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Hécate: entre la vida y la muerte.

Hacia una lectura global de la


evolución de sus atributos

Mario Agudo Villanueva


Hécate: entre la vida y la muerte. Hacia una lectura global
de la evolución de sus atributos
Autor: Mario Agudo Villanueva

Mediterráneo Antiguo
www.mediterraneoantiguo.com
Enero-2016

CONTENIDOS

Resumen

Introducción

Las primeras referencias escritas: Hécate en la Teogonía y


el Himno báquico a Deméter

Fuentes clásicas y helenísticas. Del teatro a la medicina

Hécate en época romana. De Diodoro a los geógrafos

Referencias tardías. De los Oráculos caldeos a los papiros


mágicos

De pótnia théron a diosa infernal: sobre la cuestión del


origen

Entre la vida y la muerte: Hécate en el contexto de las


divinidades de carácter ctónico

Fuentes históricas

Bibliografía

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Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

HÉCATE: ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE. HACIA UNA LECTURA GLOBAL


DE LA EVOLUCIÓN DE SUS ATRIBUTOS
Mario Agudo Villanueva
Universidad Complutense de Madrid
marioagudo@gmail.com

Resumen
Hécate se ha asociado habitualmente con el mundo infernal, sin embargo, las
primeras referencias que nos encontramos en las fuentes nos describen una
diosa de características diversas, en algunos puntos incluso parecen la antítesis
de su imagen en el período helenístico. La historiografía ha debatido sobre la
posibilidad de que estemos ante dos diosas de origen diferente. En este artículo
se pretende ofrecer una nueva lectura que, partiendo de una visión de conjunto,
trate de conciliar ambos extremos.
Palabras clave: Hécate, Artemis, Orfeo, Dionisos, Mitología.
Introducción
La figura de la diosa Hécate es, a primera vista, una de las más desconcertantes
del panteón griego, puesto que sus características varían notablemente desde
los primeros testimonios recogidos por Hesíodo hasta su presencia en época
clásica y helenística, sobre todo en las referencias que aparecen sobre ella en
los papiros mágicos. Sus atribuciones se mueven entre lo positivo y lo negativo,
entre la vida y la muerte, entre la luz y las tinieblas, entre la realidad y el mundo
fantasmagórico, oscilando siempre en un juego continuo de opuestos,
vinculándose o asociándose con otras divinidades como Artemis, Selene,
Perséfone, Hermes o Deméter. Corresponde ahora, por tanto, remontarnos a lo
que las fuentes dicen de ella para tratar de escudriñar ese carácter poliédrico.
Las primeras referencias escritas: Hécate en la Teogonía y el Himno
báquico a Deméter
La Teogonía de Hesíodo, fechada entre los siglos VIII y VII a.C., en su Himno a
Hécate, la describe de la siguiente manera:
“Ella1, al quedar embarazada, trajo al mundo a Hécate, a la que el Crónida Zeus
estimó por encima de todas y le dio como brillantes regalos participar de la tierra
y del estéril mar, pero también obtuvo parte de la honra del estrellado cielo y es
especialmente respetada por los inmortales dioses. En efecto, ahora, cada vez
que alguno de los hombres sobre la tierra quiere atraerse el favor de los dioses,
realizando hermosos sacrificios según la costumbre, suele invocar a Hécate.
Mucha honra acompaña a aquel cuyas súplicas acepta benévola la diosa y le
otorga, además, felicidad, puesto que tiene capacidad para ello” (412-4212).

1
Asteria, la madre de Hécate, que era a su vez hija de Febe. Febe era madre de Leto, de ahí el parentesco de Apolo y
Artemis con esta diosa.
2
Traducción al castellano de Adelaida Martín Sánchez y María Ángeles Martín Sánchez para Alianza Editorial. Madri d,
edición 2013.

1
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Un poco más adelante, Hesíodo describe sus atributos:


“En el juicio se sienta junto a los venerables reyes y en el ágora hace sobresalir
al que quiere; cuando para la destructora guerra se preparan los hombres,
entonces la diosa asiste a los que desea otorgar la victoria y concederles la
gloria. Asimismo es útil cuando los hombres compiten en un certamen, pues
también la diosa les asiste y ayuda y, al vencer en fuerza y capacidad, un
hermoso premio con facilidad y alegría se lleva y a sus padres da gloria. Es capaz
de asistir a los jinetes que quiere, y a los que trabajan en el tempestuoso mar y
suplican a Hécate y al retumbante Enosigeo, fácilmente abundante botín les
concede la ilustre diosa y con facilidad se lo quita, cuando parece seguro, cuando
así lo desea en su ánimo. Con la ayuda de Hermes tiene la posibilidad de
aumentar los rebaños y los establos y por lo que se refiere a las manadas de
bueyes, grandes rebaños de cabras, majadas de ovejas de espeso vellón, si así
lo quiere en su ánimo, a partir de pocos, los hace prosperar y de muchos,
disminuir” (434-447).

Plato ático de figuras rojas, atribuido al pintor Kiebolos. Tubingen, Eberhard-


Karls-Univ., Arch. Inst. (BADN 6050)

El discurso de Hesíodo acaba así:


“El Crónida la hizo criadora de los jóvenes que después de ella vieron con sus
ojos la luz de Eos que a muchos alumbra. Así, desde el comienzo, es criadora
de jóvenes y éstas son sus esferas de actuación” (450-453).
La semblanza que obtenemos de la lectura del Himno a Hécate nos recuerda a
la ideología triunfal y jerarquizada que Georges Dumézil encontró como

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elemento fundamental de las religiones del tronco indoeuropeo: un poder


religioso-político, un poder militar y un poder vinculado a la fertilidad-fecundidad3,
que son precisamente las esferas de acción que Hesíodo destaca de la diosa y
que recoge Jean-Pierre Vernant en su brillante análisis de la estructura del mito
de las razas en la obra del autor beocio4. Tenemos a una diosa que asiste los
juicios, que atiende las súplicas de los seres humanos, que cría jóvenes, que
fomenta la fecundidad de los ganados y que, incluso, asiste a los combatientes
en la guerra para otorgarles el agon: la gloria.
Entre las alabanzas de Hesíodo encontramos una sombra: la diosa puede
premiar con facilidad, pero también quitar lo otorgado, si así lo dicta su ánimo.
Asoma aquí una de esas contradicciones a las que hacíamos referencia. Es
necesario seguir investigando para determinar el motivo de este punto de
inflexión, si es que lo hubo realmente.
En el Himno homérico a Deméter, que se ha fechado entre finales del siglo VII y
comienzos del VI a.C., Hécate aparece como la única que oyó los lamentos de
Perséfone al ser raptada por Hades para ser conducida al infierno en su carro:
“Ninguno de los inmortales ni de los hombres mortales oyó su voz, ni siquiera los
olivos de hermosos frutos. Sólo la hija de Perses, la de ingenuos sentimientos,
la oyó desde su antro: Hécate, la de brillante tocado (y asimismo el soberano
Sol, el ilustre hijo de Hiperión), cuando la muchacha invocaba a su padre, el
Crónida” (23-285).

Crátera en campana de figuras rojas, atribuida al pintor de Perséfone. Hecate acompaña a


Hermes y Perséfone. 440 a.C. Museo de Nueva York, MMA 28.57.23.- (ARV 1012, 1)

3
DUMÉZIL 1958, 1 y ss.
4
VERNANT 1973, 29-44
5
Traducción al castellano de Alberto Bernabé Pajares para Gredos. Madrid, 1978.

3
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Poco después, sale al paso de Deméter, mientras buscaba desesperada a su


hija, alumbrada por antorchas para decirle que escuchó los gritos de la joven,
pero no vio a quien la secuestraba (53-59). En la última referencia que
encontramos en esta obra, Hécate aparece estrechamente vinculada a
Perséfone, con la que compartía “alegrías”, se la menciona como la de “brillante
diadema” y nos dice que la soberana “la precede y la sigue” (43κ-440).
Vemos, por tanto, una dimensión diferente, que no aparece explícitamente en
Hesíodo, pero que va a ser una constante en los relatos posteriores: Hécate
como moradora del Hades, territorio en el que se guía iluminándose por
antorchas, es portadora de la luz en las tinieblas y de la revelación, no en vano,
es la única que, según el relato, ha sido testigo de lo acontecido y así se lo cuenta
a Deméter. Su gran amistad con Perséfone, con la que teje estrechos lazos, nos
muestra un cariz ctónico, que comienza a vincular a Hécate con el inframundo,
de donde puede salir y entrar cuando quiere, pues no deja de ser la “portadora
de antorchas”.
Fuentes clásicas y helenísticas. Del teatro a
la medicina
Hécate tiene una importante presencia en la
literatura del período clásico y helenístico. Una
de estas referencias la encontramos en un
diálogo entre Tiracleón y Filocleón en la
comedia Las Avispas, escrita por Aristófanes
hacia el 422 a.C., en la que este último
personaje cita la existencia de altares
consagrados a Hécate en las puertas de las
casas de los atenienses (Las Avispas, 8006). El
hogar era uno de los espacios con el que se
vinculaba a esta diosa, de ahí el epíteto
Propulaia y su relación con las llaves, por la que
recibía también el apelativo de Kleidouchos7.
En Pluto, Aristófanes nos da cuenta, en boca de
Crémilo, de un tipo de ofrenda sobre la que
luego volveremos, los deipna Hekates:
“A Hécate se le puede preguntar qué es mejor,
si ser rico o pobre. Ella dice que los que tienen
posibles y son ricos abandonan comida en la
calle una vez al mes, y la gente pobre se la
arrebata antes de que lleguen a dejarla.
Conque muérete y deja ya de gruñir. No me
Hécate ática. Siglo III a.C. Museo
convencerás ni aunque me convenzas” (Pluto,
Arqueológico de Venecia. 596-6008).

6
Traducción al castellano de Luis M. Macía Aparicio para Gredos. Barcelona, 2007.
7
Molina Martín 2015, 15.
8
Traducción al castellano de Luis M. Macía Aparicio para Gredos. Barcelona, 2007.

