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LIMPIEZA SOCIAL EN COLOMBIA

ANDRES SANTIAGO CAMACHO CEPEDA

UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS

FACULTAD DE INGENIERÍA CIVIL

ETICA

TUNJA

2020
INTRODUCCION

Colombia un país muy afectado por el conflicto armado, mafias, corrupción, se


instaura el uso de palabra limpieza, termino antecesor de miles de masacres a
nivel mundial como la de los nazis con los judíos, un término que busca justificar
los asesinatos a personas indefensas, comunidades en un abandono
gubernamental y a disposición de guerrillas o paramilitares.

Todo este desplazamiento de comunidades amedrentadas por años, traslada un


gran porcentaje de población rural en condiciones de pobreza a las zonas
urbanas, en condiciones de extrema pobreza, desempleo, toda una comunidad en
total abandono por parte del estado, arrojados a las calles con la única
oportunidad de mendigar o robar, un fenómeno que da origen a las limpiezas
sociales en las ciudades.

La investigación del CNMH explora un fenómeno sobre el que hay escasa


información académica y estadística, pero que es de proporciones alarmantes: el
único seguimiento sistemático, adelantado por el CINEP (Centro de investigación y
educación popular), da cuenta de casi 5.000 víctimas de ‘limpieza social’ entre
1988 y 2013, en 356 municipios. Y el subregistro es inmenso. En Bogotá se
registran 189 casos, con 346 homicidios producto de esta modalidad, 28 por ciento
de esos casos ocurrieron en Ciudad Bolívar.
DESCRIPCION DEL PROBLEMA

El conflicto en que cobra cuerpo la matanza social la califica y separa de otras


modalidades de victimización en un doble sentido, primero por el ámbito del
conflicto que pretende “resolver”, segundo por las víctimas sobre las que actúa.

En cuanto al primero, el exterminio social intenta tramitar mediante la muerte el


conflicto que emerge en el ámbito de la convivencia. Sus motivaciones no son
políticas, son morales de cara a las maneras como se disponen los asuntos de la
vida en la calle. Por supuesto los actores armados lo incorporan como una más de
sus estrategias. La guerrilla no tanto, cometió el dos por ciento del total de los
casos registrados en la base de datos del CINEP (Centro de investigación y
educación popular) (2014); los grupos paramilitares, de su lado, la emplearon de
manera sistemática. La toma del oriente del país —por ejemplo— encaminó sus
actividades “a ubicar presuntos miembros de la subversión, delincuentes
comunes, indigentes (…) expendedores y consumidores de drogas y en general
personas con antecedentes judiciales”.

Las víctimas no cabe duda que quienes hurtan y roban alteran la convivencia,
introduciendo el miedo y la inseguridad en la vida cotidiana; es cierto que quienes
forman parte de pandillas originan situaciones de abuso y maltrato enervando al
extremo los aconteceres del barrio; quienes consumen “vicio”, igual, caldean el
ambiente volviendo realidad el pánico a la droga. Todo esto genera una reacción
en cadena que se pone en marcha cuando el ciudadano de a pie toma la
determinación de prescindir de la justicia y la institucionalidad procediendo a matar
con cálculo y sistematicidad.

El aniquilamiento social se establece sobre el trasfondo de la precaria presencia


del Estado, de sus organismos de seguridad y justicia, un fenómeno que hace
parte de las intensas corrientes que cruzan una sociedad marcada por la
tendencia a privatizar la seguridad. La “justicia” popular.
DATOS

Según los registros, la actuación de la guerrilla es menor. De acuerdo con el


CINEP (Centro de investigación y educación popular) único organismo en
Colombia que ha recopilado las cifras de este fenómeno en el país, solamente el 3
% -145 personas- de los homicidios los cometió este actor armado.

“Mientras que los paramilitares hicieron de la ‘limpieza social’ una operación


sistemática. Además de llevar a cabo un trabajo contrainsurgente, hacían limpieza
social, en un intento de ganar audiencia entre la población, para que los
aceptaran”, manifestó a El Espectador Carlos Mario Perea.

