo g ía , No. 77, Asunción, enero-abril de 1990; y Ezequiel Raimondo
y Fabián Echegaray, “Repensando la democracia desde el ajuste: Una perspectiva crítica”, en N u e v a S o c ie d a d , No. 13,
Caracas, mayo-junio de 1991.
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14 Véase la obra de Joseph Schumpeter, C a p ita lis m o , s o c ia lis m o y d e m o c ra c ia , Barcelona, Ediciones Orbis, 1986, pág. 311.
15 Puede consultarse el libro de Nicolás Lynch, L a tr a n s ic ió n c o n s e r v a d o r a ; M o v im ie n to s o c ia l y d e m o c r a c ia en el P e rú ,
1975-1978 , Lim a, El Zorro de Abajo Ediciones, 1992, págs. 21-42. En este trabego se plantea una documentada crítica a lew
interpretaciones que proponen una definición de democracia exclusivamente política y electoral, dejando de lado problemas
centrales como el Estado y utilizando una concepción muy lim itada de ciudadanía.
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condiciones para el ejercicio de la igualdad y ende, que estructuran las relaciones entre el
la libertad políticas16. Estado y la sociedad civil. Esta manera de en
tenderla involucra, como lo señala Scott Main-
Una línea de interpretación de “rango inter waring, dos dimensiones fundamentales: la
medio”, que en buena medida se nutre del con que se refiere a las normas que rigen las inte
cepto de “poliarquía” de Robert Dahl17, en racciones de los principales actores de un sis
tiende la democracia no sólo a partir de su di tema político, y la de la institucionalización, la
mensión competitiva sino participativa. Y se cual implica, a su vez, que tales normas deben
define como un tipo de régimen, el cual com ser ampliamente conocidas y aceptadas, y que
porta una serie de atributos mínimos que per los actores deben adecuar su comportamiento
miten calificarla. Táles atributos o contenidos a ellas18.
mínimos se expresan en la existencia de un
Estado de derecho, la vigencia de derechos hu Adoptada esta definición, puede plantearse
manos y libertades públicas, soberanía popu que visualizar la democracia como un tipo de
lar y sufragio universal, elecciones regulares régimen ofrece una triple ventaja:
y alternancia en el poder, elegibilidad para los
puestos públicos, reconocimiento de varios En primer lugar, permite diferenciarla concep
partidos en competencia, tolerancia al ejerci tualmente de los procesos de democratización
cio de la oposición, decisiones colectivas o to referidos, como se ha dicho, a las transforma
madas por mayoría, libertad de fundar y hacer ciones sociales y económicas que se proponen
parte de organizaciones y existencia de fuen resolver los problemas de la justicia social y la
tes alternativas de información. equidad. Aceptar tal distinción evita la bús
queda de causalidades y más bien invita a ex
Esta última concepción sobre la democracia es plorar las múltiples interrelaciones que pue
la que, a mi juicio, ofrece mayores ventajas den existir entre los procesos de ampliación
teóricas y metodológicas. No sólo para avanzar institucional, o extensión de la democracia po
en la discusión sobre los alcances del concepto, lítica, y los procesos de cambio estructural19.
sino para conocer el desarrollo concreto de este En este sentido, es factible, a su vez, identifi
tipo de régimen en diferentes sociedades y con car los factores socioeconómicos y culturales
textos históricos. que favorecen u obstaculizan el desarrollo de
la democracia.
Antes de señalar estas ventajas, es pertinente
proponer una noción de régimen, útil para La segunda ventaja se desprende de la ante
comprender los alcances y límites del concepto rior. Al prescindir de las causalidades entre
de democracia política. procesos de organización política y procesos de
organización social, la democracia política se
Por régimen puede entenderse el conjunto de puede asumir como un valor y un objetivo de
reglas o procedimientos formales que regulan seable en sí mismo. Ello significa apreciarla
la lucha y el ejercicio del poder político y, por como el marco más idóneo para dirimir y tra-
16 Véase el trabajo de Enrique Provencio, “L a incierta relación entre desarrollo y democracia”, en Armando Bartra et. al.,
D e s ig u a ld a d y dem ocracia, México, Consejo Consultivo del Program a Nacional de Solidaridad, Instituto de Estudios para
la Transición Democrática, 1992, págs. 35-40.
17 Véase Robert Dahl, P o lia r q u ía : P a r tic ip a c ió n y o p o s ic ió n , Madrid, Editorial Tecnos, 1989.
18 Véase al respecto Soctt M ainwaring, ‘Transition s to Democracy...” , págs. 294-295. Tam bién pueden consultarse los trabajos
de Fem ando Henrique Cardoso, “Régim en político y cambio social: Algunas reflexiones a propósito del caso brasileño”, en
Norberto Lechner (comp.), E s ta d o y P o lít ic a en A m é r ic a L a tin a , México, Siglo XX I Editores, 1981, y Luis F. Aguilar
Villanueva, “Estado, régim en y sistema político (Notas para una discusión sobre la crisis del W elfare State)”, en Juan E. Vega
(comp.), T e o r ía y p o lític a en A m é r ic a L a tin a , México, CIDE, 1983.