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Sin embargo, donde esta diosa está más presente es en las tragedias de
Eurípides, concretamente en Medea (431 a.C.), Hipólito (428 a.C.), Las Troyanas
(415 a.C.) y Helena (412 a.C.). Empezaremos el repaso por esta última obra, en
la que Menelao exclama:
“Oh, Hécate, portadora de antorchas, envíame visiones favorables”, a lo que
Helena respondeμ “no soy un fantasma nocturno al servicio de Enodia” (56λ-
5709).
En este pasaje vemos que la diosa aparece vinculada a las sombras y el mundo
fantasmagórico, pues Helena hace referencia a su lúgubre séquito. Pero se
vincula también con el apelativo de Enodia, es decir, la protectora de caminos,
con el que es conocida en diferentes partes de Grecia, como Tesalia o
Macedonia.
En Medea, es la propia protagonista –hechicera- la que invoca a Hécate, en su
condición de sacerdotisa de la diosa. Lo hace del siguiente modo:
“No, por la soberana a la que yo venero por encima de todas y a la que he elegido
como cómplice, por Hécate, que habita en las profundidades de mi hogar,
ninguno de ellos se reirá de causar dolor a mi corazón” (395-399).
Estos lazos entre diosa y sacerdotisa se muestran de forma mucho más evidente
en la epopeya Argonáuticas, escrita por Apolonio de Rodas en el siglo III a.C. En
esta obra, que narra las aventuras de Jasón y los tripulantes de la mítica Argo,
Medea aparece como una sacerdotisa de Hécate, especializada en pócimas que
pone al servicio de Jasón por inspiración de Argos, el constructor de barcos, que
recomienda al protagonista que se ayude de una “cierta joven que sabe de
pócimas por los consejos de Hécate Perseide” (Canto III, 4ιι 10), y que “vive en
el palacio de Eetes, su padre, y sabe preparar tantas como “produce la tierra y
el abundante agua” (Canto III, 530-531). El templo de Hécate fue precisamente
el escenario donde Jasón recibió de manos de Medea el conjuro que había
preparado (Canto III, 844 y 915) y a Hécate debe realizar el siguiente sacrificio:
“Aguardando a la media noche en su justa mitad y tras bañarte en las corrientes
de un río inagotable, tú solo lejos de los demás, envuelto en un manto negro,
excava un foso circular. En él degüella una oveja y deposítala entera en una pira
que hayas construido adecuadamente sobre el mismo foso. Puedes propiciar a
Hécate, la unigénita Perseide, libando de una copa el producto colmenero de las
abejas. Luego, una vez que acordándote hayas aplacado a la diosa, retírate de
nuevo de la pira. Que no te impulse a volver atrás ni ruido de pasos ni ladrido de
perros, no sea que arruinándolo todo, ni tú mismo regreses junto a tus
compañeros como conviene. Al alba humedece esta pócima y, desnudo, acicala
tu cuerpo como con un ungüento. Con ella obtendrás una fuerza inmensa y un

9
Para Helena se ha utilizado la traducción al castellano de Alfonso Martínez Díez para Gredos. Madrid, 1998. Para
Medea, Hipólito y Las Troyanas se ha utilizado la Traducción al castellano de Alberto Medina González y Juan Antonio
López Pérez para la misma editorial. Madrid, 2000.
10
Traducción al castellano de Mariano Valverde Sánchez para Gredos. Madrid, 1996.

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gran vigor, y podrías decir que te asemejas no a los hombres sino a los dioses
inmortales” (Canto III, 1030-1045).
Este fragmento resulta de gran interés porque se detalla el proceso que debía
seguirse para aplacar la ira de la diosa, vinculada al ladrido de los perros, y cuya
pócima ofrecía una fuerza inmensa y un vigor capaz de convertir a los hombres
en dioses, lo cual viene a manifestar su imbatibilidad. Otro aspecto reseñable
que obtenemos en la obra de Apolonio es el del carácter secreto de los ritos
relacionados con Hécate, lo que nos permite vincular este testimonio con algunos
autores que se refieren a la presencia de la diosa en cierto tipo de misterios:
“Ella les ordenó desembarcar y propiciarse con sacrificios a Hécate. Y por cierto,
cuantos preparativos hacía la joven para ofrecer el sacrificio –que nadie sea
sabedor ni mi ánimo me incite a cantarlos-, no me atrevo a decirlos” (Canto IV,
246-250).
Para finalizar, resulta interesante destacar la cantidad de epítetos con que
Medea se refiere a Hécate: Perseide (por su vinculación con su padre Perses),
Unigénita (por ser hija única), Brimo –epiclesis bajo la que se la califica de
“nutricia de jóvenes, noctívaga, infernal, soberana de los muertos y envuelta en
oscuro manto en la noche tenebrosa (Canto III, 861-863) y Crateis (Canto IV,
829) –bajo el que aparece como madre de Escila-.
Volviendo a la obra de Eurípides, en Hipólito, la referencia a Hécate es puntual,
pero destacable, por las divinidades a las que aparece asociada:
“¿Acaso tú, muchacha, poseída ya por Pan, ya por Hécate, o por los venerables
Coribantes estás extraviada, o acaso por la madre de los montes?” (142-144).
Aparece vinculada al ámbito silvestre, a través de Pan, y de la madre naturaleza,
con quien también hemos visto que Hesíodo la relacionaba. Finalmente, en Las
Troyanas, Eurípides nos presenta a Hécate en boca de Casandra, en un rito de
tipo nupcial, por el que se la vincula con la virginidad, algo que veremos de forma
reiterada:
“Yo por mis nupcias levanto la llama del fuego, para brillo, para resplandor, para
darte, oh Himeneo, para darte, oh Hécate, luz sobre los tálamos de las vírgenes,
como es ritual” (320-323).
Hécate también aparece en la poesía. Píndaro, que vivió entre el siglo VI y V
a.C., la menciona en uno de sus peanes y asociada, de nuevo, a la guerra y en
particular a los abderitas, habitantes de Abdera, ciudad situada al noroeste de
Macedonia:
“Pero a ella, a la tropa llegada junto al río, dispersará el que con pocas armas
salió contra copioso ejército. Era del mes el día primero: la virgen de purpúreos
pies, la diosa Hécate benevolente, anunció que esa palabra tendría de grado que
cumplirse” (II, 52b, 73-7911).

11
Traducción al castellano de Alfonso Ortega para Gredos. Madrid, 1984.

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Entre el siglo IV y III a.C. desarrolla su obra Teócrito, uno de los llamados
bucólicos griegos, nacido en Siracusa. En sus Idilios dedica dos menciones a
Hécate. Una de ellas en el contexto de un conjuro de amor:
“¿Dónde están mis ramos de laurel? Tráelos, Testílide. ¿Dónde están los
hechizos de amor? Corona el vaso de fina lana carmesí, que he de encadenar al
desdeñoso hombre que yo quiero con vinculos mágicos. Once días ha que ni me
visita, el muy cruel; ni siquiera le importa si estoy viva o estoy muerta. No, el
ingrato no ha llamado a mi puerta. Cierto, a otra parte Amor y Afrodita han llevado
su corazón voluble. Iré mañana a la palestra de Timageto para verlo y
reprocharle cómo me atormenta; pero ahora deseo apresarlo con mis hechizos.
Luce, Luna, brillante: a ti, muy quedo, entonaré mis encantamientos, diosa, y a
Hécate infernal, que hasta a los perros estremece cuando pasa entre los túmulos
de los muertos y la obscura sangre. Salve, Hécate horrenda, asísteme hasta el
fin en la preparación de estos bebedizos para que tengan la virtud de los de
Circe, Medea y la rubia Perimede” (II, 1-1712).
La otra referencia de Teócrito es la
siguiente:
“Ahora voy a quemar el salvado. Tú,
Ártemis, puedes quebrantar el durísimo
metal de las puertas del Hades y vencer
toda resistencia... iTestilide! Escucha, las
perras aúllan en la ciudad. Ya está la diosa
en las encrucijadas. Haz enseguida resonar
el bronce” (II, 33-38).
Vemos en ambos fragmentos cómo Hécate
se sitúa en el mundo infernal, con su cortejo
de perros, dueña de las encrucijadas y
sujeto de invocaciones mágicas.
En otro ámbito muy diferente al de la
literatura encontramos el testimonio de
Hipócrates, que vivió entre los siglos V y IV
a.C., quien también se refiere a la diosa. En
Sobre la enfermedad sagrada explica que:
“Los que tienen terrores nocturnos,
espantos y delirios, y dan saltos de la cama
Colgante helenístico de Hécate. Procedente de
Egipto. Museo del Louvre.
y se escapan fuera de sus casas, dicen que
sufren ataques de Hécate y asaltos de los
héroes” y sobre su tratamiento nos cuenta
que “recurren a purificaciones y a conjuros, y realizan una acción muy impía y
sacrílega según a mí me parece. Porque purifican a los poseídos por la
enfermedad con sangre y otras cosas semejantes, como si tuvieran alguna
mancha de sangre, o fueran criminales, o hechizados por otros hombres, o

12
Traducción al castellano de Manuel García Teijeiro y María Teresa Molinos Tejada para Gredos. Madrid, 1986.

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hubieran cometido algún acto sacrílego. Y deberían hacer lo contrario con ellos,
hacer sacrificios y rogativas y llevarlos a los templos para suplicar a los dioses” 13
(414).
Hécate en época romana. De Diodoro a los geógrafos
Diodoro Sículo, que escribe en el siglo I a.C., al describirnos el Hades, explica
que “dicen que está también cerca de esos lugares el santuario de Hécate
sombría, y las puertas de Cocito y de Lete sujetas con cerrojos de bronce” (I, λ6-
915). El historiador siciliano aporta un dato ciertamente relevante, Hécate aparece
junto a Cocito –lamentación- y Lete –olvido-, con el apelativo de la sombría, y se
la vincula además con Egipto, pues Diodoro nos describe las semejanzas entre
el Hades griego y el egipcio –de los que dice que están cerrados con cerrojos 16.
En otro fragmento, en el que nos habla de los hijos de Helio, explica que este
dios:
“Tuvo dos hijos: Eetes y Perses. Eetes fue rey de la Cólquide, mientras que el
otro reinó en la Táurica, y los dos se distinguieron por su crueldad. Perses
engendró una hija, Hécate, que superaba a su padre por su osadía y su
desprecio por las leyes. Era amante de la caza, y cuando no tenía éxito,
asaeteaba a los hombres en vez de disparar a las fieras. Al tener una gran pericia
en la composición de venenos mortales, descubrió el llamado acónito, y
experimentó la potencia de cada veneno mezclándolos en la comida dada a los
extranjeros. Y puesto que había adquirido una gran experiencia en esta materia,
primero mató a su padre con una pócima y le sucedió en el trono; luego construyó
un templo a Artemis y, al ordenar que los extranjeros que desembarcasen allí
fueran sacrificados a la diosa17, se hizo famosa por su crueldad. A continuación
se casó con Eetes y parió dos hijas, Circe y Medea, y también un hijo, Egialeo”
(IV, 45, 1-3).
El fragmento nos muestra algunos datos interesantes. En primer lugar, sitúa el
origen de Hécate en Asia –donde se produce también el encuentro entre Jasón
y Medea-, no en Egipto, pero además su caracterización maléfica es ya definitiva,
como queda demostrado sin necesidad de ofrecer más explicaciones que la
expresividad del propio texto. Otro rasgo reseñable es su relación con la caza y
las flechas, lo que aproxima a Hécate con Artemis, con quien comparte la