Si bien la guerrilla ocupa el tercer puesto en la lista de victimarios del exterminio


social en Colombia, los dos primeros lugares son: los grupos de “limpieza”, con
3.798 víctimas, y los paramilitares, con 868. En ese listado también se encuentran
los agentes del Estado, como la Policía, el Ejército, el Inpec o la Sijín, entre otros,
quienes entre 1988 y 2013 han asesinado a 104 personas.

Para Perea, el Estado desafortunadamente cumple un papel nefasto. “Hay una


multitud de indicios recogidos en la investigación que indican con claridad que la
Policía participa en el exterminio social en barrios de las periferias. Puede suceder
que actúan en connivencia con los vecinos, que son quienes dan la información”.
Lo que es aún más desconcertante es que, según la investigación de Perea, “el
Estado desempeña un papel decisivo, porque enmudece ante el fenómeno. El
hecho de que permanezca indiferente afecta, en la medida en que la gente siente
que no hay ninguna sanción, y que el Estado no castiga por ese fenómeno”.

Existe información de la ejecución de operaciones de exterminio en 28 de los 32


departamentos del país, sin noticia de su ocurrencia en Amazonas, Vaupés,
Guainía y Vichada. Los departamentos situados en la región del piedemonte de la
cordillera oriental —Arauca, Casanare, Caquetá, Putumayo y Guaviare— se, se
caracterizan igual por la baja incidencia del fenómeno. De tal modo, su presencia
toma cuerpo en las regiones conectadas a los circuitos comerciales y las redes
institucionales, concentradas en los 13 departamentos con 100 o más homicidios
(Gráfico 11): suman el 86 por ciento de los casos en general, el 90 por ciento de
los casos con homicidio y el 89 por ciento del total de homicidios. El Valle del
Cauca el que más, por encima en los tres indicadores: tuvo 653 casos, 610 de
ellos con homicidio y 857 personas asesinadas. Le sigue Antioquia, notable por el
número de homicidios, luego los dos Santanderes.
PROS Y CONTRAS ETICOS / SOLUCIONES

Siendo Colombia un estado social de derecho asegura una serie de derechos y


garantías, un ineficiente desempeño del gobierno en judicialización, es lo que
genera conflictos y presta para el desarrollo de las diferentes problemáticas
sociales que desencadenan en acciones de justicia propia como la limpieza social.

La población con un antecedente de desplazamiento y/o con una condición de


vida precaria, es arrojada a un debate moral entre robar, vender el cuerpo,
asesinar, para sobrevivir o morir en la calle sin una ayuda y tal vez con una familia
a la cual mantener. Este hecho termina por incluir al resto de población
participante en las ciudades que de igual manera es puesta a un debate moral en
esperar la justicia poco eficiente, seguir siendo objeto de robo e inseguridad, o
ejercer la autoridad por mano propia como lo vemos en el estudio realizado por el
CINEP (Centro de investigación y educación popular), en Ciudad Bolívar en
Bogotá con los muchos testimonios de habitantes que conformaron grupos de
“limpieza” y familiares de víctimas.

Durante años y debates a nivel nacional, se aclara una falta de empatía por parte
del gobierno nacional, desde las masacres realizadas por grupos paramilitares y
guerrillas, el abandono a esas poblaciones desplazadas, la falta de oportunidades,
la poca o nula inversión del gobierno para estratos bajos, poca inversión en cultura
y educación.
REFERENCIAS

 Perea Restrepo, Carlos Mario. (2016). Limpieza social: una violencia mal
nombrada. Bogotá, Colombia, recuperado de: https://www.centrodememoria
historica.gov.co/descargas/informes2016/limpieza-social/limpieza-social.pdf.
González Navarro, Catalina. (19 de abril de 2016). El informe que desnuda
la "limpieza social" en Colombia

 González Navarro, Catalina. (19 de abril de 2016). El informe que desnuda


la "limpieza social" en Colombia. El espectador.

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