19 Como ya se ha señalado, varios de los estudios sobre los procesos de consolidación democrática en Am érica Latina apuntan
en esta dirección. A l respecto, puede consultarse el artículo de Marcelo Cavarozzi, “Transformaciones de la política en la
Am érica Latina contemporánea”, en A n á lis is P o lític o , No. 19, Bogotá, mayo-agosto de 1993.
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mitar civilizadamente los conflictos de una so En segundo término, a la prevalencia del Es
ciedad, y como el entorno institucional más tado de derecho, atributo que no sólo implica
adecuado para hacer viable la utopía de la jus la subordinación del poder militar al poder ci
ticia social. Esta valoración, a su tumo, permi vil -de manera que no se constituyan los lla
te reconocer el valor intrínseco de los procesos mados “poderes tutelares”-, sino la capacidad
de institucionalización, sin los cuales no resul del Estado para ejercer el monopolio legítimo
ta viable convertir en normas colectivas los de la fuerza. De igual manera, supone que los
procedimientos mínimos de la democracia. distintos actores sociales y políticos (institu
cionales o no institucionales) acaten la legali
Una tercera ventaja tiene que ver con el espa dad establecida y descarten, como recurso
cio teórico que se abre para establecer otra dis para acceder al poder, cualquier vía que se se
tinción pertinente: la que se presenta entre pare de la competencia electoral.
régimen y sistema político20. Distinción esta
última, que no obedece a un prurito semántico, En tercer lugar, la presencia de instituciones
sino a la necesidad de disponer de una herra representativas, esto es, de canales y mecanis
mienta capaz de captar las contradicciones en mos capaces de agregar y tramitar, sin recu
tre las reglas normativamente consagradas y rrir a la violencia, los intereses y demandas
los acuerdos tácitos o informales, y entre di sociales.
chas reglas instituidas y la capacidad efectiva
La continuidad de una democracia política pe
de una sociedad para acatarlas y cumplirlas.
ro, sobre todo, su capacidad de reproducción
en el largo plazo, no sólo reposa en la ingenie
Las ventajas que ofrece la definición de demo
ría institucional del régimen. Los vínculos que
cracia como un tipo de régimen no obstan para
se construyen entre la sociedad y el Estado son
advertir que en las definiciones mínimas de
fundamentales. Resolver el asunto de cómo se
democracia se subestiman o se excluyen una
accede y cómo se distribuye el poder es nece
serie de atributos que son relevantes para su
sario pero no suficiente. Debe también abocar
preservación pero, sobre todo, para su afian
se el cómo se genera y respalda ese poder. Sin
zamiento y reproducción en el tiempo.
consensos y solidaridades sociales básicas, no
opera un régimen democrático.
Me refiero, en primer término, a la responsa
bilidad del ejecutivo (accountability) frente De otra parte, el tema de la representación
a las otras ramas del poder público y frente a pone de manifiesto la relevancia de los parti
los gobernados. Dicha responsabilidad, que dos políticos, como vehículos fundamentales
presupone la división de los poderes, implica de comunicación y mediación entre gobernan
igualmente el apego del gobernante a la ley y tes y gobernados. Sin embargo, la repre
la rendición de cuentas de sus acciones frente sentación no se agota en la forma partidista.
al ciudadano, bajo el criterio de la transparen Esta afirmación no conduce a subestimar la
cia. La vigilancia y el control del ejercicio de importante función que pueden desempeñar
poder representan no sólo un valor ético, sino los partidos como instancias que procesan in
uno de los recursos fundamentales para man tereses y transforman las demandas sociales
tener o transformar los consensos políticos y en políticas públicas, y como instrumentos
sociales que sostienen todo orden que se recla esenciales de un régimen para hacer operativa
me como democrático. la alternancia y la competencia políticas.
20 Por sistema político entiendo el conjunto de prácticas sociales y políticas realmente vigentes en una sociedad. Es decir, la
manera concreta de decidir y hacer la política. Véase, sobre la utilidad de esta diferencia analítica, Juan Carlos Portantiero,
“Sociedad civil, Estado y sistema político”, en Varios Autores, L a produ cción d e un orden: Ensayos so b re la d em ocracia
en tre el E stado y la sociedad, Buenos Aires, Editorial Nueva Visión, 1988.