13
En este sentido, Dodds señalaba el parecido de las curas coribánticas y dionisíacas, basadas en danzas “orgiásticas”
acompañadas de una música orgiástica de la misma clase, con las que se trataba de operar una katharsis que acabara
con ese mal (Dodds, 1951, p. 83-84).
14
Traducción al castellano de Carlos García Gual, María d. Lara Nava, Juan Antonio López Pérez y B. Cabellos Álvarez
para Gredos. Madrid, 1983.
15
Traducción al castellano de Juan José Torres Esbarranch para Gredos. Madrid, 2004.
16
Esta referencia a los cerrojos es interesante, puesto que Hécate, en el testimonio de Teócrito, era la única que podía
abrirlos. Luego veremos referencias en las que esta habilidad corresponde también a Artemis, con la que Hécate se
identifica con frecuencia.
17
En Ovidio hay una referencia a este rito, por el que Ifigenia tenía que dar muerte a Orestes y Pílades a la diosa Trivia,
el equivalente romano a Hécate. El texto dice asíμ “en seguida son conducidos al cruel altar de Trivia, con las manos
atadas a la espalda. La sacerdotisa griega rocía con agua lustral a los cautivos, para que una larga venda ciña sus rubios
cabellos, y mientras prepara el sacrificio, mientras cubre sus sienes con cintas, mientras ella misma encuentra pretextos
para una larga espera, dijo: «Yo no soy cruel; perdonadme, jóvenes; celebro sacrificios más salvajes que el propio lugar.
Tal es el rito de este pueblo. ¿Pero de qué ciudad venís o qué camino recorristeis en vuestra poco afortunada nave?
(Pónticas, 73-81).

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capacidad para dar y quitar la vida de los seres vivos18. En el Catálogo atribuido
a Hesíodo nos encontramos con referencias a Artemis Enodia e, incluso, a
Artemis Hécate19. Artemis utiliza también los perros, como podemos ver, por
ejemplo, en el mito de la muerte de Acteon atacado por sus propios animales de
caza20. Hasta tal punto han llegado a identificarse ambas divinidades, que Marija
Gimbutas habló abiertamente de una diosa Artemis-Hécate, que habría tenido
su origen en Asia, como pótnia théron y se habría fusionado con la hermana de
Apolo al incorporarse en el mundo griego dando lugar a una divinidad de carácter
dual, símbolo de vida y de muerte, de las potencias creadoras y destructivas de
la naturaleza21.

Hecation con imagen de Artemis. Siglo III a.C.


Mesenia. Museo Arqueológico

En Asia la sitúa también Estrabón en su Geografía, quien escribe a caballo entre


el siglo I a.C. y el siglo I d.C. Al hablarnos de Estratonicea, ciudad de la que nos
dice que “es un asentamiento de los macedonios”. Explica:
“También ella fue adornada por los reyes con suntuosas construcciones. En el
territorio de los estratoniceos hay dos santuarios, el famosísimo de Hécate en
Lagina, que celebra grandes festivales anuales, y cerca de la ciudad el de Zeus

18
Esta capacidad también la tiene Apolo, que es capaz de matar con sus flechas.
19
HARD 2004, 251.
20
CARPENTER, 1991, 80.
21
GIMBUTAS 1974, 243.

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Crisaoreo, común a todos los carios y en el que se reúnen para hacer sacrificios
y deliberar sobre cuestiones comunes” (XIV, 25-122).
El hecho de que en Caria, región del sureste de Anatolia, hubiera una gran
abundancia de nombres teofóricos relacionados con Hécate, como Hécateo o
Hecatomno, hizo que Kraus situara allí su origen, dando una importancia crucial
al templo de Lagina23.
Del culto a Hécate nos dice también Estrabón que:
“La mayor parte de los griegos han asociado el culto de Dionisos, de Apolo, de
Hécate, de las Musas y ciertamente, por Zeus, al de Démeter todas las
manifestaciones de naturaleza orgiástica o báquica así como todas las danzas y
ritos ligados a la celebración de los misterios iniciáticos” (X, 10-1).

Restos del templo de Hécate en Lágina, Asia Menor

Aquí aparece otro dato muy interesante en el análisis que nos ocupa: el
protagonismo de Hécate en algún tipo de misterio, tal y como podíamos intuir por
el secretismo al que aludía Apolonio de Rodas. El propio Estrabón, al hablar de
las opiniones de Demetrio de Escepsis y Estesímbroto de Tasos sobre los
Curetes en relación con los misterios de Samotracia -que el primero de estos
autores niega- nos dice que algunos autores creen que son “servidores de
Hécate y los identifican con los Coribantes” (X, 19 y 20-1).

22
Traducción al castellano de María del Paz Hoz García-Bellido para Gredos. Madrid, 2003.
23
Kraus 1960, 51-52 y 166-168.

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Esta relación de Hécate con los misterios no es la última que se menciona en las
fuentes. Volviendo al testimonio de Pausanias, que escribe hacia el siglo II de
nuestra era, encontramos el siguiente testimonio referido a la isla de Egina:
“De los dioses, los eginetas veneran sobre todo a Hécate, y todos los años
celebran unos misterios de ella, diciendo que Orfeo el tracio los fundó para ellos.
Dentro del recinto hay un templo y una xóana, obra de Mirón; tiene un solo rostro
e igualmente un solo cuerpo. Alcámenes, me parece, fue el primero que hizo tres
imágenes de Hécate, unidas unas a otras, que los atenienses llaman Epipirgidia.
Están junto al templo de la Nike Áptera24” (II, 30, 1-2).
He aquí otro dato crucial, Pausanias nos dice que Hécate era representada de
forma simple, pero luego pasó a ser representada en su forma triple, como la
conocemos comúnmente, es decir, parece sugerir una evolución en la
iconografía de la diosa que podría derivar de una variación en sus atributos como
divinidad. Por otro lado, propone que fue Orfeo “el tracio” quien introdujo su
culto25, lo que podría mostrarnos cómo se incorporó al mundo griego. El propio
Pausanias, en otro pasaje, nos da cuenta de la representación de Hécate junto
con Dionisos y Afrodita, la madre de los dioses y Tiqué en el pórtico del
Asclepeion de Sición (II, 11-8).
Plutarco también la menciona en su Isis y Osiris, en la que destaca su parecido
con Anubis, el dios psicopompo egipcio.
“Neftis representa lo que está bajo la tierra y no se ve; mientras que Isis
representa lo que está sobre la tierra y se ve; y el círculo que separa lo uno de
lo otro, llamado horizonte, común a ambos, recibe el nombre de Anubis y está
representado por una forma semejante a la del perro, pues el perro puede ver
por igual tanto durante la noche como durante el día. Y consideran los egipcios
que esa facultad –que es como la que consideran los griegos que posee Hécate-
la posee Anubis porque es tanto una deidad del mundo inferior como un dios del
Olimpo” (4426).
En efecto, como hemos visto, a esta diosa se la representa habitualmente
acompañada por perros y portando una o dos antorchas –en calidad de la que
recibe el apelativo de Phosphoros-, como vemos de forma recurrente en
cerámicas.
Como testimonios aislados nos encontramos el de la Biblioteca de Apolodoro,
del siglo II a.C., en el que Hécate aparece participando en la gigantomaquia,
como uno más de los dioses. Se nos dice que allí mató a Clitio con teas (I, 6-2).
También se sitúa a Hécate dentro de la genealogía de los titanes entre los cuáles
incluso se la relaciona (I, 2-427). Por otro lado, la localizamos en un pasaje de la
Apología de Lucio Apuleyo, del siglo II d.C., donde aparece una diosa llamada

24
En SARIAN 1992, 1015 se recoge esta representación de Hécate.
25
Aunque las fuentes griegas consideran que Orfeo era tracio, los macedonios lo consideraban macedonio.
26
Traducción al castellano de Francesc Gutiérrez para Olañeta. Palma de Mallorca, 2007.
27
Traducción al castellano de Margarita Rodríguez de Sepúlveda para Gredos. Madrid, 1985.

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Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

Trivia, “reina de los Manes” (Apología, 31-1328), que, como veíamos, se ha


vinculado con Hécate, por su posición en los cruces de caminos.
Referencias tardías. De los Oráculos caldeos a los papiros mágicos
Los Oráculos caldeos29, datados en el siglo II d.C., presentan a Hécate como
alma y soberana del mundo, madre fecunda30. La doctrina caldea sitúa en la cima
de la realidad al Padre, esencialmente incognoscible, enclaustrado en su
intrínseca naturaleza, extiende desde su mismidad irrevelable la potencia o
posibilidad total indistinta que puede manifestarse intelectualmente. El seno del
Padre, inmóvil, silencioso, da nacimiento a un vástago de su misma naturaleza,
que es el intelecto o Nous paterno, la totalidad intelectual. Este intelecto se mira
a sí mismo, pero también tiene capacidad activa, en este sentido es agente. El
intelecto agente tiene el mundo como sujeto de producción, pero lo que despliega
es un cosmos viviente con un arquetipo cósmico inmutable que, morando en la
fuente de la vida total (Hécate)31, es puesto en movimiento por el “más allá
dualmente”, que conoce y actúa externamente. La tierra es el centro geométrico
del universo de siete esferas, omphalós del sistema, y el sol centro orgánico o
vital, su corazón. En este contexto, la figura de Hécate, el Alma del Universo, es
fundamental por ser intermediaria entre lo soberanamente trascendente y el
cosmos, ocupa la región hipercósmica, que está sobre el mundo 32. Hécate es
fuente de vitalidad, como madre virginal, aunque carece de órganos
generativos33. De su seno proviene toda la existencia hipercósmica y cósmica,
en su seno materno se concibe el fuego del hápax epékeina34, que ejecuta lo
que el primero contempla35.

28
Traducción al castellano de Santiago Segura Munguía para Gredos. Madrid, 1980.
29
Hemos seguido la traducción al castellano de Francisco García Bazán para Gredos. Madrid, 1991.
30
Los caldeos constituían una agrupación iniciática dirigida por hierofantes, como el caso de Juliano el Caldeo, como
practicantes de ritos y conservadores de doctrinas, indicadas por símbolos orales y físicos, de naturaleza tradicional, es
decir, de origen divino y regularmente transmitidos, para poder poseer un carácter eficaz teúrgico. Es común la adopción
de prácticas de los magos-caldeos de tierras siríacas y la adopción filosófica de un platonismo difuso, de orientación
pitagorizante.
31
En el comentario a los Oráculos, de Miguel Pselo, un texto datado en el siglo XI, se nos dice: “la cima de los principios
productores de vida se llama Hécate, el medio, alma soberana, y el extremo. Entre ellos existen también Hécates exentas
de zona, como la caldaica de las encrucijadas, la festejante y la lavandera. Para ellos son dioses exentos de zona Serapis,
Dionisos y la cadena de Osiris y de Apolo. Se llama ‫ا‬exentos de zona ‫ ب‬a los que tienen autoridad libremente sobre las
zonas y están establecidos sobre los dioses visibles” (1152a).
32
En el comentario de Pselo, citado en la nota 45, nos dice: “los caldeos definen a la diosa Hécate ocupando el orden
intermedio justo y tocándole en suerte, por así decir, el centro de todas las potencias. A su derecha colocan la fuente de
las almas, y a su izquierda, la fuente de las virtudes. Dicen también que la fuente de las almas está pronta para la
procreación, pero que la fuente de las virtudes permanece adentro, en los límites de su propia esencia, y es como una
virgen y pura, habiéndose apoderado de la firmeza e inmovilidad de las potencias indoblegables y estando adornada con
un cinturón de virgen” (1136a). Esta concepción de Hécate como fuente de virtudes aparece también en el fragmento
52 de los Oráculos: “en el costado izquierdo de Hécate reside la fuente de la virtud, que permanece integra en el interior
sin dejar escapar la virginidad” (frag. 52).
33
En la exposición resumida y concisa de las doctrinas asirias de Pselo, se afirma que “Hécate es la fuente de los
ángeles, démones, almas y naturalezas. Hacen bajar a menudo al alma en el mundo por causas múltiples, bien sea por
perdida de las alas, o por voluntad paterna para adornar el lote terrestre” (Bassi, 10) y en el boceto resumido, del mismo
Pselo, de las doctrinas resumidas de los caldeos se afirma “Hécate llena todo de luz intelectiva y de vida” (Krol, frag.
197r).
34
La referencia al fuego de Hécate aparece de manera recurrente en diferentes fragmentos de los Oráculos: “pues, como
una membrana intelectiva ceñida por debajo, (Hécate) separa a un fuego primero y a un fuego segundo que ansían
mezclarse” (frag. 6). Más adelante: “esta a es laboriosa, dispensadora del fuego portador de vida y, llenando el seno
fecundo de Hécate, extiende sobre los ensambladores la fuerza vivificante del fuego muy poderoso” (frag. 32) y en otro
fragmento nos dice “senos capaces de contener el torbellino igneo del resplandor brillantísimo de Hécate nacida del
Padre” (frag. 35).
35
Más información sobre la doctrina de los Oráculos caldeos en la Introducción de la versión de Francisco García Baz án
para Gredos. Madrid, 1991 y en DODDS 1951, 265-283.

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Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

En el comentario a los oráculos de Miguel Pselo, siglo XI, se nos describe el


disco de Hécate, que resulta interesante por los atributos a los que se vincula la
diosa:
“Es una esfera de oro que tiene incrustada en medio un zafiro, gira por medio de
una correa de toro y tiene signos grabados por toda su superficie. Al girarla se
hacían las invocaciones. Solían también llamar a tales objetos iytigas, tuviesen
forma esférica, triangular o cualquier otra. Mientras que las sacudían emitían
gritos ininteligibles o bestiales, riendo y flagelando el aire. El oráculo, por
consiguiente, enseña que el movimiento del disco indicado, dado que posee una
potencia indecible, hace efectivo el rito. Se llama ‫ا‬de Hécate‫ ب‬en tanto que
está consagrado a Hécate. Hécate entre los caldeos es una diosa que tiene en
su mano derecha la fuente de las virtudes y en la izquierda, la de las almas. Pero
todas estas cosas son bagatelas” (1133a).
Restos

Hécate tricéfala con cuatro manos y cuatro antorchas con un solo cuerpo. Siglo III
d.C. Museo Arqueológico de Antalya.

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Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

Una vez sobrepasada la barrera del siglo II, seguimos encontrando testimonios
referidos a Hécate, pero a medida que cosechamos más información, la
ambigüedad sobre su carácter se incrementa. El primero de estos testimonios es
el de Porfirio, que vive entre el siglo III y IV d.C. La diosa de los caminos aparece
referida en dos de sus obras, Argonáuticas e Himnos órficos. En la primera de
ellas explica que:
“En un principio a la fatal necesidad del antiguo Caos y a Crono, que engendró
en sus enormes surcos al Éter y al Amor, de dual naturaleza, visible por doquier
e ilustre, famoso padre de la Noche eterna, a quien, como es sabido, los mortales
más recientes llaman Fanetes, porque fue el primero que apareció; y la raza de
la poderosa Brimo y las obras destructoras de los Hijos de la Tierra, que, desde
lo alto del cielo, destilaron la semilla funesta de la generación, de donde surgió
el primitivo linaje de los mortales, que sin cesar se encuentran sobre la tierra
infinita” (13-2136).
En este pasaje, Hécate aparece como Brimo, apelativo que, como vimos,
también nos encontramos en las Argonáuticas de Apolonio y se repite en el
Protéptico de Clemente de Alejandría, relacionándola con la cría de jóvenes. Se
vincula con la “semilla funesta de la generación”, que hace referencia a su
relación con la cría de jóvenes. En relación con este apelativo, Hard afirma que
este apelativo tiene su origen en el Escolio a Licurgo, en el que se explica cómo
Hermes trató de raptar a Hécate y esta gritó de furia hasta que el dios desistió
de sus intenciones37. Con este apelativo ha sido vinculada también por Baring y
Cashford con los misterios de Eleusis38.
En otro fragmento de Argonáuticas, Porfirio la describe de con forma
monstruosa:
“Con ella venía la hija de Tártaro, Hécate, de formas cambiantes, tricéfala,
prodigio funesto de ver, indestructible, de su hombro izquierdo salía un caballo
de larga crin y, a su derecha, se podía contemplar una perra de mirada furiosa;
en medio, una figura de aspecto salvaje sostenía en ambas manos unas espadas
provistas de empuñadura. De un lado a otro, en torno al hoyo, se movían en
círculo Pandora y Hécate; las acompañaban apretujándose las vengadoras”
(975-983).
El Himno órfico a Hécate es otra de las obras de Porfirio en la que encontramos
referencias a Hécate:
“Invoco a Hécate, protectora de los caminos, en las encrucijadas, grata, celeste,
terrenal, marina, de azafranado peplo, sepulcral, y que se agita delirante entre
las almas de los muertos; hija de Perses, amante de la soledad, que disfruta con
los ciervos, noctámbula, protectora de los perros, invencible soberana que
devora animales salvajes, sin ceñidor en su cintura, y con una figura irresistible;
que se mueve entre los toros, dueña guardiana de todo el universo; conductora,
joven guerrera, nutridora de jóvenes, montaraz. En conclusión, suplico que asista
36
Para ambas obras se ha utilizado la Traducción al castellano de Miguel Periago Lorente para Gredos. Madrid, 1987.
37
HARD 2004, 225.
38
BARING Y CASHFORD 1991, 437.

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Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

la doncella a los sagrados misterios, mostrándose propicia al boyero de corazón


siempre alegre”.
Este himno resulta de gran relevancia por su carácter sintético, ya que en pocas
palabras resume los atributos que se le han ido atribuyendo en diferentes
fuentes.
También en el siglo III debemos datar la obra de Licofrón, que trabajó en la
Biblioteca de Alejandría y elaboró multitud de obras de las que se ha conservado
una exigua representación, entre ellas su Alejandra, en la que encontramos dos
referencias muy interesantes. En la primera nos habla en estos términos:
“La virgen trimorfa, Brimo, te hará perra que asusta por las noches ladrando a
los mortales que no honran con desfiles de antorchas a la efigie de la dueña
cerintia del Estrimón ni aplaquen, haciendo sacrificios, la diosa ferea” (Alejandra,
1175-118039).
Vemos que se refiere a Hécate de nuevo como Brimo, pero también como
cerintia, lo que coincide con otro fragmento anterior, en la misma obra, en la que
nos describe la “cueva cerintia de la diosa canicida” (Alejandra, 76-77).
El apelativo cerintia aparece en clara alusión a la cueva de Cerinto, situada en la
isla de Samotracia, de la que Nono de Panópolis nos dice:
“Cerinto, poblada por los insomnes Coribantes, y fundada por la renombrada
Pérsida en el lugar donde se hallan los peñascos sagrados que visitan los
iniciados de la Doncella40, con sus antorchas” (Dionisíacas XIII, 400-40341).
La otra nota interesante es el apelativo de canicida, es decir, asesina de perros,
que aparece vinculado, de forma muy probable, a los sacrificios que se hacían
en su honor en el interior de esta cueva.
Antes de seguir con el repaso, nos quedamos con el testimonio del egipcio Nono
de Panópolis, cuya obra se ha situado en el siglo V d.C. En ella aparecen más
referencias a Hécate, vinculadas en su mayoría al contexto de los misterios de
Samotracia, en los que se celebraba a la “divina Hécate, que ama a los
cachorros” (III, 75-76) y en los que el cábiro Alcón hacía girar su pica “en derredor
del fuero del tíaso de Hécate” (XXIX, 214-215). En otro fragmento, nos dice:
“¡Os saludo, antros de los Cábiros, y riscos de Coribantes! ¡Ya no veré la
nocturna antorcha del tíaso de la madre Hécate!” (XLIV, 185-187)
Y más adelante continúa refiriéndose a la misma diosa:
“¡Tú Selene, conductora del carro argénteo, si tú eres también llamada Hécate,
la de muchos nombres, y en la noche empuñas la sagrada antorcha en tu mano
portadora del fuego, acude a mí, noctámbula, criadora de sabuesos, pues te

39
Traducción al castellano de Manuel y Emilio Fernández-Galiano para Gredos. Madrid, 1987.
40
La diosa Pérsida no es otra que Hécate, hija de Perses, y la Doncella es Perséfone.
41
Traducción al castellano de Sergio Daniel Manterola y Leandro Manuel Pinkler para Gredos. Madrid, 1995.