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La observación que se ha formulado apunta con una crisis de la economía, o con modifica
más bien a volver la mirada sobre otro tipo de ciones en la organización social existente. La
relaciones entre el ciudadano y el Estado. Es transformación que se ha puesto en marcha
decir, sobre esa amplia gama de expresiones guarda relación con un fenómeno de otro or
informales de la política que, por lo general, se den. De una parte, con la insuficiencia y debi
presentan bajo la forma de prácticas no con lidad del Estado, que se manifiesta en la
vencionales y extrapartidistas (consultas po incapacidad que éste acusa para mantener el
pulares, plebiscitos, referendos, cabildos, monopolio de las armas; en su precaria cober
iniciativas populares), o bajo la modalidad de tura territorial y en su ineficiencia para de
acciones colectivas paralelas a los parámetros
sempeñar funciones básicas como la preser
institucionales (movimientos cívicos, territo
vación del orden público, la aplicación de la
riales, asociaciones de vecinos, de mujeres,
justicia y la provisión de un mínimo de bienes
etc.), que tratan de incidir directamente en la
tar y seguridad ciudadana. La irrupción de
acción de los aparatos del Estado21.
“poderes fácticos” paralelos a la instituciona-
La perdurabilidad de un régimen democrático lidad establecida (narcotráfico, guerrilla, pa-
también se encuentra estrechamente asociada ramilitares, autodefensas y, en general, for
con su capacidad para ampliar los canales de mas de justicia privada), no es ajena a tales
representación existentes o previstos para ello. insuficiencias. Por el contrario, en muchas
Dicho en otras palabras, la fortaleza de una de ocasiones estos “poderes” tienden a reempla
mocracia política encuentra un importante pun zar ai Estado allí donde es imperceptible para
to de apoyo en la capacidad que desarrolle para numerosos sectores de la población.
alojar formas no convencionales de repre
sentación y participación ciudadana22. Por el otro lado, la transformación que se ha
desencadenado a partir del proceso constitu
Las reflexiones que se han presentado en tor yente de 1991 está estrechamente vinculada
no a los alcances y límites del concepto de de con la crisis política, de representatividad y
mocracia política son útiles, como se ha legitimidad, que ha venido enfrentando el ré
señalado, para abordar procesos concretos de gimen de manera progresiva, y que tuvo su
transición y consolidación democrática. Para momento de condensación entre los años 1989
concluir estas consideraciones señalaré algu
y 1990 con la ola de magnicidios políticos, el
nos puntos sobre el caso colombiano, que per
recrudecimiento del narcoterrorismoy el esca
miten ilustrar las ventajas que ofrecen las
lamiento de la confrontación con la guerrilla.
definiciones y distinciones teóricas adoptadas.
La escasa legitimidad y representatividad del
La diferenciación entre los procesos que dan
cuenta del mantenimiento o transformación régimen político se advierten, principalmente,
de condiciones socioeconómicas y los procesos en su dificultad para canalizar y tramitar, por
de democratización política es pertinente para vías institucionales, los conflictos sociales y, en
explicar el significado de transiciones que, co particular, el conflicto armado; en la desvalo
mo la colombiana, tienen un carácter funda rización de los procesos electorales; en la pér
mentalmente político e institucional. Decía dida de confianza y credibilidad en las
mos que el cambio que se ha producido en las instituciones; en la desafección política y en la
reglas de juego del régimen no está asociado corrupción generalizada.
21 V é a »e sobre este tema Alvaro Camacho Guizado, “Informalidad política, movimientos sociales y violencia”, en N u e v a Socie
dad, No. 106, Caracas, marzo-abril de 1990.
22 Para am pliar estas consideraciones puede consultarse el trabajo de Amparo Menéndez-Carrión, “Democracias pendientes y
representación politica en Am érica Latina: Dilemas y posibilidades. Algunas ideas en voz alta”, en Síntesis, No. 14, Madrid,
mayo-agosto de 1991.
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23 Véase José Antonio Ocampo, “Reforma del Estado y desarrollo económico y social en Colombia”, en A n álisis Político, No.
17, Bogotá, septiembre-diciembre de 1992.
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El nuevo marco institucional que ha sido con En todas las sociedades, pero especialmente
sagrado expresa el consenso, de diversos y he en aquellas donde la violencia destruye el te
terogéneos sectores sociales y políticos, sobre jido social y socava las normas mínimas de la
aspectos vitales para la construcción y preser convivencia civilizada, la democracia política
vación de un régimen democrático. Me refiero, se convierte en un prerrequisito para hacer
en particular, a que en este acuerdo ampliado
viable la búsqueda de equidad. La meta de la
entre sociedad política y sociedad civil quedó
justicia social pasa por la conquista mínima de
plasmada normativamente la necesidad de in
corporar la conflictiva geografía económica y la igualdad y la libertad políticas. Abundan los
social que se ha venido configurando en el país, ejemplos históricos que señalan cómo bajo con
la urgencia de establecer principios mínimos textos autoritarios, o bajo regímenes incapa
que garanticen la prevalencia del Estado de de ces de garantizar la reproducción del Estado
recho, y la importancia de convertir en derecho de derecho, la democracia económica y social
y obligación la inclusión política y la participa no sólo es una utopía, sino un propósito impo
ción ciudadana. Por ello, en los principios e in sible de realizar.