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Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

complace el sonido nocturno de los veloces perros con su aullar fúnebre!” (XLIV,
192-197).
Estas referencias vinculan a Hécate con Selene, la luna, acompañada, como es
habitual, por su séquito de perros y refuerzan su presencia en los misterios.
Del siglo IV data un conjunto de escritos muy interesantes, los textos de magia
de papiros griegos, en los que Hécate aparece como una divinidad sombría,
sujeto de invocaciones y hechizos, vinculada de una manera muy significativa a
la figura de Hermes. En la práctica maléfica contra enemigos mediante la
osirización de un gato, del papiro del Louvre 2391, fechado en la primera mitad
del siglo IV d.C., se nos dice:
“Te invoco, madre de todos los hombres, tú que reuniste los miembros de
Meliuco y al propio Meliuco42, orobastria Nebutosualet, tú que tiendes la red,
diosa de los muertos, Hermes, Hécate, Hermes, Hermécate leth:
amoumamoutermior; te conjuro a ti, el demon que ha sido evocado en este
lugar, y a ti, el demon del gato convertido en espíritu; ven a mi lado en este día
de hoy y en este mismo momento y hazme la obra…” (Papiro III, 43-5343).
Aparece como diosa de los muertos vinculada al Hermes psicopompo con una
fórmula en la que Hermes y Hécate se fusionan como si fueran una misma
divinidad. La identificación de diferentes dioses hasta el punto de confundirse
unos con otros es un recurso común en estos textos tardíos, como veremos, pero
la asociación con Hermes va más allá, pues llega a fundir los nombres de ambos
dioses en uno solo: Hermécate44.
En el ya mencionado Supplementum Graecorum 574 de la Biblioteca Nacional,
también de la primera mitad del siglo IV d.C., se la menciona como “soberana
Hécate, protectora de caminos, perra negra” (Papiro IV, 1431-1433). En este
mismo Papiro IV se nos describe a Hécate como una diosa de:
“Tres caras y seis manos, que sostiene antorchas en éstas, y que en el lado
derecho de su rostro tiene cabeza de vaca, en el lado izquierdo, de perro y en el
centro, de muchacha; lleva calzadas sandalias” (Papiro IV, 2119-2124).

42
Esta referencia a la madre de todos los hombres que reunió los miembros de Meliuco para vincular a Hécate con la
figura de Isis, que se encargó de reconstruir los trozos en los que fue descuartizado su marido Osiris en su enfrentamiento
con Set.
43
Traducción al castellano de José Luis Calvo Martínez y María Dolores Sánchez Moreno para Gredos. Madrid, 1987.
44
En el Supplementum Graecorum 574 de la Biblioteca Nacional, se vuelven a vincular: poco después se la relaciona
con diferentes divinidades subterráneas: “Hermes subterráneo, Hécate subterránea, Aqueronte subterráneo,
subterráneos devoradores de carne cruda…” (Papiro IV, 1444-1446). Este fragmento acaba de nuevo mencionando a la
diosa entre un fúnebre séquito: “caos original, Érebo, agua terrorífica de Estigia, corrientes del Olvido y aqueróntea laguna
de Hades, Hécate, Plutón y Core, Hermes subterráneo, Moiras y Penas, Aqueronte y Eaco, guardián de las cerraduras
invisibles, abre inmediatamente, Anubis guardián que tiene las llaves” (Papiro IV, 1460-1467). La mención de Anubis
debe entenderse en el contexto egipcio en el que surgen los papiros mágicos, pero no desentona de ningún modo, pues
es conocido su papel en el mundo de ultratumba y su iconografía, también relacionada con la especie canina. En este
mismo papiro, un poco más adelante, vuelven a vincularse ambos dioses, haciendo referencia a su calidad de
hermafrodita: “te invoco, diosa de tres rostros, Mene, luz deseada, Hermes y Hécate al mismo tiempo, retoño hermafrodita
mouphor, Forba, reina Brimo, terrible y divina y dárdana, que todo lo ves, aquí iole, doncella, caminante, mitad toro y
mitad serpiente, tú, Ninfa, caballo-perro que asiente con la cabeza, minoica y poderosa; salanindo, aquí, atees
enidelidima señora phaiara, médixa amithenio, ven junto a mí, indeome, aquí, Megafte, aquí vendrá, trae junto a mí
a fulana rápidamente, a la que yo, oh diosa, claramente confundiré por todo cuanto ha hecho al ofrecerte el sacrificio”
(Papiro IV, 2608-2621).

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Aparecen más referencias a Hécate en este Papiro, donde se la invoca como


Actiofi y se la vincula con Artemis, Selene o Perséfone. Se la llama “única dueña
de todo, impetuosa fortuna de dioses y démones” (Papiro IV, 2602-2603).

Demeter, Kore y Hécate. Metopa de Selinonte, templo Y. 600-750 a.C.

Más adelante encontramos otra invocación en la que su relación con Core y


Artemis es evidente:
“Aquí, Hécate, gigantesca, tú que proteges a Dione, Persia, Baubó, Frune, que
disparas saetas, indómita, lidia, indomable, noble por nacimiento, portadora de
antorcha, señora, que doblegas los cuellos erguidos, Core; escucha, tú que
abres las puertas de acero indestructible, Ártemis, que también antes fuiste
guardiana, la más grande y venerable; tú que abres la tierra, conductora de
cachorros, que todo lo dominas, caminante, tricéfala, portadora de luz y virgen
venerable; te invoco, cazadora de ciervos, dolosa, Audnea, polimorfa45; aquí,
Hécate, diosa de la encrucijada, que tienes visiones que respiran fuego y

45
Al carácter polimorfo y la abundancia de nombres de Hécate se hace referencia en otros papiros, como el papiro
XXXVI, conocido como Papiro 1 de la Universidad de Oslo, también se la invoca como “trimorfa” (Papiro XXXVI, 8-138).

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alcanzaste en suerte terribles caminos y duros encantamientos; a ti, Hécate, te


invoco junto con muertos prematuros y cualesquiera héroes que murieron sin
mujer y sin hijos, silbando salvajemente y consumiendo su ánimo dentro del
pecho” (Papiro IV, 2713-2734).
La invocación continúa:
“Pero tú, oh Hécate, de muchos nombres, doncella, Core, ven, diosa, te invoco,
guardiana propicia y protectora, Perséfone, de tres cabezas, que caminas en el
fuego, de ojos de buey, bouorphorbs, alimentadora de todo, phorbara, Actiofi,
Eresquigal, Nebutosualet, junto a las puertas pypylédedexó y rompedora de
puertas” (Papiro IV, 2745-2751).
En otro fragmento observamos su relación con Ártemis y Selene, mientras que
se reitera el carácter triple que ya hemos comentado:
“Por esto te llaman Hécate, de muchos nombres, Mene, cortadora del aire,
Ártemis disparadora de dardos, diosa de cuatro rostros, de cuatro nombres, de
cuatro caminos, Ártemis, Perséfone, cazadora de ciervos, que apareces en la
noche, de triple eco, de triple voz, de tres cabezas, Selene de tres nombres,
triple, de tres rostros, de tres gargantas y de tres caminos; tú que en tres cestos
mantienes el fuego incansable de la llama, que te cuidas de las encrucijadas y
reinas en las tres Décadas” (Papiro IV, 2815-2827).
Y sigue:
“Tú que atiendes en la noche el extenso universo y ante la que los démones se
estremecen y los inmortales tiemblan, diosa ilustre, de muchos nombres, de
concepción hermosa, de rostro de buey, poseedora de cuernos, madre de dioses
y de hombres, Naturaleza, madre de todo” (Papiro IV, 2829-2835).
Esta invocación acaba con un dato interesante, que detalla el tipo de sacrificios
que se debían hacer en su honor:
“Para los ritos benéficos quema resina, mirra, salvia, incienso, un hueso de fruta;
para los ritos maléficos, la entidad de un perro y de una cabra de piel moteada
e, igualmente, la de una doncella muerta prematuramente” (Papiro IV, 2873-
2877).
El papiro LXX, de la Universidad de Michigan, la muestra como Hécate
Eresquigal:

“Yo soy Eresquigal que sujeta los pulgares, y ningún daño puede sobrevenirle a
ella. Cuando esté cerca de ti coge tu talón derecho y di: «Eresquigal, doncella,
perra, serpiente, cinta, llave, caduceo, sandalia áurea de la Señora del Tártaro,
y pide lo que quieras” (Papiro LXX, 6-11).

Y sigue:

“Yo estoy consagrado y he bajado al aposento de los Dáctilos y he visto debajo


lo demás, doncella, perra, y todo lo demás. Dilo en un cruce de tres caminos, y
huye, dándote la vuelta; pues en estos parajes suele aparecerse (Hécate).
18
Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

Pregunta sobre lo que quieras muy de noche y te lo manifestará en sueños; y si


vas camino de Ia muerte, recita esto, mientras esparces sésamo, y ella te librará”
(Papiro LXX, 4-19).

Eresquigal era la hermana de Inana, la gran diosa mesopotámica, que


gobernaba el Más Allá, a la que mata con el “ojo de la muerte” y deja su cadáver
colgado de una estaca durante días. Aunque finalmente, los ayudantes del dios
Enki, señor de la magia, acuden al inframundo para liberarla mientras Eresquigal
padecía dolores de parto46.

Por último, una referencia interesante sobre amuletos relacionados con Hécate.
En el papiro IV encontramos las siguientes instrucciones:
“Toma una piedra de siderita y quede grabada en ella la imagen de Hécate de
tres rostros; el rostro de en medio sea el de una doncella cornígera; el izquierdo,
de un perro, y el de la derecha represente el de una cabra. Una vez hecho el
grabado, lávalo con natrón y agua, y mójalo con la sangre de uno muerto
violentamente. Luego, acercándote a él, pronuncia la fórmula conocida para la
consagración” (Papiro IV, 2878-2890).
En otras instrucciones para la fabricación de un amuleto nos dice:
“Toma una piedra imán, que tiene vida (pneuma), dale forma de corazón y que
quede grabada en ella una figura de Hécate que esté rodeada por un corazón,
como una pequeña luna” (Papiro IV, 2630-2633).
Cuadro cronológico de poderes, atributos y asociaciones
Autor/Obra Fecha Localización Atributos
Hesíodo VIII-VII a.C. Tebas Vinculada con tierra, mar y cielo. Dispensadora de
favores. Participa en los juicios con los reyes y en la
batalla con los guerreros. Asociada a Hermes favorece la
fertilidad del ganado. También cría jóvenes. Diosa que da
y quita.
Himno homérico VII a.C. Grecia Ingenuos sentimientos, brillante tocado, portadora de
a Deméter antorchas. Unida a Perséfone
Píndaro VI-V a.C. Tebas/Atenas Virgen de purpúreos pies, benevolente, profetiza triunfo
del ejército
Aristófanes V a.C. Atenas Altares en casas atenienses / Deipnon
Eurípides V a.C. Atenas/Macedonia Portadora de antorchas, proporciona visiones, fantasma
nocturno, protectora de caminos, silvestre, virgen
Sófocles V a.C. Atenas Lanza de Enodia Hécate
Hipócrates V-IV a.C. Ataques de Hécate – terrores nocturnos
Teócrito IV-III a.C. Sicilia Diosa horrenda, dueña de encrucijadas, los perros ladran
en su presencia, diosa infernal
Apolonio de III a.C. Rodas Unigénita, vinculada a las abejas (se liba miel en su
Rodas honor), al ladrido de los perros, noctívaga, criadora de
jóvenes, infernal, soberana de los muertos
Apolodoro II a.C. Grecia Hécate derrota a Clitio en la gigantomaquia armada con
teas
Diodoro Sículo I a.C. Egipto / Asia Hécate sombría, hija de Perses, que reinó en la Táurica.
Osada, desprecia leyes, amante de la caza, asaeteaba
hombres y tenía pericia en el manejo de venenos. Mató a
su padre. Engendró a Circe y Medea de Eetes, su tío.
Estrabón I a.C.-I d.C. Costa Anatolia Santuario de Hécate en Lagina. Vinculada con
manifestaciones orgiásticas o báquicas en misterios
iniciáticos. Posible vinculación con Curetes y Coribantes.
Plutarco I a.C.-II d.C. Beocia Hécate para los griegos es Anubis para los egipcios, una
diosa a caballo entre el mundo de los mortales y el
inframundo. Se le sacrifica una perra.

46
CAMPBELL 2013, 148.

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Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

Pausanias II d.C. Egina Misterios relacionados con Hécate, fundados por el tracio
Orfeo. Hécate de tres imágenes a partir de Alcámenes.
Los atenienses la llaman Epipirgidia. Se le sacrifica una
cachorra de perra negra en Colofón.
Lucio Apuleyo II d.C. Roma Reina de los manes.
Oráculos II d.C. ¿Mesopotamia? Soberana del mundo, madre fecunda-virginal y fuente de
caldeos vida, intermediaria entre lo trascendente y el cosmos, el
fuego se concibe en su seno materno, fuente de la virtud,
diosa de encrucijadas, festejante y lavandera
Porfirio III d.C. Roma Argonáuticas: Brimo-criadora de jóvenes, tricéfala,
indestructible, caballo y perra junto a criatura salvaje,
vinculada a Pandora.
Himno órfico a Hécate: Protectora de caminos,
celeste/terrenal/marina, sepulcral, solitaria, nocturna,
protectora de perros, se mueve entre toros, joven
guerrera, disfruta con ciervos, nutridora de jóvenes,
montaraz
Licofrón III d.C. Egipto Diosa celintia canicida, virgen trimorfa, Brimo, se la honra
con desfiles, vinculada al río Estrimón, se la aplaca
mediante sacrificios
Papiros mágicos IV d.C. Egipto Madre de todos los hombres y dioses, diosa de los
griegos muertos, Hermécate, protectora de caminos, perra negra,
criatura subterránea, cabeza de vaca, perro y muchacha,
calza sandalias, portadora de antorchas, dispara saetas,
abre las puertas de acero, abre la tierra, virgen venerable,
cazadora de ciervos, Audnea, polimorfa, diosa de
encrucijadas, fuego, vinculada con Artemis y Perséfone,
Selene de tres ombres, de tres rostros y tres caminos,
mantiene el fuego incansable de la encrucijada, rostro de
buey, poseedora de cuernos, vinculada a ritos benéficos
(quemando incienso, mirra, resina o salvia) o maléficos
(matando una cabra moteada, un perro o doncella muerta
prematuramente), Eresquigal.
Nono de V d.C. Egipto Vinculada a los cábiros y los misterios de Samotracia,
Panópolis noctámbua, portadora de antorchas, Selene, criadora de
sabuesos, acompañada de perros
Fuente:
elaboración propia

De pótnia théron a diosa infernal: sobre la cuestión del origen


La complejidad de poderes, manifestaciones, atributos y asociaciones de Hécate
ha provocado diferentes interpretaciones entre los autores que se han
aproximado al estudio de su figura. Mazon plantea la posibilidad de que la Hécate
de Hesíodo, que manifiesta según él importantes diferencias respecto a sus
descripciones posteriores, de época clásica y helenística, sea una diosa de la
tradición local, de origen micénico, por eso sus características están próximas a
las de una pótnia théron, que identifica con la gran divinidad de Tespias, que
aparecería representada en un ánfora beocio del siglo VIII47. El aspecto benévolo
que nos presenta Hesíodo, se debería, según Burkert, a que él era un devoto
seguidor de la diosa48.
Para Theodor Kraus, como hemos visto antes, el origen de Hécate estaría en
Asia Menor y sería el equivalente femenino a Apolo, pues están asociados en
una ley cultual milesia del siglo V a.C., en la que la diosa aparece como propylaia.
Aunque en esta asociación, según el autor, el compañero más antiguo no sería
Apolo, sino Hécato, un posible hermano, que al ser un equivalente del sol, habría
sido absorbido por el dios del oráculo en tiempos posteriores. Kraus elabora una
hipotética forma primigenia de Hécate como diosa de la puerta y la muerte,

47
MAZON 1923, 22.
48
BURKERT 2007, 231.

20
Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

relacionada con la luna y su hermano el sol. Esta diosa podría haber sido
conocida por Hesíodo, cuya familia era originaria de Cime, en Asia Menor, de
donde emigraron a Beocia alrededor del año 100049.
Mazon y Kraus discrepan sobre el origen. Mientras que para el primero
estaríamos hablando de dos diosas de diferente tipo, una pótnia theron asociada
a los reyes y el ejercicio de la justicia, que constituye la mezcla de un producto
estrictamente beocio, que podría tener, según vimos al principio del artículo un
origen incluso indoeuropeo, para Kraus son paralelas y traza una historia de su
culto por la que desde su Caria originaria habría entrado en Grecia a través de
tracia –asociada con la diosa cazadora Bendis y con Zerintia, divinidad de
componente orgiástico y diferentes estratos- hasta llegar a Tesalia, donde su
culto se desarrollaría con vigor en Feras. Aquí, según Kraus, se habría unido a
la diosa local Enodia, dando lugar a otra divinidad, asociada con Artemis, Selene
y Perséfone, que adquiere una naturaleza ctónica y pasa a ser representada a
caballo y portando antorchas. En Tesalia sería asociada también con el perro y
acabaría siendo caracterizada como maga o señora del camino y de la muerte.
Otro autor, Philippson, también sigue la pista tesalia, pero para él no solo se unió
a Enodia, sino también a Ferea, a la que se representaba cabalgando con corona
de mirto y portando una antorcha adquiriendo así su aspecto fantasmal. En la
cosmogonía tesalia, diferente a la hesiódica, Hécate se une en matrimonio a
Poseidón50.
Esta evolución explicaría el hecho de que Hécate pasara de representarse con
una sola cabeza a su característica tricefalia, hecho del que nos prestaba
testimonio el propio Pausanias, como hemos visto. Theodora Hadzisteliou-Price
remonta el origen de esta representación a la necesidad funcional de proteger
los cruces de caminos51, sin embargo, otros autores vinculan esta tricefalia a su
relación con la luna y sus diferentes fases de crecimiento-decrecimiento52. En
esta línea, Baring y Cashford señalan la posibilidad de que Artemis, Hécate y
Selene formen una trinidad relacionada con el astro lunar. De esta manera, la
diosa cazadora sería la luna creciente, nuestra protagonista sería la luna nueva
y la última, la luna llena53. Campbell propone otra alternativa, que este aspecto
triple tenga relación con tres manifestaciones de la misma diosa, una celeste
(Selene), otra telúrica (Artemis) y otra ctónica (Hécate)54, mientras que Gimbutas
se decanta por la dualidad Artemis-Hecate, una representaría la vertiente
positiva y la otra, la negativa55.
Otra razón que apuntamos como posible explicación de su tricefalia es su
multiplicidad y su dominio sobre tierra, mar y cielo, del que nos daba cuenta
Hesíodo, ya que según Plutarco:

49
KRAUS 1960, 19-23, 61.
50
PHILIPPSON 1944, 72-73, 77.
51
HADZITELIOU 1971, 54.
52
CHEVALIER 1969, 553.
53
BARING Y CASHFORD 1991, 380-381
54
CAMPBELL 2013, 189 y 290. Según el autor, hay que diferenciar entre ctónico, subterráneo, y telúrico, situado en la
tierra.
55
GIMBUTAS 1974, 242-246.

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Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

“Es costumbre que para significar lo múltiple se emplee el número tres, como
cuando se dice: «tres veces feliz», y «triples eran sus inextricables lazos». A
menos, desde luego, que los autores antiguos empleen la palabra «triple» en
sentido estrictamente literal, porque la esencia de lo húmedo, que es principio
que dio origen a todas las cosas, creó primero directamente los tres primeros
elementos: la tierra, el aire y el fuego” (Isis y Osiris, 36).
Este tipo de asociaciones eran frecuentes en la Antigüedad, como ha destacado,
por ejemplo, Juan Antonio Belmonte al hablar de las triadas cielo-tierra-agua,
cielo-sol-luna o sol-luna-venus en diferentes cultos mesopotámicos56.

Hécate coronada por el sol y la luna. Siglo III


d.C. Eisenberg.

Sea cual fuere la naturaleza de su carácter polimórfico, los lazos que unen a
Hécate con la luna son claros. El satélite aporta luz en la oscuridad, como Hécate
con sus antorchas en el mundo subterráneo. En la antigüedad se le otorgaba a
la luz de la luna una capacidad fecundadora, pues era productora de humedad:

56
BELMONTE 1999, 37.

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Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

“Benéfica para las crías de los animales y los retoños de las plantas, mientras
que el sol, con su calor moderado y despiadado, hace que todo lo que crece y
florece se caliente en exceso y se reseque” (Isis y Osiris, 41).
Pero la luna está también vinculada con la muerte, pues ella misma representa
las fases de la vida en su ciclo mensual y siempre aparece en la oscuridad. El
mismo Plutarco, en Moralia, dice que en la cara oculta de la luna hay un
accidente geográfico llamado “ensenada de Hécate”, que es el “lugar donde las
almas pagan las deudas y son compensadas por cuanto hayan sufrido o
cometido tras convertirse en démones” (Moralia, 944c). Algunos autores,
basándose en la referencia a la “lanza de la Enodia Hécate” que aparece en las
Cortadoras de raíces de Sófocles (frag. 535.2), han remontado esta unión al siglo
V a.C.57, aunque otros la retrasan hasta el siglo I d.C.58
Había un ritual en especial que permitía corrorobar la relación entre Hécate y el
astro lunar: el deipna Hekates o hekateia59. Se llevaba a cabo en las noches de
luna llena, cuando un mes terminaba para dar comienzo a otro, según el cómputo
griego. El rito consistía en ofrendas comestibles que se depositaban al
anochecer en las encrucijadas, tal y como vimos en las referencias de
Aristófanes y Apolodoro, con la intención de aplacar la ira de la diosa y de las
almas que vagaban junto a ella buscando venganza (enthumion). Era costumbre
ofrecer huevos, queso, una especie de pan y un pastel sacrificial (psammeta).
Señala Molina Martín que, a parte de estas ofrendas, se llevaban a cabo los
llamados katharmata, katharsia y oxuthumia. En los dos primeros se utilizaban
los desechos de los materiales no empleados en el ceremonial de purificación.
La sangre y el agua, en el katharmata, y los restos del perro sacrificado a la
diosa, en la katharsia, ambos se dejaban en las encrucijadas. El perro que se
sacrificaba a Hécate en las noches de luna nueva hacía la función de pharmakos,
de chivo expiatorio. El animal debía ser tocado por los miembros de la familia
antes del sacrificio, pues así sus culpas se traspasaban al animal y podían
comenzar el nuevo mes de forma limpia60. Para terminar, el oxuthumia consistía
en fumigar la casa con un incensario que, tras su uso, era depositado también
en la encrucijada61. Todo parece indicar que esta ceremonia se producía en el
contexto de un rito de paso.
Del ritual del πε σχυ α σ ό (periskylakismos - descuartizamiento de un
perro), tenemos algunas notas en las fuentes antiguas, concretamente en
Plutarco y Pausanias. En su Moralia, el primero de ellos nos proporciona tres
fragmentos de gran interés en el objeto de este estudio:
“Así como los griegos sacrifican una perra a Hécate, también los romanos la
sacrifican a Geneta con ayuda de sus familiares. Sócrates dice que los argivos
sacrifican una perra a Ilionia por razón de la facilidad de su parto. Y lo de la
súplica de que ninguno sea «bueno», acaso se refiere no a los miembros

57
CALVO MARTÍNEZ 1992.
58
JOHNSTON 1990, 31.
59
HARD 2004, 261.
60
En HARD 2004, 261 también se hace referencia a los sacrificios de perros dentro de la Hekateia.
61
MOLINA MARTIN 2015, 20-21.

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humanos de una familia sino a los perros. Pues los perros deben ser fieros y
temibles” (277b62).
En otro fragmento de la misma obra, al hablar de los Lupercalia, nos dice que:
“Y casi todos los griegos utilizaban al perro y algunos lo utilizan aún hoy como
víctima de sacrificio en las ceremonias de purificación. Y traen a Hécate
cachorrillos junto con otras cosas de purificación y frotan con los cachorros a
quienes necesitan purificarse y llaman a tal tipo de purificación periskylakismos”
(280c).
Por último, mostramos otro fragmento que aporta mucha información para
nuestro propósito:
“De cierto, los antiguos pensaban que este animal no era totalmente puro. Pues
no se lo sacrificaban a ningún dios olímpico y cuando lo enviaban como cena a
la subterránea Hécate en el cruce de caminos incluía parte de rito catártico y
parte de rito apotropaico. En Esparta sacrifican cachorros a Enialio, el más
sanguinario de los dioses. Y entre los beocios es rito público de purificación pasar
entre las partes de un perro que ha sido cortado en dos63. Los romanos sacrifican
un perro en el mes de la purificación” (290d).
El fragmento de Pausanias64, en el que nos habla de Laconia, es también muy
rico en detalles:
“Los efebos realizan también estos otros actos: hacen sacrificios antes de la
batalla en el Febeo. El Febeo está fuera de la ciudad, no muy lejos de Terapne.
Allí cada grupo de efebos sacrifican un cachorro hembra de perro a Enialio,
juzgando que al más valiente de los dioses el más valiente de los animales
domésticos es una víctima de su gusto. No sé de ningunos otros griegos que
acostumbren a sacrificar cachorros de perro, excepto los de Colofón. Éstos
sacrifican también un cachorro hembra negro a la diosa Enodia. Tanto el
sacrificio de los de Colofón como el de los efebos de Lacedemonia tienen lugar
de noche” (III, 14, 9-10).
Entre la vida y la muerte: Hécate en el contexto de las divinidades de
carácter ctónico
Lo primero que debemos preguntarnos para aclarar esta controvertida cuestión
es si hay justificación para entender la figura de Hécate como resultado de la
evolución y fusión progresiva de atributos de divinidades de diferente
procedencia o por el contrario estamos ante una única, pero compleja,
divinidad65. Quizás se han obviado algunos elementos del testimonio de Hesíodo
que podrían establecer cierta relación con sus atributos posteriores y, por tanto,
que podríamos interpretar como propios de la misma diosa. José Carlos Bermejo

62
Traducción al castellano de Concepción Morales Otal y José García López para Gredos. Madrid, 1992.
63
Peleo también hace un ritual parecido, pero esta vez con una mujer, Astidamía, a la que, según Apolodoro, “le dio
muerte y después de separar sus miembros hizo pasar al ejército entre ellos hacia la ciudad” (Biblioteca, III, 6-7).
64
Traducción al castellano de Mari Cruz Herrero Ingelmo para Gredos. Madrid, 1994.
65
Hay que recordar la tesis de Dodds, que suscribimos, por la que en la evolución de los cultos no hay sustitución, sino
aglomeración, un nuevo esquema de creencias rara vez borra el anterior, sino que el antiguo se incorpora como un
elemento del nuevo o los dos persisten yuxtapuestos (DODDS 1951, 171).

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Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

ha señalado que en la tradición hesiódica, Hécate procede de Asteria, que se


metamorfoseó en codorniz para huir de Zeus. Por tanto tenemos aquí una pista
interesante, ya que la madre de Hécate tiene la misma facultad de cambiar de

Hécate y Cibeles. Museo de Pérgamo. Berlín.

forma que su hija y no una forma cualquiera, sino la forma de la codorniz, un ave
estacional, que aparece con el sol y la primavera, es decir, con la luz y que
cuando se posa en tierra deja prácticamente de volar para caminar. Las
codornices pueden viajar de noche y son capaces de comer cicuta 66 y eléboro,
tóxicos para el ser humano y vinculados con Hécate67.

66
Robert Graves ha vinculado la cicuta con Hécate por su poder venenoso (Graves, 1948, p. 41).
67
BERMEJO BARRERA 2001, 20 y ss.

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Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

Es más, Hesíodo nos da cuenta de que Asteria era hija de Febe, una de las
titánides hijas de Gea y Urano, a la que llama “coronada de oro” (Teogonía, 136)
y de la que dice que unida a Ceo, dio a luz también a Leto, “la de oscuro peplo”
(Teogonía, 404-406), madre de Apolo y Artemis. Perses, el padre de Hécate,
desciende de la rama del titán Crío, casado con Euribia, la del “ánimo de acero
en sus entrañas”, hija de Gea y Ponto, el mar (Teogonía, 239, 375). Vemos, por
tanto, que en la genealogía de Hécate como titán, aparece como descendiente
de tierra, mar y cielo, elementos todos ellos en los que la diosa puede participar
como regalo de Zeus (Teogonía, 412-414).
En el relato de Hesíodo encontramos otro elemento significativo, la vinculación
de Hécate con Hermes, con quien puede favorecer la fecundidad del ganado
(Teogonía, 442-448). Esta asociación no es exclusiva del autor beocio, pues
aparece de forma recurrente hasta el punto de que en los papiros mágicos
griegos se unen en una invocación en la que se utiliza el clarificador término de
“Hermécate”, como si ambos fueran lo mismo.
Según el Himno Homérico a Hermes, el hijo de Zeus y Maya era:
“Un niño versátil, de sutil ingenio, saqueador, ladrón de vacas, caudillo de
sueños, espía de la noche, vigilante de las puertas, que rápidamente iba a
realizar gloriosas gestas ante los dioses inmortales” (14-1768).
Un poco más adelante nos dice que atraviesa las murallas:
“Deslizándose oblicuamente a través de la cerradura, semejante a la brisa de
otoño, como una niebla” (146-157).
La descripción de los atributos de Hermes que recopila Vernant, pone de
manifiesto una gran cantidad de semejanzas entre ambos diosesμ “Hermes es
un dios próximo, que trata con este mundo… No existe en él nada de inmovilidad,
de estable, de permanente, de circunscrito, ni de cerrado. Él representa en el
espacio y en el mundo humano, el movimiento, el paso, el cambio de estado, las
transiciones, los contactos entre elementos extraños. En la casa, su lugar está
en la puerta, protegiendo el umbral, rechazando a los ladrones porque él mismo
es el ladrón… Este para el que no existen ni cerraduras, ni vallas, ni frontera”69.
De hecho, su nombre derivó, con toda probabilidad, de la palabra griega herma,
que significa montón de piedras o mojón, cuyo fin es marcar el camino, guiar 70.
Hermes tiene su sede en la entrada de las ciudades, en las fronteras de los
estados, en las encrucijadas, a lo largo de las carreteras, señalando el camino,
sobre las tumbas, estas puertas que abren el acceso al mundo infernal. En todos
los lugares donde los hombres, abandonando su mansión privada, se reúnen y
entran en contacto para el cambio, como ocurre en el ágora, y para la
competición, como en el estadio, Hermes está allí. Asiste como testigo a los
acuerdos, a las treguas, a los juramentos entre partidos opuestos; sirve de
heraldo, de mensajero, de embajador en el extranjero. Dios errante, señor de las

68
Traducción al castellano de Alberto Bernabé Pajares para Gredos. Madrid, 1978.
69
VERNANT 1965, 137-139.
70
HARD, 2004, 219.

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Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

sendas, sobre la tierra y hacia la tierra: él guía en esta vida a los viajeros; en la
otra, conduce las almas hacia el Hades y en algunas ocasiones las trae de
nuevo. Hace pasar de la vigilia al sueño, del sueño a la vigilia, de la vida a la
muerte, de un mundo al otro. Él es el lazo, el mediador entre los hombres y los
dioses, es al mismo tiempo invisible, omnipresente. Es también lo que no puede
preverse, lo fortuito, la buena o mala suerte, el encuentro71.
Esta serie de poderes y atributos de Hermes resulta asombrosamente parecida
a los atributos de Hécate. Ambos se mueven entre contrarios, dan y quitan,
custodian las encrucijadas, entran y salen del Hades, se mueven en los puntos
limítrofes, se vinculan a las puertas y a las murallas, se desenvuelven en la noche
y en los sueños y están próximos a los hombres, en la vida y en la muerte. Por
esta razón, esa asociación que encontramos en el término “Hermécate”, no
parece del todo alejada de la realidad, más bien se refiere a dos caras de una
misma divinidad, ambigua, que incluso no ha definido ni su propio sexo y del que
nos dice el texto que es “hermafrodita” (Papiro IV, 2608-2621).

Crátera de volutas apula de figuras rojas, de Canosa. Hermes guía a Heracles, quien ha capturado a Cerbero y se
enfrenta a Hécate. 430 a.C. Antikensammlungen, Munich.

Teofrasto, en su obra Caracteres, al hablarnos del carácter del supersticioso, nos


dice también que: “Continuamente purifica su casa, por pretender que sobre ella
pesa un conjuro de Hécate. Si las lechuzas 72 se alborotan a su paso, él pronuncia
la fórmula incantatoria: «Atenea es más fuerte», y, tras esta cautela, sigue su
camino. Procura no pisar una tumba, ni acercare a un cadáver o a una
parturienta, pues asegura que no le conviene contaminarse. El día cuatro y siete
de cada mes, después de ordenar a los de casa que preparen el vino caliente,
se va al mercado a comprar unas ramas de mirto, incienso y pasteles sagrados.
A su regreso se pasa el día entero coronando los Hermafroditos” (XVI, 7-1173).

71
VERNANT 1969, 137-139
72
Robert Graves señaló una vinculación de Atenea y Hécate a través de la lechuza, animal que, por sus hábitos
nocturnos, también casaban con los atributos de la diosa de los caminos (GRAVES 1948, 288).
73
Traducción al castellano de Elisa Ruiz García para Gredos. Madrid, 1988.

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Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

Hécate triple procedente del Lazio. 150- Hécate triple con las tres gracias. Siglo I-II d.C.
200 d.C. British Museum Metropolitan Museum Nueva York.

Si tenemos en cuenta que poco después de la Teogonía, en el Himno Homérico


a Deméter, nos encontramos ya a Hécate vinculada con Perséfone, a la que
escolta en su periplo entre el Hades y el mundo de los mortales y que la hemos
visto vinculada y prácticamente unificada con otras divinidades como Artemis,
Selene o Deméter, la tesis de la evolución de una especie de pótnia theron a la
reina de los muertos no parece tan clara, pues su vinculación con el mundo de
ultratumba puede intuirse desde sus primeras referencias.Incluso podríamos
sugerir que son dos caras de la misma divinidad, máxime si tenemos en cuenta
otro aspecto muy destacable: los ciclos del nacimiento y de la muerte estaban
asociados al ciclo agrícola, ya desde el neolítico, y relacionados con la figura de
la Diosa Madre, de carácter ctónico. Trigger ofrece una visión muy esquemática
de esta razón en su estudio antropológico de las antiguas civilizaciones74. Para
este autor, la mayoría de cosmologías hablaban de la división del mundo en tres

74
Son muchos los estudios relacionados con la vinculación entre el ciclo agrícola y el ciclo vital del ser humano, así como
su proximidad con divinidades femeninas, que han dado en agruparse bajo la figura conceptual de la Diosa Madre. Desde
el punto de vista antropológico es interesante la perspectiva que ofrece TRIGGER 2003, 454 y 475). Desde la perspectiva
de la mitología comparada, cabe acudir al pionero trabajo de J. G. Frazer y sus estudios sobre el ritual de Adonis, Atis,
Osiris, Isis, la diosa madre y los linajes matriarcales, Dionisos, Deméter y Perséfone o el papel de la mujer en la agricultura
primitiva, recogidos en FRAZER 1890, 255-321. Más tarde, Mircea Elíade, también hace referencia a las fuerzas de
creación telúrica y a la regeneración en ELIADE 1951, 33. También encontramos información interesante en los diferentes
términos relacionados con el ciclo agrícola en el diccionario de símbolos de Chevalier y Gheerbrant (CHEVALIER 1969),
en el estudio de la tierra como símbolo que se realiza en RIES 2008, 149-150 o en el análisis de la diosa mediterránea
de Marija Gimbutas en GIMBUTAS 1992, 53-56. También pueden consultarse CAMPBELL 2013, 22-30 y 55-96 y
BARING Y CASHFORD 1991, 67-133. Una última recomendación en este sentido, desde una perspectiva un tanto
especial, pero con interesantes datos, GRAVES 1948, 110-116.

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espacios: cielo, habitado por los cuerpos celestes; tierra, habitada por el hombre
e inframundo, un paredro del cielo que se identifica con la muerte y la
decadencia, poblado de espíritus y almas, pero que al mismo tiempo proporciona
el alimento para los habitantes de la tierra, lo que le otorga el poder de la
regeneración75.
Nos faltaría por explicar uno de los atributos que
Hesíodo vincula a Hécate y que no aparece
posteriormente. Se trata de su papel en los juicios
al lado de los reyes. Pues bien, en el Himno
homérico a la Tierra76, Madre de todos77, nos
encontramos con esta exaltación:
“Voy a cantar a la Tierra, madre universal, de
sólidos cimientos, la más augusta, que nutre en
su suelo todo cuanto existe. Cuanto camina por la
divina tierra o por el ponto, o cuanto vuela, se
nutre de tu exuberancia. Por ti se vuelven
prolíficos y fructíferos, soberana, de ti depende
dar la vida o quitársela a los hombres mortales.
¡Afortunado aquel al que tú honras benévola de
corazón! A él todo se le presenta en abundancia.
Se le carga el labrantío dispensador de vida y por
sus campos prospera en ganados. Su casa se
llena de bienes. En cuanto a tales hombres, con
buenas leyes gobiernan en una ciudad de
hermosas mujeres. Abundante fortuna y riqueza
los acompañan. Sus hijos se enorgullecen de su
juvenil placer, y sus hijas, jugando en coros
cuajados de flores, con ánimo alegre se
complacen entre las delicadas flores del prado.
Esos son a los que tú honras, venerable diosa,
generosa deidad. ¡Salve, madre de los dioses,
esposa del estrellado Cielo! Concédeme,
benévola, en recompensa por mi canto, una vida
Hécate triforme. Copia romana de
original griego. Museo Chiaramonti. grata a mi corazón. Que yo me acordaré de otro
canto y de ti” (1-21).
En este fragmento arcaico vemos que la tierra está vinculada a la vida y a la
muerte, no sólo de los seres que habitan el mundo terrestre, sino también los
cielos y el mar, lo que nos recuerda a la triple manifestación de Hécate, pero
también se nos dice que quien es agraciado por la tierra “con buenas leyes
gobiernan en una ciudad de hermosas mujeres”. Esta exaltación a la tierra
recuerda, en gran medida, al Himno a Hécate de la Teogonía y podría explicar
el hecho de que en realidad, la diosa a la que se refieren las fuentes analizadas
75
TRIGGER 2003, 454.
76
Es decir, Gea, lo que se aclara poco después al hablarnos en el mismo Himno de su matrimonio con el cielo estrellado
(Urano).
77
Traducción al castellano de Alberto Bernabé Pajares para Gredos. Madrid, 1978.

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Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

sea la misma: una divinidad asiática arcaica de carácter ctónico que va


asociándose a divinidades locales griegas cuyas similitudes permitían que se
produjera este fenómeno sincrético.

Fuentes históricas
Anónimo, Himnos Homéricos y la Batracomiomaquia
Anónimo, Oráculos caldeos
Anónimo, Papiros mágicos griegos
Apolodoro, Biblioteca
Apolonio de Rodas, Argonáuticas
Aristófanes, Las avispas / Pluto
Cornelio Nepote, Epaminondas
Diodoro Sículo, Biblioteca histórica
Estrabón, Geografía
Eurípides, Helena / Medea / Hipólito / Las troyanas
Flavio Arriano, Anábasis de Alejandro Magno
Hesíodo, Teogonía
Hipócrates, Sobre la enfermedad sagrada
Homero, Ilíada
Justino, Epítome de las historias filípicas de Pompeyo Trogo
Licofrón, Alejandra
Lucio Apuleyo, Apología
Nono de Panópolis, Dionisíacas
Ovidio, Pónticas / Metamorfosis
Pausanias, Descripción de Grecia
Píndaro, Odas y fragmentos
Plinio el Viejo, Historia Natural
Plutarco, Alejandro Magno / Isis y Osiris / Moralia
Porfirio, Argonáuticas / Himnos órfico
Quinto Curcio Rufo, Historia de Alejandro Magno

30
Mario Agudo Villa ueva Hécate: e tre la vida y la uerte. Hacia u a lectura…

Sófocles, Cortadora de raíces


Teócrito, Idilios
Teofrasto, Caracteres
Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación
Veleyo Paterculo, Historia romana
Bibliografía contemporánea
Baring, A. y Cashford, J. “El mito de la diosa”. Siruela, 2014.
Belmonte, J.A. “Las leyes del cielo”. Temas de hoy, 1λλλ.
Bermejo Barrera, J.C. “Hécate y Asteriaμ aspectos de la concepción del espacio
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Burkert, W. “Religión griega arcaica y clásica”. Abada Ediciones, 2007.
Campbell, J. “Diosas”. Atalanta, 2013.
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Chevalier, J. y Gheerbrant, A. “Diccionario de símbolos”. Herder, 2007.
Dodds, E.R. “Los griegos y lo irracional”. Alianza Universidad, 1λλι.
Dumézil, G. “La triple Hécate”, en L’oubli de l’homme et l’honneur des dieux”.
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Mediterráneo Antiguo
enero-2016

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